A todos se les aplicó el bando de guerra Torre Alháquime … y Memòria Anti-franquista del Baix...

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Son muchos muertos cuando hablamos de un pueblo de poco más de 1.200 habitantes 22 CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO • marzo 2009 • Nº 39 Fernando Romero ué pasaría en ese puebleci- to de la sierra para que fusi- laran a tantos muchachos!”, exclamó el funcionario del Archivo Provincial de Cádiz cuando me enseñó el listado de ve- cinos de Torre Alháquime que estuvieron presos en el penal del Puerto de Santa María. Entre ellos había nueve que salieron de la cárcel para ser fusilados la madrugada del 2 de julio de 1937. Son muchos muer- tos cuando habla- mos de un pueblo que entonces ape- nas rebasaba los 1.200 habitantes. Y lo que no imagi- naba el archivero es que aquellos fu- silamientos eran el segundo coletazo de la represión, las con- denas a muerte de los consejos de gue- rra que en marzo de 1937 sustituyeron a los paseos en todo el territorio que gober- naba Queipo de Llano. La primera, la de los asesinados sin forma- ción de causa al amparo del bando de guerra en el vera- no de 1936, fue aún más cruenta. Entre una y otra se llevaron por delante las vi- das del cinco por ciento de la población adulta mayor de 18 años. Muertos inexistentes Los asesinatos sin forma- ción de causa –por aplica- ción del bando de guerra– que desde el 18 de julio fue- ron cotidianos en todo el te- rritorio que controlaban los golpistas apenas han dejado rastro documental. Los ar- chivos de la primera repre- sión han desaparecido y la mayor parte de las víctimas ni siquiera se inscribieron en los registros civiles, ni durante la guerra, ni cuando durante la Transición se tra- mitaron los expedientes de pensiones de viudedad. Por eso a veces resulta tan difí- cil incluso la reconstrucción del listado de víctimas y la tarea del historiador de la represión termina convir- tiéndose en la de un de- tective que busca huellas y rastros documentales para demostrar crímenes que se cometieron hace 70 años. Si reconstruir una simple relación nomi- nal de víctimas es difí- cil, más aún lo es iden- tificar los lugares don- de fueron enterradas. Esa dificultad la han A todos se les aplicó el bando de guerra Torre Alháquime 1936 Grupo de Investigación Patrimonio Documental y Bibliográfico de Andalucía y América Q Certificado de enterramiento de Cristóbal Guerra Carreño, presidente de la UGT, fusilado en Cádiz en diciembre de 1939.

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Son muchosmuertos cuandohablamos de unpueblo de pocomás de 1.200habitantes

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Fernando Romero

ué pasaría enese puebleci-to de la sierrapara que fusi-laran a tantos

muchachos!”, exclamó elfuncionario del ArchivoProvincial de Cádiz cuandome enseñó el listado de ve-cinos de Torre Alháquimeque estuvieron presos en elpenal del Puerto de SantaMaría. Entre ellos habíanueve que salieron de lacárcel para ser fusilados lamadrugada del 2 de julio de1937. Son muchos muer-tos cuando habla-mos de un puebloque entonces ape-nas rebasaba los1.200 habitantes.Y lo que no imagi-naba el archiveroes que aquellos fu-silamientos eran elsegundo coletazo dela represión, las con-denas a muerte delos consejos de gue-rra que en marzo de1937 sustituyeron alos paseos en todo elterritorio que gober-naba Queipo de Llano.La primera, la de losasesinados sin forma-

ción de causa al amparo delbando de guerra en el vera-no de 1936, fue aún máscruenta. Entre una y otra sellevaron por delante las vi-das del cinco por ciento dela población adulta mayorde 18 años.

� Muertos inexistentesLos asesinatos sin forma-ción de causa –por aplica-ción del bando de guerra–que desde el 18 de julio fue-ron cotidianos en todo el te-rritorio que controlaban los

golpistas apenas han dejadorastro documental. Los ar-chivos de la primera repre-sión han desaparecido y lamayor parte de las víctimasni siquiera se inscribieronen los registros civiles, nidurante la guerra, ni cuandodurante la Transición se tra-mitaron los expedientes depensiones de viudedad. Poreso a veces resulta tan difí-cil incluso la reconstruccióndel listado de víctimas y latarea del historiador de larepresión termina convir-

tiéndose en la de un de-tective que busca huellasy rastros documentalespara demostrar crímenesque se cometieron hace70 años.

Si reconstruir unasimple relación nomi-nal de víctimas es difí-cil, más aún lo es iden-tificar los lugares don-de fueron enterradas.Esa dificultad la han

A todos se les aplicó el bando de guerra

Torre Alháquime 1936

Grupo de Investigación Patrimonio Documental y Bibliográfico de Andalucía y América

Q

Certificado deenterramiento deCristóbal GuerraCarreño, presidentede la UGT, fusiladoen Cádiz endiciembre de 1939.

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La tarea delhistoriador dela represión seconvierte en lade un detectivebuscando rastros

constatado las asociacionese investigadores que han he-cho el trabajo de campo pa-ra la redacción del todavíainédito Mapa de Fosas deAndalucía. Torre Alháqui-me, ese pequeño pueblo dela Sierra de Cádiz, volvió asorprendernos cuando apa-reció en el mismo archivouna relación detallada delos “enterramientos colecti-vos” –léase fosas comunes–que había en el término mu-nicipal. La impresión que sesaca al leer la cuartilla me-canografiada que alcalde re-mitió al gobernador civil en1958 es que el pueblo era un

auténtico sembrado de ca-dáveres: había 25 ó 26muertos repartidos entre lafosa común del cementerioy siete más diseminadas enlos parajes denominadosHuerto Morales, Pareoro, ElRodeo, La Chopalea, LaRabia, Los Callejones yHuerta La Alcoba. Ocho fo-sas, unas comunes y otrasindividuales, en un términomunicipal que no llega a los18 kilómetros cuadrados.

El informe de 1958 esuno de esos afortunadoserrores que terminan sacan-do a la luz datos que, de otromodo, nunca habríamos co-

nocido. La información quese pidió al alcalde, siguien-do las instrucciones de lacircular que el ministro dela Gobernación CamiloAlonso Vega envió el 23 demayo a los gobernadores ci-viles, era “una relacióncomprensiva de los enterra-mientos colectivos que exis-tieren en ese término muni-cipal, de caídos en los fren-tes de batalla o sacrificadospor la Patria”. Se estaba pla-nificando el traslado de víc-timas de guerra al Valle delos Caídos y las que intere-saban eran los combatientesnacionales, los combatien-

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Ocho fosas,comunes eindividuales,en un término de18 kilómetroscuadrados

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tes republicanos y lasvíctimas causadas por

la represión repu-blicana. En el Va-lle de los Caídoshabía sitio paralos militares re-publicanos, peroa finales de los

años 50 no intere-saban los miles de

muertos que causóla represión fascista de

1936. Aún era impensa-ble que pudiera descorrersela cortina de silencio queocultaba la matanza funda-cional del franquismo, peroalgunos alcaldes, cinco oseis en una provincia demás de 40 municipios, in-terpretaron erróneamenteque la categoría de “cuantoscayeron en nuestra Cruzada,sin distinción del campo enque combatieran”, y creye-ron que incluía también alos republicanos, socialis-tas, anarquistas y comunis-tas que en 1936 fueron víc-timas de la represión en laretaguardia sublevada.

Ese afortunado error delectura nos ha legado unalista de quince hombres ycinco mujeres del puebloque fueron asesinados, másla cifra de cinco o seis veci-nos de Alcalá del Valle cu-yos nombres se desconocí-an y también estaban ente-rrados en fosas del términomunicipal. Ninguna de lasmujeres consta como falle-cida en el registro civil. Co-mo tampoco lo está ningunade las quince cuyos restosfueron exhumados en agos-to de 2008 de una fosa co-mún en el cercano pueblode Grazalema. Es inconce-

Juan Pérez Guerra, hijo del alcalde socialista, seexilió en Francia al terminar la Guerra Civil.

Ana Zamudio Sánchez tenía quince años cuandoasesinaron a su madre y a su hermano. A ella laraparon y le dieron el purgante de aceite de ricino.

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bible que, estando los hue-sos sobre la mesa, la actualley de registro civil continúesiendo un obstáculo paraque se inscriban legalmentecomo fallecidas.

Casos como éste justifi-can plenamente, porque esde justicia, la campaña parala modificación de la ley deregistros civiles que, con ellema ‘¡Todas las víctimasdel franquismo en los regis-tros civiles!’ acaban de lan-zar la Confederación Gene-ral del Trabajo de Andalu-cía (CGT-A), la AsociaciónAndaluza Memoria Históri-ca y Justicia, las asociacio-nes AREMEHISA de Agui-lar de la Frontera (Córdoba)y DIME de Marchena (Se-villa), la ARMH de Extre-madura y Memòria Anti-franquista del Baix Llobre-gat.

� El pueblo aterrorizadoVarios centenares de hom-bres y mujeres, militantesdel sindicato socialista y deIzquierda Republicana, fa-milias enteras, abandonaronTorre Alháquime minutosantes de que el 31 de juliofuese ocupado por una pe-queña columna de guardiasciviles y falangistas. Esemismo día los rebeldes ma-taron a tiros a José BarrigaLerma, padre de dos huidosque se refugiaron en corti-jos del término de Setenilde las Bodegas. Luego si-guieron 40 días de tiroteosintermitentes entre los guar-dias civiles y derechistasque guarnecían el pueblo ylas partidas de milicianosque controlaban Setenil, Al-calá del Valle y Ronda. La

Era impensableaún descorrerla cortina desilencio queocultaba lamatanza fascista

Enrique Vilches Guerra fue fusilado por los rebeldes enel cementerio de Torre Alháquime a finales deseptiembre de 1936. A su hermano Manuel lo mataronlos milicianos.

Antonio Zamudio Ortega se marchó del pueblo en elverano de 1936 y no volvió a saberse nada más deél. Se alistó en las milicias de Málaga.

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conquista de Ronda el 17 deseptiembre por las colum-nas sublevadas que manda-ba el general Varela los obli-gó a retirarse hacia la pro-vincia de Málaga. Los ser-vicios de parapeto para pro-teger el casco urbano dieronentonces paso a las batidaspor el campo en las que

guardias y falangistas caza-ron a los rojos que queda-ban diseminados por el tér-mino.

La gran limpieza empe-zó a mediados de septiem-bre. En vísperas de la con-quista de Ronda fueron ase-sinados los socialistas Anto-nio Orozco Galván y Fernan-do Albarrán Contrera, losdos únicos miembros de lacorporación municipal que

no huyeron a la provincia deMálaga. Pocos días despuésfusilaron a José ZamudioCastro y sus hijos José yFrancisco Zamudio Ortega,a quienes no se perdonabaque el último 1º de Mayohubiesen participado en unamanifestación que acabócon un grave enfrentamien-

to entre militantes de iz-quierdas y guardias civiles.También mataron al jorna-lero Antonio Pérez Rosa,que durante varios años ha-bía sido uno de los repre-sentantes del sindicato so-cialista en la Comisión dePolicía Rural. Así fueron ca-yendo, uno tras otro, los querepresentaron a los jornale-ros socialistas en las institu-ciones, los que participaron

en los conflictos sociales ypolíticos que vivió el pueblodesde 1931 y quienes du-rante los días rojos, entre el18 y 31 de julio, intervinie-ron en el desarme de la de-recha, hicieron guardias enlas entradas del pueblo, par-ticiparon en el saqueo delmobiliario y archivo del

cuartel de la Guardia Civil oquemaron las imágenes desantos en medio de la Plazade la República.

Los autores de aquelloshechos estaban casi todoshuidos, pero los represoresfascistas no tenían escrúpu-los. Si no estaban ellos,arremetían contra los fami-liares que habían quedadoen el pueblo. Entre las mu-jeres asesinadas estaba Car-

Cientos depersonas sefueron antes dellegar la columnade guardias yfalangistas

Francisca Sánchez Márquez estaba en avanzadoestado de gestación cuando la fusilaron el 20 deseptiembre de 1936.

Francisco Vilches Barriga formaba parte de una cuerdade presos que se fugaron el 18 de septiembre de 1936cuando eran conducidos al cementerio para ser fusilados.

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men Álvarez Castro, la espo-sa del policía rural asesina-do, que tenía dos hijos hui-dos en la zona republicana;está enterrada con su mari-do en la fosa de La Chopa-lea. María Jiménez Vela, Ma-ría la del Mellizo, era lacompañera del huido Agus-tín Romero Vilches y se de-

cía que “era de las más exal-tadas en el pueblo por susideas comunistas y subver-sivas”. Francisca SánchezMárquez era la madre de Jo-sé Zamudio Sánchez, quetambién fue fusilado, y deJuan, otro huido. Y Ana Va-lle Fernández era la compa-ñera de Diego Medina Gue-rra, a quien todos señalabancomo culpable de los asesi-natos de dos derechistas que

a principios de septiembrefueron capturados y fusila-dos por los milicianos rojos.Como Diego había huido ala provincia de Málaga, fueella quien expió sus culpas,primero violada y luegoasesinada.

Todos sabían que los re-presores fascistas torturaron

y violaron antes de matar,aunque nadie lo dijera envoz alta en la católica Espa-ña de Franco. Los trapos su-cios sólo se aireaban cuan-do las luchas intestinas y ri-validades entre los gerifaltesdel nuevo régimen los hací-an salir a flote. Esos enfren-tamientos los había en TorreAlháquime al menos desdela primavera de 1938 y con-tinuaban cuando en 1942 el

jefe local de Falange envió ala jefatura provincial un in-forme confidencial sobre elcamisa vieja Antonio GarcíaPartida, que había ocupadosu puesto durante el san-griento verano de 1936:“Como jefe local la primeraetapa que lo fue su conduc-ta dejó bastante que desear.

Impuso multas que hacía fi-gurar como donativos y alos cuales según parece nose le dio la debida inversión.Se embriagaba con frecuen-cia y por el miedo abusó dealgunas mujeres. Ejerció suautoridad de tal forma quetenía atemorizado al vecin-dario”.

� La justicia al revésLos nueve fusilados en el

Así cayeron, unotras otro, los querepresentaron alos jornalerossocialistas enlas instituciones

El alcalde socialista Pedro Pérez Álvarez fue condenadoa muerte y fusilado en El Puerto de Santa María el 2 dejulio de 1937.

El concejal Pedro Marín Salguero, que fueejecutado en El Puerto de Santa María en 1937.

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cementerio de El Puerto deSanta María formaban parteun numeroso grupo de hui-dos que regresaron a TorreAlháquime tras la conquistade Málaga en febrero de1937. Fueron encarcelados,procesados, juzgados y con-denados por delito de rebe-lión militar. Los rebeldesjuzgaron por rebeldía aquienes se opusieron o nosecundaron la rebelión. Estees el “sistema insólito en lahistoria de las convulsionespolítico–sociales” que Ra-món Serrano Súñer llamó“justicia al revés”. Entre losprimeros encausados por lajusticia militar en el puebloestaban el alcalde socialistaPedro Pérez Álvarez, el con-cejal Pedro Marín Salguero,la joven María JiménezAmaya, que con sólo 19años era presidenta de lasmujeres socialistas, Fernan-do Barriga Galán, que erauno de los representantes dela Juventud Socialista en elComité del Frente Popu-lar… Entre el 30 de marzo yel 3 de abril la Guardia Civilinstruyó expedientes sobreantecedentes y actuaciónfrente al golpe de 14 hom-bres y dos mujeres que aca-baban de regresar de Mála-ga: las diligencias incluíandeclaraciones de los deteni-dos, de falangistas y gentede orden del pueblo quecomparecieron para depo-ner sobre su conducta, delcomandante de puesto ytambién informes del jefede Falange. Cuando los ser-vicios de justicia dieron luzverde para que se instruyeseel procedimiento sumarísi-mo de urgencia, se presentó

Todos sabíanque aquellosrepresorestorturaron yviolaron antes deproceder a matar

Antonio Morales Jiménez y su padre RoqueMorales Geva fueron fusilados y enterrados en lafosa común del cementerio de El Puerto de SantaMaría.

María Jiménez Amaya era a los 18 años presidentade la sección femenina de la UGT. La condena amuerte se le conmutó por cadena perpetua. Su padrey dos hermanos murieron en cárceles franquistas.

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en el pueblo un juezinstructor militarque traía orden deacumular todoslos expedientesen un único su-mario y aquien bastó unsolo día paratomar 63 decla-raciones a reos ytestigos, redactarel auto de procesa-miento y dejar con-cluida la fase de instruc-ción sumarial.

La vista de la causa secelebró el 15 de mayo en elcercano Algodonales, den-tro de una gira de dos sema-nas en la que el Consejo deGuerra Permanente de Cá-diz, presidido por el coman-dante Cipriano Briz Gonzá-lez, recorrió los principalespueblos de la sierra parajuzgar a decenas de hom-bres y mujeres que habíansido puestos a disposiciónde la Auditoría de Guerra:hubo consejos de guerra co-lectivos los días 5, 6, 8, 9 y10 de mayo en Arcos de laFrontera; el 11 y 12 en Vi-llamartín; el 14, 15, 17 y 18en Algodonales; el 20 enGrazalema, el 21 y 22 enUbrique y el 23 de nuevo enVillamartín. Los 16 reos deTorre Alháquime designa-ron como defensor al te-niente Federico SahagúnRepeto, pero las garantíasprocesales del juicio eranmínimas. Al defensor sólose le permitía examinar elsumario durante tres horas ydesde Sevilla se habían da-do instrucciones para quefueran condenados a muertetodos los que habían sido

Desde Sevilla sedieron órdenespara que fuerancondenados amuerte todoslos milicianos

José Morilla Vicario y su hijo José Morilla Guerrafueron condenados a reclusión perpetua y estuvieroncuatro años presos en los penales de El Puerto deSanta María y Santoña.

El concejal socialista José Pérez Álvarez regresótras la conquista de Málaga en febrero de 1937. Asus padres los asesinaron en 1936. Fue absueltogracias a su suegro y a algunos derechistas.

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milicianos e incluso se indi-caron las proporciones quedebían guardar entre sí laspenas dictadas por los tribu-nales castrenses. Así las co-sas, no sorprende que el fis-cal solicitase la pena demuerte para 14 reos y que eltribunal la dictase para 11.A los otros cinco les impu-sieron penas de 20 a 30años de cárcel. Él único delos condenados a quien seatribuían delitos de sangreera Diego Medina. Los crí-menes por los que condenóa muerte a los demás fueronorganizar la resistencia en elpueblo, hacer servicios deguardia, intervenir en lossaqueos de la iglesia y elcuartel o alistarse a las mili-cias rojas de Málaga. Lasentencia se dictó el mismo

Cuando pisaronla calle de nuevollevaban unarica experienciade “turismopenitenciario”

El socialista Fernando Barriga Galán, miembro delcomité local del Frente Popular, fusilado en ElPuerto en julio de 1937.

Dolores Gámez Parra, la viuda del fusilado Juan MedinaGuerra, tuvo que abandonar Torre Alháquime con todossus hijos cuando su vivienda fue incendiada en 1937.

Torre Alháquime sufrió las embestidas del golpe y de la guerra y la posterior repr

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día del juicio, pero no se lescomunicó inmediatamenteporque antes tenía que apro-barla el auditor de guerra ylas condenas a muerte re-querían el “enterado” delcuartel del generalísimo.Los varones fueron envia-dos al penal del Puerto deSanta María y las mujeres ala cárcel provincial de Sevi-lla, desde donde las trasla-darían a los pocos días a laPrisión del Partido del Puer-to de Santa María.

Los nueve hombres in-gresaron en el penal delPuerto el 19 de junio, sin sa-ber que el “enterado” lleva-ba ya una semana en las ofi-cinas de la Auditoría deGuerra en Sevilla. Las con-denas a muerte de María Ji-ménez y Trinidad Morales

Jiménez fueron conmutadaspor reclusión perpetua, perolas suyas habían sido ratifi-cadas. Se les notificó el 1 dejulio y el día 2 se procedió ala ejecución de la sentencia.En la cárcel se les ofrecie-ron servicios de capilla y demadrugada fueron entrega-dos a la Guardia Civil parala ejecución.

Los llevaron al cemen-terio de la ciudad, dondefueron fusilados por un pi-quete de la Guardia Civil, ylos enterraron en dos fosascomunes del cuarto patio.Eran el alcalde Pedro Pé-rez, el concejal Pedro Ma-rín, Diego Medina y los mi-litantes socialistas Fernan-do Barriga, Antonio JiménezAmaya, Juan Medina Gue-rra, Roque Morales Geva,

Más de 70 añosdel golpe y lamayoría de losfusilados siguensiendo merosdesaparecidos

José Cuadro Gerena escapó de Torre Alháquime enseptiembre de 1936 y fue condenado a 20 años cuandoregresó en 1939. Estuvo preso hasta junio de 1943.

José Barriga Galán fue condenado a 12 años decárcel cuando regresó al terminar la guerra.

r represión por parte de las tropas fascistas.

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su hijo Antonio Morales Ji-ménez y Antonio Vega Ca-ballero.

Los consejos de guerracontinuaron en 1938 y tam-bién fueron procesados losevadidos que en 1937 lo-graron escapar de la ratone-ra de Málaga y a partir deabril de 1939 regresarondesde los últimos reductosde la España republicana.La Justicia Militar ya no eratan punitiva como dos añosantes –sólo hubo una con-dena a muerte en 1939 yotra en 1940– pero esen-cialmente se continuaba ha-ciendo lo mismo: juzgarconductas sociales y políti-

cas desde la premisa de lajusticia al revés. La granlimpieza ya se había hechoen 1936 y 1937. Los repre-sores sabían que habían he-cho bien su trabajo y deja-ron constancia de ello enlos informes de la CausaGeneral. Uno de los quedescriben brevemente lossucesos ocurridos entre losmeses de julio y septiembrede 1936 comienza aseve-rando: “Los dirigentes másdestacados que actuaron enlos hechos que se hacemención a continuación, atodos se les aplicó el bandode guerra”.

Los muertos no fueronlos únicos represaliados.Los casi 80 vecinos quedesde 1937 desfilaron antelos juzgados y tribunalesmilitares eran más del diezpor ciento de la poblaciónadulta. El que menos se lle-vó tres meses de prisiónpreventiva hasta que se dic-tó el auto de sobreseimien-to o la absolución. La ma-yoría tuvo como mínimodiez meses de preventiva,dos murieron enfermos enla cárcel en vísperas delconsejo de guerra y más de30 fueron condenados a pe-nas que iban desde los dosaños hasta la reclusión per-petua.

Ninguno cumplió lacondena íntegra, porque elproceso de revisión y con-mutación de penas, la re-dención por el trabajo y lossucesivos indultos les per-mitieron recobrar la libertada partir de 1941. Cuandovolvieron a pisar la calle lle-vaban a sus espaldas una ri-ca experiencia de “turismo

penitenciario”, como Trini-dad Morales, que entre1937 y 1943 recorrió la cár-cel municipal y las prisio-nes de El Puerto de SantaMaría, Sevilla, Granada,Málaga y Saturrarán.

El último en salir fue Jo-sé Flores Cortés, que estuvodestinado a la Colonia Peni-tenciara Militarizada deDos Hermanas, donde él yotros diez del pueblo traba-jaron en la construcción delCanal del Bajo Guadalqui-vir (hoy llamado Canal delos Presos).

Se evadió del campo detrabajo de La Corchuelapara visitar a la familia y alos seis días se entregó vo-luntariamente en la prisiónprovincial de Sevilla, de laque dependía el campo.Esos seis días al otro ladode la alambrada le costaronla paralización del expe-diente de libertad condi-cional que estaba en trámi-te, la anulación de la penaredimida y que en 1946,cuando los demás presospolíticos del pueblo disfru-taban ya de indulto, él to-davía tuviese que perma-necer cuatro meses arresta-do por la fuga de 1942.

� Heridas abiertasMás de 70 años despuésdel golpe del 18 de julio de1936, la mayor parte de loshombres y mujeres quefueron asesinados en TorreAlháquime siguen siendomeros desaparecidos cuyasmuertes no se han recono-cido legalmente. Algunasfosas han sido afectadaspor obras de urbanizaciónpor la expansión del núcleo

Procesarontambién en 1939a los evadidosque escaparonde la ratonerade Málaga

Francisco Zamudio Castro (centro) y sus hijos Francisco(izquierda) y José Zamudio Ortega (derecha) fueronfusilados el 18 de septiembre de 1936.

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urbano, empezando por elantiguo cementerio, que haquedado sepultado bajo unparque. Pero el términomunicipal sigue siendo elmismo sembrado de cadá-veres que en 1958. Carmensabe dónde están sus abue-los, enterrados a la sombra de una encina en La Chopa-lea pero nadie le da res-puestas cuando pregunta qué puede hacer para lle-varlos al cementerio. Anto-nio, cuya abuela era de Al-calá del Valle, supo hacepoco que está enterrada enla fosa común del HuertoPernía, entre Torre Alhá-quime y Olvera, y se haempeñado en encontrarla:“Esto nos lo hemos tomadoa pecho y vamos a resolverel lugar de enterramiento.”

La mayor parte de loshijos y nietos saben poco deesas páginas oscuras de suhistoria familiar. Inclusolos descendientes de loscondenados a muerte por elConsejo de Guerra, de losejecutados “legalmente”,desconocen lo que real-mente les ocurrió. Merce-des, que tiene dos familia-res en la fosa de El Puertode Santa María, pudo des-cubrir algo de su historia enla webwww.todoslosnombres.org:“gracias a su base de datoshe podido averiguar una in-formación que desde pe-queña he querido saber, enconcreto, la fecha y lugaren que fueron fusilados mibisabuelo y abuelo mater-nos. Reconozco que me

emocioné muchísimo y mefaltó tiempo para comentár-selo a mi madre. […] Si hayalgo que he deseado desdesiempre es poder algún díallevar flores, junto con mimadre, a sus tumbas”.

José, el nieto de otro delos socialistas fusilados enEl Puerto, lleva meses bus-cando información, inten-tando aglutinar a las fami-lias y esperando que algunaadministración le diga có-mo recuperar sus restos.Son las mismas preguntasque aquí, como en todaspartes, se repiten una y otravez: por qué lo mataron,dónde está, qué tengo quehacer. ■

Carmen sabedónde estánsus abuelos, ala sombra deuna encina enLa Chopalea

Dolores Soriano Bonilla y otros vecinos de Alcalá delValle fueron enterrados en una fosa común en el HuertoPernía, en el término de Torre Alháquime.

Ficha con huellas dactilaresen el expediente carcelariode Agustín Jiménez Amaya,que fue condenado areclusión perpetua.

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