A Plena Voz | # 75

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Revista Cultural de Venezuela

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HUGOTe queremos tanto

PUEBLO VENEZOLANO

“Queremos tanto a Chávez”

BIELORRUSIA

“Héroe indomable,ardiente patriota,luchador por la libertad. Permanecerá para millones de

,Permanecerá para millones de

,ardiente patriota,Permanecerá para millones de

ardiente patriota,personas

como el verdadero padre de la nación venezolana, el defensor de los pobres, de los marginados y de los oprimidos”

ALEXANDER LUKASHENKO

BOLIVIA

“Chávez fue un hermano solidario,un compañero revolucionario, un latinoamericano que luchó por su patria, por la patria grande, como también hizo Simón Bolívar”

EVO MORALES

ARGENTINA

“Hombres como Hugo Chávez no mueren, se siembran”no mueren, se siembran”no mueren,

CRISTINA KIRCHNERECUADOR

“Fue líder de un proceso histórico en América. proceso histórico en América. proceso histórico

Seguirá más vivo que nunca inspirando las Seguirá más vivo que nunca inspirando las Seguirá más vivo que

revoluciones en América nunca inspirando las revoluciones en América nunca inspirando las

Latina”RAFAEL CORREA

IRÁN

“Chávez fue un símbolo de la resistencia contra el imperialismo y un mártir por el bien de la nación venezolana”

MAHMUD AHMADINEYAD

BRASIL

“Reconocemos en Chávez un gran líder latinoamericano y sobre todo un amigo de Brasil”

DILMA ROUSSEFF

“Hombre excepcional y formidable.excepcional y formidable.excepcional

Es de los muertos que nunca mueren”Es de los muertos que nunca mueren”Es de los muertos que

DANIEL ORTEGA

BRASIL

“Siento orgullo por haber convivido y trabajado con él“Siento orgullo por haber convivido y trabajado con él“Siento orgullo por haber

por la integración de América Latina y por un mundo más justo”

LUIZ INACIO LULA DA SILVA

EE.UU

“Hoy lloro a un gran héroe para la mayoría de su gentey para quienes pelean en el mundo por un lugar”

OLIVER STONE

RUSIA“Hugo Chávez fue un hombre extraordinario y de gran alcance que miraba hacia el futuro”

VLADIMIR PUTIN

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64A P

LE

NA

VO

Z Chávez en la historiaJOSÉ VICENTE RANGEL

Palabras del Mayor General Jacinto Rafael Pérez ArcayJefe de Estado Mayor Presidencial con motivo de las Exequias al Comandante Presidente “Hugo Chávez”

El Chávez que hizo a ChávezGREGORIO J. PÉREZ ALMEIDA

¿Qué es el Chavismo?YLDEFONSO FINOL

Chávez y el dogmatismoNÉSTOR FRANCIA

William Ospina“Chávez entrará a la mitología de los altares callejeros”CECILIA OROZCO TASCÓN

Los pobres somos ChávezGERMÁN PINTO SAAVEDRA

Chávez ha resucitadoHÉCTOR SÉIJAS

El 4 de febrero sigue más vivo que nunca Entrevista al comandante Hugo Chávez y al historiador Jorge OlavarríaJOSÉ VICENTE RANGEL

Yo soy así: Entrevista con José Vicente Rangel en la Academia Militar

Última confesión del comandanteJOSÉ SANT ROZ

IlustraciónIVÁN LIRA

Se abren ojos de deidades indígenasGERÓNIMO PÉREZ RESCANIERE

Llegó mi comandante ChávezLOURDES MANRIQUE

Carta dirigida por Hugo Chávez a sus padres en julio de 1977desde cumaná

Manifiesto del soldadoCuartel San Carlos

Chávez contado por sí mismo

Carta al padreMARÍA GABRIELA CHÁVEZ

Maduro: una victoria necesaria ATILIO BORÓN

Epístola a Hugo Rafael EDMUNDO ARAY

Fracaso de Estados UnidosSTELLA CALLONI

Presidente AMIGOWILLIAM OSUNA

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A Plena VozRevista Cultural de Venezuela

N° 75 agosto de 2013

DirectorWilliam Osuna

Coordinación de la revistaLibia Guerrero Castellón CNP 10.911

Consejo EditorialFrancisco Sesto NovásBenito IradyGustavo PereiraWilliam OsunaMiguel Márquez

Diseño y DiagramaciónGlenn Díaz www.glenndiaz.com

Portada y Dirección de arteGlenn Díaz www.glenndiaz.com

CorrecciónCarlos Aguilar

Colaboraron en este número:José Vicente Rangel, Gregorio J. Pérez Almeida, Yldefonso Finol, Néstor Francia, Germán Pinto Saavedra, Héctor Séijas, Cecilia Orozco Tascón, José Sant Roz, Gerónimo Pérez Rescaniere, Lourdes Manrique, María Gabriela Chávez, Atilio Borón, Stella Calloni, Edmundo Aray, William Osuna, Iván Lira

Depósito Legal: PP200302CS576 ISSN: 1690-6659

Ministerio del Poder Popular para la CulturaFundación Editorial El perro y la rana Centro Simón Bolívar, Torre Norte, Piso 21, Caracas, 1010Tlfs: 58 0212 5648023 / 5640106

Revista A Plena VozE-mail: [email protected] Tlf: 58 0212 3775379

Versión digital: www.elperroylarana.gob.ve

ImpresiónFundación Imprenta de la Cultura60.000 ejemplares

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Hugo

5de marzo. El día vino en sus pausas, las palabras traían el rumor de la calle.

Cada pausa era un terror fragmentado, agua estancada desde el otro lado

del teléfono. Sirenas de bomberos se entremezclaban en las llamadas, ruidos

de focas marinas. La gente trataba de descifrar los códigos del ruido. La co-

municación se enredaba en los alambres. Algo sucedía o estaba por suceder.

Todos teníamos la sensación de acontecimiento, de árbol tasajeado o casa sola. En los

barrios los beta silenciaban las motos. En el garaje, las tumbadoras quedaban cabeza aba-

jo, las trompetas se arrinconaban en un silencio de oro y mala lumbre. Daba la sensación

de descenso y herida, caída al vacío.

Los invisibles habitaban en sus palabras lo que no se quería nombrar, se marchaba a

contracorriente; aquel recordó una barca de mástil roto, aguas abajo. Otro recogía algo-

dones alcanforados del suelo. Las enfermeras lloraban, los doctores se miraban. Apertura

y cierre de puertas. Golpe seco. En Santa Rosalía, se tomaba la sopa del desgano. A un

lado servían un pan melancólico, desnudo, untado de mantequilla y café. En Miraflores,

se reunían el gabinete ministerial, asambleístas y pueblo. Una densa bruma ganaba poco

a poco las primeras horas de la tarde. En el bulevar Panteón llovía entre sol y sombra

contra el asfalto. La esquina de Jesuítas era un trapo mojado.

En el reloj no importaban los minutos de más o los segundos de menos. A las 4:25 p.m.

un extraño color ocre dominaba toda la pantalla de televisión. La red nacional de Radio

y Televisión interrumpía sus labores. El vicepresidente Nicolás Maduro Moros, rodeado

de cercanos colaboradores, entre pausa y dolor, nos refería las palabras de ausencia, el

límite del nunca jamás. Tajo a tajo anunciaban la partida física de Hugo Chávez, el que no

le comió pasto a los poderes imperiales, el muchacho del liceo O’Leary, el arañero de Sa-

baneta, el hijo de Hugo de los Reyes y doña Elena, amigo de la pobresía, el que compartió

con ellos suerte, vicisitudes y caminos. El mandatario latinoamericano más relevante

de los últimos veinticinco años. Él que aún gira en las barricadas y esquinas por liberar.

El suceso nos obliga a precisar asuntos de tu pueblo. La familia venezolana te fue a rendir

tributo durante siete días con sus noches, en la casa que mencionabas de los sueños azu-

les: cantores, músicos, poetas, sonaron en verbo y melodías cantos de tu gusto y preferen-

cia. Se juró lealtad, amor constante como diría el poeta. Más allá de febreros y abriles y de

tu sueño de muchacho beisbolero, aquí continuamos con tu morral luminoso a cuesta;

el que le cediste a tu fraterno Adán y pasó a todos los hermanos que en causa común

te acompañamos por este candelorio sagrado de patria. Esto sucedió: un perro nevado,

manchado de humo, calle y orfandad, nos siguió hasta el Cuartel de La Montaña.

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4 A PLENA VOZ

1No se necesita morir para en-

trar en la historia. Algunos lo

necesitan, otros no. Les basta

con haber hecho en vida una obra

con perfil propio. Que vaya más

allá de lo común. Algo que llegue,

por ejemplo, al vasto y desolado

universo de los humildes. De los

eternos relegados. De aquellos que

Víctor Hugo eternizó en Los Mi-

serables. Los que no cuentan para

nada. Los que existiendo, no exis-

ten. Los que están presentes, pero

son invisibles porque una estruc-

tura de poder que los desprecia,

y una cultura montada sobre la

exclusión de los que no son con-

siderados iguales, los arroja de la

escena. O mejor, los borra. En la

famosa oración fúnebre de Sha-

kespeare, Marco Antonio exclama

ante el cadáver de Julio César: “El

mal que los hombres hacen los

sobrevive. El bien casi siempre es

enterrado con sus huesos”. Preci-

samente, esa cultura de la segrega-

ción elimina el reconocimiento del

bien que beneficia a los humildes

y sólo lo destaca cuando favorece

a los privilegiados. Por eso en el

lenguaje del dramaturgo el mal

sobrevive.

2Chávez entró en la histo-

ria en vida y como vivió

siempre: en el olor de tem-

pestad. Desde aquél emblemático

“por ahora” que quedó grabado en

el corazón del pueblo, que nada ni

nadie pudo desalojar de este sitial

privilegiado. Ni las conjuras ni las

deslealtades ni los ataques soeces

ni la difamación ni las abyectas

descalificaciones. Porque la ver-

dad sea dicha, ningún otro gober-

nante en Venezuela fue objeto de

campañas tan brutales como las

que se orquestaron contra Chá-

vez ni colocados en las mismas

Chávez en la historia JOSÉ VICENTE RANGEL

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5 A PLENA VOZ

circunstancias tuvieron el talante

democrático por él demostrado a la

hora de encararlas.

3Chávez fue un líder atípico.

Su rasgo más acusado fue

la sinceridad. Su voluntad

para asumir responsabilidades.

Algo que no es característico en di-

rigentes políticos que generalmen-

te, eluden el compromiso. Chávez

nunca usó máscaras. Cuando fra-

casó militarmente el 4-F de febrero

aceptó de inmediato su protago-

nismo en esa acción, actitud que

contrasta con la que adoptaron

planificadores y ejecutores del gol-

pe del 11-A. Dio siempre la cara en

política interna y exterior, en me-

didas económicas y sociales, en su

condición de Jefe de Estado. Nun-

ca evadió la confrontación, entre

otras razones porque disfrutaba

con el debate de las ideas. Para el

cual estaba preparado. Porque el

bagaje cultural que acumuló en su

tránsito por la Fuerza Armada, al

conocimiento que adquirió como

lector voraz, agregó el acceso que

como gobernante tuvo a una ex-

periencia viva y a la disciplina de

estudiar los más variados temas.

Siempre sostuve que Chávez ha

sido el mandatario que más cono-

cimiento acumuló en el ejercicio

del cargo.

4Para Chávez, la categoría

de pobre no era una fata-

lidad. Era una perversión

del sistema, del capitalismo, que

él, como socialista, estaba obligado

a extirpar de raíz. La razón de ser,

de su lucha, de acceder al poder,

no fue expresión de un personalis-

mo exacerbado, de una ambición

desmedida —como señalan sus

enemigos—, sino la oportunidad

de cambiar la vida de millones de

seres humanos condenados a la

humillación de no contar con ele-

mentales recursos para sobrevivir.

Fue el “redentor de los pobres”, sí;

y lo confirman los logros durante

su mandato en la lucha contra al

flagelo. Para él esa lucha no fue

banderín de enganche electorero,

puro populismo, lo cual le enros-

traron quienes siempre se carac-

terizaron por realizar semejante

práctica.

5Fue un líder coherente.

Practicaba lo que predica-

ba. Lo que dejó de realizar

no fue por culpa suya, sino por la

complejidad del entramado del go-

bierno, de la burocracia. Tenía un

claro sentido de la autocrítica y lo

que más le angustiaba —incluso

llegó a afectar su salud— era el in-

cumplimiento de promesas, la im-

potencia que lo abrumaba cada vez

que tenía conocimiento de irregu-

laridades, abusos, corruptelas.

6Fue un hombre de coraje,

de extremo valor personal.

De lo cual doy testimonio.

Pero sabía administrar esas cua-

lidades. En momentos críticos, al

borde del abismo, sabía manejarse

con excepcional capacidad. Con-

trolarse y eludir provocaciones.

Actuar con pragmatismo cuan-

do las circunstancias lo exigían.

Avanzar y retroceder. De las tantas

mentiras que sobre él se dijeron

estaba que no era partidario del

diálogo y que por ese motivo Vene-

zuela se polarizó. Nada más ajeno

a la verdad. Para empezar, cuando

arribó a Miraflores ya el país esta-

ba polarizado. Y quiero decir que

ningún otro gobernante venezo-

lano ha tendido más puentes en

situaciones extremas que Chávez.

Ejemplo: luego después del golpe

del 11-A, cuando fue derrocado,

detenido, secuestrado y estuvo a

punto de morir, llamó al diálogo a

la oposición; revocó medidas que

adoptó en el enrarecido ambien-

te de entonces ¿Y cuál fue la res-

puesta opositora? Patear la mesa

y preparar, de inmediato, el golpe

petrolero. Frente a la provocación

montada en la Plaza Altamira, por

militares llamando a la insubordi-

nación de los cuarteles y la com-

plicidad de Alcaldes y dirigentes

de opositores, dejó que el tiempo

resolviera la situación ¿Es posible

imaginar a los presidentes de la IV

República con igual ponderación

y voluntad de resolver en paz los

conflictos? Para dialogar y des-

montar la polarización es impres-

cindible contar con interlocutores

respetuosos de las reglas de juego,

y Chávez nunca los tuvo.

7 Este es el hombre —Hugo

Chávez— que entró en

vida en la historia, que

sólo la muerte pudo abatir, cuya

figura se agiganta y adquiere re-

lieve mundial. La razón del fenó-

meno es su lealtad al pueblo y su

sentido de dignidad en el ejercicio

de la política.

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6 A PLENA VOZ

Hablar de Hugo Chávez, es

hablar de Bolívar, insepa-

rables desde hace mucho

tiempo; y hablar de Bolívar, es ha-

blar de Hugo Chávez. A futuro se-

rán inseparables en la mente de los

pueblos de la Tierra.

Voy a comenzar con las pa-

labras de Jesús de Nazaret que si

no fue Dios mereció serlo “Los ár-

boles se reconocen por sus frutos.

No se sacan higos de los espinos

ni de las zarzas se sacan uvas”. El

hombre bueno saca cosas buenas

del tesoro que tiene adentro como

Hugo; y el que es malo, de su fondo

malo salen cosas malas porque la

boca habla de lo que abunda en el

corazón.

La palabra de Hugo, el verbo de

Hugo –que la voz es el reactivo más

exquisito de la personalidad y par-

ticularmente, en representación

viviente, del alma de un extraordi-

nario ser humano como fue Hugo–

pudiéramos decir recordando una

frase que está en el Panteón Na-

cional, cerca de la estatua que hizo

Pietro Cavalier Tenerani, para el

Libertador:

Hugo Rafael Chávez Frías:

Cineres grata atque memor patria

hic condit et honorat, (verdadero

príncipe del espíritu, fuiste tú cade-

te que me oís): quod principi placuit

legis habet vigorem, (lo que tiene el

príncipe en su corazón tiene fuerza

de ley).

Bolívar fue el genio geopolíti-

co cuya imaginación proporcionó

alas a su talento, con tanta perspi-

cacia, que derivó en pensamiento

conductor, verbo, trabajo y ejem-

plo, que movieron al Ejército Li-

bertador desde el Orinoco hasta

el Potosí. Doscientos años después

el mismo raciocinio y los mismos

ideales reaparecen transformados

en el árbol gigantesco de sueños

azules de la Academia Militar, tu

Academia Militar, tu roble y tu sa-

mán, y tu Patio de Honor.

Pródiga imaginación la de

Bolívar que trasmigró en el alma

de Hugo Chávez como llamarada

profunda de iluminación del por-

venir ¿Qué fuiste tú Hugo? Sino lo

que has recordado tantas veces y

que movió el alma de Bolívar, un

relámpago que rasgó por instantes

las tinieblas, fulguró en el abismo

y tornó a perderse en el vacío. Te

fuiste de repente y has dejado un

vacío ¡Inmenso! en Venezuela.

Que toda Venezuela está obligada

a llenar ese vacío con las virtudes

cardinales que a ti te adornaron,

porque fuiste un soldado de la Ley,

pero no cualquier ley. Esas que se

derivan de la naturaleza de las co-

sas, describió Montesquieu, en el

espíritu de las leyes. Quiso Hugo

Chávez, consumirse al estilo de

Jesús el Redentor ¿Por qué juró

morir hasta implantar el Socialis-

mo? Porque en las Revoluciones

verdaderas se triunfa o se muere.

No te creyeron, Hugo, muchos no

te creyeron ¿Qué fue Hugo Chávez

sino una especie de trasmigración

rodoniana del alma de Bolívar?

Rodó, hablando de Bolívar que es

como hablar de tu persona Hugo,

grande en el pensamiento, grande

en la acción, grande en la gloria,

grande en el infortunio, grande

para magnificar o para sublimar lo

que cabe en el alma de los grandes

y para sobrellevar en el abandono

y en la muerte la trágica expiación

de la grandeza.

Digamos que la materialidad

del pensamiento del héroe escla-

recido, Bolívar, hizo eco sonoro en

este siglo, en el alma de Hugo Chá-

vez. Fuiste la verdadera época,

abarcas muchas generaciones,

eres más que una generación y

más que un siglo, el Comandante

Palabras del Mayor General Jacinto Rafael Pérez Arcay

Jefe de Estado Mayor Presidencialcon motivo de las Exequias al

Comandante Presidente “Hugo Chávez”VIERNES 15 DE MARZO DE 2013

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7 A PLENA VOZ

llenó su vida con el cumplimien-

to de su deber como nadie nunca

antes lo hizo. Una vez dijiste con

Bolívar “seré irrevocable como

el destino y en esa disciplina me

consumiré”. Dijiste ante la Pre-

sidenta del Parlamento, doctora

Cilia Flores: “Juro delante de la

Constitución Bolivariana, juro

por Dios, juro por el Dios de mis

padres, juro por ellos, juro por mis

hijos, juro por mi honor, juro por

mi vida, juro por los mártires, juro

por los libertadores, juro por mi

pueblo y juro por mi Patria, que

no daré descanso a mi brazo ni re-

poso a mi alma, que entregaré mis

días y mis noches y mi vida entera

en la construcción del socialismo

venezolano, en la construcción

de un nuevo sistema político, de

un nuevo sistema social, de un

nuevo sistema económico, juro

por el Cristo, el más grande socia-

lista de la historia; juro por todo

ello –dijiste– juro por todos los

dolores, juro por todos los amores,

juro por todas las esperanzas, que

haré cumplir y que cumpliré con

los mandatos supremos de esta

maravillosa Constitución –que es

la tuya Hugo– con los mandatos

supremos del pueblo venezolano

aun a costa de mi propia vida, aun

a costa de mi propia tranquilidad”

¡Patria, socialismo o muerte dijis-

te! ¡Lo juro! –Dijiste–.

Muchos no te creyeron Hugo,

nadie, –excepto el Cristo Redentor

y El Libertador–, lo había hecho

antes con tanta gloria, acucioso

impenitente en el estudio de la

historia. Hugo Chávez pudo anti-

cipar orteguianamente el futuro

del país y así está consignado en su

proyecto de vida bolivariano, no se

equivocó nuestro amado líder, lo

vimos buscar su destino en la ra-

zón de ser de los sueños de Bolívar,

su vida fue futurición y lo fue desde

adentro de lo espiritual, desde el

hontanal del alma que dispara lo

trascendente para destruir o des-

bordar los obstáculos circunstan-

ciales ¿Acaso no hizo lo indecible

Hugo Chávez por alcanzar la go-

bernabilidad en este país? según

recomendaba Bolívar en Angostu-

ra. Esto dijo Bolívar en Angostura

“Para obtener un gobierno estable,

se requiere la base de un espíritu

nacional que tenga por objeto una

inclinación uniforme hacia dos

puntos capitales: moderar la vo-

luntad general y limitar la autori-

dad pública”.

La bomba de tiempo que conse-

guiste los años 1998-1999 con tú

presidencia, fue alcanzando paula-

tinamente los objetivos de la paz;

los términos que fijan teóricamen-

te estos dos puntos son de una muy

difícil asignación, no cualquier

geopolítico, no cualquier estadista,

no cualquier republicano, pudiera

alcanzar lo que tu alcanzaste; pero

se puede concebir que la regla que

debe dirigirlo, es la restricción y la

concentración recíproca, a fin de

que haya la menor frotación po-

sible entre la voluntad y el poder

legítimo. Esta ciencia se adquiere

insensiblemente por la práctica y

por el estudio, el progreso de las

luces se ensancha el progreso de

la práctica y la rectitud de espíritu

es la que ensancha el progreso de

las luces. Fuiste una rectitud de

espíritu como nadie antes, en tal

sentido Hugo Chávez comandante

supremo de la revolución dio calor

al verbo luminoso de Bolívar y por

tanto ser continuador de su glorio-

sa obra, lo digo en presente, que lo

único trascendente de un hombre

es su palabra hablada y escrita y

durante tu vida se escribieron más

de dos mil libros que mencionan tu

persona.

Hugo Chávez marcó de ma-

nera irreversible los puntos iti-

nerarios a seguir por las fuerzas

estatales del continente mestizo, a

los fines del equilibrio del univer-

so, óigase bien, del equilibro del

universo, su palabra a despecho

de muchos fariseos hipócritas que

dijo Jesús de Nazaret, es la que

alumbra hoy los difíciles caminos

de la redención espiritual, cami-

nos de salvación que ha intuido

en el difícil ajedrez esferoidal, ca-

minos difíciles de seguir pero ne-

cesarios para que el estado meollo

geopolítico del sub-continente por

ubicación geográfica y riqueza pe-

trolera, pueda salir de esa especie

de fase caótica de desintegración

en el que lo sumió el capitalismo,

empero los perseguidores del pa-

dre de la Patria han seguido con-

duciéndolo a las puertas del se-

pulcro, la prepotencia económica

dueña del todo y manipuladora de

las partes aliena y desalienta a los

hijos de Bolívar en todos los luga-

res, en todo tiempo y en todos los

idiomas, lo hizo con el más gran-

de de ellos Hugo Chávez, el más

grande de todos los bolivarianos

de todos tiempos, porque no se

quedó en la teoría.

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8 A PLENA VOZ

Res Non Verba (hechos no pala-

bras) hizo hechos y murió, no obs-

tante la oligarquía trashumante

sigue arrinconando a los pobres y

con ellos a Bolívar y a Hugo Chávez

en las puertas del sepulcro. Chávez

llenó su vida con el cumplimiento

de la misión encomendada por Bo-

lívar, “Hagamos que el amor ligue

con un lazo universal a los hijos del

hemisferio de Colón y que el odio,

la venganza y la guerra se alejen de

nuestro seno”.

Voy a permitirme leer algu-

nas palabritas que dicen relación

de puño y letra del Comandante

Supremo, el daño ocasionado en

Venezuela fue profundo –dijo– la

esencia del mal se metió por to-

das partes al amparo de la igno-

rancia, la tiranía de los partidos y

el vicio; primero hizo metástasis

el cáncer moral, una corrupción

descarada y cínica que se arraigó

sin límites de ningún tipo; desde

el alto gobierno por acción u omi-

sión se abrió camino al delito co-

lectivo, al irrespeto al ser huma-

no, a la vida, a la dignidad, a las

tradiciones heroicas del pueblo.

Fue un irrespeto a la venezola-

nidad, a sus glorias pasadas que

es lo más sagrado, luego se sem-

bró la corrupción política con su

aliada inseparable la corrupción

económica, llevando la nación

al caos y a poner en peligro el

Estado, no se inscribe acaso en

esa dialéctica la cadena de cau-

sas que habría de hacer, aflorar

inexorablemente en sucesivas ex-

plosiones sociales, aisladas unas,

compactas otras como la insu-

rrección civil del 27 de febrero de

1989, el Caracazo, y su forzoso

corolario militar del 4 de febrero

de 1992 (4F–‘92).

El 4F–’92 un soldado, un cade-

te, porque como dijo el teniente co-

ronel Cervantes, el autor de El Qui-

jote, herido en Lepanto, el Manco

de Lepanto, dijo: “el ejercicio de las

armas, aunque armas y dice bien

a todos, asienta y dice mejor a los

bien nacidos en espíritu, asienta y

dice menor a los bien nacidos”, por

eso, ¡Cuántas veces, Hugo forman-

do tus cadetes, tus centauros de-

cías: “Yo sigo la gloriosa carrera de

las armas, sólo por obtener el ho-

nor que ellas dan, por libertar a mi

Patria y merecer las bendiciones de

los pueblos”, segundo Libertador.

Admitamos que la insospe-

chada insurrección civil pareció

salir de la nada y que a pesar de la

masacre a la que fue sometido el

pueblo, se mantuvo latente en las

calles a la espera de algo que en-

tonces no vino inmediatamente,

no vino, y aquí la pregunta es fin-

gida, imaginaron los centauros el

adecuado pensamiento conductor,

entrevieron el sentido de la oportu-

nidad, el papel del individuo en la

historia, que tu leíste de Plejánov,

Hugo, obligado para remontar el

proceso revolucionario, es imposi-

ble que no se hubiesen sustentado

en los principios que señala Mon-

tesquieu para observar las relacio-

nes que derivan de la naturaleza

de las cosas. Fue así como en el mi-

nuto solemne del 4F–‘92, la fuerza

contenida reventó de súbito como

un volcán en labios de un líder,

–que diecisiete años antes, de ca-

dete–, la había balbuceado en sus

sueños azules de la academia, en-

tonces dijiste: “Hallaré el camino

o me lo abriré”, “Disposicionero”

como te bautizó tu abuelita Rosa

Inés. “Hallaré el camino o me lo

abriré, nada nace de nada, nada

muere, todo cambia, inventamos

o erramos, el hombre no progresa

sino mediante el sacrificio”.

Los que mueren por la vida no

pueden llamarse muertos, toda

Venezuela te recuerda Hugo, es-

tás sembrado en las fosas avísales

del inconsciente colectivo, no so-

lamente de Venezuela sino en el

mundo entero.

¿Habría comenzado Hugo

Chávez a enamorarse de la

muerte, cuando Cadete? A con-

sumirse, como dijo San Pablo, a

consumirse en su lucha por los

desvalidos porque de eso se trata.

¿No estaba ese verbo en el princi-

pio, en Jesús de Nazaret? Que uno

está llamado a pensar, tentado a

pensar que Jesús de Nazaret hizo

lo imposible para agradar a su

padre, ser conducido al Gólgota,

para saber... para poder salvar a

la humanidad. No dice relación

tu muerte, Hugo, con que la igle-

sia ha tenido que dar pasos atrás

para volver al evangelio, como

está pasando en estos días.

Lo que sí parece incontesta-

ble es que desde cadete habría

soñado ejercer la jefatura del Es-

tado. Comprender el proceso de

forja de la persona en sociedad

implica ahondar en las causas,

desentrañar el origen y establecer

comparaciones con otras épocas,

veamos. Dos mil años después

del Redentor y doscientos años

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9 A PLENA VOZ

después del Libertador, aflora una

palabra preñada de tiempo his-

tórico, hora estratégica, minuto

táctico y segundo de la victoria

que recordaste en las cárceles

de Yare. Esa palabra preñada de

tiempo histórico “Por ahora”, que

es mandato para que algo tenga

efecto fíat (hágase). Para com-

prenderle en su esencia invoca-

mos a San Pablo In ictu oculi (en

un abrir y cerrar de ojos) el sueño

de un millón de años no es mayor

que el sueño de una hora. Uno

está tentado a pensar que la pala-

bra conllevaba a la causa eficiente

para el efecto mariposa, digamos

que el “Por ahora” del 4F es el

anuncio de una filosofía, punta del

iceberg, de singularidad histórica,

en labios que alguien que lanzado

desde adentro de sí mismo había

crecido, reflexionando y observan-

do la naturaleza de las cosas.

Necesitamos días enteros

para hablar de tu grandeza, el

doctor Úslar Pietri, habló contigo

una vez después del 4 de febrero y

te dijo: “Comandante, la política

es como el teatro...” invocaba al

teatro, a la comedia, teatro come-

dia y a tragedia griega, Sófocles,

Eurípides, a cuestas. Yo lo vi a us-

ted Comandante, entrar bizarro

como el teatro griego, en la políti-

ca, con su brazalete de color y su

fusil, altivo, vencedor. Tiene que

ver cómo sale y tú dijiste: “Eso

me hizo pensar mucho y siempre

lo pienso...” y ¿Cómo saliste del

escenario Hugo? Como el Negro

Primero, llegaste de Cuba muer-

to, “vine a decirles adiós porque

estoy muerto”.

Y dijiste tu última proclama,

algo de tu última proclama “Ve-

nezuela ya no es hoy la misma de

hace veinte años, de hace cuaren-

ta años ¡No! tenemos un pueblo

y una Fuerza Armada, la unidad

nacional”. Invocaste a Maquia-

velo en El Príncipe “Buenas leyes

y buenas tropas”. Si en algo debo

insistir en este nuevo escenario,

dijiste, nadie sabía, nadie sabía lo

que estaba dentro de ti, Hugo. En

este nuevo escenario, en esta nue-

va batalla, en este nuevo trance

diría un llanero por allá, “Tú lla-

no es fortalecer la unidad nacio-

nal, la unidad de todas las fuerzas

populares, la unidad de todas las

fuerza revolucionarias, la unidad

de toda la Fuerza Armada, mis

queridos soldados. Pero yo quiero

decir algo, aunque suene duro,

quiero y debo decirlo, si como dice

la Constitución se presentara al-

guna circunstancia sobrevenida

–y tú lo sabías Hugo– que a mí me

inhabilitase para continuar en el

mando, al frente de la Presidencia

de la República Bolivariana de Ve-

nezuela; bien sea para terminar y

sobre todo para asumir el nuevo

período para el cual fui electo por

la gran mayoría de ustedes, Nico-

lás Maduro no sólo debe concluir

el período como manda la Cons-

titución si no también... En mi

opinión firme, plena como la luna

llena, irrevocable, casi como el

destino, absoluta, total en ese es-

cenario que obligaría a convocar

como manda la Constitución –tu

Constitución– de nuevo a elec-

ciones presidenciales, ser electo

como Presidente de la República

Bolivariana de Venezuela, yo se

los pido, –dijiste como Bolívar en

su última proclama–, desde mi co-

razón”, –y desgraciados de noso-

tros si no cumplimos con los pos-

tulados del mejor de los hombres

que hemos tenido–.

Tengo aquí un libro de mil

páginas sobre Hugo, pero voy a

terminar parafraseando unas pa-

labras de José Martí ante la tumba

de Cecilio Acosta, el más grande

de todos los filósofos que hemos

tenido: Ya está hueca y sin lum-

bre aquella cabeza que fue cuna

de tanta idea grandiosa y mudos

aquellos labios que hablaron len-

gua tan varonil y tan gallarda,

que hablaron palabras como ex-

presión de la imaginación que

proporciona alas al pensamiento,

palabras compactas y artilladas.

Palabras de un soldado sin men-

tiras, reservas ni dobles, con vio-

lencia pero en el raciocinio, aquí

en las cumbres del planeta para

buscar la verdad y yerta junto a la

pared del ataúd, aquella tu mano,

tus manos, creo que ambidiestro

eres –como Bolívar lo es– sostén

de pluma honrada y sostén de es-

pada de luz, ha muerto un justo,

Hugo Chávez: El mejor de todos

los hombres se va de su escuela

militar para otra escuela militar,

la escuela militar que hizo Cipria-

no Castro, vas ahora al Cuartel

de tu Montaña, Dios te bendiga

Hugo, Dios te bendiga hijo, Dios

bendiga a tu patria.

¡Qué viva Cristo!

¡Qué viva Bolívar!

¡Qué viva Hugo Chávez!

Page 12: A Plena Voz | # 75

10 A PLENA VOZ

Quienes lo conocieron

de cerca y quienes lo

conocimos de lejos,

admiramos en Chávez

sus cualidades de observador agu-

do y meticuloso, de memorioso y

analítico, de organizado y organi-

zador, de disciplinado sin perder el

humor; y esa capacidad inmensa

de explicar sus ideas, sus planes y

proyectos oralmente o por escrito,

con dibujos y/o sobre mapas ya

hechos o que muchas veces dibu-

jaba de memoria. Chávez era como

el lobo del cuento: tenía unos ojo-

tes grandotes para vernos mejor,

tenía orejas grandotas para oírnos

mejor, una nariz aguileña para

El Chávez que hizo a Chávez

Gregorio J. Pérez Almeida

Page 13: A Plena Voz | # 75

11 A PLENA VOZ

olernos mejor, una boca gigante y

llena de dientes para comernos me-

jor, pero al contrario del lobo feroz

no se comía ni a la abuelita ni a la

niña, sino que las salvaba del caza-

dor.

No hay duda de que esas cuali-

dades le llegaron a su ser por me-

diación de doña Elena y de don

Hugo, a quienes seguramente los

arropaba un cielo lleno de estrellas

y una brisa fresca, de mastranto y

llano, la noche en que lo engendra-

ron. Y algo más flotaba en el aire

ese día. Tenía que ser. Algo que no

podemos describir pero que estaba

ahí como un sereno, porque no

puede sólo el amor de dos humanos

crear tan gran prodigio, tiene que

haber el concurso de una fuerza

superior que perfeccione su obra y

le dé un sentido en la historia.   

De seguro que fue así y “El Ara-

ñero de Sabaneta” ya tenía en sus

genes la inteligencia y la voluntad

para hacer, no una, sino muchas

cosas a la vez. A lo mejor vendien-

do arañas durante el recreo escolar

perfeccionó su capacidad de obser-

vación y comunicación y supo que

si eran calientes las podían comer

las viejitas que no tenían dientes.

A lo mejor jugando beisbol en un

terreno de tierra y sin linderos

aprendió que la geometría humana

tiene la forma de nuestros deseos e

intereses y que sobre la misma tie-

rra se puede jugar metras, trompo,

construir una escuela o un hospi-

tal. Que quienes no tienen nada

tienen tanto como tú compartas

con ellos. Y así, sin duda, cuando

entró a la Academia Militar era el

hombre integral que sus superio-

res y compañeros reconocieron y

respetaron y por lo que se graduó

entre los primeros.

Pero estas cualidades especiales

de Hugo Chávez se profundizaron

y perfeccionaron a partir de 1982,

cuando bajo el Samán de Güere,

que un día cobijó a Bolívar, fundó

el MBR200 y decidió ser un oficial

bolivariano, revolucionario y clan-

destino. Subversivo. Desde ese mo-

mento puso en riesgo su carrera,

porque el Bolívar que pregonaban

los altos mandos militares de en-

tonces nada tenía que ver con el

Bolívar que juró en el Monte Sacro

no dar descanso a su brazo ni repo-

so a su alma hasta ver liberado a su

pueblo de las cadenas imperiales

que lo oprimían. No lo conocían,

unos por ignorancia supina y otros

por órdenes del imperialismo yan-

qui. De manera que desde ese día

comenzó su otra carrera contra la

corriente dominante en las fuerzas

militares y en el régimen político.

Fuerzas militares y políticas que no

tenían escrúpulos para prestar sus

servicios a los intereses imperiales.

Y aquellas cualidades que le

donaron doña Elena y don Hugo y

que perfeccionó en su infancia y su

adolescencia haciendo más de una

cosa a la vez, le sirvieron para man-

tenerse dentro de la estructura mi-

litar como revolucionario clandes-

tino y subversivo sin dejar de ser el

oficial Chávez Frías –que nunca re-

trasó un ascenso– y ocupó distintos

cargos con eficiencia y brillantez.

¿Cuántos fueron los años en

que sabía lo tenían pillado por

revolucionario en unas Fuerzas

Armadas que igual expulsaban o

mataban a un soldado raso, que

a un oficial que descubrieran pen-

sando o actuando en contra del

sistema capitalista que protegían?

¿Cuántos años cumpliendo con

sus deberes de oficial brillante y

organizando, y formando clan-

destinamente a los soldados boli-

varianos? ¿Cuántas veces aban-

donando de noche su cuartel para

cambiar la cama por una reunión

a kilómetros de distancia y regre-

sar temprano a escuchar la diana?

¿Cuántos riesgos corrió al reunir-

se con civiles desconocidos para

exponerles sus ideas y proyectos?

¿Cuántas veces compartió sus es-

casos recursos económicos para fi-

nanciar un encuentro clandestino

y comprar unos cachitos y un litro

de jugo de naranja? ¿Cuántos fines

de semana sacrificados a la familia

para exponer sus ideas en algún

lugar lejos de casa?

Esa es la fábrica propia, perso-

nal, del Comandante Chávez que

conocemos a partir del 4 de febre-

ro de 1992 y que fue nuestro Pre-

sidente por catorce años. No son

sólo veinte años de triunfos sobre

el imperialismo y la derecha an-

tipatriótica venezolana, son por

lo menos treinta. Por eso, en esta

hora definitiva, haríamos justicia

al Chávez Presidente, al Chávez

de los protocolos oficiales (¿Ven

por qué los rompía a cada rato y

en cualquier lugar por muy insti-

tucional que fuera?), al Chávez de

traje y corbata en los escenarios

internacionales, si rescatamos al

Chávez clandestino y subversivo

que lo hizo posible. El Chávez que

nunca traicionó a Chávez.

Page 14: A Plena Voz | # 75

12 A PLENA VOZ

El término “chavista” o

“chavismo” fue acuñado

originalmente por la opo-

sición venezolana e internacio-

nal; con ellos se pretendió des-

calificar al movimiento popular

que apoyó desde 1998 a Hugo

Chávez, en el sentido de reducir-

lo a una “manada” que sigue a

un caudillo.

Se llegó a calificar a ese mo-

vimiento popular como “hordas

chavistas”, cuando hubo que ex-

presarse en las calles para defen-

der la legitimidad democrática

que la canalla fascista trató de

burlar. Para las antiguas clases

dominantes éramos unos fanáti-

cos, masa hambrienta tras el po-

pulista que reparte arepas.

En aquellos primeros años de

la Revolución, quienes respalda-

mos al Presidente Chávez nos

llamábamos sencillamente boli-

varianos, tal como se despren-

día de la reivindicación histórica

de El Libertador, que enarboló

desde el alzamiento del 4 de Fe-

brero el Movimiento Bolivariano

Revolucionario (MBR 200), y

fue bandera del proceso consti-

tuyente iniciado en 1999, tras la

primera victoria electoral de 6

de diciembre de 1998.

Cuando nosotros, como pue-

blo consciente empezamos a

asumir la denominación “chavis-

ta”, cuando quisimos enrostrarle

a la oligarquía que sí, que éramos

fans de un líder, que seguíamos

ese liderazgo con pasión, enton-

ces trataron de recular acuñando

nomenclaturas como “oficialis-

tas”; pero ya era tarde, el “chavis-

mo” se había consolidado como

pueblo alzado políticamente.

Porque eso es el Chavismo, el

pueblo alzado contra los malos

tiempos.

La gigantesca concentración

del 10 de enero en Caracas, para

juramentar simbólicamente a

Hugo Chávez, como Presidente

reelecto, proclamado y ratificado

por el pueblo y las instituciones

del Estado, inaugura la existencia

del Chavismo como fuerza política

histórica de impacto internacional.

Las manifestaciones solidarias

de presidentes, jefes de Estado,

primeros ministros, líderes todos

del continente nuestroamericano,

evidencian lo que ha sido una rea-

lidad latente de la última década:

Chávez es el líder de un proyecto

político internacional.

La inmensa convocatoria te-

nía lugar ante la usencia física del

líder, a sabiendas que él estaba

convaleciente en la isla de Cuba,

otra protagonista de todo este

proceso sui géneris.

La oposición también se ha

empeñado torpemente en hablar

de “chavismo sin Chávez”, cosa

más absurda.

El chavismo es un fenómeno

político inaccesible a las mentes

estrechas, cuyo surgimiento está

atado eternamente a la historia

personal de Hugo Chávez, y cuya

existencia está garantizada en el

tiempo, por la profundidad revo-

lucionaria de esa vida colectiva

que es Chávez actualmente.

No debe extrañar a las oligar-

quías que la consigna de moda

es: “Yo soy Chávez” o “Todos so-

mos Chávez”, para que constaten

el grado de compromiso perso-

nal que cada ciudadano pone al

portar un cartel o una franela con

esos lemas.

El Chavismo se le perdió de

vista a los tiempos efímeros, es

un partido revolucionario interna-

cional, un movimiento cultural rei-

vindicador de valores ancestrales,

una nueva forma de humanismo

integral.

El Chavismo, es la mejor ma-

nera de ser venezolano.

¿Qué es el Chavismo? YLDEFONSO FINOL

Page 15: A Plena Voz | # 75

13 A PLENA VOZ

Una de las características más notables de Hugo Chá-vez era su capacidad para

evitar que algún dogma nublara su visión de la realidad. Desde el pun-to de vista de su formación, es ori-ginariamente un iconoclasta que fue conformando paso a paso su propio pensamiento, conjugando la alimentación teórica con la reina de las escuelas: la vida, el inexorable acontecer de lo real.

Uno de los grandes problemas de la izquierda socialista, desde que Marx y Engels establecieron el mé-todo de análisis fundamentado en el materialismo histórico y el ma-terialismo dialéctico, es la tara del dogmatismo. Esto llevó a fracasos en distintos niveles y escenarios de lucha.

Por supuesto, no estamos plan-teando en modo alguno el desprecio por las herramientas teóricas. Todos

los grandes líderes revolucionarios han sido hombres y mujeres estu-diosos, no es posible dirigir países ni transformaciones trascendentes si no se abreva en el caudaloso río del conocimiento humano. Pero también es claro que esos líderes han abordado el tesoro cultural de la humanidad siempre con visión crítica, haciendo aportes y creando líneas de pensamiento propias. Y, so-bre todo, aplicando el conocimiento

Chávez y el dogmatismo

NÉSTOR FRANCIA

Page 16: A Plena Voz | # 75

14 A PLENA VOZ

teórico rigiéndose por la guía de las realidades concretas en las que les tocó vivir.

En el caso de Hugo Chávez, los venezolanos hemos sido testigos de un interesantísimo proceso de cre-cimiento teórico, no en el sentido de la simple acumulación de informa-ción, método caro a la generalidad de la formación académica al estilo burgués, sino como una confronta-ción permanente con los duros esco-llos del ejercicio del poder en medio de la agresión permanente de los enemigos históricos del pueblo vene-zolano. Chávez nos hace recordar las dos acuciosas preguntas que se hace el poeta T.S. Elliot, y que nos abren camino a otros desarrollos: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?”.

Precisamente, el punto de parti-da del pensamiento de Hugo Chávez es la sabiduría popular. Como hom-bre del pueblo, Chávez conoció el do-lor de la exclusión y la explotación. Desde joven recorrió pueblos, asen-tamientos indígenas, campos donde pudo apreciar las miserias a las que el capitalismo sometió al pueblo ve-nezolano. Dotado de una sensibili-dad social fuera de lo común, es allí donde tiene origen todo lo que fue después. De manera intuitiva, silves-tre, el Comandante percibió desde entonces la raíz sistémica de esa si-tuación y rápidamente la identificó con aquellos que habían sometido a nuestra Patria a los dictámenes de los grandes poderes mundiales. Aunque no era entonces un socia-lista teórico, sí lo era desde el senti-miento de los explotados, desde la percepción de la realidad en su supe-rior inteligencia y desbordado cora-zón de hombre amoroso, generoso.

Por su formación en las escuelas militares, tuvo contacto con la His-toria patria y la abordó con su inna-to espíritu crítico, lo que le permitió comprender a profundidad las ideas de los libertadores de América y so-bre todo su acción real de carácter emancipador de las naciones y pue-blos. En ese sentido, no se conformó con la pura información, sino que la transformó en conocimiento, es decir, en comprensión crítica. De ahí sus referencias al árbol de las tres raíces: Bolívar, Zamora y Robinson. Estableció así una relación históri-ca nacional continua, con caminos que combinaron lo político, lo so-cio-económico y lo cultural.

Con toda seguridad recordamos al Chávez que accedió a la presiden-cia de la República en 1998. Todavía no se reconocía como un socialista, aunque de hecho lo era. Con su insa-ciable sed de saber, con su inagotable deseo de conocer a los pueblos y a los hombres, y su Historia, fue abrevan-do en disímiles fuentes. En aquellos primeros tiempos del poder, llegó a declararse partidario de la llamada Tercera Vía, que no era más que el intento de acomodar los males del capitalismo a las nuevas situaciones mundiales que anunciaban la crisis estructural del sistema. Desde ese punto de vista, se puede decir que para Chávez fue una etapa de inge-nuidad, pero no de candor. Más tem-prano que tarde comenzó a notar las insuficiencias e inconsecuencias de ese modelo que lo cautivó mo-mentáneamente. Pasó por Ceresole, por El Oráculo del Guerrero. Inconfor-me siempre, siguió hurgando en los recovecos de las teorías sociales, se acercó a Marx, a Mariátegui, a Fidel, al Che y fue así arribando al puerto de la propuesta humana liberadora: el socialismo, la aniquilación de la

sociedad burguesa y su sustitución por la sociedad fraterna, solidaria, altruista, justa.

En esos caminos, nunca dejó de acompañarlo el pueblo. Más allá de su reconocido carisma, su inusitada capacidad de liderazgo y su identifi-cación natural con los sentimientos y los usos profundos de sus conna-cionales más humildes, hubo un factor decisivo en esa unión cerrada entre el pueblo y su líder: la devela-ción permanente, desde el principio de su ejercicio de gobierno, y aun antes, de la existencia en Venezuela de una aguda lucha de clases, la cual expresó Chávez sin ambages, sin di-simulos, sin conciliaciones, desde aquellos tiempos en los cuales no se reconocía como socialista. Cuando la derecha comenzó con sus cacero-lazos, por allá por el año 2001, Chá-vez llamó al pueblo a hacer sonar las “ollas mondongueras” contra las “renaware” transnacionales que hacía sonar la burguesía. Era una manera sabia, directa, comprensible por parte del pueblo, de expresar las resonancias de la lucha de clases en Venezuela, que se ha manifestado de tantas maneras.

Junto a Chávez, todos hemos venido aprendiendo. Ha sido un aprendizaje vertiginoso, aluvional, fruto de la necesidad que nos impo-ne una lucha tan difícil y tan enco-nada. Sin duda es un tema en el cual hay mucha tela que cortar. Pero solo digamos por ahora, que una de las grandes lecciones que nos dio Chávez fue decirnos, expresamente, “Cero sectarismo, cero dogmatis-mo”. Decir sigamos juntos es decir sigamos creando, sigamos inventan-do, sigamos siendo robinsonianos. No dejemos que los dogmas teóricos destruyan nuestro fructífero matri-monio con la realidad.

Page 17: A Plena Voz | # 75

15 A PLENA VOZ

“He creído siempre en la doctrina

elemental de una humanidad

auto-gobernada.”

G. K. Chesterton

La única noticia polí-

tica importante en lo

poco que ha corrido

de este 2013 en Ve-

nezuela, la constituye el hecho

incontrastable de que el país ha

podido continuar su marcha, sin

que por ninguna parte aparezca

el menor asomo de desgobierno o,

como se dice ahora, de “ingober-

nabilidad”. Ausente el Presidente

Chávez, la vida pública continúa

su marcha estable, sin que la ac-

ción de la oposición haya podido

alterarla en ningún sentido.

Si toda política se concreta en

acción y discurso, cualquiera podrá

entender que la oposición venezo-

lana –derrotada nítidamente dos

veces, en menos de setenta días,

como consecuencia lógica de ha-

berse presentado, una vez más, sin

programa, sin criterio, sin ideolo-

gía, sin proyecto político, sin idea-

les– aparezca ahora penosamente

LOS POBRES SOMOSCHÁVEZGermán Pinto Saavedra

Page 18: A Plena Voz | # 75

16 A PLENA VOZ

postrada, desmovilizada, sin capa-

cidad siquiera para realizar míni-

mos actos de sabotaje, a pesar de

sus conocidos nexos con el hampa,

de sus bolsas bien abastecidas por el

gran capital del mundo, a pesar de

su ostentoso poderío mediático na-

cional e internacional.

Y, semejante debacle le ocurre

precisamente durante una larga

ausencia del Presidente, aqueja-

do de gravísimos problemas de

salud, y con el escenario a plena

disposición, como para que hu-

biese entrado ya a asumir de una

buena vez el rol protagónico que,

según ella, sólo el propio Chávez

era capaz de disputarles… Hélos

ahí, cual héroes de pacotilla que

no encuentran donde realizar sus

hazañas, comensales incapacita-

dos para tragar el menor bocado, a

pesar de hallarse la mesa bien ser-

vida… Oposición inepta aun para

la demagogia, pues ni siquiera ha

aprendido a disimular sus intere-

ses de fracción plutocrática, que

no alcanza ni al uno por ciento de

la población aunque, mediante el

engaño y el embrutecimiento ma-

sivo de amplios sectores de la clase

media, consiga una y otra vez figu-

rar como alternativa en todos los

procesos eleccionarios. Falsa opo-

sición, en suma, cuyas próximas

derrotas electorales ya empiezan a

predecir las encuestadoras, aún en

el eventual caso de que se llegase a

nuevas elecciones presidenciales y

tuviesen que vérselas con un can-

didato revolucionario distinto del

Presidente Chávez.

Entre tanto, el gobierno revolu-

cionario, dignamente encabezado

por Nicolás Maduro, aparece ju-

gando su papel transitorio como

gobierno real y actuante, siempre

en desarrollo del Programa de la

Patria del candidato Presidente.

Ello no obstante, la presencia

del Comandante –esperada con

ansia por amigos y enemigos– hu-

biera resultado muy oportuna,

pues, tal como él mismo supo avi-

zorarlo, la revolución necesitaba

de un nuevo impulso, de dar un

salto adelante, amerita una pro-

fundización que tiene como eje

principal el traspaso, la transferen-

cia plena del poder, esto es, de toda

la fuerza derivada del derecho al

pueblo, su único y legítimo dueño.

Mas, semejante reclamo que

hoy está en los labios de los cua-

dros de dirección, pero, también de

militantes de base, simpatizantes

y simples seguidores de la revolu-

ción bolivariana hace saltar de in-

mediato la pregunta: Si, evidente-

mente, el poder no está en manos

del pueblo, pues, a él habría que

transferirlo ¿En manos de quien se

encuentra ahora? Si no es precisa-

mente “el pueblo” ¿Quién, enton-

ces, ostenta el poder en las actua-

les circunstancias?

A mi ver, la respuesta verdadera

es que el poder inmediatamente real

se halla detentado por la pequeña

burguesía, cuyos actores ocupan

hoy las instancias decisorias a to-

dos los niveles: en el Gobierno, en el

Partido, en la Iglesia Católica, en el

aparato escolar y, por supuesto, en

los medios, de modo extrañamente

similar a como lo ejercieron, por

encargo, durante los cuarenta años

del régimen Puntofijista.

De esta manera, la única trans-

ferencia de poder posible sería la

que gradual o drásticamente lo hi-

ciese pasar al pueblo, al modo como

la pequeña burguesía intelectual

parisina del ‘68 pedía a gritos –sin

lograr conseguirlo, por cierto– que

los obreros tomaran las banderas

de la lucha de sus “frágiles manos”.

Manos frágiles, sí, pero, cuida-

dosamente arregladas; manos deli-

cadas, alérgicas a cualquier trabajo

manual, pero, vigorosamente afe-

rradas a un poder que hoy ejercen

inmediatamente –vale reconocer-

lo– con ánimo justiciero y plena

legitimidad, en representación de

la sociedad entera… Un poder que,

en todo caso, más temprano que

tarde –con arreglo a la promesa

cotidianamente renovada– algún

día tendrá que pasar a manos del

“pueblo”.

Pero ¿De qué pueblo se habla

aquí? Porque, como sabemos, des-

de el punto de vista democrático

al uso, pueblo somos todos los ciu-

dadanos, incluidos los oligarcas y

el resto de los apátridas (al menos,

mientras no se declaren abierta-

mente tales, o hasta cuando la im-

punidad deje por fin de cobijarlos).

Pero, de verdad, verdad, ¿Consi-

dera la pequeña burguesía, revolu-

cionaria o no, que los otrora llama-

dos pobres de solemnidad, los faltos

de instrucción e ignorantes hasta

de sus derechos, desorganizados

y espontáneamente anárquicos,

pero, valientes hasta el sacrificio e

incondicionalmente leales a Chá-

vez, se hallan al momento prepa-

rados para gobernarse, sin contar

por lo menos con la tutoría de sus

Page 19: A Plena Voz | # 75

17 A PLENA VOZ

hermanos más decentes e instrui-

dos? La experiencia permite dudar-

lo. Pues, entre la pobrería, esa mul-

titud conformada por una minoría

de campesinos pobres y por la gran

masa de sub-proletarios urbanos,

subempleados y desempleados, por

una parte; y el resto de la población

que se reparte entre los oligarcas,

la burguesía media y la pequeña

burguesía urbanita, por la otra,

hay abismos culturales infranquea-

bles y no sólo el de la “ignorancia”,

como la entiende la pequeña bur-

guesía, es decir, como mera falta de

escolaridad…

Los pobres somos por excelencia

el sector bolivariano, culto y religio-

so de esta revolución, en contraste

absoluto con la burguesía media e

inferior, especialmente, la ilustrada,

la más escolarizada y la más joven,

cuyos valores son, en últimas, los

mismos del neo-capitalismo, los del

consumismo y su cultura de masas,

transversal e interclasista, que todo

lo impregna, a veces sin distingos

de creencia o parcialidad política.

Al punto que la propia lucha deja

ver en ocasiones el inevitable cariz

de guerra intestina, de disparatada

y veloz carrera en pos de la misma

meta cultural, del mismo hedo-

nismo del consumo, aliñado con

la promesa –en el caso del bando

revolucionario– de convertir, más

temprano que tarde, a los pobres en

pequeños burgueses a su imagen y

semejanza.

En tanto, muchos funcionarios

del Estado no han dejado de com-

portarse como mandarines frente

al pueblo llano, y resulta a veces

imposible imaginarlos dedicados a

servirle, menos aún, a aprender de

los “tierrúos” cualquier cosa, por

la sencilla razón de que no creen

que el pueblo sepa nada que a ellos

les haga falta, pues, precisamente,

para eso “estudiaron”.

No se sabe de ningún funciona-

rio de nivel medio para arriba que

se haya ido a vivir a un cerro, a pe-

sar de que allí estaría más seguro

cualesquiera fuesen las circunstan-

cias y su trabajo sería más eficaz y

más fácil se le haría… Algunos fun-

cionarios chavistas de cuyo com-

promiso revolucionario no es lícito

dudar, entre los presos y vejados

durante el golpe de estado, fueron

capturados en sus propias residen-

cias situadas en barrios burgueses

y denunciados por sus propios ve-

cinos, que se habían cansado de es-

carnecerlos en restaurantes y cen-

tros comerciales, mientras cenaban

o iban de compras.

No prolifera, que se sepa, la es-

pecie de matrimonios mixtos de pe-

queños burgueses revolucionarios

con muchachas de la barriada, y el

Presidente Chávez es hoy por hoy

uno de los pocos servidores públi-

cos venezolanos que confía su sa-

lud a manos de médicos cubanos:

Los buenos centros de sanidad de

la Misión Barrio Adentro se dejan

para los más pobres… Los funciona-

rios exigen su HCM, es decir, exigen

ser tratados a precios exorbitantes

por médicos “escuálidos” en las clí-

nicas privadas.

Sin embargo, lo peor que podría

sobrevenir, y de lo cual por desgra-

cia ya hay síntomas, lo constituiría

el definitivo predominio de la econo-

mía sobre la política, si reprochable

en el llamado neoliberalismo, más

aún en nuestro socialismo, pues

conduce casi que inevitablemente a

alejar el gobierno, de la mayoría po-

bre y ayuna de escolaridad, y con-

centrar su dirección en manos de

científicos, recurriendo –como ha

sido costumbre– a la superioridad

de los expertos para oponerla a la

tremenda autoridad de la muche-

dumbre popular.

En medio de este panorama, el

llamado a transferir el poder al pue-

blo, en realidad no puede significar

otra cosa que democratizar nuestra

revolución, democratizar nuestro

socialismo, bolivarizarlo, cristiani-

zarlo, hacerlo más chavista, más

popular, intentando siempre y en

todo momento y por todos los me-

dios obtener la opinión de mujeres

y hombres demasiado modestos

para ofrecerla, estimular a los hu-

mildes, contar en todo asunto con

la opinión de los “pata en el suelo”,

en vez de seguir la conducta obvia

de aceptar la opinión de los emi-

nentes. Vale.

Page 20: A Plena Voz | # 75

18 A PLENA VOZ

Chávez ha resucitadoHÉCTOR SÉIJAS

Chávez vive en otra dimen-

sión de lo posible. Una dimen-

sión a la cual el apóstol de la revo-

lución latinoamericana, José Martí,

llamó Patria. Y dijo que él tenía dos:

Cuba y la noche.

La muerte de Chávez fue un

dardo doloroso. Clavado en el

corazón, esa tarde en que Nicolás

Maduro anunció sin poder conte-

ner el llanto la infausta noticia. Y

el llanto fue incontenible. Había

muerto el camarada, el amigo, el

buen hombre que amaba a su pa-

tria, así como un niño ama a su

bandera. Y nos enseñó a amar –era

una de sus misiones–, a respetar

los símbolos de nuestra identidad,

rescatados del abismo del olvido,

y en verdad que era como un niño

siempre lleno de alegría y voluntad,

hasta el último momento, cuando

se despidió el 8 de diciembre, nos

enseñó una canción que tararea-

mos como niños: Patria, patria, pa-

tria querida. Tú eres mi vida, tú eres

mi sol.

Venezuela vivía una época

de desencanto. En las postri-

merías de la Cuarta República.

Abatimiento: un aire de derrota

generalizada que a veces apestaba.

Se había perdido el amor a la patria.

El país estaba en venta. A punto de

ser entregado. Y esa circunstancia

nos hacía cómplices, responsables,

en un país donde la corrupción

había propiciado la irresponsabili-

dad, donde no había responsables,

y Chávez respondió la madrugada

del 4F. Y en ese momento en que

Page 21: A Plena Voz | # 75

19 A PLENA VOZ

Chávez se hacía responsable, en

que asumía la responsabilidad de

la rebelión cívico militar, asumía

plenamente un destino: devolverle

a Venezuela el amor perdido.

El amor a los pobres. Aquellos

que no existían pero que estaban,

y siguen estando en las calles, en

los campos, en los barrios, en los

mercados, en los cuarteles y cuya

fisonomía plural no es agradable

al buen gusto burgués porque es el

rostro de la chusma que acompañó

a Ezequiel Zamora, pero multiplica-

da. Es “gente fea”, en contraste con

“la gente bonita”.

Chávez como Jesucristo amó

a los pobres. A los más pobres,

a los más débiles, porque ellos han

sido los más debilitados, de genera-

ción en generación, por medio del

ejercicio histórico de la violencia,

por parte de una clase social mi-

noritaria, dueña del poder político

y el poder económico, en contra

de otra clase social mayoritaria;

a la que explota, enajena y busca

destruir por completo si no fue-

ra porque vive de ella y gracias a

ella. Desde los policías que cuidan

sus residencias y sus empresas, pa-

sando por la trabajadora domésti-

ca que los atiende en sus hogares,

hasta el obrero que hace posible la

producción de mercancías de las

que se apropia el burgués capitalis-

ta. Y la resistencia, a través de las

épocas, es la contraparte de esta

guerra llevada a cabo por todos

los medios: materiales, culturales,

ideológicos, para someter a la ma-

yoría multiétnica, pluricultural,

volcánica, que hoy día tiene plena

conciencia de que la soberanía resi-

de en el pueblo y que el pueblo que

eligió a Chávez como su presidente,

defenderá su legado en cualquier

escenario, y que no está dispuesto a

permitir que la soberanía sea usur-

pada. Ya que no puede haber patria

sin soberanía y la soberanía reside

en el pueblo.

Luto por Chávez. Millones

de personas desfilaron ante el

cuerpo inerme del Comandante

para cumplir con la promesa de

un saludo postrero. Ríos de seres

compartían la misma emoción re-

ligiosa. Chávez no había muerto.

Chávez estaba vivo y su dimen-

sión adquiría una coherencia que

sólo la muerte otorgaba. Y los ve-

nezolanos, junto a quienes conti-

núan siendo sus amigos en todas

partes, lo lloramos, y fuimos tes-

tigos, como los apóstoles, después

del canto del gallo, el huerto de los

olivos y la traición de Judas, que

había ascendido, que había re-

sucitado y que su espíritu estaba

entre los vivos. Y de inmediato los

emisarios de la Iglesia Romana,

corrieron a reunirse en sus cená-

culos: Un redentor. Un hombre

que había amado a los pobres, a

los más necesitados, a los más gol-

peados, y su palabra, la palabra

de un pueblo, porque el pueblo

hablaba por él, propagada a los

cuatro vientos, su ejemplo sería

peligroso. Y ellos, los heresiarcas

del sanedrín, los hipócritas, quie-

nes se atribuyen autoridad para

certificar milagros, declararon

que no había comparación entre

Cristo y Chávez. Que Chávez había

sido un hombre. Como si Cristo

también no fue un hombre. Como

si el ejemplo de Cristo, que ellos

mismos no imitan ni emulan,

no fuese un ejemplo a seguir por

cualquier hombre en cualquier

parte del mundo. Como si el ejem-

plo de Cristo, su amor redentor,

fuera exclusividad de los jerarcas

del Vaticano.

Chávez Padre, Chávez Hijo.

La Iglesia, y toda la claque de ideó-

logos encargados de medrar la fe en

el hombre, la fe en la esperanza y

en la vida, tienen miedo, le temen a

la posibilidad de que un hombre se

erija como redentor, como hombre

que lucha por la redención, y por

ello dicen que nadie puede imitar en

este mundo la vida de Cristo. Porque

no les conviene que la gente sepa, y

tenga la plena convicción, de que la

redención del hombre por el hombre

es posible. Y que, quienes defienden

la mentira, tratan de abolir la ver-

dad y la vida. Aquello por lo cual

luchó Cristo, porque Cristo fue un

guerrero, no un santón. Ni mucho

menos un espantapájaros investi-

do. Cristo fue un hombre del pueblo,

hijo de un carpintero. Y a ese pueblo

le temen los poderosos. Y están dis-

puestos a condenar, asesinar, a cual-

quier otro Cristo, a cualquier otro

hombre, cuya pasión involucre a la

humanidad entera, irredenta, y que

luche por ella, y que convoque a los

pobres, a los desposeídos, a los enfer-

mos, a los que sufren, y les indique

el camino de la lucha, por su propia

redención, el camino de la verdad, el

camino de la vida.

Page 22: A Plena Voz | # 75

20 A PLENA VOZ

Cecilia Orozco Tascón.- Sorprendió

el carácter beligerante y muy político

de su columna del domingo pasado

¿Por qué cambió radicalmente de

tema y tono?

William Ospina.- Me agrada escribir

sobre libros, sobre cine, sobre viajes,

pero también me apasiona la política.

Cada cierto tiempo, cuando los temas

me afectan, escribo columnas como la

del domingo, asumo posiciones, y me

gusta que sean claras.

C.O.T.- En la defensa que hace allí de

los gobiernos de Cuba y Venezuela,

compara sus elecciones con las de

Colombia y sugiere que las contien-

das en esas naciones pueden ser más

democráticas que las de aquí donde

se “compran y arrean” votantes. Sin

embargo, hace caso omiso de los ar-

gumentos de quienes acusan a esos

regímenes de recortar las libertades.

W.O.- Yo no afirmo que Cuba y Ve-

nezuela sean necesariamente más

democráticas que Colombia. Digo que

sus elecciones victoriosas resultan

siempre más sospechosas. Y afirmo

que Colombia no es tan democrática

como se pretende. Eso aquí lo sabemos

todos, no es un descubrimiento mío.

Sin embargo nadie descalifica a los go-

biernos de Colombia por su precaria

democracia, como sí lo hacen todos

los días con los gobiernos de Cuba y

de Venezuela. Ahora bien, ni en Cuba

ni en Venezuela hubo en los últimos

El reconocido escritor William Ospina, quien en reciente columna llamó a Hugo Chávez “un gran hom-bre que ha intentado abrir camino a un poco de justicia en un continente injusto”, habla de su polémica posición, contraria a la mayoría de los establecimientos sociales de Colombia y Venezuela, en momen-tos en que el mandatario se debate entre la vida y la muerte.

A William Ospina le “sorprendió” la noticia del Premio Rómulo Gallegos por la novela ‘El país de la canela’. “Pero ni siquiera con ocasión de ese premio conocí a Hugo Chávez”. / Archivo Cromos

william ospina“Chávez entrará a la mitología de los altares callejeros”Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

Page 23: A Plena Voz | # 75

21 A PLENA VOZ

treinta años las masacres y los holo-

caustos que ha habido en Colombia.

C.O.T.- Usted también es crítico de

buena parte de la prensa latinoameri-

cana de la que sostiene que “ha hecho

un gran esfuerzo” por hacer ver como

equivocados a Cuba y Venezuela por

ser países contradictores de los Esta-

dos Unidos ¿Cree que los medios del

continente se someten tanto a los in-

tereses norteamericanos como, según

usted, lo hacen los gobiernos de mu-

chas naciones?

W.O.- Cuando yo era niño, la radio

vertía ríos de odio contra la revolución

cubana. De mis ocho años recuerdo la

frase repetida todos los días: “Cuba, la

perla de las Antillas, convertida hoy

en el infierno rojo de América”. El

proyecto cubano era generoso. Los Es-

tados Unidos con su bloqueo impidie-

ron que ese proyecto se abriera cami-

no, y después lo acusaron de fracasar.

Miremos el comienzo del gobierno de

Chávez. Ya se opinaba sobre él lo que

siguen diciendo, mucho antes de que

se reeligiera, cuando apenas llevaba

un año, cuando llevaba cinco, cuando

llevaba siete. Y en esas descalificacio-

nes había elementos clasistas, racis-

tas. Ahora bien: no creo que la prensa

conspire sistemáticamente pero hay

inercias informativas, prejuicios que

se eternizan, y no todos los medios son

templos de la democracia.

C.O.T.- Llamar a Chávez “un gran

hombre que ha amado a su pueblo”

¿es, tal vez, una afirmación inspirada

en la susceptibilidad que produce la

batalla por la vida que él está dando

en estas horas difíciles?

W.O.- Para aceptar que Chávez es un

gran hombre no se necesita quererlo

ni admirarlo: el mundo entero está

pendiente de su vida o de su muer-

te. Y en cuanto a que ha amado a su

pueblo, se siente. Sería absurdo que yo

dijera eso porque él esté enfermo. Lo

digo porque lo veo. Y eso no significa

que todo lo que él haga sea correcto.

No lo voy a graduar de pontífice.

C.O.T.- Pero admita que su columna

es una alabanza sin ninguna crítica

para él.

W.O.- No se trata de una alaban-

za sino del reconocimiento al valor

que advierto en una política general.

Tampoco es un análisis de una obra

de gobierno. Resumo lo que dije en la

columna de esta manera: Venezuela

es el único país de América Latina en

donde los pobres están contentos y los

ricos están molestos. Eso debería sig-

nificar algo.

C.O.T.- Para justificar las reeleccio-

nes de Chávez usted asegura que “en

Colombia llevamos doscientos años

reeligiendo al mismo tipo con caras

distintas pero con exactamente la

misma política. El único un poco dis-

tinto era Álvaro Uribe, sólo porque

era un poco peor”. Uribe, a quien

usted critica, se hizo reelegir una vez

y Chávez tres ¿Cómo explica esa apa-

rente contradicción?

W.O.- Creo que por hacer una frase

he sido un poco injusto con Uribe. En

realidad, en Colombia los peores son

varios. Y Uribe hizo algunas cosas úti-

les. Aunque muchos de mis amigos de

izquierda lo odian y no le reconocen

nada, el país era más inhabitable cuan-

do Uribe llegó al poder ¿Para qué negar

que él les devolvió la tranquilidad a

unos sectores de la sociedad y a unas

regiones? Ya sabemos que no siempre

lo hizo de la manera más limpia; y a

mí me preocupa su manera de ser: re-

cibió el país con una guerra interna y

casi nos lo entrega con tres guerras ex-

ternas. Le faltó tiempo. Pero es bueno

aclarar algo: no soy por principio ene-

migo de la reelección. No estaba con

él. Sin embargo me parecía lógico que

Uribe se reeligiera, si lo hacía de una

manera legal. Chávez lleva trece en Ve-

nezuela, siempre elegido por el pueblo.

No me parece ninguna atrocidad.

C.O.T.- Usted aseguró que “tal vez nos

será dado asistir al paso de Chávez de

la historia a la mitología” ¿Exagera-

ción literaria o realidad política?

W.O.- Admitamos que toda mitología

es, de alguna manera, una exagera-

ción literaria. Yo no estoy llevando

a Chávez a la mitología, es el pueblo

venezolano quien lo está haciendo.

El mismo día en que se publicó mi

columna, el país de España tituló: “El

mito de Chávez llena su vacío”. Decla-

rar que alguien ingresa a la mitología,

a la humilde, pintoresca, conmove-

dora mitología latinoamericana, no

significa alabarlo ni censurarlo, ab-

solverlo ni condenarlo, significa re-

conocer el peso de su presencia en el

imaginario colectivo. Hablé de Eva Pe-

rón, de Pedro Páramo, de Frida Kahlo.

Chávez no pertenece a la historieta

sino a la historia latinoamericana, y

podría con su muerte entrar en esa

mitología de los altares callejeros, con

José Gregorio Hernández, con la San-

ta Muerte, con el Che Guevara, con

José Alfredo Jiménez. Una mitología a

la que no entrarán ni Uribe ni Menem

ni el gerente X.

C.O.T.- ¿Es consciente de la reacción

que puede generar su posición en

Page 24: A Plena Voz | # 75

22 A PLENA VOZ

una Colombia como la de hoy, inva-

dida de venezolanos que se sintieron

obligados a salir de su patria por lo

que ellos consideran como abusos del

chavismo?

W.O.- Por usted me entero de que Co-

lombia está invadida de venezolanos.

Lo que sabía es, más bien, que Vene-

zuela está llena de colombianos desde

hace muchos años. No creo que estén

desterrando a los venezolanos. Conoz-

co gente allá, intelectuales, artistas,

empresarios, que están a favor y que

están en contra del chavismo, porque

toda política tiene partidarios y ad-

versarios. Aquí es común estar contra

Chávez, y en cambio resulta escanda-

loso sentir respeto por ese proceso po-

pular. Hay quienes me han dicho que

soy muy valiente por decir que me pa-

rece interesante y respetable. Es como

si fuera obligatorio estar en contra.

Allá hay una gran polarización, pero

no la violencia política que a menudo

se ensaña con Colombia.

C.O.T.- ¿Preferiría usted para Colom-

bia un tipo de gobierno como el de

Cuba o el de Venezuela?

W.O.- Creo que Cuba ha buscado su

camino aunque le haya sido difícil

encontrarlo. Venezuela ha hecho el

suyo y ninguno de ellos sirve para Co-

lombia que tiene que buscar el propio.

Para ello, tiene que hacer un esfuerzo

de reflexión sobre su historia y cultu-

ra para poder construir una sociedad

más reconciliada y feliz. No sé si en

Venezuela están gobernando bien o

mal. Sé que el pueblo está con Chávez,

y eso, en un continente tan cruel con

los pobres, es notable.

C.O.T.- En definitiva, usted es un doc-

trinario del chavismo…

W.O.- Yo no tengo doctrinas: creo que

es de elemental justicia estar con la

gente humilde. Los ricos tienen con

qué defenderse, saben hacerlo, y sa-

ben poner el grito en el cielo cuando

algo los afecta. Colombia en cambio es

un pozo de dolor casi sin límites para

la gente que no tiene cómo quejarse,

ni oponerse. Y se sabe mucho más lo

que les pasa a los ricos que lo que les

pasa a los pobres.

C.O.T.- Cito la frase del comentario:

“los gobiernos de Estados Unidos,

que compraron la Florida y se roba-

ron a México, que se apoderaron de

Puerto Rico y separaron a Panamá,

se habrían anexionado con gusto la

hermosa isla de Cuba...” ¿Se declara

antiyanqui?

W.O.- A mí me asombran los Estados

Unidos, aprecio enormemente su li-

teratura, sus artes, y conozco hasta

cierto punto su historia. Es un país

grandioso, pero otra cosa son sus

gobiernos. Nadie puede decir que

estoy mintiendo y ni siquiera exa-

gerando: compraron la Florida, se

robaron a México, se apoderaron de

Puerto Rico y separaron a Panamá.

La lista es harto incompleta. Decir la

verdad no equivale a odio alguno. El

odio es una operación sentimental y

lo que digo es un catálogo de hechos

que todo el mundo conoce. Si quere-

mos hablar de cosas positivas, tam-

bién se puede: le ayudaron a Europa

a acabar con el nazismo, son la pa-

tria de Poe, de Faulkner, de Franklin

y de Steve Jobs.

C.O.T.- En todo caso, su descripción

sobre ese país cuando afirma que “la

mejor manera de admirar, de respe-

tar y honrar a los Estados Unidos, es

temerles... Para ellos somos otro mun-

do: materias primas, selva elemental,

inmigrantes…” ¿No corresponde más

a la posición de un político de extre-

mas que a la de un intelectual?

W.O.- Temer no es extremismo, es un

asunto de sensibilidad. Los respeto y

los honro. He escrito sobre Whitman,

sobre Eliot, sobre Emily Dickinson.

Hace poco publiqué en este diario un

cuento, no sé si bueno pero conmovi-

do, sobre la muerte de Ray Bradbury.

Y pocos objetos me parecen tan bellos

como los Buick de los años cincuenta.

Pero una cosa es la cultura admirable

y otra, la política tortuosa.

C.O.T.- Su posición ideológica, mo-

ralmente impecable, es –por otra par-

te– discutible, por las consecuencias

políticas que puede tener una revolu-

ción como la Chavista. Los numerosos

venezolanos que evidentemente han

salido de su país, dicen que fueron

despojados ¿Cree que merecían esa

suerte por tener medios de fortuna?

W.O.- Creo en la posibilidad de cons-

truir una sociedad más equitativa

y también entiendo que debe haber

mucha gente que se siente lesionada

por los cambios estructurales que ha

vivido Venezuela.

C.O.T.- Siendo usted uno de los escri-

tores más destacados de una genera-

ción posterior a la de García Márquez

y otros del “boom” latinoamericano

que fueron castristas ¿Estaría fuera

del siglo XXI, que sería de una izquier-

da moderada y moderna?

W.O.- Admiro unas cosas de Fidel

Castro pero no me interesa ser castris-

ta. Tampoco me interesa ser chavista.

Cuando estuve en desacuerdo con lo

Page 25: A Plena Voz | # 75

23 A PLENA VOZ

que hacía éste, no vacilé en escribirle

una carta pública que circula todavía

en internet. Ahora bien, ¿quién deci-

de quiénes pertenecemos al siglo XXI

y quiénes no? Eso de una izquierda

moderada y moderna suena a algo

elegante y decorativo. Prefiero perte-

necer a los radicales del siglo XIX que

a los floreros del siglo XXI.

C.O.T.- ¿Este siglo con sus símbolos ¿le

parece más superficial y menos respe-

table que los anteriores?

W.O.- No. Me parece que este siglo

tiene nuevos desafíos y que no puede

compararse con los del pasado. Por

ejemplo, veo en el viejo marxismo

muchas limitaciones. Esta es una era

en la que hay que pensar en la defensa

del planeta, de los recursos naturales

y en la conservación y cuidado del

agua, el oxígeno, las selvas, etc. Entre

sus nuevos desafíos están, por ejem-

plo, la lucha por el afecto y la solida-

ridad pero sigue siendo tan defectuosa

como las del pasado.

C.O.T.- Otros escritores y laureados

novelistas que pertenecieron a la edad

de la admiración a Fidel Castro y que

después se arrepintieron, llaman a

quienes están en su orilla “idiotas

útiles del comunismo” ¿Qué opina de

este calificativo y de los que así se opo-

nen a Chávez y Castro?

W.O.- Tengo por costumbre no insul-

tar. Respetar a los adversarios engran-

dece las propias opiniones. En cambio

el que disminuye al adversario, dis-

minuye la importancia de su propia

opinión ¿Qué gracia tendría tener la

razón contra unos necios? Lo grande

es tener la razón contra gente seria,

brillante, pero equivocada.

C.O.T.- ¿Lo han criticado, insultado o

amenazado por su columna?

W.O.- Tengo muy buenos lectores.

Cuando no están de acuerdo se bur-

lan, y a veces hasta me hacen aver-

gonzar. Pero nunca me han amena-

zado.

C.O.T.- En las redes sociales y en los

foros virtuales de los periódicos, mu-

chos participantes suelen ser agresi-

vos e insultantes cuando no están de

acuerdo con la opinión del columnis-

ta ¿cuál fue la reacción a su columna

“A las puertas de la mitología”?

W.O.- Recuerdo opiniones positivas,

algunas muy valiosas, en las que al-

gunos lectores llegaron a decir que

aunque no compartían mi opinión,

mis afirmaciones los hacían meditar

sobre el tema. En general, nunca he

tenido la sensación de que mis artícu-

los produzcan insultos. Desde luego,

no faltan los comentarios altisonan-

tes pero los mensajes, repito, suelen

ser, más bien, reflexivos.

C.O.T.- ¿Conoció personalmente a

Hugo Chávez? ¿Cuántas veces estuvo

con él y por qué?

W.O.- Lo vi una vez a la distancia dan-

do un discurso. No lo conozco perso-

nalmente y nunca he hablado con él.

Soy tímido, y la gente tan eficiente y

activa me abruma un poco. Recuerdo

que, en 2009, aquí dijeron que yo ha-

bía estado en Venezuela polemizando

con Mario Vargas Llosa en defensa de

Chávez. Nunca he discutido con Var-

gas Llosa, aunque me gustaría hacer-

lo. Creo que el rumor lo echó a andar

Teodoro Petkoff, a lo mejor por algún

malentendido. Yo andaba en Suiza,

trabajando en una obra de teatro con

Omar Porras y, después, viajé a Espa-

ña a presentar mi novela El País de la

Canela. Allí me sorprendió la noticia

del Premio Rómulo Gallegos. Pero ni

siquiera en ocasión de ese premio co-

nocí a Chávez.

C.O.T.- Precisamente, uno de sus lec-

tores, antichavista, dijo que usted es-

taba agradecido tanto con Venezuela

como con Cuba por los premios lite-

rarios que recibió en esas naciones ¿El

vínculo emocional con los gobiernos

de estos dos países lo hace ser benévo-

lo y complaciente con ellos?

W.O.- Estoy agradecido con Vene-

zuela por el premio Rómulo Gallegos

y con Cuba por el Premio de ensayo

Ezequiel Martínez Estrada pero ni

ando buscando premios ni cambio de

opinión por recibirlos. También estoy

agradecido con mi país por el Premio

nacional de Poesía del 92. Pero el me-

jor premio posible es que la gente lea

los libros, y mis libros son muy bien

recibidos. Los gobernantes por lo ge-

neral no se enteran de los premios

literarios.

C.O.T.- ¿Sería activista político en Co-

lombia?

W.O.- Prefiero la opinión política al

activismo, pero siento que está ha-

ciendo mucha falta un movimiento

democrático civilizado y culto en este

país. Entre los políticos y la cultura

hay un abismo demasiado grande, y

esos abismos condenan a los países a

la corrupción, a la miseria, a la violen-

cia y a la barbarie.

C.O.T.- En el grupo de intelectuales,

artistas y escritores colombianos ¿Hay

una revitalización de las posiciones

Page 26: A Plena Voz | # 75

24 A PLENA VOZ

socialistas en contraposición de las de-

rechistas de la era Uribe o usted es un

rebelde solitario?

W.O.- Yo no me considero un rebel-

de. Tengo convicciones y me parece

que es importante expresarlas. Pienso

muy distinto de algunos de mis cole-

gas, que son muy queridos amigos,

como Héctor Abad y como Juan Ga-

briel Vásquez pero me siento capaz

de pensar distinto a ellos y, a la vez, de

quererlos mucho.

C.O.T.- Supongo que apoya el proce-

so de paz con las FARC ¿Qué opina

de esa organización, de sus actua-

ciones como guerrilla y de su posi-

ble inclusión en el sistema político

colombiano?

W.O.- Ese proceso de paz con la FARC

va tan secreto, que a veces temo que

hagan la paz y nunca nos enteremos.

Esa guerra tiene que terminar, y las

guerras terminan con acuerdos. Para

ello es importante que dialoguen los

poderes y los guerreros. Ellos pueden

acallar las armas pero la paz la tiene

que construir la sociedad con convi-

vencia, dignidad, solidaridad y con la

posibilidad de poder volver a caminar

de noche por los montes, tener una

memoria compartida: esas cosas que

casi nunca entienden los políticos.

C.O.T.- ¿Qué pasó con su “franja ama-

rilla” y qué fue de ese ensayo que us-

ted escribió hace unos 15 años?

W.O.- La franja amarilla no fue un

movimiento sino un intento de in-

terpretar la realidad del país en el

último siglo, y una propuesta para

buscar que los sectores ciudadanos,

que hasta ahora no se han manifes-

tado políticamente, participaran en la

construcción de Colombia. El nombre

“franja amarilla” era una metáfora

sobre los colores de la bandera: el rojo

y el azul han sido símbolos de los par-

tidos tradicionales. Ahora que han

perdido su vigencia, me preguntaba

dónde estaba la franja amarilla. Una

nueva generación de estudiantes y

lectores ha tenido en esa idea, un re-

ferente. Ojalá sea productiva.

Apartes del elogio

de Ospina a Chávez

“Medios del continente han hecho un

gran esfuerzo por convertir a los con-

tradictores de EE.UU. en los grandes

equivocados. Lo han intentado con

Cuba y recientemente con Venezuela,

hasta el punto de que sus elecciones

victoriosas son siempre sospechosas.

No importa que en Colombia com-

pren votos o arreen electorados bajo

promesas o amenazas: esta demo-

cracia nunca está bajo sospecha. No

importa que los paramilitares pro-

duzcan en diez años doscientos mil

muertos en masacres bajo todas las

formas de atrocidad: la democracia

colombiana sigue siendo ejemplar,

porque los poderes de la plutocracia

siguen al mando. Pero si alguien es

enemigo, no de los EE.UU sino de los

abusos del imperialismo, eso lo hace

reo de indignidad. Uno de esos gran-

des enemigos del imperialismo es

Hugo Chávez. Por ello, aunque nadie

pueda atribuirle crímenes como los

que manchan las manos de tantos

poderes en el mundo, para muchos

opinadores y medios es un dictador

y un tirano (porque) ha sido duro

con los dueños tradicionales del país

y eso no se lo perdonan. Ya se lo per-

donarán: cuando adviertan que todo

lo que se haga a favor de los pueblos

fructifica en sociedades más reconci-

liadas consigo mismas… Tal vez nos

será dado asistir al paso de Chávez de

la historia a la mitología…”.

Mezcla de poesía, prosa y política

William Ospina es uno de los escrito-

res contemporáneos más destacados.

Poeta, ensayista y novelista, ha obte-

nido reconocimiento más allá de las

fronteras por su serio trabajo literario,

pero también por sus investigaciones

históricas lo que lo ha conducido a

tomar posiciones políticas no exentas

de polémica, como la que asumió en

la columna que escribió para El Espec-

tador el domingo pasado y en la cual

hace una encendida defensa de Hugo

Chávez. Su comentario no habría lla-

mado la atención si no fuera por el va-

lor que requiere ir contra la corriente

pública en un país tan derechizado

como Colombia.

Cecilia Orozco.- Se rumora que

cuando el presidente venezolano fa-

llezca será sepultado en un mausoleo,

al lado del de Bolívar. ¿Qué opina de

ese acto que pretende instalar en la

memoria colectiva a Chávez como un

nuevo libertador?

W.O.- Era de esperarse una decisión

así, pero esos actos son simbólicos,

sin consecuencias definitivas. Sólo la

historia decide dónde reposan para

siempre los recuerdos sobre los seres

humanos.

C.O.- ¿La vida de Chávez le interesaría

para escribir una novela?

W.O.- La literatura requiere cierta

perspectiva para abarcar la compleji-

dad de los hechos y la hondura de sus

efectos. Es difícil novelar sobre actos

tan recientes.

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25 A PLENA VOZ

José Vicente Rangel: Amigas y

amigos, muy buenos días. Enero de

1996 confirma una duda terrible

en el venezolano, la duda en torno

a la salida a la crisis. El presidente

Rafael Caldera sigue repitiendo su

discurso voluntarista, orientado a

hacerle ver al pueblo que todo mar-

cha bien, que la situación está sien-

do superada y que hay que tener

confianza, en abstracto, en la ca-

pacidad de la nación para salir ade-

lante. Un discurso que uno puede

compartir, en cuanto a mantener

viva la esperanza, a la que nadie

debe renunciar, pero que luce cada

día más distante de la realidad, la

cual uno siempre debe asumir a

plenitud. Lo que dice el Presidente y

lo que hace el Gobierno no guardan

relación con lo que a diario ocurre,

con el costo de la vida, el desempleo,

la quiebra de los servicios públicos,

la inseguridad total y la nueva co-

rrupción (...).

Hoy voy a entrevistar, a conversar,

con Jorge Olavarría y el coman-

dante Hugo Chávez, acerca del 4

de febrero. ¿Qué ha ocurrido en

Venezuela cuatro años después del

4 de febrero? Como les dije antes del

corte, quiero conversar sobre una

fecha de la cual se cumplen exac-

tamente cuatro años en el día de

hoy, el 4 de febrero de 1992. He in-

vitado para abordar este tema a dos

personajes muy singulares, por lo

siguiente: uno de ellos, Jorge Olava-

rría, analista, historiador, escritor,

periodista, ha venido examinando

en los últimos tiempos, a través de

los medios de comunicación, una

serie de hechos y de acontecimien-

tos históricos en el país. El otro

invitado es el comandante Hugo

Chávez Frías, líder del movimiento

del 4 de febrero de 1992. El 4 de

febrero es una fecha que divide, es

profundamente polémica. Frente a

ella hay muchas actitudes, muy di-

versas. Es la fecha que se ve en blan-

co y negro, en función de negarlo o

de aceptarla. Pero como quiera que

ya ha transcurrido cierto tiempo,

cuatro años muy convulsos de este

país, muy crispados, creo que vale

la pena analizar un poco, no tan-

to el 4 de febrero, del cual se tiene

bastante información, sino la que

ha ocurrido desde esa fecha hasta

ahora, en el lapso de cuatro años.

José Vicente Rangel: ¿Se justificó?

¿Se justifica hoy en día, cuatro años

después, el 4 de febrero.

Hugo Chávez Frías: Claro que se

justificó, se justifica y creo que el 4

de febrero sigue hoy más vivo que

nunca, más vigente que nunca. Es-

tos cuatro años están signados por

el 4 de febrero, y los acontecimien-

tos, como dice un comentarista de

televisión, están en pleno desarrollo.

Todavía ahora es cuando faltan efec-

tos, consecuencias del 4 de febrero.

Creo que es una fecha que, como tú

dices, la ven en blanco y negro, pero

objetivamente hablando marcará la

historia de Venezuela durante varios

años. Todavía es muy pronto para

evaluar lo que ha pasado.

José Vicente Rangel: Entre los

que ven en negro el 4 de febrero,

están aquellos que dicen que fue un

acto de traición de un grupo de mi-

litares a su juramento de lealtad a

la República, ¿qué opina al respecto

Jorge Olavarría?

EL 4 DE FEBREROSIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAEntrevista al comandante Hugo Chávezy al historiador Jorge Olavarría4 DE FEBRERO DE 1996

Las entrevistas que a continuación se publican: El 4 de febrero sigue más vigente que nunca y Yo soy así fueron extraídas del libro: De Yare a Miraflores el mismo subversivo, escrito por el periodis-ta José Vicente Rangel. El libro contiene dieciséis entrevistas realizadas por Rangel al presidente Hugo Chávez Frías, durante el periodo que abarca de 1992 al 2012. Ediciones Correo del Orinoco, 2012

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26 A PLENA VOZ

Jorge Olavarría: Creo que el 4 de

febrero es un hecho que se justifi-

ca plenamente. La rebelión militar

del 4 de febrero está justificada en

función de lo que había en el país

en ese momento dado. Había una

situación asfixiante, sofocante,

hedionda de corrupción, de depra-

vación, de cinismo político. Eso es-

talló. El país, como lo está pidiendo

ahora la propaganda de la visita del

papa, despertó y reaccionó. Tú has

dicho que se cumplen cuatro años

del 4 de febrero, pero se cumplen

dos años de la presidencia de Ra-

fael Caladera, a la cual llevó el 4 de

febrero. La presidencia de Rafael

Caldera fue consecuencia del 4 de

febrero. De manera que nosotros,

hoy, si queremos hacer un examen

retrospectivo de lo que ha sucedido

en esos cuatro años, tenemos que

ver el 4 de febrero en función de lo

que eso desató y una de las cosas

que desató fue la defenestración

de Carlos Andrés Pérez, la cancela-

ción de la aspiración a sucederlo de

Eduardo Fernández, el encumbra-

miento a la candidatura presiden-

cial de su partido Oswaldo Álvarez

Paz, como consecuencia de una re-

acción interna dentro de su partido

que le abrió las puertas a quienes

querían venir a votar allí. Tú tuviste

mucho que ver en eso, la denuncia

que tú hiciste en relación al caso de

los dólares, o de la partida secreta,

como tantas otras denuncias que

has hecho.

En ese momento fue tomada por el

fiscal general de la República, que

promovió un juicio en contra del

Presidente, que resultó en su salida

del poder, una salida más política

que jurídica y no hay que abochor-

narse al decirlo, porque era indis-

pensable para el sistema salir de

Pérez si quería sobrevivir. Y llevó a

la presidencia de Rafael Caldera en

diciembre de 1993.

José Vicente Rangel: Tú has di-

cho una cosa, Jorge, que creo que

conviene dilucidar en este momen-

to, que es la justificación de un gol-

pe de Estado. Para ciertas concien-

cias, para ciertos sectores de la opi-

nión pública, el golpe de Estado en

una democracia no se justifica, en

el estado de derecho no se justifica.

¿Por qué justificar entonces el 4 de

febrero?

Jorge Olavarría: Lo mejor del 4 de

febrero fue que fracasó, fue que no

alcanzó su objetivo estratégico.

José Vicente Rangel: ¿Tú estás de

acuerdo con eso, Hugo?

Hugo Chávez Frías: No, no hubo

fracaso allí. Yo entiendo lo que tú

dices, el fracaso militar, y así lo asu-

mimos. Cuando yo tomo la decisión

de rendirme, a las 10 de la mañana

del 4 de febrero, cuando veo que

hay posibilidades de lograr el obje-

tivo militar y político, entonces nos

rendimos y demostramos que era

por ahora, y sigue siendo por aho-

ra. Tú hablabas de un señalamiento

de la traición. No, ahí no hubo nin-

guna traición, porque nosotros los

militares venezolanos hemos jura-

do defender la patria, sus institucio-

nes, no defender partidos corrup-

tos, esa hediondez a la que tú te

refieres. Los militares venezolanos

no podemos ser utilizados como lo

fuimos, para masacrar a un pueblo

muerto de hambre, como ocurrió el

27 de febrero de 1989. Así que ahí

no hubo ninguna traición.

José Vicente Rangel: Pero, ¿quién

decide eso? ¿Quién decide cuándo

un golpe es bueno o es malo?

Hugo Chávez Frías: lo decide un

pueblo.

José Vicente Rangel: El éxito.

Hugo Chávez Frías: No, no. Yo no

creo que sea el éxito.

Jorge Olavarría: El éxito es cínico,

pero es la realidad: Lo que legitima

una sublevación de esa naturaleza

es el éxito, pero en este caso, Chá-

vez tiene y no tiene razón: ellos no

lograron el objetivo estratégico de

derrocar al presidente de la Repú-

blica, apresarlo y enjuiciarlo como

era, entiendo, su programa; sino

que lograron crear una conmoción

de tal naturaleza, que hizo desper-

tar al país.

José Vicente Rangel: Pero déjame

decirte una cosa, Jorge: si el éxito es

lo que justifica un golpe de Estado,

¿se justifica entonces el 18 de octu-

bre, el 24 de noviembre, que fueron

golpes exitosos?

Jorge Olavarría: Se justifican a sí

mismos, en función de que cum-

plen su objetivo. En ese sentido, se

justifica. Quizás no se puedan jus-

tificar, porque hay golpes nobles

y golpes que no lo son. Desde mi

punto de vista, yo creo que la rebe-

lión militar del 4 de febrero estaba

plenamente justificada, porque las

Fuerzas Armadas del país no po-

dían seguir siendo el brazo armado

de un sistema putrefacto, corrupto

y caduco. Lo bonito del 4 de febre-

ro no es el 4 de febrero en sí, sino

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA

Page 29: A Plena Voz | # 75

27 A PLENA VOZ

lo que despertó. Hubo un despertar

de las conciencias, vamos a llamar-

las analíticas, inteligentes, intelec-

tualmente honestas del país, que se

manifestaron en un fenómeno úni-

co en la historia de Venezuela, en la

profusión de una serie de libros muy

importantes que se publicaron casi

inmediatamente después del golpe,

en donde cada uno analizaba el he-

cho desde su punto de vista. Un pro-

fesor de la Universidad de Los Andes

publicó un libro llamado En defensa

de los insurrectos, Alberto Arvelo;

otro Emeterio Gómez, por ejemplo,

ve la rebelión militar del 4 de febrero

como la gran esperanza para crear

en el país una economía de mercado,

una verdadera economía de merca-

do; los defensores del sistema, los que

estaban usufructuando el sistema y

eran parte del sistema como Carlos

Raúl Hernández, como Aníbal Ro-

mero, como Carlos Blanco, esos ana-

tematizaron el golpe del 4 de febrero,

llamaron traidores a los militares,

dijeron que habían interrumpido

un magnífico proceso de apertura

económica, que es absolutamente

mentiroso; el libro de Moisés Nahim,

por ejemplo, dice que el experimento

de abrir la economía venezolana a la

modernidad de la economía de mer-

cado, a partir de 1989, fracasó por

el golpe del 4 de febrero, todo eso es

falso. Una de las consecuencias más

claras que hoy en día, cuatro años

después lo vemos con más claridad,

es que el golpe del 4 de febrero llevó

a la Presidencia a Rafael Caldera, eso

es precisamente lo que tenemos que

reflexionar.

José Vicente Rangel: De eso va-

mos hablar, pero antes quiero

preguntarle, o hacer una conside-

ración al comandante Chávez: hay

quienes dicen que los líderes el 4 de

febrero han estado muy por debajo

de las circunstancias de ese fenó-

meno que se produjo, que es uno

de los hechos más importantes ocu-

rridos en Venezuela en los últimos

tiempos? ¿Estuvieron a la altura de

la circunstancia los líderes del 4 de

febrero?, ¿no lo estuvieron?, ¿poste-

riormente han estado a la altura de

las circunstancias o han pasado por

debajo de la mesa?

Hugo Chávez Frías: Hay una ac-

titud muy variable en nosotros, a

posteriori. Lo recogen los hechos

del país. Pero digamos, un núcleo

fundamental de ese movimiento

que se formó durante una década,

también es importante decir que

éste no fue un golpe de Estado tra-

dicional, un movimiento que está

sembrado en las Fuerzas Armadas

Nacionales, un movimiento pro de-

mocrático. Ese núcleo importante

de nosotros, con la misma bandera,

con el mismo planteamiento, esta-

mos recogiendo expectativas de lo

que llamaba Miravoz “la voz de la

nación”, y eso se ha demostrado

cuando nos negamos a ir a la cam-

paña electoral pasada. Llamamos a

la abstención activa y respondió a

ese mensaje, fuimos sintonía de la

voz de la nación. Creo que hemos

mantenido, no un 100 por ciento

de altura en relación con la gran

expectativa que se desató, pero ahí

estamos, pulsando la realidad na-

cional y en sintonía con una expec-

tativa, con una aspiración nacio-

nal. Creo que sí hemos estado a la

altura de esa expectativa.

José Vicente Rangel: ¿Quién se

beneficia en definitiva del 4 de fe-

brero?

Jorge Olavarría: Caldera, que sale

elegido sin vaselina. Sin duda Cal-

dera surge como una figura presi-

denciable por su discurso en la tar-

de del 4 de febrero, que interpreta

cabalmente lo que el país quería oír

y lo secuestra para su ambición.

Hugo Rafael Chávez Frías: Déja-

me decirte una cosa, Jorge yo tengo

la impresión de que el discurso de

Caldera del 4 de febrero no fue tan

espontáneo, como se ha dicho has-

ta ahora.

José Vicente Rangel: ¿Por qué di-

ces eso? Eso es grave.

Hugo Chávez Frías: Tengo infor-

maciones.

Jorge Olavarría: ¿Es decir que Cal-

dera estaba enterado de que ustedes

iban a dar el golpe?

Hugo Chávez Frías: Sí, no estoy

seguro, todavía hoy, a cuatro años,

si Caldera sabía o no de las conver-

saciones que tuvimos en Maracay,

en un restaurante cerca de la Base

Libertador con una persona muy

amiga del hoy presidente Caldera y

quien dijo ir de parte suya. Incluso

nos ofreció unos teléfonos celula-

res programados para algo que fue

mortal en la operación militar, que

fue las comunicaciones, y este per-

sonaje me dijo delante de un grupo

de oficiales del comando del movi-

miento: el ex presidente Caldera les

da luz verde a ustedes, no los va a

atacar ni los va a apoyar, pero no se

metan con él ni con su familia, y

que recuerden que él tiene un hijo

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

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28 A PLENA VOZ

que es oficial de las Fuerzas Arma-

das. Y tengo otra evidencia, de otro

personaje que me contó que el 4 de

febrero, a medianoche, cuando co-

menzó la insurrección, él se fue a

casa de Caldera porque es amigo de

la familia y presenció cuando calde-

ra dio instrucciones a la seguridad:

si viene por ahí una comisión mili-

tar, háganlos pasar y les dan café,

que yo voy a hablar con ellos. Por

eso te digo que no es tanto así aque-

llo de la espontaneidad de Caldera.

Creo que él estaba al acecho.

José Vicente Rangel: El olfato, el

sentido común, el olfato político

ayudado con otros elementos.

Jorge Olavarría: Eso es muy im-

portante, pero es anecdótico. Lo

importante, lo histórico, lo que es in-

negable es que a lo largo de toda su

vida Rafael Caldera ha demostrado

tener un muy agudo instinto para la

oportunidad. Lo tuvo el 18 de octu-

bre de 1945, pues fue el primer civil

que se presentó en Miraflores des-

pués que los militares habían derro-

cado a Medina; lo tuvo en 1948, lo

tuvo en 1950, lo tuvo en 19552, lo

tuvo en 1958 cuando inventó en su

casa el pacto de Punto Fijo, según el

cual él llegó al poder a pesar de que

perdió las elecciones; lo tuvo cuando

salió elegido Presidente de la Repú-

blica en 1969, cuando aprovechó

la división de Acción Democrática,

el pleito entre Raúl Leoni y Luis Bel-

trán Prieto, entre Gonzalo Barrios,

perdón, y Luis Beltrán Prieto logró

la Presidencia de la República con

una mínima mayoría; y lo tuvo el

4 de febrero de 1992 cuando, re-

pito, secuestró, para beneficio de

su ambición de ser Presidente de la

República por segunda vez, la emo-

ción que se desató ese día. No tengo

la menor duda de que el beneficiario

del 4 de febrero fue Rafael caldera.

Por eso es que esta fecha es impor-

tante.

José Vicente Rangel: Supongo

que los que estaban combatiendo

en ese momento, lo que estaban

rindiéndose, los que estaban presos

sintieron un alivio y una gran soli-

daridad en ese discurso de Caldera

en el Congreso.

Hugo Chávez Frías: No, no lo vi

porque ya estaba preso.

José Vicente Rangel: Pero al día

siguiente cuando lo condujeron...

Hugo Chávez Frías: Unos meses

después estuvimos aislados en la

DIM, pero en efecto, el discurso de

Caldera es importante. Estoy de

acuerdo con lo que tú dices, Ola-

varría, pero no creo que la historia

podamos centrarla en un persona-

je. Aquí hay muchos beneficiarios

del 4 de febrero.

Jorge Olavarría: Claro, claro.

Hugo Chávez Frías: Y hay cosas

que es bueno decir, la historia no

ha terminado porque Caldera, hoy

en día se ha demostrado, no tiene

capacidad para seguir gobernando

este país. Así que el beneficio sería

un beneficio temporal en todo caso.

José Vicente Rangel: eso quiere

decir que han malbaratado la he-

rencia del 4 de febrero.

Hugo Chávez Frías: Claro, el go-

bierno de Caldera es hijo del 4 de

febrero, un hijo no deseado y que

ha puesto la torta. Caldera tuvo en

sus manos el más grande poder que

Presidente alguno pudo haber teni-

do después que ganó las elecciones,

apoyo popular, apoyo de gruesos

sectores militares, hubiera podido de

verdad torcer el rumbo de este país,

pero entonces él cayó en el efecto

pigmalión, se casó con su obra, el

puntofijismo, hizo pacto con Acción

Democrática, con lo más podrido

de Acción Democrática, siendo una

muleta que permite la cierta recupe-

ración de Acción Democrática con el

Congreso, con sectores, digamos, de

la reacción del país y traiciona a un

pueblo. Tú te pones a ver el discurso

de Caldera, ese del 4 de febrero y, pa-

rodiando a Whitman en su Canto a

mí mismo, hoy pudiéramos decir que

ese es el canto de Caldera mismo, el

canto de su tragedia, cuando él dice

por ejemplo lo que resucitó. Un pue-

blo con hambre no puede defender

esta democracia, no podemos pagar

la deuda externa, citando a Juan Pa-

blo II que está por llegar, por cierto, a

costa del hambre de los pueblos. Eso

lo dijo Caldera el 4 de febrero, hoy

cuatro años después es bueno devol-

vérselo, como el canto de su propia

tragedia:

José Vicente Rangel: ¿Cuál es la

evaluación de Jorge Olavarría, cua-

tro años después, de esas dos figu-

ras, vamos a decir históricas, Pérez

por u un lado, prácticamente derro-

cado, y Rafael Caldera insurgiendo

y prácticamente logrando la victo-

ria que posteriormente consagró?

Jorge Olavarría: El Caldera de hoy

no es el Caldera de 1992.

José Vicente Rangel: Por los años

que tiene...

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA

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29 A PLENA VOZ

Jorge Olavarría: No solamente

porque tiene 80 años, sino porque

no es el mismo, el país no lo perci-

be igual. En 1992 lo percibió como

interpretando, como dándole una

opción civil a lo que los militares ha-

bían logrado hacer y no lo pudieron

hacer. El Caldera de 1996 no es el

mismo Caldera de 1992. El Pérez de

1996 no es el mismo Pérez de 1992.

José Vicente Rangel: ¿Cuál es la

diferencia entonces entre Caldera

de Miraflores y el Pérez de La Ahu-

mada?

Jorge Olavarría: Hay una diferen-

cia, José Vicente, no se puede decir

que los papeles se han cambiado,

no se puede decir que el Caldera de

hoy es el mismo personaje repulsi-

vo que era Carlos Andrés Pérez en

1992, no. Eso sería injusto e incier-

to decirlo, pero va camino de serlo,

porque la situación económica, po-

lítica, social del país es peor que la

de 1992, porque lo que ha sucedido

a lo largo de los dos años del gobier-

no de Caldera, el encubrimiento

del caso Andino, el encubrimiento

y la complicidad con los casos de

los bancos de Venezuela y Consoli-

dado, toda la corrupción que se ha

desatado con esas aventuras insen-

satas de haber tratado de crear un

partido político como Convergencia

y haber intentado convertirlo en un

partido clientelar que tanto daño le

ha hecho al país, todo eso, caram-

ba, va acercando la figura de Rafael

caldera a lo que era Pérez en 1992.

José Vicente Rangel: A juicio de

Hugo, ¿qué determina ese cambio

entre ese Caldera del 4 de febrero,

del discurso en el Congreso y el

Caldera de hoy en Miraflores? ¿Qué

cambio se produce en él que lo lleve

a esa circunstancia después que no

cambió nada?

Hugo Chávez Frías: Creo que es el

mismo Caldera de siempre, tú lo de-

cías en tu reflexión histórica, caldera

aplicó un gran maquillaje del 4 de

febrero, él se montó en la cresta de la

ola, como tú dices, secuestró el sen-

timiento nacional, que es una de las

grandes ganancias de este país. Este

país despertó el 4 de febrero y esa es

otra de las ganancias que hay que

señalar. Entonces, caldera no es que

cambió, es el mismo Caldera de 1945,

el que llegó a la Junta de Gobierno:

“Aquí estoy a la orden” y lo nombra-

ron procurador, siempre al acecho, es

el mismo Caldera de siempre.

José Vicente Rangel: Entonces,

yo pudiera preguntar que si es que

el 4, los contenidos del 4, el lideraz-

go del 4 de febrero, no eran dema-

siado frágiles, que fueron incapaces

de percibir lo que iba a ocurrir con

una figura como Caldera y que, in-

cluso, la gente que se encandiló en

la calle con la candidatura de calde-

ra, ¿no incurrió en un error?

Hugo Chávez Frías: nosotros sal-

vamos nuestra responsabilidad.

José Vicente Rangel: ¿Cómo la

salvan?

Hugo Chávez Frías: porque no

apoyamos a Caldera y le dijimos

al país, nosotros, en las elecciones

de 1993 llamamos a la gente a no

votar. También con nuestra ban-

dera, que la hemos hablado varias

veces, para nosotros es la Asamblea

Constituyente una salida profunda.

Decíamos: “Caldera no ofrece solu-

ciones a este país”.

José Vicente Rangel: Pero insisto,

nosotros no estamos juzgando aquí

a Caldera, estamos juzgando el 4 de

febrero. Caldera es una consecuen-

cia del 4 de febrero. En todo caso,

¿no fue demasiado frágil lo que se

montó, lo que animó, lo que dina-

mizó, lo que le abrió las compuertas

al 4 de febrero, que no pudo impe-

dir que un hombre que, como dice

Hugo Chávez, es el mismo que lle-

gara a Miraflores?

Jorge Olavarría: Si nos retrotrae-

mos al 4 de febrero de 1992, en ese

momento era impredecible lo que

luego sucedió y esa es la reflexión

que tenemos que hacer hoy día: ¿Es

que acaso hoy no es igualmente im-

predecible y también predecible lo

que va a suceder en los próximos

cuatro años? ¿Es que un cuadro eco-

nómico como el que está pasando

Venezuela con la más alta devalua-

ción de la historia, con el más alto

índice inflacionario, con un déficit

espantoso que constituye un agobio

de una predicción impredecible...?

José Vicente Rangel: Pero, Jor-

ge, si tú dices que es impredecible,

pudiéramos llegar a la conclusión

entonces...

Jorge Olavarría: Era impredecible

en 1992.

José Vicente Rangel: Podemos lle-

gar a la conclusión entonces de que

el 4 de febrero fue un error.

Jorge Olavarría: No fue un error.

Fue un salto.

Hugo Chávez Frías: ¿Cómo va a

ser un error...?

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

Page 32: A Plena Voz | # 75

30 A PLENA VOZ

José Vicente Rangel: Era impre-

decible lo que iba a ocurrir después

y no había fuerzas suficientes para

que canalizaran ese movimiento.

Hugo Chávez Frías: Tenía que ha-

ber alguna fuerza nacional que diera

un paso hacia la dignidad y eso fue lo

que despertó un país. No fue ningún

error; error hubiera sido mantener-

nos en la situación en que estába-

mos, sin que alguien o un grupo,

un sector de la vida nacional diese

un paso al frente. Ahora, yo quería

subrayar un poco lo que decía Jorge

hace unos momentos. Uno tiene la

sensación, yo la tengo al menos y la

tenemos en el Movimiento Boliva-

riano, de que nosotros, después de

cuatro años, estamos pasando como

aquellas personas que andan perdi-

das en la selva y andan caminando

y después de ocho días de caminata

se detienen un poco y dicen: “Yo pasé

por aquí hace ocho días, por este

mismo sitio”. Hemos dado un mo-

vimiento en círculo, una agresión

histórica, pero ¿por qué? Porque no

hubo fuerzas.

José Vicente Rangel: Pero sigues

perdido.

Hugo Chávez Frías: Sí, estamos

perdidos, Venezuela está en un

gran laberinto, aquí no se sabe qué

salida va a haber.

José Vicente Rangel: Pero, ¿cómo

un líder puede declarar que está

perdido?

Hugo Chávez Frías: Es un pue-

blo, es una nación, nosotros no

andamos perdidos. Tenemos una

propuesta para salir del laberinto,

así la hemos llamado, una Agenda

Alternativa Bolivariana, que debe

comenzar por un llamado a refe-

réndum. Hoy hay que preguntarle

a los venezolanos si quieren que

Caldera siga gobernando o no, un

referéndum, y si quieren Constitu-

yente o no. Esa es la salida pacífi-

ca que puede evitarnos lo que tú

decías, que venga una situación

de incertidumbre, una explosión

social otra vez. Esa es nuestra pro-

puesta.

José Vicente Rangel: Cuando

Hugo hablaba de referéndum y

otras cosas, tú decías que por ahí

iba la cosa.

Jorge Olavarría: Por ahí tiene que

ir la cosa si nosotros queremos tra-

tar de evitar que se produzca una

nueva explosión, sublevación de

cualquier naturaleza, ya sea militar

o ya sea popular, por la carestía.

José Vicente Rangel: ¿Puede pro-

ducirse?

Jorge Olavarría: Por supuesto que

se puede producir.

Hugo Chávez Frías: Se está pro-

duciendo.

Jorge Olavarría: El escenario clá-

sico de una situación prerrevolu-

cionaria. Quien no lo vea es porque

no lo quiere ver.

Hugo Chávez Frías: Por eso te de-

cía...

Jorge Olavarría: Está ciego.

José Vicente Rangel: Está bien

lo que tú dices, pero yo lo que no

veo son sujetos, factores, liderazgo,

conducción.

Jorge Olavarría: Algo importante:

cuando sugerí, en la columna que

tengo en El Nacional, la necesidad de

pedirle al presidente de la República

su renuncia, recibí muchas llama-

das, y muchas de las llamadas que

recibí eran: “Y después de Caldera

qué? Eso es precisamente lo que falta

hoy en 1996, el Caldera de 1992. El

país no tiene clara una perspectiva de

relevo a la situación actual. A pesar

de que la dirigencia del país..

Hugo Chávez Frías: Pero es que

no podemos caer en el mesianismo,

eso sería un mesianismo...

José Vicente Rangel: Precisamen-

te, hay quienes dicen, sostienen, per-

dón, que después de Caldera, el caos.

Hay quienes sostienen que estamos

viviendo en el caos.

Hugo Chávez Frías: Sí, Caldera es

el caos.

José Vicente Rangel: Tú apunta-

bas algo cuando estaba hablando

Jorge y yo preguntaba sobre el lide-

razgo, ¿realmente existe el liderazgo?

Hugo Chávez Frías: Claro que hay

un liderazgo en el país...

José Vicente Rangel: ¿Cuál es?

Hugo Chávez Frías: Un lideraz-

go emergente. Nosotros ofrecemos

una salida a los venezolanos, y es-

tamos llamando a una gran unidad

nacional para evitar esa explosión

posible, para evitar una explosión

en los cuarteles; los sectores inte-

lectuales, los sectores de trabajado-

res, y estamos haciendo esfuerzos

por lograrlo, en un plan estratégi-

co unitario, que plantea, el primer

paso, una gran unidad nacional. Y

que en vez de cien conflictos focali-

zados, violentos, hagamos un solo

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA

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31 A PLENA VOZ

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

gran conflicto, para decirle a este

señor Caldera: “¡Renuncie y llame

a referendo!”. Porque este país no

aguanta más esta situación, como

tú lo planteabas. Es posible, y hay un

liderazgo en la calle.

José Vicente Rangel: Pero ya sa-

bemos que Caldera no va a hacer

eso. Caldera es un hombre casado

con el poder.

Jorge Olavarría: Entonces, habrá

que ir por la vía de un consejo de

tutela, como la que propuso Lauría

y el presidente del Congreso Na-

cional. El propio Caldera fue el que

produjo...

José Vicente Rangel: Entonces,

cuatro años después del 4 de fe-

brero, ¿se puede pensar en que

hay que repetir fatalmente otro

episodio de la misma naturaleza?

Hugo Chávez Frías: Ojalá que no,

ojalá que no.

Jorge Olavarría: Es muy impor-

tante lo que tú acabas de decir.

Una de las cosas más bonitas que

surgieron después del 4 de febrero,

que me reconcilian con el venezo-

lano, fue la irrupción de análisis

de libros, de artículos que salieron,

ninguno de los cuales justificaba

el golpe militar, todos decían: “¡No

queremos una dictadura militar!

¡No queremos el regreso a un régi-

men autoritario de índole militar!”

José Vicente Rangel: Incluso los

propios militares, ¿no?

Jorge Olavarría: Inclusive los

propios militares. Cómo no, el

comunicado del general... Todos

decían: “¡No queremos eso!”.

Hugo Chávez Frías: Jorge, noso-

tros decimos que no queremos un

gobierno militar.

Jorge Olavarría: Así es.

Hugo Chávez Frías: El plan nues-

tro no es una dictadura militar.

Jorge Olavarría: Este sistema tie-

ne que ser reformado. Este sistema

no se reformó, evidentemente, el

sistema se demostró capaz de corre-

girse a sí mismo en la medida que

enjuició y destituyó a Pérez, en la

medida que llegó a un proceso elec-

toral, pero lo que ha sucedido a par-

tir de diciembre de 1993 hasta el

día de hoy nos llena de perplejidad.

Hugo Chávez Frías: Difiero de esa

opinión tuya, Jorge, por lo siguien-

te: creo que si algo se comprobó,

que son las cosas positivas de un ba-

lance de estos cuatro años, porque

estamos en el mismo punto históri-

co, con una situación similar, pero

hay un balance de cosas positivas y

negativas que han ocurrido. Si una

cosa positiva ha ocurrido, es que se

ha demostrado que este sistema no

tiene capacidad de autorregular es-

tas perturbaciones, en este sistema

hay que acabar con algo, hay que

hacer otro sistema que sea verda-

deramente democrático. Este siste-

ma no pudo, fíjate, cuatro años, yo

pudiera dividir eso en cuatro etapas

rápidamente: el año 1992 fue el

año de la Revolución posible, ahí

se abrió una expectativa de cambio

estructural, de cambio radical de la

situación venezolana, pero no hubo

fuerza suficiente para lograrlo; vino

el año 1993, el año de la evolución

posible, sacan a Pérez, eligen a Cal-

dera, y sube la expectativa de la

evolución del cambio posible. Pero

en el año 1993 tenemos a Calde-

ra en una fase de involución, y en

1995 de regresión, que nos trajo a

esta misma situación. Por tanto, no

basta una figura providencial, no es

mesianismo lo que necesitamos; es

un pueblo que ha despertado, es un

pueblo que está en fase de organiza-

ción y con un proyecto en construc-

ción, un proyecto nacional.

Jorge Olavarría: Pero qué cosa

tan curiosa oírte decir a ti eso. Es

interesante, verdaderamente, des-

de el punto de vista del historiador,

porque tú te convertiste en un fenó-

meno mesiánico después del 4 de fe-

brero. A ti nadie te conocía antes del

4 de febrero, y bastaron unos segun-

dos en la televisión y el “por ahora”

que tú dijiste, con tu boina roja, para

que te convirtieras en un ícono, en

un ídolo; había niñitos disfrazados

de Hugo Chávez; había estatuillas de

Hugo Chávez por todas partes.

José Vicente Rangel: ¿Y eso no lo

perjudicó, Jorge?

Jorge Olavarría: Puede ser. Pero

lo que te quiero decir es que esas

sublevaciones producen ese tipo

de líderes. La del 23 de enero pudo

haber producido a Hugo Trejo, y

lo hizo durante muy breve tiempo,

pero terminó siendo Larrazábal

la figura bonachona, buenmoza,

con el uniforme blanco de Wolfang

Larrazábal, la que captó eso. Las

grandes perturbaciones revolucio-

narias, como la del 23 de enero,

como la del 4 de febrero, producen

ese tipo de mesianismo. Y me llama

la atención que tú eres en contra

del mesianismo, cuando tú fuiste

Page 34: A Plena Voz | # 75

32 A PLENA VOZ

uno de los fenómenos mesiánicos,

y gran parte de la popularidad que

tú tienes...

Hugo Chávez Frías: Sin quererlo,

Jorge. Déjame decirte esto, sin que-

rerlo se produjo ese fenómeno.

Jorge Olavarría: Pero eso te da

una gran responsabilidad, tú tienes

una enorme responsabilidad.

Hugo Chávez Frías: Por supuesto.

Y fíjate que hay amigos que me di-

cen: “Hugo, vete del país —ausén-

tate de la realidad esta— para que

sigas manteniendo esa especie de

mito que se está alejando, porque

te estás desgastando en la lucha

diaria....”. Yo les digo: “¡No, no!”.

Mi lucha está en ese día a día en la

calle.

Jorge Olavarría: ¿Cómo se compa-

ra esa lucha tuya con el comandan-

te Arias Cárdenas?

Hugo Chávez Frías: Ya te voy a

responder esa pregunta.

Jorge Olavarría: A ver.

Hugo Chávez Frías: Es un esfuer-

zo, que lo he asumido, incluso en lo

personal, de desmontar esa figura

mítica y ponerme a caminar sobre

la realidad, como un hombre más

de este pueblo, como un luchador

social, eso es lo que soy, pero no

puedo ser un mito, una leyenda;

no. Eso puede hacer mucho daño

a las posibilidades de un cambio de

verdad.

José Vicente Rangel: Perdón. Jor-

ge se me adelantó en una pregun-

ta que yo también iba a hacer. Me

parece que hay dos vertientes en el

liderazgo militar del 4 de febrero:

una, la que tú encabezas; y otra

vertiente, en el marco de esta le-

galidad, que representa el coman-

dante Arias, actualmente gober-

nador del Zulia. ¿Se enfrentan,

chocan? ¿Se excluyen? ¿O es una

particularidad de ese hecho que se

forjó el 4 de febrero, naturalismo?

Hugo Chávez Frías: No sé si pu-

dieran chocar en un futuro, ojalá

que no, pero el comandante Arias

desde el año 1993 tomó una deci-

sión de separarse del movimiento

nuestro, de la líneas estratégica, él

incluso pidió la baja, preso, para

lanzarse de candidato a diputado

por la Causa R por el estado Zulia,

cosa que la mayoría de nosotros le

criticamos. Incluso, yo me alegré

cuando el ministro de la Defen-

sa le negó la baja, porque cómo lo

hubiéramos explicado al país, que

se va de baja uno de los jefes mili-

tares para ser diputado y deja a los

oficiales presos. Gracias a Dios no lo

logró. Y después siguió con la Cau-

sa R y ha tomado esa vía. Incluso,

en lo personal le he dicho a él que

se reservase para una ocasión más

idónea del proyecto bolivariano, del

proyecto auténtico. Nosotros segui-

mos las mismas líneas; él ha toma-

do otro camino.

José Vicente Rangel: Ahora, ¿no

es un error, Hugo, pretende represar

el 4 de febrero en un movimiento?

Hugo Chávez Frías: No, no esta-

mos...

Jorge Olavarría: Yo iba a hacer

esa pregunta.

Hugo Chávez Frías: No estamos

represándolo, no.

José Vicente Rangel: Canalizán-

dolo, pues.

Hugo Chávez Frías: Bueno, yo

creo que...

Jorge Olavarría: Te conviertes en

un partido más del sistema.

Hugo Chávez Frías: Tenemos que

canalizarlo. Tenemos que estar a

la altura de la expectativa. Pero

nosotros no vemos el movimiento

Bolivariano como un partido más

ni como un sector más del país. Si

algo nosotros vemos en nuestra es-

trategia, es ser un sector para aglu-

tinar, un sector de cohesión de esa

gran unidad nacional. Cuando tú

preguntabas, y decías: “Caldera no

va a aceptar el referendo”, depende.

Porque si nosotros hacemos lo que

el pueblo francés, y salimos todos a

la calle, un buen día, un paro nacio-

nal, unidos, trabajadores, campesi-

nos, indígenas, estudiantes, milita-

res retirados, medios de comunica-

ción, Caldera va a tener que llamar

a referendo y preguntarle al país,

para seguir el ejemplo digno de Em-

paran: “Ustedes quieren que yo los

mande?” Y lo que el pueblo diga tie-

ne que hacerlo, porque el pueblo es

el dueño de este proceso, tiene que

ser el dueño de este proceso.

José Vicente Rangel: Caldera no

tiene vocación de Emparan.

Hugo Chávez Frías: Pero podemos

hacer que la tenga. Si no lo quiere.

Emparan no quería irse tampoco,

pero fue una presión.

José Vicente Rangel: Para con-

cluir, rápidamente, una síntesis de

la apreciación que ustedes tienen

acerca de este proceso, en estos

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA

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33 A PLENA VOZ

EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAEL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

cuatro años. Y qué salida hay in-

mediata.

Jorge Olavarría: Cuatro años del 4

de febrero, dos años de la presidencia

de Caldera: colosal y catastrófico fra-

caso. Salida: no se ve. Están cerradas

las alternativas de índole, vamos a

llamar institucional y democrática.

Posibles salidas: las que se han su-

gerido, un referendo consultivo que

el Presidente de la República propu-

so y hay que tomarle la palabra. Un

consejo de tutela, como el que pro-

pusieron los presidentes de las cá-

maras del Congreso nacional. Una

solicitud masiva de todo el país, no

de Jorge Olavarría ni José Vicente, ni

de individualidades, sino masiva, de

todo el país, pidiéndole al Presidente

de la República que le haga el obse-

quio de su renuncia, el sacrificio de

su renuncia, para darle una salida al

país. La manera como el Presidente

de la República interpreta, entiende

y pone en práctica la situación eco-

nómica es gravísima...

José Vicente Rangel: ¿Y entregar-

le a quién el poder?

Jorge Olavarría: A quien sea.

José Vicente Rangel: ¿A ese Con-

greso?

Jorge Olavarría: Ese es el proble-

ma, el Congreso...

José Vicente Rangel: ¿Al lideraz-

go de los partidos?

Jorge Olavarría: Ese es el problema.

El problema son ellos, no pueden ser

la solución. Sin embargo, esa mis-

ma situación existía el 4 de febrero.

Si nosotros llegamos hoy en día a la

conclusión de que no podemos de-

cir nada, entonces vamos a seguir

durmiendo y no reaccionamos. No

hagamos lo que nos están pidiendo

hacer con la visita del Papa, sigamos

durmiendo, sigamos en este letargo

y sigamos pensando que Caldera es

el menor de todos los males y deje-

mos que el país ruede por la pen-

diente de la inflación, del desempleo,

del hambre, de la carestía, de las

explosiones sociales aisladas, una

detrás de otra. El sistema tiene que

entender que si quiere salvarse, tie-

ne que reformarse.

José Vicente Rangel: Hugo.

Hugo Chávez Frías: Creo que sí,

que lamentablemente hemos hecho

esa regresión. Ahora, salidas existen;

pienso que, como decía Jorge Ola-

varría, por ahí va la cosa, nosotros

planteamos una estrategia muy clara

ante toda Venezuela. Primero, uni-

dad nacional, dejarnos de sectaris-

mos, de partidismos, de mis intereses

personales, de mis intereses sectoria-

les, y lograr esa gran unidad. Y esta-

mos trabajando duramente las 24

horas del día, literalmente hablando,

para lograrlo, convocando a todos los

factores que están en contra del con-

tinuismo. Y aplicar, con esa unidad

en la mano, una estrategia de doble

acción. Por una parte, una acción

de resistencia civil, la resistencia civil

hay que hacerla en Venezuela, pero

no de manera irracional (quemando

cauchos, asaltando, saqueando); no,

vamos a pararnos contra...

Jorge Olavarría: Eso más bien

afianza al Gobierno.

Hugo Chávez Frías: Claro, y eso

afecta la unidad misma y la mo-

ral de la fuerza misma, porque son

manifestaciones conducidas al

fracaso inmediatamente. Una gran

unidad para la acción de resisten-

cia. ¿Contra qué? Contra la agenda

Caldera, contra la agenda que lla-

man Venezuela, pero es la agenda

Caldera, la desnacionalización del

país, la entrega del petróleo. Cin-

cuenta años atrás, Gómez no hizo

ni siquiera lo que está haciendo

Caldera: la entrega de los recursos

estratégicos del país, la ruptura de

las Fuerzas Armadas, la preten-

sión de borrar los derechos de los

trabajadores. Hay que hacer resis-

tencia cívica en la calle, unitaria,

contra esa agenda. Pero al mismo

tiempo, la otra acción de esa doble

estrategia es una acción ofensiva,

porque a Caldera hay que sacarlo

del Gobierno. Yo no estoy llaman-

do a rebelión militar ni a rebelión

popular, pero hay muchas vías;

Caldera incluso es enjuiciable. Si

a Samper en Colombia lo están

enjuiciando por recibir dinero del

narcotráfico, Caldera creo que hizo

algo mucho más grave. Caldera no

recibió, caldera le dio casi un pre-

supuesto anual de este país, lleno

de miseria y de muertos de ham-

bre, los niños de Venezuela, dos

millones en situación de miseria, a

los lavadores de dinero, a los trafi-

cantes de dinero, y se llevaron eso,

y aquí no ha pasado nada. ¿Quién

es el responsable? Rafael Caldera.

Juicio contra Caldera, recorte del

período, cualquier cosa puede ocu-

rrir; referendo. Pero hace falta la

unidad y la presión del pueblo en

la calle, de los venezolanos.

José Vicente Rangel: Muchas

gracias a Jorge Olavarría, Hugo.

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34 A PLENA VOZ

(…) El Cuestionario Proust…¿Rasgo principal de tu carácter?

Respuesta rápida, respondo rápi-do, un carácter rápido.

¿Defectos que no puedes dominar?

Que no podía, ahorita tengo que dominar cualquier defecto, sobre todo la impulsividad, y estoy en un esfuerzo para dominarlo, la impulsividad.

¿Te consideras buena persona?Nietzche dice que es sospechoso el que dice que es buena persona. Prefiero que me juzguen ustedes si soy bueno, si soy bueno, si sirvo para algo.

¿Por quién te cambiarías?Por Chávez

¿Cuál es tu precio?Ni se compra ni se vende. No tengo

precio

¿De quién sientes envidia?De ti, 90 años casi y mira como estás de impecable y con esa claridad.

¿Cuál es tu ideal de felicidad?El bolivariano, la suprema felicidad para un pueblo.

¿Con qué error humano te mues-tras indulgente?Yo creo que con la humanidad del error, el carácter humano del error, por ejemplo: la inocencia, la buena fe, hay que ser indulgente con eso.

¿Ante qué eres intolerante?La flojera, la mentira, la negli-gencia.

¿Quién despierta tu ira?¿Mi ira? Hasta hace pocas semanas hasta cosas menudas, hoy nada.

¿Por qué serías capaz de matar?No mato, vivo, no mato; no soy ca-paz de matar.

¿Qué cualidad prefieres en los seres humanos?La lealtad, la lealtad, la lealtad.

¿Cuál es tu palabra favorita?¿palabra favorita? Vivir viviendo la vida.

¿Alguna obra de arte que te parece insuperable?Los Miserables.

¿Cuál es tu máxima en el tra-bajo?

YO SOY ASÍ: Entrevista con José Vicente Rangel en la Academia Militar 7 AGOSTO DE 2011

Page 37: A Plena Voz | # 75

35 A PLENA VOZ

YO SOY ASÍENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL

Trabajo, trabajo y más trabajo, máxima de Bolívar.

¿Qué crees aportar profesionalmente?Profesionalmente, creo que la capa-cidad de invención, de inventar.

¿Qué obra de arte te ha impresionado?Te digo que muchas; pero oye, la del Salón Elíptico Carabobo. Cuando fui al Congreso, la prime-ra vez que fui, Martín Tovar y To-var, Sí es una obra monumental y cuántos años pasaría ese hombre pintando eso.

¿Conoces algo diseño perfecto?La naturaleza es perfecta: desde ese roble y este samán hasta cualquier hormiga es un diseño perfecto.

¿Dónde te gustaría vivir?En la costa Apure, porque el Apure tú sabes que divide Barinas del esta-do Apure; en la costa Apure.

¿Música favorita?¡Ahh! Un pasaje llanero (canta): “So-bre la estela del viento…”

¿Un color?El rojo, a pesar de la camisa amari-lla.

¿Un poeta?Andrés Eloy Blanco: “Unos los lla-man Maisanta y otros el americano”

¿Algo hermoso?La mujer, María. La mujer es her-mosa

¿Un héroe?Bolívar, Maisanta

¿Crees en la eternidad del alma? Yo creo que alma es algo del suje-to, y al sujeto no le corresponde la eternidad. Yo creo más bien en la infinitud de lo humano, pero no en la eternidad individual del sujeto.

¿Cómo te gustaría morir?No me gustaría morir: vivir, vivir viviendo

¿Estado actual de tu espíritu?Insuperable en pleno retorno, 40 años de retorno. El cadete volvió vestido de azul, con la muchachada azul, el teniente que estuvo aquí, el capitán, el bachaquito de Sabaneta, “el Arañero”, 40, 57 años que ha retornado ahora para relanzarme: el nuevo Chávez.

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36 A PLENA VOZ

ÚLTIMA CONFESIÓN DEL COMANDANTEJOSÉ SANT ROZ

Page 39: A Plena Voz | # 75

37 A PLENA VOZ

El desenlace de mi drama

será algo diferente al que

sufrió el Libertador en

1830. No hay un Páez

en armas con el poder de una gran

sección de la república, pero sin de-

jar de considerar que tenemos un

buena parte de la población em-

banderada contra nuestra tierra,

aliada con el imperio de turno, con

fuerte apoyo del sector económico

y de la prensa nacional y mundial.

Aunque mis votos nuevamente

serán por la unidad de la patria.

Moriré, no como el Libertador ante

un cuadro de desintegración con

aquellos patriotas divididos: Justo

Briceño, Urdaneta, Mariano Monti-

lla, O’Leary, todos ellos en la Nueva

Granada y con aquella Venezuela

desgarrada bajo el mando de Páez

rodeado de abogados intrigantes: el

Miguel Peña, Leocadio Guzmán...;

y al sur, un Ecuador dominado por

un ambiguo como Juan José Flo-

res. Esa no es mi situación de cara

al porvenir: la patria que dejaré

quedará en manos de un pueblo

consciente de su destino. No moriré

tampoco con una camisa “presta-

da”, aislado de mi pueblo querido

y alejado de la tierra que más he

amado. No hay un par de hienas

avanzando desde el sur para tomar

el poder luego de haber destrozado

el cuerpo del Abel de Colombia.

No moriré viendo una América

Latina desintegrada como la en-

contramos en 1998.

Pero aun así, mis dolores tam-

bién vivirán en el futuro, siempre

recordando las palabras del Padre

Bolívar de que nada puede un po-

bre hombre contra el mundo entero.

Pobres hombres todos nosotros los

poseídos por el fuego sagrado de la

libertad, todos los poseídos por la

idea fija de tener soberanía para

darle una gran destino a Venezuela.

Ya sé que el año que viene no

estaré con mi pueblo, y que segui-

rán lloviendo injurias e infamias

contra todos los que sostenemos

este proyecto. ¿Pero quién podría

ahora engañar a este pueblo, lue-

go de catorce años de lucha contra

los engañadores de todas las horas,

contra esa monstruosa farsa que

montan los medios para aniquilar

con toda frialdad a quienes se en-

frentan a sus intereses?

También Bolívar fue víctima

de aquella bandada de periódicos

y opinadores que controlaban me-

dios como El Demócrata y Aurora.

Muerto Bolívar, lo siguieron

injuriando, llamándole tirano en

jefe, déspota, violador de la Cons-

titución jurada por el Congreso en

Cúcuta, y para escarnio de toda la

Gran Colombia, hicieron de Fran-

cisco de Paula Santander el sabio

regenerador de la paz y de la uni-

dad de los granadinos. A todos los

más nobles y grandes próceres de

la Independencia se les condenó en

Bogotá al ostracismo, a la cárcel o a

ser fusilados.

Aquella historia, hoy hemos lo-

grado superarla, aunque muchos

de los engañadores de todas las ho-

ras han logrado dejar una estela de

locura y de odio casi inextinguibles.

Yo tuve que asumir el papel del

condenado.

Del maldito.

Del señalado.

Del marcado.

Mi pueblo ha sabido entender

esta lucha y que hoy podemos de-

cir: no aramos en el mar: y por eso

está allí el pueblo en la calle, con sus

banderas y sus penas, con su fervor,

nobleza y generosidad infinitas.

Sé que me quedan pocos días.

Ya veo el tronar sin embargo de

otras victorias.

Y sé que hay tantas tareas aún

por cumplir, que es lo que me estre-

mece y a veces me acongoja, luego

de cruzar tantos desiertos: los hi-

jos de la patria: sus trabajadores,

el Plan de la Patria..., mis libros,

eternos consejeros, mis diarios, mis

recuerdos, mis padres, mis herma-

nos y amigos, mis llanos de Barinas

y del Apure, las coplas, los cantos,

lo vegueros de mi pueblo. Todos los

tesoros adorados de hermandad,

soberanía y patria que logramos

en esta luminosa marcha de veinte

años y que hemos tratado de prote-

ger como un avaro. Es lo que duele,

es lo que estremece y acongoja.

Con mis libros y mis temores,

con mis pensamientos y sueños

hasta más allá de los infiernos. Por-

que no hay cielo ni paraíso, no hay

castigo ni condena capaz de consu-

mir este cuerpo, de doblegar este

ideal, de contener estas pasiones

encendidas de amor por la patria,

por el fuego sagrado de cuanto vi-

bra bajo este cielo querido.

No es la muerte particular de

ninguno de nosotros lo que pueda

detener este oleaje de pasión y de

coraje revolucionario que corre ya

por toda Venezuela.

Inconcluso, tantos proyectos

soñados que como poemas han

quedado sembrados en tantos

Page 40: A Plena Voz | # 75

38 A PLENA VOZ

corazones; soplos de porfías deli-

rantes en medio de mil insomnios

con mis ríos de pueblos y de mis

amores, con el clarín definitivo del

impulso que ya está dado.

Es el “no retorno” que se ha

consolidado.

Nadie sabe de mis dolores.

Nada dejé traslucir de tantas pe-

nas, porque sólo los pobres y conde-

nados de la tierra las entienden.

Recorrer un país con el cuerpo

destrozado y venir a darse un mila-

gro: el alma de todo un pueblo que

es quien ordena y uno oyendo sus

mandos, sus razones y clamores.

Ha llegado a trascender uno por

obra y gracia del soportarse y el

echarse a rodar con el simple trá-

fago de las ansiedades y penas acu-

muladas de siglos. Abrazado a mi

pueblo amado, acabé disuelto en él.

Mis huesos, mis nervios, mi co-

razón, no eran parte de un cuerpo

sino de un destino y de una marcha

que estalló en las oscuridades de los

tiempos sin nombre: la voluntad

inoculada de generaciones tortu-

radas y perseguidas que se hicieron

mi espíritu y mi sangre. ¿Qué podía

ser uno llevado por la marea ince-

sante de un sentimiento de amor

encantado del que fui apenas un

minúsculo fragmento?

Ya no soy yo el que habla sino el

que transmite lo que se le dicta des-

de el compendio conflictivo de todos

nuestros dolores y tormentos. No

sé de dónde brotó siempre esta voz

fuerte, apasionada, desbocada. Con

estas cargas que destrozan pero nos

elevan, que oprimen y escuecen,

pero nos dan fuerza. La voluntad

de una especie soberana que se hizo

un pueblo. Que se adueñó de cuan-

to uno posee: con sus sueños de

grandezas y de temores, de peligros

y bendiciones.

Qué importa si nadie supo de

mis dolores, cuando sonría, aman-

do, aunque vibrara de pasión con

los cantos de mi pueblo.

Con tantas muertes sobrelleva-

das.

Ninguna realidad ha estado

jamás fuera de mí. Me han dicta-

do la norma de esta lucha contra

todas las tormentas. No es que me

vayan a asesinar: se trata de otro

ciclo más, y sé que me suplican que

no muera, que uno acaba siendo el

más paciente de los impacientes,

que tiene que traspasar las armas

para que otros continúen en la ba-

talla. Uno, al fin y al cabo, acaba

siendo parte de las causas del eter-

no retorno de las cosas.

Y acaba uno por no temer vivir

para siempre.

Disuelto con este espíritu agita-

do en la extensión ingrávida y pro-

funda de mi querida tierra. Alguien

que me moldeó, alguien que hizo de

mi vida una batalla interminable

para repetir una y otra vez la pala-

bra porfiada del que se ha vencido

a sí mismo, porque en verdad no he

nacido para morir, sino para cerrar

los ojos y escuchar el curso de los

siglos eternos en los que estaré una

y otra vez volviendo como anuncia-

dor de otro ciclo.

Alguien nos empujó a esta di-

mensión de vuelos venturosos para

poder construir este mundo en el

seno del universo. Una lucha con

el pensamiento en las batallas per-

fectas que nos han dictado. La vieja

canción de los juegos de fantasía

que nos iluminaban en la niñez.

Uno, que anduvo en esta lucha a

brazo partido para liberarse de lo

que se llama la persona, para al fi-

nal poder consagrarse a su pueblo.

La “persona” que es una simple

propiedad del ser del que hay que

liberarse. La persona que es una

máscara. Esa ha sido toda mi ver-

dadera encarnizada lucha. Por eso

pude levantarme contra todos los

prejuicios de todas las tiranías in-

ternas. Combatiendo con fuerzas

desiguales. Y así y todo pudimos

salir victoriosos frente al oleaje

monstruoso de los tiempos y de los

imperios.

Sin nada de que quejarnos ni

de que arrepentirnos: ¡Oh, corazón

impetuoso y de largo aliento, espí-

ritu perseverante, todo a ti te lo de-

bemos!

Ahí está el querido libro que he

cargado conmigo entre las espinas

y las derrotas. Ya no hay muerte

posible, porque si las flores se mar-

chitan por qué hemos de quejarnos

de este simple tránsito.

Amado pueblo, nunca te quejes

de nada. Síguete a ti mismo, que ya

conoces los mandatos inscritos en

tus corazones. Lloraremos juntos,

pero mira al frente todos los verdes

prados y grandiosos horizontes,

este brillante e inefable cielo, el mis-

mo de Sucre y de Bolívar.

PADRES ETERNOS.

Page 41: A Plena Voz | # 75

39 A PLENA VOZ

¿Por qué ibas a saber que él

había nacido? ¿Por qué ibas

a saber de las ventas de dul-

ces abrillantados? ¿Por qué

acerca de un muchacho flaco que

estudiaba en un liceo de Barinas

donde ni siquiera era líder? Imposi-

ble fijar la atención en uno que se

ponía a contrapuntear en las fiestas

de llano. Estabas ocupado con las

películas con guión de Cabrujas o

mirando feo a los camaradas que

se acomodaban con Carlos Andrés

Pérez, o acomodándote mientras

él ponía a sus soldados a escuchar

a Alí Primera o a cantar sus letras

en las marchas: No basta rezar y

dejando de ser pendejo ya la espe-

ranza se hará verdad. Imposible

adivinarlo en un mundo donde un

uniforme significaba un escolta de

Carlos Andrés Pérez o un instructor

de los fiscales de tránsito, o un yer-

no de Rafael Caldera, si era catire

y general. Ridículo pensar que al-

guien leía libros de historia en vie-

jas bibliotecas de viejos cuarteles y

se llenaba la cabeza de cargas de ca-

ballería, de disquisiciones sobre la

Patria, de cartas a través de las cua-

les un genio tocó al mundo, de aná-

lisis sobre el verdadero sentido de la

entrevista de Guayaquil. Imposible,

Se abren ojos de deidades indígenas

Gerónimo Pérez Rescaniere

Page 42: A Plena Voz | # 75

40 A PLENA VOZ

estando el pato Donald tan presente

en las pantallas de la televisión. Nor-

malmente, los jóvenes que pasan

horas en una biblioteca no saben

cantar, este cantaba, Simón Bolívar

parado en la tercera base.

Luis Herrera era un gordo sol-

tador de dichos: “Tarde piaste pa-

jarito”, “morrocoy no sube palo”.

Pero había un morrocoy subiendo

un palo, cruzando con otros te-

nientes las muñecas con cortes de

venas bajo el samán donde Bolívar

acampó con cientos de hombres

y no se le mojaron. Una vena es

como una cueva, bajo los zapatos

de lujo de los ministros y de Pedro

Tinoco se está cavando una cue-

va inmensa en cuya oscuridad de

agua se abren los ojos de deidades

indígenas, también los del Liberta-

dor. Todo es luz adentro de la cue-

va. Hacia la Sierra Nevada de Peri-

já corrían los caballos del coche de

Bolívar cuando debió detenerse en

la quinta de San Pedro Alejandri-

no, se abría una avenida nueva en

su laberinto y la tomó. En esa quin-

ta está ahora el Altar de la patria,

hecho de esculturas de mármol. En

su parte inferior está la Patria co-

lombiana, simbolizada en una her-

mosa mujer, en posición sentada,

protegiendo con su espalda una

pequeña puerta tras la cual está la

urna que guarda el corazón y las

entrañas del Libertador, dejadas

en Santa Marta cuando fueron ex-

humados sus restos para ser tras-

ladados a Caracas. Esa puerta sim-

boliza a Colombia como la entrada

del continente suramericano por

el río Magdalena, pero también es

las columnas del templo masónico,

la puerta al ámbito. El Libertador

buscaba otra cosa situada algunos

kilómetros más allá, la Sierra Ne-

vada, la montaña de los mamas.

Los mamas son gordos, caminan

en la niebla. Sus arúspices no ven

el mundo hasta que cumplen 18

años. Entonces son sacados de la

choza y observan el amanecer.

Tienen otra puerta, también abier-

ta hacia el ámbito. Puerta gorda,

sin forma. Dicen haber venido al

mundo por ella, ser superiores y

ser inferior el mundo de las má-

quinas. Dicen que su sierra es el

cuerpo, los sombreros blancos que

usan los picos con nieve, las lagu-

nas heladas son el corazón; los ríos

y las quebradas las venas, la tierra

los músculos, los árboles los pelos

del cuerpo. Él también los buscó,

el 17 de diciembre siempre fue día

de asistir a reunión secreta con

ellos. Le dijeron su muerte: “La

cueva es oscura, pura luz, por ella

entrarás”.

Pero el ministro que se lan-

zó como pájaro buchón al horno

del Banco Central lleno de billetes

desincorporados no sabe que existe

esa cueva. Creyó que era una pisci-

na, besaba las pacas viejas, clama-

ba “Son muy bellas, valen dema-

siado, no se pueden quemar”. Se

las llevó a su casa. Venezuela esta-

ba destruida y no lo sabía, lo supo

un viernes que llamaron Negro.

Regresó Carlos Andrés Pérez, el

principal endeudador, electo en li-

bérrimos comicios. Pedro Tinoco le

mandó a pedir asesoría a Domingo

Cavallo porque aquí se aplicarían

las medidas que aplicaba Menen

en Argentina. Las aplicó. Parece

que fueron tres mil los muertos del

Caracazo pero quien carajo podía

saber que moría un catire Acosta

Carles, que éste tenía un discípulo

al que llamaba carajito. La CIA de-

bió intuirlo, deducirlo, calcular su

aparición. Su anulación se preveía

en un proyecto para disolver los

ejércitos latinoamericanos elabo-

rado por un señor de apellido ita-

liano y era una previsión sensata

porque se iba a saquear los países.

Pero no lograron matar al mesías

vendedor de dulces. Después si, se

“bloqueó un presupuesto,” como

llaman ellos a un dinero destinado

a matar a un hombre. Una vena es

una cueva, o a lo mejor es el des-

emboque de una cueva de donde

brota una carretera a las cuatro

de la madrugada, por la que circu-

lan tanques en fila, camiones. Lo

demás es el entrompe del tanque

en la reja palacial, los tiros, la ma-

ñana llena de locutores, el hombre

que dice “Por ahora”.

“Nada de lo hecho hasta ahora

se asemeja a lo que habéis hecho,

y para que alguno pueda imitaros

será preciso que haya un mundo

por libertar”, fueron las palabras

con que el doctor José Domingo

Choquehuanca, descendiente de

los incas y amo en Azángaro, sa-

ludó al Libertador. Bolívar oía el

mensaje desde lo alto de su caballo,

parado escucharía él la prosa con

que los mamas lo iban a saludar.

Page 43: A Plena Voz | # 75

41 A PLENA VOZ

Hasta la coronilla estamos

de oír decir que “Chávez

dividió al país”, “este país

nunca había estado tan dividi-

do”, “Chávez lo fracturó en ricos

y pobres”. Hasta algunos letrados

en historia —de izquierda o de

derecha— y en algunos ambien-

tes culturales también, parecieran

concebir esa división como fabrica-

da por la magia de un demiurgo o

la de un encantador de serpientes.

Sólo el odio obsesivo y visceral de

algunos sectores sociales, políticos,

económicos y religiosos de la so-

ciedad venezolana, los más con-

servadores, puede producir tal ol-

vido. Olvido en el caso venezolano

significa error y al respecto valdría

la pena citar a Ortega y Gasset: “...

cuando un pueblo es joven y se está

Llegó mi comandante Chávezlourdes manrique

Page 44: A Plena Voz | # 75

42 A PLENA VOZ

haciendo, es cuando tiene para él

mayor influjo positivo el pasado...”.

Tal es nuestro caso, como latinoa-

mericanos y venezolanos somos

carne fresca, al menos en relación

con nuestros ex-colonizadores occi-

dentales.

Hay que recordar el fracaso de

los cuarenta años de falsa demo-

cracia, durante la cual, como se-

ñala Luis Cipriano Rodríguez: “no

falló el pueblo sino el liderazgo […]

Falló el triunfante Pacto de Punto

Fijo, retórico, leguleyo y antico-

munista. Falló el empresariado de

Fedecámaras, interesado priori-

tariamente en cobrar las deudas

de la dictadura y en fortalecer los

mecanismos de la acumulación

delictiva de capitales. Falló el cle-

ro, penetrado de tibieza y pruden-

cia conservadora. Falló el ejército,

donde el golpismo revanchista y el

temor a las movilizaciones popula-

res hicieron fracasar algunas ini-

ciativas propias. También falló la

Izquierda, demasiado frenada por

un discurso unitario, ya sin reales

perspectivas populares a mediados

de 1958. Sin perder de vista la va-

riable internacional imperialista

expresada en los bajos precios del

petróleo, en la insolente intransi-

gencia del presidente de la Creole

y en la amenaza intervencionista

norteamericana cuando sectores

del pueblo protestaron contra Ri-

chard Nixon en las calles de Ca-

racas. Cabe citar a lo interno de

Venezuela el fracaso de un camino

democrático que apenas empezá-

bamos a transitar”.

El 12 de abril del 2002, la

actuación de algunos sectores

sociales (evocamos las imágenes

de televisión de la juramentación

de Carmona, la multitud de “nota-

bles”) fue igual a la recordada en

el texto del historiador. Pero hubo

una excepción en el lado opuesto:

el líder, para el caso, la del coman-

dante Hugo Chávez Frías. Por pri-

mera vez en el período que engloba

el siglo veinte y lo que va del actual

no se registra incompetencia del

líder, por el contrario, está pre-

sente un conductor carismático, y

sobre todo humanista y solidario.

Su gran apoyo hacia el pueblo es

parte de una dialéctica de afectos,

gesta la respuesta de millones de

personas que veremos marchan-

do por el país, en reclamo de su

regreso, haciendo realidad la frase

ya dicha por este líder: “Amor con

amor se paga”, cosa repetida hoy

por el mismo pueblo clamando por

su retorno de Cuba curado, bajo la

consigna “Todos somos Chávez”.

Si hablamos de cambio, tam-

bién habría que reconocer el que

distancia la actuación de las Fuer-

zas Armadas durante el 12 y el 13

de abril últimos, de la de los años

de 1960, cuando, tras haberse

puesto a favor del pueblo que sacó

al dictador Pérez Jiménez, apoyan

a Rómulo Betancourt, a su repre-

sión, a sus políticas antinaciona-

les. Para el episodio del golpe de

abril y para el de la ausencia del

líder a causa de su enfermedad, el

sector castrense ha estado a favor

del pueblo, generando un gran

campo de fuerza que trascenderá

en la historia de Venezuela. Los

otros actores, una vez más han

fallado: la Iglesia, Fedecámaras,

el sindicalismo, los partidos en de-

clive o sus nuevas excrecencias, y

algunos sectores de la izquierda;

todos ellos postrados ante los nue-

vos imperativos del imperialismo

neoliberal internacional.

El odio pareciera olvidar que en

el origen de la actual fractura his-

tórica de clases, de este nuevo esce-

nario venezolano de caída de más-

caras, está primariamente nuestro

ser latinoamericano balcanizado

y arrojado a la muerte de nuestra

identidad, dividido en castas y en

clases. Los nuevos liderazgos que

vienen surgiendo en Latinoaméri-

ca son una respuesta a lo ocurrido

en el pasado, a fallos profundos,

geológicos, digamos metafórica-

mente, del inconsciente colectivo

latinoamericano. Liderazgos que

reconocen la labor latinoameri-

canista impulsada por Chávez y

por supuesto por el comandante

Fidel Castro, a través del Alba y en

contra del sistema depredador del

Alca.

Hay que recordar una Argenti-

na enfrentando solitaria los estra-

gos de una privatización neoliberal

y recordarla más tarde recibiendo

apoyo económico de parte de nues-

tro Presidente Hugo Chávez Frías.

El precio actual del petróleo, entre

100 y 110 dólares el barril, pinta

con detalle puntillista el retrato de

Rafael Cadera, bajo cuyo gobierno

terminó valiendo cinco dólares.

Entonces era lógico que se propa-

gará que Chávez estaba producien-

do “división” y “desestabilización”

en Latinoamérica y que un presi-

dente Toledo, que existió alguna

vez en Perú y ahora exhumo del

Page 45: A Plena Voz | # 75

43 A PLENA VOZ

olvido, dijera: “No permitiremos

que Chávez siga desestabilizando

a Latinoamérica con sus petrodó-

lares”. ¡Qué cosa, mientras Toledo

permitió la integración del Perú al

Tratado de Libre Comercio, Chávez

desestabiliza el saqueo imperial de

nuestros recursos naturales!

La figura del comandante, ade-

más de ser real, habita dentro del

mito latinoamericano prometeico

de liberación del pasado histórico.

Un pasado de promesas de tierras,

promesas de libertad de esclavos e

integración social, promesas de las

cuales, a falta de pan, se nutrieron

las fuerzas sociales menos favo-

recidas desde siempre. Promesas

que empezaron a ser traicionadas

por la oligarquía criolla cuando la

guerra de Independencia llega a

su fin. Es la misma oligarquía que

exilia a Bolívar y suprime su gran

proyecto nacional de unidad lati-

noamericana, en complicidad con

el Imperio Británico. Oligarquía la

misma ayer que hoy.

Si el Libertador pudo exclamar

“La hora de la América española

no ha llegado”, si casi dos siglos

vieron a gamonales y doctores

agacharse ante el poder norteame-

ricano y a hombres ilustres como

Salvador Allende, el Che Guevara

o Augusto César Sandino morir en

el intento de construir algo mejor,

si sólo Cuba triunfó, hoy aparecen

por todos lados buenas noticias.

¿Qué cambió? Parte de la novedad

reside en que la gente ya no asiste

a la gesta de una élite revolucio-

naria que la va a reivindicar, sino

toma la lucha en sus manos, con la

Participación, en aplicación quizá

indeliberada de la frase de Mao “La

revolución la hace el que la nece-

sita”. Lo que fue cita de estudiosos

adquiere profundidad de realidad,

protagonizan los cambios agricul-

tores pobres, indígenas, habitantes

de los barrios y en otros países del

continente- por los que tuvieron

un empleo y lo perdieron, los que

quedaron al margen de la compe-

tencia mundial por el cierre de las

empresas, generándose la “neopo-

breza”, también mujeres que rom-

pen las camisas de fuerza que les

imponía la sociedad machista. Y

esto fue creado por Chávez, desde

cerca o desde lejos.

El inconsciente colectivo lati-

noamericano está siendo liberado

y, —como diría un psicoanalista en

plena terapia—, estamos trayendo

a la conciencia, el pasado. ¿Quién

no recuerda la oferta de todo polí-

tico socialdemócrata que llegaba al

poder de “atender preferentemen-

te la problemática social”? Diez

años después, veinte años después,

aparecía otro genio prometiendo

“atender preferentemente, etc.,

etc,. ¿Cómo es que existía la pro-

blemática si el primero la había

enfrentado? Todo lo descrito en

párrafos anteriores ya lo sabíamos

y sin embargo continuó. La verdad

no nos hizo libres, acaso porque la

historia no había abierto su puer-

ta, acaso porque la inteligencia

no era muy inteligente. ¿Cómo se

explica que la inmensa mayoría

de la “intelligentzia” de izquier-

da sea hoy escuálida? Conocí esa

historia: se fueron tras el caballo

regalado del eurocomunismo y

cuando a éste se le agotó la no muy

abundante butría sacaron la bande-

rita neoliberal. La instauración de

dictaduras latinoamericanas, caso

de Chile, Argentina, los encallejo-

nó, el capitalismo predador de sus

pueblos pero dador de becas hizo el

resto, las teorías de J. P Sartre, E.P

Thompson, Herbert Marcuse, Al-

thusser, aportaron la mentira que

el corazón siempre pide, según el

tango, y siendo de lógica que des-

pués de grado venga el postgrado,

en los años noventa ya vemos a los

perdonavidas revolucionarios apo-

yando los proyectos neoliberales.

No hablo de intelectuales

nuestros solamente, toda la ul-

traizquierda norteamericana hizo

el mismo camino, tras ser que-

ma-conventos profesionales for-

mularon la teoría del Nuevo siglo

americano, devinieron el elenco

íntimo de George W. Bush y ejer-

cieron el poder desde la Oficina de

Proyectos especiales del Pentágo-

no, de la manera más bestialmente

fascista. ¿Sabía usted que Donald

Rumfeld fue de esos revoluciona-

rios ultra? Sépalo. Regis Debray es

otro ejemplo: de teórico del foquis-

mo que iba a hacer la revolución

con unos pocos y escogidísimos

revolucionarios supermilitares y

despreciativos de la lucha de ma-

sas, pasó a ministro del régimen

neoliberal de Franҫoise Miterrand

y a “experto en seguridad” de ese

y otros gobiernos franceses. ¿Y qué

decir de otro “nuevo filósofo” de la

camada de Debray, Bernard Levy,

gerente oculto de la operación que

asesinó a Libia?

Pero llegó el comandante y

mandó a parar.

Page 46: A Plena Voz | # 75

44 A PLENA VOZ

Hoy es 24 de julio, 194 años que nació Simón Bolívar. Al pensar que aquel hombre a mi edad, ya había comenzado la lucha por hacer realidad la Revolución, me siento algo así como si fuese incapaz. Sin embargo, me sirve esta fecha patria para retomar impulso y no desmayar en mi empeño de hacer de mi vida lo que quiero y estoy seguro que lo voy a hacer.

En la misma carta, el Comandante agrega:

El pasado viernes 22 fui un hombre muy feliz. Son los detalles que me hacen pensar que ustedes pueden tener razón cuando me dicen que la felicidad llega cuando uno menos la espera. Por la mañana, fui a dictar una conferencia acerca de la vida de Bolívar en la Escuela Normal de Cumaná, había como 500 alumnos llenando un salón múltiple, el pasillo del piso superior estaba también lleno, en forma de U, frente a mí. Cuando estaba yo parado en el escenario antes de comenzar, el Orfeón de la Escuela entonó el Himno Nacional. Entonces, queridos viejos, sentí una emoción inmensa, sentí la sangre hervir en mis venas, y mi espíritu se encendió de tal manera, que dicté una de mis mejores conferencias de las tantas que he dado, desde aquellos días en que papá Hugo me escribía las palabras y yo las leía en la Plaza Bolívar de Sabaneta. Les hablé de Bolívar, de nuestro pueblo. Al final, los muchachos no querían dejar de aplaudir y entonces me pareció que estaba en otra parte, me pareció trans-portarme a otros tiempos futuros, al ver aquella muchachada. Muchachada… falta de orientación, futuro de la Patria. Me pareció en esos momentos, que podría ser que yo alcance lo que deseo, y llegue a ser feliz.

CARTA DIRIGIDA POR HUGO CHÁVEZ A SUS PADRES

EN JULIO DE 1977, DESDE CUMANÁ

En el año de 1977 cuando Hugo Chávez tenía apenas 23 años ya poseía el rango de Subteniente. En esos tiempos le escribe a sus padres esta carta, la cual refleja de manera premonitoria lo que alcanzaría más adelante. Su enorme convicción por el bolivarianismo, así como, las expectativas que posee de la vida son elementos escla-recedores acá. La carta fue tomada del libro: Hugo Chávez Alma de la Revolución Educativa en Cristo y Bolívar, escrito por el Mayor General Jacinto Pérez Arcay.

Page 47: A Plena Voz | # 75

45 A PLENA VOZ

“Cuando abracé la ca-

rrera de las armas, lo

hice con el firme con-

vencimiento que ingresaba a la

reserva moral de la Nación con la

ilusión juvenil de servir a mi patria

como en una época lo hicieron los

Libertadores cuando ella les recla-

maba su participación.

Dios y mi querida Venezuela

me dieron la oportunidad de in-

gresar a la Academia Militar, mi

vida durante cuatro años transcu-

rrió apegada a los valores militares

que en todo momento me inculca-

ron. El honor, el deber y la verdad.

El Código de honor, día a adía,

condensaba la esencia de nuestra

formación moral. El claustro iba

modelando mi espíritu de servicio

porque un día sería oficial del Ejér-

cito, forjador de libertades. Conso-

lidé valores que fueron la amplia-

ción de las enseñanzas inculcadas

en mi formación familiar y que a

lo largo de mi existencia han sido

el norte que me guía, como aquel

Código de Honor que me compro-

metió a guardar culto al valor, a

la honestidad y a la verdad, que

practicaré y mantendré aún con

riesgo de mi propia seguridad y

bienestar.

Manifiesto del soldadoCuartel San Carlos

El siguiente texto lo escribió Hugo Chávez Frías durante sus días de reclusión en el Cuartel San Carlos (Caracas), donde lo llevaron inicialmente tras la insurrección militar del 4 de febrero de 1992 bajo su liderato. Pasa posteriormente a la cárcel de San Francisco de Yare, lugar en el que estuvo dos años esperando juicio. El 27 de marzo de 1994, salió libre gracias a un sobreseimiento otorgado por el presidente de Venezuela, para ese momento, Rafael Caldera.

Page 48: A Plena Voz | # 75

46 A PLENA VOZ

Sin embargo, hoy día veo con

tristeza como nos hacemos partíci-

pes del desangramiento de nuestro

país, por el cual lucharon nuestros

antecesores.

Nuestra institución cada día se

corrompe más, es un hecho que los

más idóneos para el combate, para

garantizar la seguridad nacional,

los verdaderos militares con voca-

ción de servicio, son los llamados

a dirigir nuestra organización. En

mis noches de vigilia, me pregunto.

¿Estos hombres que se venden ante

los políticos corruptos, para lograr

un ascenso, podrán liderar las vo-

luntades de una maquinaria de

combate para defender nuestra Ve-

nezuela? Honestamente no lo creo.

Es cierto; hay excepciones, pero

forman parte de esta sociedad de

cómplices que destroza al país.

La política ha deteriorado tanto

nuestra organización que algunos

comandantes dan prioridad para

complacer a los políticos estadales

en lugar de ocuparse del entrena-

miento; las horas para instrucción

de las tropas al igual que su presu-

puesto se van en hacer concursos

de sancochos, mercados populares,

limpiar haciendas, otras activida-

des con intereses particulares en

vez de prepararnos para el cumpli-

miento de nuestra misión. (Asegu-

rar la defensa nacional).

Que tristeza, desde pequeños

nuestros noveles oficiales se alejan

más de nuestra razón de ser al ver

el comportamiento de sus líderes.

Ya nadie quiere ir a los Cazadores,

Selva, Frontera, el centro del poder

es Caracas, todos quieren trabajar

en el círculo vicioso: Guardia de

Honor, Batallón Caracas, O’Leary,

etc. ¿Con este nivel de convenci-

miento y motivación aseguramos el

cumplimiento de la misión para la

cual fuimos forjados? Es difícil.

El Ejército, que es mi fuerza,

debe estar desmoralizado si siente

como nos corrompen día a día.

El deber, el honor y la verdad, ni

siquiera se enseñan ya en la Acade-

mia Militar, donde la corrupción se

personifica en la figura de su actual

director, ejemplo de los políticos

uniformados en nuestras Fuerzas

Armadas.

Con mirada impotente, veo ante

mis ojos que todos estos principios

que me formaron son pisoteados

por algunos de mis superiores y

a los cuales debo subordinación,

obediencia y lealtad. ¿Cómo puedo

ser leal a aquel que no ha sido leal

con mi patria? ¿Cómo puedo ser

obediente a aquel que no ha sido

obediente a los ideales Bolivarianos

que son el origen de nuestra patria

y nacionalidad? ¿Cómo puedo ser

ferviente defensor de aquel que ha

ultrajado con infames vicios este

ensayo democrático nacido el 23 de

enero de 1958, que tiene su origen

en las Fuerzas Armadas, el pueblo

uniformado?

No es que me encuentre fuera

de las leyes y reglamentos que con-

forman mi disciplina militar, pues

sobre ella está la Carta Magna de mi

país que me enseña y recuerda mis

deberes de ciudadanos y sobretodo

de Bolivariano y además me orde-

na, como hombre de las armas que

soy, defender a toda costa el sistema

democrático del cual es una de sus

expresiones. Pero dentro de estos

términos y al final de un profundo

análisis llego a la firme conclusión

de que soy un cómplice y un desleal

para con mis compatriotas venezo-

lanos, al permitir el rumbo que ha

tomado este ensayo democrático,

desligándose por completo de aque-

llas instrucciones que nos da la

Constitución Nacional acerca de la

conducción de nuestra patria.

Para muestra solo hace falta

leer la prensa diaria. Narcocampa-

ña, Manzopol, corrupción de las

empresas Básicas del Estado (CVG),

corrupción en la Fiscalía General

de la República. Indolencia para

ejecutar las reformas del Estado y el

problema económico del día: el En-

deudamiento producto de la mal-

versación de los dineros del Estado.

Ante esta situación: ¿Me adap-

taré y me sumaré sin conciencia al

desangramiento de mi patria? ¿Con-

tinuaré indiferente, miedoso y recor-

dándome constantemente: no es mi

problema, por qué no hago nada?

Haré cualquier cosa que no sea que-

darme con los brazos cruzados.

Mi decisión como militar ho-

nesto, patriota y por sobre todas

las cosas, venezolano bolivariano

que está en desacuerdo total con el

rumbo que ha tomado este ensayo

democrático y que se ha convertido

en el cáncer que está carcomiendo

las bases morales de la patria, es no

seguir apoyando un sistema de go-

bierno, que ha perdido legitimidad

ante el pueblo venezolano y declaro

mi decisión de luchar sin descanso

por darle al país el rumbo hacia la

verdadera democracia, para que

tú, Padre Libertador, puedas bajar

tranquilo al sepulcro.

Page 49: A Plena Voz | # 75

47 A PLENA VOZ

EL ARAÑEROUstedes saben que yo vendía

arañas. Desde niño, más o menos,

tengo noción de lo que es la econo-

mía productiva y cómo vender algo,

cómo colocarlo en un mercado.

Mi abuela terminaba las arañas y

yo salía disparado. ¿Pa’dónde iba

a coger? ¿Pa’l cementerio? Estaría

loco. Allá estaba a lo mejor una

señora acomodando una tumba, a

lo mejor un entierro. Si había un

entierro entonces yo aprovecharía

¿verdad? Pero no, ¿pa’dónde? Pa’l

Bolo. Más de una vez mi papá me

regañó: “¿Qué haces tú por aquí?”

“Vendiendo arañas, papá”. Todas

las tardes, a las cinco, se veían allá

los hombres del pueblo. Mi papá

jugaba bolos porque él es zurdo y

lanzaba bien.

En el bolo yo vendía la mitad,

y después pa’l cine. La concentra-

ción, pues, en la Plaza Bolívar. A

la salida de la misa estaba yo, mire,

con mi bichito aquí: “Arañas calien-

tes”, no sé qué más. Y le agregaba

coplas: “Arañas calientes pa’ las vie-

jas que no tienen dientes”, “arañas

sabrosas, pa’las muchachas buena-

mozas”, cosas así. Arañas calien-

tes, araña dulce, pa’no sé qué. Yo

inventaba, ya casi se me olvidaron

las coplas. A las muchachas yo les

cantaba. Dígame si salía por ahí Er-

nestina Sanetti, ¡ah!, yo le cantaba.

Ernestina Sanetti, Telma González,

de las bonitas del pueblo. Entonces

vendía mis arañas ahí donde estaba

el mercado y la concentración.

¡Cómo olvidar las fiestas de Sa-

baneta! Yo era monaguillo, tocaba

las campanas, y había que tocarlas

duro los días de fiesta. Y la abuela:

“¡Huguito, hay que buscar más

lechosa!”. Porque en los días nor-

males yo vendía no más de veinte

arañas dulces; eran dos bolíva-

res con un real. En cambio, en las

fiestas se vendían hasta cien ara-

ñas diarias. Mi abuela se levanta-

ba muy temprano. Yo la ayudaba;

les comía las paticas a las arañas.

Y le regalaba una a Hilda, que me

gustaba aquella muchachita. Me

quedaban por lo menos dos lacha s

todos los días, para montarme en la

montaña rusa y la vuelta a la luna

aquella. Me gustaba ir al circo y ver

las trapecistas bonitas que se lanza-

ban. De cuando en cuando iba un

elefante, un tigre en una jaula, y

uno vivía las ilusiones del ms de oc-

tubre. Dígame en las fiestas patro-

nales. ¡No! Estábamos en emergen-

cia, había que buscar lechosa no sé,

hasta allá en el río, porque se ven-

día mucho, y además no teníamos

competencia. La única casa donde

se hacían arañas en este pueblo era

Chávez contado por sí mismo(Selección de textos del libro: Cuentos del Arañero de Hugo Chávez Frías,

compilado por Orlando Oramas León, Jorge Legañoa Alonso)

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48 A PLENA VOZ

la casa de Rosa Inés Chávez. Sí, un

monopolio.

MAISANTAEl abuelo de mi madre llegó a

Sabaneta, venía de las guerras de

fin de siglo. Cargaba este escapu-

lario. Le hemos calculado como

ciento cincuenta años, porque era

del papá de Maisanta, de Pedro Pé-

rez Delgado. El papá de Pedro Pérez

Delgado se llamaba Pedro Pérez

Pérez. Esta es una cruz, solo que

una cruz de espadas, apenas se ve.

La otra es el escudo de la Virgen

del Socorro. ¿Quién fue Pedro Pé-

rez Pérez? Yo me puse años y años

a investigar esa historia, buscando

papeles, grabando cosas y además

preguntándole a los viejos por es-

tos pueblos. Después perdí docu-

mentos, pero yo tenía como cin-

cuenta casetes, de aquellos viejos.

Uno andaba con un grabadorcito,

y le hacía entrevistas a ancianos,

a viejos soldados, viejas mujeres,

viejos hombres de comienzos del

siglo pasado que todavía vivían

hace veinte, treinta años atrás.

Bueno, Pedro Pérez Pérez era

un indio guariqueño. Se fue a la

guerra detrás de Zamora.

¿Y por qué Zamora se fue a la

guerra? Bueno, como consecuen-

cia del fracaso del proyecto de Bo-

lívar. Fue una nueva revolución

de los pobres. Y con él se fue Pedro

Pérez Pérez. Mataron a Zamora en

1860 y Pedro Pérez Pérez se fue a

Ospino, allí se casó con Josefa Del-

gado. Y tuvo dos hijos: Petra Pérez

Delgado y Pedro Pérez Delgado.

Así cuenta mi tía Ana, la tía de

mamá. Allá está, noventa y cinco

años cumplió. Yo la llamo de vez

en cuando. Hace poco la mandé a

buscar para que conociera a una

hija de Emiliano Zapata, tienen

la misma edad. Porque Pedro Pé-

rez fue como un Emiliano Zapata,

como un Pancho Villa, fueron los

últimos de la caballería que salie-

ron lanza en mano, machete en

alto a decir ¡Viva la Patria! Fueron

los últimos de a caballo. Ese fue tu

abuelo. Era el padre de Rafael In-

fante, tu padre, nuestro abuelo, y

de Pedro Infante a quien yo conocí

ancianito, en Guanare, poco antes

de morir. Tu tío, mamá, era igua-

lito al padre, alto, blanco; eran

catires, pelo amarillo. Le decían

“el americano”. Por eso viene mi

madre y su estirpe criolla, pero

blanca. A mi madre le decían “la

americana” cuando era niña.

Eso me lo contaba Chucho

Navas en Sabaneta, una tarde,

ya viejito, poco antes de morir, y

tío Julián; con ellos hablé yo mu-

cho. Yo tenía esa cinta. ¡Dios mío!

Adán, ¿tú no sabes dónde está? Se

la llevó el huracán. Eso valía oro

para mí. Tío Julián me con con-

tó una tarde en Sabaneta, testigo

de esto es Miguelito González, mi

cuñado. ¿Tú sabes cómo se llama-

ban los perros de Maisanta? Pe-

rrondongo y la Chuta, dos perros

cazadores. Y su caballo se llamaba

Bala, un caballo negro, cuando vi-

vía en la Marqueseña y era coro-

nel. Él era uno de los hombres de

Cipriano castro, y ahí está la his-

toria, pues. Yo fui consiguiendo el

camino, investigando, preguntan-

do, dije: “¿Ah?, ¡ahora entiendo!”

Uno oía allá lejos que hablaban de

un tal guerrillero, un asesino, un

bicho malo, un abuelo malo. Des-

cubrí la verdad ya siendo soldado.

¿Ah?, ¿qué bicho malo era? No era

bicho malo. Maisanta fue ascendi-

do a coronel por el mismísimo Ci-

priano Castro, porque cuando en

1899 Castro se vino con Juan Vi-

cente Gómez, con 60 hombres de

a caballo, con machete, desde allá

desde el Táchira, pasaron por aquí.

Maisanta vivía en Sabaneta. Ahí se

había venido porque había matado

Page 51: A Plena Voz | # 75

49 A PLENA VOZ

a un hombre. Le metió cuatro tiros

a un coronel de apellido Masías, en

Ospino, porque le preñó a la her-

mana y no reconoció la barriga.

Era un carajito de quince años, le

metió cuatro tiros. Ya había muerto

el viejo Pedro Pérez Pérez. Tuvo que

irse, porque si no lo matan, y se me-

tió a la guerra.

En 1896 se alzó un general

que era amado por los pueblos, se

llamaba José Manuel Hernández.

La primera campaña electoral

que hubo en Venezuela de pueblo

en pueblo, la dirigió José Manuel

Hernández. Perdió los dedos de un

machetazo en una batalla el “Mo-

cho” Hernández. Era la Venezuela

que buscaba caminos después de la

tragedia de haber echado de aquí

al padre Bolívar, matado a Sucre, y

la tragedia de 1830. Y el “Mocho”

Hernández ganó las elecciones, se

las robaron. Se vino pal’monte. Se

disfrazó de cura, se vino para los

llanos. Cerca de San Carlos armó

un ejército y lanzó la revolución de

Queipa. Pedro Pérez Delgado tenía

diecisiete o dieciocho años, huyen-

do con este escapulario, y se hizo

soldado.

Esa revolución fracasó, el “Mo-

cho” fue hecho preso, se lo lle-

varon para Caracas. Pedro Pérez

Delgado, el muchacho, se monta

en una carreta de mula con Nata-

lio Menoni, que comerciaba desde

Valencia por todos estos llanos.

Llegó a Sabaneta de ayudante de

carretero, tenía menos de veinte

años. Era 1897/1898. Allí comen-

zó a trabajar con Natalio Menoni,

Julia Rache. ¿Papá conoció a Julia

Rache, viejita? ¡No la conoció! Mi

abuela, a lo mejor. Yo como que

los hubiera conocido, porque me

echaron los cuentos de cómo era

Julia Rache, que tenía grandes ca-

fetales por la costa del Padre Vieja,

y por aquí por las montañas de Mi-

jagual, que era todo esto. Era una

montaña impenetrable, había ti-

gres, jaguares, leones, todo eso me

lo contaban, y me imaginaba de

muchacho que vivía aquel tiem-

po. Eso me fue llenando de pasión.

Me fui consiguiendo el fuego por

los caminos y de repente me hice

un incendio, ¡pum!, y aquí voy.

Cogí conciencia de qué llevo en

la sangre. Cuando agarré un fusil

dije:” ¿Pa’ qué es este fusil, carajo?,

¿pa’defendé’ a los traidores o pa’

defendé al pueblo?”. Y aquí estoy,

¡Es pa’ defendé: al pueblo!

Bueno, pues cuando el “Mo-

cho” se alzó en Queipa, ahí cerqui-

ta del Pao, de San Juan Bautista,

Joaquín Crespo, que era guerrero,

era jefe del ejército, no era pende-

jo. Él entregó la Presidencia pero

se quedó de jefe del ejército. Eran

hombres de batalla y él mismo se

vino comandando un ejército a

buscar al “Mocho” Hernández.

Y en la primera escaramuza, los

primeros tiros, cayó muerto el

ex presidente Joaquín Crespo. Lo

mató un francotirador. Como ya

iba a entrar en batalla, se bajó de

la mula y se estaba montando en

el caballo blanco alazano. En el

momento en que está montando

el caballo, ¡pam¡, cae muerto el

jefe del ejército, el ex presidente. El

último caudillo. Cuando cae Cres-

po, el país se anarquiza, surgen

caudillitos por todos lados. Él era

el que mantenía aquel caudillaje

controlado, y el país entra en un

caos terminal. Hubo como cuatro

guerras. Se alzó Ramón Guerra, se

alzó el otro en Guárico, se alzaron

por aquí y Venezuela se convir-

tió en un maremagnum, y en ese

maremagnum surgieron Cipriano

Castro y Juan Vicente Gómez.

Mire, sesenta hombres se vi-

nieron desde territorio colombia-

no. Castro era el líder, Gómez era

el que tenía dinero porque era un

hacendado. Por aquí pasaron, ¿y

saben quién se pegó? Pedro Pérez

Delgado, que buscó un caballo, a lo

mejor el caballo Bala, y otro gru-

po de llaneros de aquí y se fue con

ellos y peleó en Tocuyito, donde

hirieron a Castro, quien entró en

Caracas con un tiro en la pierna, y

tomó el gobierno. Era 1899. ¡Ter-

minaba el siglo diecinueve! A los

pocos meses, Pedro Pérez era co-

ronel, y Castro lo mandó como jefe

civil y militar de toda esta zona,

desde Boconoíto hasta Puerto Nu-

tria, incluyendo parte de Apure. Y

mandó un buen general a Barinas,

Juan José Briceño, pacificador de

los llanos.

Y así pasaron los años. Era

1900 y Pedro Pérez se arrejuntó

con tu abuela, la Claudina Infan-

te. En La Marqueseña vivían ellos.

Esas tierras eran del viejo Severo

Infante, el papá de Claudina. En

1903 nació el mayor de los her-

manos, que era Rafael. Por eso me

llamo Rafael, por mi abuelo Rafael,

aunque no lo conocí. Y además,

Pedro Pérez Delgado se llamaba

Pedro Rafael. Por eso que a uno le

puso Pedro, su primer nombre, y al

Page 52: A Plena Voz | # 75

50 A PLENA VOZ

otro de sus hijos le puso Rafael. Y

así nacieron Pedro Infante y Rafael

Infante.

No les dio el apellido. Me conta-

ba tu tío Pedro, anciano ya, allá en

Guanare, que ellos recibían cartas

que él les mandaba de las guerras

de Apure, diciéndoles: “Firmen con

mi apellido, firmen Pérez”. Pero

nunca hubo un documento legal

que reconociera el apellido y ellos

se quedaron Infante. Pasaron los

años, 1904, 1905, 1906, 1907, la

oligarquía de Caracas contra Cipria-

no Castro, los gringos contra Castro.

Y llegó 1908, rompen relaciones

Caracas y Washington. Se enferma

Cipriano Castro. En diciembre se fue

Castro para Europa a operarse de los

riñones, y lo tumbó Gómez. Bueno,

no lo tumbó Gómez, lo nombraron

los gringos. Los yanquis se adue-

ñaron de Venezuela, el petróleo. A

los pocos meses en Sabaneta había

reuniones, uno de los líderes: Pedro

Pérez Delgado. Un italiano, “musiú”

Mauriello, de izquierda, revolucio-

nario de los Mauriello que por ahí

andan. Lo mandaron a buscar, lo

mataron, machetea’o en la costa

del caño allá del Boconó. Lo deja-

ron tirado ahí; vino alguien a avisar

a Pedro Pérez: “Mataron a musiú

Mauriello”. Esa noche Pedro Pérez

buscó cuarenta de a caballo, buscó

los machetes, buscó los fusiles, se

vino pa’ Mijagual. Por aquí por San-

ta Rosa, emboscó al coronel Colme-

nares, que era el coronel gomecista

que mandaron para sustituirlo. Lo

emboscó a machete. Fue la vez que

se disfrazó de vendedor de taparas

de miel, una batalla a machete. Por

aquí cerca fue, y más nunca volvió

a Sabaneta. Cogió camino pa’allá,

cruzó el Apure y comenzó la leyenda

de Pedro Pérez Delgado. Hasta 1922

estuvo alzado, como dice la canción

de Cristóbal Jiménez. Cayó preso

y, cuando tenía apenas cincuenta

años de edad, murió envenenado en

el Castillo Libertador, en Puerto Ca-

bello. Dicen los que estaban ahí que

salió con un dolor. No aguantaba,

se quitó el escapulario, lo lanzó a la

pared y dijo: “Maisanta, pudo más

Gómez”. Y cayó muerto.

Yo cuento esto no sólo para mis

amigos, no sólo para mí mismo y

mis compañeros, sino ustedes yan-

quis, sepan bien qué es lo que hay

aquí dentro: conciencia y fuego que

nada ni nadie podrá apagar mien-

tras viva. Y mientras yo viva, este

fuego y esta conciencia estarán al

servicio de la Revolución Bolivaria-

na, de la liberación de Venezuela,

de la independencia de Venezuela,

de la grandeza de Venezuela.

Ya basta, no sólo de traicio-

nes, ya basta de pactos con la

oligarquía, ya basta de derrotas,

compatriotas. Llegó la hora defi-

nitiva de la gran victoria que este

pueblo está esperando desde hace

doscientos años. ¡Llegó la hora!,

no podemos optar entre vencer o

morir. Nosotros estamos obligados

a triunfar y nosotros triunfaremos.

EL JURAMENTO(Samán de Güere)

Habrá que recordar a toda

Venezuela que José Martí fue un

infinito bolivariano. Recogió las

banderas de Bolívar, las alimentó,

las actualizó después de la caída de

Bolívar y del proyecto bolivariano.

Por eso recuerdo aquel 17 de di-

ciembre de 1982, allá en la querida

Maracay. Estaba el Regimiento de

Paracaidistas en formación para

conmemorar el día de la muerte

de Bolívar, y se le ocurre al coronel

Manrique Maneiro, a quien llamá-

bamos cariñosamente el “Tigre

Manrique”, decirme que pronuncie

las palabras de ese día. Éramos capi-

tanes y como no escribí discurso ni

nada, me paro frente al escuadrón,

todo el cuadro de oficiales, todas las

tropas, y me inspiré en Martí aquel

mediodía. Y repetí: “¡Pero así está

Bolívar en el cielo de América, vi-

gilante y ceñudo, sentado aun en

la roca de crear, con el inca al lado

y el haz de banderas a los pies; así

está él, calzadas aún las botas de

campaña, porque lo que él no dejó

hecho, sin hacer está hoy; porque

Bolívar tiene que hacer en América

todavía!” Eso lo escribió Martí.

Lo repetimos aquel día, y ahí

comenzó el discurso: “¿Cómo no

va a tener Bolívar que hacer en

América con tanta miseria, con

tanta pobreza, desigualdad?” Por

ahí me fui. Eso no está grabado,

lamentablemente, ni lo escribí,

sólo que tenemos en la memoria

muchas cosas. Cuando termino las

palabras había un frío expectante,

que paraba los huesos y los pelos.

Y dice un mayor: “Chávez pareces

un político”. Entonces salta Fe-

lipe Acosta Carlez y le responde:

“Mire, mi mayor, ningún político

es el capitán Chávez, lo que pasa

es que así hablamos los oficiales

bolivarianos y ustedes se mean

en los pantalones”. Se armó una

Page 53: A Plena Voz | # 75

51 A PLENA VOZ

situación muy tensa. Estábamos

ahí todos, y recuerdo que el coro-

nel Manrique, buen jefe, cuando

vio que la situación se ponía tensa

con los capitanes por aquí, unos

mayores por acá, un teniente co-

ronel por allá, entonces mandó

silencio y dijo: “¡Que esto no salga

de aquí!”. Y agregó algo que no se

lo creyó ni él mismo: “Señores ofi-

ciales: todo lo que el capitán Chá-

vez ha dicho yo lo asumo, porque

como anoche le dije que hablaría

hoy, aunque no lo escribió, me lo

dijo en mi oficina”. ¡Mentira!, ¡que

iba a estar yo diciendo nada! Ahí

murió aquello, todos lo asumieron

disciplinadamente.

Pero no murió, más bien ahí

nació. Minutos más tarde viene

Acosta Carlez, nos invita a trotar.

Nos fuimos al Samán de Güere y

lanzamos el juramento aquel. Esa

misma tarde nació el Ejército Bo-

livariano Revolucionario. Éramos

cuatro: Felipe Acosta Carlez, Jesús

Urdaneta Hernández, Raúl Isaías

Baduel y este humilde servidor,

solo que era 1982. Diez años des-

pués vino la rebelión bolivariana

del 4 de febrero, parte de todo ese

proceso que brotó del fondo de la

tierra y de la historia venezola-

na; todo eso de Bolívar, de Martí.

Y bolívar, ¡setenta años antes que

Martí!, lanzó la profecía, adivinó

al imperio. No se veía todavía, pero

él lo adivinó como el campesino

cuando huele la lluvia más allá del

horizonte. “Huele a lluvia”, decía

mi abuela Rosa Inés. Bolívar olió el

imperialismo. Impresionante, sólo

vamos a recordar la frase: “Los

Estados Unidos de Norteamérica

parecen destinados por la provi-

dencia para plagar la América de

miserias a nombre de la libertad”.

Era 1826, ¡Vaya qué genio el de

Bolívar! el primer gran antiimpe-

rialista, junto con Martí y todos

aquellos hombres.

SALÍ RESUCITADONo estoy exagerando. Muchos

hombres cumplieron un papel, al-

gunos heroicos, algunos dieron la

vida, pero las mujeres venezolanas

cumplieron el papel determinante

en aquellas jornadas de los días 12

y 13 de abril de 2002 de muchas

maneras, en distintos espacios, pero

sobre todo en la calle.

Y veía anteanoche unos testi-

moniales muy buenos que el Canal

8 ha preparado. Ese cerro de El Valle

se vino abajo completo, el pueblo se

fue hacia Fuerte Tiuna, desarma-

dos, y al frente tenían unos tanques

de guerra. Una mujer cuenta cómo

un grupo de mujeres se paró frente

a un tanque y empiezan a gritar:

“Soldado, tú del pueblo”, hasta que

se bajaron los soldados del tanque y

se lo dejaron a ellas. Ahí se monta-

ron, solo que no sabían manejarlo.

Y así pasó en muchos lugares. En

lo personal, a lo largo de esas horas

que viví, aparecieron las mujeres de

distintas maneras. La primera fue

mi madre allá en Palacio. Esa ma-

drugada apareció hecha huracán y

recuerdo que me dio una lección de

coraje. Ya yo había decidido irme a

Fuerte Tiuna, no sabía que estaba

en el Palacio a esa hora, ella llegó y

se metió al despacho. Un grupo de

traidores andaban allí ofreciéndose

para el diálogo, iban y venían. Pero

todos fueron unos traidores, otros

cobardes. Estábamos conversando

y llegó mi madre con un mensaje de

coraje, de fuerza y de mucho amor,

por supuesto.

Luego ya prisionero en Fuerte

Tiuna, en la habitación donde me

tuvieron preso desde el amanecer

del 12, ahí en la Policía Militar, lle-

garon dos mujeres militares, fiscales

muy jóvenes. Estaban amenazadas,

presionadas, vigiladas, pero les per-

mitieron entrar como para llenar un

formato. Ellas hicieron un acta y yo

les dije: “Pongan ahí, por favor, que

yo no he renunciado”. Ya estaban

diciendo por todos lados que yo ha-

bía renunciado, era media mañana

de aquel 12 de abril y ellas presio-

nadas por un golpista que estaba

viéndolas allí, chequeando lo que

escribían. Ellas no escribieron lo que

yo les había pedido, así que firmé el

acta y les dije: “Bueno, está bien”.

Ellas se fueron. ¿Saben lo que hicie-

ron? En letras minúsculas, chiquiti-

cas escribieron debajo de mi firma.

Nota: “Manifiesta que no ha renun-

ciado”. Y cuando salieron del ámbi-

to de vigilancia y presión de los gol-

pistas, consiguieron y le mandaron

una copia al fiscal general, Isaías

Rodríguez. Esa es una de las cau-

sas o de los disparadores de aquella

rueda de prensa que el fiscal Isaías

valientemente da. Y él dice: “No

hemos visto la renuncia firmada

del Presidente, más bien tenemos

evidencias de que él manifiesta que

no ha renunciado. Por tanto, —dijo

Isaías aquella tarde— sigue siendo

el presidente”. Eso fue un mensaje

Page 54: A Plena Voz | # 75

52 A PLENA VOZ

que le dio como con un misil a la

matriz de opinión que habían esta-

do creando, a punta de repetición,

de que yo había renunciado. Bueno,

las dos muchachas, fíjate. Después

me sacan de Fuerte Tiuna y me lle-

van en helicóptero cerca de la media

noche a Turiamo. Me querían ma-

tar en Fuerte Tiuna, pero un grupo

de oficiales lo impidió, entonces me

sacan a Turiamo. Allá también me

querían matar, otro grupo de solda-

dos lo impidió y obligaron más bien

a los sicarios a devolverse en el he-

licóptero; empezaron a protegerme.

Entonces me llevan a una enferme-

ría de la base naval y aparecen otra

vez las mujeres: una doctora y una

enfermera, militares las dos. La doc-

tora me chequea esa madrugada. Y

la enfermera, una mujer joven, mo-

rena, de Barlovento me dijo que era.

La doctora salió y ella se queda. Yo

estaba con un shorcito, una franela

y descalzo, porque no tenía nada,

ni unas chancletas; preso es preso,

pues. Yo le veo los ojos y ella me dice

de repente: “¡Ay, Presidente, ay mi

comandante!, yo que soñaba con

conocerlo desde niña, pero jamás

pensé que iba a conocerlo así”. Ella

me vio derrotado, sentado ahí, yo es-

taba como abandonado, en verdad.

Cristiano como soy, dije: “Bueno, lo

que tú quieras, si me tocó morir hoy,

aquí, estoy listo. Eso sí, si me toca

morir, no vaya pedir clemencia, ni

perdón, ni nada, sino que hay que

morir de pie como murió el Che Gue-

vara”. Entonces, aquella muchacha

me dice: “Mi mamá lo quiere tanto.

Y mi hijo, si usted lo viera cuando

usted sale por televisión, se para fir-

me y saluda”. Yo le pregunto: “¿Y tú

hijo, cuántos años tienes?”. “Tiene

tres”. “Cómo se llama”, y tal... Ella

me habla y se va llorando. Exploté...

y me metí en el baño a llorar, pero en

esas lágrimas me pasaban todos los

niños pobres del mundo, los descal-

zos... Fue definitivo aquel mensaje,

porque incluso ella me dice: “¡Ay!,

¿qué será de mi hijo ahora?”. Eso

me disparó un sentimiento especial

que tenemos nosotros los revolu-

cionarios por los niños, y entonces

dije: “¡Dios mío!, ¿qué va a ser de los

niños ahora, con este cuadro de es-

cuálidos, de perversos, y de oligarcas

controlando a Venezuela?, ¿qué va a

ser de los niños venezolanos?”. Des-

pués me lavé la cara, me senté allá,

en una sillita. Y juré una vez más:

“Yo tengo que volver”. Aquello me

dio duro en el alma. Salí de aquel

baño resucitado, retomada la fuer-

za. Era tarde en la noche y cuando

amanece ya yo estaba hablando con

los sargentos y unos oficiales jóve-

nes que me custodiaban, haciendo

el plan para irnos a Maracay. Pero

no hizo falta, ahí llegó un helicópte-

ro, nos fuimos a La Orchila y allá fue

el grupo de paracaidistas y la Fuerza

Aérea al rescate. Antes de que salie-

ra el sol por tercera vez consecutiva,

ya estaba de nuevo en Miraflores.

Fue como un milagro. Venía en el

helicóptero, y yo decía: “¡Dios mío!,

¿será verdad esto?”. Entonces me

dicen: “Vamos a Maracay”. “A Ma-

racay no, vamos a Caracas, vamos

al Palacio”. “Que todavía no hay

control sobre las adyacencias”. “No

importa, vamos al Palacio”.

Y no solo en mis aconteceres di-

rectos de aquellas horas, sino en las

calles, en los barrios, en los pueblos,

la mujer venezolana dio una demos-

tración contundente y heroica de

lo que es capaz, de su fuerza, de su

amor, de su coraje.

Page 55: A Plena Voz | # 75

53 A PLENA VOZ

El pasado 5 de marzo de 2013, María Gabriela Chávez, hija del presidente Hugo Rafael Chávez

Frías,  dio lectura a una carta dedicada a su padre durante el homenaje con el cual culminó la capilla

ardiente llevada a cabo por 8 días continuos en la Academia Militar

Duele tu partida, es un dolor que me quema el alma, qué difícil se me puso la vida sin ti.

Durante estos días he estado tratando de comprender por qué te has ido, por qué nos has

dejado con este inmenso vacío.

He llorado, he gritado, he rogado al cielo que te devuelva a mí, luego me calmo, respiro,

te amo, te siento, vuelvo a tí y te vuelvo a llorar.

Hoy creo haber entendido todo esto. Tu alma es tan infinitamente inmensa que ese cuer-

po te quedó pequeño y sencillamente tuviste que volar y ser libre.

Te lo dije viéndote a los ojos poco días antes de tu partida, eres un gigante. En algún

momento me exigiste ser fuerte en caso de que llegara a suceder lo peor. ‘Debes ser fuerte mi

María y debes seguir el camino pase lo que pase’.

Hoy te juro que daré lo mejor de mí, te juro que sacaré fuerzas, de no sé dónde, para po-

der seguir adelante y tú siempre serás la luz que ilumine mi camino.

Gracias por tanto amor de padre, gracias por tu constante ejemplo, gracias por tu risa,

gracias por tu llanto, gracias por tus canciones, gracias por tus bailes, gracias por tantas

alegrías, gracias por tu absoluta y eterna entrega, pero sobre todo, gracias Comandante por

devolvernos la Patria.

Tú seguirás palpitando en mi corazón, tú seguirás viviendo en mi alma, tú seguirás bri-

llando en mis ojos, y seguirás vibrando en tu pueblo para siempre.

Papito amado mío vuela, vuela libre gigante, vuela alto y sopla fuerte, fuerte como los

vientos huracanados.

Nosotros cuidaremos tu Patria y defenderemos tu legado como tú nos enseñaste a hacer-

lo, jamás te irás porque en nuestras manos está tu llamarada Hugo Chávez.

Hasta siempre mi amado amor eterno.

Carta al padreMARÍA GABRIELA CHÁVEZ

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54 A PLENA VOZ

Era fundamental que ganase Nicolás Maduro, y ganó. Pero ganó a duras penas, lo cual

exige desentrañar las causas del bajón sufrido por el chavismo y el notable au-mento experimentado por la derecha. Fue una victoria que puso en eviden-cia la endeblez metodológica de las encuestas que de uno y otro lado pro-nosticaban una holgada victoria del candidato chavista. Sobre el veredicto de las urnas lo primero que hay que decir es que su desconocimiento por parte de Henrique Capriles no es en modo alguno sorprendente. Es lo que señala para casos como este el manual de procedimientos de la CIA y el De-partamento de Estado cuando se trata de deslegitimar a un proceso electoral en un país cuyo gobierno no se some-te a los dictados del imperio. Si bien la distancia entre uno y otro fue muy pe-queña, no tuvo nada de excepcional a la luz de la historia venezolana: en las elecciones presidenciales de 1978 Luis Herrera Campins, candidato del COPEI obtuvo el 46.6 por ciento de los votos contra el 43.4 de su rival de Acción De-mocrática. Diferencia: 3.3 por ciento,

y el segundo reconoció de inmediato el triunfo de su contendor. Antes, en 1968, otro candidato del COPEI, Ra-fael Caldera, accedió a la presidencia con el 29.1 por ciento de los sufragios, imponiéndose sobre el candidato de AD, Gonzalo Barrios, quien obtuvo el 28.2 por ciento de los votos. Diferen-cia: 0.9 por ciento y asunto concluido. Más próximo en el tiempo, contrasta con el autoritario empecinamiento de Capriles la actitud del por entonces presidente Hugo Chávez que, en el refe-rendo constitucional del 2007, admi-tió sin más trámite su derrota cuando la opción por el No obtuvo el 50.6 por ciento de los votos contra el 49.3 por ciento del Si a la reforma que él favo-recía. A pesar de que la diferencia fue de poco más del 1% por ciento Chávez reconoció de inmediato el veredicto de las urnas. Toda una lección para el ofuscado perdedor.Resultados electorales muy ajustados son más frecuentes de lo que se pien-sa. En Estados Unidos, sin ir más lejos, en la elección presidencial del 7 de No-viembre del 2000 el candidato demó-crata Al Gore se impuso en la votación

popular con el 48.4 por ciento de los votos, contra el republicano George W. Bush, quien obtuvo el 47.9 de los su-fragios. Como se recordará, una frau-dulenta maniobra efectuada en el cole-gio electoral del estado de Florida -cuyo gobernador era casualmente Jeb Bush, hermano de George W.- obró el mila-gro de “corregir los errores” en que había caído un sector del electorado de la Florida posibilitando el ascenso de Bush a la Casa Blanca. En suma, el que perdió ganó, y viceversa: todo un ejemplo de soberanía popular de la de-mocracia estadounidense. En las elec-ciones presidenciales de 1960 John F. Kennedy, con el 49.7 por ciento de los sufragios, se impuso a Richard Nixon que cosechó el 49.6. La diferencia fue de apenas el 0.1 por ciento, poco más de 100.000 votos sobre un total de unos 69 millones, y el resultado fue aceptado sin chistar. Pero en Venezue-la las cosas son diferentes y la derecha grita “fraude” y exige un recuento de cada uno de los votos, cuando ya Ma-duro accedió a efectuar una auditoría. Llama la atención, no obstante, la in-tolerable injerencia del inefable Barack

Maduro: una victoria necesaria ATILIO BORÓN

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55 A PLENA VOZ

Obama que no dijo ni una palabra cuando le robaron la elección de Al Gore pero encontró tiempo ayer por la tarde para decir, por boca de su vocero, que era “necesario” y “prudente” un recuento de los votos dado el resultado “extremadamente reñido” de las elec-ciones venezolanas. ¿Admitiría que un gobernante de otro país le dijera lo que tiene que hacer ante las poco transpa-rentes elecciones estadounidenses?Dicho lo anterior, ¿cómo explicar la fuga de votos experimentada por el chavismo? Por supuesto, no hay una sola causa. Venezuela transitó desde la aparición de la enfermedad de Chávez (8 de Junio de 2011) por un período en donde las energías gubernamentales estuvieron en gran medida dirigidas a enfrentar los inéditos desafíos que tal situación planteaba para un expe-rimento político signado por el desbor-dante activismo del líder bolivariano y por el hiper presidencialismo del régi-men político construido desde 1998. Esa caracterización en un primer mo-mento molestó a Chávez, pero luego hidalgamente terminó por reconocer que era correcta. Premonitoriamente Fidel le había advertido, ya en el 2001, que debía evitar convertirse “en el al-calde de cada pueblo.” En todo caso, el desconcierto que emanaba de la forza-da inactividad de Chávez impactó fuer-temente en la gestión de la cosa públi-ca, con el consecuente agravamiento de problemas ya existentes, tales como la inflación, la estampida del dólar, la paralizante burocratización y la inse-guridad ciudadana, para no mencio-nar sino algunos. Problemas, no está demás recordarlo, a los que se había referido más de una vez el propio Chá-vez y para enfrentar los cuales había planteado la necesidad del “golpe de timón” anunciado en el primer Conse-jo de Ministros del nuevo ciclo iniciado luego de la victoria del 7 de Octubre

del 2012, durante el cual el líder bo-livariano hizo un fuerte llamado a la crítica y la autocrítica, exigiendo a sus colaboradores mejorar radicalmente la eficiencia de ministerios y agencias, fortalecer el poder comunal y desarro-llar un sistema nacional de medios pú-blicos como ineludibles prerrequisitos de la construcción del socialismo. Se-ñalaba en su intervención que “a veces podemos caer en la ilusión de que por llamar a todo ‘socialista’ … uno pue-de pensar que con eso, el que lo hace cree que ya, listo, ya cumplí, ya le puse socialista, listo; le cambié el nombre, ya está listo.” De ahí su fuerte exhor-tación a fortalecer los consejos comu-nales, la socialización de la economía, la cultura y el poder. Decía, con razón, que “no debemos seguir inaugurando fábricas que sean como una isla, ro-deadas del mar del capitalismo, porque se las traga el mar.” Pero junto a estos problemas de la gestión estatal hubo otros factores que también contribuye-ron a la creación de un malestar social y un malhumor público: la derecha y el imperialismo trabajaron activamen-te, como lo hicieran en el Chile de Sal-vador Allende, para sabotear el funcio-namiento de la economía y exasperar el ánimo de la población mediante el metódico desabastecimiento de pro-ductos esenciales, los cortes de energía eléctrica, la sospechosa actividad de grupos de paramilitares sembrando el terror en los barrios populares y la persistente campaña de denuncias y agravios en contra de Maduro vehicu-lizadas y agigantadas por su enorme gravitación en el manejo de los medios de comunicación de masas, facilitando así la deserción de un numeroso con-tingente de votantes.La Revolución Bolivariana enfrenta una situación delicada pero que está lejos de ser desesperante o provocar la caída en un angustioso pesimismo.

El desfachatado entrometimiento de Washington refleja su urgencia para acabar con la pesadilla chavista “aho-ra o nunca”, consciente de que se trata de una situación pasajera. Ante esto Maduro como presidente tiene que res-ponder con serena firmeza, evitando caer en las previsibles provocaciones que le tiendan sus enemigos. Es inne-gable que tiene ante sí una sociedad partida al medio, donde la derecha por primera vez demuestra tener la capa-cidad para encuadrar y movilizar, al menos en el día de las elecciones, al 50 por ciento del electorado. Recuperar el predominio en ese terreno no es impo-sible, pero dependerá menos de la ra-dicalidad de los discursos del oficialis-mo que de la profundidad y eficiencia de las políticas concretas que adopte Miraflores; dependerá, en suma, de la calidad de la gestión gubernamental para enfrentar los principales proble-mas que agobian a la población, tema sobre el cual Maduro insistió sensa-tamente en su discurso de anteano-che. No habría que subestimar, en este cuadro, el hecho de que hasta el 2016 la Asamblea Nacional tendrá una holgada mayoría chavista (95 sobre 165) y que el nuevo presidente contará con el apoyo de 20 de los 23 gobernadores de la República Boliva-riana. La correlación de fuerzas, por lo tanto, sigue mostrando un claro predominio del chavismo, y la res-puesta de numerosos gobiernos de la región y de fuera de ella –como China y Rusia, entre otros– agrega un im-portante reaseguro para la necesaria gobernabilidad y para avanzar en el impostergable cumplimiento del testamente político de Chávez, el ya aludido “golpe de timón.” Estamos seguros que el bravo pueblo venezo-lano estará a la altura de las circuns-tancias y de los retos que plantea la actual coyuntura.

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56 A PLENA VOZ

El plan golpista de la

oposición venezolana

para impedir el recono-

cimiento al triunfo del

presidente Nicolás Maduro, pro-

dujo ocho muertos, todos ellos

bolivarianos chavistas, más de 60

heridos, y ataques incendiarios a

unos 12 centros médicos que es-

tán atendidos por médicos cuba-

nos y venezolanos respetados y

amados por la población y daños

e intentos de incendios en todo el

país. Pero no puso ser.

Por una parte la responsabili-

dad y mesura del presidente Madu-

ro y la disciplina del pueblo chavis-

ta, que muchos no consideran a la

hora de los análisis, impidió el ob-

jetivo de crear un enfrentamiento

interno y una acción represiva sin

FRACASODE ESTADOS UNIDOS

Stella Calloni

Page 59: A Plena Voz | # 75

57 A PLENA VOZ

salida alguna. Pero también el in-

mediato reconocimiento de los go-

biernos de la región, que obligaron

a retroceder a los primeros intentos

de la Organización de Estados Ame-

ricanos (OEA en línea con Washin-

gton que intentaba desconocer el

indudable triunfo de Maduro.

El candidato opositor Henrique

Capriles Radonski que ya anun-

ciaba fraude desde hace tiempo,

instigó junto a otros personajes

de su equipo a la violencia en Ve-

nezuela llamado a desconocer

el triunfo y exhibiendo supues-

tas pruebas, todas falsificadas.

Durante el golpe de abril del 2002,

en el que participó abiertamente,

Capriles Radonski actuó armado al

frente de los grupos que intentaron

asaltar la embajada de Cuba, a la

que dejaron sin luz ni agua.

La foto de Capriles saltando una

cerca ante la embajada cubana dio

la vuelta al mundo. Por esta razón

no es sorprendente su instigación a

la violencia en estos días, al cono-

cerse los resultados que ajustada-

mente daban el triunfo a Maduro.

El discurso particularmente

violento de Capriles, fue un recur-

so mediático para abrir el camino

a grupos de choque, que es lo que

emplearon en sus acciones terro-

ristas con amenazantes intentos

de asaltar sedes gubernamenta-

les, edificios públicos, en distintos

puntos del país, y especialmente el

Consejo Nacional Electoral, (CNE)

con las consiguientes amenazas de

muerte a sus autoridades.

El golpismo de las últimas ho-

ras no sucedió espontáneamente.

Ni fueron espontáneos los miles de

intentos para hackear e introducir

virus a las computadoras del CNE,

así como entrar a las cuentas de

diversos funcionarios, entre ellos

el propio presidente Maduro, blo-

queado por más de 48 horas en su

sitio en Twiter. Como todos deben

saber el sistema electoral electróni-

co de Venezuela es considerado el

mejor del mundo, el más seguro y

eficaz.

Probado y reconocido hasta por

los enemigos es indudablemente in-

violable para nuestros países, pero

es muy peligroso e ingenuo pensar

que ante la imposibilidad de dete-

ner la voluntad de los pueblos en

América Latina, que han derrota-

do las campañas más sucias de su

historia, Estados Unidos no haya

previsto invasiones cibernéticas y

de cualquier otro tipo.

Todos sabemos cómo puede ser

utilizado el poderío tecnológico de

Estados Unidos, el principal intere-

sado-además confeso- en impedir

un triunfo de Maduro y tratar así

de detener el huracán liberador que

significaron los 14 años de gobier-

no del ya fallecido presidente Hugo

Chávez Frías en Venezuela,

El Pentágono tiene sus propios

equipos de Hackers y desarrolla la

guerra electrónica y nos vigila a to-

dos en el mundo. Precisamente por

concentrar el mayor poderío tecno-

lógico y militar del mundo no debe

dejarse de lado, la posibilidad de un

ataque de estas características.

Es asombroso que pocos recuer-

den los miles de ataques que se die-

ron durante el día de las elecciones

venezolanas el 14 de abril pasado,

contra el CNE y otras oficinas y

cuentas personales, lo que pudo

distraer la atención sobre un ingre-

so a sistemas de conteo y producir

lo que se llama “un arrastre” de vo-

tos de un candidato a otro, en este

caso, el propio como es Capriles Ra-

donski.

Algo que se ha registrado antes

en “arrastres” de dineros de cuen-

tas bancarias y en otros procesos

recientes. Esto sólo puede ser com-

probado por muy especializados

Hackers, que puedan investigar-lo

que es muy difícil- en las mismas

computadoras sobre la hora en que

pudieron haber ingresado los inva-

sores electrónicos, amparados por

una tecnología de altísimo nivel,

que sólo cuenta el poder hegemóni-

co, Tal como se ha mencionado en

una nota en Aporrea, que no debe

ni puede ignorarse..

Por eso ha habido una serie de

apresuramientos analíticos que

consideran que todas las encuestas

estuvieron erradas, lo que nun-

ca sucedió en Venezuela con las

mismas empresas, o simplemente

estimar que casi 700 mil votos fa-

vorables a la revolución bolivaria-

na, expresados en la elección de

octubre del 2012 hayan emigrado

de un momento a otro hacia las

fuerzas opositoras. Estos análisis

tampoco tuvieron en cuenta que

la desesperada carrera de Capriles

llevó a lograr una mayor votación

en su favor, de quienes lo apoyan

pero no participaron en las últimas

elecciones.

Ya se ha determinado que en

los sectores donde viven encerrados

y fuera de la realidad en sus pro-

pios e inaccesibles barrios los ricos

Page 60: A Plena Voz | # 75

58 A PLENA VOZ

venezolanos Capriles obtuvo más

votos en varias mesas que los que

lograra en octubre de 2012.

Otro análisis que se debe tener

en cuenta es que hubo abstención

en el terreno de los votantes fa-

vorables a Chávez y Maduro, pre-

cisamente porque consideraron,

de acuerdo a las encuestas, que el

candidato chavista ganaba con un

enorme margen de diferencia. Es

mucho más difícil para los sectores

más humildes llegar a un centro de

votación que para la oligarquía y

los ricos venezolanos.

Por otra parte es necesario re-

cordar lo que el presidente Chávez

advertía en los últimos tiempos,

sobre ciertos acomodamientos,

amesetamientos políticos, retornos

burocráticos, que él había sabido

sortear brillantemente con las mi-

siones, que cambiaron el perfil so-

cial de Venezuela en 180 grados,

pese a lo que aún quedaba por ha-

cer.

Chávez habló de todos los males

que ayudan a retrasar un proceso

revolucionario de este tipo, cuando

sigue vivo el viejo y corrupto poder

económico del pasado, y el oportu-

nismo y la corrupción tienen sus

propios nichos, y por lo tanto la lu-

cha debe continuar librándose por

dentro y por fuera.

El golpismo que debió retroceder

ante la sabia prudencia de Maduro,

quien sin embargo ha llamado a

hacer justicia contra los asesinos de

ocho venezolanos y que además in-

tentaron quemar viva una persona

por festejar el triunfo,y por los gra-

vísimos daños provocados a cen-

tros de salud y otros. Esto debería

alcanzar también al largo proceso

de desestabilización que se produjo

desde que se conoció la enfermedad

que padecía Chávez, indiscutible lí-

der venezolano y latinoamericano,

y que se expresó en maquinacio-

nes económicas, fuga de capitales,

desabastecimientos, pero también

una serie de sabotajes terroristas,

que afectaron distintas áreas de la

economía estatal y la vida cotidia-

na en el caso de la electricidad y los

apagones múltiples, entre otros.

Eso es golpismo y terrorismo

golpista, afectando los logros que

en estos últimos años convirtieron

a Venezuela, en otro país, donde

millones de marginados y excluidos

recuperaron su derecho a una vida

digna, educación, cultura, salud,

viviendas y tantos otros cambios

verdaderamente revolucionarios.

Por supuesto como la expre-

sión más acabada de la guerra

sicológica , dentro del esquema

de la contrainsurgente Guerra

de Baja Intensidad, es la desin-

formación, los medios masivos de

comunicación dependientes del

hegemonismo imperial, han vehi-

culizado el golpismo, mintiendo,

engañando, cayendo en la amo-

ralidad, como lo hicieron durante

la enfermedad y muerte del presi-

dente Chávez, que los derrotó una

y otra vez, hasta en sus funerales,

donde no pudieron ocultar la ver-

dad de lo que sentía y expresaba

multitudinariamente la mayoría

del pueblo venezolano.

Los crímenes y ataques han sido

presentados como “ocho muer-

tos durante las protestas en Vene-

zuela”, por los medios del poder

hegemónico. Es una manipulación

criminal, porque los muertos fue-

ron asesinados en distintos lugares,

no en enfrentamientos sino a man-

salva, incluso en las puertas de sus

casas. Todos eran militantes de la

coalición reconocida como triunfa-

dora por el tribunal electoral. Esta

manipulación escandalosa se dio

en todos los medios de la red con-

trolada por el poder imperial y que

suelen manifestarse como “perio-

dismo independiente”. Asimismo

desde el primer momento Maduro

dijo que podían revisarse los re-

sultados y en ningún momento se

negó a hacerlo Y este discurso desa-

pareció de esos medios.

Pero Capriles no se presentaba

con supuestas pruebas como corres-

pondía a los tribunales correspon-

dientes, que son los que deben auto-

rizar un recuento, siempre y cuando

sean pruebas reales, lo que no ha

sucedido en todo lo que mostró la

oposición, incluyendo fotografías de

la quema de boletas, una foto del pa-

sado, que no puede darse hoy cuan-

do el sistema electoral es electrónico

y como dice el CNE no puede imagi-

narse un conteo manual típico.

Capriles no interrumpió su

marcha anunciada dos días des-

pués del proceso electoral, ante el

“dolor” por las muertes (produ-

cidas por sus seguidores, aparen-

tes mercenarios como los que se

conducían en motocicleta cuan-

do asesinaron a una de las víc-

timas. Él se volvió a tras porque

habían llovido los reconocimien-

tos al triunfo de Maduro. Esto no

significa que no intenten otras

maniobras y trampas.

Page 61: A Plena Voz | # 75

59 A PLENA VOZ

SE DEVELAN LAS TRAMAS

El terrorismo golpista quiso ser

mostrado como un enfrentamien-

to recordando aquellas primeras

imágenes del 11 de abril de 2002,

cuando se mostraba a un grupo de

seguidores de Chávez, asesinados

y heridos por las hordas golpistas,

frente al edificio de Miraflores, mos-

trados por los medios contrainsur-

gentes como “los primeros muertos

del dictador Chávez”.

En estas horas ¿alguien podría

pensar que los militantes de la re-

volución bolivariana estuvieran in-

cendiando o tratando de hacerlo, los

mercados estatales( Misión Mercal) o

las empresas estatales, recuperadas o

las viviendas que tanta felicidad es-

tán trayendo al pueblo venezolano?.

Como lo intentaron hacer con

el presidente Evo Morales, cuando

paramilitares de Pando- estado de la

Media Luna, donde reina el fascismo

de le derecha más brutal- al que in-

tentaban acusar de “violar los dere-

chos humanos” por una masacre de

campesinos indígenas que llegaban

a apoyar a su presidente en septiem-

bre de 2008.

Este crimen era parte del golpe

que fracasó en Bolivia y donde la

presencia de la Unión Sudameri-

cana de Naciones (UNASUR) fue

clave para desmentir y derrotar la

manipulación y el golpismo. Allí

quemaron edificios estatales, las

radios y la televisión popular, en

suma unos 171. Incluso destru-

yeron conductos petroleros. Pero

no pudieron, porque esta es otra

América Latina.

El plan venezolano era esto y mu-

cho más, Un trabajo de inteligencia,

tratando de golpear estructuras de

las Fuerzas Armadas y dividirlas,

proclamar también los “desencuen-

tros” cuando no “odios” entre las

principales figuras que dejó Chávez

en distintos puestos gubernamenta-

les. Aunque entendieron que hay un

pueblo empoderado que es su prin-

cipal talón de Aquiles para intentar

tomarse Venezuela.

Pero continuarán intentando

todo, y en este momentos están ac-

tuando en forma conjunta movili-

zando las derechas en todos nuestros

países, después de haber infiltrado o

“domesticado” por otras vías y re-

cursos a algunas izquierdas locales,

reales o supuestas, que caminan del

brazo por las calles del golpismo con

los derechistas más reconocidos,

generosamente financiados por el

imperio..

El análisis y todas las probabili-

dades que se investiguen en el caso

venezolano serán muy útiles para

América Latina, que necesita enor-

mes certezas de unidad y solidaridad

frente a las recientes declaraciones

del Secretario de Estado estadouni-

dense, John Kerry quien consideró

a Latinoamérica el “patio trasero”

de Estados Unidos y exhortó al presi-

dente Barack Obama a “acercarnos

de manera vigorosa” a la región.

No hay nadie que ignore de que

se tratan los “acercamientos” de

Estados Unidos a su “patio trasero”

que se les ha ido de la mano e in-

tentan recuperar agitando la vieja

Doctrina Monroe, de América para

los americanos (léase norteameri-

canos). Aquella expresión que no

decían muchos intelectuales porque

estaba “perimida “ como la Doctrina

Monroe, suenan sorprendentes en

bocas de Kerry, evidenciando la de-

crepitud del el imperio.

El proyecto de recolonización

continental está en marcha y nues-

tros espejos son Afganistán, Irak.

Libia, Sudán , Yemen, Sira ahora re-

sistiendo ante el avance mercenario

a los que utiliza y dirigen las fuerzas

especiales de Estados Unidos , Israel

y otras potencias ,y la benemérita

Organización del Atlántico Norte

que se afila las uñas para avanzar

sobre nuestro continente. Kerry ha-

bló ante el Comité de Asuntos Exte-

riores de la Cámara de Representan-

tes, Nada menos.

Por eso siguen alentado a los

Capriles, a los grupos terroristas

de Miami, para asolar a Cuba a sus

“Fundaciones democráticas” a sus

tropas itinerantes. Millones de dó-

lares circularon para golpear a Ve-

nezuela y andan en manos de las

derechas más dependientes de las

inteligencias extranjeras que hayan

existido en la región y, que urden la

trama del regreso colonial.

Nuestra América nos necesita

unidos, juntos, impidiendo los divi-

sionismos con los que tanto juegan y

una necesidad de actuar más respon-

sable e inteligentemente que nunca,

aunque nos duelan y sorprendan los

traidores que siempre comienzan su

camino como ultrarevolucionarios,

para terminar en los andenes de la

contrarevolución.

Estamos ante un nuevo tiempo,

pero no aislados sino unidos y el ene-

migo tiene mucha fuerza, pero ha

creado tantos frentes y contradiccio-

nes que ya comienza a incendiarse

por dentro.

Page 62: A Plena Voz | # 75

60 A PLENA VOZ

...salieron como las estrellas del cielo en multitud,

y como la arena innumerable que está a la orilla de la mar.

Epístola de Santiago apóstol

13 de abril de 2002

Te escribo con la palabra de Martí por delante.

Serena obsesión.

Como tú, compañero, hermano, Comandante.

(Somos una multitud de palpitantes rocas

creciendo masiva en el ardor).

Por mi parte, servir es mi trama

hasta que la vida se me acabe.

Volcánico fervor bolivariano.

(Claro, no es fácil respirar la vida

con la parca en el costado).

Una república sin secretos.

Es mi tema. Así la quería Martí.

Para todos ha de ser justa

y se ha de hacer con todos.

También tú la quieres así.

Pero ¡Qué difícil la ponen

los escuálidos espinos!

¡Ni qué decir de George W. Moloch

enseñoreado sobre un misil

con aire de cowboy.

Ni de Moloch Obama, Nóbel de la guerra,

ahora pregón de armas.

Epístola a Hugo Rafael Edmundo Aray

Page 63: A Plena Voz | # 75

61 A PLENA VOZ

Nada qué ver con la rosa blanca de Martí.

Menos con una rosa rossa

porque la vida sería una rosa,

una rosa, una rosa de humana ternura

si se desprendieran las pasiones

como se desprenden

al desnudarse las ropas.

(Martí, una vez más).

Tienen el cuerpo de odio, Hugo,

alma del averno enteramente entera.

¡Qué rosario de musarañas!

¡Qué letanía de improperios!

Como de azufre. Tuyo es el símil.

Odio de clase y sin tapujo.

Laberinto de fieras, Hugo.

Altamira de cieno, cierto.

Siniestro corro de celadas.

Albañares debajo de templos pintados.

Claro, inquilinos morosos del siglo XVI.

Es mucho con demasiado.

¡Qué clase de racismo, caballero!

¡Qué impudicia más impúdica!

Asoman, delirantes, como ella

alguna vez delicada frente en pila bautismal.

Para ella ni una frase que le cierre

el camino del arrepentimiento –diría Martí.

Para ella y tantos y tantas como ella

tañido de campanas

que le hagan más soportable su vergüenza.

Menos vil su miseria.

Doy por cierta tu pena, Hugo,

pena nuestra, cristiana pena.

Como cierto es el corazón amotinado

Algo más, Hugo.

¡Qué de bien suena tu nombre

en la boca del pueblo enflorecida!

Mañana es ahora.

Como ayer febrero,

Como de ayer un 19 jueves santo.

El tiempo urge. Mucho menos

de cuanto hay que hacer.

Predica sin cansancio el espíritu.

Humano, de martiana humanidad.

No te detengas. El tiempo urge.

Mucho menos, Hugo, de cuánto

por hacer en nuestra madre América.

Post data: marzo de 2013

¡Ay!

Oscura noche oscura.

¿Quién ocupará el sitio del sol?

Secaremos las lágrimas –digo.

Con nuestras manos libertadoras.

Una y otra vez.

Y una vez más saldremos

A encender la claridad.

Palabra de Simón.

Palabra tuya, Hugo.

Palabra nuestra.

Nuestra la palabra de Martí:

Es la hora de los hornos

Y no se ha de ver más que la luz.

Page 64: A Plena Voz | # 75

62 A PLENA VOZ

Le abro cancha por las palabras,

las que dan confianza, las de mi

gusto. Con usted, prefiero el trato

de amigo que permiten las causas

comunes; compartir los recuer-

dos que concluyen en el patrullero,

caimán de 20 metros de colmillos

de oro y ojos de piedra pómez, o

el de la cometa que se fue a la isla

y regresó con un saco de naranjas

atado a la cola. Lo sé, son cosas de

niño veguero que cruza en paralelo

con el muchacho que fui. No vendí

dulces arañas ni tuve como calzado

las alpargatas número 3; conocí el

zapato roto reparado con cartón,

agujeros mayores que una locha

y un tanto menores que un fuerte.

Me contagié con la gripe asiática,

me la curaron con sopa de pollo,

donde el pollo se ausentaba; a la

hora del almuerzo, volaba la tapia

con los huevos de mamá piroca.

Sufrí el sarampión, la lechina, la

papera, el atropello de bicicleta sin

freno, la mordida de perro calleje-

ro; necesité de medio real para ir al

cine, acompañé a Sandokan en la

casa del tigre de la Malasia, fui el

chico más guapo de mi generación,

montado en una tabla, sentado en

una silla de barbero. Lloré contra

la almohada. Dolor de muela, tapo-

nes de guayacol. Hambre tuve, pero

en mi mesa siempre hubo pan. Le

cuento.

Tarde soleada, rostro sudoroso.

Las caimaneras me regresan como

pitcher zurdo, especie de Sandy

Koufax, un verdugo, dicen en jerga

beisbolera. Todavía me recuerdan

en Los Castaños, El Cementerio. En

Presidente AMIGO:

Page 65: A Plena Voz | # 75

63 A PLENA VOZ

aquellos baldíos, no traspasé a una

tortolita ni a un azulejo, utilizaba

la china para atravesar latas de re-

fresco, aceite y romper botellas de

cerveza. Le confieso: si alguien me

hubiese puesto el sobrenombre de

Tribilín, le hubiese pedido cancha

al amigo. Estoy en mi fase de recuer-

dos, Presidente. Por eso me nombro

en demasía y me da por suponer

que usted es de una generación que

corre en paralelo con los míos. Epi-

sodios comunes, digo. Comparto.

Discoteca de los 70. No más Miriam

Makeba, adiós Maletica verde, Nino

Bravo, guateque sabatino. Dispen-

se, Comandante, el surco rayado de

mi infancia me viene para entrar

en confianza. Como las canciones y

anécdotas en su programa domini-

cal. Aquí le cambio el disco.

Le escuché una vez que en el espejo

de sus sueños se veía ponchando a

los Ruiz Tirado, con la curva invisi-

ble del látigo Chávez. Leonardo, Fe-

derico y Wladimir nunca tropeza-

ron una. La bola venía lisa, vuelta

un trapo, sin costura, como lanza-

da desde un cuarto oscuro; el teipe

se desprendía ante sus ojos, la bola

se convertía en cintas de colores,

imposible de batear. El cuento es

largo, resumo. Al instante nombró

a Tom Jones y cantó Delilah. Ha-

bló de su salud y del país que usted

metió en la cabeza de la pobrecía,

con voz propia, mañana y porvenir.

Luego condujo un yip, se metió por

polvorientos caminos, repartió tie-

rras a los desheredados y casas a los

sin casas. Al fin de la jornada, decía

usted que en algún momento del

año 21 se marcharía al bosque, le-

jos de la ciudad. No hablaba de cine

ni de carros llenos de mermeladas,

galletas de trigo que se acompañan

con queso. Mencionaba como uten-

silio necesario una caña de pescar,

una navaja turca, seguramente por

si al patrullero se le ocurría buscar-

lo fuera del río en su rancho en la

selva. Le bastaban el fuego, las sar-

dinas asadas, libros y lápices. A mí

no me gustó su vida en el bosque

ni la imagen del sable pegado en la

pared, al lado del daguerrotipo del

cuartel de la montaña; tampoco

la barajita donde aparece el látigo

Chávez y usted de guatón, pasado

de peso, recordando en la mecedora

aquel abril de puñales y traiciones.

Nadie se atrevió a contradecirlo.

Presidente, usted no es ese simbó-

lico Henry David Thoreau frente a

la laguna de Walden, en Concord,

Massachussets, camorreao con el

capitalismo en su retiro de desobe-

diente civil; ni el hippie anacrónico

que fundó comuna en California

para detener los metales de la gue-

rra. Demasiado tarde para hacer

dedos en la carretera. Usted no

puede retirarse. La multitud lo se-

ñala como el culpable de este sue-

ño, el primero de la fila contra este

mundo de chacales. Si abril lo trajo

del laberinto, no fue para que diga

las frases del infortunio; cristianos,

musulmanes, judíos, sacerdotes

de nuestras religiones ancestrales,

ateos, lo reclaman. Las lilas traerán

su perfume primaveral, la alegría

necesaria de volver a la calle.

Lo visible es que todo continúa en

Revolución. No soy un poeta áulico

ni usted un presidente para la cor-

tesanía. En sus planes se contempla

desalambrar las tierras ociosas y

otros asuntos por los que me anima

a acompañarlo. En los míos urgen

libretas, cantos, ríos, personajes y

calles de mi zona. Es mi manera de

desalambrar las palabras, el poema,

la poesía.

Hoy es 16 de julio. Desde Maiquetía,

sin aviso alguno, partió para La Ha-

bana por asunto de quimioterapia,

pasillos de hospital, tubos y máqui-

nas donde el acero entristece. Enci-

ma del Waraira, el cielo se encorva

como piel de asno. Mi casa invoca al

cristo de los milagros, al de los tem-

plos y mercaderes; alguien pide por

su salud. Los ancestrales consultan

los caracoles, piden a Elegguá, ache

pa ti.

Por la tarde, en Miraflores, can-

tó, le cantaron; el arpa sonó recia,

animosa, traía un camino de flores.

La melodía lo llevó al corneta del

batallón Farfán, muchacho de pie

virado que no servía para el trote

severo, condecoraciones y soles que

concede la armada. Describió un

pueblo selvático, megáfonos, pla-

za y retreta dominguera, propicia

para invitar al softbol. Habló de su

escalada al Chimborazo. Nos con-

movió. Lo sabemos, esta no es la ra-

zón por la que se hizo soldado.

Desde su ventana se mira el verdor

de un país digno. Amigo, el manojo

de llaves está encima de su escri-

torio, vuelva pronto para que las

entregue a los sin casa de la tierra.

Ellos lo esperan. Nosotros lo espe-

ramos. Entre usted y nosotros cre-

ce una llama de optimismo. Tierra

yerma que va del polvo al fruto.

¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!

W.O.

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64 A PLENA VOZ

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HUGOTe queremos tanto

PUEBLO VENEZOLANO

“Queremos tanto a Chávez”

BIELORRUSIA

“Héroe indomable,ardiente patriota,luchador por la libertad. Permanecerá para millones de

,Permanecerá para millones de

,ardiente patriota,Permanecerá para millones de

ardiente patriota,personas

como el verdadero padre de la nación venezolana, el defensor de los pobres, de los marginados y de los oprimidos”

ALEXANDER LUKASHENKO

BOLIVIA

“Chávez fue un hermano solidario,un compañero revolucionario, un latinoamericano que luchó por su patria, por la patria grande, como también hizo Simón Bolívar”

EVO MORALES

ARGENTINA

“Hombres como Hugo Chávez no mueren, se siembran”no mueren, se siembran”no mueren,

CRISTINA KIRCHNERECUADOR

“Fue líder de un proceso histórico en América. proceso histórico en América. proceso histórico

Seguirá más vivo que nunca inspirando las Seguirá más vivo que nunca inspirando las Seguirá más vivo que

revoluciones en América nunca inspirando las revoluciones en América nunca inspirando las

Latina”RAFAEL CORREA

IRÁN

“Chávez fue un símbolo de la resistencia contra el imperialismo y un mártir por el bien de la nación venezolana”

MAHMUD AHMADINEYAD

BRASIL

“Reconocemos en Chávez un gran líder latinoamericano y sobre todo un amigo de Brasil”

DILMA ROUSSEFF

“Hombre excepcional y formidable.excepcional y formidable.excepcional

Es de los muertos que nunca mueren”Es de los muertos que nunca mueren”Es de los muertos que

DANIEL ORTEGA

BRASIL

“Siento orgullo por haber convivido y trabajado con él“Siento orgullo por haber convivido y trabajado con él“Siento orgullo por haber

por la integración de América Latina y por un mundo más justo”

LUIZ INACIO LULA DA SILVA

EE.UU

“Hoy lloro a un gran héroe para la mayoría de su gentey para quienes pelean en el mundo por un lugar”

OLIVER STONE

RUSIA“Hugo Chávez fue un hombre extraordinario y de gran alcance que miraba hacia el futuro”

VLADIMIR PUTIN

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