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A las sonrisas que tumban mi ira: la de Alba, que solo sabe brillar,la de Pedro, que siempre mira más allá, y la de Marta, que con solo asomar a mi

mente da paz a cada instanteM.A.P.N.

A mis padres, Juan y Mari Carmen, que fomentaron en mí la ilusión por elconocimiento. A mi hermano Pablo, que me dijo que algún día escribiría un libro

I.M.U.

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PRESENTACIÓN

La ira es una emoción normal y común a todos los humanos que desempeña unaindudable función de supervivencia, tanto para la especie como para el individuo. Aligual que otras emociones básicas, como el miedo, la tristeza o la alegría se ha idodiseñando a lo largo de la evolución para permitir una mejor adaptación a los cambiosambientales y de esta manera poner en marcha formas de reacción que posibilitanpatrones de actuación útiles en la lucha por la supervivencia. No obstante, cuando la irase hace excesiva en términos de frecuencia, duración o intensidad se convierte en unproblema que puede ocasionar serias dificultades al individuo en su vida personal, depareja, familiar, laboral y social. Entonces hablaríamos de ira disfuncional o patológica.

A lo largo de las siguientes páginas los autores, Miguel Ángel Pérez Nieto e InésMagán Uceda, doctores en Psicología y profesores de la Universidad Camilo José Celade Madrid, donde el primero de ellos ocupa actualmente el cargo de director delDepartamento de Psicología, desgranan su conocimiento sobre este tema en el que sonexpertos, ofreciendo una documentada y amplia información sobre esta emoción básicaque más allá de ámbito individual se proyecta hacia lo social.

En la presente obra se pasa revista a las distintas perspectivas actuales en el estudio dela ira, entendida como un proceso emocional y como una faceta o rasgo de lapersonalidad; se detalla el proceso que sigue la ira y sus consecuencias sociales y sobrela salud; se indican los modos y procedimientos psicológicos para evaluarla y tratarla y,por último, se presenta un protocolo estructurado en nueve pasos para regularla.

El libro incluye tres anexos en los que se muestran test, cuestionarios y escalas quepermiten medir la ira en sus distintas facetas y formas de expresión, protocolos deactuación para el control de la ira disfuncional y una aproximación a la respiraciónabdominal como técnica de fácil empleo para conseguir la desactivación emocional. Aligual que en otras obras de esta misma colección* se incluye también una detalladabibliografía y direcciones de interés sobre este tema.

Sin ir en detrimento de su objetivo divulgativo, La ira presenta una actualización eintegración de contenidos que, junto con la profusión de materiales de carácter técnico-práctico, la hacen muy adecuada para profesionales y estudiosos de diversas cienciassociales y de la salud.

Juan José Miguel TobalCatedrático de Psicología

Universidad Complutense de Madrid

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*. N. del E.: colección Psicología, bienestar y salud, de Editorial Grupo 5, dirigida por Juan José Miguel Tobal,catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

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INTRODUCCIÓN

¿Cuántas consecuencias no deseadas han tenido nuestros enfados, nuestros cabreos?¿Cuántas veces nos hemos enfadado con personas por las que sentimos un profundoafecto? ¿Cuántas veces, también, enfadarnos nos ha podido ayudar a resolver unasituación que nos era adversa?

Seguramente todos nos hemos enfadado por múltiples causas con mayor o menorfrecuencia y con mayor o menor intensidad, y todos estaríamos de acuerdo en que losenfados son una de las cosas que forman parte de la vida común, habitual. Sin embargo,entre los psicólogos, la ira, que es como formalmente nos referimos a lo que en la callese llama enfados, cabreos, rabia, etc., no ha gozado del protagonismo de otras respuestasemocionales como la ansiedad o la tristeza. Y esto a pesar de las evidencias quemuestran su relevancia en diversas e importantes alteraciones psicológicas, como ladepresión; en relevantes procesos de enfermedades físicas, como la hipertensión; o enprocesos de ajuste social de los individuos, como los cambios laborales. Los motivos deesta pequeña segregación del estudio de la ira, si se nos permite llamarlo así,probablemente no sean objeto de este libro pero derivan, entre otras cosas, de la propianaturaleza de esta respuesta emocional, muy transversal a diversas respuestas afectivas ya diversos cuadros clínicos, así como de las dificultades de conceptualización,categorización y tratamiento de la misma. Existe ya, a pesar de todo ello, una basecientífica más que suficiente para poder abordar con fundamento las características,desarrollo e intervención sobre la ira.

En el presente libro vamos a intentar hacer una aproximación, fundada pero sencilla, ala conceptualización de la respuesta de ira, a su evaluación, a su regulación y a sumanejo, para que cualquier interesado en abordarla —bien sea un profesional del ámbitode la salud, de la educación o de las organizaciones, o bien se trate de una persona coninquietud sobre el funcionamiento de la ira— pueda aumentar el conocimiento sobre estaemoción y favorecer una mayor competencia en su manejo. Revisaremos las distintasdefiniciones que se han dado de esta respuesta emocional desde distintas corrientesteóricas, asumiremos las limitaciones derivadas de las bases biológicas sobre las que seasienta, concretaremos su funcionamiento en un modelo explicativo en el que cabrán lascausas de la misma y sus características fundamentales, las que la describen mejor, paraasí poder evaluarla y reconocerla en detalle.

El profesional del ámbito asistencial o cualquiera que trabaje con grupos en los que laaparición de la ira supone un problema encontrará, tras conocer cómo se evalúa estaemoción, una facilidad para adaptar, de acuerdo a sus competencias, los protocolosexistentes de manejo y regulación de la ira. Tal vez no lleguemos a conseguir que con lalectura de este libro se reduzca especialmente la presencia de la ira en nuestros trabajos,

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en nuestras vidas, pero sí, al menos, que cuando aparezca la detectemos, comprendamosy manejemos mejor.

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1. ¿QUÉ ES LA EMOCIÓN DE IRA?

En este capítulo vamos a intentar responder a pregunta ¿qué es la ira? repasando, enprimer lugar, cómo la ira ha sido entendida desde las distintas perspectivas que hay en elestudio de la emoción. Cada una de estas perspectivas o posicionamientos teóricos a lahora de explicar qué son las emociones ha aportado una forma de entender la ira y, porende, ha resaltado unas u otras características de la misma. Después revisaremos tambiénlo que la psicología de la personalidad ha aportado al estudio de esta emoción, ya que,ciertamente, la ira parece convertirse en algunas personas en una característica estable desu forma de ser. Una vez vistas todas estas opciones a la hora de entender esta emociónplantearemos una explicación que busca integrar todos los datos sobre el proceso de laira, para así poder quedarnos con una visión unitaria y completa de las reacciones de ira.

LA IRA DESDE DISTINTAS PERSPECTIVASBÁSICAS EN EL ESTUDIO DE LA EMOCIÓN

Abordar la definición y conceptualización de la ira es una condición necesaria siqueremos comprenderla en todos sus matices y en todas las formas que adopta. Unabuena definición de la ira no solo tiene que describirla, sino que también tiene queexplicarla, y explicar cómo funciona una emoción siempre es complicado. Por lo tanto,el abordaje de la ira, como emoción que es, está sujeto al abordaje que del fenómenoemocional se hace en general. Es verdad que el objetivo de este libro no es compatiblecon repasar la conceptualización de la emoción, pero sí podemos señalar que, en laactualidad, coexisten cooperativamente distintas perspectivas en el estudio de estecampo que aportan distintos tipos de datos y de información sobre este fenómeno.Algunas de estas perspectivas entienden y asumen que las emociones son reaccionesmuy definidas y concretas y que, por lo tanto, podemos estudiar esas reaccionesconcretándolas, definiéndolas mucho. La ira sería un buen ejemplo de ello puesto que lascaracterísticas que la definen pueden mantenerse en distintas culturas, son muy precisasy detalladas. Otras perspectivas asumen, sin embargo, que en realidad las emociones sonmás un espacio que acotamos, que definimos nosotros, pero que forma parte de uncontinuo que es nuestra activación fisiológica y nuestra autopercepción de placer oagrado. En estos casos, psicólogos tan relevantes como James Russell y Lisa Feldman-Barrett (1999) asumen que las emociones solo son formas puntuales de afecto, y que elafecto es el que tiene una estructura sobre la que se definen estas emociones, de maneraque toda emoción se podría entender como algo que presenta un mayor o menor nivel de

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placer o agrado y un mayor o menor grado de activación o desactivación. La ira, en estosplanteamientos, tiene un alto nivel de desagrado o displacer y un alto grado deactivación.

En cualquier caso, ambas formas de entender y de abordar las emociones, bien comoreacciones concretas y definidas o bien como delimitaciones que nosotros hacemos denuestro funcionamiento afectivo, pueden ser compatibles, de manera que algunas de esasdefiniciones de nuestro afecto puedan ser altamente precisas. Eso es lo que, de hecho,intentaremos conseguir con la ira: dar una precisa descripción de sus formas y de sufuncionamiento.

Como señalamos, por tanto, y para empezar, en el estudio de la emoción hancoexistido distintas perspectivas, distintos puntos de vista que derivaban delposicionamiento desde el que se observaban los fenómenos emocionales. La ira hatenido una alta presencia en todas estas perspectivas.

La perspectiva evolucionista

Algunos psicólogos han puesto el acento en la función adaptativa que tienen lasemociones cuando se expresan, es decir, en cómo la expresión de éstas a través de laconducta, pero también a través de la expresión facial, por ejemplo, nos sirve pararelacionarnos con nuestro ambiente de una manera más útil. Según esta perspectiva, lasconductas y expresiones que mueven las emociones permiten no solo cambiar nuestroentorno, sino también comunicar a otras personas nuestros estados emocionales yfavorecer la relación de la persona con su grupo de referencia, bien consolidando esarelación o bien modificándola o solicitando implícitamente cambios de conducta de losmiembros del grupo en el que se encuentre. Desde esta perspectiva, la ira ha sido en todomomento una de las emociones prototípicas, ya que resulta fácil entender cómo estaemoción ayuda a modificar nuestro entorno a través de la conducta agresiva, aunque, pordesgracia, no siempre lo adaptativo sea esta conducta. Hay que entender que encontextos menos sociales, frente a obstáculos naturales (como un obstáculo en el camino,por ejemplo), esa conducta puede no ayudar. Otra cuestión es la utilidad de la expresiónde la ira en contextos sociales, en nuestros grupos de personas de referencia. En estesentido, la expresión facial de la ira puede tener un valor comunicativo con el grupo queresulte altamente efectivo en ese grupo.

El papel de la expresión facial de las emociones se comenzó a estudiar muy pronto, yya Darwin1 publicó en 1872 un libro que se titulaba La expresión de las emociones enanimales y humanos, en el que documentaba, a través de los daguerrotipos de la época,la similitud de la expresión facial de distintas emociones entre niños y animales como losgatos o los primates. Como es de suponer, la expresión facial de ira era una de las quemás aparecía ya en ese pionero trabajo de Darwin. Desde entonces, los trabajos sobre laexpresión facial de las emociones se han desarrollado enormemente, especialmentegracias a los trabajos que, de forma independiente, iniciaron en los años setenta y

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ochenta del siglo XX dos importante psicólogos, Carroll Izard y Paul Ekman. En lostrabajos desarrollados por estos autores se pudieron definir de forma precisa y fiable lascaracterísticas de las expresiones faciales, entendiendo además el carácter universal deesas expresiones como consecuencia de ser fruto de su utilidad adaptativa. Sus trabajoshan permitido el desarrollo de sistemas de codificación, como el FACS-Fatial ActionCoding System (Sistema de Codificación de la Expresión Facial) de Ekman2, quedefinen la expresión facial de un buen número de emociones. La aplicabilidad de estossistemas que aseguran la forma de la expresión facial ha sido alta en ámbitos como eldiseño de videojuegos, la robótica, o el desarrollo de sistemas de seguridad. Según estossistemas, la expresión facial de la ira presentaría una serie de características claramentedelimitadas permitiendo, a través de ésta, el reconocimiento de dicha emoción de ira enla persona que muestra esa expresión independientemente de que sea una personaproveniente de otra cultura. En definitiva, probablemente las caras de enfado de nuestroscompañeros, parejas, etc. las detectamos con mucha rapidez, pero posiblemente seríamostambién muy rápidos detectando las caras de enfado de desconocidos e, incluso, depersonas prove-nientes de otras culturas o de otras razas.

Según el sistema de clasificación de Paul Ekman, probablemente el más asumido porla comunidad científica, la expresión facial de la ira viene configurada por el descenso yla unión de las cejas, la elevación tanto del párpado superior como del párpado inferior yla reducción de la apertura palpebral, estando los labios en tensión, contraídos yapretados. Adicionalmente, para mostrar una mayor intensidad de la emoción de ira sepodría producir una elevación del labio superior, una contracción de los labios en formade embudo o, incluso, una separación de los labios junto a una dilatación de los orificiosnasales y una elevación o descenso del mentón. La siguiente ilustración muestra laexpresión facial de la ira básica y con más intensidad, tal y como se recoge en el FACSde Ekman.

Expresión facial de la ira según se recoge en el FACS de Ekman (Ekman y Friesen, 1978)

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Si bien es verdad que esta descripción de la expresión facial de la ira resulta una delas expresiones faciales universalmente más fácilmente reconocidas, también es ciertoque diferentes estudios hechos desde la psicología social señalan que la capacidad paraidentificar la ira en estas expresiones faciales se va reduciendo en la medida en la que sedan ciertas condiciones, como pueden ser que la expresión facial sea la de una personamás alejada culturalmente, o sea de una persona con más edad, o que el reconocimientode la misma se haga bajo un contexto que sea incongruente con la expresión, de maneraque podamos pensar más que es una expresión de ironía que de ira, por ejemplo. Endefinitiva, aunque se puede asumir que la expresión de la ira, en general, y su expresiónfacial, en concreto, están ampliamente definidas y especificadas, lo cierto es que lacomplejidad del fenómeno emocional en general y de la ira en particular no permiten queesta emoción se defina solo por su expresión o que la expresión facial de la ira recojatodo lo que dicha emoción esconde. Por ello es necesario seguir repasando otrasperspectivas y formas de entender la emoción para conocer otros aspectos especialmenterelevantes de la ira.

La perspectiva psicofisiológica

Los cambios fisiológicos que se dan en nuestro cuerpo cuando sentimos unadeterminada emoción son, según una buena parte de los psicólogos, un elemento quedefine la propia emoción. Es decir, no son una simple característica de esa emoción, sinoque son lo que de verdad diferencia unas emociones de otras, su elemento nuclear. Estaperspectiva plantea que, cuando nos enfrentamos a una situación, la percepción de esasituación genera una reacción automática de tipo fisiológico y que, cuando el individuonota esa reacción física que sufre, es cuando experimenta la emoción. Comoejemplificaba William James3, uno de los padres de la psicología en general y de estaperspectiva en particular, a finales del siglo XIX, no corremos porque tenemos miedo,sino que tenemos miedo porque corremos. Más allá de las dificultades que tiene asumirque la experiencia de una emoción deriva solo de los cambios fisiológicos y no tambiénde interpretaciones que hagamos de nuestro entorno y que sumen información a la que esde tipo fisiológico, lo cierto es que estos planteamientos han favorecido que se estudieny describan todos los cambios que se dan en nuestro funcionamiento cardiaco,respiratorio, muscular, etc. cuando experimentamos una emoción.

La ira ha sido y es una de las emociones que presenta un patrón más propio ydistintivo de activación fisiológica, al menos si la comparamos con otras como el miedoo la tristeza, y siempre que asumamos la dificultad que tiene conseguir una delimitacióndel patrón o perfil de activación fisiológica debido a las diferencias individuales —loque William James llamó la “especificidad personal” y las “exigencias de la evaluaciónpsicofisiológica”—. A pesar de ello, el psicofisiologo alemán Gerhard Stemmler (2010),tras realizar una exhaustiva revisión y selección de las investigaciones al respecto,concluía recientemente que la ira se caracteriza especialmente por:

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Aumento de la presión arterial sistólicaAumento de la presión arterial diastólicaAumento de la tasa cardiacaAumento de la actividad electrodérmica de la pielAumento de la tensión muscularAumento de la temperatura periférica facialAumento de la tasa respiratoriaAumento del output cardiaco

Interacción cerebro - emoción

En realidad, estos cambios físicos —que serían consecuencia de una fuerte actividadadrenérgica y noradrenérgica acompañada de una inhibición vagal— buscan cumplir conla función adaptativa que se le atribuiría a la ira, favoreciendo que el individuo evite eldolor y el fracaso que cualquier situación física o social podría causarle. Sin embargo, ycomo cabe suponer, si la frecuencia e intensidad de estos cambios son demasiado altaspueden suponer una erosión importante del organismo y por ello no es de extrañar queen el tratamiento de algunas alteraciones físicas, especialmente las de tipo cardiaco, la irasea una de las variables más relevantes a tener en cuenta. Por ejemplo, algunosimportantes investigadores señalan que la ira puede tener, incluso, un valor predictivo endistintas alteraciones coronarias y cardiovasculares, como puede ser de los infartos,especialmente en nuevos episodios, o de la arterioesclerosis o, por supuesto, de lahipertensión, especialmente en la diastólica. Las investigaciones sobre las relacionesexistentes entre la ira y todas estas alteraciones son numerosas y frecuentes, y provienentanto de grupos de investigación formados por psicólogos como de grupos deinvestigación de cardiólogos y, por supuesto, de equipos en los que se implican ambosgrupos profesionales. Esta relación se ha traducido ya en un salto a la actividadasistencial en muchas unidades de hipertensión, de rehabilitación cardiaca, etc. en lasque el trabajo psicológico en la modificación de hábitos de vida en general, y del manejode la ira y de su expresión en particular, está presente en algún momento.

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Así, es probablemente la vinculación de las emociones con la salud física una de lasconsecuencias indirectas, pero más importantes para la psicología, que la posturapsicofisiológica ante la explicación de los fenómenos emocionales ha acabadogenerando. Entender las experiencias emocionales como consecuencia de los cambiosfisiológicos que se dan al percibir distintas situaciones ha permitido estudiar estoscambios físicos en detalle y, con ello, favorecer la identificación de las implicacionesque los mismos podrían tener en la salud. La ira ha sido, y continua siendo, la emociónen la que los cambios fisiológicos que se asocian a la misma han generado un mayorinterés en el campo de la salud física, especialmente en uno tan relevante por lamortalidad que trae consigo, como es el de las enfermedades coronarias ycardiovasculares.

También, y como consecuencia de los planteamientos del maestro William Jamessobre la primacía de los cambios físicos sobre la experiencia psicológica de unaemoción, ya a finales del siglo XIX y principios del XX se desarrollaron críticas a losmismos que daban primacía en el fenómeno emocional no al cambio físico, sino a laactividad directa del cerebro. En cierto modo, la perspectiva psicofisiológica favoreció,como contrarréplica, el desarrollo de una perspectiva que daba primacía en laexplicación de la emoción única y exclusivamente a la actividad cerebral: la perspectivaneurológica.

La perspectiva neurológica

Como hemos señalado, en respuesta a la corriente teórica que entendía la experienciaemocional como una consecuencia de los cambios físicos, algunos investigadores, entrelos que destacó Walter Cannon4, comenzaron, ya a principios del siglo XX, a estudiar y adefinir el papel que las estructuras cerebrales tenían en la aparición de la respuestaemocional. Desde esos primeros estudios la ira ha sido una de las emociones que másjuego ha dado a los investigadores. Uno de los trabajos pioneros de Cannon fuedenominado La falsa ira, y en él, básicamente, se realizaba una descortización de la ratay se mostraba cómo, a pesar de la falta de corteza cerebral, el animal continuabarealizando conductas de ataque. En realidad, estos primeros trabajos apuntaron a unadiferencia conceptual que, en el caso de la ira, es fundamental si queremos entender bienesta emoción: se trata de la diferencia entre experiencia emocional y expresiónemocional. Desde los primeros trabajos se vio que la expresión emocional estaba ligadaa la actividad de estructuras inferiores del cerebro, a áreas diencefálicas y subcorticales,como el hipotálamo o la amígdala. Por otra parte, la experiencia emocional, es decirsentir y tomar conciencia de la emoción, tenía que ver con la actividad de la cortezacerebral, aquella parte que más diferencia nuestro cerebro del de otras especies demamíferos.

El estudio de las bases cerebrales de la emoción ha gozado de un gran desarrollo enlas últimas décadas, y mientras algunos investigadores han focalizado sus estudios en el

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papel de tales estructuras diencefálicas otros han explorado más el papel que el córtexcerebral juega en la experiencia emocional y en algo que se deriva de experimentar unaemoción, que es aquello que se hace con ella, es decir con su expresión, lo que hoy sedefine más como regulación de la emoción. Entre los primeros investigadores, destacanlos trabajos de Joseph LeDoux (1999) sobre el papel que la amígdala tiene en laadquisición de los miedos. Con respecto a los otros investigadores, los que se centran enlas funciones que la actividad cortical tiene en la emoción, destaca Antonio Damasio(1996), premio Príncipe de Asturias también, y que ha explorado la importancia quetienen las áreas frontales del cerebro —en concreto las áreas orbitofrontales,dorsomediales y ventromediales— en el control y en la expresión de las emociones paraque esta expresión sea ajustada a las normas sociales y a los intereses del individuo.Mientras que los trabajos de LeDoux han mostrado la importancia de la amígdala en laasociación del miedo a distintas situaciones, los trabajos de autores como Damasio hanpermitido identificar la importancia que el córtex prefrontal tiene en la regulación y en elcontrol de la expresión de las emociones, algo que, en la emoción que nos ocupa, la ira,resulta fundamental para comprenderla y manejarla.

En el caso de la ira, desde los años cincuenta del pasado siglo se fue confirmando quela respuesta de ataque —que era la vinculada a la ira— estaba asentada en estructurasmás inferiores o básicas del sistema nervioso central, como son distintos núcleoshipotalámicos, algunos de ellos descubiertos a finales de los años sesenta por el profesorespañol Rodríguez-Delgado5, y también, como se confirmó posteriormente en los añosnoventa, algunos núcleos de la amígdala. Ya en esos años noventa otros importantesinvestigadores como Gray (1990) mantienen en su planteamiento psicobiológico de laemoción que el sistema de lucha/huida es uno de los sistemas básicos de funcionamientocerebral, cuya base de activación pasaría por la amígdala y por el hipotálamo medial,confirmando así la importancia de estas estructuras en la aparición de la respuesta de ira.

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Áreas corticales y diencefálicas del cerebro

Sin embargo, como ya nos podemos imaginar, que se active una respuesta emocionalno significa que ésta se exprese en todo su esplendor, y ahí es donde los descubrimientossobre el córtex prefrontal probablemente más han aportado al estudio de la emoción. Enel caso de la ira esta cuestión es fundamental, como se verá a lo largo del libro, y estabaasumida implícitamente en distintas teorías.

Uno de los padres de la neuropsicología, Luria, describía la función inhibitoria que ellóbulo frontal ejerce y el control emocional que ello supone. Así, el daño ocasionado enesa zona, bien por un traumatismo, bien por un accidente cerebrovascular, por ejemplo,se ha asociado ampliamente a la conducta descontrolada y, especialmente cuando laslesiones se dan en áreas orbitofrontales, estos pacientes, presentan un estilo de conductadesinhibida que suele incluir, según documentan un amplio número de estudios, unaumento de la expresión de la ira y de la agresividad (ver por ejemplo Starkstein yRobinson6), característica, al final, del síndrome disejecutivo en el que se encuadraríanmuchos de estos pacientes. Además, la regulación de la ira aparece claramente vinculadaa la actividad de ese córtex prefrontal, pero del hemisferio izquierdo. Así, las lesionesdel córtex prefrontal del hemisferio izquierdo se han asociado más a una mayorexpresión de la ira e, incluso, a un aumento en la tasa de conducta violenta (ver porejemplo Kim y otros7).

La perspectiva cognitiva

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El papel que la regulación de la expresión emocional tiene en el ajuste a normas y aroles sociales, así como la conciencia de experiencia emocional que lleva implícito, nosconduce al papel que los contenidos cognitivos tienen en el desarrollo de las emociones,en general, y de la ira, en particular. Cuando hablamos de contenidos cognitivoshablamos de ideas, creencias, imágenes, recuerdos, en general, de todo aquello creado apartir del procesamiento de la información y que, en ocasiones, alcanza un alto gradosimbólico, un nivel de conocimiento y abstracción al que solo llega nuestra especie.

La vinculación entre distintos estímulos, como pueden ser sonidos o fotografías, yreacciones emocionales automáticas ha sido experimentada por todos, aunque,probablemente, para cada uno de nosotros sean específicas, distintas o camb ien aquellascanciones que son capaces de emocionarnos. Posiblemente ello sea debido a laexperiencia que hayamos tenido con una determinada canción y al significado que lehayamos dado en relación con dicha experiencia.

En realidad, aunque los estímulos tienen un significado diferencial para cada uno denosotros, algunos de esos significados son muy comunes culturalmente y estánfuertemente asentados. Uno de los psicólogos que más ha estudiado y aprovechado estavinculación entre estímulos concretos y respuesta afectiva ha sido Peter Lang8, quien,por ejemplo, ha desarrollado incluso un larguísimo listado de cientos de fotografías a lasque ha sido capaz de asignar un valor afectivo (son por ejemplo fotos de bebés, depaisajes, de escenas violentas o de escenas eróticas, entre otras), de manera que supresentación puede asegurar que el individuo que esté viendo dicha foto perciba que éstaestá generando un determinado nivel de activación fisiológica y de conciencia debienestar/malestar. Ese listado —al que ha denominado IAPS-International AffectivePicture System (Sistema Internacional de Imágenes Afectivas)—, en definitiva, muestraque determinados significados, aún siendo compartidos por grupos culturales, sevinculan a la activación fisiológica y a la experiencia afectiva.

En este sentido, la vinculación entre significados, reacciones físicas y experienciasemocionales se empezó a documentar precisamente por el doctor Marañón, quien ya enlos años veinte del siglo pasado describió cómo el efecto de inyecciones de adrenalinageneraban reacciones físicas que los pacientes describían “como si” fueran emociones,pero que no entendían como emociones porque no tenían motivos o significados queasociar a dicha activación. Precisamente, años después, investigadores americanos sebasaron en sus trabajos para desarrollar una teoría por la que las emociones necesitabande activación fisiológica, pero también de significados asociados, de motivos por los quetener esa activación para poder experimentar una emoción. Como no podía ser de otramanera, una de las emociones que se utilizó para validar esa teoría —a la que susautores, Schachter y Singer9, llamaron teoría bifactorial de la emoción— fue la emociónde ira.

Sin embargo, para entender qué significados, qué ideas o qué creencias se asocian a laira, antes es preciso entender cómo se construyen esos significados, que será,básicamente, a través de lo que se han llamado procesos de valoración, es decir los

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procesos de interpretación que hacemos de los distintos estímulos y situaciones.Las teorías cognitivas sobre los procesos de valoración intentan explicar el tipo de

análisis que se hace de la información percibida por el individuo, tanto en lo referente ala forma de ese análisis y al procesamiento que se hace de la información percibidacomo en la secuencia temporal que ese procesamiento sigue. En esta línea deinvestigación, los autores más relevantes han sido, sin lugar a duda, Richard Lazarus,gran precursor del concepto de appraisal (en castellano valoración) y Klaus Scherer,todo un referente en el estudio de los procesos cognitivos y su relación con las respuestasemocionales.

El primero de ellos, Richard Lazarus, desarrolló una propuesta teórica que en los añosochenta alcanzó una amplia aceptación en el mundo de la psicología, cuya base, en laexplicación de las respuestas de estrés, pasaba por los procesos de valoración y deafrontamiento que se hacían en relación con los sucesos a los que el individuo seenfrentaba, entendiendo la reacción de estrés como una reacción que derivaba de percibire interpretar las demandas de la situación como superiores a los recursos que elindividuo percibe que tiene para enfrentarse a esa situación. No obstante, ¿cuáles son lascuestiones que se evalúan, que se chequean o que se tienen en cuenta para construir esesignificado de estresante? Pues, en esas propuestas teóricas de los años ochenta, RichardLazarus desarrolló especialmente el concepto de afrontamiento, es decir de un chequeo ovaloración de los recursos, tanto propios como ajenos, que la persona tiene paraenfrentarse a la situación, de manera que la percepción de poseer suficientes recursospara manejar un problema acabaría haciendo que ese problema no se viera tan grande y,por lo tanto, su significado de problema cambiara o se redujese. Sin embargo, esaspropuestas todavía no profundizaron tanto en aquello que de la situación se analizaba ose valoraba. En los años noventa, y junto a otro importante psicólogo, Craig Smith(Smith y Lazarus, 1990), realizaron una serie de experimentos en los que la estructuradel proceso de valorar una situación quedó mucho más especificada y definida, sumandoa la evaluación de nuestros recursos de afrontamiento también los aspectos relevantes dela situación. Como no podía ser de otra manera, una de las emociones que utilizaron paradescubrir qué cosas valoramos de la situación fue la emoción de ira.

En estos trabajos, lo que Craig Smith y Richard Lazarus descubrieron fue que una vezque el individuo se enfrenta a una situación su construcción de lo que esa situaciónsignifica se realiza evaluando, en primer lugar, la relevancia motivacional que esasituación tiene, es decir, si esa situación es importante para nuestra motivación, paranuestros deseos. Es importante señalar aquí, sin embargo, que la motivación no se refieresolo a nuestros deseos o metas, a veces es mucho más sencilla y fisiológica, essimplemente lo que nuestro organismo necesita para mantener un buen estadohomeostático, fisiológico, como por ejemplo comer, dormir, descansar, etc. Esta primeracuestión de la relevancia motivacional marca el tono o la intensidad emocional de lareacción que vendrá después, de manera que a mayor relevancia motivacional de unasituación, mayor será la respuesta emocional que vendrá detrás. La siguiente cuestión o

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aspecto de la situación que es analizada, según estos autores, es el grado de congruenciamotivacional que esa situación tiene, es decir, una vez que ya conocemos si la situaciónes importante para nuestra motivación, vemos si coincide con lo que nuestra motivación,bien más psicológica, bien más fisiológica, quiere o pretende alcanzar. Así, a mayorgrado de coincidencia, habrá mayor afecto positivo y emociones agradables como lafelicidad, la alegría, el orgullo, etc., mientras que a menor ajuste o congruencia entre lasituación y nuestra motivación, habrá más tono afectivo negativo y reaccionesemocionales más desagradables para el individuo como por ejemplo la tristeza, laansiedad o, cómo no, la ira. Ahora bien, ¿por qué una situación relevante e incon gruentecon nuestros intereses puede generar en unas ocasiones ansiedad, en otras tristeza y enotras ira? Bien, pues las cuestiones que se valoran sobre los recursos de afrontamientoacaban de construir el significado de la situación y de definir también la emoción con laque responderemos. Según Smith y Lazarus (1990), una vez evaluado ese grado derelevancia y de congruencia motivacional el individuo analizaría o valoraría cuatroaspectos o cuestiones que son los que acaban definiendo la situación y también nuestrarespuesta emocional, y que serían: (1) la causalidad o responsabilidad; (2) la capacidadde afrontamiento de la situación que tiene; (3) la capacidad de afrontamiento de laemoción, de manejar nuestro propio estado emocional; y (4) la expectativa futura de loque va a ocurrir. Se trata, pues, de un proceso en el que, una vez que un individuo ve quela situación es relevante para su emoción, que es más o menos ajustada a su motivación,valora también a qué se ha debido, qué se puede hacer y cómo se puede regular y quépasaría en el futuro, y, con todo ello, se construye una emoción. De hecho, no importaríatanto ni el tipo de situación ni si situaciones distintas se interpretan igual, es decir que sise evalúan las cuestiones anteriores igual, con las mismas respuestas, la emoción será lamisma. Así, cada emoción tendría una estructura cognitiva asociada. Pues bien, en losexperimentos de Smith y Lazarus, la estructura cognitiva de la ira se definía porinterpretaciones en las que el individuo ponía el acento o remarcaba que la situación eramotivacionalmente relevante, motivacionalmente desajustada, y cuya causalidad eraajena, es decir, la situación era provocada por otros. Por tanto, según estos autores,cuando ante una situación cualquiera la persona se fija más en lo importante ydesajustada que es esa situación y en que la han causado otros, entonces la ira aparecerácon toda seguridad.

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Figura 1. Comparativa de la estructura cognitiva de la ira en los modelos de valoración de Smith y Lazarus (1990)y de Scherer (1993)

Hay que decir que los resultados y aportaciones de Smith y Lazarus coinciden con lagran mayoría de los obtenidos por otros autores posteriormente. Probablemente, porquetampoco agudizan o precisan procesos de valoración más concretos y, por tanto, másdifíciles de identificar y estudiar. En esta dirección, el trabajo de Klaus Scherer sepresenta como mucho más complejo y preciso. Este autor planteó, también en los añosochenta, un modelo al que denominó de chequeo de estímulos y que, hasta nuestros días,viene aportando relevantes datos sobre las relaciones entre cognición y emoción. En estemodelo, los procesos de valoración no solo son más concretos y precisos, sino quetambién hacen referencia a la dinámica temporal de los mismos y a sus basesfisiológicas. Scherer agrupaba esos procesos de valoración en cinco dimensiones ograndes aspectos que el individuo evalúa de aquellas situaciones a las que se enfrenta, yque son: la novedad, el placer intrínseco, el significado para metas, el afrontamiento, y lacompatibilidad con estándares. Para este autor, la persona valora en qué medida unasituación es novedosa o sorpresiva, agradable o desagradable físicamente hablando, sicoincide con lo que buscamos, todo lo que podemos hacer en ella, y si coincide connuestros valores morales o con las normas sociales. Además, para Scherer, estasdimensiones están influyendo continuamente unas en otras. Bien, pues como tambiénpodemos imaginarnos, una de las emociones que se estudiaron con esta propuesta fue lade ira, y los resultados de sus trabajos muestran la ira como una emoción en la que lanovedad de una situación no tiene por qué ser un aspecto relevante, pero sí lo sería eldesagrado, incluso físico, que genera esa situación, que también se vería como unobstáculo para nuestros intereses, pero sobre la que todavía nos vemos con capacidad deacción y de cambiarla y que, además, entendemos que es injusta o no coincidente con

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nuestras normas morales.En definitiva, desde una perspectiva cognitiva parece que, independientemente de

cuál sea la situación o de quién sea la persona, siempre que algo es visto comoespecialmente relevante, especialmente desagradable, especialmente desajustado paranuestras metas e intereses, especialmente causado por otros y, especialmente, injusto eincluso intencionado, la ira vendrá detrás inevitablemente.

LA IRA COMO UNA TENDENCIA ESTABLE ENNUESTRA PERSONALIDAD

Es verdad que la ira es una respuesta emocional que, como se ha visto, ya puedeexplicarse y describirse de acuerdo a sus funciones adaptativas, a sus cambiosfisiológicos, a sus bases cerebrales y a los procesos cognitivos implicados en sudesarrollo, pero también es verdad que eso solo nos explica o describe cómo se produceuna única respuesta de ira, es decir, una aparición puntual ésta. Y sin embargo, en estaemoción, en muchas ocasiones lo que más nos interesa es lo mucho que está presente enla vida de algunas personas. Así, es fácil pensar en alguna persona de nuestro entorno ala que, en ocasiones, nos habremos referido como alguien que “tiene mucho carácter” ohabremos utilizado otras expresiones similares con las que, en definitiva, soloremarcamos la facilidad con la que esta persona se enfada y la cantidad de veces en lasque la ira aparece como respuesta a los desafíos de su vida. Por tanto, para seguiravanzando en el conocimiento de la ira necesitamos también abordar esta cuestión y,para ello, necesitamos recordar algunos aspectos relativos a la construcción de lapersonalidad. Obviamente, explicar los procesos de construcción de la personalidad, consus distintas perspectivas teóricas, nos alejaría del objetivo del libro y del lector que losigue, así que lo que lo que simplemente vamos a hacer es intentar explicar cómo unaspersonas acaban teniendo mucha más probabilidad de responder con ira que otras,asumiendo que con ello estamos hablando de personalidad.

Así, el estudio de las relaciones entre emoción y personalidad ha dado lugar aamplísimos y duraderos debates entre distintos psicólogos, pero nosotros vamos aobviarlos para decantarnos por una forma de entender la emoción que permitecomprender que una respuesta emocional acaba definiendo una parte de la personalidaddel individuo. El psicólogo Mark D. Lewis concretó, en el año 2000, unosplanteamientos sobre el funcionamiento emocional por los que las respuestasemocionales se entendían como un continuo de relaciones entre nuestros cambiosfisiológicos y nuestro funcionamiento cognitivo, un sistema que se retroalimentaría yque, por lo tanto, sería muy dinámico y se autoorganizaría. Sin profundizar en ello, loque Lewis planteaba era la continua interacción entre cognición y cambios fisiológicos,entre mente y cuerpo, si queremos llamarlo así, y, justamente, es el periodo en el que

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analizamos esa relación entre cognición y fisiología el que nos permitiría definir sihablamos de respuestas emocionales puntuales o de tendencias más estables de emoción.Específicamente, este autor llega a proponer tres tiempos o escalas temporales desde lasque ver esa interacción, que serían: (1) un primer nivel de desarrollo o microdesarrollo,en el que se identificarían episodios o respuestas emocionales; (2) un segundo nivel omesadesarrollo, en el que se identificarían estados de ánimo; y (3) un tercer nivel dedesarrollo o macrodesarrollo, al que le correspondería ya identificar tendencias operfiles de personalidad.

Figura 2. Esquema de cómo la cognición influye en la respuesta fisiológica y viceversa

De alguna manera, como puede verse en la figura 2, para este autor las emocionesestán continuamente cambiando, son una interacción continua entre nuestra cognición ynuestros cambios fisiológicos, unos influyen en los otros y viceversa. Además, como esainteracción es continua, plantea acotarla temporalmente en los tres niveles antesreferidos. Así, cuando la interacción entre cognición y fisiología que define la ira apareceen un nivel de macrodesarrollo, entonces nos encontraríamos con una personalidadmarcada por la ira.

Por tanto, una emoción que se repite con una alta frecuencia acabaría definiendo unatendencia de personalidad. En realidad, este planteamiento ya venía precedido del que amediados de los años sesenta del pasado siglo había hecho uno de los padres de lapsicología moderna, y también, probablemente, unos de los mayores precursores delestudio de la ira, el profesor Charles Spielberger. Su teoría, que inicialmente se centrabaen estudiar la ansiedad, consiguió implícitamente que, cuando se hablase de ansiedad,ésta pudiera ser entendida como una respuesta puntual que se da ante la valoración deuna situación como amenazante, y a ello se refirió como “estado” de ansiedad, pero porotro lado también planteó que, cuando se hablase de ansiedad, también se podía estarhablando de una tendencia estable del individuo a responder con ansiedad en muydistintas situaciones, una mayor tendencia a verlas como amenazantes. A eso lo llamó“rasgo” de ansiedad. Así, con este planteamiento, Spielberger instauró una distinciónentre estado y rasgo para referirnos a las respuestas emocionales, pudiendo,respectivamente, ser algo puntual o convirtiéndose en una forma de ser como

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habitualmente se dice.En los años ochenta Spielberger dedica especial atención a la ira y así, al igual que el

resto de las emociones, la ira puede ser vista como un estado limitado en el tiempo ocom o una disposición duradera y consistente, una tendencia general para experimentarfrecuentes y pronunciados episodios de estados de ira, lo que sería el rasgo de ira. Estadistinción entre el estado de ira y el rasgo de ira es, probablemente junto a losinstrumentos para evaluarla y a la delimitación conceptual de la ira frente a la hostilidady la agresividad, una de las aportaciones más relevantes que Spielberger ha hecho enrelación con la ira. El estado de ira sería definido como un estado emocional que constade sensaciones subjetivas de tensión, enojo, irritación, furia o rabia, con activaciónconcomitante o arousal del sistema nervioso, y el rasgo de ira mostraría las diferenciasindividuales en cuanto a la frecuencia con la que aparece el estado de ira a lo largo deltiempo.

La delimitación de la ira como estado emocional o rasgo, así como la diferenciaciónde esta emoción con respecto a la hostilidad y a la agresividad, ha dotado de mayoroperatividad y precisión al concepto de ira. Por ejemplo, desde estos planteamientos, elestudio de la ira como variable de personalidad o como estado o respuesta emocional sevincula rápidamente a distintos ámbitos de salud, especial y tempranamente al de lacardiología, aunque sobre esas y otras relaciones hablaremos más adelante. Ahora soloqueremos recordar que, en ese ámbito, se generó cierta duda con respecto al potencialsolapamiento que podían tener algunos conceptos como lo que se llamó el síndromeAHA, que son las iniciales que en inglés se corresponden a ira (anger), hostilidad(hostility) y agresividad (agressiveness), conceptos que en el ámbito de la saludcardiovascular interesaban e interesan mucho. Ante ello, Spielberger y su equipo10

entendieron este síndrome de manera tal que la ira se definía como un concepto mássimple o primario que la hostilidad y la agresión. Además, la hostilidad, a pesar de queusualmente implica sensaciones airadas, es un concepto que connota un grupo complejode actitudes que puede darse sin ira y que son las que favorecen la agresión, que sonconductas destructivas dirigidas a objetos o a personas.

En definitiva, aproximarse a la ira como una emoción pero también como algopotencialmente estable en la personalidad, en las tendencias de respuesta de una persona,permite su mejor comprensión y favorece un abordaje más eficaz de la misma y tambiénun más amplio campo de actuación.

EL PROCESO QUE SIGUE LA EMOCIÓN DE IRA

Ahora ya sabemos algo más de la ira. Sabemos que es una emoción desagradable, queno nos gusta sentir, pero que también es normal, universal y con un valor adaptativo. Esdecir, que todos la hemos experimentado en muchas ocasiones, aquellas en las que

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vemos que la situación nos causa daño, es injusta y está provocada por otros. A pesar deello, la ira también nos ha podido ayudar a resolver conflictos o problemas de la vidacotidiana. Asimismo, sabemos que esta respuesta emocional puede ser más habitual enunas personas que en otras. Ahora bien, ¿podríamos describir con precisión cuándo ycómo experimentamos esta emoción, integrando toda esta información que yaconocemos de la ira? Si nos lo preguntaran, probablemente todavía responderíamos conafirmaciones como “me enfado cuando me provocan o cuando me ocurre algo injusto”,“es cuando ya se pasan de la raya y no puedo aguantar más y estallo” o “siento muchocalor y tensión”, entre otras. Todas ellas son perfectamente válidas y tienen algo encomún, aparentemente la ira sería una respuesta casi automática que no podemoscontrolar ante algo que nos sucede y nos impide lograr nuestros objetivos o que trasgredenuestra integridad o dominio personal, especialmente si consideramos que ha sidoprovocado de manera intencionada por alguien, que es injusto o que es inmerecido.

A este respecto, un grupo de psicólogos expertos en la materia de la Universidad deColorado (EEUU) dirigido por Jerry Deffenbacher lleva más de dos décadas tratando deaveriguar cómo se desarrolla con exactitud esa experiencia de ira, el porqué, cómo ycuándo la sentimos. Pues bien, este equipo ha realizado una propuesta a partir de unprincipio, que es el de que la ira es una respuesta regulable y que solo en ocasiones, o demanera parcial, es automática e incontrolable. Efectivamente, las múltiplesinvestigaciones realizadas por este equipo a lo largo de algo más de veinte años les hanpermitido afirmar que, en realidad, la experiencia de ira es un proceso muy complejo,que podría conceptualizarse como una cadena integrada por diferentes eslabones ocomponentes de diferente naturaleza (por ejemplo, algunos elementos del proceso son denaturaleza interna o de la persona, mientras otros claramente son externos, de lasituación o del ambiente). Estos eslabones irían activándose en un orden temporal y adiferentes niveles de profundidad pero, a su vez, interactuarían entre sí de manera muyrápida (en cuestión de milisegundos) y casi de manera automática. Esta velocidad delproceso haría que, hasta que no experimentamos la respuesta de la ira, no seamosconscientes de que estamos enfadados y provocaría esa sensación de no control sobrenuestra emoción de ira y que tan habitual es en muchas de aquellas personas que tienenfacilidad para tener esta respuesta. Pues bien, esta cadena o proceso es lo que se hadenominado modelo transaccional de la ira, y que a continuación trataremos dedescribir con detalle y que se puede resumir gráficamente en la figura 3 (de la páginasiguiente).

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Figura 3. Modelo transaccional de la ira de Deffenbacher (Deffenbacher y Mckay, 2000)

El pistoletazo de salida: los desencadenantes del episodio de ira

Efectivamente, como puede verse en la figura 3, para que una persona se enfade oexperimente ira debe haber un detonante o desencadenante, que puede ser un sucesoexterno (por ejemplo un atasco, el comportamiento de otra persona, una crítica ocualquier contratiempo) o interno (recuerdos, pensamientos y rumiaciones, otrasemociones negativas, etc.). Pero, ¿basta con que tengan lugar este tipo dedesencadenantes o sucesos para que nos enfademos? La respuesta, claramente, esnegativa. Pensemos en uno de esos tortuosos atascos de tráfico con los que nosencontramos cuando más prisa tenemos, en cómo nos enfadamos por ese tipo decontratiempos… sin embargo, ¿qué nos pasa si leemos en un cartel luminoso que elatasco se debe a un grave accidente de tráfico? Claramente, como se analizará másadelante, estos desencadenantes, aunque son necesarios no son suficientes para que nossintamos enfadados, porque además es necesario que se perciban como algo que ocurrede manera injusta, inmerecida o indeseable, o que se ha provocado por otros, muchasveces, además, de manera intencionada. A continuación, siguiendo el modelo propuesto

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por Jerry Deffenbacher, vamos a repasar las fases y puntos a través de los cuales se vaconstruyendo la respuesta de ira.

Fase 1: el estado previo de ira

Aunque los desencadenantes son necesarios para que las personas se enfaden,también es cierto que todos hemos tenido experiencias en las que hemos sido másresistentes al enfado y otras en las que hemos sido más vulnerables; experiencias en lasque nos hemos sorprendido a nosotros mismos por no habernos enfadado cuandodeberíamos haberlo hecho y viceversa. En esta línea, también es conocido por todos queexisten personas “que se enfadan por cualquier cosa” o “que están siempre enfadadas” yotras a las que les ocurre todo lo contrario. Esto es porque todos llevamos una especie demochila repleta de múltiples factores que modulan nuestro umbral de enfado o de ira.Algunos factores son más estables y consistentes, como, por ejemplo, ciertascaracterísticas de personalidad. Muchos expertos en la materia, como Aaron T. Beck, unimportante psicólogo, o de nuevo Jerry Deffenbacher, entre otros muchos, handemostrado empíricamente que las personas que son más perfeccionistas, que presentanuna mayor necesidad de control, una baja tolerancia a la incertidumbre o a la frustración,un rasgo de ira alto o un elevado nivel de neuroticismo, entre otras variables, tienden aexperimentar ira y otras emociones negativas con mayor frecuencia e intensidad enmúltiples situaciones y a lo largo del tiempo. Sin embargo, estos científicos también hanencontrado que otros componentes cognitivos, como ciertos valores, creencias oexpectativas (por ejemplo, creer que solo podemos lograr nuestro objetivos si mostramosenfado, o que es fundamental que la gente siempre sea respetuosa, o esperar que nuncanos defrauden) nos hacen más vulnerables a sentir ira de un modo disfuncional. Tambiénlos aspectos culturales ligados a la experiencia y expresión de la ira nos indican conquién es apropiado enfadarse, cuándo puede expresarse o cómo debe hacerse, y tambiénson importantes moduladores de la experiencia y las manifestaciones del enfado.

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Figura 4. Factores de vulnerabilidad para la ira disfuncional

Además, también existen otros factores que pueden aumentar o reducir laprobabilidad de que una persona se enfade, nos referimos al estado fisiológico,emocional o cognitivo que la persona tiene en el momento que tenga lugar eldesencadenante del episodio concreto. Pensemos que, si tenemos hambre, sueño, nosduele la cabeza o estamos angustiados por algo, por ejemplo, solemos ser menostolerantes con los contratiempos y problemas cotidianos. En líneas generales, cualquierestado emocional, físico o cognitivo negativo —por ejemplo, si alguien se siente física oemocionalmente mal, si ha tenido un mal día en el trabajo o no puede quitarse de lacabeza esa crítica supuestamente inmerecida que le hizo su mejor amigo— facilita queuna persona experimente ira ante cualquier mínimo contratiempo; por el contrario, enestados neutros o positivos —por ejemplo, si esa misma persona se siente bien, harecibido una buena noticia, o tiene una cita especial esa noche y no para de pensar enello— el umbral para el enfado se eleva, es decir, en ese momento la persona es másresistente a experimentar ira.

Fase 2: la mecha de la ira: los procesos de valoración

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Aunque la ocurrencia de un determinado suceso desencadenante, pudiendopotenciarse o no en función del estado previo de la persona como ya se ha comentado, esnecesaria para que se experimente ira, no es suficiente. La clave, según ha mostrado ensus estudios Deffenbacher, es la interpretación que se realiza tanto de lo que ha ocurrido(los desencadenantes) como de nuestros recursos de afrontamiento o de manejo de dichasituación. Son los llamados procesos de valoración o las interpretaciones que realizamosde lo que está ocurriendo y sobre lo que podemos hacer para solucionarlo, es decir,dichas interpretaciones o pensamientos actuarían como una especie de filtro que, si setraspasa, se convertiría en una gasolina cognitiva que encendería la mecha de la ira oactivarían la experiencia de esta emoción.

Estos procesos de valoración o interpretaciones tienen lugar de una manera muyrápida y automática, por ello, apenas somos conscientes de ellos y no solo influyen encómo nos sentimos o activan la experiencia de ira, sino que pueden también cambiarrápidamente porque interactúan constantemente con el ambiente exterior, reduciendo oaumentando nuestro enfado. Sin embargo, con un poco de esfuerzo sí que podemosaprender a identificar y a ser conscientes de las interpretaciones que realizamos enrelación con dos aspectos: (1) interpretación de la situación o procesos de valoraciónprimaria: experimentaremos ira si interpretamos el desencadenante como algo injusto, nomerecido, prevenible o intencionado, y si se considera a la persona culpable de lo queestá ocurriendo; y (2) valoración de los propios recursos de afrontamiento o de la propiacapacidad de manejo del problema y de las sensaciones y emociones que seexperimentan, los denominados procesos de valoración secundaria: es más probableactivar la respuesta de ira si creemos que no tenemos por qué soportar o afrontar sucesosnegativos, frustrantes, contratiempos o problemas en general que podríamos cambiar, osi se considera que la ira es una respuesta normal, esperada y adecuada para solucionarlos problemas.

Fase 3: la experiencia de ira

Cuando ese desencadenante se ha valorado como algo injusto, controlable oprevenible, y si, además, se percibe que hay alguien detrás de ello y que podemosafrontarlo con la rabia o el enfado, es cuando se activa el eslabón de la cadena queDeffenbacher y su equipo han llamado “experiencia de ira”, es decir, cuando tenemos unsentimiento subjetivo e interno del que somos más conscientes, que es cuando nos damoscuenta de que estamos enfadados y, por tanto lo etiquetamos como tal.

Respuesta cognitiva de la ira11

Trato injustoViolación de nuestros derechosIntención: Eso/ellos me hicieron...Tener imágenes y deseos de daño, venganza o reparación de daños

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Pensar repetidamente en lo ocurrido y cuán injusto ha sidoPensamientos que justifican nuestra ira

Respuesta fisiológica de la ira (Spielberger y Krasner, 1988).

Activación cardiovascular(aumento de la tasa cardiaca y de la presión arterial)

Sensación de taquicardiaSensación de que la sangre bombea nuestra cabezaCalorEnrojecimiento de la piel

Activación del sistema nervioso autónomo

Tensión muscular

Segregación de adrenalina, noradrenalina y glucocorticoides por las glándulasadrenales

TembloresSensación de desmayoAgitación

El cuerpo trata de recuperar el equilibrio (homeostasis)

Sudores fríosSudor de manos

Respiración más superficial

Respiración entrecortada y agitada

Sistema gastrointestinal

Dolor de estómagoNáuseasDiarrea

Esta experiencia subjetiva no es algo simple, sino que, a su vez, tiene trescomponentes: uno puramente emocional (conjunto de sentimientos que varían enintensidad, desde la irritación o un pequeño enfado hasta la rabia o furia intensa), otromás fisiológico (como cualquier emoción, la ira activa la reacción de lucha/huída lo quese asocia a una activación del sistema nervioso simpático y comporta respuestasfisiológicas muy notorias como el aumento de la frecuencia respiratoria, de la tasacardiaca, sudoración, temblores, etc.) y, finalmente, otro de tipo cognitivo (lospensamientos que en tiempo real pasan por nuestra cabeza o el autodiálogo quemantenemos con nosotros mismos sobre el suceso y lo que estamos experimentando,como por ejemplo: “esto es muy injusto”, “no me lo merezco”, “tengo que

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devolvérsela”, “esto no puede quedar así, se va a enterar” o “tranquilo, no sirve de nadaponerse así”).

Fase 4: la expresión de la ira

Como es lógico, toda esta cadena, que se asocia a un importante malestarcaracterizado por una notoria activación emocional, fisiológica y cognitiva, debeexpresarse o manifestarse de alguna manera para que podamos recuperar el equilibrio ysentirnos mejor. Como la ira puede ser una emoción funcional, en algunos casos seexpresará de un modo adaptativo o positivo porque ayudará a solucionar el problema, esdecir, activará estrategias como la comunicación recíproca, el distanciamiento temporalde la provocación, el pensar antes de hablar o actuar, el tratar de reducir la activación,etc., y permitirá llegar a un acuerdo o a una aceptación de la situación problemática.

Sin embargo, también es verdad que en ciertas ocasiones se expresará de un modonegativo o desadaptativo porque sus consecuencias son adversas, bien para la personaque está enfadada, bien para las personas que le rodean y su entorno. Los estilosdisfuncionales de expresión de la ira más frecuentes son la agresión física hacia objetos opersonas, la agresión verbal (devaluaciones, insultos, comentarios sarcásticos ocortantes...), expresiones no verbales de enfado (malas caras, miradas, brazoscruzados...) o la inhibición de la experiencia de ira también denominada ira interna, esdecir, cuando la persona, aunque está enfadada, no lo dice ni lo muestra con gestos, locual se asocia a un mantenimiento del malestar emocional, porque se están realizandoesfuerzos para inhibir la manifestación de este sentimiento pero se tienen pensamientosde resentimiento, hostiles o de venganza.

Consecuentemente, podríamos concluir, tal y como hace ya una década handemostrado otros dos psicólogos canadienses de la Universidad de British Columbia,Wolfang Linden y Brenda Hogan (Hogan y Linden, 2004), que existirían múltiplesmaneras de expresar la emoción de ira y que éstas no son excluyentes entre sí, sino quelas distintas expresiones de ira son independientes y pueden darse a la vez, o seguidas, oen distintas formas. Así, aunque la mayoría de las personas manifiestan su ira de unamanera adecuada, todos hemos podido perder los papeles en algún momento o, porejemplo, la persona que presenta un alto nivel de ira interna suele presentar un patrón deltipo pasivoagresivo, es decir, es capaz de inhibir la expresión de emociones negativashasta que el vaso rebosa y, por ejemplo, la expresa de un modo verbalmente agresivo.

Fase 5: las consecuencias de la ira

Si, como se viene diciendo, la ira es una emoción normal y adaptativa y en la mayoríade las ocasiones se manifiesta de una manera funcional, consecuentemente, casi siempretendrá unas consecuencias positivas o adaptativas. En general, la ira nos ayuda a resolverproblemas cotidianos, a clarificar conflictos con otras personas; nos ayuda a ser más

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conscientes de los propios fallos, mejora relaciones, clarifica objetivos, etc.Sin embargo, también es cierto que tanto cuando la experiencia de ira es muy intensa,

duradera o frecuente o cuando ésta es desproporcionada de acuerdo a losdesencadenantes, como cuando su expresión es disfuncional, se relaciona conconsecuencias negativas para la persona o sus allegados —peleas, accidentes, deteriorode las relaciones con la pareja, los familiares o los amigos, deterioro del rendimientolaboral o académico, problemas de salud, etc.—. También se dan otros sentimientosnegativos de culpa o vergüenza que pueden experimentarse después de estos episodios.Estos patrones disfuncionales de ira pueden mantenerse o perpetuarse porque tienenconsecuencias positivas de manera inmediata, solo a corto plazo, es decir, un estiloinadecuado de expresión puede ayudar a la persona a lograr sus objetivos, a que los otroshagan lo que esa persona desea por miedo, en definitiva, hace que esta personaexperimente una importante sensación de control. No obstante, estas consecuencias, quea corto plazo son positivas, se convierten en negativas a medio-largo plazo al volversecontra nosotros deteriorando las relaciones personales, lo que suele llevar a perder elapoyo de los demás en situaciones futuras, al aislamiento, etc., aumentando laexperiencia de otras emociones negativas, los sentimientos de culpa e, incluso,incrementando el riesgo de padecer múltiples problemas de salud. En el siguientecapítulo detallaremos precisamente todas estas consecuencias que la ira puede traerconsigo.

1. Darwin, C. (1872). The expression of the emotions in man and animals. London: John Murray (traducción enAlianza Editorial, Madrid, 1984).2. Ekman, P. y Friesen, W. V. (1978). The facial action coding system (FACS). Palo Alto, CA: ConsultingPsychologists Press.3. James, W. (1884). What is an emotion? Mind, 9: 188-205 (traducción en 1985 en Estudios de Psicología, 20).4. Cannon, W. B. (1939). The wisdom of the body. New York: W.W. Norton.5. Rodríguez-Delgado, J. M. (1969). Physical control of mind. New York: Harper and Row.6. Starkstein, S. E., y Robinson, R. G. (1991). The role of the frontal lobes in affective disorder following stroke.En H. S. Levin, H. M. Eisenberg y A. L. Benton (eds.): Frontal lobe function and dysfunction (pp. 288-303). NewYork: Oxford University Press.7. Kim, S. H., Manes, F., Kosier, T., Baruah, S., y Robinson, R. G. (1999). Irritability following traumatic braininjury. Journal of Nervous and Mental Disease, 187: 327-335.8. Lang, P. J. (1979). A bio-informational theory of emotional imagery. Psychophysiology, 16: 495-512.9. Schachter, S. y Singer, J. E. (1962). Cognitive, social, and physiological determinants of emotional state.Psychological Review, 69: 379-399.10. Spielberger, C. D. y Krasner, S. S. (1988). The assessment of state and trait anxiety. En G. D. Burrows, R.Noyes y M. Roth (eds.): Handbook of anxiety, Vol. 2. Amsterdam: Elsevier Science Publishers.11. Adaptado de Magán, I., Espinosa, R., Fortún, M., Sanz, J., y García-Vera, M. P. (2011). Programa de terapiacognitiva para la ira y la hostilidad en hipertensión arterial esencial: manual para el clínico. Madrid:Universidad Complutense de Madrid.

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2. LOS COSTES DE LA IRA: ¿PARA QUÉSIRVE LA EMOCIÓN DE IRA?

Muchas veces nos preguntamos cosas sobre nosotros mismos, sobre el porqué de loque hacemos y de lo que sentimos, sobre cómo puede ser que eso ocurra. Seguramente,éstas son las preguntas que mueven a muchas de aquellas personas que inician susestudios de psicología. En el caso de la ira, ya hemos hecho una aproximación en elcapítulo anterior a las respuestas que se dan a esas preguntas cuando van referidas a laemoción de ira, pero hay una pregunta en la que no nos hemos detenido y cuya respuestasuele tener mucho que ver también con el porqué de las cosas. Nos referimos a lacuestión de para qué, en el caso que nos ocupa: ¿para qué la ira?, ¿para qué sirve?

LA IRA COMO EMOCIÓN SOCIAL, MORAL YCULTURAL

En realidad, que la ira sea útil o no para el individuo explica mucho de sumantenimiento o de su extinción. De alguna manera, al iniciar el libro y recordar lafunción adaptativa que para la especie humana han tenido las emociones, estamosrespondiendo en cierta medida a la pregunta ¿para qué sirve la ira? Sin embargo, enrealidad, la perspectiva evolucionista en el estudio de la emoción pone el acento en lasupervivencia física de la especie, y la verdad es que, en las ocasiones en las que en laactualidad sentimos ira, rara vez están en juego nuestra vida o nuestra integridad física.¿Es entonces la ira una respuesta ancestral que se nos ha quedado porque en su día fueútil para atacar o defendernos de ataques de otros animales o tribus? Pues no solo eso, laira, aún siendo una emoción básica que sí ha cumplido con esa función, es también unaemoción marcadamente social, puesto que las emociones en general —unas más queotras, pero en general todas ellas— cumplen funciones de regulación social, de ajuste delos grupos a los que pertenecemos. Por una parte, la conciencia de sentir una emociónnos informa sobre aspectos o cuestiones relativas al grupo en el que se ha dado. Cuandosentimos ira con alguna persona conocemos aspectos de nuestra relación con esapersona. Especialmente en la regulación que hacemos de la expresión de esa ira, de lasconductas que esa ira nos mueve a hacer, como por ejemplo atacar, insultar, o al intentarcallarnos esa ira. En todo ello estamos, de alguna manera, definiendo relaciones sociales.La misma provocación recibida de un desconocido, de una pareja o de un jefe generaráprobablemente respuestas diferentes y tendremos diferentes opciones de expresar nuestroenfado, porque el contexto de la relación social enmarcará nuestro control y expresión de

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la ira.La ira es una emoción con alto contenido social. En este sentido, esta emoción podría

concebirse como un guión que se construye a nivel social y se refuerza y mantieneconductualmente, y, como tal, tiene un papel y una función en las interacciones sociales.Así, la ira se define como una emoción moral porque, como ya se ha indicado, una de lasvaloraciones o interpretaciones que suelen darse cuando aparece la ira es aquella quetiene que ver con percibir que se ha traspasado o violado el dominio personal y las reglassociales, es decir, cuando consideramos que se nos ha tratado de manera injusta, cuandoalguien se ha comportado de manera inadecuada respecto a lo que se considerasocialmente adecuado en base a una serie de reglas sociales implícitas. Por ello, el valoradaptativo de la ira, aunque, efectivamente, implica funciones de organización yregulación de procesos internos psicofisiológicos, tiene un matiz principalmente socialporque activa procesos de autodefensa y de regulación de las interacciones sociales,puesto que implica una serie de manifestaciones que tienen como objetivo eliminar losobstáculos que impiden el logro de un determinado objetivo y sirve también como unmecanismo de control del comportamiento no deseado de otras personas o, por ejemplo,para activar discusiones que permitan resolver un determinado problema interpersonal.

En línea con todo esto, son los psicólogos sociales, más vinculados a las teoríasconstructivistas, los que destacan el carácter moral, social y cultural de la ira. Así, porejemplo, uno de los más relevantes en esa corriente, James R. Averill (1982), definió aprincipios de los años ochenta la ira como un constructo complejo que, efectivamente, secompone de pensamientos y reacciones fisiológicas del individuo y que puedeobservarse a través de las conductas motoras o verbales que emite, pero destacó el hechode que la aprendemos a lo largo del proceso de socialización. El cómo, cuándo, porqué,ante qué o quién y dónde puede y debe experimentarse y expresarse la ira sería, pues, ysegún Averill, consecuencia básica del proceso de socialización. Es decir, la ira sería unaemoción aprendida fundamentalmente a través de la observación de modelos en nuestrafamilia, en el colegio o en el grupo de iguales, por ejemplo, que, aunque se experimenteinternamente y se pueda expresar públicamente, estaría muy mediatizada por factoresculturales y sociales vinculados a múltiples aspectos como la cultura, el estatus, el sexo ola edad, entre otros. En definitiva, la ira sería un guión organizado que, sí, efectivamente,tendría algunas bases innatas pero que, en su mayoría, se aprendería por observación demodelos a lo largo del proceso de socialización en el marco del contexto sociocultural alque pertenecemos.

Así, se esperan diferencias en el guión de la ira en función del sexo y la edad, delnivel económico, de la cultura, no solo a nivel de la expresión de la ira, sino también anivel interno-experiencial. Efectivamente, si bien científicos como Izard (1991) handemostrado que parte de los guiones de ira son innatos y se desarrollaron a lo largo delproceso evolutivo, como por ejemplo el hecho de que las expresiones faciales asociadasa su experiencia parecen ser universales y se han mantenido a lo largo de la historiaevolutiva junto con algunas respuestas motoras o algunos activadores de esta emoción,

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también es cierto que aprendemos a identificar aquello que supuestamente es inaceptabley aversivo, cuándo es apropiado reaccionar con ira o, por ejemplo, señalar con el dedo, ycuáles son las consecuencias más probables en una situación dada. Este guión no soloincluiría aspectos externos vinculados a la expresión de la ira (elevar la voz, emitircomentarios sarcásticos, utilizar un tono irónico, insultos, posturas corporales), sino quetambién afectaría a los procesos y componentes cognitivos como, por ejemplo, elautodiálogo que mantenemos con nosotros mismos cuando estamos enfadados y que,habitualmente, suele estar repleto de deberías (“no deberían hablarme de esta manera”),entre otras muchas distorsiones cognitivas, o las etiquetas o palabras con las quedenominamos esta emoción y que reflejan la especificidad e intensidad de nuestrosentimiento subjetivo (cabreo, enfado, ira, rabia, furia).

Cuando se han revisado las diferencias en la aparición de la ira en relación convariables como las señaladas —por ejemplo, edad, género, estatus o clase social—, losresultados obtenidos por recientes estudios de corte sociológico, como los de ScottSchieman (2010) con muestras representativas de la población de Estados Unidos,reflejan claramente patrones sociales consistentes en la aparición de la ira, que pareceque es más frecuente en adultos entre los 30 y los 40 años, cuando hay un menor niveleducativo, cuando hay más hijos en el hogar o cuando los ingresos económicos sonmenores o más reducidos.

En resumen, podríamos afirmar que la ira parece ser un proceso complejo que integraaspectos innatos y sociales, que determinan diferencias grupales y culturales, perotambién individuales en cuanto a la experiencia y a la expresión de ira. Todos estosaspectos, en su conjunto, tienen una especial relevancia en cuanto a la comprensión y ala explicación del desarrollo y de la instauración de patrones concretos y específicos deexperiencia y de expresión de la ira, ya sean útiles y adaptativos o no, y, por tanto,también de cara a la evaluación y al desarrollo de programas de prevención y detratamiento eficaces, siendo muy importante el hecho de que, como la ira es una emociónsocial en parte aprendida y de carácter moral, existe el potencial para modificar aquellospatrones (fisiológicos, cognitivos o conductuales) que no están siendo funcionales y queestán provocando problemas al individuo y a las personas de su alrededor.

LA IRA COMO PROBLEMA: LOS COSTES DE LAEMOCIÓN DE IRA

Si bien hasta el momento hemos visto lo natural y normal que es tener reacciones deira y lo adaptativo que ello ha sido para la especie humana, también es cierto que la ira,en un entorno tan socializado y con menores amenazas físicas, puede volversedisfuncional en muchas ocasiones. Tanto una excesiva intensidad en nuestras reaccionesde ira como también una excesiva frecuencia de esas reacciones, aunque no sean tan

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intensas, pueden acarrear un importante número de problemas para la persona que laspresenta. A continuación vamos a repasar esas consecuencias costosas para el individuoque el exceso de ira puede causar, bien sean consecuencias que le generan un malestarpsicológico clínicamente significativo, bien sea un desajuste social o bien sea, incluso, laprecipitación o el agravamiento de un problema de salud física.

Los costes psicosociales de la ira

A pesar de que la ira es una emoción básica de carácter negativo y, por tanto, seasocia a la experiencia de malestar emocional, como ya se ha comentado, es también unaemoción normal, universal y adaptativa. Consecuentemente, tal y como a principios deeste siglo indican Deffenbacher y McKay (2000), la mayoría de las personas aprenden aexperimentarla y expresarla de manera adecuada —esto es que la experimentan con unosniveles moderados de intensidad, se expresa con un repertorio conductual flexible yeficiente que no solo es respetuoso con los derechos de los demás, sino también con losnuestros propios, y que se orienta a solucionar diversos problemas, tales comomalentendidos, discusiones, conflictos, etc.—.

Sin embargo, también es cierto que algunas personas presentan problemasrelacionados con una experiencia o expresión inadecuada de esta emoción. Es lo que lospsicólogos denominamos ira disfuncional o desadaptativa, que ocurre cuando estaemoción se experimenta de manera excesivamente frecuente, duradera o intensa, ocuando su experiencia o expresión son desproporcionadas de acuerdo al detonante,generando consecuencias negativas para la propia persona y también para aquellas que lerodean.

En esta línea, es normal que nos preguntemos por las causas de la ira disfuncional, esdecir, ¿por qué algunas personas llegan a presentar problemas relacionados con la ira? Aeste respecto, en contra de lo que se ha planteado durante muchos años, parece que laevidencia empírica ha mostrado que son muy pocos los casos de ira disfuncional queestán determinados por factores biológicos (desajustes relacionados conneurotransmisores como la serotonina y la noradrenalina, o alteraciones estructurales delsistema nervioso central como daños en la corteza prefrontal). Por el contrario, la iradisfuncional se vincularía principalmente a diversos factores sociales y psicológicos quefacilitarían que las personas aprendieran, a lo largo de su desarrollo vital y dentro delpropio proceso de socialización, patrones sociales, emocionales y conductuales deexperiencia o de expresión de ira inadecuados que, poco a poco, se irían consolidandocomo hábitos con un nivel elevado de automaticidad. Es decir, estos patronesdesadaptativos se instaurarían en el comportamiento de la persona porque éstaaprendería a interpretar un amplio rango de situaciones como insultantes, como unataque o como una amenaza, o bien porque se interpretaría un amplio rango decondiciones como faltas de respeto. Por tanto, estas personas tenderían a experimentarira de manera muy frecuente y con altos niveles de intensidad, o a tener episodios de ira

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muy duraderos, lo que dificultaría la propia capacidad de control y facilitaría estilosinadecuados de expresión (agresión verbal o física, ya sea directa o indirecta, expresióninterna de la ira, estilo pasivo-agresivo) con las consecuencias negativas que esto podríasuponer tanto para la propia persona como para quienes le rodean.

De hecho, son muchos los grupos de expertos en la materia que han logradodemostrar científicamente que la ira disfuncional es un posible componente diagnósticopara algunos problemas psicológicos. Raymond Novaco (2010), uno de los pionerostambién en el estudio de la ira, revisa recientemente toda esa literatura científica sobre elpapel que la ira tiene en la psicopatología y encuentra que la alta o frecuente ira apareceen un amplio rango de alteraciones psicopatológicas. Así, esta respuesta emocionalpuede ser una característica clínica, aunque no aparezca como criterio diagnóstico, en unamplio rango de problemas. Novaco destaca su presencia clínicamente significativa enproblemas como:

Trastornos psicóticosTrastornos del estado de ánimo, como la depresión o el trastorno bipolarTrastornos de ansiedad, como la ansiedad generalizadaTrastornos de estrés postraumáticoTrastornos de personalidad, en concreto, en personalidad paranoide,personalidad límite, personalidad antisocial y personalidad narcisistaTrastornos neurológicos, como demenciasDiscapacidad intelectual

En cualquiera de estos ejemplos se podría profundizar mucho sobre la relación de laira con cada uno de estos trastornos, pero haciéndolo nos apartaríamos del objetivo deeste libro. Lo que sí se puede afirmar es que la presencia de la ira es frecuente yrelevante en las alteraciones citadas, como por ejemplo en la depresión, siendo uno delos aspectos que se evalúan en algunas de las pruebas de autoinforme más famosas,como el Inventario de Depresión de Beck-II (Beck Depression Inventory II —BDI-II—).En otras ocasiones, como en los episodios maniacos de los trastornos bipolares, supresencia es tan probable que en los criterios diagnósticos, cuando hay ira, por ser tannatural su presencia en ese trastorno, no sirve para discriminar la aparición de un nuevoepisodio maniaco. La comorbilidad con los trastornos de ansiedad también ha sidoampliamente documentada y parece lógico que así se dé si se entiende que muchos delos problemas de ansiedad se dan ante situaciones no solo potencialmente inciertas sinotambién amenazantes, además de compartir ambas emociones, ansiedad e ira, un altonivel de activación fisiológica.

Asimismo, en el ámbito de los trastornos de personalidad, puede ser una formahabitual de reaccionar en el trastorno paranoide, en el que la persona es especialmentesensible a sentirse atacado y, por lo tanto, tiende a responder con ira; o en el trastornolímite, marcado justamente por la labilidad emocional y la impulsividad y sus problemasen las relaciones sociales; o en el narcisista, más tendente a sentirse injustamente tratadoen relación con lo que cree que se merecería; o en el antisocial, que no respeta los

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derechos de los demás.En definitiva, son muchos los ámbitos de la psicopatología y de la psicología clínica

en los que la intervención sobre la ira y su manejo puede ser relevante. Sin embargo, alcontrario de lo que ocurre con las otras emociones negativas primarias, como el miedo yla tristeza, la ira no presenta un protagonismo alto y prácticamente no se le asociantrastornos específicos en las clasificaciones desarrolladas por la Asociación dePsiquiatría Americana, o por la CIE, desarrollada por la Organización Mundial de laSalud. Este hecho ha sido reiteradamente denunciado, especialmente por el equipo deEckhardt1, quien, en 2004, ya avisó de que este déficit constituía una prueba clara delbloqueo en el avance científico en esta área. A pesar de que la ira, como emociónnegativa primaria, debería ser una categoría diagnóstica como lo son la ansiedad o ladepresión, lo que sin duda es indiscutible es que la ausencia de diagnósticos formales delos problemas asociados a la ira dificulta la investigación sobre sus causas, procesos yconsecuencias.

En relación con este hecho, Jerry Deffenbacher2 ya propuso, en 1996, una posibleclasificación de dichos problemas desde un punto de vista pragmático, que diferenciaríacinco categorías diagnósticas que tratarían de reflejar su carácter situacional ogeneralizado (si ocurre solo en situaciones específicas, por ejemplo al conducir, o encualquier tipo de situación), así como establecerían la posibilidad de asociarse o no a lapresencia de episodios de comportamiento agresivo que definirían como presenciapersistente de comportamientos verbales o físicos significativamente agresivos (porejemplo gritos, amenazas, insultos, sarcasmos repetidos, emisión de conductasamenazantes o intimi datorias, agresión física hacia personas u objetos, búsqueda activade confrontaciones verbales o físicas y rechazo reiterado de propuestas de intentos desolución). Así, las categorías postuladas serían las siguientes (Deffenbacher y otros,1996):

1. Trastorno adaptativo con ira: reacción desadaptativa ante un estresor, quese caracterizaría por la experiencia de irritabilidad o de la emoción de ira,que tendría lugar durante los tres primeros meses desde la aparición delestresor y no se prolongaría más allá de seis meses desde su desaparición.

2. Trastorno de ira situacional sin agresión: reacciones de ira persistentes(seis meses o más), consistentes e intensas ante determinadas situacionesconcretas, que provocarían malestar significativo e interferencia en su vidasocial, laboral o escolar. Ausencia de episodios agresivos.

3. Trastorno de ira situacional con agresión: similar a la anterior categoría,pero se asociaría a presencia de episodios de agresión.

4. Trastorno de ira generalizado sin agresión: experiencia de ira de formacrónica y mantenida ante un amplio rango de situaciones (elevada irarasgo), en ausencia de episodios agresivos.

5. Trastorno de ira generalizado con agresión: experiencia de ira disfuncionalde manera crónica y persistente en un amplio rango de situaciones y que se

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asociaría a episodios agresivos.

Si bien es cierto que se desconoce el valor de esta categorización en cuanto a susniveles de fiabilidad y de validez, porque no existen estudios que lo evidencien ni se haaceptado de una manera consensuada, sin duda constituye una interesante aportación quequizá habría de validarse en estudios empíricos. La necesidad de una categorizaciónformal no solo viene justificada para facilitar el avance empírico del estudio de la ira,sino también porque su ausencia supone una clara amenaza para el logro de unaadecuada validez de constructo para su evaluación, especialmente en población normalversus clínica.

A lo más que se ha llegado es, en las últimas ediciones del Manual diagnóstico yestadístico de los trastornos mentales, conocido como DSM, y que edita la AsociaciónAmericana de Psiquiatría (American Psychiatric Association —APA—)3, a un trastornocasi específico para la ira, pero muy general y sin discriminar claramente de la agresión.Se trata de un trastorno que se define principalmente por los problemas que se tienenpara regular y controlar las explosiones de ira, y las consecuencias violentas (a las quedan más protagonismo) que eso trae consigo: el trastorno explosivo intermitente. Así, lacaracterística principal de este trastorno es la aparición de episodios en los que lapersona no se ve capaz de controlar los impulsos agresivos que le llevan a tenerconductas violentas. Sin embargo, estos episodios agresivos, ya sea violencia verbal oconductual, se asientan en la rápida e intensa ira que sienten y que es desproporcionadaen relación con la situación en la que se dan. Además, el trastorno explosivo intermitenteno ha sido objeto de estudio todo lo que probablemente hubiese sido deseable, y,probablemente, ello tenga que ver con la dificultad que hay para que este trastorno, comotal, se dé o aparezca aisladamente y no en el marco de otro problema de mayor entidad,como en un trastorno bipolar, un trastorno depresivo o en trastornos de la personalidadcomo el trastorno límite. En todos estos trastornos puede ser habitual la presencia deesos episodios de ira y violencia desproporcionada, puesto que en todos ellos se da unaalta frecuencia de ira y una baja capacidad de regulación emocional. Aún así, en losúltimos años la investigación sobre el trastorno explosivo intermitente ha aumentado losuficiente como para que dispongamos, por ejemplo, de algunos datos epidemiológicosque muestran prevalencia a un año en población de Estados Unidos de un 2,7%, siendolo habitual que los episodios se den más en personas que no llegan a los 40 años,habiéndose iniciado el problema normalmente en la adolescencia y primera juventud.Existen casos, también, donde el trastorno arranca en plena madurez, cerca de los 40años, pero eso ciertamente es menos habitual. También su frecuencia es casi tres vecesmayor en varones.

Principales características diagnósticas del trastorno explosivo intermitente según laAPA (American Psychiatric Association, 2014).

Explosiones o estallidos conductuales recurrentes en los que no se da uncontrol del impulso agresivo, y que se manifiestan en una de las dos

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siguientes opciones:

- O agresión verbal y/o agresión física ante personas, animales o cosas conuna frecuencia de unos dos episodios semanales, mantenidos, al menos,durante tres meses, y sin que la agresión física llegue a generar un dañofísico a esas personas, animales o cosas ante las que se dio;

- O la presencia, dentro de un periodo de doce meses, de al menos tresexplosiones de conducta que suponen un daño o destrucción de unapropiedad u objeto y/o un daño físico a animales o a personas.

La magnitud de la reacción agresiva es, en duración o intensidad,desproporcionada para la provocación o el estresor que la precipitó.No son conductas premeditadas o que busquen conseguir un objetivoconcreto.Podemos hablar de este trastorno a partir de los seis años, antes no esconsiderado.Estas conductas no son atribuibles a otro trastorno (como depresión, trastornobipolar, trastorno psicótico, trastorno de personalidad límite, trastorno depersonalidad antisocial) o a daños y trastornos orgánicos (como daño cerebraltraumático en áreas de la corteza prefrontal…) o como consecuencia delconsumo de fármacos o del abuso de drogas.

En definitiva, y además del trastorno explosivo intermitente, la ira puede tener unaimportante presencia en trastornos como la depresión, el trastorno de estréspostraumático o algunas formas de esquizofrenia, entre otros, así como también serelaciona con problemas de personalidad como el trastorno límite, el narcisista, elantisocial o el paranoide. Lo cierto es que, bien por la vía de la psicopatología bien poruna vía que no llega a ser clínicamente significativa, la ira puede suponer un problemaserio en el desarrollo social de una persona, ya que es un importante factor predisponentea diferentes formas de agresión y violencia (laboral, escolar, familiar o de género), lo quea medio plazo conduce al desajuste social.

Para ilustrar este desajuste personal y social al que puede conducir la ira puederesultar interesante un estudio, clásico ya, realizado por Jerry Deffenbacher4 en 1993, enel que se comparaban un grupo de personas con niveles altos de rasgo de ira frente a otrocon niveles normales. Esta investigación demostró cómo las personas que presentabanaltos niveles de ira como rasgo, es decir, que experimentaban esta emoción ante unamplio rango de situaciones y a lo largo del tiempo, mostraron no solo una experienciamás frecuente, intensa y duradera de ira, sino un estilo de expresión más inadecuado(bien por tratar de inhibirla o bien por tener un menor autocontrol sobre lasmanifestaciones de ira), así como una mayor frecuencia de agresiones y autoagresiones,una menor autoconfianza y autoestima, mayores niveles de otras emociones negativascomo ansiedad, tristeza o culpa, una mayor tasa de conflictos interpersonales, un peorafrontamiento a los problemas o estresores cotidianos y una mayor incidencia de

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problemas laborales o académicos, de problemas legales (por ejemplo arrestos) ocuasilegales (por ejemplo perder un trabajo), así como que era también más frecuente lapresencia de problemas vinculados a una mayor impulsividad (por ejemplo conducciónde riesgo) o de abuso de alcohol y de sustancias.

Los costes de la ira para la salud física

Sin embargo, no solo se ha demostrado que la ira disfuncional es un elemento muynegativo y de vulnerabilidad para nuestra salud psicológica y nuestro ajuste social, sinoque, además, se ha evidenciado empíricamente que la ira disfuncional es un importantefactor de riesgo para problemas de salud tan relevantes como las enfermedadescardiovasculares, el cáncer, ciertas alteraciones del sistema inmunológico o lahipertensión arterial esencial, llegando a convertirse en un potente factor devulnerabilidad para todas las causas de muerte prematuras, es decir, de mortalidadgeneral. Las evidencias sobre este efecto de la ira sobre la salud se asentaron en los añosnoventa, con múltiples estudios que aportaban datos en esa dirección. Por ejemplo, unode los que más impacto tuvo, por venir a ahondar lo que desde el planteamiento delpatrón de conducta tipo A y sus consecuencias en la salud cardiovascular a través derespuestas como la ira o la hostilidad, fue el realizado por Miller y otros5, hace ya casiveinte años. Estos investigadores de mostraron que la ira aumentaba el riesgocardiovascular independientemente de la presencia de otros factores de riesgo clásicoscomo el sobrepeso, la edad o el sexo, por ejemplo, pero también de mortalidad general,de manera que encontraron que las personas con ira disfuncional incrementaba en un 8%la probabilidad de mortalidad cardiovascular y hasta en un 16% de mortalidad generalfrente a las personas sin problemas de ira.

De hecho, otro psicólogo experto en este campo, Suinn6, realizó en 2001 una revisióncientífica sobre el papel de la ira y el de la ansiedad en la salud, y acabó titulando eltrabajo Las dos terribles, por los importantes y dañinos impactos que la alta frecuencia eintensidad de estas emociones tenía en la salud en general. Su trabajo concluía que la iradisfuncional podía aumentar el riesgo de padecer múltiples enfermedades, deteriorandola salud general, debido no solo al efecto directo que la experiencia de ira podía tenersobre nuestro organismo, sino también de manera indirecta, porque las personas con iradisfuncional solían activar hábitos no saludables (por ejemplo, consumo de tabaco, dealcohol, sedentarismo, etc.) para afrontar sus problemas cotidianos, así como estaspersonas también solían tener un menor apoyo social y experimentar más conflictos, loque les convertía en personas más vulnerables tanto a nivel fisiológico como psicológicoy social.

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Figura 5. Vías directa e indirecta de impacto de la ira en la salud física

Sin embargo, más allá de las implicaciones que dicha emoción tiene, es precisoseñalar que, en muchas ocasiones, los desajustes que puede acarrear la ira no derivan dela experiencia de la misma, sino de lo que se hace con ella, es decir del afrontamiento dela experiencia de ira, de su expresión —ya sea hacia fuera o hacia los demás, o de suinhibición o expresión interna—, o de la desinhibición de la misma, o del grado decontrol que se es capaz de ejercer sobre esta emoción. Por ello, en el estudio de la ira esnecesario atender a las distintas formas que se dan para manejar su experiencia, así comoa las implicaciones de dichas formas de afrontamiento. Es decir, las consecuencias que laira tiene en el desarrollo psicológico, social y físico del individuo pueden derivar más dequé se hace cuando se tiene ira que del propio hecho de tenerla o, al menos, lo que sehace con ella puede ser también altamente determinante en esos problemas.

En la ira, la distinción entre la experiencia emocional y los estilos de afrontamiento deesa experiencia emocional es especialmente relevante y sus implicaciones en la saludfísica han sido también identificadas. Técnicamente hablamos de afrontamientoemocional, en este caso de la ira, y con ello nos referimos a los intentos que la personahace ante un estresor para regular la expresión y control de la emoción, de la ira ennuestro caso. Los tipos y formas de afrontamiento emocional tienen hoy en día un papelmuy relevante en la investigación sobre las relaciones entre emoción y salud. Quizá unode los psicólogos que más aportó a esta relación entre expresión emocional y salud fuePennebaker (Pennebaker y Traue, 1993), que junto a su equipo, a principios de los añosnoventa, estudió con una alta rigurosidad los importantes beneficios que tiene para lasalud hablar, escribir o, en definitiva, afrontar activamente las ideas, los sentimientos ylas emociones que acompañan a las experiencias estresantes, así como los costes quepara la salud tiene la inhibición y represión de esas emociones. Centrándonos en la ira,

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es en los problemas cardiovasculares donde las diferentes formas de expresión parecentener una mayor relevancia e implicación.

Algunas de las revisiones de la investigación existente, como la realizada por JaniceWilliams en 2010 en relación con las dos formas básicas de expresión de la ira —la iraexterna, o expresión hacia fuera (anger-out) y la ira interna, o expresión hacia dentro(anger-in)—, encontraban evidencias suficientes para vincular dichos patrones deexpresión con los accidentes cardiovasculares, los infartos, las anginas de pecho, lahipertensión arterial o la arterioesclerosis. En algunos de estos problemas existen clarasdiferencias entre el efecto que provoca una expresión u otra. Por ejemplo, existesuficiente evidencia para vincular la expresión interna de la ira con la hipertensiónarterial, y especialmente con la presión arterial diastólica crónicamente elevada, la quepopularmente se llama “la baja”; o también existen suficientes evidencias para vincularuna alta expresividad externa con una mayor probabilidad de nuevos episodios cardiacosen pacientes que ya los han sufrido con anterioridad. Por tanto, en un nivel de análisismás pormenorizado y preciso, no solo encontraríamos esa vinculación de la experienciade ira con problemas físicos de salud, sino que podríamos encontrar que las diferentesformas de manejo, de expresión y de control de esa ira también tienen un efectodiferencial en nuestros distintos sistemas físicos y, por tanto, en los problemas asociadosa estos sistemas (cardiovascular, somático, inmune, gastrointestinal…). Fruto de esarespuesta diferencial de nuestro organismo a los diferentes estilos de expresión de la iratambién se pueden ajustar intervenciones sobre la regulación de la ira y su expresión, esdecir, que sean distintas para distintos tipos de problemas físicos. Por ejemplo,programas que entrenen no solo una ajustada experiencia de ira, sino una expresiónadecuada, como sería una expresión externa de la ira para pacientes con hipertensióndiastólica, o una menor expresión externa para pacientes que han sufrido un infarto.Profundizar en mayor medida en las relaciones de la ira con distintos trastornos físicosnos apartaría del objetivo de este libro y de los aspectos vinculados a la intervención enira, que serán desarrollados más adelante en el siguiente capítulo.

Un resumen de los costes de la ira

En conclusión, como ha podido verse, la lista de las consecuencias adversas asociadasa la ira disfuncional podría ser larguísima pero, en líneas generales, todas éstas podríanestructurarse en los tres niveles o áreas del individuo —psicológico, biológico y social—, aunque exista una interacción alta entre ellas.

A nivel psicológico, la ira disfuncional supone mayores niveles de estrés y deemociones negativas (malestar, culpa, tristeza, vergüenza, ansiedad), también interfiereen los procesos cognitivos de atención, concentración y pensamiento, interfiriendo en elrendimiento así como en la capacidad de toma de decisiones y de solución de problemas,en el pensamiento orientado a metas o en la capacidad de afrontamiento, potencia laimpulsividad y aumenta el riesgo de abuso de sustancias.

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Además, afecta también a la salud física de las personas puesto que, como ya se haindicado, se ha demostrado que ésta es un importante factor de vulnerabilidad paraproblemas de salud tan relevantes como los problemas cardiovasculares, la hipertensión,el cáncer, el colesterol o los problemas gastrointestinales, entre otros muchos.

Finalmente, lógicamente, también se ha mostrado cómo la ira problemática deterioralas relaciones sociales (familiares, de pareja, de amigos, de compañeros), incrementa elriesgo de tener problemas vinculados al área laboral o académica e, incluso, deproblemas legales o cuasilegales vinculados a las diferentes áreas vitales de la persona.

Así pues, podría decirse que la ira disfuncional presenta importantes costes no solopara la persona que la padece, sino también para las personas con las que se relaciona enlas diferentes áreas de su vida y para la sociedad en general. Consecuentemente, aunqueno disponemos de cifras precisas debido a que la ira disfuncional está implicada enalteraciones y problemas de muy diversa índole, podríamos aventurar que los problemasrelacionados con la ira suponen importantes costes, tanto directos como indirectos, anuestro sistema sociosanitario, convirtiéndolos, por tanto, en una cuestión de relevanciaa la que debe darse la atención que merece y una respuesta eficaz desde una ópticabiopsicosocial.

1. Eckhardt, C., Norlander, B. y Deffenbacher, J. L. (2004). The assessment of anger and hostility: A criticalreview. Aggression and Violent Behavior, 9: 17-43.2. Deffenbacher, J. L., Oetting, E. R., Lynch, R. S. y Morris, C. D. (1996). The expression of anger and itsconsequences. Behaviour Research and Therapy, 34 (7): 575-590.3. American Psychiatric Association (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.Madrid: Editorial Médica Panamericana.4. Deffenbacher, J. L. (1993). Irritabilidad crónica: características e implicaciones clínicas. Psicología conductual,1 (1): 51-72.5. Miller, T. Q., Smith, T. W., Turner, C. W., Guijarro, M. L. y Hallet, A. J. (1996). A meta-analytic review ofresearch on hostility and physical health. Psychological Bulletin, 119 (2): 322-348.6. Suinn, R.M. (2001). The terrible twos - anger and anxiety: Hazardous to your health. American Psychologist,56: 27-36.

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3. LA INTERVENCIÓN EN LOS PROBLEMASRELACIONADOS CON LA EMOCIÓN DE IRA

La regulación y el manejo de cualquier emoción, de su experiencia y de su expresión,de las conductas que genera y mantiene, requiere de un preciso conocimiento de losmecanismos que se esconden detrás de esas reacciones, de la forma de pensar sobre lassituaciones en las que se dan habitualmente, de los cambios fisiológicos que lasacompañan, de los beneficios y costes que nos generan, etc. Es verdad que, hasta elmomento, en los capítulos anteriores hemos venido repasando esos aspectos, pero elcontrol y manejo de una reacción puntual de ira requiere que esos procesos ymecanismos que ya hemos repasado sean identificados en esa situación concreta en laque queremos controlar la reacción. Por ello, la evaluación de esos procesos ymecanismos por parte de la persona que quiera regular esa reacción es una condiciónnecesaria para el éxito en el manejo de la misma. La regulación y el control de la ira nose van a conseguir con recetas ni con frases hechas que se presenten como panaceas paratodo tipo de situaciones y personas. Cada persona, cada entorno, tendrá que poner elacento en alguno de los mecanismos y procesos sobre los que se asienta esa ira, y tendráque identificar con acierto aquellos puntos que serán la diana de las estrategiaspsicológicas que pondrá en práctica para frenar o regular esa ira. En primer lugar, tendráque entender las estrategias psicológicas y, en segundo lugar, entrenarlas y ponerlas enpráctica, asumiendo también que su eficacia tal vez no sea la mejor desde el primero delos ensayos que haga.

A continuación, en el presente capítulo, se describirán algunas cuestiones y técnicasque permitirían hacer una mejor evaluación de la emoción de ira y también algunasestrategias con las que tratar de regularla exitosamente. Esta aproximación a laintervención en la ira pretende dar a conocer a quien se acerca por primera vez al manejode esta emoción los pasos a dar para un correcto abordaje, y mostrará al profesional queya domina algunos de los métodos que se presentarán cómo es la adecuación de esosmétodos a la respuesta de ira.

ENCUADRE GENERAL DE LA EVALUACIÓN DE LAEMOCIÓN DE IRA

Ahora que ya sabemos qué es la ira, cuáles son sus bases biológicas y psicosociales,así como ya tenemos un esquema en nuestra cabeza de cuál es el proceso o la cadena por

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el cual llegamos a experimentar esta emoción, daremos un paso más y aprenderemos aevaluarla; trataremos de ayudar a comprender y a explicar cómo todo este procesogeneral de la emoción de ira tiene lugar en una persona concreta, así como tambiéntrataremos de esclarecer si un individuo concreto presenta o no un problema relacionadocon la emoción de ira.

A este respecto, antes de adentrarnos en los apartados siguientes en algunaspeculiaridades relacionadas con la evaluación psicológica de esta emoción, y antes derepasar y revisar los instrumentos de que disponemos, nos gustaría realizar algunasconsideraciones generales en cuanto al proceso de evaluación psicológica en general.

En líneas generales, la evaluación psicológica de la emoción de ira y de los posiblesproblemas asociados a ella no es muy diferente a la evaluación psicológica de cualquierotro aspecto propio de nuestra ciencia. La profesora Rocío Fernández-Ballesteros1, unreferente de la psicología española y especialmente de la evaluación psicológica, definíaa ésta en su manual clásico como:

El estudio científico del comportamiento (a los niveles de complejidadnecesarios) de un individuo (o grupo especificado de personas) con el finde describir, clasificar o predecir y, en su caso, explicar y controlar laconducta.

Y, efectivamente, en esto consistirá la evaluación de la emoción de ira en una personaconcreta. Para ello, se tratará de ir atravesando una serie de fases previamenteestablecidas que comienzan con la demanda que nos realiza dicho individuo que activauna primera recogida de información para plantear una serie de hipótesis que tendrán quecomprobarse, aplicando diferentes técnicas de evaluación y en distintos momentos, parapoder diagnosticar la posible presencia de ira disfuncional y, en su caso, cuantificar losparámetros del problema en cuanto a la intensidad, la duración y la frecuencia, realizarpronósticos clínicos, así como explicar el origen y el mantenimiento del problema apartir del cual poder diseñar tratamientos psicológicos eficaces. Todo ello implicaráabordar todas las áreas o componentes de la ira que se incluyen en la cadena de la ira yque se han desarrollado en capítulos anteriores: los desencadenantes (externos einternos), el estado previo de ira, los procesos de interpretación y valoración, la respuestade ira tanto a nivel emocional como fisiológico y cognitivo, los estilos de expresión, asícomo las consecuencias inmediatas de estos episodios y la interferencia que esteproblema está teniendo en las diferentes áreas vitales de su persona.

Consecuentemente, la evaluación de la ira, como ya se ha indicado, es similar a laevaluación de cualquier otro proceso o problema psicológico. Es decir, dado que lapsicología no es, a grandes rasgos, una ciencia exacta, sino una ciencia basada en lasleyes de la probabilidad, es fundamental que se diseñen procesos de evaluaciónsiguiendo las fases propias del método científico que aborden todas las áreas o eslabonesde la cadena de la ira, escogiendo, para ello, técnicas de evaluación que presentenadecuados índices de fiabilidad y de validez, igualmente es imprescindible que todo

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proceso siga un enfoque multimétodomultimomento, puesto que, hoy por hoy, no existeninguna herramienta que por sí misma y con su única aplicación nos permita aprender ycomprender toda la complejidad que implica el proceso de la experiencia y de laexpresión de la ira en todos los contextos o parcelas en la que ésta pueda sentirse omanifestarse. Por ello, nuestro único modo de poder captar dicha complejidad es aplicarmúltiples técnicas psicológicas de evaluación de la ira (entrevistas, cuestionarios,inventarios, escalas, test, protocolos de observación y de autoobservación, etc.) enmúltiples momentos diferentes, ya sea en situaciones más controladas (por ejemplo encontextos sanitarios) o más naturales (por ejemplo en el ámbito familiar, académico-laboral, de ocio, etc.) para recoger toda la información relevante en cada caso en relacióncon cada uno de los componentes de la cadena de la ira. De esta manera, al integrasetoda esta información, se puede tener una visión integral del problema desde múltiplesperspectivas.

No obstante, antes de realizar una revisión de los principales instrumentos que se handesarrollado para la evaluación psicológica de la ira, es importante, a nuestro juicio,repasar ciertas peculiaridades de esta emoción que suponen consideraciones especialesde cara a su evaluación, puesto que, si no se tuvieran en cuenta, podrían sesgar lafiabilidad y la validez de las evaluaciones.

Errores potenciales en la evaluación de la ira: la deseabilidad social, la simulación yla reactividad

Una cuestión importante en la evaluación de la ira se relaciona con tres problemasmuy directamente vinculados al hecho de que la ira es una emoción social y cultural quees reprobada socialmente. Nos referimos a la reactividad situacional, a la deseabilidadsocial y a la simulación, sesgos que constituyen potenciales amenazas a la fiabilidad dela evaluación de la ira, a la capacidad de ser acertada esa evaluación.

En primer lugar, la reacción situacional de la experiencia y la expresión de la ira sevincula, como ya se ha comentado, a que esta emoción es en realidad un guión social quese aprende a lo largo de todo el proceso de socialización en el marco de nuestra cultura,nuestro contexto social y nuestras características individuales. Por ello, aprendemoscuándo es adecuado experimentar y expresar nuestro enfado y nuestra rabia y cuándo nodebemos hacerlo. Múltiples refranes y dichos populares así lo atestiguan, valgan comoejemplo “los trapos sucios se lavan en casa” o “más vale ponerse rojo una vez queamarillo ochenta”. Por tanto, si la evaluación de la ira se realiza únicamente en unasituación artificial (por ejemplo la consulta del psicólogo), se podría estar potenciandoque la información recogida no sea representativa de lo que realmente ocurre en la vidahabitual de la persona evaluada, es decir, que ésta presentaría lo que los psicólogosllamamos una baja validez ecológica. Este sesgo o error, que no puede eliminarse delproceso de evaluación porque es inherente a este, puede contrarrestarse aplicandoprocesos de evaluación con un enfoque multimétodo y multimomento, es decir, que no

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solo se recoja información a través de técnicas de evaluación que potencien la fiabilidady la validez de la medida en contextos controlados (por ejemplo entrevistas, testpsicométricos, cuestionarios, etc.), sino también otras técnicas que, aún perdiendo enprecisión y en control, presenten mejores valores de generalización de los resultadosobtenidos al haberse conseguido éstos en situaciones más naturales (por ejemploprotocolos de autoobservación y observación en situaciones de la vida cotidiana,simulación de situaciones provocadoras de ira, etc.).

Por su parte, la deseabilidad social sería una distorsión de la información que no esintencionada. Se explicaría por el hecho de que todas las personas tendemos a querer daruna buena imagen frente a los demás, lo que puede favorecer no ser del todo sinceros alcontar frente a otros nuestras reacciones problemáticas, aunque no sea algo intencionadoque busca activamente engañar al interlocutor. Habitualmente, el error que produce estesesgo en la evaluación psicológica es pequeño pero, en el caso de la ira, dado que ésta esuna emoción reprobada socialmente, es mucho más probable que todos tendamos aminimizar, sin darnos cuenta de ello, la presencia de aspectos relacionados con laexcesiva y desajustada ira. Como este es un factor contaminador de carácter involuntariono puede eliminarse del propio proceso de evaluación, así que nuestro objetivo tambiénserá que tenga el menor impacto posible. Para lograrlo, nuestras mejores armas, como yase indicó más arriba, son las de dar unas instrucciones y explicaciones concretas yveraces acerca de lo que se pretende evaluar, el cómo y el porqué. También desarrollaruna buena relación terapéutica, cuando se estuviera en un contexto asistencial, basada enla aceptación incondicional, el respeto mutuo, la empatía y la ausencia deenjuiciamiento. Además, el desarrollo de protocolos de evaluación adecuados con unenfoque multimétodo y multimomento, como ya hemos indicado, es siempre unagarantía.

Por el contrario, la simulación tiene lugar cuando la persona de manera deliberadafalsea sus respuestas. De nuevo, el hecho de que los problemas relacionados con la ira, lahostilidad o la agresividad estén socialmente mal vistos junto al hecho de que, enalgunas ocasiones, estos problemas se asocian además a algún tipo de penalizaciónsocial, pero también legal o cuasilegal, hace que este tipo de interferencias en laevaluación de la emoción de ira sean mucho más probables y que tengan un impactomucho mayor. De nuevo, al igual que nos ocurría con la deseabilidad social, esimposible que se elimine totalmente la influencia de este sesgo, así que nuestra labor esla de contrarrestarlo para, en la medida de lo posible, minimizar su impacto. Así,nuestros antídotos contra la simulación son, de nuevo, informar de manera clara, sinceray precisa sobre qué se va a evaluar, por qué y qué consecuencias puede tener, muyespecialmente el hecho de ir creando una buena alianza terapéutica y diseñar y aplicarprotocolos de evaluación con múltiples técnicas de evaluación que se aplican en distintosmomentos y contextos y no solo al individuo que se está evaluando, sino que también esrelevante contar con la colaboración de terceros informantes, así como el hecho deincluir escalas o indicadores de sinceridad en las respuestas que nos ofrece la personaevaluada.

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La evaluación como camino para conseguir el cambio clínico: la empatía en laentrevista y la motivación hacia el cambio

De lo que acabamos de comentar se deriva el hecho de que la evaluación de la irasupone un proceso complejo que, como la evaluación de cualquier otro componentepsicológico, requiere, si la evaluación se da en un contexto asistencial, el desarrollo deuna adecuada relación terapéutica basada en la confianza mutua, el respeto y lacolaboración. Es más, no sería descabellado afirmar que, especialmente en los problemasvinculados a la emoción de la ira, esta alianza cobra una importancia aún mayor si setiene en cuenta, como ya se ha destacado repetidamente, que la ira es una emociónreprobada socialmente.

El desarrollo de una adecuada relación terapéutica implica la puesta en práctica deuna serie de herramientas como son la empatía, la escucha activa y las preguntasabiertas. Aunque estas herramientas de comunicación son prácticamente inherentes al serhumano y se utilizan de manera casi automática cada vez que nos comunicamos,aprender a utilizarlas y a aplicarlas de una manera eficiente es una tarea compleja querequiere mucha práctica y, por tanto, es una tarea a la que los psicólogos dedican muchashoras.

Empatía, escucha activa y preguntas abiertas son tres habilidades diferentes peroindisolublemente ligadas, la empatía es la otra cara de la moneda de la escucha activa yuna de las mejores formas de mostrarla es a través de esas preguntas abiertas. Real-mente, por tanto, solo se diferencian por cuestiones pedagógicas, porque siempre han deactivarse y articularse de manera conjunta, como si fueran una orquesta perfectamenteacompasada. Veamos en qué consiste cada una de ellas y cómo ponerlas en práctica.

La empatía consiste en escuchar y comprender a la persona desde su perspectiva, esdecir, entender sus sentimientos y pensamientos de los cuales, como psicólogos, o comocualquier profesional del ámbito asistencial, nos haremos cargo. La empatía constituyelos cimientos más profundos para la construcción de una adecuada alianza terapéutica,porque fomenta un clima favorable para que la persona continúe expresando susproblemas, preocupaciones, emociones, etc., lo que potencia la posibilidad de que seactiven procesos de reflexión y de la motivación para el cambio. Para expresarla es tanimportante que escuchemos el contenido como las emociones y los sentimientos queimplica aquello que la persona nos está contando, pero también debemos mostrar queestamos escuchando y comprendiendo a esta persona utilizando, para ello, tanto elreflejo no verbal (asentir, mantener un contacto visual adecuado, etc.) como el reflejoverbal (diciendo cosas como “entiendo que estés dolido porque…”, “te escucho y te notoenfadado cuando…”).

La escucha activa, como ya se ha indicado, constituye la otra cara de la moneda de laempatía, es decir, no pueden ir la una sin la otra. Es una habilidad activa porque implicaobservar qué nos dice la persona y cómo nos lo dice, pensar sobre aquello que nos estárelatando y mostrar una preocupación y un interés real por aquello que nos dice.

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Además, para que esta escucha activa sea efectiva hay que dejar hablar, que la persona seexprese libremente, pero no solo debe hacerse patente a través del lenguaje verbal(parafraseando lo más importante, o utilizando las preguntas abiertas e incentivosverbales —“ahá, ¿qué pasó entonces?”—) y no verbal a través de los incentivos noverbales (movimientos de la cara, contacto visual, etc.), sino que también es necesarioescuchar de manera activa con respeto, lo que implica concentrarse en lo que la personadice sin censurar, ceder el espacio necesario en la conversación, hablar para mostraratención y no juzgar.

Finalmente, es fundamental desarrollar la habilidad para preguntar, porque laspreguntas abiertas no solo permiten recabar información, sino que también activanprocesos de reflexión. Pensemos en aquellas ocasiones en las que nos llama un amigopara contarnos algún problema y, tras estar un buen rato escuchándole y solo haberpreguntado qué es lo que le ocurre, nos da las gracias y nos dice que ya tiene claro quétiene que hacer para solucionar su problema. Para saber preguntar adecuadamente quizásea necesario que hagamos un guión flexible de aquellas cuestiones o áreas relevantesque deseamos conocer en nuestra evaluación, pero también identificar el momentooportuno para hacer la pregunta, utilizar comentarios amortiguadores antes de cuestionesque puedan ser difíciles o comprometidas, evitar a toda costa las preguntas sarcásticas yrealizar preguntas que susciten o activen esos procesos de reflexión.

Conjugar estas tres herramientas puede parecer complejo al inicio, pero con lapráctica se van articulando más fácilmente de lo que en un principio se esperaba. Noobstante, también es cierto que los casos de ira disfuncional pueden ser complicados,bien porque la persona no desee colaborar o bien porque la persona no considere quetiene un problema. Dadas las características de la propia emoción de ira (tendencia aexternalizar la fuente de nuestros problemas, etc.), los profesionales que trabajan conpersonas que tienen problemas de ira disfuncional se enfrentan de manera habitual aestas situaciones difíciles. Pero, ¿cómo superarlas con éxito?, en definitiva: ¿cómo actuarcon un paciente que considera que no tiene un problema, sino que el problema es que seenfada porque otros le provocan?, o ¿cómo hacer para que una persona, aunquereconozca que quizá tiene un problema, desee cambiar? En estos casos, las tresherramientas de comunicación que acaban de describirse —empatía, escucha activa ypreguntas abiertas— deben utilizarse con mayor ahínco. Además, también es importanteque el evaluador no desarrolle una actitud de rechazo ante tales usuarios o personasdifíciles, sino de comprensión y aceptación (lo que no implica validación) de ladificultad que esa reacción tiene pero de lo natural que puede ser desde los mecanismosque tiene activados esa persona enfadada.

Un modelo de conducta clásico que puede facilitar todo este proceso es el deProchaska y DiClemente (1982). Estos dos psicólogos, que trabajaban con personas conproblemas de adicción al alcohol, desarrollaron a principios de los años ochenta elmodelo de las etapas del cambio, que se describe gráficamente en la figura 6 de la páginasiguiente.

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Según este modelo, el cambio es una rueda dividida en fases que van atravesándosehasta que se logra. Sin embargo, estos psicólogos advirtieron que, dentro de ese procesode cambio, lo más habitual es que en ocasiones pudiera reaparecer el problemaproduciéndose lo que llamaron “caída” (cuando esta reaparición ha sido un episodioaislado) o “recaída” (cuando se regresa al inicio, antes de comenzar ese proceso decambio). Antes de explicar este modelo con más detalle, es importante indicar que, enlos casos de ira disfuncional, este proceso cobra una especial importancia porque, enmuchas ocasiones, ni siquiera se reconoce que se tiene un problema. Pensemos que unade las características de esta emoción es que se externaliza la causa de estarexperimentándola. Alguien o algo son la causa, la provocación, por ello es bastantefrecuente que estas personas consideren que más que ellos son los otros los que tienen unproblema. En este sentido, como podemos intuir, es básico que se sea muy prudente y sevaya trabajando lentamente, sin que la persona se sienta forzada o juzgada, para que seaella quien, poco a poco, vaya tomando conciencia de su ira disfuncional y así se activenlas discrepancias y las dudas. Solo en ese momento, se podrá comenzar a trabajar demanera directa sobre la posibilidad de cambiar.

Figura 6. Modelo de las etapas del cambio de Prochaska y DiClemente (1982)

Prochaska y DiClemente, como ya se ha dicho, plantearon que los cambios no erancuestión de todo o nada, sino que se correspondían a un proceso circular según el cual lapersona iba atravesando una serie de fases. Piense en cualquier cambio que haya iniciado

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en su vida, por ejemplo, si ha decidido no volver a explotar de esa manera cuando seenfada, o cuando decidimos iniciar algún tipo de hábito saludable como practicarejercicio físico de manera regular, dejar de fumar, etc. ¿Por qué cambiamos?, “porque lohemos decidido así”, responderíamos rápidamente. Sin embargo, en realidad, antes dedecidir cambiar algo hemos pasado por otras fases. Indudablemente, si no percibimos laexistencia de ningún problema, si estamos conformes con nosotros y nuestra vida, novamos a plantearnos la necesidad de cambiar, es lo que denominaron fase deprecontemplación. Solo es posible el cambio si percibimos alguna discrepancia entre lasituación actual y nuestros deseos, valores, aspiraciones, sería la fase de contemplaciónen la que se activan procesos de reflexión y de duda, es decir, percibimos un problemaque se desea cambiar, pero a la vez se tienen dudas o resistencias al cambio por todo loque puede suponer. Esto es absolutamente normal, todo cambio implica sus pros y suscontras, esa persona que deseaba no explotar cuando estaba enfadada, percibe laincongruencia entre su deseo y la situación actual pero, a la vez, se resiste a cambiarporque le parece difícil, sabe que le va a costar un importante esfuerzo, que puede queasí deje de conseguir sus objetivos, etc., es decir, puede tener tantas razones paracambiar como para no hacerlo. Aquí es fundamental que se empatice con esa persona yque se activen y potencien esos procesos de reflexión para que la persona, poco a poco,vaya encontrando que las razones y la necesidad de un cambio pesan más en la balanzaque las resistencias a este, de manera que se desarrollen expectativas positivas hacia elcambio, pero también que perciba que puede hacerlo.

Cuando todos estos factores han confluido para que la balanza se incline hacia elcambio, es cuando se toma la decisión de cambiar —es la fase de determinación— y sepuede pasar a la fase de acción. En esta fase es fundamental que seamos prudentes, queestemos realmente seguros de nuestros motivos para cambiar (“porque no quiero volvera sentir vergüenza por gritar en la calle”, “porque no quiero sentirme culpable después”,“porque quiero que mis hijos aprendan que los problemas se solucionan de maneradiferente”, etc.). Solo si el cambio sale de uno mismo la persona se comprometerá a ello,no lo vivirá como algo impuesto y será más posible el reto. Es en este momento cuandotambién nos ayuda comunicar nuestras intenciones a las personas más cercanas, así nosapoyarán y ayudarán. Cuando se ha tomado esa decisión es cuando se puede pasar a lafase de acción, es decir, cuando podemos comenzar a planificar los objetivos de cambioy a determinar con qué estrategias o técnicas lo lograremos. Tras la fase de acciónvendría la fase de mantenimiento, otra de las más complejas, porque, ahora que esapersona expresa su enfado de un modo más saludable y funcional debe mantenerlo. Aquíes muy importante anticipar que esto no es fácil y que podemos llegar a confiarnos tantoque sobreestimemos nuestra capacidad de autocontrol. Un truco es anticipar posiblessituaciones de riesgo para prevenir recaídas en las que activar todas nuestrasherramientas para lograrlo. Sin embargo, esto no es infalible y lo normal es que en algúnmomento se produzca una caída o un episodio de ira disfuncional. Debemos anticiparlo yabordarlo como una nueva experiencia de aprendizaje de la que, aunque no debemosculparnos, sí debemos responsabilizarnos para aprender de ella y prevenir que vuelva a

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repetirse. Uno de los riesgos de las caídas es que se interpreten como una recaída, esdecir, como un retroceso al inicio de todo este proceso de cambio, y que valoremos quetodo ese esfuerzo no ha servido de nada. No obstante, incluso esto es normal y habitualy, como tal, debe anticiparse.

En conclusión, la motivación hacia el cambio es un proceso vulnerable y en cualquiermomento puede perderse, porque es un estado. Es nuestra labor tratar de mantenerlaactiva y, en los periodos más difíciles, como una recaída, tratar de reactivar y hacer queesa persona que no quería “estallar de ira” regrese a la fase de contemplación y renuevesu decisión y su compromiso para volver a cambiar. La evaluación que hagamos de lareacción de ira ha de asumir la fase de este proceso de cambio en el que está, para asípoder ser más eficaz en el desarrollo del mismo.

LA EVALUACIÓN DE LA IRA DISFUNCIONAL

En relación con todo lo que se viene comentando, parece que para diseñar ydesarrollar una adecuada evaluación de la ira disfuncional, en cuanto a criterios devalidez y de fiabilidad, es necesario abordar el problema desde un enfoquemultimétodomultimomento, es decir, aplicar diferentes herramientas de evaluación endistintos momentos. Por ejemplo, se pueden usar entre-vistas clínicas, test, cuestionarios,inventarios y escalas, protocolos de observación y autoobservación sistemática, etc. endiferentes situaciones, tanto en el propio contexto asistencial como en el de la vidacotidiana de la persona, en relación con todas las áreas relevantes de la cadena de la ira:

Situaciones o desencadenantes de los episodios de ira tanto internos comoexternos.Estado previo de ira como condiciones físicas, psicológicas, característicasde personalidad, valores y creencias personales, aspectos culturales,sociales, familiares y sociodemográficos que hacen que la persona sea máso menos proclive a experimentar ira.Procesos de valoración o de interpretación de la situación y de la propiacapacidad de afrontamiento y autoregulación emocional.La propia respuesta de ira, como la expresión fisiológicaemocional,conductual o cognitiva.Los estilos específicos de esa expresión de la ira.Las consecuencias inmediatas de la reacción de ira e interferencia de estosepisodios en las diferentes áreas vitales del individuo.

Solo así se podrá tener una visión integral y comprehensiva del problema y, por tanto,una mayor capacidad para identificar ámbitos de acción.

La entrevista en problemas relacionados con la ira

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Una de las técnicas de evaluación psicológica fundamentales es la entrevista clínica,puesto que además de ser uno de los principales instrumentos para recoger informaciónpermite cumplir otras funciones como, por ejemplo, la de establecer una adecuadarelación terapéutica o la de activar procesos de reflexión, ambos aspectos nucleares de lamotivación hacia el cambio terapéutico. Además, esta herramienta presenta un granpotencial por su alta flexibilidad. Todo ello hace recomendable que no solo se utilice enla evaluación inicial en una intervención psicológica, sino también como un método paravalorar que las intervenciones psicológicas están funcionando, así como en la evaluaciónpostratamiento y de seguimiento.

En líneas generales, es recomendable que se utilice una entrevista de caráctersemiestructurado (ver ejemplo en la tabla 1 de la página siguiente). En este tipo deentrevista se establecen, antes de que se inicie, aquellos aspectos que son relevantes en elproblema según la teoría de la que se parta, y que, en nuestro caso, nos llevaría aexplorar las fases que sigue la cadena de la ira. Sin embargo, en la entrevistasemiestructurada no solo se pregunta por los aspectos preestablecidos sino que tambiénhay espacio para la flexibilidad y el dinamismo en la recopilación de la información, loque favorece una mejor y más empática comunicación y aumenta la sensibilidad a otrainformación relevante que pudiera aparecer. Así, este método de entrevista permite alprofesional recoger toda aquella información relevante al problema de la persona,optimizándose, a la vez, la adaptabilidad de ésta a cada caso en particular. Tambiénpermite que el paciente o usuario se exprese con libertad acerca de su problema. Por otrolado, dado que la ira disfuncional es un problema que con mucha frecuencia se veafectado por los sesgos de la deseabilidad social o la simulación, unido a lo habitual quees que estas personas puedan presentar una baja conciencia del mismo, resulta tambiéndeseable que, siempre que sea posible, se realicen entrevistas a otras personas cercanas ala persona que presenta esa ira tan disfuncional (familiares, amigos, compañeros),siempre y cuando éste lo autorice, por supuesto.

Test, cuestionarios y autoinformes de ira

Además de la entrevista clínica semiestructurada, tanto a la persona como a susallegados, es importante complementar toda esta información con otra de carácter másobjetivo. Nos referimos a los test psicológicos, cuestionarios, inventarios o escalas quepermiten cuantificar las diferentes facetas de la ira de una manera válida y fiable. En elanexo 1 se describen brevemente algunos de los instrumentos más utilizados en nuestropaís que permiten cuantificar alguna o varias de las dimensiones o facetas de la ira —conductual, fisiológica y cognitiva—, así como de sus componentes situacionales y lasconsecuencias derivadas de estos episodios.

Tabla 1. Ejemplo de guión de entrevista semiestructurada para evaluar los problemas relacionados con la iradisfuncional (adaptada de Deffenbacher y McKay, 2000)

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Factores situacionales:- En muchas ocasiones, las personas se enfadan, sienten rabia o ira. ¿Diría que esto

le ocurre a usted? ¿En qué sentido? Podría describir su problema al respecto.- Cada persona se enfada o experimenta ira por diferentes cosas o sucesos. ¿Cuáles

son los que a usted le provocan más fácilmente esta emoción? ¿En qué situacioneses habitual que se enfade? (por ejemplo, cuando ocurren contratiempos, cuandonos hacen una crítica, etc.). Haga una lista de sus principales desencadenantes eindique cuáles son más frecuentes y más importantes.

- ¿Existe algún evento de carácter interno que también le provoque ira, por ejemplosi recordamos algo que nos ocurrió en el pasado, una crítica injusta…? Haga unalista de estos eventos.

Factores personales y previos al episodio de la ira:- ¿Cómo valora este tipo de contratiempos o problemas? ¿Cree que son algo normal

de la vida cotidiana o, por el contrario, que son cosas totalmente injustas que nodeberían ocurrirle, y que siempre se puede encontrar a algún responsable? ¿En quégrado del 0% al 100%?

- ¿Considera que tiene algún valor o creencia que es “inviolable” y por tanto sutransgresión le provoca casi automáticamente enfado? ¿Cuál o cuáles? Indiquepara cada uno de ellos cuánta importancia tienen para usted del 0% al 100%.

- Determinados estados pueden hacer que nuestro umbral para tolerar aquello quenos ocurre se reduzca, aumentando la probabilidad de que nos enfademos, porejemplo cuando estamos preocupados por algo, cuando estamos agobiados,estresados, nos sentimos nerviosos, tristes o ya estamos enfadados o, simplemente,cuando tenemos hambre, sueño o nos encontramos mal físicamente. ¿Le ocurre estoa usted? Haga una lista de sus propios estados previos de vulnerabilidad.

Experiencia o respuesta de la ira:- ¿Con qué frecuencia diría que esto le ocurre (veces a la semana o al día)? ¿Cuánto

suele durar? ¿Podría describir la ocasión más intensa en la que le ocurrió? ¿Y lamenos intensa?

- Cuando nos enfadamos percibimos algunas señales físicas o corporales como, porejemplo, tensión, aumento de la activación, aceleración del corazón, etc. ¿Podríadescribir qué es lo que usted siente a nivel fisiológico? Haga una lista.

- ¿Con qué palabras describiría las emociones que siente en ese momento?- Cuando nos enfadamos, además de tener síntomas físicos, nuestra cabeza se activa

y mantenemos un autodiálogo con nosotros mismos. Nos decimos cosas como:“esto no puede estar pasándome”, “es injusto”, “se va a enterar”, etc. ¿Qué es loque se le pasa por la cabeza en estos episodios de ira?

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- ¿Diría que, una vez que ha finalizado esa situación que le ha provocado el enfado,incluso aunque se haya solucionado, de alguna manera lo mantiene activo en sucabeza porque no puede parar de darle vueltas sin poder controlarlo?

- Y, en esos momentos, ¿diría que también tiene pensamientos más positivos oadaptativos del tipo “tranquilo, son cosas normales que le pasan a todo el mundo”,“tranquilízate y luego trata de resolverlo”, “es mejor no hacer caso a estaspersonas”, etc.?

- En estos momentos, ¿cómo expresa su enfado? Descríbalo [indagar si presentaestilos de expresión más interna, externa, agresiva, asertiva, pasiva-agresiva, etc.].

Consecuencias de los episodios de ira:- ¿Cuáles son las consecuencias más inmediatas? ¿Logra sus objetivos? ¿En qué cree

que le podría estar beneficiando?- ¿Qué hacen los demás?- ¿Qué ocurre más adelante? ¿Cómo diría que le está afectando todo esto? (nivel

individual —salud, culpa, vergüenza, tristeza, etc.—, nivel familiar, de pareja,trabajo, compañeros, amigos, cuestiones legales, etc.).

Objetivos, recursos y motivación para cambiar:- Para finalizar: ¿Cómo se describiría? ¿Qué le gustaría conseguir con este

tratamiento?- ¿Cuáles son sus motivos para cambiar? ¿Qué obstáculos cree que encontrará?- ¿Está dispuesto a ello? ¿Hasta qué punto?- ¿Con qué recursos personales y sociales cuenta? ¿Quién podría apoyarle?

En esta línea, probablemente el test más ampliamente utilizado, por su capacidad paramedir distintos aspectos de la ira, como las reacciones puntuales, las tendencias establesa responder con ira o las formas de expresión y control de esa ira, sea el Inventario deExpresión de Ira Rasgo -Estado 2 (State-Trait Anger Inventory — STAXI 2—)2 deCharles Spielberger, y cuya adaptación a la población española ha sido altamente fiabley válida. Una descripción de ésta y de otras importantes pruebas aparece en el anexo 1.Existen otros instrumentos que también pueden resultar muy interesantes para laevaluación de la ira pero de los que, si bien se pueden encontrar traducidos al castellano,no se ha hecho un estudio de sus propiedades psicométricas a partir de los datosobtenidos con población española. Estos son: la Escala de Ira de Novaco (Novaco AngerScale — NAS—)3, una escala que trata de evaluar todas las dimensiones de la respuestade ira (cognitiva, fisiológica y conductual), así como posibles situaciones activadoras; elInventario de Pensamientos Automáticos Hostiles (Hostile Automatic Thoughts — HAT—)4, que cuantifica pensamientos automáticos relacionados con la hostilidad,diferenciados en función de su contenido (pensamientos de agresión física, de

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devaluación de otros y de venganza); el Inventario Multidimensional de la Ira(Multidimensional Anger Inventory — MAI—)5, escala diseñada para evaluar ycuantificar la ira como un constructo multidimensional. Y otras mucho más específicas,como el Inventario de Hostilidad de Cook-Medley (Cook-Medley HostilityInventory — Ho—)6, un instrumento que evalúa de manera específica la hostilidad, muyusado en relación con las enfermedades cardiovasculares, o el Cuestionario dePensamientos de Ira para Conductores (Driver´s Angry ThoughtsQuestionnaire — DATQ—)7, para evaluar la ira en conductores agresivos.

Además, sería recomendable que la cuantificación de los diferentes parámetros delconstructo ira se complemente con la evaluación de otros constructos que la ciencia nosha demostrado que suelen no coocurrir con la ira disfuncional, como por ejemplo laansiedad, el estado de ánimo o la agresividad.

Autoobservación y observación de los episodios de ira

Por otro lado, especialmente desde una perspectiva clínica, es relevante obtenerinformación válida y fiable sobre los episodios de ira disfuncional que las personastienen en su vida cotidiana. Evidentemente, ésta es una cuestión que se debe abordar enla entrevista, pero es fundamental que esta información se complemente con otra quepresente una mayor validez ecológica, es decir, que sea más representativa de lo queocurre en el contexto real de la persona. Para ello se requiere aplicar también protocolosde autoobservación sistemática por los que la propia persona debe autoobservar lasdiferentes facetas de su experiencia de ira ante situaciones concretas y rellenar con estainformación los autorregistros. Esta información tiene un enorme valor, tanto de cara aldiseño de intervenciones eficaces e individualizadas, porque permite esclarecer laidiosincrasia de cada caso y las relaciones funcionales entre sus distintos componentes,como también porque ayuda a que las personas con problemas de ira aumenten suautoconciencia del problema y, así, vayan potenciando su motivación hacia el cambio,que se reforzará aún más si esta técnica se continúa utilizando durante el tratamiento,porque estas personas irán viendo también el progreso que sus esfuerzos les estánaportando, con una repercusión positiva e importante en su día a día. Consecuentemente,estos protocolos de autoobservación y de autorregistro deben incluir las situaciones ocontextos en los que se ha desencadenado el episodio de ira y las dimensiones de estaexperiencia a nivel fisiológico-emocional, cognitivo y conductual, así como lasconsecuencias y los parámetros de duración, intensidad y frecuencia de los mismos.

Lógicamente, se recomienda que la persona complete estos registros de la maneramás inmediata posible una vez que ha tenido lugar el episodio de ira. No obstante, paragarantizar que esta técnica no interfiera mucho con la rutina cotidiana de la persona,puede indicarse que busque un hueco cada día para completarlo en caso de que hayatenido algún episodio de ira.

Estos protocolos de autoobservación y autorregistro pueden desarrollarse ad hoc para

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cada caso concreto (ver ejemplo en la tabla 2 más adelante), pero también es cierto queexisten algunos ya hechos por el equipo de Jerry Deffenbacher que han mostrado suutilidad y que, por tanto, pueden utilizarse como por ejemplo, el Diario de situaciones deira, que cuantifica la intensidad, duración y frecuencia con la que la persona dice vivirsituaciones que le hacen sentir ira, o el Diario de síntomas de ira, que la persona debecompletar cada vez que sienta esta emoción, indicando qué respuestas fisiológicasexperimentó y con qué intensidad y duración.

Del mismo modo, dado que, como ya se ha dicho, la ira es una emoción penalizadasocialmente y que, por tanto, se ve sometida al sesgo de deseabilidad social, perotambién por el hecho de que es frecuente que algunas personas con ira disfuncional notengan conciencia del problema, sería adecuado que, siempre que sea posible, otraspersonas puedan observar de manera sistemática y completar los registros de maneracomplementaria (ver ejemplo en la tabla 3 de la página siguiente).

Otras estrategias de evaluación de la ira

Existen otras técnicas para evaluar la ira disfuncional que presentan altos niveles decontrol y rigor científico, pero también de validez ecológica, es decir, simultáneamentetienen las ventajas de los test psicológicos y de los protocolos de observación y auto-observación sistemática. Sin embargo, su utilización no es muy generalizada debido asus altos costes en cuanto a los dispositivos requeridos, pero también en cuanto a laespecialización que requieren las personas que las aplican, restringiéndose su aplicacióncasi en exclusiva a investigaciones tanto referidas a aspectos básicos de la emoción deira como a sus aspectos más aplicados.

Algunas de estas técnicas son, en realidad, protocolos de observación sistemática quese aplican en contextos de evaluación muy controlados, por ejemplo, la técnicadelpensamiento en voz alta ante situaciones simuladas (articulated thoughts in simulatedsituations) desarrollada por un equipo de psicólogos dirigido por Davidson8 ya en 1983 yque consistía en una serie de situaciones simuladas que las personas debían escuchar eimaginar para después verbalizar todos los pensamientos que se les iban pasando por lacabeza. Otras implican la utilización de registros psicofisiológicos que permitencuantificar los diferentes indicadores fisiológicos propios de la activación de laexperiencia de ira. Asimismo, cada vez están recibiendo más atención y hay un mayordesarrollo de programas informáticos de realidad virtual, que consisten en el diseño yconstrucción de dispositivos que se e ncuentran entre la televisión y el ordenador y quepermiten que la persona experimente determinadas situaciones relevantes a su problemacasi como si fueran reales y que, por tanto, se experimenten emociones y pensamientos yse emitan conductas muy cercanas a lo que ocurriría en la realidad. Un ejemplo de todoesto lo constituye el equipo puntero a nivel internacional en este campo procedente de laUniversidad Jaume I de Castellón, el Grupo PREVI de Psicología y Realidad Virtual.

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Tabla 2. Ejemplo de protocolo de autoobservación y autorregistro de la experiencia de ira en la vida cotidiana,tomado de Magán, Espinosa, Fortún, Sanz y García-Vera (2011)

Tabla 3. Ejemplo de protocolo de observación y registro de la experiencia de ira en la vida cotidiana, tomado deMagán, Espinosa, Fortún, Sanz y García-Vera (2011)

A este respecto, dado el desarrollo de las nuevas tecnologías a través de lossmartphones, los tablets, los ordenadores, etc., los profesionales de la psicologíadisponen de aplicaciones para ese tipo de dispositivos que permiten recoger importanteinformación de la experiencia de ira y de su expresión. Este tipo de herramientas noestán todavía muy establecidas en el campo de la evaluación psicológica pero parecemuy probable su futura generalización, no solo para la evaluación en la práctica clínicareal, sino también para potenciar los tratamientos, puesto que pueden ofrecer múltiplesposibilidades, además de que, estamos casi seguros, aumentará enormemente el grado deadherencia y de cumplimiento de las tareas que los psicólogos dan a sus pacientes paraque sus intervenciones sean eficaces.

LA REGULACIÓN DE LA EMOCIÓN DE IRA

Regular la emoción de ira: protocolos y terapias psicológicas para la iradesadaptativa

El campo de la regulación emocional ha tenido un amplísimo desarrollo desde elinicio del siglo XXI, multiplicándose por diez en la primera década de este siglo elnúmero de publicaciones científicas que existían sobre este tema a finales del anterior.

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Son muchas las razones que pueden estar detrás de este fenómeno pero probablementeentre ellas se encuentre el protagonismo que el estudio de la emoción tiene en laactualidad y la relevancia que esto está teniendo también en la forma de entender suabordaje en el contexto de la psicología clínica. Si para la psicología está asumido uncontinuo entre lo normal y lo anormal y se entiende que el abordaje de los problemaspsicológicos se debe hacer a partir de diferentes criterios de funcionalidad (el ajustesocial, el subjetivo, el fisiológico) o adaptabilidad, los entrenamientos en regulaciónemocional permiten el abordaje de las emociones más allá de su implicación en losclásicos trastornos mentales. Es decir, se puede entrenar y aprender la regulación, ennuestro caso, de la ira, más allá de que se diagnostique un trastorno específico para ella.Es obvio que cuando las emociones, en general, y la ira, en particular, que haya queregular ocurran en cuadros con un mayor grado de desajuste, como los de los trastornosmentales, la dificultad para regularla será mucho mayor probablemente. Sin embargo,entender la regulación emocional también como un proceso de dificultad diferente, parael abordaje de la emoción, permitirá su uso en diferentes contextos y también favorecerála prevención de desajustes futuros mayores en muchas poblaciones o perfiles depersonas. Así, nos podemos encontrar con que la regulación emocional forme parte, porejemplo, de una terapia específica, como la terapia dialéctica comporta-mental deLinehan, donde define una fase de la misma, y que se aplica al trastorno límite de lapersonalidad (en el que por cierto pueden ser habituales las explosiones de ira) y que, porotro lado, nos encontremos también con programas educativos para niños de edades muytempranas donde ya se enseñan estrategias para regular emociones determinadas como laansiedad.

Pues bien, desde esta perspectiva podemos arrancar el abordaje y manejo de la iracomo un proceso de entrenamiento de regulación emocional, un entrenamiento en laregulación de su experiencia y expresión. En realidad, esto es especialmente fácil de veren el caso de la ira, ya que el modelo o teoría de regulación emocional más extendido yasentado, el definido en 2007 por el psicólogo de Stanford James Gross, coincide en suscomponentes, en términos generales, con las fases del proceso de ira que hemos visto enel capítulo primero de este libro. Este modelo de Gross viene a identificar en el procesoemocional básicamente componentes situacionales, componentes cognitivos ycomponentes de la respuesta y expresión emocional. Su modelo propone estrategias demanejo para cada uno de esos componentes, en función del momento en el que seencuentre el proceso emocional. En la figura 7 se puede ver una representación gráficadel modelo.

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Figura 7. Adaptación del modelo de regulación emocional de Gross (2007)

En general, el modelo de James Gross plantea generar diferentes acciones para cadacomponente del proceso emocional. Así, en relación con la situación, una de las primerascosas que se pueden hacer para regular una emoción es seleccionar situaciones que sonpoco compatibles con esa emoción o con las conductas típicas de la misma. Por ejemplo,alguien más vulnerable a la tristeza derivada de la soledad puede elegir planes de ocio, otrabajos que le obliguen a estar con gente. También en relación con la situación otra delas estrategias de regulación emocional que recoge Gross tendría que ver con lamodificación de la situación en la que se está, siendo, por ejemplo, la modificación d e lainteracción, y más aún de la interacción emocional con otros, el mejor camino para quela situación ya sea diferente.

Desde el punto de vista de cómo se procesa la información de la situación, de cómo lapercibimos e interpretamos, James Gross propone favorecer la regulación emocionalmodulando voluntariamente los procesos atencionales, ya que siempre se selecciona solouna parte de los elementos que conforman la situación. Así, si se redirige la atención aotros aspectos del entorno (exterior o interior), la percepción cambia y la emoción podrácambiar. Es verdad, sin embargo, que no siempre es fácil distraerse o concentrase enaspectos puntuales o diferentes, pero cuando se consigue su efecto es muy relevante enla respuesta emocional. También, a nivel cognitivo, se propone un cambio a través de lareevaluación de la situación, en su interpretación, siempre dentro de lo racional y con laintención de favorecer respuestas más adaptativas. Finalmente, el modelo propone uncontrol de las conductas que pueden regular la propia respuesta emocional, como son suexpresión verbal y conductual. Es obvio que habría una gran diferencia entre regular lacaracterística activación fisiológica que se asocia a la ansiedad y al estrés con conductas

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de relajación o con el consumo de alcohol, de manera que la adecuación de estrategias yconductas adaptativas de regulación de la experiencia y expresión emocional tambiénjugarán un rol importante en el proceso.

Es verdad, sin embargo, que este enfoque de regulación emocional, que no diferenciaentre estados emocionales más vinculados a cuadros clínicos como episodios depresivoso maniacos o reacciones emocionales más comunes y habituales, es relativamentereciente y probablemente más útil y ajustado a la realidad. Sin embargo, y como ya se haapuntado antes, la ira puede tener una presencia importante en la psicopatología y, portanto, también existen aproximaciones al manejo y el control de la ira desde lapsicoterapia. En este sentido, es recomendable la aproximación que el psicólogo de laUniversidad de Texas, Ephrem Fernandez hacía en el año 2010 hacia una psicoterapiaintegrativa para la ira desadaptativa. El tipo de intervención psicoterapéutica quepropone se estructura en torno a tres fases claramente diferenciadas:

1. Primera fase, de tipo psicoeducativo, en la que básicamente se explica elfuncionamiento de la ira, y a la que denomina fase preventiva.

2. Segunda fase, la que se centra en el abordaje de los procesos atencionales,de los procesos de valoración y de la desactivación fisiológica medianterelajación, y a la que denomina fase de intervención.

3. Y, tercera fase, en la que, para aquellos casos en los que la ira no remite, seprofundiza en variables afectivas y se utilizan, por ejemplo, técnicasnarrativas que favorecen la expresión de la ira y del contexto de la relaciónafectiva en la que se da la reacción emocional. A esta tercera fase ladenomina fase de postvención.

Los resultados que desde esta estructura de terapia cognitivo-conductual, acotada enlos tiempos, su equipo ha obtenido han mostrado una alta eficacia en comparación conotro tipo de intervenciones de duración similar o en comparación con grupos de personasque no recibían la intervención.

Si bien es verdad que el tratamiento psicológico de la ira no ha sido objeto de tantaatención como lo ha sido el de la ansiedad o el de la tristeza, existen propuestas deabordajes psicológicos terapéuticos que han aportado diferentes evidencias sobre susefectos. Tal vez el desarrollo de algunas de estas intervenciones no se ha vistofavorecido por lo habitual de corregir los problemas de ira, impulsividad o agresividaden los ámbitos psiquiátricos o en personas institucionalizadas exclusivamente desde elabordaje farmacológico, bien con neurolépticos como el haloperidol o la clorpromacina,o bien con anticonvulsivos como la carbamacepina o con antidepresivos o ansiolíticos.

A pesar de ello, y como ya señalábamos, las aproximaciones psicoterapéuticas, desdeun enfoque cognitivo-conductual, han presentado variados, pero buenos, niveles deeficacia en la reducción de la ira recogiéndose muchas de ellas en la bibliografía queacompaña este libro. El psicólogo Brad Donohue (Donohue y otros, 2008) encontrabaque muchas de esas intervenciones usaban técnicas cognitivas como la parada del

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pensamiento o el autorrefuerzo, y técnicas de desactivación fisiológica como elentrenamiento en relajación muscular, proponiendo con ello un protocolo para el“control urgente de la ira”, es decir, para esas explosiones de ira extremadamenterápidas. Otros psicoterapeutas han dado más peso al cambio cognitivo hacia unareevaluación más racional y funcionalista de la situación, como la que recoge el granpadre de la terapia cognitiva, Aaron T. Beck (2003), en uno de los capítulos del libro queaparece en la bibliografía recomendada de este libro. Ahí, Beck cuenta el caso de unapareja en la que utiliza técnicas como aplicar reglas de evidencia, considerarexplicaciones alternativas, o examen y modificación de creencias, reglas e imperativos, otécnicas de solución de problemas.

La terapia cognitivo-conductual para la ira ha tenido un desarrollo mucho mayor enlos Estados Unidos que el que ha tenido en Europa y es allí donde más protocolosespecíficos se han propuesto y desarrollado, tanto para población normal o que nopresenta ninguna alteración específica como para poblaciones con algún tipo deproblema, normalmente crónico, como pueden ser los programas orientados al control dela ira en pacientes con daño cerebral o en discapacidad intelectual. Algunos de estosprotocolos de tratamiento, los de los autores más relevantes del campo, como el yacitado Deffenbacher, o el primero en hacer una propuesta concreta de tratamiento de laira, Novaco, o los de autores de referencia en la intervención en niños y adolescentes,como Lochman, o los adaptados a daño cerebral por Powell, se recogen con unadescripción detallada de las técnicas en el anexo 2.

Es preciso señalar que la intervención en ira en niños y adolescentes puede tener unsignificado mayor por la relevancia de la regulación emocional, en general, y de la ira,en particular, en el desarrollo psicosocial del niño. En este sentido, una revisión de losestudios que sobre este tipo de tratamientos que se han publicado en los últimosveinticinco años muestra la eficacia de algunas intervenciones, en formato de programa,realizadas con niños de infantil y primaria, como el de Mytton y otros (2002). Estarevisión evidencia cómo los programas de tratamiento pueden centrarse, además de en lapropia conducta agresiva, en la respuesta emocional de ira, concluyendo, de hecho, quelos programas que añaden a la agresión la ira como objetivo de tratamiento son algunosde los que mejores resultados presentan en las escuelas de primaria. Algunos de estosprogramas se apoyan en técnicas muy diferentes, y, así, mientras que el trabajo deOldfield de 1982 conseguía buenos resultados basando su intervenciónfundamentalmente en técnicas de desactivación como la meditación y el uso de horariosconductuales, otros programas han utilizado técnicas propias de la terapia cognitivo-conductual, en un formato de sesiones clínicas con grupos reducidos de niños, y en lasque fundamentalmente se aprendía a controlar la ira, como por ejemplo en el trabajo delaño 2000 de Sukhodolsky, Solomon y Perine.

A continuación, se presentan dos programas específicos que pueden mostrar losmódulos de técnicas con los que se trabaja. El primero de ellos, desarrollado por Kendally Braswell en 1985, se centraba básicamente en el control de la respuesta impulsiva ante

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la aparición de problemas, apoyando la intervención en el uso de auto-instrucciones (queen estos rangos de edad aumentan su eficacia). El programa entrenaba cinco pasos en laresolución de un problema: (1) reconocimiento y definición del problema; (2) desarrollode alternativas de solución al problema; (3) focalización de la atención en los elementosclave del problema; (4) elección de la potencial mejor solución de acuerdo a laanticipación de sus consecuencias; y (5) autorrefuerzo por el uso de la técnica. Esteprograma se centra en el afrontamiento de situaciones conflictivas y, por lo tanto, hacereferencia a un aspecto concreto de la respuesta del niño. Sin embargo, otros programasse centran más en la regulación del proceso emocional y cognitivo en la interacciónsocial y no tanto en la regulación de la situación.

El segundo programa que se presenta es el desarrollado por Bierman y Greenberg(1996) y denominado P ATHS-Promoting Alternative Thinking Strategies (PromoviendoEstrategias de Pensamiento Alternativo). Este programa busca el incremento deconductas prosociales mediante los siguientes módulos:

1. Incremento las conductas sociales positivas, mediante: (a) el aprendizaje dehabilidades para hacer y mantener amigos; (b) el desarrollo de interaccionessociales placenteras; y (c) desarrollando habilidades de expresión deopiniones y de escucha en la interacción.

2. Desarrollo de estrategias de autocontrol y regulación emocional: (a)reconociendo extremos afectivos y nivelándolos; y (b) diferenciandorespuestas emocionales de respuestas conductuales.

3. Uso de estrategias de solución de problemas: (a) parando y pensando antesde actuar; (b) planteando múltiples alternativas de solución analizando suspotenciales consecuencias; y (c) aplicando la solución y evaluando suutilidad.

PROPUESTA DE UN PROTOCOLO INTEGRAL DEREGULACIÓN DE LA IRA DISFUNCIONAL

Como ya se ha señalado anteriormente, la prevención y el tratamiento de losproblemas derivados de una alta frecuencia e intensidad de la ira se vuelve especialmenterelevante debido al impacto negativo que dicha emoción puede alcanzar tanto en la saludfísica como en la salud mental del individuo, así como en su ajuste social. Una vezrevisados los distintos abordajes y tratamientos, algunos con una perspectiva muy clínicay terapéutica, otros desde una perspectiva más psicoeducativa, podemos afirmar que haymuchos elementos comunes en todas esas aproximaciones. Es cierto que, desde los añosnoventa, la validación de tratamientos centrados en la regulación de la ira ha sido amplia,realizándose habitualmente desde un enfoque netamente cognitivo-conductual aunque

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adaptándose a distintos modelos teóricos y poniéndose en práctica con poblaciones ycontextos muy distintos (por ejemplo, con conductores, pero también con pacientes condaño cerebral, etc.). Una concienzuda revisión de la eficacia de estos tratamientosrealizada a finales de los años noventa por el propio Ephren Fernandez (2010) yamostraba la dificultad de definir intervenciones contundentemente válidas, debido a laescasa validez del constructo en algunos estudios, así como a la variedad de las muestrasy de la edad objetivo, o a la ausencia de categorías diagnósticas específicas para la ira.Todo ello se convertía en razones suficientes para que los datos sobre eficacia y validezde estos protocolos no alcanzasen la significación estadística y científica que nos hubieragustado. También, en ocasiones, no se establece la distinción entre la intervenciónbasada en “estrategias de choque” ante la respuesta de ira —que implicarían elincremento del autocontrol emocional y la disrupción en la respuesta de ira—, y laintervención basada en “estrategias de consolidación” —que llevarían al desarrollo dehabilidades de afrontamiento como la relajación o la respiración abdominal, lareestructuración cognitiva de los sesgos, el entrenamiento en solución de problemas y elentrenamiento en habilidades sociales—.

A pesar de todo ello, sin embargo, sí se pueden presentar algunas propuestas, comolas ya vistas y las que se recogen en el Anexo 2, que han aportado reiteradamenteresultados eficaces. Pues bien, a partir de esos protocolos, sobre las que sí se encuentrandatos de eficacia y validez hemos realizado una propuesta que intenta seleccionar yordenar muchas de las técnicas que se incluyen en esos protocolos, en ocasiones connombres distintos pero con una estructura común, para dar lugar a un proceso deregulación de esa reacción emocional que es la ira. El protocolo que proponemosorganiza las técnicas o pasos a seguir de una manera secuencial, y siguiendo el procesoemocional revisado en este capítulo. Así, los primeros pasos hacen referencia al estímuloo la situación en la que se da la ira y a las condiciones previas con las que la persona seenfrenta a lo que potencialmente será la situación conflictiva. Los siguientes pasos a daren la regulación propondrán estrategias más centradas en la regulación de los procesoscognitivos y fisiológicos que definen la emoción de ira. Y, finalmente, los últimos pasosdel protocolo ponen el objetivo en el desarrollo de estrategias que se centran en laexpresión de la emoción y en la integración de lo ocurrido, y el éxito de la regulación, sise diese, en su vida y su identidad. En la tabla 4 de la página siguiente se resumen lospasos propuestos para regular la ira, pasos que a continuación se pasan a desarrollar.

Tabla 4. Protocolo integral para la regulación de la ira

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Paso 1: cuidar la propia autoestima cuidando las elecciones que el propio individuotoma

El primero de los pasos propuesto es un trabajo previo, preventivo, que no solo tieneque ver con la regulación de la ira sino también con el bienestar psicológico en general.Se trata de cuidar la autoestima, un concepto que refleja un estado de conciencia y derelación con uno mismo, pero cuya descripción y análisis superaría los objetivos de estelibro. Sin embargo, es necesario hacer una referencia a lo que supone la autoestimaporque, en el manejo de la ira, puede jugar un rol más importante que el que pueda jugaren la regulación de otras emociones. Esto podría ser así en la medida en que entendemosla autoestima como un estado de relación afectiva con uno mismo, es decir, algo quedebería de ir más allá de lo adecuado o no que uno se valore. Es cierto que, en muchasocasiones, las personas tendemos a vincular nuestra autoestima con nuestra autoeficaciao con lo que socialmente se considera correcto. Es como si, cuando uno tiene éxito enalgo, ese éxito fuera motivo suficiente para sentirse bien consigo mismo. Sin embargo, si

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hiciéramos un análisis más exhaustivo de la cuestión y si preguntásemos a la gente poraquellas cosas por las que se aprecian a sí mismos, muchas de ellas serían éxitospersonales o sociales, pero tal vez hubiese también cosas que, aunque no salieron bienfinalmente, fueron cosas que la persona se atrevió a hacer o fueron un ejemplo deafrontar activa y coherentemente una situación. Así, es muy probable que lo que sítuviesen en común todas aquellas cosas que nos hacen querernos (al fin y al cabo eso esla autoestima) fuese que son cosas que elegimos hacer, es decir, que fueron un hito en elcontrol y en la autodirección de nuestra vida. La vinculación de la autoestima y elbienestar más a la capacidad de elegir, desde nuestra voluntad, que al éxito alcanzado enla elección parece, cuando se revisa la literatura, estar implícitamente aceptada. Puesbien, esa capacidad de elección, de autorregulación conductual, permitiría cuidar ysanear la autoestima. Por todo ello se propone, como primer paso, cuidar la autoestimacuidando la toma de decisiones, pequeñas o grandes, eligiendo aquello con lo quesintamos más coherencia con nosotros mismos, aunque el miedo u otras emociones nosllevasen a elegir otras cosas. El estado personal derivado de ello permitirá o facilitará elsiguiente paso, que consiste en mantener una orientación hacia nuestros objetivos y nohacia las provocaciones. Es decir, elegirá nuestra voluntad y no nuestro miedo o nuestraira.

Paso 2: mantener una orientación hacia la tarea

Como se ha visto, este es el punto del que parte el primer protocolo específico decontrol de ira, el de Novaco, desarrollado ya en los años setenta. En realidad, comoapuntábamos desde el paso anterior, una autoestima saneada facilitará que, cuando unose acerque a una situación conflictiva, pueda mantener en su cabeza un objetivo claroque tendrá que ver con lo que busca en esa situación y no caer en las provocaciones quepudieran surgir. Por ejemplo, si en una situación le pido a mi pareja o a un compañeroalgo y, en la respuesta, la otra persona me dice que siempre estoy pidiendo, que soy unegoísta o cosas por el estilo, lo más probable es que mi contrarréplica sea justificarme onegar su afirmación. Pues bien, si hago ese tipo de contrarréplica ya me estoy apartandodel objetivo, de lo que estaba pidiendo. Por lo tanto, es importante que, desde unaautoestima saneada (paso 1), no perdamos de vista lo que buscamos en esa situación. Enmuchas ocasiones, por ejemplo en las relaciones de pareja, las discusiones arrancancuando se da una conversación con la que los dos miembros de la pareja buscanentenderse, pero al aparecer los reproches se abandona ese objetivo. Mantener laorientación a la tarea es un ancla en la interacción social conflictiva que hace que nocaigamos en las provocaciones.

Paso 3: identificar escenarios y secuencias habituales de la ira

Como hemos visto en el modelo de regulación de James Gross, elegir y modificar

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situaciones es ya iniciar la regulación de emociones. Así, en el caso de la ira, tomarconciencia de qué situaciones son las que más ira nos provocan, conocer los elementosque componen esas situaciones, su dinámica, nos permitirá prevenir caer en errorescomo no mantener una orientación hacia la tarea. Es verdad que hay situaciones queaparecen de forma muy sorpresiva y, además, lo sorpresivo suele tener un mayorimpacto emocional. Pero, sin embargo, muchas veces eso que creemos sorpresivo no loes tanto, tiende a ocurrir habitualmente; o cuando se dan no solo las condicionesexternas, contextuales de la situación, sino también las condiciones personales,condiciones como cansancio, sueño, hambre, estrés. En definitiva, una buenalocalización de las variables externas, y también de nuestras condiciones internas,permitirá más fácilmente identificar las primeras señales de ira, que son aquellas másfáciles de regular y de reconducir.

Paso 4: identificar las primeras sensaciones (fisiológicas y/o cognitivas) de ira

Como se indicaba en el paso anterior, una de las ventajas de identificar secuenciashabituales de ira es la de poder iniciar el manejo de la reacción de ira cuando ésta todavíano es tan intensa. En esa secuencia que sigue el proceso de la ira y en las característicasque como emoción tiene podemos reconocer cuáles son las señales fisiológicas ycognitivas típicas de la ira cuando todavía ésta no tiene una intensidad tan alta o tanfuerte. Así, sería bueno que la persona que tiene que regular su ira se entrene en detectarseñales fisiológicas asociadas a una mayor activación, a una tensión. Se trataría, porejemplo, de señales como un acaloramiento, una tensión muscular, una respiraciónagitada y rápida, una mayor presión en la mandíbula, un peor pulso, o movimientos másrápidos, entre otros. Debido además a lo que desde la perspectiva psicofisiológica en elestudio de la emoción llamaron especificidad personal, estas señales físicas pueden noser iguales para unas personas o para otras, por lo que cada cual tendrá que retratar suscambios físicos asociados a la ira.

Tal vez, incluso, muchas de esas señales puedan no ser tan específicas de la ira y seasocien más a procesos de estrés generales, pero también es cierto que en esos procesosde estrés es más probable que aparezca la emoción de ira ya que la base fisiológica de laemoción estaría parcialmente construida y la aparición de los procesos de valoración, lainterpretación, propios de la ira harían el resto. Por ello, también es muy importante quela persona sea capaz de reconocer esas primeras interpretaciones que hace de la situaciónen términos de molestia o incluso de daño, de que la causa de ese daño es el otro o losotros, que lo ve como un daño intencionado, que, además, lo considera injusto y que creeque puede cambiar esa situación a pesar de todo ello. Si uno es capaz de ver esasprimeras interpretaciones con las que se construye cognitivamente la ira, y si también escapaz de ver los primeros cambios fisiológicos cuando todo ello es menos intenso, esmás probable que tenga éxito en la reducción o modificación de su reacción física y suinterpretación de la situación, como se verá en los siguientes pasos.

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Paso 5: reducción de la activación fisiológica

Las técnicas de desactivación fisiológica giran, fundamentalmente, en torno a lasdiferentes formas y métodos de relajación que existen. La variedad y amplitud de estastécnicas es alta y su revisión, así como una detallada descripción de ellas superaríatambién lo pretendido dentro de este libro y dentro de este protocolo. Sin embargo, sípodemos destacar algunos aspectos que seguro ayudarán a la persona que buscadesactivarse en una situación irritante. De entre estos aspectos, destacaríamos laimportancia que tiene el hecho de que cualquiera de los distintos entrenamientos endesactivación mejoran mucho con la práctica habitual, cotidiana. Por lo que el que acontinuación describamos es bueno que se practique en situaciones en las que no hayademasiada activación, en situaciones que tal vez no lo requieran. Ese entrenamientoprevio será muy útil para su nueva puesta en marcha en aquellas situaciones que sí lorequieran. Otro aspecto a destacar de las distintas técnicas de desactivación es que entodas ellas será necesario que la persona afronte su propia emoción, es decir que hagacosas (como respirar profundamente, relajar los músculos, etc.) que van dirigidas a suemoción y no a la situación. Esto puede ser muy importante en la ira porque, si en unasituación conflictiva la persona se para a desactivarse, a respirar profunda y lentamente,facilitará que el individuo se aparte de la provocación, lo que ya es un beneficio,independientemente de que llegase a desactivarse. En cualquier caso, es probable quehaya una desactivación física y una sensación de control físico si la persona hace algotan relativamente sencillo como respirar lenta, profunda y silenciosamente. Tras ello seesconde la respiración abdominal, una técnica que busca llenar completamente lospulmones de oxígeno y después expulsar el aire completamente, haciendo todo esteproceso lo más lento posible, lo que, de alguna manera, supone hacerlo silenciosamente,y repetirlo varias veces. La imagen 4 de la página siguiente representa gráficamente esteproceso, aunque también se describe su entrenamiento con mayor detalle en el anexo 3.Si la persona que busca regular la ira y desactivarse conoce o practica otras técnicas quefavorecen la desactivación (meditación, yoga, mindfullness, etc.), obviamente deberáusarlas en esas situaciones en este mismo punto del protocolo.

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Imagen 4. Proceso de respiración abdominal

Paso 6: revaloración de la relevancia de la situación y de los recursos deafrontamiento

Controlar y regular la activación fisiológica permitirá que esa activación fisiológicatenga menos efecto y sesgue menos nuestra forma de ver la situación. Todos recordamosexpresiones populares como “se te nubla la vista” para referirse a esa pérdida decapacidad para entender una situación cuando se está muy emocionado, muy activado.En este sentido, el paso anterior favorecerá que, en este paso 6, podamos replantearnos lasituación, o, mejor aún, replantearnos si nuestra forma de ver esa situación es correcta osi, por el contrario, estamos cayendo en algún error. Se trata de analizar nuestra forma de

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ver la situación.Como ya hemos señalado, un ámbito clásico de intervención psicológica es la

reestructuración cognitiva en la que, básicamente, se identifican y corrigen errores quecometemos cuando se procesa la información que estamos analizando, errores que suelenser comunes y habituales en algunos problemas psicológicos. Son errores como polarizarla interpretación de la situación (por ejemplo, bueno vs. malo), filtrar solo algunoselementos de la situación y no otros, sacar conclusiones generales a partir de pequeñosdetalles, o extrapolar y generalizar esas conclusiones a ámbitos que son diferentes.Existen listados diversos de estos errores pero el trabajo que la persona que quieraregular su experiencia de ira tiene que hacer en este paso no es tanto buscar erroresconcretos, sino simplemente reanalizar aquellos contenidos que definen cognitivamentea la ira. Es decir, se ha de preguntar por lo correcto o racional que es evaluar esasituación como un daño, como una situación causada por otros, tal vezintencionadamente, o como algo injusto. En este sentido, es bueno que el tamaño deldaño que esa situación supone lo valore comparándolo con lo que considera que son susobjetivos, intereses y aspectos más relevantes para su vida. Tal vez con ello la situaciónno se vea como un daño tan relevante y, así, se comenzará a reducir la intensidad de esaemoción. De igual modo, será bueno que la persona no solo mire a los causantesexternos de esa situación, sino que también se pregunte por aquellas cosas de su formade actuar o de ser que también pueden haber influido en esa situación. Por supuesto,también deberá replantearse si realmente es algo injusto en el sentido más amplio de lapalabra o solo se trata de un obstáculo que poco tiene que ver con lo correctomoralmente o con la justicia.

Así, una situación que no se ve tan dañina, causada por otros o injusta seguramentegenere menos ira. Sin embargo, tampoco tenemos que pensar que se trata de ver comomenos mala la situación, porque, en realidad, se trata de ver la situación de la forma másobjetiva posible. Así, tal vez podría ocurrir que, una vez dado este paso y reanalizada lasituación, se llegue, sin embargo, a la misma conclusión: a que la situación es dañina,injusta, causada por otros y potencialmente modificable. En ese caso, la reacción de irase entiende lógica y lo que habrá que hacer será expresar adecuadamente esa ira, que esel siguiente paso.

Paso 7: expresión de deseos personales correctamente, pidiendo, sustituyendo el tú porlos mensajes yo

Como bien se ha señalado, no siempre el resultado del paso anterior tiene que acabaren reinterpretar la situación en términos menos dañinos o menos injustos. Perfectamentepuede ocurrir que la persona haya hecho una interpretación más próxima a la realidadobjetiva y que su experiencia de ira sea, por tanto, más justificada. A pesar de ello, paraque la ira no sea disfuncional, no va a bastar con que su experiencia esté justificada porsituaciones en gran medida objetivas o injustas ya que, en ocasiones, la disfuncionalidad

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de la ira nos la va a dar la expresión que hacemos de la misma. Así, puede ocurrir queuna reacción de ira justificada no sea útil y aporte más pérdidas que ganancias a lapersona por una expresión violenta y agresiva, marcada, por ejemplo, por los impulsos.Todos hemos sido testigos, probablemente, de situaciones de conflicto en las queentendemos que alguien pierde la razón por las formas. Por todo ello, una expresiónadecuada se vuelve fundamental y, por eso, muchos de los protocolos terapéuticosrevisados incluyen entrenamientos en habilidades sociales, destacando especialmente elpapel de la asertividad. En nuestra opinión, más relevante que la propia idea deasertividad, es decir de expresar correctamente lo que uno quiere o desea, hay quedestacar que la expresión de esa ira no se aparte de lo referido en el paso 2: mantener laorientación hacia la tarea. Es decir, se trataría de ser asertivo expresando no solo lo queuno quiere cuando está en el conflicto, sino lo que uno quería antes de empezar elconflicto. Esta distinción es importante porque, según avanza el conflicto, puede ocurrirque se vaya abandonado el objetivo inicial y se vaya cayendo en la provocación y,entonces, uno exprese ya lo que quiere en ese momento, que ya no será el objetivo inicialsino, tal vez, hacer justicia o resolver el agravio percibido.

Una vez que se ha confirmado esa idea de mantener la orientación hacia la tarea,proponemos que lo recomendable será pedir ayuda, nunca exigir algo. Puede parecerpoco justo pedir ayuda cuando uno siente que tiene el derecho a aquello que pide, peromuchos experimentos realizados desde el ámbito de la psicología social nos hanmostrado que es más fácil conseguir algo cuando se pide y se da la oportunidad al otrode que pueda decidir y de que se sienta útil, generoso, o bueno, que cuando se exige o semanda, lo que tiende a generar efectos de reactancia, es decir, de demostrar al que exigey manda que no manda tanto. Por ello pedir algo, pedir ayuda, puede acercarnos más alobjetivo inicial que se tenía. Será muy importante, además, que en esa expresión de losdeseos que uno tiene y de la ayuda que solicita para alcanzarlos se aparte, o intentemosno usar, el tú o el vosotros, ya que, al formar parte de la estructura cognitiva de la ira lacausalidad ajena, de los otros, es muy fácil que de forma automática caigamos en laacusación usando el tú o el vosotros. La persona que quiere regular su expresión de iradeberá expresarse hablando de él mismo, utilizando los llamados mensajes yo, y decir loque él querría, pidiendo, incluso, ayuda para conseguirlo, y evitando caer en laacusación, por clara que la vea, ya que ésta no es parte de su objetivo o tarea inicial (porejemplo: “me gustaría que me ayudaras a…”).

Paso 8: reforzarse por el autocontrol percibido

Una vez que en la situación conflictiva se han llevado a cabo los pasos propuestos esrecomendable, independientemente del éxito conseguido, que la persona valorecríticamente el proceso de regulación de la experiencia y la expresión emocional. En esavaloración crítica es probable que, sin poder evitarlo, se fije primero en lo que no hizo ono pudo hacer, en lo que le hubiera gustado conseguir, ya que tenemos ese sesgo o

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tendencia a atender más fácil y automáticamente a lo desajustado. Por ello, esfundamental que la persona se obligue a buscar aquello que sí cree que hizo bien, quevoluntariamente chequee lo que le hizo tener cierta sensación de que la emoción nomandaba en su conducta, de que mantenía una dirección coherente con sus intereses ycon su voluntad y de que no se dejaba exclusivamente llevar por la rabia y la ira. Siademás la persona cree que el control alcanzado es suficientemente exitoso, bien porqueha evitado una discusión que pudiera haber sido grave o problemática para él, osimplemente porque considera que ha avanzado mucho en la regulación de esta emoción,entonces es recomendable que se dé algún tipo de premio o refuerzo, tanto interno (porejemplo decirse lo bien que lo ha hecho o lo que le gusta estar mejorando y ser así) comoexterno (por ejemplo darse un pequeño capricho, tal vez gastronómico, o algún detalleespecial).

Paso 9: recordar o comentar con otros, más tarde, la gestión que se hizo de lasituación conflictiva y lo agradable del autocontrol conseguido

Los sucesos estresantes que sufrimos no son fáciles de integrar en nuestra vida o en laconciencia de la misma y en nuestra identidad. La integración de esos sucesos puedepasar por distintas fases y procesos en función de la intensidad o gravedad del mismo,pudiendo oscilar desde la reexperimentación (recuerdos, flashbacks…) del mismo, enunos casos, hasta el olvido automático en otros (amnesia disociativa). Si bien lasdiscusiones habituales no son normalmente estresores que alcancen una intensidad tanmarcada como los de tipo traumático (en los que es más fácil ver síntomas disociativos ysíntomas de reexperimentación), es verdad que también son situaciones estresantes y,como tales, deberán de ser integradas en nuestra identidad, en nuestra imagen denosotros mismos, en nuestra vida percibida. No es extraño que después de una discusióncon un compañero de trabajo, o con un amigo o un familiar, nos encontremoscomentando la situación con otra persona, señalándole los detalles de lo ocurrido, de loque el otro dijo y de lo que nosotros dijimos, de lo que el otro hizo y de nuestra reacción.Esos procesos pueden no solo darnos la comprensión de las personas cercanas con lasque lo compartimos, sino que también ayudan, mediante esa expresión, a que ese sucesopierda carga emocional y, entonces, se asiente en nuestra memoria más fácilmente,favoreciendo que deje de aparecer automáticamente en nuestra cabeza. Por ello, pareceque es muy recomendable que, una vez pasado todo, y especialmente si uno ha sidocapaz de regular parte de esa experiencia y expresión de ira, compartamos lo ocurrido deforma voluntaria, con personas cercanas, resaltando lo que hemos hecho para evitar unconflicto mayor y para conseguir no enfadarnos más y actuar peor. Así la personaasentará el suceso pero mantendrá la huella del camino de regulación emocional a seguircon su ira.

Para ilustrar estos pasos vamos a mostrar un ejemplo de los mismos en una situaciónficticia pero que creemos que puede darse de forma habitual y ser común en muchos

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contextos. Así, si imaginamos, en un contexto laboral, una persona a la que vamos allamar Rodolfo, que se siente tratada injustamente por un compañero de trabajo, al quevamos a llamar Mariano, que entiende que, disimuladamente, le trata mal, le ningunea,se aprovecha de él y por el que, además, se siente provocado. Todo ello hace queRodolfo tienda a tener una alta ira, que habitualmente no expresa hacia fuera, pero que legenera un gran malestar y que un día no pudo contener estallando en una sonora lluviade insultos e improperios. Esta situación dejó a Rodolfo en una delicada posiciónlaboral, aunque pudo continuar con su trabajo después de ser apercibido por sussuperiores. A pesar de todo lo sucedido, las provocaciones por parte de Mariano se hanmantenido y la ira de Rodolfo sigue en aumento, aunque de momento continúa teniendouna expresión interna de la ira. ¿Cómo podría manejar nuestro protagonista Rodolfo estasituación de acuerdo a los pasos propuestos para la regulación de la ira? En la tabla 5 dela página siguiente apuntamos resumidamente la manera en la que Rodolfo podríaadecuar estos pasos a su situación.

Con el ejemplo anterior hemos intentado mostrar en qué consistirían los pasos a daren una situación ficticia, pero perfectamente verosímil, y de la que no hemos querido darun final ya que, aunque el resultado no hubiera sido todo lo deseable que se pretendía ynuestro protagonista no hubiera podido acabar su tarea laboral a tiempo, es seguro que sípudo regular su emoción y es probable que, puesto que lo que perseguía era inhibir suexplosividad y mejorar su sensación de autocontrol, de mandar en su vida más que susemociones, entonces se sintiera mejor y evitase, además, los problemas de ese exceso deira que tuvo en ocasiones anteriores.

Ese es precisamente el objetivo que persigue este libro, dotar de un conocimiento dela emoción de ira, de su experiencia y su expresión, que facilite la puesta en práctica dehabilidades que buscan regular esa experiencia y expresión de ira disfuncional ydesadaptativa para así minimizar las consecuencias adversas, tanto sociales como en lasalud. Esperamos que la lectura haya aportado, por tanto, un conocimiento mayor de laira y de su regulación.

Tabla 5. Ejemplo de adaptación del protocolo integral para la regulación de la ira a un caso concreto (ver páginaanterior)

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1. Fernández-Ballesteros, R. (dir.) (2004). Evaluación psicológica: conceptos, métodos y estudio de casos.Madrid: Pirámide.2. Spielberger, C. D. (1999). Professional manual for the State-Trait Anger Expression Inventory-2 (STAXI-2).Odessa, FL: Psychological Assessment Resources.3. Novaco, R. W. (1990). Novaco Anger Scale - Reactions to Provocation (NAS). Irvine, CA: University ofCalifornia.4. Snyder, C. R., Crowson, J. J., Houston, B. K., Kurylo, M. y Poirier, J. (1997). Assessing hostile automaticthoughts: Development and validation of the HAT Scale. Cognitive Therapy and Research, 21 (4): 477-492.5. Siegle, J. M. (1986). The Multidimensional Anger Inventory. Journal of Personality and Social Psychology, 51(1): 191-200.6. Cook, W. W. y Medley, D. M. (1954). Proposed hostility and pharisaic-virtue scales for the MMPI. Journal ofApplied Psychology, 38 (6): 414-418.7. Deffenbacher, J. L., Petrilli, R. T., Lynch, R. S., Oetting, E. R. y Swaim, R. (2003). The Driver’s AngryThoughts Questionnaire: A measure of angry cognitions when driving. Cognitive Therapy and Research, 27 (4):383-402.8. Davidson, G. C., Robins, C., y Johnson, M. K. (1983). Articulated thoughts during simulated situations: Aparadigm for studying cognition in emotion and behavior. Cognitive Therapy and Research, 7 (1): 17-39.

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ANEXOS

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ANEXO I: TEST, CUESTIONARIOS, ESCALAS Y MEDIDAS DEAUTOINFORMEPARA LAS DIFERENTES FACETAS DE LA

EXPERIENCIA DE IRA

STAXI-2 – Inventario de Expresión de Ira Estado Rasgo 2 (Miller y otros, 1996;Miguel Tobal y otros, 2001)

Instrumento de autoinforme de 49 ítems que mide, con adecuados índices devalidez y fiabilidad, diferentes facetas del constructo de ira en cuanto a suexperiencia (estado y rasgo), a su expresión y a su control.Se compone de 49 ítems de tipo Likert (no en absoluto-mucho, para la escalade iraestado y casi nunca–siempre, para el resto de escalas)(1) Ira estado: experiencia de ira en el momento de completar el

cuestionario, que puede variar en cuanto a su intensidad desde lairritación hasta la rabia y se asocia a activación fisiológica.

(2) Ira rasgo: se refiere a la ira como una característica individual estable alo largo del tiempo y consistente en la mayoría de las situaciones, lo quelleva a que la persona experimente con mayor frecuencia episodios deestado de ira. A su vez, se estructura en dos subescalas, temperamento yreacción de ira.

(3) Expresión externa de la ira: tendencia a expresar la experiencia de ira demanera externa, ya sea hacia personas o hacia objetos, de manera verbal ofísica.

(4) Expresión interna de la ira: tendencia a inhibir los sentimientos de ira y arealizar verdaderos esfuerzos para que no se manifieste de maneraexterna.

(5) Control externo de la ira: patrón para autocontrolar y manejar laexperiencia de ira a través de estrategias activadas por claves o estímulosexternos (distanciamiento de la situación, tiempo fuera, etc.).

(6) Control interno de la ira: tendencia a autorregularse a través deestrategias internas para reducir y manejar los sentimientos de ira(relajación, distanciamiento cognitivo, autoinstrucciones).

(7) Índice de expresión de ira: medida general del grado de expresión de ira,incluyendo expresión interna y externa pero excluyendo el control quesobre esas expresiones se tiene.

BDHI – Inventario de Hostilidad de Buss y Durkee (Buss y Durkee, 1957)

El BDHI se diseñó con el objetivo de cuantificar la ira y la hostilidad tanto ensu componente experiencial (resentimiento y suspicacia) como en su

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componente expresivo (ataque y agresión verbal), con adecuados niveles defiabilidad y de validez.Se compone de un total de 75 ítems de verdadero y falso que se estructuranen ocho escalas: ataque o asalto, hostilidad indirecta, hostilidad verbal,irritabilidad, negativismo, suspicacia, resentimiento y culpa.

NAI – Novaco Anger Inventory (Novaco, 1975)

Escala diseñada para evaluar las situaciones provocadoras de ira conadecuados índices de fiabilidad y de validez.Se compone de 80 situaciones potencialmente provocadoras de ira de tipoLikert, para cada una de ellas, la persona debe indicar la intensidad con la quecree que experimentaría ira al vivir tales sucesos.

STI – Self Talk Inventory (Calvete y otros, 2005)

Este instrumento se ha desarrollado y validado en población española con unespectro de evaluación bastante amplio, puesto que mide autodiálogo opensamientos automáticos negativos y positivos en afectividad negativa, loque incluye también la emoción de ira, aunque no es específico de ésta.Se compone de 52 ítems de tipo Likert (nada probable – muy probable)vinculados a diez situaciones imaginarias que pueden experimentarse en lavida cotidiana. Para cada una de estas situaciones, la persona debe indicar enqué grado es probable que se active cada uno de los ejemplos depensamientos automáticos que se plantean y que pueden tener un contenidode tristeza, ansiedad o ira.

ERI – Escala de Rumiación de la Ira (Sukhodolsky y otros, 2001)

Instrumento de 19 ítems de autoinforme, diseñado para cuantificar, a travésde una escala de cuatro puntos de tipo Likert (casi nunca – casi siempre), conadecuados niveles de fiabilidad y validez, la frecuencia con la que laspersonas rumian cuando experimentan ira.La escala total se estructura en cuatro subescalas:(1) Pensamientos de ira presentes: pensamientos rumiativos referidos a la

experiencia de ira presente.(2) Recuerdos de ira: rumiación sobre momentos o sucesos que activaron la

emoción de ira en el pasado).(3) Pensamientos de venganza: pensamientos perseverativos sobre cómo

vengarse de la persona supuestamente ofensora para reparar el dañosufrido.

(4) Comprensión de causas: pensamientos rumiativos referidos al porqué delsuceso, tanto en un sentido desadaptativo como adaptativo.

IPRI – Inventario de Pensamientos Relacionados con la Ira y la Hostilidad(Sukhodolsky y otros, 2001)

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Instrumento de autoinforme construido y validado en población generalespañola y que cuantifica, con índices adecuados de fiabilidad y validez, lafrecuencia con la que una persona ha tenido, en las últimas dos semanas,distintos tipos de pensamientos automáticos asociados a la ira-hostilidadcuando ha experimentado rabia o enfado.Se compone de 26 ítems de tipo Likert (nunca-siempre), que se estructuran endos escalas diferentes por el contenido positivo o negativo de eseautodiálogo:(1) Pensamientos hostiles y agresivos en la ira-hostilidad: pensamientos

asociados a la ira y a la hostilidad de significado negativo,estructurándose, a su vez, en tres subescalas diferenciadas en función desu contenido: pensamientos hostiles, pensamientos verbalmente agresivosy pensamientos físicamente agresivos.

(2) Pensamientos de afrontamiento en la ira-hostilidad: referida a unadimensión cognitiva distinta de la experiencia de ira y hostilidad, puestoque evalúa una serie de autoinstrucciones referidas a la facilitación decomportamientos de afrontamiento positivo para manejar la ira-hostilidad.

IACRI – Inventario de Creencias y Actitudes Relacionadas con la Ira y laHostilidad (Magán, 2010)

Instrumento de autoinforme ha sido construido y validado en poblacióngeneral española para evaluar la presencia de actitudes y creenciasdisfuncionales que según diferentes modelos cognitivos subyacen tras laactivación y el mantenimiento de la ira-hostilidad y que incrementan lavulnerabilidad a que estas experiencias se conviertan en un problema.Se compone de 20 ítems de tipo Likert (totalmente en desacuerdo – totalmente de acuerdo). La escala total se divide en cinco subescalas,diferentes en función de su contenido y que son las siguientes:(1) Derecho a no tener experiencias negativas: creencia general de que se

tiene derecho a no experimentar sucesos negativos como críticas,rechazos, o, en general, cualquier tipo de problema de la vida cotidiana, yde que cuando éstos ocurren, se debe externalizar la responsabilidad y,por tanto, las personas o la fuente del suceso han de ser castigadas para“reparar el supuesto daño sufrido”.

(2) Necesidad de expresar la ira: creencia de que siempre que seexperimente es, independientemente de las consecuencias para terceraspersonas o el medio y de las formas, o sobre la consideración de dichaexpresión como una estrategia adecuada para el logro de los propiosobjetivos y metas, para hacerse respetar o, en general, para controlar a lasotras personas

(3) Suspicacia-desconfianza paranoide: actitud general de desconfianza o

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recelo hacia las otras personas, puesto que se las considera comoamenazas potenciales para el propio bienestar.

(4) Derecho a tener experiencias positivas: creencia de que uno tienederecho a tener experiencias positivas, recibir siempre un trato adecuadoo el respeto y el reconocimiento que cree que merece, ya que subyacentras estas actitudes una serie de normas rígidas en cuanto a cómo debe serel comportamiento interpersonal que, aunque implícitas, actuarían comoimperativos categóricos o deberías y, por tanto, han de cumplirse portodos para que todo funcione correctamente.

(5) Resistencia a delegar tareas o trabajos por desconfianza: creencia deque las cosas deben realizarse bien, perfecta o correctamente, en relacióncon un conjunto rígido de reglas, puesto que estas reglas son implícitas, ytras las cuales subyace la sospecha o desconfianza de que los otrospuedan hacerlo correctamente, con lo que presentan una actitud decontrol hacia las diferentes tareas, funciones o actividades, siéndoles muydifícil delegar.

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ANEXO II: ALGUNOS PROTOCOLOS RELEVANTESEN EL CONTROL DE LA IRA DISFUNCIONAL

PROTOCOLO 1 (Deffenbacher y McKay, 2000)

1. Aumentar la conciencia del déficitLos pacientes con altos niveles de ira a menudo revelan una falta deconciencia que resulta especialmente importante para un buen manejo de laira. Para aumentar respuestas que conduzcan al empleo de habilidades deafrontamiento, para reducir o controlar la ira, es necesario que el pacientetome conciencia de la respuesta airada que está dando, y, para ello, hay quefavorecer la realización de preguntas del tipo “¿qué es lo que estoyhaciendo?” o “¿cómo estoy respondiendo?” o “¿real-mente es esto lo queyo quiero?”o “¿merece la pena cabrearme tanto?”. En definitiva, se trata deque el paciente desarrolle una sensibilidad especial a su respuesta de ira quele permita empezar a ponerle freno cuanto antes. Con esta intención, puedeser adecuado el uso de videos con situaciones de enfados, discusiones, etc. enlos que se le enseñe cuáles pueden ser los indicadores que anuncian unarespuesta de ira.

2. Interrumpir el desarrollo de la respuesta de iraConsiste en conseguir que el paciente desarrolle algún tipo de estrategia conla que pueda cortar el desarrollo de la respuesta de ira que comienza aexperimentar. Las estrategias utilizadas son diversas y están pocodelimitadas, aunque fundamentalmente se utilizan autoinstrucciones. Elpaciente puede intentar convencerse para apartarse de la situación de riesgopor un tiempo, o intentar demorar su respuesta emocional tomándose siempreun tiempo antes dedar una respuesta. También puede buscar esa interrupcióna través de la técnica de detección de pensamientos, con autoinstruccionesmuy precisas, por ejemplo ¡basta!, seguidas de pensamientos distractoressobre temas que le puedan interesar, o con visualizaciones de imágenesagradables o comenzando a realizar otro tipo de actividades. En definitiva, setrata de conseguir interrumpir el proceso emocional de la respuesta de ira, loque en cualquier caso exige una alta motivación y una especial atención porparte del paciente.

3. Utilizar el entrenamiento en relajaciónLa relajación será efectiva por sí sola y también en combinación con otrastécnicas, favoreciendo el uso posterior de estrategias cognitivas. Se propone

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un entrenamiento en relajación muscular progresiva que termine utilizando lavisualización de imágenes que eliciten relajación y calma, practicándola,primero en situaciones no estresantes, y luego en situaciones provocadoras deira.

4. Reestructuración cognitivaSe trata básicamente de tratar de modificar los sesgos que pueden llevar a daruna respuesta de ira. Las principales distorsiones que hay que valorar y tratarson: la equivocación en la predicción de sucesos que elicitan ira; lautilización de pensamientos e ideas coercitivas como por ejemplo debería de,tendría que, etc.; el pensamiento catastrófico así como el pensamientodicotómico; la sobregeneralización; y la interpretación de las ideas ypensamientos de los demás, todo ello con la intención de dotar de una mayorflexibilidad al tipo de atribuciones que realiza el paciente sobre los demás.

5. Solución de problemas y autoinstruccionesQue ayuden a desarrollar los pasos de la estrategia en solución de problemasorientando al paciente hacia la ira como un problema a resolver y que lepermitan planificar soluciones. También acompañar los éxitos siempre conautoinstrucciones que refuercen la autoestima.

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PROTOCOLO 2 (Lochman y Wells, 1996)

Impedir las posibles ventajas secundarias derivadas de la presencia dereacciones de agresividad e ira (extinción, coste de respuesta, tiempo fuera,etc.).Incrementar el reconocimiento de las señales fisiológicas que preceden a laira.Identificar los estímulos discriminativos que desencadenan la conductaagresiva.Detener el impulso que pone en marcha la respuesta agresiva medianteautoinstrucciones.Proporcionar habilidades sociales que permitan manejar las situacionesproblemáticas de un modo más adaptativo.Promover el empleo de estrategias de solución de problemas (identificacióndel problema, desarrollo de alternativas y elección de respuesta basándose enla anticipación de consecuencias).

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PROTOCOLO 3 (Novaco, 1975)

1. Mantener una orientación hacia la tarea antes que hacia la provocación ycentrarse en uno mismo ayudará a disminuir el arousal de ira ante laprovocaciónEn ocasiones, se percibe un incidente como un desafío o enfrentamiento, loque lleva a la persona a tomar decisiones en una dirección agresiva odefensiva, mientras que si se tiende a focalizar la atención en la tarea arealizar y los objetivos en los que se está trabajando en ese momento, setomarán decisiones que conseguirán resolver el problema.

2. Ante una provocación personal, una persona con alta autoestima tendrá unamenor probabilidad de responder con ira que una persona con bajaautoestimaEste hecho, probado por autores como Rosenbaum y De-Charms (1960) oVeldman y Worchel (1961), indica que un fortalecimiento de la autoestimatambién ayudará a evitar respuestas de ira, por lo que se recomienda elentrenamiento en auto-valoraciones positivas por parte del paciente, y lageneralización de las mismas a través de diversas situaciones.

3. La persona con habilidades para responder de manera asertiva a laprovocación tendrá una menor probabilidad de experimentar ira que aquellapersona que fácilmente se deja contraponer a la provocaciónEsto implica que el desarrollo de habilidades que le permitan ser competenteante la provocación reducirá la respuesta de ira, esas habilidades pueden ser,por ejemplo, asertivas a la hora de pedir o negar algo, etc. Además, esconocido desde la teoría clásica de James (1884), que este modo decomportamiento favorecerá que no se genere ira desde la propia conducta.

4. Aprender a utilizar nuestra propia activación como señal de punto de partidapara la puesta en marcha de estrategias de afrontamiento no enfrentadas ala provocación incrementará la probabilidad de controlar con efectividad laira

5. La percepción de que comienza a tenerse control sobre una situación en laque ha habido una provocación disminuye la probabilidad de experimentarira e incrementa la probabilidad de que aparezcan conductas positivas deafrontamiento.La sensación de control favorece percepciones más placenteras (Staub,

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Tursky y Schwartz, 1971), por lo que promover autoinstrucciones en estadirección ayudará a experimentar en menor medida la ira.

6. Aprender a identificar las secuencias de provocación en diferentesescenarios y momentos y utilizar autoinstrucciones adecuadas a cadasituación facilitará el control de la ira.

7. Una persona incrementará el número de conductas de afrontamiento que nole enfrentan a la provocación cuánto más eficaz haya sido reduciendo suactivación y experiencia de ira y cuántas más situaciones haya resuelto conéxito mediante estas estrategias. El refuerzo de estos éxitos favorecerá laaparición de estas conductas adecuadas de afrontamiento y mejorará laautoestima de la persona.

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PROPUESTA 4 (Powell, 1994)

Modelo RABIA

R: reaccione antes de puedan aparecer las situaciones que crea que puedendespertar su ira. Identifique las situaciones de riesgo. Registre cuándo, dóndey con quién se siente el paciente enfadado y pierde el control.A: advierta los primeros síntomas de una incipiente explosión de ira. Seaconsciente de aquellas señales de su cuerpo que le indican que estáempezando a enfadarse. Detecte los músculos que se tensan, la respiraciónacelerada, o su impaciencia incrementándose por momentos. Ahora es elmomento de introducir un cambio en la que sería su reacción habitual.B: busque una manera de relajarse, por ejemplo, inspirando fuertementemientras eleva los hombros. Mientras hace esto, repítase un conjunto deinstrucciones que le ayuden a mantener la calma.I: intente distanciarse de la situación. Si siente que está a punto de perder elcontrol, cambie hacia otra situación que implique algúntipo de distracción.A: anote cuáles han sido las estrategias de afrontamiento que han resultadomás acertadas y exitosas.

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ANEXO III: APROXIMACIÓN A LA RESPIRACIÓNABDOMINAL

La relajaciónLa relajación es un estado del cuerpo y de la mente en el que nos encontramos sin

estrés, por lo tanto nos lleva a un estado de conciencia y la energía del cerebro esempleada en la función que está desempeñando en un momento determinado, sindesperdiciarla, lo cual dota al individuo de un gran potencial para aprender lo que éldesea.

Cuando nos relajamos profundamente, se llegan a alcanzar estados en los cuales elcuerpo parece no pertenecernos. Esa posibilidad puede permitir la recuperación delequilibrio perdido, ya que el cuerpo puede proceder a su restauración cuandodesaparecen los bloqueos psicológicos. La relajación diaria formará el hábito demantenerse relajado durante el día, mejorando todas las funciones del cuerpo.

Cuando estamos relajados podemos:

Eliminar tensiones innecesariasMejorar el funcionamiento fisiológicoAumentar la sensación de tranquilidad y paz

La respiraciónLa respiración constituye uno de los actos vitales más importantes, aunquela mayoría lo hacemos de manera auto-mática. Es decir de una forma tanbiológicamente natural que no somos capaces de captar la relevancia queeste acto tan sencillo tiene no solo para la vida, sino también para elaprendizaje. A través de una respiración pausada, consciente, podemoslograr la unión entre todos los miembros de nuestro ser.Con cada respiración llevamos hasta nosotros mismos nuevas fuerzasvitales y nos liberamos de desechos al expulsar el aliento. Respirar esrenovar continuamente nuestra vida.La respiración es la única función del sistema nervioso autónomo quepuede ser controlada y regulada por la conciencia. Por lo tanto, funcionacomo vínculo entre la dimensión psicológica y física del ser humano, es unpuente de conexión entre la mente y el cuerpo.Las prisas, ajetreos y sobrecargas dan lugar a perturbaciones del ritmo que,por lo general, se restablece con el sueño. Sin embargo, cuando el cuerpo ola mente se ven sometidos a una sobrecarga prolongada, la respiración sevuelve poco profunda e irregular.

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La respiración influye sobre nuestro estado anímico. Así, según estemosalegres, enfadados, tristes o deprimidos, la respiración se verá estimulada ofrenada, será más profunda o superficial.Respiración, su ritmo y frecuencia, está íntimamente ligada a los estadosmentales y emocionales que experimentamos en la vida cotidiana: el miedola inhibe y la bloquea, la ansiedad la acelera, la tristeza la ralentiza, el estrésla entrecorta y el cansancio físico la fuerza. Cada uno de los patrones derespiración es el resultado de un estado de ánimo.Si queremos conservar o recuperar la plena eficacia de nuestra respiración,hemos de deshacernos de los hábitos negativos que afectan a la técnicarespiratoria, como son:

El respirar por la boca.La retención involuntaria de la respiración.La extensión y retracción forzadas del abdomen al inspirar.Expirar o inspirar con demasiada intensidad.

Cuando se realiza una respiración completa, o con todo el cuerpo, se lebrindan a éste una serie de beneficios tales como:

Liberación de cargas inútiles.Purificación del organismo.Revitalización de todas nuestras fuerzas.Expulsión de todo aquello que nos oprime, nos intranquiliza, nosdeprime, nos enferma.Ayuda a concentrarse y a fijar la atención.Renueva las neuronas espejo necesarias para el aprendizaje.

La respiración abdominalEn la respiración abdominal, también llamada diafragmática, el abdomen se hincha y

se deshincha como si fuera un globo. Es la respiración innata, original y natural del serhumano, podemos comprobarlo al observar como respira un bebé en la cuna. Los adultoshemos desaprendido y olvidado el respirar de forma natural.

¿Por qué?

La respiración habitual es superficial e incompleta, ya que evitamos laintervención del diafragma (zona que queda por debajo de los pulmones).Porque, al activar el diafragma, se activa también el sistema nerviosoparasimpático, responsable de las sensaciones de paz y tranquilidad.Porque mediante la intervención del diafragma, la respiración es máscompleta y supone menor esfuerzo para los pulmones.Porque es muy fácil de aprender y tiene efectos muy rápidos.

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¿Para qué?

Para permitir una adecuada oxigenación de los tejidos y del organismo engeneral.Para evitar un mayor trabajo del corazón.Para evitar una mayor intoxicación general del organismo, evitandotambién la ansiedad, la depresión, etc., así como la fatiga física.Para poder utilizarlo en cualquier situación, ayudando así a controlarsemejor a uno mismo y a la situación.Para respirar adecuadamente de manera voluntaria al principio, pero luego,con la práctica, automatizarlo.

Deberíamos tener en cuenta que la regla que debe seguirse para realizar una buenarespiración, es hacerlo siempre por la nariz y no por la boca.

Se debe buscar un momento del día en que no tengamos prisa y además no nosencontremos con el estómago lleno o en plena digestión. Durante unos días se puedeejercitar durante uno o dos minutos, después se puede aumentar el tiempoprogresivamente.

PreparaciónHa de realizarse en condiciones de tranquilidad, escaso ruido exterior, con ropas

holgadas que no opriman ni molesten, y adoptar una postura cómoda, preferentementetumbado con los brazos extendidos a lo largo del cuerpo y con los ojos cerrados, tratandode relajarnos todo lo que podamos.

Instrucciones de una respiración abdominal

1. Piensa un lugar que te resulte agradable (playa, montaña, mar, etc.). Recreaese lugar con todo lujo de detalles en tu mente. Fíjate en dónde estás, siestás solo o acompañado, qué oyes, qué ves, qué hueles. Céntrate en cómote sientes, en las sensaciones tan agradables de relajación y bienestar quetienes, fíjate cómo tu mente está prácticamente en blanco, como si nohubiera problemas o preocupaciones. Recréate en estas sensaciones y eneste estado tan agradable un tiempo, por ejemplo, un minutoaproximadamente.

2. Comienza a inhalar por la nariz tanto aire como puedas con una verdaderarespiración abdominal, lentamente, y trata de llevar ese aire hasta debajo delos pulmones, como si fuéramos un globo que se está hinchando.

3. Mantén el aire retenido durante unos segundos, cuenta mentalmente hastacinco: 1, 2, 3, 4 y 5.

4. Después, exhala el aire por la boca con lentitud y aprieta hacia dentro elabdomen al mismo tiempo.

5. Realiza otra inspiración profunda, tanto aire como te sea posible, esta vez

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contén el aire mientras cuentas mentalmente hasta cinco y exhala conmucha lentitud. Relájate. Intenta inhalar aire en una inspiración regular,continuada.

6. Ahora comienza a hacer rítmica tu respiración. Inhala, contén el aire hastacontar cinco. Exhala lentamente.

7. Haz una pausa al tiempo que cuentas cinco.Es decir:

Inhala: 1, 2, 3, 4 y 5 segundosRetén: 1, 2, 3, 4 y 5 segundos.Exhala: 1, 2, 3, 4 y 5 segundos.Pausa: 1, 2, 3, 4 y 5 segundos.

Repite tres o cuatro veces; luego intenta respirar lentamente normal pero los tresmomentos esenciales son inspiración, pausa y expiración.

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APÉNDICES

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Sukhodolsky, D., Golub, A. y Cromwell, E. N. (2001). Development and validation ofthe Anger Rumination Scale. Personality and Individual Differences, 31: 689-700(adaptación al castellano por Magán, Lozano, Pérez, Sukhodolsky y Escalona [enprensa]).

Sukhodolsky, D. G., Solomon, R. M. y Perine, J. (2000). Cognitive behavioral, anger-control intervention for elementary school children: A treatment-outcome study.Journal of Child and Adolescent Group Therapy, 10: 159–170.

Veldman, D. y Worchel, P. (1961). Defensiveness and self-acceptance in themanagement of hostility. Journal of Abnormal and Social Psychology, 63: 319-325.

Williams, J. E. (2010). Anger/hostility and cardiovascular disease. En M. Potegal, G.Stemmler y C. D.Spielberger (eds.): International handbook of anger (pp. 435-447).New York: Springer.

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BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Y COMENTADA

Beck, A. T. (2003). Prisioneros del odio: las bases de la ira, la hostilidad y laviolencia. Barcelona: Paidós (original: Prisoners of hate. The cognitive basis ofanger, hostility, and violence, 1999).En este libro, el padre del modelo cognitivo o modelo ABC de la emoción y de laterapia cognitiva, Aaron T. Beck, amplia y aplica su modelo a la ira, la hostilidad y laviolencia. En la primera parte explica cuáles son las raíces, componentes y procesoscognitivos que están implicados en la emoción de ira y en los problemasrelacionados con ésta. En la segunda parte aplica todos estos conocimientos a laagresividad y a la violencia, lo que llama la “psicología del ofensor”. En la terceraparte aborda el tema del altruismo, la cooperación y el apego, entendiéndolos comoel ejemplo de que es posible modificar los problemas que se vinculan a la ira, lahostilidad y la agresión, presentando con todo lujo de detalles la terapia cognitivapara la ira.

Kassinove, H. y Tafrate, R. C. (2002). El manejo de la agresividad: manual detratamiento completo para profesionales. Bilbao: Desclée de Brouwer (original:Anger management. The complete treatment guidebook for practitioners, 2002).Este manual, traducido al español como El manejo de la agresividad, en realidadconstituye una guía de trabajo para los problemas relacionados con la iradisfuncional. Ha sido escrito por dos investigadores norteamericanos con una ampliaexperiencia en el campo y se estructura en siete partes. La primera la dedica alanálisis de lo que es la ira, su evaluación y su tratamiento; en la segunda subraya laimportancia de trabajar la motivación para el cambio y describe cómo hacerlo; latercera y cuarta parte detallan las principales técnicas que, desde la óptica cognitivo-conductual, se tienen para trabajar el componente conductual de los problemas de iradesadaptativa y el componente cognitivo de los mismos a través de técnicasconductuales y cognitivas; la quinta parte se dedica a la prevención de recaídas; lasexta parte reflexiona sobre la importancia de que el clínico trabaje su propiaagresividad; y la última parte presenta ejemplos de intervención en problemasrelacionados con la ira. Este manual ofrece además múltiples materiales que puedenser de gran utilidad en la terapia.

Magán, I., Espinosa, R., Fortún, M., Sanz, J. y García-Vera, M. P. (2011). Programade terapia cognitiva para la ira y la hostilidad en hipertensión arterial esencial:manual para el clínico. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.Este manual, desarrollado por un grupo de investigadores de la UniversidadComplutense de Madrid con una amplia experiencia en el campo aplicado de la

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psicología clínica y de la salud, presenta paso a paso un protocolo de intervenciónpara la ira y la hostilidad de carácter disfuncional basado en la terapia cognitiva deBeck. Se divide en ocho apartados, correspondiendo cada uno de ellos a una sesiónde intervención estructurada, donde se especifica al clínico lo objetivos de cadasesión, los contenidos y los materiales de psicoeducación y de trabajo terapéuticocon el paciente. La primera parte (sesión uno) se destina a la psicoeducación sobre laemoción de ira y su relación con la hipertensión. La segunda parte (sesiones dos, tresy cuatro), se centra en la explicación del modelo ABC de la emoción y en elentrenamiento en la identificación y modificación de los pensamientos automáticosnegativos. La tercera parte (sesiones cinco, seis y siete) se adentra en el segundonivel del modelo ABC de la emoción —el de las creencias y esquemas cognitivos, suidentificación y flexibilización—. Y, finalmente, la última parte (sesión ocho) sededica a repasar todo lo aprendido y en ella se detalla un pequeño programa paraprevenir recaídas.

McKay M., McKay, J. y Rogers, P. D. (1993). Venza su ira: controle sucomportamiento agresivo. Barcelona: Robinbook (Original: When anger hurts,1989).Este manual, aunque ya muy antiguo, es un excelente ejemplo de cómo conjugar elconocimiento empírico y científico sobre la ira con el abordaje terapéutico de losproblemas relacionados con ella. Se divide en cuatro partes. En la primera describequé es la ira, cuándo es normal y cuándo es problemática, así como detalla susposibles costes. En la segunda aborda los componentes y procesos cognitivos comoelementos nucleares de la activación de la ira. En las partes tercera y cuarta presentaun protocolo de evaluación e intervención muy práctico que puede ser de granutilidad no solo para el clínico, sino también para aquellas personas que deseen teneruna ira más saludable por sí mismas. En la cuarta parte desarrolla un protocolo paramodificar las situaciones cotidianas que todos podemos vivir en nuestra casa y que serelacionan con la ira disfuncional.

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GLOSARIO

Activación o arousal (vs. desactivación): estado psicofisiológico del organismo que, através de la activación de sistema nervioso central y autonómico —que activaprocesos cognitivos superiores como la atención o la memoria y respuestas como latasa cardiaca o la presión arterial, entre otros—, así como del sistemaneuroendrocrino —que segrega diferentes sustancias como la adrenalina o lanoradrenalina—, permite responder adecuadamente a los diferentes estímulos osituaciones. No obstante, si ésta es demasiado alta (sobreactivación) o muy baja,nuestras respuestas al medio serán inadecuadas o incontroladas. En los casos en losque la activación es demasiado intensa, se recomienda que ésta se reduzca a través detécnicas de desactivación fisiológica (por ejemplo, la respiración diafragmática) ocognitivas-emocionales (por ejemplo, las autoinstrucciones, la reestructuracióncognitiva o la regulación emocional).

Adaptativo (o funcional) vs. desadaptativo (o disfuncional): los psicólogos definenque algo es adaptativo o funcional cuando cualquier comportamiento que emite o nouna persona (sea de tipo motor, cognitivo, emocional o fisiológico) tiene efectosbeneficiosos para esa persona en cualquiera de sus áreas vitales (académica-laboral,personal, familiar o social) o para los demás. Por el contrario, cuando dichos efectosson perjudiciales, se dice que el comportamiento es desadaptativo o disfuncional.

Adrenalina: es una hormona que segregan las glándulas suprarrenales, que cuandocircula por nuestro cerebro se convierte en un neurotransmisor, y que supone unaserie de cambios fisiológicos (como elevación de la tasa cardiaca, vasoconstricciónde los vasos sanguíneos, etc.) que se asocian a una activación del sistema nerviososimpático y que se vincula a la respuesta de lucha y huida.

Afecto: es un estado psicofisiológico con valencia positiva o negativa, pero con uncarácter menos específico o concreto que una emoción.

Afrontamiento: son estrategias, tanto de tipo cognitivo (reinterpretaciones,reevaluaciones, etc.) como conductual, que la persona pone en marcha para enfrentaruna determinada situación o problema de su vida cotidiana con el fin de modificarlao solucionarla.

Agresividad: comportamiento observable dirigido a hacer daño a terceras personas uobjetos de forma verbal o física, directa o indirecta. Puede ser de tipo hostil —cuando está motivada por la ira, es de carácter impulsivo o está dirigida a hacer daño— o de tipo instrumental —cuando no está motivada por la ira, es de carácterracional y frío y es un comportamiento que se utiliza como medio para lograr unobjetivo determinado—.

Asertividad: es un estilo de comunicación adaptativo que implica que la persona

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transmite sus deseos, expectativas, realiza críticas o defiende sus derechosrespetando a los demás.

Caída y recaída: una caída es cuando reaparece levemente el problema, cuando porejemplo experimentamos un episodio de ira aislado. Es normal y muy posible queocurra. La recaída tiene lugar cuando tras una mejoría retrocedemos al punto departida de nuestro problema, lo que hay que prevenir que ocurra.

Comorbilidad: se refiere a cuando coexisten de manera simultánea dos o másproblemas de salud, ya sean de tipo físico o psicológico.

Componentes cognitivos de la ira: se refieren a todos aquellos factores de tipocognitivo que subyacen a la experiencia de la ira y que, según el modelo de Beck,pueden tener diferentes niveles de profundidad o abstracción. Así, en la raíz seencontrarían los esquemas cognitivos o creencias, denominados dominio personal, esdecir, el nivel más profundo o abstracto de cognición, puesto que contendría las ideasmás centrales sobre uno mismo, los otros y el mundo, y se caracterizan por suelevada rigidez y absolutismo. En un nivel intermedio se encontrarían las actitudes,expectativas, normas y valores, que son cogniciones algo más obvias que lasanteriores porque pueden inferirse de nuestras acciones y que suelen enunciarse enforma de reglas que guían nuestro comportamiento cotidiano, así como nuestrasexpectativas sobre nosotros mismos, los otros y el mundo (“si…” “entonces…”;“debería…”). En el nivel más accesible, estarían los pensamientos automáticos, quese refieren al diálogo interno constante que caracteriza a la mente humana yconstituyen las cogniciones más accesibles a la conciencia, porque irrumpen ennuestra mente durante todo el día en forma de palabras, de imágenes o de recuerdos.

Desactivación fisiológica: disminución de la activación fisiológica mantenida porencima de un cierto nivel asociado a problemas físicos y psicológicos, a través detécnicas de relajación como la respiración diafragmática.

Deseabilidad social: sesgo en la información que damos debido a una tendencia novoluntaria a dar una buena imagen.

Distorsiones cognitivas (o errores cognitivos): percepciones y pensamientosdistorsionados o no ajustados a la realidad que posee la persona acerca de sí mismo,del mundo y del futuro.

Emoción: estado de carácter psicobiológico que surge a raíz de la interpretación que lapersona realiza de una determinada situación interna o externa, y que provoca unaserie de cambios fisiológicos y psicológicos experimentados de manera subjetiva conuna valencia positiva o negativa, etiquetándolo con una palabra (miedo, tristeza, ira,alegría, sorpresa, etc.).

Empatía: es una habilidad que permite escuchar y comprender desde la situación de lapersona, y que promueve que ésta continúe expresando sus sentimientos ypensamientos, así como fomenta un clima favorable para desarrollar una buena

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alianza terapéutica.Escucha activa: es una habilidad fundamental y activa de comunicación que muestra

reconocimiento y comprensión de lo que dice y siente el paciente. Permite escucharla información relevante y, así, orientar y guiar de manera más adecuada el procesoterapéutico. Además, estimula los procesos de influencia que aumentan laprobabilidad de cambio porque ayuda a clarificar ideas y emociones, promueve laconfianza y el respeto mutuo, reduce sesgos perceptivos o interpretaciones erróneas ypromueve un clima propicio para el diálogo y la negociación del cambio.

Estilo pasivo-agresivo: es un estilo de comunicación caracterizado por el hecho de nodecir a los demás aquellas cosas que nos hacen daño o molestan pero que vanacumulándose, de manera que en un momento determinados estallamos y mostramostodo ese malestar, habitualmente con una expresión inadecuada, sin respetar losderechos de los demás, y muchas veces en el momento o con la persona que menoslo merece.

Estrés: proceso por el que la persona percibe que una situación o demanda (interna oexterna) se interpreta o valora como amenazante (procesos de valoración primaria) yno tenemos recursos para afrontarla o manejarla (procesos de valoración secundaria).

Factores de vulnerabilidad: se refiere al conjunto de dimensiones de tipo biológico,psicológico o social que incrementan el riesgo de que una persona desarrolle undeterminado problema tanto vinculado a la salud física como psicológica. En el poloopuesto, estarían los factores de protección, aquellos que reducen la probabilidad dedesarrollar tales problemas.

Homeostasis: se refiere a un estado psicobiológico del organismo caracterizado por elequilibrio en la actividad de todos los sistemas y por la generación de sensaciones debienestar. Cuando se produce un desequilibrio, sea motivado por causas externas ointernas, el organismo moviliza los recursos necesarios (biológicos o psicológicos)para recuperar cuanto antes dicho equilibrio.

Hostilidad: actitud o patrón cognitivo relativamente estable y duradero de creencias yactitudes destructivas y negativas de cinismo (creencia de que los otros tienenintereses egoístas), suspicacia (expectativa de que los otros van a provocar dañointencional), recelo, rencor y devaluación de los otros.

Ira: es una emoción de contenido negativo, universal, básica y adaptativa que se activacuando algo o alguien impide el logro de nuestros objetivos y, especialmente, cuandose percibe que ese algo o alguien lo ha hecho intencionadamente. Esta emociónpuede variar en intensidad desde la irritación leve, el enfado moderado, hasta la rabiao furia y, como tal, es un proceso complejo que implica dimensiones afectivas-subjetivas, fisiológicas, cognitivas y conductuales, que puede ocurrir en momentospuntuales (estado) o puede constituir una tendencia o disposición general aexperimentarla con mayor frecuencia e intensidad en diferentes situaciones (rasgo).Esta emoción puede expresarse externamente, ya sea verbal o físicamente, de manera

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directa o indirecta, (ira externa) o de manera interna, cuando se inhibe (ira interna).Modelo biopsicosocial: modelo de salud y enfermedad que postula que es la confluencia

de diferentes factores de tipo biológico (edad, sexo, antecedentes familiares, etc.),psicológico (pensamientos, emociones y conductas) y social (apoyo, etc.) la queexplica la aparición de un determinado problema de salud y su mantenimiento.

Motivación: término utilizado para referirse a aquello que nos mueve a actuar, es decir,el motor del comportamiento y trata de definir el porqué del inicio de un determinadocomportamiento, de su mantenimiento o persistencia, de su dirección, en el sentidodel objetivo que se persigue, de la intensidad del mismo y de su finalización oterminación.

Neuroticismo: rasgo de personalidad relativamente estable que se asocia a inestabilidade inseguridad emocional, tasas elevadas de ansiedad, estado continuo depreocupación y tensión, tendencia a la culpabilidad y preocupacionespsicosomáticas.

Noradrenalina: es conocida como la hormona del estrés, porque su liberación altorrente sanguíneo explica la activación del sistema nervioso simpático, estando, portanto, implicada en la respuesta de lucha y huída.

Patrón de conducta tipo A: se refiere a un constructo de carácter disposicional o depersonalidad que se caracteriza por tener componentes conductuales —urgencia detiempo, velocidad, hiperactividad, alta implicación en el trabajo, voz alta, hablarápida, gesticulación, etc.—, componentes motivacionales —de logro, orientación aléxito, competitividad, ambición— y componentes cognitivos y emocionales —hostilidad, impaciencia, ira y agresividad, necesidad de control—.

Perfeccionismo: creencia referida a que las cosas deben realizarse bien, perfecta ocorrectamente, en relación con un conjunto rígido de normas o reglas, puesto que aestas reglas que son implícitas, subyace la sospecha o desconfianza de que los otrospuedan hacerlo correctamente, con lo que presentan una actitud de control hacia lasdiferentes tareas, actividades, o funciones, siéndoles muy difícil delegar (porejemplo: “cuando quieres que la propia tarea sea correcta, es mejor hacerlo unomismo. Cualquier otro podría estropearlo”).

Personalidad: se refiere a la forma de ser que tiene una persona, es decir, al conjunto deactitudes, características, valores, pensamientos y repertorios de comportamiento quetiene y que se caracterizan por ser relativamente estables a lo largo del tiempo yconsistentes entre diferentes situaciones. Por tanto, nos permite describir, clasificar,predecir y explicar el comportamiento concreto de una persona en un momentodeterminado. Esta estructura es de carácter interno y biológico (temperamento), perose va desarrollando, moldeando y consolidando a través de las experiencias quevamos teniendo a lo largo de nuestra vida.

Proceso de socialización: proceso que se desarrolla a lo largo de todo el ciclo vital de la

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persona y que tiene lugar gracias a los denominados agentes de socialización (lafamilia, el colegio, los amigos, el trabajo, etc.) a través del cual la persona interiorizalos valores, las normas y la cultura, así como aprende a comportarse y relacionarsecon su medio ambiente.

Procesos de rumiación y perseveración cognitiva de la ira: proceso cognitivo decarácter perseverativo, repetitivo e intrusivo que supondría la tendencia a focalizar laatención en el suceso activador de la ira, en los propios síntomas y sentimientos, asícomo en el porqué o significado que dicho suceso tiene para la persona, pero tambiénse relacionaría con procesos de memoria al activar el recuerdo de otros episodiospasados relacionados con la ira, constituyendo una estrategia de afrontamiento adicha situación y una herramienta de autorregulación emocional.

Procesos de valoración (appraisal): se refieren a los procesos a través de los que lapersona valora o interpreta la situación (valoración primaria), por ejemplo comoamenazante o como un reto, así como de los recursos que tenemos para enfrentarnosa ella (valoración secundaria).

Reactividad: es un fenómeno que se da de manera automática en el momento en el quesabemos que nos están evaluando u observando, de manera que modificamos laconducta en la dirección que creemos que los demás esperan o desean. Sueleeliminarse por habituación a dicha situación de evaluación.

Regulación emocional: siguiendo a Gross, el padre del modelo de la regulaciónemocional, se definiría como todos aquellos procesos por los cuales las personasejercemos una influencia sobre las emociones que tenemos, sobre cuándo lastenemos y sobre cómo las experimentamos y expresamos.

Relación o alianza terapéutica: es la relación que se establece entre un psicólogo y unpaciente caracterizada por el respeto mutuo, la aceptación incondicional y la empatía,en el marco de un proceso terapéutico para lograr un cambio determinado.

Respuesta de lucha-huida: es un estado de tipo psicobiológico preprogramadobiológicamente y asociado al proceso evolutivo y de supervivencia de la especie, quemoviliza los recursos físicos y psicológicos necesarios para responder ante undeterminado problema o estresor y solucionarlo, ya sea través del ataque para repararel daño (lucha) —como ocurre en la emoción de ira— o a través del escape o laevitación del peligro (huida) —como ocurre en la ansiedad o en el miedo—.

Salud: hoy en día, y desde el año 1948 a propuesta de la Organización Mundial de laSalud, se entiende que la salud es el “estado completo de bienestar físico, psicológicoy social, y no la mera ausencia de enfermedad”.

Simulación: es cuando la persona da información que deliberadamente falsea,habitualmente motivada por conseguir algún tipo de ganancia secundaria obeneficios.

Terapias cognitivo-conductuales: tipo de tratamiento dentro de la psicología enfocado

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en la vinculación del pensamiento y la conducta, y que recoge las aportaciones dedistintas corrientes dentro de la psicología científica; siendo más que una merafusión, como aplicación clínica, de la psicología cognitiva y la psicologíaconductista. Suelen combinar técnicas de reestructuración cognitiva, deentrenamiento en relajación y otras estrategias de afrontamiento y de exposición.

Tolerancia a la frustración o a la incertidumbre: actitud general negativa hacia losproblemas, la creencia de que no se tiene por qué soportar sucesos negativos,inconvenientes, rechazos, sufrimientos o, en general, cualquier problema normal dela vida cotidiana; y, cuando esto ocurre, es culpa de terceras personas, las que, portanto deben ser castigadas (por ejemplo: “las cosas deben ser exactamente como yoquiero, es horrible si no es así”).

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DIRECCIONES DE INTERÉS

Organismos internacionales– Organización Mundial de la Salud (who.int/es)– National Institute of Mental Health–EEUU:

Este instituto vinculado al gobierno de los Estados Unidos ofrece interesantesmateriales de gran calidad e información fundamentada empíricamente para lapoblación general sobre los diferentes problemas psicológicos y cómo abordarlos.Además, la gran mayoría de estos documentos e informaciones están traducidas alespañol. Para más información, consultar su página web: nimh.nih.gov

Organismos nacionales– Ministerio de Sanidad y Política Social (msssi.gob.es)– Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid

Ha desarrollado una serie de folletos informativos de calidad sobre emociones ysalud. Para más información, consultar: copmadrid.org

– Fundación FAROS del Hospital San Joan de Deu de Barcelona:Esta fundación dispone de distintos programas y materiales psicoeducativos sobrediferentes problemáticas relacionadas con la salud física y psicológica del niño ydel adolescente y sus familias, su calidad de vida y bienestar. Ha desarrolladoestupendos materiales sobre la gestión de las emociones, entre ellas la ira. Para másinformación, consultar su página web: faros.hsjdbcn.org

Centros de atención– Madrid: Instituto de Psicología de Emoción y Salud–IPES:

Este es un centro especializado, entre otras cosas, en la evaluación y la intervenciónpsicológica en problemas relacionados con la emoción de ira a través de dos líneasdistintas: una más vinculada al área clínica y los problemas relacionados con la iradisfuncional y otra vinculada a su área de salud y la ira como un factor de riesgopara alteraciones de la salud física (hipertensión arterial esencial, enfermedadescardiovasculares, dolor crónico, etc.). Para más información o cita consultar lapágina web: institutodepsicologia.es

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Sobre la colección Psicología, bienestar y salud

La colección Psicología, bienestar y salud surge con el propósito de abordar un conjuntode temas de interés desde una perspectiva divulgativa, en la que se conjuguen laactualización y rigor científico con una presentación de contenidos clara, atractiva y defácil lectura. Los títulos que integran la colección van dirigidos tanto al gran público,potencialmente interesado en los diversos temas tratados, como a estudiantes yprofesionales de los distintos campos en que estos tópicos tienen especial relevancia.

Juan José Miguel TobalCatedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid

Director de la colección Psicología, bienestar y salud

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Otros ebooks de Grupo 5

Colección Psicología, bienestar y salud

Obesidad y trastorno por atracón, María Isabel Casado MoralesHipnosis en el siglo XXI, Héctor González OrdiPsicología y música, María Teresa Orozco AlonsoEl dolor, Marta María Redondo Delgado y Leticia León MateosDisfrutar de las emociones positivas, Enrique García Fernández AbascalInteligencia emocional y educación, Natalio Extremera Pacheco y Pablofernández Berrocal

Colección Salud mental colectiva

Hacia una psiquiatría crítica, Alberto Ortiz LoboSalud mental y atención primaria, Ander Retolaza BalsateguiViolencia colectiva y salud mental, Iñaki Markez AlonsoTerapia grupal, Marta Sanz AmadorLas prisiones de la locura, la locura de las prisiones, Omar Alejandro BravoLos desafíos de los trastornos de la personalidad, Cristina Rodriguez CahillSalud mental y atención psicosocial, Paulo Amarante

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Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del«Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total

de esta obra por cualquier medio o procedimiento.

La iraColección Psicología, bienestar y salud, 5

Colección dirigida por Juan José Miguel TobalCatedrático de Psicología

Director del Experto en Intervención en la Ansiedad y el EstrésDirector del Magister en Inteligencia Emocional

e Intervención en Emociones y SaludUniversidad Complutense de Madrid

© del texto: los autores© de esta edición

Editorial Grupo 5, Madrid, 2016Ciclo Grupo 5 S.L.U.

Calle de la Olimpiada, 228040 Madrid

[email protected]

e-ISBN: 978-8-49448-210-6

Este libro fue realizado por Primento, el socio digital de los editores

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Índice

PortadaTítuloPresentaciónIntroducción1. ¿Qué es la emoción de ira?La ira desde distintas perspectivas básicas en el estudio de la emociónLa perspectiva evolucionistaLa perspectiva psicofisiológicaLa perspectiva neurológicaLa perspectiva cognitivaLa ira como una tendencia estable en nuestra personalidadEl proceso que sigue la emoción de iraEl pistoletazo de salida: los desencadenantes del episodio de iraFase 1: el estado previo de iraFase 2: la mecha de la ira: los procesos de valoraciónFase 3: la experiencia de iraFase 4: la expresión de la iraFase 5: las consecuencias de la ira2. Los costes de la ira: ¿para qué sirve la emoción de ira?La ira como emoción social, moral y culturalLa ira como problema: los costes de la emoción de iraLos costes psicosociales de la iraLos costes de la ira para la salud físicaUn resumen de los costes de la ira3. La intervención en los problemas relacionados con la emoción de iraEncuadre general de la evaluación de la emoción de iraErrores potenciales en la evaluación de la ira: la deseabilidad social, la simulación y lareactividadLa evaluación como camino para conseguir el cambio clínico: la empatía en la entrevistay la motivación hacia el cambioLa evaluación de la ira disfuncionalLa entrevista en problemas relacionados con la iraTest, cuestionarios y autoinformes de iraAutoobservación y observación de los episodios de iraOtras estrategias de evaluación de la iraLa regulación de la emoción de iraRegular la emoción de ira: protocolos y terapias psicológicas para la ira desadaptativaPropuesta de un protocolo integral de regulación de la ira disfuncional

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Paso 1: cuidar la propia autoestima cuidando las elecciones que el propio individuo tomaPaso 2: mantener una orientación hacia la tareaPaso 3: identificar escenarios y secuencias habituales de la iraPaso 4: identificar las primeras sensaciones (fisiológicas y/o cognitivas) de iraPaso 5: reducción de la activación fisiológicaPaso 6: revaloración de la relevancia de la situación y de los recursos de afrontamientoPaso 7: expresión de deseos personales correctamente, pidiendo, sustituyendo el tú porlos mensajes yoPaso 8: reforzarse por el autocontrol percibidoPaso 9: recordar o comentar con otros, más tarde, la gestión que se hizo de la situaciónconflictiva y lo agradable del autocontrol conseguidoAnexosAnexo I: Test, cuestionarios, escalas y medidas de autoinformepara las diferentes facetasde la experiencia de iraAnexo II: Algunos protoc1olos relevantes en el control de la ira disfuncionalAnexo III: Aproximación a la respiración abdominalLa relajaciónLa respiraciónLa respiración abdominalApéndicesBibliografÍaBibliografÍa recomendada y comentadaGlosarioDirecciones de interésOrganismos internacionalesOrganismos nacionalesCentros de atenciónSobre la colección Psicología, bienestar y saludOtros ebooks de Grupo 5Copyright

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Índice

Título 2Presentación 4Introducción 61. ¿Qué es la emoción de ira? 8

La ira desde distintas perspectivas básicas en el estudio de la emoción 8La perspectiva evolucionista 9La perspectiva psicofisiológica 11La perspectiva neurológica 13La perspectiva cognitiva 15

La ira como una tendencia estable en nuestra personalidad 20El proceso que sigue la emoción de ira 22

El pistoletazo de salida: los desencadenantes del episodio de ira 24Fase 1: el estado previo de ira 25Fase 2: la mecha de la ira: los procesos de valoración 26Fase 3: la experiencia de ira 27Fase 4: la expresión de la ira 29Fase 5: las consecuencias de la ira 29

2. Los costes de la ira: ¿para qué sirve la emoción de ira? 31La ira como emoción social, moral y cultural 31La ira como problema: los costes de la emoción de ira 33

Los costes psicosociales de la ira 34Los costes de la ira para la salud física 39Un resumen de los costes de la ira 41

3. La intervención en los problemas relacionados con la emoción deira 43

Encuadre general de la evaluación de la emoción de ira 43Errores potenciales en la evaluación de la ira: la deseabilidad social, lasimulación y la reactividad 45

La evaluación como camino para conseguir el cambio clínico: la empatíaen la entrevista y la motivación hacia el cambio 47

La evaluación de la ira disfuncional 51La entrevista en problemas relacionados con la ira 51Test, cuestionarios y autoinformes de ira 52

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Autoobservación y observación de los episodios de ira 55Otras estrategias de evaluación de la ira 56

La regulación de la emoción de ira 57Regular la emoción de ira: protocolos y terapias psicológicas para la iradesadaptativa 57

Propuesta de un protocolo integral de regulación de la ira disfuncional 62Paso 1: cuidar la propia autoestima cuidando las elecciones que el propioindividuo toma 64

Paso 2: mantener una orientación hacia la tarea 65Paso 3: identificar escenarios y secuencias habituales de la ira 65Paso 4: identificar las primeras sensaciones (fisiológicas y/o cognitivas) deira 66

Paso 5: reducción de la activación fisiológica 67Paso 6: revaloración de la relevancia de la situación y de los recursos deafrontamiento 68

Paso 7: expresión de deseos personales correctamente, pidiendo,sustituyendo el tú por los mensajes yo 69

Paso 8: reforzarse por el autocontrol percibido 70Paso 9: recordar o comentar con otros, más tarde, la gestión que se hizo dela situación conflictiva y lo agradable del autocontrol conseguido 71

Anexos 76Anexo I: Test, cuestionarios, escalas y medidas de autoinformepara lasdiferentes facetas de la experiencia de ira 77

Anexo II: Algunos protoc1olos relevantes en el control de la ira disfuncional 81Anexo III: Aproximación a la respiración abdominal 87

La relajación 87La respiración 87La respiración abdominal 88

Apéndices 91BibliografÍa 92BibliografÍa recomendada y comentada 97Glosario 99Direcciones de interés 105

Organismos internacionales 105Organismos nacionales 105Centros de atención 105

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Page 113: A las sonrisas que tumban mi ira: la de Alba, que solo sabe brillar, · 2021. 7. 22. · la conceptualización de la respuesta de ira, a su evaluación, a su regulación y a su manejo,

Sobre la colección Psicología, bienestar y salud 106Otros ebooks de Grupo 5 107Copyright 108

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