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A FONDO ANTONIO PELAYO. ROMA En su tercer consistorio, anunciado el 9 de octubre y que se celebrará el 19 noviembre, Francisco crea 17 nuevos cardenales. La mayoría son no europeos (entre las excepciones está Carlos Osoro, arzobispo de Madrid), no pertenecen a sedes tradicionales de púrpura y son ante todo pastores. Hay incluso un sacerdote de Albania de 86 años que ha pasado buena parte de su vida en la cárcel. Así son los cardenales de Bergoglio. solo trece sitios. Y hay que pen- sar en mantener un equilibrio. A mí me gusta que sea vea en el colegio la universalidad de la Iglesia: no solo el centro, por decir, ‘europeo’, sino de todas las partes. Los cinco continen- tes si se puede”. Anuncio sorpresa Cuando el periodista insistió en preguntar sobre si había ya una fecha predeterminada, el Santo Padre fue deliberadamente más cauto: “No, porque tengo que estudiar la lista y establecer la fecha. Puede ser hacia finales de año, puede ser a inicios del año próximo. Para finales de año está el problema del Año Santo, pero se puede resolver… O a inicios del año próximo, pero será próximamente”. Solo una semana más tarde, el domingo 9, al finalizar la ora- ción del ángelus, Bergoglio, con un gesto calculado, extrajo de su bolsillo dos folios plegados en cuatro. No era una lista que le habían preparado, sino que él mismo la había redactado y guardado celosamente para evitar filtraciones. “Tengo el placer de anunciar –dijo– que el sábado 19 de noviembre, en la vigilia del cierre de la Puerta Santa de la Misericordia, ce- lebraré un consistorio para la creación de trece nuevos carde- nales de los cinco continentes. Su proveniencia de once nacio- nes expresa la universalidad de la Iglesia, que anuncia y da testimonio de la Buena Noticia de la misericordia de Dios en todos los rincones de la tierra”. D urante la conferencia de prensa en el avión de vuelta a Roma con los periodistas que le habían acompañado en su viaje a Georgia y Azerbaiyán, el 2 de octubre, el papa Francisco respondió así a la pregunta que le hizo Gianni Cardinale, del periódico Avvenire, sobre la posibilidad de un próximo consistorio: “Acerca de los car- denales, los criterios serán los mismos que los de los otros consistorios. [Elegirlos] un poco de todas partes, porque la Iglesia está en todo el mun- do. Todavía estoy estudiando los nombres, pero tal vez serán tres de un continente, dos de otro y uno de otra parte, uno de otra, uno de un país…, pero no se sabe. La lista es larga y hay Cardenales para el ENCUENT RO

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A FONDO

Antonio PelAyo. RomA

En su tercer consistorio, anunciado el 9 de octubre y que se celebrará el 19 noviembre, Francisco crea 17 nuevos cardenales. La mayoría son no europeos (entre las excepciones está Carlos Osoro, arzobispo de Madrid), no pertenecen a sedes tradicionales de púrpura y son ante todo pastores. Hay incluso un sacerdote de Albania de 86 años que ha pasado buena parte de su vida en la cárcel. Así son los cardenales de Bergoglio.

solo trece sitios. Y hay que pen-sar en mantener un equilibrio. A mí me gusta que sea vea en el colegio la universalidad de la Iglesia: no solo el centro, por decir, ‘europeo’, sino de todas las partes. Los cinco continen-tes si se puede”.

Anuncio sorpresaCuando el periodista insistió en preguntar sobre si había ya una fecha predeterminada, el Santo Padre fue deliberadamente más cauto: “No, porque tengo que estudiar la lista y establecer la fecha. Puede ser hacia finales de año, puede ser a inicios del año próximo. Para finales de año está el problema del Año Santo, pero se puede resolver… O a inicios del año próximo, pero será próximamente”.

Solo una semana más tarde, el domingo 9, al finalizar la ora-ción del ángelus, Bergoglio, con un gesto calculado, extrajo de su bolsillo dos folios plegados en cuatro. No era una lista que le habían preparado, sino que él mismo la había redactado y guardado celosamente para evitar filtraciones. “Tengo el placer de anunciar –dijo– que el sábado 19 de noviembre, en la vigilia del cierre de la Puerta Santa de la Misericordia, ce-lebraré un consistorio para la creación de trece nuevos carde-nales de los cinco continentes. Su proveniencia de once nacio-nes expresa la universalidad de la Iglesia, que anuncia y da testimonio de la Buena Noticia de la misericordia de Dios en todos los rincones de la tierra”.

D urante la conferencia de prensa en el avión de vuelta a Roma con

los periodistas que le habían acompañado en su viaje a Georgia y Azerbaiyán, el 2 de octubre, el papa Francisco respondió así a la pregunta que le hizo Gianni Cardinale, del periódico Avvenire, sobre la posibilidad de un próximo consistorio: “Acerca de los car-denales, los criterios serán los mismos que los de los otros consistorios. [Elegirlos] un poco de todas partes, porque la Iglesia está en todo el mun-do. Todavía estoy estudiando los nombres, pero tal vez serán tres de un continente, dos de otro y uno de otra parte, uno de otra, uno de un país…, pero no se sabe. La lista es larga y hay

Cardenales para el

encuentRo

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Consciente de la sorpresa que dicho anuncio iba a pro-vocar y de la curiosidad de todos los que le escuchaban, aún quiso prolongar un poco más el “suspense”, añadiendo lo siguiente: “La inserción de los nuevos cardenales en la Diócesis de Roma manifiesta además el vínculo indisoluble entre la Sede de Pedro y las Iglesias particulares esparci-das por el mundo. El domingo 20 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey y conclusión del Año Santo Extraordinario de la Misericordia, concelebraré la Santa Misa con los nuevos cardenales, con el Colegio de cardenales, con los arzobispos, obispos y presbíteros”.

Después, pausadamente, dio lectura a los nombres de los trece nuevos purpurados que tendrán derecho a participar en un próximo cónclave. Pero no había acabado aún su in-tervención, pues añadió cuatro nombres más: “A los miem-bros del Colegio cardenalicio uniré también a dos obispos y

Cardenales para el

encuentRo

El listado completo del Colegio cardenalicio en VidaNueva.es/Especiales

eRnest simoniSacerdote de la Archidiócesis de Shkodrë-Pult.86 años. Albania.

Anthony soteR FeRnAndezArzobispo emérito de Kuala Lumpur.84 años. Malasia.

RenAto coRtiObispo emérito de Novara.80 años. Italia.

sebAstiAn Koto KhoARAi, o.m.iObispo emérito de Mohale’s Hoek.80 años. Lesotho.

NO ELECTORES

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A FONDO TERCER CONSISTORIO DE FRANCISCO

un obispo emérito que se han distinguido por su servicio pas-toral, y a un presbítero que ha dado un claro testimonio cris-tiano. Ellos representan cómo toda la Iglesia edifica el Pueblo de Dios, anunciando su amor misericordioso de Dios en el cuidado cotidiano del rebaño del Señor y en la confesión de la fe”. Siguieron así los nom-bres de los cuatro cardenales no electores, porque todos han superado ya los 80 años.

Antes de comentar las bio-grafías de los nuevos cardena-les, me parece útil recordar que este será el tercer consistorio convocado por Bergoglio desde su elección. El primero lo anun-ció el 12 de enero de 2014 y tuvo lugar el 22 de febrero; la lista la integraban 16 cardenales electores y tres que no lo eran. Los nombres más importantes fueron los del secretario de Es-tado, Pietro Parolin, y el del prefecto de Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller, a los que se sumaban dos curiales: el secretario del Sínodo de los Obispos, Lorenzo Baldisseri, y el prefecto de la Congregación para el Clero, Beniamino Stella, y, por supuesto, su sucesor en Buenos Aires, Mario Aurelio Poli. Pero ya se añadían arzo-bispos de las periferias, como los de Ougadougou o el obispo haitiano de Les Cayes. Entre los octogenarios, destacaban el que fue secretario de Juan XXIII, Loris Capovilla, y el emé-rito de Pamplona, Fernando Sebastián.

consistorio anteriorEl segundo consistorio se cele-bró el 14 de febrero de 2015 y supuso el acceso a la púrpura de 20 nuevos cardenales, 15 de ellos electores (entre ellos, el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez). Los comentaristas destacaron que había un solo

curial (Mamberti, quien fuera secretario para las Relaciones con los Estados) y que eran, por el contrario, muy numerosos los que provenían de países tan lejanos como el reino de Ton-ga, Etiopía, Vietnam, Tailandia, Myanmar o Nueva Zelanda.

El consistorio apenas anun-ciado ha sido el más esperado, puesto que los dos primeros se celebraron a un solo año de distancia, mientras que entre el segundo y el tercero han pasado un año y ocho meses. Este “retraso” se ha debido, sin duda, a que el número de vacantes en el colegio de 120 electores, querido por Pablo VI (y que Francisco no parece dispuesto a cambiar, al menos por ahora) era reducido. Una visión de conjunto de la lista anunciada permite concluir que Francisco quiere incorporar al Colegio cardenalicio países que hasta ahora han estado ausentes de él, como Bangla-desh, Lesotho, Albania, Malasia o República Centroafricana. Es llamativo el reducidísimo nú-mero de italianos; solo dos, de los que uno es emérito y el otro nuncio. También el número de europeos es inferior al de otros continentes; solo dos, el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y el de Malinas-Bruselas, mientras que cinco provienen del Nuevo Continente.

Con los incorporados a partir del 19 de noviembre, el Colegio cardenalicio queda integrado por 228 miembros, de los que 121 tienen pleno derecho a ser conclavistas y 107 lo han perdi-do al haber superado la barrera de los 80 años. Europa sigue predominando ostentosamente con 112 purpurados (54 de ellos electores), mientras las Amé-ricas (septentrional, central y meridional) suman 65, África y Asia tienen ambas 22 y Ocea-nía solo seis. Por ahora, en un eventual cónclave participarían 21 cardenales creados por Juan

cARlos osoRo sieRRAArzobispo de Madrid.71 años. España.

mARio zenARiNuncio apostólico en Siria.70 años. Italia.

JozeF de KeselArzobispo de Malinas-Bruselas. 69 años. Bélgica.

cARlos AguiAR RetesArzobispo de Tlalnepantla.66 años. México.

bAltAzAR enRique PoRRAs cARdozoArzobispo de Mérida.72 años. Venezuela.

séRgio dA RochAArzobispo de Brasilia.56 años. Brasil.

blAse JosePh cuPichArzobispo de Chicago.67 años. Estados Unidos.

Kevin JosePh FARRellPrefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.69 años. Estados Unidos.

JosePh W. tobin, c.ss.R.Arzobispo de Indianapolis.64 años. Estados Unidos.

dieudonné nzAPAlAingA, c.s.sP.Arzobispo de Bangui.49 años. Rep. Centroafricana.

PAtRicK d’RozARio, c.s.c.Arzobispo de Dhaka.73 años. Bangladesh.

mAuRice PiAtArzobispo de Port Louis.75 años. Isla Mauricio.

John RibAt, m.s.c.Arzobispo de Puerto Moresby.59 años. Papúa Nueva Guinea.

ELECTORES

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Pablo II, 56 por Benedicto XVI y 44 por Francisco

Dos nombres merecen una atención especial. El más lla-mativo de todos es, sin duda, el del sacerdote albanés Ernest Simoni, que, como él mismo ha declarado, se enteró de su nombramiento escuchando la radio con un sobrino suyo que vive en Florencia. Creyó que se trataba de un error o de una broma, pero una llamada a Roma le confirmó la noti-cia. Tiene 86 años, de los que nada menos que 28 los pasó en las cárceles del dictador Enver Hoxha. Fue condena-do a muerte dos veces, penas que se le conmutaron con la de trabajos forzados. Fue ex-carcelado en 1990, pero, como “enemigo del pueblo”, tuvo que seguir trabajando en las cloa-cas de la ciudad de Scutari. En septiembre de 2014, durante su visita a Albania, Francisco escuchó emocionado el relato de su vida y besó sus manos antes de fundirse con él en un emocionado abrazo. Durante la última cumbre interreligiosa de Asís, el Papa le sentó a su lado en la comida que compartió con refugiados, pero, eviden-temente, no le soltó prenda de su decisión de nombrarle cardenal.

Púrpura para siriaOtra novedad de este consisto-rio es la elevación al cardenala-to de un nuncio apostólico que, a pesar de ello y rompiendo una tradición secular, seguirá re-presentando al Papa en el país. Me refiero a Mario Zenari, al que Benedicto XVI nombró nuncio apostólico en Damasco en 2008. Antes había desempe-ñado la misma función en Sri Lanka, Costa de Marfil, Níger y Burkina Faso. “Es una púrpura para el pueblo sirio, para las víctimas, para los niños, una señal que debe servir para se-guir luchando por la paz en este

atormentado país”, ha sido su primer comentario a la noticia.

Francisco ya ha confirmado que en 2017 viajará a Bangla-desh, una nación que cuenta con 170 millones de habitantes, de los que la inmensa mayoría son de religión musulmana. Los católicos son, en núme-ros redondos, 350.000, y, si oficialmente tienen libertad para vivir su fe, en la práctica están sometidos a una crecien-te presión yihadista. Patrick D’Rozario tiene 73 años y es el primer bengalí elevado al cardenalato.

Religioso de la Congregación del Espíritu Santo (espirita-no), Dieudonné Nzapalainga acompañó a Francisco cuando este atravesó la primera Puerta Santa del Jubileo de la Miseri-cordia en la catedral de Banghi, capital de la República Centroa-fricana. Con solo 49 años, será el miembro más joven del sacro Colegio, pero ya se ha jugado la vida en más de una ocasión atravesando la línea de fuego y la de los odios tribales que separa a sus compatriotas.

Los comentaristas italianos subrayan, naturalmente, que diócesis tan tradicionalmen-te cardenalicias como Vene-cia, Turín, Bolonia o Palermo tienen a su frente “solo” a un arzobispo. El ahora nombrado por Francisco, Renato Corti, es emérito de Novara; ha sido el autor de los textos del último Vía Crucis de Viernes Santo en el Coliseo y se le ha considera-do siempre como un prelado de alto nivel intelectual, muy ligado al difunto cardenal Carlo Maria Martini.

De Carlos Osoro nos ocupa-mos en otras páginas de esta revista. Quiero subrayar que en los tres consistorios berglo-gianos ha habido siempre un cardenal español y que los tres –Sebastián, Blázquez y Osoro– marcan una línea que, más evidente, no puede resultar.

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OsOrOCarlos

JOSÉ BELTRÁn FOTOS: JESúS g. FERia

Se le cae el café encima. Le traiciona el pulso. No es lo habitual. Quizá uno

de los pocos instantes en estos dos años en los que ha perdido el control. La voz de gabino Díaz Merchán al otro lado del teléfono desestabiliza a Car-los Osoro. Pasan las doce de la mañana del domingo 9 de octubre en el aeropuerto de Santander. Su predecesor en Oviedo le acaba de comunicar que el Papa le creará cardenal. Poco antes había recibido una llamada de alguien descono-cido felicitándole. No le quiso creer. Pero a don Gabino nunca le ha cuestionado. Menos hoy.

En solo un día, el móvil del arzobispo de Madrid acumulará más de 600 mensajes y llama-das perdidas. Contesta en el coche, a ratos: “Te agradezco tu afecto y tu cercanía. Reza por mí para que sepa responder generosamente…”. Porque la agenda del fin de semana del nuevo cardenal ya venía carga-da. Viernes de vigilia nocturna con los jóvenes en La Almu-dena. Lleno de nuevo. Vuelo exprés para ver a su familia el sábado. De vuelta, misa en Pozuelo de Alarcón y cena con los hermanos de la Salle. Ade-más, ahora había que encajar la birreta.

Sin tiempo para citas con sombrereros ni sastre, Vida Nueva decide tomarle las me-didas para el nuevo capelo du-rante sus primeras 24 horas en púrpura, en una conversación que se cuela entre reuniones, un par de ruedas de prensa, entrevistas televisivas y actos oficiales. ¿a qué le suena ser Príncipe de la iglesia?

Príncipe me suena a poco. Servidor me suena mejor. Ser-vicio a la Iglesia y al Santo Pa-dre. Capacidad absoluta de en-trega y dar la vida, pronunciar a Jesucristo… Eso sí me suena. Si eso es ser príncipe, un cardenal

‘Vida nueva’ acompaña al arzobispo de

Madrid en sus primeras 24 horas como

purpurado electo

“De príncipe tengo poco, servidor suena mejor”

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buscado las cosquillas en Bai-lén, sede de la curia diocesana, cuestionando su apuesta por los equipos, por la democracia interna. En términos eclesia-les, sinodalidad. Allí reabrió el despacho arzobispal que había caído en desuso. Pero extrañó aún más cuando un día tras otro convocaba a los trabajado-res para compartir el rezo del ángelus. Para verles las caras. Novedad para ellos, pero no para el prelado, que arrastraba este encuentro de sus anterio-res destinos. Como la consul-ta a los sacerdotes madrileños para que le aconsejaran por vía postal a quiénes veían para coordinar las diferentes áreas de acción pastoral de la dióce-sis. Desde ahí, practica el don del consejo. No el de darlo, que a eso se apunta todo aquel que tiene poco que ofrecer. El de recibirlo y cuestionarse.

Un despacho abierto¿La respuesta? Masiva. ¿La reflexión? Madrid necesitaba terapia. De grupo. Por eso, en Bailén las jornadas han sido y son interminables. Horas de despacho para recibir quejas, limpiar lágrimas y desatar nu-dos. Pero ese trabajo de sol a sol le gasta y se desgasta. “No he venido aquí de veraneo –ha comentado en más de una ocasión–. Para eso me habría quedado en el Sardinero. Ser cardenal supone más entrega, más servicio, más fidelidad y más encontrarme con la gente en las circunstancias que vive cada uno”. Ha intentado adap-tarse a la velocidad de cada cual, pero el tráfico en hora punta y las distancias le han jugado alguna mala pasada. Hay quien cree que precisa-mente no ha sabido pisar el acelerador en algunos cambios en la archidiócesis. En algún momento, el aparato se ha ca-lado en alguna cuesta arriba. Y ha tocado arrancar de nue-

vo. Hay quien le ha provocado para que diera un bocinazo. Pero sabe que los volantazos nunca funcionan. Siempre de-jan alguna que otra tortícolis de regalo.

Por eso estrenarse como car-denal le empapará de autoridad –que no autoritarismo– más allá de Villaverde, en toda la provincial eclesiástica. Le dará empaque a los argumentos del diálogo con los que entró desde la carretera de Valencia, los que le han llevado a elaborar un plan pastoral donde todos los que han querido han po-dido meter mano. Adiós a los proyectos de arriba abajo. Hola a la comunidad con la mesa puesta en torno a su pastor. Porque también se trabaja la pastoral del mantel. Aunque apenas pruebe bocado, como con los seminaristas el pasa-do lunes. Un poco de arroz y algo de pollo. Aprovecha cada encuentro para escuchar. Sea cual sea su interlocutor: un mi-sionero de vuelta de América, comunidades religiosas esqui-nadas, una alcaldesa teñida de morado o una presidenta regional que aprueba leyes de homosexualidad y transexua-lidad. Alguien le recuerda en la rueda de prensa del lunes que es un obispo que evita la confrontación y hace fácil la relación con fuerzas políticas que “de alguna manera pare-cen más alejadas de la Iglesia”. El neocardenal matiza: “Nadie hay más alejado que otros. Soy obispo para todos los hombres. Posicionarte como obispo exige que todo el que se sienta conti-go se vea escuchado y respeta-do. Jesús no puso condiciones para sentarse con nadie”.

antes de secundar las cartas que le invitaron a firmar los obispos de getafe y alcalá contra la ideología de géne-ro, ha optado por encargar un estudio…

podría ser un príncipe. Si por príncipe se entiende otra cosa, yo tengo poco de eso. Dos años en Madrid y llega el cardenalato. Le ha pasado como al Papa. Se ha encon-trado con una comunidad de sacerdotes, religiosos y fie-les que le respaldan. Pero, como él, también ha sufrido zancadillas y ha percibido resistencias. ¿Ha pensado en tirar la toalla o en ceder a las presiones?¿Está agotado?

No me siento cansado y sí que percibo que, en la medida en que uno responde con amor y con la entrega de la vida, la gente cambia. Hay quien se re-siste sin culpabilidad, creyendo que defienden a la Iglesia y tie-nen antenas para percibir que uno no responde con las armas que esperan cuando se ataca, esto es, con la crítica dura. A la larga, cambian. Esta mediación hay quien la ve como tibieza…

Y se mira como que uno traga con absolutamente todo. No es cierto. En el Papa lo estamos viendo. Él tiene muy claras las cosas y las dice, pero normal-mente se fija en lo positivo para encontrarse con las personas y los grupos, especialmente con los diferentes. Eso da resulta-do siempre, porque facilita el encuentro y hablar de aquello que de verdad produce más oscuridad.

En el aeropuerto de Santander alguien charla con él en esta misma línea. “Usted tiene ene-migos”. Su respuesta: “Puede ser, pero yo solo veo hermanos en ellos”. Contará la conversa-ción en la homilía de Pozuelo al caer la tarde del domingo, en una eucaristía por el Jubileo de la Misericordia que servirá como renovación de votos epis-copales: “He empeñado mi vida en ver en el otro a un hermano. Cueste lo que cueste”. Y eso que más de un nostálgico le ha

“¡Es el Papa!”Obispo de calle, acostumbra a caminar por el Madrid de los Austrias. De la Curia a casa. Y viceversa. Cuando los compromisos lo permiten, con parada en casa de un vecino para compartir unas tapas de jamón. Hoy no toca. Se cumplen sus primeras 24 horas como cardenal y hay que rendir cuentas ante los medios. Pero sí camina. Unos niños gritan al otro lado de la acera: “¡Profe! ¡Es el papa Francisco!”. Osoro les sonríe. La maestra se avergüenza. “No, niños, es el nuevo cardenal”. Quién sabe si no andan desencaminados. De momento, y a la espera del consistorio, Osoro ya es un cardenal al estilo Francisco.

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A FONDO

Lo mejor es atenernos a lo que el Papa dice en Amoris lae-titia. La doctrina sobre ideología de género está meridianamente clara en la exhortación, fruto de la reflexión de todos los obispos del mundo en el Sínodo. No hay que hacer más interpretaciones. Por otro lado, no es otra doctri-na que la que ha permanecido en la Iglesia a través de mucho tiempo. Francisco únicamente la ha actualizado y ha puesto el dedo en la llaga ante un tema serio, pero también muestra el camino. Como él, estoy conven-cido de que puede más la fuerza del Evangelio y la persona de Jesucristo que una ideología.Este estilo conciliador ha pro-piciado, por ejemplo, que por primera vez se cuente con un sacerdote en una comisión para la Memoria Histórica…

No ha sido cosa mía, sino de ambas partes, en tanto que la comisión la nombra el Ayun-tamiento. Lo que sí está claro es que el diálogo y el encuen-tro siempre facilitan construir algo juntos. Facilita mirar hacia adelante y no detenerse en lo oscuro de los demás, porque oscuridades tenemos todos. Es bueno que miremos las clari-dades para encontrarnos. Las claridades dan presencia y dan futuro.

Construir de la mano¿Esa sería la receta para su-perar la actual encrucijada política en España?

Naturalmente. Todos jun-tos tenemos que aportar desde nosotros mismos lo que más fuerza tenga, lo que más aporte vida, creatividad y encuentro para sacar adelante un pro-yecto que es común. ¿Y cuál es el mejor proyecto posible? La construcción de un mundo unido y no cada uno tirando para un lado. Si cada uno mira a su interés, no se construye, se destruye, se genera división, ruptura y enfrentamiento.

¿Se ha sentido decepcionado, como gran parte de los ciuda-danos, por el enroque de los políticos, las segundas elec-ciones, la incertidumbre de las terceras…?

Me hubiese gustado que se pusieran de acuerdo todos, por-que nuestro país se lo merece. Quiero, como todos, un Gobier-no que sea estable y creíble. La gente que está sufriendo más lo requiere. Se necesita dar fu-turo a tantos y tantos jóvenes que están sin trabajo y tantas y tantas familias que están su-friendo las consecuencias del paro. Esta realidad que vemos permanentemente. No viene nada bien que nos entreten-gamos en asuntos secundarios cuando hay cosas fundamenta-les que hay que sacar adelante.

Apostar por una Iglesia de puer-tas abiertas de par en par se paga. En vivo y en directo. Lo experimentó en sus propias car-nes en estas 24 horas púrpuras. Un activista decano en reventar actos públicos irrumpe en la rueda de prensa. Gritos, impro-perios. Una supuesta defensa de los “sintecho”. Un letrero que versa: “La Iglesia mata”. “Dejad-le que se exprese”, sale airoso el obispo mientras se acumulan todos los tópicos anticlericales en poco más de minuto y medio. Hasta que es desalojado. “Le he saludado al entrar –explica– y sabía que esto podía pasar, pero he pedido que le dejaran tran-quilo, que le dejaran hablar. No en vano, nunca nos viene mal escuchar a los otros”. Prueba superada, por esta vez.

ataques como el de la rueda de prensa, ¿cómo le dejan?

Con más ganas de estar en la calle y con la gente. Este chico, como tantos otros, necesita sa-ber que Jesús sale a su encuen-tro y le puede cambiar la vida.

A Osoro le transformó. Al pro-fesor de Educación Física le

Arriba, Osoro saluda a un miembro de su Curia. A la derecha, el activista que irrumpió en la rueda de prensa. Debajo, el nuevo cardenal durante la celebración y con los fieles en Pozuelo

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encaminó hasta llevarle a ser el “obispo peregrino”, como le define el Papa. De Orense a Oviedo, con posta de adminis-trador apostólico en su tierra, para recalar en Valencia y con destino final en la capital de España, esa que Francisco no ha dejado ni dos meses sin elector para un eventual cónclave. Con los 80 años recién cumplidos del cardenal Rouco el pasado agos-to, Bergoglio pasa el testigo a un cántabro de 71 años. “No me asusta un cónclave, pero ojalá me pase a mí algo antes que al Papa. Necesitamos mucho a Francisco”, afirma convencido, después de despejar la duda entre los escépticos que pen-saban que lo suyo era postureo eclesial, que se había enfunda-do una túnica bergogliana de temporada.

salir y anunciar¿El cambio de Francisco es irre-versible o cree en la teoría del péndulo?

Sinceramente pienso que no hay vuelta atrás, porque el papa Francisco simplemente propone lo que la Iglesia hizo desde el inicio mismo: salir y anunciar a Jesucristo, poniéndole en el centro. Cuando ponemos en el centro a Jesucristo, uno mira a todos, como lo hacía Él, no solo mira a unos o a una parte. Ir al encuentro de todos los hombres conlleva ver la urgencia y la ne-cesidad de esa salida, porque este mundo está dividido. Hay divisiones en esta humanidad que son terribles porque están produciendo guerras, hambre, descartes terribles, no reconocer los derechos más fundamen-tales del ser humano en cual-quier parte de la tierra. Ante esto, ¿cómo no salir a anunciar a Nuestro Señor como hace el Papa? Jesucristo no es una idea sino una persona que cuando la acogemos en nuestra vida nos hace tener un corazón como el que muestra Él, en el que caben todos los hombres y en el que

nos podemos encontrar, conver-sar, ver lo positivo del otro. Eso produce cambios en el corazón y en la vida, y Francisco está convencido de ello.

Sin embargo, este discurso del Papa argentino incomoda a más de uno, y a más de dos. no sé si eso ha podido generar una politización de la vida eclesial: izquierda/derecha, progresis-ta/conservador, nuevo/viejo… ¿Cómo romper esta mirada cis-mática de la realidad?

Simplemente diciendo que lo nuevo ha comenzado y lo nuevo es el Evangelio. Lo viejo es po-nernos nombres y categorías que nada tienen que ver con el Evangelio. Lo nuevo es lo que trae Jesucristo. Durante estos días repito sin cesar que el nom-bre de cada uno de nosotros es ser hijo y hermano. Eso es vivir como resucitados. Si no vivimos esto, tendremos rupturas den-tro y fuera de la Iglesia. ¿Ve esta dicotomía en el Epis-copado español?

Sinceramente creo que todos estamos haciendo un esfuerzo por vivir lo que el Santo Padre nos dice. La muestra está en los planes pastorales que se están haciendo en casi todas las dió-cesis de España. Creo que es un momento muy bonito en la vida de la Iglesia y muy bueno de la Iglesia en España. .Creado cardenal cuando ape-nas quedan unos meses para las elecciones en la Conferen-cia Episcopal. ¿Se podría inter-pretar como un “adelante” del Papa al trabajo realizado por la actual Ejecutiva y un res-paldo al trabajo del cardenal Blázquez?

Yo eso lo dejo a la interpreta-ción de los demás. Además, yo no he hecho nada. El que está trabajando todo es don Ricardo, y yo estoy absolutamente de acuerdo. Bueno, es vicepresidente…

Pero el que lleva las cosas adelante es don Ricardo, y yo le apoyo totalmente.

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EN PRIMERA PERSONA TERCER CONSISTORIO DE FRANCISCO

Las travesuras de FranciscoBaLtazar EnriquE Porras Cardozo. Arzobispo de MéridA (VenezuelA) y cArdenAl electo

M e atrevo a afirmar, sin que sea una falta de respeto, que el papa Francisco nos sorprende

con sus gestos, pues rompe moldes; no por comodidad, sino con una inten-cionalidad bien definida. Me encontra-ba el sábado 8 de octubre en San Fernando de Apure, llano adentro en la confluencia de los grandes ríos Apu-re, Orinoco y Meta, acompañando al nuevo obispo de esa extensa diócesis, quien fuera mi obispo auxiliar en los últimos años. Una nutrida delegación de Mérida se hizo presente para entre-gar a la joven diócesis llanera a su nuevo prelado.

El domingo 9, muy temprano, tenía-mos previsto el regreso a Mérida, ya que estábamos a más de doce horas de carretera. Suena el teléfono a las cinco y media de la mañana y un buen amigo me dice: “Felicitaciones por el nombramiento de cardenal”. “¿Qué? –fue mi respuesta–. Yo no sé nada”. Siguieron llegando llamadas que me desconcertaban, hasta que el cardenal José Luis Lacunza me llamó para ma-nifestarme su alegría, pues estaba viendo en la tele el ángelus del Papa. Me dijo que no me preocupara, que a él le había pasado lo mismo… En ese momento, sobrecogido por lo inespe-rado de la noticia, y en el silencio de la habitación donde me encontraba, mu-sité una breve oración. Estaba hospe-dado en casa de un ahijado a quien apadriné hace muchos años cuando era un chaval, ahora convertido en abue-lo. Junto a su esposa y a su mamá, que estaban en la cocina preparando el desayuno, les di la noticia. Un abrazo y la bendición de la abuela nos hicieron brotar a todos unas lágrimas de alegría y agradecimiento al papa Francisco…

Emprendimos viaje por aquella in-mensa sabana rumbo a la población de Achaguas, donde se venera una bella imagen del Nazareno. Allí nos detuvimos para celebrar la eucaristía acompañados de nuestra comitiva y de un grupo de sencillos fieles de aque-lla localidad. Pensé en aquel momento que estaba ante una parábola en ac-ción: anunciar el nombramiento de cardenal en medio de gente sencilla y alejada de todos los centros de poder. Ellos lo disfrutaban y celebraban con una fe y alegría que superaban toda expectativa. El sensus fidei es más poderoso y habla mejor que mil pala-bras. Me arrodillé ante la venerada imagen del Nazareno y pensé: “¿Qué me estará diciendo el Señor?”, ya que mi vocación nació en la parroquia ca-raqueña de Santa Teresa donde se venera al Nazareno de San Pablo, una de las devociones más populares de todo el país desde tiempos coloniales. Es clara señal de que me envía a ser mensajero de la alegría del Evangelio a quienes pueden parecer el desecho de la humanidad y, en consonancia con las lecturas bíblicas de este domingo, debemos ser como el leproso samari-tano, quien nos invita a ser agradecidos con el Señor.

Esperanza para VenezuelaPercibo que este cardenalato no es un honor personal ni una presea producto de méritos acumulados. Por el contra-rio, es un llamado a ser esperanza, a reconocer el cariño y cercanía del Papa para con un país sumido en una crisis profunda por no escuchar la voz del pueblo que clama por la paz y el en-tendimiento, para que el horizonte sea más risueño que el actual, en el que

la falta de todo lo elemental sume a la gente en la desesperanza y el temor. Es la secreta confianza que, en medio de las peores angustias, nos hace ex-clamar: “Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha… Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace espe-rar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. ¡Grande es su fidelidad!… Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor” (Evangelii gaudium, 6).

Ofrecí la misa por la paz en Venezue-la, pero di gracias por los difuntos que a lo largo de mi vida sembraron virtud y bien. A mi padre, quien el día que me nombraron obispo su felicitación fue: “Me alegro mucho hijo, pero recuerde de dónde viene… No se envanezca ni se olvide de los pobres. Yo soy su pa-dre y siempre se lo recordaré”. De mis rectores, Miguel Antonio Salas, más tarde obispo y hoy en proceso de bea-tificación. De don Gaspar Vicente Sán-chez, al frente del Colegio Mayor His-panoamericano de Salamanca, recio castellano, exigente pero con una pro-funda dosis de humanidad y cercanía. De profesores como Casiano Floristán

baltazar porras con un grupo de estudiantes por las calles de Mérida

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–el ‘divino Casiano’, como lo llamába-mos–, quien nos sumergió en los nue-vos caminos del Concilio Vaticano II. Del cardenal de Caracas, José Alí Le-brún, quien con su sencillez me ense-ñó a ser rector de seminario y más tarde obispo. Del padre Cesáreo Gil Atrio, operario diocesano, quien –entre muchas otras cosas– me empujó a escribir. ¡Cuánto le debo a mi Semina-rio de Caracas, a la Universidad Ponti-ficia de Salamanca y al Instituto Supe-rior de Pastoral de la misma en Madrid! La comunión de los santos y la apos-tolicidad de la Iglesia se viven y nutren en el día a día de nuestras vidas y en el abrevar en el buen pozo del Evange-lio y la tradición.

Por delante queda una inmensa ta-rea: orar y trabajar, rechazando toda tentación de una espiritualidad oculta e individualista. “Tenemos un tesoro de vida y de amor que es lo que no puede engañar, el mensaje que no pue-de manipular ni desilusionar. Es una respuesta que cae en lo más hondo del ser humano y que puede sostener-lo y elevarlo. Es la verdad que no pasa de moda porque es capaz de penetrar

allí donde nada más puede llegar” (Evangelii gaudium, 265).

Como latinoamericano, pienso que una de las contribuciones que debo asumir es la sencillez y cercanía, la teología del pueblo, y el amor real por los marginados, rasgo singular del papa Francisco, que ofrece un nuevo aire no solo a la Iglesia sino al mundo. Es el mensaje de la misericordia hecha en-trega en la casa común. Me alegra enormemente compartir este cardena-lato con don Carlos Osoro. Los dos bebimos en el mismo pozo salmantino, y su amistad y generosidad me honran y enaltecen. También con los otros dos latinoamericanos. Con don Sergio Ro-cha y don Carlos Aguiar hemos com-partido tareas comunes en el CELAM.

Bocanada de aire frescoNo puedo concluir sin reconocer tam-bién lo que Vida Nueva ha significado en mi vida. Durante más de cuarenta años, sus páginas son una bocanada de aire fresco, de profundo sentido eclesial, de crítica constructiva e inter-pelante que me ha ayudado enorme-mente a trasmitir con alegría y valentía

la necesidad de roturar nuevos caminos en un mundo sediento de buenas no-ticias. Así percibo a Jesús vivo en me-dio de la tarea misionera de cada día.

Coincidió el anuncio del cardenalato con el día de la fundación de Mérida y con la víspera de mi cumpleaños. Siem-pre pensé que el mejor regalo que ha-bía recibido en esa fecha había sido una hermosa bicicleta plateada cuando tenía unos ocho años. Ahora el papa Francisco me ha montado en otra bici-cleta: “La decidida confianza en el Espíritu Santo, porque Él viene en ayu-da de nuestra debilidad” (Evangelii gaudium, 280). En uno de mis diálogos con el papa Francisco, me mostró su habitación en la Casa Santa Marta. Tuve que exclamarle que la habitación del arzobispo de Mérida era más amplia que la suya. Su respuesta fue: “¡Y para qué queremos más. Vos y yo somos privilegiados –me dijo–. ¿Acaso tú pen-saste alguna vez que serías arzobispo o yo papa? Ser privilegiados no nos da derecho a privilegios, sino a servir”. Y concluyó: “No te olvidés”. Bella lección que ahora se convierte en mandato. Ad maiorem Dei gloriam.

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EN PRIMERA PERSONA TERCER CONSISTORIO DE FRANCISCO

Más un servicio que un honorCarLos aguiar rEtEsArzobispo de tlAlnepAntlA (México) y cArdenAl electo

L a Sagrada Escritura nos recuer-da qué hermoso es ver al men-sajero de buenas noticias, al

que camina para poder transmitir una buena noticia. En esta afirmación encuentro la posibilidad de describir lo que experimenté esta mañana del domingo 9 de octubre: una buena noticia llegó a mí, que me hace sen-tirme agraciado por Dios, elegido nuevamente por Él para la misión de la Iglesia. En un nivel de mayor res-ponsabilidad, de la que tomo concien-cia, y también en una experiencia que me permitirá acrecentar lo que ya tuve cuando, durante quince años, colabo-ré con el Consejo Episcopal Latinoa-mericano en diferentes cargos.

Las ventanas de la Iglesia se abren cuando uno mira más allá de los lí-mites de su Iglesia particular. Y como obispo me ha tocado vivirlo, tanto al servicio de la Conferencia Episcopal Mexicana como en el Consejo Epis-copal Latinoamericano (CELAM). Y ahora siento con claridad que será una experiencia mucho más amplia, en la que trataré de poner al servicio de la Iglesia mi experiencia en este continente americano.

Quiero también manifestar que para mí es una gran satisfacción esta elec-ción del Santo Padre de integrarme al Colegio cardenalicio por mi Iglesia particular, Tlalnepantla. En este pe-ríodo –llegué acá hace casi ocho años– hemos podido hacer un proce-so de renovación pastoral en la línea de una Iglesia en salida; un proceso misionero en el que han participado en comunión las 203 parroquias, presbiterio y agentes de pastoral de una manera muy coordinada, y le da-mos gracias a Dios por el fruto obte-nido. Otro proceso que también se está llevando a cabo es la formación y acompañamiento a lo largo de la línea de la vida, desde la infancia

hasta la senectud, pasando por las distintas etapas de la edad y de las circunstancias que viven las personas. Por eso, que el Papa me haya elegido a mí lo veo también como una elección para esta Iglesia de Tlalnepantla, un reconocimiento a estos procesos en los que tratamos de responder a sus llamados y que nos motiva. No solo con lo que ya traíamos de antes –el Documento de Aparecida, la exhorta-ción del papa Benedicto XVI Verbum Domini–, sino que ha sido reforzado e intensificado con la exhortación apostólica Evangelii gaudium y con la más reciente encíclica Laudato si’. Estas líneas, que han sido muy im-portantes, estamos tratando de am-pliarlas ahora con la última exhorta-ción apostólica familiar Amoris laetitia. Nuestro presbiterio tendrá todo un congreso de una semana para ahon-dar en los temas más importantes del documento.

Digo todo esto para expresar que siento esta elección del Santo Padre no solo en mi persona, lo que agra-dezco, sino también para esta Iglesia

particular que trata de transformarse para responder a los grandes desafíos de nuestro país y de aquellos fenóme-nos que se están presentando en este mundo globalizado.

Finalmente, considero que esta res-ponsabilidad de formar parte del Co-legio cardenalicio en este tiempo es más un servicio –como tantas veces ha insistido el Santo Padre– que un honor. Un servicio a la Iglesia, que debe ser muy sincero y, al tiempo, en mucha comunión con los demás miem-bros de la Iglesia, especialmente de quienes formamos este Colegio car-denalicio en torno al papa Francisco.

Estos son los sentimientos que me vienen espontáneos a lo largo de esta jornada, y así los transmito, esperan-do que alienten también la oración del Pueblo de Dios por todos nosotros, como tanto pide el Santo Padre. Tam-bién por quienes tenemos estas res-ponsabilidades en la Iglesia universal. No dejen de pedir por nosotros, para que el Señor siempre nos asista con la fuerza de su Espíritu.

Muchas gracias.

carlos Aguiar participando en la Gran Misión 2016 de tlalnepantla

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A hora que Nzapalainga es cardenal, se acaba-ron los problemas en-

tre cristianos y musulmanes”. Es posible que Musa, uno de los jóvenes milicianos musulma-nes del barrio de Bangui cono-cido como el Kilómetro Cinco, sea demasiado optimista. Solo la semana pasada murieron en la capital centroafricana once personas en enfrentamientos entre su grupo y milicias anti-balaka apoyadas por soldados gubernamentales. Cuando la radio anunció, el domingo 9 de octubre, que el arzobispo de Bangui se encontraba entre los nuevos cardenales nombrados por el papa Francisco, jóvenes de los barrios hasta entonces enfrentados empezaron a cir-cular libremente y a celebrar juntos. Musa, y el jefe de las milicias anti-balaka de Boeing, Bertin, fueron dos de los líderes de bandos opuestos que ese día salieron a la calle a abrazarse.

A la mañana siguiente, lunes 10, dos acontecimientos marca-ron esta voluntad de reconcilia-ción: un encuentro de jóvenes musulmanes y cristianos en la

catedral de Bangui –que dieu-donné nzapalainga llevaba preparando con esmero duran-te una semana– y su visita al Kilómetro Cinco, donde acudió a la mezquita y la alcaldía de esta zona predominantemente musulmana. En declaraciones a Vida Nueva, el nuevo purpura-do se definió como “el cardenal de los pobres” y dijo que su pro-grama pastoral seguirá siendo “trabajar por la reconciliación entre los centroafricanos”.

Hombre dialoganteEl nuevo cardenal, de 49 años, se ha distinguido siempre por ser un hombre dialogante, cer-cano a los más pobres y me-diador en conflictos. Misionero espiritano, trabajó varios años como capellán de un orfanato en Marsella (Francia) y, más tarde, en una parroquia de Ban-gui. En 2009, se vio en el centro de una situación bastante deli-cada, cuando el Vaticano obligó a dimitir al entonces arzobispo de la capital, Paolino Pomodi-mo, por comportamiento grave, y nombró al joven Nzapalainga administrador apostólico de

Bangui. Numerosos sacerdotes reaccionaron con una carta de protesta, argumentando que “no estaba a la altura de esta responsabilidad”. Con mucho tacto y diálogo, Nzapalainga logró unir al clero durante este período de turbulencia y poner orden en la diócesis.

Pero fue al poco de su orde-nación como nuevo arzobis-po, en 2012, cuando se mostró como un gigante de la paz. A fi-nales de ese año, cuando la Se-leka comenzó su ofensiva que terminaría con la conquista del poder, puso en marcha un grupo interconfesional por la paz junto con el presidente de las Iglesias evangélicas, el pas-tor nguerekoyame, y el imán de Bangui, Kobine Layama. El líder musulmán y su familia fueron acogidos por Nzapalain-ga en su residencia durante un año cuando la guerra civil lle-gó a Bangui a finales de 2013. En numerosas ocasiones, ha mediado entre milicias y ha organizado ayudas humani-tarias para desplazados, tanto cristianos como musulmanes.

A pesar de la situación de inseguridad, el papa Francis-co visitó Bangui el 29 y 30 de noviembre del año pasado, y abrió allí la puerta de su ca-tedral para inaugurar el Año de la Misericordia. Todos re-cuerdan también su paso por la mezquita, donde proclamó que “cristianos y musulmanes somos hermanos y tenemos que tratarnos como tales”.

Desde finales de 2012, Cen-troáfrica está sumida en un conflicto que ha tomado tin-tes interconfesionales. Hoy, de sus apenas cuatro millones de habitantes, hay cerca de medio millón de refugiados en países vecinos y casi el mismo número de desplazados internos. Tras los comicios de febrero, el nue-vo presidente, Faustin touade-ra, es incapaz de controlar el país pese al apoyo de la ONU.

el cardenal de los pobresJosÉ Carlos rodríguez soto. Bangui

el arzobispo de bangui se ha distinguido por su mediación entre cristianos y musulmanes

nzapalainga con el imán layama