A DON ALEJANDRO ROMERO
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“A DON ALEJANDRO ROMERO ”
El sol, en su fogoso rodar hacia el poniente
empuja el reloj que marca la distancia de la vida,
70 recuerdos, bañados con la viva esencia,
y es breve la vida, cuando el recuerdo es de miel.
Has sido el maestro de inteligentes retoños
amoroso abuelo y padre ejemplar,
te baño la suerte y encontraste amor,
en ella la estrella, la inmaculada flor,
la velante ángel que enjugó tu llanto,
la fiel compañera en logros triunfales
y vos el lucero de extraño capricho,
el árbol que cruje pero no se raja.
Los laureles custodian tu fama
y de rosas se pobla el jardín
¡70 salvajes soles! ¡70 soles de abril!
van quemando tus entrañas
pero no ha llegado el fin.
El cocibolca, también te recuerda,
sus olas intranquilas te brindan sus espumas
y el viejo color azul de ese universo
con furia enciende más sus arco iris
en desesperante espera por tu prolongada ausencia,
dejaste desolado ese húmedo jardín
el hirviente verano te reclama,
el triste invierno llorando te recuerda,
el payador errante en su copla te presenta
como el grosero piloto ante el coctèl del oleaje
cuando tu diestra mano sin piedad vencía
la discordia de los traicioneros torbellinos
para alcanzar el canto glamoroso de sirenas
y las playas como tierra prometida.
Aviador de mil batallas en tiempos huracanados,
timonel en caprichosos vientos guanacastecos,
humano de gigantesca talla y de robusto pensar
que volabas en el alba para descubrir la aurora
acariciando la brisa con tus platinadas alas
bajo la gloria infinita de este refulgente sol.
En esta tierra embriagada por veneno de pasiones
bajo el influjo decadente de obsoletos ritos
donde la inocencia se interrumpe
por la destructiva locura modernista
necesitamos buscar entre ustedes, los grandes
humanos:
una respuesta con íntima conciencia ,
una clara verdad a nuestras vidas,
una humilde oración que nos conecte,
un dolor que vomite nuestras penas
y un refugio a la incomprensión de nuestra idea.
Eres dueño del traje caprichoso que la fama te vistió,
tu imagen luce una corona de eucarística blancura
irradia sombra que hace del recuerdo una añoranza,
hoy te embriagamos de glorias y de ensueños,
marcha o camina sobre esta triunfal pasarela,
aquí está tu reina que viste sus galas
te ofrece el jardín que te hizo plantar
este es tu templo, esta es tu sangre
estos son tus nietos que dan vida a tus alas ya dormidas.
yo soy, tu hermano amigo que vino a cantarte
a vestir de luces tu fiesta en abril,
aquí están las gotas que sudan mis sesos
húmeda fragancia de amor fraternal,
mi leal memoria que cansada me traiciona
quiere ungirte con el vaho del recuerdo
ver tu fuerte mano con el remo entre tus dedos,
el timón, la vela ante el asesino norte,
la misma mano en el stick de la aeronave,
suave mano que acaricia la vaca y su ternero
y tierna y amorosa y abierta con sus nietos,
y esos ojos que con profundidad contemplan
tu largo camino de íntima bondad,
como el sapiente humano que maneja
el extraño arte de ser un buen padre.
Esta es la copa que te brindo,
esta es la copla que te ofrezco,
estas son las sangrantes amapolas
que el viento americano las agita
por respeto al señor don Alejandro.
Tus primeras ilusiones fueron luces
que te convirtió en hombre de historias y de glorias
con el natural talento heredado de la cepa indígena
transparente y eficaz, con devota humildad
del saber cosmopolita y de sinceras respuestas
que te abren las puertas a la posteridad.
Desde esa fuerte plataforma derramas la armonía,
de luz, fervor, trabajo, espiritualidad y amor
como fragante néctar de sutil esencia
ante duras pruebas de la adversidad.
tu, al igual que el sol y ella a la luna,
son viejos abuelos en este universo
el fluido que manan del fondo del alma
cobijan tus hijos y también tus nietos
gracias por prestarnos tu vida y enseñarnos.
César. Abril del 2005