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A 40 AÑOS DEL GOLPE CÍVICO-MILITAR DE 1976 Marzo de 2016 / Nº 9 / Año 4 CUIDAR LOS DERECHOS DEFENDER LA DEMOCRACIA PERMANECER ALERTAS 

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A 40 AÑOSDEL GOLPE CÍVICO-MILITAR DE 1976 Marzo de 2016 / Nº 9 / Año 4

CUIDAR LOS DERECHOS DEFENDER LA DEMOCRACIA PERMANECER ALERTAS 

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Dossier Nueva Tierra Marzo de 2016 Año 4 / Nº 9 40 años del golpe cívico-militar de 1976

Selección y edicción de textos: Susana Ramos / Néstor Borri / Sebastián Prevotel

Diseño:Bárbara Couto

Foto de tapa:Sebastián Miquel

www.nuevatierra.org.ar facebook.com/centronuevatierra

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MEMORIA / VERDAD / JUSTICIA

PARA CUIDAR LOS DERECHOS, DEFENDER LA DEMOCRACIA

Y PERMANECER ALERTAS 

En los 40 años transcurridos desde el golpe cívico-militar de 1976 atravesamos como pueblo distintas intemperies y reen-cuentros, con momentos de de-sierto, pero que han sido siem-pre de gran fecundidad.

Aprendimos. A mirar la histo-ria conjugando dolor y alegría, indignación y audacia. Trayen-do pasado y futuro al presente, proyectando la vida. Asumien-do la tarea de buscar en cada huella signos y sentidos que

Foto: sebastianmiquel.com

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permiten reconstruir la verdad. Y a sostener la presencia de nuestros 30 mil desaparecidos/as. Sus luchas, sueños y proyec-tos siguen siendo inspiración, compromiso y horizonte.

La memoria no cesa, y continúa ampliando  conciencias, obsti-conciencias, obsti-nada en su capacidad de recor-dar y no olvidar. Ella misma deja al descubierto que el mayor acto de justicia no han sido sólo los juicios a los culpables. Hay jus-ticia cuando una sociedad pue-de hacerse cargo, de manera imperfecta pero concreta, del cuidado de esa memoria.

El compromiso con la memoria exige asumir hoy, en esta coyun-tura social, política y económi-ca, la comprensión histórica del presente. Momento de exigen-cia que no puede separarse del posicionamiento en torno a la interpretación de la etapa dicta-torial y de las más de tres déca-das de democracia que celebra-mos. Después de largos años de luchas –y luego políticas– de memoria, verdad y justicia, con pasos y pisos significativos de consenso social para la condena de crímenes de lesa humanidad; somos testigos del refuerzo en

las conversaciones cotidianas de versiones de la historia mani-queas –como la teoría de los dos demonios– y superficiales –en forma de efemérides que corren el riesgo de omitir o subvalorar los vínculos de la dictadura con sectores dominantes de argen-tina, obviar la participación de actores de la sociedad civil o de instituciones como la Iglesia Católica–. Omisiones que obs-taculizan no sólo la compresión del pasado, sino fundamental-mente, la capacidad de acción en el presente y una mirada de-mocrática sobre el futuro próxi-mo de nuestro país.

Durante cuarenta años –tiem-po paradigmático de camino de un pueblo, como bien sabe la Biblia– hemos sido parte de búsquedas y alumbramientos. Mujeres en marcha sostenien-do la memoria con las banderas blancas de los nacimientos. Mu-jeres con urgencias clamores y abrazos esperando. Y un pueblo en camino que se reconoció y se constituye cada vez al mar-char junto a ellas.

También hemos visto partir, úl- partir, úl-, úl-timamente, a varias de las par-teras que dieron a luz a la con-

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ciencia de la memoria colectiva. Y en ellas hay un milagro pro-digioso: no vieron volver a sus hijos, pero uno a uno fueron vol-viendo los nietos. Y cuando lle-ga uno de regreso a la casa hay alegría, esperanza y fiesta en las casas de todos. Lo vivimos, lo lloramos, lo debemos seguir pensando y activando: haciendo de esos regresos las señales que son. Puntos de certeza y reco-mienzo y proyección.

El compromiso con la memoria exige cuidar los logros y los de-rechos. Los límites a la violen-cia y la represión que nuestra sociedad -de la mano del movi-miento de derechos humanos y las instituciones del estado de-mocrático- supo construir, hoy se vuelven líneas delgadas en muchos casos y han comenzado a borrarse en otros, de manera preocupante e inadmisible.

En el amplio y heterogéneo es-pectro de luchadores y defenso-res de los derechos humanos y

la democracia, quienes se con-sideren cristianos comprometi-dos con la memoria, la verdad y la justicia, les y nos toca pre-guntarnos por nuestro lugar en el cuidado de estos derechos. En todos los espacios inserción, compromiso y participación. Ser levadura en la masa. Cuan-do los dispositivos del miedo y la pérdida de derechos vuel-ven a tener vigencia vuelve a ser tiempo de estar alertas. Vigilantes.

No sólo conmemoramos el ini-ólo conmemoramos el ini-lo conmemoramos el ini-cio de la siniestra dictadura militar. También y sobre todo celebramos como una cose-cha fecunda todos los logros y conquistas de esa lucha. Y nos disponemos con inteligencia, acción concreta, coraje y pa-sión a estar presentes en cada lugar donde la vida y la demo-cracia nos reclamen.

Equipo Nueva TierraMarzo de 2016

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Memoria y presenteOscar Campana

Democracia y orden neoliberalJorge Aleman

Sencillo exilioArmando Tejada Gómez

Repensar el lenguaje de la memoriaEntrevista a Horacio Gonzalez, de María Freier

Memoria colectiva: defender, no repetirKevin Johansen

Abrir los ojosEnrique Angelelli

ÍNDICE

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Me Llamarán Subversivo Dom Pedro Casaldáliga

Los derechos humanos como tarea ética y políticaLeonardo Boff

¿Dónde está tu hermano?Mons. Jorge Novak, Obispo de Quilmes

Una mirada sobre la pastoral de jorge novakEsperanza en acción cercanía y corajeIsabel Iñiguez

Archivos de la memoriaDerecho a saber deber de recordarLaura Bálsamo

Monica Mignone y el grupo de la Villa Bajo FloresJóvenes, militantes y solidarias/os Centro de Estudios Legales y Sociales

Cómo resistir la prisión-mundoUn mensaje lleva a otroJohn Berger

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40 años después del último golpe cívico-militar, cuando vuelve a favorecerse a un determinado modelo económico-política, cuando asoma la incipiente instauración de un estado policial, cuando se decretan emergencias de seguridad y aboliciones de hecho de de-rechos individuales, cuando muchos rostros del pasado reaparecen remozados y se apabulla a los ciudadanos de a pie con climas inti-midantes, es bueno recordar las palabras del Documento de Puebla sobre los años dictatoriales en América Latina: “En nombre de la seguridad nacional se institucionaliza la inseguridad de los indivi-duos”. Oscar Campana invita a pensar en las tareas vinculadas a la memoria y al compromiso social y cristiano hoy: Más que criticar a la jerarquía de aquellos años, habrá que saber interrogarse por el lugar de los cristianos en la coyuntura actual.

MEMORIA Y PRESENTEOscar Campana

Foto: Carlos Brigo

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Este 24 de marzo se hace me-moria de los 40 años del último golpe cívico-militar ocurrido en Argentina, que daría inicio a la dictadura más feroz que nuestra breve historia nacional haya conocido. El lugar que le cupo a la jerarquía de la Iglesia Católica en aquella ominosa etapa histórica sigue siendo motivo de debate para algunos; para muchos es ya un caso ce-rrado y probado. El inicio de la causa por el martirio de mon-señor Enrique Angelelli –serán también sus 40 años– constitu-ye, indirectamente, el reconoci-miento de la soledad en la que el conjunto de la conducción episcopal de entonces había dejado al obispo de La Rioja. Ya sabemos que dicha soledad le resultó fatal. Para muestra, basta un botón. Pero botones hay demasiados, porque serán los 40 años de los catequistas del Bajo Flores, de los asuncio-nistas, de los palotinos, de Ja-lics y Yorio…

En contraposición a lo que se vivía en nuestra Iglesia, am-plios sectores del catolicismo latinoamericano fueron los primeros en describir, analizar y denunciar el sistema que mi-

méticamente se expandía en la región, fundamentalmente en el Cono Sur.

Así, en 1977 Joseph Comblin, el sacerdote belga por nacimien-to y latinoamericano por adop-ción, publicaba una obra (Le pouvoir militaire en Amérique Latine. L’idéologie de la securité national), adelantada anterior-mente en artículos, donde po-nía nombre y apellido a lo que ya era una realidad para buena parte del continente.

En 1979 los obispos reunidos en la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamerica-no realizada en Puebla de los Ángeles (México) se hacían eco de la situación que padecían nuestros pueblos y denuncia-ban clara y proféticamente: “En los últimos años se afianza en nuestro continente la llamada ‘Doctrina de la Seguridad Na-cional’, que es de hecho más una ideología que una doctrina. Está vinculada a un determina-do modelo económico-político, de características elitistas y ver-ticalistas que suprime la parti-cipación amplia del pueblo en las decisiones políticas. Preten-de incluso justificarse... como

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doctrina defensora de la civi-lización occidental y cristiana. Desarrolla un sistema represivo, en concordancia con su concep-to de ‘guerra permanente’” (Pue-bla, 547).

Cuarenta años después, cuando asoma en nuestro país la inci-piente instauración de un esta-do policial, cuando se decretan emergencias de seguridad y aboliciones de hecho de dere-chos individuales, cuando mu-chos rostros del pasado reapa-recen remozados y se apabulla a los ciudadanos de a pie con climas intimidantes, cuando se afianza un proceso de velada remilitarización de la sociedad,

cuando vuelve a favorecerse “a un determinado modelo econó-mico-político, de características elitistas y verticalistas”, no esta-ría mal recordar las oportunas palabras de Puebla para hablar de aquellos años en América Latina: “En nombre de ella [de la seguridad nacional] se insti-tucionaliza la inseguridad de los individuos” (Puebla, 314).

¿Estaremos ingresando a un escenario similar? Quizás, en-tonces, más que criticar a la je-rarquía de aquellos años, habrá que saber interrogarse por el lugar de los cristianos en esta coyuntura. Que para eso sirve la memoria.

Fuente: Revista Vida Pastoral

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Cualquiera que se pregunte por el sentido contemporáneo de la palabra “democracia”, necesariamente debe interrogarse por la capacidad del orden neoliberal para implantar un nuevo modo de control de la realidad, de captura de las voluntades y producción de subjetividades a medida.Los que aún piensan que la democracia no sólo no es excluyente de la justicia social y la soberanía popular sino que se realiza a través de las mismas, han podido constatar en distintos lugares del mundo cómo se repiten los mismos procedimientos en el interior del dispositivo neoliberal. A la acumulación de poder económico en los sectores oligárquicos-financieros con estrecha colaboración de los medios corporativos de comunicación,

continúa la apropiación del Estado y su división de poderes, destrucción de los vínculos sociales que potencialmente fueran creadores de nuevos sujetos políticos y, por último, bajo una máscara republicana y supuestamente institucionalista, la instalación de nuevas formas de disciplina.Ese montaje neoliberal sólo puede ser sostenido por una estrategia de miedo, amenaza, endeudamiento, estigmatización y persecución de aquellos actores sociales y políticos que no quieran ceder con respecto a los legados simbólicos que hicieron posible vislumbrar un horizonte transformador de la Nación.

Fragmento. Tomado de su muro de Facebook 1 marzo 2016

Democracia y orden neoliberalJorge Aleman

Foto: sebastianmiquel.com

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Paso frente a esa casaque alguna vez fue un nido,donde a esperanza y sueñosjaqueamos al olvido,echamos la tristezay limpiamos el tediodel patio a la cocina,porque la soledad,al fin, se había ido.

Volvió un Golpe de Estadocon fanfarrias y edictosy la noche, ya bruja,pasó borrando amigos;yo fui a las catacumbasde las que salgo y entroy al regresar a casaaún estábamos vivos.

Empezamos de nuevo.Cantó la cacerolay la escoba barrióel silencio del piso.

Huyó el moho. Abrimosel sol de las ventanasy entró, otra vez, la vozdel niño del vecino.A poco, mi guitarra,recuperó el sonido.

Después, no sé en qué espejoun día no nos vimos.Empezó la tristezay comenzó el olvido.Las valijas partieronpor distintos caminosy ahí quedó la casaque alguna vez fue nido.

Hoy pasé frente a ellacon mis pasos perdidos:recordé tus sollozosy me lloré el exilio.

Buenos Aires, noviembre 11 de 1982

Sencillo exilioArmando Tejada Gómez

Foto: sebastianmiquel.com

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Horacio González, sociólogo, aporta su perspectiva acerca del sig-nificado que tiene la realización de los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívica militar en la Argentina. También analiza los avances y los límites en la cons-trucción de una memoria colectiva.

REPENSAR EL LENGUAJE DE LA MEMORIAEntrevista de María Freier

ENTREVISTA A HORACIO GONZÁLEZ

Foto: sebastianmiquel.com

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nía en el relato. De los dos que escuché, uno particularmente me resultó muy impresionante. Pero son relatos ya conocidos. Es decir, se está reproduciendo un relato que conocemos hace treinta años, a través de distin-tas formas de expresión y de distinto tipo de publicaciones. Sólo que ahora ante la sede judi-cial. Es decir, en un ámbito que pretende una pormenorización más o menos fáctica, de modo que enfría un poco el relato. Lo que escuché era muy impresio-nante, pero también es un relato de una trama complejísima de colaboraciones, delaciones.

O sea, es como la tortura con toda clase de amenazas que se encajaban al sujeto político, digamos. Eso es un tema muy fuerte, porque nunca hay un lugar muy claro donde alojar la idea del que está preso en las tenazas de la represión. Hay torturas muy tremendas, que casi siempre terminan en homi-cidio. En el caso de Tucumán se usaba la sigla DF (Disposición Final). Creo que era común. El que no fue torturado, no está muy habilitado para juzgar el modo en que se habla y se trata el comportamiento de un mili-

¿Qué impacto cree que genera dentro de la sociedad argenti-na la realización de los juicios de lesa humanidad?

Algo puedo decir porque estu-ve en Tucumán. Lo que observé ahí, me dejó muy preocupado en realidad. Se trata de una socie-dad muy particular, porque tuvo a un fuerte índice de acompa-ñamiento a (Antonio Domingo) Bussi durante la época militar y, luego, fue electo gobernador ya en democracia. De modo que quizás hay un acompañamiento social más elevado a los repre-sores que en otros lugares. Y eso se notó en la sala del juicio, cla-ramente. Me asombró un poco, porque pensé que las organiza-ciones vinculadas a las víctimas estaban más activas. De hecho lo están, había personas, pero no hubo tantas como las que es-taban del lado de los llamados familiares de “presos políticos”.

También me sorprendió el nom-bre, con un cartel muy llamativo y con percusión durante toda la duración del juicio. Mientras que, del otro lado, sólo había carteles con fotos de desapareci-dos. Lo cual no está mal, no hay por qué ser bullicioso, se soste-

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tante después de la tortura. No es fácil de tratar, porque como todo el discurso de los derechos humanos, el discurso militan-te... No en la época del primer juicio que aparecían como vícti-mas civiles con menos compro-miso militante.

Pero cuando quedó claro el vín-culo militante, también el dis-curso era sostenido en cierta clase de heroísmo o martirolo-gio, lo cual está bien también. No dejaron de ser héroes ni mártires. Pero en ese lugar no hay una fisura donde encajar el personaje, sobre el cual se pue-den decir muchas cosas, mu-chas palabras. Todas de algún modo injustas, todas de algún modo certeras… Son palabras de la historia de la militancia. “El trabajo esclavo”; estoy de acuerdo también. Es muy fuer-te la palabra esclavo, pero eso quiere decir que no hay con-ceptos fáciles. Más bien, es un tema que es difícil que surja a primer plano y también es difí-cil mantenerlo sin ningún tipo de discusión.

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De acuerdo a estas reflexio-nes, ¿podríamos decir que esto que señala torna más difícil la comprensión que esperamos tenga el resto de la sociedad?

Ahí en Tucumán surgió eso en cierta manera, pero quizás era menos importante eso para las personas que estaban ahí. Era la preocupación de una zaga par-tida en dos, en la que un sector usaba las viejas especialidades de la militancia social. Por otro lado, había un cura, civiles, civi-les de los servicios, la primera vez que hay civiles del lado de la acusación. Eran cerca de quin-ce; había muchos civiles allá… Hubo acompañamiento social, también un nivel de militariza-ción alto “en la insurgencia”.

Tuvo santificación de la Igle-sia. El cura que vi en Tucumán estaba de gala, para dar misa, saludando a todo el mundo, sa-tisfecho. También falta esa pre-gunta realmente y no es para omitir la incriminación. Pero la pregunta es, digamos, ¿en qué cambió la historia argentina hasta hoy? ¿Las Fuerzas Ar-madas llegaron sostenidas en qué? ¿En qué estructura moral? Estaba la Iglesia, una porción

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de la población y cierta convic-ción de que el nivel militar, y su desafío, implicaban la desapa-rición de un mundo social co-nocido. Esto último es el tema más difícil, pues efectivamente es una discusión que hasta hoy perdura en los sobrevivientes o en los recuerdos que dejaron las organizaciones como ERP, Montoneros, FAR, FAL. Es de-cir, si era posible una transfor-mación socialista en la Argenti-na a través de una metodología que tenía ya prestigiosos ante-cedentes. Era la época de Viet-nam, de la Revolución Cubana.

De modo que acá tenemos tam-bién otro problema que no es sólo la figura del colaborador… Esto exige nuevas palabras, en realidad hablamos con viejas palabras y rituales. Por ejemplo escuché un discurso muy bue-no de una madre de 85 años, un discurso ritualista. Pero la reli-gión duró dos mil años y son discursos ritualistas. Así que eso, en principio, no sería un problema y habría que ver para qué tipo de discurso el ritual es un problema. Pero también otra palabra difícil es la disi-dencia, el “disidente”. Por ejem-plo yo fui un disidente. ¿Dónde

se ubica al disidente moral-mente? Tiene varias categorías. Puede ser el disidente que tra-bajaba en un espacio político abierto; y el disidente armado, que había tenido compromi-sos armados reales. ¿En dónde surge la duda? ¿En qué lugar de la disidencia se establece? Hubo más en Montoneros que en ERP, porque la presencia de Perón era muy fuerte y Monto-neros no podía desligarse de Perón, podía decir que compar-tía la conducción, podía incluso despreciarlo, pero actuaban en nombre de un tejido donde las palabras del peronismo estaban presentes. Aún hoy los sobre-vivientes son más peronistas que el Perón que los combatió y al que ellos combatieron. Un mundo extraño… y son partes de un gobierno peronista. En-tonces el disidente, si no era armado, es más fácil porque pesaba la condena de Perón a la guerrilla. El disidente arma-do es otro tema muy difícil de comprender también, quizás de justificar para el núcleo militar fundador, porque en todas las organizaciones hubo disiden-cias armadas. Esto quiere decir que hay que preguntarse tam-bién desde el punto de vista

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del razonamiento del disidente. Si hay argumentos ideológicos predominantes o si hay oscuros cálculos sobre su sobreviven-cia. ¡No creo fácil resolver eso! Toda organización tiene el con-cepto de traición. Un concepto muy difícil de explicar, como no sea en casos específicos, ¿no? La traición es un elemento de control muy fuerte. El trai-dor es alguien que previamen-te ha hecho algún pacto o selló algún compromiso, tuvo algún juramento, implícito puede ser. Otros más posmodernos sugie-ren que la traición es la verda-dera forma del movimiento de la política, de diversificación y de cambio.

En todo caso sigue aplicándose la categoría de traición porque se puede decir primero: “¿Por qué entraste acá?” Y segundo: “¿Por qué no te diste cuenta antes? Lo decís ahora que hay problemas”. El traidor también carga con un tipo de conceptua-lización grave, como el cobar-de, como el que no se animó… No es sólo para los juicios, está en todos los libros publicados, en Recuerdos de la muerte, en El Tren de la Victoria de Cristi-na Zucker... Está tratado lateral-

mente... Es muy difícil porque toda la rememoración tiene una base épica. Se estableció en varios arquetipos. Lo cierto es que lo que yo vi en Tucumán me asustó.

En estos juicios quizás es más fácil, va más gente. Las ma-nifestaciones y bombos eran del lado de los represores. Por eso pasa esto. Porque estamos en un punto crucial en el que evidentemente hay un avance muy grande de la posición de la llamada teoría de los dos de-monios. El avance de eso fue grande, acompañando o nu-triéndose de la crítica al kirch-nerismo que hacen los medios. Los medios formalmente sos-tienen todavía las políticas de derechos humanos, pero infor-malmente la erosionan todos los días, alimentando la tesis de los dos demonios. Ese discurso de (Alfredo) Astiz, no se podría haber hecho hace unos años, pero ahora siente que hay una sociedad que puede escuchar-lo, que hay más audibilidad.

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¿Cree que está faltando una revisión de ciertas categorías respecto a la militancia polí-tica de los años 60/70? ¿Urge un debate más profundo en relación a distintos temas que contribuyan a la construcción de la memoria?

Habría que revisar mucho el lenguaje que se hablaba antes y el que se habla ahora. Ahora se reitera de alguna manera. Pero es parte de una pregunta más grande. Digamos, aunque siga habiendo juicios, la pregunta sería si la sociedad argentina está dando por terminado el ci-clo de los derechos humanos… Se pasa a una fase en la que los derechos humanos se tornan sociales, vinculados a los dere-chos laborales, ya sea desde la derecha para criticar al Gobier-no o desde la izquierda con los derechos a la naturaleza, como lo propone (Eugenio Raúl) Zaffaroni con los “derechos de la Pacha Mama”. En ese sentido habría una nueva historicidad. Lo veo positivo en el sentido de seguir hablando de los derechos en relación a la memoria de una manera más fresca. Caso con-trario, ocurre lo que vi en Tu-cumán, donde el discurso de la

víctima estaba contado muchas veces con un estado de rigidez muy grande. El problema es qui-zás que faltan más cronistas, en lugar de fiscales y abogados y querellantes y jueces.

No creo que sea fácil un debate. Ya se dio en Alemania. Hay una corriente alemana muy fuerte, anti-monumentalista, por ejem-plo (Christian) Boltanski. A mu-chos no les gusta… Vino hace muy poco a la Argentina y trata de capturar a través de una ex-periencia anterior los pequeños objetos, cosas olvidadas, como las ranuras de la historia. Ya no la memoria de personas, sino la memoria de lugares que alber-garon personas. No está mal, pero también ha sido criticado.

Dice que faltan más cronis-tas. Pero también es cierto que “todos hablan de la memoria”. Probablemente falten muchas reflexiones y el debate sea “in-terminable”, incluyendo tam-bién a los espacios de memoria…

Sí, porque museos hay que ha-cer. No soy contrario a los mu-seos y a algún tipo de experien-cia originaria que tienen los museos. En el Museo Judío de

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Berlín, medio te obligan a que pienses algo sobre el carácter trágico y la experiencia últi-ma de la muerte, una especie de ámbito de meditación. Hay rituales que están ahí precisa-mente para hacerse disculpa-bles, o a hacer disculpable al que no se le ocurrió nada. La Iglesia es muy sabia en eso. No es que vas a misa y revivís la Pa-sión de Cristo. Los curas saben esperar, alguna vez te ocurrirá o no te ocurrirá nunca.

Hablar de la memoria ahora se convierte en un tema académi-co o bibliográfico, con escala en el Conicet. No digo que eso esté mal, pero incluso las personas que tratan el tema lo hacen para problematizar también cómo se calcifica o rectifica eso. Son to-dos problemas de sacralidad o profanación. Me parece que está la sustitución de la idea de una especie de último recurso de una sacralidad frente al lugar, de sus-tituirla por la idea de que tiene que ser lo contrario, para resca-tar al lugar de sus tinieblas.

Lo contrario sería la alegría. No digo que no se hagan más es-pectáculos, espectáculos tiene que haber, pero tiene que haber

algo más ahí, porque sino el lu-gar se de-sacraliza y se convier-te en la administración de la memoria y no corresponde.

No creo que esté mal conti-nuar el debate sobre el Es-pacio de lo que fue la ESMA. También que éste continúe siendo interpelado, incluso que siga interpelando a la po-blación. Pienso que entre “un lugar sacralizado” y “un lugar para la alegría” existe otra di-mensión, en la que se pueda repensar nuevas actividades, charlas nuevas, sin demasia-da solemnidad…

Sí, como lugar de charla, como lugar del arte también. Ahora hay un arte vinculado a la au-sencia, a la desaparición, al te-rror. Yo ingresé cuando entró Néstor Kirchner, no lo conocía de antes. Es un edificio que tiene una larga historia en la memoria militar. El hecho de que lo haya tomado el Estado, en nombre de otras cosas, es formidable.

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Estas reflexiones que señala tanto sobre los espacios de me-moria como sobre los juicios, ¿de qué modo piensa que lle-gan a la población en general?

Creo que puede haber cierta burocratización del tema, junto con un avance de la militancia a la derecha. Por lo tanto, una reinterpretación de la historia argentina muy fuerte. No es la derecha ideológica. Es una ape-lación a los nuevos militares de la democracia. Las condenas que este Ejército y esta Marina hicieron a la anterior son epi-sódicas, muchas veces superfi-ciales y estuvieron a cargo de algunas pocas personas. No sé cuán operativo es ese corte y cómo hay que considerarlo, más allá de que hay materias de derechos humanos y que se

han producido discursos de de-rechos humanos.

A lo que voy es que no sé si el país está o no preparando un espacio común en el que reapa-rezca una ilusión, que no hay por qué descartar, de unas Fuerzas Armadas enteramente críticas de su pasado. Esas evidencias no las veo disponibles fácilmen-te, por lo menos yo. Depende un poco de la estabilidad del pre-sente Gobierno, que se sigue ba-sando en símbolos muy fuertes, como el acto descolgar el cuadro de (Jorge Rafael) Videla en el in-terior de una institución militar. Me parece que son fuerzas sub-terráneas de la sociedad argen-tina que se siguen moviendo y los juicios son una oportunidad para verlas. Es decir, sobre cómo avanzan o cómo retroceden.

Fuente: http://www.espaciomemoria.ar/

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Es importante acompañar con nuestra música la lucha de los organismos de derechos humanos que vienen desde hace muchos años, levantando la voz y las banderas para que no volver a repetir lo que pasó durante la última dictadura en nuestro país.Todos los que nos dedicamos a la cultura, los lugares como el Espacio Memoria permiten que los artistas podamos conectar con el público, compartir información, concientizar y eso es primordial. Soy muy consciente de lo que sucedió en estos ex centros clandestinos durante el terrorismo de Estado, por eso es importante aportar desde la música a la promoción y defensa de los derechos humanos.

La memoria colectiva es la de todos, es la que tenemos que defender para no repetir los hechos. Heredamos la generación de los grandes cantautores que fueron prohibidos, amenazados, asesinados por escribir una canción y hoy nuestra generación disfruta las mieles de cantar sobre lo que se quiera y eso conlleva otra responsabilidad. Hoy cantamos sobre nuevas libertades a conseguir.

* Palabras pronunciadas en su actuación en el Espacio Memoria y

Derechos Humanos (ex ESMA) el 16 de diciembre de 2015

Memoria colectiva: defender, no repetirKevin Johansen*

Fuente: http://www.espaciomemoria.ar/

Foto: sebastianmiquel.com

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Ilustración: Sebastián Prevotel

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Mis queridos hermanos y ami-gos: vamos a seguir rezando, como lo venimos haciendo des-de que desaparecieron nuestros hermanos sacerdotes, pasto-res de Jesucristo, en este noble y sufrido pueblo de Chami-cal, elegido y probado, señala-do como fiel testigo, testimonio vivo de la muerte de estos dos hermanos. (...)

Antes de proseguir tengo que dar cumplimiento a lo que se me ha pedido, no como una

cosa externa; debo comunicar a la diócesis las condolencias que hemos recibido. Una de ellas proviene de parte de todo el episcopado argentino, y me la hace llegar mi hermano, el car-denal Primatesta, presidente de la conferencia episcopal ar-gentina. Todos los obispos hu-bieran deseado estar presentes, como el mismo nuncio apostóli-co, representante del Papa en la Argentina. Los obispos no pue-den hacerlo en este día, porque la comisión ejecutiva del episco-

“Si es que se dicen cristianos, ¡abran los ojos!”, exclamó el obispo riojano Enrique Angelelli el 22 de julio de 1976 en la homilía por el asesinato de Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville. Estos, participaban de la pastoral de Angelelli en una parroquia de Cha-mical, La Rioja. Fueron secuesrados el 18 de julio de ese mismo año, apresados en la base local de la Fuerza Área y sus cuerpos muertos fueron arrojados dos días después con los ojos vendados y con mar-cas de fuertes torturas.

ABRIR LOS OJOSEnrique Angelelli (*)

HOMILÍA DE MONSEÑOR ANGELELLI EN LA MISA POR EL ASESINATO DE CARLOS DE DIOAS MURIAS Y GABRIEL LONGUEVILLE

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pado tiene una entrevista con el excelentísimo señor presidente de la nación.

El segundo telegrama provie-ne del señor nuncio apostólico del Santo Padre, monseñor Pío Laghi; y el tercero del arzobis-po de Santa Fe, monseñor Vi-cente Zazpe. La sola lectura de estos mensajes nos habla de la adhesión de toda la Iglesia ar-gentina, del representante del papa y de la comisión ejecutiva, y nos explican por qué no están concelebrando y presidiendo -como lo harían con gusto- esta eucaristía, en la despedida de Carlos y Gabriel.

Esto también tiene que hacernos pensar. No es algo de Chamical, no es algo de La Rioja. Es de la patria, es algo de toda la Iglesia argentina, es de todos. Yo diría: de creyentes y no creyentes. ¡Nos toca a todos! (...)

¡Cómo quisiera decir a los que les quitaron la vida, a los que prepararon el crimen, a los que lo instigaron: abran los ojos, her-manos! Si es que se dicen cristia-nos, ¡abran los ojos ante el sacri-legio que se ha cometido, ante el crimen que se ha cometido! (...)

Por nuestro corazón, porque lle-vamos en la raíz la inclinación al pecado, al mal, a veces nos con-vertimos a lo que es malo como si eso fuese una cosa buena. Y no nos damos cuenta de que el co-razón se nos pudre, apesta, hace daño. En cambio, ¡qué estupen-do es cuando el corazón humano está lleno de la palabra de Dios, lleno del Señor y de todo lo que él inspira y nosotros acogemos!

Pero los hombres llevamos todo esto en vasos de barro. ¡Miren aquí las pruebas de cómo lleva-mos este tesoro en vasos de ba-rro! Somos frágiles: ¡también nos pueden quitar la vida por Jesu-cristo! Y nuestros cuerpos tene-mos que guardarlos en una caja y hasta soldarla antes de tiempo, porque se descomponen. Y sin embargo, por pura misericordia de Dios, ellos fueron ministros de Jesucristo, pastores del Cha-mical. (...)

Estamos doloridos, profunda-mente doloridos, pero no somos locos. Porque gracias a Dios so-mos normales, y ¡cómo no va-mos a llorar al que es carne de nuestra carne y sangre de nues-tra sangre, afecto de nuestro afecto, miembro de nuestra fa-

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milia, hijo del cuerpo de Cristo, parte de su pueblo, testigo de su Iglesia! ¡Cómo no los va a llorar Chamical! (...) La primicia de la sangre sacerdotal ha sido verti-da en esta comunidad y en esta tierra de Los Llanos: véanla con ojos de fe, no la miren con ojos de rencor ni de resentimiento. Doloridos, con lágrimas, sí, pero con ojos de fe. (...)

Este pueblo, como cualquier otro del país, necesita pastores que si-gan haciendo lo que Carlos y Ga-briel hicieron hasta ahora, y por lo que murieron. Y también para las religiosas es una bendición su muerte. Ellos, hermanas, han entregado la vida, no por tontos, ni por cándidos, sino por la fe, por servir, por amar, para que no-sotros entendamos qué es servir, qué es amar, qué es no ser tontos.

No hay ninguna página del evan-gelio que nos mande ser tontos. Cristo nos enseña a ser humil-des como la paloma y astutos como la serpiente; nos manda to-mar la cruz de cada día y seguir-lo; nos manda que nos gocemos en la persecución; nos manda ser mansos de corazón, y tener alma y corazón de pobres; él nos man-da buscar a los más necesitados

porque son los privilegiados del Señor, y no rechazar a nadie, por-que suya es la respuesta para todos los hombres y para todo hombre, aunque se quiera dudar de esta verdad. “Todo hombre es mi hermano”: esto es el evange-lio, aunque se puedan mofar de él. (...)

Hermanos míos, yo los invito a que oremos por los que mata-ron a Carlos y a Gabriel, sin que nos interesen ni las siglas ni los nombres. Lo repito, no tenemos ni los ojos ni los oídos cerrados; tenemos la inteligencia normal de todo ser humano, o sea, que si hay que saber y podemos con-seguir elementos y estar así en condiciones de informar a quien se debe, vamos a hacerlo. Pero también nos preguntamos: ¿hay acaso hermanos nuestros que pueden imaginar o pensar o pro-gramar violencias, y hay otros que las ejecutan? ¿Y es posible que coincidan? (...)

¡Qué difícil es ser cristiano! Por-que al cristiano se le exige per-donar. Si se nos dijera: “No te-nemos que perdonar; esto no es cristiano, no es siquiera humano matar sacerdotes”, respondería-mos sin vacilar: el cristiano tiene

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que perdonar a todos. Pero otra cosa es aprobar los errores y otra aún no trabajar para evitar que estas cosas sucedan.

Pero al responsable su concien-cia ha de decirle seguramente: “¡Vos lo hiciste!” Y no sé cómo puede dormir y, si está casado, cómo puede darle un beso a su mujer y a sus hijos. No lo entien-do desde la fe, y ni siquiera hu-manamente, en este y en otros casos... No entiendo cómo esos hombres pueden tomar a sus se-mejantes y, diciéndose cristia-nos, despedazarlos y triturarlos como al trigo para hacer pan, por más que esta vez les haya sali-do pan bendito. ¿No se acuerdan que Tertuliano dice que la san-gre de los mártires es semilla de nuevos cristianos? Así, los mis-

mos verdugos son instrumentos, en cierta manera, para el bien, para que surja una comunidad fuerte en la fe, en la esperanza y en el amor. (...)

Señor, permite a Gabriel y a Car-los que desde el cielo sacudan los corazones de sus asesinos, para que no sigan haciendo lo que están haciendo. Gabriel y Carlos: como obispo, yo tengo mucho que agradecerles a am-bos. ¡Muchas gracias! Amén.

(*) Palabras pronunciadas en la misa de cuerpo presente

realizada el 22 de julio de 1976. 17 días después, Angelelli

fue ejecutado por la dictadura militar en un falso accidente

de ruta en los llanos riojanos.

Fuente: Pastor y Profeta. Mensajes de Monseñor Angelelli, Editorial Claretiana, Buenos Aires, 1986.

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Con un callo por anillo,monseñor cortaba arroz.¿Monseñor “martilloy hoz”?

Me llamarán subversivo.Y yo les diré: lo soy.Por mi pueblo en lucha, vivo.Con mi pueblo en marcha, voy.

Tengo fe de guerrilleroy amor de revolución.Y entre Evangelio y canciónsufro y digo lo que quiero.Si escandalizo, primeroquemé el propio corazónal fuego de esta Pasión,cruz de Su mismo Madero.

Incito a la subversióncontra el Poder y el Dinero.Quiero subvertir la Ley

que pervierte al Pueblo en greyy al Gobierno en carnicero.(Mi pastor se hizo Cordero.Servidor se hizo mi Rey).Creo en la Internacionalde las frentes levantadas,de la voz de igual a igualy las manos enlazadas...

Y llamo al Orden de mal,y al Progreso de mentira.Tengo menos Paz que ira.Tengo más amor que paz.

... Creo en la hoz y el hazde estas espigas caídas:¡una Muerte y tantas vidas!¡Creo en esta hoz que avanza- bajo este sol sin disfrazy en la común Esperanza -tan encurvada y tenaz!

Me Llamarán Subversivo Dom Pedro Casaldáliga

Foto: sebastianmiquel.com

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Vivimos en un tipo de sociedad mundial que ha puesto a la econo-mía como su eje estructurador. La razón es sólo utilitarista, y todo, hasta la persona humana, como lo denuncia el Papa Francisco, es convertido en «un bien de consumo que una vez usado se tira». En una sociedad así no hay lugar para derechos, sólo para intereses.

LOS DERECHOS HUMANOS COMO TAREA ÉTICA Y POLÍTICA (*)

Leonardo Boff

Foto: sebastianmiquel.com

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Vivimos en un mundo en el que los derechos humanos son viola-dos prácticamente en todos los niveles: familiar, local, nacional y planetario. El Informe Anual de Amnistía Internacional, que cu-bre 159 países, hace esta doloro-sa constatación. En vez de avan-zar en el respeto a la dignidad humana y a los derechos de las personas, de los pueblos y de los ecosistemas, estamos retroce-diendo a niveles de barbarie. Las violaciones no conocen fronte-ras y las formas de esta agresión se sofistican cada vez más.

La forma más cobarde es la ac-ción de los «drones», aviones no pilotados que desde una base de Texas, dirigidos por un joven militar ante una pantalla de te-levisión, como si estuviera ju-gando, consigue identificar a un grupo de afganos que están celebrando un matrimonio, en el cual presumiblemente debe haber algún guerrillero de Al Quaeda. Basta esta suposición para, con un pequeño clic, lan-zar una bomba que aniquila a todo el grupo, con muchas ma-dres y niños inocentes.

Es la forma perversa de la gue-rra preventiva, inaugurada por

Bush y llevada adelante cri-minalmente por el presiden-te Obama, que no ha cumpli-do las promesas de su campaña en lo referente a los derechos humanos, bien sea el cierre de Guantánamo o la supresión del “Acto Patriótico” (antipatrió-tico) por el cual cualquier per-sona en Estados Unidos pue-de ser detenida por terrorismo, sin necesidad de avisar a su fa-milia. Esto significa secuestro ilegal, que nosotros en Amé-rica Latina conocemos de so-bra. En términos económicos y también de derechos humanos se está produciendo una ver-dadera latinoamericanización de Estados Unidos al estilo de nuestros peores momentos de la época de las dictaduras mi-litares. Hoy, según dicho Infor-me de Amnistía Internacional, Estados Unidos es el país que más viola los derechos de las personas y de los pueblos.

Con la mayor indiferencia, como un emperador romano absoluto, Obama se niega a dar cualquier justificación sobre el espionaje mundial que lleva a cabo su go-bierno con el pretexto de la segu-ridad nacional, cubriendo áreas que van desde el intercambio de

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correos amorosos entre dos ena-morados hasta los negocios sigi-losos y multimillonarios de Pe-trobrás, violando el derecho a la privacidad de las personas y la soberanía de todo un país. La seguridad anula la validez de los derechos irrenunciables.

El continente que más violacio-nes sufre es África. Es el con-tinente olvidado y vandaliza-do. Las grandes corporaciones y China compran tierras (land grabbing) para producir en ellas alimentos para sus poblaciones. Es una neocolonización, más perversa que la anterior.

Los miles y miles de refugiados e inmigrantes por causa del ham-bre y de la erosión de sus tierras son los más vulnerables. Confor-man una subclase de personas, rechazadas por casi todos los países, en una «globalización de la insensibilidad», como la llamó el Papa Francisco. La situación de muchas mujeres, dice el Infor-me de Amnistía Internacional, es dramática. Son más de la mitad de la humanidad, y muchas de ellas están sujetas a violencias de todo tipo, y en varias partes de África y de Asia todavía so-metidas a la mutilación genital.

El fundamento último del culti-vo de los derechos humanos re-side en la dignidad de cada per-sona humana y en el respeto que le es debido. Dignidad sig-nifica que ella es portadora de espíritu y de libertad que le per-miten moldear su propia vida. El respeto es el reconocimien-to de que cada ser humano po-see un valor intrínseco, es un fin en sí mismo y jamás un medio para ninguna otra cosa. Delante de cada ser humano, por anóni-mo que sea, todo poder encuen-tra su límite, también el Estado.

El hecho es que vivimos en un tipo de sociedad mundial que ha puesto a la economía como su eje estructurador. La razón es sólo utilitarista, y todo, has-ta la persona humana, como lo denuncia el Papa Francisco, es convertido en «un bien de con-sumo que una vez usado se tira». En una sociedad así no hay lugar para derechos, sólo para intereses. Hasta el derecho sagrado a la comida y la bebi-da únicamente está garantizado para quien puede pagar. Si no puede, estará al pie de la mesa, con los perros, esperando algu-na migaja que caiga de la mesa repleta de los epulones.

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En este sistema económico, po-lítico y comercial se asientan las causas principales, no exclusivas, que llevan permanentemente a la violación de la dignidad huma-na. El sistema vigente no ama a las personas; solamente su capa-cidad de producir y de consumir.

La tarea, además de humani-taria y ética es política: cómo transformar esta sociedad mal-vada en otra en la que los hu-manos puedan tratarse huma-namente y gozar de derechos básicos. Si no, la violencia será la norma.

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Foto: (detalle) Carlos Brigo

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El 22 de Marzo de 1996, la Universidad Nacional de Quilmes nom-bró a Jorge Novak, Profesor Honorario “por su constante lucha en defensa de los Derechos Humanos”. En esa ocasión, el obispo de Quilmes en aquel entonces, expuso la siguiente disertación, que fue publicada en el número 30 de la Revista Nueva Tierra. Hoy, a 20 años, su palabra sigue siendo profecía, testimonio y compromiso.

¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?Mons. Jorge Novak, Obispo de Quilmes

Foto: Página 12

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Experiencia personal desgarradora

En abril de 1985, al inaugurar la primera Cátedra de Derechos Humanos en la Universidad Na-cional de Lomas de Zamora, dije:

“El 19 de septiembre de 1976 fui ordenado obispo de la recién creada diócesis de Quilmes. No sospe-chaba en aquel momento que muy pronto me encontraría con un mundo insospechado de familias afectadas visceral-mente por atroces sufrimientos espirituales. Familias, en cierta medida, moralmente proscritas en nuestra propia patria.”

Mi visión de la realidad humana hubo de cambiar forzosa y rápi-damente. Hasta entonces tenía mi propia opinión sobre los he-chos, pero basada en una infor-mación insuficiente y deterio-rada. Cada grupo familiar que trasponía los umbrales de mi oficina me comunicaba, a modo de ósmosis misteriosa, su car-ga de dolor y de angustia, recla-mando comprensión, solidari-dad, acción consecuente.Comprendí entonces cabalmen-te, a partir de estos diálogos que llenaban las más de las páginas de mi libro de audiencias, que la historia tiene una superficie en-

gañosa y una profundidad lace-rante. Comprendí que sólo quien desciende decididamente a bu-cear en los abismos del dolor provocado en la historia por la injusticia y la prepotencia, para compartirlo y para regenerarlo, adquiere en plenitud creciente su propia dimensión humana.En mi caso personal, valoré de-bidamente el axioma pastoral: ‘el hombre es el camino prime-ro y necesario de la Iglesia’. En esta experiencia vi claro que sin actitudes sinceras con la si-tuación de la familia argentina (la desaparición de personas, la destrucción premeditada de los centros de producción por los instrumentos de mezquinos in-tereses multinacionales; el ham-bre y la guerra...) me haría con-nivente y cómplice del mal en sus múltiples expresiones.Fue un aprendizaje duro pero eficaz, con la pedagogía senci-lla de descubrir la verdad de los hechos; indagar en sus causas profundas, “Y asumir sin pérdi-da de tiempo, sin temor al peli-gro, sin cansancio en la entre-ga, la defensa y promoción de la dignidad de la persona y de la familia, reclamando la plena vigencia de los derechos huma-nos inalienables”.

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Testimonio veraz

Prologué en octubre de 1983 un folleto intitulado “Fraternidad sí, violencia no”, comenzando con estas palabras:

“El poder sobrevivir a los gran-des desastres de la historia evoca con fácil espontanei-dad este refrán del prólogo de Job:‘Sólo yo pude escapar para traerte la noticia’(1, 15). Desde luego, que exageraría la nota del peligro o del derrum-be quien pretendiera ser casi el único náufrago, sobre todo al pasar la tempestad.

“Si elijo el texto bíblico men-cionado como epígrafe de la primera sección de mis pala-bras introductorias, es para asegurar la veracidad de un testimonio. Porque los temas son grandes y graves, eminente e íntimamente humanos, y han de ser tratados con el respeto debido a la verdad.

“Me atrevo a llamarme testigo porque, dada mi condición de Obispo, he podido saber datos y circunstancias de tal magni-tud y número que me capacitan a describir este breve y duro período de nuestra historia con rasgos bien definidos. Sin ser, sin más, el dueño de la verdad, me considero, a fuerza de testi-go, servidor de ella.

“Mi aporte será humilde, trans-mitiendo la denuncia que es-cucharon mis oídos y registró mi corazón y expresando los gestos que inspiró la humana solidaridad y cristiana cari-dad. Otros hablarán de lo que han sufrido en su cuerpo, en su espíritu y en su familia. Entre todos escribiremos un libro de tan argentina vibración, que lo quieran repasar las generacio-nes del futuro para perpetua memoria y edificación.”

Creyente

Las convicciones más profun-das para perseverar en esta acción solidaria me las ha brindado mi fe en Dios. He des-cubierto, a la luz de los aconte-cimientos con mayor claridad, que Dios es compasivo con el que sufre, comprometido con el pobre, justiciero a favor del per-seguido implacablemente.

Es el Dios de la vida, que quie-re ser respetado en todo ser hu-mano. Su interpelación a Caín (“¿Dónde está tu hermano?”) atraviesa los siglos, iluminando como un relámpago las noches más tenebrosas de la historia.

En los Salmos resuena el clamor de los indigentes y la respuesta

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del Dios de la justicia. Un ejem-plo: (Salmo 82,1-4):

“El Señor se levanta en la asam-blea divina y juzga en medio de los dioses: ¿Hasta cuándo juzgarán injus-tamente y favorecerán a los malvados? ¡Defiendan al desvalido y al huérfano, hagan justicia al oprimido y al pobre; liberen al débil y al in-digente; rescátenlos del poder de los impíos”.

El nuevo orden propuesto por Dios a la humanidad es la tarea del Mesías que, los cristianos creemos es Jesús de Nazareth (Salmo 72,12-14):

“Porque él librará al pobre que suplica y al humilde que está desam-parado. Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indi-gentes. los rescatará de la opresión y la violencia, y la sangre de ellos será precio-sa ante sus ojos.”

Discípulo

Los que profesamos nuestra ad-hesión a este Jesús, escucha-

mos sus palabras con respetuo-sa obediencia. Él no sólo nos señaló el camino hacia Dios. También expuso con meridia-na claridad los fundamentos de la dignidad personal del ser hu-mano, exigiendo una conducta consecuente. Nadie puede acce-der a Dios, si no está en relación de fraternidad y amistad con su prójimo. La reconciliación es imprescindible y nadie ha de poner obstáculos a la felicidad de otra persona.

En la parábola del Buen Sama-ritano (Lucas 10,25-37) ha des-plegado Jesús un esquema de sentimientos y acciones de vi-gencia permanente. Para quie-nes hemos acompañado el do-lor de los familiares de los desaparecidos, esta página del Evangelio ha sido fuente in-agotable de recursos morales y energías espirituales.

En la descripción anticipada del Juicio Final, encontramos otro de los grandes estímulos de nuestra cercanía con los afecta-dos por la represión totalitaria, así como con los afectados con posteriores medidas del régimen democrático que inferían grave daño a la familia y al individuo.

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La aseveración de Cristo: “les ase-guro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis her-manos lo hicieron conmigo” (Ma-teo 25, 40), ratificaba mi propósi-to y nuestro propósito (me refiero a cuántos bregábamos juntos por la causa de los derechos huma-nos) de afrontar en ese empeño todas las consecuencias.

Sí la acción social determina la conducta del discípulo y segui-dor de Jesús con la fuerza de una consigna, deduzcamos que la de-fensa y promoción de la vida y dignidad de la persona humana constituye uno de los aspectos más salientes de ese campo, lle-gando a ser un verdadero test de autenticidad cristiana.

Una valiosa tradición

Cuando la historia, después de la Paz de la Iglesia (año 313) fue marcándose en forma creciente con la cultura cristiana, los pas-tores fieles a su misión tuvieron que urgir la denuncia de los ex-cesos de una clase social que presumía de cristiana. La expre-sión más frecuente aparece en la defensa del pobre. Los textos son numerosos y han marcado

profundamente mi corazón de Pastor. Decía San Basilio (muer-to en el año 379):

“¿Qué responderás al Juez, tú que revistes las paredes y de-jas desnudo al hombre? ¿Tú, que adornas a los caballos y ni siquiera te dignas mirar a tu hermano cubierto de harapos? ¿Tú, que dejas que se te pudran los alimentos y no alimentas a los hambrientos? ¿Tú, que guardas el dinero y desprecias al que muere por no tenerlo? Pero, dime: ¿De qué te apro-vecha llevar la mano ilumina-da por piedras preciosas? ¿A quién perdonó la muerte por consideración a sus riquezas? ¿De quién se espantó la enfer-medad por su mucho dinero? ¿Hasta cuándo habrá riquezas que sean causa de guerras, por las que se fabrican las armas y se afilan las espadas?”

(José Ignacio González Faus: Vicarios de Cristo, Madrid, 1991, págs. 22- 3).

En otro orden de cosas, Obispos conscientes de su deber no se amilanaban ante el gobierno, si los hombres que lo representa-ban claudicaban en su moral cris-tiana. Es bien conocido el episo-dio de San Ambrosio (Obispo de Milán, muerto en el año 397), en-frentando al emperador Teodo-sio. Este, en un arrebato de ira,

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Foto: (detalle) Carlos Brigo

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había hecho matar a 7000 hom-bres de Tesalónica, como represa-lia. Estas palabras las pone el his-toriador Teodoreto en labios de Ambrosio, excomulgando transi-toriamente al emperador:

“¿Y con esos vuestros ojos os atrevéis a contemplar la Igle-sia, que es el hogar común para todos? ¿Tenéis valor para ex-tender esas manos en actitud orante? ¿No véis cómo aún cho-rrea la sangre de aquella crimi-nal mortandad? ¡No concibo que tales manos se atrevan a recibir el Sacrosanto Cuerpo del Señor!”

(Hugo Rahner: «Libertad de la Iglesia en Occidente», Buenos Aires, 1949, Pag. 155).

No es extraño que el Evange-lio penetrara profundamente en la legislación de la Iglesia. Los Obispos participantes de los Concilios Provinciales en los si-glos de transformación cultural de Europa (segun-da mitad del primer milenio cristiano) toma-ron como suya la causa del po-bre, del oprimido, del violenta-do. Reiteran la proclamación de la dignidad e igualdad de toda persona humana en la presen-cia de Dios y cohíben con ame-nazas y penas especiales a los incendiarios y violentos.

El Concilio Vaticano II ha reto-mado un principio de aquella le-gislación, en la que palpita tanta sensibilidad humana y cristiana: “alimenta al que muere de ham-bre porque, si no lo alimentas, lo asesinas” («Decreto de Gracia-no», capítulo 21, distinción 86; ci-tado en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual N° 69).

Fidelidad al Concilio Vaticano II

Los Obispos reunidos en el Concilio Vaticano II asumieron la causa de los Derechos Hu-manos. En el documento “Gau-dium et Spes” (1965), sobre la Iglesia en el mundo moderno, se expresaron así (N° 27c):

“No sólo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eu-tanasia y el mismo suicidio deliberado-; cuanto mola la integridad de la perso-na humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbi-trarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la

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trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales de-gradantes, que reducen al ope-rario al rango de mero instru-mento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prácticas y otras pareci-das son en sí mismas infaman-tes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador”.

Ha sido norma invariable de mi conducta poner en práctica las orientaciones doctrinales y pastorales del Concilio. Consi-guientemente, he reparado una y otra vez los principios que, en materia de antropología y socio-logía y respecto del dinamismo histórico, propone la primera parte de este documento rector de la cosmovisión cristiana.

Modesto servicio al ser humano

Servicio a la verdadMe consideré siempre obliga-do a la verdad, en mi acompaña-miento de los familiares de los desaparecidos. El encubrimien-to del lugar de detención y del trato de los desaparecidos ha sido una maniobra repugnan-

te, sobre todo porque se obra-ba con el poder omnímodo de un régimen que carecía de toda base jurídica. Esa mentira ins-titucionalizada asentaba ante-cedentes de gravísimas conse-cuencias para nuestro estilo de convivencia social.

Servicio a la vidaTambién entendí defender la vida. Nunca quise aceptar la alter-nativa de la muerte inferida vio-lentamente a los desaparecidos. Con una profunda convicción del valor de la vida humana, a la que sólo Dios ha de poner fin, evité en mis mensajes y homilías hasta la impresión de que aceptaba, como hecho consumado e irreversible, el asesinato a mansalva de miles y miles de jóvenes.

Servicio a la familiaEn mis contactos con los fami-liares, me pronuncié claramente a favor de esta célula fundante de la sociedad. Escuchando los relatos desgarradores de la sus-tracción nocturna de los seres queridos, participé angustias, compartí la esperanza contra toda esperanza del reencuentro, me uní en la oración a la apela-ción creyente y apasionada al Dios de la vida y de la justicia.

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Servicio a la libertad“Cuando se aplasta bajo el pie a todos los cautivos de un país; cuando se distorsiona el derecho de un hombre en la presencia del Altísimo; cuando se perjudica a alguien en un proceso, ¿acaso no lo ve el Señor?” (Lamentaciones 3, 34-36). ¿Cómo se atrevían a en-tonar las estrofas del Himno Na-cional los que habían reducido el goce de la libertad a un silencio temeroso y precavido, median-te acciones violatorias de las ga-rantías constitucionales?

Servicio a la justiciaUnido a las diversas organizacio-nes de Derechos Humanos trata-mos de apelar a la justicia según la letra y el espíritu de nuestra Constitución. ¡Cuántos atrope-llos! Atropellos inauditos: priva-ción arbitraría de la libertad, in-terrogatorios bajo la presión de torturas, juicios sumarios, sen-tencias inapelables, indefensión absoluta, condenas a muerte, eje-cuciones clandestinas.

Dignidad personal del ser humano

En esta actitud comprendí mejor la grandeza personal de todo hombre

y de toda mujer. Compartí más ple-namente el asombro del salmista:

“¡Señor, nuestro Dios, qué admi-rable es tu nombre en toda la tie-rral ¿Qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides?” (Salmo 8, 2-5). Me asombro yo también ante todo ser humano, a quien Dios qui-so tener como colaborador en la obra de la Creación. Admi-ro irrestrictamente a este señor, a quien Jesús quiso tener como hermano, sin excluir a nadie.

Permítanme, entonces, saludar con respeto y entusiasmo:

al ser humano que está por na-cer, exigiendo que se lo salva-guarde, que no lo asesinen cobar-demente, sino que le dejen ver la luz del sol y compartir plenamen-te la vida con sus semejantes;

al niño que ya ha nacido, como un mensaje viviente de alegría, para que no sea condenado a una muerte prematura o una existen-cia agónica por desnutrición;

al joven y a la joven, para que no sean víctimas de la desespe-ranza, por falta de ejemplos, de ideales, de trabajo:

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al anciano, cubierto de canas y de méritos, para que la sociedad no lo relegue a una marginación deprimente, sino que le permi-ta disfrutar todavía de muchos años de existencia serena;

al migrante, que no es nues-tro enemigo, sino un amigo que golpea a las puertas y al cora-zón de una patria bendecida por Dios con riquezas inagotables;

al aborigen, desterrado prácti-camente de las tierras en que sus ancestros vivieron miles de años, para que sea acogido con todos los honores y derechos de un ciu-dadano honrado y pacífico.

Cuando tengamos en cuenta, a la luz de la fe, de la razón y de la historia, la inmensa dignidad de todo ser humano, desapare-cerán las discriminaciones, las marginaciones, las opresiones que envilecen y envenenan la convivencia nacional e interna-cional. Respetaremos en el otro, hombre o mujer, joven o adulto, blanco o negro, a un amigo, sa-ludándolo con afecto y sirvién-dole con desinterés.

>>>

Compromiso ulterior con los Derechos Humanos

El gesto de buena voluntad que ha tenido para conmigo la Uni-versidad Nacional de Quilmes representa para mí el compro-miso de unirme ulteriormente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para defender y promover los derechos huma-nos inalienables, constantemente amenazados y aún atropellados.

La democracia, felizmente res-tituida en nuestra Patria a par-tir del 10 de diciembre de 1983, gozará de buena salud y po-drá prometerse larga duración si asegura a todo ciudadano el goce de derechos que la Nación Argentina asumió ante la opi-nión pública mundial. Enume-ramos algunos de ellos:

El derecho al trabajo, superando con urgencia el grave problema de la desocupación, que deprime al individuo y desintegra la familia;

el derecho a la vivienda propia y digna para que desaparezca de la escena nacional el cuadro de familias que han de vivir en carpas de nylon, castigados por el frío y las lluvias;

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el derecho a la salud, destinan-do en los presupuestos partidas suficientes, con planes bien ela-borados, para que ningún ar-gentino se vea impedido de ac-ceder al médico, disponer de la medicación necesaria y asegu-rarse una eventual internación;

el derecho a la educación, para que recuperemos nuestra otrora bien merecido nombre de país inteligente y bien formado,

el derecho a la información, completa, veraz y edificante, para que los poderosos medios de comunicación colaboren con las familias y no las atropellen, ingresando en la intimidad del hogar con imágenes y mensajes contrarios a nuestra cultura.

Fidelidad a la consigna de Santo Domingo (1992)

Los Obispos reunidos en la 4ª Conferencia del Episcopado La-tinoamericano se expresaron en este tenor respecto de los Dere-chos Humanos:

a. Desafíos pastorales N° 166. “La conciencia de los de-rechos humanos ha progresado

notablemente desde Puebla, jun-to con acciones significativas de la Iglesia en este campo. Pero al mismo tiempo ha crecido el pro-blema de la violación de algunos derechos, se han incrementado las condiciones sociales y polí-ticas adversas. Igualmente se ha oscurecido la concepción de los mismos derechos por interpreta-ciones ideologizadas y manipu-lación de grupos, mientras apa-rece una mayor necesidad de mecanismos jurídicos y de parti-cipación ciudadana”.

N° 167. “Los derechos humanos se violan no sólo por el terro-rismo, la represión, los asesina-tos, sino también por la existen-cia de condiciones de extrema pobreza y de estructuras eco-nómicas injustas que originan grandes desigualdades. La into-lerancia política y el indiferen-tismo frente a la situación del empobrecimiento generalizado muestran un desprecio a la vida humana concreta que no pode-mos callar”.

“Merecen una denuncia espe-cial las violencias contra los de-rechos de los niños, la mujer y los grupos más pobres de la so-ciedad: campesinos, indígenas

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y afroamericanos. También hay que denunciar el negocio del narcotráfico”.

b. Líneas pastorales N° 168. “Promover, de modo más eficaz y valiente, los derechos humanos, desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Igle-sia, con la palabra, la acción y la colaboración, comprometién-dose en la defensa de los dere-chos individuales y sociales del hombre, de los pueblos, de las culturas y de los sectores margi-nados, así como de los desprote-gidos y encarcelados”.

“Comprometerse en la defensa de la vida desde el primer mo-mento de la concepción hasta su último aliento”.

“Participar con discernimien-to en organismos de diálogo y mediación y también en insti-tuciones de apoyo a las diver-sas clases de víctimas, con la condición de que sean serios y no instrumentalicen mediante ideologías incompatibles con la Doctrina Social de la Iglesia”.

“Empeñarse firmemente, a la luz de los valores evangélicos, en la superación de toda injusta dis-

criminación por razón de razas, nacionalismos, culturas, sexos y credos, procurando eliminar todo odio, resentimiento y espí-ritu de venganza y promoviendo la re-conciliación y la justicia.”

Se ha hecho algo, pero no todo

En mi prólogo al folleto “Frater-nidad sí, violencia no”, tracé un cuadro de los gestos y servicios concretos de la situación cercada por el terrorismo del Estado que existía. Transcribo parcialmente:

“¿Hubo llamados de emergencia? Por de pronto, la respuesta ha de ser: hubo casos de emergencia. Hubo numerosos casos. De emer-gencia extrema: allí donde la dig-nidad y la vida, no ya sólo de un individuo, sino de la humanidad misma son prostituidas y deterio-radas hasta la desfiguración”.

“Cuando hay un tornado que arrasa barrios enteros, cun-de la alarma y toda la comuni-dad acude en socorro de los si-niestrados. Dígase lo propio de grandes incendios y de inun-daciones devastadoras. Entre nosotros hubo emergencia en

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Foto: (detalle) patriagrande.org.ar

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muchos hogares, en dimensio-nes profundas de la cultura, en consecuencias de largo alcance en nuestro dinamismo históri-co. La comunidad no acudió ni pronta, ni masivamente en ayu-da de estos damnificados. ¿No hubo alarma? Si la hubo, ¿fue débil, indecisa o complaciente con el poder?”

“¿O falló la respuesta solidaria? ¿O faltaron voluntarios para la acción de salvataje que exigían las críticas circunstancias por las que atravesaban tantos her-manos nuestros? Tal vez, orde-nando más los ítem, quede me-jor bosquejado todo un mundo de interrogantes.

“En el seguimiento pastoral de “desaparecidos” y de “detenidos del PEN” pueden desglosarse cuestiones como:

Salas de reunión con garantías de seguridad personal ante acti-tudes intimidatorias de fuerzas de seguridad en los meses más duros de la represión.

Asistencia pastoral de conso-lación (lectura comentada de la Biblia; oración, escucha y diálo-go sereno).

Tramitaciones de visitas a los penales.

Reclamos ante las jefaturas y direcciones para conseguir tra-to humano en las cárceles.

Facilitar tramitaciones ante las autoridades reclamando in-formación en el caso de las des-apariciones.

Asistencia en dinero a familias pobres que debían hacer, a ve-ces, largos viajes, para reclamar por desaparecidos o para visitar a familiares detenidos.

Asistencia a los abuelos que se debían encargar de los nietos “huérfanos”.

Reclamar de las autoridades y medios de comunicación social respeto al dolor y a la fama de los familiares siniestrados.

Llevar el eco de este reclamo a la catequesis de la iglesia (homi-lía, preparación a los sacramen-tos, colegios, órganos periodísti-cos católicos...).

Preocuparse del buen nombre de los hijos o hermanos menores

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de las víctimas de la represión en escuelas y universidades.

Preocuparse de la extrema ne-cesidad de las familias privadas de recursos por las desaparicio-nes (abuelos, niños...).

“La lista es larga, pero de ningu-na manera es completa. Para el fin propuesto aquí no hace fal-ta la integridad material de los ítem. Lo que sí cabe afirmar es que se trata de realidades muy concretas y agónicas: no se pue-de pasar de largo indiferente-mente. Porque Cristo estuvo en esos cuerpos torturados, en esos corazones desgarrados, en esos niños aterrorizados.”

“Hemos de confesar nuestras li-mitaciones, a veces graves. En momentos en que el Papa nos exhorta a reconocer faltas y pe-cados, aún del pasado de la Igle-sia, pedimos perdón a Dios, a los familiares de los desaparecidos y a toda la comunidad. La con-memoración de los 20 años del fatídico 24 de marzo de 1976 agrega su cuota de urgencia y reparación a este sincero reco-no-cimiento.”

>>>

Reconocimiento agradecido

¡Honremos a los hombres y mu-jeres que nos han marcado, con su vida ejemplar y su muerte he-roica, el sendero luminoso del va-lor, de la defensa y de la promo-ción de los Derechos Humanos! La historia, tomando distancia de los acontecimientos para jus-tipreciarlos en su real significa-ción, los ha integrado en la gale-ría de los héroes verdaderos, para admiración e imitación. Nues-tro siglo, que tantos horrores vio, causados por personajes nefas-tos, también conoció la noble lu-cha del Mahatma Gandhi, de Lu-ther King, de Oscar Romero y de Enrique Angelelli. ¡Gloria a ellos y a los innumerables hombres y mujeres que, anónimamente, con su conducta, pusieron el basa-mento de la efigie de una huma-nidad libre y fraterna!

Mi reconocimiento se dirige igualmente a los familiares de los desaparecidos. Con su tesón indoblegable representan para el país una reserva moral, aqui-latada en el mundo entero.

Agradezco mis hermanos católi-cos de la Diócesis de Quilmes,

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que supieron interpretar correc-tamente mi actitud en el área de los Derechos Humanos.

Un emocionado reconocimiento va para mis hermanos del Movi-miento Ecuménico por los Dere-chos Humanos. Hemos compar-tido, en la defensa y promoción de la dignidad de la persona hu-mana, densos años del más ge-nuino ecumenismo.

Agradezco a la Universidad Nacional de Quilmes el aliento que ha brindado a un grupo in-vestigador sobre los Derechos Humanos. Agradezco, en fin, la distinción que la misma Uni-versidad me ha que-rido otor-gar y que dedico a todos los que, creyendo en el hombre, se le acercan como amigo, herma-no, servidor.

* * *

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La praxis de la fe en la experiencia de dolor y acción, obró como fuente posibilitadora de mudanzas y motivadora de reacciones ante el poder dictatorial. La oración como encuentro con Dios, y como práctica realizada en el templo fue desplazada hacia la pla-za, a las calles, comisarías, despachos, haciéndolos emerger como nuevos areópagos. Isabel Iñiguez propone en este texto una mirada teológico-pastoral sobre el compromiso de Jorge Novak como obispo de la Diócesis de Quilmes durante la última dictadura militar. Reconoce en su figura un ícono de inspiración y responsabilidad ética y evangélica.

ESPERANZA EN ACCIÓN CERCANÍA Y CORAJEIsabel Iñiguez (*)

UNA MIRADA SOBRE LA PASTORAL DE LOS DERECHOS HUMANOS DE JORGE NOVAK

Foto: http://profesor-daniel-alberto-chiarenza.blogspot.com.ar/

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Presento la Pastoral de los Dere-chos Humanos, resaltando des-de la imagen de pastor al obispo Jorge Novak, el diálogo con las Madres de la Plaza Quilmes y el trabajo ecuménico en el MEDH, conformando una figura pasto-ral significativa, porque pública-mente han emergido de la reali-dad, por lo significativo de sus vidas y el compromiso de sus prácticas con los sufrientes de la historia, en los contextos que le tocó vivir, generando un testimo-nio relevante de interpelación de enseñanzas del evangelio en nuestra contemporaneidad.

En primer lugar me voy a refe-rir a la figura teológico-pastoral, que representa el Obispo Jor-ge Novak durante su Ministerio Episcopal, como primer Obispo de la diócesis de Quilmes, (1976-2001), luego en relación al diá-logo con las Madres de la Plaza de Quilmes y el trabajo conjun-to con el MEDH en la pastoral de los Derechos humanos.

Como figura teológico-pastoral, el Obispo Novak, emerge con significado por la implementa-ción organizativa diocesana en todas las pastorales, desde la modalidad de Iglesia gestada

y recreada en ese espacio vital en el que confluyen la incultu-ración diocesana de las opcio-nes y orientaciones emanadas del Concilio Vaticano II. En este sentido, toda la obra del Padre Obispo Jorge Novak, ha dejado impreso en la diócesis una mar-ca, configurándola con el espíri-tu pastoral del Concilio Vaticano II que tuvo su recepción signifi-cativa en el Sínodo Diocesano de la Palabra en (1981-1984).

En lo académico, ejerce desde 1958 en la docencia de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología de la Universidad Ca-tólica “Santa María de los Bue-nos Aires”; en la Facultad de His-toria y Letras de la Universidad del Salvador (Buenos Aires); en el Seminario Mayor San José (La Plata); en el Instituto de Cultu-ra Religiosa Superior (Buenos Aires); en el Escolasticado, San Francisco Javier de los Misio-neros del Verbo Divino, (Rafael Calzada); en el Instituto Superior del Profesorado Presbítero Anto-nio Sáenz (Lomas de Zamora); en el Instituto del Profesorado del Espíritu Santo, (Quilmes); en el Seminario de Catequesis de la Diócesis de Quilmes y en el Cen-tro de Estudios Filosóficos y Teo-

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lización, lo que hago es expre-sar en esta frase punzante del Apóstol: Pobre de mí si no pre-dicare el Evangelio” (1 Co 9,16), (Novak 1976p.2). Esta tarea que le tocó desarrollar en el marco del teodrama de la noche oscu-ra, dado el contexto, el perío-do de dictadura militar que go-bernó nuestro país entre 1976 y 1983 auto titulado “Proceso de Reorganización Nacional”; y en el marco de la democracia 1983-2001, como “Nuevos tiem-pos”. El testimonio del Obispo, dejó impreso un camino de re-ferencia en los fieles y en hom-bres y mujeres de buena volun-tad como pastor que “escucha” el clamor en la Iglesia de Quil-mes. Su voz fuerte y clara en tantos planos, lo ha sido espe-cialmente cuando se levantó para denunciar toda violación a los Derechos Humanos como contradicción al plan de Dios releyendo el episodio de Caín y Abel:“Dónde está tu herma-no, Abel”, (Gn, 4,9-10), Novak, (1976),p.5. En este proceso se observa el modo como los De-rechos Humanos fueron conce-bidos por su práctica y discur-sos como contenido propio de la acción pastoral confluyen-do en una correlación ente Bi-

lógicos Santo Toribio de Mogro-vejo (Quilmes); y como titular de la Cátedra de Derechos Huma-nos en la Universidad Nacional, (Lomas de Zamora).

La vida y el ministerio episco-pal de Jorge Novak en la dióce-sis de Quilmes, han sido aborda-dos desde muchos ángulos. En su transcurso se ha ido abrien-do camino una presentación del conjunto de su praxis evangeli-zadora en cuatro ejes temáticos: Derechos Humanos, misión per-manente, ecumenismo y opción preferencial por los pobres. En esta presentación trato uno de los ejes: La Pastoral de los Dere-chos Humanos en el ministerio episcopal de Jorge Novak (1976-2001) como defensor de la vida y de la dignidad, reflexionó e im-plementó dando respuesta a los “signos de los tiempos” a lo largo de su servicio episcopal.

La figura de un hombre y pas-tor que entrega su vida y lo sig-nificativo de su figura en su mi-nisterio episcopal lo manifiesta su práctica en la opción por los pobres, por el compromiso con los sufrientes de la historia: “Es nuestra más urgente tarea como comunidad cristiana la Evange-

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blia- cristología-antropología; teología- historia de la Iglesia y evangelización profética.

En este plano, el ministerio de Jorge Novak desde el prisma de los Derechos Humanos supone un original acceso a una vida/teología que puso en primer pla-no la convicción de la presencia de Jesús, el Cristo en los sufrien-tes pisoteados en sus prerrogati-vas básicas e identificados con Él, por su inalienable condición de imagen y semejanza del Crea-dor. En el contexto de una situa-ción cultural latinoamericana y argentina marcada por la viola-ción sistemática de la dignidad humana, desde los resortes del Estado, que pone de manifiesto la novedad evangelizadora del Padre Obispo y lo que significó su opción por los sufrientes que derivó en una propuesta pastoral y el servicio a los pobres como sujeto de derechos, ante las ne-cesidades básicas de los habitan-tes de la diócesis.

La Pastoral de los Derechos Hu-manos llevada adelante por Jor-ge Novak como Obispo de Quil-mes está en íntima relación con una concepción eclesiológica que tiene al binomio inclusión/

comunión como eje articula-dor. Se trata de una modalidad de Iglesia, Pueblo de Dios en el que confluyen la incultura-ción diocesana de las opciones y orientaciones emanadas del Concilio Vaticano II –particular-mente del tándem Lumen Gen-tiun, Gaudium et Spes– y la teo-logía post-conciliar de América Latina. En este proceso, percibo que Jorge Novak buscó y logró plasmar, en la vida diocesana en general y en la pastoral de los Derechos Humanos en particu-lar, una Iglesia Pueblo de Dios incluyente y comunional.

Al decir Pastoral de los Dere-chos humanos, desde sus dimen-siones, me refiero a la diakonia, kerigma y martyria, (Brighenti, 2011, p.43), y aplicados en rela-ción con los derechos humanos (Iñiguez,2014,p.51). Diakonía en cuanto a la práctica, de accio-nes, dichos y escritos pastorales llevadas a cabo por Jorge No-vak como servicio de la Iglesia diocesana en la temática de los Derechos Humanos referidas a la defensa de la dignidad de la persona humana. Tal dignidad, se traduce en temas concretos: la verdad sobre los desapare-cidos; la justicia hacia quienes

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han sido sustraídos de la acción del Poder Judicial para quedar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional; la vida de los Niños nacidos en cautiverio. Así como el reclamo de los emergentes derechos fundamentales, que derivan de la Opción preferen-cial por los pobres en el proceso democrático (1983-2001). El Ke-rigma como proclamación fun-damental es la dignidad que a todos, sin distinción alguna les es propia. Al reivindicar tal dig-nidad nos mueve la revelación contenida en el mensaje y en la persona misma de Jesucristo: El conocía lo que hay en el hombre (Jn 2,25) (Cf DP316).

El Padre Obispo Novak, en la Carta Pastoral sobre la actitud solidaria con los familiares de los desaparecidos ha expresado sus objetivos trazados y logra-dos: “Mi magisterio ha llenado un triple objetivo: de consola-ción y esperanza a los familia-res inmediatamente afectados; de evangelización a la opinión pública y de enseñanza a nues-tros fieles de parroquias y cole-gios”, (Novak, 1983). La defen-sa de la vida y de los Derechos Humanos, como ampliamente se expresa en la publicación en

homenaje a Jorge Novak, Tes-tigo y sembrador de esperanza, son presentadas como acentos constitutivos de una respuesta/propuesta de pastoral frente a la situación histórica, que buscó defender los derechos de las Per-sonas en su dignidad y de los pe-didos de paz ante las guerras en que se intentaban someter a los Pueblos, en esos contextos.

Al presentarlas, implica también asumir algunos criterios de dis-cernimiento teológico pastoral como Interpretación de los He-chos de Pastoral de los Derechos Humanos desde una Hermenéu-tica teológica con el abordaje teológico-sistemático, desde la pregunta: ¿Qué hiciste de tu her-mano?, desde un abordaje bíbli-co; el rostro de la pastoral de los Derechos Humanos, desde el en-foque antropológico-cristológi-co y la Pastoral de los Derechos Humanos desde una eclesiolo-gía de inclusión y comunión. La reflexión teológica de los Dere-chos Humanos como signo de los tiempos y la Pastoral de Jor-ge Novak, como reacción ante los anti-signos explicitan el mo-delo pastoral que está en juego en estas acciones, opciones y discursos, en el cauce de la her-

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menéutica bíblica y teológica de la Gaudium et Spes y de su re-cepción latinoamericana.

Considero que una pastoral como la de los Derechos Huma-nos sólo puede ser fielmente in-terpretada desde una actitud profética de denuncia del con-texto y del poder oculto y mani-fiesto de las dictaduras latinoa-mericanas. Proceso, leído desde los aportes de la teología de la li-beración como reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la Palabra de Dios y de los Docu-mentos pastorales de la Iglesia. Momento reflexivo de la profecía que arranca de la realidad huma-na, social, histórica para pensar desde un horizonte más macro las relaciones de injusticia que se ejercen desde el centro contra la periferia de los pueblos, pro-duciendo situaciones de extre-ma pobreza que adquieren en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e inter-pela. (Cf. DP 31)

>>>

Las Madres de la Plaza Quilmes

En este punto me refiero a las Madres, como mujeres, ante la desaparición de sus hijos e hijas en el contexto histórico de dicta-dura en el país y la consecuente forma organizativa en el escena-rio de la plaza. Desde la reflexión teológico pastoral y en la pers-pectiva de género resalto la figu-ra novedosa de resistencia y de fe en la pastoral de los derechos humanos. Para este tema me re-mito a la presentación realiza-da en el marco del 1º Congreso de Teólogas Latinoamericanas y Alemanas (Bs.As.2008).

Las Madres de la Plaza, emergie-ron del silencio y la noche fren-te a la época más cruel en el es-cenario de la plaza. Todo esto en el marco de las dictaduras para América Latina, diseñada desde los centros de poder y la imple-mentación del Plan Cóndor para América del Sur, en aplicación de la Doctrina de la Seguridad Nacional. El secuestro de miles de personas, con la consecuente privación ilegítima de la libertad en Centros Clandestinos de De-tención. En ese período se reali-za la apropiación de los hijos de

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los desaparecidos-bebés secues-trados y nacidos en cautiverio implementándose una campaña de acción psicológica específica basada en el control social.

La Plaza se tornó espacio de con-quista de libertad y resistencia: “Nos creamos en la Plaza porque en otros organismos no nos sen-tíamos bien cerca; había siem-pre una cosa más burocrática y en la Plaza éramos todas iguales, nos contábamos ese ¿qué pasó?, ¿cómo fue?; a todas nos pasaba lo mismo, por eso la Plaza nos agrupó, nos consolidó. Además, no queríamos que se le llame ron-da a lo que hacíamos, porque ron-da es rondar sobre lo mismo, pero marchar es marchar hacia algo y las Madres, creemos que aunque sea en círculo, estamos marchan-do hacia algo”.

En la plaza, las mujeres encuen-tran un lugar para situarse, un lugar desde el cual pueden de-safiar los prejuicios de todo tipo que siguen rebajando el valor de sus vidas en la sociedad y tam-bién experimentado en las Igle-sias. La práctica de las madres por la ausencia, por el grito des-de sus entrañas ante el secuestro y desaparición forzada de sus hi-

jos e hijas, arrancadas/os de sus hogares, pudieron saltar todos los muros. Sintieron la fuerza y la Fe que vence el miedo para re-sistir, organizarse y salir tocando puertas, iniciando una búsqueda incansable.

Resalto la sorprendente Fe de las Madres, frente a la exclusión que vivieron y en algunos ámbi-tos de iglesias. La oración de sus labios, manifiesta su fuente de fuerza para resistir el dolor y el miedo, algunas voces:

“Rezamos al gritar y pedir gri-tando por los desaparecidos al-rededor de la Plaza de Luján, fue cuando el país se enteró que ha-bía desaparecidos” (…)

“Frente a la persecución que su-frimos, cuando se llevaron a Fa-miliares, a las Religiosas y a dos de nuestras Madres: Mary Ponce y Esther Balestrino de Cariada en la Iglesia de la Santa Cruz y luego a Azucena Villaflor” (…)

“Cuando llegamos a la Plaza Moreno, en La Plata, la policía nos rodeó para aislarnos del gru-po, comenzamos a rezar. Y reza-mos Padres Nuestros y Aves Ma-rías y Rosarios”.

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Foto: Carlos Brigo (detalle)

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“En noviembre de 1977 comien-zan a encontrarse todos los viernes en la Catedral de Quil-mes, a las 17 hs, a rezar el rosa-rio y a la salida encontrarse con las Otras madres”.

“En la Peregrinación a Luján, como necesitábamos identificar-nos comenzamos a usar el “pa-ñuelo blanco”, que no era otra cosa que el símbolo de un pañal de nuestros hijos”.

En los comienzos, muchas ma-dres y familiares recurrían al Obispo para pedir ayuda y en Él, encontraron un padre, un amigo que las escuchó. En toda ocasión, el Obispo Novak, hacía parte a la comunidad diocesana sobre los hechos y en la apertu-ra del Sínodo Diocesano, hizo memoria del trabajo pastoral. La acción del Obispado tenía un influjo fuertemente animador sobre las familias, brindando el espíritu, el espacio humano y fa-voreciendo la información y co-laboración con los familiares de desaparecidos y los detenidos presos por el Poder Ejecutivo Nacional del gobierno de facto.

Las Madres y Abuelas, mujeres, sujeto de conciencia y organiza-

ción, desde la perspectiva de gé-nero han tenido que enfrentar la doble injusticia en la praxis de los derechos humanos. Las si-lenciadas en la vida cotidiana, las sin nombre y luego reforza-do este silencio por las estruc-turas y el terrorismo de estado, utilizaron sus propios cuerpos como símbolo vivo del poder de la memoria, negándose a acep-tar que la injusticia dijera la úl-tima palabra. A través de sus actos de memoria pública, lite-ralmente peligroso, ayudaron a crear una realidad diferente. Pero, son ellas mismas, las Ma-dres, en sus testimonios, quie-nes manifiestan el crecimiento de conciencia y organización en el proceso, así decían: “A pe-sar de que nos impidan voy a ir a la marcha, por primera vez voy a entrar en la ilegalidad, a desafiar la ley”. “He dejado de ser esa madre ingenua pero co-rajuda dispuesta a escalar mon-tañas para encontrar a mi hijo”. “La sola idea de que a conse-cuencia de nuestra acción pu-diéramos encontrar respuestas, es un motor cuya potencia ellos ni siquiera sospechan. Ni sus amenazas, ni sus fusiles pueden contra la fe de una madre”. “Nos llevaban presas, nos golpeaban,

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ponían perros en la Plaza, nos ti-raban gases”.

Cuando las Madres hacen me-moria de la lucha de sus hijos, se sienten continuadoras del pro-yecto de búsqueda de una nueva sociedad. Al considerar que sus hijos tenían razón, que había que cambiar el tipo de sociedad que excluye, asumen la legitimidad de la lucha política de ellos y per-miten que se realice un ejercicio de memoria acerca de la géne-sis del plan de ajuste estructural, que comenzó durante el proceso y se consolidó en el gobierno de los 90 y ellas, aseguran en la con-ciencia colectiva la permanencia de la lucha por la defensa de los derechos humanos.

Las Madres y Abuelas, experi-mentan la socialización de su maternidad como un milagro: “Fue un milagro socializar nues-tra maternidad; fue un milagro encontrar en otros hijos a nues-tros propios hijos”. Ellas, se han constituido en el paradigma de la práctica política a partir del dolor más allá de lo personal sino social, de una abierta rebel-día hacia el gobierno militar y hacia las formas de hacer políti-ca de los partidos tradicionales.

Representan el ejercicio de ma-ternidad social, la salida a lo pú-blico para buscar al hijo y a todos los hijos. Las Madres nos reflejan el concepto universal de mater-nidad.

La praxis de la fe en la experien-cia de dolor y acción, obró como fuente posibilitadora de mudan-zas y motivadora de reacciones ante el poder dictatorial. La ora-ción como encuentro con Dios, y como práctica realizada en el templo fue desplazada hacia la plaza, a las calles, comisarías, despachos, haciéndolos emerger como nuevos areópagos.

La plaza que obrara como su huerto de los olivos, espacio de decisión, para enfrentar la pa-sión y muerte, fue también vivi-da simbólicamente, como esce-nario de resurrecciones, decían: “Nuestros hijos nacen cada día, el milagro de la resurrección se provoca cada jueves en la Pla-za, ahí resucitan en cada plaza, ahí nacen todos los jueves y viven cada semana y cada día con no-sotras”. Ellas, como gestoras del movimiento de reivindicación por la vida, tejiendo y compar-tiendo juntas han modificado su modo de estar en la familia y en

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la sociedad, han puesto la pala-bra y el cuerpo, transformando públicamente su lugar y rol en la sociedad argentina, comenzan-do a ser sujeto y no objeto de los lugares prohibidos. Esa modifi-cación del lugar del cuerpo de la mujer, del lugar de acción y de expresión, en lugar de la prohibi-ción de la presencia, les hace ex-perimentar la resurrección como presencia, memoria y esperanza, rememorando los huesos secos que expresa poética y profunda-mente el profeta Ezequiel.

Ellas, con sus pañuelos blancos, constituyen el símbolo de con-tinuidad de la defensa y digni-dad de la vida, en la búsqueda de una sociedad que se aproxi-me al Reino de Dios y su justi-cia, ellas, mujeres de resistencia y de fe en la pastoral de los De-rechos humanos y en comunión con el Obispo Novak e Incor-poradas a Cristo por el bautis-mo, forman el Pueblo de Dios y realizan en su condición de mu-jer, la misión de todo el pueblo cristiano, marcando un camino de testimonio de fe transforma-dora de la realidad, como figura novedosa y singular aportando creatividades a la Pastoral por los Derechos Humanos.

El Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos

Desde la diakonía vinculo la di-mensión de la martyría en re-lación con la pastoral ecuméni-ca por los Derechos Humanos y sus diversas acciones manco-munadas del Obispo Novak y el MEDH, que quedó plasmado en los Documentos Fundamen-tales y Declaraciones Públi-cas del Movimiento Ecuméni-co por los Derechos Humanos, volumen revelador de 323 pági-nas (1976-2002).

El Obispo Jorge Novak, fue nom-brado primer Obispo de Quil-mes, el 19 de septiembre de 1976 y un mes después, en octubre de 1976, integra el Movimiento Ecu-ménico por los Derechos Huma-nos, como cofundador y copre-sidente. Ese organismo había sido fundado en mayo de 1976 y Quilmes fue la primera dióce-sis católica que se integra a ese compromiso ecuménico en ese organismo y el primer acto pú-blico ecuménico por los Dere-chos Humanos, se realizó en la Catedral de Quilmes, el 22 de di-ciembre de 1976, donde el Obis-po lee una Carta citando pala-

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bras del Papa, para referirse a los problemas de la represión en Ar-gentina.

El Obispo, siguiendo las orien-taciones ecuménicas del Conci-lio Vaticano II, de promover la reintegración de la unidad entre todos los cristianos, (UR 1), es-trechó vínculos y acciones com-prometidas con los hermanos de otras Iglesias cristianas. El mis-mo, ha querido dejar testimonia-da su apreciación, en relación a la Pastoral Ecuménica:

“Una de las experiencias más valiosas de mi servicio a los De-rechos Humanos ha sido el diá-logo fraterno y activo con herma-nos cristianos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales, en mi condición de cofundador y co-presidente del Movimiento Ecu-ménico por los Derechos Huma-nos. Tengo la certeza de que esta colaboración entra de lleno en la letra y en el espíritu del Decreto Conciliar sobre el Ecumenismo, Nº 12”, (Novak, 1988, p.15)

Las oraciones en común y los En-cuentros nacionales del MEDH, han sido testimonio de vida y tra-bajo conjunto; las Declaraciones firmadas conjuntamente, desde

los Fundamentos que inspiraron la defensa de la persona huma-na; la Realización de Jornadas de Pastoral Ecuménica, la comu-nicación llevada a cabo en el IN-FORMEDH y en el CEDIQ y las Celebraciones Ecuménicas en fe-chas significativas, entre otras ac-ciones. Rescato algunas acciones, volcadas a continuación:

El apoyo del Movimiento ecu-ménico ante la prohibición de la oración pública por la media-ción del Papa, programada por el Obispado de Quilmes, en la plaza San Martín de esta locali-dad, (1981).El compromiso por la vida desde el Evangelio de Je-sucristo en la participación del Movimiento Ecuménico en “La Marcha por la Vida” (1982), jun-to al Obispo De Nevares, con los demás hermanos en el Ecume-nismo y otras organizaciones. Además, todos los Organismos de Derechos humanos se ex-pidieron con una voz unánime de rechazo al documento de las fuerzas armadas. Entre ellos, el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos hizo sentir su rechazo ante tal accionar ex-presado en el Documento de las Fuerza armadas, avalado por la Junta Pastoral del MEDH: Obis-

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Fotos: Natalia Calabrese (pertenecientes a la muestra “El presente del pasado”)

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po Jorge Novak, Obispo Fede-rico Pagura, el Pastor Juan Van der Valde, como los tres copresi-dentes, del mismo organismo.

Ante la entrega de los Petitorios por los desaparecidos, junto a los Obispos Jaime de Nevares y Fe-derico Pagura (1983). El Obispo Novak en la Carta Circular emiti-da públicamente, señalaba: “Nos ocupa la dignidad de la persona humana que se traduce en térmi-nos concretos: la verdad sobre los desaparecidos, la justicia hacia quienes han sido sustraídos a la acción del Poder Judicial para quedar a disposición del Poder Ejecutivo y la vida de los niños nacidos en cautiverio”.

La voz profética ecuménica en el “No a la autoamnistía”. Y por la Verdad a la Justicia, en la en-trega por parte de la CONADEP, del libro “Nunca más” (1984).

Los Obispos y pastores expresa-ron su inaceptabilidad a las ex-presiones del Documento de la Junta, extraigo las distintas vo-ces, al respecto: “No es este el momento, ni la Junta militar el organismo que tiene que hacer apelaciones religiosas. La reli-gión tiene sus representantes a

quienes les compete comentar las motivaciones de ese orden.”

Una de las temáticas, derivadas de la política de silencio aca-llando la justicia por parte de las autoridades, han sido las le-yes del Indulto y del Punto fi-nal. El Obispo y su Hermanos del MEDH se expresaron frente a los temas coyunturales, como ha sido el “Indulto”:

“Reconozco plenamente la auto-nomía del orden temporal, la vi-gencia de la Constitución Nacio-nal, la responsabilidad personal de los civiles en la administra-ción de la cosa pública. (…) Me inspiro en la Palabra de Dios y en el Magisterio de la Iglesia, para nada entra en mi consideración el punto de vista de partidos po-líticos, de sistemas meramente filosóficos o de organizaciones ideologizadas. (…) Coincido en lo que atañe a temas como el pre-sente, con una visión cristiana ecuménica. La comparto concre-tamente en el Movimiento Ecu-ménico por los Derechos Huma-nos, del que soy Cofundador y Copresidente y en tal condición representé a nuestro Movimien-to en la entrevista que el Señor Presidente de la Nación tuvo a

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bien conceder a los Organismos de Derechos Humanos, el pasado mes de agosto de 1989.”

En conclusión, la figura teológi-co pastoral que representa la pas-toral de los derechos humanos del Obispo Novak en los contex-tos por la defensa de la vida y la dignidad de la persona humana fueron atravesados por la mar-tirya como testimonio manifes-tado públicamente confiriéndole la dimensión profética liberado-ra a la pastoral al sumir las op-ciones preferenciales desde los pobres, durante la etapa del te-rrorismo de estado y en la demo-cracia 1983 en adelante, expresa-dos en el testimonio del Obispo y en el trabajo conjunto con sus hermanos en el Ecumenismo al “Defender la vida aún a costa de la nuestra.” (Cf. Is 6, 1-11).

El papel de las Madres y Abue-las, desde su condición de gé-nero en cuyas prácticas de fe y compromiso con la vida busca-

ron traspasar el silencio, la invi-sibilidad y la exclusión para or-ganizarse, levantar su voz y la de sus hijos e hijas, nietos y nie-tas, posibilitando que el estado (2003-2015) se haga cargo de tal atropello del gobierno de fac-to y que en democracia se lle-gue a los avances de la recupe-ración de la verdad, de la justicia y respuesta por los desapareci-dos y nietos/as en cautiverio. En se prolonga la pasión de Jesús y prefiguran el rostro desfigurado del Señor. Y en el rol de las Ma-dres y Abuelas desde su condi-ción de género lo martirial en la vida del pueblo que abonó la tie-rra, en la comunidad eclesial en Argentina y en América Latina y cuya práctica concreta de pas-toral ecuménica nos ha dejado la enseñanza de que es posible pro-yectarnos a un futuro en el que, “todos seamos uno”.

(*) Teóloga. Equipo Amerindia Argentina.

Fuente: Presentación fundada en un abanico bibliográfico plasmado en el Libro: “ IÑIGUEZ, I, JORGE NOVAK y la Pastoral de los Derechos Humanos, Fidelidad a los Signos de los tiempos, Buenos Aires, Guadalupe, 2014”

* * *

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Es necesario que exista un marco legal que regule la administra-ción, la preservación y el acceso de los archivos de la represión. Es necesario evitar la destrucción y/o sustracción de documentos, y re-glamentar el acceso y la consulta de esos archivos. Los documentos allí archivados posibilitan no sólo reconstruir la historia reciente y de la memoria colectiva, sino indagar sobre las violaciones a los DD.HH., sus métodos y sus responsables.

DERECHO A SABER DEBER DE RECORDARLaura Bálsamo (*)

ARCHIVOS DE LA REPRESIÓN, POLÍTICAS DE MEMORIA Y DE OLVIDO EN LOS PAÍSES DEL CONO SUR

Foto: Carlos Brigo

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Hacia la década de los años 60 y hasta los años 90, diversos Esta-dos de América del Sur iniciaron un conjunto de prácticas políti-cas e ideológicas, que más tar-de se conocerán como “terroris-mo de estado”, enmarcadas en la «Doctrina de la Seguridad Na-cional», bajo gobiernos autorita-rios y dictatoriales. La coordina-ción represiva entre los distintos Estados tuvo una expresión san-grienta y tristemente eficaz: el denominado «Plan Cóndor».

Con el advenimiento de la de-mocracia en todo el Cono Sur latinoamericano, ante las múl-tiples violaciones a los DD.HH., las organizaciones de DD.HH. y gran parte de la sociedad re-claman justicia y reivindican el derecho a la verdad o derecho a saber, y el deber de la memo-ria o deber de recordar.

Justicia

El reclamo de justicia para aca-bar con la impunidad tuvo dis-tinta suerte en los diferentes paí-ses, desde la impunidad absoluta impuesta por ley y convalidada por la población a través de un referéndum, en Uruguay, hasta el juicio a las Juntas y los procesos

a los militares por secuestros de menores, en Argentina. En la ma-yoría de los países hubo leyes de «punto final» o de amnistía para los militares que cometieron las violaciones de DD.HH.

Verdad

Asimismo se conformaron en los diferentes países las deno-minadas Comisiones de la Ver-dad, creadas para ayudar a so-ciedades que han enfrentado situaciones de violencia política a superar los traumas creados y a evitar que todo ello se repita. Los objetivos específicos son la investigación de las violaciones contra los DD.HH., el estableci-miento de las responsabilidades jurídicas y la recomendación de una política de reparación a las víctimas. En algunos países es-tas comisiones fueron fruto de una resolución gubernamental, en otros surgieron de las orga-nizaciones de DD.HH.

Memoria

A partir del denominado “terro-rismo de Estado” surgieron, se crearon y formaron archivos: do-cumentos, datos, números, que hablan de los afectados y de los

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Apertura de archivos

En Brasil, entre 1991 y 1996 se re-cuperaron -a causa de la presión de los organismos de derechos humanos- algunos de los archi-vos de los DOPS (Departamento de Orden Político y Social). Éstos se transfirieron a los archivos pú-blicos y comenzaron a ser de ac-ceso público. Son archivos prove-nientes de la policía política que han constituido fuentes de gran valor para el ejercicio del habeas data -reconocido en la constitu-ción brasileña- para el reclamo de compensaciones por parte de las víctimas de las violaciones con-tra los derechos humanos y para la localización de desaparecidos.

Los archivos pertenecientes al área militar aún no se han abier-to para el acceso público debi-do a un decreto por el cual se establecen plazos extensísimos para la desclasificación de la in-formación secreta. (El Presiden-te Fernando Henrique Cardozo establecía un plazo de 50 años, con prórroga indefinida; el Pre-sidente Lula lo bajó a 30 años prorrogables a 30 más).

El único caso de acceso a un ar-chivo militar es el de un equipo

que afectaron, de civiles, milita-res, torturados y desaparecidos; en fin, de la sociedad entera. Su existencia fue en muchos países, sistemáticamente negada por los gobiernos, durante años.

El acceso a los archivos como parte del trabajo de recupera-ción de la memoria es de cru-cial importancia, pues los archi-vos de la represión, son uno de los puntos de partida para co-menzar a reconstruir una socie-dad digna, justa, y democrática. Es necesario preservar los docu-mentos que testimonian la mag-nitud de la represión y la exis-tencia de las víctimas, para que el «memoricidio» (olvido deli-berado de las atrocidades co-metidas por parte del Estado) que se intentó por parte de los regímenes dictatoriales y de al-gunos gobiernos democráticos que les sucedieron, no se ins-taure. Asimismo, los archivos pueden servir como medio de prueba para las víctimas en el ejercicio de sus derechos, y ade-más sirve para la identificación de las responsabilidades por la violación de los DD.HH.

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de abogados que fotocopiaron los procesos que estaban en po-der del Superior Tribunal Militar, donde ex-presos denunciaban torturas y torturadores. Con esa filtración se editó posteriormen-te el libro Brasil Nunca mais.

En Argentina, en 1998 fue des-cubierto el Archivo de la Direc-ción de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que posteriormente fue cedido a la «Comisión Provincial por la Memoria». Esta Comisión es un organismo creado por ley e in-tegrado por personalidades pro-venientes de las organizaciones de DDHH, legisladores, y perio-distas. En la Comisión hay un equipo que trabaja en la tarea de desclasificación, mapeo, con-servación y digitalización de los documentos. El archivo contiene casi cuatro millones de folios y trescientas mil fichas personales y temáticas que van desde la dé-cada de 1940 hasta 1998, más 750 casetes de video y 160 casetes de audio con grabaciones de even-tos y escuchas.

En el año 2003, el presidente Kir-chner creó el «Archivo Nacio-nal de la Memoria», dependien-te de la Secretaría de DD.HH.

de la Nación. Ese archivo tiene como actividades fundamenta-les el obtener, analizar, clasificar, digitalizar y archivar informa-ciones, testimonios y documen-tos sobre el quebrantamiento de los DDHH. Tiene en su acervo los archivos de la CONADEP, el archivo de fallecidos, el Archivo de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. Una de las utilidades del archivo está en función de las leyes reparatorias. Reúne información a fin de emi-tir los certificados de «ausencia por desaparición forzada» exigi-do por la legislación.

En Paraguay se descubre en 1992 el llamado Archivo del Te-rror. Se encontraron 600 libros encuadernados, 115 libros de Novedades de Guardia, 574 car-petas sobre partidos políticos, más de 8000 fichas de deteni-dos, casi 2000 cédulas y pasa-portes, 3000 fotografías, 543 ca-setes con grabaciones y miles de informes confidenciales. Cobró gran trascendencia por contener documentos que confirmaban la existencia de la coordinación re-presiva en el Continente, cono-cida como «Plan Cóndor». Está custodiado por el Poder Judicial y fue microfilmado; sus docu-

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mentos han servido para iniciar juicios y separar a funcionarios implicados en torturas.

En Uruguay, en el año 2003, un grupo de antiguos estudiantes universitarios, dirigieron una petición ante los Ministerios de Defensa e Interior solicitando la desclasificación de documen-tos de Inteligencia sobre las ac-tividades estudiantiles desarro-lladas durante la dictadura. Fue posible acceder a documentos reservados del archivo de Inte-ligencia del Ministerio del Inte-rior. Por vez primera, se pudo ac-ceder en Uruguay a fotografías, recortes de prensa, informes de seguimientos de marchas estu-diantiles, etc., provenientes de un Archivo del Terror.

En el año 2004 se produjeron elecciones nacionales en el Uru-guay y si bien las nuevas autori-dades tuvieron inicialmente una recepción favorable al tema, aún resta saber cómo se procederá respecto al acceso a los archivos. Los miembros del gobierno es-tán preocupados sobre la confi-dencialidad de los datos y la re-gulación del acceso.

A modo de conclusión

Es necesario que exista un mar-co legal que regule la administra-ción, la preservación y el acceso de los archivos de la represión. Es necesario evitar la destruc-ción y/o sustracción de docu-mentos, y reglamentar el acceso y la consulta de esos archivos.

Los documentos allí archivados posibilitan no sólo reconstruir la historia reciente y de la memo-ria colectiva, sino indagar sobre las violaciones a los DD.HH., sus métodos y sus responsables.

Todo ello en función del «deber de memoria», ya que «recorda-mos para la posteridad (...) ese pasado en el que nuestra histo-ria pareció enloquecerse y salió del mundo conocido para ha-bitar por un tiempo en la reali-dad del infierno...» (Luis Pérez Aguirre, El Uruguay impune y la memoria social, Tribunal per-manente de los Pueblos, Sesión Uruguay, 1990).

(*) Centro de Documentación «Luis Pérez Aguirre» de SerPaJ-Uruguay

Fuente: www.servicioskoinonia.org

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JÓVENES, MILITANTES Y SOLIDARIAS/OS Centro de Estudios Legales y Sociales

MONICA MIGNONE Y EL GRUPO DE LA VILLA BAJO FLORES

Foto: www.cels.org.ar

El 2 de marzo comenzaron los alegatos del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en la Causa Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) unificada. Dentro de los casos comprendidos están los secues-tros y desapariciones de Mónica Mignone –la hija de Emilio Mignone, miembro fundador del CELS– y de los jóvenes junto a quienes realiza-ba trabajo social en la villa del Bajo Flores. Compartimos a continu-ación una crónica publicada en 2013 sobre los casos del grupo del Bajo Flores. Testimonios que aportan a la memoria de la vida y com-promiso de Mónica y sus compañeros. También, una pincelada para comprender la relevancia de este juicio en términos de reconstrucción histórica y el vínculo indisociable entre verdad y justicia.

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Por primera vez desde la reaper-tura del proceso de justicia por crímenes de lesa humanidad en Argentina, llegaron a juicio oral los casos de siete jóvenes que realizaban trabajo social en la villa del Bajo Flores: Móni-ca María Candelaria Mignone, María Marta Vázquez Ocampo, César Lugones, Beatriz Carbo-nell, Horacio Pérez Weiss, Mó-nica Quinteiros y María Esther Lorusso Lämmle. Todos ellos fueron secuestrados casi en si-multáneo el 14 de mayo de 1976. Mónica María Candelaria, in-tegrante del grupo, era hija de Emilio Mignone, uno de los fun-dadores del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

En la audiencia del lunes 5 de agosto, declararon Mercedes Mignone, hermana de Mónica, y Luis Lorusso Lämmle, herma-no de María Esther, en la cau-sa ESMA Unificada (ESMA III), que juzga los hechos de los que fueron víctimas. En su testimo-nio, Mercedes también relató los inicios de Madres de Plaza de Mayo y del CELS durante la última dictadura cívico militar.

Al comienzo de su declaración, Mercedes Mignone exhibió

una foto en la que se encontra-ba su hermana Mónica con Ma-ría Marta Vázquez Ocampo, Cé-sar Lugones, Beatriz Carbonell, Horacio Pérez Weiss y Mónica Quinteiros. Todos eran amigos y tenían militancia social y polí-tica, como parte del movimiento villero peronista, en la villa del Bajo Flores. También exhibió una foto de María Esther Lorus-so Lämmle que había realizado trabajo social con el grupo. Mó-nica Mignone, María Marta y María Esther habían sido alum-nas del colegio Nuestra Señora de la Misericordia, mientras que Mónica Quinteiros había sido profesora de ellas en la misma institución cuando todavía era religiosa de esa orden.

El 14 de mayo de 1976 los sie-te jóvenes fueron secuestrados en distintos operativos. Móni-ca Mignone fue llevada de su domicilio, donde se encontraba con su familia. Su hermana Mer-cedes recordó en la audiencia:

“Esa mañana, a las 5, empeza-mos a escuchar el timbre, sona-ba sin parar, y escuchamos gol-pes en la puerta. Mis padres se despertaron y fueron hacia la puerta (…) él preguntó qué pa-

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saba y le dijeron que eran de las Fuerzas Armadas a los gritos, violentamente. Mi padre pidió ver una credencial y le mostra-ron una ametralladora.”

Mercedes relató que ingresaron cuatro personas armadas al de-partamento y un quinto se que-dó en la entrada del edificio, al que irrumpieron luego de forzar la cerradura. También reconoció al jefe del operativo, a quien ha-bía visto días antes cerca del do-micilio de la familia y, posterior-mente, pudo identificarlo como el imputado Antonio Pernías.

En un primer momento la fami-lia pensó que el grupo de tareas tenía como objetivo secuestrar a Emilio Mignone, quien había sido rector de la Universidad de Luján y como abogado había intercedi-do por presos políticos. Pero ellos preguntaron por Mónica. Luego de registrar el departamento to-maron una agenda de ella y les dijeron que la llevaban para inte-rrogarla sobre una amiga y que estaría de regreso en dos horas. Mercedes rememoró los últimos momentos con su hermana:

“Entramos al baño juntas, mien-tras ella se cambiaba. Nos mira-

mos las dos, mirada profunda de pánico, que te queda para toda la vida (…) Nos saludamos con un beso. Ella siempre era cariñosa. Fue un beso muy dulce, pero se no-taba que no se quería despedir.”

Nuevos secuestros en la villa del Bajo Flores

Pocos días después del secues-tro de los siete jóvenes, otras personas que realizaban tra-bajo social en la villa del Bajo Flores fueron detenidas en un nuevo operativo. Mercedes Mignone relató que su familia era amiga del padre Rodolfo Alfredo Ricciardelli, quien vi-vía en la villa, y les contó que el 23 de mayo, nueve días des-pués del secuestro de Mónica y el grupo, se llevaron a los sa-cerdotes Orlando Yorio y Fran-cisco Jalics y a otros jóvenes que trabajaban con ellos. Lue-go de recibir esta información, Mercedes detalló las gestiones de la familia:

“Mi papá enseguida lo va a ver al sacerdote (Gabriel) Bossini, quien oficiaba la misa ese día. Le dice que los sacerdotes Jalics y Yorio están en la ESMA, enton-

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ces Bossini le lleva la comunión a ellos. Cuando liberan a Yorio, él cuenta que efectivamente re-cibió la comunión de parte del padre Bossini.”

Los sacerdotes fueron libera-dos seis meses después. Orlan-do Yorio contó que durante su cautiverio fue interrogado sobre Mónica Quinteros, María Marta Vásquez Ocampo y otra Mónica, que pensó que era Mónica Mig-none. María Elena Funes, una de las catequistas secuestradas con Yorio y Jalics, declaró en una audiencia previa que le habían preguntado por Mónica Migno-ne y María Marta Vásquez mien-tras estuvo en la ESMA.

Las familias de Mónica Mig-none y María Esther Lorusso Lämmle realizaron numerosas gestiones para encontrar el pa-radero de ambas. Mercedes Mignone detalló algunas de las reuniones que realizaron tanto con los altos mandos de la Ar-mada como con las autoridades eclesiásticas:

“Con (Emilio) Massera mi papá estuvo en tres oportunidades. Una de ellas creo que estuvo con mi mamá (Angélica Paula Sosa

de Mignone) Massera le negó que los chicos estuvieran en la Armada. Pero que sí había pre-sos en la ESMA. Mi papá supo también, por un amigo de él, que Massera iba muy seguido a la ESMA a ver a los presos.”

Emilio Mignone y José María Vázquez, padre de María Marta, también se entrevistaron con el almirante Oscar Montes, quién negó que los siete jóvenes es-tuvieran en la ESMA, pero ad-mitió que los sacerdotes Jalics y Yorio estaban detenidos allí. Otras gestiones incluyeron re-uniones con integrantes del Mi-nisterio del Interior y numero-sas presentaciones de habeas corpus, sin ningún resultado positivo. En relación a otros in-tentos de obtener información sobre el paradero de los jóvenes desaparecidos ante integrantes de la iglesia, Mercedes Migno-ne contó en su testimonio que su padre se contactó con los re-ligiosos Juan Carlos Aramburu, Jorge Bergoglio y Pío Laghi; este último fue el único que mostró interés.

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El surgimiento de Madres de Plaza de Mayo y del CELS

En la audiencia también se rela-taron los inicios de los organis-mos de derechos humanos que se crearon durante la última dic-tadura militar y continúan su tra-bajo hasta el presente. Las prime-ras reuniones tuvieron lugar en el departamento de Emilio Mig-none y su esposa, donde recibían a familiares de detenidos des-aparecidos. Mercedes declaró en la audiencia que su padre los orientaba y les informaba dón-de hacer averiguaciones. Mostró una fotografía de una pintada in-timidatoria que les hicieron en la puerta del edificio donde vivían y recordó que eran muy contro-lados y vigilados.

Mercedes también contó que su mamá comenzó a reunirse con otras madres de detenidos des-aparecidos que luego forma-rían parte de Madres de Plaza de Mayo en 1977, con el impulso de Azucena Villaflor. Emilio les su-girió que formaran la organiza-ción y las asesoró al respecto. A su vez, las impulsó a que viajaran al exterior para dar a conocer la situación que se vivía en el país.

Por su parte, Emilio comen-zó a formar parte de la Asam-blea Permanente por los Dere-chos Humanos (APDH) desde abril de 1976, poco antes de la desaparición de su hija Mónica. Luego, junto a otros abogados, decidieron fundar otra organi-zación para investigar y llevar a juicio los casos. En la audiencia, Mercedes precisó:

“Ahí en el departamento se ges-ta lo que fue después, y existe actualmente, el Centro de Estu-dios Legales y Sociales. Sus fun-dadores fueron Augusto Conte, José Westerkamp, Boris Pasik, Alfredo Galleti, Carmen Aguiar de Lapacó, mi papá y mi mamá. Cuando se gesta, más o menos coincide con la llegada de la OEA (1979) y presentan el caso de Mónica.”

Tanto la APDH como la Comi-sión Interamericana de Dere-chos Humanos (CIDH) tenían registros donde los familiares hacían sus denuncias, lo que luego conformó un listado de detenidos desaparecidos. Ha-cia 1981, dos años después de la visita de la Comisión a la Ar-gentina, Emilio Mignone y Au-gusto Conte presentaron un do-

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cumento sobre la desaparición forzada en el país. Una vez que ese documento se hizo público, allanaron las oficinas del CELS y secuestraron a todos sus inte-grantes. Como resultado de la presión internacional por esas detenciones, fueron liberados.

A su vez, Luis Lorusso también relató las gestiones que realiza-ron a partir de la desaparición de su hermana María Esther, que in-cluyeron viajes a varios países,

entre ellos Paraguay, donde figu-ra entre las víctimas de los archi-vos del terror de ese país:

“Durante varios años, (estu-vo) la presunción de que nues-tra hermana podía estar vivía… Yo quiero expresar que hace 37 años que desapareció, la sigo buscando y la voy a seguir bus-cando.”

Publicada el 6 de agosto de 2013

Fuente: http://www.cels.org.ar/blogs/2013/08/los-secuestros-de-monica-mignone-y-maria-esther-lorusso/

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La maravillosa poeta estadu-nidense Adrienne Rich apun-tó, en una conferencia reciente, que: “Este año, un informe del Bureau of Justice Statistics (ofi-cina de estadísticas judiciales) revela que uno de cada 136 re-sidentes en Estados Unidos está tras las rejas –muchos en cárce-les, sin que se les haya dictado condena.”

UN MENSAJE LLEVA A OTROJohn Berger

CÓMO RESISTIR LA PRISIÓN-MUNDO

En la misma conferencia, citó al poeta griego Yannis Ritsos:

En el campo, la últimagolondrina se dilata en partir, y se mece en el aire como listón negro en la manga del otoño.No queda nadie más.Sólo las casas quemadasque arden quietas.

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Foto: Carlos Brigo

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En un día ordinario, cuando nada sucede y las crisis que se anuncian hora tras hora son ya nuestras viejas conocidas –y mientras los políticos se pre-sentan a sí mismos como única alternativa a la catástrofe–, las personas intercambian miradas al cruzarse unas con otras para cotejar si los demás entienden lo mismo cuando murmuran: así es la vida.

Es frecuente que otros contem-plen lo mismo y en ese instante compartan un cierto tipo de cer-canía ante algo que no han di-cho ni discutido.

Busco palabras para describir el periodo de la historia en que vi-vimos. Decir que no tiene pre-cedentes significa muy poco, porque ningún periodo tiene precedentes desde que se des-cubrió lo que llamamos historia.

No busco una definición com-pleja para el periodo que atra-vesamos –hay algunos pensa-dores, como Zygmunt Bauman, que han asumido esta esencial tarea. Sólo busco una figura que sirva como coordenada, como hito o mojonera. Las mojoneras no se explican plenamente por

Descolgué el teléfono y supe de inmediato que eras tú que me llamabas desde tu departamento en la vía Paolo Sarpi. (Dos días después de que los resultados electorales anunciaran el retorno de Berlusconi.) La velocidad con que identificamos una voz fami-liar que llega de la nada es algo que conforta pero también tie-ne algo de misterioso. Porque las medidas, las unidades que utili-zamos en calcular la clara dis-tinción entre una voz y otra, no pueden formularse y son innom-brables. No tienen código. En es-tos días hay más y más códigos.

Así que me pregunto si no ha-brá otras medidas, igualmente sin código y no obstante pre-cisas, con las cuales calcular otros supuestos.

Por ejemplo, el monto de la liber-tad circunstancial que existe en una situación dada, su rango y sus límites estrictos. Los prisione-ros se vuelven expertos en esto. Desarrollan una sensibilidad par-ticular hacia la libertad, no en tan-to principio sino en tanto sus-tancia áspera y granular. Casi de inmediato detectan los fragmen-tos de libertad cuando ocurren.

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sí mismas, pero ofrecen un pun-to de referencia que se puede compartir. En eso son parecidas a las suposiciones tácitas conte-nidas en los proverbios popula-res. Sin referentes hay un gran riesgo de que los humanos de-mos vueltas y vueltas.

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El referente que encontré es ése de la prisión. Nada menos. Por todo el planeta vivimos en una prisión.

La palabra nosotros, cuando se imprime o se pronuncia en las pantallas, se ha vuelto sospe-chosa. Todo el tiempo la usan los que, detentando el poder, con demagogia dicen hablar por aquellos a quienes les nie-gan ese poder. Hablemos de no-sotros pronunciando ellos. Ellos viven en una prisión.

Qué clase de prisión, cómo se construyó, dónde está situada, ¿o acaso utilizo la palabra única-mente como figura del lenguaje?

No, no es metáfora, el encarce-lamiento es real, pero para des-cribirlo tiene uno que pensar históricamente.

Qué tipo de prisión

Michel Foucault ha mostrado gráficamente que la penitencia-ría fue una invención de fines del siglo XVIII, principios del XIX, vinculada de cerca con la pro-ducción industrial y sus fábri-cas y su filosofía utilitaria. Antes hubo cárceles que eran exten-siones de las jaulas y los calabo-zos. Lo que distingue a la peni-tenciaría es el número de presos que puede empacar, y el hecho de que todos ellos se encuentren bajo continua vigilancia –gracias al modelo del panóptico, según lo concibiera Jeremy Bentham, que introdujo el principio de la contabilidad a la ética.

La contabilidad exige que toda transacción se anote. Por eso las paredes circulares de las peni-tenciarías, las celdas dispuestas en círculos y la torre de vigilan-cia como tornillo en el centro. Bentham, quien fuera el tutor de John Stuart Mill a principios del siglo XIX, fue el filósofo utilita-rista que más justificó el capita-lismo industrial.

Hoy, en la era de la globaliza-ción, el mundo está dominado por el capital financiero, no el

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capital industrial, y los dogmas que definen la criminalidad y la lógica del encarcelamiento han cambiado radicalmente. Las pe-nitenciarías existen aún y se construyen más y más. Pero los muros de la prisión sirven ahora para un propósito diferente. Lo que constituye una área carcela-ria se ha transformado.

* * *

Hace veinticinco años, Nella Bielski y yo escribimos A Ques-tion of Geography, una obra acerca del gulag. En el acto dos un zek (un prisionero político) habla con un niño que acaba de llegar acerca de las opciones, de los límites a los que puede ele-girse en un campo de trabajo.

Cuando te arrastras de regreso, después de un día de laborar en la taiga, cuando te hacen mar-char de regreso, medio muerto de fatiga y de hambre, te dan una ración de sopa y pan. En cuan-to a la sopa, no hay opción –tie-nes que comerla mientras toda-vía esté caliente, o por lo menos tibia. Y en cuanto a los 400 gra-mos de pan, tienes una opción. Por ejemplo, puedes cortarlo en tres pedazos: uno para comer-

lo junto con la sopa, otro para chuparlo antes de dormir en tu camastro y el tercero para guar-darlo hasta la mañana siguiente a las diez, cuando trabajes en la taiga y el vacío de tu estómago se sienta como una piedra.

Te hacen vaciar una carretilla llena de rocas. En cuanto a em-pujar la carretilla hacia el tirade-ro no hay opción alguna. Ahora que está vacía hay una opción. Puedes llevar tu carretilla de re-greso en la misma posición en que la trajiste o –si eres listo, y la sobrevivencia te aviva– puedes empujarla casi parada. Si eliges el segundo modo le das un des-canso a los hombros.

Si eres un zek y te vuelven líder de un equipo, tienes la opción de jugar a ser un cabrón o no ol-vidar nunca que eres un zek.

El gulag ya no existe. Sin embar-go, hay millones que trabajan en condiciones no muy diferentes. Lo que ha cambiado es la lógica policiaca aplicada a los obreros y a los criminales.

En los gulag, los prisioneros políticos, categorizados como criminales, fueron reducidos a

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trabajadores esclavos. Hoy, mi-llones de obreros explotados brutalmente son reducidos al estatus de criminales.

La ecuación del gulag, que igua-ló criminal con trabajador es-clavo, la redactó de nuevo el neoliberalismo igualando al tra-bajador con un criminal oculto. Todo el drama de la migración global está expresada en esta nueva fórmula: aquellos que trabajan son criminales en po-tencia. Cuando los acusan, son hallados culpables de intentar sobrevivir a toda costa.

Quince millones de mujeres y hombres mexicanos trabajan en Estados Unidos sin papeles y en consecuencia son ilegales. En la frontera entre México y aquel país se está construyendo un muro de concreto de mil 200 kilómetros y un muro “virtual” de mil 800 torres de vigilancia. Pero, por supuesto, se hallarán caminos –todos ellos peligro-sos– para darles la vuelta.

Entre el capitalismo industrial –dependiente de la manufactura y las fábricas– y el capitalismo financiero –dependiente de la especulación de libre mercado y

los mercachifles de mostrador– el área carcelaria cambió. (Hoy, las transacciones financieras es-peculativas suman diario un bi-llón 300 mil millones de dóla-res; cincuenta veces la suma de los intercambios comerciales.)

La prisión es ahora tan gran-de como el planeta y sus zonas asignadas varían. A veces se les dice sitio de trabajo, o cam-po de refugiados, centro comer-cial, periferia, guetto, conjunto de oficinas, favela, suburbio… Lo esencial es que en estas zo-nas todos están igualmente en-carcelados y, por ende, son los compañeros presos.

* * *

Es la primera semana de mayo y en las laderas de colinas y monta-ñas, a lo largo de las avenidas que circundan las rejas, en el hemis-ferio norte, se renuevan las hojas de la mayoría de los árboles. No sólo son distintas todas sus varie-dades de verde, sino que la gen-te tiene la impresión de que cada una de las hojas es distinta, por lo que se confronta no con billones (la palabra la corrompieron los dólares) sino con una multitud infinita de hojas nuevas.

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Para los prisioneros, los peque-ños signos de la continuidad de la naturaleza han sido siempre, y siguen siendo, un acicate en-cubierto para la confianza.

* * *

Hoy, el propósito de casi todos los muros de la prisión (de con-creto, electrónicos, de patrullaje o de interrogatorio) no es man-tener a los prisioneros dentro para corregirlos, sino mantener-los fuera y excluirlos.

Casi todos los excluidos son anó-nimos –por eso hay la obsesión de las fuerzas de seguridad con el asunto de la identidad. También son incontables. Por dos razo-nes. Primero, porque su cantidad fluctúa: cada hambruna, desas-tre natural e intervención mili-tar (hoy llamadas acciones poli-ciacas) disminuye o incrementa la multitud de excluidos. Segun-do, porque evaluar su número es confrontar la verdad de que ellos constituyen la mayoría de los que viven sobre la tierra, y para el po-der asumir esto implica hundirse en el absurdo absoluto.

* * *

¿Han notado que cada vez es más difícil sacar las mercancías pequeñas de sus empaques? Algo semejante ocurre con las vi-das de quienes tienen un empleo que les brinda ganancias. Quie-nes tienen empleo legal y no son pobres viven en un espacio muy reducido que les permite menos y menos opciones –excepto la opción binaria y continua entre obedecer y la desobediencia. Sus horas laborales, su lugar de resi-dencia, sus habilidades pasadas, su experiencia, su salud, el futu-ro de sus niños –todo lo que que-da fuera de su función como em-pleados– ha tenido que asumir un pequeño segundo lugar ante las imprevisibles y vastas exi-gencias de la ganancia en efec-tivo. Es más, la rigidez de esta regla de la casa se conoce como flexibilidad. En prisión las pala-bras se voltean de cabeza.

La alarmante presión de las con-diciones del trabajo muy califica-do obligaron recientemente a las cortes japonesas a reconocer y definir una nueva categoría pro-puesta por los médicos forenses: “muerte por trabajo excesivo”.

Ningún otro sistema es posible, le dicen a los empleados bien re-

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Foto: (detalle) Carlos Brigo

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munerados. No hay alternativa. Tomen el elevador. El elevador es tan diminuto como una celda.

* * *

Los pueblos no tienen sino elgrado de libertad que su audacia le conquista al miedo.Stendhal

Observo a una niña de cinco años mientras toma su clase de natación en la piscina mu-nicipal techada. Lleva un tra-je de baño azul oscuro. Puede nadar y sin embargo le falta la confianza para nadar sola sin ayuda alguna. La instructora la lleva al lado profundo de la al-berca. La niña está por brincar al agua y mientras se aferra a la barra larga que le extiende su maestra. Es una manera de que le pierda el miedo al agua. Lo mismo hicieron ayer.

Hoy, ella quiere que la niña brinque sin tomarse de la barra. ¡Uno, dos, tres! La niña brinca, pero en el último momento se prende de la barra. No se pro-fieren palabras. Una leve son-risa cruza entre la mujer y la niña. La niña se apena, la mujer es paciente.

La niña sale de la piscina trepan-do por la escala y regresa al bor-de. Voy a brincar otra vez, dice. La mujer asiente. La niña inha-la, expele el aire y brinca, con las manos a los lados, sin sostener-se de nada. Cuando sale a la su-perficie, la punta de la barra está ahí enfrente de su nariz. De dos brazadas llega a la escala sin to-car la barra. ¡Bravo!

En el momento en que la niña brincó sin prenderse de la barra, ninguna de las dos mujeres es-taba en prisión.

* * *

Miremos la estructura del poder del mundo sin precedentes que nos circunda y cómo funciona su autoridad. Toda tiranía encuen-tra e improvisa su propia serie de controles. Es por eso que al prin-cipio uno no los identifica como los crueles controles que son.

Las fuerzas de mercado que do-minan al mundo aseguran que son inevitablemente más fuertes que cualquier Estado-nación. Su afirmación la corroboran minu-to a minuto eventos que van de la llamada no solicitada que in-tenta persuadir a quien contesta

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de comprar una nueva póliza de seguro médico o pensión, al más reciente ultimátum de la Organi-zación Mundial de Comercio.

El resultado es que la mayoría de los gobiernos no gobierna más. Un gobierno ya no maniobra hacia su destino escogido. El término hori-zonte, con su promesa de un futuro esperado, se desvaneció como dis-curso político –en la derecha y en la izquierda. Lo que queda es deba-tir cómo medir los restos. Las en-cuestas de opinión remplazan el rumbo, remplazan el deseo.

La mayoría de los gobiernos pasto-rean en lugar de proponer un rum-bo. (En la jerga carcelaria estaduni-dense, pastor es uno de las muchos apodos usados para los carceleros.)

En el siglo XVIII, al encarcela-miento de largo plazo se le defi-nía, con gran aprobación, como “muerte civil”. Tres siglos más tar-de, los gobiernos imponen, por ley, por fuerza y mediante el ajetreo de las amenazas económicas, regíme-nes masivos de “muerte civil”.

* * *

¿No era una forma de prisión vi-vir bajo cualquiera de las tira-

nías del pasado? Sí, pero no en el modo que describo. Lo que se vive hoy es nuevo por su rela-ción con el espacio.

Es aquí donde el pensamiento de Zygmunt Bauman es iluminador. Él apunta que las fuerzas corpo-rativas de mercado que ahora go-biernan el mundo son extraterri-toriales, es decir, “sin restricciones territoriales, sin restricciones de localidad”. Son perpetuamente remotas, anónimas y nunca to-man en cuenta las consecuencias físicas, territoriales, de sus accio-nes. Y cita a Hans Tietmeyer, pre-sidente del Banco Federal de Ale-mania: “El reto de hoy es crear condiciones favorables para dar confianza a los inversionistas”. La prioridad suprema y única.

En seguimiento de esto, la tarea que le asignan a los obedientes gobiernos nacionales es contro-lar las poblaciones mundiales de productores, consumidores y pobres marginados.

El planeta es una prisión y los gobiernos obedientes, sean de derecha o de izquierda, son los pastores, los guardias.

* * *

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El sistema-prisión opera gracias al ciberespacio. Éste ofrece al mercado una velocidad de inter-cambio que lo vuelve casi instan-táneo, y que se usa, día y noche, para comerciar por todo el mun-do. A partir de esta velocidad la tiranía del mercado obtiene su li-cencia extraterritorial. Tal veloci-dad, sin embargo, tiene un efec-to patológico sobre sus usuarios: los anestesia. Pase lo que pase, el Negocio como de Costumbre.

No hay lugar para el dolor en tal velocidad: quizá existan anun-cios de la existencia de un do-lor, pero no alcanzan para hacer sentir su sufrimiento. En conse-cuencia, la condición humana se desvanece, es excluida de la ope-ración del sistema. Los operado-res, los estafadores, están solos porque son ruines en extremo.

Antes, los tiranos eran inmi-sericordes e inaccesibles pero eran vecinos, gente sujeta al dolor. Éste ya no es el caso, lo que a largo plazo será el error fatal del sistema.

* * *

Las altas puertas se vuelvena cerrar Estamos dentro del patio carcelario en una nueva temporadaTomas Transtömer

Ellos son (nosotros somos) com-pañeros presos. Reconocer eso, en cualquier tono de voz que se declare, contiene una negativa. En ningún lugar como en la pri-sión se calcula y se espera tanto el futuro, como algo tan rotunda-mente opuesto al presente. Los encarcelados nunca aceptan el presente como algo definitivo.

Entre tanto, cómo vivir este pre-sente. Qué conclusiones sacar. Qué decisiones tomar. Cómo actuar. Tengo algunas sugeren-cias, ahora que la mojonera que-dó establecida.

De este lado de los muros las ex-periencias son escuchadas, no hay experiencias que se consi-deren obsoletas. Aquí se respe-ta la supervivencia y es un lugar común que con frecuencia la su-pervivencia dependa de la soli-daridad entre los compañeros presos. Las autoridades saben esto –por eso recurren al confi-namiento en solitario, sea por

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medio del aislamiento físico o mediante su manipulador lava-do de cerebro, con los cuales los individuos quedan aislados de la historia, con sus legados, de la tierra, y por encima de todo, de un futuro en común.

Ignoren el parloteo de los car-celeros. Hay por supuesto car-celeros malos y menos malos. En ciertas condiciones es útil distinguir la diferencia. Pero lo que dicen –aun los menos mal-vados– es pura mierda. Sus him-nos, sus consignas, sus fórmulas para encantar, como la seguri-dad, la democracia, la identidad, la civilización, la flexibilidad, la productividad, los derechos hu-manos, la integración, el terro-rismo, la libertad, se repiten y se repiten con el fin de confun-dir, dividir, distraer y sedar a los compañeros presos. En este lado de los muros, las palabras que profieren los carceleros ca-recen de sentido y ya no son úti-les para pensar. Cortan la nada. Hay que rechazarlas aun cuan-do se piensa en silencio.

En contraste, los prisioneros tie-nen su propio vocabulario con el que piensan. Muchas pala-bras se mantienen en secreto y

muchas son locales, con incon-tables variaciones. Frases y pa-labras diminutas que contie-nen un mundo: “te muestro mi modo”, “algunas veces me pre-gunto”, “pajarillo”, “algo pasa en el ala B”, “encuerado”, “toma este arete pequeño”, “murió por nosotros”, “anda, llégale, dale nomás”, etcétera.

* * *

Entre los compañeros presos hay conflictos, algunas veces violentos. Todos los prisione-ros están privados, aunque hay diversos grados de privación y las diferencias de grado provo-can envidias. De este lado de los muros la vida vale muy poco. Que la tiranía global no tenga rostro alienta cacerías para ha-llar chivos expiatorios, para ha-llar enemigos definibles en lo instantáneo entre los otros pri-sioneros. Las asfixiantes celdas se tornan entonces una casa de locos. Los pobres atacan a los pobres, los invadidos saquean a los invadidos. No hay que ideali-zar a los compañeros presos.

Al no idealizar, tomen nota de lo que guardan en común –su su-frimiento, su entereza, su astu-

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cia– que son más significativas, más reveladoras, que aquello que los separa. Y de esto, nacen nuevas formas de solidaridad. Las nuevas solidaridades co-mienzan con el reconocimien-to mutuo de las diferencias y la multiplicidad. Ésa es la vida. Una solidaridad, no de masas, sino de interconectividad, mu-cho más apropiada para las con-diciones de la vida en prisión.

* * *

Las autoridades sistematizan lo más posible sus acciones con tal de mantener mal informa-dos a los compañeros presos de lo que ocurre en otras partes de la prisión mundial. En el sentido agresivo del término estas auto-ridades no indoctrinan. El indoc-trinamiento está reservado para entrenar a la pequeña élite de mercaderes y de expertos geren-ciales de mercado. Para la enor-me población de presos, no es el propósito activarlos, sino mante-nerlos en incertidumbre pasiva, recordarles sin cesar que no hay nada en la vida sino riesgos, y que la tierra es un lugar inseguro.

Esto se logra con una informa-ción cuidadosamente seleccio-

nada, con desinformación, con comentarios, rumores y ficcio-nes. Al funcionar, esta opera-ción propone y mantiene una alucinante paradoja porque en-gaña a la población de la cárcel haciéndola creer que la priori-dad de cada uno es hacer arre-glos para conseguir su propia protección personal y adqui-rir de algún modo, aun estando en la cárcel, su propia exención particular del destino común.

La imagen de la humanidad, según la transmite esta visión del mundo, es nuevamente algo sin precedentes. La huma-nidad es presentada como co-barde. Sólo los ganadores son valientes. Además, no hay do-nes, sólo hay premios.

Los prisioneros siempre han encontrado formas de comuni-carse unos con otros. En la pri-sión global de hoy el ciberespa-cio puede ser usado en contra de los intereses de quienes pri-mero lo instalaron. Así, los pri-sioneros se informan entre ellos acerca de lo que el mundo hace día tras día, y persiguen las his-torias suprimidas del pasado con tal de erguirse hombro con hombro con los muertos.

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Fotos: Natalia Calabrese (pertenecientes a la muestra “El presente del pasado”)

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Al hacerlo así, redescubren pe-queños dones, ejemplos de va-lentía, una rosa en una cocina donde no hay suficiente qué co-mer, penas indelebles, lo infa-tigable de las madres, la risa, la ayuda mutua, el silencio, la resis-tencia que se agranda siempre, el sacrificio voluntario, más risa.

Los mensajes son breves pero se esparcen en la soledad de sus (nuestras) noches.

* * *

La última sugerencia no es tác-tica sino estratégica.

El hecho de que los tiranos del mundo sean extraterritoriales explica la extensión de su po-der de vigilancia, pero anuncia también una debilidad próxi-ma. Operan en el ciberespacio y se alojan en condominios res-guardados. No tienen conoci-miento alguno de la tierra que los circunda. Aun más, despre-cian ese conocimiento por con-siderarlo superficial, sin pro-fundidad. Únicamente cuentan

los recursos extraídos. No pue-den escuchar a la tierra. En el terreno son ciegos. En lo local, están perdidos.Para los compañeros presos lo contrario es cierto. Las celdas tienen muros que tocándose cruzan todo el mundo. Los actos efectivos de resistencia sosteni-da están incrustados en lo local, cerca y lejos. La resistencia más remota es escuchar a la tierra.

Poco a poco, la libertad no se encuentra fuera, sino en las pro-fundidades de la prisión.

* * *

No sólo reconocí tu voz que me hablaba desde tu departamento en la vía Paolo Sarpi. Pude tam-bién adivinar, gracias a tu voz, lo que estabas sintiendo. Sentí la exasperación o, más bien, la exasperada entereza que se mez-claba –y eso es tan típico de ti– con los rápidos pasos encamina-dos a la esperanza siguiente.

Traducción: Ramón Vera

Fuente: La Jornada. 13 de julio de 2008

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