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INTRODUCCION

Estudiar el Libro de MALAQUÍAS ha resultado para mí, más que enriquecedor. Deseo de

todo corazón que el trabajo a continuación presentado resulte de utilidad.

Presento el siguiente trabajo sólo como un ápice de todo el trabajo al que anhelo llegar a realizar con el tiempo. Pues considero que no está terminado. Aún conservo en mí muchas

cosas que por la premura del tiempo no están escritas aún pero que sé con la ayuda de Dios presentaré algún día como un Trabajo Final del Libro de Malaquías.

Espero se pueda apreciar en el siguiente trabajo el esfuerzo de quien se dio al trabajo de estudiar el Libro de Malaquías con seriedad.

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INDICE

Introducción p.1

MALAQUÍAS

1. Clave Histórica p.3 2. Clave Literaria p.9 3. Clave Teológica p.13

Conclusión p.16

Apéndice p.17

Bibliografía p.20

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מלאכי

1. Clave Histórica

Describa las características del periodo en el que vivió el profeta, relacionadas con los aspectos Político, Económico, Social y Religioso que le permitan conocer el mundo del profeta. Elabore los mapas necesarios que definan las regiones, los lugares y los territorios en los cuales se desarrollan dichos acontecimientos y demás aspectos pertinentes.

La destrucción de Jerusalén y el subsiguiente exilio marcó la gran vertiente de la historia de Israel. De un golpe había terminado su existencia nacional y, con ella, todas las instituciones en que su vida corporativa se había expresado y que ya nunca más volverían a ser reelaboradas exactamente de la misma forma. Destruido el Estado y forzosamente suspendido el culto estatal, la antigua comunidad cúltico-nacional se resquebrajó, e Israel quedó por el momento reducido a una aglomeración de individuos desarraigados y vencidos, sin ninguna señal externa de pueblo. Lo extraordinario es que no pereciera también su historia. Pues, no obstante, Israel sobrevivió al desastre y, formando una nueva comunidad por encima del hundimiento de la antigua, reanudó su vida como pueblo. Su fe, disciplinada y fortalecida, sobrevivió igualmente y encontró, poco a poco, la dirección que habría de seguir a lo largo de los siglos venideros. En el exilio y en la época subsiguiente nació el Judaísmo.

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Escribir la historia de Israel en este período es extremadamente difícil. Nuestras fuentes bíblicas son, en el mejor de los casos, inadecuadas. Del exilio mismo la Biblia no nos cuenta prácticamente nada, excepto lo que se puede deducir indirectamente de los escritos proféticos, y de algunos otros, de aquel tiempo. Para el período postexílico, hasta finales del siglo quinto, nuestra única fuente de información histórica es la parte final de la obra del cronista que se encuentra en Esdras-Nehemías, complementada por el libro apócrifo de Esdras I proporcionado por el texto de los LXX del relato del cronista sobre Esdras. Pero el texto de estos libros presenta dislocaciones extremas; estamos frente a problemas insolubles de primera magnitud, junto con numerosas lagunas que deben ser rellenadas en lo posible con información buscada en otros libros bíblicos postexílicos y en fuentes extra bíblicas. Y después de hacer todo esto, quedan todavía lagunas desalentadoras y problemas desconcertantes. a) Marco Internacional

El año 539 caía Babilonia en manos de Ciro el Grande. Con todo el oeste asiático bajo su control, no existía ninguna potencia mundial que pudiera medir sus fuerzas con las de Ciro. Mientras él vivió, ningún disturbio empañó la paz del imperio que había creado. Cuando, al final, Ciro perdió la vida en el curso de una campaña contra los pueblos nómadas de allende el río Yaxartes, le sucedió su hijo mayor Cambises (530-522), que había sido durante algunos años delegado suyo en Babilonia. Eliminando a su hermano Bardiya, a quien consideraba como una amenaza para su posición, Cambises se afirmó en el trono. La gran empresa de Cambises fue la anexión de Egipto al imperio. Esto sucedió en el 525. El faraón Amasis buscó inútilmente la salvación en la alianza con el tirano de Sanios y en el empleo abundante de mercenarios griegos, pero se vio perdido cuando el comandante de los mercenarios se pasó a los persas, descubriendo el plan egipcio de defensa. Mientras tanto murió Amasis. Su hijo Psammético III no pudo detener a los invasores. Pronto fue ocupado todo Egipto y organizado como una satrapía del imperio persa. Aunque las empresas ulteriores de Cambises (en Etiopía, en el oasis de Ammón) fueron desafortunadas, y aunque una campaña proyectada contra Cartago resultó imposible, logró también la sumisión de los griegos de Libná, Cirene y Barca.1 Este acontecimiento suponía el fin de una era v el comienzo de otra. Moría el imperio babilónico y sobre sus ruinas se iba a levantar el imperio persa. La raza semita, hasta ahora principal protagonista en los destinos del próximo Oriente, iba a ceder su papel a la raza aria. Frente a los métodos bárbaros y a la política de represión del imperio babilónico, el nuevo imperio se iba a distinguir por una política humanitaria y liberal. En pocos años, Ciro el Grande creó el imperio más imponente que conociera el mundo antiguo. Desde los confines de la India por oriente hasta Grecia y Egipto por occidente todo quedó bajo la órbita del coloso persa. La política persa en relación a los pueblos incorporados fue sumamente suave. Respetaron su identidad, idiosincrasia, costumbres y culto. De este modo procedieron en la conquista de Babilonia. Los pueblos deportados por Nabucodonosor alentaron esperanzas de liberación. Y estas esperanzas no se vieron defraudadas. Ciro autorizó a los exiliados en Babilonia a regresar a sus patrias de origen, edificar sus ciudades y restaurar sus templos.

1 Bright, John. “HISTORIA DE ISRAEL” (Desclee de Brouwer, España. 1970) p.382

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b) Marco Nacional

Por lo que se refiere al pueblo judío, Ciro extendió su decreto de liberación el año 538. Las fuentes que nos han conservado el tenor de este decreto son 2º Crónicas 36.22-23; Esdras 1.1-4. En él podemos distinguir cuatro cláusulas principales: 1) Autorización para regresar a la patria. 2) Autorización para reconstruir Jerusalén y el templo. 3) Devolución de los objetos de culto y tesoros traídos del templo por Nabucodonosor. 4) Asignación de fondos por parte del imperio para sufragar los gastos de la reconstrucción del templo. Pero esta última cláusula o nunca se cumplió, o por lo menos, no con la amplitud que podía esperarse. El decreto de Ciro marca un hito en la historia del viejo Israel. Un hito que es al mismo tiempo un giro de ciento ochenta grados. La historia nacional, interrumpida en el destierro, iba a continuar de nuevo. En el plan de Dios sobre su pueblo el destierro fue sólo un paréntesis. Un castigo purificador. En el plano de la historia significaba el fin de una época y el comienzo de otra nueva. El viejo estado de Israel con sus instituciones y su configuración monárquica había pasado para siempre. Lo que ahora iba a nacer era algo completamente distinto y nuevo. Entre estas dos etapas hay continuación, pero no continuidad. Continúa el pueblo, no el estado. A la nación sucederá ahora una comunidad religiosa centrada en torno al culto y al sacerdocio y con una fisonomía espiritual distinta. De ahora en adelante el pueblo escogido será una Iglesia. Al nacimiento de esta Iglesia es al que vamos a asistir. Este nacimiento llevaba consigo dificultades de orden político, social y religioso. En este momento trascendental de la historia, Dios se hace presente en su pueblo a través de los llamados profetas postexílicos. Son los profetas del período persa. Hageo y Zacarías son los profetas de esta primera hora y los promotores de la reconstrucción del templo. En este período encuentra también su marco histórico más apto el llamado Tritoisaías (Isaías 56-66). Cerrando este período tenemos a Malaquías el último de los profetas canónicos de la Biblia. Joel y Abdías que también estudiamos aquí son de época incierta y su medio histórico nos es completamente desconocido. Aunque conocemos pocos detalles de estos primeros años, es evidente que la situación fue muy desalentadora. Fue en verdad un «tiempo de cosas pequeñas» (cf. Za. 4, 10). Ya hemos dicho que la respuesta de los judíos residentes en Babilonia al edicto de Ciro no había sido, de ninguna manera, unánime. La comunidad fue al principio muy pequeña. Aunque en los años siguientes otros grupos de exiliados siguieron al grupo inicial, hacia el 522 la población total de Judá, incluyendo a los ya residentes allí, apenas rebasaría los 20.0002. La misma Jerusalén, todavía escasamente poblada setenta y cinco años más tarde (Mc. 7, 4), permanecía en gran parte en ruinas. Aunque la tierra a disposición de los judíos era escasa (unas veinticinco millas de norte a sur), apenas estaba habitada. Los recién llegados tuvieron que enfrentarse con años de opresión, privación e inseguridad, tarea siempre llena de azarosas dificultades en sí misma. Fueron perseguidos por una serie de estaciones pobres y faltas parciales de cosecha (Ag. 1, 9-11; 2, 15-17), que dejó a muchos de ellos desamparados, sin alimentos ni vestidos adecuados (1, 6).

2 Este cálculo es de Albright, cf. BP, pp. 62 ss., para los argumentos. Otros especialistas, p. e., K. Galling, «The Gola List According to Ezra 2 // Nehemiah 7» (JBL, LXX [1951], pp. 149-158) relaciona esta lista con Zorobabel. Pero es preferible una fecha de la segunda mitad del siglo quinto. La población total de entonces era inferior a 50.000. Pero aunque en ca. 520 fuera superior a esta cifra, es posible que lucra menos de la mitad de la población de Judá antes del 587.

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Sus vecinos, especialmente la aristocracia de Samaria, que había considerado a Judá como parte de su territorio, habían sentido que se pusiera un límite a sus prerrogativas y eran abiertamente hostiles. No se puede precisar cuándo ni cómo se hizo patente por primera vez esta hostilidad, pero es probable que existiera desde el principio3. No es verosímil que los judíos residentes en el país dieran siempre la bienvenida con entusiasmo a la anuencia de emigrantes. Ellos habían considerado, y probablemente seguían considerando, la tierra como suya y no es fácil que se sintieran muy animados a dar lugar a los recién venidos y acceder a sus reclamaciones sobre las posesiones ancestrales. El hecho de que los exiliados se considerasen a sí mismos como el verdadero Israel y procuraran mantenerse alejados de los samaritanos como de sus hermanos menos ortodoxos, como si fueran hombres impuros (cf. Hageo 2, 10-14), aumentó seguramente la tensión. Cuando el rencor estalló en violencias, la seguridad pública estuvo en peligro (Za. 8, 10). No es, por tanto, nada sorprendente que la obra del Templo se detuviese apenas comenzada. El pueblo, preocupado con la lucha por la existencia, no tenía recursos ni energías para continuar el proyecto. La ayuda prometida por la corte persa no se concretó nunca, probablemente, en medidas efectivas. La verdad es que, no sabemos si por la interferencia de las autoridades de Samaria o por la inercia burocrática, parece que fue suspendida por completo. Algunos años más tarde no existía en la corte ninguna copia del edicto de Ciro (Esd. 5, 1-6, 5). Muchos judíos, desalentados con la pobreza del edificio que estaban construyendo (Ag. 2, 3; Esd. 3, 12 ss.) y sintiendo que levantar un templo adecuado rebasaba sus posibilidades, estaban dispuestos a abandonar la empresa. 4

De la suerte de la comunidad judía durante los setenta años siguientes a la terminación del Templo conocemos realmente demasiado poco. Excepto lo referente a los incidentes, cronológicamente desplazados, de Esd. 4, 6-23, el cronista no nos dice nada más. Fuera de esto, sólo conocemos lo que se puede deducir de las memorias de Nehemías, ligeramnte posteriores y de los libros proféticos de los contemporáneos como Abdías (probablemente a principios del siglo quinto5, y Malaquías (ca. 450), complementados por los datos de la historia general y de la arqueología. Es evidente, sin embargo, que aunque la terminación del Templo había asegurado la supervivencia de la comunidad, su porvenir distaba mucho de ser seguro. Después del colapso de las esperanzas puestas en Zorobabel, estaba bien claro —o debía estarlo— que nunca habría restablecimiento de la nación judía según la antigua estructura, ni siquiera en una forma modificada. El futuro de la comunidad debía situarse en otra dirección. Pero no estaba claro qué dirección sería ésta, y no se aclaró hasta que, algunas generaciones más tarde, la comunidad fue reconstituida bajo la dirección de Nehemías y Esdras. Durante algún tiempo la vida prosiguió en Israel sin ninguna nueva organización. Como principio, la ley deuteronómica continuaba en pleno vigor y puesto que no había sido aplicada como ley del Estado, era evidente que su validez persistiera, aun cuando se disolviese la organización estatal. Su fuerza o autoridad procedía de un pacto entre Dios y el pueblo y, por lo tanto, estaba al margen de los cambios políticos. De hecho, la exigencia deuteronómica de un lugar de culto unificado fue estrictamente respetada y, hasta donde alcanza nuestro conocimiento, no apareció ningún otro santuario similar al que había florecido en una generación anterior, ni siquiera en la época en que el Santuario de Jerusalén estaba en ruinas. Sin embargo, después de su restauración, el Templo de Jerusalén fue considerado más y más como el único santuario legítimo. La ley deuteronómica, que Josías sólo había tenido en cuenta desde el punto de vista de su exigencia de una unidad de culto, en otros aspectos no fue quizás tan respetada.

3 Dado que el cronista confunde los sucesos, es difícil situar cronológicamente el incidente de Esd. 4, 1-5. Pudo haber ocurrido en el reinado de Darío I. Pero las tensiones —que eran políticas, económicas y sociales— difícilmente pudieron comenzar entonces. Cf. Bowman, IB, I I I (1954), p. 595. 4 Bright, John. “HISTORIA DE ISRAEL” (Desclee de Brouwer, España. 1970) p.384-385 5 Aunque hay poco acuerdo acerca de este punto (cf. los comentarios), la fecha indicada parece preferible. El libro, con todo, contiene material más antiguo. Cf. recientemente, J. A. Thompson, IB, VI (1956), pp. 858 ss. (que coloca a Abdías ca. 450); Albright, BP, p. 63, nota 124 (que sugiere volver al siglo sexto o quinto).

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En la época de la restauración del Templo, la situación era poco satisfactoria, como así lo demuestra el conjunto de profecías que han llegado hasta nosotros bajo el nombre de «Malaquías» — que no es un nombre verdadero —, y que se atribuye con mucha probabilidad al período entre la terminación del Templo y la aparición de Esdras y Nehemías. En dicho conjunto de profecías hay una referencia a la negligencia con que los sacerdotes realizaban sus funciones, a su desdén hacia la obligación de que los animales destinados a los sacrificios no tuviesen el menor defecto, y a su descuido de las enseñanzas religiosas (1,6-2,9). También se hace referencia a su deshonestidad en la entrega de los impuestos para el Santuario (3,6-12), como al poco celo en el servicio de Dios y en el temor de Dios (3,13-21), y en la facilidad con que disolvían sus casamientos (2,10-16). A menudo se casaban con mujeres extranjeras de los países vecinos, y estos matrimonios se daban precisamente entre las familias sacerdotales (cf. Neh 13,23-38). La estricta observancia del descanso sabático también había sido descuidada (cf. Neh 13,15-22).6 Mientras ponían los fundamentos del Templo y con todo empeño se consagraban a su reconstrucción, los pueblos vecinos, especialmente los cuteos (a quienes el rey de los asirios, Salma-nasar, había traído de Persia y Media estableciéndolos en Sama-ria, cuando hizo emigrar de allí a los israelitas) pidieron a los sátrapas y a los funcionarios que impidieran a los judíos recons-truir la ciudad y edificar el Templo. Aquéllos, corrompidos por el oro que recibieron de los cuteos, trataron con indiferencia lo referente a los judíos. Ciro, ocupado en la guerra, no lo supo; y poco después falleció en una expedición emprendida contra los masagetas.7

c) El Profetismo Postexílico

Con el comienzo de los profetas de la época persa se opera un cambio substancial en el programa profético. Antes del destierro, éste estaba condensado en dos palabras: Conversión-castigo. Durante el destierro se resumió en este binomio: Consolación-esperanza. De ahora en adelante el santo y seña de la predicación profética será: Restauración-escatología. La nueva profecía estará profundamente marcada por las huellas de Ezequiel. A él deberá su prominente orientación cultual (Zacarías 1). A esta luz comprendemos cómo el templo pasa a ocupar el centro de interés de la nueva comunidad. Y junto a la orientación cultual, la escatología. Poco a poco se irán perfilando sus contornos: juicio final (Joel 3-4; Zacarías 12-14), retorno de Elías (Malaquías 3), gehena y resurrección, que la posterior literatura apocalíptica se encargará de completar. Otra nota característica es que la profecía pierde espontaneidad y se convierte cada vez más en reelaboración escrita de estilo antológico.

d) Progreso doctrinal y evolución de la piedad

Ezequiel y el Deuteroisaías habían insistido de modo especial en la trascendencia de Dios. Siguiendo esta línea, la nueva profecía irá convirtiendo la trascendencia en inaccesibilidad. De ahí el desarrollo de la angelología, que, iniciado en Ezequiel, tendrá su exponente máximo en Zacarías. También la piedad sufrirá una profunda transformación. Su nota característica será un mayor individualismo y una mayor responsabilidad personal. Dos líneas la definirán. Por una parte, un ritualismo minucioso, presidido por las ideas de santidad y expiación. Por otra, una piedad de profundas resonancias interiores, caracterizada por las ideas de pobreza y humildad, que dará origen a la llamada espiritualidad de los pobres de Yahvé. Ambas coexistirán a lo largo de este período. Unas veces juntas, otras separadas. La primera sin la segunda degenerará en el legalismo estéril cuyo representante típico en los tiempos evangélicos será el fariseísmo. La segunda profundamente vivida y alimentada por un culto sincero, modelará las grandes almas del judaísmo. Elevada por Cristo a su más alto grado de pureza y recogida por la Iglesia cristiana, informará para siempre la espiritualidad del cristianismo. Todo esto es y significa el período que ahora va a nacer y que se conoce en la historia con el nombre del Judaísmo.

6 Noth, Martin. “HISTORIA DE ISRAEL” (Ediciones Garriga, España. 1966) pp.289-290 7 Josefo, Flavio. “ANTIGUEDADES DE LOS JUDIOS” (Akal, España. 1997) Tomo 2: Libro XI. Capítulo 2.1

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La terminación del Templo había provisto a los judíos de un lugar de reunión y les había dado el carácter de una comunidad cúltica. Aunque existía laxitud religiosa, no hay pruebas de que floreciese ningún otro culto en Judá. Podemos suponer que el ritual del Templo pre-exílico fue reanudado, omitiendo o reinterpretando algunas características reales, y que los asuntos internos de la comunidad fueron administrados de acuerdo con la ley, tal como había sido transmitida por la tradición. Los dirigentes judíos consideraban orgullosamente a la comunidad, y a ella sola, como el verdadero «resto» de Israel. No obstante, hay pruebas abundantes de que la mora] de la comunidad no era buena. El desaliento había llevado a la desilusión y ésta, a su vez, a una laxitud religiosa y moral; las palabras de Malaquías y las memorias de Nehemías, ligeramente posteriores, lo muestra con claridad. Los sacerdotes, aburridos de sus deberes, no veían nada malo en ofrecer a Yahvéh animales enfermos o lisiados (MI. 1, 6-14), y su parcialidad en interpretar la ley había degradado su oficio a los ojos del pueblo (MI. 2, 1-9). Se descuidaba el sábado y se permitían los negocios en él (Ne. 13, 15-22). El incumplimiento de los diezmos (MI. 3, 7-10) obligó a los levitas a abandonar sus deberes para poder vivir (Ne. 13, 10 ss.). Además, había echado raíces el sentimiento de que no había ninguna ventaja en ser fiel a la ley (MI. 2, 17; 3, 13-15). Estas actitudes produjeron, naturalmente, un amplio derrumbamiento de la moralidad pública y privada, e incluso el peligro de que la comunidad se desintegrara internamente. El divorcio prevaleció hasta hacerse un escándalo público (MI. 2,13-16). No molestados por ningún principio, los hombres engañaban a sus empleados en lo tocante a los jornales y se aprovechaban de sus hermanos más débiles (MI. 3, 5). Al pobre que hipotecaba sus campos en tiempos de escasez, o para poder pagar los tributos, se le embargaban los bienes y, juntamente con sus hijos, era reducido a esclavitud (Ne. 5, 1-5). Lo que era más grave a largo plazo, las líneas que separaban a los judíos de su medio ambiente pagano, comenzaban a resquebrajarse. Los matrimonios mixtos con paganos fueron, según parece, cosa normal (MI. 2, 11 ss.) y, cuando los descendientes de estas uniones aumentaron en número, llegaron a constituir una seria amenaza para la integridad de la comunidad (Nc. 13, 22-27). El peligro, en resumen, eran tan real que si la comunidad no podía liberarse de él enteramente, recobrar la moral y encontrar su dirección, pronto o tarde perdería su carácter distintivo, si es que no se desintegraba por completo. Se hacían necesarias medidas drásticas, ya que la comunidad no podía continuar en la situación ambigua presente, ni podía recrear el orden del pasado. Había que buscar nuevos caminos si Israel quería sobrevivir como una entidad creadora.8

8 Bright, John. “HISTORIA DE ISRAEL” (Desclee de Brouwer, España. 1970) p.398-399

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2. Clave Literaria

Describa las características literarias del libro en estudio. Autor (fecha de ministerio, origen y destinatarios), fecha de composición, posibles ediciones posteriores, deferencias entre distintos manuscritos, problemas textuales, estructura del libro, teorías sobre la composición del mismo y demás aspectos pertinentes.

La canonicidad del libro está establecida por las referencias a él en el Nuevo Testamento (Mateo 11.10; 17.12; Marcos 1.2; 9.11, 12; Lucas 1.17; Romanos 9.13). Malaquías no sólo ocupa el último lugar (en lo que a orden se refiere) en el Libro de los Doce, sino que el profeta mismo tradicionalmente ha representado el fin de la actividad profética (cf. Salmo 74.9; Zacarías 13.2).En el tiempo de los Macabeos se escribía: «Tribulación tan grande no sufrió Israel desde los tiempos en que dejaron de aparecer profetas» (1ºMacabeos 9.27; cf. 4.46; 14.41).Según la tradición judía, cuando los últimos profetas (Hageo, Zacarías, Malaquías) murieron, el Espíritu santo se apartó de Israel (Tosefta Sotah 13.2; Sanh. 11a). Josefo atribuía la naturaleza inferior de la «historia completa» luego del tiempo de Artajerjes «a un fracaso en la sucesión exacta de los profetas» (Apión 1.841).9

a) El Autor El actual libro de Malaquías parece ser en realidad y en su origen un libro anónimo. Así piensa hoy la mayoría de la crítica, que se apoya en los siguientes argumentos: 1) La palabra "mal'aki" del encabezamiento del libro, que nuestras biblias transcriben por Malaquías no parece original. Está tomada de 3.1, es nombre común con sufijo que significa mi mensajero. Su presencia en el encabezamiento se debe al editor de este material profético anónimo. 2) Malaquías es un nombre desconocido en el A. T. 3) El testimonio de la versión de los LXX y del Talmud y Targum de Jonatán que lo interpretan también como nombre común. 4) El título de esta profecía: "Oráculo, Palabra de Yahvé" es el mismo con que empiezan las dos secciones de que consta el Deutero-Zacarías 9.1 y 12.1. Es probable que fueran tres colecciones proféticas anónimas. El editor de los profetas anteriores con el fin de redondear el número de Doce, nombre sagrado y símbolo de Israel, adosó las otras dos colecciones a Zacarías y ésta la editó como profecía independiente en la forma actual. La paráfrasis caldea lo identifica con Esdras equivocadamente, ya que Esdras nunca es llamado profeta sino escriba, y Malaquías nunca escriba sino profeta. Con todo parece que Malaquías no era reconocido por su nombre propio por algunas autoridades antiguas.10

b) Fecha

Este libro no contiene ninguna fecha. Sin embargo, se coincide en atribuirlo a un profeta que predicó poco antes de las reformas de Esdras y Nehemías, es decir, alrededor de 460, pues condenó precisamente los abusos que luego corregirían aquellos dos jefes de Israel. Si aceptamos la fecha aproximada de 460 a. de J.C., Malaquías se convierte en una fuente histórica importante; porque sería el único documento de la época que nos describe la vida de la comunidad judía después del ministerio de Hageo y Zacarías y antes de las reformas de Esdras y Nehemías.11

9 LaSor, William. “PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO” (Grand Rapids, EE.UU. 1995) p.488 10 Jamieson, Roberto. “COMENTARIO EXEGÉTICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA” (CBP, EE.UU. 2003) p.974 11 Sánchez, Edesio. “COMENTARIO BÍBLICO MUNDO HISPANO: MALAQUÍAS” (MH., EE.UU. 2003) p.373

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c) Estilo Prácticamente, todas las secciones del libro comienzan con una afirmación, hecha por Dios o por el profeta, a la que sigue una pregunta del pueblo que la pone en duda. Estas preguntas son quizá un simple recurso literario que permite al profeta desarrollar sin rodeos su pensamiento.

d) División y Contenido El libro consta de seis secciones. Todas están estructuradas literariamente de la misma manera. Su montaje es dialogal y parecido al género literario que llamamos “diatriba”12. La secuencia es la siguiente: Yahvé o el profeta anuncia una tesis, que es rebatida por el auditorio, pueblo o sacerdotes, con objeciones o reparos. Después sigue un breve desarrollo del tema o tesis inicial. El punto de partida es siempre un texto o una idea del Deuteronomio13. Con tal de no exagerar los paralelismos, que a veces resulta algo forzados, es interesante tener esto presente para captar el gran influjo del Deuteronomio en el profeta. 1ª Sección: El amor de Yahvé hacia Israel: 1.2-5 El "sitz im leben”14 de esta sección y de las siguientes es la comunidad judía postexílica que se encuentra en una situación mísera y decadente. Empobrecida y hostigada, contrasta esta situación actual con las brillantes descripciones que habían hecho los profetas preexílicos y sobre todo las del gran profeta anónimo del exilio. Este contraste la envuelve en un clima de desaliento, en que la fe está a punto de naufragar dando paso al escepticismo. Dónde está el amor de Yahvé para con su pueblo, era la pregunta que estaba a flor de labios. Yahvé responde taxativamente: "Os he amado". Y da dos razones para demostrar este amor. Las dos son históricas. La primera es la elección de Jacob. La segunda, su actitud para con Edom, que por este tiempo simbolizaba a los enemigos de Israel. Edom había sido invadido por los Nabateos. 2ª Sección: Pecados de los sacerdotes: 1.6 - 2.9 Yahvé es Padre y Señor. Tiene derecho a la honra que se expresa en el culto. Sin embargo, los sacerdotes habían deshonrado y menospreciado su nombre. No estaban a la altura de su vocación en su ministerio y en su conducta. Sus claudicaciones morales y religiosas repercutían en el pueblo. Su culto indigno les impedía realizar su ministerio de intercesión. Los pecados que Dios les echa en cara son: Violación de las leyes del culto en lo referente a la pureza de las víctimas (1.7-9). Violación de la Alianza (2.8).

12 Diatriba (del griego clásico διατριβή, diatribé, «discurso hablado», «conferencia») es un escrito violento, a veces injurioso, dirigido contra personas o grupos sociales. Originalmente, en su acepción griega, es el nombre dado a un breve discurso ético, concretamente del tipo de los que componían los filósofos cínicos y estoicos. Estas lecturas morales populares tenían con frecuencia un tono polémico, y «diatriba» adquirió pronto el sentido moderno de «invectiva». 13 Por ejemplo:

Malaquías 1.2 1.6b 2.11 2.17

3.8, 10 3.14

= Deuteronomio 7.7; 10.18 = 4.10 = 7.3-4 = 28.1-2, 12, 15 = 28.8, 12 = 6.13; 7.16; 13.2, 4; 30.17; 10.12

14 En crítica bíblica Sitz im Leben es una frase alemana que puede traducirse aproximadamente como "posición en la vida". En otras palabras, que no hay texto sin contexto. Hoy en día el término se utiliza también fuera de la investigación teológica, cuando es necesario examinar un texto en sus aspectos sociológicamente relevantes.

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Violación de su ministerio de enseñar la Ley con el consiguiente extravío del pueblo. Extravío del cual ellos son los principales responsables (2.7). Ante esta situación Dios les dirige una llamada de conversión. Si la respuesta es positiva, Dios les perdonará y les amará. Si es negativa, tendrán por parte de Dios maldición y repudio (1.14; 2.1-2) y por parte del pueblo, el desprecio (2.9). En esta sección es famoso el contenido del 1.11. En contraste con el culto indigno que le ofrecen los sacerdotes, Dios habla de un sacrificio universal y puro. ¿Qué sacrificio es este? El profeta piensa en el sacrificio perfecto de la era mesiánica y que ha tenido su cumplimiento histórico en el culto cristiano según la interpretación oficial del Concilio de Trento. 3ª Sección: Condenación de los matrimonios mixtos y del divorcio: 2.10 - 16 Esta sección se refiere de modo especial al pueblo. También éste ha claudicado. En contra de la Ley van a buscar esposas idólatras que les arrastran a la idolatría (2.10-11). No tienen razón al quejarse contra Yahvé. Ellos, con su conducta, son los verdaderos responsables de su situación. No Yahvé. Es sorprendente su doctrina sobre el divorcio, permitido en la ley de Moisés. El profeta repite la doctrina y las expresiones de Génesis 2.24. Esta postura marca un gran avance en la visión del matrimonio y de la familia. 4ª Sección: El día de Yahvé. 2.17 - 3.5 El pueblo con sus quejas planteaba al profeta el problema de la retribución. No hay justicia, como lo demuestra el hecho de la prosperidad del impío. La respuesta a esta acusación es sorprendente y rica de contenido. La justicia de Dios se cumplirá en el Día de Yahvé. Dios vendrá para juzgar. Pero su venida será precedida de un mensajero al estilo del heraldo de las monarquías orientales cuya misión era anunciar la venida del rey y preparar el camino. Viene una enumeración de los pecados que serán objeto del juicio y que eran los pecados más destacados en la vida de la comunidad. La magia, el adulterio, el perjurio, los pecados sociales contra la justicia y todo tipo de opresión (3.5). 5ª Sección: Desprecio de los diezmos del templo. 3.6-16 La violación de la ley de los diezmos es otro de los pecados de la comunidad (Nahúm 18.21). De nuevo les recuerda que la situación presente de miseria y de escasez es debida a su infidelidad. La obediencia a la ley y la conversión al Señor les garantizará la prosperidad (3.6-12). 6ª Sección: El juicio de Dios 3.13-21 El problema planteado en esta sección es el mismo de la sección tercera. Lo único que cambia son los protagonistas. Ahora son los justos los que se quejan. La respuesta es la misma. En el día de Yahvé justos y pecadores recibirán su recompensa (3.16-21). Este modo de enfocar el problema de la justicia de Dios supone un gran avance sobre la concepción tradicional. Esta suponía el cumplimiento de la justicia de Dios aquí y ahora. Para Malaquías la justicia de Dios tendrá un cumplimiento escatológico. Y aunque no se entrevé con claridad la vida y la justicia de ultratumba que aportará con claridad el Evangelio, la concepción de Malaquías es un paso muy claro hacia ella. Dos pequeños apéndices cierran este libro. Son adición posterior. El primero, v.23, es una exhortación a la observancia de la ley según el estilo y espíritu deuteronomista. El segundo, vv. 23-24, es una glosa posterior que identifica el mensajero de 3.1 con Elías.

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e) Mensaje El mensaje de Malaquías es, ante todo, un mensaje existencial. Es la respuesta concreta a una situación y a unos problemas que afectaban vivamente a la comunidad. Respuesta de fe para ser traducida en vida. Pero al mismo tiempo contiene una rica teología. La solución que da al problema de la retribución supone un gran avance y está muy próxima a la solución del NT. La justicia de Dios no se cumple aquí y ahora. Tiene su lugar en la era escatológica. Dios es justo y, como tal, juzgará individualmente a justos y pecadores. Para Malaquías no es la condición de miembro del pueblo escogido la que salva o condena en el día del juicio. Es única y exclusivamente la condición de justo o pecador. Malaquías insiste de modo especial en el aspecto ritual y cultual, pero también recalca las disposiciones interiores (3.7) y el cumplimiento de la justicia y de la caridad para con el prójimo. En este es un eco fiel del Deuteronomio, de cuyo espíritu está profundamente penetrado (Malaquías 1.2 y Deuteronomio 7.8; 1.9 y 10.17; 2.1 y 4.33; 2.6 y 33.10; 4.4 y 4.10). Dos novedades interesantes aporta Malaquías a la doctrina mesiánica: la de la "oblación pura", sacrificio perfecto de la era mesiánica que se cumple en el culto eucarístico cristiano. La otra es el mensajero misterioso que precederá a la venida del Señor (3.1), en el cual la tradición cristiana ha reconocido a Juan Bautista (Mateo 11.10-14; 17.2; Levítico 1.17).

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3. Clave Teológica

Describa las teologías o elementos teológicos que subyacen en el texto, describiendo la perspectiva del autor respecto al compromiso social, el compromiso con la comunidad, o el compromiso con el prójimo. Qué relación hay entre la teología del “Mesías”, “Perdón”, “Juicio”, “Salvación”, “Pecado”, “Oración”, “Restauración”, “Justicia”, “Comunidad”, entre otras y la vida del pueblo.(No significa que cada libro contenga muchas teologías, se trata de descubrir en el libro cuales elementos teológicos aborda el autor).

Malaquías fue escrito para sacudir el pueblo de Judá de su letargo espiritual y para advertirles de que el juicio se acercaba a menos que se arrepintieran. La gente dudaba del amor de Dios (1.2) y la justicia (2.17) y no tomó en serio sus mandamientos (1.6; 3.14-18). Sin embargo, Dios era "un gran Rey" (1.14) con un gran nombre que era de temer, incluso "más allá de la frontera de Israel" (1.5, 11). Malaquías en repetidas ocasiones se instó a los sacerdotes y el pueblo a venerar a Dios y darle el honor que se merecía. Dios era el padre de Israel y creador (2.10), pero la nación mostró desprecio por su nombre (1.6, 3.5). En respuesta a este desprecio, Dios envió a su mensajero para anunciar el día del Señor (3.1). Malaquías pretende restaurar la santidad del matrimonio, restringiendo la autorización del divorcio contenida en Deuteronomio (24.1-4) y llamando la atención sobre el designio original de Dios al crear al nombre y la mujer (Malaquías 2.10, 15). Condena rotundamente los matrimonios mixtos y hace decir a Dios: «Odio el divorcio» (2.16). El mesianismo se centra en torno al templo de Jerusalén, donde ofrecerán todos los hombres un sacrificio litúrgico aceptable (1.11), con Dios gloriosamente presente en medio de todos ellos (3.1-2) a fin de destruir el mal para siempre (3.5, 19) y, como «sol de justicia», garantizar a los elegidos una vida saludable y el cumplimiento de las promesas mosaicas (3.20). Al frente del pueblo de Dios habrá un sacerdocio digno, auténtico (2.4-7). Un redactor tardío — ¿o quizá alguien que recogió la predicación del profeta? — añadió una nota diciendo que Elias volverá a aparecer sobre la tierra para «inaugurar el día grande y terrible» (3.23).15 Definimos entonces diferentes aspectos teológicos: teóricos (amor de Dios, justicia divina, retribución) y prácticos (ofrendas, matrimonios mixtos, divorcio, diezmos). Al hombre piadoso del exilio y del postexilio toda la situación externa en que estaba inmerso lo empujaba a ver en el lema de la fe el camino para una nueva base de su relación personal con Dios. Pero esa actitud de fe no se corresponde sin más con la concepción que de ella tiene el profetismo, sino que reviste una forma especial como consecuencia de su acentuada conexión con la ley, de modo que sería más acertado llamarla obediencia de fe.16 a) Amor

El amor de Dios y la justicia no cambian. Su elección y el juicio final en el día del Señor demuestran su carácter. Aunque el Antiguo Testamento estaba seguro que Dios era el Dios de toda la tierra, también estaba seguro que era el Dios de Israel. Los había escogido; los había liberado; y luego estableció su pacto con ellos. Así que, Israel continuamente llamaba la atención al hecho de que era el pueblo de la libre elección de Dios. ¿Cuál es el punto de partida en nuestra relación con Dios? No es que nosotros hayamos amado a Dios. Él nos amó a nosotros y, actuando en el amor, Él liberó a su pueblo.

15 Brown, Raymond. “COMENTARIO BÍBLICO: SAN JERÓNIMO” (Ediciones Cristiandad, España. 1971) p.166 16 Eichrodt, Walter. “TEOLOGÍA DEL ANTIGUO TESTAMENTO” (Ediciones Cristiandad, España: 1975) p.303

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Sin embargo, la gente del día de Malaquías contestó con un quejido lastimero: "¿Cómo nos has amado?" Es como si a un niño, acostumbrado a la abundancia, se queja porque le han negado algún juguete nuevo. Con toda la evidencia de la historia y de toda su actual prosperidad, Judá todavía dudaba del amor de Dios. La respuesta de Dios es apuntar al hecho de que escogió su padre Jacob sobre su hermano gemelo Esaú (que fue el antepasado de las personas que ya entonces rodeaban a Judá). El amor de Dios se ha demostrado sobre todo en que Él escogió a un pueblo para establecer una relación íntima. La frase, "a Esaú aborrecí" (v. 3), inquieta a muchos. Lo mejor parece entender esta expresión no como una declaración de sentimiento o actitud, sino como un término legal. En ese día, un padre utiliza esta terminología en la designación de un hijo legal para heredar sus posesiones. Por costumbre un hijo rechazado realmente era muy querido. También se le dio recursos para hacer su propio camino. Sin embargo, por la ley, el que heredó es el hijo "amado". Dios ha mostrado su amor por nosotros, en que Él nos haya elegido para heredar todo lo que tiene y es, porque somos su pueblo, y Él es nuestro Dios.

b) Culto Honrar a Dios, el gran rey, no se lleva a cabo a través del culto hipócrita. Dios merece lo mejor. Dios habla en contra de Judá porque ha llamado a este pueblo en una relación con él y las personas se han negado a honrarlo. Esto va más allá de la falta de respeto, sino que han despreciado el nombre de Dios (v. 6). Como el profeta señala, un hijo honra a su padre, y Dios había sido un padre para Judá. Un funcionario muestra el respeto a su amo, y Dios fue llamado con razón "Señor" y "Maestro" por su pueblo. ¿Por qué entonces se trata de Dios en Judá como algo sin importancia? El pueblo de Judá reacciona a este cargo con otra respuesta cáustica. Casi se puede oír el tono de inocencia ultrajada. "¿En qué hemos menospreciado tu nombre?" En la respuesta, Dios se limitó a señalar el pan mohoso en el altar de su templo, a los animales enfermos y heridos que se ofrecían en sacrificio. ¿Por qué estas personas estaban ofreciendo a Dios lo que nunca se atreverían a presentar a un gobernador humano? La adoración es esencialmente una expresión de nuestra conciencia de quién es Dios, además de una forma de honrar y alabar a Dios. Cualquier verdadera adoración debe honrar y exaltar al Señor. Ahora se nos muestra a los sacerdotes y los levitas de los días de Malaquías, que estando más cerca de Dios y sirviéndole, paraban quejándose de su suerte. Ellos no estaban satisfechos con las ofrendas que Dios había designado para ellos, sino que querían de los cortes de carne que comían los demás.

c) Conducta El que no teme a Dios, no da instrucción verdadera de la Palabra de Dios y no camina en rectitud; no recibirá la bendición de Dios. Dios le recordó a Judá que en el Pacto del Sinaí había prometido a los obedientes que Él los bendeciría. La Ley delineó el plan de Dios para una vida santa, pero el pueblo no había seguido los caminos de Dios (v. 2). Si hubieran elegido vivir de acuerdo a la Ley, habrían conocido la vida, la paz y la justicia (v. 5).

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d) Justicia Dios hace distinción entre el justo y el malo, por lo tanto, vale la pena temer y servir a Dios. Cuando Dios le advirtió a Judá que Él no contestaría sus oraciones, la gente respondió con una queja: "¿Por qué?" Habían orado con fervor, inundando el altar de Dios con lágrimas. ¿Por qué entonces Dios no prestaría atención a sus ofrendas? Aquí otro pecado de la gente, y otra prueba de su dureza de corazón se pone en foco. Esta sociedad había adoptado el divorcio como una forma de vida. Se divorciarse motivados por la lujuria, el deseo de un hombre mayor por una nueva esposa, más joven. Este tipo de infidelidad es algo que Dios no puede soportar. ¿Con qué rapidez los valores humanísticos sustituirían a la revelación de Dios sobre la bondad y la pureza verdadera? En la actualidad se presenta la homosexualidad como un estilo de vida alternativo y perfectamente aceptable. En los días de Malaquías también la sociedad se metió en la práctica de llamar mal al bien. Esta última acusación llevó Malaquías a una promesa y una advertencia. Él habló de la venida de Dios, pero advirtió: "¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién puede estar en pie cuando él se manifieste? "(3.2)

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CONCLUSIÓN 1. Dios ha hecho un Pacto con Israel para tener una relación especial e íntima; pero Israel por

su parte había despreciado continuamente ésta relación.

2. El pueblo dudaba de la palabra de los profetas, y pensaba que Dios se había olvidado de ellos y los había abandonado (exilio).

3. La actitud del pueblo de Israel cada vez era más superficial en cuanto a la adoración y a las normas que Dios estableció para que las cumpliesen.

4. El juicio empezaría por la casa de Dios, primero el juicio para los sacerdotes y luego continuaría con el pueblo.

5. El pueblo había quebrantado el Pacto, no sólo con Dios sino con el prójimo, de tal manera que la indiferencia hacia Dios se veía reflejada en la insensibilidad hacia su prójimo.

6. La práctica del divorcio, fuera de la única causa bíblica, es rechazada por Dios y trae como consecuencia el declive de la sociedad, ya que destruyen así su solidaridad nacional.

7. El pueblo había quebrantado su promesa de rechazar las prácticas paganas y esto como consecuencia de matrimonios con personas paganas.

8. El día del Señor viene y es vital que el pueblo de Dios viva a la luz de esa certidumbre; Él viene primero para purificar y después para juzgar.

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APÉNDICES 1. MAPAS

a) El Mundo de los Profetas Postexílicos

b) Profetas Postexílicos

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c) Entorno de Israel después del Exilio

d) Palestina después del Exilio

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e) Imperio Persa

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