94. RELATOS PARA TRABAJAR EN CURSOS Y ENCUENTROS

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    CUENTOS, RELATOS, HISTORIASPARA INICIAR O CERRAR LOS ENCUENTROS

    1LOS DOS SABIOS + DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

    PROF.DR. JORGE EDUARDO NORO

    [email protected]

    El pueblo estaba recostado contra la montaa y rodeado por un ro torrentoso y cristalino que le iba

    dando la forma definitiva al valle. Lejos de los centros urbanos. Lejos de todo. Slo un camino

    zigzagueante y peligroso y de mano nica conduca hacia el pueblo, lo atravesaba cortndolo

    simtricamente y se perda rumbo a la cordillera. Todos saban que para emprender el camino deregreso haba que rodear las montaas o atravesar el ro y tomar otra carretera.

    En este pueblo, desde haca mucho tiempo, vivan dos personajes ilustres, dos sabios, dos amantes

    del saber, dos filsofos. El azar o la geografa los haban distribuido en dos puntos antagnicos,

    aunque en cabaas de estructuras similares. Uno viva en el Norte y a la entrada del pueblo; el otro,

    en el Sur, a la salida, cuando el camino se perda en el paisaje.

    Nadie, ni siquiera los habitantes ms viejos e informados, saban precisar desde cundo estaban all y

    por qu haban elegido vivir en un lugar tan alejado de todo. Pero nadie ignoraba su presencia. Los

    dos sabios vivan prcticamente sumergidos en sus propias actividades, sin mayor contacto con la

    comunidad. No se comunicaban entre si. Es obvio que cada uno saba de la presencia del otro, peropor razones o circunstancias desconocidas no haban establecido nunca un dilogo. Algunos

    memoriosos recordaban un par de encuentros casuales, fugaces, nfimos... y nada ms.

    Los vecinos del lugar conocan perfectamente la ubicacin de uno y de otro. Lo saban y lo tomaban

    como referencia para ubicar, a su vez, algunos lugares del pueblo. Pero sobre todo, lo demostraban

    con orgullo cuando numerosos visitantes venan a buscarlos, a conocerlos, a hablar con ellos.

    Entonces, solan repetir: A cul de ellos busca?. Cuando el visitante los miraba sorpr endido, los

    vecinos solan marcar los dos rumbos (Norte y Sur, Entrada y Salida)... para luego entrar a detallar los

    caracteres de cada uno de ellos.

    Los sabios no tenan nombres conocidos. La geografa haba sustituido su identidad, y sus caractereshaban permitido diferenciarlos claramente. Ambos practicaban la filosofa, pero eran

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    completamente distintos. El sabio del Norte -- el de la Entrada del pueblo, con su cabaa totalmente

    de madera y los aosos rboles cobijando el acceso -- era seguro, firme, convincente; su voz clara,

    pausada y sonora acompaaba la perfeccin de sus enunciados y de sus respuestas. No admita

    dudas, no asomaba ninguna conjetura, solo expresaba la verdad y lo haca con la certeza que

    provena del conocimiento trabajosamente adquirido, archivado, retrabajado y sistematizado. La

    multitud de libros y de papeles que rodeaban cada una de las habitaciones de su cabaa eran laprueba de todo este esfuerzo. Cuando alguien lo interrogaba, l escuchaba atentamente la

    inquietud, se tomaba el tiempo para volver a formular la pregunta (certificando si la haba entendido

    correctamente) y luego daba a conocer la respuesta necesaria y precisa. Los interlocutores

    enmudecan, tomaban nota, lo reverenciaban. Cada palabra era una produccin de valor

    trascendental e histrico. En cada encuentro se estaba produciendo una revelacin.

    El Sabio del Sur -- el de la Salida, con su cabaa blanca y matizada de una vegetacin de variados

    colores -- tena otras caractersticas. Tambin en sus habitaciones abundaban desordenados - los

    libros y los papeles. Lo curioso es que muchos de ellos estaban abiertos, con referencias, marcas,

    sealadores, escritos. Al ingresar a la vivienda un tena la sensacin de encontrarse con un

    laboratorio de trabajo, sorpendiendo al filsofo en plena tarea. Se mostraba con una admirablesencillez asociada a una contextura fsica ms frgil. El tono de su voz era sereno pero por momento

    titubeante, incierta. Combinaba sus palabras con largos silencios y profundas miradas. No le tema a

    las dudas sino que muchas veces se sumaba a ellas. Era comn que respondiera a una pregunta con

    otra pregunta o a una de sus respuestas con varias conjeturas que la invalidaban o la relativizaban.

    Cuando venan a visitarlo, l los reciba con entusiasmo y gozaban escuchando a los recin llegados;

    formulaba observaciones, los interrogaban, les peda que dijeran lo que ellos mismos pensaban... y al

    final, cuando el sol comenzaba a desarmarse entre los huecos de la montaa, expresaba algunas

    opiniones recordndoles que no las tomaran como definitiva, que deban seguir discutindolas en el

    camino de regreso.

    A cul de los dos buscan? , era la pregunta natural de los vecinos del pueblo a los visitantes. Pero

    ellos no recomendaban, sino que simplemente indicaban. Los visitantes -- misteriosamente -- venan

    sabiendo qu tipo de sabio queran encontrar. Al sabio del Sur le causaba placer recibir grupos

    reducidos, informales. No distingua en ellos niveles, antecedentes, estudios o lecturas. Estaba

    convencido de que la verdad -- como bsqueda permanente -- moraba en todo ser humano pero que

    deba despertarla y que a l le corresponda la tarea de resucitarla. No era raro que despus de horas

    de dilogos animados, en un juego interminable de preguntas y respuestas, la conclusin emergiera

    de la boca de un hombre simple o de un joven inexperto. Casi siempre -- cuando esto se produca --

    el Filsofo de la Salida sonrea satisfecho y ya no hablaba ms. Todos interpretaban el silencio como

    despedida y se retiraban ms ricos interiormente aunque no llevaran consigo ningn documento,

    ninguna respuesta.

    Al sabio del Norte le agradaban las entrevistas personales o los grandes grupos. En la primeras

    pareca encontrar en el interlocutor (generalmente, grabador en mano) el registro histrico de sus

    verdades y lo comprobaba por el inters que despertaba con sus monlogos y por el brillo de sus

    ojos al descubrir en sus palabras los reflejos de la verdad. Con los grupos gozaba porque saba que

    poda llegar a ms gente y que -- a travs de ellos -- la verdad se podan volver expansiva, casi

    universal. Ellos tambin saban por el tono de la voz cuando el encuentro finalizaba y partan

    orgulloso por el caudal de anotaciones, conocimientos, mensajes y verdades (casi sagradas) que

    haban atesorado.

    Curiosamente, ni los vecinos del pueblo ni los visitantes solan recurrir a los dos filsofos a la vez.

    Partidarios ocasionales o deliberados de uno o de otro, preferan mantenerse fieles a su estilo. No

    generaban bandos o antipatas sino tolerancia y respeto.

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    El paso del tiempo, con implacable persistencia, fue diluyendo las noches y los das. En un breve

    perodo murieron los dos sabios. El filsofo del Norte muri en un tibio amanecer de octubre,

    rodeado por sus seguidores ms consecuentes. El sabio del Sur muri en una plcida tarde estival,

    cuando un grupo de visitantes abandonaba la casa. A partir de entonces el pueblo, el ro, la

    montaa, el camino se quedaron un poco hurfanos, aorando tiempos pasados. Uno y otro,

    prolongando una mgica simetra fueron sepultados en sendos valles: cada uno en la suave ladera delas montaas, las mismas que servan de marco a cada una de las viviendas.

    La casa del Filsofo de la Entrada (Norte) se convirti rpidamente en un Centro Cultural y

    acadmicos de prestigio, al que acudan desde remotos lugares para estudiar los libros del sabios,

    hacer las interpretaciones, ordenar sus escritos, publicar sus obras, divulgar sus ideas, repetir sus

    enseanzas.

    La sencilla casa del Sabio de la salida (Sur) se convirti en una escuela. Sus libros, sus escritos y sus

    pertenencias fueron utilizados para continuar con el espritu de bsqueda de su antiguo morador.

    Entre aquellas sabias paredes se respiraba la necesidad de no detenerse en ningn conocimiento

    definitivo, en multiplicar las preguntas, en relativizar el valor de las respuestas.

    Junto a la tumba del Sabio del Norte naci un rbol slido y frondoso: se convirti en un lugar de

    referencia para tantos visitantes que acudan a recordarlo y venerarlo; encontraban bajos sus ramas

    sombra, seguridad y proteccin. En el otro extremo, en el valle del Sur, junto a la tumba naci un

    rbol cargado de frutas que, sin reparar en las estaciones, se prodigaban en alimento para los

    visitantes.

    A veces, en ciertas noches de verano y en algunas fras maanas de otoo, sobrevuela de un extremo

    a otro del pueblo, un espritu inquieto preguntando y preguntando. Cul de los dos era realmente

    sabio? Quin era realmente el filsofo y tena la habilidad para proponer el ingreso en el terreno

    del pensamiento? En cul de ellos moraba el tesoro de la verdad?

    PROPUESTA DE REFLEXION Y TRABAJO

    01. Seleccionar y marcar al menos 10 palabras o frases que puedan resultar significativas.

    02. En un cuadro de doble entrada caracterizar a cada uno de los sabios y a sus seguidores.

    03. Si fuera uno de los visitantes del pueblo mencionado en la historia, qu sabio visitara y por qu?

    04. La filosofa, el pensamiento, la sabidura, con cul de los dos sabios se identifica? Por qu?

    05. En el propio trabajo, en la formacin previa, se han encontrado con ambos modelos?Describirlos.

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    SOBREVIVIENTES DE LA ESCUELAPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO

    Yo los vi llegar un medioda de verano. Confiaron en la tierra firme, aunque presumieron que esacosta rocosa y escarpada era el continente. Nunca imaginaron que se trataba de una isla. Una de esas

    islas que se van consolidando, desarmando y desplazndose con el paso de los aos, cambiando de

    forma y de estructura, jugando a ser y no ser en un devenir permanente. Nunca recorremos las

    mismas aguas, nunca pisamos la misma isla.

    Venan de navegar mares tormentosos y no podan resistirse a la tentacin de depositar sus pies

    seguros en la orilla insobornable. Pero era una tierra olvidada y desconocida. Tal vez yo solamente

    exista en la afiebrada imaginacin de algunos y necesitaba de la presencia de esos intrusos que me

    dieron vida: apareciendo en sus vidas yo misma adquira verdaderamente el ser. Creo que me

    despertaron de un largo letargo y todos ganamos con el encuentro. Yo era, frente al mar cargado de

    riesgos e incertidumbres, la tierra prometida. Ellos eran, ante la soledad y la arbitraria desproteccin

    de siglos, una tabla de salvacin. Hasta ese da nunca supe a ciencia cierta que importancia real

    tena.

    Lentamente fueron reparando en mi presencia y fueron descubrindome: me recorrieron con la

    misma pasin con que desembarcaron y tuve la serena impresin de que crea haber resucitado el

    paraso original: paisajes, vegetacin, arroyuelos, cascadas, claros en el territorio eran vistos por

    primera vez, aclamados y bautizados con un envidiable sentido del asombro y de la admiracin. Al

    desembarcar y tomar posesin del territorio se creyeron fundadores de una nueva realidad pero yo

    haba estado all desde siempre: generosa, consenta en dejarme atravesar con cierta indiferencia,

    pero slo toleraba algunos vestigios de apropiacin.

    Y yo me senta bien. Por primera vez alguien en nombre de la civilizacin - me daba la bienvenida,

    me abra las puertas y me haca pasar a la sociedad. Haba en mi un curioso juego de contradicciones:

    exista desde siempre, pero senta que recuperaba el ser con esas presencias. Ellos se asomaban a mi

    mundo, con la total seguridad de sentirse descubridores y conquistadores; yo me asomaba a un

    nuevo universo para certificar mis valores y descubrir con mi natural astucia qu destino me

    cabra en el nuevo orden

    Porque quedaba claro que no se adaptaran a mi estructura, sino que haba un orden previo que se

    me impondra. Recuerdo paso a paso los rituales de ingreso, de conquista, de bautismos y de

    apropiacin.

    Pas el tiempo y con l, imperceptiblemente, me di cuenta de que fueron explotando de m todas las

    riquezas, me fueron cambiando, se aduearon de cada uno de los rincones, me hicieron suya. Y yo

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    aprend a vivir solamente para ellos. Basta una acumulacin de vida, aunque sea neutra y gris, para

    que nuestras esperanzas ms firmes y nuestros deseos ms intensos se desmoronen... Y lleg un

    momento en el que mi vida ya no soaba, abierta, con ninguna diversidad.1

    Todos vivimos en el mismo engao: haba sido un encuentro fortuito, casual, valioso, provisorio... y

    habamos imaginado que sera eterno. Ellos porque se sentan cmodos en el territorio conquistado yracionalmente organizado; yo porque disfrutaba de una vida gloriosa y de una importancia

    desmesurada.

    La estructura de mi geografa se fue modificando con el paso del tiempo: en algunos lugares se

    fueron adicionando territorios y en otros, el paso del agua fue robando importantes sectores. El mar

    mismo viva en un cambio permanente y era muy difcil percibir esas modificaciones que nos alteraba

    mutuamente.

    No hubo un momento determinado. No fue un fra maana de invierno o un sereno atardecer de

    otoo: sino que fueron la suma de los das. Se fueron alejando, descuidaron algunos sectores,

    silenciaron algunas voces, dejando caer resguardo, protecciones, sectores. Tuve la impresin pobre, porque yo nuevamente me haba adormecido confiada en una inconsistente fantasa de que

    algo pasaba, pero que no poda ser demasiado grave.

    Y un da se fueron. Dejaron las instalaciones intactas, los artefactos en funcionamiento, la geografa

    cambiada, los rboles y la vegetacin domesticados segn su gusto y parecer... No se llevaron nada:

    otras naves vinieron a buscarlos y desaparecieron sin reconocimientos y sin explicaciones.

    Volv a quedarme sola. A veces creo que estn deambulando de un lugar a otro, con el bullicio y la

    creatividad de antes, pero no es cierto: el sueo me deposita irremediablemente en la realidad.

    Cuando los sueos pasan, como los recuerdos, se vuelven indemostrables y remotos. Recuerdos y

    sueos estn hechos de la misma materia... todo es recuerdo. A veces creo que nunca estuvieron.

    Estoy nueva y definitivamente sola.

    Han partido. Yo sigo sin despertar de mi desconcierto. Tantos aos viviendo de lo que ellos hacan y

    pregonaban de m! Creo que fui perdiendo mi identidad y se me fue diluyendo en los proyectos

    ajenos.

    Tal vez sea la hora de convertirme en tierra definitivamente firme, en constituirme en una fortaleza,

    en encontrar vida propia, de no depender de nadie... de convertirme sencillamente en la ESCUELA

    que se ha atrevido a alcanzar la mayora de edad, a hacer lo que quiere y lo que debe con una

    identidad definitivamente propia. Tal vez he vivido en una cmoda y segura minora de edad sin

    atreverme a utilizar mis propias capacidades, carente de decisin y de nimo para servirme

    creativamente de mis propias potencialidades.2

    Ahora definitivamente lo he comprendido: la mera

    presencia de ciertas cosas y de determinados rituales no garantiza su existencia: estoy sumergida en

    la precariedad y mi universo presente y futuro es una construccin permanente.

    Alguien antes de partir se atrevi a escribir en una de las rocas de la playa: Los sobrevivientes de

    la que escuela del pasado deben convertirse en los constructores de la escuela que vendr.

    1Cfr. SAER J.J., EL ENTENADO. Algunas otras expresiones del relato han sido tomadas libremente del libro,

    aunque recrendolas y asocindolas a otros contextos.2Cfr. KANT, Filosofa de la Historia. Respuesta a la pregunta qu es la ilustracin? (Nova). Sapere aude! Ten

    el valor de servirte de tu propio entendimiento!

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    DISCUSIONES SOBRE EL CAMBIOPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO

    Todos entendieron que haba que cambiar el pueblo. Nunca pudieron precisar de dnde vino la idea

    original. No fue la voz de uno de los candidatos de las prximas elecciones. Tampoco surgi de los

    artculos de opinin del peridico local, ni de los encendidos discursos del Intendente que no

    desaprovechaba celebracin alguna para pronunciarlos.

    La idea del cambio se instal entre los vecinos que comenzaron a imaginar un pueblo diferente. No

    faltaban razones para proponerlo: una prolongada historia los haba sostenido desde siempre, pero

    en los ltimos tiempos la partida de muchos jvenes, la ausencia de fuentes productivas, el trabajo

    escaso, el debilitamiento de los comercios tradicionales y el agotamiento de las instituciones, fueron

    sumando argumentos para pensar que el pueblo no tena futuro.

    Todos se apropiaron de la idea pero cada uno fue construyendo con ella su propio mundo: para

    algunos el cambio deba venir de las autoridades municipales porque para eso haban sido elegidas y

    era una de las incumplidas problemas electorales; para otros, los cambios deban producirse por la

    directa intervencin del gobierno provincial, ya que no solamente manejaba los recursos, sino que

    adems dispona de mayor informacin y poda transferir alguna experiencia favorable de otraspoblaciones; no faltaban los que reclamaban la intervencin de tcnicos de la cercana universidad ya

    que abundaban los especialistas y podan disear un pormenorizado estudio de factibilidad de

    transformacin estructural del pueblo; algunos atrevidos comenzaron a hacer circular algunos

    proyectos que ellos mismos haban diseado o que haba copiado de pueblos vecinos, afirmando que

    estaban dispuestos a convocar a los que haban diseados otros cambios (aunque no podan

    confirmar si haban tenido algn resultado favorable); algunos pensaron que lo importante era

    cambiar el nombre y la direccin de las calles, modificar el trazado de la plaza principal, redisear el

    arco de ingreso al pueblo, crear un himno, un escudo y una bandera que los identificara o imaginar

    una fiesta que convocara anualmente a los habitantes de los pueblos vecinos; finalmente hubo un

    grupo que en una espontnea asamblea de vecinos proclam un cambio anrquico que cada uno lo

    interpretaba segn su entender y conveniencia, y que deba tener como consecuencia el beneficio detodos.

    Sobraban palabras y faltaban acciones, mientras el tiempo se iba llevando las buenas intenciones y

    comenzaba a aparecer el juego de los intereses: unos queran fortalecer los vnculos con sus polticos

    amigos, otros pretendan darle oxgeno a las autoridades locales ahogadas por la escasez de recursos

    y la abundancia de problemas, algunos aspiraban a incorporarse como funcionarios de los nuevos

    organismos de cambio y transformacin (con despacho, sellos, presupuestos y firmas autorizadas),

    otros imaginaban que podan brindarles oportunidades a los tcnicos conocidos de otras localidades,

    a los que haban fracasado en otros intentos, a los tericos que dibujaban cambios desde las ctedras

    de la universidad y hasta no faltaban los que suponan que si se produca un cambio exitoso se les

    allanara el camino hacia una banca en el congreso.

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    El pueblo segua igual, envuelto en la niebla de un invierno riguroso. El nico cambio real era el

    discurso sobre el cambio: un nuevo entretenimiento que no impeda que muchos se fueran, que los

    negocios trabajaran poco y mal, que escaseara el trabajo y que cada uno se refugiara en la defensa

    de sus propios intereses.

    Y la discusin sobre el cambio se fue llevando el cambio mismo y casi hace naufragar al pueblo

    perdido y olvidado. Milagrosamente se produjo una lenta resurreccin: buenos vecinos, gente debuena voluntad, ciudadanos honrados desprovistos de cualquier inters particular y slo

    interesados en el bien de todos se convocaron, se reunieron y fueron definiendo un cambio a la

    medida de sus posibilidades: sustituyeron con iniciativas reales y con acciones concretas los

    discursos huecos; supieron que se trataba de un largo camino y de un prolongado esfuerzo pero

    lentamente el pueblo entr en un cambio efectivo del que fueron contagindose los vecinos de todos

    los sectores y de las ms variadas clases sociales El cambio que haba partido del lugar exacto y

    sostenido por el consenso necesario, finalmente lleg hasta las autoridades que observaron

    sorprendidas las acciones de los sencillos habitantes del pueblo, capaces de hacer tanto con tan

    poco. Y el atrevimiento los llev a muchos a imaginar que el cambio, en ese pueblo, poda conducir

    tambin a la transformacin de las formas de representacin y de gobierno, y de las prcticas

    polticas

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    RITUALES Y TRANSFORMACIONESPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO

    Era una tribu extraa y perdida en el corazn de la selva y recostada contra un ro caudaloso y

    viboreante. Pocos son los detalles que nos han quedado de ella y escasos los restos de su cultura. Su

    historia se reduce a algunos cientos de aos, pero con inicio y final precisos.

    Milagrosamente lo que ha sobrevivido a la destruccin y al olvido es el testimonio de uno de sus

    rituales. De tiempo en tiempo, los miembros de la comunidad reparaban en sus imperfecciones: la

    impericia en las batallas, la ineficiencia en las cacera, el fracaso en las cosechas, el deterioro en lasplantaciones, los desbordes inesperados del ro, las peleas y las desinteligencias en las relaciones... y

    convocaban rpidamente a una reunin general. Ningn miembro faltaba a la misma y ninguno poda

    estar ausente al ritual de la purificacin y el cambio.

    Alguien autoridad religiosa y poltica recordaba los pasos de la purificacin, expona claramente

    los motivos de la misma, haca la historia de las crisis precedentes y de los efectos obtenidos... los

    alentaba con sus gritos e iniciaba el proceso de conversin.

    Una larga caminata los llevaba al interior de la selva, a un claro natural que oficiaba del sitial sagrado:

    el duro esfuerzo del desplazamiento impona una ascesis necesaria para reconquistar fuerzas y

    fortalecer msculos... y al mismo tiempo representaba un compromiso solidario, porque todos concapacidades y condiciones diferentes deban llegar. En el corazn del monte, apenas atravesado

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    por la luz del sol resguardando un secreto que les otorgaba identidad se producan los siguientes

    pasos: por diversos medios primitivos todos comenzaban a despojarse de la existencia vieja, del

    hombre viejo para darle lugar a la vida nueva. La puntillosa observacin de algunos animales los

    haba contagiado de la necesidad de buscar y producir en cada uno de los cuerpos una realidad

    diferente. El recurso consista luego de desprenderse de la ropa - en utilizar algunos instrumentos

    y algunas piedras para rasurarse la barba, eliminar sus cabellos, desprenderse de sectores de la piel...El dolor que produca (y que todos soportaban con admirable solidaridad) se traduca en una especie

    de lamento armnico y se transformaba en canto.

    Cuando todos haba concluido esta etapa de purificacin, se postraban exhaustos y algunos

    encargados reunan los restos que, en el centro de la asamblea, se convertan en una inmensa

    hoguera. Pacientemente aguardaban que la misma se agotara y que el suelo se poblara de cenizas...

    Cada uno recoga con sus dos manos las tibias cenizas y con ellas regaban el suelo de la selva. Crea

    que solamente con los vestigios y de la vieja historia y las reliquias de la existencias viejas se podan

    abonar el crecimiento y el futuro.

    Una alegre carrera los conduca al ro: todos ingresaban en sus aguas para que la fuerza de las aguasoperara como cicatrizante y purificatorio. Una nueva reunin que se prolongaba sin tiempo - en el

    seno de las mismas aguas le otorgaba el sentido definitivo al proceso. Las palabras de quienes

    dirigan el grupo permita determinar cules seran los propsitos que los guiaran de all en ms.

    Finalmente retornaban a la aldea, se reunan con las nuevas vestimentas, cambiaban de chozas y

    reasignaban las funciones... Se iniciaba lo que ellos designaban como una nueva etapa de la

    historia del pueblo, con una vitalidad contagiosa e invencible.

    El ritual se repiti tantas veces como repararon que algo los estaba carcomiendo y les estaban

    restando fuerzas. Entre ellos algunos tenan la particular sensibilidad de entrever los sntomas, otros

    exhiban la capacidad de proclamar la necesidad del ritual, varios conducan el proceso... y todos se

    involucraban en el mismo.

    Un da la tribu desapareci: algunos suponen que cansados de los conflictos fueron emigrando

    hacia otros pueblos; hay investigadores que prueban que fueron constituyendo nuevas tribus, con la

    mstica original de la primera; las ltimas investigaciones prefieren otra explicacin: comenzaron a

    desaparecer los atrevidos que se animaban a desnudar los problemas y la interpretar los signos,

    luego desaparecieron los lderes que convencan a la poblacin y convocaban a la purificacin y

    finalmente desaparecieron los jefes que deban conducir el ritual. Se mantuvieron las ceremonias,

    pero desapareci su contenido... y cuando la tribu convirti su historia en una cclica repeticin de s

    misma, desapareci.

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    TRANSFORMACION EN LAS PROFUNDIDADESPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO

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    En el fondo del ro, alejados del ruido del torrente impetuoso que recorra la superficie, sin prestarle

    atencin a las crecidas o a las bajantes viva una COLONIA DE PECES. Era una vida apacible, una

    comunidad organizada, una sociedad respetada por las otras colonias que habitaban diversos

    sectores del caudaloso ro.

    Alguien -- en un pasado remoto -- haba elegido ese lugar, alejndose de los ruidos de la superficie,restndole valor al entretenimiento de los grandes barcos de ultramar o de las lanchas de los finesde semana. Saban que para muchos esa colonia estaba demasiado en el fondo del ro, que no

    llegaba a ser suficientemente conocida o que por momentos pareca despreciar el contacto con las

    restantes asociaciones de peces. Les pareca, sin embargo, que algn precio haba que pagar al

    decidirse por una estructura social medianamente organizada, una corresponsable distribucin de las

    tareas y cierto inters en hacer las cosas serenamente bien, sin esquivar los conflictos, aunque sin

    alimentarse con ellos.

    Una vez alguien del COMANDO REGIONAL DE PECES DE LA ZONA LITORAL (C.R.P.Z.L.) convoc a una

    reunin a todos los Coordinadores de Colonias para discutir y bajar una serie de Directivas. Como la

    reunin se realiz en una zona tambin profunda, realmente las directivas bajaron a lasprofundidades para que los Lderes dispusieran de la informacin necesaria.A todos los sorprendi que el VOCERO del CRPZL les entregara una serie de Borradores de Trabajo y

    Documentos -- obviamente los peces disponan de un cdigo de registro de las informaciones -- que

    decidan una serie de reestructuraciones a partir del ao siguiente. Les llamaba la atencin que esas

    disposiciones fueran obligatorias y que tuvieran el mismo valor para todos. Haba sucedido en

    tiempos pretritos cuando el otros tipos de peces (gordos y autoritarios) los que manejaban el

    Comando. Cada uno de los representantes de las colonias fueron recibiendo el material, lo leyeron.,

    escucharon comentarios y agregaron otros, discutieron lo que pudieron y luego regresaron a sus

    acuticas geografas.

    Con la misma sensacin de sorpresa, primero, y de desconfianza, despus, el Coordinador reuni a

    los peces de la Colonia de la profundidad para brindarles informacin. Es cierto que algunos peces --

    imitando a los seres humanos -- lograban informaciones anticipadas y trascendidos... pero a todos les

    pareci necesario escuchar la versin original.

    Discutieron, opinaron, dieron a conocer sus puntos de vistas, pidieron mas precisiones, algunos

    pensaron en organizarse y conectarse con otros peces de diversas latitudes y profundidades... pero

    en suma cada uno regres a sus sector de agua (la sociedad tena una curiosa manera de manejar la

    propiedad privada) y dej literalmente que las aguas corrieran con la secreta esperanza de que se

    llevara consigo la informacin, los borradores de trabajo, los escritos, las decisiones, la

    transformacin. De alguna manera -- lo prometa con mucha seguridad el Coordinador -- cada uno

    se salvara hacindose cargo de tareas alternativas.

    El tiempo, insaciable, se fue llevando los das... y cuando regresaron para una nueva convocatoria, el

    CRPZL ya haba dispuesto como se deba funcionar de all en ms... La mayora mantuvo su funcin

    especfica que consista en purificar y preparar el agua para la comunidad de peces, pero otros

    tuvieron que disponer de su tiempo para clasificar diversos sectores del territorio (tarea que alguna

    vez haban realizado) y otros deba estudiar las profundidades y la composicin qumica del agua

    (tarea que nunca haban abordado y para la que se debieron preparar apresuradamente). Algunos le

    discutieron al Coordinador la habilidad acutica para armar los argumentos y convencerlos... pero

    entendieron que todos deban subordinarse al COMANDO REGIONAL.

    Cuando ya se haban acostumbrado a las diversas tareas, las aguas bajaron turbias, se produjeron

    diversas contaminaciones y desajustes en los niveles del ro y de manera sorpresiva cambiaron

    nuevamente las reglas de juego de la pacfica Colonia. Nuevamente bajaron directivas y cada uno

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    deba reubicarse en la nica tarea que tradicionalmente haba caracterizado a la Colonia. No haba

    lugares ni funciones para todos. Como algunos tenan ms derechos, ttulos, honores, antecedentes,

    antigedad que otros pudieron elegir lugares y puestos de trabajo. Los que fueron quedando

    debieron adaptarse a las posibilidades que les ofrecan los ayudantes del Coordinador (que

    consultaban de manera obsesiva los documentos y los nuevos borradores de trabajo).

    Sorpresivamente dejaron de tener inters los estudios y las funciones que por un tiempo habanconcentrado la atencin y el esfuerzo de muchos miembros de la comunidad. Algunos (los ms

    informados) decan que se podan producir cambios en el cpula del Comando Regional.

    A muchos les llam la atencin una serie de cosas que los peces nunca haban padecido : ningn

    miembro del mentado COMANDO acostumbraba a bajar a las profundidades para dar explicaciones

    y justificar los ajustes; al Coordinador, el paso del tiempo o el cambio en las aguas le haban quitado

    las ganas de justificar las nuevas determinaciones; los peces de la Colonia comenzaron a sufrir una

    curiosa enfermedad hasta ese momento desconocida (aunque detectada en otras comunidades) :

    enfrentamientos, discusiones, luchas y estrategias para esgrimir derechos.

    Lo curioso lleg al final. Cuando la situacin se hizo insoportable los peces hicieron reaparecer unaconducta ancestral que culturalmente haban logrado eliminar. Los peces no utilizaron los salvajes

    recursos de los humanos para enfrentar situaciones de conflicto, prefirieron emplear su propio

    mtodo: eliminarse mutuamente, comindose los unos a los otros.

    6

    AUTORIDAD: ELECCION O C ONSTRUCCIONPROF. DR. JORGE EDUARDO NORO

    Aquel pueblo, en una remota geografa y en un tiempo inmemorial, pretenda tener al frente de su

    comunidad a personas con verdadera autoridad, pero no siempre lograban acordar lo que esperaban

    de cada una de ellas. Como haban decidido que los gobernantes estuvieran un tiempo pre-

    determinado (sin poder prolongar su gobierno o regresar a l) tenan la posibilidad de juzgar diversas

    prcticas y criterios para poder vivir mejor. Eran muchos, por ejemplo, los que ponderaban la

    gestin del CARPINTERO porque se mostraba duro e intransigente y haba logrado disciplinar a la

    comunidad, principalmente logrando un clima de equidad y justicia. No era una figura simptica pero

    impona respeto a todos y nadie poda discutir que lo que decida beneficiaba no slo a la

    comunidad, sino a cada uno de sus miembros. Para otros haba sido fundamental el mandato del

    joven HERRERO porque tena la rara habilidad de no hacerse notar y de sembrar en cada lugar y en

    cada persona las convicciones para obrar de manera correcta. Estaba siempre y haca lo necesario y

    oportuno, pasando generalmente desapercibido. Finalmente, no faltaban los que apreciaban

    principalmente la labor del anciano AGRICULTOR porque haba

    logrado unir a su experiencia y a su sabidura la capacidad de

    relacionarse con todos y con cada uno para despertar en ellos la

    responsabilidad y el sentido de pertenencia la comunidad; prefera

    gobernar en contacto directo con la gente, escuchando,

    respondiendo y dando todas las explicaciones, pero sobre todo

    estableciendo contactos cargados de afecto y de respeto por cada

    uno.

  • 8/3/2019 94. RELATOS PARA TRABAJAR EN CURSOS Y ENCUENTROS

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    Prximos a la designacin del nuevo gobernante, cada uno de los miembros de la sociedad soaba

    con alguien que reprodujera las virtudes del modelo de autoridad preferido. A pesar de la armona

    que reinaba, la comunidad entraba en ebullicin cuando todos los habitantes deban elegir al

    responsable de la sociedad, coordinados por los antiguos gobernantes que ordenaban los

    mecanismos de eleccin. En aquella oportunidad las dificultades parecan ser mayores porque

    observando el desempeo y las virtudes de los antecesores costaba imaginar y decidir quin podaser el sucesor.

    Fue all cuando un hombre sabio y prudente hizo or sus palabras: No debemos buscar alguien que

    reproduzca la figura de aquellos que ya han gobernando en nuestra comunidad porque todos nos

    parecern indignos o imperfectos. El elegido ha de ser alguien que deber crecer con nuestra

    determinacin y nuestra eleccin, somos nosotros los que le otorgaremos el lugar y l deber

    construir su autoridad. As ha sucedido siempre, porque en la medida en que nos construimos

    mutuamente, nos fortalecemos de manera recproca. A ninguno le extra, entonces, que el pueblo

    reunido designara al MAESTRO de la comunidad - alguien a quienes todos conocan en una tarea

    importante pero menor - porque entendieron que nadie naca con las condiciones para mandar,

    sino con la vocacin y la posibilidad de aprender de los dems y con el odo atento a las demandas decada uno de los miembros de la comunidad y del bien de todos.

    7INVITADO O INTRUSO

    PROF.DR. JORGE EDUARDO NORO

    Supo, apenas lleg y salud a todos, que lo consideraban un intruso. No se sorprendi porque todos

    en algunas circunstancias nos convertimos en intrusos: en una fiesta, en un lugar que no nos

    pertenece, en los trabajos, en la vida de las personas. Hasta la presencia de los educadores en la vida

    de sus alumnos es en cierto modo la presencia de un intruso. Pero l no haba sido quien haba

    decidido esta presencia: lo haban convocado y requirieron sus servicios.

    Pens en otras circunstancias en las que hasta haba escuchado esa palabra que por un momento loparalizaba. Intruso, es decir, que se ha metido sin permiso, que frecuenta un ambiente que no le

    es propio, que ocupa sin derechos - un puesto que no le pertenece. No dej de sonrer en su

    interior porque siempre las historias haban terminado bien, pero a pesar de su seguridad no eludi

    el temor que le provocaban esos primeros minutos de encuentro. Pens por un momento en una

    pelcula que lo haba golpeado mucho, DOGVILLE y en los padecimientos de la protagonista, una

    intrusa. Recordaba tambin los detalles de la venganza final. Y pens en los mapas y en los

    territorios: un intruso es quien merodea un territorio que no le pertenece.

    Lo mejor era ponerse a trabajar para que la extraa sensacin que les provocaba se diluyera. Y as lo

    hizo: era una frmula que siempre funcionaba. Palabras, indicaciones, trabajos fueron creando un

    clima paulatinamente favorable. Al terminar la primera jornada logr que lo despidieran

  • 8/3/2019 94. RELATOS PARA TRABAJAR EN CURSOS Y ENCUENTROS

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    amablemente y no le llam la atencin al regresar a la maana siguiente que ya lo llamaran por

    su nombre.

    Los intrusos nunca dejan de serlo, no baj la guardia, pero supo que ya estaba entre ellos, que poda

    confiar y ellos confiaran. El esfuerzo por no defraudarlos era una determinacin esencial. Por eso

    hizo ms esfuerzo que el acostumbrado y trabaj para hacerse uno ms de ellos en el limitadotiempo que haban programado.

    El intruso se convirti en un compaero ms: lo trataban con absoluta confianza y lo hacan partcipe

    de todas las actividades. A pesar del poco tiempo transcurrido ya nadie se acordaba de su condicin

    anterior. Slo algunos risueos comentarios daban cuenta de las impresiones iniciales.

    Tal vez por eso le cost tanto partir. Prefiri no anunciarlo con anticipacin. Simplemente se los

    comunic la ltima vez que cenaron juntos, celebrando la conclusin de una de las etapas del

    trabajo. Se quedaron un rato en silencio pero luego reaccionaron lamentando su alejamiento.

    Algunos le pidieron que se quedara un tiempo ms, que lo necesitaban, que era una pena perderlo.

    Otros programaron algunos reencuentros futuros. Muchos permanecieron en silencio. El aprovechese momento para decirles todo lo que senta. Era verdad que estaba cmodo entre ellos, pero haba

    ido descubriendo todas las riquezas que haba en cada uno. Precisamente entendi que deba partir,

    porque su presencia ocasional y provisoria era slo una excusa para producir el cambio, para renovar

    el entusiasmo, para lograr cosas nuevas. El era habitante de otro territorio y, aunque en algn

    momento pudo compartir con ellos la confeccin de algunos mapas, era consciente de que cada uno

    es el nico rey habilitado de su propia geografa.

    El ritual de los saludos y de las despedidas lo deposit en la terminal de mnibus y subi al micro que

    lo llevara de regreso a su lugar. Y mientras viajaba entre-dormido, con un libro en la mano y

    muchas imgenes en su memoria meditaba qu era mejor: si seguir siendo un intruso del que

    todos desconfiaban o ese ritual repetido que lo obligaba a circular de lugar en lugar perdiendo a los

    amigos ganados con cada encuentro. Cerr definitivamente el libro: era preferible no pensar.

    8

    LOS SUEOS DE LA ESCUELAPROF. DR. NORO JORGE EDUARDO NORO

    "Es tarde. Ya se han ido todos y he quedado sola. Me espera un largo fin de semana. Hace fro, llueve

    y es posible que me ponga melanclica. Pero esta noche, cuando las sombras han invadido cada

    sector de mi estructura, cuando ha quedado flotando en el aire el eco de las conversaciones y los

    gritos de una semana intensa... quiero bajar al corazn de mi misma para recorrerme y revisar mi

    pasado y mi presente.

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    Pienso en mis orgenes, en la construccin que me permiti convertirme en una entidad real, en una

    presencia familiar en la comunidad. No voy a entrar en los detalles de los planos, los movimientos de

    tierra, la acumulacin de materiales, el laborioso trabajo de los constructores y los obreros. Fue un

    estreno glorioso encontrarme con las paredes nuevas, los pisos brillosos, los techos seguros, los

    fundamentos slidos, las aberturas aceitadas, el mobiliario reluciente...

    Me resulta difcil ver en las paredes de hoy los muros de entonces: estas paredes - descascaradas,

    manchadas, escritas, mil veces pintadas son todava slidas pero necesitan cada vez ms de

    cimientos confiables. Es cierto que en algunos sectores comprobados ciertos riesgos -- hubo que

    rellenar grietas, agregar columnas, construir encadenados... pero en el corazn de la tierra, en un

    fondo oscuro y hmedo, resiste el corazn del hierro y el cemento. Las paredes protectoras no

    pueden arreglarse por s mismas; no lo pudieron nunca... y menos en estos tiempos de movimientos

    frecuentes.

    Levanto la vista. All est techo: nadie discute su necesidad, porque es realmente lo que protege y

    cubre... Pero nada es para siempre... y es el que ms ha sufrido cambios y transformaciones: no pudo

    aguantar tantas modificaciones producidas. A cuntos especialistas tuvieron que llamar a lo largo detodos estos aos para resolver su estado crtico?

    Cuando aparec en el horizonte de la ciudad era una de las construcciones ms slidas y mi fortaleza

    se impona en un paisaje de casas bajas y de construcciones sencillas. A mi alrededor el escenario fue

    cambiando y las casitas de entonces se transformaron en las suntuosas casas de hoy, los terrenos

    baldos se convirtieron en imponentes edificios de departamentos y la tranquilidad de las calles, en el

    infierno de la gran ciudad.

    Ustedes pensarn que estoy hablando de las cosas materiales. En parte s, en parte no. Una escuela

    es mucho ms que una construccin. Es una de esos significantes que remiten a un significado

    material y a otra cosa... La casa es la casa, el estadio es el estadio, el banco es el banco, la crcel es

    la crcel, pero la Escuela3 es algo ms: la escuela festeja aos, la escuela est en crisis, la

    escuela se est renovando... todas estas frases reflejan mucho ms que lo material. Cuando me

    observo a mi misma y miro los pisos, los cimientos, las paredes y los techos... estoy pensando

    adems en otras cosas; en quienes diariamente me habitan , en los que comprometen por aos su

    existencia y su labor profesional, en los educandos a quienes acompao en sus crecimientos. Y

    pienso tambin en los quehaceres, que imaginariamente ubico en mi estructura: all en el techo, losconocimientos

    4; aqu, en mis paredes, los contenidos procedimentales5; y abajo, en los cimientos,

    las actitudes y los valores6

    3Sucede lo mismo con las Iglesias, los Tribunales, las Empresas? Los lugares remiten a realidades que los

    contienen y los desbordan? Sus usuarios utilizan la denominacin para designar de manera indistinta a lomaterial y a lo institucional?4Los conocimientos(como el techo) son el paraguas protector y la razn de ser de la escuela... pero tienen una

    difcil tarea: proteger (hacia abajo) y afrontar (hacia arriba) todas las inclemencias del tiempo; no le podemos

    pedir una fortaleza y una eternidad para la que no fueron preparados;5

    Los contenidos procedimentales exhiben una consistencia que se afianza con los aos y sobre su estructura

    slida o endeble descansa el techo. A veces se desdibujan y parecen ocultarse, como si no existieran... pero

    las paredes que cumplen la funcin de delimitar y contener, tambin deben brindar proteccin, sino, qu sera

    de la escuela?6

    En los cimientos moran los contenidos actitudinales: es lo que originalmente me dio origen y deberan seguir

    all en la oscuridad y el silencio -- dando consistencia al resto. Cmo comprobarlo en el fragor de la lucha

    diaria y del bombardeo de problemas? Sin su acerada presencia es fcil que la pared se agriete y que los

    techos se desplomen. Sobran experiencias al respecto. Los hbitos y las actitudes estn all abriendo laspuertas, marcando el camino, tramando las condiciones de posibilidad de todo... porque sin ellas no hay forma

    de construir. Esa ha sido la razn de ser de mi histrica presencia. Los hierros firmes y eternos que encadenan

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    Soy la escuela. La escuela de hoy y de siempre. La escuela material que refleja la otra escuela. Una

    estructura exterior que permite reconocer los secretos de mi cara oculta. La noche se ha tornado

    ms fra. Tengo ganas de volver al interior de m misma. Recorro los rincones de este cuerpo... y veo

    en las aulas, en los patios, en las amplias galeras, en los huecos de las ventanas, las historias ms

    dispares. Las de ayer, las de hoy, las de siempre... Cuntos esfuerzos para llevar adelante loimposible! Qu mezquinas y lejanas las recompensas!

    Casi no duermo, pero ciertas noches me sobresaltan algunos sueos. Hoy es una de esas noches. Mis

    pesadillas son terribles y curiosas. Me veo a mi misma como una construccin y tengo miedo de

    proyectar all lo que me sucede como institucin de la sociedad. Contemplo una pelcula de escenas

    fugaces y sucesivas, con implacables saltos en el tiempo7... y observo un proceso paulatino y

    devastador sobre la escuela: un deterioro progresivo, implacable, inhumano. De pronto veo que se

    caen los techos a pedazos, un viento huracanado arrebata las chapas, se agrietan las lozas, una lluvia

    intensa perfora los cielorrasos. En medio del sueo, levanto mi mirada temerosa y veo un cielo

    impecable, lejano, perfecto y una escuela totalmente desprotegida. El sueo va y viene: primero

    aparecen, silenciosas, algunas grietas, pequeas fisuras... y luego van cayendo los histricos ladrillosen un caos destructivo...Sobreviene una furiosa implosin o el juego de topadoras alocadas

    destruyendo todos los muros... Al final algo terremoto seguramente remueve, con sonido de

    pelcula, los cimientos y dejan al desnudo los grandes abismos...

    Parece curioso, pero nada hace prever el desenlace: los controles en orden, las planillas correctas,

    los registros perfectos... y hasta las previsiones de los constructores que en sus diseos me haban

    imaginado para siempre. Corro de la realidad a los papeles, y de las certificaciones al desastre y no

    puedo reaccionar.

    Entonces, despierto enloquecida, me levanto de mi letargo y voy apresurada a mirarme: toco las

    paredes, observo la quietud y la firmeza del piso, la aparente seguridad del techo... y respiro

    tranquila. Todo ha sido un sueo.

    Pero el sobresalto llega siempre a la maana siguiente. Recorro la estructura material, acerco mis

    odos al imperceptible murmullo de los rincones, y observo que hay otra escuela, un espejo en el que

    necesariamente me reflejo, otra realidad en la que yo misma estoy padeciendo mi demolicin.

    mi estructura en las bases, se proyectan en forma de columnas en las paredes y terminan en las vigas del

    techo. Hay una red (oculta) que me recorre y enlaza todo... pero yo no podra sostenerme sin los cimientos. Las

    actitudes claramentedefinidas y consolidadas se proyectan en contenidos procedimentales y se cierran en la

    apertura hacia los siempre dinmicos contenidos conceptuales. El universo de los valores recorre y sostiene

    desde la base; los muros del saber hacer (y transferir) otorgan las estructuras, y la vastedad del conocimiento(cambiante pero sistemtico, variado pero organizado, expansivo pero nucleado en torno a grandes ejes,

    alternante pero capaz de soportar cualquier crtica) permite constituirme definitivamente en escuela.7

    La idea de este paso del tiempo reflejado en las cosas cotidianas ha sido magistral y obsesivamente

    presentado por el Director britnico Peter Greenaway en varias de sus pelculas (El cocinero, el ladrn, sumujer y su amante, Zoo, El Vientre del Arquitecto y otras) : el deterioro de las frutas y los vegetales, los

    cambios en los alimentos y las inevitables transformaciones en los cuerpos, principalmente en los cuerpos

    humanos. Su imaginacin se aprecia en la meticulosa puesta en escena y en la coreografa, las tomas largas y a

    veces en las imgenes impenetrables. Los juegos matemticos y las alusiones metafricas que abundan en sus

    pelculas tienen un atractivo especial para el pblico de arte y ensayo. Una sucesin de fotos o filmaciones

    sucesivas podra reflejar estas mismas situaciones en los edificios, en las construcciones, en las personas y en

    las instituciones (principalmente las educativas). Esa misma idea del paso generacional del tiempo puede

    observarse en una memorable escena de la pelcula La sociedad de los Poetas muertos acompaada de lafrase Carpe diem!

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    El proceso destructivo sigue los mismos pasos: primero me roban los conocimientos: los cambios

    tormentosos van desnaturalizando su presencia y terminan por hacerlos volar; las sustituciones son

    pasajeras e inservibles: un techo lejano e infinito se alza sobre la escuela, definitivamente

    desprotegida. Luego van perdiendo valor los contenidos procedimentales, los van carcomiendo la

    repeticin y el aburrimiento y los desploman la inutilidad y la falta de imaginacin. Finalmente seproduce el perjuicio mayor: se deshacen las actitudes y los valores. Un estadillo y miles de acciones

    me van quitando lo poco que me queda, la nica, definitiva posibilidad de reiniciar el proceso de re-

    construccin... Y como escuela, siento que quedo vaca.

    Y una escuela vaca, hueca, vieja, fra no tiene ningn atractivo. A menos que me vuelvan obligatoria,

    me disfracen de superficiales intereses o me sostengan con otras intenciones, manifiestas u ocultas.

    Tal vez solamente se trate de un sueo, de una pesadilla de fin de semana o de noche de lluvia.

    Aydenme a despertar por favor, aydenme a conocer la realidad o reglenme otro sueo: la

    posibilidad de llegar a ser la que era... y para siempre!.

    9PRESENTE Y PASADO DE LA ESCUELA

    PROF. NORO JORGE EDUARDO

    No me pidan que les cuente la historia completa de mi existencia. Soy demasiado vieja y estimo que

    los pormenores de mi origen y de mis primeros pasos no pueden despertar demasiado inters para

    ustedes. Son datos conocidos y el consabido juegos de etimologas y de palabras que no creo que

    representen un atractivo para esta declaracin.

    Quisiera iniciar este relato en el justo momento en que la sociedad y el estado (o los poderes

    vigentes, si ustedes prefieren hablar as...)me descubren y se apropian de mis funciones. Es verdadque yo haba recorrido con ms pena que gloria las variadas etapas de la historia misma de la

    humanidad occidental y que en manos de algunas instituciones haba podido brindar un real servicio

    primero a lo sectores privilegiados(que son siempre los pudientes) y, luego, a los necesitados de las

    diversas clases sociales... pero hubo un momento en que repararon en mi presencia y comenzaron a

    tramar la manera de apropiarse de m, de mis actividades y de los individuos que con diversas

    funciones me frecuentaban...

    A m me llam poderosamente la atencin que despus de un prolongado tiempo en que viva en los

    suburbios de la sociedad y que solamente era objeto de reflexin por parte de algunos autores

    (criticaban mis prcticas y me imaginaban distinta, pero difcilmente se ensuciaban sus manos entre

    mis muros) y satricamente representada por algunos pintores, la historia me trasladara

    paulatinamente al centro de la escena.

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    Tard en entender las razones de tanto inters. Primero me ilusion pensando que la humanidad

    entera haba reparado en mi valor y en mi importancia; despus me alegr pensando en quienes me

    habitaban y pens que se trataba de un reconocimiento a su sacrificado trabajo y a su vocacional

    entrega... pero finalmente la verdadera razn apareci cuando descubr que el inters no estaba

    especficamente en m, sino en la instrumentalizacin que de m pudieran hacer.

    Yo no desconoca que desde diversas confesiones religiosas haban asociado mi presencia y las

    actividades con estrategias de evangelizacin, pero realmente la promocin realizada entre las clases

    sociales ms desposedas haba sido un logro civilizatorio indiscutible. El estado, los gobernantes, los

    procesos revolucionarios, el juego de los poderes que lentamente se haban hecho cargo de diversas

    instituciones hermanas me descubrieron e imaginaron la manera de ponerme a su servicio. Por ms

    de un siglo multiplicaron sus discusiones para redactar las leyes, poblaron de escritos los medios

    intelectuales, entablaron diversas polmicas para definir mi estructura, mis prcticas, los agentes

    responsables, los usuarios... y finalmente de la mano de un siglo que brillaba por sus luces, confiabaen el omnipotente poder de la razn, imaginaba un progreso social y econmico indefinido,

    ensayaba numerosas obras de ingeniera social...se traz el perfil de lo que representara para lamodernidad.

    Desde aquel momento aparec asociada a las prcticas sociales ms respetadas y form parte de los

    discursos principistas ms encendidos. Desde aquel momento, los astutos e ilustrados reyes de un

    absolutismo en decadencia, los revolucionarios desesperados por darle profundidad y trascendencia

    al movimiento social innovador y las nacientes democracias del siglo XIX fueron proclamando mi

    presencia, el valor de mis actividades, la preparacin vocacional de mis responsables, la creciente

    universalidad de mis usuarios.

    No es extrao que a partir de all las leyes fueran sumando caracteres que se volvieron connatural a

    mi presencia: gratuidad, universalidad, obligatoriedad. Me diseminaron en cada sector del territorio,

    me hicieron avanzada de civilizacin y progreso en cada rincn, me hicieron objeto de disputas

    ideolgicas y religiosas, me convirtieron en una institucin irremplazable, reiteradamente invocada y

    nombrada (aunque no siempre debidamente atendida) y me convert en un smbolo y una garanta

    del progreso, la moralizacin y la lucha contra la barbarie.

    Con mi presencia, el estado pudo reafirmar sus estrategias de poder y ejercer un real control a partir

    de una inteligente organizacin de las estructuras sociales y de las ideas. Yo fui indirectamente la

    creadora de la identidad de las naciones, la que amalgam las diversidades tnicas o que contribuy

    a incorporar las oleadas inmigratorias, la que en los diversos rincones ayud a crear a las

    comunidades moralmente esclarecidas, abiertas a las demandas del progreso y dispuestas a

    convertirse en mano de obra en la construccin del mundo presente y futuro.

    Es cierto que en manos de los gobiernos y de sus funcionarios (principalmente de stos, que

    muchas veces pretenden convertirse en voceros de la historia)-- fui quien plasm las prcticas

    participativas de las democracias, quien divulg los principios de las revoluciones y, (me avergenza

    reconocerlo) quien sostuvo y legitim gobiernos totalitarios e ilegtimos, contagiando a los

    ciudadanos de imaginarias virtudes sociales que posteriormente todos criticaron y lamentaron...

    Yo me senta una reina y ejerca mi reinado... porque no se imaginaba una actividad transformadora

    del individuo y de los grupos sociales que no pasara por m.

    Es verdad que a veces esos mismos gobiernos y los burcratas, caracterizados por la contingencia de

    los cargos pblicos y de las palabras huecas, me utilizaban sin darme la debida atencin

    presupuestaria o que con una prctica demasiado difundida, construan con palabras lo que no

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    sostenan con recursos... pero quienes me habitaban y yo misma sobrevivamos con una carga

    inmensurable de vocacin y fuego interior...

    No faltaron ideas y autores que denunciando el uso sutil o descaradamente ideolgico que de mi

    actividad hacan los poderes vigentes proponan mi absoluta eliminacin con el nimo de generar

    diversas estrategias de concientizacin de la poblacin. Los ataques renovaron mi fortaleza... aunqueen el fondo anticipaban un futuro que yo no me atrev a vislumbrar.

    Nada es para siempre. Aunque la historia me haba concedido el honor de expresar cabalmente a la

    educacin, el tiempo fue horadando mis cimientos. Yo comenc a ver signos imperceptibles en

    algunas manifestaciones, pero confieso que no les asign valor. Lentamente la escena que yo

    ocupaba era invadida por otros y mi reinado se iba eclipsando. Nadie lo discuta, pero mi poder era

    cada vez ms formal que real. Los mismos que durante dos siglos haban ido entregndose la posta

    para utilizarme fueron prescindiendo de mis servicios. Nunca me echaron, nunca me ofrecieron un

    retiro voluntario o me obligaron a una jubilacin anticipada... pero lentamente me fueron

    silenciando, quitando de la pantalla, desplazando inters e inversiones, sealando mis errores y mis

    fracasos, discutiendo los alcances de mis esfuerzos, sobrevalorando otros medios.

    Fue all cuando comprend que poda temer por mi supervivencia; principalmente cuando me fui

    convirtiendo en un dique de la sociedad al que iban a parar las aguas de todos los conflictos para que

    mgicamente los transformara en soluciones personales y sociales.

    Cargada de historia, orgullosa de mis glorias antiguas, dudando de mi presente, desorientada ante

    tantos discursos que me cruzan, me atacan y me pretende refundar... quiero imaginar un futurodistinto.

    Precisamente en el momento en que el poder puede desprotegerme (libre, al fin!) yo quisiera

    encontrar refugio entre quienes realmente me han sido fieles desde siempre: los que creen en la

    educacin, los que necesitan de ella, los que la llevan adelante con el esfuerzo de directivos y

    docente en el esfuerzo de todos los das...

    Aunque a esta altura de este monlogo parezca obvio, djenme que me presente: Soy la Escuela.Quiero proponerles algunas pistas que puedan ayudar a convertirme realmente en una ESCUELANUEVA, en la ESCUELA DE SIEMPRE, o simplemente en la ESCUELA... Si no recurro a Ustedes, aquin voy a recurrir? Acaso ustedes no estn aqu precisamente porque creen en m y quieren

    contribuir a re-crearme?