ISBN 978-84-939405-1-5

9 7 8 8 4 9 3 9 4 0 5 1 5

Coordinación: Centro Niemeyer, Julio Rodríguez.Textos: Natalio Grueso, Hugo Fontela, Enrique Juncosa, Michael Damiano.Fotografías: Marcos Morilla, Marcos Vega, Michelle Spinoza. Erik Barros, Carmen Figaredo.Diseño: Diseco, The ‘Diseño’ Company.Fotomecánica, impresión y encuadernación: Eujoa Artes Gráficas.Edita: La Fábrica de Libros.

© de la edición: Centro Niemeyer.© de las obras: Hugo Fontela, VEGAP 2011.© de los textos: Los autores.

ISBN: 978-84-939405-1-5Depósito Legal: AS-4218/2011

Este catálogo se publica con motivo de la celebración de la exposición NIEMEYER BY FONTELA, de Hugo Fontela, en el Centro Niemeyer, inaugurada el 5 de octubre de 2011.

Niemeyer por FontelaNatalio Grueso, Director del Centro Niemeyer

Niemeyer by Fontela

05No es muy habitual que dos jóvenes genios se junten para poner en marcha un proyecto creativo. Uno de los jóvenes se llama Oscar Niemeyer y está a punto de cumplir 104 años. El otro se llama Hugo Fontela, quien navegando aún en la veintena, va camino de convertirse en uno de los más grandes pintores contemporáneos que haya dado nuestro país.

En el Centro Niemeyer siempre hemos querido mostrar lo mejor de la cultura universal y proyectar al mundo lo mejor de nuestro arte. Y aunque los artistas no tienen más patria ni fronteras que las emociones que despiertan en el corazón de los espectadores, esta conjunción astur brasileña es una bellísima metáfora de lo que pretende ser nuestro centro cultural, un espacio de creación de ida y vuelta en el que conviven todas las artes con el único objetivo de hacer la vida de la gente más bella y más agradable, precisamente en estos tiempos tan oscuros para la razón y la bondad.

PintarHugo Fontela

07El proceso de mi pintura no parte de la creación física, si no que viene de mucho antes. Está condicionado previamente por el descubrimiento de un lugar, de un espacio o imagen, que me cautiva y emociona. Y lo cierto es que cuando me pongo a trabajar, aún no sé exactamente que es lo que me impulsa a ello. Es una necesidad vital. Volcar lo que llevo almacenado en mi retina sobre un lienzo, sobre un papel. Traspasar el límite de lo obvio a través de la pintura y crear una nueva realidad a partir de ella. Emocionarme con el mundo que me rodea y conseguir que los demás también se emocionen. Adentrarme en el paisaje y conseguir crear un lugar para ser habitado. Pintar.

Niemeyer by Fontela

Palmeras caídas sobre la arenaEnrique Juncosa

09“But surely it would have been a pitynot to have seen the trees along this road,really exaggerated in their beauty,not to have seen them gesturinglike noble pantomimists, robbed in pink”Elizabeth Bishop (1)

A pesar de su todavía breve trayectoria como artista es ya posible describir a Hugo Fontela como pintor viajero. Estuvo, por ejemplo, en Tampa, Florida, lugar a donde habían emigrado antepasados suyos asturianos, y donde empezó a pintar troncos de palmeras, motivo que le atrajo especialmente y sobre el que como veremos continúa trabajando. Desde hace años, además, tiene su estudio en Nueva York, esa ciudad en la que todavía viven algunos de los mejores pintores del mundo, y lo que sin duda ha influido en su forma de hacer las cosas. En esta ocasión, y para preparar esta exposición en el flamante Centro Niemeyer, Fontela viajó a Río de Janeiro, en Brasil, en dos ocasiones, teniendo oportunidad de conocer al ya legendario arquitecto. Aquí presentamos los trabajos que resultaron de estos viajes y que forman tres series distintas de obras sobre papel: Palmeras, Vanitas y Río, además de otra serie de cuadros, a veces de gran formato, que vienen a ser como una extensión a lienzo de la serie Palmeras.

El Río de Janeiro de Fontela tiene más que ver con la mirada del artista que con una descripción objetiva de la ciudad, o de sus mismas playas, que son el tema que más le ha interesado. No vemos personas, ni tampoco edificios, algo que llama la atención enseguida pues se trata de una ciudad populosa y de magnífica arquitectura. Las playas de Rio, durante el día, están siempre llenas de gente, y por tanto de colores. Fontela, sin embargo, pinta o dibuja un único tronco caído de palmera, probablemente a la salida o la puesta del sol, que parece estar flotando sobre un espacio vacío y blanco que interpretamos como la arena de la playa. Esta forma de aislar el tronco le da inmediatamente importancia, convirtiéndolo en un emblema del paso del tiempo, o lo que es lo mismo, en una suerte de Vanitas tropical. La repetición predeterminada del motivo, y la exclusión de todos los otros posibles, le dan sin duda también un aura trascedente.

No sorprende en este contexto que otra de las series se llame precisamente Vanitas. En las obras de esta serie vemos normalmente un solo cráneo humano, y ocasionalmente dos o tres de ellos, flotando también en un espacio vacío y blanco. Fontela ha escrito que al realizar estas obras pensaba en Luis Fernández, pero también en Giorgio Morandi y en Miquel Barceló, lo que efectivamente subraya cuáles son sus intenciones

Niemeyer by Fontela

Niemeyer by Fontela Niemeyer by Fontela

10 11como artista. Fernández y Morandi son dos grandes maestros de la naturaleza muerta, logrando efectos monumentales con escasos recursos. Barceló, que es un artista con más registros que los dos anteriores, ha pintado y modelado cráneos que parecen frutas, pero también grandes paisajes blancos casi vacíos, y a veces, recientemente, con cerillas apagadas que funcionan como los troncos de palmeras o cocoteros muertos de Fontela. Fontela y Barceló, por otra parte, son capaces de sugerir detalles muy específicos con pinceladas muy rápidas, y ambos sienten preferencia por texturas matéricas y tonos monocromáticos. No sabemos que sugirió el tema de la calavera en Río pero suponemos que sería una prolongación del tema de los troncos caídos y muertos de las palmeras.

Los cuadros de gran formato de Fontela tienen algo -sus grandes espacios vacíos, blancos y texturales- de la pintura de Robert Ryman, aunque cuando un tronco de palmera flota sobre ellos los convierte inmediatamente en imágenes de playas vacías, es decir en paisajes. De alguna manera, estas imágenes nos sugieren la presencia poderosa de la naturaleza en Río, con su vegetación tropical, sus playas, sus increíbles parques -incluido un bellísimo Jardín Botánico-, sus lagunas y su especial y espectacular orografía. Son unas imágenes de Rio que podrían ser también imágenes de antes o después de Río. Metáforas del transcurso del tiempo, la brevedad de la vida o la inexorabilidad de la muerte. El Rio de Janeiro de Fontela es por tanto un lugar silencioso y solitario -a pesar del fútbol y la bossa-nova-, donde la naturaleza es más poderosa que la civilización.

Solamente la serie titulada Río, nos remite, finalmente, a los habitantes de la ciudad. Aquí aparece inevitablemente el color, aunque sobriamente, dominado por el verde de la vegetación y el amarillo o naranja de la arena, cuya textura es además dominante. Las imágenes de esta serie incluyen diferentes frutas, cangrejos, peces… y también objetos usados por los humanos, como balones de fútbol, imágenes religiosas, cóctels-una inevitable caipirinha-, sombrillas, cubos, toallas de playa, canoas y también letras escribiendo los nombres míticos de Ipanema o Copacabana. Curiosamente, incluso estas imágenes, quizás por la sobriedad cromática y por su aislamiento en el espacio -suelen flotar en el centro del papel-, tienen también algo de Vanitas, de emblema de algo más allá de lo que meramente representan. Adquieren así un aire intemporal al referirse precisamente al paso del tiempo. Para el artista probablemente son también emblemas de la memoria de su estancia en esa ciudad, reducida a formas y actividades concretas. Y es que en Río parece que se vive en la playa, donde sectores de la población parecen reunirse siempre en balnearios concretos.

Fontela, en cualquier caso, transforma todo eso –su experiencia de la ciudad y las imágenes que le han atraído de ella-, en una nueva realidad pictórica emocionante, protagonizada por la consciencia individual que elige y transforma. Como Barceló

en Mali, o Delacroix en Marruecos, antes que ellos, Fontela, pinta un lugar que podemos compartir o entender incluso sin conocerlo, porque se refiere a pesar de su especificidad geográfica a asuntos universales. Pinta o dibuja virtuosamente, pero no le interesa la representación por sí misma, sino que esos espacios silenciosos en los que la consciencia se instaura como mesura de la realidad. En los cuadros sobre la playa, Fontela también pinta las sombras de las dunas, creando espacios misteriosos o nocturnos que son imágenes casi abstractas. Fontela es un pintor del espacio y de la luz tanto como lo es del paso del tiempo.

El Río de Janerio de Hugo Fontela, y volvemos a ello, es un Río inesperado, pues el Río que inmediatamente proyectamos en nuestra mente es un lugar de exuberancias, con pájaros, plantas y frutas exóticas y tropicales. Para los más cultos Río es también un lugar donde triunfó la geometría del arte concreto y la arquitectura moderna. Una ciudad que nos remite a Roberto Burhle-Marx, a Lota Macedo de Soares o al mismo Oscar Niemeyer. La gran poeta americana Elisabeth Bishop vivió en Brasil muchos años, precisamente con Lota Macedo, y en uno de los poemas que escribió allí se preguntaba si viajar no demuestra una limitación en nuestra imaginación. Se pregunta esto sin embargo, después de enumerar una serie de imágenes deslumbrantes que ciertamente costaría imaginar sin la experiencia del lugar, como esos árboles envueltos en rosa de los versos con los que hemos empezado este texto. Fontela viajó a Río, y allí no puso límites a su imaginación para ver lo que ya sabía en esos troncos de palmeras caídos sobre la arena y que ha convertido en elementos arquitectónicos y simbólicos de un espacio universal e interior.

Enrique Juncosa es un poeta, crítico de arte y comisario de exposiciones español. Desde principios de 2003, ha sido director del Irish Museum de Dublín. Anteriormente fue subdirector del Instituto Valenciano de Arte Moderno y del Museo Reina Sofía.

NOTA: (1) Elisabeth Bishop, from Questions of Travel, in Poems, Farrar, Straus and Giroux, Nueva York, 2011. Pág. 91.

Pintura - PinturaMichael Damiano

13Oí hablar de Hugo Fontela por primera vez hace algo más de dos años en Oviedo. Había viajado allí para realizar una visita al museo privado de la Casa Masaveu, donde se alberga una de las mejores colecciones privadas de España.

Estaba allí para ver algunos cuadros de Miquel Barceló. Además, Isaac García, un comisario del museo que me sirvió de guía durante el día, me hizo el favor de mostrarme los demás tesoros de la colección. Juntos admiramos las obras maestras de Miró, Picasso, Sorolla, Ribera y otras grandes figuras de la pintura española. La visita ocupó todo el día.

Durante la comida y delante de una fabada, Isaac y yo empezamos a hablar de Fernando Masaveu, el principal propietario de la colección. Masaveu no es simplemente el heredero de una importante colección. Al contrario, está íntimamente involucrado en su gestión y tiene una sensibilidad por el arte refinada. No hacía falta que Isaac me convenciera de ese último punto; ya me había quedado impresionado por la impecable selección de obras, tanto las recién adquiridas como las más antiguas. Además, Masaveu no colecciona exclusivamente a los maestros establecidos. También busca a los jóvenes artistas prometedores que puedan emerger como las próximas grandes figuras del arte español, me explicó Isaac. Fue entonces cuando mencionó a Fontela.

Hacía un par de años Masaveu le había empezado a coleccionar, e Isaac sugirió que me pusiera en contacto con él cuando volviera a Estados Unidos. Creía que la obra de Fontela me gustaría, pero no me explicó exactamente porqué. “¿Cómo es su pintura?”, le pregunté repetidamente sin recibir una respuesta clara. Isaac dijo que era figurativa pero cuando pedí más detalles, me paró y dijo simplemente: “Te va a gustar”.

Cuando finalmente vi la obra de Fontela en su estudio de Manhattan seis meses después, comprendí porqué Isaac me había recomendado conocerle. En la colección Masaveu, Isaac me había visto fascinado por un retrato de Jacqueline, obra de Picasso, una pintura de Miró en tonos terrosos, los paisajes de Sorolla y una plaza de toros de Barceló. Estas obras compartían poco respecto a estilo, tono o técnica. Pero tenían una cosa en común que las grandes telas de Fontela, apoyadas contra las paredes manchadas de pintura de su loft en Soho, tenían también.

Todos ellos eran ejemplos de lo que la gente a veces llama “pintura-pintura”. No el movimiento francés abstracto que se denominó peinture-peinture, sino algo menos específico. Los artistas, críticos y aficionados del arte a veces utilizan el término “pintura-pintura” para referirse a un grupo de pintores mal definido que abarca figuras tan dispares como Goya o Pollock. Pero a pesar de su ambigüedad, el término no desaparece y parece tener sentido para quienes lo utilizan.

Niemeyer by Fontela

14 15Hugo y yo hablamos del asunto el año pasado en su taller. Me dijo que era un practicante de la “pintura-pintura”. Luego intentamos llegar a una definición del término. “Es pintar con pincel sobre un lienzo y con los materiales de siempre y pretender hacer de eso una obra contemporánea”, propuso. Más adelante explicó cómo le parecía que los practicantes de la “pintura-pintura” debían trabajar: “Que miren la realidad, que escojan algo, que indaguen en ello y que luego creen una imagen potente”.

Fontela tiende a escoger sus imágenes mientras viaja. En 2008, tras terminar una serie de grandes pinturas de paisajes industriales, Hugo viajó al Golfo de México. Allí encontró una escena que inspiraría su trabajo durante los siguientes dos años y medio. En la playa, encontró el tronco muerto de una palmera en la orilla del mar. La imponente forma le fascinaba. Fue “una especie de náufrago”, explicó más adelante, o “un cuerpo inerte, un cadáver”. Grabó la escena en su memoria, la fotografió y volvió a su estudio en Nueva York.

Durante los siguientes dos años, siempre se podía encontrar la foto por algún lugar del taller –sobre una mesa entre papeles de dibujo o pegada a una columna–. Y con el paso del tiempo su superficie se volvió borrosa con los residuos del taller y el borde empezó a ondularse.

Mientras tanto, la imagen apareció en distintas iteraciones sobre las grandes telas apoyadas contra la pared o tendidas en el suelo. En una de las primeras, Fontela aplanó ligeramente la perspectiva de la escena original, reduciendo la composición a campos de colores. Dos tonos de azul por el cielo y el mar, separados por un acento oscuro –el tronco de la palmera– de la playa ocre. El cuadro, Big Dead Palm, 2009, recordó las pinturas de paisajes industriales en las que la admiración de Fontela por Rothko también se había hecho evidente.

Poco después, las pinturas de la palmera empezaron a cambiar radicalmente. Mientras que en Big Dead Palm Fontela había traducido, casi directamente, la escena original a su lenguaje pictórico, ahora reduciría la imagen a sus componentes esenciales, y luego la pervertiría. El tronco de la palmera todavía estaba presente, desde luego, pero el cielo desapareció, la playa se volvió menos figurativa y el mar azul monocromo fue reemplazado por una mancha negra y sucia.

Curiosamente, al año siguiente la realidad se conformó a las nuevas imágenes que Fontela había creado. En la primavera de 2010, tuvo lugar el catastrófico vertido de petróleo en el Golfo, haciendo que las manchas negras de los cuadros de Fontela de 2009 pareciesen proféticas.

Durante el resto de 2010, Fontela respondió directamente al desastre medioambiental, inaugurando así la próxima fase de la serie de las palmeras. Ahora en lugar de las manchas negras, tentáculos negros y amenazadores representaban el mar. Y el tronco de la palmera se quedó reducido en tamaño otra vez, encontrándose muchas veces en una esquina de la tela como si estuviera retrocediendo del petróleo invasor.

Estas escenas de playas habían comenzado como una desviación radical de los temas de Fontela de antes pero, de alguna manera, volvía a donde empezó. “Esa estética de la suciedad, de la polución, sobre el paisaje tenía mucho que ver con los paisajes industriales”, afirmó. “Es ese punto en el que el hombre interfiere en la naturaleza y la naturaleza es aún más fuerte”.

La exposición actual en el Centro Niemeyer, “Niemeyer by Fontela”, consiste en una selección de la serie de las palmeras –incluyendo obras sobre papel relacionadas– y dos series recientes de acuarelas.

La primera es el producto de uno de los viajes más recientes de Fontela. En enero de 2011, mientras que seguía trabajando en la serie de las palmeras en Nueva York, Fontela viajó a Brasil invitado por Oscar Niemeyer. Se habían conocido en Río de Janeiro dos años antes a través del Centro Niemeyer. Ahora el joven pintor pasaría dos semanas con la centenaria leyenda de la arquitectura moderna entre su casa en Río de Janeiro, su estudio en la Avenida Atlántica y las playas de Copacabana e Ipanema, creando así la “Serie Río”.

Dos años antes, Fontela había creado una serie de acuarelas parecida en su primer viaje al Golfo de México. Ahora empleó el mismo estilo, representando, con pinceladas naturales y sueltas, el paisaje y los objetos de su entorno –un cangrejo, barcas, frutos, esqueletos de peces–.

El modo de expresión preferido por Fontela son sus telas de gran formato. Pero, entre periodos de enfrentarse a estas imponentes superficies en su taller, pausa para trabajar sobre papel. El resultado son estas series de acuarelas, como los geniales cuadernos de viaje de un poeta durante un descanso de composición más rigurosa.

La próxima serie de acuarelas, un grupo de vanitas que Fontela creó en la primavera de 2011 nos proporciona otra visión del artista. Inspirándose en una tradición que tiene sus raíces en la Europa del siglo XVII y que ha tenido especial resonancia con los pintores españoles hasta el día de hoy, Fontela pintó naturalezas muertas de calaveras originales y hábilmente representadas.

Estas piezas, inspiradas en lo clásico, al lado de las pinturas de la serie de las palmeras y las acuarelas de Río, son el producto de un fenómeno raro: un artista contemporáneo practicando la pintura pura. Exactamente lo que Isaac me mandó a encontrar.

Michael Damiano es un escritor norteamericano. Su primer libro, Porque la vida no basta: Un encuentro con Miquel Barceló, saldrá en marzo de 2012 con Anagrama y Empúries.

Niemeyer by Fontela Niemeyer by Fontela

RíoHugo Fontela

17Visité Río de Janeiro en abril de 2009 y en enero de 2011, y lo que más me sorprendió de la ciudad fue su energía agreste y su verdor. Parecía que todos los colores se acomodaban en una tonalidad verdosa, como si los montes que abrazan Río fuesen capaces de invadir el alma de todas las cosas.

Conocí a Niemeyer, conversamos, sentí desde la atalaya donde el maestro centenario, describe con su arquitectura las formas de la ciudad carioca, y comencé a pintar. A pintar las cosas más pequeñas, a buscar en la frondosidad de su paisaje, en las maneras de sus gentes, y en las líneas de su horizonte, la misma esencia con la que Oscar Niemeyer traza su arquitectura.

Solo conociendo Río de Janeiro, se puede conocer el universo Niemeyer.

Niemeyer by Fontela

PalmerasHugo Fontela

57Si a principios del siglo XX alguno de mis antepasados no hubiese decidido emigrar desde Asturias a América y asentarse en las costas de Florida, en Tampa, probablemente yo no hubiese descubierto, casi un siglo después, la naturaleza salvaje y exuberante de su mar verdoso, ni tampoco las palmeras que tanto me han obsesionado en los últimos tiempos.

Las encontré paseando por la playa, varadas en la arena como un naufrago desterrado tras un temporal. Llevo mas de dos años trabajando en ellas, pensando en ellas, y aun me cautiva la solemnidad de su cadáver, postrado frente a la inmensidad del mar.

Niemeyer by Fontela

VanitasHugo Fontela

119Empecé a pintar vanitas cuando descubrí los cráneos de Luis Fernández, y a partir de ahí, también vislumbrando en la pintura antigua este mismo elemento, lo reinterpreté a mi manera. Jamás con un modelo original delante ni fotografía, solo extrayendo la idea de mi memoria.

A veces me sorprendía a mi mismo pintando una forma ambigua, que podía entenderse como un fruto putrefacto, y otras, como el cepellón aislado de alguna de mis palmeras.

Mientras trabajaba en esta serie, me acordé de Morandi, y también de Barceló.

Niemeyer by Fontela

Relación de obras

137

SERIE RÍO303 x 228 mmTécnica mixta sobre papelRío de Janeiro, 2011Páginas 18 a 55

PALM I110 X 105 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2011Página 59

PALM II110 X 105 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2011Página 61

PALM III110 X 105 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2011Página 63

SERIE PALM 228 x 303 cmTécnica mixta sobre papelNueva York, 2010-2011Páginas 64 a 79

GULF OF MEXICO I203 X 356 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 80 - 81 GULF OF MEXICO II203 X 346 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 82 - 83

GULF OF MEXICO III203 X 346 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 84 - 85

GULF OF MEXICO IV203 X 356 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 86 - 87

GULF OF MEXICO V203 X 356 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 88 - 89

GULF OF MEXICO VI203 X 313 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 90 - 91

GULF OF MEXICO VII203 X 313 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 92 - 93

GULF OF MEXICO VIII203 X 356 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 94 - 95

GULF OF MEXICO IX203 X 346 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 96 - 97

GULF OF MEXICO X203 X 356 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2010-2011Páginas 98 – 99

BIG PALM I250 X 250 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 201Página 101 BIG PALM II250 X 250 cmTécnica mixta sobre lienzoNueva York, 2011Página 103

DEAD PALM II286 x 378 mm aprox.Técnica mixta sobre papelNueva York, 2010Páginas 104 – 105

DEAD PALM III295 x 387 mm aprox.Técnica mixta sobre papelNueva York, 2010Páginas 106 – 107

LITLLE PALM II280 x 395 mm aprox.Técnica mixta sobre papelNueva York, 2010Páginas 108 – 109

LITLLE PALM III280 x 360 mm aprox.Técnica mixta sobre papelNueva York 2010Páginas 110, -111

LITLLE PALM IV245 x 285 mm aprox.Técnica mixta sobre papelNueva York, 2011Páginas 112 - 113

LITTLE PALM I280 x 410 mm aprox.Técnica mixta sobre papelNueva York, 2010Páginas 114 - 115

DEAD PALM I283 x 387 mm aprox.Técnica mixta sobre papelNueva York, 2010Páginas 116 - 117

SERIE VANITAS303 x 228 mmTécnica mixta sobre papelNueva York, 2011Páginas 121 a 135

Niemeyer by Fontela

Hugo FontelaBiografía

139Hugo Fontela nace en Grado (Principado de Asturias, España) en 1986. Desde niño siente interés por el dibujo y la pintura, pero no será hasta el año 2001, con 14 años, y de la mano del artista asturiano Amado Hevia “Favila”, cuando ingrese en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés. En ella aprenderá a pintar de una forma académica, lo que le hace recibir el Premio Extraordinario al Mérito en las Artes, que se otorga a los alumnos más sobresalientes. Abandona dicha escuela en junio de 2002, con 16 años, a la vez que finaliza la enseñanza secundaria obligatoria. Posteriormente cursa en la Escuela de Arte de Oviedo el bachillerato artístico, con vistas a estudiar la licenciatura de Bellas Artes. A partir de ese momento se integra paulatinamente en el mundo del arte, combinando su formación con una activa participación en la vida artística del Principado. En 2004 realiza las pruebas P.A.U. con unos resultados que le facultan para iniciar Bellas Artes, pero finalmente decide trasladarse a estudiar a The Art Students League, en Nueva York. Ya en Estados Unidos, en noviembre de 2005, obtiene, en su vigésima edición, el Premio BMW de Pintura, uno de los más prestigiosos de España, que recibe en Madrid, de manos de Su Majestad La Reina Doña Sofía. Tras recibir este importante galardón, asiste como artista invitado a la XVIII Bienal de Pintura Ciudad de Zamora. En el año 2007 recibe el Premio al Mejor Artista de la feria de arte grafico ESTAMPA, concedido por la asociación de Críticos de Arte de Madrid. Durante el año 2011, Cataluña y Asturias han sido los escenarios elegidos para dos amplias muestras de su obra. En el Museo de Montserrat, con una muestra que recorre toda su producción americana, y que ha sido inaugurada por los Príncipes de Asturias, y en el Centro Niemeyer de Avilés, con la muestra “Niemeyer By Fontela”.

Su obra forma parte de colecciones tales como la Biblioteca Nacional y la Fundación Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid, el Instituto Cervantes, la Hispanic Society of America de Nueva York, la colección Masaveu, la Fundación Príncipe de Asturias, la colección Pérez Simon en México DF, o el Museo de Bellas Artes de Oviedo.

Desde el año 2005 vive y trabaja en Manhattan.

Últimas muestras individuales

2006. Hugo Fontela. Polluted Landscapes. Galería de Arte Fruela, Madrid.

2006. Hugo Fontela. Back Yards. XVIII Bienal Ciudad de Zamora, Zamora.

2008. Hugo Fontela. An American Vision. Centro Cultural Casa de Vacas, Madrid.

2008. Hugo Fontela. New York, New York. Palacio Revillagigedo, Gijón.

2009. Hugo Fontela. Marcas de Agua. De Manhattan al Golfo de México. Circulo del Arte, Barcelona

2009. Hugo Fontela. Gulf of Mexico Days. Instituto Cervantes, Chicago.

2010. Hugo Fontela, Golfo de México. 100Kubik. Colonia, Alemania.

2011. Caminos de Tierra, Caminos de Mar. Museo de Montserrat, Barcelona.

2011. Niemeyer by Fontela. Centro Niemeyer, Avilés.

Niemeyer by Fontela

English TextsTextos en inglés

140 141Niemeyer by Fontela. Natalio Grueso, Niemeyer Center Director

It is rather unusual for two young geniuses to get together to launch a creative project. The first young man is called Oscar Niemeyer and is about to turn 104. The second is called Hugo Fontela who, though still in his twenties, is on the way of becoming one of the greatest contemporary painters Spain has ever produced.

At the Niemeyer Center, we have always wanted to show the best of universal culture and present the world the best of our art. And, although artists´ homeland is in the emotions they produce in people´s hearts, this asturian-brasilian combination is a beautiful metaphor of what our cultural center aims to be, a double direction creative space, in which all forms of art coexist, with the sole objective of making people´s lives more beautiful and agreeable, especially nowadays, in such complicated times for reason and kindness.

Pintar. Hugo Fontela

My painting process does not stem from any physical creation, it starts well before that. It is previously conditioned by the discovery of a place, of a space or image that captivates me and moves me. The truth is that when I get to work, I am not really sure what pushes me to it. It is a vital need. It is spilling what I have stored in my retina on a canvas, on paper. It is crossing the limit of the obvious through painting and creating a new reality from it. It is feeling moved with the world that surrounds me and making others feel moved too. It is going into a landscape and managing to create a place to be inhabited. Painting.

Palm trees fallen on the sand. Enrique Juncosa

“But surely it would have been a pitynot to have seen the trees along this road,really exaggerated in their beauty,not to have seen them gesturinglike noble pantomimists, robbed in pink”Elizabeth Bishop (1)

Despite his still short career as an artist, Hugo Fontela can already be described as a travelling painter. He was, for example, in Tampa, Florida, the migration destination of his Asturian ancestors and where he started painting palm tree trunks, a specially appealing motif he still works on, as we will see afterwards. Besides, for some years now he has his studio in New York, the city where some of the most renowned world painters still live and a fact that no doubt has had its influence on the way he does things. This time, and in order to prepare this exhibition at the remarkable Oscar Niemeyer Centre of Avilés, Fontela travelled twice to Rio de Janeiro, Brazil, in order to meet the larger-than-life architect. We can now show the outcome of these travels in three different series of works on paper: Palmeras, Vanitas and Río, as well as a series of pictures, some of large format, which are some kind of extension of the canvas on the Palmeras series.

Fontela’s Rio de Janeiro has more to do with the artist’s gaze as with an objective description of the city, or its beaches rather, the topic that has interested him most. We do not see people or

buildings, something immediately striking, as this is a densely populated city and a city of magnificent architecture too. During the day, the beaches of Rio are always crowded with people and colours. However, Fontela paints or draws a single fallen palm tree trunk, mainly at sunrise or sunset, apparently floating on an empty and white space that we can interpret as sand. This way of isolating the trunk makes it immediately relevant, making it a landmark for the passing of time, or, in other words, of some kind of tropical Vanitas. The predetermined repetition of this motif and the exclusion of any potential others provide the element, no doubt, with a transcending aura.

In this context, it is hardly surprising that the series is precisely called Vanitas. In the works of this series we usually see just a single human skull and occasionally two or three of them floating in an empty and white space. Fontela has written that he remembered Luis Fernández when he was creating these works, but he also mentioned Giorgio Morandi and Miquel Barceló, a statement somehow revealing of his interests as an artist. Fernández and Morandi are two of the great maestros of still lives and they create monumental effects with scarce resources. Barceló, who is an artist with more registers than the two previous ones, has painted and moulded skulls to make them look like fruits, but he has also created large white almost empty spaces, for example in his recently work with extinguished matches that work as Fontela’s still lives depicting palm or coconut tree trunks. Fontela and Barceló, on the other hand, are capable of suggesting really specific details with fast brush strokes, and both show preference for matter-like textures and monochromatic tones. We do not know what suggested the skull theme in Rio but we suppose that this may be understood as an expansion of the theme of fallen and dead palm tree trunks.

Large format paintings by Fontela have something -its large empty, white and textural spaces- of Robert Ryman’s paintings, although when a palm tree trunk floats on them, they are immediately turned into images of empty beaches, that is to say, landscapes. To some extent, these images show the powerful presence of nature in Rio, with its tropical greenery, its beaches, its incredible parks -including a stunning Botanical Garden-, its lagoons and its special and spectacular orography. These are images of Rio that could be before or after Rio. These are metaphors of time passing, of the briefness of life and the inexorability of death. Fontela’s Rio de Janeiro is therefore a silent and lonely place -despite football and bossa nova- where Nature is more powerful than civilization.

It is only the series entitled Rio that finally refers us back to the inhabitants of the city. There colour appears once again, although in all sobriety – green the master colour due to vegetation, against yellow or orange stemming from the sand, whose texture is besides more present. Images in these series include different fruits, crabs, fish... and also used objects discarded by humans, such as football balls, religious images, cocktails -an inevitable capirinha- sunshades, buckets, towels, canoes and also letters making up the evoking names of Ipanema or Copacabana. Curiously enough, even these images, maybe due to chromatic sobriety and their spatial isolation -they tend to float at the centre of the paper -, also have something of Vanitas, of an emblem of something beyond what they merely represent. They thus acquire an atemporal air to refer precisely to the passing of time. Most likely, they are also landmarks for the artist, landmarks of memories of a stay in that city, summarised in concrete shapes and activities. And so it is that in Rio life seems to happen on the beach, where sectors of the population seem to gather around the same bathing spots.

Be it as it may, Fontela seems to transform all this -his experience of the city and the images that have attracted him to it- into a new moving pictorial reality, characterised by an individual awareness that chooses and transforms. Same as Barceló in Mali, or Delacroix in Morocco before them, Fontela paints a place we can share and understand even without knowing it, because it refers to universal themes, despite its geographical specificity. He paints or draws as a virtuoso, but he is not interested in the representation itself, but in those silent spaces in which awareness can take root as the measure of

Niemeyer by Fontela Niemeyer by Fontela

142 143reality. In his paintings on the beach, Fontela also paints the shades of dunes, thus creating mysterious or night spaces that are almost abstract images. Fontela is a painter of space and light, as much as he is a painter of the passing of time.

Hugo Fontela’s Rio de Janeiro, and this we emphasize again, is an unexpected Rio, as the Rio we immediately picture in our mind is a place of exuberance, with exotic and tropical birds, plants and fruits. For the more cultured, Rio is also the place where the geometry of concrete art and modern architecture triumphed. A city that refers us back to Roberto Burhle-Marx, to Lota Macedo de Soares or to Oscar Niemeyer himself. The great American poet Elisabeth Bishop lived in Brazil many years, precisely with Lota Macedo, and in one of the poems that she wrote there she asked herself if travelling does not just show a limitation of our imagination. She asks herself this, however, after listing a series of dashing images that would certainly take much effort to imagine without the experience of the place, such as those trees robbed in pink in the verses that open this text. Fontela travelled to Rio, and there he did not place any limits onto his imagination to see what he already knew on those fallen palm tree trunks on the sand, something that he has turned into architectural and symbolic elements of a universal and interior space.

Enrique Juncosa is a spanish poet, art critic and curator. Since early 2003, he has been director of the Irish Museum in Dublin. Previously he was deputy director of the Instituto Valenciano de Arte Moderno and Reina Sofia Museum.

NOTE: (1) Elisabeth Bishop, from Questions of Travel, in Poems, Farrar, Straus and Giroux, New York, 2011. Page 91.

Painting-Painting. Michael Damiano

I first heard Hugo Fontela’s name a bit more than two years ago in Oviedo. I’d traveled there for an appointment at the Masaveu Collection, one of Spain’s finest private art collections.

I was there to see several paintings by Miquel Barceló. On top of that, Isaac García, a curator of the museum who showed me around for the day, allowed me the opportunity to take in the collection’s other prized holdings. Together we marveled at masterpieces by Miró, Picasso, Sorolla, Ribera and other monumental figures of Spanish painting. The tour took all day.

Over a lunch of Fabada, the typical Asturian dish, Isaac and I talked about Fernando Masaveu, the collection’s proprietor. He’s not just a wealthy man with a penchant for art, I learned. He’s intimately involved with his collection and has a highly developed eye for art. Isaac didn’t have to convince me of that point; I’d already been impressed by the impeccable selection of works, the older ones as well as the recent acquisitions. Also, Masaveu doesn’t just collect the established masters, Isaac explained. He keeps his eyes open for who might be next. That’s when Fontela’s name came up.

Masaveu had begun collecting him, and Isaac suggested I get in touch with the young artist when I returned to the United States. He thought I’d like Fontela’s work, but he didn’t exactly explain why. “What’s his painting like?” I asked repeatedly without getting a clear answer. Isaac allowed that it was figurative, but when I pressed him for more details he stopped me and said simply, “Te va a gustar.” You’re going to like it.

When I finally saw Fontela’s work, at his studio in Manhattan six months later, I understood why Isaac had sent me to meet him. At the Masaveu Collection, Isaac had watched me fixated on Picasso’s portrait of Jacqueline, a painting by Miró in earthy tones, Sorolla’s landscapes and one of Barceló’s plazas de toros. These works shared little with respect to style, temperament or technique. But they all had one thing in common, and Fontela’s large canvases leaning against the paint-splattered walls of his SoHo loft had it too. They were all what people sometimes refer to as pintura pintura, painting-painting. Not the French abstract movement that dubbed itself peinture-peinture. Something much less specific. Spanish artists, critics and connoisseurs of art sometimes use the term pintura pintura to refer to an ill-defined group of painters that encompasses figures as disparate as Goya and Pollock. But despite its ambiguity, the term persists and seems to be meaningful to the people who use it.

Hugo and I got on the topic last year when we were talking about his work in his studio. He told me he was a practitioner of pintura pintura. Then we struggled toward a definition of it. It’s “painting with a brush on canvas and with traditional materials and trying to make a contemporary work from that,” he offered. A bit later he explained the method of a practitioner of pintura pintura: “You look at reality, grab onto something, immerse yourself in it, and then create a powerful image.”

Fontela tends to immerse himself in new images while traveling. In 2008, having recently finished a series of large paintings based on industrial landscapes, Hugo traveled to the Gulf of Mexico. There he encountered a scene that would inspire his work for the next two and a half years. On the beach, he came across a desiccated palm tree trunk lying just out of reach of the tide. The massive form fascinated him. It was “a kind of shipwreck,” he explained later, or “an inert body, a cadaver.” He committed the scene to memory, photographed it and returned to his studio in New York.

During the next two years, the photo could always be found somewhere in the studio lying on a table among drawing papers, taped to a post. Over time, its surface became hazy with the studio’s residue and the corners began to curl up.

Meanwhile, the image appeared in different incarnations on the large canvases leaning against the studio’s walls or spread out on the floor. In one of the first, Hugo slightly flattened the perspective of the original scene, reducing the composition to color fields. Two shades of blue for the sky and sea are separated by a dark accent -the palm trunk- from the ochre beach. The painting, Big Dead Palm, 2009, recalled the industrial landscapes paintings in which the painter’s admiration for Rothko had also come through.

Soon after, the palm trunk paintings changed dramatically. Whereas in that early painting, Fontela had translated, fairly directly, the original scene into his pictorial language, now he would distil the image to its essential components, and then pervert it. The palm trunk persisted, of course, but the sky disappeared, the beach became less figurative and the monochrome blue ocean gave way to a filthy black stain.

Curiously, the following year reality conformed to the new images Fontela had created. In the spring of 2010, the catastrophic Gulf oil spill began, making the black stains on Fontela’s 2009 palm trunk paintings look prophetic.During the rest of 2010, Fontela responded directly to the ongoing environmental disaster, carrying the palm trunk series into its next stage. Now, instead of dirty stains, menacing black tentacles represented the ocean. And the palm trunk shrank again, often relegated to a corner of the canvas as if recoiling from the encroaching oil.

Niemeyer by Fontela Niemeyer by Fontela

144 145These beach scenes had begun as a radical departure from Fontela’s earlier subject matter, but in a sense he’d come full circle. “That aesthetic of the filth of pollution has a lot to do with the industrial landscape series,” he pointed out. “It’s the point where man interferes with nature, but nature is still stronger.”

The current exhibition at the Niemeyer Center, “Niemeyer by Fontela”, is comprised of a selection from the dead palm series -including related works on paper- and two recent series of watercolors.The first was the product of one of Fontela’s more recent trips. In January of 2011, while still working on the dead palm series in New York, Fontela traveled to Brazil at the invitation of Oscar Niemeyer. The two had met in Rio de Janeiro two years earlier through the Centro Niemeyer. Now the young painter would spend two weeks with the 103-year-old legend of modern architecture between the architect’s home, his studio on the Avenida Atlântica, and the Copacabana and Ipanema beaches. There Fontela created the “Serie Rio”.

Two years earlier Fontela had created a similar series of watercolors during his first trip to the Gulf of Mexico. Now he employed a similar style, rendering in easy, gestural strokes the surrounding landscape and the objects that inhabited it a crab, rowboats, fruits, fish skeletons.

Fontela’s preferred mode of expression is his large format canvases. But in between bouts of manipulating these imposing surfaces in his studio, he pauses to work on paper. The result is these series of watercolors, like the genial travel diaries of a poet on a break from more rigorous composition.

The next series of watercolors, a group of vanitas Fontela created during the spring of 2011, offers a different view of the artist. Drawing inspiration from a tradition that has its origins in 17th century Europe and has had particular resonance among Spanish painters to the present day, Fontela painted still lifes of original, deftly executed skulls.

These classically inspired pieces, alongside the large format paintings from the dead palm series and the Rio watercolors, are the product of a rare phenomenon: a contemporary artist practicing pure painting. Just what Isaac sent me to find.

Michael Damiano, August 2011.

Michael Damiano is an American writer. His first book, Porque la vida no basta: Un encuentro con Miquel Barceló, will be published by Anagrama and Empúries in March 2012.

Río. Hugo Fontela

I visited Rio de Janeiro on April 2009 and January 2011, and what I was most surprised of regarding the city was its wild energy and its greenery. It seemed that all colours conformed to this green tonality, as if the mountains embracing Rio where capable of invading the soul of things. I met Niemeyer, we talked and I felt how from the vantage point of a hundred-year old maestro, he described the forms of this city with his architecture, and I started painting. Painting the smallest things, looking for the same essence with which Oscar Niemeyer traces his architecture in the lushness of the landscape, its peoples and the lines of its horizon. Only knowing Rio de Janeiro can one get to know the Niemeyer universe.

Palmeras (Palm trees). Hugo Fontela

If at the beginning of the 20th century some of my ancestors had not decided to migrate from Asturias to America and settle on the coast of Florida, in Tampa, I would not have discovered, almost one century later, the wild and exuberant nature of its greenish sea, or the palm trees that have obsessed me so much in recent times. I found them on a walk along the beach, stranded on the sand, like an exiled shipwrecked landing here after a storm. I have been working on them for more than two years, thinking of them, and the solemnity of their corpses, lying opposite the immensity of the sea, still captivates me.

Vanitas. Hugo Fontela

I started painting vanitas when I discovered Luis Fernández’s cráneos (skulls) and from then on, also visualising this element on ancient paintings, I reinterpreted it my own way. I never had an original model or picture before me, I just extracted the idea from memory. I used to surprise myself painting an ambiguous form, which could be understood as a rotten fruit, and sometimes as an isolated root ball from some of my palm trees. While working on these series I remembered Morandi and also Barceló.

Hugo Fontela. Biography

Hugo Fontela was born in Grado, Principality of Asturias, in 1986. Already as a child, he was always interested in drawing and painting, but it was not until 2001, at 14 years of age, and thanks to Asturian artist Amado Hevia “Favila”, that he accessed the School of Arts and Crafts of Avilés. There he learnt to paint in an academic fashion, something that gained him an Extraordinary Award for the Merit in the Arts granted to the most outstanding pupils. He left the school in June 2002, at 16 years of age, and he also finished the first tier of his secondary education. Later on, he studied the second tier of secondary education specialising in arts at the School of Fine Arts of Oviedo. From this moment onwards, he entered the art world, combining his education with an active participation in the artistic life of the Principality. In 2004 he sat the exam to access University, which he passed with sufficient merit for him to access the Faculty of Fine Arts, but he finally decided to study at The Art Students League, in New York. Already in the United States, he was granted the BMW Award for Painting in 2005, one of the most prestigious awards in Spain, which he received in Madrid from the hands of HM Queen Sophia. After receiving this important award, he was invited to the XVIII Painting Biennial of Zamora. In 2007, he was granted the Award to Best Artist at the graphic art fair ESTAMPA, an award granted by the Art Critics Association of Madrid. In 2011, Barcelona and Asturias have been chosen as the two locations to host two large exhibitions of his work. The Museum Montserrat displays an exhibition including his whole American works, and it was officially opened by the Prince and Princess of Asturias, while the Niemeyer Centre in Avilés shows the exhibition “Niemeyer by Fontela”.

His works are included in collections such as those of the Biblioteca Nacional and the Fundación Universidad Rey Juan Carlos, in Madrid, the Instituto Cervantes, the Hispanic Society of America in New York, the Masaveu collection, the Fundación Príncipe de Asturias, the Pérez Simon collection in Mexico DF, or the Museo de Bellas Artes of Oviedo.

Since 2005 he lives and works in Manhattan.

Niemeyer by Fontela Niemeyer by Fontela

ISBN 978-84-939405-1-5

9 7 8 8 4 9 3 9 4 0 5 1 5