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1 CONSECUENCIAS EN LA SALUD FÍSICA Y PSÍQUICA DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER EN LA PAREJA. DATOS EPIDEMIOLÓGICOS Isabel Ruiz Pérez EASP y RISG En esta ponencia se va a realizar una aproximación epidemiológica al impacto en la salud de la violencia contra la mujer en la pareja mostrando datos de estudios realizados por la ponente En el modelo biomédico, la violencia suele clasificarse como una lesión intencionada, incluida a veces junto a las enfermedades no transmisibles. Sin embargo, cuando se desarrolla un sistema para conceptualizar las causas y las consecuencias de la violencia, es importante considerar la distinta naturaleza y los patrones de violencia que sufren con mayor frecuencia los hombres, las mujeres y los niños. Es sabido que los hombres suelen experimentar la violencia física ejercida por otros hombres (extraños o conocidos) y, fundamentalmente, fuera del contexto familiar. Las lesiones físicas o la muerte son los resultados más frecuentes. Por el contrario, la mayor parte de la violencia sufrida por mujeres y niñas procede de hombres a los que conocen y a menudo es ejercida en el seno de la familia y el hogar. Esta violencia puede tener dimensiones físicas, sexuales o psicológicas, puede prolongarse durante años y puede aumentar en intensidad con el tiempo. Muchas veces, las lesiones físicas no son los resultados más importantes.

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CONSECUENCIAS EN LA SALUD FÍSICA Y PSÍQUICA DE

LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER EN LA PAREJA.

DATOS EPIDEMIOLÓGICOS

Isabel Ruiz Pérez

EASP y RISG

En esta ponencia se va a realizar una aproximación

epidemiológica al impacto en la salud de la violencia contra la mujer

en la pareja mostrando datos de estudios realizados por la ponente

En el modelo biomédico, la violencia suele clasificarse como una

lesión intencionada, incluida a veces junto a las enfermedades no

transmisibles.

Sin embargo, cuando se desarrolla un sistema para conceptualizar las

causas y las consecuencias de la violencia, es importante considerar la

distinta naturaleza y los patrones de violencia que sufren con mayor

frecuencia los hombres, las mujeres y los niños.

Es sabido que los hombres suelen experimentar la violencia física

ejercida por otros hombres (extraños o conocidos) y, fundamentalmente,

fuera del contexto familiar. Las lesiones físicas o la muerte son los

resultados más frecuentes.

Por el contrario, la mayor parte de la violencia sufrida por mujeres y

niñas procede de hombres a los que conocen y a menudo es ejercida en el

seno de la familia y el hogar. Esta violencia puede tener dimensiones

físicas, sexuales o psicológicas, puede prolongarse durante años y puede

aumentar en intensidad con el tiempo. Muchas veces, las lesiones físicas no

son los resultados más importantes.

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Toda forma de violencia tendría un impacto en la salud. La violencia

contra la mujer en la pareja tiene un mayor impacto en su salud que otras

formas de violencia como aquellas normalizadas socialmente.

Evidentemente, importa reconocer que la violencia contra la mujer es

una causa de lesiones, pero la valoración exclusiva de estas limita el

conocimiento de las muchas formas de violencia existentes y de sus

múltiples consecuencias para la salud.

La mejor forma de conceptualizar la violencia contra la mujer es

definirla como un factor de riesgo para una mala salud, ya que sus

consecuencias se traducen en una amplia gama de efectos en la salud de la

mujer.

De este modo, será posible comprender con mas claridad sus

múltiples consecuencias para la salud, las sinergias que existen entre ellas y

los posibles beneficios que pueden obtenerse con los distintos tipos de

actividades preventivas.

Las consecuencias de la violencia contra las mujeres son muy

amplias e influyen en todos los aspectos de sus vidas, su salud y la de sus

hijos y se extienden, además, al conjunto de la sociedad.

VIOLENCIA Y SALUD FÍSICA

La magnitud del impacto que el maltrato contra la mujer en la pareja

puede tener en la salud física de la víctima ha sido puesta de manifiesto en

numerosos trabajos. Se ha mostrado que las mujeres que sufren violencia

física y/o sexual por parte de su pareja pueden llegar a padecer un 60% más

de enfermedades de carácter físico que aquéllas que no son víctimas de tal

violencia

Las lesiones, el miedo y el estrés asociados al maltrato pueden

conllevar problemas de salud crónicos. Estos problemas abarcan desde

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dolores musculoesqueléticos, como dolor crónico de cuello o espalda y

artritis, hasta complicaciones cardiovasculares, como el infarto de

miocardio y la angina de pecho, incluyendo síntomas neurológicos

recurrentes, como balbuceo y tartamudeo incipientes, pérdida de audición,

problemas de vista, dolores de cabeza y migrañas

También se han descrito enfermedades crónicas como dolor crónico,

síndrome del intestino irritable, trastornos gastrointestinales, quejas

somáticas y fibromialgia. La fibromialgia (FM) es un cuadro de dolor

musculoesquelético crónico generalizado que padece entre el 1 y el 3% de

la población, en su mayoría mujeres. Aunque existen teorías que implican

como etiología de la FM a diferentes alteraciones biológicas, hoy por hoy

la causa es desconocida. Este cuadro reumatológico es una de las

consecuencias crónicas de la violencia contra la mujer que se menciona

repetidamente en la literatura.

En un estudio que estamos llevando a cabo comparamos la

frecuencia de violencia informada por mujeres que habían recibido el

diagnostico de FM y un grupo sin este diagnostico. Las mujeres con FM

referían una mayor frecuencia de violencia en la pareja, de violencia en la

edad adulta con una persona diferente a la pareja y mas frecuencia de abuso

en la infancia.

La salud sexual y reproductiva ha sido, sin duda, la condición física

más ampliamente abordada en el estudio de la salud de la mujer maltratada.

Por una parte, el maltrato se ha asociado a conductas sexuales de alto

riesgo para el contagio de las enfermedades de transmisión sexual (ETS) y

el VIH/SIDA. Además, el maltrato en la relación de pareja puede interferir

en la negociación y la decisión sobre la contracepción y el uso de

condones, como muestra la asociación encontrada entre la violencia

doméstica y los embarazos no deseados y abortos voluntarios.

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Aunque los problemas presentados anteriormente han sido las

condiciones de salud física más ampliamente abordadas en la literatura,

también encontramos otros indicadores que, lejos de constituir categorías

diagnósticas, se han asociado repetidamente con el maltrato de la mujer

dentro de la pareja.

En un estudio realizado sobre 1400 mujeres asistentes a centros de

atención primaria de 3 CCAA se recogió la frecuencia de algunos de estos

indicadores. Como puede verse, la frecuencia de estos indicadores de salud

es mas frecuente en mujeres maltratadas que no maltratadas.

VIOLENCIA Y SALUD PSIQUICA

En un pasado no muy lejano, se ha postulado que ciertas

características personales de las víctimas de violencia doméstica podrían

ser la causa del maltrato. Por ejemplo, algunas corrientes han recurrido a

características de masoquismo o a patologías como la histeria o el trastorno

de personalidad dependiente, para explicar por qué algunas mujeres

permanecen o regresan a una relación de abusos

Durante mucho tiempo se ha intentado culpabilizar a la víctima de su

situación de maltrato, favoreciendo lo que se conoce como “doble

victimización de la mujer” lo que supone que se le convierte en víctima no

sólo de una terrible situación de violencia, sino también de toda una serie

de acusaciones que le responsabilizan de esa situación.

En la actualidad existe, afortunadamente, suficiente documentación

que demuestra que no existen características psíquicas diferentes entre las

mujeres maltratadas y no maltratadas previamente al inicio del maltrato.

Por el contrario, es el maltrato contra la mujer en la pareja él que conlleva

una serie de trastornos y problemas de carácter psicológico que no deben

ser ignorados

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Hoy se sabe que el maltrato incrementa una serie de sintomatología y

de cuadros clínicos que van desde la ansiedad, insomnio o baja autoestima

hasta la depresión clínica o el trastorno por estrés postraumático.

Es un hecho constatado que la frecuencia de depresión en las mujeres

es casi dos veces mayor que en los hombres y, aunque a menudo se recurre

a diferencias biológicas para explicar este hecho (por ejemplo las

características del ciclo reproductivo de la mujer), lo cierto es que muy

probablemente son las desigualdades de género, y entre ellas la violencia

de género, las que más contribuyen a esta diferencia “no natural”.

Además de las categorías diagnósticas previamente descritas,

también encontramos en la literatura otros trastornos y problemas de salud

psíquica que se han asociado repetidamente con el maltrato contra la mujer

en la pareja. Por ejemplo, el metanálisis de Golding (1999) encontró que el

13% de las mujeres maltratadas había tenido ideación suicida, y el 23.7%

había intentado suicidarse. Esta asociación entre la violencia doméstica y

la ideación e intento de suicidio, al igual que en el caso de la depresión, ha

sido constatada en ámbitos muy diferentes, como EE.UU., Méjico,

Escandinavia y Papua Nueva Guinea.

El consumo y abuso de determinadas sustancias, como alcohol,

drogas y determinados psicofármacos (antidepresivos, anfetaminas,

tranquilizantes y estimulantes), también se ha abordado de forma recurrente

en el estudio de la violencia doméstica. A menudo, el uso de estas

sustancias se ha planteado como estrategia de afrontamiento ante

situaciones difíciles y estresantes, como es el caso del maltrato contra la

mujer en la pareja.

También se estudio en las 1400 mujeres de AP algunos indicadores

de salud psíquica como consumo de tranquilizantes o antidepresivos, la

morbilidad psíquica. Como vemos, todos ellos fueron mas frecuentemente

relatados por la mujer maltratada

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El estado de salud autopercibido refleja la percepción que tienen las

personas sobre su propia salud, tanto desde un punto de vista físico como

psicológico. Se ha comprobado que es un buen predictor de otros

indicadores más objetivos, como son la esperanza de vida, la mortalidad, el

padecimiento de enfermedades crónicas y la utilización de servicios

sanitarios. Este resultado se mantiene en mujeres españolas.

Finalmente, el mayor impacto en la salud física de la mujer de la

violencia es la muerte por causa de ella. La expresión máxima de los

problemas de salud que puede conllevar la violencia contra las mujeres es

la muerte o “feminicidio”, como se denomina cada vez con mayor

frecuencia al homicidio femenino. En nuestro país, los datos más recientes

muestran que en el 2002, 52 mujeres a consecuencia de la violencia

doméstica, 72 mujeres en el 2003 y 57 en lo que va de año

La difusión de resultados sobre violencia doméstica en España es

casi inexistente. Si los datos de prevalencia con los que contamos son

escasos y en muchas ocasiones tan solo reflejan lo que se conoce como “la

punta del iceberg”, mucho menor es la información disponible sobre el

impacto de los malos tratos en la salud de la víctima.

La Macroencuesta realizada por el Instituto de la Mujer en 2002, que

da una cifra de un 12,4% de mujeres consideradas técnicamente como

maltratadas, mostró que las mujeres víctimas de violencia doméstica

sufrían, en mayor medida que el resto, fatiga permanente, dolores de

espalda o articulaciones y dolores de cabeza.

En cuanto al impacto en la salud mental de los malos tratos, en el

área de Sevilla se llevó a cabo un estudio que está publicado como una

monografía del Instituto Andaluz de la Mujer. En este trabajo se comparó

la frecuencia de maltrato entre mujeres consultantes a los servicios de salud

mental con la frecuencia en mujeres no consultantes. Los resultados

muestran una frecuencia mucho más elevada entre las mujeres consultantes

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(42% versus 8.33% de maltrato físico, y 52% versus 21.66% de maltrato

psicológico).

Teniendo en cuenta, por una parte, el gran impacto de la violencia

doméstica en la salud que se ha constatado en otros países y, por otra, la

escasez de trabajos al respecto en España, merece la pena destacar la

urgencia de llevar a cabo estudios en nuestro país para identificar y dar a

conocer la magnitud del problema.

Deberíamos tener presente en todo momento que las lesiones físicas

no son la única evidencia de la violencia doméstica, sino tan sólo lo que se

conoce como “la punta del iceberg”.

El amplio rango de patologías asociadas al maltrato hace pensar que

las víctimas de malos tratos buscarán asistencia sanitaria, tanto en los

servicios de urgencia como en atención primaria, unidades de salud mental

u otros servicios específicos, como ginecología, reumatología o

gastroenterología.

Esto hace necesario, por una parte, que los/las profesionales de la

salud aprendan y entiendan que la violencia doméstica es un problema

frecuente en sus consultas y, por otra parte, que se proporcionen recursos y

formación a estos/as profesionales, para que puedan abordar

responsablemente este creciente problema.

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Raquel Millan

INTERVENCIÓN SOCIAL EN

SITUACIONES DE VIOLENCIA DE

GÉNERORaquel Millán Susinos

Trabajadora Social Área 10

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Raquel Millan

TRABAJO SOCIAL EN SALUD

• La actividad profesional que tiene por objeto la investigación de los factores psicosociales que inciden en el proceso de salud-enfermedad, así como el tratamiento de los problemas psicosociales que aparecen en relación a las situaciones de enfermedad

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Raquel Millan

CONCEPTO PSICOSOCIAL

• Relación entre acontecimientos estresantes y conflictivos y las forma de afrontarlos influye en la calidad de vida

SALUD INTEGRAL

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Raquel Millan

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS

• PODER Y AUTORIDADVIOLENCIA

• DIÁLOGO, RESPETO, NEGOCIACIÓN, HABILIDADES COMUNICATIVAS

TOLERANCIA, IGUALDAD

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Raquel Millan

ETECTO DE LA VIOLENCIA• Instalación del miedo

• Paraliza a la mujer

• Aislamiento progresivo• Pérdida de relaciones con el entorno

INDEFENSION

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Raquel Millan

FASES DEL PROCESO DE CAMBIO

• No tenerse en cuenta• Darse cuenta “DESPERTAR”• Encontrase a sí misma• Salir adelante sola

TIEMPO

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Raquel Millan

INTERVENCION SOCIAL

• Nivel Individual Mujer (su palabra)

La Familia• Nivel grupal

Entorno social

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Raquel Millan

NIVEL INDIVIDUAL

• Aumentar la seguridad de la mujer y familia

• Información es poder• Apoyar y acompañarla en el proceso• Buscar redes de apoyo social• Trabajar la derivación

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Raquel Millan

NIVEL GRUPAL

• Mujeres con problemas psicosociales y sintomatología inespecífica (ansiedad, insomnio…).

• Derivadas por profesionales del E.A.P• Grupo cerrados (8 – 12 mujeres)• Duración limitada (3 – 4 meses)• Metodología participativa y vivencial

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Raquel Millan

EL GRUPO PERMITE

• Aportar conocimientos (mujeres y profesionales)• La interacción potencia el aprendizaje• La comunicación, expresión de vivencias difíciles

y las relaciones sociales• Compartir favorece el proceso de socialización• Aproximación a los tópicos y estereotipos• Conocimiento e integración en los recursos

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Raquel Millan

COORDINACIÓN

• Clarificar responsabilidades• Planificación conjunta de la

intervención• Establecer mecanismos para

materializar la coordinación

PROFESIONAL DE REFERENCIA

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Raquel Millan

“No le dolieron en la cara, sino al lado No le dolieron en la cara, sino al lado del alma, en ese rincón que no se le puede del alma, en ese rincón que no se le puede enseñar a nadie”enseñar a nadie”

Dulce ChacónDulce Chacón