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    La Puerta de la Muerte EN EL LABERINTO Margaret Tweis Tracy Hickman

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    Libro 6

    Para Russ Lovaasen,cuya alegra, amor y coraje

    son los faros llameantesque brillan en la oscuridad,

    guindonos al hogar.

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    1ABARRACH

    Abarrach, mundo de piedra, mundo de oscuridad iluminada por el fuego delmar de magma fundido, mundo de estalagmitas y estalactitas, mundo dedragones de fuego, mundo de aire ponzooso de vapores sulfurosos, mundode magia...Abarrach, mundo de los muertos.Xar, Seor del Nexo y, ahora, Seor de Abarrach, se recost en el asiento y serestreg los ojos. Las estructuras rnicas que estaba estudiando empezabana hacerse borrosas. Haba estado a punto de cometer un error (algoinexcusable), pero se haba dado cuenta a tiempo y lo haba enmendado.Cerr los ojos, doloridos, y repas mentalmente la estructura una vez ms.

    Empezar por la runa del corazn. Conectar el pie del signo mgico a la basede una runa contigua. Inscribir los signos en el pecho, ascendiendo hasta lacabeza. S, all era donde se haba equivocado las primeras veces. La cabezaera importante, vital. Despus, trazar las rimas sobre el tronco y, finalmente,sobre brazos y piernas.Un trabajo perfecto. Xar no apreci el menor fallo. En su imaginacin, ya vealevantarse y revivir el cuerpo muerto en el que haba estado afanndose. Unaforma de vida corrupta, era cierto, pero muy provechosa. El cadver resultabamucho ms til as que si se hubiera descompuesto bajo tierra.Xar mostr una sonrisa de triunfo, pero la mueca tuvo en su rostro una vidaan ms corta que la de su imaginario difunto. Sus pensamientos siguieron,ms o menos, esta secuencia:Soy capaz de resucitar a los muertos.

    Al menos, estoy bastante seguro de poder resucitar a los muertos.Pero no puedo estar seguro.All estaba el freno a su entusiasmo. No dispona de muertos a quienesresucitar. O mejor dicho, dispona de demasiados. Pero no lo bastantemuertos.Presa de la frustracin, Xar descarg las manos sobre la enrevesadaestructura de signos mgicos.

    Las tabas rnicas1 se estremecieron, resbalaron de la mesa y se precipitaronal suelo.

    El Seor del Nexo no prest atencin a las fichas. Siempre poda recomponerla estructura. Una y otra vez. Ahora, la conoca tan bien como la magia parainvocar el agua. Aunque, para lo que le haba de servir...Xar necesitaba un cadver, un cuerpo que llevara muerto no ms de tres dasy que no hubiese cado en poder de aquellos malditos lzaros.2 Irritado barri

    1 Juego que se practica en Abarrach, parecido a un antiguo juego de s aln de la Tierra conocido co mo mayong.Las f ichas del juego llevan inscritos los s ignos utilizados tanto por los patryn como por los sartn para elaborar su

    magia. El Mar de luego, vol. 3 de El ciclo de la Puerta de la Muerte.2 Los sartn que poblaban Abarrach aprendieron a practicar el arte prohibido de la nigromancia y empezaron aproporcionar a los cadveres de sus difuntos una especie de vida que resultaba espantosa. Los muertos se

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    la mesa con el brazo, arrojando al suelo las pocas tabas rnicas que anquedaban sobre ella.Abandon la estancia que utilizaba como estudio yse dirigi a sus aposentosprivados. De camino, pas por la biblioteca y all encontr a Kleitus, eldinasta, antiguo gobernante (hasta su muerte) de Necrpolis, la ciudad ms

    extensa de Abarrada. A su muerte, Kleitus se haba convertido en un lzaro,uno de aquellos muertos vivientes. Desde entonces, la horrenda forma deldinasta que no estaba vivo ni muerto vagaba por los corredores y salonesdel palacio que una vez haba sido suyo. El lzaro crea que segua sindolo yXar, pese a saber que no era as, no vea ninguna razn para sacar a Kleitusde su error.El Seor del Nexo se prepar para hablar con el Seor de los MuertosVivientes. Xar haba combatido a muchos enemigos terribles durante susesfuerzos por liberar a su pueblo del Laberinto. Dragones, lobunos, caodinesy otras fieras... Xar no tema a ninguno de los monstruos que el Laberintopudiera crear. No tema a ningn ser vivo. Aun as, no pudo evitar un nudoen las entraas cuando contempl el rostro del lzaro, como una horriblemscara mortuoria en permanente cambio, y vio el odio en su mirada. El odioque los muertos sienten por los vivos en Abarrach.

    Los encuentros con Kleitus no resultaban nunca agradables, y Xar solaevitar al lzaro. Al Seor del Nexo le resultaba incmodo hablar con un serque slo tena una idea en su mente: la muerte. La muerte de su interlocutor.Los signos mgicos de la piel de Xar emitieron un leve resplandor azulado,para defenderlo de un posible ataque. La luz azul se reflej en los muertosojos del dinasta, que emitieron un destello de disgusto. El lzaro haba

    intentado matar al patryn en una ocasin, a su llegada a Necrpolis. Elcombate entre ellos haba sido breve y espectacular. Kleitus no haba vuelto aintentarlo, pero soaba con ello durante las interminables horas de suatormentada existencia. Y nunca dejaba de mencionarlo cuando volvan aencontrarse.Algn da, Xar dijo Kleitus, el cadver parlante, te coger por sorpresa,Y entonces te unirs a nosotros.... a nosotros repiti el triste eco del alma del lzaro. Las dos partes delmuerto siempre hablaban juntas, aunque el alma iba un poco ms lenta queel cuerpo.Debe de ser magnfico para ti tener todava un objetivo replic Xar concierta acritud. No poda evitarlo: el lzaro lo pona nervioso. Pero el Seor delNexo necesitaba ayuda, informacin, y, hasta donde l saba, Kleitus era elnico que poda proporcionrsela. Yo tambin tengo uno. Un objetivo queme gustara tratar contigo... si tienes tiempo para ello, claro. El nerviosismode Xar provoc el comentario sarcstico.

    convertan as en esclavos al servicio de los vivos. Cuando los cadveres son devueltos a la vida demasiado pronto,una vez producida la muerte, el alma no llega a abandonar el cuerpo sino que permanece unida a ste. Los sartn aquienes sucede tal cosa se convierten en lzaros, seres temibles que habitan simultneamente en el plano de los

    vivos y en el mundo de los muertos. El lzaro no puede encontrar paz ni reposo. Su vida es un constantetormento. El Mar de Fuego, vol. 3 de El ciclo de la Fuerza de la Muerte.

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    Por mucho que se empeara, el patryn era incapaz de mantener durantemucho rato la mirada fija en el rostro del lzaro. Era el rostro de un cadver,de un cadver asesinado, pues Kleitus haba muerto a manos de otro lzaroy, a continuacin, haba sido devuelto a aquella existencia penosa. El rostroera en ocasiones el de un cuerpo que llevaba mucho tiempo muerto y luego,

    de pronto, adquira las facciones que Kleitus tena cuando estaba vivo. Latransformacin se produca cuando el alma penetraba en el cuerpo ypugnaba por renovar la vida y por recuperar lo que una vez haba posedo.Frustrados sus intentos, el alma flua Riera del cuerpo en un vano esfuerzopor liberarse de su prisin. La rabia y la frustracin permanente del almaproporcionaban una calidez antinatural a la carne muerta, fra.Xar dirigi una nueva mirada a Kleitus y la retir rpidamente. Me acompaas a la biblioteca? pregunt con un gesto de cortesa yconla vista en cualquier sitio menos en el cadver.

    El lzaro lo sigui de buena gana. Kleitus no tena un especial inters enservir de ayuda al Seor del Nexo, como ste bien saba. Si lo acompa, fueporque siempre caba la posibilidad de que Xar pudiera descuidarse y bajarsus defensas sin advertirlo. Kleitus fue con l con la esperanza de podermatarlo.A solas con el lzaro en la estancia, Xar pens por un instante en llamar aotro patryn para que montara guardia, pero abandon la idea de inmediato,horrorizado consigo mismo por el mero hecho de que se le hubiera ocurridotal pensamiento. Tomar tal precaucin slo lo hara parecer dbil a los ojos desu pueblo, que lo adoraba: adems, no deseaba que nadie ms conociera eltema de la conversacin.

    En consecuencia, aunque con bastante recelo, Xar cerr la puerta, hecha dehierba kairn trenzada, y la marc con runas patryn de proteccin para que nopudiera ser abierta. Cuando traz sus signos mgicos, lo hizo sobre unasborrosas runas sartn, cuya magia haba dejado de actuar haca muchotiempo.Los ojos inanimados de Kleitus recobraron de repente un destello de vida yconcentraron la mirada en el cuello de Xar. Los dedos muertos temblaron deexpectacin.No, no, amigo mo dijo Xar con tono afable. Otro da, quizs. Oprefieres verte de nuevo en m crculo de poder? Quieres experimentar otravez cmo mi magia empieza a desbaratar tu existencia?Kleitus lo mir sin pestaear, inflamado de odio.Qu es lo que quieres, Seor del Nexo?... Nexo repiti el triste eco.Lo que quiero es sentarme dijo Xar. No me tengo en pie. He pasado dosdas y dos noches concentrado en la estructura rnica. Pero ya la he resuelto.Ahora conozco el secreto del arte de la nigromancia. Ahora, tambin yo sresucitar a los muertos.Felicidades apostill Kleitus. Sus labios se fruncieron en una muecaburlona. Ahora podrs destruir a tu pueblo como hicimos nosotros con elnuestro.

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    Xar no hizo caso del comentario. Los lzaros tenan, por lo general, unaperspectiva bastante sombra de las cosas, pero el patryn lo encontrabacomprensible.Tom asiento ante una gran mesa de piedra cuya superficie estaba cubiertade volmenes polvorientos: un tesoro de conocimientos sartn. Xar haba

    dedicado al estudio de aquellas obras todo el tiempo posible, teniendo encuenta las mil y una obligaciones de un caudillo que se dispona a conducir asu pueblo a la guerra, pero aquel tiempo que haba pasado entre los librossartn era mnimo en comparacin con los aos que Kleitus haba dedicado atal labor. Adems, Xar estaba en desventaja: estaba obligado a leer elmaterial en un idioma ajeno: la lengua sartn. Aunque haba aprendido elidioma mientras permaneca en el Nexo, la tarea de descomponer laestructura rnica sartn y, luego, reconstruirla segn el pensamiento patrynresultaba agotador y exiga mucho tiempo.Xar no podra nunca, en ninguna circunstancia, pensar como un sartn.

    Kleitus tena la informacin que Xar necesitaba. Haba hurgado a fondo enaquellos libros y l mismo era o haba sido un sartn. Kleitus saba. Yentenda. Pero cmo sonsacar al cadver? All estaba la dificultad.Xar no se dej engaar por el caminar arrastrado del lzaro ni por su ademnsediento de sangre. El juego de Kleitus era mucho ms sutil. Un ejrcito deseres vivos, de sangre caliente, haba llegado recientemente a Abarrach. Unejrcito de patryn, trasladado all por Xar con el propsito de instruirlo parala guerra. Los lzaros codiciaban a aquellos seres vivos, anhelaban destruir lavida que canto envidiaban y que, a la vez, tan detestable les resultaba. Loslzaros no podan atacar a los patryn, demasiado poderosos para ellos.

    Con todo, los patryn necesitaban un despliegue inmenso de su magia paraconvertir las oscuras cavernas de Abarrach en un lugar capaz de sostener lavida. Y el esfuerzo empezaba a debilitarlos, aunque slo fuera muyligeramente. Lo mismo les haba sucedido a los sartn, en el pasado; ashaban terminado por morir tantos de ellos.

    Tiempo. Los muertos tenan tiempo. No sera pronto pero un da u otro,inevitablemente, la magia patryn empezara a desmoronarse. Y entonces serael momento de los lzaros. Xar no pensaba prolongar tanto su estancia all.Ya haba descubierto lo que haba acudido a buscar en Abarrach. Ahora slotena que determinar si el descubrimiento era o no real.Kleitus no se sent. Los lzaros no pueden descansar mucho tiempo en elmismo sitio, sino que se mantienen en constante movimiento, deambulandocomo si buscaran algo que han perdido toda esperanza de encontrar.Xar no mir al cadver viviente que se desplazaba adelante y atrs delante del, sino que dirigi la mirada a los polvorientos volmenes esparcidos sobre lamesa.Quiero poder probar mis conocimientos de nigromancia declar. Deseosaber si realmente puedo resucitar a los muertos.Y qu te lo impide? inquiri Kleitus....te lo impide?

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    Xar frunci el entrecejo. El molesto eco era una especie de zumbido en susodos. Siempre se produca cuando l se dispona a decir algo,interrumpindolo y cortndole el hilo de los pensamientos.Necesito un cadver. Y no me digas que utilice a uno de mi pueblo. Eso esinaceptable. Yo, personalmente, he salvado la vida de cada patryn que he

    rescatado y llevado al. Nexo.Les has dado la vida apunt Kleitus. Tienes derecho a quitrsela.... a quitrsela.Tal vez concedi Xar, alzando la voz para imponerse al eco. Quiz loque dices sea verdad. Y, si hubiera mayor nmero de los mos, si furamosmuchos ms, tal vez lo tomara en consideracin. Pero somos pocos y no meatrevo a desperdiciar a uno solo.Qu quieres de m, Seor del Nexo?... del Nexo?He hablado con otro de los lzaros, una mujer llamada Jera. Mencion queen Abarrach an haba sartn. Sartn vivos. Un hombre llamado... hum... Xar titube, como si no consiguiera recordar el nombre. Balthazar! susurr Kleitus.... Balthazargimi el eco.S, se era el nombre se apresur a decir Xar. Balthazar. l es quien losdirige. Un informe anterior que recib de un tal Haplo, un patryn que visitAbarrach, me indujo a creer que ese sartn, Balthazar, y todo su pueblohaban perecido a vuestras manos. No obstante, Jera me asegura que no fueas.Haplo... S, lo recuerdo. La evocacin no pareca ser muy del agrado deKleitus, que permaneci largo rato meditabundo mientras el alma penetraba

    en su cuerpo, pugnaba por quedarse y se separaba de nuevo. El lzaro sedetuvo delante de Xar y lo contempl con ojos evasivos. Te cont Jera losucedido?La mirada del cadver llen de perplejidad a Xar.No minti, obligndose a permanecer sentado cuando su primer impulsohabra sido levantarse y huir a algn rincn lejano. Jera no me lo cont.Pens que quiz t...Los vivos huyeron de nosotros. Kleitus reanud su inquieto deambular.Los seguimos. No tenan ninguna posibilidad de escapar. Nosotros no noscansamos nunca, no necesitamos reposo, ni comida, ni agua. Finalmente,logramos atraparlos. Entonces organizaron una dbil resistencia, dispuestosa luchar por salvar sus miserables vidas. Entre nosotros tenamos a supropio prncipe, muerto. Yo mismo lo haba devuelto a la vida. El prncipeconoca lo que los vivos haban hecho a los muertos y comprenda que slocuando todos los vivos hubieran muerto podramos ser libres los muertos. Elprncipe haba jurado conducirnos en la lucha contra su propio pueblo.Nos preparamos para la matanza. Pero en aquel instante intervino uno de losnuestros, el que fue marido de esa Jera, precisamente. Ahora es un lzaro; supropia esposa lo mat, lo resucit y le proporcion el poder que nosotrosposeemos. Pero l nos traicion. De algn modo, en alguna parte, habaadquirido un poder propio. Posee el don de la muerte, igual que ese otro

    sartn que lleg a este mundo a travs de la Puerta de la Muerte...

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    A quin te refieres? quiso saber Xar. De pronto, las palabras de Kleitusdespertaron su inters, adormecido durante el prolijo discurso del lzaro.No s quin era. Un sartn, sin duda, pero tena un nombre mensch respondi Kleitus, irritado ante la interrupcin.Alfred?

    Tal vez. Qu ms da el nombre? El lzaro pareca obsesionado porcontinuar su narracin. El marido de Jera rompi el hechizo que mantenacautivo el cadver del prncipe, y el cuerpo de ste muri. Los muroscarcelarios de su carne se desmoronaron y el alma flot libre.La voz de Kleitus son irritada, llena de acritud.... flot Ubre.El eco tena un tono anhelante, nostlgico. Xar se impacient. El don de lamuerte... Bobadas de los sartn!Qu fue de Balthazar y los suyos? inquiri.Se nos escaparon sise Kleitus entre dientes, furioso. Sus cerleos puosse cerraron. Intentamos ir tras ellos, pero el esposo de Jera result serdemasiado poderoso y nos lo impidi.Entonces, es cierto que an existen sartn vivos en Abarrach murmurXar, haciendo tamborilear los dedos sobre la mesa. Sartn que puedenproporcionarme los cadveres que necesito para mis experimentos. Y paraconvertirlos en soldados de mi ejrcito. Tienes alguna idea de dnde estn?Si la tuviramos, no estaran vivos todava declar Kleitus, con unamirada de odio. Verdad que no, Seor del Nexo?Supongo que tienes razn murmur Xar. Ese esposo de Jera... dndese encuentra? Sin duda, l sabe cmo dar con Balthazar...Tampoco s dnde se ha ocultado. Hasta que t y tu gente llegasteis, l

    ocupaba Necrpolis. Y nos mantena fuera de la ciudad. Me mantenaapartado de mi palacio. Pero cuando os presentasteis aqu, se march.Atemorizado de mi presencia, sin duda coment Xardespreocupadamente. Ese lzaro no le teme a nada, Seor del Nexo! Replic Kleitus con unadesagradable risotada. l es ese de quien habla la profeca.He odo hablar de una profeca dijo el patryn, restando importancia alasunto con un gesto de la mano. Haplo me coment algo al respecto, perosu opinin respecto a los orculos coinciden con la ma. Les doy poco crdito.Para m, no son ms que deseos.Pues a sta deberas prestarle ms atencin. Esto es lo que dice la profeca:l traer vida a los muertos y esperanza a los vivos. Y para l se abrir laPuerta. As proclama la profeca y as se ha cumplido.... se ha cumplidoS, se ha cumplido. Xar repiti las ltimas palabras del eco. Pero soy yoquien le ha dado cumplimiento. La profeca se refiere a m, y no a un cadverambulante.Me temo que no...... temo que no. Claro que s! Exclam Xar con irritacin. La Puerta se abrir... LaPuerta se ha abierto!

    La que se ha abierto es la Puerta de la Muerte!

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    Acaso existe alguna otra? pregunt Xar sin prestar mucha atencin,molesto e impaciente por retomar la conversacin donde la haban iniciado.La Sptima Puerta respondi Kleitus. Y, esta vez, el eco guard silencio.

    Xar alz la vista, preguntndose a qu vena aquello. Kleitus le dedic un

    rictus que quera ser una sonrisa y prosigui: Hablas de ejrcitos, deconquistas, de viajes de mundo en mundo... Qu prdida de tiempo y deesfuerzo, cuando lo nico que necesitas hacer es entrar en la Sptima Puerta!De veras? Xar torci el gesto. He cruzado muchas puertas en mi vida.Qu tiene sta de especial?Fue dentro de esa cmara, dentro de la Sptima Puerta, donde el Consejode los Siete realiz la separacin de los mundos....la separacin de los mundos.Xar guard silencio, lleno de asombro. Las consecuencias, las posibilidadesque se abran si Kleitus estaba en lo cierto, si lo que deca era cierto, si aquellugar exista todava...Existe afirm Kleitus. Qu hay en esa..., en esa cmara? quiso saber Xar, cauto, sin terminarde creer al lzaro.Kleitus aparent no haber odo la pregunta y se volvi hacia las estanterasde volmenes que cubran las paredes de la biblioteca. Sus ojos muertos,iluminados espordicamente por el alma fugaz, buscaron algo. Por ltimo, sumarchita mano, manchada todava con la sangre de aquellos a los que habadado muerte, se alz para escoger un delgado volumen de pequeasdimensiones.El lzaro arroj el libro sobre la mesa, delante de Xar.

    Lee le indic.... lee lleg la triste coletilla.Parece la primera cartilla de un chiquillo dijo Xar, examinando elvolumen con cierto desdn. l tambin haba utilizado libros parecidos aaqul, encontrados en el Nexo, para ensear el lenguaje de las runas sartn aBane, el nio mensch.Lo es asinti Kleitus. Procede de los tiempos en que nuestros hijosvivan y alborotaban. Lee.Xar estudi el libro con recelo, pero pareca autntico. Era antiguo, muyantiguo, a juzgar por su olor rancio y por su pergamino quebradizo yamarillento. Con cuidado, temeroso de que las pginas se convirtieran enpolvo al contacto con su mano, abri la tapa de piel y ley en silencio para smismo:

    La Tierra fue destruida.

    Cuatro mundos fueron creados de sus ruinas. Cuatro mundos paranosotros y los mensch: Aire, Fuego, Piedra y Agua. Cuatro Puertas conectancada mundo con los otros: Ariano, Pryan, Abarrach y Chelestra. Para nuestrosenemigos se construy un correccional: el Laberinto. El Laberinto est conectado con los dems mundos a travs de la Quinta

    Puerta: el Nexo.

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    La Sexta Puerta est en el centro y permite la entrada en el Vrtice. Y todo seconsum a travs de la Sptima Puerta.

    El final fue el principio.

    Aqul era el texto impreso. Debajo, escrita a mano con letra tosca, haba otrafrase: El principio fue nuestro f inal.Eso lo has escrito t? inquiri Xar.Con mi propia sangre asinti Kleitus.... propia sangre.A Xar le temblaron las manos de expectacin. El sartn, la profeca, lanigromancia; nada de eso importaba. Lo que revelaba el libro: eso era lorealmente valioso! Sabes dnde est esa puerta? Me conducirs a ella? dijo Xar,ponindose de pie con impaciencia.S, lo s. Los muertos lo sabemos. Y me encantara conducirte a ella, Seordel Nexo... El rostro de Kleitus se contorsion mientras el alma entraba ysala agitadamente del cadver ambulante. Sus manos se flexionaron. Meencantara, si t cumplieras un requisito. Podramos disponer tu muerte y...Xar no estaba de humor para chanzas.No seas ridculo. Llvame all ahora o, si tal cosa no es posible el Seordel Caos tuvo la repentina idea de que aquella Sptima Puerta se encontrabaquizs en otro mundo, dime dnde encontrarla.Kleitus pareci meditar la respuesta. Por fin, movi la cabeza en gesto denegativa:

    No creo que lo haga.... que lo haga.Por qu no? Xar dej entrever su enfado.Digamos que... por lealtad. Que hable as quien ha sacrificado a su propio pueblo! replic Xarburln. Por qu, pues, me hablas de la Sptima Puerta, si te niegas allevarme a ella? De pronto, le vino una idea a la cabeza: Quieres algo acambio, no es eso? De qu se trata?De matar. Y seguir matando. De librarme del olor de la sangre caliente queme atormenta cada instante de mi existencia... y voy a vivir eternamente! Loque quiero es la muerte. Respecto a la Sptima Puerta, no necesitas que te lamuestre. Ese secuaz tuyo ya ha estado all. Pensaba que l ya te habrainformado.... muerte... informado. Qu secuaz? Quin? Tras un instante de perplejidad, Xar inquiri:Haplo?S, puede que se fuera el nombre... Kleitus estaba perdiendo el interspor el tema.... nombre. Que Haplo conoce la ubicacin de la Sptima Puerta? resopl Xar conaire burln. Imposible! Jams lo ha mencionado...

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    Eso es porque l no sabe... Ningn vivo lo sabe. Pero su cadver s que loreconocera. Y querra volver a ese lugar. Resucita el cuerpo de ese Haplo,Seor del Nexo, y l te conducir a la Sptima Puerta.

    Me gustara saber qu te propones, pens Xar y fingi seguir hojeando el

    libro infantil mientras observaba disimuladamente al lzaro. Me gustarasaber qu es lo que persigues! Qu representa para ti esa Sptima Puerta?Y por qu quieres a Haplo? S, ya veo adonde quieres llevarme pero,mientras sea en la misma direccin que yo he tomado...Se encogi de hombros, levant el libro y ley en voz alta:Y todo se consum a travs de la Sptima Puerta. Cmo? Qu significaeso, dinasta? O acaso no significa nada? No es fcil saberlo; a vosotros, lossartn, os produce un gran placer jugar con las palabras.Yo dira que significa mucho, Seor del Nexo. Por un instante, un levedestello de siniestra diversin dio autntica vida a los ojos muertos. Encuanto a cul sea ese significado, no lo s ni me importa.Kleitus alarg una mano, de piel blanco-azulada salpicada de sangre y uasnegras, y, vuelto hacia la puerta, pronunci una runa sartn.Los signos patryn que protegan la puerta se desmoronaron. Kleitus se abripaso y abandon la estancia.Xar habra podido mantener las runas en su lugar frente a la magia deldinasta, pero no deseaba malgastar sus energas. Para qu molestarse? Quese marchara; el lzaro ya no le sera de ms utilidad,La Sptima Puerta. La cmara donde los sartn haban separado el mundo.Quin saba qu poderosa magia exista an en tal lugar?

    Si era cierto que Kleitus conoca la ubicacin de la Sptima Puerta, reflexionel Seor del Nexo, no necesitaba de Haplo para que lo condujera. Eraevidente, pues, que el lzaro quera a Haplo por sus propios motivos. Porqu? Era cierto que Haplo haba escapado de las manos del dinasta y a lapersecucin asesina de los lzaros, pero resultaba improbable que Kleitus letuviera un especial rencor por ello. El lzaro odiaba a todos los seres vivos,sin excepcin. No destacara a uno en concreto si no tuviera un motivoespecial para ello.Haplo tena o saba algo que Kleitus codiciaba. Qu poda ser? Era precisopreservar a Haplo, se dijo Xar. Al menos, hasta que descubriera el misterio.Se concentr de nuevo en el libro y fij la vista en las runas sartn hasta quelas hubo grabado en su memoria. Un revuelo en el pasillo y unas voces quepronunciaban su nombre lo perturbaron.Se levant de la mesa, cruz la estancia y abri la puerta. Varios patryndeambulaban arriba y abajo por el corredor.Qu queris? Mi Seor! Te hemos buscado por todas partes!La mujer que haba respondido hizo una pausa para recuperar el aliento. Xaradvirti su excitacin. Los patryn eran disciplinados; de ordinario, no dejabanexteriorizar sus emociones.Qu sucede, hija?

    Hemos capturado dos prisioneros, mi Seor. Los hemos cogido cuandosalan de la Puerta de la Muerte.

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    De veras? Una excelente noticia. Qu...? Escchame, mi Seor! En circunstancias normales, ningn patrynhabra osado interrumpir a Xar; sin embargo, la mujer era presa de talagitacin que no pudo contenerse: Los dos son sartn. Y uno de ellos es... Alfred! conjetur Xar.

    No, mi Seor. Uno de ellos es Samah...

    Samah! El presidente del Consejo de los Siete sartn.Samah, que haba permanecido durante largos siglos en estado de animacinsuspendida en Chelestra.Samah. El mismo Samah que haba provocado la destruccin de los mundos.Samah, que haba arrojado a los patryn al Laberinto.En aquel instante. Xar casi habra credo en la existencia de aquel podersuperior del que Haplo no dejaba de parlotear. Y casi habra credo en l porponer en sus manos a Samah.

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    Samah. l, entre todas las esplndidas presas. Samah el sartn que habaurdido todo el complot para separar el mundo, El sartn que haba vendidotal idea a su pueblo. El sartn que haba tomado en pago la sangre de lossuyos y las de incontables miles de inocentes. El sartn que haba encerradoa los patryn en la infernal prisin del Laberinto.Y el sartn que, sin duda, conoca la localizacin de la Sptima Puerta, se dijode pronto.No slo eso mascull Xar por lo bajo, mientras volva la vista al libro unavez ms, sino que probablemente se negar a decirme dnde est o acontarme nada al respecto, Xar se frot las manos. As tendr el inmensoplacer de obligar a Samah a hablar!

    En el palacio de piedra de Abarrach haba mazmorras. Haplo haba informadoa Xar de su existencia, despus de haber estado al borde de la muerte entresus muros.Para qu haban utilizado aquellas mazmorras los antiguos sartn? Cmoprisiones para los mensch descontentos? O tal vez los sartn habanintentado incluso alojar a los mensch all abajo, lejos de la corrompidaatmsfera de las cavernas de arriba, aquella atmsfera que emponzoabalentamente a todos los seres vivientes que los sartn haban llevado con ellosa aquel mundo? Segn el informe de Haplo, all abajo haba otras estancias,adems de celdas. Salas grandes, de tamao suficiente para contener a grannmero de personas. Unas runas sartn trazadas en el suelo mostraban elcamino a aquellos que conocan los secretos de su magia.En unos candelabros de pared ardan unas antorchas; a su luz, Xardistingui aqu y all los trazos de aquellas runas sartn. Pronunci unapalabra una palabra sartn y observ cmo los signos mgicos cobrabanvida con un dbil resplandor; brillaban tenuemente durante unos instantes yvolvan a apagarse, con su magia disgregada y agotada.Xar se ri por lo bajo. Aqul era un juego que practicaba por todo el palacio ydel cual nunca se cansaba. Las runas resultaban simblicas: al igual quesuceda con la magia de aquellos signos mgicos, el poder de los sartn hababrillado brevemente para luego apagarse, disgregado y agotado.

    Tal como, ahora, morira Samah. Xar se frot las manos otra vez, conexpectacin.En esta ocasin, las catacumbas estaban vacas. En los das anteriores a lacreacin accidental de los terribles lzaros, las dependencias haban sidoempleadas para acoger a los muertos; es decir, a las dos clases de muertos: alos que haban sido reanimados y a los que aguardaban la resurreccin. Allse conservaban los cuerpos mientras transcurra el plazo de tres das quedeba respetarse antes de proceder a devolverles la vida. All, tambin, seencontraban los espordicos casos de muertos que, una vez reanimados,haban demostrado ser una molestia para los vivos. Uno de ellos haba sido lapropia madre de Kleitus.

    Pero, ahora, las celdas estaban vacas. Todos los muertos haban sidoliberados. Algunos, convertidos en lzaros; otros como la reina madre,

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    fallecidos haca demasiado tiempo como para resultar de utilidad a loslzaros, vagaban a su antojo por las estancias subterrneas. A la llegada delos patryn, estos muertos haban sido agrupados y encuadrados en ejrcitos,que ahora aguardaban la llamada a la batalla.Las catacumbas eran un lugar deprimente en un mundo de lugares

    deprimentes. A Xar no le haba gustado en ningn momento la idea dedescender all abajo y, en realidad, no haba vuelto a hacerlo desde suprimera y breve visita de inspeccin. La atmsfera era cargada, rancia yglida. El olor a podredumbre que impregnaba el aire resultaba ftido. Inclusopoda captar su sabor. Las antorchas chisporroteaban y humeabanlnguidamente.Sin embargo, en esta ocasin, Xar no se percat de ese sabor o, en cualquiercaso, le dej un regusto dulzn en la boca. Cuando emergi de los pasadizosen la zona de celdas, vio dos siluetas que lo observaban entre las sombras.Una de ellas corresponda a la mujer que le haba anunciado la noticia, unajoven llamada Marit, a quien haba enviado por delante para que preparasesu llegada. Aunque no la distingua con claridad en aquella lbregapenumbra, Xar la reconoci por el leve resplandor azulado de los signosmgicos de su piel, en permanente actividad para mantenerla con vida enaquel mundo de muertos vivientes.Respecto a la otra silueta, la del hombre, Xar la reconoci precisamenteporque no se apreciaba el menor resplandor en su piel. Por eso y por el hechode que, en cambio, lo que brillaba en ella era uno de sus ojos, de un rojoencendido.Mi Seor... Marit hizo una profunda reverencia.Mi Seor... La serpiente dragn con forma humana salud tambin con

    una venia, pero aquel nico ojo rojo (el otro le faltaba) no perdi de vista aXar ni un solo instante.Al Seor del Nexo no le gust aquello. No le agradaba el modo en que aquelojo lo observaba siempre; pareca aguardar el momento en que bajara laguardia para atravesarlo con su roja mirada como si fuese una espada. Ytampoco le agradaba la risa secreta que estaba seguro de reconocer en aquelnico ojo encarnado. Lo cierto era que la mirada de aquel ojo siempreresultaba obsequiosa y servil y que Xar nunca descubra tal risa secretacuando lo observaba directamente, pero el Seor del Nexo tena lapermanente sensacin de que el ojo emita un destello burln tan prontocomo l apartaba la vista de la criatura.Xar no dejaba traslucir jams lo mucho que lo irritaba aquel ojo rojo, laincomodidad que le produca. Incluso haba convertido a Sang-drax (elnombre mensch de la serpiente dragn) en su ayudante personal. As Xarpoda mantener la vigilancia sobre la criatura.Todo est dispuesto para tu visita, seor Xar. Sang-drax pronunci laspalabras con el ms absoluto respeto. Los prisioneros estn en celdasseparadas, como has ordenado.Xar volvi la mirada hacia la hilera de celdas. Resultaba difcil distinguir algoa la dbil luz de las antorchas, que tambin parecan sofocarse en aquel aireviciado. La magia patryn haba podido iluminar aquel lugar nefasto con todo

    el brillo de un da en el soleado mundo de Pryan, pero los patryn habanaprendido por amarga experiencia que no se deba malgastar la magia en

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    tales lujos. Adems, despus de su prolongada existencia en el peligrosomundo del Laberinto, la mayora de los patryn se sentan ms cmodos bajola proteccin de la oscuridad.El Seor del Nexo se mostr disgustado: Dnde est la guardia que he ordenado colocar? Se volvi a Marit y

    aadi: Esos sartn son peligrosos. Podran ser capaces de liberarse denuestros hechizos.La mujer se gir hacia Sang-drax. Su mirada no fue amistosa; era evidenteque Marit desconfiaba de la serpiente dragn y senta aversin por lacriatura.Yo quera hacerlo, mi Seor. Pero ste me lo ha impedido.

    Xar dirigi una mirada ominosa a Sang-drax. La serpiente dragn con formade patryn le dedic una sonrisa de disculpa y extendi las manos. Runaspatryn, similares en apariencia a las que tatuaban las manos de Xar y deMarit, adornaban el revs de aqullas. Pero los signos mgicos de las manosde la criatura no resplandecan y, si otro patryn hubiera intentadodescifrarlos, habra advertido que carecan de sentido. Aquellas runas eranun mero disfraz; no formaban ninguna estructura. Sang-drax no era ningnpatryn.De lo que Xar no estaba seguro era en dnde encajarlo. Sang-drax se llamabaa s mismo dragn, deca proceder del mundo de Chelestra y proclamabaque l y otros de su especie eran leales a Xar y slo vivan para servir al Seordel Nexo y para apoyar su causa. Haplo se refera a aquellas criaturas comoserpientes dragn e insista en que eran seres traicioneros en quienes no sedeba confiar.

    Xar no tena motivos para dudar del dragn, serpiente dragn o lo que fuera.Al servir a Xar, Sang-drax no haca ms que mostrar buen juicio. Con todo, alSeor del Nexo no le gustaba aquel ojo encendido, que no parpadeaba jams,ni la risa burlona que nunca lograba ver pero que, estaba seguro, apareceraen la criatura tan pronto como le volviera la espalda.Por qu has contrariado mis rdenes? quiso saber. Cuntos patryn seran necesarios para custodiar al gran Samah? fue larespuesta de Sang-drax. Cuatro? Ocho? Bastara con stos? Estamoshablando del sartn que obr la separacin de los mundos!De modo que, como los guardianes no iban a ser de utilidad, has mandadoretirarlos a todos... Una decisin muy lgica! exclam Xar con un bufido.Sang-drax capt la irona del comentario y sonri, pero recuperinmediatamente la seriedad.Ahora, Samah est privado de sus poderes. En su estado actual, hasta unchiquillo podra vigilarlo.Est herido? inquiri Xar con aire preocupado.No, mi Seor. Est mojado.Mojado?Es cosa del mar de Chelestra, mi Seor. Su agua anula los poderes mgicosde tu especie. La voz de la serpiente dragn hizo especial hincapi en lasdos ltimas palabras.

    Y cmo ha sido que Samah se empap de agua de ese mundo antes depenetrar en la Puerta de la Muerte?

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    No sabra decirte, Seor del Nexo, pero ha resultado muy oportuno. Hum! De todos modos, Samah no tardar en secarse y entonces s quesern precisos los guardias...Sera una prdida, de tiempo y de energas, mi Seor Xar. Tu gente no esmuy numerosa y tiene demasiados asuntos urgentes de suma importancia de

    que ocuparse. Los preparativos para tu viaje a Pryan... Ah! De modo que ir a Pryan, no?Sang-drax se mostr algo desconcertado.Crea que sta era tu intencin, mi Seor. Cuando tratamos el asunto,dijiste...Dije que estudiara la idea de ir a Pryan, no que hubiera tomado ladecisin. Xar dedic una mirada de severidad a la serpiente dragn. Tenoto inslitamente interesado en hacerme viajar a ese mundo en concreto. Mepregunto si tienes alguna razn especial para ello...T mismo has dicho, mi Seor, que los titanes de Pryan seran unformidable refuerzo para el ejrcito. Adems, creo muy probable que pudierasencontrar la Sptima Puerta en...La Sptima Puerta? Cmo te has enterado de su existencia?Decididamente, Sang-drax dio muestras de perplejidad.Bueno... Kleitus me ha contado que la buscas, mi Seor.Eso ha hecho?S, mi Seor. Hace un momento.Y qu sabes t de la Sptima Puerta?Nada, Seor, te lo aseguro...Entonces, por qu hablas de ello?Ha sido el lzaro quien ha sacado el tema a colacin. Yo slo quera...

    Xar rara vez se haba sentido tan furioso. Pareca como si l fuese el nicoque no haba odo hablar nunca de la Sptima Puerta. Muy bien, se dijo;aquello se acabara enseguida. Ya basta! Exclam, al tiempo que lanzaba una mirada de soslayo aMarit, Hablaremos de este asunto ms tarde, Sang-drax. Cuando noshayamos ocupado de Samah. Confo en que obtendr de l respuestas a mispreguntas. Y, respecto a los guardias...Permteme que te sirva, mi Seor. Utilizar mi propia magia para custodiara los prisioneros. No necesitars nada ms. Insinas que tu magia es ms poderosa que la nuestra, que la magiapatryn? Xar hizo la pregunta en un tono ligero. Un tono peligroso, paraquienes lo conocan.Y Marit lo conoca. La patryn se apart un par de pasos de la serpientedragn.No es cuestin de cul sea ms poderosa, mi Seor replic Sang-draxhumildemente, pero afrontemos los hechos: los sartn han aprendido adefenderse de la magia patryn igual que vosotros, mi Seor, podisdefenderos frente a la suya. En cambio, los sartn no han aprendido aenfrentarse a nuestra magia. Como recordars, mi Seor, los derrotamos enChelestra...Por muy poco.

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    Pero eso fue antes de que se abriera la Puerta de la Muerte. Ahora, nuestramagia es mucho ms poderosa. De nuevo, Xar percibi su amenazadorasuavidad. He sido yo quien ha capturado a esos dos.Xar se volvi a Marit, que confirm el hecho con un gesto de asentimiento.S murmur la patryn. l los trajo hasta nuestro puesto de guardia, a

    las puertas de Necrpolis.El Seor del Nexo permaneci pensativo. Pese a las explicaciones de Sang-drax, a Xar no le gustaba el engreimiento implcito en la declaracin de laserpiente dragn. Tampoco le gustaba tener que reconocer que la criaturatena razn en parte. Samah. El gran Samah. Quin entre los patryn podracustodiarlo con eficacia? Slo yo mismo, se dijo.Sang-drax pareca dispuesto a seguir discutiendo, pero Xar ataj susintenciones con un gesto impaciente de su mano.Slo hay un modo seguro de impedir que Samah escape, y es matarlo.La serpiente dragn puso objeciones a tal propuesta:Pero, mi Seor, sin duda querrs sonsacarle informacin...Desde luego asinti Xar, tranquilo y satisfecho. Y la obtendr... de sucadver! Ah! Sang-drax hizo una reverencia. Has adquirido el arte de lanigromancia. Mi admiracin por ti es ilimitada, Seor del Nexo.La serpiente dragn se acerc un poco ms con aire furtivo; su roja pupilabrill a la luz de una antorcha.Samah morir corno ordenas, mi Seor, pero... no hay necesidad deapresurarse. Creo que el sartn debera experimentar lo mismo que hasufrido tu pueblo. Creo que deberas obligarlo a soportar una parte, al menos,del tormento que tu pueblo ha tenido que soportar.

    S Xar tom aire con un temblor en los labios. S, Samah sufrir, te loaseguro! Yo, personalmente...Permteme, mi Seor le rog la serpiente dragn. Tengo un talentobastante especial para esos asuntos. T limtate a observar y vers cmoquedas complacido. Si no es as, slo tienes que ocupar mi lugar.Est bien. Xar observ, con sorpresa, que la serpiente dragn casijadeaba de impaciencia. Pero antes quiero hablar con l. A solas aadicuando Sang-drax se aprest a acompaarlo. T esprame aqu. Marit meconducir hasta l.Como desees, mi Seor. La criatura disfrazada de patryn hizo una nuevareverencia y, al incorporarse, aadi en tono solcito: Ten cuidado, miSeor, de que no te alcance una gota de esa agua de mar.Xar le lanz una mirada furiosa. Despus, desvi la vista, pero volvi adirigirla haca la criatura y, una vez ms, le pareci advertir un destello deburla en aquel ojo encarnado.El Seor del Nexo no replic al comentario. Dio media vuelta sobre sustalones y se alej, adentrndose en el pasadizo de celdas vacas. Marit avanza su lado. Los signos mgicos de los brazos y las manos de ambos patrynemitan un fulgor rojo azulado que era algo ms que una mera respuesta a laatmsfera ponzoosa de Abarrach.No confas en l, verdad, hija?3pregunt Xar a su acompaante,

    3 Marit no es descendiente suya en el senado literal del trmino, pero Xar considera hijos suyos a todos los patrynya que fue l quien los sac uno por uno de la oscuridad del Laberinto. No se tiene noticia de que Xar engendrara

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    No me corresponde a m confiar o desconfiar de aquel a quien mi Seordistingue con su favor respondi Marit ceremoniosamente. Si mi Seorconfa en ese ser, yo acepto el juicio de mi Seor.Xar aprob la respuesta con un gesto de asentimiento.T eras una corredora,4 verdad?

    S, mi Seor.Xar aminor la marcha y pos su nudosa mano en la suave piel tatuada de lajoven.Yo tambin. Y ninguno de los dos sobrevivimos al Laberinto confiando ennada ni en nadie ms que en nosotros mismos. Tengo razn hija?S, mi Seor. La mujer pareci aliviada.Entonces, querrs no perder de vista a esa serpiente tuerta?Desde luego, mi Seor. Al observar que Xar miraba a su alrededor congesto nervioso, Marit aadi: La celda de Samah est por aqu. El otroprisionero est encerrado en el otro extremo de la hilera de celdas. Heconsiderado preferible no colocarlos demasiado cerca, aunque el segundoprisionero parece inofensivo.S, haba olvidado que eran dos. Quin es el otro? Un guardaespaldas?El hijo de Samah?No lo creo, mi Seor. Marit sonri al tiempo que mova la cabeza en gestode negativa. Ni siquiera estoy segura de que sea un sartn. Si lo es, esttrastornado. Resulta extrao aadi, pensativa. Si fuese un patryn, yodira que sufre la enfermedad del Laberinto.Probablemente, finge. Si estuviera loco, cosa que dudo, los sartn nopermitiran jams que se lo viera en pblico. Podra perjudicar suconsideracin de semidioses. Cmo se hace llamar?

    Un nombre muy raro: Zifnab. Zifnab! Xar se puso a pensar. He odo ese nombre en alguna parte...Bane lo mencion... S, en relacin con...Dirigi una rpida mirada hacia Marit y cerr la boca de golpe.Seor?Nada importante, hija. Estaba pensando en voz alta. Ah!, veo que yahemos llegado a nuestro destino.sta es la celda de Samah, mi Seor. Marit dirigi una mirada fra ydesapasionada al ocupante de la mazmorra. Ir a ocuparme de nuestro otroprisionero.Creo que se se las arreglar bastante bien a solas apunt Xar en tonoligero. Por qu no le haces compaa a nuestro amigo, la serpientedragn? Con un gesto de la cabeza indic la entrada de los tneles de lasmazmorras, donde Sang-drax permaneca observndolos. No quiero quenadie me moleste durante mi conversacin con el sartn.

    ningn descendiente directo: de ser as, por joven que fuese, tal hijo sera ya un anciano para lo habitual entre lospatryn; por lo menos, debera haber dejado atrs su Septuags ima Puerta. Dado que pocos patryn atrapados en elLaberinto alcanzan siquiera la mitad de tal edad, debemos dar por sentado que. si tuvo alguno, los hijos de Xar hanmuerto hace mucho tiempo.4

    Los patryn del Laberinto s e dividen en dos categoras, corredores y pobladores. Los corredores viven y viajansolos, con el nico propsito de escapar del Laberinto. Los pobladores viven en grupos numerosos. Su objetivotambin es escapar, pero dan ms valor a la supervivencia y a la perpetuacin de la raza

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    Comprendo, mi Seor. Tras hacer una reverencia, Marit se retir ydesanduvo el camino por el pasadizo largo y oscuro, flanqueado por laspuertas de las celdas desocupadas.Xar aguard hasta que la patryn hubo llegado al fondo del corredor y la oyhablar con Sang-drax. Cuando el encarnado ojo de ste se desvi de l para

    concentrarse en Marit, el Seor del Nexo se acerc a la puerta de la celda y seasom al interior.

    Samah, lder del rgano de gobierno sartn, conocido como el Consejo de losSiete, era en aos de edadmucho ms viejo que Xar. Sin embargo, debidoa su letargo mgico estado en el que haba previsto permanecer duranteslo una dcada, pero que, accidentalmente, se haba prolongado largossiglos, Samah era todava un hombre en el esplendor de su madurez.Alto y fuerte, en otro tiempo haba tenido unas facciones duras, grabadas acincel, y un porte imponente. Ahora, la piel cetrina le colgaba de los huesos ysus msculos estaban flccidos y sin tono. Su rostro, que debera haberreflejado sabidura y experiencia, estaba surcado de arrugas, demacrado yojeroso. Samah estaba sentado sobre el fro catre de piedra, abatido, con lacabeza gacha y los hombros hundidos. Era la imagen de la afliccin y ladesesperacin. Sus ropas y su piel estaban empapadas.

    Xar cerr las manos en torno a los barrotes y acerc ms el rostro paraobservar mejor. Esboz una sonrisa.S murmur suavemente, ya sabes qu destino te aguarda, verdadSamah? No hay nada peor que el miedo, que la espera. Incluso cuando llegael dolor y tu muerte ser muy dolorosa, sartn, te lo aseguro), no alcanza a

    ser tan terrible como ese miedo.Sus dedos se aferraron con ms fuerza a los barrotes. Los mgicos signosazules tatuados en el revs de sus nudosas manos eran trazos ntidos en supiel tirante; los prominentes nudillos estaban tan blancos que parecanhuesos a la vista. Apenas poda respirar y, durante unos largos segundos, fueincapaz de articular palabra. No haba previsto experimentar talapasionamiento ante la presencia de su enemigo pero, de pronto, volvieron asu memoria todos aquellos aos de lucha y de sufrimiento, todos aquellosaos de miedo. Ojal estuvo a punto de sofocarse con sus propias palabras, ojalpudiera hacerte vivir mucho, mucho tiempo, Samah! Ojal pudiera dejartevivir con ese miedo, como ha tenido que vivir mi gente! Ojal pudiera dejartevivir siglos y siglos!Los barrotes de hierro se disolvieron bajo las manos de Xar. l ni siquiera sedio cuenta. Samah no haba levantado la cabeza y tampoco entonces alz lavista a su torturador. Permaneci sentado en la misma postura, pero ahoracon las manos juntas.Xar entr en la celda y se detuvo ante l.No puedes escapar del miedo ni por un instante. Ni siquiera mientrasduermes. Siempre est ah, en tus sueos. Corres y corres hasta que piensasque el corazn te va a reventar y entonces despiertas y oyes el sonido

    aterrador que te ha sacado del sueo y te levantas y corres y corres sin

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    parar... sabiendo en todo instante que es intil. La zarpa, el colmillo, laflecha, el fuego, la cinaga, el hoyo terminar por atraparte.Nuestros hijos maman el miedo en la leche de su madre. Nuestros bebs nolloran. Desde el momento en que nacen, se les ensea a callar... por miedo. Ynuestros chiquillos tampoco se ren, por temor a quien podra escucharlos.

    Segn me han dicho, tienes un hijo. Un hijo que se re y llora. Un hijo que tellama padre y que sonre como su madre.

    Un estremecimiento recorri a Samah. Xar no saba qu fibra sensible habatocado, pero se recre en el descubrimiento y continu hurgando:Nuestros hijos rara vez conocen a sus padres. Es un favor, uno de los pocosque podemos hacerles. As no se sienten vinculados a sus progenitores y nolos afecta tanto cuando los encuentran muertos. O cuando los ven morir antesus ojos.El odio y la furia iban sofocando poco a poco a Xar. Abarrach no tena airesuficiente para sus pulmones. Notaba el latir de la sangre en las sienes y, porun instante, el Seor del Nexo pens que iba a estallarle el corazn. Levantla cabeza y solt un alarido, un grito salvaje de angustia y de rabia, como sila sangre de aquel corazn manara de su boca.El alarido result espeluznante. Al resonar a travs de las catacumbas, poralgn truco de la acstica, se hizo an ms sonoro y mis potente, como si losmuertos de Abarrach hubieran abierto la boca y estuvieran sumando susgritos horripilantes al del Seor del Nexo.Marit palideci y, espantada, se apret con un gemido contra la helada paredde las mazmorras. El propio Sang-drax pareca algo amilanado. La roja pupilase agit con nerviosismo, lanzando rpidas miradas hacia las sombras como

    si buscara a algn enemigo oculto all.Samah se estremeci. El grito pareci producirle el efecto de una lanza que leatravesara el pecho. Cerr los ojos. Ojal no te necesitara! Mascull Xar, lanzando espumarajos y con lasaliva rebosando de sus labios. Me gustara no necesitar la informacin queguardas en ese negro corazn. Me gustara llevarte al Laberinto y que tuvierasen brazos a los nios agonizantes como los he tenido yo. Te dejaramurmurarles, como he hecho yo: Todo ir bien. Pronto se acabar el miedo.Y me gustara que sintieras la envidia, Samah! La envidia que te embargacuando contemplas esa carita fra y pacfica y te das cuenta de que, para esechiquillo, el miedo ha terminado mientras que, para ti, acaba de empezar...Ahora, Xar estaba en calma. La furia haba pasado y senta un grancansancio, como si hubiera pasado horas combatiendo contra un poderosoenemigo. Cuando quiso dar un paso, not que le fallaba la pierna y se vioobligado a apoyarse en el muro de piedra de la celda.Pero, por desgracia, preciso de ti, Samah. Te necesito para que respondas auna... cuestin. Xar se pas la manga de la tnica por los labios y se secel sudor fro del rostro. Despus, exhibi una sonrisa melanclica ydesanimada. Para ser sincero, Samah, cabeza del Consejo de los Siete,espero..., deseo fervientemente que decidas no responder!Samah levant el rostro. Tena los ojos hundidos y la piel muy plida. Pareca

    realmente como si lo hubiera atravesado la lanza de su enemigo.

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    No te culpo por odiarme as. No pretendamos... Se vio obligado a haceruna pausa para humedecerse los labios. Nunca fue nuestra intencinsometeros a tales sufrimientos. No fue nuestra intencin que la prisin seconvirtiera en una trampa mortal. La concebimos como un lugar dondesometeros a prueba... No lo entiendes? Samah mir a Xar con expresin

    de abierta splica. Era una prueba, nada ms. Una prueba difcil,destinada a ensearos humildad y paciencia. Una prueba dirigida a aplacarvuestra agresividad...A hacernos ms dbiles intervino Xar en un susurro.S confirm Samah, al tiempo que bajaba lentamente la cabeza. Adebilitaros.Nos tenais miedo.S, os temamos.Esperabais que murisemos all...No. Samah movi la cabeza.El Laberinto insisti Xar fue la forma concreta que adopt esaesperanza. Una esperanza secreta que no os atrevais a reconocer ni siquieraa vosotros mismos, pero que qued susurrada en las palabras mgicas quecrearon el Laberinto. Y fue esa terrible esperanza secreta lo que proporcion aste su malvolo poder.Samah no respondi. Volvi a hundir la cabeza.

    El Seor del Nexo se apart de la pared de piedra y se plant ante Samah;alarg la mano hasta colocarla bajo la mandbula del sartn y tir de ellahacia arriba y hacia atrs, obligando a Samah a levantar la vista.El sartn se encogi en un gesto defensivo. Cerr las manos en torno a las

    muecas del viejo patryn e intent liberarse de la presa, pero Xar erapoderoso y su magia estaba intacta. Las runas azules emitieron un destello.Samah exhal un gemido de dolor y apart las manos como si hubiera tocadounas brasas encendidas.Los delgados dedos de Xar se hundieron profunda y dolorosamente en lamandbula del sartn.Dnde est la Sptima Puerta?Samah lo mir con perplejidad y Xar, complacido, vio por fin!el miedo enlos ojos del sartn.Dnde est la Sptima Puerta? repiti, estrujando la cara de Samah.No s... de qu me hablas murmur a duras penas el sartn.

    Me alegro replic Xar con satisfaccin. De momento, tendr el placer deensearte. Entonces me lo dirs.Samah logr sacudir la cabeza. Antes muerto! jade.S, es probable que antes te mate asinti Xar. Y entoncesme lo dirs.Tu cadver me lo dir. He dominado el arte, sabes? Ese arte que t hasvenido a aprender. Har que te lo enseen tambin a ti, aunque paraentonces no te servir de mucho.Xar solt al sartn y se limpi las manos en la ropa. No le gustaba lasensacin del agua de mar en la piel y ya poda apreciar el erecto debilitador

    sobre su magia rnica. Se dio la vuelta con gesto cansino y abandon la

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    celda. Los barrotes de hierro reaparecieron en la puerta cuando el Seor delNexo la hubo dejado atrs.Lo nico que lamento es no tener fuerza suficiente para ensearte yomismo. Pero te espera uno que, como yo, tambin desea venganza. Creo quelo conoces; intervino en tu captura.

    Samah se puso en pie y sus manos se aferraron a los barrotes. Me equivoqu! Mi pueblo cometi un error, lo reconozco! No puedoofrecerte ninguna excusa salvo, que tal vez, que nosotros tambin sabemosqu es vivir en el miedo. Ahora me doy cuenta. Alfred, Orla... Ella tena razn.Samah cerr los ojos con una mueca de dolor y exhal un profundosuspiro. Cuando volvi a abrirlos, clav la vista en Xar y sacudi losbarrotes. Pero tenemos un enemigo comn dijo. Un enemigo que nosdestruir a todos. A nuestros dos pueblos, a los mensch... A todos!Y qu enemigo es se? Xar estaba jugando con su vctima. Las serpientes dragn! O la forma que adopten. Esas criaturas puedentransformarse en cualquier cosa, Xar. Eso es lo que las hace tan peligrosas ytan poderosas. Ese Sang-drax, el que me captur... es una de ellas.S, lo srespondi Xar. Me ha resultado muy til. Eres t quien est siendo utilizado! exclam Samah con frustracin.Hizo una pausa, tratando desesperadamente de encontrar algn modo dedemostrar lo que deca. Seguro que uno de los tuyos te habr alertado. Esejoven patryn, el que lleg a Chelestra... El descubri la verdad acerca de lasserpientes dragn e intent avisarme, pero no le hice caso. No le cre. Y abrla Puerta de la Muerte. El y Alfred... Haplo! se era el nombre que utilizaba:Haplo.Qu sabes de Haplo?

    l descubri la verdad insisti Samah ttricamente. Intent hacermeentender... Estoy seguro de que tambin te habr alertado a ti, su Seor. De modo que as me muestras tu agradecimiento, Haplo? pregunt Xar alas cerradas sombras. sta es tu gratitud por haberte salvado la vida, hijo.Me pagas con la traicin.Tu plan ha fracasado, Samah replic con frialdad. Tu intento decorromper la fidelidad de mi sirviente ha sido vano. Haplo me lo cont todo, loreconoci todo. S quieres hablar, sartn, hazlo de algo interesante. Dndeest la Sptima Puerta?Es evidente que Haplo no te lo ha contado todo dijo Samah con unamueca de irona en los labios. De lo contrario, ya conoceras la respuesta.l estuvo all. l y Alfred; al menos, eso es lo que he deducido de algo que dijoAlfred. Al parecer, tu Haplo no confa en ti ms de lo que Alfred en m. Mepregunto dnde nos equivocaramos...

    Xar estaba molesto, aunque tuvo buen cuidado de no demostrarlo. Haplootra vez! Haplo saba... y l, no! Era enloquecedor.La Sptima Puerta repiti Xar, como si no hubiese odo nada.Eres un estpido murmur Samah con gesto abatido. Solt los barrotes yse dej caer de nuevo en el banco de piedra. Un estpido. Igual que yo lofui. Ests condenando a tu pueblo. Con un suspiro, hundi la cabeza entre

    las manos. Igual que yo he condenado al mo.

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    Xar hizo un gesto seco e imperioso. Sang-drax se apresur por el pasadizo enpenumbra, desagradablemente hmedo.El Seor del Nexo estaba en un dilema. Deseaba ver sufrir a Samah, desdeluego, pero tambin lo quera muerto. Notaba una comezn en los dedos. Ensu cerebro, ya estaba trazando las runas de la nigromancia que daran inicio

    a la terrible resurreccin.Sang-drax entr en la celda. Samah no alz la mirada, aunque Xar not queel cuerpo del sartn se pona tenso en una reaccin involuntaria,disponindose a soportar lo que se avecinaba.Xar se pregunt qu sera esto. Qu se propona hacer la serpiente dragn?La curiosidad le hizo olvidar por un instante su impaciencia por verterminado todo aquello.Empieza dijo a Sang-drax.La serpiente dragn no se movi. No levant la mano contra Samah, ni invocel fuego ni el metal. Pero, de pronto, Samah ech atrs la cabeza. Sus ojos,abiertos de terror, contemplaron algo que slo l vea. Levant las manos eintent emplear las runas sartn pata defenderse pero, empapado comoestaba con el agua del mar de Chelestra que anulaba su magia, sta no surtiefecto.Y quiz no habra funcionado en ningn caso, pues Samah combata contraun enemigo surgido de su propia mente, un enemigo salido de lasprofundidades de su propia ciencia al que haban dado vida las insidiosasfacultades de la serpiente dragn.Samah solt un grito, se incorpor de un salto y se lanz contra la pared depiedra en un esfuerzo de escapar.No haba escapatoria. Se tambale como si hubiera recibido un golpe

    tremendo y lanz un nuevo grito, esta vez de dolor. Quizs unas zarpasafiladas le estaban desgarrando la piel, o unos colmillos le desgarraban lacarne o acababa de acertarle en el pecho una flecha. Se derrumb en el suelo,retorcindose de agona. Despus, tras un estremecimiento, se qued inmvil.Xar lo mir un momento y torci el gesto. Est muerto? El patryn estaba decepcionado. Aunque ahora podaempezar a practicar sus artes nigromnticas, la muerte haba llegadodemasiado deprisa; haba sido demasiado fcil. Espera! le previno la serpiente dragn, y pronunci una palabra ensartn.Samah se incorpor hasta quedar sentado en el suelo, con las manos en unaherida inexistente. Mir a su alrededor con pnico, recordando lo sucedido.Se puso en pie, prorrumpi en un alarido grave y hueco y corri al otroextremo de la celda. El fantasma que lo atacaba se abati sobre l otra vez. Yotra.Xar escuch los alaridos aterrorizados del sartn y asinti satisfecho.

    Cunto durar esto? pregunt a Sang-drax, quien permaneca apoyadoen uno de los muros, contemplando la escena con una sonrisa.Hasta que muera..., hasta que muera de verdad. El miedo, el agotamiento,el terror, acabarn por matarlo. Pero morir sin una marca en el cuerpo.

    Cunto tiempo? Depende de lo que a ti te plazca, m Seor Xar.

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    Deja que contine decidi ste por ltimo, tras reflexionar. Ir ainterrogar al otro sartn. Quizs l est mucho ms dispuesto a hablar, conlos gritos de su compatriota resonando en los odos. Cuando vuelva,preguntar una vez ms a Samah por la Sptima Puerta. Despus, podrsponer fin al tormento.

    La serpiente dragn asinti. Xar dedic un momento ms a contemplar cmoel cuerpo de Samah se contorsionaba y sacuda entre terribles dolores;despus, abandon la celda del enemigo ancestral y avanz por el pasadizohasta llegar junto a Marit, que aguardaba ante la mazmorra del otro sartn.El llamado Zifnab.

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    3ABARRACH

    El viejo estaba acurrucado en la celda. Tena un aspecto pattico y macilento.En el momento en que un alarido explosivo de tormento insoportable surgide los labios de Samah, el viejo se estremeci y se llev a los ojos la punta desu barba cana amarillenta. Xar lo observ desde las sombras y lleg a laconclusin de que aquel despojo sartn se desmoronara en un amasijotembloroso si le daba un puntapi.Xar se acerc a la puerta y, con un gesto, indic a Marit que utilizara lamagia rnica para disolver los barrotes.Las ropas empapadas del viejo se adheran a su cuerpo, lastimosamenteflaco. El cabello le caa por la espalda en una masa goteante y el aguatambin rezumaba de su barba desordenada. Sobre el lecho de piedra, a su

    lado, haba un ajado sombrero puntiagudo. Segn todas las apariencias, elviejo haba intentado escurrir el agua del sombrero, que ofreca un aspectoretorcido y maltratado. Xar observ el sombrero con suspicacia, pensandoque poda ser una fuente oculta de poder, y recibi la extraa impresin deque el sombrero estaba resentido del trato.se que oyes gritar es tu amigo coment Xar con despreocupacin, altiempo que tomaba asiento junto al prisionero con buen cuidado de nomojarse.Pobre Samah dijo el viejo, temblando. Algunos diran que tiene sumerecido, pero su tono se hizo ms suave slo hizo lo que crea que erams acertado. Lo mismo que t, Seor del Nexo.El prisionero levant la cabeza y lanz una penetrante mirada a Xar con unamueca de astucia desconcertante.Lo mismo que t repiti. Ah!, si hubieras sido ms razonable... Si lhubiera sido ms razonable... inclin la cabeza en direccin a los gritos yemiti un leve suspiro.Xar frunci el entrecejo. No era as como haba previsto que se desarrollaranlas cosas.Eso mismo te espera a ti dentro de poco, Zifnab.Dnde...? El viejo mir alrededor con curiosidad.Dnde, que? Xar estaba irritndose por momentos.

    Zifnab? Crea... el prisionero pareca profundamente ofendido, creaque sta era una celda privada.No intentes uno de tus trucos conmigo, viejo estpido. No me dejarengaar... como le sucedi a Haplo.Los gritos de Samah cesaron por un instante; luego, se reanudaron. El viejomiraba a Xar con cara inexpresiva, aguardando a que el Seor del Nexocontinuara.Quin? inquin por ltimo.Xar estuvo tentado de empezar a torturarlo all mismo y slo lo gr contenersegracias a un poderoso esfuerzo de voluntad.Haplo. Lo conociste en el Nexo, junto a la Ultima Puerta, la que conduce al

    Laberinto. Alguien te vio y te escuch all, de modo que no te hagas el tonto.

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    Yo nunca me hago el tonto! El prisionero se irgui con arrogancia.Quin me vio?Un nio, un tal Bane. Qu sabes de Haplo? inquin Xar.Haplo... S, me parece que recuerdo... El viejo dio nuevas muestras deinquietud y alarg una mano mojada y temblorosa. Un tipo bastante

    joven, con tatuajes azules, al que acompaa un perro?S mascull Xar, se es Haplo.El viejo agarr la mano de Xar y la estrech calurosamente.Haz el favor de darle recuerdos mos...Xar apart la mano al instante y dirigi la vista hacia ella; percibi condisgusto la debilidad de los signos all donde d agua de Chelestra habatocado la piel.De modo que he de darle a Haplo, un patryn, recuerdos de un sartn... Se sec la mano en la ropa y aadi; As pues, mi enviado es un traidor,como vengo sospechando desde hace mucho tiempo.No, Seor del Nexo, te equivocas replic el prisionero en tono franco ybastante apenado. De todos los patryn, Haplo es el ms leal a ti. l ossalvar a ti y a tu pueblo, si le concedes la oportunidad. Que l me salvar? A m? Xar se qued boquiabierto de asombro. Porfin, sonri ttricamente. Ser mejor que se preocupe de salvarse a smismo. Lo mismo que deberas hacer t, sartn. Qu sabes de la SptimaPuerta?La ciudadeladijo el viejo. Qu? Inquiri Xar con fingida despreocupacin. Qu has dicho de laciudadela?El prisionero abri la boca, dispuesto a responder, cuando de pronto solt un

    grito de dolor, como si hubiera recibido una patada. Por qu has hecho eso? exclam, volvindose en redondo y dirigindoseal vaco. No he dicho nada que... Bueno, por supuesto, pero pensaba quet... Oh, muy bien!Con gesto mohno, se volvi otra vez y dio un respingo al ver a Xar. Oh, hola! Nos han presentado? Qu has dicho de la ciudadela? repiti Xar. El Seor del Nexo tena lacerteza de haber odo algo acerca de una ciudadela, pero no era capaz derecordar qu. La ciudadela? Qu ciudadela? El anciano prisionero parecadesconcertado.Xar emiti un suspiro.Te he preguntado por la Sptima Puerta y t has mencionado la ciudadela.Pero no est ah. Rotundamente, no asegur el viejo con un enrgicogesto de cabeza. Gan tiempo dirigiendo la mirada con aire nervioso a todoslos rincones de la celda y, por fin, aadi en voz alta: Lo lamento por Bane.Qu hay de Bane? quiso saber Xar, entrecerrando los ojos.Ha muerto, sabes? Pobre chiquillo.Xar se qued sin habla, tan grande fue su sorpresa. El prisionero continudesvariando:Hay quien dira que no tena la culpa de ser como era, teniendo en cuenta

    cmo fue criado y todo eso. Una infancia desdichada y sin amor, un padreque era un hechicero malvolo... El pequeo no tena la menor posibilidad.

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    Esa historia no me convence! El viejo pareca terriblemente acalorado.Ah est el problema del mundo. Ya nadie est dispuesto a asumir laresponsabilidad de sus actos. Adn culpa del incidente de la manzana a Eva.Ella dice que obr por influencia de la serpiente. La serpiente dice que, enprimer lugar, la culpa es de Dios por poner el rbol all. Lo ves? Nadie quiere

    asumir su responsabilidad.De alguna manera, Xar haba perdido el control de la situacin. Ni siquieradisfrutaba ya con el eco de los gritos de Samah.Qu hay de Bane? insisti. Y t! Grit el viejo, sin hacerle caso. Has fumado cuarenta paquetesde cigarrillos al da desde que cumpliste los doce y ahora culpas a unanuncio de producirte cncer de pulmn. Eres un chiflado delirante! Xar empez a dar media vuelta. Mtalo orden a Marit. No sacaremos nada ms de este idiota mientras siga vivo... De qu estbamos hablando? Ah, s! De Bane. El viejo suspir ymovila cabeza. Volvi la vista hacia Marit y aadi: Quieres que te cuente algode l, querida?Marit guard silencio y mir a Xar, quien asinti.S dijo entonces la patryn, tomando asiento a regaadientes junto alprisionero.Pobre Bane suspir ste. Pero todo fue para bien. Ahora habr paz enAriano. Y muy pronto los enanos pondrn en funcionamiento la Tumpa-chumpa...Xar ya haba odo suficiente y abandon la celda como una tromba. Notabauna furia casi irracional, una sensacin que no le agrad. Se oblig a pensarcon lgica, y la llamarada de clera se mitig como si alguien hubiera cerrado

    uno de los chorros de gas que provean de luz a aquel palacio, oscuro comouna tumba. Ya fuera, llam a Marit con un gesto.La patryn dej la compaa del viejo y ste, en su ausencia, continuhablndole a su sombrero.No me gusta eso que he odo sobre Ariano dijo Xar en voz baja. No creolo que dice ese viejo bobo y senil, pero hace mucho tiempo que tengo lasensacin de que algo anda mal. Ya debera tener noticias de Bane. Viaja aAriano, hija, y averigua qu est pasando. Pero abstente de intervenir ennada! Y no te des a conocer... a nadie!Marit hizo un breve gesto de asentimiento.Haz los preparativos para la marcha y luego ven a mis aposentos pararecibir las instrucciones finales continu el Seor del Nexo. Utilizars mnave. Sabrs pilotarla a travs de la Puerta de la Muerte?S, mi Seor respondi Marit. Deseas que enve a alguien aqu abajopara ocupar mi lugar?Xar reflexion unos instantes.Manda a uno de los lzaros. Pero que no sea Kleitus se apresur aaadir. Cualquier otro. Tal vez, tenga que hacerle alguna consulta cuandoproceda a resucitar el cuerpo de Samah.S, mi Seor. Con una respetuosa reverencia, Marit se march.

    Xar permaneci donde estaba, con la vista fija en la celda de Zifnab. Elprisionero pareca haberse olvidado de la existencia del patryn y se meca de

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    un lado a otro, haciendo chasquear los dedos mientras canturreaba por lobajo: Soy un bluesman, ba-dop, daba-dop, daba-dop, ba-dop. S, soy unbluesman....Xar repuso los barrotes en la entrada de la mazmorra con torvo placer.Viejo estpido, tu cadver revivido me dir quin eres de verdad. Y me dir

    la verdad acerca de Haplo.

    El patryn desanduvo sus pasos por el corredor hacia la celda de Samah. Losgritos haban cesado temporalmente. La serpiente dragn estaba asomada atravs de los barrotes. Xar se le acerc por detrs.Samah yaca en el suelo y pareca al borde de la muerte; su piel habaadquirido un color arcilloso y brillaba por el sudor. Su respiracin eraespasmdica. Su cuerpo segua contorsionndose y sacudindose.Lo ests matando apunt Xar.Ha resultado ser ms dbil de lo que haba credo, Seor dijo Sang-draxen tono de disculpa. En fin, podra secarlo y permitirle que se curase a smismo. Incluso as seguira muy dbil, probablemente demasiado como paraintentar escapar. De todos modos, correramos cierto riesgo...No. Xar empezaba a estar harto. Necesito la informacin. Reanmalo losuficiente como para que pueda hablar con l.Los barrotes de la celda se disolvieron. Sang-drax entr en la mazmorra ysacudi a Samah con la puntera de la bota. El sartn se encogi con ungemido. Xar se acerc, hinc la rodilla junto al cuerpo de Samah y, tomandoentre ambas manos la cabeza del sartn, la levant del suelo. El gesto notuvo nada de delicado: las largas uas se clavaron en la griscea carne deSamah y dejaron unos relucientes regueros de sangre.

    El sartn abri los ojos los volvi hacia el Seor del Nexo y se estremeci deterror, pero su mirada no mostraba el menor indicio de reconocimiento. Xarle sacudi la cabeza y clav los dedos hasta el hueso. Reconceme! Recuerda quin soy!La nica reaccin de Samah fue un jadeo, un intento de encontrar aire. Sugarganta emiti un barboteo. Xar reconoci los sntomas. La Sptima Puerta! Dnde est la Sptima Puerta?A Samah casi se le salieron los ojos de las rbitas.No fue nuestra intencin... Muerte... Caos! Qu... fue mal...? La Sptima Puerta! insisti Xar.Desaparecida. Samah cerr los prpados y balbuce, febril:Desaparecida. Nos deshicimos... de ella. Nadie sabe... Los rebeldes... Podranintentar... perturbar... Nos deshicimos de...Un borbotn de sangre asom entre los labios de Samah. Su mirada se perdien el vaco, fija con horror en algo que slo el sartn poda ver.Xar dej caer la cabeza, que cay sin oponer resistencia y golpe el suelo depiedra con un ruido seco. El patryn pos una mano sobre el inerte pecho deSamah y le busc el pulso en la mueca con los dedos de la otra. Nada.Est muerto anunci con frialdad, presa de una expectacin contenida,Y sus ltimos pensamientos han sido para la Sptima Puerta. Deshacerse dela Puerta, ha dicho. Qu absurdo! Ha demostrado ser ms poderoso que t,

    Sang-drax. El sartn ha tenido fuerzas para mantener su discurso hasta elfinal. Y ahora, deprisa!

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    Xar arranc a jirones las ropas mojadas del sartn hasta dejar al descubiertosu torso. Sac una daga cuya hoja llevaba grabadas unas runas, apoy suaguda punta sobre el corazn de Samah y cort la piel. La sangre, caliente ycarmes, man bajo la afilada hoja del arma. Xar emple la daga para trazarlas runas de la nigromancia en la carne muerta de Samah con gestos rpidos

    y seguros, repitiendo los signos mgicos en un murmullo inaudible al tiempoque los dibujaba en el cadver.La piel se enfri bajo la mano del Seor del Nexo y la sangre fluy con menosfuerza. La serpiente dragn permaneca en las proximidades, observando laescena con una sonrisa en su ojo bueno. Xar no levant la vista de sutrabajo. Al or unas pisadas que se aproximaban, se limit a decir:Lzaro? Ests ah?Aqu estoy anunci una voz.... aqu estoy repiti el eco susurrante.Excelente.El Seor del Nexo se relaj. Tena las manos baadas en sangre; la dagatambin estaba empapada en ella. Coloc la diestra sobre el corazn deSamah y pronunci una palabra. La runa del corazn emiti un brilloazulado. Con la velocidad del rayo, la magia se extendi del signo mgico delcorazn a otro contiguo, y de ste al siguiente, y muy pronto el resplandorazulado parpadeaba por todo su cuerpo.Una forma fantasmagrica, luminosa, se hizo corprea cerca del cuerpo,como una sombra del sartn compuesta de luz y no de oscuridad. Xar exhalun jadeo tembloroso de asombro y temor. Aquella plida imagen era elfantasma, la parte etrea e inmortal de todo ser viviente, lo que los menschllamaban el alma.

    El fantasma intent alejarse del cuerpo, liberarse de l, pero estaba atrapadoen el envoltorio de carne helada y ensangrentada y no poda hacer otra cosaque agitarse en una agona comparable a la experimentada por el cuerpocuando, an vivo, lo haban sometido al tormento.De pronto, el fantasma desapareci. Xar torci el gesto pero, al momento,apreci cmo los ojos muertos se iluminaban patticamente desde dentro. Elespritu se haba unido por un instante con el cuerpo yhaba producido enste un remedo de autntica vida. Lo he hecho! Exclam Xar con jbilo. Lo he hecho! He devuelto a lavida a un muerto!Pero qu hacer con l, ahora? El Seor del Nexo no haba visto resucitar anadie; su nica referencia al respecto era la descripcin que le haba hechoHaplo y ste, pasmado y trastornado, haba sido muy sucinto en suexposicin.El cadver de Samah se incorpor hasta quedar sentado en el suelo, con elcuerpo muy erguido. Se haba convertido en un lzaro.Sobresaltado, Xar retrocedi un paso. Las runas de su piel emitieron unintenso fulgor rojo y azul. Los lzaros son seres poderosos que regresan a lavida con un odio terrible por todos los seres vivos. El lzaro tiene la fuerza dequien es insensible al dolor y a la fatiga.Desnudo, con el cuerpo cubierto de sangrientos trazos de signos mgicos

    patryn, Samah mir a su alrededor con aire confuso mientras sus ojos

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    muertos se iluminaban espordicamente con una penosa imitacin de vidacada vez que el fantasma se colaba en el cuerpo por unos instantes.Emocionado por su logro, admirado de lo que haba hecho, Xar necesittiempo para pensar, para tranquilizarse.Dile algo, lzaro. Hblale.

    Con una mano temblorosa de excitacin, el Seor del Nexo hizo un gesto alrecin llegado y se retir contra una pared lejana para observar la escena ygozar de su triunfo.El lzaro se adelant, obediente. Antes de su muerte que sin duda habasido violenta, a juzgar por las terribles marcas an visibles en el gaznare delcadver, el hombre era joven y bien parecido. Xar apenas le prestatencin, salvo una breve mirada para asegurarse de que no era Kleitus.T eres uno de los nuestrosdijo el lzaro a Samah. Eres un sartn.Lo soy.... lo era dijo la voz del cadver.... lo soy..., lo era repiti el eco lgubre del fantasma atrapado.Por qu viniste a Abarrach?Para aprender nigromancia.Viniste aqu, a Abarrach, para aprender el arte de la nigromancia. Parausar a los muertos como esclavos de los vivos.S, eso hice.Pero ahora conoces el odio que los muertos sienten por los vivos, que losmantienen sometidos. Porque te das cuenta de ello, verdad? Te das cuenta...La libertad...El fantasma se agit con furia en un vano intento de escapar. El odio en laexpresin del cadver cuando volvi sus ojos ciegos y, a la vez,terriblemente penetranteshacia Xar hizo que incluso el patryn palideciera.

    T, lzaro interrumpi con aspereza el Seor del Nexo, cmo tellamabas?Jonathan.Jonathan, pues. El nombre le recordaba algo a Xar, pero no consiguiconcretar qu. Ya basta de hablar de odio. Ahora, vosotros los lzarosestis libres de las debilidades de la carne que conocais cuando estabaisvivos. Y sois inmortales. Es un gran don el que nosotros, los vivos, os hemosotorgado...Un don que compartiramos contigo gustosamente replic el lzaro deSamah con voz grave y pesarosa.... gustosamente repiti el eco aciago.Xar se senta irritado, y el resplandor de las runas que despeda su cuerpo seintensific.No me hagas perder ms tiempo. Hay muchas preguntas que deseohacerte, Samah. Muchas cuestiones para las que quiero respuesta. Pero laprimera, la ms importante, es la que te hice antes de que murieras. Dndeest la Sptima Puerta?El cadver contrajo sus facciones; su cuerpo se estremeci. El fantasmaasom a travs de los ojos sin vida con una especie de terror.No voy a... Los labios amoratados se movieron, pero no sali de ellossonido alguno. No voy a...

    Claro que s! replic Xar con severidad, aunque no estaba muy segurode qu hacer. Cmo se amenaza a un ser que no siente dolor y que

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    desconoce el miedo? Frustrado, se volvi hacia Jonathan. Qu significaeste desafo? Vosotros, los sartn obligabais a los muertos a revelaros sussecretos. Lo s porque me lo dijo el propio Kleitus, adems de mi siervo, queestuvo aqu antes de mi llegada.Este sartn era un ser de poderosa voluntad cuando viva contest el

    lzaro. Quiz lo has resucitado demasiado pronto. S hubieras dejadoreposar el cuerpo durante los tres das preceptivos, el fantasma habraabandonado el cuerpo y as el alma, la voluntad, habra dejado de obrarefecto sobre lo que haca el cuerpo. Pero ahora el nimo desafiante con el quemuri an permanece en l.Pero responder a mis preguntas? insisti Xar con creciente frustracin.S. Con el tiempo repuso Jonathan, y el eco de su voz son cargado depesadumbre. Con el tiempo olvidar todo lo que, en vida, tuvo importanciapara l. Finalmente, slo conocer el odio amargo hacia quienes an viven. Tiempo! Xar hizo rechinar los dientes. Cunto tiempo? Un da?Quince?No puedo decirte... Bah! Xar se adelant hasta situarse directamente delante de Samah.Respndeme! Dnde est la Sptima Puerta? Qu te importa eso, ahora? aadi en tono halagador. Ya no significa nada para ti. Slo me desafasporque es lo nico que an te acuerdas de hacer.La luz parpade de nuevo en los ojos inertes.Nos deshicimos... de ella... Imposible! Xar estaba perdiendo la paciencia. Aquello no estaba dandoel resultado previsto. Haba sido demasiado impaciente. Debera haberesperado. La prxima vez, lo hara. S, cuando diera cuenta de su siguiente

    vctima: el viejo. Deshacerse de ella no tiene sentido. Seguro que laguardarais donde pudierais utilizarla de nuevo si era preciso. Tal vez tmismo la usaste... para abrir la Puerta de la Muerte! Dime la verdad. Tienealguna relacin con una ciudadela...? Amo!El grito de alarma lleg del pasadizo. Xar volvi la cabeza bruscamente haciael sonido. Amo! Era Sang-drax quien llamaba, gesticulante, desde el fondo delcorredor, Ven enseguida! El viejo...!Ha muerto? Gru Xar. No importa. Ahora, djame que siga...Muerto, no. Ha desaparecido! Se ha esfumado!

    Qu broma es sa? No puede ser! Cmo iba a escaparse?No lo s, Seor del Nexo. El susurro sibilante de Sang-drax vibr con unafuria que sobresalt al propio Xar. Pero no est! Ven a comprobarlo tmismo.No haba otro remedio. Xar dirigi una ltima mirada funesta a Samah, quepareca completamente ajeno a cuanto estaba sucediendo, y se apresurpasadizo adelante.Cuando el Seor del Nexo hubo salido, cuando su voz se alz, estridente yfuriosa, desde el otro extremo del bloque de mazmorras, Jonathan habl enun susurro apaciguador.

    Ahora ves. Ahora entiendes.

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    S! El fantasma se asom a travs de los ojos muertos condesesperacin, como el cuerpo se haba asomado entre los barrotes de lacelda cuando an estaba con vida. Ahora veo. Ahora entiendo.Siempre supiste la verdad, no es cierto? Cmo poda aceptarla? Tenamos que parecer dioses. En que poda

    convertirnos la verdad?En mortales. Lo que erais.Demasiado tarde. Todo est perdido. Todo est perdido.No. La Onda se corrige. Descansa en ella. Reljate. Flota con ella y deja quete transporte.El fantasma de Samah pareci titubear. Se introdujo en el cuerpo y volvi asalir de l, pero todava no pudo escapar.No puedo. Debo quedarme. Tengo que aferrarme... Aferrarte a qu? Al odio? Al miedo? A la venganza? Reposa. Descansaen la Onda. Nota cmo te eleva.El cadver de Samah permaneci sentado sobre la dura piedra. Los ojoscontemplaron a Jonathan.Podrn perdonarme...? musit.Puedes perdonarte a ti mismo? replic el lzaro con suavidad.El cuerpo de Samah, con la carne cenicienta y cubierta de sangre, se tendilentamente sobre el lecho de piedra y, tras un estremecimiento, se quedinmvil. Los ojos se apagaron hasta quedar desprovistos de cualquier chispade vida.Jonathan alarg la mano y le cerr los prpados.

    Xar contempl la entrada de la celda de Zifnab con resquemor, sospechando

    algn truco. No vio nada. Ni rastro del viejo sartn empapado y abatido. Dame esa antorcha! orden, mirando a un lado y otro con irritadafrustracin.El Seor del Nexo disolvi los barrotes de la mazmorra con un gestoimpaciente, penetr en la celda y escrut a la luz de la antorcha cada rincndel recinto. Qu imaginas que vas a encontrar, mi Seor? refunfu Sang-drax.Acaso crees que el viejo est jugando al escondite? Te digo que hadesaparecido!A Xar no le gust el tono de la serpiente dragn. Se volvi y sostuvo la tea demodo que su luz llameara justo frente al nico ojo til de la criatura.

    Si ha escapado, es culpa tuya. T eras el encargado de su custodia. Elagua del mar de Chelestra...! aadi, en tono irnico. Decas que losprivaba de sus poderes... Es evidente que no! Te aseguro que lo haca! murmur Sang-drax.Pero no podr ir muy lejos prosigui Xar, pensativo. Tenemos guardiasapostados a la entrada de la Puerta de la Muerte.El viejo...De repente, la serpiente dragn solt un siseo, un silbido de furia que parecirodear a Xar con sus anillos y estrujarlo hasta dejarlo sin aliento. Sang-draxseal el lecho de piedra con una mano cubierta de falsas runas.

    Ah, ah! fue lo nico que alcanz a articular entre gorgoteos.

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    Xar movi la antorcha para iluminar el lugar que indicaba y capt undestello, un reflejo producido por algo colocado sobre la piedra. Alarg lamano, lo recogi y lo sostuvo a la luz de la tea.Slo es una escama... Una escama de dragn! Sang-drax la observ con aborrecimiento y no

    hizo el menor ademn de tocarla.Es posible. Xar no se mostr tan seguro. Hay muchos reptiles quetienen escamas, y no todos ellos son dragones. Y qu? Esto no tiene nadaque ver con la desaparicin del viejo. Debe de llevar siglos aqu...Seguro que tienes razn, Seor del Nexo. De pronto, la voz de Sang-draxhaba adquirido un tono de indiferencia y desinters, aunque su ojo buenopermaneci fijo en la escama. Qu relacin podra haber entre un dragn,uno de mis primos, por ejemplo, y ese viejo chiflado? Ir a alertar a laguardia.Soy yo quien da las rdenes... empez a decir Xar, pero era desperdiciarsaliva.Sang-drax se haba esfumado.Colrico, el Seor del Nexo ech una nueva mirada en torno a la mazmorravaca al tiempo que notaba bajo la piel un hormigueo, una inquietudperturbadora como nunca haba experimentado.Qu est sucediendo aqu? se vio obligado a mascullar. Y el mero hechode tener que hacerse aquella pregunta indic al Seor del Nexo que habaperdido el control.Xar haba conocido el miedo muchas veces en su vida. Lo conoca cada vezque se introduca en el Laberinto, pero a pesar de todo era capaz de entrar;era capaz de dominar el miedo y utilizarlo, de canalizarlo para usar su

    energa en la auto conservacin, porque saba que dominaba la situacin.Quizs ignorase qu enemigo en concreto iba a enviarle el Laberinto, peroconoca todas las clases de enemigo que existan all ysaba rodos suspuntosfuertes y susdebilidades.En cambio, esta vez... Qu estaba sucediendo? Cmo haba podido escaparaquel viejo atontado? Y otra cosa an ms importante, de qu tena miedoSang-drax? Qu le ocultaba la serpiente dragn?Haplo no confiaba en ellas, se dijo mientras diriga una mirada colrica a laescama que sostena en la mano. Me avis que desconfiara de ellas continu pensando, ceudo. Y lo mismo me recomend ese estpido queacabo de resucitar en la otra celda. No es que est dispuesto a creer cualquiercosa de ninguno de los dos, pero empiezo a sospechar que esas serpientesdragn tienen sus propios objetivos, que tal vez coincidan con los mos o talvez no.S, Haplo me previno contra ellas pero y si lo hizo slo para disimular que,en realidad, est aliado con ellas? Una vez lo llamaron "amo"; l mismo me locont5. Y Kleitus tambin habla con ellas. Tal vez todos ellos se hanconjurado contra m.Xar contempl de nuevo la celda. La luz de la antorcha empezaba a vacilar;las sombras se hicieron ms oscuras y comenzaron a cerrarse a su alrededor.Al patryn le resultaba indiferente que hubiera luz o no. Los signos mgicos

    5 El Mago de la Serpiente, vol. 4 de El ciclo de la Puerta de la Muerte.

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    tatuados en su cuerpo podan compensar su ausencia e iluminar lastinieblas, si quera. No le gustaba aquel mundo; en Abarrach se sentapermanentemente asfixiado, sofocado. El aire era nocivo y, aunque su magiaanulaba los efectos txicos, era incapaz de eliminar la pestilencia de losvapores sulfurosos y de amortiguar el hedor a muerte.

    Tengo que ponerme en marcha, y pronto murmur entre dientes.Empezara por determinar la ubicacin de la Sptima Puerta.

    Abandon la celda de Zifnab y, con paso rpido, regres por el corredor hastala celda deSamah. El lzaro Jonathan (dnde haba odo aquel nombre?, sedijo Xar. En boca de Haplo, sin duda, pero en qu contexto?) estaba en elpasadizo. El cuerpo del lzaro permaneca inmvil, pero su fantasma secerna, inquieto, en una actitud que a Xar le result sumamentedesconcertante.Ya has cumplido tu propsito le dijo. Puedes irte.El lzaro no respondi, ni puso reparos. Se limit a marcharse.Xar esper hasta que hubo desaparecido por el pasadizo arrastrando los pies.A continuacin, borr de su mente la perturbadora figura del lzaro y elasunto de Sang-drax y la escama de dragn y concentr la atencin en loimportante: Samah.El cuerpo yaca sobre el catre de piedra, donde pareca dormir apaciblemente.Al Seor del Nexo, aquello le result ms irritante que nunca. Levntate! orden enrgicamente. Quiero hablar contigo.El cadver no se movi.Una sensacin de pnico atenaz el cuerpo de Xar al advertir que Samahtena los ojos cerrados. El patryn no haba visto ningn lzaro que

    deambulara con los ojos cerrados, igual que no lo hacan los vivos. Se inclinsobre el cuerpo yaciente y levant uno de los flccidos prpados.Nada le devolvi la mirada. Ninguna luz de vida espectral brill levemente otitil. Los ojos estaban vacos. El fantasma se haba marchado, habaescapado.Samah estaba libre.

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    4NECRPOLIS ABARRACH

    A Marit no le llev mucho tiempo prepararse para el viaje. Escogi las ropasque llevara en Ariano, seleccionndolas de los guardarropas que habandejado los sartn asesinados por sus propios muertos. Se decidi por unaprenda que ocultaba las runas de su cuerpo y cogi otra que le daba elaspecto de una humana. Empac las ropas junto con varias de sus armasfavoritas, llenas de runas grabadas, y llev el equipo a una nave patryn queflotaba en el mar de lava de Abarrach. Despus, regres al castillo deNecrpolis.Recorri las estancias an manchadas con la sangre vertida la espantosaNoche de los Muertos Alzados, trmino que empleaban los lzaros parareferirse a su triunfo. La sangre derramada era sartn, sangre de sus

    enemigos, de modo que los patryn no haban hecho el menor intento deeliminarla sino que la haban dejado donde estaba, salpicando suelos yparedes. Los cogulos secos, mezclados con las runas rotas de la magiasartn, eran para los patryn un smbolo de la derrota final de su enemigoancestral.Camino del estudio de su seor, Marit se cruz con otros patryn. Conninguno intercambi saludos ni perdi tiempo en charlas ociosas. Los patrynque Xar haba llevado consigo a Abarrach eran los ms duros y capaces deuna raza dura y capaz. Casi todos haban sido corredores y todos habanalcanzado la ltima Puerta o casi. La mayor parte de ellos haba sidorescatada, en ltimo trmino, por Xar; eran pocos los patryn que no ledebieran la vida a su seor.Marit se enorgulleca del hecho de haber combatido junto a su seor, hombrocon hombro, en la terrible lucha por conseguir su liberacin del Laberinto...Estaba cerca de la ltima Puerta cuando fue atacada por unas avesgigantescas de alas coriceas y dientes afilados que, primero, incapacitaban asus vctimas vacindoles los ojos y luego se lanzaban a devorar sus entraascalientes y an palpitantes.Marit combati a las aves transformndose tam