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ISSN 1665-3238 VOL. V / NÚM. 10 / JULIO / 2008 Index latinoamericano número de folio 15375. Registro en línea 14961. Indizada en el Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal. www.latindex.unam.mx Publicación reconocida por el Consejo Médico de la Unión Europea El debate bioético sobre la eutanasia (segunda parte) Trigésimo quinto aniversario de la clínica del dolor en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” El inicio de la clínica del dolor Dolor nociceptivo vs. neuropático: medicina fisiológica de regulación ( FMR)/Nuevo enfoque para su control Dolor, cerebro y cultura

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  • ISSN 1665-3238

    VOL. V / NM. 10 / JULIO / 2008

    Index latinoamericano nmero de folio 15375. Registro en lnea 14961. Indizada en el Sistema Regional de Informacin en Lnea para Revistas Cientcas de Amrica

    Latina, el Caribe, Espaa y Portugal. www.latindex.unam.mxPublicacin reconocida por el Consejo Mdico de la Unin Europea

    El debate biotico sobrela eutanasia (segunda parte)

    Trigsimo quinto aniversario de la clnica del dolor en el Instituto Nacional de Ciencias Mdicas y Nutricin Salvador Zubirn

    El inicio de la clnica del dolor

    Dolor nociceptivo vs. neuroptico: medicina fisiolgica de regulacin (FMR)/Nuevo enfoque para su control

    Dolor, cerebro y cultura

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    Director de Investigacin y Enseanza Mdica del Instituto Nacional de PerinatologaDr. Carlos Neri Mndez

    Subdirector de Investigacin y Enseanza Mdica delInstituto Nacional de Perinatologa

  • a teora de la pendiente resbaladiza es un clsico argumento consecuencialista que se ha aplicado a la

    eutanasia para deducir que una vez legalizada en casos de solicitud voluntaria, el clima social conduce a los mdicos

    y a los familiares a deslizarse hacia su aplicacin en casos de enfermos inconscientes o incapaces que no han expresado su autorizacin. Se trata de un argumento que ha sido muy criticado por algunas aplicaciones poco rigurosas en el modo de elaborar los razonamientos previos a la conclusin. Sin embargo, en Holanda se ha comprobado su exacto cumplimiento, puesto que ya hace aos se reconocieron cifras importantes de casos de eutanasia no solicitada, cuando en un principio slo se defenda su aceptacin en situaciones de solicitud expresa y reiterada, como un ejercicio de autonoma. El argumento de la pendiente resbaladiza ha sido esgrimido por autores que no tienen reparos ticos ante determinadas peticiones de eutanasia, pero consi-deran que su legalizacin llevara en la prctica a la eutanasia no solici-tada, que consideran inaceptable y con graves repercusiones sociales. Se han publicado estudios recientes muy rigurosos que muestran que la peticin de eutanasia por parte de los enfermos disminuye al mejorar la formacin de los profesionales en el tratamiento del dolor y en cuidados paliativos. Estos hallazgos son congruentes con las comunicaciones de las unidades especializadas en cuidados paliativos de nuestro entorno, donde el nmero de peticiones de eutanasia es muy bajo. Todo ello permite aventurar la hiptesis de que una legislacin permisiva con la eutanasia frenara la implicacin, tanto cientfica como asistencial, de algunos mdicos y profesionales de la salud en la atencin a algunos enfermos sin posibilidad de curacin que requie-ren una considerable dedicacin de tiempo y recursos humanos. Promover la legalizacin de la eutanasia en una sociedad donde todava estn insuficientemente implantados los cuidados paliativos, clnicas del dolor, la atencin sociosanitaria, parece una solucin equivocada ante un problema el de la correcta atencin de los enfermos y sus familias que est pendiente de resolver.(Declaracin sobre la eutanasia de la Sociedad Espaola de Cuidados Paliativos)

    Dr. Csar A. Erosa Gonzlez

    Editor Responsable de la Revista Mexicanade Algologa/Dolor, Clnica y Terapia

    L

    CONSEJEROS ESTATALESSECRETARIOS DE SALUD

    1. Dr. Ventura Vilchis Huerta Director General del Instituto de Salud en Aguascalientes, Ags.2. Dr. Francisco Cardoza Macas Secretario de Salud en la Paz, B. C. S. 3. Dr. lvaro Emilio Arceo Ortiz Secretario Estatal de Salud en Campeche, Camp.4. Dr. ngel Ren Estrada Arvalo Secretario de Salud en Tuxtla Gutirrez, Chis.5. Dr. Javier Lozano Herrera Director General de los Servicios de Salud en Chihuahua, Chih.6. Dr. Jos Salazar Avia Secretario de Salud en Colima, Col.7. Dra. Asa Cristina Laurell Secretaria de Salud en Mxico, D. F.8. Dr. Jos Ramn Enrquez Herrera Secretario de Salud en Durango, Dgo.9. Dr. Ector Jaime Ramrez Barba Secretario de Salud en Guanajuato, Gto.10. Dr. Luis Barrera Ros Secretario de Salud en Chilpancingo11. Dr. Jos de Jess Becerra Soto Secretario de Salud en Zapopan, Jal.12. Dr. Alberto Longitud Falcn Director General de los Servicios de Salud en Pachuca, Hgo.13. Dra. Mara Elena Barrera Tapia Secretario de Salud en Toluca, Mx.14. Dr. Antonio Campos Rendn Secretario de Salud en Cuernavaca, Mor.15. Dr. Roberto Morales Flores Secretario de Salud en Puebla, Pue.16. Dr. Felipe Rafael Ascencio Ascencio Secretario de Salud en Quertaro, Qro. 17. Dr. Almicar Rosado Alabes Secretario de Salud en Chetumal, Q. Roo18. Dr. Fernando Toranzo Fernndez Director General de los Servicios de Salud en San Luis Potos, S. L. P. 19. Dr. Raymundo Lpez Vucovich Secretario de Salud Pblica en Hermosillo, Son.20. Dr. Jaime Mier y Tern Snchez Secretario de Salud Pblica en Hermosillo, Son.21. Dr. Rodolfo Torre Cant Secretario de Salud en Victoria, Tamps.22. Dr. Jon G. Rementera Semp Secretario de Salud en Xalapa, Ver.23. Dr. Jorge Luis Sosa Muoz Secretario de Salud en Mrida, Yuc.24. Dra. Esperanza valos Daz Directora General de los Servicios de Salud en Zacatecas, Zac.

  • SumarioVOL. V / NM. 10 / JULIO / 2008

    5 El debate biotico sobre la eutanasia (segunda parte)Dra. Asuncin lvarez del RoTrigsimo quinto aniversario de la clnicadel dolor en el Instituto Nacional de Ciencias Mdicas y Nutricin Salvador ZubirnDr. Ramn De Lille Fuentes y Dr. Mauro Belaunzarn Tapia

    11

    Dolor nociceptivo vs. neuroptico: medicina fisiolgica de regulacin (FMR)/ Nuevo enfoque para su controlProf. Luis A. Urgells-Lori

    17

    Dolor, cerebro y culturaDr. Gerardo Romero Salinas23

    El inicio de la clnica del dolorDr. Vicente Garca Olivera15

  • DOLOR DORIXINA 5

    n este apartado voy a revisar algunos elementos que pueden

    orientarnos para analizar si la eutanasia y el suicidio mdi-

    camente asistido son prcticas ticamente aceptables. Para

    facilitar la exposicin, hablar slo de eutanasia en el entendido de que

    me refiero a las dos acciones, ya que ambas comparten dos aspectos

    esenciales: 1) que el paciente decide el final de su vida y 2) que para

    ello recibe ayuda de su mdico. Hay cuatro preguntas clave para el

    debate biotico de la eutanasia, las cuales estn relacionadas de tal

    forma que la respuesta afirmativa de una da lugar a la siguiente:

    1) Tiene derecho un paciente a decidir la terminacin de su vida?

    2) Tiene derecho a pedir esa ayuda a su mdico?

    3) Tiene el mdico algn deber de responder a esa peticin?

    4) Debe el Estado respaldar los derechos del paciente y el deber del

    mdico?

    Conviene hacer dos aclaraciones. La primera, que el derecho de

    un paciente a decidir la terminacin de su vida implica reconocer

    el mismo derecho a cualquier persona, lo cual remite al tema de la

    muerte voluntaria en general y, por tanto, al suicidio. Sin embargo,

    la eutanasia es una prctica ubicada en el contexto de la atencin

    mdica, de manera que las preguntas que propongo se limitan a

    dicho contexto y a la circunstancia de que el paciente que considera

    la terminacin de su vida padece una enfermedad o una condicin

    mdica que le produce un sufrimiento o una situacin de indignidad

    que a l le resulta intolerable.

    La segunda aclaracin es que las preguntas sobre los derechos

    de los pacientes se plantean en el sentido de cuestionar si se pueden

    considerar peticiones vlidas, sin pretender que impliquen una obliga-

    cin desde el punto de vista jurdico. Es importante evidenciar que en

    los lugares en los que se permite legalmente la eutanasia, los mdicos

    El debate bioticosobre la eutanasia(segunda parte)

    Autora: Asuncin lvarez del Ro, maestra en psicologa clnica, doctora en ciencias en el campo de la biotica, profesora del Departamento de Psicologa, Psiquiatra y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico y miembro del Colegio de Biotica, A.C.

    E Sugerencias de lectura1. lvarez del Ro A. Prctica y tica de la eutanasia. Fondo de Cultura Econmica, Mxico 2005, p. 29-32. 2. Quill T. Death and dignity. Making Choices and Taking Charge. New York/London, Norton & Company 1994, p. 158.

    3. Thomasma D, Kimbrough-Kushner T, Kimsma G, Ciesielski-Carlucci C (Eds). Asking to die. Inside the dutch debate about euthanasia. Dordrecht, Kluwer Academic Publishers 1998, p. 42.

    4. Veldink JH, Wokke JHJ, Wal G van der, Jong JMBV, Berg LH van der. Euthanasia and physician assisted suicide among patients with amyotrophic lateral sclerosis in the Netherlands. N Engl J Med 2002; 346 (21): 1638-1644.

    5. Sdaba J. Eutanasia y tica. http://www.bioeticayderecho.ub.es 2006;8:1-7.6. Seay G. Do physicians have an inviolable duty not to kill? Journal of Medicine

    and Philosophy 2001; 26(1): 75-91.7. Dyer C. GP is disciplined for willingness to help friend commit suicide. BMJ

    2005;331:717.8. Cavendish C. We face an end-of-life crisis. www.timesonline.co.uk 29 septem-

    ber, 2005.9. lvarez del Ro, Kraus A. Eutanasia y suicidio asistido. En: Prez Tamayo R,

    Lisker R, Tapia R (coordinadores): La construccin de la biotica, Fondo de Cultura Econmica, Mxico 2007, p. 161-183.

    MX

    ICO

  • Revista Mexicana de Algologa6

    nunca estn obligados a aplicarla. Esto es en un

    sentido general si consideran que tal accin va en

    contra de sus valores, pero tambin en cada caso

    en particular en el que deben evaluar si estn de

    acuerdo con la decisin de ese paciente que les

    pide ayuda.

    1) La primera pregunta. Si un enfermo tiene

    derecho a decidir la terminacin de su vida,

    se refiere a la autonoma de la persona y cues-

    tiona si sta llega al grado de justificar que un

    individuo elija el momento y la forma de su

    muerte. En otras palabras, si una persona es

    duea de su vida puede quitrsela cuando el

    sufrimiento que le impone una enfermedad

    le resulta intolerable. Aqu las opiniones se

    dividen. Por un lado est la de aquellos que

    reconocen que la decisin sobre la termina-

    cin de la propia vida es la ltima expresin

    de libertad del individuo y que la vida es un

    derecho y no una obligacin. Por otro, la de

    quienes creen que nadie es dueo de su vida

    como para decidir su final. Esta posicin

    es sostenida principalmente por individuos

    que se basan en sus creencias religiosas para

    afirmar que la vida le pertenece a Dios y ste

    es el nico que puede decidir el momento de

    la muerte. Ambas posiciones son respetables

    y una sociedad democrtica debe garantizar

    el respeto a las diferencias. Por tanto, nadie

    tiene el derecho a imponer a otros sus propias

    creencias ni de impedir a otras personas que

    acten de acuerdo a sus principios.

    2) Para quien responde afirmativamente la

    primera pregunta, debe considerar la que

    cuestiona si el paciente tiene derecho a pedir

    ayuda a su mdico e involucrarlo en su deci-

    sin. Nuevamente las opiniones se dividen. Es

    muy comn que se argumente que quien quie-

    re suicidarse no tiene por qu comprometer a

    otros. Sin embargo, al decir esto se ignora que

    un paciente pide ayuda a su mdico porque

    no slo quiere terminar con su vida, sino que

    le importa la forma de su muerte y la calidad

    de su vida en la etapa final.

    Se pueden dar algunas razones a favor de que

    el paciente pida esta ayuda: a) porque no hay ms

    alternativas de tratamiento ni manera de ali-

    viar su sufrimiento; b) porque acepta el final

    de su vida, pero quiere evitar una situacin

    indigna; c) porque quiere estar acompaado

    al morir y quiere un final que no signifique

    un sufrimiento adicional; d) porque quiere

    asegurar su muerte; e) en algunas ocasiones

    porque est fsicamente incapacitado para

    quitarse la vida por s mismo.

    Si las personas con una enfermedad

    incurable supieran que en caso de prefe-

    rir terminar con su vida no iban a recibir

    ayuda, tendran que elegir entre padecer su

    sufrimiento hasta que mueran o suicidarse

    cuando todava se encuentren suficiente-

    mente bien como para intentar hacerlo por

    s solas. Esto supondra, en caso de lograr

    su objetivo, que esos individuos dejen de

    vivir un tiempo que posiblemente hubieran

    querido vivir. Aun as, muchos pacientes no

    tendran la posibilidad de tomar esa decisin

    por no haberse dado cuenta a tiempo de la

    gravedad de su padecimiento. Por otra parte,

    para que los enfermos pudieran procurarse

    una muerte sin dolor, actuando por s mismos,

    el acceso a drogas letales, restringido a los

    mdicos, tendra que liberarse. Esto sera muy

    cuestionable, ya que se favoreceran muchos

    suicidios que s deberan evitarse porque no

    seran producto de una reflexin deliberada,

    sino de un impulso desesperado que podra

    desaparecer con la ayuda adecuada.

    3) La siguiente pregunta: existe algn deber

    por parte del mdico de responder a la

    peticin del paciente? se refiere a la soli-

    daridad, un aspecto muy importante al

    valorar la eutanasia desde el punto de vista

    tico. Para muchos mdicos (y no mdi-

    cos), ayudar a morir va en contra de la

    esencia misma de la medicina, la cual debe

    encaminarse a curar y prolongar la vida

    de los enfermos cuando no puede curar-

    los. Ese es el compromiso de los mdicos

    con sus pacientes y constituye la base de

    la confianza que se tiene en la profesin

    mdica. Sin embargo, otros mdicos (y

  • INFLAMACIN LOXONIN 7

    personas que no lo son) piensan que la

    responsabilidad del doctor para con su

    paciente debe llegar hasta el final y cuando

    ya no puede aliviar los sntomas que pade-

    ce, la eutanasia puede ser la ltima forma

    de ayudar al enfermo si ste as lo pide.

    Por eso, es necesario revisar la idea de

    que los mdicos tienen un deber inviolable

    de conservar la vida y no provocar la muerte.

    Puede ser tan importante el deber del mdico

    de aliviar el sufrimiento del paciente como el

    de preservar la vida y, en caso de conflicto, no

    resulta evidente que el profesional de la salud

    deba siempre elegir el segundo porque hay

    ocasiones en que dejar de vivir representa un

    beneficio para el enfermo, quien confa en que

    su mdico respete sus valores y decisiones.6

    Hace poco ms de un ao se discuti en

    el Reino Unido una propuesta de ley para

    permitir la muerte mdicamente asistida,

    la cual fue rechazada por el Parlamento.

    Al mismo tiempo, el Consejo de Medicina

    General revisaba el caso de un mdico acusado

    de una grave falta de tica profesional por haber

    acordado con un amigo darle la ayuda que le

    peda para suicidarse. El doctor Michael Irwin,

    un conocido defensor de la eutanasia en su pas,

    admiti haber viajado para ver a su amigo y llevar

    consigo una dosis letal de frmacos, pero ste se

    haba deteriorado tanto que ya no pudo tomarlos

    y muri a los pocos das de su encuentro.7

    Al leer sobre este caso hubo dos comenta-

    rios que llamaron especialmente mi atencin. El

    primero fue del mismo doctor Irwin, quien deca

    que saba de varios mdicos que establecan un

    acuerdo entre ellos para garantizarse una muerte

    oportuna y sin sufrimiento en caso de padecer

    una enfermedad terminal. De manera que cues-

    tionaba la doble moral de la profesin mdica,

    pero sobre todo, que el privilegio de los doctores

    no pudiera extenderse a otros pacientes. El otro

    fue el comentario de la periodista que report la

    acusacin que se hizo al mdico de haber actua-

    do con absoluta falta de responsabilidad y juicio.

  • Revista Mexicana de Algologa8

    Dijo: me sentira muy afortunada si tuviera un

    amigo como el doctor Irwin en quien pudiera

    confiar totalmente en mis ltimas horas.8

    Quiz no hay un argumento que explique de

    manera satisfactoria por qu correspondera a

    los mdicos ayudar a morir. Por qu no podran

    hacerlo, por ejemplo, los familiares. Aun as, hay

    un reconocimiento general de que si se trata de

    permitir y legalizar la ayuda a morir, la manera

    de controlar mejor esta prctica es limitando a

    que sean los mdicos quienes tengan la capaci-

    dad de realizarla. Sera ms difcil de controlar si

    la facultad de producir la muerte se ampliara a

    individuos no mdicos, quienes, de todas formas,

    necesitaran la asesora y ayuda de un profesional

    de la medicina.

    4) La ltima pregunta parece referirse ms a

    aspectos legales que ticos: debe el Estado

    respaldar los derechos del paciente y el deber

    del mdico? Sin embargo, hay aspectos ticos

    implicados porque la pregunta nos hace consi-

    derar si sera vlido reconocer los derechos de

    la persona (a decidir el final de su vida y pedir

    ayuda) y juzgar ticamente aceptable la accin

    del mdico (de dar esa ayuda) sin garantizar, al

    mismo tiempo, las condiciones para que ambos

    se sientan tranquilos de saber que actan de

    manera legal, lo cual supone una enorme dife-

    rencia al realizar una accin tan especial.

    Esta pregunta, como las anteriores, tiene sen-

    tido principalmente para quienes han respondido

    afirmativamente la que la precede. No obstante,

    en este caso habra que revisar si la pregunta no

    concierne tambin a los individuos que no estn

    de acuerdo con el hecho de que un enfermo deci-

    da la terminacin de su vida, que pida ayuda a su

    mdico y que ste se la d. Me parece que s les

    incumbe porque la pregunta se hace dentro de

    una sociedad que respeta la libertad. Las personas

    que no estn de acuerdo con la eutanasia deben

    aceptar que otras s lo estn y que lo realmente

    importante es garantizar que se respete la volun-

    tad de unas y otras con relacin a lo que quieren

    al final de su vida.

    La discusin sobre la conveniencia de per-

    mitir legalmente la eutanasia es un tema muy

    controvertido en muchos pases. Un slido

    argumento a favor de hacerlo es que si se

    acepta que la prctica existe de manera

    clandestina, la manera ms eficaz de evitar

    sus abusos es conociendo cmo se aplica

    para regularla de acuerdo a los principios

    que la sustentan: la autonoma del enfermo

    y la solidaridad a la que tiene derecho.

    Por otro lado, una razn de peso en contra

    de legalizar la eutanasia es que algunas per-

    sonas podran sentirse presionadas a pedirla

    por el hecho de que fuera legal. Sin duda, es

    del todo indeseable que un ser humano que

    no quiere morir se sienta emocional o social-

    mente obligado a pedir su muerte. Por eso,

    en los Pases Bajos cuando un enfermo soli-

    cita una eutanasia el mdico debe asegurarse

    de que su peticin ha sido autnticamente

    libre. Esto significa confirmar que la persona

    no ha pedido la muerte como resultado de un

    estado de depresin o desesperacin y que

    no ha habido ninguna forma de presin por

    parte de los individuos cercanos al paciente

    para que ste pida la eutanasia.

    Preocupaciones como la anteriormente

    sealada forman parte de uno de los argu-

    mentos ms utilizados para no legalizar la

    eutanasia, el cual se conoce como la pendien-

    te resbaladiza. Este argumento afirma que la

    permisividad de la prctica lleva inevitable-

    mente a terminar con la vida de personas en

    contra de su voluntad. Ms que un argumen-

    to fundamentado en razones, funciona, en

    gran parte, por su peso psicolgico. Con l se

    llama la atencin sobre una accin indesea-

    ble, sobre cuya valoracin nadie puede estar

    en desacuerdo, pues consiste en dar muerte

    a personas que querran seguir viviendo. Sin

    embargo, el argumento no demuestra que

    esa accin indeseable sea consecuencia de

    legalizar la eutanasia. Permitir a los mdicos

    provocar la muerte de enfermos que volun-

    tariamente solicitan esta ayuda no tiene por

    qu causar que algunos mdicos den muerte

    a enfermos o ancianos que no han manifes-

    tado que quieren morir.

  • DOLOR DORIXINA 9

    Quienes defienden la eutanasia tambin

    piensan que esas acciones (matar en contra

    de la voluntad de las personas) deben evi-

    tarse porque no se estaran respetando los

    requisitos excepcionales en los que puede

    permitirse acelerar la muerte de un enfer-

    mo. Pero al mismo tiempo piensan que no

    debe impedirse una accin que se considera

    ticamente aceptable por el hecho de que se

    corra el riesgo de abusar de ella, como existe

    con cualquier accin que queramos imaginar.

    Como seala Javier Sdaba, puesto en trmi-

    nos drsticos, sera como pretender suprimir

    la libertad puesto que la libertad puede con-

    ducir, y de hecho conduce, a realizar malas

    acciones.5 Sabemos que hay muertes que se

    producen como consecuencia de cirugas que

    no deberan haberse realizado o de conduc-

    tores que no deberan haber manejado, pero

    de esto no se deduce que deban prohibirse

    las cirugas o que la gente maneje. Se trata,

    ms bien, de establecer todos los controles

    necesarios para evitar los riesgos.

    Finalmente, hay que mencionar que tanto

    en los Pases Bajos como en Oregon el hecho

    de que se permita la muerte mdicamente

    asistida no ha provocado que sta se haya

    incrementado de manera significativa. Lo

    que s ha aumentado de manera notable es el

    inters de muchos mdicos por aprender ms

    acerca del control del dolor y las necesidades

    de atencin de los enfermos terminales.9

    Algunas reflexiones finales

    Ahora que el tema de la eutanasia ha apa-

    recido nuevamente en la mesa de discusin

    en nuestro pas es importante ubicarlo en el

    contexto de la atencin mdica al final de la

    vida y en relacin con otros temas que tam-

    bin requieren revisarse. Entre stos el de los

    cuidados paliativos, ya que la eutanasia debe

    pensarse como una opcin en situaciones

    excepcionales en las que no hay nada ms

    que ofrecer al enfermo para aliviar su sufri-

    miento o para impedir que sienta que su vida

    es indigna de ser vivida.

    Junto con el desarrollo de los cuidados paliati-

    vos es necesario promover algunos cambios en la

    sociedad que nos ayuden a reconocer los lmites

    de la medicina y a admitir que la muerte forma

    parte de la vida. Se evitara mucho sufrimiento

    si advirtiramos a tiempo cundo son intiles los

    intentos de curar un padecimiento y no olvidra-

    mos que quedan muchas formas de ayudar a un

    enfermo que se acerca a su final.

    La mortalidad es condicin humana, de manera

    que la muerte nos va a llegar a todos. Sin embargo,

    aunque sabemos que vamos a morir, no sabemos

    cundo y cmo nos tocar pasar por ese ineludi-

    ble desenlace. Si, por otra parte, la posibilidad de

    elegir es tambin una condicin humana esencial,

    se puede entender que a muchas personas les ser-

    vir saber que, llegado el momento, si lo necesitan,

    podrn elegir cundo y cmo morir. Lo que no

    debe olvidarse es que admitir la eutanasia como

    una opcin vlida para quienes la quieran seguir

    permitiendo no elegirla a las personas que no la

    quieran para ellas. Se trata de respaldar la libertad

    de todos los individuos para que puedan ejercerla

    hasta el final de su vida.

  • INFLAMACIN LOXONIN 11

    mo olvidar esos tiempos! El 2 de junio de 1972

    marca el libro de anotaciones cmo paciente a

    paciente lo bamos llenando con su nombre, edad,

    peso, diagnstico, tratamiento y mdico encargado. Es

    grato recordar al maestro Vicente Garca Olivera, enrgico, carioso,

    juguetn, prolfico en ancdotas curiosas, muchas chuscas, otras inve-

    rosmiles, pero siempre con todo detalle de situaciones. El maestro era

    conocedor de la medicina del dolor pero incomprendido por los gru-

    pos mdicos de su poca, los cuales trabajaban individualmente. Cada

    quien era casi el propietario de su paciente y slo lo canalizaban a otros

    especialistas cuando la situacin era extrema. El maestro trajo consigo

    la novedad del trabajo en equipo y convenci al extraordinario director

    del Instituto de la Nutricin, don Salvador Zubirn, de los beneficios

    de la naciente clnica del dolor, de modo que empezamos con el deci-

    dido apoyo del jefe de ciruga, don Manuel Campuzano, y del jefe de

    anestesia y terapia intensiva, nuestro amigo, Javier Ramrez Acosta,

    recin desempacado de Boston. Tuvimos la fortuna de que todos ellos

    traan la mente abierta a otras posibilidades de crecimiento.

    De este modo, empezamos a hablar del manejo multidisciplinario

    del dolor, tal como lo haca el maestro John Bonica en sus publicacio-

    nes. Sinceramente, nos pusimos a estudiar con mucho entusiasmo y

    dedicacin para llevar a un sitio noble y digno el nombre de clnica del

    dolor, para calificarlo ms all de un servicio en donde slo se realizan

    bloqueos diagnsticos, pronsticos y teraputicos.

    Por supuesto, aprendimos todo lo que con gran generosidad nos

    ofreci don Vicente Garca Olivera. Sin embargo, lo ms complicado

    era obtener el conocimiento formal e integral en la medicina del dolor,

    al menos lo ms importante. Asimismo, resultaba esencial saber las

    tcnicas de anestesia regional, entender la anatoma, fisiologa y bioqu-

    Trigsimo quinto aniversario de la clnica del dolor en el Instituto Nacional de Ciencias Mdicasy Nutricin Salvador ZubirnAutores: Ramn De Lille Fuentes, jefe de la Clnica del Dolor del Hospital Mdica Sur y del Hospital General de Cuautla, Mauro Belaunzarn Tapia, del Centro Mdico del ngel en Cuautla, Mor.

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  • Revista Mexicana de Algologa14

    mica del dolor, la historia clnica enfocada, la medi-

    cin del dolor y las bases teraputica. No era menos

    relevante conocer ms y mejor sobre los opioides,

    los coadyuvantes y las novedades con respecto al

    tratamiento del dolor crnico persistente, inclui-

    do el uso de antidepresivos tricclicos. Al mismo

    tiempo, nos enterbamos de los aspectos psicol-

    gicos que el psiclogo Richard Sternbach apenas

    desmenuzaba con gran sabidura. Estbamos al

    tanto de qu era la acupuntura y ya sostenamos

    nuestras hiptesis de cules eran sus bases cientfi-

    cas, de por qu funcionaba este artificio oriental en

    el campo de la produccin de analgesia. Tampoco

    nos era extraa la organizacin de clnicas del dolor

    y la importancia de la enfermera en el apoyo del

    trabajo cotidiano y su capacitacin.

    Cada da bamos avanzando ms y mejor en nues-

    tros conocimientos, y cuando empezamos el Curso

    Monogrfico de la clnica del dolor en el Instituto

    Nacional de la Nutricin, en 1984, con el apoyo

    del doctor Jos Adolfo Islas, comprendimos que el

    camino se haca mucho ms ancho y largo, y que

    era necesario poseer una buena biblioteca para

    todos, maestros y alumnos. Por otro lado, nos dimos

    a la tarea de organizar un buen curso de un ao

    de duracin, al que invitamos a muchos amigos,

    todos ellos especialistas distinguidos en cada uno

    de sus campos, con lo cual se dio mayor seriedad y

    confianza a este evento frente a quienes nos haban

    encomendado tan delicado trabajo y ante nuestra

    propia conciencia.

    Nuestro inters por la asistencia y la enseanza

    ya estaba encaminado, daba frutos y convenca

    a muchos otros de continuar por estos caminos

    de la ciencia-arte; pero nos faltaba un elemento

    importante que se present pronto gracias al

    curso monogrfico y tutorial como despus

    se le llam, que trataba sobre la investigacin.

    Nuestro primer alumno, Ramiro Manzo, al rotar

    por el laboratorio de psicofarmacologa del doctor

    Miguel Lujn, en la Facultad de Medicina de

    la Universidad Nacional Autnoma de Mxico,

    demostr que en las ratas estimuladas en puntos

    acupunturales aumentaba el umbral al dolor

    radiante, mediante la prueba de la platea caliente.

    Y as, nuestros alumnos se fueron introduciendo en

    el misterio de la investigacin. Aos despus,

    mi amigo y compaero de muchos aos de

    trabajo, Urah Guevara, inici la investigacin

    bsica en dolor en las instalaciones de ciruga

    experimental en el INNSZ y realiz varios expe-

    rimentos que causaron gran admiracin en

    propios y extraos. Hoy, la American Pain

    Society acua elegantemente el trmino de

    investigacin translacional del dolor.

    Adems de escribir algunos artculos en

    revistas, nos haca falta dejar una huella

    personal de tantos aos de experiencia en el

    campo de la medicina del dolor y, con fre-

    cuencia, paliativa, dado que muchos de nues-

    tros pacientes tenan dolor rebelde de difcil

    control al final de sus enfermedades, especial-

    mente las oncolgicas. Entonces, escribimos

    Urah Guevara, Ricardo Plancarte y el que

    habla, un librito til y prctico denominado

    Normas y procedimientos en la clnica del dolor,

    dirigido a quienes inician su clnica del dolor

    y necesitan herramientas difciles de obtener

    en una sola publicacin de habla hispana.

    Urah Guevara es un ser humano con

    energa de sobra y con mucha nocin de lo

    que se necesita para aprender y desarrollar en

    el ahora muy amplio campo de la medicina

    del dolor y paliativa, as que me invit a que

    hiciramos el libro con este nombre en con-

    memoracin de los treinta aos que cumpli

    la clnica del dolor y cuidados paliativos en el

    ao 2002. Fue una tarea en la que no sola-

    mente estuvimos los dos muy entretenidos,

    tambin contamos con la colaboracin de 32

    coautores, quienes en conjunto escribimos

    37 captulos en esa primera edicin.

    Gracias maestros, gracias compaeros,

    colegas, gracias pacientes, que tanto nos han

    enseado, gracias editorial Corinter por haber

    credo en nosotros, por haber depositado su

    confianza, y gracias a tantas personas que nos

    han ayudado a ser buenos mdicos, y a nues-

    tras familias, que han sacrificado muchas horas

    de compaa para ver satisfechas nuestras ilu-

    siones y metas. Parafraseando a Violeta Parra:

    gracias a la vida que me ha dado tanto!

  • INFLAMACIN LOXONIN 15

    n 1979, el doctor Vicente Garca Olivera, anestesilogo y alglogo, fund en el Hospital

    General de Mxico de la Secretara de Salud la clnica del dolor, bajo el auspicio del

    doctor Francisco Higuera Ballesteros, director del Hospital. El doctor Garca Olivera

    contaba con nueve aos de edad cuando tuvo su primer contacto con el tratamiento del dolor.

    El padecimiento de cncer de mama de una ta, quien durante seis meses estuvo en agona hasta

    que finalmente muri, fue un recuerdo doloroso que lo acompa toda su vida y que le hizo

    ver que a la paciente nadie le proporcion un tratamiento integral, nicamente le prescriban

    sedalol, el cual no era eficaz.

    Hacia 1936, convers sobre este tpico con distinguidos onclogos, como los doctores

    Francisco Milln, Guillermo Montao y Horacio Zalce, quienes le recomendaron leer dife-

    rentes revistas sobre la especialidad, lo que increment su inters. Ese mismo ao, el profesor

    Ren Leriche visit la Ciudad de Mxico y estuvo en la vieja Escuela de Medicina. El maestro

    Gustavo Baz present al estudiante Garca Olivera con el ilustre cirujano francs, platicaron y el

    doctor Leriche le obsequi su obra La ciruga del dolor. Aos ms tarde, Garca Olivera, pasante

    de medicina, fue designado jefe de Anestesiologa en la Clnica Londres, ah tuvo la oportuni-

    dad de aplicar a los pacientes diferentes bloqueos teraputicos. Increment su acervo leyendo

    a diversos autores franceses como Leriche, Fontaine, Luzuy, quienes eran colaboradores del

    primero y trabajaban con l en la ciudad de Estrasburgo.

    En 1979, inici el curso de posgrado para especialistas en algologa: clnica y terapia del

    dolor. Una dcada despus, la Divisin de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina

    de la UNAM otorg reconocimiento oficial a este curso. En 1992, por iniciativa del doctor Jess

    Kumate Rodrguez, secretario de Salud, el Congreso de la Unin design a la clnica del dolor

    como Centro Nacional de Estudios de Capacitacin en Terapia del Dolor.

    El dolor atorment a los primeros pobladores de la Tierra y a travs de las diferentes civiliza-

    ciones y culturas se ha interpretado como una alteracin personal errtica, fulgurante, imperativa,

    sorda y, frecuentemente, se le ve con indiferencia o es inadvertido. El dolor crnico siempre ha

    estado presente en la vida del hombre y en algunos casos ha servido de peldao para la vida espi-

    ritual como ocurri con los mrtires del cristianismo, o bien, como motivo de sublimacin.

    El inico de la clnica del dolor

    Autor: Vicente Garca Olivera, fundador de la clnica del dolor en Mxico.

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  • DOLOR DORIXINA 17

    ESTA

    DO

    S U

    NID

    OS

    a medicina fisiolgica de regulacin (FMR) representa la inte-

    gracin ms reciente de la medicina convencional y la medicina

    homeoptica. La FMR aade a la homeopata clsica un nuevo

    concepto teraputico, el de restaurar la fisiologa con molculas tales

    como las hormonas, neuropptidos, interleucinas y factor de cre-

    cimiento en preparacin homeoptica, en la misma concentracin

    fisiolgica que en el medio biolgico. El mtodo incluye el ltimo cono-

    cimiento acerca de la homeopata, homotoxicologa, el eje psico-neuro-

    endocrino-inmunolgico (PNEI) y la nutricin. Por otro lado, se pueden

    considerar cuatro niveles de dolor: el nivel fisiolgico, relacionado con

    la preservacin de la vida; el nivel nociceptivo, en el que se presenta el

    dolor de origen inflamatorio. Aqu la COX-2 es estimulada especialmen-

    te por la interleucina IL 1, proinflamatoria, de modo que este tipo de dolor est modulado por los niveles de las interleucinas proinfla-

    matorias vs. antiinflamatorias. El dolor neuroptico es el resultado del

    dao, compresin o disfuncin de los nervios perifricos o del Sistema

    Nervioso Central (SNC), es un trastorno a nivel de los neurotransmiso-

    res del SNC. Las neuronas afectadas generan falsos mensajes que son

    interpretados en el cerebro como dolor. Por su parte, el mixto est

    vinculado con el dolor asociado al cncer y estn involucrados varios

    factores simultneamente.

    La FMR ofrece un novedoso mtodo que brinda excelentes

    resultados, con formulaciones inyectables en los puntos de acupuntura

    para el control del dolor relacionado con la inflamacin (nociceptivo)

    as como el neuroptico y el mixto. Ojal que este sea el comienzo de

    una nueva etapa para el control efectivo de uno de los ms desagrada-

    bles sntomas que experimenta el hombre: el dolor.

    En el desarrollo filogentico, la primera clula capaz de producir

    neurotransmisores, neuropptidos y hormonas es el macrfago, adems

    Dolor nociceptivo vs. neuroptico: medicina fisiolgica de regulacin (FMR)/Nuevo enfoque para su control

    Autor: Luis A. Urgells-Lori, doctor en ciencias mdicas (PhD), posgrado en el Instituto de Neurologa, Neurociruga y Psiquiatra de la Academia de Sofa, Bulgaria y en el Instituto de Medicina Tradicional de Hanoi y Saign, Vietnam, profesor CPR y acupuntura. MDC, Miami, Florida, USA.

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  • Revista Mexicana de Algologa18

    de las citocinas. Por otro lado, las neuronas son

    capaces de generar neurotransmisores, neuroppti-

    dos, hormonas, citocinas y factores de crecimiento

    y expresan receptores para los mismos.1

    Existe, pues, una clara integracin anatmica y

    funcional de estos sistemas, que en realidad cons-

    tituyen un macrosistema. La psico-neuro-endo-

    crino-inmunologa conforma un nuevo campo de

    investigacin con desarrollo acelerado, que cada

    vez gana ms inters entre grupos de investigacin

    y mdicos debido a que se ha ido descubriendo un

    nmero considerable de fenmenos moleculares

    que sirven de base para explicar mltiples estados

    fisiolgicos y patolgicos cuyos mecanismos

    eran desconocidos.1, 2

    Entonces, es compren-

    sible la concepcin actual de que el SNC est

    relacionado con los neurotransmisores, neu-

    ropptidos, hormonas y obviamente citocinas,

    lo cual da lugar al eje psico-neuro-endocrino-

    inmunolgico (PNEI).

    La FMR tiene un enfoque innovador y

    combina las experiencias esenciales de la

    medicina homeoptica y aloptica, pues inte-

    gra elementos como la acupuntura, mesote-

    rapia y la fisiologa moderna, con lo que se

    obtiene un mejor efecto teraputico. Por eso

    puede mejorar el resultado de la acupuntura

    en el manejo del dolor cuando son utilizados

    en combinacin.

    Por otro lado, el dolor y el sufrimiento son

    el anverso y el reverso de la misma moneda, es

    una sensacin desagradable que experimenta

    el hombre cuando presenta una lesin que

    afecta a su organismo y al mismo tiempo es

    el reflejo de factores individuales, psicofisio-

    lgicos y medio ambientales. La duracin del

    dolor es de gran importancia para evaluar sus

    efectos psicofisiolgicos. As, el dolor agudo

    tiene aparicin rpida y usualmente est

    asociado con causas bien definidas. Pero si

    el dolor se mantiene ms all de la evolucin

    usual o esperada de una enfermedad aguda,

    o una vez transcurrido un periodo razonable

    para que se haya curado una lesin, entonces

    el dolor se hace crnico. El dolor crnico,

    por el contrario, provoca la destruccin fsica

    y psicolgica del enfermo y casi siempre lo

    acompaa hasta la muerte.

    Podemos definir cuatro categoras de

    dolor:3 fisiolgico, nociceptivo o relacionado

    con la inflamacin, neuroptico y mixto.

    Fisiolgico

    En el nivel fisiolgico el dolor es agudo e

    interviene para preservar la vida del hombre.

    Mientras que la prdida de otro sentido (vista,

    odo) puede compensarse, la insensibilidad al

    dolor tanto en el hombre como en los anima-

    les los expondra a peligros mortales.

    Figura 1. Relacin de zona del dolor neuroptico diagonal nociceptivo

  • INFLAMACIN LOXONIN 19

    Nociceptivo o relacionado

    con la inflamacin

    En el nivel nociceptivo se presenta el dolor de

    origen perifrico, el cual puede ser somtico

    o visceral y est vinculado con la inflamacin.

    Una estrategia para el alivio del dolor es actuar

    a nivel perifrico, es decir, a nivel de los noci-

    ceptores con medicamentos capaces de inhibir

    la sntesis de prostaglandinas proinflamatorias

    y proalgsicas. Para este propsito, existen los

    analgsicos antiinflamatorios no esteroideos

    (AINE), frmacos de primera lnea para el

    control del dolor asociado a la inflamacin de

    intensidad leve o moderada.

    La inflamacin es un proceso fisiolgico en

    respuesta a una agresin tisular. La lesin celu-

    lar provoca la liberacin de los fosfolpidos (FL)

    de la membrana celular, que son transformados en

    cido araquidnico (AA) por accin de la fosfolipasa

    A2. El AA en presencia de la enzima ciclooxigenasa

    (COX) genera prostaglandinas (PGs); stas, a su vez,

    son responsables de la vasodilatacin, aumento

    del flujo sanguneo, del exudado inflamatorio y de

    la sensibilizacin de las terminaciones nerviosas

    (nociceptores) (Figura 1), provocando la sensacin

    de dolor y de otros signos presentes en la inflama-

    cin como el calor, el rubor y la tumefaccin, que

    conllevan a la limitacin funcional. Pero, por otro

    lado, existen PGs citoprotectoras que participan en

    la proteccin de la mucosa gastrointestinal, inhiben

    la secrecin cida y aumentan la secrecin de moco

    y de bicarbonato, mecanismos responsables de

    mantener indemne la mucosa, adems de preservar

    la tasa de filtracin glomerular.

    Figura 2. Diagramacin de estmulos

  • DOLOR DORIXINA 21

    En 1971, Vane da a conocer el mecanismo

    de accin de los analgsicos antiinflamatorios

    no esteroideos (AINE) a travs de la inhibicin

    de la ciclooxigenasa (COX), cuyo sustrato es

    el cido araquidnico (AA). Posteriormente,

    descubri la existencia de dos isoformas de

    la enzima COX (COX-1 y COX-2).4, 5

    La mayora de las clulas en el organismo

    contienen COX-1 (residente), que se expresa

    en forma constitutiva. Por otra parte, los teji-

    dos inflamados expresan la COX-2 (inducible)

    en respuesta a la presencia de interleucinas

    proinflamatorias. Estas observaciones llevaron

    a proponer que los AINE inhibidores selectivos

    de la COX-2 podrn tener actividad analgsica

    antiinflamatoria con menos efectos secunda-

    rios y menor interferencia con la COX-1, lo cual

    se traduce en menor incidencia de lesiones

    tpicas de los AINE en el tracto gastrointestinal,

    los riones y la funcin plaquetaria, mientras

    que la inhibicin de la COX-2 se expresa fre-

    nando la produccin de PGs en los tejidos

    inflamados, mediando as los efectos tera-

    puticos deseados. Este fascinante concepto

    fue el punto de partida para la bsqueda de

    inhibidores COX-2 selectivos6, 7

    (Figura 2).

    La COX-2 es estimulada especialmente

    por la interleucina IL 1, proinflamatoria, de modo que este tipo de dolor est modulado

    por los niveles de las interleucinas proinfla-

    matorias vs. antiinflamatorias.8, 9

    Neuroptico

    El dolor neuroptico es intenso, de origen cen-

    tral, resultado del dao, compresin o disfun-

    cin de los nervios perifricos (Figura 1) o del

    SNC, es un trastorno a nivel de los neurotrans-

    misores del SNC. Las neuronas afectadas gene-

    ran falsos mensajes que son interpretados en

    el cerebro como dolor. La irritacin neuronal

    a nivel cortical se expresa por convulsiones,

    sin embargo, dicha irritacin a nivel medular

    o perifrico se traduce en dolor neuroptico.

    Este tipo de dolor puede ser causado por:

    Neuropata diabtica. Infeccin: herpes

    zoster.

    Lesin del SNC o compresin del nervio perif-

    rico: ciatalgia, esclerosis mltiple

    Dao quirrgico: dolor de miembro fantasma.

    Aqu el tratamiento se ha ido inclinando por la

    utilizacin de pregabalina, gabapentina, amitripti-

    lina y otros nuevos medicamentos con la intencin

    de modular el dolor, especialmente el asociado a la

    neuropata diabtica y la fibromialgia.10, 11

    En estos

    casos se deben tener en cuenta los posibles efectos

    secundarios en contrapartida del concepto de la

    medicina fisiolgica de regulacin, en la que no

    existe ese riesgo.

    Por ltimo, la sensacin del dolor nocicepti-

    vo es proporcional a la intensidad del estmulo,

    mientras que en el dolor neuroptico, un estmulo

    pequeo puede provocar un dolor de mayor

    intensidad. Este tipo de dolor est modulado en

    gran medida por los niveles del glutamato, el neu-

    rotransmisor ms excitatorio, y las -endorfinas, con gran potencia analgsica.

    Mixto

    Aqu estn involucrados varios factores simult-

    neamente; el mejor ejemplo es el dolor asociado al

    cncer, que es permanente y difcil de controlar.

    En su tratamiento se ha propuesto el uso de anal-

    gsicos solos o combinados con opiceos,12-16

    En

    este caso, tambin puede ayudar la medicina fisio-

    lgica de regulacin, toda vez que en sus formu-

    laciones contiene -endorfina, potente analgsico que se encuentra en concentraciones fisiolgicas,

    lo cual evita los efectos secundarios de otros pro-

    cedimientos en estos pacientes.

    Nuevas formulaciones

    para el control del dolor

    Con base en todos estos conocimientos cien-

    tficos, el laboratorio GUNA ha elaborado diez

    inyectables para el control del dolor, mismas que

    han sido aprobadas por la FDA (Food and Drug

    Administration) (Figura 3). La presentacin es

    homeoptica y adiciona nuevos elementos como

    las antiinterleucinas proinflamatorias IL 1, IL 1 y -endorfina en concentraciones similares a las que existen en los tejidos. De esas presentaciones,

    nueve contienen -endorfina (GUNA-MUSCLE) y

  • Revista Mexicana de Algologa22

    ocho contienen antiinterleucinas proinflamatorias

    IL 1, IL 1 (GUNA-MUSCLE y GUNA-NEURAL), de modo que las preparaciones pueden modular

    el dolor nociceptivo, neuroptico y el mixto sin

    efectos desagradables. Esto, mediante el uso de los

    puntos de la acupuntura, mtodo cuya efectividad

    en el alivio del dolor es bien conocido y donde

    intervienen diferentes mecanismos neurofisiol-

    gicos.17-19

    Finalmente, si se toman en cuenta en el trata-

    miento del dolor las recomendaciones sobre los

    puntos especficos de acupuntura y si se escoge

    la formulacin indicada, entonces estamos ante

    un procedimiento con excelentes resultados que

    pone en juego diferentes mecanismos fisiolgicos

    en la modulacin del dolor, tanto el relacionado

    con la inflamacin (nociceptivo), como el neuro-

    ptico y el mixto, fundamento de la medicina

    fisiolgica de regulacin. La recomendacin

    para el tratamiento es la inyeccin intra-

    drmica o subcutnea de 0.4-0.5 ml en los

    puntos de acupuntura del rea afectada y la

    aplicacin de la tcnica de la homeosiniatra,

    cuyas ventajas son las siguientes: no tienen

    contraindicaciones, no hay reaccin local,

    no existen efectos colaterales a corto y largo

    plazo y no tienen interaccin con otros medi-

    camentos, sin embargo, presentan ptima

    interaccin con ciertos medicamentos GUNA,

    por lo que pueden ser utilizados en combina-

    cin.20-23

    Esperamos que este artculo sirva no slo

    para identificar el origen del dolor, sino para

    poder controlarlo con un mtodo novedoso

    que se halle dentro de los parmetros de la

    medicina fisiolgica de regulacin.

    Conclusiones

    En este artculo se destaca la importancia

    de diferenciar el dolor asociado a la inflama-

    cin y el de tipo neuroptico para su mejor

    control. De igual modo, se dan a conocer

    diez productos inyectables novedosos para el

    tratamiento del dolor en las diferentes locali-

    zaciones, con presentaciones homeopticas,

    incluidas las molculas que participan en

    los procesos biolgicos del dolor en concen-

    traciones fisiolgicas, como son las betaen-

    dorfinas, antiinterleucinas proinflamatorias,

    lo cual da seguridad en el tratamiento, sin

    que existan contraindicaciones ni efectos

    secundarios. Este nuevo enfoque es el de la

    medicina fisiolgica de regulacin. Espero

    que este sea el comienzo de una nueva etapa

    en el control efectivo de unos de los ms

    desagradables sntomas que experimenta el

    hombre: el dolor.

    Figura 3. GUNA ha elaborado diez inyectables aprobadas por la FDA

  • INFLAMACIN LOXONIN 23

    os avances en anestesiologa y los grandes hallazgos en anatoma y fisiologa que rea-

    lizaron Bell, Magendie, Mller, Weber, von Frey, Shiff y otros investigadores, sirvieron

    para difundir la idea de que el dolor obedece a estmulos nerviosos especficos, lo que

    es cierto parcialmente. En las dcadas de los sesenta y setenta del siglo XX diversos investigadores

    (Martn, Perty Snyder, Simn y colaboradores, y Terenius) descubrieron en forma independien-

    te sitios de unin o receptores estereoespecficos que son saturables por opiceos en el sistema

    nervioso de los mamferos. En 1975, Hughes y Costerlitz aislaron en el encfalo dos polipptidos

    con efectos semejantes a los de la morfina. Ese ao, Goldstein y colaboradores publicaron la

    existencia de un polipptido con actividad opicea que se produce en la hipfisis bovina y que

    contiene 311 residuos de aminocidos. Hughes y colaboradores denominaron a los pentappti-

    dos: leucina-metionina-encefalina. Al polipptido de mayor cadena: beta-endorfina. Durante el

    estrs o el shock el organismo humano genera polipptidos que se denominan endorfinas, las

    cuales actan como analgsicos opiceos, lo que provoca parcialmente la insensibilidad al dolor.

    La mente y las emociones pueden exagerar o disminuir as la percepcin del dolor y, por lo tanto,

    de los sntomas.

    Sin embargo, el dolor no debe entenderse nicamente como un problema que implica la trans-

    misin de impulsos nerviosos, sino como una experiencia que afecta la personalidad del individuo y

    da lugar a cambios profundos en el proceso cultural y biolgico que constituyen la vida.

    No se puede olvidar que el hombre es una unidad biolgica, psicolgica y social; conse-

    cuentemente, es producto del medio y las circunstancias. De ah que el dolor cuenta con una

    significacin y representacin social en la que intervienen estos aspectos. As, el doctor S. Weir

    Mitchell, famoso neurlogo norteamericano, afirm: hemos ganado, sospecho, una capacidad

    intensificada para sufrir. El salvaje no sufre dolor como nosotros. Esta reflexin dio origen a

    conductas errneas relacionadas con el dolor; se afirmaba que los indios eran insensibles a ste,

    lo que origin represin, supresin y genocidio sobre estos seres, de modo que se excusaron

    las crueldades que aparentemente se requeran para liberar al mundo de una amenaza siniestra

    e insensible. J. Marin Simms, gineclogo y cirujano estadounidense, realiz cirugas mayores

    experimentales en mujeres negras esclavas; las justificaba afirmando que las blancas no resistiran

    el dolor. Comparaba a las esclavas con animales de experimentacin.

    Dolor, cerebro y cultura

    Autor: Gerardo Romero Salinas, editorialista de Enlace, revista de la unidad para la atencin de las organizaciones sociales, y especialista en temas histricos relacionados con el dolor.

    L

    MX

    ICO

  • Revista Mexicana de Algologa24

    Estimado mdico, cualquier duda, comentario o sugerencia sobre esta publicacin envela al correo electrnico: [email protected] Vistenos en Internet en los sitios: www.imbiomed.com y www.intramed.net

    El dolor en el siglo XX se asoci a otros trmi-

    nos que guardan estrecha relacin, pero que no

    son iguales, como el de dao y sufrimiento. Este

    ltimo se define como una respuesta emocional al

    dolor; el sufrimiento corresponde a la dimensin

    de lo psquico, mientras que el dolor se refiere a lo

    somtico. El dolor como faceta de la enfermedad es

    matizado por la personalidad del paciente y en su

    apreciacin influyen otros factores: cmo se relat

    la enfermedad, quin lo escuch y cmo se escribi,

    pues suele ocurrir que el relato sea exagerado, dis-

    minuido, oculto, deformado e incluso inventado. En

    este sentido, Sigmund Freud (1856-1939) descu-

    bri la transformacin de traumatismos psquicos

    en sntomas somticos. Al dolor le son inherentes

    tres caractersticas: es til, necesario y protector,

    por ejemplo, cuando retiramos la mano de la llama

    que nos quema; y es intil o innecesario, cuando no

    desaparece despus de eliminar la causa. En 1990,

    el doctor John Bonica denomin dolor maligno a

    esta patologa. Ambos tipos de dolor pueden aso-

    ciarse al sufrimiento.

    El dolor crnico es un sntoma somtico y un

    mecanismo de defensa frente a diversos conflictos;

    una forma de manifestacin asociada al fracaso o

    a las necesidades, al afecto o a una conducta resig-

    nada frente a la falta de defensa, una reaccin ante

    la monotona. El dolor crnico requiere de especial

    cuidado, dado que no slo limita fsicamente al

    paciente, sino que lo lleva a la frustracin y la con-

    fusin.

    La investigacin biomdica increment el cono-

    cimiento de la anatoma, fisiologa y farmacologa

    del dolor. Aunque algunos consideran por qu el

    dolor crnico alcanza grandes proporciones, las

    opiniones entre los investigadores estn divididas,

    unos piensan que el dolor no existe, nicamente

    sus manifestaciones, mientras que para otros, el

    dolor crnico deriva de enfermedades del mismo

    tipo. Son los padecimientos crnicos los que pro-

    ducen dolor y alteraciones psquicas, los enfermos

    manifiestan depresin, angustia, astenia, adi-

    namia e insomnio. Los habitantes del mundo

    moderno piensan que el dolor es sencillo y

    exclusivamente un problema mdico. Cuando

    pensamos o sentimos dolor, lo relacionamos

    con mdicos, drogas, ungentos, ciruga, hos-

    pitales, laboratorios, recetarios. De ah surge

    la necesidad de elaborar un nuevo concepto

    del dolor que permita escuchar las voces que

    algunas autoridades han dejado inaudibles.

    Esta percepcin no debe perpetuar los errores

    del pasado o inmediatos, ni suprimir lo que la

    investigacin biomdica nos ha enseado. Lo

    que se requiere es que interacten disciplinas

    que han permanecido aisladas.

    Es evidente que las voces de este dilo-

    go pertenecen a los mdicos, enfermeras,

    investigadores clnicos, pacientes y todas las

    personas vinculadas con el dolor, incluido el

    que lo padece. El dolor que provoca el mdi-

    co al paciente durante la exploracin u otras

    maniobras, el segundo lo interpreta como un

    dolor necesario cuyo fin es la recuperacin de

    la salud. Los pacientes que se han sometido a

    intervenciones quirrgicas presentan malestar

    y dolor, a los que resisten estoicamente. Dado

    que no hay otra forma de resolver el problema

    de salud, lo consideran necesario.

    Los escritores con frecuencia se han intere-

    sado en rescatar las experiencias relacionadas

    con el dolor, desgraciadamente las personas que

    luchan contra l con frecuencia son incapaces de

    transmitirlo: el relato difiere significativamente

    de la realidad y pone de manifiesto sus limita-

    ciones. Estas expresiones indican que el dolor

    no es producto de la anatoma y la fisiologa,

    sino el resultado de la interaccin entre cuerpos,

    mentes y culturas. El dolor en ocasiones trans-

    curre a travs del tiempo en silencio, es comn

    que se ignore el tratamiento y comnmente se

    ve con indiferencia.