55560
-
Upload
reynaldo-miranda -
Category
Documents
-
view
19 -
download
2
Transcript of 55560
-
ISSN 1665-3238
VOL. V / NM. 10 / JULIO / 2008
Index latinoamericano nmero de folio 15375. Registro en lnea 14961. Indizada en el Sistema Regional de Informacin en Lnea para Revistas Cientcas de Amrica
Latina, el Caribe, Espaa y Portugal. www.latindex.unam.mxPublicacin reconocida por el Consejo Mdico de la Unin Europea
El debate biotico sobrela eutanasia (segunda parte)
Trigsimo quinto aniversario de la clnica del dolor en el Instituto Nacional de Ciencias Mdicas y Nutricin Salvador Zubirn
El inicio de la clnica del dolor
Dolor nociceptivo vs. neuroptico: medicina fisiolgica de regulacin (FMR)/Nuevo enfoque para su control
Dolor, cerebro y cultura
-
PRESIDENTESr. Eduardo Aicardi Franssens
CONSEJEROSLic. Miguel Zagal
C.P. Bernardo Rusakiewicz M.
EDITADA POR:
EDITOR RESPONSABLEDr. Csar Erosa Gonzlez
Miembro de la Asociacin Mundial de Editores [email protected]
EDICIN YCORRECCIN DE ESTILO
Lic. ngeles Santiago Mndez
DISEO, EDICIN GRFICAY ARTE DIGITAL
D.G. Ariel Rodrguez Peafiel
JURDICOLic. Carlos Javier Huerta Ochoa
PARA:
Dra. Alicia Kassian RankDirectora del Centro Nacional de Capacitacin en Terapia del Dolor
(Hospital General de Mxico)Dr. Jos Luis Gutirrez Garca
Subdirector del Centro Nacional de Capacitacin en Terapia del Dolor(Hospital General de Mxico)
Dr. Jimmy G. Valencia JulioPresidente de la Asociacin Mexicana de Algologa Dr. Vicente Garca Olivera
Dr. Jos Carlos Gmez de la CortinaMiembro del Consejo Mexicano de Anestesia
Dr. Sergio Guillermo Bautista Snchez
Dr. Alfredo Ramrez BermejoDra. Nora Godnez CubilloDr. Manuel Murillo Ortiz
Dra. Ma. Antonieta Flores MuozMdicos Alglogos Adscritos al Centro Nacional de Capacitacin en Terapia del Dolor
(Hospital General de Mxico)Dra. Virginia Gordillo lvarez
Algologa Peditrica del IMSSMiembro honorario
Dr. Vicente Garca OliveraFundador de la Clnica del Dolor en la Repblica Mexicana
COMIT CIENTFICO
DOLOR, CLNICA Y TERAPIA REVISTA MEXICANA DE ALGOLOGA es una publicacin mensual editada por Facer Editores para los Laboratorios Siegfried Rhein. El contenido editorial es responsabilidad de los autores y no necesariamente representa el pensamiento de los Laboratorios Siegfried Rhein y/o Facer Editores. Prohibida su reproduccin total o parcial por cualquier medio audio o visual, electrnico o impreso, sin autorizacin de los editores. Certicado de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2007-072410503100-102. Registro ante el Centro Nacional del ISSN 1665-3238. Facer Editores es miembro de la Cmara Nacional de la Industria Editorial Mexicana con registro No. 3068. Registro del Sistema de Informacin Empresarial Mexicano No. 11800254. (Esta publicacin fue creada con software original Adobe Creative Suite Premiun N.P. 18040050 en plataforma Macintosh, EVITA LA PIRATERA). Facer Editores: Calle de la Cinega 19 Col. Villa Coapa, Tlalpan, D.F. 14390, Tel./Fax: 55943101 e-mail: [email protected] Apartado postal 86-300 admn. Villa Coapa 14391 Mxico, D.F. Impresa por: Litogrca Jamsa S.A. de C.V. Santa Anita #372 Col. Evolucin, Cd. Netzahualcyotl, Edo. de Mxico. Tels. 5765-4464 Fax 5793-6291. Tiraje 25,000 ejemplares ms sobrantes.
DIRECTORIO CONSEJO EDITORIALMdicos Especialistas en
Algologa y Cuidados PaliativosDra. Lourdes Y. Palmer Morales
Baja California Norte, Baja CaliforniaDra. Rosala Lpez Rodrguez
Cancn, Quintana RooDr. Alfonso Neri Jurez
Chihuahua, ChihuahuaDr. Maximiliano Arriaza Asturias
El Salvador, San SalvadorDra. Alma Pancardo Ramrez
Estado de MxicoDra. Gloria Luz Mestas Hernndez
Fresnillo, ZacatecasDra. Claudia Gutirrez Hernndez
Guadalajara, Jalisco
Dr. Romn E. Franco VerdnGuanajuato, Guanajuato
Dr. Roberto Surez SaldaaMonterrey, Nuevo Len
Dra. Isabelle Torres RochaPhoenix, Arizona, E.U.A.
Dr. Jos Ubaldo Ramrez DelgadoRepresentante en el IMSS
Dra. Nora Alczar ChavarraSan Jos, Costa Rica
Dra. Beatriz Rivera VillegasTampico, Tamaulipas
Dr. Ramn Monterrosas RodrguezVeracruz, Veracruz
CONSEJO Mdico EspecialistaDr. Adalberto Corral Medina
GastroenterologaDr. Luis Padierna Olivos
InmunologaDra. Anabella Barragn Sols
Antropologa y Ciencias AfinesDr. Luis Molina
CardiologaDra. Roco Guerrero BustosDra. Leticia de Anda Aguilar
GinecoobstetriciaDr. Luis Prez Tamayo
AnestesiologaDr. Jos Damin Carrillo Ruiz
Neurologa y NeurocirugaDr. Fernando Paredes
OdontologaDr. Fernando ngeles Medina
Odontologa e InvestigacinDr. Isaas Cervantes Ziga
OncologaDr. Dmazo Jess Suazo Andrade
Dra. Jacqueline VzquezMedicina Fsica y Rehabilitacin
Dra. Elvira Aguilar MartnezHematologa
Dr. Octavio Amancio ChassinFarmacologa Clnica
Dr. Fernando Castillo NjeraOftalmologa
Dr. Fernando Pancardo RamrezElectrofisiologa
Dra. Leonor Pedrero NietoDr. Armando Pichardo FusterDra. Lucina Blanco Fernndez
Dr. Lorenzo GarcaAsociacin Mexicana de Gerontologa y Geriatra, A.C.Dr. Enrique Villalobos GarduoDr. Benigno Zenteno ChvezDr. Julio Gmez Velzquez
Dr. Federico Cisneros DreinhoferSociedad Mexicana de Ortopedia
Dr. Armando Garduo EspinosaDr. Luis Carbajal Rodrguez
Dr. Eduardo Barragn PadillaDr. Alfonso Copto Garca
Asociacin Mexicana de Pediatra, A.C.Dr. Rolando Espinosa Morales
Dr. Luis H. Silveira TorreDr. Gerardo Bori Segura
Dr. Manuel Robles SanromnColegio Mexicano de Reumatologa, A.C.
CONCIENCIA POR LA VIDA
CONSEJO TICO ACADMICO INTERINSTITUCIONALDra. Melanie De Boer (Presidenta)
Consultora Internacional en Prevencin y Control de Enfermedades de la Organizacin Panamericana de la Salud-Organizacin Mundial de la Salud (OPS-OMS)
Mtro. Javier de la Fuente HernndezDirector de la Facultad de Odontologa de la UNAM
Dr. Federico Barcel SantanaJefe de la Divisin de Estudios de Posgrado e Investigacin de la Facultad
de Odontologa de la UNAMMtro. Enrique Navarro Bori
Secretario Acadmico de la Divisin de Estudios de Posgrado e Investigacinde la Facultad de Odontologa de la UNAM
Dra. Diana Vilar CompteJefa de Posgrado y Educacin Mdica Continua del
Instituto Nacional de CancerologaDra. Teresa Corona Vzquez
Directora de Enseanza del Instituto Nacional de Neurologa y NeurocirugaDr. Ricardo Coln Piana
Subdirector de Enseanza del Instituto Nacional de Neurologa y Neurociruga
Dr. Javier Rodrguez SurezDirector de Enseanza del Hospital General Dr. Manuel Gea Gonzlez
Dr. Miguel ngel Garca GarcaSubdirector de Enseanza del Hospital General Dr. Manuel Gea Gonzlez
Dra. Matilde Enrquez SandovalDirectora de Investigacin y Enseanza del Instituto Nacional de Rehabilitacin
Dr. Antonio Len PrezSubdirector de Investigacin del Instituto Nacional de Rehabilitacin
Dr. Miguel ngel ColladoSubdirector de Enseanza del Instituto Nacional de Rehabilitacin
Dr. Aquiles Ayala Ruiz Director de Enseanza e Investigacin Mdica del Hospital Jurez de MxicoDr. Jorge Alberto del Castillo Medina
Jefe de la Divisin de Enseanza del Hospital Jurez de MxicoDr. Jorge Melndez Zagla
Jefe de Investigacin Mdica del Hospital Jurez de MxicoDra. Blanca Estela Vargas
Directora de Enseanza e Investigacin Mdica del Instituto Nacional de Psiquiatra
Dra. Azucena Gmez MendietaSubdirectora Mdica del Hospital de la Mujer
Dra. Mara de Lourdes Martnez ZigaJefa de Enseanza e Investigacin del Hospital de la Mujer
Dr. Pedro A. Snchez MrquezDirector de Enseanza e Investigacin del Instituto Nacional de Pediatra
Dra. Rosaura Rosas VargasSubdirectora de Programacin y Evaluacin Educativa del
Instituto Nacional de PediatraDra. Yolanda Roco Pea Alonso
Subdirectora de Enseanza del Hospital Infantil de MxicoDra. Celia Alpuche Aranda
Subdirectora de Investigacin del Hospital Infantil de MxicoDr. Rubn Bolaos Ancona
Director de Investigacin y Enseanza Mdica del Instituto Nacional de PerinatologaDr. Carlos Neri Mndez
Subdirector de Investigacin y Enseanza Mdica delInstituto Nacional de Perinatologa
-
a teora de la pendiente resbaladiza es un clsico argumento consecuencialista que se ha aplicado a la
eutanasia para deducir que una vez legalizada en casos de solicitud voluntaria, el clima social conduce a los mdicos
y a los familiares a deslizarse hacia su aplicacin en casos de enfermos inconscientes o incapaces que no han expresado su autorizacin. Se trata de un argumento que ha sido muy criticado por algunas aplicaciones poco rigurosas en el modo de elaborar los razonamientos previos a la conclusin. Sin embargo, en Holanda se ha comprobado su exacto cumplimiento, puesto que ya hace aos se reconocieron cifras importantes de casos de eutanasia no solicitada, cuando en un principio slo se defenda su aceptacin en situaciones de solicitud expresa y reiterada, como un ejercicio de autonoma. El argumento de la pendiente resbaladiza ha sido esgrimido por autores que no tienen reparos ticos ante determinadas peticiones de eutanasia, pero consi-deran que su legalizacin llevara en la prctica a la eutanasia no solici-tada, que consideran inaceptable y con graves repercusiones sociales. Se han publicado estudios recientes muy rigurosos que muestran que la peticin de eutanasia por parte de los enfermos disminuye al mejorar la formacin de los profesionales en el tratamiento del dolor y en cuidados paliativos. Estos hallazgos son congruentes con las comunicaciones de las unidades especializadas en cuidados paliativos de nuestro entorno, donde el nmero de peticiones de eutanasia es muy bajo. Todo ello permite aventurar la hiptesis de que una legislacin permisiva con la eutanasia frenara la implicacin, tanto cientfica como asistencial, de algunos mdicos y profesionales de la salud en la atencin a algunos enfermos sin posibilidad de curacin que requie-ren una considerable dedicacin de tiempo y recursos humanos. Promover la legalizacin de la eutanasia en una sociedad donde todava estn insuficientemente implantados los cuidados paliativos, clnicas del dolor, la atencin sociosanitaria, parece una solucin equivocada ante un problema el de la correcta atencin de los enfermos y sus familias que est pendiente de resolver.(Declaracin sobre la eutanasia de la Sociedad Espaola de Cuidados Paliativos)
Dr. Csar A. Erosa Gonzlez
Editor Responsable de la Revista Mexicanade Algologa/Dolor, Clnica y Terapia
L
CONSEJEROS ESTATALESSECRETARIOS DE SALUD
1. Dr. Ventura Vilchis Huerta Director General del Instituto de Salud en Aguascalientes, Ags.2. Dr. Francisco Cardoza Macas Secretario de Salud en la Paz, B. C. S. 3. Dr. lvaro Emilio Arceo Ortiz Secretario Estatal de Salud en Campeche, Camp.4. Dr. ngel Ren Estrada Arvalo Secretario de Salud en Tuxtla Gutirrez, Chis.5. Dr. Javier Lozano Herrera Director General de los Servicios de Salud en Chihuahua, Chih.6. Dr. Jos Salazar Avia Secretario de Salud en Colima, Col.7. Dra. Asa Cristina Laurell Secretaria de Salud en Mxico, D. F.8. Dr. Jos Ramn Enrquez Herrera Secretario de Salud en Durango, Dgo.9. Dr. Ector Jaime Ramrez Barba Secretario de Salud en Guanajuato, Gto.10. Dr. Luis Barrera Ros Secretario de Salud en Chilpancingo11. Dr. Jos de Jess Becerra Soto Secretario de Salud en Zapopan, Jal.12. Dr. Alberto Longitud Falcn Director General de los Servicios de Salud en Pachuca, Hgo.13. Dra. Mara Elena Barrera Tapia Secretario de Salud en Toluca, Mx.14. Dr. Antonio Campos Rendn Secretario de Salud en Cuernavaca, Mor.15. Dr. Roberto Morales Flores Secretario de Salud en Puebla, Pue.16. Dr. Felipe Rafael Ascencio Ascencio Secretario de Salud en Quertaro, Qro. 17. Dr. Almicar Rosado Alabes Secretario de Salud en Chetumal, Q. Roo18. Dr. Fernando Toranzo Fernndez Director General de los Servicios de Salud en San Luis Potos, S. L. P. 19. Dr. Raymundo Lpez Vucovich Secretario de Salud Pblica en Hermosillo, Son.20. Dr. Jaime Mier y Tern Snchez Secretario de Salud Pblica en Hermosillo, Son.21. Dr. Rodolfo Torre Cant Secretario de Salud en Victoria, Tamps.22. Dr. Jon G. Rementera Semp Secretario de Salud en Xalapa, Ver.23. Dr. Jorge Luis Sosa Muoz Secretario de Salud en Mrida, Yuc.24. Dra. Esperanza valos Daz Directora General de los Servicios de Salud en Zacatecas, Zac.
-
SumarioVOL. V / NM. 10 / JULIO / 2008
5 El debate biotico sobre la eutanasia (segunda parte)Dra. Asuncin lvarez del RoTrigsimo quinto aniversario de la clnicadel dolor en el Instituto Nacional de Ciencias Mdicas y Nutricin Salvador ZubirnDr. Ramn De Lille Fuentes y Dr. Mauro Belaunzarn Tapia
11
Dolor nociceptivo vs. neuroptico: medicina fisiolgica de regulacin (FMR)/ Nuevo enfoque para su controlProf. Luis A. Urgells-Lori
17
Dolor, cerebro y culturaDr. Gerardo Romero Salinas23
El inicio de la clnica del dolorDr. Vicente Garca Olivera15
-
DOLOR DORIXINA 5
n este apartado voy a revisar algunos elementos que pueden
orientarnos para analizar si la eutanasia y el suicidio mdi-
camente asistido son prcticas ticamente aceptables. Para
facilitar la exposicin, hablar slo de eutanasia en el entendido de que
me refiero a las dos acciones, ya que ambas comparten dos aspectos
esenciales: 1) que el paciente decide el final de su vida y 2) que para
ello recibe ayuda de su mdico. Hay cuatro preguntas clave para el
debate biotico de la eutanasia, las cuales estn relacionadas de tal
forma que la respuesta afirmativa de una da lugar a la siguiente:
1) Tiene derecho un paciente a decidir la terminacin de su vida?
2) Tiene derecho a pedir esa ayuda a su mdico?
3) Tiene el mdico algn deber de responder a esa peticin?
4) Debe el Estado respaldar los derechos del paciente y el deber del
mdico?
Conviene hacer dos aclaraciones. La primera, que el derecho de
un paciente a decidir la terminacin de su vida implica reconocer
el mismo derecho a cualquier persona, lo cual remite al tema de la
muerte voluntaria en general y, por tanto, al suicidio. Sin embargo,
la eutanasia es una prctica ubicada en el contexto de la atencin
mdica, de manera que las preguntas que propongo se limitan a
dicho contexto y a la circunstancia de que el paciente que considera
la terminacin de su vida padece una enfermedad o una condicin
mdica que le produce un sufrimiento o una situacin de indignidad
que a l le resulta intolerable.
La segunda aclaracin es que las preguntas sobre los derechos
de los pacientes se plantean en el sentido de cuestionar si se pueden
considerar peticiones vlidas, sin pretender que impliquen una obliga-
cin desde el punto de vista jurdico. Es importante evidenciar que en
los lugares en los que se permite legalmente la eutanasia, los mdicos
El debate bioticosobre la eutanasia(segunda parte)
Autora: Asuncin lvarez del Ro, maestra en psicologa clnica, doctora en ciencias en el campo de la biotica, profesora del Departamento de Psicologa, Psiquiatra y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico y miembro del Colegio de Biotica, A.C.
E Sugerencias de lectura1. lvarez del Ro A. Prctica y tica de la eutanasia. Fondo de Cultura Econmica, Mxico 2005, p. 29-32. 2. Quill T. Death and dignity. Making Choices and Taking Charge. New York/London, Norton & Company 1994, p. 158.
3. Thomasma D, Kimbrough-Kushner T, Kimsma G, Ciesielski-Carlucci C (Eds). Asking to die. Inside the dutch debate about euthanasia. Dordrecht, Kluwer Academic Publishers 1998, p. 42.
4. Veldink JH, Wokke JHJ, Wal G van der, Jong JMBV, Berg LH van der. Euthanasia and physician assisted suicide among patients with amyotrophic lateral sclerosis in the Netherlands. N Engl J Med 2002; 346 (21): 1638-1644.
5. Sdaba J. Eutanasia y tica. http://www.bioeticayderecho.ub.es 2006;8:1-7.6. Seay G. Do physicians have an inviolable duty not to kill? Journal of Medicine
and Philosophy 2001; 26(1): 75-91.7. Dyer C. GP is disciplined for willingness to help friend commit suicide. BMJ
2005;331:717.8. Cavendish C. We face an end-of-life crisis. www.timesonline.co.uk 29 septem-
ber, 2005.9. lvarez del Ro, Kraus A. Eutanasia y suicidio asistido. En: Prez Tamayo R,
Lisker R, Tapia R (coordinadores): La construccin de la biotica, Fondo de Cultura Econmica, Mxico 2007, p. 161-183.
MX
ICO
-
Revista Mexicana de Algologa6
nunca estn obligados a aplicarla. Esto es en un
sentido general si consideran que tal accin va en
contra de sus valores, pero tambin en cada caso
en particular en el que deben evaluar si estn de
acuerdo con la decisin de ese paciente que les
pide ayuda.
1) La primera pregunta. Si un enfermo tiene
derecho a decidir la terminacin de su vida,
se refiere a la autonoma de la persona y cues-
tiona si sta llega al grado de justificar que un
individuo elija el momento y la forma de su
muerte. En otras palabras, si una persona es
duea de su vida puede quitrsela cuando el
sufrimiento que le impone una enfermedad
le resulta intolerable. Aqu las opiniones se
dividen. Por un lado est la de aquellos que
reconocen que la decisin sobre la termina-
cin de la propia vida es la ltima expresin
de libertad del individuo y que la vida es un
derecho y no una obligacin. Por otro, la de
quienes creen que nadie es dueo de su vida
como para decidir su final. Esta posicin
es sostenida principalmente por individuos
que se basan en sus creencias religiosas para
afirmar que la vida le pertenece a Dios y ste
es el nico que puede decidir el momento de
la muerte. Ambas posiciones son respetables
y una sociedad democrtica debe garantizar
el respeto a las diferencias. Por tanto, nadie
tiene el derecho a imponer a otros sus propias
creencias ni de impedir a otras personas que
acten de acuerdo a sus principios.
2) Para quien responde afirmativamente la
primera pregunta, debe considerar la que
cuestiona si el paciente tiene derecho a pedir
ayuda a su mdico e involucrarlo en su deci-
sin. Nuevamente las opiniones se dividen. Es
muy comn que se argumente que quien quie-
re suicidarse no tiene por qu comprometer a
otros. Sin embargo, al decir esto se ignora que
un paciente pide ayuda a su mdico porque
no slo quiere terminar con su vida, sino que
le importa la forma de su muerte y la calidad
de su vida en la etapa final.
Se pueden dar algunas razones a favor de que
el paciente pida esta ayuda: a) porque no hay ms
alternativas de tratamiento ni manera de ali-
viar su sufrimiento; b) porque acepta el final
de su vida, pero quiere evitar una situacin
indigna; c) porque quiere estar acompaado
al morir y quiere un final que no signifique
un sufrimiento adicional; d) porque quiere
asegurar su muerte; e) en algunas ocasiones
porque est fsicamente incapacitado para
quitarse la vida por s mismo.
Si las personas con una enfermedad
incurable supieran que en caso de prefe-
rir terminar con su vida no iban a recibir
ayuda, tendran que elegir entre padecer su
sufrimiento hasta que mueran o suicidarse
cuando todava se encuentren suficiente-
mente bien como para intentar hacerlo por
s solas. Esto supondra, en caso de lograr
su objetivo, que esos individuos dejen de
vivir un tiempo que posiblemente hubieran
querido vivir. Aun as, muchos pacientes no
tendran la posibilidad de tomar esa decisin
por no haberse dado cuenta a tiempo de la
gravedad de su padecimiento. Por otra parte,
para que los enfermos pudieran procurarse
una muerte sin dolor, actuando por s mismos,
el acceso a drogas letales, restringido a los
mdicos, tendra que liberarse. Esto sera muy
cuestionable, ya que se favoreceran muchos
suicidios que s deberan evitarse porque no
seran producto de una reflexin deliberada,
sino de un impulso desesperado que podra
desaparecer con la ayuda adecuada.
3) La siguiente pregunta: existe algn deber
por parte del mdico de responder a la
peticin del paciente? se refiere a la soli-
daridad, un aspecto muy importante al
valorar la eutanasia desde el punto de vista
tico. Para muchos mdicos (y no mdi-
cos), ayudar a morir va en contra de la
esencia misma de la medicina, la cual debe
encaminarse a curar y prolongar la vida
de los enfermos cuando no puede curar-
los. Ese es el compromiso de los mdicos
con sus pacientes y constituye la base de
la confianza que se tiene en la profesin
mdica. Sin embargo, otros mdicos (y
-
INFLAMACIN LOXONIN 7
personas que no lo son) piensan que la
responsabilidad del doctor para con su
paciente debe llegar hasta el final y cuando
ya no puede aliviar los sntomas que pade-
ce, la eutanasia puede ser la ltima forma
de ayudar al enfermo si ste as lo pide.
Por eso, es necesario revisar la idea de
que los mdicos tienen un deber inviolable
de conservar la vida y no provocar la muerte.
Puede ser tan importante el deber del mdico
de aliviar el sufrimiento del paciente como el
de preservar la vida y, en caso de conflicto, no
resulta evidente que el profesional de la salud
deba siempre elegir el segundo porque hay
ocasiones en que dejar de vivir representa un
beneficio para el enfermo, quien confa en que
su mdico respete sus valores y decisiones.6
Hace poco ms de un ao se discuti en
el Reino Unido una propuesta de ley para
permitir la muerte mdicamente asistida,
la cual fue rechazada por el Parlamento.
Al mismo tiempo, el Consejo de Medicina
General revisaba el caso de un mdico acusado
de una grave falta de tica profesional por haber
acordado con un amigo darle la ayuda que le
peda para suicidarse. El doctor Michael Irwin,
un conocido defensor de la eutanasia en su pas,
admiti haber viajado para ver a su amigo y llevar
consigo una dosis letal de frmacos, pero ste se
haba deteriorado tanto que ya no pudo tomarlos
y muri a los pocos das de su encuentro.7
Al leer sobre este caso hubo dos comenta-
rios que llamaron especialmente mi atencin. El
primero fue del mismo doctor Irwin, quien deca
que saba de varios mdicos que establecan un
acuerdo entre ellos para garantizarse una muerte
oportuna y sin sufrimiento en caso de padecer
una enfermedad terminal. De manera que cues-
tionaba la doble moral de la profesin mdica,
pero sobre todo, que el privilegio de los doctores
no pudiera extenderse a otros pacientes. El otro
fue el comentario de la periodista que report la
acusacin que se hizo al mdico de haber actua-
do con absoluta falta de responsabilidad y juicio.
-
Revista Mexicana de Algologa8
Dijo: me sentira muy afortunada si tuviera un
amigo como el doctor Irwin en quien pudiera
confiar totalmente en mis ltimas horas.8
Quiz no hay un argumento que explique de
manera satisfactoria por qu correspondera a
los mdicos ayudar a morir. Por qu no podran
hacerlo, por ejemplo, los familiares. Aun as, hay
un reconocimiento general de que si se trata de
permitir y legalizar la ayuda a morir, la manera
de controlar mejor esta prctica es limitando a
que sean los mdicos quienes tengan la capaci-
dad de realizarla. Sera ms difcil de controlar si
la facultad de producir la muerte se ampliara a
individuos no mdicos, quienes, de todas formas,
necesitaran la asesora y ayuda de un profesional
de la medicina.
4) La ltima pregunta parece referirse ms a
aspectos legales que ticos: debe el Estado
respaldar los derechos del paciente y el deber
del mdico? Sin embargo, hay aspectos ticos
implicados porque la pregunta nos hace consi-
derar si sera vlido reconocer los derechos de
la persona (a decidir el final de su vida y pedir
ayuda) y juzgar ticamente aceptable la accin
del mdico (de dar esa ayuda) sin garantizar, al
mismo tiempo, las condiciones para que ambos
se sientan tranquilos de saber que actan de
manera legal, lo cual supone una enorme dife-
rencia al realizar una accin tan especial.
Esta pregunta, como las anteriores, tiene sen-
tido principalmente para quienes han respondido
afirmativamente la que la precede. No obstante,
en este caso habra que revisar si la pregunta no
concierne tambin a los individuos que no estn
de acuerdo con el hecho de que un enfermo deci-
da la terminacin de su vida, que pida ayuda a su
mdico y que ste se la d. Me parece que s les
incumbe porque la pregunta se hace dentro de
una sociedad que respeta la libertad. Las personas
que no estn de acuerdo con la eutanasia deben
aceptar que otras s lo estn y que lo realmente
importante es garantizar que se respete la volun-
tad de unas y otras con relacin a lo que quieren
al final de su vida.
La discusin sobre la conveniencia de per-
mitir legalmente la eutanasia es un tema muy
controvertido en muchos pases. Un slido
argumento a favor de hacerlo es que si se
acepta que la prctica existe de manera
clandestina, la manera ms eficaz de evitar
sus abusos es conociendo cmo se aplica
para regularla de acuerdo a los principios
que la sustentan: la autonoma del enfermo
y la solidaridad a la que tiene derecho.
Por otro lado, una razn de peso en contra
de legalizar la eutanasia es que algunas per-
sonas podran sentirse presionadas a pedirla
por el hecho de que fuera legal. Sin duda, es
del todo indeseable que un ser humano que
no quiere morir se sienta emocional o social-
mente obligado a pedir su muerte. Por eso,
en los Pases Bajos cuando un enfermo soli-
cita una eutanasia el mdico debe asegurarse
de que su peticin ha sido autnticamente
libre. Esto significa confirmar que la persona
no ha pedido la muerte como resultado de un
estado de depresin o desesperacin y que
no ha habido ninguna forma de presin por
parte de los individuos cercanos al paciente
para que ste pida la eutanasia.
Preocupaciones como la anteriormente
sealada forman parte de uno de los argu-
mentos ms utilizados para no legalizar la
eutanasia, el cual se conoce como la pendien-
te resbaladiza. Este argumento afirma que la
permisividad de la prctica lleva inevitable-
mente a terminar con la vida de personas en
contra de su voluntad. Ms que un argumen-
to fundamentado en razones, funciona, en
gran parte, por su peso psicolgico. Con l se
llama la atencin sobre una accin indesea-
ble, sobre cuya valoracin nadie puede estar
en desacuerdo, pues consiste en dar muerte
a personas que querran seguir viviendo. Sin
embargo, el argumento no demuestra que
esa accin indeseable sea consecuencia de
legalizar la eutanasia. Permitir a los mdicos
provocar la muerte de enfermos que volun-
tariamente solicitan esta ayuda no tiene por
qu causar que algunos mdicos den muerte
a enfermos o ancianos que no han manifes-
tado que quieren morir.
-
DOLOR DORIXINA 9
Quienes defienden la eutanasia tambin
piensan que esas acciones (matar en contra
de la voluntad de las personas) deben evi-
tarse porque no se estaran respetando los
requisitos excepcionales en los que puede
permitirse acelerar la muerte de un enfer-
mo. Pero al mismo tiempo piensan que no
debe impedirse una accin que se considera
ticamente aceptable por el hecho de que se
corra el riesgo de abusar de ella, como existe
con cualquier accin que queramos imaginar.
Como seala Javier Sdaba, puesto en trmi-
nos drsticos, sera como pretender suprimir
la libertad puesto que la libertad puede con-
ducir, y de hecho conduce, a realizar malas
acciones.5 Sabemos que hay muertes que se
producen como consecuencia de cirugas que
no deberan haberse realizado o de conduc-
tores que no deberan haber manejado, pero
de esto no se deduce que deban prohibirse
las cirugas o que la gente maneje. Se trata,
ms bien, de establecer todos los controles
necesarios para evitar los riesgos.
Finalmente, hay que mencionar que tanto
en los Pases Bajos como en Oregon el hecho
de que se permita la muerte mdicamente
asistida no ha provocado que sta se haya
incrementado de manera significativa. Lo
que s ha aumentado de manera notable es el
inters de muchos mdicos por aprender ms
acerca del control del dolor y las necesidades
de atencin de los enfermos terminales.9
Algunas reflexiones finales
Ahora que el tema de la eutanasia ha apa-
recido nuevamente en la mesa de discusin
en nuestro pas es importante ubicarlo en el
contexto de la atencin mdica al final de la
vida y en relacin con otros temas que tam-
bin requieren revisarse. Entre stos el de los
cuidados paliativos, ya que la eutanasia debe
pensarse como una opcin en situaciones
excepcionales en las que no hay nada ms
que ofrecer al enfermo para aliviar su sufri-
miento o para impedir que sienta que su vida
es indigna de ser vivida.
Junto con el desarrollo de los cuidados paliati-
vos es necesario promover algunos cambios en la
sociedad que nos ayuden a reconocer los lmites
de la medicina y a admitir que la muerte forma
parte de la vida. Se evitara mucho sufrimiento
si advirtiramos a tiempo cundo son intiles los
intentos de curar un padecimiento y no olvidra-
mos que quedan muchas formas de ayudar a un
enfermo que se acerca a su final.
La mortalidad es condicin humana, de manera
que la muerte nos va a llegar a todos. Sin embargo,
aunque sabemos que vamos a morir, no sabemos
cundo y cmo nos tocar pasar por ese ineludi-
ble desenlace. Si, por otra parte, la posibilidad de
elegir es tambin una condicin humana esencial,
se puede entender que a muchas personas les ser-
vir saber que, llegado el momento, si lo necesitan,
podrn elegir cundo y cmo morir. Lo que no
debe olvidarse es que admitir la eutanasia como
una opcin vlida para quienes la quieran seguir
permitiendo no elegirla a las personas que no la
quieran para ellas. Se trata de respaldar la libertad
de todos los individuos para que puedan ejercerla
hasta el final de su vida.
-
INFLAMACIN LOXONIN 11
mo olvidar esos tiempos! El 2 de junio de 1972
marca el libro de anotaciones cmo paciente a
paciente lo bamos llenando con su nombre, edad,
peso, diagnstico, tratamiento y mdico encargado. Es
grato recordar al maestro Vicente Garca Olivera, enrgico, carioso,
juguetn, prolfico en ancdotas curiosas, muchas chuscas, otras inve-
rosmiles, pero siempre con todo detalle de situaciones. El maestro era
conocedor de la medicina del dolor pero incomprendido por los gru-
pos mdicos de su poca, los cuales trabajaban individualmente. Cada
quien era casi el propietario de su paciente y slo lo canalizaban a otros
especialistas cuando la situacin era extrema. El maestro trajo consigo
la novedad del trabajo en equipo y convenci al extraordinario director
del Instituto de la Nutricin, don Salvador Zubirn, de los beneficios
de la naciente clnica del dolor, de modo que empezamos con el deci-
dido apoyo del jefe de ciruga, don Manuel Campuzano, y del jefe de
anestesia y terapia intensiva, nuestro amigo, Javier Ramrez Acosta,
recin desempacado de Boston. Tuvimos la fortuna de que todos ellos
traan la mente abierta a otras posibilidades de crecimiento.
De este modo, empezamos a hablar del manejo multidisciplinario
del dolor, tal como lo haca el maestro John Bonica en sus publicacio-
nes. Sinceramente, nos pusimos a estudiar con mucho entusiasmo y
dedicacin para llevar a un sitio noble y digno el nombre de clnica del
dolor, para calificarlo ms all de un servicio en donde slo se realizan
bloqueos diagnsticos, pronsticos y teraputicos.
Por supuesto, aprendimos todo lo que con gran generosidad nos
ofreci don Vicente Garca Olivera. Sin embargo, lo ms complicado
era obtener el conocimiento formal e integral en la medicina del dolor,
al menos lo ms importante. Asimismo, resultaba esencial saber las
tcnicas de anestesia regional, entender la anatoma, fisiologa y bioqu-
Trigsimo quinto aniversario de la clnica del dolor en el Instituto Nacional de Ciencias Mdicasy Nutricin Salvador ZubirnAutores: Ramn De Lille Fuentes, jefe de la Clnica del Dolor del Hospital Mdica Sur y del Hospital General de Cuautla, Mauro Belaunzarn Tapia, del Centro Mdico del ngel en Cuautla, Mor.
MX
ICO
C
-
Revista Mexicana de Algologa14
mica del dolor, la historia clnica enfocada, la medi-
cin del dolor y las bases teraputica. No era menos
relevante conocer ms y mejor sobre los opioides,
los coadyuvantes y las novedades con respecto al
tratamiento del dolor crnico persistente, inclui-
do el uso de antidepresivos tricclicos. Al mismo
tiempo, nos enterbamos de los aspectos psicol-
gicos que el psiclogo Richard Sternbach apenas
desmenuzaba con gran sabidura. Estbamos al
tanto de qu era la acupuntura y ya sostenamos
nuestras hiptesis de cules eran sus bases cientfi-
cas, de por qu funcionaba este artificio oriental en
el campo de la produccin de analgesia. Tampoco
nos era extraa la organizacin de clnicas del dolor
y la importancia de la enfermera en el apoyo del
trabajo cotidiano y su capacitacin.
Cada da bamos avanzando ms y mejor en nues-
tros conocimientos, y cuando empezamos el Curso
Monogrfico de la clnica del dolor en el Instituto
Nacional de la Nutricin, en 1984, con el apoyo
del doctor Jos Adolfo Islas, comprendimos que el
camino se haca mucho ms ancho y largo, y que
era necesario poseer una buena biblioteca para
todos, maestros y alumnos. Por otro lado, nos dimos
a la tarea de organizar un buen curso de un ao
de duracin, al que invitamos a muchos amigos,
todos ellos especialistas distinguidos en cada uno
de sus campos, con lo cual se dio mayor seriedad y
confianza a este evento frente a quienes nos haban
encomendado tan delicado trabajo y ante nuestra
propia conciencia.
Nuestro inters por la asistencia y la enseanza
ya estaba encaminado, daba frutos y convenca
a muchos otros de continuar por estos caminos
de la ciencia-arte; pero nos faltaba un elemento
importante que se present pronto gracias al
curso monogrfico y tutorial como despus
se le llam, que trataba sobre la investigacin.
Nuestro primer alumno, Ramiro Manzo, al rotar
por el laboratorio de psicofarmacologa del doctor
Miguel Lujn, en la Facultad de Medicina de
la Universidad Nacional Autnoma de Mxico,
demostr que en las ratas estimuladas en puntos
acupunturales aumentaba el umbral al dolor
radiante, mediante la prueba de la platea caliente.
Y as, nuestros alumnos se fueron introduciendo en
el misterio de la investigacin. Aos despus,
mi amigo y compaero de muchos aos de
trabajo, Urah Guevara, inici la investigacin
bsica en dolor en las instalaciones de ciruga
experimental en el INNSZ y realiz varios expe-
rimentos que causaron gran admiracin en
propios y extraos. Hoy, la American Pain
Society acua elegantemente el trmino de
investigacin translacional del dolor.
Adems de escribir algunos artculos en
revistas, nos haca falta dejar una huella
personal de tantos aos de experiencia en el
campo de la medicina del dolor y, con fre-
cuencia, paliativa, dado que muchos de nues-
tros pacientes tenan dolor rebelde de difcil
control al final de sus enfermedades, especial-
mente las oncolgicas. Entonces, escribimos
Urah Guevara, Ricardo Plancarte y el que
habla, un librito til y prctico denominado
Normas y procedimientos en la clnica del dolor,
dirigido a quienes inician su clnica del dolor
y necesitan herramientas difciles de obtener
en una sola publicacin de habla hispana.
Urah Guevara es un ser humano con
energa de sobra y con mucha nocin de lo
que se necesita para aprender y desarrollar en
el ahora muy amplio campo de la medicina
del dolor y paliativa, as que me invit a que
hiciramos el libro con este nombre en con-
memoracin de los treinta aos que cumpli
la clnica del dolor y cuidados paliativos en el
ao 2002. Fue una tarea en la que no sola-
mente estuvimos los dos muy entretenidos,
tambin contamos con la colaboracin de 32
coautores, quienes en conjunto escribimos
37 captulos en esa primera edicin.
Gracias maestros, gracias compaeros,
colegas, gracias pacientes, que tanto nos han
enseado, gracias editorial Corinter por haber
credo en nosotros, por haber depositado su
confianza, y gracias a tantas personas que nos
han ayudado a ser buenos mdicos, y a nues-
tras familias, que han sacrificado muchas horas
de compaa para ver satisfechas nuestras ilu-
siones y metas. Parafraseando a Violeta Parra:
gracias a la vida que me ha dado tanto!
-
INFLAMACIN LOXONIN 15
n 1979, el doctor Vicente Garca Olivera, anestesilogo y alglogo, fund en el Hospital
General de Mxico de la Secretara de Salud la clnica del dolor, bajo el auspicio del
doctor Francisco Higuera Ballesteros, director del Hospital. El doctor Garca Olivera
contaba con nueve aos de edad cuando tuvo su primer contacto con el tratamiento del dolor.
El padecimiento de cncer de mama de una ta, quien durante seis meses estuvo en agona hasta
que finalmente muri, fue un recuerdo doloroso que lo acompa toda su vida y que le hizo
ver que a la paciente nadie le proporcion un tratamiento integral, nicamente le prescriban
sedalol, el cual no era eficaz.
Hacia 1936, convers sobre este tpico con distinguidos onclogos, como los doctores
Francisco Milln, Guillermo Montao y Horacio Zalce, quienes le recomendaron leer dife-
rentes revistas sobre la especialidad, lo que increment su inters. Ese mismo ao, el profesor
Ren Leriche visit la Ciudad de Mxico y estuvo en la vieja Escuela de Medicina. El maestro
Gustavo Baz present al estudiante Garca Olivera con el ilustre cirujano francs, platicaron y el
doctor Leriche le obsequi su obra La ciruga del dolor. Aos ms tarde, Garca Olivera, pasante
de medicina, fue designado jefe de Anestesiologa en la Clnica Londres, ah tuvo la oportuni-
dad de aplicar a los pacientes diferentes bloqueos teraputicos. Increment su acervo leyendo
a diversos autores franceses como Leriche, Fontaine, Luzuy, quienes eran colaboradores del
primero y trabajaban con l en la ciudad de Estrasburgo.
En 1979, inici el curso de posgrado para especialistas en algologa: clnica y terapia del
dolor. Una dcada despus, la Divisin de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina
de la UNAM otorg reconocimiento oficial a este curso. En 1992, por iniciativa del doctor Jess
Kumate Rodrguez, secretario de Salud, el Congreso de la Unin design a la clnica del dolor
como Centro Nacional de Estudios de Capacitacin en Terapia del Dolor.
El dolor atorment a los primeros pobladores de la Tierra y a travs de las diferentes civiliza-
ciones y culturas se ha interpretado como una alteracin personal errtica, fulgurante, imperativa,
sorda y, frecuentemente, se le ve con indiferencia o es inadvertido. El dolor crnico siempre ha
estado presente en la vida del hombre y en algunos casos ha servido de peldao para la vida espi-
ritual como ocurri con los mrtires del cristianismo, o bien, como motivo de sublimacin.
El inico de la clnica del dolor
Autor: Vicente Garca Olivera, fundador de la clnica del dolor en Mxico.
MX
ICO
E
-
DOLOR DORIXINA 17
ESTA
DO
S U
NID
OS
a medicina fisiolgica de regulacin (FMR) representa la inte-
gracin ms reciente de la medicina convencional y la medicina
homeoptica. La FMR aade a la homeopata clsica un nuevo
concepto teraputico, el de restaurar la fisiologa con molculas tales
como las hormonas, neuropptidos, interleucinas y factor de cre-
cimiento en preparacin homeoptica, en la misma concentracin
fisiolgica que en el medio biolgico. El mtodo incluye el ltimo cono-
cimiento acerca de la homeopata, homotoxicologa, el eje psico-neuro-
endocrino-inmunolgico (PNEI) y la nutricin. Por otro lado, se pueden
considerar cuatro niveles de dolor: el nivel fisiolgico, relacionado con
la preservacin de la vida; el nivel nociceptivo, en el que se presenta el
dolor de origen inflamatorio. Aqu la COX-2 es estimulada especialmen-
te por la interleucina IL 1, proinflamatoria, de modo que este tipo de dolor est modulado por los niveles de las interleucinas proinfla-
matorias vs. antiinflamatorias. El dolor neuroptico es el resultado del
dao, compresin o disfuncin de los nervios perifricos o del Sistema
Nervioso Central (SNC), es un trastorno a nivel de los neurotransmiso-
res del SNC. Las neuronas afectadas generan falsos mensajes que son
interpretados en el cerebro como dolor. Por su parte, el mixto est
vinculado con el dolor asociado al cncer y estn involucrados varios
factores simultneamente.
La FMR ofrece un novedoso mtodo que brinda excelentes
resultados, con formulaciones inyectables en los puntos de acupuntura
para el control del dolor relacionado con la inflamacin (nociceptivo)
as como el neuroptico y el mixto. Ojal que este sea el comienzo de
una nueva etapa para el control efectivo de uno de los ms desagrada-
bles sntomas que experimenta el hombre: el dolor.
En el desarrollo filogentico, la primera clula capaz de producir
neurotransmisores, neuropptidos y hormonas es el macrfago, adems
Dolor nociceptivo vs. neuroptico: medicina fisiolgica de regulacin (FMR)/Nuevo enfoque para su control
Autor: Luis A. Urgells-Lori, doctor en ciencias mdicas (PhD), posgrado en el Instituto de Neurologa, Neurociruga y Psiquiatra de la Academia de Sofa, Bulgaria y en el Instituto de Medicina Tradicional de Hanoi y Saign, Vietnam, profesor CPR y acupuntura. MDC, Miami, Florida, USA.
L Referencias bibliogrficas1. Trillo RC, et al. Dolor y Sistema Inmune Boletn del Dolor-ASPED, Per julio- diciembre, 2001. 2. Bastida DA. Neuroendocrino-inmunological connections. Rev Mex Patol Clin 2002; 49 (2): 85-91.
3. Urgells Lori LA. Dolor nociceptivo vs. neuroptico. La medicina fisiolgica de regulacin: una nueva alternativa. Material de Conferencias. US National Tour (Puerto Rico, Ecuador, Mxico). Enero-febrero, 2008.
4. Vane JR. Inhibition of prostaglandin synthesis as a mechanism of action for aspirin-like drugs. Nature New Biol 1971:231;232-235.
5. Lichtenberger LM, Vane JR, et al. Selectivity of non-steroidal anti-inflammatory drugs as inhibitor of constitutive and inducible cyclooxigenase. Pro Natl Acad Sci 1994: 90; 11693-11697.
6. Donnelly MT, Hawkey CJ. Review article: COX-II inhibitor-a new generation of safer NSAIDs? Aliment Pharmacol Ther, 1997:11; 227-236.
7. Urgells Lori LA, Cifuentes LF. Celebrex (celecoxib). Analgsico del milenio. J. de Clnica en Odontologa 2002; 17(2)105-109.
8. Samad TA, et al. Interleukin-1 beta-mediated induction of COX-2 in CNS contributes to inflammatory pain hypersensitivity. Nature 2001; 410: 471-475.
9. Bianchi I. Th1/Th2 balance diluted and potentized cytokines: the rol of physiological regulating medicine in inmunoregulation. Loyola University. Chicago, USA. Nov. 2007.
10. Kuritzky L, Samraj G. Current treatments in the management of diabetic peripheral neuropatic pain. Pain Medicine News 2007; nov. 5 (6):11-20.
11. Gupta K. Prevalence, diagnosis and management of fibromialgia. Medicine News 2007; nov. 5 (6):32-36.
12. Ventafrida V, et al. A validation study of the WHO method for cancer pain. Relief Cancer 1987; 59:851-856.
13. Ventafrida V. Continuing care: a major issue in cancer pain management. Pain 1989; 36:137-143.
14. Urgells Lori LA. La clnica del dolor en oncologa: un objetivo inmediato. Rev Cub Oncol 1989; 5 (1-2): 51-64.
15. Urgells Lori LA. Dolor y cncer. Rev Selecta Mdica. Bogot, Colombia, 1998; 9(3):25-26.
16. Russell KP. Three-step analgesic ladder for management of cancer pain. Medicine News, 2007; vov. 5 (6): 81-91.
17. Urgells Lori LA. Acupuntura en la sacrolumbalgia. Rev Hos Psq 1983; 24 (3): 429. 18. Melzack K, Wall P. Pain mechanism: a new theory. Science 1965; 150: 971-979. 19. Urgells Lori LA. Acupuntura para el manejo del dolor. Ed. AMOLCA,
Venezuela, 2002.20. Milani L. Homeomesotherapy for pain management in primary chronic
coxarthrosis with homeophatic injectable formulation PRM. Medical Journal of Homeophatic, Homotoxicology and Integrative Medicine 2006;1:9-18.
21. Milani L. Inflammation and physiological regulating medicine: new ideas and innovative medical products. Physiological regulating medicine. Medical Journal of Homeopathy, Homotoxicology and Integrative Medicine 2007; 1:19-27.
-
Revista Mexicana de Algologa18
de las citocinas. Por otro lado, las neuronas son
capaces de generar neurotransmisores, neuroppti-
dos, hormonas, citocinas y factores de crecimiento
y expresan receptores para los mismos.1
Existe, pues, una clara integracin anatmica y
funcional de estos sistemas, que en realidad cons-
tituyen un macrosistema. La psico-neuro-endo-
crino-inmunologa conforma un nuevo campo de
investigacin con desarrollo acelerado, que cada
vez gana ms inters entre grupos de investigacin
y mdicos debido a que se ha ido descubriendo un
nmero considerable de fenmenos moleculares
que sirven de base para explicar mltiples estados
fisiolgicos y patolgicos cuyos mecanismos
eran desconocidos.1, 2
Entonces, es compren-
sible la concepcin actual de que el SNC est
relacionado con los neurotransmisores, neu-
ropptidos, hormonas y obviamente citocinas,
lo cual da lugar al eje psico-neuro-endocrino-
inmunolgico (PNEI).
La FMR tiene un enfoque innovador y
combina las experiencias esenciales de la
medicina homeoptica y aloptica, pues inte-
gra elementos como la acupuntura, mesote-
rapia y la fisiologa moderna, con lo que se
obtiene un mejor efecto teraputico. Por eso
puede mejorar el resultado de la acupuntura
en el manejo del dolor cuando son utilizados
en combinacin.
Por otro lado, el dolor y el sufrimiento son
el anverso y el reverso de la misma moneda, es
una sensacin desagradable que experimenta
el hombre cuando presenta una lesin que
afecta a su organismo y al mismo tiempo es
el reflejo de factores individuales, psicofisio-
lgicos y medio ambientales. La duracin del
dolor es de gran importancia para evaluar sus
efectos psicofisiolgicos. As, el dolor agudo
tiene aparicin rpida y usualmente est
asociado con causas bien definidas. Pero si
el dolor se mantiene ms all de la evolucin
usual o esperada de una enfermedad aguda,
o una vez transcurrido un periodo razonable
para que se haya curado una lesin, entonces
el dolor se hace crnico. El dolor crnico,
por el contrario, provoca la destruccin fsica
y psicolgica del enfermo y casi siempre lo
acompaa hasta la muerte.
Podemos definir cuatro categoras de
dolor:3 fisiolgico, nociceptivo o relacionado
con la inflamacin, neuroptico y mixto.
Fisiolgico
En el nivel fisiolgico el dolor es agudo e
interviene para preservar la vida del hombre.
Mientras que la prdida de otro sentido (vista,
odo) puede compensarse, la insensibilidad al
dolor tanto en el hombre como en los anima-
les los expondra a peligros mortales.
Figura 1. Relacin de zona del dolor neuroptico diagonal nociceptivo
-
INFLAMACIN LOXONIN 19
Nociceptivo o relacionado
con la inflamacin
En el nivel nociceptivo se presenta el dolor de
origen perifrico, el cual puede ser somtico
o visceral y est vinculado con la inflamacin.
Una estrategia para el alivio del dolor es actuar
a nivel perifrico, es decir, a nivel de los noci-
ceptores con medicamentos capaces de inhibir
la sntesis de prostaglandinas proinflamatorias
y proalgsicas. Para este propsito, existen los
analgsicos antiinflamatorios no esteroideos
(AINE), frmacos de primera lnea para el
control del dolor asociado a la inflamacin de
intensidad leve o moderada.
La inflamacin es un proceso fisiolgico en
respuesta a una agresin tisular. La lesin celu-
lar provoca la liberacin de los fosfolpidos (FL)
de la membrana celular, que son transformados en
cido araquidnico (AA) por accin de la fosfolipasa
A2. El AA en presencia de la enzima ciclooxigenasa
(COX) genera prostaglandinas (PGs); stas, a su vez,
son responsables de la vasodilatacin, aumento
del flujo sanguneo, del exudado inflamatorio y de
la sensibilizacin de las terminaciones nerviosas
(nociceptores) (Figura 1), provocando la sensacin
de dolor y de otros signos presentes en la inflama-
cin como el calor, el rubor y la tumefaccin, que
conllevan a la limitacin funcional. Pero, por otro
lado, existen PGs citoprotectoras que participan en
la proteccin de la mucosa gastrointestinal, inhiben
la secrecin cida y aumentan la secrecin de moco
y de bicarbonato, mecanismos responsables de
mantener indemne la mucosa, adems de preservar
la tasa de filtracin glomerular.
Figura 2. Diagramacin de estmulos
-
DOLOR DORIXINA 21
En 1971, Vane da a conocer el mecanismo
de accin de los analgsicos antiinflamatorios
no esteroideos (AINE) a travs de la inhibicin
de la ciclooxigenasa (COX), cuyo sustrato es
el cido araquidnico (AA). Posteriormente,
descubri la existencia de dos isoformas de
la enzima COX (COX-1 y COX-2).4, 5
La mayora de las clulas en el organismo
contienen COX-1 (residente), que se expresa
en forma constitutiva. Por otra parte, los teji-
dos inflamados expresan la COX-2 (inducible)
en respuesta a la presencia de interleucinas
proinflamatorias. Estas observaciones llevaron
a proponer que los AINE inhibidores selectivos
de la COX-2 podrn tener actividad analgsica
antiinflamatoria con menos efectos secunda-
rios y menor interferencia con la COX-1, lo cual
se traduce en menor incidencia de lesiones
tpicas de los AINE en el tracto gastrointestinal,
los riones y la funcin plaquetaria, mientras
que la inhibicin de la COX-2 se expresa fre-
nando la produccin de PGs en los tejidos
inflamados, mediando as los efectos tera-
puticos deseados. Este fascinante concepto
fue el punto de partida para la bsqueda de
inhibidores COX-2 selectivos6, 7
(Figura 2).
La COX-2 es estimulada especialmente
por la interleucina IL 1, proinflamatoria, de modo que este tipo de dolor est modulado
por los niveles de las interleucinas proinfla-
matorias vs. antiinflamatorias.8, 9
Neuroptico
El dolor neuroptico es intenso, de origen cen-
tral, resultado del dao, compresin o disfun-
cin de los nervios perifricos (Figura 1) o del
SNC, es un trastorno a nivel de los neurotrans-
misores del SNC. Las neuronas afectadas gene-
ran falsos mensajes que son interpretados en
el cerebro como dolor. La irritacin neuronal
a nivel cortical se expresa por convulsiones,
sin embargo, dicha irritacin a nivel medular
o perifrico se traduce en dolor neuroptico.
Este tipo de dolor puede ser causado por:
Neuropata diabtica. Infeccin: herpes
zoster.
Lesin del SNC o compresin del nervio perif-
rico: ciatalgia, esclerosis mltiple
Dao quirrgico: dolor de miembro fantasma.
Aqu el tratamiento se ha ido inclinando por la
utilizacin de pregabalina, gabapentina, amitripti-
lina y otros nuevos medicamentos con la intencin
de modular el dolor, especialmente el asociado a la
neuropata diabtica y la fibromialgia.10, 11
En estos
casos se deben tener en cuenta los posibles efectos
secundarios en contrapartida del concepto de la
medicina fisiolgica de regulacin, en la que no
existe ese riesgo.
Por ltimo, la sensacin del dolor nocicepti-
vo es proporcional a la intensidad del estmulo,
mientras que en el dolor neuroptico, un estmulo
pequeo puede provocar un dolor de mayor
intensidad. Este tipo de dolor est modulado en
gran medida por los niveles del glutamato, el neu-
rotransmisor ms excitatorio, y las -endorfinas, con gran potencia analgsica.
Mixto
Aqu estn involucrados varios factores simult-
neamente; el mejor ejemplo es el dolor asociado al
cncer, que es permanente y difcil de controlar.
En su tratamiento se ha propuesto el uso de anal-
gsicos solos o combinados con opiceos,12-16
En
este caso, tambin puede ayudar la medicina fisio-
lgica de regulacin, toda vez que en sus formu-
laciones contiene -endorfina, potente analgsico que se encuentra en concentraciones fisiolgicas,
lo cual evita los efectos secundarios de otros pro-
cedimientos en estos pacientes.
Nuevas formulaciones
para el control del dolor
Con base en todos estos conocimientos cien-
tficos, el laboratorio GUNA ha elaborado diez
inyectables para el control del dolor, mismas que
han sido aprobadas por la FDA (Food and Drug
Administration) (Figura 3). La presentacin es
homeoptica y adiciona nuevos elementos como
las antiinterleucinas proinflamatorias IL 1, IL 1 y -endorfina en concentraciones similares a las que existen en los tejidos. De esas presentaciones,
nueve contienen -endorfina (GUNA-MUSCLE) y
-
Revista Mexicana de Algologa22
ocho contienen antiinterleucinas proinflamatorias
IL 1, IL 1 (GUNA-MUSCLE y GUNA-NEURAL), de modo que las preparaciones pueden modular
el dolor nociceptivo, neuroptico y el mixto sin
efectos desagradables. Esto, mediante el uso de los
puntos de la acupuntura, mtodo cuya efectividad
en el alivio del dolor es bien conocido y donde
intervienen diferentes mecanismos neurofisiol-
gicos.17-19
Finalmente, si se toman en cuenta en el trata-
miento del dolor las recomendaciones sobre los
puntos especficos de acupuntura y si se escoge
la formulacin indicada, entonces estamos ante
un procedimiento con excelentes resultados que
pone en juego diferentes mecanismos fisiolgicos
en la modulacin del dolor, tanto el relacionado
con la inflamacin (nociceptivo), como el neuro-
ptico y el mixto, fundamento de la medicina
fisiolgica de regulacin. La recomendacin
para el tratamiento es la inyeccin intra-
drmica o subcutnea de 0.4-0.5 ml en los
puntos de acupuntura del rea afectada y la
aplicacin de la tcnica de la homeosiniatra,
cuyas ventajas son las siguientes: no tienen
contraindicaciones, no hay reaccin local,
no existen efectos colaterales a corto y largo
plazo y no tienen interaccin con otros medi-
camentos, sin embargo, presentan ptima
interaccin con ciertos medicamentos GUNA,
por lo que pueden ser utilizados en combina-
cin.20-23
Esperamos que este artculo sirva no slo
para identificar el origen del dolor, sino para
poder controlarlo con un mtodo novedoso
que se halle dentro de los parmetros de la
medicina fisiolgica de regulacin.
Conclusiones
En este artculo se destaca la importancia
de diferenciar el dolor asociado a la inflama-
cin y el de tipo neuroptico para su mejor
control. De igual modo, se dan a conocer
diez productos inyectables novedosos para el
tratamiento del dolor en las diferentes locali-
zaciones, con presentaciones homeopticas,
incluidas las molculas que participan en
los procesos biolgicos del dolor en concen-
traciones fisiolgicas, como son las betaen-
dorfinas, antiinterleucinas proinflamatorias,
lo cual da seguridad en el tratamiento, sin
que existan contraindicaciones ni efectos
secundarios. Este nuevo enfoque es el de la
medicina fisiolgica de regulacin. Espero
que este sea el comienzo de una nueva etapa
en el control efectivo de unos de los ms
desagradables sntomas que experimenta el
hombre: el dolor.
Figura 3. GUNA ha elaborado diez inyectables aprobadas por la FDA
-
INFLAMACIN LOXONIN 23
os avances en anestesiologa y los grandes hallazgos en anatoma y fisiologa que rea-
lizaron Bell, Magendie, Mller, Weber, von Frey, Shiff y otros investigadores, sirvieron
para difundir la idea de que el dolor obedece a estmulos nerviosos especficos, lo que
es cierto parcialmente. En las dcadas de los sesenta y setenta del siglo XX diversos investigadores
(Martn, Perty Snyder, Simn y colaboradores, y Terenius) descubrieron en forma independien-
te sitios de unin o receptores estereoespecficos que son saturables por opiceos en el sistema
nervioso de los mamferos. En 1975, Hughes y Costerlitz aislaron en el encfalo dos polipptidos
con efectos semejantes a los de la morfina. Ese ao, Goldstein y colaboradores publicaron la
existencia de un polipptido con actividad opicea que se produce en la hipfisis bovina y que
contiene 311 residuos de aminocidos. Hughes y colaboradores denominaron a los pentappti-
dos: leucina-metionina-encefalina. Al polipptido de mayor cadena: beta-endorfina. Durante el
estrs o el shock el organismo humano genera polipptidos que se denominan endorfinas, las
cuales actan como analgsicos opiceos, lo que provoca parcialmente la insensibilidad al dolor.
La mente y las emociones pueden exagerar o disminuir as la percepcin del dolor y, por lo tanto,
de los sntomas.
Sin embargo, el dolor no debe entenderse nicamente como un problema que implica la trans-
misin de impulsos nerviosos, sino como una experiencia que afecta la personalidad del individuo y
da lugar a cambios profundos en el proceso cultural y biolgico que constituyen la vida.
No se puede olvidar que el hombre es una unidad biolgica, psicolgica y social; conse-
cuentemente, es producto del medio y las circunstancias. De ah que el dolor cuenta con una
significacin y representacin social en la que intervienen estos aspectos. As, el doctor S. Weir
Mitchell, famoso neurlogo norteamericano, afirm: hemos ganado, sospecho, una capacidad
intensificada para sufrir. El salvaje no sufre dolor como nosotros. Esta reflexin dio origen a
conductas errneas relacionadas con el dolor; se afirmaba que los indios eran insensibles a ste,
lo que origin represin, supresin y genocidio sobre estos seres, de modo que se excusaron
las crueldades que aparentemente se requeran para liberar al mundo de una amenaza siniestra
e insensible. J. Marin Simms, gineclogo y cirujano estadounidense, realiz cirugas mayores
experimentales en mujeres negras esclavas; las justificaba afirmando que las blancas no resistiran
el dolor. Comparaba a las esclavas con animales de experimentacin.
Dolor, cerebro y cultura
Autor: Gerardo Romero Salinas, editorialista de Enlace, revista de la unidad para la atencin de las organizaciones sociales, y especialista en temas histricos relacionados con el dolor.
L
MX
ICO
-
Revista Mexicana de Algologa24
Estimado mdico, cualquier duda, comentario o sugerencia sobre esta publicacin envela al correo electrnico: [email protected] Vistenos en Internet en los sitios: www.imbiomed.com y www.intramed.net
El dolor en el siglo XX se asoci a otros trmi-
nos que guardan estrecha relacin, pero que no
son iguales, como el de dao y sufrimiento. Este
ltimo se define como una respuesta emocional al
dolor; el sufrimiento corresponde a la dimensin
de lo psquico, mientras que el dolor se refiere a lo
somtico. El dolor como faceta de la enfermedad es
matizado por la personalidad del paciente y en su
apreciacin influyen otros factores: cmo se relat
la enfermedad, quin lo escuch y cmo se escribi,
pues suele ocurrir que el relato sea exagerado, dis-
minuido, oculto, deformado e incluso inventado. En
este sentido, Sigmund Freud (1856-1939) descu-
bri la transformacin de traumatismos psquicos
en sntomas somticos. Al dolor le son inherentes
tres caractersticas: es til, necesario y protector,
por ejemplo, cuando retiramos la mano de la llama
que nos quema; y es intil o innecesario, cuando no
desaparece despus de eliminar la causa. En 1990,
el doctor John Bonica denomin dolor maligno a
esta patologa. Ambos tipos de dolor pueden aso-
ciarse al sufrimiento.
El dolor crnico es un sntoma somtico y un
mecanismo de defensa frente a diversos conflictos;
una forma de manifestacin asociada al fracaso o
a las necesidades, al afecto o a una conducta resig-
nada frente a la falta de defensa, una reaccin ante
la monotona. El dolor crnico requiere de especial
cuidado, dado que no slo limita fsicamente al
paciente, sino que lo lleva a la frustracin y la con-
fusin.
La investigacin biomdica increment el cono-
cimiento de la anatoma, fisiologa y farmacologa
del dolor. Aunque algunos consideran por qu el
dolor crnico alcanza grandes proporciones, las
opiniones entre los investigadores estn divididas,
unos piensan que el dolor no existe, nicamente
sus manifestaciones, mientras que para otros, el
dolor crnico deriva de enfermedades del mismo
tipo. Son los padecimientos crnicos los que pro-
ducen dolor y alteraciones psquicas, los enfermos
manifiestan depresin, angustia, astenia, adi-
namia e insomnio. Los habitantes del mundo
moderno piensan que el dolor es sencillo y
exclusivamente un problema mdico. Cuando
pensamos o sentimos dolor, lo relacionamos
con mdicos, drogas, ungentos, ciruga, hos-
pitales, laboratorios, recetarios. De ah surge
la necesidad de elaborar un nuevo concepto
del dolor que permita escuchar las voces que
algunas autoridades han dejado inaudibles.
Esta percepcin no debe perpetuar los errores
del pasado o inmediatos, ni suprimir lo que la
investigacin biomdica nos ha enseado. Lo
que se requiere es que interacten disciplinas
que han permanecido aisladas.
Es evidente que las voces de este dilo-
go pertenecen a los mdicos, enfermeras,
investigadores clnicos, pacientes y todas las
personas vinculadas con el dolor, incluido el
que lo padece. El dolor que provoca el mdi-
co al paciente durante la exploracin u otras
maniobras, el segundo lo interpreta como un
dolor necesario cuyo fin es la recuperacin de
la salud. Los pacientes que se han sometido a
intervenciones quirrgicas presentan malestar
y dolor, a los que resisten estoicamente. Dado
que no hay otra forma de resolver el problema
de salud, lo consideran necesario.
Los escritores con frecuencia se han intere-
sado en rescatar las experiencias relacionadas
con el dolor, desgraciadamente las personas que
luchan contra l con frecuencia son incapaces de
transmitirlo: el relato difiere significativamente
de la realidad y pone de manifiesto sus limita-
ciones. Estas expresiones indican que el dolor
no es producto de la anatoma y la fisiologa,
sino el resultado de la interaccin entre cuerpos,
mentes y culturas. El dolor en ocasiones trans-
curre a travs del tiempo en silencio, es comn
que se ignore el tratamiento y comnmente se
ve con indiferencia.