5 la liturgia de la eucaristía (consagración)

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Relato de la institución, Consagración Y demás partes

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Relato de la institución,Consagración

Ydemás partes

•Preparación y oración sobre las ofrendas•Plegaria Eucarística

* Acción de gracias (Prefacio)* Aclamación (Santo)* Epíclesis

* * Relato de la institución y consagraciónRelato de la institución y consagración

* * AnámnesisAnámnesis

* * OblaciónOblación

* * IntercesionesIntercesiones

* * DoxologíaDoxología

Plegaria Eucarísti

ca

El relato se pronuncia dirigiéndose a Dios Padre, en diálogo con Él. Se le narra, no para enterarle, sino para hacérselo presente, en esta nueva presencia del aquí y ahora. Porque estas palabras son unas palabras sacramentales, palabras vivas y vivificantes por el Espíritu, que actualizan la cena del Señor, que es la ofrenda de su sacrificio, memorial de su muerte y resurrección. Palabras que realizan eficazmente lo que significan.La Consagración es el momento en que Cristo mismo, a través del sacerdote, pronuncia las mismas palabras que en la última cena, de modo que se realiza lo mismo que sucedió entonces. Se produce la transubstanciación.

La consagraciónSan Juan Crisóstomo declara que:«No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas (De proditione Iudae homilia 1, 6).

1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos" (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 73, a. 3). En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Concilio de Trento: DS 1651). «Esta presencia se denomina "real", no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen "reales", sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente» (MF 39).

La consagración1377 La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo (cf Concilio de Trento: DS 1641).

• A partir de ese momento y hasta que se reserva en el sagrario, la genuflexión se hace cuando se pasa ante el altar.

• El centro de la celebración es Jesucristo presente: todo se ordena a su cuidado, culto de adoración y distribución.

• En el momento de la consagración, arrodillados, se adora y se puede decir interiormente alguna jaculatoria.

• Debe evitarse cualquier otra cosa que distraiga la atención (seguir pasando el cestillo de la colecta, preparar cantos, entrar o salir de la iglesia u otras acciones, aunque sean de la liturgia).

• Si se acompaña con música, debe ser de manera que no distraiga la atención, sino que ayude a la contemplación.

• A la consagración sigue la aclamación: “Éste es el Sacramento de nuestra fe”, u otras fórmulas, que expresan la certeza de que Cristo se ha hecho presente y se actualiza su muerte y resurrección: es la Anámnesis o memorial.

1363 El memorial no es solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los hombres (cf Ex 13,3). En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales. De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto: cada vez que es celebrada la pascua, los acontecimientos del Éxodo se hacen presentes a la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos.1364 Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual (cf Hb 7,25-27).

1364 Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual (cf Hb 7,25-27).

•Plegaria III.•Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, …

La Iglesia, especialmente reunida aquí y ahora, ofrece en este memorial al Padre en el Espíritu Santo la víctima inmaculada. La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la víctima inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos, y que de día en día perfeccionen, con la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios lo sea todo en todos.

•Plegaria III.•mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo. Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de tu Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

En las intercesiones, la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión con los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la diócesis, su presbiterio y sus diáconos y todos los obispos del mundo entero con sus Iglesias.

Plegaria IIIQue él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

Te pedimos, Padre, que esta víctima de reconciliación traiga la

paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.

Plegaria IIIAtiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

Expresa la glorificación de Dios, y se concluye y confirma con la aclamación del pueblo: Amén.

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la

unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

Amén.

•La doxología se puede cantar o recitar, pero siempre debe ser con un tono de alegría, gozo, exaltación.•La hace el sacerdote (y concelebrantes) no el pueblo.•Responde el pueblo con el “amén”, uniéndose a la doxología pero también a toda la plegaria eucarística. La respuesta del pueblo debe ser acorde con lo que se dice, por lo cual se debe responder también con el canto o con una verdadera aclamación, con fuerza, todos a una.