5. Érase una vez una urraca que había construido su nido en la rama de una gran encina. Allí...
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Érase una vez una urraca que había construido su nido en la
rama de una gran encina. Allí vivía feliz con sus urraquitas, hasta que...
...una zorra hambrienta, que pasaba por el lugar, al ver el nido lleno de polluelos, decidió tratar de engañarla y comérselos a
todos.
¡si no me das una de tus crías tiraré el árbol con mi cola!
Ante las amenazas de la zorra, de que cortaría el tronco con su cola, la pobre urraca, para salvar al resto de sus crías, le
echó una urraquita.
A la mañana siguiente volvió la zorra, con la misma estrategia que tan buenos resultados le había dado, y la pobre de la urraca le
volvió a echar otra de sus hijas.
Y así fue sucediendo todas las mañanas; pues la zorra con la amenaza de tirar con su cola la encina conseguía comida
fácilmente, mientras la pobre de la urraca se quedaba sin sus hijos.
Cuando ya sólo le quedaba una urraquita en el nido, pasó el alcaraván
que, al ver a la urraca llorando, le preguntó que le pasaba. Ella se lo contó todo. Entonces le dijo que
había sido una tonta pues las zorras no pueden cortar los árboles con su
cola, que la había engañado.
Cuando la zorra llegó, como hacía por costumbre cada mañana para conseguir su comida, la urraca le dijo que se fuera pues -tal como le dijo el alcaraván- las zorras no
podían cortar los troncos con su cola. Entonces la zorra, al verse descubierta, le preguntó:- ¿Quién te ha dicho eso?, y ella le respondió:-Ha sido mi primo, el alcaraván. Sin decir nada más decidió salir a buscarlo, para vengarse de él. Lo estuvo buscando
por todas partes hasta que por fin lo encontró.
El alcaraván estaba durmiendo tranquilamente, la zorra se le acercó y le puso la pata encima -para no dejarlo escapar- y le dijo si le dejaba dormir a su lado, pero
cuando llevaban un rato decidió comérselo sin esperar más.
La zorra le dijo que se lo
comería allí mismo y, se lo tragaría entero
de un sólo bocado. El
alcaraván le pidió un último
deseo, antes de morir.
Te voy a comer de un sólo bocado por decírselo a la urraca
Tal como le había pedido el alcaraván, en su último deseo, la zorra fue inmediatamente a decírselo a la urraca.
La zorra decía: “ ¡alcaraván comí!” y él, desde la barriga, le indicaba que gritara más fuerte, que si no la urraca no se
enteraría de lo que decía.
Tanto gritó la zorra diciendo: ¡alcaraván comí!, que, al abrir mucho la boca, el alcaraván consiguió escapar y mientras volaba decía: “¡ a otro tonto que no a
mí!”