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En Sobre la historia (Barcelona, Edi- torial Crítica, 2004), Hobsbawm indaga tres formas de comprender la noción de tiempo: una, que parte del presente y va hacia el pasado; otra, que desde el presente, apunta al futuro; y la última, que propone la interacción entre pasa- do-presente-futuro. Asimismo, presen- ta las diferentes maneras de relacionar las nociones de historia y tiempo: la historia solo como pasado, la historia como relación pasado-presente y la historia en la dinámica pasado-presen- te-futuro. Afirma que siempre ha estado incluida en la concepción de la historia como disciplina alguna concepción de tiempo, aunque esta no haya tenido un tratamiento metodológico explícito entre las categorías básicas de la histo- ria. Hobsbawm reconoce la importan- cia de la reflexión sobre la problemáti- ca del tiempo histórico por la perti- nencia que tiene para el conocimiento y estudio de la historia. Concluye, por lo tanto, que tiempo histórico o tem- poralidad constituye una herramienta necesaria para comprender la relación dialéctica entre el pasado, el presente y el futuro, porque no es posible el conocimiento histórico fuera de los marcos de estas relaciones tempora- les. Esto supone un trabajo del histo- riador desde el presente y en interac- ción con el pasado, pero sabiendo que ni el pasado está definitivamente acabado ni el presente es absoluto y, en ese juego de construcción y de reconstrucción, se transita por el deve- nir histórico y se avanza hacia la cons- trucción de la sociedad futura. Porque de eso se trata, justamente, el estudio de la historia: el conocimiento históri- co abarca la totalidad de los aspectos de la vida social, mostrando su com- plejidad, dentro de un marco espacio- temporal que, en estrecha relación dialéctica, define la relación entre pasado-presente-futuro. El conoci- miento está, por lo tanto, siempre en construcción. Hobsbawm analiza el “sentido del pasado” en el capítulo 2. Intentará allí dar una idea general de las relaciones entre el pasado, el presente y el futuro, relación que constituye el verdadero objeto de estudio del historiador. (Hobs- bawm, 2004: 23-37). Por pasado entiende el período que precede a los acontecimientos que han quedado directamente registrados en la memoria Historia 117 Pensando desde Eric Hobsbawm “el tiempo histórico” y su pertinencia para el estudio del conocimiento histórico 1 Sandra Sauro Dra. en Historia, UBA. Docente e investigadora, Depto. de Historia e Inst. de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, FFyL, UBA 1. Este artículo se basa en la Tesis doctoral (inédi- ta) “Concepciones y usos del tiempo en la histo- riografía. El caso de la historia de la ciencia”. Como ex becaria de doctorado (2001-2005), agradezco a la Universidad de Buenos Aires, a la Facultad de Filosofía y Letras, al Departamento de Historia y al Instituto E. Ravignani y a su Director José Carlos Chiaramonte; muy especialmente a mi director de Tesis, Marcelo Levinas, Consejeros de Estudio José Emilio Burucúa y Alberto Onna, Marcelo Monse- rrat (ex director de doctorado).

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En Sobre la historia (Barcelona, Edi-torial Crítica, 2004), Hobsbawm indagatres formas de comprender la nociónde tiempo: una, que parte del presentey va hacia el pasado; otra, que desde elpresente, apunta al futuro; y la última,que propone la interacción entre pasa-do-presente-futuro. Asimismo, presen-ta las diferentes maneras de relacionarlas nociones de historia y tiempo: lahistoria solo como pasado, la historiacomo relación pasado-presente y lahistoria en la dinámica pasado-presen-te-futuro. Afirma que siempre ha estadoincluida en la concepción de la historiacomo disciplina alguna concepción detiempo, aunque esta no haya tenidoun tratamiento metodológico explícitoentre las categorías básicas de la histo-ria. Hobsbawm reconoce la importan-cia de la reflexión sobre la problemáti-ca del tiempo histórico por la perti-nencia que tiene para el conocimientoy estudio de la historia. Concluye, porlo tanto, que tiempo histórico o tem-poralidad constituye una herramientanecesaria para comprender la relacióndialéctica entre el pasado, el presentey el futuro, porque no es posible elconocimiento histórico fuera de los

marcos de estas relaciones tempora-les. Esto supone un trabajo del histo-riador desde el presente y en interac-ción con el pasado, pero sabiendoque ni el pasado está definitivamenteacabado ni el presente es absoluto y,en ese juego de construcción y dereconstrucción, se transita por el deve-nir histórico y se avanza hacia la cons-trucción de la sociedad futura. Porquede eso se trata, justamente, el estudiode la historia: el conocimiento históri-co abarca la totalidad de los aspectosde la vida social, mostrando su com-plejidad, dentro de un marco espacio-temporal que, en estrecha relacióndialéctica, define la relación entrepasado-presente-futuro. El conoci-miento está, por lo tanto, siempre enconstrucción.

Hobsbawm analiza el “sentido delpasado” en el capítulo 2. Intentará allídar una idea general de las relacionesentre el pasado, el presente y el futuro,relación que constituye el verdaderoobjeto de estudio del historiador. (Hobs-bawm, 2004: 23-37). Por pasadoentiende el período que precede a losacontecimientos que han quedadodirectamente registrados en la memoria

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Pensando desde Eric Hobsbawm “el tiempohistórico” y su pertinencia para el estudio delconocimiento histórico1

Sandra Sauro

Dra. en Historia, UBA. Docente e investigadora, Depto.de Historia e Inst. de Historia Argentina y Americana“Dr. Emilio Ravignani”, FFyL, UBA

1. Este artículo se basa en la Tesis doctoral (inédi-

ta) “Concepciones y usos del tiempo en la histo-

riografía. El caso de la historia de la ciencia”. Como

ex becaria de doctorado (2001-2005), agradezco a

la Universidad de Buenos Aires, a la Facultad de

Filosofía y Letras, al Departamento de Historia y al

Instituto E. Ravignani y a su Director José Carlos

Chiaramonte; muy especialmente a mi director de

Tesis, Marcelo Levinas, Consejeros de Estudio José

Emilio Burucúa y Alberto Onna, Marcelo Monse-

rrat (ex director de doctorado).

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de cualquier individuo. Pero tambiénexiste una conciencia del pasado, entodos los seres humanos y en todas lassociedades, y tal conciencia es produc-to de compartir la vida con personasque nos superan en edad. En este senti-do, Hobsbawm está suponiendo unacontinuidad generacional y una trans-misión de la memoria colectiva queconserva y transmite su propio pasado.Porque individual o colectivamente, seasume una posición respecto del pro-pio pasado; el pasado es una dimen-sión permanente de la concienciahumana, un componente obligado delas instituciones, valores y demás ele-mentos constitutivos de la sociedadhumana. A los historiadores se les plan-tea el problema de cómo analizar lanaturaleza de este “sentido del pasado”en la sociedad y cómo descubrir loscambios y transformaciones.

El pasado puede ser valorado posi-tiva o negativamente. En general, en lahistoria nos encontramos con socieda-des para las cuales el pasado es básica-mente un modelo para el presente:cada generación copia y reproduce ala que la precedió con la máxima fide-lidad posible y se considera fracasadasi no alcanza su objetivo. Por supuesto,un predominio absoluto del pasadoimplicaría la exclusión de cambios einnovaciones, aunque es poco proba-ble, subraya Hobsbawm, que existauna sociedad humana que no reco-nozca la presencia de alguna innova-ción. De hecho, dice, lo que oficial-mente se denomina pasado consisteen una selección de recuerdos o viven-cias, y tal selección resulta de la cons-trucción social de ese pasado.

Por lo general, la creencia de que elpresente debe reproducir el pasado setraduce en un proceso de cambio his-tórico de ritmo bastante lento. Mien-tras sea posible asimilar el cambio–demográfico, tecnológico o de cual-quier otro tipo– de una forma gradual,incrementándolo poco a poco, por así

decirlo, el pasado social oficialmenteaceptado estará capacitado para asimi-larlo bajo la forma de una historia con-vertida en mito y quizás también enritual, bien sea mediante una modifica-ción tácita del sistema de creencias,bien “ampliando el marco ideológico”.El predominio del pasado no equivalenecesariamente a una imagen deinmovilidad social. Es compatible conperíodos de cambio histórico de carác-ter cíclico, y, por supuesto, con el retro-ceso y con la catástrofe (o lo que es lomismo, con el fracaso del intento dereproducir el pasado). Con lo queresulta incompatible es con la idea deun progreso ininterrumpido.

Pero también, el cambio social pue-de concebirse como aceleración otransformación de la sociedad. En estecaso, el pasado debe dejar de ser elpatrón sobre el que se traza el presen-te para pasar a ser –como máximo– unmodelo de referencia. Esto significaque ha tenido lugar una transforma-ción radical en sentido del propiopasado, que se convierte –y debe con-vertirse– en una máscara de la innova-ción, puesto que su misión ya no con-siste en expresar la repetición de loacaecido con anterioridad, sino enmostrar determinadas acciones que,por definición, son diferentes de lasque se produjeron en otra época. Pue-de decirse, entonces, que resalta ladiferencia por sobre la semejanza.

Pero la intención de recuperar elpasado podrá mantenerse en algunoscasos, sobre todo en aquellas proyec-ciones que denoten ciertos rasgos con-servadores. Un rescate de antiguasleyes, viejas moralidades o religionesde otras épocas pueden ser algunos deestos casos, por lo que los llamamien-tos a la recuperación de algún hechodel pasado siempre tienen la intenciónde obtener resultados tangibles.

Sin embargo, lo más probable esque, tarde o temprano, se llegue a unpunto en el que el pasado no solo ya

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no pueda reproducirse de un modoliteral, sino ni siquiera reconstruirse deuna forma parcial. Una vez alcanzadoeste punto, el pasado se convierte enalgo tan alejado de la realidad tangi-ble, e incluso de la recordada, que esposible que al final quede reducido aun mero lenguaje para definir en tér-minos históricos ciertas aspiracionesque existen en el mundo actual y queno necesariamente son conservadoras.

Hobsbawm se pregunta: ¿Qué clasede innovaciones actúan de este modoy bajo qué condiciones? El problemadel rechazo sistemático del pasado solosurge cuando se admite que la innova-ción es sinónimo de “progreso”. Estoplantea dos cuestiones distintas: cómose llega a reconocer y legitimar la inno-vación, y qué forma asume la situaciónderivada de ella. Es decir, cómo se for-mula un modelo de sociedad cuandoel pasado ya no puede proporcionarlo.En otros términos: cómo aparece en laconciencia la nueva experiencia pro-ducto de la transformación, y cómo seproyecta un futuro basado en un nuevomodelo social que contemple y se apo-ye en estos cambios.

En este punto, Hobsbawm muestracierta convicción respecto del rol quesigue cumpliendo el pasado en la trans-formación presente y en la proyecciónfutura. Porque sostiene que aunque seacepte la innovación y el progreso,“paradójicamente el pasado sigue sien-do la herramienta analítica más útil paraenfrentar el cambio constante, aunquede una forma totalmente nueva” (2004:31). El pasado se transforma en el des-cubrimiento de la historia como un pro-ceso de cambio direccional, de desarro-llo o de evolución. De esta forma, elcambio se convierte en su propia legiti-mación, si bien estrechamente vincula-do a un “sentido del pasado” totalmentedistinto. Así, lo que legitima y explica elpresente ya no es el pasado concebidocomo conjunto de puntos de referencia–o incluso como el período de tiempo

en que algo aconteció– sino el pasadoconsiderado como proceso de conver-sión en el presente.

Hobsbawm intenta respondersequé ocurre cuando es necesario cons-truir un futuro que no se parezca ennada al pasado. Tratar de hacerlo sintomar ningún ejemplo del pasadoparece difícil, aunque de hecho sesepa que las soluciones que se dieronen el pasado no puedan practicarse enel presente. De este modo, plantea elproblema de la predicción, y afirmaque el historicismo ha sido su formamás común en tanto se han dado, através de él, extrapolaciones más omenos complejas de las tendenciasdel pasado al futuro. Es decir, estudian-do el pasado se buscan pistas paraconocer el futuro. Por eso, existe una

necesidad mayor de recurrir a la histo-ria cuando se vislumbra alguna inno-vación. Destaca así la existencia de unconflicto entre el modo historicista deanalizar cómo se desarrollará el futuro,que da por supuesto el hecho de lacontinuidad de los cambios, y el queha sido universal en el análisis de losmodelos sociales representado en laestabilidad. Cambio por un lado, esta-bilidad por el otro. La utopía, por ejem-plo, es un estado estacionario quetiende a reproducirse a sí mismo ydenota ahistoricismo. Cualquier otrode los modelos que describen socie-dades ideales también muestran unmarco de relativa estabilidad y previsi-bilidad. De hecho, en teoría, nada

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En general, en la historia nos encontramos

con sociedades para las cuales el pasado es

básicamente un modelo para el presente (...).

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impide definir los sistemas sociales entérminos de un cambio continuo, peroen la práctica, no parece haber dema-siada necesidad de que así sea, quizásporque “cuando las relaciones socialesson inestables e imprevisibles en exce-so resultan especialmente desconcer-tantes”. (Hobsbawm, 2004: 33)

Otro de los temas que Hosbabawmanaliza es el del uso social del pasado,y menciona dos problemas concretosasociados con él: la concepción gene-alógica y el uso de la cronología. Elsentido del pasado como continuo deexperiencia de carácter colectivo(genealogía) sigue siendo asombrosa-mente importante, incluso para losmás partidarios de la innovación y dela creencia de que la novedad equivalea mejora. Aun los marxistas más pro-gresistas buscan en el pasado lassublevaciones y luchas sociales quellevan a crear una tradición y una sen-sación de continuidad: “La atracciónque ejerce el pasado concebido comocontinuidad y tradición, como ‘nues-tros antepasados’, es muy fuerte”(Hobsbawm, 2004: 34).

El problema de la cronología intro-duce el problema de que toda socie-dad conserva una experiencia acercadel transcurrir del tiempo –vividocomo tiempo social– y de cómo sesucedieron los acontecimientos en él.Desde el momento en que la historiaes un proceso de cambio direccional,la cronología es fundamental para elsignificado histórico del pasado vigen-te en nuestros días. De este modo,Hobsbawm le asigna a la cronología ellugar de un instrumento que permiteordenar la secuencia de los aconteci-mientos para pensar el pasado social,pero, en el fondo, sabe que ese orde-namiento responde a una construc-ción social sobre la que el historiadoroperará, tomándola o revisándola.

¿Qué puede decirnos la historiasobre la sociedad contemporánea? esotra de las preguntas que Hobsbawm

se plantea en el capítulo 3 (Hobsbawm,2004). Asociado a este interroganteaparece el problema del tiempo pre-sente y de la necesidad de buscar expli-caciones en el pasado, dado que la rela-ción con el pasado desde nuestro pre-sente y hacia nuestro futuro nos hacesentirnos partícipes del continuum denuestras vidas con la vida de la humani-dad, comparar el pasado con el pre-sente, y aprender de la experiencia.

Por lo tanto, si como se ha dicho,durante la mayor parte de la historiade la humanidad el pasado fue unreferente, un modelo del presente ydel futuro, la historia se convierte en laley por la que se rige el presente. Por-que la vuelta al pasado es la vuelta aalgo más cercano o totalmente remo-to, pero cuyo conocimiento resultainsoslayable.

Ahora bien, en la concepción deHobsbawm salta a la vista que el pre-sente no es, ni podría ser nunca, unsimple calco del pasado; como tampo-co es posible reducir los diferentesaspectos de su funcionamiento a unamera imitación de los modelos deotras épocas. Sin embargo, en lo querespecta a una gran parte del mundo yde las vivencias humanas, el pasadosigue conservando la misma autoridadde siempre y, por tanto, la historia o laexperiencia continúa funcionando delmismo modo que lo hacía en tiempode nuestros antepasados.

La historia, aun cuando consiguegeneralizar, nunca deja de saber quepesan más las diferencias. Lo primeroque cuida un historiador es el anacro-nismo y la aparente semejanza entre elpasado y el presente. Lo que la historiasí puede hacer es “mostrarnos las pau-tas y mecanismos del cambio históricoen general, y más concretamente losrelativos a las transformaciones sufri-das por las sociedades humanasdurante los últimos siglos (...) Esto, másque cualquier otra predicción o espe-ranza, es lo que tiene una relación más

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directa con la sociedad contemporá-nea y con su porvenir”. (Hobsbawm,2004: 45)

El vínculo historia-futuro es tratadoen el capítulo 4 (Hobsbawm, 2004: 52-69). Hobsbawm plantea que investigarla dirección de la evolución de la socie-dad significa, en alguna medida, investi-gar sobre el futuro. Y si bien es dificulto-so, también es necesario hacerlo. Todapredicción se apoya en alguna clase deinferencia sobre el futuro a partir de loque ha sucedido en el pasado y en lahistoria. Esta no puede escapar al futuroporque no hay una línea que separepasado y futuro. Entre ambos, existe elpresente, punto teórico que se mueveconstantemente. Pasado, presente yfuturo forman un continuo.

Todos los seres y sociedades tienensus raíces en el pasado, sea la familia,la comunidad, la nación, o la memoriapersonal. Y todos valoran ese pasado,positiva o negativamente. Más aún, lamayor parte de la acción conciente delos seres humanos, que se basa en elaprendizaje, la memoria y la experien-cia, constituye un inmenso mecanismoque sirve para afrontar constantemen-te el pasado, el presente y el futuro.Intentar prever el futuro interpretandoel pasado es un requerimiento de losprocesos corrientes de la vida humanaconciente, personal y grupal. El basa-mento de la intención de predicciónestá en que se reconoce una estrechavinculación entre el futuro y el pasado,–Hobsbawm dice “relacionado de for-ma sistemática”– porque existe unaconcatenación no arbitraria de circuns-tancias y acontecimientos. Existe puescierta posibilidad de predicción, peroesto no significa que se puedan hacerpronósticos acertados. La imposibili-dad de predecir se basa en las partesdel futuro al que se le reconoce altaincertidumbre. La posición de Hobs-bawm es explícita al respecto: el futurono está determinado, siempre hayotras opciones posibles y habrá que

evaluar el grado de probabilidad de laspredicciones en cada caso. (Hobs-bawm, 2004: 54-55)

La predicción histórica, afirmaHobsbawm, se caracteriza porque seaplica al mundo real, realidad queconstituye un conjunto complejo ycambiante, del que se intenta darcuenta analizando la estructura de esemundo y las texturas de sus cambios.La segunda característica de la predic-ción histórica es que no tiene valor deconfirmación. La predicción puede serdeseable o no para probar, pero surgeautomáticamente al hacer declaracio-nes sobre el continuo pasado, presen-te, futuro. El futuro forma parte delconocimiento del presente y del pasa-do. Los historiadores preveen de for-ma retrospectiva. Si el presente delhistoriador es siempre el futuro delpasado que estudia, los métodos idea-dos para analizar causas, consecuen-cias y opciones históricas no son sinouna visión retrospectiva de las predic-ciones. Las predicciones de los histo-riadores, aunque sean retrospectivas,se apoyan principalmente en la com-pleja realidad de la vida humana, reali-dad que lo abarca todo, así como a lasotras cosas que nunca son iguales, yque, de hecho, nunca son “otras cosas”,sino el sistema de relaciones del quenunca es posible extraer del todo afir-maciones relativas a la vida humanaen sociedad. Además, toda disciplinahistórica que merezca llamarse así tra-ta de descubrir precisamente las pau-tas de interacción en la sociedad, losmecanismos y tendencias de cambioy transformación, y las direcciones delas transformación en la sociedad queson lo único que proporciona un mar-co apropiado para predecir.

Para Hobsbawm, dado que la pre-dicción retrospectiva entraña ciertaposibilidad de lo que podría haberpasado, puede considerarse a la pre-dicción en historia como una forma dehistoria contrafáctica, entendiendo por

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Eric Hobsbawm en 1930 con su madre y hermanos.

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tal, la historia que podía haber ocurri-do pero que no sucedió. La predicción,retrospectiva o no, consiste en evaluarprobabilidades.

Sin embargo, y a pesar de la analogíaposible entre predicción retrospectiva ypredicción futura, es menos potente lainvestigación del historiador cuando seenfrenta con el futuro. Porque, efectiva-mente, sería más incierta la realidadque está estudiando. De todos modos,piensa Hobsbawm, los historiadores noestamos dispuestos a afirmar una falsaprecisión tratando de imitar a las cien-cias naturales, que son más prestigiosaspor poder hacerlo, porque los historia-dores tenemos un conocimiento sinparalelo de las variedades de la expe-riencia social humana, y en este temadel campo de los estudios humanosdebemos pensar los cambios, las inte-racciones y las transformaciones históri-cas. Únicamente la historia proporcionaorientación y quien afronte el futuro sinella no es solo ciego, sino peligroso.Afrontar el futuro de modo ahistóricopone a la humanidad en peligro por-que resulta indispensable el papel quela historia, o mejor dicho, la racionalidadhistórica debe jugar al evaluar el futuroy las medidas que la humanidad debetomar para afrontarlo.

Lo que sí pueden los historiadoresaportar a la investigación del futuro

tiene que ver con la determinación dela propia naturaleza del hombre, con eldescubrir qué pueden y qué no pue-den hacer en la construcción de esefuturo, la determinación de los marcos,de los límites, de las potencialidades yconsecuencias de las acciones huma-nas que ponga en juego la distinciónentre lo previsible y lo imprevisible, lodeseable y lo esperable, lo conocido ylo utópico. Es posible que se escuchemás a los historiadores si estos dedicanmás tiempo a evaluar y mejorar sucapacidad de pregonar sobre el futuro.Porque a pesar de todo, aun tienenalgo que pregonar.

Para cerrar, a lo largo de los capítu-los analizados Hobsbawm planteamúltiples ideas y reflexiona sobrevarios problemas cuya síntesis estaríacomprendida en los siguientes tópi-cos: la conciencia social de la tempo-ralidad; la necesidad de encontrarleun sentido al pasado, el pasado comovalor para el presente y como ele-mento constitutivo de la realidadsocial; la valoración del pasado desdeel presente puede ser positiva –cuan-do intenta copiarlo, repetirlo o conti-nuarlo– o negativa –cuando intentagenerar transformaciones o innova-ciones que representen fuertementeuna proyección hacia el futuro–; ladinámica dialéctica entre pasado-pre-sente-futuro como parte de la con-cepción de temporalidad y esta comoelemento básico de la sociedadhumana; la conciencia social del tiem-po como el verdadero objeto del his-toriador que debe dar cuenta de loscambios y de las transformaciones, ysolo puede hacerlo si asume unamirada global sobre el tiempo; predic-ción, retrospectiva y proyectiva; con-trafácticos; probabilidades; pronósticode tendencia de cambios y de trans-formaciones y no de acontecimientos;cronología y genealogía; el rol socialdel historiador en la construcción dela sociedad presente y futura.

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Pensando desde Eric Hobsbawm “el tiempo histórico”...

Algunos de los libros escritos por Eric Hobsbawm.

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