4ª Visita de S.S. Juan Pablo II a México · 2020-04-28 · pág. 2 Bol-201 Su Santidad, Juan...

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San Juan de los Lagos, Jal. Abril de 1999 Nº 201 BOLETIN BOLETIN BOLETIN BOLETIN BOLETIN de de de de de BOLETIN BOLETIN BOLETIN BOLETIN BOLETIN de de de de de PASTORAL PASTORAL PASTORAL PASTORAL PASTORAL PASTORAL PASTORAL PASTORAL PASTORAL PASTORAL Revista Diocesana Mensual 4ª Visita de S.S. Juan Pablo II a México (Puerta de América) Enero 22-26. 1999

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San Juan de los Lagos, Jal. Abril de 1999 Nº 201

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4ª Visita de S.S. Juan Pablo II a México (Puerta de América)

Enero 22-26. 1999

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A) 4ª VISITA DE S.S. JUAN PABLO II A MÉXICO:

Programa de la Visita del Papa a México. ............................................................................. 11.- Palabras del presidente Ernesto Zedillo en la bienvenida .................................... 2

2. Discurso de S.S. Juan Pablo II .................................................................................... 4

3. Discurso de bienvenida de Cuauhtémoc Cárdenas ................................................ 6

4. Saludo del Cardenal Juan Sandoval en la firma de la Exhortación Sinodal ........ 8

5. Saludo al Papa Juan Pablo II Card. Norberto Rivera Carrera en la Basílica ........ 9

6. Homilía de S.S. Juan Pablo II en la Santa Misa para la Conclusiónde la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos ............. 11

7. Palabras del presidente Ernesto Zedillo, en los Pinos ......................................... 15

8. Mensaje de S.S. Juan Pablo II al Cuerpo Diplomático ........................................ 16

9. Saludo del Cardenal Norberto Rivera Carrera en el Autodromo ....................... 19

10. Homilía de S.S. Juan Pablo II en el Autodromo ................................................. 21

11. Angelus en el Autodromo...................................................................................... 24

12.- Mensaje de S.S. Juan Pablo II a los enfermos ................................................... 25

13. Saludo del Cardenal Norberto Rivera Carrera en el Estadio Azteca ............... 28

14. Mensaje de S.S. Juan Pablo II en el Estadio Azteca ........................................... 30

15. Palabras del presidente Ernesto Zedillo, en la despedida ................................ 35

16. Despedida del Papa en la Ceremonia de despedida ......................................... 37

B) JUBILEO 2000Exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in América ......................................... 3910 Lectio Divina ............................................................................................................ 42

C) VARIOS:Mensaje de la CEM antes del viaje de Su Santidad .................................................. 62Exhortación 1999 de la Región Pastoral de Occidente ........................................... 66Familia`s para las Familias ........................................................................................... 70Onomásticos y Defunciones: Abril ............................................................................. 71Ordenaciones: Abril ..................................................................................................... 72Agenda de Abril ........................................................................................ Contraportada

Responsable:

Equipo Diocesanode Pastoral

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Programa de la Visitadel Papa a México.

_____________________________________________________________________________ PRESENTACION

Viernes, 22 de Enero

09.00 Salida del aeropuerto internacionalLeonardo da Vinci (Fiumicino) deRoma hacia la ciudad de México.

15.15 Ceremonia de bienvenida en el aero-puerto internacional Benito Juárez dela Ciudad de México. Discurso delSanto Padre.

17.30 Firma de la exhortación apostólicapostsinodad de la Asamblea especialpara América del Sínodo de los obis-pos, en un salón de la nunciatura apos-tólica.

Sábado, día 23

10.00 Santa misa para la conclusión de laAsamblea especial para América delSínodo de los obispos, en la basílica deNuestra Señora de Guadalupe. Homi-lía del Santo Padre.

18.00 Visita de cortesía al presidente de laRepública en la residencia presiden-cial de Los Pinos. Encuentro con elCuerpo diplomático. Discurso del San-to Padre.

Lunes, día 25

09.00 Santa misa en la nunciatura apostólica.12.30 Encuentro con los cardenales y presi-

dentes de las Conferencias episcopalesde América, en la nunciatura apostóli-ca.

17.00 Encuentro con los representantes detodas las generaciones del siglo, en elestadio Azteca.Discurso del Santo Padre.

Martes, día 26

07.00 Santa misa en privado, en la capilla dela nunciatura.

09.00 Ceremonia de despedida en el aero-puerto internacional Benito Juárez.Discurso del Santo Padre.

09.30 Salida hacia San Luis(Estados Unidos)

Domingo, día 24

10.15 Santa misa en elautódromo HermanosRodríguez.Homiliadel Santo Padre.Rezo del Angelus.Palabrasdel Santo Padre.

17.45 Visita a los enfermosen el hospital Licen-ciado Adolfo LópezMateos.Mensaje del SantoPadre.

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Su Santidad, Juan Pablo II:Con el mayor cariño, los mexicanos damos a

usted la más cordial bienvenida. Nos sentimos muycontentos de que, por cuarta ocasión, visite nuestrapatria. Los mexicanos sabemos que usted nuncaolvidará la alegría, la emoción y la gratitud con quehace 20 años lo recibimos enla primera gira pastoral desu pontificado.

Como en cada una de lasvisitas de Su Santidad, loespera un pueblo que lo quie-re, lo respeta y lo admira,por traernos siempre un men-saje de paz, que es ideal su-premo de la humanidad.

Los mexicanos estamosorgullosos de que nuestropaís siempre haya defendi-do la paz entre las naciones;de que México nunca hayasido una nación expan-sionista ni agresora; y de quesiempre haya dado refugio alos perseguidos.

La visita de Su Santidadnos alegra profundamente, pues usted representa elafán de justicia que debe estar en el corazón de cadaser humano y que debe guiar la tarea diaria de todapersona y toda sociedad.

Su visita será un gran aliento para los mexicanos,pues usted siempre ha llamado a la unidad que debehermanarnos a todos.

Unidos los mexicanos lo recibimos con júbilo yesperanza, pues usted siempre ha exaltado el valorde la solidaridad que nos mueve a ayudarnos unos a

otros, a sumar voluntades, a que cada uno se sientamás fuerte, apoyado en la fortaleza de todos.

Recibe a Su Santidad, un pueblo que sufre caren-cias en lo material, pero que tiene una inmensa

1.- Palabras del presidenteErnesto Zedillo,

durante la ceremoniaen la que dio la bienvenida

a Su Santidad, Juan Pablo IIHangHangHangHangHangar prar prar prar prar presidencial de la Ciudad de Méxicoesidencial de la Ciudad de Méxicoesidencial de la Ciudad de Méxicoesidencial de la Ciudad de Méxicoesidencial de la Ciudad de México.....

Bienvenida

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riqueza espiritual. Esa riqueza espiritual nutre elesfuerzo y la perseverancia del pueblo de Méxicopara multiplicar las oportunidades, disminuir lasdesigualdades que tanto nos lastiman y lograr unavida digna para todos.

Recibe a Su Santidad, un pueblo que con enteraconvicción está edificando una democracia fundadaen la ley, el respeto a los derechos humanos, eldiálogo y la participación ciudadana.

El pueblo mexicano está orgulloso de ser mezclade razas, lenguas y culturas; está orgulloso de que,siendo la segunda nación con mayor poblacióncatólica en el mundo, en nuestro territorio convivanlibre y fraternalmente hombres y mujeres de distin-tas religiones y creencias.

Su Santidad podrá comprobar que el pueblomexicano mira con confianza hacia el porvenir,porque cuenta con el ímpetu noble y generoso de losjóvenes y sabe guardar respeto a sus mayores;porque tiene el ejemplo de responsabilidad y ternurade las mujeres; y cuenta con la fuerza moral de lasfamilias.

Los mexicanos tenemos confianza en el porve-nir, porque nos estimula la entereza y el afán de

superación de quienes son afectados por algunadiscapacidad, y porque aprendemos de la dignidadde nuestras comunidades indígenas y nos apremia asaldar la deuda de justicia que tenemos con ellas.

Los mexicanos recibimos a Su Santidad con unamuy especial gratitud, porque sabemos que ha esco-gido nuestra tierra para dar un mensaje de paz,esperanza y concordia que aguarda toda América.

En esta visita pastoral háganos favor de pronun-ciar su palabra, que será escuchada y muy apreciadapor todos; pero también háganos favor de disfrutarnuestros colores, nuestros sabores, nuestros cantos.

De manera especial, le pedimos que disfrute elfervor religioso, la devoción guadalupana, el amory la alegría de los católicos mexicanos.

Sus palabras darán dicha y fortaleza de ánimo, atodo hombre y toda mujer de buena voluntad.

Por eso quiero decir a Su Santidad, en nombre demillones y millones de mexicanos, que lo recibimoscon el corazón en la mano.

Su Santidad, Juan Pablo II, sea bienvenido a sumuy amado y su muy hermoso México; sea muybienvenido a su México amigo.

Bienvenida

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Señor Presidente de la RepúblicaSeñores Cardenales y Hermanos en el episcopadoAmadísimos hermanos y hermanas de México

1. Como hace veinte años, llego hoy a México yes para mi causa de inmenso gozo encontrarme denuevo en esta tierra bendita, donde Santa María deGuadalupe es venerada como Madre querida. Igualque entonces y en las dos visitas sucesivas, vengocual apóstol de Jesucristo y sucesor de San Pedro aconfirmar en la fe a mis hermanos, anunciando elEvangelio a todos los hombres y mujeres. En estaocasión, además, esta Capital va a ser lugar de unencuentro privilegiado y excepcional por una citahistórica: junto con Obispos de todo el continenteamericano presentaré mañana en la Basílica deGuadalupe los frutos del Sínodo que hace más de unaño se celebró en Roma.

Los Obispos de América trazaron entonces losrasgos fundamentales de la acción pastoral del futu-ro que, desde la fe que compartimos, deseamosresponda en plenitud al plan salvífico de Dios y a ladignidad del ser humano en el marco de las socieda-des justas, reconciliadas y abiertas en un procesotécnico que sea convergente con el necesario pro-greso moral. Tal es la esperanza de los Obispos y delos fieles que expresan su fe católica en español,inglés, portugués, francés o en las múltiples lenguaspropias de las culturas indígenas, que representanlas raíces de este continente de la esperanza.

Esta tarde, en la sede de la Nunciatura, tendré elgozo de firmar la exhortación apostólica en la que herecogido las ideas y las propuestas expresadas por elepiscopado de América.

A través de la Evangelización de la Iglesia quiererevelar mejor su identidad: estar más próxima a

Cristo y a su Palabra, manifestarse auténtica y librede condicionamientos mundanos, ser mejor servi-dora del hombre desde una perspectiva evangélica,ser fermento de unidad y no de división de lahumanidad que se abre a nuevos, dilatados y aún nobien perfilados horizontes.

2. Me complace saludar ahora al licenciado Er-nesto Zedillo Ponce de León, Presidente de losEstados Unidos Mexicanos, agradeciéndole las ama-bles palabras que ha querido dirigirme para darme labienvenida. En su persona Señor Presidente, saludoa todo el pueblo mexicano, este noble y queridopueblo que trabaja, reza y camina en busca de unfuturo siempre mejor en las amplias llanuras deSonora o de Chihuahua, en las selvas tropicales deVeracruz o de Chiapas, en los hacendosos centrosindustriales de nuevo León o de Coahuila, a los piesde los grandes volcanes que emergen de los serenosvalles de Puebla y de México, en los acogedorespueblos del Atlántico y del Pacífico. Saludo tam-bién a los millones de mexicanos que viven ytrabajan más allá de las fronteras patrias. Siendoéste un viaje con un matiz continental, saludo tam-bién a todos los que de un modo y otro estánsiguiendo estos actos.

Saludo entrañablemente a mis hermanos en elEpiscopado, en particular al Señor Cardenal NorbertoRivera Carrera, Arzobispo Primado de México, alPresidente y miembros de la Conferencia del Epis-copado Mexicano, así como a los demás obisposque han venido de otros países para participar en losactos de esta Visita Pastoral y de este modo renovary fortalecer los estrechos vínculos de comunión yafecto entre todas las Iglesias particulares del Con-tinente americano. En este saludo mi corazón seabre también con gran afecto a los queridos sacerdo-

2. Discurso de S.S.Juan Pablo IIAerAerAerAerAeropueropueropueropueropuerto Interto Interto Interto Interto Internacionalnacionalnacionalnacionalnacional

Benito JBenito JBenito JBenito JBenito Juáruáruáruáruáreeeeez de Ciudad de Méxicoz de Ciudad de Méxicoz de Ciudad de Méxicoz de Ciudad de Méxicoz de Ciudad de México22 de enero de 1999

Bienvenida

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tes, diáconos, religiosos,religiosas, catequistas y fie-les, a los que me debo en elSeñor. Quiera Dios que estavisita que hoy comienza sir-va de ánimo a todos en elgeneroso esfuerzo por anun-ciar a Jesucristo con reno-vado ardor al nuevo mile-nio que se acerca.

3. El pueblo mexicano,desde que me acogió haceveinte años con los brazosabiertos y lleno de esperan-za, me ha acompañado enmuchos de los caminos re-corridos. He encontradomexicanos en las audien-cias generales de los miér-coles y en los grandes acon-tecimientos que la Iglesiaha celebrado en Roma y enotros lugares de América ydel mundo. Aún resuenanen mis oídos los saludoscon que siempre me aco-gen: ¡México Siempre Fiel y siempre presente!

Llego a un país donde la fe católica sirvió defundamento al mestizaje que transformó la antiguapluralidad étnica y antagónica en unidad fraternal yde destino. No es posible, pues, comprender aMéxico sin la fe traída desde España a estas tierraspor los doce primeros franciscanos y cimentada mástarde por dominicos, jesuitas, agustinos y otrospredicadores de la palabra salvadora de Cristo.Además de la obra evangelizadora, que hace delcatolicismo parte integrante y fundamental del almade la nación, los misioneros dejaron profundashuellas culturales y prodigiosas muestras de arteque son hoy motivo de legítimo orgullo para todoslos mexicanos y rica expresión de su civilización.

Llego a un país cuya historia recorren, como ríosa veces ocultos y siempre caudalosos, realidadesque unas veces se encuentran y otras revelan susdiferencias complementarias, sin jamás confundir-se del todo: la antigua y rica sensibilidad de lospueblos indígenas que amaron Juan de Zumarraga yVasco de Quiroga, a quienes muchos de esos pue-blos siguen llamando padres, el cristianismo arrai-

gado en el alma de los mexi-canos; y la moderna racio-nalidad de corte europeo,que tanto ha querido enal-tecer la independencia y lalibertad. Sé que no son po-cas las mentes clarividentesque se esfuerzan en que es-tas corrientes de pensa-miento y de cultura consi-gan conjugar mejor sus cau-dales mediante el diálogo,el desarrollo socioculturaly la voluntad de construirun futuro mejor.

Vengo a ustedes, mexi-canos de todas las clases ycondiciones sociales, y austedes hermanos del Con-tinente americano, para sa-ludarles en nombre de Cris-to: Dios que se hizo hom-bre para que todos los hom-bres pudieran tomar con-ciencia de su llamada a lafiliación divina en Cristo.

Junto con mis hermanos obispos de México y detoda América vengo a postrarme ante la tilma delBeato Juan Diego. Pediré a Santa María de Guada-lupe, al final de un milenio fecundo y atormentado,que el próximo sea un milenio en el que en México,en América y en el mundo entero se abran víasseguras de fraternidad y de paz que en Jesucristopuedan encontrar bases seguras y espaciosos cami-nos de progreso. Con la paz de Cristo deseo a losmexicanos éxito en la búsqueda de la concordiaentre todos, ya que constituyen una gran Nación quelos hermana.

4. Sintiéndome ya postrado ante la Morenita delTepeyac, Reina de México y Emperatriz de Améri-ca, desde este momento encomiendo a sus maternoscuidados los destinos de esta nación y de todo elContinente. Que el nuevo siglo y el nuevo mileniofavorezcan un renacer general bajo la mirada deCristo, vida y esperanza nuestra, que nos ofrecesiempre los caminos de fraternidad y de sana convi-vencia humana. Que Santa María de Guadalupeayude a México y América a caminar unidos poresas sendas seguras y llenas de luz.

Bienvenida

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Tenerlo una vez más en esta tierra. Vino usted laprimera ocasión, en los primeros meses de su Pon-tificado, que recientemente cumplió los 20 años. Deentonces para acá, muchos cambios han tenidolugar en el mundo, en México y en esta Capital.Terminó el enfrentamiento bipolar de las potencias,aunque no acaban todavía las guerras. Se han forta-lecido los esfuerzos de integración económica ypolítica entre naciones, en todos los continentes.

Los modelos económicos dominantes han mos-trado su incapacidad para resolver los problemas delas grandes mayorías de la población: elevar lascondiciones de vida, generar empleo, garantizareducación y salud. A resultas de eso, se generalizala toma de conciencia sobre el lugar principalísimo,que en las políticas públicas, deben ocupar lascuestiones de la gente. México, en estas dos déca-das, ha vivido también y vive todavía, tiempos de

transformaciones profundas. Como en muchas otraspartes, la imposición en este periodo de políticaseconómicas antisociales ha tenido como conse-cuencia el deterioro sostenido de los ingresos de lamayor parte de la población, el aumento constantedel número de mexicanos en la pobreza, el creci-miento de la desocupación, una concentración sinprecedente de la riqueza en unas cuantas manos, asícomo la penetración de la corrupción y las compli-

cidades del crimen en tejidos vita-les de la nación. Esta situación porotro lado, ha impulsado a la gentepara organizarse mejor social y po-líticamente, a exigir con mayor fuer-za el respeto a sus derechos y laconsolidación de cambios, que yason importantes para ampliar losespacios de vida democrática.

Hoy se da una mayor participa-ción en las decisiones, existe unamplio e intenso debate político, yse tiene una clara conciencia detransformaciones importantes queestán aun por realizarse. Esta ciu-dad, en este tiempo, ha contribuidoen forma decisiva en la realizaciónde los cambios que son, a un tiem-po, sociales, culturales y de moral

publica. Ahora bien, en la Nación Mexicana, porrazones evidentes, son muy amplias y decisivas lapresencia y las contribuciones, incluso con susconfrontaciones de la Iglesia Católica.

En el mundo secularizado de hoy es posibleadvenir, ya sin las pasiones de otras épocas, elsignificado de la cultura religiosa, en la formaciónde los valores del humanismo que identifican pue-blo y nación. En la vida cultural, en nuestro patrimo-

3. Discurso de bienvenidade Cuauhtémoc Cárdenas

JJJJJefefefefefe de Gobiere de Gobiere de Gobiere de Gobiere de Gobierno del Distrito Fno del Distrito Fno del Distrito Fno del Distrito Fno del Distrito Federederederederederal.al.al.al.al.al Pal Pal Pal Pal Paaaaapa Jpa Jpa Jpa Jpa Juan Puan Puan Puan Puan Paaaaabbbbblo II:lo II:lo II:lo II:lo II:

Palacio de Gobierno

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nio arquitectónico y pictórico se localizan los lega-dos intelectuales y materiales de hombres y mujeresde la Iglesia Católica. Ahí están Bartolomé de lasCasas, quien defendió los derechos de los indios ylos tuvo en su igualdad con otros hombres de otroscontinentes y otras civilizaciones. Vasco de Quiroga,Tata Vasco, el primer Obispo de Michoacán, que ensus hospitales llevara a la práctica la utopía huma-nista. Ahí están también, desde Alonso de laVeracruz, Bernardino de Sahagún, Francisco JavierClavijero, Diego José Abad y Sor Juana Inés de laCruz, hasta Alfonso Méndez Plancarte y AngelMaría Garibay, que tanto apor-taron al conocimiento del paísy sus recursos, a su educación,al desarrollo de las ciencias, laliteratura y la poesía.

Y ahí están las grandes figu-ras que se entregaron a la luchapor la libertad de la nación.Sacerdotes, que en su Ministe-rio conocieron y compartieronlas angustias los sufrimientos ylas exclusiones de un pueblooprimido y explotado, comoFray Servando Teresa de Mier,el Cura Miguel Hidalgo, queenarbolando el pendón con laVirgen de Guadalupe dio el gri-to de independencia y José Ma-ría Morelos, el Siervo de lanación, quien aportó el mayorcontenido social a aquella lu-cha. En todos ellos y en mu-chos más, la fe resultó una componente esencial desu acción.

En esta ciudad, abundan los signos de la IglesiaCatólica en las iglesias y edificios religiosos. Ensitios principales de encuentro e identificación de lapoblación, en su historia, en sus tradiciones, danzasy festividades, y muy especialmente en el cultoGuadalupano que son todos ellos, componentesbásicos de las manifestaciones de fe y de la convi-vencia de la sociedad. Por las múltiples razones deun planeta tan populoso y tan irremediablementediverso, su Pontificado ha sido muy distinto a losanteriores.

Sus visitas pastorales han alcanzado todos losrincones del planeta, han sido determinantes sus

enérgicas denuncias de la opresión y las injusticiassociales, y se destaca el acercamiento de la IglesiaCatólica con otros cleros, con los judíos, por ejem-plo, y los cristianos no católicos, invitados al diálo-go que contribuya a la paz entre hombres y mujeresde buena voluntad. En su pensamiento, expresadoen su ir y venir por el mundo, figura una insistencia,la necesidad que el desarrollo eleve la calidad devida de la gente y que los estados recuperen amplia-das, sus responsabilidades sociales.

Dijo usted en Puebla, ante los Obispos y Carde-nales del continente. aquellos sobre los cuales recae

la responsabilidad y la vidapública de los estados y nacio-nes, deberán comprender quela paz interna y la paz interna-cional sólo estará asegurada sitiene vigencia un sistema so-cial y económico basado so-bre la justicia. Cuando PauloVI declaraba -decía usted- queel desarrollo es el nuevo nom-bre de la paz, tomaba en con-sideración los mecanismos,que por encontrarse impreg-nados no de auténtico huma-nismo, sino de materialismo,producen a nivel internacio-nal ricos cada vez más ricos acosta de pobres cada vez máspobres. No hay regla econó-mica capaz de cambiar por símisma estos mecanismos. hayque apelar en la vida interna-

cional a los principios de la ética, a las exigencias dela justicia, al mandamiento primero que es el Amor.

Hay que darle la primacía a lo moral, a lo espiri-tual, a lo que nace dc la verdad plena sobre elhombre. Es un honor para esta ciudad, para su gentey su gobierno, tenerlo hoy entre nosotros. Me es a míparticularmente satisfactorio, en nombre de los ha-bitantes de esta capital, a quienes creo interpretar ensus sentidos y a usted y su visita y del gobierno de laciudad de México, entregarle las llaves de la ciudad,que le ha abierto sus puertas y lo declara huéspeddistinguido.

El gesto simbólico es también la disposiciónamistosa y permanente. le deseamos a usted la másgrata de las estancias en esta ciudad capital.

Palacio de Gobierno

Esta es la llave que el gobierno delDistrito Federal entregó a su Santidad

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Santo Padre:Sea usted bienvenido a estas

tierras de América y de México,cuyos habitantes han estadoguardando su visita con ilusióny esperanza, porque saben quesu presencia y su palabra sonuna bendición. Al estar con no-sotros el Vicario de Cristo es elmismo Cristo quien nos visita.Le saludamos los obispos, pas-tores de estas comunidades, y letraemos el saludo afectuoso demuchos de nuestros sacerdotes,religiosos y laicos, que al nopoderse acercar personalmen-te, nos han pedido que le diga-mos que lo aman en Cristo y queesperan los bendiga y pida por sus necesidades.

Su Santidad tiene una cita con los pueblos de estecontinente para entregarles los frutos del Sínodo deAmérica en el documento postsinodal. Tiene unacita con Nuestra Señora de Guadalupe en su santua-rio del Tepeyac, así se lo sugirieron los padressinodales y usted lo aceptó de buena gana. Por elloen la misa de clausura del Sínodo se comprometiócon la Virgen de Guadalupe a venir a visitarla a susantuario.

El Sínodo de América es obra deusted, Santo Padre, que lo sugirió,lo convocó y lo presidió, como par-te muy importante de la preparaciónpara el gran jubileo del 2000. Esta-mos prestos a recibir con actitud defe y apertura de corazón el docu-mento postsinodal, avalado por laautoridad pontificia, sabiendo que

la voz de Pedro es la del mismoCristo.

Ya desde ahora nos compro-metemos, asistidos por la fuer-za del Espíritu Santo y guiadosde la mano de María, a poner enpráctica sus orientaciones en eltrabajo pastoral en favor denuestras comunidades y a parti-cipar así en el empeño comúnde la nueva evangelización a laque usted a convocado a toda laIglesia en los umbrales del ter-cer milenio del cristianismo.Cristo viviente nos pide con-vertirnos, vivir la comunión defe y de caridad en el ámbito dela Iglesia y ser solidarios unos

con otros, para encontrar en él solución a los mu-chos problemas de orden espiritual y social que nosaquejan y sobre todo encontrar nuestro caminohacia el Padre.

Su Santidad, estamos ya desde ahora pendientesde su palabra, que nos invita a una mayor fidelidaden nuestras vidas y a una acción pastoral generosa eneste continente mayoritariamente cristiano de Amé-rica, esperanza del futuro de la Iglesia.

4. Saludos del CardenalJuan Sandoval

en la firma de la Exhortación

NunciaNunciaNunciaNunciaNunciaturturturturtura a a a a AAAAApostólicapostólicapostólicapostólicapostólica

Nunciatura Apostólica

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Padre Santo:Hace veinte años iniciaba su pontificado como

misionero de la Palabra y como mensajero itinerantede la paz en este suelo mexicano. Desde entonces SuSantidad imprimió algunas características al papelfundamental del Sucesor de Pedro, como es elconfortar, a través de la redondez de la tierra, y tenerel corazón abierto a las multitudes sedientas de unapalabra creíble de paz, de libertad, de justicia, derespeto a los derechos humanos y sobre todo deamor misericordioso.

«El Papa debe tener una geografía universal»,pronunció Su Santidad en una ocasión. Y ahora,después de haber caminado todas las latitudes delmundo y de haberse impregnado de todas las geo-grafías, vuelve a esta tierra con un corazón henchidocon el amor a los hombres.

Se han conjuntado hoy, Santísimo Padre, doshechos misteriosos: viene el Papa a Guadalupe ytambién América llega en sus obispos a arrodillarseante Jesús, cubiertos por la presencia morena de laVirgen del Tepeyac. ¡América y el Papa, bajo lamirada siempre dulce y tierna de esta Reina deMéxico y Emperatriz de América! Hace veinte añosSu Santidad se enamoró de Ella, y Ella, María, locondujo a roturar los campos del mundo y a sembrarpor todas partes el Rostro de Dios.

El hombre y la vida del hombre, la familia y losmás pobres y desprotegidos, los jóvenes, especial-mente los que viven en situación de riesgo, han sidola consigna y la bandera de su Pontificado. Suspalabras y los ecos de los ecos de sus palabras hanllegado a los confines del mundo. Y hoy estamosmuy contentos y agradecidos por su presencia entrenosotros, porque, desde el dolor, el cansancio y lacruz, quiere entregar personalmente a sus hijos yhermanos en el Episcopado la Exhortación apostó-lica «Ecclesia in America», fruto de la comunióneclesial y del afecto colegial de los Obispos deAmérica con el Sucesor de Pedro, fruto del encuen-tro de los Pastores de este Continente con el Señor

5. Saludo al PapaJuan Pablo II

Basílica de GuadalupeBasílica de GuadalupeBasílica de GuadalupeBasílica de GuadalupeBasílica de Guadalupe

Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México

Basílica de Guadalupe

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resucitado que nos conduce a la conversión, lacomunión y la solidaridad en América. Y nos laentrega aquí, en esta Basílica de nuestros amores, eneste momento, centro de toda la ancha América.Padre Santo, María de Guadalupe y Juan Diegosaben de misiones, pues ellos fueron los principalesMisioneros por quienes los moradores de estastierras recibimos la fe en Jesucristo.

En este momento absurdo del mundo, en este«hoy» de la desesperanza y de la injusticia, cuandoAmérica, «el Continente de la esperanza» se debateentre la corrupción y la violencia, y nos angustia-mos, me parece oír resonar en este recinto la voz deElla, salida de sus labios de rosas: «¿Acaso no estoyyo aquí, yo que tengo el honor de ser tu Madre?¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo?¿Acaso no soy la fuente de tu alegría? ¿Qué no estásen mi regazo, en el cruce de mis brazos? Y todos,Santidad, entendemos que María está con nosotrosy que saldremos de aquí con la frescura de sus

palabras en nuestros corazones. La «Madre delverdaderísimo Dios por quien se vive», impulsó anuestros misioneros, padres antiguos de nuestra fe;Ella impulsa la Barca de la Iglesia en medio de lasborrascas; por Ella, América está aquí y ahora,esperando la palabra de Pedro, la palabra de Aquélen quien Pedro siempre ha confiado: «Señor, ¿aquién iremos?, sólo tú tienes palabra de vida eter-

na». Ella nos impulsará, a todos los Agentes dePastoral de América, a proclamar con imaginacióny valentía el Evangelio de Salvación que Su Santi-dad nuevamente nos propone. La Señora del Cielohará que una nueva primavera de fe haga florecernuestro continente. Nace un milenio... reafirmamosla fe en Cristo esperanza de América.

Beatísimo Padre: un gozo inmenso nos invade, yen este gozo interior, ponemos nuestros corazonesen su corazón; nuestra geografía americana, en lasinmensas llanuras de amor del Papa. Y todos a unale damos las gracias por su presencia en el Tepeyacy le pedimos que siga guardando, para siempre, ensu corazón, las manos, el manto, el bello rostro de laMorenita y el verdadero Sol de Justicia que trae ensu seno e ilumina todo su cuerpo, también lleveconsigo la fe y la adhesión que la Santa Señora hasabido inculcarnos para los que son «Representan-tes de nuestro Señor».

Basílica de Guadalupe

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Amados hermanos en el Episcopado y en elSacerdocio. Queridos hermanos y hermanas en elSeñor:

1 . «Al llegar la plenitud de los tiempos, Diosmandó a su hijo, nacido de mujer» (Gál 4,4). ¿Qué

es la plenitud de los tiempos? Desde la perspectivade la historia humana la plenitud de los tiempos esuna fecha concreta. Es la noche en que el Hijo deDios vino al mundo en Belén, según lo anunciadopor los profetas, como hemos escuchado en laprimera lectura: «el Señor mismo va a daros una

6. Homilía de S.S. Juan Pablo IIen la Santa Misa para la Conclusión

de la Asamblea Especial para Américadel Sínodo de los Obispos

Basílica de NuestrBasílica de NuestrBasílica de NuestrBasílica de NuestrBasílica de Nuestra Señora Señora Señora Señora Señora de Guadalupea de Guadalupea de Guadalupea de Guadalupea de Guadalupe,,,,,23 de enero de 1999

Basílica de Guadalupe

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señal: He aquí que una doncella está encinta y va adar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel»(Is 7,14). Estas palabras pronunciadas muchos si-glos antes, se cumplieron en la noche en que vino almundo el Hijo concebido por obra del EspírituSanto en el seno de la Virgen María.

El nacimiento de Cristo fue precedido por elanuncio del ángel Gabriel. Después, María fue a lacasa de su prima Isabel paraponerse a su servicio. Nos lo harecordado el Evangelio deLucas, poniendo ante nuestrosojos el insólito y profético sa-ludo de Isabel y la espléndidarespuesta de María: «Mi almaengrandece al Señor, y mi espí-ritu se llena de júbilo en Diosmi Salvador» (1,46-47). Estosson los acontecimientos a losque se refiere la liturgia de hoy.

2. La lectura de la Carta alos Gálatas, por su parte, nosrevela la dimensión divina deesta plenitud de los tiempos.Las palabras del apóstol Pabloresumen toda la teología delnacimiento de Jesús, con la quese esclarece al mismo tiempo el sentido de dichaplenitud. Se trata de algo extraordinario: Dios haentrado en la historia del hombre. Dios, que es en símismo el misterio insondable de la vida; Dios, quees Padre y se refleja a sí mismo desde la eternidad enel Hijo, consustancial a Él y por el que fueron hechastodas las cosas (cf. Jn 1, 13); Dios, que es unidad delPadre y del Hijo en el flujo de amor eterno que es elEspíritu Santo.

A pesar de la pobreza de nuestras palabras paraexpresar el misterio inenarrable de la Trinidad, laverdad es que el hombre, desde su condición tempo-ral, ha sido llamado a participar de esta vida divina.El Hijo de Dios nació de la Virgen María paraotorgarnos la filiación divina. El Padre ha infundidoen nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, graciasal cual podemos decir «Abbá, Padre» (cf. Gál 4,6).He aquí, pues, la plenitud de los tiempos, que colmatoda aspiración de la historia y de la humanidad: larevelación del misterio de Dios, entregado al serhumano mediante el don de la adopción divina.

3. La plenitud de los tiempos a la que se refiere elApóstol está relacionada con la historia humana. Encierto modo, al hacerse hombre, Dios ha entrado ennuestro tiempo y ha transformado nuestra historiaen historia de salvación. Una historia que abarcatodas las vicisitudes del mundo y de la humanidad,desde la creación hasta su final, pero que se desarro-lla a través de momentos y fechas importantes. Una

de ellas es el ya cercano año 2000desde el nacimiento de Jesús, elaño del Gran Jubileo, al que laIglesia se ha preparado tambiéncon la celebración de los Sínodosextraordinarios dedicados a cadaContinente, como es el caso delcelebrado a finales de 1997 en elVaticano.

4. Hoy en esta Basílica deGuadalupe, corazón mariano deAmérica, damos gracias a Diospor la Asamblea especial paraAmérica del Sínodo de los Obis-pos —auténtico cenáculo de co-munión eclesial y de afecto cole-gial entre los Pastores del Norte,del Centro y del Sur del Conti-nente— vivida con el Obispo de

Roma como experiencia fraterna de encuentro conel Señor resucitado, camino para la conversión, lacomunión y la solidaridad en América.

Ahora, un año después de la celebración deaquella Asamblea sinodal, y en coincidencia tam-bién con el centenario del Concilio Plenario de laAmérica Latina que tuvo lugar en Roma, he venidoaquí para poner a los pies de la Virgen mestiza delTepeyac, Estrella del Nuevo Mundo, la Exhortaciónapostólica Ecclesia in America, que recoge las apor-taciones y sugerencias pastorales de dicho Sínodo,confiando a la Madre y Reina de este Continente elfuturo de su evangelización.

5. Deseo expresar mi gratitud a quienes, con sutrabajo y oración, han hecho posible que aquellaAsamblea sinodal reflejara la vitalidad de la fecatólica en América. Así mismo, agradezco a estaArquidiócesis Primada de México y a su Arzobispo,el Cardenal Norberto Rivera Carrera, su cordialacogida y generosa disponibilidad. Saludo con afec-to al nutrido grupo de Cardenales y Obispos que han

Basílica de Guadalupe

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venido de todas las partes del Continente y a losnumerosísimos sacerdotes y seminaristas aquí pre-sentes, que llenan de gozo y esperanza el corazóndel Papa. Mi saludo va más allá de los muros de estaBasílica para abrazar a cuantos, desde el exterior,siguen la celebración, así como a todos los hombresy mujeres de las diversas culturas, etnias y nacionesque integran la rica y pluriforme realidad america-na.

(lengua portuguesa)

6. «Bem-aventurada éstu que creste, pois se ha decumprir as coisas que daparte do Senhor te foramditas» (Lc 1,45). Estaspalavras que Isabel dirigea Maria, portadora de Cris-to em seu seio, podem-seaplicar também a Igrejaneste Continente. Bem-aventurada és tu, Igreja naAmérica, que, acolhendoa Boa Nova do Evangelho,geraste à fé numerosospovos! Bem-aventuradapor crer, bem-aventuradapor esperar, bem-aventurada por amar, porque apromessa do Senhor se cumprirá! Os heróicosesforços missionários e a admirável gesta evangeli-zadora destes cinco séculos não foram em vão. Hojepodemos dizer que, graças a isso, a Igreja na Amé-rica é a Igreja da Esperança. Basta ver o vigor de suanumerosa juventude, o valor excepcional que se dáà família, o florescimento das vocações sacerdotaise de consagrados e consagradas, sobretudo, a pro-funda religiosidade dos seus povos. Não esqueçamosque no próximo milênio, já iminente, a Américaserá o continente com o maior número de católicos.

(en lengua francesa)7. Toutefois, comme les Péres synodaux l’ont

souligné, si l’Église en Amérique connait bien desmotifs de se réjouir, elle est aussi confrontée á desgraves difficultés et á d’importants défis. Devons-nous pour autant nous décourager? En aucunemaniére: «Jésus Christ est le Seigneur» (Phil 2,11).Il a vainçu le monde et Il a envoyé son Esprit Saintpour faire toutes choses nouvelles. Serait-il tropambicieux d’espérer que, aprés cette Assemblée

synodale —le premier Synode américain de1’histoire— se développe sur ce continentmajoritairement chrétien une maniére plusévangélique de vivre et de partager? Il existe biendes domaines dans lesquels les communautéschrétiennes du Nord, du Centre et du Sud del’Amérique peuvent manifester leurs liens fraternels,exercer une solidarité réelle et collaborer á desprojets pastoraux communs, chacune apportant lesrichesses spirituelles et matérielles dont elle dispose.

(en lengua inglesa)8. The Apostle Paul

teaches us that in thefullness of time God senthis Son, born of a woman,to redeem us from sin andto make us his sons anddaughters. Accordingly,we are no longer servantsbut children and heirs ofGod (cf. Gal 4:4-7).Therefore, the Churchmust proclaim the Gospelof life and speak out withprophetic force against theculture of death. May the

Continent of Hope also be the Continent of life! Thisis our cry: life with dignity for all! For all who havebeen conceived in their mother’s womb, for streetchildren, for indigenous peoples and Afro-Americans, for immigrants and refugees, for theyoung deprived of opportunity, for the old, for thosewho suffer any kind of poverty or marginalization.

Dear brothers and sisters, the time has come tobanish once and for all from the Continent everyattack against life. No more violence, terrorism anddrug-trafficking! No more torture or other forms ofabuse! There must be an end to the unnecessaryrecourse to the death penalty! No more exploitationof the weak, racial discrimination or ghettoes ofpoverty! Never again! These are intolerable evilswhich cry out to heaven and call Christians to adifferent way of living, to a social commitmentmore in keeping with their faith. We must rouse theconsciences of men and women with the Gospel, inorder to highlight their sublime vocation as childrenof God. This will inspire them to build a betterAmerica. As a matter of urgency, we must stir up a

Basílica de Guadalupe

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new springtime of holiness on the Continent so thataction and contemplation will go hand in hand.

(en lengua castellana)

9. Quiero confiar yofrecer el futuro del Con-tinente a María Santísi-ma, Madre de Cristo y dela Iglesia. Por eso, tengola alegría de anunciar aho-ra que he declarado que eldía 12 de diciembre entoda América se celebre ala Virgen María de Gua-dalupe con el rango litúr-gico de fiesta.

Oración:

¡Oh Madre! tú cono-ces los caminos que siguieron los primeros e-vangelizadores del Nuevo Mundo, desde la islaGuanahaní y La Española hasta las selvas delAmazonas y las cumbres andinas, llegando hasta latierra del Fuego en el Sur y los grandes lagos ymontañas del Norte. Acompaña a la Iglesia quedesarrolla su labor en las naciones americanas,para que sea siempre evangelizadora y renueve suespíritu misionero. Alienta a todos aquellos quededican su vida a la causa de Jesús y a la extensiónde su Reino.

¡Oh dulce Señora del Tepeyac, Madre de Guada-lupe! Te presentamos esta multitud incontable defieles que rezan a Dios en América. Tú que hasentrado dentro de su corazón, visita y conforta loshogares, las parroquias y las diócesis de todo el

Basílica de Guadalupe

Continente. Haz que las familias cristianas eduquenejemplarmente a sus hijos en la fe de la Iglesia y enel amor del Evangelio, para que sean semillero de

vocaciones apostólicas.Vuelve hoy tu miradasobre los jóvenes yanímalos a caminar conJesucristo.

¡Oh Señora y Madrede América! Confirma lafe de nuestros hermanosy hermanas laicos, paraque en todos los camposde la vida social, profe-sional, cultural y políticaactúen de acuerdo con laverdad y la ley nueva queJesús ha traído a la hu-

manidad. Mira propicia la angustia de cuantos pade-cen hambre, soledad, marginación o ignorancia.Haznos reconocer en ellos a tus hijos predilectos ydanos el ímpetu de la caridad para ayudarlos en susnecesidades.

¡Virgen Santa de Guadalupe, Reina de la Paz!Salva a las naciones y a los pueblos del Continente.Haz que todos, gobernantes y ciudadanos, aprendana vivir en la auténtica libertad, actuando según lasexigencias de la justicia y el respeto de los derechoshumanos, para que así se consolide definitivamentela paz.

¡Para ti, Señora de Guadalupe, Madre de Jesús yMadre nuestra, todo el cariño, honor, gloria y ala-banza continua de tus hijos e hijas americanos!Amén.

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Doy a usted labienvenida a esta Re-sidencia Oficial delos Pinos, que es casade todos los mexica-nos.

Hoy las puertas deesta casa se hanabierto a niños y jó-venes de toda la Re-pública, a hombres ymujeres de toda con-dición, a familiasunidas por su amor aMéxico y por su feen el mensaje de pazde Su Santidad.

Quienes se hancongregado aquí pararecibirle a usted, conmiembros de familiasunidas por altos va-lores, hondamente arraigados en los hogares mexi-canos. Algunos proceden de colonias popularesdonde los retos de cada día se superan con trabajo,entusiasmo y solidaridad; otros proceden de co-munidades indígenas donde se viven con orgullolas raíces más profundas de nuestra cultura y setrabaja en concordia y con esperanza fundada porun futuro de oportunidades y justicia. Todos estánaquí para expresar el respeto y el cariño quesienten por Su Santidad.

Estas mexicanas yestos mexicanos es-tán aquí, contentos yalentados por el ex-horto que hoy ha he-cho Su Santidad, des-de la Basílica de Gua-dalupe, para que to-dos nos propongamoshacer del próximomilenio una época defraternidad, equidad ysolidaridad entre loshombres y mujeres deeste Continente, en-tre los hombres ymujeres de todo elmundo.

Quienes nos acom-pañan comparten eljúbilo y el agradeci-miento de los Católi-

cos mexicanos por el anuncio de Su Santidad, deque el 12 de diciembre será, desde ahora, día defiesta de la Iglesia Católica en toda nuestra Amé-rica.

Estas mexicanas y estos mexicanos han queri-do estar aquí para hacer sentir a Su Santidad laalegría de tenerlo en nuestro país, nuestra capital,en nuestra casa.

Sea usted muy bienvenido a ésta, que es sucasa.

7. Palabras del presidenteErnesto Zedillo,

durante la recepción que le ofrecióa S. S. Juan Pablo II,

RRRRResidencia ofesidencia ofesidencia ofesidencia ofesidencia oficial de Los Pinosicial de Los Pinosicial de Los Pinosicial de Los Pinosicial de Los Pinos.....

Residencia oficial de Los Pinos

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Señor Presidente de la República,Excelentísimos Embajadores y Jefes de Misión,Distinguidas Señoras y Señores:

1. Estoy muy agradecido al Señor Presidente,Licenciado Ernesto Zedillo Ponce de León, porsus amables palabrasal introducirme ante losJefes de Misión diplo-mática acreditados enMéxico. El presentar-los al Papa en ésta suresidencia oficial deLos Pinos es un defe-rente gesto que apre-cio muy cordialmente.

En el marco de estavisita pastoral, me esmuy grato encontrar-me con Ustedes, quetienen la responsabili-dad de las relacionesde sus respectivos Es-tados con México,fortaleciéndolas desdeel diálogo y la coope-ración, a la vez queatestiguan la importan-cia de esta Nación enel mundo. Represen-tan, además, a la comunidad internacional con laque la Santa Sede mantiene antiguas y sólidasrelaciones, que confirman una tradición secularque cada día adquiere nuevo vigor.

2. Vivimos en un mundo que se presenta com-plejo y a la vez unitario; se hacen más cercanasentre sí las diversas comunidades que lo confor-

man y son más extensos y rápidos los sistemasfinancieros y económicos de los que dependen eldesarrollo integral de la humanidad. Esta crecien-te interdependencia conduce a nuevas etapas deprogreso, pero también tiene el peligro de limitargravemente la libertad personal y comunitaria,

propia de todavida democráti-ca. Por ello esnecesario favo-recer un sistemasocial que per-mita a todos lospueblos partici-par activamenteen la promociónde un progresointegral, o de locontrario no po-cos de esos pue-blos podríanverse impedidosde alcanzarlo.

El progresoactual, sin pa-rangón en el pa-sado, debe per-mitir a todos losseres humanos

asegurar su dignidad y ofrecerles mayor concien-cia de la grandeza de su propio destino. Pero, almismo tiempo, expone al hombre -tanto al máspoderoso como al más frágil social y políticamen-te- al peligro de convertirse en un número o en unpuro factor económico (cf. Centesimus annus,49). En esta hipótesis, el ser humano podría perderprogresivamente la conciencia de su valor

8. Mensaje deS.S. Juan Pablo II

EncuentrEncuentrEncuentrEncuentrEncuentro con el Cuero con el Cuero con el Cuero con el Cuero con el Cuerpo Diplomáticopo Diplomáticopo Diplomáticopo Diplomáticopo Diplomático

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transcendente. Esta conciencia -unas veces clara yotras implícita- es la que hace al hombre distintode todos los demás seres de la naturaleza.

3. La Iglesia, fiel a la misión recibida de suFundador, proclama incansablemente que la per-sona humana ha de ser el centro de todo orden civily social, y de todo sistema de desarrollo técnico yeconómico. La historia humana no puede ir contrael hombre. Ello equivaldría a ir contra Dios, cuyaimagen viviente es el hombre, incluso cuando esdeformada por el error o la prevaricación.

Esta es la convicción que la Iglesia quiereponer sobre la mesa de las Naciones Unidas o enel diálogo amistoso que mantiene con Ustedes,miembros del Cuerpo Diplomático, y con lasautoridades que representan en los diversos luga-res del mundo. De estos principios se deducenimportantes valores morales y cívicos que pusie-ron de relieve los Obispos de América reunidosRoma en el Sínodo de 1997.

4. Entre estos valores sobresalen la conversiónde las mentes y la solidaridad efectiva entre losdiversos grupos humanos como elementos esen-ciales para la actual vida social a nivel nacional einternacional. La vida internacional exige unosvalores morales comunes como base y unas reglascomunes de colaboración. Es cierto que la Decla-ración Universal de Derechos Humanos, cuyo 50ºaniversario hemos celebrado el año pasado, asícomo otros documentos de valor universal, ofre-cen elementos importantes en la búsqueda de esabase moral, común a todos los países o, por lomenos, a un gran número de ellos.

Si miramos el panorama mundial vemos queexisten ciertas situaciones fácilmente constatables.El poder de los Países desarrollados se hace cadadía más gravoso respecto a los menos desarrolla-dos. En las relaciones internacionales se da, aveces, prioridad a la economía frente a los valoreshumanos y, con su debilitamiento, se resienten lalibertad y la democracia. Por otra parte, la carreraarmamentista nos hace ver que, en muchos casoslas armas están destinadas a la defensa, pero enotros son instrumentos realmente ofensivos, usa-dos en nombre de ideologías no siempre respetuo-sas de la dignidad humana. El fenómeno de lacorrupción invade lamentablemente grandes es-

pacios del tejido social de algunos pueblos, sinque quienes sufren sus consecuencias tengan siem-pre la posibilidad de exigir justicia y responsabi-lidades. El individualismo empaña también lavida internacional, de modo que los pueblos pode-rosos pueden serlo cada día más y los pueblosdébiles son cada día más dependientes.

5. Ante este panorama se impone con urgenciauna adecuada conversión de las mentalidades yuna solidaridad efectiva, no sólo teórica, entrepersonas y grupos humanos. Esto es cuanto, enunión con el Papa, viene proponiendo, desde hacedecenios, el Episcopado latinoamericano. Esto eslo que han pedido los Obispos del Continenteamericano en el Sínodo. A este respecto, sondignas de señalar las numerosas iniciativas desocorro a las poblaciones de la cercanaCentroamérica afectadas por el huracán Micht, enlas que México ha participado generosamentejunto con otras naciones, dando así muestra de uncomún sentimiento de fraternidad y solidaridad.

América es un continente que agrupa a pueblosgrandes y técnicamente avanzados y a otros rela-tivamente pequeños, con muy variados índices dedesarrollo. También dentro de un mismo país,como es el caso de México, coexisten situacionessociales y humanas muy diversas, que es necesa-rio afrontar siempre con gran respeto y justicia,utilizando incansablemente los recursos del diálo-go y la concertación.

América constituye una unidad humana y geo-gráfica que va del Polo norte al Polo sur. Aunquesu pasado ahonda sus raíces en culturas ancestrales-como la maya, la olmeca, la azteca o la inca-, alentrar en contacto con el viejo continente y tam-bién con el cristianismo, desde hace más de cincosiglos se ha convertido en una unidad de destino,singular en el mundo. América es por eso mismoun espacio particularmente apropiado para pro-mover valores comunes capaces de asegurar unaconversión eficaz de las mentes, en especial dequienes tienen responsabilidades nacionales e in-ternacionales.

6. Este Continente podrá ser el «Continente dela esperanza» si las comunidades humanas que lointegran, así como sus clases dirigentes, asumenuna base ética común. La Iglesia católica y las

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demás grandes confesiones religiosas presentesen América pueden aportar a esta ética comúnelementos específicos que liberen las concienciasde verse limitadas por ideas nacidas de merosconsensos circunstanciales. América y la humani-dad entera tienen necesidad de puntos de referen-cia esenciales para todos los ciudadanos y respon-sables políticos. «No matar», «No mentir», «Norobar ni codiciar los bienes ajenos», «respetar ladignidad fundamental de la persona humana» ensus dimensiones físicas y morales son principiosintangibles, sancionados en el Decálogo común ahebreos, cristianos y musul-manes, y cercanos a las nor-mas de otras grandes religio-nes. Se trata de principios queobligan tanto a cada personahumana como a las diversassociedades.

Estos principios y otros afi-nes han de ser un dique contratodo atentado a la vida, desdesu principio hasta su fin natu-ral; contra las guerras de ex-pansión y el uso de las armascomo instrumentos de destrucción; contra la co-rrupción que corroe amplios estratos de la socie-dad, a veces con dimensiones transnacionales;contra la invasión abusiva de la esfera privada porparte de poderes que aprueban esterilizacionesforzadas o leyes que cercenan el derecho a la vida;contra campañas publicitarias falaces que condi-cionan la verdad y determinan el estilo de vida depueblos enteros; contra monopolios que tratan deanular sanas iniciativas y limitar el crecimiento desociedades enteras; contra la expansión del uso dedrogas que minan la fuerza de la juventud eincluso la matan.

7. Mucho se ha hecho ya en este sentido.Abundan las convenciones internacionales quetienen por finalidad poner un límite a algunos deestos abusos. Grupos de naciones se asocian para

crear espacios económicos donde la vida política,económica y social esté debidamente orientada ymejor protegida por principios más justos y con-formes con los derechos de cada ciudadano, decada pueblo y de cada cultura.

Pero aún queda mucho por hacer. Estamos alfinal de un siglo y de un milenio que, a pesar de lasgrandes conquistas conseguidas por la ciencia y latécnica, dejan tras de sí evidentes cicatrices querecuerdan, de modo a veces trágico, la poca aten-ción prestada a los mencionados principios mora-

les. En lugar de verlos ulterior-mente violados, es necesarioque en el nuevo siglo y en elnuevo milenio se consolide sufuerza ética, moralmentevinculante.

8. Al hacerles partícipes deestas consideraciones no memueve otro interés que el dedefender la dignidad del hom-bre, ni otra autoridad que la dela Palabra divina. Esta Palabrano es mía, sino de Dios que se

hizo hombre para que el hombre llegue a ser hijosuyo. Ajeno a intereses de parte, les ofrezco hoyestas reflexiones con la esperanza de que puedanayudarles en su labor diplomática y también en suvida personal, deseosos de contribuir a la cons-trucción de un mundo más humano y más justoque el que nos ofrecen el siglo y el milenio quepronto concluirán.

Ojalá que en el próximo futuro predominen elrespeto de la vida, de la verdad, de la dignidad decada ser humano. Este es el cometido apremianteque nos espera. Que Dios bendiga la obra queUstedes llevan a cabo. Que bendiga a México y alos Países que Ustedes representan en esta Ciudadprivilegiada donde América y el mundo se en-cuentran y dialogan. Muchas gracias por su aten-ción.

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de México está sufriendo profundas transformacio-nes y tiene retos gigantescos. Está pasando porsituaciones difíciles, ha sido engañado y la pobrezalo invade, la violencia y modelos de vida extraños asu idiosincrasia lo están minando. Han pasado mu-chos años desde su última visita, y nuestra patriaparadójicamente ha tenido avances significativosen la democracia, en la educación, en la salud, en lamacro-economía, en las comunicaciones y en otrasáreas importantes de la vida nacional y al mismotiempo ha entrado en ese fenómeno mundial, inspi-rador y retador, que llaman globalización; ha sidopresa de los intereses inhumanos de los capitaleseconómicos del mundo y de la deshonestidad inte-rior. La gente sufre, se desespera porque no atisbaninguna solución próxima a sus demandas de justi-cia, de alimento, de salud, de trabajo dignamenteremunerado; la paz parece que no está a su alcancey en ocasiones se siente un títere manipulado ya nopor hilos visibles sino por controles remotos.

9. Saludo del CardenalNorberto Rivera Carrera

AAAAAutódrutódrutódrutódrutódromo Heromo Heromo Heromo Heromo Hermanos Rmanos Rmanos Rmanos Rmanos Rodrígueodrígueodrígueodrígueodríguezzzzz

Santísimo Padre:En este domingo, en el día del

Señor, día de la fe y de la espe-ranza, día de la alegría y delcompromiso, reconocemos yagradecemos profundamente elcariño que ha tenido y manteni-do por el pueblo de México,desde que hace veinte años, cuan-do Su Santidad besó por vezprimera la bendita tierra de nues-tro país. La muchedumbre sevolcó a las calles para verlo pa-sar, para aclamarlo, para cantar-le y gritarle cosas buenas. Elamor se derramó: todos quería-mos tenerlo, mirarlo más larga-mente, más intensamente. Y aveces, con una irreverencia amo-rosa, el grito y el canto se hicieron presentes, paraque saliera a la ventana de noche o de día, privándoledel descanso necesario. Su Santidad dijo aquellaspalabras: «los mexicanos gritan mucho», y cuandoen las grandes concentraciones, en Roma o en loslugares más remotos, escucha a un grupo que cantay grita, interrumpe su discurso para decir: «mexica-nos».

México lo ama, Santo Padre, y necesita de supalabra iluminadora. Por eso, en aquella ocasión yen su segunda y tercera visita, salían por millares alas carreteras para aclamarlo; pasaban las noches ala intemperie para hacerle presente su devoción.«México siempre fiel», nos dijo, y todos nos alegra-mos. Han pasado veinte años desde su primeravisita; después volvió, y la gente despertó de suapatía; nuestros hermanos indígenas también sintie-ron la magia de su dignidad misteriosa ante elVicario de Cristo en la tierra. Pero ahora el pueblo

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Es el parto, Santo Padre, deun México nuevo, de un Méxi-co con futuro, de un Méxicoque acepta su vocación en elconcierto de las naciones y enla reconfortante comunión delas iglesias particulares delContinente, unidas a quien nospreside en la caridad. Esta na-ción, Santo Padre, sabe espe-rar aunque esté sumergida enel dolor. Tiene una fe maravi-llosa que la mantiene en pie enmedio del vendaval. Conser-va el amor que el Espíritu San-to ha derramado en su corazóny lo sabe manifestar he-

roicamente en la tragedia y el dolor. Esta noblenación que es México, Padre Santo, quiere oír de suslabios el canto de la esperanza, quiere escucharpalabras de vida, anhela la intervención del médicodivino por dolorosa que pueda ser la curación;nuestros hermanos pobres y miserables desde todoslos rincones de esta tierra esperan una palabraamorosa del Pastor Universal.

Santísimo Padre, en medio de sus debilidades yherido por el pecado, México sigue siendo fiel a sureligión católica, sigue siendo fiel a Jesucristo luz delas gentes, sigue siendo fiel a esa «gran luz» quehace quinientos años nos trajeron los primeros mi-sioneros y que se sigue difundiendo por millares dehumildes catequistas, en las «familias» y por unajuventud que es sangre nueva en nuestra Iglesia.Aquí está este pueblo, con la fortaleza de su catoli-cismo y con el corazón abierto a mejores tiempos,

cantando y gritando su fe. Sí, Dios y Santa María deGuadalupe le dan entereza y fuerza para brotar desus propias cenizas, como una nueva ave Fénix.

Acepte, Santidad, la alegría y la fe de nuestropueblo que lo ama fervorosa y entrañablemente;acoja en su corazón de Padre este gozo y estasangustias que nos acercan más al gozo y a lastristezas del Pastor Universal de nuestra Iglesia, eneste fin de milenio. Y anhelamos, Padre Santo, quesu visita haga caer sobre nosotros, vida nueva,esperanza que no defrauda, fe que transforma, amorque todo lo renueva y una larga Bendición Apostó-lica.

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Queridos hermanos y hermanas,«Estén perfectamente unidos en un mismo sentir

y en un mismo pensar» (1Co 1, 10)En esta mañana las palabras del apóstol San

Pablo nos animan a vivir intensamente este encuen-tro de fe, como es la celebración eucarística, en «elsanto domingo, honrado por la Resurrección delSeñor, primicia de todos los demás días» (DiesDomini, 19). Me siento llenode inmensa alegría al estaraquí presidiendo la SantaMisa.

En el plan de Dios el do-mingo es el día en que lacomunidad cristiana se con-grega en torno a la mesa de laPalabra de Dios y la mesa dela Eucaristía. En este impor-tante encuentro estamos lla-mados por el Señor a renovary profundizar el don de la fe.¡Sí, hermanos, el domingo esel día de la fe y de la esperan-za; el día de la alegría y de larespuesta gozosa a Cristo Sal-vador, el día de la santidad!En esta asamblea fraterna vi-vimos y celebramos la pre-sencia del Maestro, que haprometido: «Yo estaré con Ustedes hasta la consu-mación del mundo» (Mt 28,20).

2. Quiero agradecer ahora las amables palabrasque me ha dirigido el Señor Cardenal NorbertoRivera Carrera, Arzobispo Primado de México,presentando la realidad de esta querida comunidadeclesial. Saludo también con afecto al CardenalErnesto Corripio Ahumada, Arzobispo Emérito deMéxico, así como a los demás Cardenales y Obisposmexicanos y a los que han venido de otras partes del

Continente americano y de Roma. El Papa les animaen el ejercicio de su ministerio y les exhorta a noahorrar energías en predicar con valor el Evangeliode Cristo.

Saludo también con gran estima a los sacerdotesy a los consagrados y consagradas, alentándolos asantificarse con su irrenunciable entrega a Diosmediante su servicio a la Iglesia y a la nueva evan-

gelización, siguiendo siemprelas directrices de sus Pastores.Esto será una gran fuerza paraanunciar mejor a Cristo a losdemás, especialmente a losmás alejados. Tengo asimis-mo muy presentes a tantas re-ligiosas de clausura, que oranpor la Iglesia, por el Papa, porlos Obispos y sacerdotes, porlos misioneros y por todos losfieles.

Saludo igualmente de ma-nera muy afectuosa a los nu-merosos indígenas de diver-sas regiones de México, pre-sentes en esta celebración. ElPapa se siente muy cercano atodos Ustedes, admirando losvalores de sus culturas, y ani-mándolos a superar con espe-

ranza las difíciles situaciones que atraviesan. Lesinvito a esforzarse por alcanzar su propio desarrolloy trabajar por su propia promoción. Construyan conresponsabilidad su futuro y el de sus hijos. Por eso,pido a todos los fieles de esta Nación que se compro-metan a ayudar y promover a los más necesitados deentre Ustedes. Es necesario que todos y cada uno delos hijos de esta Patria mexicana tengan lo necesariopara llevar una vida digna. Todos los miembros dela sociedad mexicana son iguales en dignidad, pues

10. Homilía deS.S. Juan Pablo II

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son hijos de Dios y, por tanto, merecen todo respetoy tienen derecho a realizarse plenamente en lajusticia y en la paz.

Mi palabra quiere llegar también a los enfermosque no han podido estar aquí con nosotros. Mesiento muy cerca de ellos para comunicarles elconsuelo y la paz deCristo. Les pido que,mientras buscan recu-perar la salud, ofrezcansu enfermedad por laIglesia, sabiendo el va-lor salvífico y la fuerzaevangelizadora que tie-ne el sufrimiento hu-mano asociado al delSeñor Jesús.

Agradezco de modoparticular a las Autori-dades civiles su presen-cia en esta celebración.El Papa los anima a se-guir trabajando diligen-temente por el bien detodos, con hondo sentido de la justicia, según lasresponsabilidades que les han sido encomendadas.

3. En la primera lectura, al referirse a la expecta-tiva mesiánica de Israel, dice el Profeta: «El puebloque caminaba en tinieblas vio una gran luz» (Is19,1). Esta luz es Cristo, luz traída aquí hace casiquinientos años por los doce primeros evange-lizadores franciscanos procedentes de España. Hoysomos testigos de una fe arraigada y de los abundan-tes frutos que dieron el sacrificio y la abnegación detantos misioneros.

Como nos recuerda el Concilio Vaticano II,«Cristo es la luz de los pueblos» (Lumen gentium, 1).Que esta luz ilumine la sociedad mexicana, susfamilias, escuelas y universidades, sus campos yciudades. Que los valores del Evangelio inspiren alos gobernantes para servir a sus conciudadanos,teniendo muy presentes a los más necesitados.

La fe en Cristo es parte integrante de la naciónmexicana, estando como grabada de manera indele-ble en su historia. ¡No dejen apagar esta luz de la fe!México sigue necesitándola para poder construiruna sociedad más justa y fraterna, solidaria con losque nada tienen y que esperan un futuro mejor.

El mundo actual olvida en ocasiones los valorestrascendentes de la persona humana: su dignidad ylibertad, su derecho inviolable a la vida y el doninestimable de la familia, dentro de un clima desolidaridad en la convivencia social. Las relacionesentre los hombres no siempre se fundan sobre los

principios de la cari-dad y ayuda mutua.Por el contrario, sonotros los criterios do-minantes, poniendoen peligro el desarro-llo armónico y el pro-greso integral de laspersonas y los pue-blos. Por eso los cris-tianos han de sercomo el «alma» deeste mundo: que lollene de espíritu, leinfunda vida y coope-re en la construcciónde una sociedad nue-va, regida por el amory la verdad.

Queridos hijos e hijas, Ustedes, aún en los mo-mentos más difíciles de su historia, han sabidoreconocer siempre al Maestro «que tiene palabras devida eterna» (cf. Jn 6, 68). ¡Hagan que la palabra deCristo llegue a los que aún la ignoran! ¡Tengan lavalentía de testimoniar el Evangelio en las calles yplazas, en los valles y montañas de esta Nación!Promuevan la nueva evangelización, siguiendo lasorientaciones de la Iglesia.

4. En el salmo responsorial hemos cantado: «EISeñor es mi luz y mí salvación» (Sal 26, l). ¿A quiénpodemos temer si Él está con nosotros? Sean, pues,valientes. Busquen al Señor y en Él encontrarán lapaz. Los cristianos están llamados a ser «luz delmundo» (Mt 5,14), iluminando con el testimonio,de sus obras a la sociedad entera.

Cuando se emprende firmemente el camino de lafe, se dejan de lado las seducciones que desgarran ala Iglesia, cuerpo místico de Cristo, y no se prestaatención a quienes, dando la espalda a la verdad,predican la división y el odio (cf. 2 Pe 2, 1-2). Hijose hijas de México y de América entera, no busquenen ideologías falaces y aparentemente novedosas la

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verdad de la vida: «Jesús es, Jesús es la verdaderanovedad que supera todas las expectativas de lahumanidad y así será para siempre» (Incarnationismysterium, 1).

5. En este Autódromo, convertido hoy como enun gran templo, resuenan con fuerza las palabrascon que Jesús comenzó su predicación: «Conviér-tanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos»(Mt 4,17). Desde sus orígenes, la Iglesia transmitefielmente este mensaje de conversión, para quetodos podamos llevar una vida más pura, según elespíritu del Evangelio. El llamado a la conversión sehace más acuciante en estos momentos de prepara-ción al Gran Jubileo, en el que conmemoraremos elmisterio de la Encarnación del Hijo de Dios hacedos mil años.

Al comenzar este año litúrgico, con la Bula«Incarnationis mysterium», indicaba cómo «el tiem-po jubilar nos introduce en el recio lenguaje que lapedagogía de la salvación usa para impulsar alhombre a la conversión y la penitencia, principio ycamino de su rehabilitación» (n. 2). Por eso, el Papalos exhorta a convertir su corazón a Cristo. Esnecesario que la Iglesia entera comience el nuevomilenio ayudando a sus hijos a purificarse del peca-do y del mal; que extienda sus horizontes de santi-dad y fidelidad para participar en la gracia de Cristo,que nos ha llamado a ser hijos de la luz y a tener parteen la gloria eterna (cf. Col 1, 13).

6. «Síganme y los haré pescadores de hombres»(Mt 4,19).

Estas palabras de Jesús, que hemos escuchado,se repiten a lo largo de la historia y en todos losrincones de la tierra. Como el Maestro, hago lamisma invitación a todos, especialmente a los jóve-nes, a seguir a Cristo. Queridos jóvenes, Jesús llamóun día a Simón Pedro y a Andrés. Eran pescadoresy abandonaron sus redes para seguirle. CiertamenteCristo llama a algunos de Ustedes a seguirlo yentregarse totalmente a la causa del Evangelio. ¡Notengan miedo de recibir esta invitación del Señor!¡No permitan que las redes les impidan seguir elcamino de Jesús! Sean generosos, no dejen deresponder al Maestro que llama. Síganle para ser,como los Apóstoles, pescadores de hombres.

Igualmente, ánimo a los padres y madres defamilia a ser los primeros en alimentar la semilla dela vocación en sus hijos, dándoles ejemplo del

amor de Cristo en sus hogares, con esfuerzo ysacrificio, con entrega y responsabilidad. Queri-dos padres: formen a sus hijos según los principiosdel Evangelio para que puedan ser los evan-gelizadores del tercer milenio. La Iglesia necesitamás evangelizadores. América entera, de la queUstedes forman parte, y especialmente esta queri-da Nación, tienen una gran responsabilidad de caraal futuro.

Durante mucho tiempo México ha recibido laabnegada y generosa acción evangelizadora de tan-tos testigos de Cristo. Pensemos sólo en algunas deesas figuras eximias, como Juan de Zumárraga yVasco de Quiroga. Otros han evangelizado con sutestimonio hasta la muerte, como los Beatos niñosmártires de Tlaxcala, Cristóbal, Antonio y Juan, o elBeato Miguel Pro y tantos otros sacerdotes, religio-sos y laicos mártires. Otros, en fin, han sido confe-sores como el Obispo Beato Rafael Guizar.

7. Concluyendo, quiero dirigir mi pensamientohacia el Tepeyac, a Nuestra Señora de Guadalupe,Estrella de la primera y de la nueva Evangelizaciónde América. A ella encomiendo la Iglesia que pere-grina en México y en el Continente americano, y lepido ardientemente que acompañe a sus hijos aentrar con fe y esperanza en el tercer milenio.

Bajo su cuidado maternal pongo a los jóvenesde esta Patria, así como la vida e inocencia de losniños, especialmente los que corren el peligro deno nacer. Confío a su amorosa protección la causade la vida: ¡que ningún mexicano se atreva avulnerar el don precioso y sagrado de la vida en elvientre materno!

A la intercesión maternal de Nuestra Señora deGuadalupe, encomiendo a los pobres con sus nece-sidades y anhelos. Ante Ella, con su rostro mestizo,deposito los anhelos y esperanzas de los pueblosindígenas con su propia cultura que esperan alcan-zar sus legítimas aspiraciones y el desarrollo al quetienen derecho. Le encomiendo igualmente a losafroamericanos. En sus manos pongo también a lostrabajadores, empresarios y a todos los que con suactividad colaboran en el progreso de la sociedadactual.

¡Virgen Santisíma! que, como el Beato JuanDiego, podamos llevar en el camino de nuestra vidaimpresa tu imagen y anunciar la Buena Nueva deCristo a todos los hombres. Amén.

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Amadísimos hermanos y hermanas:1. En la Santa Misa que acabamos de celebrar

he tenido el gozo de compartir con Ustedes lamisma fe y amor en Jesucristo, unidos con lamisma esperanza en sus promesas. Les agradezcocon todo mi corazón su presencia aquí, tan nume-rosa… tan numerosa y de nuevo les aliento a vivirfirmemente su compromiso cristiano como miem-bros de la Iglesia que camina hacia el tercerMilenio.

2. La Exhortación apostólica postsinodal«Ecclesia in América», presentada ayer, invita aeste amado Continente a dar un renovado «sí» aJesucristo, acogiendo y respondiendo con genero-sidad misionera a su mandato de proclamar laBuena Nueva a todas las naciones (cf. Mc 13,10).Bajo la mirada protectora de María pongo denuevo los frutos evangelizadores del reciente Sí-nodo de América, el ardor apostólico de sus Igle-sias locales y también esta Visita pastoral a laquerida nación mexicana.

3. Mañana se concluye la Semana de oraciónpor la unidad de los cristianos, que este año tienecomo lema: «Él habitará con ellos. Ellos serán supueblo y el mismo Dios estará con ellos» (An21,3b). Alcanzar la plena co-munión entre todos los cre-yentes en Cristo es un objeti-vo constante de la Iglesia, lacual pide al Padre con reno-vado fervor en la preparaciónal Gran Jubileo del 2000 quesea una realidad el deseo deCristo de que todos sean uno(cf. Jn 17,11). La plena uni-dad entre los cristianos, haciala cual se van dando pasosconsoladores, es un don delEspíritu Santo que se ha depedir con perseverancia.

He recibido con dolor lanoticia del bárbaro asesinato

11. Angelus

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de Sor María Aloyius, de las Misioneras de laCaridad en Sierra Leona, así como las informacio-nes preocupantes sobre episodios de gran violen-cia contra hombres de la Iglesia en la Repúblicadel Congo Brazzaville. Ningún motivo puedejustificar tan feroz encarnizamiento contra perso-nas e instituciones que desde hace años se prodi-gan a favor del bien de todos. Roguemos para queel Señor inspire a todos sentimientos dignos delhombre creado a imagen de Dios

4. El amor a la Madre de Dios, tan característicode la religiosidad americana, ayuda a orientar lapropia vida según el espíritu y los valores delEvangelio, para testimoniarlos en el mundo. Nues-tra Señora de Guadalupe, unida íntimamente alnacimiento de la Iglesia en América, fue la Estre-lla radiante que iluminó el anuncio de CristoSalvador a los hijos de estos pueblos, ayudando alos primeros misioneros en su evangelización. Aella, que llevó en su seno al «Evangelio de Dios»(Evangelii nuntiandi, 7), pido que les ayude a sertestigos de Cristo ante los demás.

Que María Santísima interceda por nosotros y,con su protección materna, nos acompañe en estecompromiso alentador.

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Queridos hermanos y hermanas:1. Como en otros viajes pastorales a lo largo y

ancho del mundo, también en esta mi cuarta visitaa México he deseado compartir con Ustedes,queridos enfermos hospitalizados en este Centroque lleva el nom-bre de «Lic. Adol-fo López Mateos»-y por medio suyocon todos los de-más enfermos delPaís- unos mo-mentos en la ora-ción y la esperan-za. Les quieroasegurar mi afec-to y, a la vez, measocio a su ora-ción y a la de susseres queridos pi-diendo a Dios,por intercesión de la Santísima Virgen de Guada-lupe, la conveniente salud del cuerpo y del alma,la plena identificación de sus sufrimientos con losde Cristo y la búsqueda de los motivos que,basados en la fe, nos ayudan a comprender elsentido del dolor humano.

Me siento muy cercano a cada uno de los quesufren, así como a los médicos y demás profesiona-les sanitarios que prestan su abnegado servicio a losenfermos. Quisiera que mi voz traspasara estosmuros para llevar a todos los enfermos y agentessanitarios la voz de Cristo, y ofrecer así una palabrade consuelo en la enfermedad y de estímulo en lamisión de la asistencia, recordando muy especial-mente el valor que tiene el dolor en el marco de laobra redentora del Salvador.

12.- Mensaje deS.S. Juan Pablo II

a los enfermos

Hospital LicHospital LicHospital LicHospital LicHospital Lic..... AdolfAdolfAdolfAdolfAdolfo Lópeo Lópeo Lópeo Lópeo López Maz Maz Maz Maz Mateosteosteosteosteos

Hospital Lic. Adolfo López Mateos

Estar con Ustedes, servirles con amor y compe-tencia no es sólo una obra humanitaria y social, sinosobre todo, una actividad eminentemente evangéli-ca, pues Cristo mismo nos invita a imitar al buensamaritano, que cuando encontró en su camino al

hombre que su-fría «no pasó delargo», sino«que tuvo com-pasión y, acer-cándose, vendósus heridas [...]y cuidó del él»(Lc 10, 32-34).Son muchas laspáginas delEvangelio quenos describen elencuentro deJesús con per-sonas aqueja-

das de diversas enfermedades. Así, san Mateo nosdice que «Jesús recorría toda Galilea, enseñando ensus sinagogas, proclamando la Buena Nueva delreino y curando toda enfermedad y dolencia en elpueblo. Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todoslos que se encontraban mal con enfermedades ysufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos yparalíticos, y los curó» (4,23-24). San Pedro, si-guiendo los pasos de Cristo, junto a la Puerta Her-mosa del templo ayudó a caminar a un tullido (cf.Hch 3, 2-5) y en cuanto se corrió la voz de loacaecido, «le sacaban enfermos a las plazas y loscolocaban en lechos y camillas, para que, al pasarPedro, siquiera su sombra cubriese a alguno deellos» (ibíd. 5, 15-16). Desde sus orígenes, la Igle-sia, movida por el Espíritu Santo, quiere seguir los

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ejemplos de Jesús en este sentido, y por eso consi-dera que es un deber y un privilegio estar al lado delque sufre y cultivar un amor preferencial hacia losenfermos. Por eso, escribí en la Carta ApostólicaSalvifici doloris: «La Iglesia que nace del misteriode la redención en la Cruz de Cristo, está obligadaa buscar el encuentrocon el hombre, demodo particular, en elcamino de su sufri-miento. En un encuen-tro de tal índole elhombre ‘constituye elcamino de la Iglesia’,y es éste uno de losmás importantes» (n.3).

2. El hombre estállamado a la alegría ya la vida feliz, peroexperimenta diaria-mente muchas formasde dolor, y la enfer-medad es la expresiónmás frecuente y máscomún del sufrir hu-mano. Ante ello es es-pontáneo preguntarse:¿Por qué sufrimos?¿Para qué sufrimos?¿Tiene un significado que las personas sufran?¿Puede ser positiva la experiencia del dolor físico omoral? Sin duda, cada uno de nosotros se habráplanteado más de una vez estas cuestiones, seadesde el lecho del dolor, en los momentos de conva-lecencia, antes de someterse a una intervenciónquirúrgica o cuando se ha visto sufrir a un serquerido.

Para los cristianos éstos no son interrogantes sinrespuesta. El dolor es un misterio, muchas vecesinescrutable para la razón. Forma parte del misteriode la persona humana, que sólo se esclarece enJesucristo, que es quien revela al hombre su propiaidentidad. Sólo desde Él podremos encontrar elsentido a todo lo humano. El sufrimiento -como heescrito en la Carta Apostólica Salvifici doloris- «nopuede ser transformado y cambiado con una graciaexterior sino interior [...] Pero este proceso interiorno se desarrolla siempre de igual manera [...] Cristo

no responde directamente ni en abstracto a estapregunta humana sobre el sentido del sufrimiento.El hombre percibe su respuesta salvífica a medidaque él mismo se convierte en partícipe de los sufri-mientos de Cristo. La respuesta que llega medianteesta participación es... una llamada: ‘Sígueme’,

‘Ven’, toma partecon tu sufrimiento enesta obra de salva-ción del mundo, quese realiza a través demi sufrimiento. Pormedio de mi cruz»(n. 26). Por eso, anteel enigma del dolor,los cristianos pode-mos decir un decidi-do «hágase, Señor, tuvoluntad» y repetircon Jesús: «Padremío, si es posible,que pase de mí estecáliz; sin embargo,no se haga como yoquiero sino comoquieres Tú» (Mt.26,39).

3. La grandeza ydignidad del hombreestán en ser hijo de

Dios y estar llamado a vivir en íntima unión conCristo. Esa participación en su vida lleva consigo elcompartir su dolor. El más inocente de los hombres-el Dios hecho hombre- fue el gran sufriente quecargó sobre sí con el peso de nuestras faltas y denuestros pecados. Cuando Él anuncia a sus discípu-los que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho, sercrucificado y resucitar al tercer día, advierte a la vezque si alguno quiere ir en pos de Él, ha de negarse así mismo, tomar su cruz de cada día, y seguirle (cf.Lc 9, 22ss). Existe, pues, una íntima relación entrela Cruz de Jesús -símbolo del dolor supremo yprecio de nuestra verdadera libertad- y nuestrosdolores, sufrimientos, aflicciones, penas y tormen-tos que pueden pesar sobre nuestras almas o echarraíces en nuestros cuerpos. El sufrimiento se trans-forma y sublima cuando se es consciente de lacercanía y solidaridad de Dios en esos momentos.Es esa la certeza que da la paz interior y la alegría

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espiritual propias del hombre que sufre generosa-mente y ofrece su dolor «como hostia viva, consa-grada y agradable a Dios» (Rm 12,1). El que sufrecon esos sentimientos no es una carga para losdemás, sino que contribuye a la salvación de todoscon su sufrimiento.

Vistos así, el dolor, la enfermedad y los momen-tos oscuros de la existencia humana, adquieren unadimensión profunda e, incluso esperanzada. Nuncase está solo frente al misterio del sufrimiento: se estácon Cristo, que da sentido a toda la vida: a losmomentos de alegría y paz, igual que a los momen-tos de aflicción y pena. Con Cristo todo tiene senti-do, incluso el sufrimiento y la muerte; sin Él, nadase explica plenamente, ni siquieralos legítimos placeres que Diosha unido a los diversos momentosde la vida humana.

4. La situación de los enfermosen el mundo y en la Iglesia no es,de ningún modo, pasiva. A esterespecto, quiero recordar las pala-bras que les dirigieron los PadresSinodales al concluir la VII Asam-blea general ordinaria del Sínodode los Obispos: «Contamos convosotros para enseñar al mundoentero lo que es el amor. Haremostodo lo posible para que encon-tréis el lugar al que tenéis derecho en la sociedad yen la Iglesia» (Per Concilii semitas ad Populum DeiNuntius, 12). Como escribí en mi Exhortación apos-tólica Christifideles laici «A todos y a cada uno sedirige el llamamiento del Señor: también los enfer-mos son enviados como obreros a su viña. El pesoque oprime a los miembros del cuerpo y menoscabala serenidad del alma, lejos de retraerles del trabajaren la viña, los llama a vivir su vocación humana ycristiana y a participar en el crecimiento del Reinode Dios con nuevas modalidades, incluso más valio-sas [...] muchos enfermos pueden convertirse enportadores del ‘gozo del Espíritu Santo en medio demuchas tribulaciones’ (1Ts 1,6) y ser testigos de laResurrección de Jesús» (n. 53). En este sentido, esoportuno tener presente que los que viven en situa-ción de enfermedad no sólo están llamados a unir sudolor a la Pasión de Cristo, sino a tener una parteactiva en el anuncio del Evangelio, testimoniando,desde la propia experiencia de fe, la fuerza de la vida

nueva y la alegría que vienen del encuentro con elSeñor resucitado (cf. 2Co 4, 10-11; 1P 4, 13; Rm 8,18ss).

Con estos pensamientos he querido suscitar encada uno y cada una de Ustedes los sentimientos quellevan a vivir las pruebas actuales con un sentidosobrenatural, sabiendo ver en ellas una ocasión paradescubrir a Dios en medio de las tinieblas y losinterrogantes, y adivinar los amplios horizontes quese vislumbran desde lo alto de nuestras cruces decada día.

5. Quiero extender mi saludo a todos los enfer-mos de México, muchos de los cuales están siguien-

do esta visita a través de la radioo de la televisión; a sus familia-res, amigos y a cuantos les ayu-dan en estos momentos de prue-ba; al personal médico y sanita-rio, que ofrecen el contributo desu ciencia y de sus atencionespara superarlos o, por lo menos,hacerlos más llevaderos; a lasautoridades civiles que se pre-ocupan por el progreso de loshospitales y los demás centrosasistenciales de los diferentesEstados y del País entero. Unamención especial quiero reser-var a las personas consagradas

que viven su carisma religioso en el campo de lasalud, así como a los sacerdotes y a los demásagentes pastorales que les ayudan a encontrar en lafe consuelo y esperanza.

No puedo dejar de agradecer las oraciones ysacrificios que ofrecen muchos de Ustedes por mipersona y mi ministerio de Pastor de la Iglesiauniversal.

Al entregar este Mensaje a Mons. José LizaresEstrada, Obispo auxiliar de Monterrey y Presidentede la Comisión Episcopal de Pastoral de la Salud,les renuevo mi saludo y mi afecto en el Señor y, porintercesión de la Virgen de Guadalupe, que al BeatoJuan Diego le dijo «¿No soy yo tu salud?»-manifes-tándose así como quien invocamos los cristianoscon el título de «Salus infirmorum»-, les imparto decorazón la Bendición Apostólica.

Ciudad de México, 24 de enero de 1999.

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Santidad:Nuestra América,

continente rico enculturas, paisajes ytalentos humanos,agradece al Padre,principio y origen detodo bien, el papelexcepcional que le haasignado a nuestrospueblos americanos,distinguiéndolos conla presencia siempreviva de Santa Maríade Guadalupe, quiendesde su aparición enel Tepeyac hizo po-sible que la obra mi-sionera fructificaraen la evangelización,forjando la matrizcultural cristiana deestas tierras.

Las semillas delVerbo siempre estu-vieron presentes enlos moradores de estanuestra América y ensu búsqueda del Dios Unico y Verdadero han dejadovestigios extraordinarios a través de la poesía, códi-ces y monumentos. Estas semillas siguen vivas enmuchas comunidades indígenas. Santísimo Padre,la Providencia quiso hacer de América tierra fértil

para una vida religiosa,por esto, no se puede que-dar en semillas, está lla-mada a alcanzar la estatu-ra de Cristo, esta es larazón por la que recibecon gusto a los que son deCristo y anhela ser ali-mentada con la mismavida de Cristo.

El mestizaje espiritualdio sus frutos y estos fru-tos nos distinguen y ha-cen posible el mestizajesociocultural, colmado demúltiples expresionesabiertas a la generosidad,a la alegría, a la contem-plación, al dolor y al he-roísmo en la defensa delos valores más profun-dos del ser humano comola vida, la familia, la pro-pia cultura, la religión y lapatria.

Nuestro continente esfecundo en santos y hé-roes surgidos del anhelo

por hacer presente el Reino de Dios en nuestrosuelo. Aquí han brotado misioneros, religiosos ylaicos, hombres y mujeres, realizadores de obrassociales en todos los campos de la actividad huma-na, como la educación, la salud, las letras, la arqui-

13. Saludo del Cardenal NorbertoRivera Carrera

al Papa Juan Pablo IIen el encuentro de las generaciones

de este siglo con Cristo

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tectura, la pintura, el teatro, la economía, la políticay el campo asistencial en sus mas variadas formas.

Sin embargo América vive inmersa en retosgigantescos e inéditos, vive amenazada por el peca-do y la debilidad de siempre que toma nuevasformas. La globalidad, los avances de la biología ylos maravillosos descubrimientos en el campo de lacomunicación, por mencionar sólo algunos fenó-menos, abren nuevas perspectivas a la Iglesia y a lahumanidad y al mismo tiempo presentan cuestionesque deben resolverse humana y cristianamente. Elavance de la pobreza, la injusticia institucionalizada,la corrupción en la vida social y política, la crecientedesintegración de la familia, la manipulación de lavida, el surgimiento de un nuevo colonialismo,claman por una nueva evangelización, en dondeDios sea todo en todos, en donde el amor sea la basede las relaciones en los individuos y en los pueblos,en donde los hombres y mujeres concretos de nues-tro continente sean el centro de la actividad humanay no las víctimas de los sistemas, de las legislacio-nes o de los avances científicos y técnicos.

Gracias, Padre Santo, por hacernos sentir, con supalabra y con su presencia, que Jesucristo es enverdad el centro del designio amoroso de Dios

nuestro Padre en este continente. Las generacionesde este siglo, generaciones que no son fruto degeneración espontánea sino cimentadas en el matri-monio y la familia, instituciones de origen divino yno producto de proyectos poblacionales, esta tardeexplotan de alegría y de agradecimiento porqueusted nos presenta nuevamente el proyecto de Dioscomo fue al comienzo, nos presenta a Jesús deNazaret anunciando el evangelio de la vida, com-partiendo las esperanzas y las angustias de nuestropueblo: «Bendito sea Dios, el Padre de nuestroSeñor Jesucristo, que nos ha bendecido con todaclase de bendiciones...» Jesucristo, y solo Él, esnuestra salvación en América, nuestra justicia, nues-tra paz y nuestra reconciliación. En Él fuimos recon-ciliados con Dios y por Él nos fue confiado el«Ministerio de la Reconciliación». Él, y solo Él,puede derribar los muros que separan a los hombresy a los pueblos de este continente. Gracias, Santi-dad, porque desde el dolor y la cruz, ha querido venira proclamar nuevamente el evangelio de salvación,porque desde la luz de la Revelación ha queridoiluminar a toda persona, familia y sociedad, porqueha venido a sembrar esperanza cuando aguardamosun nuevo siglo y un nuevo milenio.

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Amados hermanos y hermanas:1. Dentro de poco se concluirán un siglo y un

milenio trascendentales para la historia de la Igle-sia y de la humanidad. En esta hora significativa,Ustedes están llamados a tomar renovada con-ciencia de ser los depositarios de una rica tradi-ción humana y religiosa. Es tarea suya transmitira las nuevas generaciones ese patrimonio de valo-res para alimentar su vitalidad y su esperanza,haciéndoles partícipes de la fe cristiana, que haforjado su pasado y ha de caracterizar su futuro.

Hace ahora mil años,en el 999 de nuestra era,el furor de quienes ado-raban a un dios violento,diciéndose sus represen-tantes, hizo desaparecera Quetzalcóalt, el rey-profeta de los toltecas,pues se oponía al uso dela fuerza para resolver losconflictos humanos. Alaproximarse a la muerte,llevaba en sus manos unacruz que para él y susdiscípulos simbolizaba lacoincidencia entre todaslas ideas en búsqueda dela armonía. Había trans-mitido a su pueblo altasenseñanzas: «El bien seimpondrá siempre sobreel mal». «El hombre es elcentro de todo lo crea-do». «Las armas nuncaserán compañeras de la

palabra; es ésta la que despeja las nubes de latormenta para que nos llene la claridad divina» (cf.Raúl Horta, El Humanismo en el Nuevo Mundo,cap. II). En estas y otras enseñanzas de Quetzalcóaltpodemos ver «como una preparación al Evange-lio» (cf. Lumen gentium 16), que los antepasadosde muchos de Ustedes tendrían el gozo de acogerquinientos años más tarde.

2. Este milenio ha conocido el encuentro entredos mundos, marcando un rumbo inédito en lahistoria de la humanidad. Para Ustedes es el mile-

14. Mensaje de S.S. Juan Pablo II enel Encuentro con Representantes de

todas las Generaciones del Siglo

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(1ª parte) Fin de siglo y de milenio a la luz del Concilio Vaticano II

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mente por numerosos creyentes, será la que animee inspire las pautas necesarias para superar lasdeficiencias en el progreso social de las comuni-dades, especialmente de las campesinas e indíge-nas; para sobreponerse a la corrupción que empa-ña tantas instituciones y ciudadanos; para deste-rrar el narcotráfico, basado en la carencia devalores, en el ansia de dinero fácil y en la inexpe-riencia juvenil; para poner fin a la violencia queenfrenta de manera sangrienta a hermanos y clasessociales. Sólo la fe en Cristo da origen a unacultura opuesta al egoísmo y a la muerte.

Padres y abuelos aquí presentes: a Ustedes lescorresponde transmitir a las nuevas generacionesarraigadas convicciones de fe, prácticas cristianasy sanas costumbres morales. En ello, les serán deayuda las enseñanzas del último Concilio.

4. El Concilio Vaticano II, como respuestaevangélica a la reciente evolución del mundo ycomienzo de una nueva primavera cristiana (cf.Tertio millennio adveniente 18), ha sido providen-cial para el siglo XX. Este siglo ha visto dosguerras mundiales, el horror de los campos deconcentración, persecuciones y matanzas, pero hasido testigo también de progresos esperanzadorespara el futuro, como el nacimiento de las NacionesUnidas y la Declaración Universal de los Dere-chos Humanos.

Por eso, me complazco en constatar los benefi-cios aportados por la acogida de las orientacionesconciliares, como son el hondo sentido de comu-nión y fraternidad entre los Obispos de América

nio del encuentro con Cristo, de las apariciones deSanta María de Guadalupe en el Tepeyac, de laprimera evangelización y consiguiente implanta-ción de la Iglesia en América.

Los últimos cinco siglos han dejado una huelladecisiva en la identidad y el destino del Continen-te. Son quinientos años de historia común, tejidaentre los pueblos autóctonos y las gentes venidasde Europa, a las que se añadieron sucesivamentelas provenientes de Africa y Asia. Con el fenóme-no característico del mestizaje se ha puesto derelieve que todas las razas son iguales en dignidady con derecho a su cultura. En toda esta amplia ycompleja andadura, Cristo ha estado incesante-mente presente en el caminar de los pueblos ame-ricanos, dándoles también como Madre a la suya,la Virgen María, a la que Ustedes tanto aman.

3. Como sugiere el lema con que México haquerido recibir por cuarta vez al Papa, -»Nace unmilenio. Reafirmamos la fe»-, la nueva época quese aproxima debe llevar a consolidar la fe deAmérica en Jesucristo. Esta fe, vivida cotidiana-

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que, en estrecha unión con el Papa, se ha puestode manifiesto en la celebración del Sínodo queayer clausuré solemnemente; el creciente com-promiso de los laicos en la edificación de laIglesia; el desarrollo de movimientos que impul-san la santidad de vida y el apostolado de susmiembros; el aumentode vocaciones al sacer-docio y a la vida consa-grada que se detecta endiversos lugares, entreellos México.

Aquí están presentescuatro generaciones, yles pregunto: ¿Es ver-dad que el mundo en elque vivimos es al mis-mo tiempo grande y frá-gil, excelso pero a vecesdesorientado? ¿Se tratade un mundo avanzadoen unos aspectos peroretrógrado en tantosotros? Y sin embargo,este mundo -nuestromundo- tiene necesidadde Cristo, Señor de lahistoria, que ilumina elmisterio del hombre ycon su Evangelio lo guíaen la búsqueda de solu-ciones a los principalesproblemas de nuestrotiempo (cf. Gaudium etspes 10).

Porque algunos poderosos volvieron sus espal-das a Cristo, este siglo que concluye asiste impo-tente a la muerte por hambre de millones de sereshumanos, aunque paradójicamente aumenta laproducción agrícola e industrial; renuncia a pro-mover los valores morales, corroídos progresiva-mente por fenómenos como la droga, la corrup-ción, el consumismo desenfrenado o el difundidohedonismo; contempla inerme el creciente abismoentre países pobres y endeudados y otros fuertes yopulentos; sigue ignorando la perversión intrínse-ca y las terribles consecuencias de la «cultura de lamuerte»; promueve la ecología, pero ignora quelas raíces profundas de todo atentado a la natura-

leza son el desorden moral y el desprecio delhombre por el hombre.

5. ¡América, tierra de Cristo y de María! tútienes un papel importante en la construcción delmundo nuevo que el Concilio Vaticano II quisopromover. Debes comprometerte para que la ver-

dad prevalezca sobretantas formas de menti-ra; para que el bien sesobreponga al mal, lajusticia a la injusticia,la honestidad a la co-rrupción. Acoge sin re-servas la visión conci-liar del hombre, creadopor Dios y redimido porJesucristo. Así alcanza-rás la plena verdad delos valores morales,frente al espejismo decertezas momentáneas,sólo precarias y subje-tivas.

Quienes formamosla Iglesia -Obispos, sa-cerdotes, consagrados ylaicos- nos sentimoscomprometidos con elanuncio salvador deCristo. Siguiendo suejemplo, no queremosimponer su mensaje,sino proponerlo en ple-na libertad, recordando

que sólo Él tiene palabras de vida eterna y confian-do plenamente en la fuerza y la acción del EspírituSanto en lo más íntimo del corazón humano.

¡Que Ustedes, católicos de todas las generacio-nes del siglo XX, sean portadores y testigos de lagran esperanza de la Iglesia en todos los ambientesdonde Dios los ha enviado como semillas de fe, deesperanza y de un amor sin fronteras para todossus hermanos!

(2ª parte) El Siglo XXI, siglo de la nuevaevangelización y del gran reto de los jóvenescristianos.

6. El año próximo celebraremos dos mileniosdesde que «la Palabra se hizo carne, y puso su

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Morada entre nosotros» (Jn 1, 14). El Hijo de Dioshecho hombre enseñó a todos a ser hombres ymujeres auténticos, compadeciéndose de las mu-chedumbres que encontraba como ovejas sin pas-tor y dando su vida por nuestra salvación. Supresencia y acción continúan en la tierra a travésde su Iglesia, su Cuer-po Místico. Por eso,cada cristiano está lla-mado a anunciar, tes-timoniar y hacer pre-sente a Cristo en to-dos los ambientes, enlas diferentes cultu-ras y épocas de la his-toria.

7. La evangeliza-ción, tarea primor-dial, misión y voca-ción propia de la Igle-sia (cf. Evangeliinuntiandi 14), naceprecisamente de la feen la Palabra, que esla luz verdadera que ilumina a todo hombre queviene a este mundo (cf. Jn 1,9). A cuantos hoy seencuentran unidos al Papa, aquí o a través de losmedios de comunicación, les digo: ¡Siéntanseresponsables de difundir esta luz que han recibi-do!

Pronto terminarán un siglo y un milenio, enlos cuales a pesar de tantos conflictos, se hapromovido el valor de la persona por encima delas estructuras sociales, políticas y económicas.A este respecto, la nueva evangelización llevatambién consigo la respuesta de la Iglesia a esteimportante cambio de perspectiva histórica. Cadauno de Ustedes, con su modo de vivir y sucompromiso cristiano, ha de testimoniar, a lolargo y ancho de América y del mundo, queCristo es el verdadero promotor de la dignidadhumana y de su libertad.

8. Los discípulos de Cristo deseamos que en elpróximo siglo prevalezca la unidad y no las divi-siones; la fraternidad y no los antagonismos; lapaz y no las guerras. Esto es también un objetivoesencial de la nueva evangelización. Ustedes,como hijos de la Iglesia, deben trabajar para que la

sociedad global que se acerca no sea espiritual-mente indigente ni herede los errores del siglo queconcluye.

Para ello es necesario decir sí a Dios y compro-meterse con Él en la construcción de una nueva

sociedad donde la fa-milia sea un ámbitode generosidad yamor; la razón dialo-gue serenamente conla fe; la libertad favo-rezca una conviven-cia caracterizada porla solidaridad y la par-ticipación. En efecto,quien tiene al Evan-gelio como guía ynorma de vida no pue-de permanecer en unaactitud pasiva, sinoque ha de compartir ydifundir la luz deCristo, incluso con elpropio sacrificio.

9. La nueva evangelización será semilla deesperanza para el nuevo milenio si Ustedes, cató-licos de hoy, se esfuerzan en transmitir a lasgeneraciones venideras la preciosa herencia devalores humanos y cristianos que han dado senti-do a su vida. Ustedes, hombres y mujeres que conel paso de los años han acumulado preciosasenseñanzas de la vida; Ustedes tienen la misión deprocurar que las nuevas generaciones reciban unasólida formación cristiana durante su preparaciónintelectual y cultural, para evitar que el pujanteprogreso les cierre a lo trascendente. En fin, pre-séntense siempre como infatigables promotoresde diálogo y concordia frente al predominio de lafuerza sobre el derecho y a la indiferencia ante losdramas del hambre y la enfermedad que acucian agrandes masas de la población.

10. Por su parte, Ustedes, jóvenes y muchachosque miran hacia el mañana con el corazón lleno deesperanza, están llamados a ser los artífices de lahistoria y de la evangelización ya en el presente yluego en el futuro. Una prueba de que no hanrecibido en vano tan rico legado cristiano y huma-no será su decidida aspiración a la santidad, tanto

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en la vida de familia que muchos formarán dentrode unos años, como entregándose a Dios en elsacerdocio o la vida consagrada si son llamados aello.

El Concilio Vaticano II nos harecordado que todos los bautiza-dos, y no sólo algunos privilegia-dos, están llamados a encarnar ensu existencia la vida de Cristo, atener sus mismos sentimientos y aconfiar plenamente en la voluntaddel Padre, entregándose sin reser-vas a su plan salvífico, iluminadospor el Espíritu Santo, llenos degenerosidad y de amor incansablepor los hermanos, especialmentelos más desfavorecidos. El idealque Jesucristo les propone y ense-ña con su vida es ciertamente muyalto, pero es el único que puede darsentido pleno a la vida. Por eso, desconfíen de losfalsos profetas que proponen otras metas, másconfortables tal vez, pero siempre engañosas. ¡Nose conformen con menos!

11. Los cristianos del siglo XXI tienen tambiénuna fuente inagotable de inspiración en las comu-nidades eclesiales de los primeros siglos. Quieneshabían convivido con Jesús, o escuchado directa-mente el testimonio de los Apóstoles, sintieronsus vidas como transformadas e inundadas de unanueva luz. Pero debieron vivir su fe en un mundoindiferente e incluso hostil. Hacer penetrar laverdad del Evangelio, trastocar muchas convic-ciones y costumbres que denigraban la dignidadhumana, supuso grandes sacrificios, firme cons-tancia y una gran creatividad. Sólo con la feinquebrantable en Cristo, alimentada constante-mente por la oración, la escucha de la Palabra y laparticipación asidua en la Eucaristía, las primerasgeneraciones cristianas pudieron superar aquellasdificultades y consiguieron fecundar la historiahumana con la novedad del Evangelio, derraman-do, tantas veces, la propia sangre.

En la nueva era que despunta, era de la informá-tica y de los poderosos medios de comunicación,abocada a una globalización cada vez más fluidade las relaciones económicas y sociales, Ustedes,queridísimos jóvenes, y sus coetáneos tienen ante

sí el reto de abrir la mente y el corazón de lahumanidad a la novedad de Cristo y a la gratuidadde Dios. Sólo de este modo se alejará el riesgo de

un mundo y una historia sin alma,engreída de sus conquistas técnicaspero carente de esperanza y de sen-tido profundo.

11. Ustedes, jóvenes de Méxicoy de América, han de procurar queel mundo que un día se les confiaráesté orientado hacia Dios, y que lasinstituciones políticas o científicas,financieras o culturales se ponganal servicio auténtico del hombre,sin distinción de razas ni clases so-ciales. La sociedad del mañana hade saber gracias a Ustedes, por laalegría que dimana de su fe cristianavivida en plenitud, que el corazónhumano encuentra la paz y la plena

felicidad sólo en Dios. Como buenos cristianos,han de ser también ciudadanos ejemplares, capa-ces de trabajar junto con los hombres de buenavoluntad para transformar pueblos y regiones, conla fuerza de la verdad de Jesús y de una esperanzaque no decae ante las dificultades. Traten de poneren práctica el consejo de San Pablo: «No te dejesvencer por el mal; antes bien, vence al mal con elbien» (Rm 12, 21).

12. Les dejo como recuerdo y como prenda laspalabras de despedida de Jesús, que iluminan elfuturo y alientan nuestra esperanza: «Yo estoy conUstedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt28, 20).

En nombre del Señor, vayan Ustedes decidida-mente a evangelizar el propio ambiente para quesea más humano, fraterno y solidario; más respe-tuoso de la naturaleza que se nos ha encomendado.Contagien la fe y los ideales de vida a todas lasgentes del Continente, no con confrontacionesinútiles, sino con el testimonio de la propia vida.Revelen que Cristo tiene palabras de vida eterna,capaces de salvar a los hombres de ayer, de hoy yde mañana. Revelen a sus hermanos el rostrodivino y humano de Jesucristo, Alfa y Omega,Principio y Fin, el Primero y el Ultimo de toda lacreación y de toda la historia, también de la queUstedes están escribiendo con sus vidas.

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Su Santidad, Juan Pablo II:A nombre de millones de

mexicanos agradezco a Su Santi-dad esta cuarta visita a nuestropaís.

La presencia de Su Santidadha dado enorme alegría a hom-bres y mujeres de todo México, ysu voz se ha escuchado clara entoda América.

El Papa Juan Pablo II ha re-confortado nuestros hogares y haquedado presente en el corazónde los mexicanos.

Su mensaje de paz y concor-dia ha traído aliento a las muje-res, a los jóvenes y a los niños; hadado dicha a los ancianos; habrindado consuelo a los enfer-mos, ánimo a los migrantes y refugiados, esperanzaa los marginados.

En particular, usted ha subrayado la responsabi-lidad que tenemos de superar la pobreza y el aban-dono que sufren las comunidades indígenas y loscampesinos.

Usted ha renovado los lazos de amor, los senti-mientos de fraternidad y confianza de las familiasmexicanas.

Su mensaje de paz y concordia ha sido bienveni-do, incluso, por quienes aun sin compartir su credoreligioso, son hombres y mujeres de buena volun-tad.

Su Santidad nos ha recordado que todos debe-mos promover el progreso común en el marco desociedades justas, abiertas y reconciliadas, y quecada uno comparte el deber de que todos los sereshumanos convivamos con respeto, tolerancia y dig-nidad.

Con sus palabras, Su Santidad nos ha recordadoque la responsabilidad de todo gobernante y todorepresentante es servir a los ciudadanos, hablandosiempre con la verdad, actuando con honestidad,trabajando con incansable dedicación.

A la vez, con sus palabras, Su Santidad nos harecordado que una misión humana fundamental es

15. Palabras del presidenteErnesto Zedillo, durante la ceremonia

de despedida a S. S. Juan Pablo IIHangHangHangHangHangar prar prar prar prar presidencial.esidencial.esidencial.esidencial.esidencial. Ciudad de México Ciudad de México Ciudad de México Ciudad de México Ciudad de México

Despedida

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diseminar un mensaje de paz y solidaridad, y que esemensaje debe ser transmitido con humildad y pru-dencia, nunca con protagonismos vanos.

Con palabras siempre cordiales, Su Santidad nosha recordado que el anhelo de todos los hombres ymujeres de buena voluntad, es que en el próximomilenio prevalezca la unidad, no las divisiones;prevalezca la fraternidad, no los antagonismos; pre-valezca la paz, no las guerras; que entre todosseamos capaces de erigir un mundo más humano,más fraterno, más justo.

Durante estos días, Su Santidad ha constatadoque el pueblo mexicano nunca ha estado ni estaráabatido; que el pueblo mexicano tiene unagran riqueza espiritual, que le da vigor yalegría cada día, que le da confianza en suscapacidades y entusiasmo por sus tareas.

Por eso, como en cada una de las anterioresvisitas pastorales, el júbilo de los mexicanosse ha desbordado al paso de Su Santidad, yesta cuarta visita del Papa, deja a los mexica-nos más unidos y más esperanzados en nues-tro porvenir.

México quiere al Papa porque sabe cómoquiere el Papa a México.

Estoy seguro de que la visita de Su Santi-dad nos ha dejado, a todos los mexicanos,mejor preparados para vivir siempre confor-me a las exigencias de la ley y el respeto a losderechos humanos; mejor preparados para

avanzar unidos en la libertad y la demo-cracia.

La visita de Su Santidad también hadejado a los mexicanos mejor preparadospara que, con su esfuerzo y perseverancia,construyamos un progreso duradero y equi-tativo; un progreso con genuino rostrohumano; un progreso que sea base firmede una vida digna para todos.

La visita de Su Santidad ha dejado atodos los mexicanos mejor preparadospara procurar siempre el diálogo sincero yfecundo, para sumar nuestras voluntades afin de lograr los acuerdos que sean cami-nos seguros de prosperidad y de justicia.

Su Santidad, a nombre de millones demexicanas y mexicanos:

Gracias, muchas gracias, por esta visita quenunca olvidaremos.

Gracias, muchas gracias, por fortalecer la con-cordia y el amor entre los mexicanos.

Gracias, muchas gracias, por dejarnos con elcorazón lleno de esperanza y con un ánimo vigoro-samente fortalecido para seguir luchando por elbienestar y la equidad.

Su México amigo le llevará a usted siempre en elcorazón. Este México amigo, siempre recordará concariño y gratitud, al Papa Juan Pablo II.

¡Hasta muy pronto!

Despedida

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Sr. Presidente.Señores Cardenales y Hermanos en el Episcopa-

do.Excelentísimas Autoridades.Amadísimos hermanos y hermanas de México.1. Las densas y emotivas jornadas

con el Pueblo de Dios que peregrinaen tierras mexicanas han dejado enmí una profunda huella. Me llevograbados los rostros de tantas perso-nas encontradas durante estos días.Estoy muy agradecido a todos por sucordial hospitalidad, expresión ge-nuina del alma mexicana, y sobretodo por haber podido compartirintensos momentos de oración y re-flexión en las celebraciones de laSanta Misa en la Basílica de Guada-lupe y en el Autódromo «HermanosRodríguez», en la visita al Hospital«Licenciado Adolfo López Mateos»y el memorable encuentro con lascuatro generaciones en el Estadio Az-teca.

2. Pido a Dios que bendiga y recompense a todoslos que han cooperado en la realización de estaVisita. Le estoy muy reconocido, Señor Presidente,por sus amables palabras a mi llegada, por habermerecibido en su Residencia Presidencial, por todas lasatenciones que ha tenido hacia mi persona, así comopor la colaboración prestada por las Autoridades.

Mi gratitud se extiende también al Señor Carde-nal Norberto Rivera Carrera. Arzobispo Primado deMéxico, así como a los demás Obispos mexicanosy a los venidos de todo el Continente, que hancolaborado para que esta visita se viviera con todaintensidad. Mi agradecimiento se hace oración in-

vocando al Cielo las mejores bendiciones para estepueblo que en tantas ocasiones ha demostrado sufidelidad a Dios, a la Iglesia y al Sucesor de sanPedro. Por eso, desde aquí elevo mi voz hacia loalto.

¡Dios te bendiga, México!, por los ejemplos dehumanidad y de fe de tus gentes, por los esfuerzos endefender la familia y la vida.

¡Dios te bendiga, México», por la fidelidad y elamor de tus hijos a la Iglesia. Los hombres y mujeresque componen este rico mosaico de tus diversas yfecundas culturas encuentran en Cristo la fuerzapara superar antiguos o recientes antagonismos ysentirse hijos de un mismo Padre.

¡Dios te bendiga, México!, que cuentas con nu-merosos pueblos indígenas cuyo progreso y respetoquieres promover. Ellos conservan ricos valoreshumanos y religiosos y quieren trabajar juntos paraconstruir un futuro mejor.

16. Despedida del Papaen la Ceremonia de despedida

HangHangHangHangHangar prar prar prar prar presidencial.esidencial.esidencial.esidencial.esidencial. Ciudad de México Ciudad de México Ciudad de México Ciudad de México Ciudad de México

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¡Dios te bendiga, México!, que te esfuerzas endesterrar para siempre las luchas que dividieron atus hijos mediante un diálogo profundo y construc-tivo. Un diálogo en el que nadie quede excluido yacumune aún más a todos tus habitantes, a loscreyentes fieles a su fe en Cristo y a los que estánalejados de El. Sólo el diálogo fraterno entre todosdará vigor a los proyectos de futuras reformas,auspiciadas por los ciudadanos de buena voluntad,pertenecientes a todos los credos religiosos y a losdiversos sectores políticos y culturales.

¡Dios te bendiga, México!, que sigues extrañan-do a tus hijos emigrantes en busca de pan y trabajo.Ellos han contribuido también a propagar la fecatólica en sus nuevos ambientes y a construir unaAmérica que, como manifestaron los Obispos en elSínodo, quiere ser solidaria y fraterna.

¡Dios te bendiga, México!, por la libertad reli-giosa que vas reconociendo para quienes lo añorandentro de tus fronteras. Esta libertad, garantía depleno sentido a las demás libertades y derechosfundamentales.

¡Dios te bendiga, México!, por laIglesia que está presente en tu suelo.Los Obispos, junto con los sacerdo-tes, consagrados, consagradas y lai-cos, comprometidos en la nuevaevangelización, fieles a Cristo y a suEvangelio, anuncian en su tierra,desde hace casi cinco siglos, el Rei-no de Dios.

3. México es un gran País, quehunde sus raíces en un gran pasadorico por su fe cristiana y abierto haciael futuro en su clara vocación ameri-cana y mundial.

Recorriendo las calles del Distri-to Federal, teniendo presente en elcorazón a los Estados que integran ala Nación, he sentido nuevamente ellatir de este noble pueblo, que contanto afecto me recibió en mi primerviaje apostólico fuera de Roma, alinicio de mi ministerio petrino. Ensu acogida veó el fiel reflejo de unarealidad que se abre camino en lavida mexicana: la de un nuevo climade relaciones respetuosas, sólidas y

constructivas entre el Estado y la Iglesia, superandootros tiempos, que, con sus luces y sobras, son yahistoria. Este nuevo clima favorecerá casa vez másla colaboración en favor del pueblo mixicano.

4. Al concluir esta visita pastoral, quiero reafir-mar mi plena confianza en el porvenir de estepueblo. Un futuro en el que México, cada vez másevangelizado y más cristiano, sea un país de referen-cia en América y en el mundo: un país donde lademocracia, cada día más arraigada y firme, mástrasparente y efectiva, junto con la gozoza y pacíficaconvivencia entre sus gentes, sea siempre una reali-dad bajo la tierna mirada de su Reina y Madre, laVirgen de Guadalupe.

Para Ella mi útiltima mirada y mi últimosaludo antes de dejar por cuarta vez esta benditatierra mexicana. A Ella confío a todos y a cadauno de sus hijos mexicanos, coyo recuerdo llevoen mi corazón. ¡Virgen de Guadalupe, vela sobreMéxico! ¡vela sobre todo el querido Continenteamericano!

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Jubileo 2000

Las palabras con las cuales se abre esta exhor-tación apostólica - Ecclesia in América - indicanclaramente la pertenencia de la misma a la serie dedocumentos pontificios que concluyen las diversasasambleas sinodales, continentales y regionales,que el Santo Padre haconvocado en prepara-ción al tercer milenio. Setrata, por lo tanto, de uninstrumento del Magis-terio del Sumo Pontíficeque recogesintéticamente todos lostrabajos sinodales y ofre-ce las líneas pastoralesde la nueva evangeliza-ción para la Iglesia queperegrina en el Continen-te americano.

El documento se arti-cula a través de una in-troducción, seis capítu-los y una conclusión.

En la introducción sepresenta brevemente nosolo el tema de la Asam-blea Especial sino tam-bién la génesis del pro-ceso que llevó a su convocación por parte del SantoPadre, en continuidad con la celebración de losquinientos años del comienzo de la evangelizaciónen América y en la perspectiva del Gran Jubileo delaño 2000. Así mismo, se pone en relieve la riquezade la experiencia vivida en el sínodo como expre-sión de la unidad de los Pastores del Pueblo de Dioscon el Sucesor de Pedro en el Colegio episcopal.Esta comunión se presenta como un signo de la

unidad de todo el Continente, a la cual la Iglesia,confiando en la ayuda de Jesucristo vivo y operanteen ella, desea servir abriendo los caminos de unanueva evangelización.

Los diversos capítulos que siguen se desenro-llan según el argu-mento de fondo pro-puesto por el tema dela Asamblea sinodal:«Encuentro con Jesu-cristo vivo, caminopara la conversión, lacomunión y la solida-ridad en América .Así, el primer capítu-lo se refiere al encuen-tro con el Señor resu-citado - tal como espresentado por los di-versos relatos delNuevo Testamento -y a la Iglesia, comolugar donde los hom-bres pueden descubrirla presencia de Jesu-cristo y encontrarsecon él. Un puesto pri-vilegiado en este iti-nerario del encuentro

con el Señor, que la Iglesia en América desearecorrer guiada por el Espíritu Santo es asignado ala Santísima Virgen María . Ella, en efecto, hatenido un papel de gran relieve con su aparición alindio luan Diego en la colina del Tepeyac en el año1531. Es por este motivo que el Santo Padre,acogiendo gozosamente la propuesta de los Padressinodales, establece que el día 12 de diciembre secelebre en todo el Continente la fiesta de Nuestra

Exhortación apostólicapostsinodal

Ecclesia in América(RESUMEN)(RESUMEN)(RESUMEN)(RESUMEN)(RESUMEN)

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Jubileo 2000

Señora de Guadalupe, Madre y Evangelizadora deAmérica.

Continuando con el tema del encuentro, el capí-tulo segundo desarrolla ese mismo argumento en elcontexto de la situación actual de América abor-dando la cuestión desde una perspectiva pastoral.El primer aspecto tratado es el de la identidadcristiana de todo el Continente, expresión del donde la fe recibida y elemento determinante de lafisonomía religiosa americana. Luego se pasa a unavisión de conjunto de las manifestaciones de esaidentidad cristiana: las vidas de tantos santos ybeatos que han enriquecido la Iglesia con sustestimonios de fe, esperanza y caridad, así comotambién la característica piedad popular profunda-mente enraizada en las diversas naciones comoexpresión de la inculturación de la fe católica.Después se abordan diversos otros temas, siempredesde una óptica pastoral, para ser retomados másadelante en orden a la formulación de algunaspropuestas concretas: la presencia católico-orien-tal en América, la acción de la Iglesia en el campode la educación y de la acción social, el crecienterespeto de los derechos humanos, el fenómeno dela globalización, la realidad de la urbanización, elpeso de la deuda externa, la corrupción, el comer-cio y el consumo de drogas y la preocupación porla ecología.

El capítulo tercero entra en el tema de la conver-sión señalando la urgencia del llamado y la necesi-dad de dar una respuesta integral, es decir, quecontemple no sólo una dimensión personal sinotambién social y comunitaria. Además, la conver-sión es presentada como un itinerario permanenteque la Iglesia en América, guiada por el EspírituSanto, está llamada a recorrer para vivir un nuevoestilo de vida centrado en una espiritualidad de laoración comprometida con las exigencias del Evan-gelio en todos sus aspectos Una vez más se eviden-cia la necesidad de la penitencia y la reconciliación- expresión sacramental de la metanoia interior -para alcanzar la meta de la santidad, a la cual estállamado todo ser humano y cuyo camino no es otroque la misma persona del Señor Jesús.

El tema de la comunión es desarrollado en elcuarto capítulo, a partir del concepto dc Iglesiacomo sacramento, es decir, como signo e instru-mento de la unidad en Cristo de todos los hombres

entre si y con Dios. Medios privilegiados paralograr esa comunión de vida en la Iglesia son lossacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo,Confirmación y Eucaristía. cuya recepción fruc-tuosa - se recuerda - dependerá de un adecuadoesfuerzo catequizador. Un rol especial en la tareade construir la comunión eclesial es asignado a losobispos, los cuales están llamados a ser promotoresde la unidad en sus propias iglesias particulares yen la sociedad en general. La necesidad dc trabajarpor la comunión se extiende también a la colabora-ción entre las iglesias particulares de todo el Con-tinente, una de cuyas manifestaciones concretashaya sido la misma realización de la Asambleasinodal.

A continuación, siempre dentro del mismo capí-tulo. se tratan otros aspectos que indican otrastantas urgencias pastorales que la Iglesia en Amé-rica deberá enfrentar para lograr acrecentar cadavez más la comunión en Cristo de todo el Pueblo deDios: las relaciones con las iglesias católicas orien-tales; el esfuerzo por consolidar la unidad delpresbiterio en cada iglesia particular; el fomento dela pastoral vocacional y la formación de losseminaristas, para vivir en comunión con sus her-manos: la renovación de la institución parroquial,como lugar privilegiado para tener una experienciaconcreta de Iglesia: la diligente formación v acom-pañamiento de los llamados al diaconado perma-nente; la revalorización de la vida consagrada en elfuturo de la nueva evangelización; la participaciónde los laicos en la vida eclesial; el adecuado reco-nocimiento de la aportación del genio femenino,tanto en la sociedad como en la Iglesia; la impor-tancia de la familia cristiana como iglesia domés-tica; el acompañamiento pastoral de los jóvenes yde los niños, que constituyen la esperanza delfuturo: la cooperación y el diálogo con otras Igle-sias cristianas y comunidades eclesiales, así comotambién con las comunidades judías y las religio-nes no cristianas.

El quinto capítulo está dedicado al tema de lasolidaridad, el cual es abordado como fruto de lacomunión en Cristo. Un apremiante llamado esdirigido a los agentes de evangelización en Améri-ca para que anuncien con renovada fuerza la Doc-trina Social de la Iglesia ante los graves problemasde orden social. Esta tarea es presentada como una

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verdadera prioridad pastoral para enfrentar el com-plejo fenómeno de la globalización y de sus conse-cuencias en los diversos campos de la vida social enel Continente americano. Es, a la luz del Evangelioy de la Doctrina Social de la Iglesia, que puedeapreciarse claramente la real dimensión de losllamados «pecados sociales que claman al cielo».Por ello la Iglesia en América está llamada a nodejar de alzar su voz para recordar que el funda-mento sobre el que se basan los derechos humanoses la dignidad de la persona, la cual es la mayor obradivina de la creación. Una especial exhortación esdirigida a toda la Iglesia en América para quecontinúe a trabajar por los pobres y marginados ypara que esta acción pastoral sea cada vez más unverdadero camino para el encuentro con Cristo.También se incluye en este capítulo el problema dela deuda externa; que aflige a muchos pueblos delContinente americano. En este sentido, el SantoPadre se une al deseo, expresado ya por los padressinodales, de trabajar en el estudio y el diálogo conrepresentantes del Primer Mundo y con responsa-bles de las relaciones económicas internacionales,para encontrar vías de solución a esta complejarealidad. Finalmente se tratan otros aspectos socia-les en los cuales la presencia de la Iglesia tambiénha de ser relevante para crear una verdadera culturade la solidaridad: la lucha contra la corrupción, elproblema de las drogas, la carrera armamentista, lacultura de la muerte como expresión de una socie-dad dominada por los poderosos, la realidad de lospueblos indígenas y los americanos de origen afri-cano, así como también la problemática de losinmigrantes.

El sexto capítulo está dedicado a la misión de laIglesia en el hoy de América, descripta en términosde nueva evangelización. Recordando una vez másel mandato de Cristo de anunciar el Evangelio almundo entero, el Santo Padre envía a la Iglesia queestá en el Continente americano a proclamar aJesucristo, Buena Nueva y Primer evangelizador.

Él es el rostro humano de Dios y el rostro divinodel hombre. El verdadero impulso evangelizadorsurge, por lo tanto, del encuentro con Cristo en laIglesia. De ahí, la importancia de la catequesis,cuyo objetivo principal es la presentación explícitade la fe en toda su amplitud y con las correspon-dientes implicancias prácticas en la vida social. La

nueva evangelización alcanza también el campomas vasto de la cultura. A este respecto, se exhortaa inculturar la predicación del Evangelio para queéste sea anunciado en el lenguaje y la cultura de losque deben recibir el mensaje, sin olvidar, al mismotiempo, la objetiva validez universal del misteriopascual de Cristo. La promoción de la inculturaciónde la Buena Noticia debe concretizarse también enla evangelización de los centros educativos y de losmedios de comunicación. No pasa inadvertido elproblema de las sectas en América, el cual consti-tuye un grave obstáculo para el esfuerzo evangeli-zador. En relación a este punto. se invita a todaIglesia que está en el Continente a poner en prácticainiciativas de pastorales coordinadas que exclu-yendo los métodos proselitistas usados por lasmismas sectas, se orienten a una renovación de laactividad pastoral a través de un anuncio kerigmáticogozoso y transformante. Finalmente, cl Santo Pa-dre realiza un llamado especial a la Iglesia enAmérica a permanecer abierta a la misión adgentes para que los proyectos pastorales no selimiten a revitalizar la fe de los creyentes rutina-rios, sino también a anunciar a Cristo en todos losambientes donde es desconocido. Más aún, aco-giendo una propuesta de los padres sinodales, elSumo Pontífice invita a fomentar con dinamismo ycreatividad una mayor cooperación entre las igle-sias hermanas, no sólo dentro del Continente sinotambién más allá de sus fronteras.

El documento se concluye con palabras de gra-titud y esperanza para que la Iglesia en América sedisponga a traspasar el umbral del Tercer mileniocon confianza serena en el Señor de la historia, yconvencida del servicio primordial que ella debeprestar en testimonio de fidelidad a Dios y a loshombres y mujeres del Continente. Confiando en elpoder de la oración, el Santo Padre propone unaplegaria para las familias, las comunidades y gru-pos eclesiales donde dos o más se reunen en nom-bre del Señor, para que todos se unan a la súplicadel Sucesor de Pedro invocando a Jesucristo, cami-no para la conversión, Ia comunión y la solidaridaden América.

Con el Santo Padre Juan Pablo IIcrucemos el umbral del tercer milenio.

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Lectio Divina:"Año del Padre"

PARA DESCUBRIR AL DIOS DE LA MISERICORDIA”PARA DESCUBRIR AL DIOS DE LA MISERICORDIA”PARA DESCUBRIR AL DIOS DE LA MISERICORDIA”PARA DESCUBRIR AL DIOS DE LA MISERICORDIA”PARA DESCUBRIR AL DIOS DE LA MISERICORDIA”

Libro: Lucas, evangelista de la ternura de DiosFrancesc Ramis Darder (Ed. Verbo divino).

INTRODUCCIONINTRODUCCIONINTRODUCCIONINTRODUCCIONINTRODUCCION

Lucas es el evangelistaque mejor nos describe laternura y la misericordiade Dios. El objetivo de es-tas lectio es descubrir lamisericordia de Dios consus amigos, con la finali-dad de confirmarnos en elseguimiento de Jesús. Parallevar a término nuestratarea comentaremos algu-nos fragmentos propios deltercer evangelio; en esosepisodios es donde Lucasha descrito mejor la ternu-ra y la misericordia del Se-ñor.

Comenzaremos expli-cando, en líneas generales,la estructura y los grandestemas del evangelio. Enesta primera parte pondre-mos de manifiesto el núcleo de nuestra reflexión:Jesús es el Señor que actúa en nuestra vida median-te la misericordia. Seguidamente leeremos la pará-bola del hijo pródigo y descubriremos el rostro delDios de la ternura.

En segundo momento nos haremos una pregun-ta: ¿cómo actúa el Dios de la misericordia? Res-ponderemos a esta cuestión comentando dos pasa-jes: la narración de Zaqueo (Lc 19, 1-10), y lacuración de los diez leprosos (Lc 17, 11-19). El

primer fragmento nos pre-senta la misericordia deDios convertida en perdóny el segundo nos describela ternura de Dios hechacuración.

La tercera parte de nues-tro estudio también co-mienza con una pregunta:¿Dónde puedo encontrar-me yo con el Señor de lamisericordia? Un creyen-te descubre la proximidadde Dios en cualquier acon-tecimiento de su vida. Nosencontramos, de maneraprivilegiada, con el Señorde la misericordia, en dosmomentos: durante la ce-lebración de la Eucaristíay en nuestra clara opciónpor los pobres. La narra-ción de los discípulos de

Emaús (Lc 24, 13-35 nos describe la Eucaristía. Laparábola del buen samaritano (Lc 10, 29-37) noscomenta la opción por los pobres.

¿Qué actitudes debemos tener para percibir en laEucaristía y en los pobres al Dios de la misericor-dia? Las actitudes son dos: la humildad y la plega-ria. La humildad nos la presenta la narración delfariseo y el publicano (Lc 18, 9-14); la actitud deplegaria la encontramos descrita en el episodio delbuen ladrón (Lc 23, 39-43).

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Nos formulamos otra cuestión: ¿Dónde me lle-va el encuentro con el Dios de la misericordia? Larespuesta es también sencilla: el encuentro con elDios de la misericordia me impulsa a seguir en mivida el proyecto de Jesús. Describiremos el episo-dio de la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 16-22).

La exposición de cada uno de estos temas serealiza mediante una estructura determinada: intro-ducción, situación del episodio en el conjunto delevangelio, lectura del texto, elementos de la narra-ción, síntesis final, propuesta de trabajo en grupo yreflexión personal.

METODOLOGIAMETODOLOGIAMETODOLOGIAMETODOLOGIAMETODOLOGIA

1. PARA LA LECTURALa vida cristiana reposa en dos certezas

esenciales: la conciencia de que estamos«en buenas manos», las manos de Dios, yel compromiso de vivir en nuestra vidacotidiana el amor que Dios nos ha entre-gado primero. Por tanto, al acercarnos ala lectura del evangelio debemos tenerclaros estos dos aspectos: es necesarioconocer bien el evangelio, es decir, sabercómo son las manos de Dios que nossostienen. Y es imprescindible vivir elevangelio en la existencia humana, o sea,poner en actuación la misericordia deDios.

LECTIO DIVINALa lectio divina es un antiguo itinerario para

la lectura cristiana de la Biblia. Los padresde la Iglesia pusieron los fundamentos ylos monjes medievales desarrollaron losdiversos pasos de que consta. El siguientemétodo de lectura de la Sagrada Escrituraestá inspirado en la lectio divina y constade los siguientes pasos.

Introducción: Preparamos nuestro interiorAntes de acercarnos al texto preparamos

nuestro interior para acogerlo como Pala-bra de Dios. Nos ponemos en presenciadel Señor con una breve oración: «HablaSeñor, que tu siervo escucha» (1 Sm 3,10). Hacemos después unos momentos de

silencio y concluimos con una breve ple-garia, pidiéndole a Dios que abra nuestroscorazones para entender su Palabra.

1er Paso: Lectura atenta del texto (lectio)En este primer momento la atención se fija en

el texto con el deseo de descubrir cuál fueel mensaje que el autor quiso transmitir asus destinatarios.

a) Lectura. Se proclama en voz alta el texto elegidomientras todos lo escuchan atentamente.

b) Silencio: Todos leen de nuevo el texto ayudadospor las notas de su Biblia.

c) Compartir: Los participantes comparten lo quehan descubierto en la lectura del texto y de lasnotas, también aquello que no han entendido oles ha sorprendido.

2° Paso: Nos dejamos interpelar por el texto(meditatio)

En este segundo momento la atención secentra en descubrir el mensaje del texto ennuestra situación personal, comunitaria,social, etc.

a) Lectura. De nuevo se lee el texto en voz altamientras los demás escuchan atentamente.

b) Silencio. Cada uno lee el texto en silencio,preguntándose qué es lo que el Señor quieredecirle, tratando de descubrir su voluntad. Con-viene fijarse en alguna palabra, en alguna ac-ción de Jesús, en la situación de algún persona-je, etc.

c) Compartir. Los participantes comparten con lasdemás personas lo que han descubierto en elmomento de silencio, tanto a nivel personalcomo comunitario.

3er Paso: La Palabra nos exige una respuesta(oratio-actio)

En este tercer momento respondemos a laPalabra de Dios. Podemos hacerlo a tra-vés de una oración, de un compromisopersonal o de ambas cosas a la vez.

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a) Lectura. Se lee de nuevo el texto mientras losdemás escuchan con atención.

b) Silencio. Cada uno ora personalmente expresan-do a Dios aquello que este pasaje de la Escriturale sugiere, y buscando cómo poner en prácticala invitación que Dios le hace. Buscar unaconversión personal, una acción en favor de lacomunidad, un trabajo social, etc.

c) Compartir. Cada uno puede hacer una breveplegaria que sea reflejo de lo que ha hecho en eltiempo de silencio, o compartir con los demásel compromiso personal o comunitario a que hallegado.

ConclusiónEl encuentro termina con una oración común

(Padrenuestro u otra oración conocida portodos). También podemos elegir comoconclusión un salmo relacionado con eltexto leído o un canto. En esta plegariapedimos a Dios la fuerza para llevar atérmino el compromiso que hemos asumi-do.

Narraciones propias de Lucas:Estos escritos no son muy numerosos pero son

especialmente significativos. Quizás sean los quemejor reflejan la misericordia y la ternura de Diosen favor de los hombres: los episodios referentes aMaría (Lc 1-2); parábola del buen samaritano (Lc10, 25-37); parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-31); purificación de diez leprosos (Lc 17, 11-19);Jesús y Zaqueo (Lc 19, 1-9); los discípulos deEmaús (Lc 24, 13-35); parábola del fariseo y elpublicano (Lc 18, 9-14); el buen ladrón (Lc 23, 39-44); etc.

La enseñanza de Jesús recorre todos los camposde la existencia cristiana: oración, sinceridad, po-breza, servicio, conversión, misericordia, renun-cia, humildad, corrección fraterna, responsabili-dad, y sobre todo, el gran mandamiento del amor(10, 27). Esta enseñanza la expone con numerososdiscursos y parábolas, poniéndola en práctica conalgunos milagros.

Actitudes para poder comprender desde la fe elevangelio de la misericordia de Dios

La actitud de fe es la que nos permite experi-mentar a Jesús como el Señor que actúa en nuestravida desde la misericordia, y nos permite conocerlea través de la plegaria constante.

Para comprender el evangelio es necesaria laactitud interior de desear ser «amigo de Dios».Recordemos que «ser amigo de Dios» no es otracosa sino seguir a Jesús cargando la cruz de cadadía. El evangelio no se estudia únicamente paraconocer mejor a Jesús, se profundiza para seguir-lo mejor. Sólo desde el seguimiento radical deJesús puede conocerse el verdadero rostro deCristo. La amistad es la forma más privilegiadadel amor, porque es aquella relación que brota dela libertad.

María es el ejemplo de la humildad y de lapobreza necesaria para captar el sentido profundodel Evangelio.

La primera frase destaca la actitud de la humil-dad y la segunda insiste en la pobreza. Sin una claraopción por los pobres y sin una existencia humilde,no es posible el seguimiento de Jesús.

Pensamos, a menudo, que ser humilde consisteen recorrer la vida teniéndonos por poca cosa, oconsiderándonos continuamente como inferiores alos demás. Eso es una actitud paralizante que nosimpide crecer en humanidad, porque perdemos lavida comparándonos con los demás. No es verdadque seamos nada, la verdad es que somos hijos deDios.

¿Qué es verdaderamente ser humilde? El térmi-no humildad es una voz que se origina en la lengualatina humus, humilis y significa «tierra». Humildees aquella persona que está sobre la tierra, que «estácon los pies en el suelo». Es decir es humilde aquelque sabe mirarse a sí mismo, a los demás y a lascosas, como realmente son, y no como le gustaríaa él que fueran. Humilde es aquel que mirándose así mismo no tiene miedo de su persona y sabediscernir que es aquello de lo cual ha de convertirsey qué es aquello en lo que debe aceptarse.

Sólo la verdadera humildad permite el desapegode las riquezas y la determinante opción por lospobres. Aquel que no es humilde tiene necesidadde apegarse a muchas cosas para poder vivir, y esascosas hacen difícil la opción por el reino de losCielos.

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La parábola del hijo pródigo tiene una únicafinalidad: presentarnos la intimidad del Dios quenos invita a seguirle. El rostro de Dios Padre tienelos rasgos de la vida. El es quien engendra la vidaen aquellos que se deciden a ser discípulos suyos.Dios padre genera la vida porque El es amor. Laternura y la misericordiade Dios no constituyenun concepto, sino que sepalpan desde la experien-cia de habitar en casa delPadre.

El hijo menor repre-senta al discípulo orgu-lloso que se ha apartadodel camino. Fuera de lacasa del Dios de la vidase sorbe la desgracia delos ídolos de muerte. Eldiscípulo decide volver ala senda y allí experimen-ta la profundidad de lavida. El padre lo acoge denuevo, de alguna maneravuelve a engendrarlo. Elamor maternal, paternaly amistoso del Padre, de-vuelven a aquel hombrevencido, la certeza de sen-tirse querido.

El hermano mayor es el prototipo de cristianoque ha creído estar siempre en el camino, pero le hafaltado lo más importante: el encuentro personalcon el Dios de la vida. Durante toda su existencia,aquel hijo había habitado la casa y había trabajadocon afán en sus campos; pero no había experimen-tado el hondo gozo del amor del padre.

Nuestro Dios es el Señor de la Vida. Cuando nosapartamos de El, como el hijo menor, nos sale alencuentro la experiencia del abandono; cuando noscerramos a El, como el hijo mayor, nos acontece la

rutina del sin sentido y la tristeza. Pero lo másimportante es que junto a nosotros está un Dios quees Padre, cuyo rostro es la misericordia y la ternura,y cuya opción es hacernos vivir. El darnos cuentade que estamos en las buenas manos del Dios de lavida, constituye nuestra suerte y, a la vez, el reto de

nuestra existencia.Nuestro Dios es el

Señor de la vida. Enocasiones nos aparta-mos del camino delDios de la vida y nosprecipitamos, sin dar-nos cuenta, en las tinie-blas del poder de losídolos. Pero aunquehuyamos de Dios, Elsiempre nos acoge y nosespera porque es amory ternura. Nuestra pa-rábola es una invitacióna volver a la casa delPadre, a reiniciar nues-tro camino junto a Dios,y a experimentar junta-mente con Él, el gozode la plenitud vital.

Introducción: Pre-paramos nuestro inte-rior

Antes de acercarnos al texto preparamos nues-tro interior para acogerlo como Palabra de Dios.Nos ponemos en presencia del Señor leyendo estaspalabras de la Escritura: «Mira: hoy te pongodelante la vida y el bien, la muerte y el mal. Siobedeces los mandatos del Señor, tu Dios, siguien-do sus caminos, guardando sus preceptos, manda-tos y decretos, vivirás y crecerás» (Dt 30, 15-16).Hacemos unos momentos de silencio y concluimoscon una breve plegaria, pidiendo a Dios que abranuestros corazones para entender su Palabra.

LECTIO DIVINA NO. 1

EL HIJO PRODIGOLucas 15, 11-32

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1er Paso: Lectura atenta del texto (lectio)En este primer momento la atención se fija en el

texto con el deseo de descubrir cuál era el mensajeque el autor quiso transmitir a sus destinatarios.

a) Lectura: se proclama en voz alta la parábola,mientras todos escuchan atentamente.

b) Silencio: todos leen de nuevo la parábola perso-nalmente y consultan las notas de la Biblia.Luego reflexionan sobre estas preguntas:

* ¿Qué personajes intervienen en esta parábola?* ¿Qué personajes intervienen en esta parábola?* ¿Qué personajes intervienen en esta parábola?* ¿Qué personajes intervienen en esta parábola?* ¿Qué personajes intervienen en esta parábola?

* ¿Cómo actúa cada uno y cómo reacciona ante lo* ¿Cómo actúa cada uno y cómo reacciona ante lo* ¿Cómo actúa cada uno y cómo reacciona ante lo* ¿Cómo actúa cada uno y cómo reacciona ante lo* ¿Cómo actúa cada uno y cómo reacciona ante loque los demás hacen o dicen?que los demás hacen o dicen?que los demás hacen o dicen?que los demás hacen o dicen?que los demás hacen o dicen?

* ¿Qué razones tienen para actuar de esa manera?* ¿Qué razones tienen para actuar de esa manera?* ¿Qué razones tienen para actuar de esa manera?* ¿Qué razones tienen para actuar de esa manera?* ¿Qué razones tienen para actuar de esa manera?

* ¿Hay algo que te parezca ilógico o chocante en* ¿Hay algo que te parezca ilógico o chocante en* ¿Hay algo que te parezca ilógico o chocante en* ¿Hay algo que te parezca ilógico o chocante en* ¿Hay algo que te parezca ilógico o chocante enesta historia?esta historia?esta historia?esta historia?esta historia?

* ¿Qué relación hay entre la parábola y la situación* ¿Qué relación hay entre la parábola y la situación* ¿Qué relación hay entre la parábola y la situación* ¿Qué relación hay entre la parábola y la situación* ¿Qué relación hay entre la parábola y la situaciónen que Jesús la pronuncia? (Lee Lc 15,1-2).en que Jesús la pronuncia? (Lee Lc 15,1-2).en que Jesús la pronuncia? (Lee Lc 15,1-2).en que Jesús la pronuncia? (Lee Lc 15,1-2).en que Jesús la pronuncia? (Lee Lc 15,1-2).

c) Compartir: los participantes comparten lo quehan descubierto en su reflexión.

2° Paso: Nos dejamos interpelar por el texto(meditatio)En este segundo momento la atención se centra

en descubrir el mensaje de la Palabra en nuestrasituación personal, comunitaria, social ...

a) Lectura: de nuevo se lee la parábola en voz alta,mientras los demás escuchan con atención.

b) Silencio: cada uno lee el texto en silencio y sepregunta:

* ¿Con cuál de los personajes de la parábola te* ¿Con cuál de los personajes de la parábola te* ¿Con cuál de los personajes de la parábola te* ¿Con cuál de los personajes de la parábola te* ¿Con cuál de los personajes de la parábola teidentificas espontáneamente? ¿Por qué?identificas espontáneamente? ¿Por qué?identificas espontáneamente? ¿Por qué?identificas espontáneamente? ¿Por qué?identificas espontáneamente? ¿Por qué?

* ¿Qué imagen de Dios descubres para tu vida en* ¿Qué imagen de Dios descubres para tu vida en* ¿Qué imagen de Dios descubres para tu vida en* ¿Qué imagen de Dios descubres para tu vida en* ¿Qué imagen de Dios descubres para tu vida eneste pasaje? ¿Es compatible con otras ideaseste pasaje? ¿Es compatible con otras ideaseste pasaje? ¿Es compatible con otras ideaseste pasaje? ¿Es compatible con otras ideaseste pasaje? ¿Es compatible con otras ideassobre Dios que a veces tenemos?sobre Dios que a veces tenemos?sobre Dios que a veces tenemos?sobre Dios que a veces tenemos?sobre Dios que a veces tenemos?

c) Compartir: los participantes comparten lo quehan descubierto en el tiempo de silencio, tantoa nivel personal como comunitario.

3er Paso: La Palabra nos exige una respuesta(oratio-actio)En este tercer momento respondemos a nuestra

vida, desde la luz que nos ha dado la Palabra de

Dios. Podemos hacerlo a través de una oración, deun compromiso personal o de ambas cosas.

a) Lectura: se lee, de nuevo, el texto en voz altamientras todos escuchan con esmero.

b) Silencio: cada uno ora personalmente expresan-do aquello que la Escritura invita a pedirle aDios, buscando cómo poner en práctica la pro-puesta que nos hace la Palabra. Buscar unaconversión personal, una acción en favor de lacomunidad, un trabajo social...

c) Compartir: cada uno puede hacer una breveplegaria reflejo de lo que ha hecho en el tiempode silencio o, compartir con los demás el com-promiso que ha alcanzado.ConclusiónEl encuentro termina con una oración en común

o con un canto apropiado. Tal vez podríamos orarcon el Salmo 1, que nos presenta las dos posiblesopciones ante la vida: o rezar juntos el Padrenuestro.

¿COMO ACTUA EL DIOSDE LA MISERICORDIA?

ZAQUEOZAQUEOZAQUEOZAQUEOZAQUEO

Lucas 19, 1-10

El evangelio de Lucas es el texto de la misericor-dia de Dios. Jesús es el Señor que nos trae laliberación mediante el ejercicio fiel de la miseri-cordia. La misericordia no es un concepto sino unarealidad que se manifiesta con muchas caras. Elprimer rostro de la misericordia de Dios con loshombres es el perdón. El episodio de Zaqueo nosmuestra la misericordia de Dios convertida enperdón.

Zaqueo es el prototipo de persona al que lascircunstancias de la vida y sus propias acciones, lehan llenado el corazón de amarga culpabilidad. Laopinión de las gentes y su propio sentimiento deculpa hacen de Zaqueo una persona empequeñeci-da. Él piensa que en su vida no es posible ningúncambio. Únicamente es posible sobrevivir provo-cando miedo en los demás, y soportando la durarespuesta del odio y el desprecio.

En el seno de este círculo vicioso hace acto depresencia inesperadamente Jesús de Nazaret. Él,

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con su mirada y su palabra, otorga el perdón aZaqueo. Una vez perdonado, Zaqueo recobra sudignidad humana y, poniéndose de pie, reconoce aJesús como el único Señor de su vida. El perdónpermite a Zaqueo convertirse, y una vez convertidopuede iniciar la senda del bien, que no es otra cosaque repartir entre sus hermanos la misericordiavertida por Jesús en su propia existencia.

Jesús no libera a Zaqueo por casualidad. La vidade Jesús es la encarnación del proyecto liberador deDios entre los hombres. Jesús «tiene que» liberar alcobrador de impuestos porque para esta misión hasido enviado. Pero Jesús libera de un modo muyespecial. Él es el Hijo del Hombre que nos trae laliberación de Dios convertida en servicio, humil-dad y vida compartida.

Muchas veces el Señor llega a nuestra vida porsorpresa, al igual que inesperadamente salió alencuentro de Zaqueo. La vida cristiana es la atentaespera para encontrar-nos con Dios en cadarincón de nuestra exis-tencia. Zaqueo, sin sa-berlo, preparó el cami-no del Señor. Por curio-sidad salió a la calle aver pasar a Jesús.

En este rato de lectu-ra del Evangelio, vamosa encontrarnos con lagrata sorpresa de Jesús.Que la mirada y la pala-bra del Señor nos otor-guen el perdón y nospermitan vivir la mise-ricordia.

Introducción: Prepa-ramos nuestro interiorAntes de acercarnos al texto preparamos nues-

tro interior para acogerlo como Palabra de Dios.Nos ponemos en presencia del Señor invocándolode esta manera: Ven, Señor Jesús.

Hacemos después unos momentos de silencio yconcluimos con una breve plegaria, pidiéndole aDios que abra nuestros corazones para entender suPalabra.

1er Paso: Lectura atenta del texto (lectio)En este primer momento la atención se fija en el

texto con el deseo de descubrir cuál era el mensajeque el autor quiso transmitir a sus destinatarios.

a) Lectura: se proclama en voz alta el texto elegidomientras todos lo escu-chan atentamente.

b) Silencio: cada unolee de nuevo el pasaje yconsulta las notas de suBiblia. Tratamos deresponder a estas pre-guntas:

* ¿Qué dificultades tie-* ¿Qué dificultades tie-* ¿Qué dificultades tie-* ¿Qué dificultades tie-* ¿Qué dificultades tie-ne que superar Zaqueone que superar Zaqueone que superar Zaqueone que superar Zaqueone que superar Zaqueopara encontrarse conpara encontrarse conpara encontrarse conpara encontrarse conpara encontrarse conJesús?Jesús?Jesús?Jesús?Jesús?

* ¿Qué dificultades tie-* ¿Qué dificultades tie-* ¿Qué dificultades tie-* ¿Qué dificultades tie-* ¿Qué dificultades tie-ne que superar Jesúsne que superar Jesúsne que superar Jesúsne que superar Jesúsne que superar Jesúspara encontrarse conpara encontrarse conpara encontrarse conpara encontrarse conpara encontrarse conZaqueo?Zaqueo?Zaqueo?Zaqueo?Zaqueo?

* ¿Cómo afecta a la* ¿Cómo afecta a la* ¿Cómo afecta a la* ¿Cómo afecta a la* ¿Cómo afecta a lavida de Zaqueo su encuentro con Jesús?vida de Zaqueo su encuentro con Jesús?vida de Zaqueo su encuentro con Jesús?vida de Zaqueo su encuentro con Jesús?vida de Zaqueo su encuentro con Jesús?

* A fin de cuentas, ¿es Zaqueo quien busca a Jesús* A fin de cuentas, ¿es Zaqueo quien busca a Jesús* A fin de cuentas, ¿es Zaqueo quien busca a Jesús* A fin de cuentas, ¿es Zaqueo quien busca a Jesús* A fin de cuentas, ¿es Zaqueo quien busca a Jesúso Jesús quien busca a Zaqueo?o Jesús quien busca a Zaqueo?o Jesús quien busca a Zaqueo?o Jesús quien busca a Zaqueo?o Jesús quien busca a Zaqueo?

c) Compartir: los participantes comparten lo quehan descubierto en su reflexión.

2° Paso: Nos dejamos interpelar por el texto(meditatio)En este segundo momento la atención se centra

en descubrir el mensaje del texto en nuestra situa-ción personal, comunitaria, social.

LECTIO DIVINA NO. 2

ZAQUEOLucas 19, 1-10

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Jubileo 2000

a) Lectura: de nuevo se lee el texto en voz altamientras los demás escuchan atentamente.

b) Silencio: Nos preguntamos:* ¿Qué dificultades experimentas en tu vida para* ¿Qué dificultades experimentas en tu vida para* ¿Qué dificultades experimentas en tu vida para* ¿Qué dificultades experimentas en tu vida para* ¿Qué dificultades experimentas en tu vida para

encontrarte con Jesús?encontrarte con Jesús?encontrarte con Jesús?encontrarte con Jesús?encontrarte con Jesús?

* ¿En qué debería cambiar tu vida si dejases que* ¿En qué debería cambiar tu vida si dejases que* ¿En qué debería cambiar tu vida si dejases que* ¿En qué debería cambiar tu vida si dejases que* ¿En qué debería cambiar tu vida si dejases queJesús se encontrara contigo? ¿Estarías dispues-Jesús se encontrara contigo? ¿Estarías dispues-Jesús se encontrara contigo? ¿Estarías dispues-Jesús se encontrara contigo? ¿Estarías dispues-Jesús se encontrara contigo? ¿Estarías dispues-to a asumir esos cambios?to a asumir esos cambios?to a asumir esos cambios?to a asumir esos cambios?to a asumir esos cambios?

c) Compartir: los participantes comparten con lasdemás personas lo que han descubierto en elmomento de silencio, tanto a nivel personalcomo comunitario.

3er Paso: La Palabra nos exige una respuesta(oratio-actio)En este tercer momento respondemos a la Pala-

bra de Dios. Podemos hacerlo a través de unaoración, de un compromiso personal o de ambascosas.

a) Lectura: Se lee de nuevo el texto mientras losdemás escuchan atentamente.

b) Silencio: cada uno ora personalmente expresan-do aquello que este pasaje de la Escritura hacedecirle a Dios, buscando cómo poner en prác-tica la invitación de Dios. Buscar una conver-sión personal, una acción en favor de la comu-nidad, un trabajo social.

c) Compartir: cada uno puede hacer una breveplegaria que sea reflejo de lo que ha hecho entiempo de silencio, o compartir con los demásel compromiso personal o comunitario a que hallegado.

ConclusiónEl encuentro termina con una oración común o

con un canto apropiado. Quizás podríamos rezarjuntos el Salmo 51, (50) en que el orante implora deDios el perdón y la misericordia.

El milagro de los diez leprosos nos ha presen-tado la misericordia de Jesús convertida en cura-ción. Esta narración es muy adecuada para expli-carnos tres cosas: la naturaleza de los milagros, elverdadero discipulado cristiano y la naturaleza dela fe.

El verdadero milagro no consiste en la desapa-rición de la lepra. Para nueve leprosos ha habidouna simple purificación de la lepra, pero solamentepara uno de ellos se ha producido un milagro. Esteleproso mediante el hecho de la desaparición de lalepra, ha descubierto el signo de la presencia delDios liberador. Éste es el verdadero milagro.

El núcleo de la vida cristiana estriba en elencuentro personal con Jesús. Durante la pasión,Pilato preguntó a Jesús: «¿Qué es la verdad?» (Jn18, 38). Jesús no responde a esta pregunta porquela verdad cristiana no es un qué, es un quién. Jesúses ese alguien, es el «camino, la verdad y la vida»(cf. Jn 14, 6).

A veces los cristianos consideramos a Jesúscomo a un buen maestro o un excelente líder y loadmiramos por su doctrina. El cristiano no es elseguidor de ninguna doctrina, ni de ningún libro nide ningún qué. Los cristianos seguimos a alguienvivo entre nosotros. Si nos falta el encuentro perso-nal con Jesús, habremos conocido una excelentemoral, pero nos faltará lo más esencial: la amistadíntima con el Dios que nos ama.

La fe es la capacidad de contemplar nuestra viday el devenir del mundo con los ojos de Dios. Paraun creyente cualquier cosa que le sucede en la vidaes un milagro, un signo de la presencia cercana deDios. Acostumbrémonos a ver nuestra vida desdela mirada tierna de Dios y desde la certeza de estaren sus manos. Entre los cristianos, ésta ha de ser laúnica visión de la vida: la lectura creyente de larealidad.

A lo largo de nuestra vida se dan, ciertamente,muchos milagros. Pequeños o grandes signos que

LECTIO DIVINA NO. 3

PURIFICACIÓN DE LOS DIEZ LEPROSOSLucas 17, 11-19

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Jubileo 2000

nos anuncian la presencia salvadora de Jesús entrenosotros. Al comentar el episodio de la purifica-ción de los diez leprosos intentaremos comprendermejor lo que es un milagro. También nos daremoscuenta de que para descubrir los signos de lapresencia de Dios entre nosotros, nos es necesariala fe. No una fe cualquiera, sino la fe que tiene suconfianza puesta en la liberación otorgada porJesús.

Introducción: Preparamos nuestro interiorAntes de acercarnos al texto preparamos nues-

tro interior para acogerlo como Palabra de Dios.Hacemos después unosmomentos de silencio yconcluimos con una bre-ve plegaria o una invoca-ción al Espíritu Santo, pi-diéndole a Dios que abranuestros corazones paraentender su Palabra.

1er Paso: Lectura aten-ta del texto (lectio)En este primer mo-

mento la atención se fijaen el texto con el deseode descubrir cuál era elmensaje que el autor qui-so transmitir a sus prime-ros destinatarios.

a) Lectura: se proclamaen voz alta el texto elegido mientras todos loescuchan atentamente.

b) Silencio: todos leen de nuevo el pasaje ayudadospor las notas de su Biblia. Reflexionamos sobreestas preguntas:

* ¿Por qué se acercan los leprosos a Jesús? ¿Qué* ¿Por qué se acercan los leprosos a Jesús? ¿Qué* ¿Por qué se acercan los leprosos a Jesús? ¿Qué* ¿Por qué se acercan los leprosos a Jesús? ¿Qué* ¿Por qué se acercan los leprosos a Jesús? ¿Quéle piden?le piden?le piden?le piden?le piden?

* ¿Cómo reacciona Jesús ante esta petición?* ¿Cómo reacciona Jesús ante esta petición?* ¿Cómo reacciona Jesús ante esta petición?* ¿Cómo reacciona Jesús ante esta petición?* ¿Cómo reacciona Jesús ante esta petición?

* ¿Qué hacen los leprosos al ver que han quedado* ¿Qué hacen los leprosos al ver que han quedado* ¿Qué hacen los leprosos al ver que han quedado* ¿Qué hacen los leprosos al ver que han quedado* ¿Qué hacen los leprosos al ver que han quedadolimpios de su enfermedad?limpios de su enfermedad?limpios de su enfermedad?limpios de su enfermedad?limpios de su enfermedad?

* ¿Qué gestos realiza el leproso samaritano? ¿Nos* ¿Qué gestos realiza el leproso samaritano? ¿Nos* ¿Qué gestos realiza el leproso samaritano? ¿Nos* ¿Qué gestos realiza el leproso samaritano? ¿Nos* ¿Qué gestos realiza el leproso samaritano? ¿Nosenseñan algo sobre Jesús?enseñan algo sobre Jesús?enseñan algo sobre Jesús?enseñan algo sobre Jesús?enseñan algo sobre Jesús?

* ¿Qué revelan las palabras de Jesús dirigidas al* ¿Qué revelan las palabras de Jesús dirigidas al* ¿Qué revelan las palabras de Jesús dirigidas al* ¿Qué revelan las palabras de Jesús dirigidas al* ¿Qué revelan las palabras de Jesús dirigidas alleproso samaritano?leproso samaritano?leproso samaritano?leproso samaritano?leproso samaritano?

c) Compartir: los participantes comparten lo quehan descubierto en su reflexión.

2° Paso: Nos dejamos interpelar por el texto(meditatio)En este segundo momento la atención se centra

en descubrir el mensaje del texto en nuestra situa-ción personal, comunitaria, social.

a) Lectura: de nuevo se lee el texto en voz altamientras los demás escuchan atentamente.

b) Silencio: Nos preguntamos:

* Mira a tu alrededor y* Mira a tu alrededor y* Mira a tu alrededor y* Mira a tu alrededor y* Mira a tu alrededor ycontesta: ¿quiénescontesta: ¿quiénescontesta: ¿quiénescontesta: ¿quiénescontesta: ¿quiénesson en nuestra socie-son en nuestra socie-son en nuestra socie-son en nuestra socie-son en nuestra socie-dad actual los «lepro-dad actual los «lepro-dad actual los «lepro-dad actual los «lepro-dad actual los «lepro-sos»? ¿Cómo reaccio-sos»? ¿Cómo reaccio-sos»? ¿Cómo reaccio-sos»? ¿Cómo reaccio-sos»? ¿Cómo reaccio-namos ante ellos?namos ante ellos?namos ante ellos?namos ante ellos?namos ante ellos?

* ¿De qué «lepra» nece-* ¿De qué «lepra» nece-* ¿De qué «lepra» nece-* ¿De qué «lepra» nece-* ¿De qué «lepra» nece-sitas tú ser curado?sitas tú ser curado?sitas tú ser curado?sitas tú ser curado?sitas tú ser curado?

* ¿De qué cosas te sien-* ¿De qué cosas te sien-* ¿De qué cosas te sien-* ¿De qué cosas te sien-* ¿De qué cosas te sien-tes agradecido? ¿Quétes agradecido? ¿Quétes agradecido? ¿Quétes agradecido? ¿Quétes agradecido? ¿Quélugar ocupa en tu vidalugar ocupa en tu vidalugar ocupa en tu vidalugar ocupa en tu vidalugar ocupa en tu vidade fe la acción de gra-de fe la acción de gra-de fe la acción de gra-de fe la acción de gra-de fe la acción de gra-cias?cias?cias?cias?cias?

c) Compartir: los parti-cipantes compartencon las demás per-sonas lo que han des-cubierto en el mo-mento de silencio,

3er Paso: La Palabra nos exige una respuesta(oratio-actio)En este tercer momento respondemos a la Pala-

bra de Dios. Podemos hacerlo a través de unaoración, de un compromiso personal o de ambascosas a la vez.a) Lectura: Se lee de nuevo el texto mientras los

demás escuchan atentamente.

b) Silencio: cada uno ora personalmente expresan-do aquello que este pasaje de la Escritura lesugiere para decir a Dios, buscando cómo po-ner en práctica la invitación hecha por el Señor.Deja que brote espontáneamente de tu corazónla acción de gracias.

tanto a nivel personal como comunitario.

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Jubileo 2000

c) Compartir: cada uno puede hacer una breveplegaria que sea reflejo de lo que ha hecho entiempo de silencio o, compartir con los demásel compromiso personal o comunitario a que hallegado.

ConclusiónEl encuentro termina con una oración realizada

en común o con un canto apropiado. Podríamosleer también algún Salmo, tal vez el Salmo 40 quees a la vez acción de gracias y petición de auxilio;o el 41, la plegaria de un enfermo abandonado.

Un maestro de la Ley era un personaje dedicadoa la enseñanza de la Ley judía contenida en laEscritura y transmitida por la tradición oral. Ade-más juzgaba y discernía la mejor manera de aplicarla Ley del Antiguo Testamento a cada circunstan-cia concreta de la vida. El Antiguo Testamentotiene diversas partes: Ley, Profetas y Escritos. Parael mundo judío la parte más destacada era la Leyconstituida por los cinco libros del Pentateuco:(Gn, Éx, Lv, Nm, Dt). El Pentateuco no contieneúnicamente leyes, en él hay muchas secciones dehistoria, pero el apartado de las leyes constituyenuna parte muy sustancial. Además de las leyescontenidas en la Ley escrita, había numerosospreceptos y normas que se transmitían solamentede una manera oral y que sólo conocían e interpre-taban los maestros de la Ley.

El Pentateuco presenta numerosas leyes, porejemplo Nm 29, 7 que nos habla de las ofrendasdel día de la expiación. El texto dice: «...ayunaréisy no realizaréis ningún trabajo». Pero podía suce-der que realizar un trabajo fuera imprescindible.Era necesario -por ejemplo- caminar; entonces elmaestro de la Ley estudiaba la cuestión, y respon-día a quien le preguntaba cuántos pasos se podíandar sin cometer pecado durante la fiesta de laexpiación.

Eran unos maestros muy eruditos en el conoci-miento de la Ley y, a veces, muy diestros parainventar subterfugios que rebajaban la exigenciaen el cumplimiento de los preceptos legales. Ten-dían a conocer bien la Ley pero la practicabanpoco. Observemos que este maestro ignora -o hacever que ignora- saber quién es su prójimo, cuandoel AT no se cansa de insistir en la relación privile-giada que debe guardarse en favor de los débiles:

«Cuando coseches la mies de tu tierra, no siegueshasta el borde del campo... los dejarás para el pobrey el forastero. No oprimirás a tu prójimo. Noretendrás el salario del jornalero. No maldecirás aun mudo...» (Lv 19, 9-14).

Jesús cuenta la parábola del buen samaritano almaestro. Pero fijémonos que después no le pregun-ta: «¿Quién de estos tres te parece que ha cumplidola Ley con este hombre asaltado?». Le pregunta:«¿Cuál de estos tres hombres te parece que secomportó como prójimo con el hombre que ha sidoasaltado?».

El maestro no responde diciendo que el buencomportamiento lo habría tenido el levita o elsacerdote. Estos dos personajes cumplieron bien laLey, no tocaron sangre ni entraron en contacto conun desconocido que les hubiera impedido partici-par en el culto. Pero ninguno de los dos amó alhombre herido, no tuvieron misericordia de él. Elmaestro responde que el que contempló al hombreherido como prójimo fue el que trató al herido conamor, con misericordia.

El texto no ha descrito teóricamente la miseri-cordia, ha puesto un ejemplo claro de lo que esactuar con misericordia: cuando el samaritano veal hombre herido siente misericordia, el textobíblico nos dice que «se le conmovieron las entra-ñas», ante la presencia de aquel hombre maltrata-do. Se acerca a su lado: le venda las heridasechándole aceite y vino; lo monta en su propiacabalgadura lo lleva a la posada y lo cuida; al díasiguiente da dinero al posadero y le pide que locuide y añade: «...cuida de él, y lo que gastes demás te lo pagaré a la vuelta».

Jesús le dice al maestro: «Vete y haz tú lomismo». No le dice: «Ve y aprende lo que hasoído», ni tampoco le dice: «Explica a la gente lo queyo te he enseñado». Jesús habla de acción, y acciónrealizada desde la capacidad de amar: «Vete y haztú lo mismo». Hábilmente, Jesús ha cambiado lapregunta de su interlocutor. No se ha limitado aresponder: ¿quién es mi prójimo?, sino que hainsistido en enseñar ¿qué debo hacer yo para serprójimo de los demás? El Evangelio no se lee sólopara conocer a Jesús, se estudia para seguir a Cristomejor: el Evangelio no son datos sino vivencia dela misericordia.

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Jubileo 2000

Introducción: Preparamos nuestro interiorLa parábola del buen samaritano se halla enmarcada

entre otros textos que nos hablan de la oración: laoración de Jesús (Lc 10, 21-23) y la narración concer-niente a Marta y María (Lc 10, 38-41). Una vida deoración es lo único que nos permite descubrir en elrostro de los pobres la pre-sencia sufriente de Jesús.Antes de acercarnos al tex-to preparamos nuestro in-terior para acogerlo comoPalabra de Dios. Nos po-nemos en presencia del Se-ñor y leemos el fragmentode la oración de Jesús (Lc10, 21-24). Hacemos des-pués unos momentos desilencio y concluimos conuna breve plegaria, pidién-dole a Dios que abra nues-tros corazones para enten-der su Palabra.

1er Paso: Lectura atentadel texto (lectio)En este primer momen-

to la atención se fija en eltexto con el deseo de des-cubrir cuál era el mensajeque el autor quiso transmi-tir a sus destinatarios a tra-vés de él.

a) Lectura: se proclama en voz alta el texto elegidomientras todos lo escuchan atentamente.

b) Silencio: todos leen de nuevo el texto ayudados porlas notas de su Biblia. Reflexionamos sobre lassiguientes preguntas:

* ¿En qué situación narra Jesús esta parábola?* ¿En qué situación narra Jesús esta parábola?* ¿En qué situación narra Jesús esta parábola?* ¿En qué situación narra Jesús esta parábola?* ¿En qué situación narra Jesús esta parábola?¿Qué pregunta le había formulado el maestro de¿Qué pregunta le había formulado el maestro de¿Qué pregunta le había formulado el maestro de¿Qué pregunta le había formulado el maestro de¿Qué pregunta le había formulado el maestro dela Ley?la Ley?la Ley?la Ley?la Ley?

* ¿Cómo reaccionan el sacerdote y el levita ante el* ¿Cómo reaccionan el sacerdote y el levita ante el* ¿Cómo reaccionan el sacerdote y el levita ante el* ¿Cómo reaccionan el sacerdote y el levita ante el* ¿Cómo reaccionan el sacerdote y el levita ante elhombre herido? ¿Por qué actúan así?hombre herido? ¿Por qué actúan así?hombre herido? ¿Por qué actúan así?hombre herido? ¿Por qué actúan así?hombre herido? ¿Por qué actúan así?

* ¿Cómo reacciona el samaritano? ¿Por qué? Haz* ¿Cómo reacciona el samaritano? ¿Por qué? Haz* ¿Cómo reacciona el samaritano? ¿Por qué? Haz* ¿Cómo reacciona el samaritano? ¿Por qué? Haz* ¿Cómo reacciona el samaritano? ¿Por qué? Hazuna lista de todas las cosas que hace por aqueluna lista de todas las cosas que hace por aqueluna lista de todas las cosas que hace por aqueluna lista de todas las cosas que hace por aqueluna lista de todas las cosas que hace por aquelhombre.hombre.hombre.hombre.hombre.

* ¿Qué quiere enseñar Jesús por medio de esta* ¿Qué quiere enseñar Jesús por medio de esta* ¿Qué quiere enseñar Jesús por medio de esta* ¿Qué quiere enseñar Jesús por medio de esta* ¿Qué quiere enseñar Jesús por medio de estaparábola?parábola?parábola?parábola?parábola?

c) Compartir: los partici-pantes comparten loque han descubierto ensu reflexión.

2° Paso: Nos dejamos in-terpelar por el texto(meditatio)

En este segundo mo-mento la atención se cen-tra en descubrir el mensa-je del texto en nuestra si-tuación personal, comu-nitaria, social ...

a) Lectura: de nuevo selee el texto en vozalta mientras los de-más escuchan aten-tamente.

b) Silencio: cada unolee el texto en silen-cio preguntándosequé es lo que el Se-ñor quiere decirle,tratando de descu-brir su voluntad. Nospreguntamos:

* ¿Nos comportamos a veces como el sacerdote o el* ¿Nos comportamos a veces como el sacerdote o el* ¿Nos comportamos a veces como el sacerdote o el* ¿Nos comportamos a veces como el sacerdote o el* ¿Nos comportamos a veces como el sacerdote o ellevita? ¿Por qué lo hacemos?levita? ¿Por qué lo hacemos?levita? ¿Por qué lo hacemos?levita? ¿Por qué lo hacemos?levita? ¿Por qué lo hacemos?

* ¿Podrías contar alguna experiencia personal en la que* ¿Podrías contar alguna experiencia personal en la que* ¿Podrías contar alguna experiencia personal en la que* ¿Podrías contar alguna experiencia personal en la que* ¿Podrías contar alguna experiencia personal en la quete hayas sentido tocado por la compasión como elte hayas sentido tocado por la compasión como elte hayas sentido tocado por la compasión como elte hayas sentido tocado por la compasión como elte hayas sentido tocado por la compasión como elsamaritano?samaritano?samaritano?samaritano?samaritano?

* Aunque en teoría sabemos de sobra que todos los* Aunque en teoría sabemos de sobra que todos los* Aunque en teoría sabemos de sobra que todos los* Aunque en teoría sabemos de sobra que todos los* Aunque en teoría sabemos de sobra que todos loshombres son nuestros prójimos, ¿de qué personas tehombres son nuestros prójimos, ¿de qué personas tehombres son nuestros prójimos, ¿de qué personas tehombres son nuestros prójimos, ¿de qué personas tehombres son nuestros prójimos, ¿de qué personas tecuesta más «hacerte prójimo»?cuesta más «hacerte prójimo»?cuesta más «hacerte prójimo»?cuesta más «hacerte prójimo»?cuesta más «hacerte prójimo»?

LECTIO DIVINA NO. 4

PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANOLucas 10, 25-37

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Jubileo 2000

c) Compartir: los participantes comparten con lasdemás personas lo que han descubierto en elmomento de silencio, tanto a nivel personal comocomunitario.

3er Paso: La Palabra nos exige una respuesta(oratio-actio)En este tercer momento respondemos a la Palabra

de Dios. Podemos hacerlo a través de una oración, deun compromiso personal o de ambas cosas.

a) Lectura: Se lee de nuevo el texto mientras losdemás escuchan atentamente.

b) Silencio: cada uno ora personalmente expresandoaquello que este pasaje de la Escritura le sugierepara decir a Dios, buscando cómo poner en prác-tica la invitación que el Señor le hace.

c) Compartir: cada uno puede hacer una breve plega-ria que sea reflejo de lo que ha hecho en tiempo desilencio, o compartir con los demás el compromi-so personal o comunitario a que ha llegado.

ConclusiónEl encuentro termina con una oración o con un

canto apropiado. Podemos elegir algún salmo (Sal31) o alguna plegaria que conozcamos todos.

La narración de los discípulos de Emaús es un fielreflejo de la celebración de la Eucaristía. Compare-mos las partes en que se divide nuestra Eucaristía conlas secciones que integran la narración:

- Acto penitencialAl principio de la Eucaristía reconocemos con

humildad nuestras faltas. Observamos las veces quehemos cambiado de dirección en el camino o lasocasiones en las que en lugar de dirigirnos haciaJerusalén hemos elegido la ruta de Emaús. Cuandoreconocemos nuestros pecados no lo hacemos desde

la desesperación, los confesamos desde la certeza deque, aunque nuestra vida haya tomado un derroteroequívoco, el Señor ha continuado caminando a nues-tro lado. Jesús resucitado nos otorga el perdón y nosrecuerda de nuevo la dirección precisa del camino dela vida.

- Lectura de la Palabra de DiosLa segunda parte de la Eucaristía consiste en la

celebración de la Palabra de Dios. Leemos escritosdel Antiguo y del Nuevo Testamento. Pero al oír laproclamación de la Palabra, no la percibimos como lanarración de acontecimientos pasados. La escucha-mos como la voz de Dios que tiene algo concreto quedecirnos en nuestra vida. La voz de la Palabra en laEucaristía nos comunica siempre dos cosas: Cristo esel Señor resucitado y sólo en Él encuentra fundamen-to nuestra existencia. La Palabra de Dios nos pone enel auténtico camino de la vida cristiana, que no es otroque estar con los pobres y los débiles de nuestrasociedad.

- Liturgia eucarísticaUna vez que hemos reconocido nuestras culpas, y

hemos escuchado la Palabra de Dios que nos motivaa volver al Señor, celebramos la fracción del pan.Recibimos después, en la comunión, el Cuerpo deCristo que se hace carne de nuestra carne. Dejamos depercibirlo con los sentidos externos, pero lo experi-mentamos en la profundidad de nuestro corazón.

- Bendición final y despedidaPropiamente, al final de la Eucaristía no se nos

despide, sino que se nos bendice. Se nos invita aanunciar, con la ayuda de Dios, aquello que hemoscelebrado: ¡Cristo ha resucitado! La celebración de laEucaristía motiva a todo cristiano a convertirse enmisionero de la presencia viva del Señor. Ese es elsentido de la bendición final.

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Jubileo 2000

a) Lectura: se proclama en voz altael texto elegido mientras todos loescuchan atentamente.

b) Silencio: todos leen de nuevo eltexto ayudados por las notas de suBiblia. En nuestra reflexión pode-mos ayudarnos de las siguientespreguntas:

* ¿Cómo cambia la situación de los* ¿Cómo cambia la situación de los* ¿Cómo cambia la situación de los* ¿Cómo cambia la situación de los* ¿Cómo cambia la situación de losdiscípulos entre el principio y eldiscípulos entre el principio y eldiscípulos entre el principio y eldiscípulos entre el principio y eldiscípulos entre el principio y elfinal del episodio?final del episodio?final del episodio?final del episodio?final del episodio?

* ¿Qué hace posible esta transfor-* ¿Qué hace posible esta transfor-* ¿Qué hace posible esta transfor-* ¿Qué hace posible esta transfor-* ¿Qué hace posible esta transfor-mación tan radical?mación tan radical?mación tan radical?mación tan radical?mación tan radical?

* ¿Cómo se produce el reconoci-* ¿Cómo se produce el reconoci-* ¿Cómo se produce el reconoci-* ¿Cómo se produce el reconoci-* ¿Cómo se produce el reconoci-miento de Jesús resucitado pormiento de Jesús resucitado pormiento de Jesús resucitado pormiento de Jesús resucitado pormiento de Jesús resucitado porparte de los discípulos?parte de los discípulos?parte de los discípulos?parte de los discípulos?parte de los discípulos?

* ¿Qué paralelismos encuentras* ¿Qué paralelismos encuentras* ¿Qué paralelismos encuentras* ¿Qué paralelismos encuentras* ¿Qué paralelismos encuentrasentre este episodio y la celebra-entre este episodio y la celebra-entre este episodio y la celebra-entre este episodio y la celebra-entre este episodio y la celebra-ción de la Eucaristía?ción de la Eucaristía?ción de la Eucaristía?ción de la Eucaristía?ción de la Eucaristía?

c) Compartir: los participantes comparten lo quehan descubierto en su reflexión.

2° Paso: Nos dejamos interpelar por el texto(meditatio)

En este segundo momento la atención se centraen descubrir el mensaje del texto en nuestra situa-ción personal, comunitaria, social...

a) Lectura: de nuevo se lee el texto en voz altamientras los demás escuchan atentamente.

b) Silencio: Nos preguntamos:

* ¿Cómo te ayuda este pasaje a comprender mejor* ¿Cómo te ayuda este pasaje a comprender mejor* ¿Cómo te ayuda este pasaje a comprender mejor* ¿Cómo te ayuda este pasaje a comprender mejor* ¿Cómo te ayuda este pasaje a comprender mejorla celebración de la Eucaristía?la celebración de la Eucaristía?la celebración de la Eucaristía?la celebración de la Eucaristía?la celebración de la Eucaristía?

* ¿Son nuestras celebraciones actuales de la* ¿Son nuestras celebraciones actuales de la* ¿Son nuestras celebraciones actuales de la* ¿Son nuestras celebraciones actuales de la* ¿Son nuestras celebraciones actuales de laEucaristía verdaderos encuentros con Jesús re-Eucaristía verdaderos encuentros con Jesús re-Eucaristía verdaderos encuentros con Jesús re-Eucaristía verdaderos encuentros con Jesús re-Eucaristía verdaderos encuentros con Jesús re-sucitado?sucitado?sucitado?sucitado?sucitado?

LECTIO DIVINA NO. 5

LOS DISCÍPULOS DE EMAÚSLucas 24, 13-35

El pasaje de los discípulos de Emaús es unacatequesis que tiene como objetivo manifestarnosla presencia de Jesús resucitado en la celebraciónde la Eucaristía. Jesús acompaña siempre nuestravida, pero se nos hace presente de una maneraprivilegiada en dos momentos: en el rostro de lospobres (parábola del buen samaritano) y en lacelebración de la Eucaristía (discípulos de Emaús).

Introducción: Preparamos nuestro interiorAntes de acercarnos al texto preparamos nues-

tro interior para acogerlo como Palabra de Dios.Nos ponemos en presencia del Señor con una breveoración o invocando la presencia del Espíritu.

1er Paso: Lectura atenta del texto (lectio)En este primer momento la atención se fija en el

texto con el deseo de descubrir cuál era el mensajeque el autor quiso transmitir a sus primeros desti-natarios.

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Jubileo 2000

c) Compartir: los participantes comparten conlas demás personas lo que han descubierto enel momento de silencio, tanto a nivel personalcomo comunitario.

3er Paso: La Palabra nos exige una respuesta(oratio-actio)En este tercer momento respondemos a la

Palabra de Dios. Podemos hacerlo a través de unaoración, de un compromiso personal o de ambascosas.

a) Lectura: Se lee de nuevo el texto mientras losdemás escuchan atentamente.

b) Silencio: cada uno ora personalmente expre-sando aquello que este pasaje de la Escriturale sugiere para decirle a Dios, buscando cómoponer en práctica la invitación que Dios lehace.

c) Compartir: cada uno puede hacer una breveplegaria que sea reflejo de lo que ha hecho entiempo de silencio, o compartir con los demásel compromiso personal o comunitario a queha llegado.

ConclusiónEl encuentro termina con una oración o una

canción conocida por todos. Sería bueno leercomo plegaria un fragmento de la misma perícopade los discípulos de Emaús. O, tal vez, releer lamisma institución de la Eucaristía (22, 14-23) ypedir al Señor que nos ayude a vivir con intensi-dad nuestra celebración dominical.

El Señor de la misericordia sale al encuentrode nuestra vida en dos momentos especialmenteimportantes: cuando celebramos la Eucaristía ycuando nos encontramos con el rostro sufrientede los pobres. Para poder percibir a Jesús en esosdos momentos cruciales es necesario contemplarla realidad con los ojos del corazón: la humildad

y la plegaria. Unicamente un corazón humilde yorante, descubre la presencia del Señor entre lospobres y en el seno de la comunidad cristiana.

La parábola del fariseo y el publicano preten-de enseñarnos la naturaleza de la humildad cris-tiana. La humildad es la virtud de ser realista antela vida que nos ha tocado vivir. Humilde es aquelque tiene los pies en el suelo. Humilde es aquelque mirándose a sí mismo se ve tal cual es, quecontempla a los demás tal como son, y que intentaobservar el mundo como realmente se presenta.Ciertamente la humildad es la virtud interior deser realista ante la vida, pero no se limita a eso. Lahumildad de nuestra vida solamente crece y sedesarrolla cuando estamos en contacto con lospobres y débiles de nuestro mundo. Ellos noshacen tener los pies en el suelo y ser realistas antela vida.

La verdadera humildad es lo único que permi-te el crecimiento personal. Cuando la personahumilde contempla la interioridad de su vidadescubre siempre dos cosas: aquellas cosas de lascuales debe convertirse y aquellas cosas en lascuales debe aceptarse. En definitiva ser humildees ser sabio. Es ver aquello en que me he deaceptar y aquello en que debo convertirme. Cuan-do nos hemos dado cuenta de eso, nuestro cora-zón está ya abierto a Dios y presto a participar desu ternura. María es el modelo de humildad anteel Señor. Ella, mejor que nadie, nos ha mostradola realidad de un corazón abierto ante Dios. Uncorazón humilde, pobre y sabio, las entrañas enlas que el Todopoderoso ha engendrado su ternu-ra.

Lo opuesto a la humildad es el orgullo. Serorgulloso es sinónimo de ser necio. Implica to-mar una actitud irreal ante la vida, y pasar toda laexistencia sin llegar a conocerse ni a sí mismo nia los demás. Y esto, tristemente, cierra nuestrocorazón a la llamada del Dios de la misericordia.

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Jubileo 2000

Humilde es aquel que «tiene los pies en elsuelo», el que es realista y además vive su vidacomo una experiencia de entrega en favor de lospobres. Solo el corazón humilde percibe la bondadde Dios. En esta reflexión revisemos nuestra acti-tud humilde frente a nosotros mismos, ante losdemás y en la presencia de Dios.

Introducción: Preparamos nuestro interiorAntes de acercarnos al texto preparamos nues-

tro interior para acogerlo como Palabra de Dios.Nos ponemos en presencia del Señor mediante unaplegaria. Podríamos comenzar leyendo un frag-mento del Eclesiástico (32, 14-24).

1er Paso: Lectura atenta del texto (lectio)En este primer momento la atención se fija en el

texto con el deseo de descubrir cuál era el mensajeque el autor quiso transmitir a sus destinatarios.

a) Lectura: se proclama en voz alta el texto elegidomientras todos lo escuchan atentamente.

b) Silencio: todos leen de nuevo otra vez el textoayudados por las notas de su Biblia. Observa-mos los matices de la oración de cada persona-je, apreciamos la forma como se dirigen a Dios.En nuestra reflexión pueden ayudarnos las si-guientes preguntas:

* En esta parábola se contrasta la oración de dos* En esta parábola se contrasta la oración de dos* En esta parábola se contrasta la oración de dos* En esta parábola se contrasta la oración de dos* En esta parábola se contrasta la oración de dospersonajes. ¿Quiénes son?personajes. ¿Quiénes son?personajes. ¿Quiénes son?personajes. ¿Quiénes son?personajes. ¿Quiénes son?

* Señala dos actitudes que caractericen la oración* Señala dos actitudes que caractericen la oración* Señala dos actitudes que caractericen la oración* Señala dos actitudes que caractericen la oración* Señala dos actitudes que caractericen la oracióndel fariseo.del fariseo.del fariseo.del fariseo.del fariseo.

* ¿Cómo es la oración del publicano?* ¿Cómo es la oración del publicano?* ¿Cómo es la oración del publicano?* ¿Cómo es la oración del publicano?* ¿Cómo es la oración del publicano?

* ¿Quién de los dos está abierto a la misericordia?* ¿Quién de los dos está abierto a la misericordia?* ¿Quién de los dos está abierto a la misericordia?* ¿Quién de los dos está abierto a la misericordia?* ¿Quién de los dos está abierto a la misericordia?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?

* En este contexto, ¿qué significa el v. 14: «el que se* En este contexto, ¿qué significa el v. 14: «el que se* En este contexto, ¿qué significa el v. 14: «el que se* En este contexto, ¿qué significa el v. 14: «el que se* En este contexto, ¿qué significa el v. 14: «el que seensalza será humillado y el que se humilla seráensalza será humillado y el que se humilla seráensalza será humillado y el que se humilla seráensalza será humillado y el que se humilla seráensalza será humillado y el que se humilla seráensalzado»?ensalzado»?ensalzado»?ensalzado»?ensalzado»?

c) Compartir: los participantes comparten lo quehan descubierto en la lectura del texto y de las

notas, también aquello que no han entendido oles ha sorprendido.

2° Paso: Nos dejamos interpelar por el texto(meditatio)En este segundo momento la atención se centra

en descubrir el mensaje del texto en nuestra situa-ción personal, comunitaria, social.

a) Lectura: de nuevo se lee el texto en voz altamientras los demás escuchan atentamente.

b) Silencio: cada uno lee el texto en silencio.Conviene fijarse en la actitud de humildad delpublicano y en el orgullo del fariseo. Discernirclaramente lo que es la humildad. Ver las con-secuencias que se derivan del orgullo y de lahumildad. Podemos preguntarnos:

* Según lo que hemos visto en esta parábola, ¿Qué* Según lo que hemos visto en esta parábola, ¿Qué* Según lo que hemos visto en esta parábola, ¿Qué* Según lo que hemos visto en esta parábola, ¿Qué* Según lo que hemos visto en esta parábola, ¿Quésignifica ser humilde?significa ser humilde?significa ser humilde?significa ser humilde?significa ser humilde?

LECTIO DIVINA NO. 6

EL FARISEO Y EL PUBLICANOLucas 18, 9-14

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Jubileo 2000

* ¿Qué actitud puedo favorecer en mi vida para ir* ¿Qué actitud puedo favorecer en mi vida para ir* ¿Qué actitud puedo favorecer en mi vida para ir* ¿Qué actitud puedo favorecer en mi vida para ir* ¿Qué actitud puedo favorecer en mi vida para ircreciendo en la auténtica humildad?creciendo en la auténtica humildad?creciendo en la auténtica humildad?creciendo en la auténtica humildad?creciendo en la auténtica humildad?

c) Compartir: los participantes comparten lo quehan descubierto en el momento de silencio,tanto a nivel personal como comunitario.

3er Paso: La Palabra nos exige una respuesta(oratio-actio)En este tercer momento respondemos a la

Palabra de Dios. Podemos hacerlo a través de unaoración, de un compromiso personal o de ambascosas a la vez.

a) Lectura: Una persona lee de nuevo el textomientras los demás escuchan con atención.

b) Silencio: cada uno ora personalmente expre-sando aquello que este pasaje de la Escriturale hace decirle a Dios, buscando cómo poneren práctica la invitación que Dios le hace.

c) Compartir: cada uno puede hacer una breveplegaria que sea reflejo de lo que ha hecho enel tiempo de silencio o compartir con losdemás el compromiso personal o comunitarioa que ha llegado.

ConclusiónEl encuentro termina con una oración común.

Podríamos rezar el «Magníficat» como oraciónque refleja la humildad de María (1, 46-55). Conesta plegaria le pedimos a Dios la fuerza parallevar a término el compromiso propuesto.

La narración delfariseo y el pu-blicano (18, 9-14)juntamente con elrelato del buen la-drón (23, 32-46),nos describen lasdos actitudes nece-sarias para experi-mentar consciente-mente al Dios de la

misericordia: la humildad y la plegaria. Ambosescritos son complementarios. De la humildadbrota la oración, y la plegaria lleva a una vidahumilde en manos de Dios.

La crucifixión y el episodio del buen ladrónconstituyen el «cierre» de los actos de la vidapública de Jesús. El Señor abrió sus labios parainvocar a Dios como Padre y los cierra depositan-do su vida en las manos del Padre. Jesús comenzóejerciendo la misericordia con el endemoniadode Cafarnaún (4, 31-37) y concluye su vida dandosentido a la existencia del hombre crucificado asu lado.

La narración del buen ladrón nos comunicauna triple enseñanza. Dios es quien nos ha amadoprimero, nos ha liberado antes de que se lo pida-mos. Por eso toda oración cristiana tiene en suraíz la acción de gracias. La más genuina oracióncristiana nace del sufrimiento y se caracteriza porla gratuidad y la confianza total en Dios. Y,finalmente, la plegaria cristiana nunca implica laevasión, sino que conduce a vivir con mayorintensidad el mensaje evangélico: el deseo deestar con Jesús en el Paraíso.

El evangelio de Lucas aparece dirigido a unpersonaje misterioso. El llamado «Teófilo» quefigura en el prólogo (1, 1-4). La palabra Teófilosignifica «amigo de Dios». La amistad con Diosse labra especialmente en el diálogo personal conel Señor, es decir, en la plegaria. Al acercarnos ala Palabra de Dios oigámosla en actitud de plega-ria, percibiendo la voz de Dios que llega a nuestra

vida para libe-rarnos. La escuchaconstante de la Pa-labra de Dios mo-delará delicada-mente nuestra viday nos convertirá enlo que realmente es-tamos llamados aser: amigos deDios.

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Jubileo 2000

Contemplando el misterio de la cruz adquirimosla convicción de que Dios nos ha amado primero.En la cima del Calvario Jesús construyó el reino alque todos anhelamos entrar. Como el buen ladrón,vamos a acercarnos a la cruz de Jesús y pedirle loque el pidió: «Jesús, acuérdate de mí cuando ven-gas como rey».

Introducción: Preparamos nuestro interiorAntes de acercarnos al texto preparamos nues-

tro interior para acogerlo como Palabra de Dios.Nos ponemos en silencio, durante unos momentos,ante el misterio de la Cruz. Concluimos con unabreve plegaria, pidiéndole a Dios que abra nuestroscorazones para entender su Palabra.

1er Paso: Lectura atenta del texto (lectio)En este primer momento la atención se fija en el

texto con el deseo de descubrir cuál era el mensajeque el autor quiso transmitir a sus destinatarios.

a) Lectura: se proclama en voz alta el texto elegidomientras todos lo escuchan atentamente.

b) Silencio: todos leen de nuevo otra vez el textoayudados por las notas de su Biblia. Luegoreflexionan sobre estas preguntas:

* Fíjate en los dos malhechores crucificados. ¿Qué* Fíjate en los dos malhechores crucificados. ¿Qué* Fíjate en los dos malhechores crucificados. ¿Qué* Fíjate en los dos malhechores crucificados. ¿Qué* Fíjate en los dos malhechores crucificados. ¿Quéactitudes reflejan las palabras que dirigen aactitudes reflejan las palabras que dirigen aactitudes reflejan las palabras que dirigen aactitudes reflejan las palabras que dirigen aactitudes reflejan las palabras que dirigen aJesús?Jesús?Jesús?Jesús?Jesús?

* ¿Qué sentimientos manifiesta la respuesta de* ¿Qué sentimientos manifiesta la respuesta de* ¿Qué sentimientos manifiesta la respuesta de* ¿Qué sentimientos manifiesta la respuesta de* ¿Qué sentimientos manifiesta la respuesta deJesús al Jesús al Jesús al Jesús al Jesús al buen ladrónbuen ladrónbuen ladrónbuen ladrónbuen ladrón?????

* Si observas en tu Biblia los lugares paralelos, te* Si observas en tu Biblia los lugares paralelos, te* Si observas en tu Biblia los lugares paralelos, te* Si observas en tu Biblia los lugares paralelos, te* Si observas en tu Biblia los lugares paralelos, tedarás cuenta de que en este pasaje hay muchasdarás cuenta de que en este pasaje hay muchasdarás cuenta de que en este pasaje hay muchasdarás cuenta de que en este pasaje hay muchasdarás cuenta de que en este pasaje hay muchasreferencias al AT. ¿Qué querrá decirnos Lucas conreferencias al AT. ¿Qué querrá decirnos Lucas conreferencias al AT. ¿Qué querrá decirnos Lucas conreferencias al AT. ¿Qué querrá decirnos Lucas conreferencias al AT. ¿Qué querrá decirnos Lucas conesto?esto?esto?esto?esto?

c) Compartir: los participantes comparten lo quehan descubierto en la lectura del texto y de lasnotas, también aquello que o han entendido oles ha sorprendido.

2° Paso: Nos dejamos interpelar por el texto(meditatio)

En este segundo momento la atención se centraen descubrir el mensaje del texto en nuestra situa-ción personal, comunitaria, social...

a) Lectura: de nuevo se lee el texto en voz altamientras los demás escuchan atentamente.

b) Silencio: cada uno lee el texto en silencio pre-guntándose qué es lo que el Señor quiere decir-le. Pueden ayudarnos estas preguntas:

* ¿Es mi oración como la del buen ladrón: gratuita* ¿Es mi oración como la del buen ladrón: gratuita* ¿Es mi oración como la del buen ladrón: gratuita* ¿Es mi oración como la del buen ladrón: gratuita* ¿Es mi oración como la del buen ladrón: gratuitay confiada?y confiada?y confiada?y confiada?y confiada?

* ¿Rezo en los momentos de sufrimiento? ¿Cómo lo* ¿Rezo en los momentos de sufrimiento? ¿Cómo lo* ¿Rezo en los momentos de sufrimiento? ¿Cómo lo* ¿Rezo en los momentos de sufrimiento? ¿Cómo lo* ¿Rezo en los momentos de sufrimiento? ¿Cómo lohago?hago?hago?hago?hago?

* Mi oración, ¿me lleva a encontrarme con el Dios de* Mi oración, ¿me lleva a encontrarme con el Dios de* Mi oración, ¿me lleva a encontrarme con el Dios de* Mi oración, ¿me lleva a encontrarme con el Dios de* Mi oración, ¿me lleva a encontrarme con el Dios dela misericordia?la misericordia?la misericordia?la misericordia?la misericordia?

c) Compartir: los participantes comparten con lasdemás personas lo que ha descubierto en el

LECTIO DIVINA NO. 7

EL BUEN LADRÓNLucas 23, 32-47

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momento de silencio, tanto a nivel personalcomo comunitario.

3er. Paso: La Palabra nos exige una respuesta(oratio-actio)En este tercer momento respondemos a la

Palabra de Dios. Podemos hacerlo a través de unaoración, de un compromiso personal o de ambascosas a la vez.

a) Lectura: se lee de nuevo el texto mientras losdemás escuchan con atención.

b) Silencio: cada uno ora personalmente expre-sando aquello que este pasaje de la Escriturale inspira para decirle a Dios, buscando cómoponer en práctica la invitación que Dios lehace. Buscar un compromiso concreto frutode la reflexión de este pasaje evangélico.

c) Compartir: cada uno puede hacer una breveplegaria que sea reflejo de lo que ha hecho enel tiempo de silencio o compartir con losdemás el compromiso personal o comunitarioa que ha llegado.

ConclusiónEl encuentro termina con una oración común

(Padrenuestro u otra oración conocida por to-dos). Podríamos rezar juntos el Salmo 23, queproclama la delicadeza con que Dios pastorea

nuestra vida. Con esta plegaria le pedimos a Diosla fuerza para llevar a término el compromiso quehemos elegido.

El episodio de la sinagoga de Cafarnaún nosha presentado el proyecto de Jesús. Y mostrándo-nos ese proyecto nos enseña cuál ha de ser elproyecto de vida cristiana. El proyecto de Jesúses muy claro: sintiéndose lleno del Espíritu delSeñor, se lanza a proclamar la misericordia y laliberación de Dios. Cristiano es aquel que, llenodel Espíritu del Señor, proclama en su entorno,tanto de palabra como de obra, la liberación deJesús.

Jesús no se limita a anunciar en Nazaret unplan de vida teórico. Él se compromete con supropia vida en aquel proyecto. Jesús vivirá en supropia carne la narración del profeta Isaías. Élserá el Mesías humilde que, desde la humildad yla entrega, propiciará la salvación para todos.

El será el salvador, que aparecerá a los ojos delos hombres como un fracasado en la cruz, peroa través de la entrega de su vida nos dará laauténtica Vida: la Vida Nueva que brota el Do-mingo de Pascua.

El cristiano es aquel que no sólo habla, sinoque compromete su vida en aquellas cosas quepredica. Aquel que, desde la experiencia de lavida compartida, la humildad y el servicio, trans-mite a todos la Vida Nueva de Jesús.

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Jubileo 2000

a) Lectura: se proclama en voz alta el texto elegidomientras todos lo escuchan atentamente.

b) Silencio: todos leen de nuevo otra vez el textoayudados por las notas de su Biblia. Nos pre-guntamos:

* Compara Lc 4, 18-19 con Is 61, 1-2. ¿Qué cambios* Compara Lc 4, 18-19 con Is 61, 1-2. ¿Qué cambios* Compara Lc 4, 18-19 con Is 61, 1-2. ¿Qué cambios* Compara Lc 4, 18-19 con Is 61, 1-2. ¿Qué cambios* Compara Lc 4, 18-19 con Is 61, 1-2. ¿Qué cambiosobservas? ¿A qué pueden deberse estos cam-observas? ¿A qué pueden deberse estos cam-observas? ¿A qué pueden deberse estos cam-observas? ¿A qué pueden deberse estos cam-observas? ¿A qué pueden deberse estos cam-bios?bios?bios?bios?bios?

* Al leer el texto de Isaías, Jesús proclama su* Al leer el texto de Isaías, Jesús proclama su* Al leer el texto de Isaías, Jesús proclama su* Al leer el texto de Isaías, Jesús proclama su* Al leer el texto de Isaías, Jesús proclama sumisión. ¿En qué consiste? (Fíjate en losmisión. ¿En qué consiste? (Fíjate en losmisión. ¿En qué consiste? (Fíjate en losmisión. ¿En qué consiste? (Fíjate en losmisión. ¿En qué consiste? (Fíjate en losverbos). ¿Por qué puede cumplir esta misión?verbos). ¿Por qué puede cumplir esta misión?verbos). ¿Por qué puede cumplir esta misión?verbos). ¿Por qué puede cumplir esta misión?verbos). ¿Por qué puede cumplir esta misión?

* ¿Qué dice Jesús sobre las palabras que lee del* ¿Qué dice Jesús sobre las palabras que lee del* ¿Qué dice Jesús sobre las palabras que lee del* ¿Qué dice Jesús sobre las palabras que lee del* ¿Qué dice Jesús sobre las palabras que lee delAT? ¿Qué significa lo que dice?AT? ¿Qué significa lo que dice?AT? ¿Qué significa lo que dice?AT? ¿Qué significa lo que dice?AT? ¿Qué significa lo que dice?

c) Compartir: los participantes comparten loque han descubierto en la lectura del textoy de las notas. También aquello que no hanentendido o les ha sorprendido.

2° Paso: Nos dejamos interpelar por el texto(meditatio)

En este segundo momento la atención secentra en descubrir el mensaje del texto ennuestra situación personal, comunitaria, so-cial...

a) Lectura: de nuevo se lee el texto en voz altamientras los demás escuchan atentamente.

b) Silencio: cada uno lee el texto en silenciopreguntándose qué es lo que el Señor quie-re decirle, y se pregunta:

* En tu vida, ¿te sientes acompañado por el Espíritu* En tu vida, ¿te sientes acompañado por el Espíritu* En tu vida, ¿te sientes acompañado por el Espíritu* En tu vida, ¿te sientes acompañado por el Espíritu* En tu vida, ¿te sientes acompañado por el Espíritudel Señor?del Señor?del Señor?del Señor?del Señor?

* Este Espíritu, ¿cómo te ayuda a comprometerte* Este Espíritu, ¿cómo te ayuda a comprometerte* Este Espíritu, ¿cómo te ayuda a comprometerte* Este Espíritu, ¿cómo te ayuda a comprometerte* Este Espíritu, ¿cómo te ayuda a comprometerteen la liberación de los necesitados?en la liberación de los necesitados?en la liberación de los necesitados?en la liberación de los necesitados?en la liberación de los necesitados?

c) Compartir: los participantes comparten con lasdemás personas lo que han descubierto en elmomento de silencio, tanto a nivel personalcomo comunitario.

Jesús, lleno del Espíritu del Señor, comunica enla sinagoga de Nazaret su proyecto de liberaciónpara todo el mundo. El proyecto de todo cristianoha de coincidir con el proyecto de Cristo. Cristianoes aquel que, sintiéndose lleno del Espíritu delSeñor, siembra en el mundo la liberaciónmisericordiosa de Dios.

Introducción: Preparamos nuestro interiorAntes de acercarnos al texto preparamos nues-

tro interior para acogerlo como Palabra de Dios.Nos ponemos en presencia del Señor en actitud desilencio y oración. Concluimos con una breveplegaria, pidiéndole a Dios que abra nuestros cora-zones para entender su Palabra.

1er Paso: Lectura atenta del texto (lectio)En este primer momento la atención se fija en el

texto con el deseo de descubrir cuál era el mensajeque el autor quiso transmitir a sus destinatarios.

LECTIO DIVINA NO. 8

LA SINAGOGA DE NAZARETLucas 4, 14-22

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3er Paso: La Palabra nos exige una respuesta(oratio-actio)En este tercer momento respondemos a la Pala-

bra de Dios. Podemos hacerlo a través de unaoración, de un compromiso personal o de ambascosas a la vez.

a) Lectura: Se lee de nuevo el texto mientras losdemás escuchan con atención.

b) Silencio: cada uno ora personalmente expresan-do aquello que este pasaje de la Escritura lehace decir a Dios, buscando cómo poner enpráctica la invitación de Dios. Buscar una con-versión personal, una acción en favor de lacomunidad, un trabajo social...

c) Compartir: cada uno puede hacer una breveplegaria que sea reflejo de lo que ha hecho en eltiempo de silencio o compartir con los demás elcompromiso personal o comunitario a que hallegado.ConclusiónTerminamos nuestro encuentro con un oración

comunitaria. Tal vez podríamos leer un fragmentode la primera Carta de Pablo a los cristianos deCorintio (1 Cor 13, 1-13). Pablo nos recuerda queel amor ha de ser el eje del proyecto cristiano.Acabamos nuestra plegaria rezando juntos elPadrenuestro.

Lucas nos propone a María como ejemplo fieldel seguimiento de Jesús. Nos la sitúa como para-digma palpable del creyente forjado por la palabrade Dios. María aparece ante nuestra mirada con losojos del corazón muy abiertos. La humildad y laplegaria son las dos grandes actitudes que hacen deMaría el mejor ejemplo del testimonio vivo delSeñor.

En el corazón de María late la experiencia delAltísimo descrita en el Antiguo Testamento: elSeñor libera. Dios conoce nuestros límites, peroincluso con nuestros límites -si nos dejamos poseerpor el Señor- Dios es capaz de hacer grandesmaravillas. Dios se deja encontrar por todos aque-llos que lo buscan sinceramente. El Señor estácerca de los que padecen. Dios guarda nuestra viday es siempre fiel a sus promesas.

La maravilla que Dios realiza en nuestra vidaconsiste en hacernos siervos suyos. Nos invita aparticipar de su misma vida de amor y eternidad. Lavocación cristiana –como la de María– consiste endejarse amar profundamente por el Señor. Dios nosama tal como somos, y desde nuestros límites noshace hombres nuevos mediante su Palabra. Única-mente desde la certeza de sentirnos amados porDios, podemos engendrar a Jesús en el mundo quenos ha tocado vivir, para la liberación de todos loshombres.

LECTIO DIVINA NO. 9

MARIA DE NAZARETLucas 1-2

María es la mujer forjada por la Palabra deDios. Nuestra vida cristiana ha de ser el fielreflejo de la Palabra de Dios que forja nuestraexistencia. Para que la Palabra de Dios modelecon eficacia la arcilla de nuestra vida es necesa-rio cultivar dos actitudes: la humildad y la plega-ria. En la medida en que la voz de Dios nostrabaje, nuestra vida se convertirá en testimoniode liberación para todos.

Introducción:Preparamos nuestro interiorAntes de acercarnos al texto preparamos nues-

tro interior para acogerlo como Palabra de Dios.Nos ponemos en presencia del Señor con unabreve oración: Habla, Señor, que tu siervo escu-cha (1 Sm 3, 10). Hacemos un breve tiempo desilencio y comenzamos nuestro encuentro conuna breve plegaria.

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Jubileo 2000

1er Paso: Lectura atenta del texto (lectio)En este primer momento la atención se fija en

el texto con el deseo de descubrir cuál era elmensaje que el autor quiso transmitir a sus desti-natarios.

a) Lectura: se proclama en voz alta el textoelegido mientras todos lo escuchan atenta-mente.

b) Silencio: todos leende nuevo otra vezel texto ayudadospor las notas de suBiblia. Estas pre-guntas puedenayudarnos a re-flexionar sobre elpasaje:

* ¿Cuál es el proyecto* ¿Cuál es el proyecto* ¿Cuál es el proyecto* ¿Cuál es el proyecto* ¿Cuál es el proyectode Dios para María?de Dios para María?de Dios para María?de Dios para María?de Dios para María?¿Cómo se va a reali-¿Cómo se va a reali-¿Cómo se va a reali-¿Cómo se va a reali-¿Cómo se va a reali-zar?zar?zar?zar?zar?

* ¿Cómo reacciona* ¿Cómo reacciona* ¿Cómo reacciona* ¿Cómo reacciona* ¿Cómo reaccionaMaría ante el anun-María ante el anun-María ante el anun-María ante el anun-María ante el anun-cio del ángel?cio del ángel?cio del ángel?cio del ángel?cio del ángel?

* ¿Qué actitudes de* ¿Qué actitudes de* ¿Qué actitudes de* ¿Qué actitudes de* ¿Qué actitudes deMaría resaltan más en este texto?María resaltan más en este texto?María resaltan más en este texto?María resaltan más en este texto?María resaltan más en este texto?

c) Compartir: los participantes comparten lo quehan descubierto en la lectura del texto y de lasnotas, también aquello que no han entendidoo les ha sorprendido.

2° Paso: Nos dejamos interpelar por el texto(meditatio)En este segundo momento la atención se cen-

tra en descubrir el mensaje del texto en nuestrasituación personal, comunitaria, social ...

a) Lectura: de nuevo se lee el texto en voz altamientras los demás escuchan atentamente.

b) Silencio: cada uno lee el tex-to en silencio preguntándo-se qué es lo que el Señorquiere decirle, tratando dedescubrir su voluntad.

* ¿Cómo intentas descubrir en tu vida la voluntad* ¿Cómo intentas descubrir en tu vida la voluntad* ¿Cómo intentas descubrir en tu vida la voluntad* ¿Cómo intentas descubrir en tu vida la voluntad* ¿Cómo intentas descubrir en tu vida la voluntadde Dios?de Dios?de Dios?de Dios?de Dios?

* ¿Cómo te ayuda la figura de María a entender* ¿Cómo te ayuda la figura de María a entender* ¿Cómo te ayuda la figura de María a entender* ¿Cómo te ayuda la figura de María a entender* ¿Cómo te ayuda la figura de María a entendermejor lo que significa seguir a Jesús?mejor lo que significa seguir a Jesús?mejor lo que significa seguir a Jesús?mejor lo que significa seguir a Jesús?mejor lo que significa seguir a Jesús?

c) Compartir: los participantes comparten conlas demás personas lo que han descubierto enel momento de silencio, tanto a nivel personalcomo comunitario.

3er Paso: La Palabranos exige una res-puesta (oratio-actio)

En este tercer mo-mento respondemosa la Palabra de Dios.Podemos hacerlo através de una oración,de un compromisopersonal o de ambascosas a la vez.

a) Lectura: Se lee denuevo el textomientras los de-más escuchan conatención.

b) Silencio: cada unoora personalmente expresando aquello queeste pasaje de la Escritura le hace decirle aDios, buscando como poner en práctica lainvitación que Dios le hace. Podríamos pro-ponernos leer con más constancia la Palabrade Dios, y anunciarla con mayor tesón.

c) Compartir: cada uno puede hacer una breveplegaria que sea reflejo de lo que ha hecho enel tiempo de silencio o compartir con losdemás el compromiso personal o comunitarioa que ha llegado.

ConclusiónTerminemos nuestro en-

cuentro rezando juntos elMagnificat. Al rezarlo pi-dámosle al Señor que su Pa-labra modele y transformenuestra vida.

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Varios

· · Un llamado para todos· · El Sucesor de Pedro el pescador· · Cuarta visita del Papa a México· · Juan Pablo II en América· · Nos preparamos para recibir al Papa«Simón Pedro: rema mar adentro y echa las

redes para pescar» (cf. Lc 5, 4).Un llamado para todosLos obispos de México, conscientes de la gran

importancia de la cuarta visita del Papa a México,hacemos una fraterna invitación a todos los mexi-canos, particularmente a los católicos, para queseamos afectuosos y alegres anfitriones del Papa,que viene como pregonero y apóstol de Jesucristo,mensajero de reconciliación y de unidad, misione-ro itinerante por los caminos del mundo, peregrinoal santuario de la celestial Señora de Guadalupe,Reina de México y de América.

Todos estamos llamados a sentirnos correspon-sables de este magno acontecimiento de fe, don delSeñor a nuestro país y expresión del amor del Papapor México. ¡Que nadie se excluya de vibrar conesta visita!

Este viaje pastoral del Santo Padre tiene comoprimordial propósito realizar, para la Iglesia queperegrina en nuestro continente, la etapacelebrativa-conclusiva de la Asamblea especialpara América del Sínodo de los obispos. El Papaquiere que la basílica de Guadalupe sea, durante suvisita, el aula Sinodal de toda América unida bajoel manto de la Madre de Dios en el Tepeyac.

El Sucesor de Pedro el pescadorEl Evangelio de San Juan nos ofrece aquella

entrañable escena en el lago de Galilea: «SimónPedro les dijo: «Voy a pescar», y le dijeron: «No-

sotros también vamos contigo». Salieron y subie-ron a la barca» (Jn 21, 3). Pedro camina adelanteen la misión de la Iglesia. «Les haré pescadores dehombres» (Mc 1, 17). Pedro toma la iniciativa paracomenzar la tarea evangelizadora: «voy a pescar».Él mismo termina la faena, llevando la red, llena depeces, a la orilla y manteniendo la unidad de laIglesia.

Juan Pablo II es Pedro hoy, es el Pescador en elumbral del tercer milenio. Realiza la pesca en altamar, en el mundo, sabiendo que el Señor estápresente y vigilante, acompañando y alentando eltrabajo apostólico. Juan Pablo II es la piedra de laIglesia universal; es la roca firme para que laIglesia no sucumba ante las dificultades: «Tú eresPedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt16, 18); el Papa ha recibido las llaves como mayor-domo-servidor de «la Casa de Dios vivo»; es elheraldo de Jesucristo que, desde el inicio de supontificado, ha proclamado su fe apostólica: «Túeres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16).Juan Pablo II es Pedro hoy, llamado a seguir elcamino de la entrega total por el rebaño de Jesús:«Apacienta mis ovejas» (Jn 21, 17).

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: «ElPapa, Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, «es elprincipio y fundamento perpetuo y visible de uni-dad, tanto de los obispos como de la muchedum-bre de los fieles» (Lumen gentium, 23). «El Pon-tífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, envirtud de su función de Vicario de Cristo y pastorde toda la Iglesia, la potestad plena, suprema yuniversal, que puede ejercer siempre con enteravoluntad» (ib., 22)» (n. 882).

El mandato y el amor de Cristo impulsan, unavez más, al Sucesor de Pedro para que sea pesca-dor, maestro y profeta peregrino en tierras de

Mensaje de la Conferencia EpiscopalMexicana antes del viajede Su Santidad en 1999

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América y de México. Él ha viajado continuamen-te desde su corazón de Pastor al corazón de lasmuchedumbres. «Yo he rogado por ti, Pedro, paraque tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido,confirma a tus hermanos» (Lc 22, 32).

Juan Pablo II tiene una visión global de lahistoria y del presente de la humanidad. Su men-saje tiene dimensiones continentales y universa-les. Como Sucesor de Pe-dro, impulsa la plenitudde la misión de la Iglesia,su catolicidad, su univer-salidad misionera. ElPapa, hoy, alza la miradahacia el mar de las multi-tudes de hombres y muje-res de México y de Améri-ca diciendo: «Voy a pes-car».

Su pontificado estáconstituido por veinte añosde amorosa solicitud pas-toral para que la humani-dad acepte a Jesucristo:«¡No tengan miedo! Notengan miedo del misteriode Dios; no tengan miedode su amor. ¡Abran, de paren par, las puertas a Jesucristo!»; veinte añosdefendiendo la dignidad y los derechos de todohombre y mujer; veinte años de tender puenteshacia todos los cristianos; veinte años de constan-tes llamados a la santidad en la Iglesia; veinte añosde solicitud por todas las Iglesias y de confirmar lafe de sus hermanos.

Éste es el Papa que nos visita. El Papa misione-ro itinerante, que trae una palabra de aliento yesperanza a todos los hombres y mujeres quesufren el azote de la enfermedad y la pobreza, elazote del ateísmo y la crisis de valores: «¡Datecuenta, quienquiera que seas, que eres amado!¡Advierte que el Evangelio es una invitación a laalegría! ¡No te olvides que tienes un Padre, y quecualquier vida, incluso la que para los hombres esmás insignificante, tiene un valor eterno e infinitoa sus ojos» (Juan Pablo II, Cruzando el umbral dela esperanza, p. 19).

Cuarta visita del Papa a MéxicoSi acaso la primera visita del Papa a nuestro país

pudo tener un mayor acento de emoción, entusias-mo y fiesta, pensamos que la próxima debe calarmás hondo en la vida de los creyentes. Esta cuartavisita, don de Dios y regalo del Papa, se conviertepara nosotros en compromiso de mayor fidelidada Cristo y a su Evangelio, en esperanza y renova-

ción de la vida cristiana,en impulso de reconci-liación y unidad entre to-dos los mexicanos.

Hoy recordamos cómoel primer viaje de JuanPablo II a México marcóprofundamente la vida yla historia de nuestra pa-tria y el Papa quedó im-presionado por las multi-tudes y por la preciosaimagen de la Virgen deGuadalupe. De hecho, loanunció con estas pala-bras en la basílica de SanPedro en Roma el 12 dediciembre del año pasa-do, al clausurar el Sínodode América: «Iré a Méxi-

co a postrarme ante la Virgen de Guadalupe. Leconfío todo proyecto y anhelo a Ella. Pero ya desdeahora me postro espiritualmente a sus pies, recor-dando mi primera peregrinación, en enero de1979, cuando me arrodillé delante de su prodigio-sa imagen para invocar, sobre mi recién iniciadoservicio pontifical, su maternal asistencia y pro-tección» (Homilía, n. 5).

El Papa, en su primer mensaje, en la catedral deMéxico, el 26 de enero de 1979, pidió la fidelidad:«Tenéis un pasado espléndido de amor a Cristo,aun en medio de las pruebas; a vosotros, quelleváis en lo hondo del corazón la devoción a laVirgen de Guadalupe, el Papa quiere hablaros hoyde algo que es, y debe ser más, una esencia vuestra,cristiana y mariana: La fidelidad a la Iglesia (...).De todas las enseñanzas que la Virgen da a sushijos de México, quizás la más bella e importantees esta lección de fidelidad. Esa fidelidad que el

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Papa se complace en descubrir y que espera delpueblo mexicano. De mi patria se puede decir:«Polonia semper fidelis». Yo quiero poder decirtambién: ¡México semper fidelis, siempre fiel! Dehecho, la historia religiosa de esta nación es unahistoria de fidelidad».

En su segundo viaje, del 6 al 13 de mayo de 1990,México recibió al Papa con el lema: «Peregrino deamor y de esperanza». El país vivía tiempos difíciles.En su mensaje radiotelevisado del 2 de mayo, elmismo Santo Padre expuso el propósito de su visitapastoral: «Ayudar a renovar vuestra vida cristiana,impulsar la nueva evangelización e infundir aliento yesperanza en todos, particularmente en los máspobres y necesitados». Retomó algunos de sus temasfavoritos: los jóvenes, la familia, los pobres, parailuminarlos con nuevas luces. Y dijo a los obispos:«Pensar en México es referirse a una tierra bendeci-da por la predilección de la Madre del Señor (...).México es una realidad que ha hecho de la fe partede su propia identidad (...). ¡México católico! ¡Méxicosiempre fiel!, palabras que reflejan con toda nitidezla firme adhesión del pueblo humilde y sencillo a laIglesia y al Evangelio que ella anuncia» (Discurso alos obispos de México, I, II).

Fue en su discurso de llegada al aeropuerto de laciudad de México, cuando nos hizo esta confidencia:«Puedo decir que aquella primera visita pastoral aMéxico marcó realmente mi pontificado, haciéndo-me sentir la vocación de Papa peregrino, misione-ro».

La tercera visita del Papa, en el Estado de Yuca-tán, llamó la atención por su cercanía con los fielesindígenas y su llamada a valorarlos y apreciarlos ensu cultura. Significativas fueron las palabras delPapa: «Quiero rendir homenaje a los pueblos indíge-nas de América (...). Vengo a traeros un mensaje deesperanza, de solidaridad y de amor. (...) Deboexpresaros que la Iglesia contempla vuestros autén-ticos valores con amor y esperanza (...). Conozco lasdificultades de vuestra situación actual y quieroaseguraros que la Iglesia, como Madre solícita, osacompaña en vuestras legítimas aspiraciones y jus-tas reivindicaciones (...). La noble lucha por lajusticia nunca os ha de llevar al enfrentamiento»(Discurso en Izamal, nn. 1, 3, 6, 7 y 10).

Hemos querido recordar parte del mensaje que elSanto Padre ha dejado a los mexicanos para motivar-

nos a hacer un examen de conciencia sobre la maneracomo hemos recibido y puesto en práctica sus pala-bras. Así nos prepararemos mejor a su cuarta visitay ésta tendrá más frutos. Preguntémonos, pues:¿Qué resonancias y qué efectos ha tenido el mensajey el amor del Papa a México? ¿Qué importanciaevangelizadora hemos dado al legado del Papa paralos mexicanos?

Juan Pablo II en AméricaSabemos que la peregrinación del Papa tiene

carácter continental y cristológico. Así lo destacabael cardenal Etchegaray en su intervención durante elSínodo de América: «Después de doce días deSínodo, embarcados en una gran carabela, ahoracomprendemos mejor la acertada visión del Papa.Como un nuevo Cristóbal Colón, Juan Pablo II nosayuda a descubrir que, si hay todavía varias Améri-cas, es más cierto que también hay una América quelas engloba a todas y está emergiendo, de forma cadavez más clara y nítida, del oscuro pasado de lahistoria. De este nuevo mundo, que empieza aenvejecer como los demás, estamos llamados ahacer un mundo nuevo de justicia y de paz «con lafuerza del Evangelio», como dice San Pablo, eseotro gran trotamundos de Cristo. ¡Qué responsabi-lidad apasionante en el doble sentido de la palabrapara la Iglesia de este continente! No hay otrocontinente que se pueda arropar completamente conel manto cristiano. No hay otro continente donde lossignos del Evangelio sean tan numerosos en mediodel pueblo. No hay otro continente donde la Iglesiaesté mejor equipada en documentos pastorales y enbrújulas tan preciosas como las de Medellín, Pueblay Santo Domingo. ¿Qué falta a este fascinantecontinente, convertido a los ojos de la humanidad enla prueba de la capacidad de los cristianos para ser lasal de la tierra? ¿Qué le falta? Al Sínodo toca decirlocon lucidez, serenamente, para reavivar la relaciónsiempre nueva y frágil entre fe e historia. ¿Qué lefalta? El encuentro con Jesucristo vivo».

Éste es el continente que peregrina, sinodalmente,hacia el «Encuentro de Jesucristo vivo, camino parala conversión, la comunión y la solidaridad», y alencuentro con la «Madre del verdaderísimo Diospor quien se vive, el Creador de las personas, eldueño de la cercanía y de la inmediación, el dueñodel cielo, el dueño de la tierra» (Nican Mopohua), enel espacio luminoso del Tepeyac.

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El Sínodo de América se realizó en el espléndidomarco de la preparación al gran jubileo de la Encar-nación redentora (cf. Tertio millennio adveniente,38); se insertó en el proyecto universal de la nuevaevangelización; es floración y fruto continental quehunde sus raíces en el concilio Vaticano II (cf. ib.,36).

La Iglesia católica, en Sínodo para el continenteamericano, contempló, con respeto y amor, a lamultitud de pueblos, razas y culturas con múltiplesorígenes históricos. La Iglesia, en este Sínodo, sesintió nuevamente llamada a cumplir la misión depromover la integración fraterna, superando losnacionalismos herméticos, los antagonismos étnicosy las situaciones de odios,divisiones, exclusiones yviolencias, para ser, comodice el profeta Isaías, «ungran signo elevado delan-te de las naciones» queatraiga a todos los pue-blos a la reconciliaciónfraterna en Jesucristo; sesintió llamada a promoverla globalización de la fra-ternidad y la globalizaciónde la solidaridad, comonecesaria condición de la paz y de una vida armonio-sa entre todos los pueblos americanos.

Ante esta realidad, el Sínodo de América habló delos gozos, preocupaciones y desafíos de la Iglesiaque está en América y proclamó, acentuando ladimensión trascendente como lo pidió el cardenalRatzinger, su fe invicta y su gozosa esperanza: «Conla fuerza del Espíritu Santo, les decimos: Jesucristoha vencido al mundo. Él ha enviado su EspírituSanto entre nosotros para hacer nuevas todas lascosas. Es más, en palabras de la sagrada Escritura,«para renovar la faz de la tierra». Éste es, pues,nuestro sencillo mensaje: ¡Jesucristo es Señor! (cf.Flp 2, 11). Su resurrección nos llena de esperanza; supresencia en nuestro caminar nos llena de valor. Lesdecimos, como el Santo Padre nos dice tan a menu-do, «no tengan miedo». El Señor está con ustedes enel camino, salgan a su encuentro» (Mensaje, 35).

Nos preparamos para recibir al PapaA dos meses de su llegada, con alegría y gratitud,

esperamos al Vicario de Cristo, Pastor intrépido.

Nuestros corazones se abrirán a su mensaje para queavance la solución de los «problemas de justicia ysolidaridad entre las naciones de América» y aparez-ca una nueva floración de santidad americana.

Nos preparamos, con espíritu de fe y gran amor,para recibir a Juan Pablo II. También seremosfraternos anfitriones de la Iglesia que peregrina enlos demás países del continente americano.

Les recordamos que, ante todo, la preparacióndebe llevarse a cabo a través de una amplia, adecua-da e intensiva catequesis. Es necesario conocer, conmayor profundidad, la misión apostólica del SantoPadre en la Iglesia y en el mundo; entender que él hasido llamado por Cristo «a fortalecer en la fe a sushermanos» y a obedecer junto con los Once, laorden, pascual y mañanera, del Señor: «Echen la

red» (Jn 21, 6).Es muy importante, por

otro lado, promover unclima de reconciliación yunidad en todos los am-bientes; trabajar por re-construir el tejido socialque ha sufrido desgarra-mientos por nuestro egoís-mo; promover la comu-nión eclesial, herida por el

pecado; y crecer en espíritu de amor y obediencia alVicario de Cristo.

Intensifiquemos, igualmente, la oración por elPapa: que Dios le conceda anunciar sin desfallecer lapalabra divina; que le colme de sabiduría y fortalezapara guiar al pueblo cristiano por los caminos delEvangelio; que lo mire con bondad y, ya que lo haconstituido Sucesor de Pedro, le conceda ser para supueblo principio y fundamento visible de la unidaden la fe y de la comunión en el amor.

Mantengámonos en espera cariñosa de la cuartavisita pastoral de Juan Pablo II a México. Estamosciertos que provocará una nueva primavera de fe ennuestra patria. A Nuestra Señora de Guadalupe leconfiamos el éxito espiritual de este viaje apostólicodel Papa.

México, D.F., 22 de noviembre de 1998, Solem-nidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del univer-so.

Los Obispos de México

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En el caminar emocionado de nuestras comuni-dades diocesanas hacia el ya cercano Año Jubilar,por tercera vez, nosotros, los Obispos de la RegiónPastoral de Occidente, tomamos la palabra paraalabar y bendecir a Dios, Nuestro Padre, quien nosha adoptado como hijos desde nuestro Bautismo,por la gracia del Espíritu Santo.

Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesu-cristo, quien nos ha bendecido con toda clase debienes en Cristo, por cuanto nos ha elegido en Élantes de la fundación del mundo para ser santos einmaculados en su presencia, en el amor (Cfr. Ef 1,3).Dios Padre de Misericordia se ha inclinado hacia elhombre de generación en generación, hasta nosotrosque nos disponemos a vivir el último año de prepara-ción para la celebración del Año Santo del 2000.

Nuestra palabra, inspirada por el Espíritu y unidaa la alabanza de Cristo, se dirige al Padre paraaclamar: «¡Gracias Padre, porque Tú siempre meescuchas!» (Jn 11,41); muestra tu misericordia degeneración en generación.

Nosotros, asumiendo la recomendación del PapaJuan Pablo II, en su Exhortación Pastoral «En Vís-peras del Tercer Milenio» (TMA), de prepararnos alGran Jubileo, ofrecemos a todos ustedes, miembrosdel Pueblo de Dios la presente Exhortación Pastoralpara invitarlos a reforzar nuestra preparación a tanimportante celebración.

1.- 1999: Año de Dios Padre Misericordioso.En 1999, tercer y último año de preparación al

Gran Jubileo, queremos abrir nuestro horizonte alinmenso amor de Dios Padre, a la reconciliación y ala caridad.

El descubrimiento de Dios como Padre, reveladopor Cristo, está presente en la Santa Escritura conexpresiones llenas de comprensión: «Yahvéh,Yahvéh, Dios misericordioso y clemente, tardo a la

cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene suamor por millares, que perdona la iniquidad, larebeldía y el pecado» (Ex 34, 6-7).

La experiencia del amor divino ha acompañadoal hombre, pues Dios se ha mostrado «clemente ycompasivo, tardo a la cólera y lleno de amor... cualla ternura de un padre con sus hijos, así de tierno esYahvéh para quienes le aman; que Él sabe de lo queestamos hechos: se acuerda de que somos barrofrágil» (Cfr. Salmo 103, 14).

Ese amor llegó al extremo de entregar al mundoa su Hijo Predilecto, para que todo el que crea en Élno perezca sino que tenga vida eterna (Cfr. Jn 3, 16).

De este modo, Jesús mismo es Encarnación delamor y misericordia del Padre. Es, en su Persona, ensus actitudes, el Rostro Misericordioso del Padre(Cfr. Ef 2,4).

Así pues, en este año del amor y de la misericor-dia, nosotros los obispos queremos presentar a unasociedad dividida y alejada de la Casa del Padre, suverdadero rostro, para lograr la reconciliación, vivirla fraternidad e impulsar la caridad.

Ya que el amor del Padre se nos manifiesta, enprimer lugar, dándonos la vida. En el principio, suPalabra poderosa creó los cielos y la tierra y, alhombre, con especial predilección lo hizo a su ima-gen y semejanza. Todo lo hizo bueno (Cfr. Gn 1, 27-28).

Ese amor creador de Dios nos llama a darlegracias y a tener amor y cuidado con la Creación quenos ha dejado como una responsabilidad. No es puesde extrañar, que de nuestro pueblo hayamos apren-dido a acudir a Dios Padre como Divina Providencia.Así, oramos diciendo: «Que la Divina Providencianos asista en cada momento para que nunca nos faltecasa, vestido y sustento y los santos Sacramentos enlos últimos momentos».

Exhortación Pastoralen el Año de Dios Padre, 1999

Obispos de la Región Pastoral de Occidente.

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La confianza de los hijos ante Dios, nuestroPadre, la aprendemos de Jesús cuando nos enseñaque tenemos un Dios Padre que conoce nuestrasnecesidades y se preocupa por ellas; como viste a loslirios del campo, como alimenta a los pájaros delcielo, así el Señor se inclina ante nosotros con unamor que no tiene fin (Cfr. Mt 6, 25-34).

Su bondad y su lealtad nos acompañan todos losdías de la vida. Por ello,los cristianos hoy, re-velamos el rostro deDios creador yprovidente cuando nosresponsabilizamos delmundo que nos rodeacuidándolo y protegién-dolo.

Y cuando oramos,sabemos que lo hace-mos por la fuerza delEspíritu quien nos ca-pacita para poder ex-clamar «Abbá, Padre»(Rom 8, 15). Y de Jesúsmismo hemos aprendi-do a orar diciendo: «Pa-dre nuestro que estás enlos Cielos...» (Mt 6, 9-15).

Por otra parte, si en nuestras familias y en lasociedad constatamos una lucha sorda entre paterni-dad y maternidad, entre filiación y autoridad, es delos rasgos paternos de Dios de donde debemosaprender el amor a la vida, la responsabilidad en laprocreación, el cariño y respeto a nuestros padres yla protección de los más débiles.

Los padres de familia podrán ejercer mejor sufunción de padres, si acuden a vivir los rasgospaternos de Dios Padre. El trabajo de los maestrosasume muchos rasgos paternales; también ellos pue-den acudir a la figura paterna de Dios que nos guíay nos enseña. Pero somos nosotros los sacerdotes aquienes el pueblo de Dios por prolongación de lapresencia de Dios llama padres, quienes por lareconciliación, el consejo y la caridad podemoshacer cercano ese rostro paterno de Dios.

En esta tarea, María Hija predilecta del Padre yMujer llena del Espíritu Santo, nos invita a vivir y

proclamar las maravillas que Dios ha realizado:«Porque ha hecho en mi favor maravillas el Podero-so, Santo es su nombre y su misericordia alcanza degeneración en generación a los que le aman» (Lc 1,49-50).

2.- El Año de la Reconciliación y la Fraternidad.Toda nuestra vida la podemos considerar como

una peregrinación a la Casa del Padre. Un añodedicado a Dios Padrenos brinda la oportuni-dad de regresar a susbrazos misericordio-sos. Esta buena noticiaes regeneración y libe-ración de falsos temo-res y falsas imágenesde Dios.

Más de alguno tienela imagen de un Diosjusticiero y vengativo.Nada más alejado delrostro amoroso del Diosde Jesucristo. San Juannos abre el secreto delamor divino, cuandonos dice «porque Diosno ha enviado a su Hijoal mundo para juzgar-lo, sino para que el

mundo se salve por Él» (Jn 3, 17).

Jesús mismo, profeta del Dios amor, comenzó supredicación invitando a la reconciliación. «El tiem-po se ha cumplido. El Reino de Dios está cerca.Conviértanse, y crean en el Evangelio» (Mc 1,15).

Cuando el hombre insatisfecho y angustiado,busca fuera de la casa paterna su independencia y surealización, el amor y la libertad, no hace otra cosaque anhelar el amor absoluto de Dios Padre, quenunca podrá encontrar lejos de Quien lo creó poramor.

Dios Padre solicita nuestro amor, puesto quedecidió arrancarnos de las cadenas devastadoras delpecado. Aunque nosotros hayamos rechazado elamor, Dios jamás nos ha rechazado; Él siempreespera el regreso del hijo pródigo (Cfr. Lc 15,11ss).

Pues Dios mismo, de acuerdo a la maravillosaparábola de Jesús, confía y espera al hijo pródigo

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para darle su amor y brindarle seguridad. Cuando lovio venir, afirma el texto bíblico, se conmovió desdelo más profundo de su ser. Corrió y lo cubrió debesos porque el hijo estaba perdido y había sidoencontrado y el que había muerto había vuelto a lavida. Y en el profeta Jeremías encontramos: «puesen efecto, se han conmovido mis entrañas por él,ternura por él no ha de faltarme» (Jer 31,20)

Desde que salió de los labios de Jesús, estaparábola ha quedado por los siglos hendida en elcorazón del pecador como un clavo de ternura; Jesússabía que podemos resistirnos a la verdad, a labelleza pero que caeremos rendidos ante la ternuray la acogida, ante esa admirable floración del amorgratuito. El oficio de Dios es amar y perdonar.

En nuestros días, el hijo pródigo que es cada unode nosotros, puede regresar a la casa del Padre através del Sacramento de la Reconciliación.

En efecto, todos estamos invitados a experimen-tar la alegría y la paz de Dios cuando el sacerdote, enla persona de Jesús nos dice, «Dios Padre de mise-ricordia que ha reconciliado al mundo, con Él,mediante la Muerte y Resurrección de su HijoJesucristo y ha enviado al Espíritu Santo para elperdón de los pecados, te conceda, por medio de laIglesia, la reconciliación y la paz, y yo te absuelvo detus pecados, en el nombre del Padre, del Hijo y delEspíritu Santo» (Cfr. Ritual de la Penitencia).

Sin embargo, la alegría de la fiesta por el hijo queregresa no es plena sin la experiencia del perdón yla aceptación de los hermanos. El Padre, de laparábola, reconcilia también al hermano mayor conel pródigo. Y nuestra oración expresa otro tantocuando decimos, «perdónanos nuestras ofensas comotambién nosotros perdonamos a los que nos ofen-den».

Al final del milenio vemos con tristeza las des-uniones y la desintegración de la sociedad y de lasfamilias; por ello, el llamado del Padre a la unión yfraternidad es más urgente.

La unidad de la sociedad se va forjando en launidad de las familias, y la unidad de éstas empiezacuando se vive en el corazón, con la gracia delEspíritu Santo, la fe en Dios y la misericordia con losdemás.

En este sentido, María es para nuestros pueblos,Madre de la misericordia, porque la experimenta-

mos como Refugio de pecadores, bajo cuyo amparonos acogemos con grande confianza. Ella ha hechode nuestros pueblos una comunidad de hermanos;Ella ha sido Pacificadora y Unificadora del occidentedel País.

3.- Año de la Virtud Teologal de la Caridad.Volver a la Casa del Padre por una reconciliación

auténtica, requiere de la experiencia de la penitenciay la práctica de la caridad. En este sentido, la SagradaEscritura nos exhorta: «Aprendan a hacer el bien,busquen lo justo, den sus derechos al oprimido,hagan justicia al huérfano, aboguen por la viuda» (Is1,17).

Por ello, en este año será oportuno insistir en lavirtud teologal de la caridad que es un regalo y unaresponsabilidad, puesto que se dirige a Dios y a losdemás: «quien ama a Dios, ame también a sushermanos» (1Jn 4,21).

El amor es un misterio central en el cristiano, perono es abstracto, sino algo experimentado cada día,ya que el amor divino quiere ser comunicado alcorazón del hombre para renovarlo; es la fuerza queda a la Iglesia su vida y su misión.

Hablamos de un amor-caridad encarnado, cruci-ficado y resucitado que no es una simple sensaciónindefinida, ni una genérica benevolencia filantrópica;hablamos del amor que es más fuerte que la muertey el pecado, como fruto de una profunda unidadradical en el amor de Dios. Amor que puede trans-formar al mundo y a los seres humanos que lohabitan.

Para el cristiano, el amor es su fuerza y garantía:¿quién nos separará del amor de Cristo? Ni lamuerte, ni la vida, ni el éxito o el fracaso, ni lapobreza o la persecución... «Nada podrá separarnosdel amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús,Señor Nuestro» (Cfr. Rom 8,35).

Este amor vivido de manera radical se hacepreocupación y solicitud por las carencias del mun-do. Cómo no subrayar nuestra opción preferencialpor los pobres y los marginados, ya que el compro-miso por la justicia y por la paz en un mundo comoel nuestro, marcado por tantos conflictos y crisis,por intolerables desigualdades sociales y económi-cas, reclama la participación decidida, organizada yeficaz de los creyentes y de cuantos tengan buenavoluntad (Cfr. TMA 51).

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Para que nuestra caridad supere las distanciasoriginadas por la exclusión de la miseria del herma-no, como el caso del rico y el pobre Lázaro (Cfr. Lc16, 19ss), debemos atender a la advertencia que noshace San Lucas Evangelista: «Si alguno que poseebienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesi-dad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permaneceren él la caridad de Dios. Hijos míos, no amemos depalabra y de boca, sino con obras y según la verdad»(1Jn 3, 17-18). De igual modo, el Apóstol Santiagonos urge a la caridad concreta: «la fe si no tieneobras, está muerta» (Cfr. Sant 2, 15-17).

Así, pues, en las actuales situaciones de duroindividualismo, de crisis recurrentes que sufrimos,debemos ser más sensibles a las carencias de loshermanos más necesitados, siguiendo el mandato deCristo que nos dice: «Sean misericordiosos como suPadre celestial es misericordioso. El que hace nacerel sol sobre buenos y malos y hace caer la lluvia sobrejustos e injustos» (Lc 6,36). Sólo así podemoscolaborar en la reconstrucción de la imagen de Diosen cada ser humano, según la cual fuimos creados, encada persona y en cada familia.

Aprendamos a ejemplo de nuestra Señora deGuadalupe, quien se acercó al indígena reconocien-do su dignidad, la práctica de la caridad y la frater-nidad entre nosotros, para que nuestras comunida-des diocesanas, sus agentes de evangelización, susfamilias y sus jóvenes vayan entrando en el nuevo«fervor espiritual» que el Papa desea como ambien-te adecuado para abrir las puertas del tercer mileniocristiano.

En nuestro camino, acudimos a María Santísima,ejemplo perfecto de amor a Dios y al prójimo.Sentímos su maternal cobija en nuestra RegiónPastoral, y a Ella encomendamos nuestro peregrinarhacia el tercer milenio cristiano.

Concluimos la presente exhortación pastoral,invocando la misericordia de Dios Padre, el amor desu Hijo Jesucristo y la fuerza del Espíritu Santo,sobre todos aquéllos que tendremos el privilegio yla responsabilidad de ofrecer a nuestros hermanos yhermanas, el Rostro verdadero del Dios que nosllena de amor y de consuelo.

Con nuestra bendición de Padres y Pastores:

Los Obispos de la Región de Pastoral de Occidente:

Emmo. Sr. Cardenal D. Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo de Guadalajara.

Mons. José Trinidad González Rodríguez, Obispo Auxiliar de Guadalajara.

Mons. Javier Navarro Rodríguez, Obispo Auxiliar de Guadalajara.

Mons. Ramón Godínez Flores, Obispo de Aguascalientes.

Mons. Lázaro Pérez Jiménez, Obispo de Autlán.

Mons. Serafín Vásquez Elizalde, Obispo de Ciudad Guzmán.

Mons. Gilberto Valbuena Sánchez, Obispo de Colima.

Mons. Antonio Pérez Sánchez, Obispo del Nayar.

Mons. Trinidad Sepúlveda Ruiz-Velasco, Obispo de San Juan de los Lagos.

Mons. Alfonso H. Robles Cota, Obispo de Tepic.

Mons. Luis Chávez Botello, Obispo Auxiliar de Guadalajara.

Mons. Fernando Mario Chávez, Administrador Diocesano de Zacatecas.

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Varios

Familias para las FamiliasFamilias para las FamiliasFamilias para las FamiliasFamilias para las FamiliasFamilias para las Familias

Sierra Fría 475. Lomas de Barrilaco11000 México, D.F.

México, D.F. a 24 de febrero de 1999

EXCMO. SR. JOSE T. SEPÚLVEDA RUIZ V.Obispo de San Juan de los LagosApartado Postal # 147000 San Juan de los Lagos, Jal.

Excelentísimo Sr. Sepúlveda:Reciba un cordial saludo de parte de nuestra

Asociación «Familias para las Familias».En nuestro compromiso como laicos de promo-

ver la cultura de la vida, según la encomienda quenos ha hecho el Presidente de la Comisión dePastoral Familiar, su Excelencia Mons. FranciscoJavier Chavolla Ramos, les mandamos con carácterde urgente la siguiente información.

Vivimos en el alma y en el corazón una granalegría cuando nuestro querido Santo Padre, JuanPablo II en su homilía de la Santa Misa Dominicaldel Autódromo Hermanos Rodríguez, el 24 de ene-ro de 1999, fortaleció nuestro compromiso de pro-clamar el Evangelio de la Vida cuando exhortó«¡que ningún mexicano se atreva a vulnerar el donprecioso y sagrado de la vida en el vientre mater-no!».

Sin embargo, la amenaza de la aprobación delaborto en el Distrito Federal aumenta de formaalarmante y real debidao a los últimos aconteci-mientos pues, la semana pasada, el PRD pasó unainiciativa para que en la próxima Asamblea Legis-lativa del D.F. se trate de despenalizar el aborto.Esto, en el caso de que prosperara, sin duda tendráconsecuencias nefastas para toda la nación y presen-ta un gran desafío para la promoción de la cultura dela vida.

«Familia para las Familias», en una reunión el díade ayer con representantes de algunas agrupacioneslaicas a favor de la vida propuso las siguientesrecomendaciones:

1) Cada agrupación institucional mandará una cartade inconformidad a Cuauhtémoc Cárdenas y acada asambleísta.

2) En forma individual se mandarán cartas de incon-formidad a C. Cárdenas y a cada asambleísta.

3) Cada agrupación se comprometió a entrevistarsepersonalmente con asambleístas del PRD.

4) Se mandarán boletines de prensa a los medios decomunicación de cada agrupación, expresándolesu inconformidad.De esta forma, en un tipo de coalición abierta de

todas las agrupaciones cívicas y laicas, se esperamanifestar una fuerte presión en contra de unalegislación que despenalice el aborto, desde la pri-mera iniciativa que se presentará el 15 de marzo enla Asamblea Legislativa del D.F.

Deseamos que esta información sea útil a suExcelencia y que, según las circunstancias de suiglesia particular, pueda ayudar a ir creando juntosla estrategia a favor de la vida que nos pide el SantoPadre. Desde luego hacemos la invitación a cual-quier agrupación a favor de la vida a adherirse a lacoalición abierta por la defensa de la vida, en contrade las amenazas programadas de manera científicay sistemática, no solo del exterior sino también delinterior de la nación. Igualmente serviría mucho quepudiera usted contactar a los diputados y senadoresde su Estado e ir hablando con ellos sobre estostemas, con el fin de sensibilizarlos sobre la dignidadde la persona humana, el derecho inviolable a la vidadesde el seno materno, etc.

Por último, nos ponemos nuevamente a su dispo-sición para servirle en su Iglesia particular y pedi-mos su Bendición para nuestras familias y nuestrotrabajo.

Erik y Melissa CarlbergPresidentes de «Familias para las Familias»

Jesús y Marie-Claire HernándezConsejeros de «Familias para las Familias»

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ANIVERSARIOS DE DEFUNCION3 abril 1978.............. SR. PBRO. ATANACIO TORRES NAVARRO

10 abril 1976 .............. SR. CANGO. MANUEL FLORES FLORES

14 abril 1994 .............. SR. PBRO. IGNACIO NUÑO SÁNCHEZ

15 abril 1975 .............. SR. PBRO. CANDELARIO MATA

16 abril 1996 .............. SR. CURA RAYMUNDO MALDONADO CERVANTES

23 abril 1988 .............. SR. PBRO. GERARDO M. ELIZONDO

1988 .............. SR. PBRO. GERARDO MAGDALENO

25 abril 1987 .............. SR. OBISPO D. JOSÉ LÓPEZ LARA

CUMPLEAÑOS1 Abril 1962.............. SR. PBRO. MIGUEL ARIZAGA OCEGUEDA

1968 .............. SR. PBRO. EFRAIN FLORIDO ANTIMO

3 Abril 1964.............. SR. PBRO. VICTOR LIZARDE RODRIGUEZ

5 Abril 1968.............. SR. DIACONO JUAN GUILLEN RODRIGUEZ

1936 .............. SR. PBRO. VICENTE GUTIERREZ PADILLA

6 Abril 1966.............. SR. PBRO. MIGUEL DELGADO CEDILLO

1967 .............. SR. PBRO. SERGIO GUTIERREZ VAZQUEZ

1964 .............. SR. PBRO. GUILLERMO HUERTA MURO

7 Abril 1963.............. SR. PBRO. J. GUADALUPE PRADO GUEVARA

9 Abril 1954.............. SR. CURA FRANCISCO ESTRADA RIOS

1943 .............. SR. PBRO. JOSE HUGO OROZCO SANTOYO

16 Abril 1962 .............. SR. PBRO. RODOLFO MORALES PEDROZA

17 Abril 1946 .............. SR. PBRO. MIGUEL AGUIRRE SANCHEZ

1963 .............. SR. PBRO. JOSE ANTONIO ANGEL GONZALEZ

1929 .............. SR. PBRO. ELIAS SANCHEZ GARCIA

19 Abril 1955 .............. SR. CURA GERARDO OROZCO ALCALA

20 Abril 1972 .............. SR. DIACONO JAIME JAUREGUI DELGADILLO

1949 .............. SR. CURA J. JESUS MELANO GONZALEZ

21 Abril 1964 .............. SR. PBRO. GONZALO OLIVA HERNANDEZ

1974 .............. SR. DIACONO ELIAS PEREZ MARTINEZ

1964 .............. SR. PBRO. J. JESUS ROCHA RAMOS

1969 .............. SR. PBRO. LUIS ENRIQUE SOTELO BARRERA

25 Abril 1922 .............. SR. PBRO. ANASTACIO AGUAYO ZARAGOZA

1961 .............. SR. PBRO. RAUL HERNANDEZ HERNANDEZ

27 Abril 1970 .............. SR. DIACONO FELIPE HERNANDEZ ALCALA

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2 Abril 1949 ... SR. PBRO. MANUEL DIAZ DIAZ

1949 ... SR. PBRO. IGNACIO MONTOYA MALACARA

1949 ... SR. PBRO. AGUSTIN SORIA DELGADO

5 Abril 1947 ... SR. PBRO. FRANCISCO JIMENEZ GUTIERREZ

6 Abril 1957 ... SR. CANGO. J. GUADALUPE BECERRA BARAJAS

1957 ... SR. PBRO. ADOLFO GARCIA RIZO

1957 ... SR. PBRO. AGUSTIN MONTES SEGURA

7 Abril 1928 ... SR. CANGO. IGNACIO GUTIERREZ DE LA TORRE

8 Abril 1989 ... SR. CURA JUAN CASILLAS PLASCENCIA

1989 ... SR. PBRO. ALFREDO GARCIA GUZMAN

1989 ... SR. PBRO. MANUEL MARTIN ALCALA

1989 ... SR. CURA JOSE GUADALUPE VAZQUEZ GONZALEZ

10 Abril 1977 ... SR. PBRO. LUIS GUTIERREZ VELAZQUEZ

12 Abril 1971 ... SR. PBRO. VICENTE GUTIERREZ PADILLA

1941 ... SR. CANGO. LUIS NAVARRO ROMERO

14 Abril 1974 ... SR. PBRO. FELIPE DE JESUS RODRIGUEZ VELAZQUEZ

15 Abril 1979 ... SR. CURA MIGUEL CHAVEZ GONZALEZ

1979 ... SR. CURA SALVADOR GONZALEZ RUIZ

1979 ... SR. PBRO. HELIODORO GUILLEN DELGADILLO

1979 ... SR. CURA JUAN MANUEL OROZCO BARBA

1979 ... SR. CURA PEDRO VAZQUEZ VILLALOBOS

16 Abril 1974 ... SR. CURA JOSE LUIS MUÑOZ DIAZ

17 Abril 1971 ... SR. CURA J. GUADALUPE RODRIGUEZ RUIZ

19 Abril 1997 ... SR. PBRO. JESUS MA. AGUIÑAGA FERNANDEZ

1997 ... SR. PBRO. FILEMON DIAZ SANCHEZ

Abril 1997 ... SR. PBRO. JOSE RAMON FLORES CONTRERAS

1997 ... SR. PBRO. EFRAIN FLORIDO ANTIMO

1997 ... SR.PBRO. ERMINIO GOMEZ GONZALEZ

1997 ... SR. PBRO. ANDRES GONZALEZ GONZALEZ

1997 ... SR. PBRO. JOEL HERNANDEZ DIAZ

1997 ... SR. PBRO. CARLOS ROCHA HERNANDEZ

20 Abril 1991 ... SR. PBRO. MIGUEL ARIZAGA OCEGUEDA

1991 ... SR. PBRO. PASCUAL AVELAR MARQUEZ

1991 ... SR. PBRO. JOSE LUIS DELGADO CARRION

1991 ... SR. CURA SANTIAGO LOPEZ VAZQUEZ

1946 ... SR. PBRO. FELICIANO MACIAS MENDOZA

1991 ... SR. CURA RAMON MAGAÑA CURIEL

1991 ... SR. PBRO. TARCISIO MARTIN MARTIN

1991 ... SR. PBRO. J. GUADALUPE PRADO GUEVARA

1991 ... SR. PBRO. JAVIER RODRIGUEZ OROZCO

22 Abril 1947 ... SR. PBRO. JOSE INES RODRIGUEZ SANCHEZ

ANIVERSARIOS DE ORDENACION23 Abril 1983 ... SR. PBRO. J. JESUS ARELLANO HERNANDEZ

1983 ... SR. CURA JUAN ROBERTO CHAVEZ BOTELLO

1983 ... SR. PBRO. FRANCISCO ESCOBAR MIRELES

1983 ... SR. CURA RAUL GOMEZ GONZALEZ

1983 ... SR. CURA ESPIRIDION GUTIERREZ LIMON

1983 ... SR. CURA RAMON PEREZ MATA

1983 ... SR. CURA RAFAEL VILLALOBOS ORTEGA

1994 ... SR. PBRO. AGUSTIN ACEVES HERNANDEZ

1994 ... SR. PBRO. JOSE ANTONIO ANGEL GONZALEZ

1994 ... SR. PBRO. IGNACIO BARBA PALOS

1994 ... SR. PBRO. ALBERTO ESCOBAR GOMEZ

1994 ... SR. PBRO. LUIS FLORES VILLA

1994 ... SR. PBRO. JUAN DE JESUS FUENTES HERNANDEZ

1994 ... SR. PBRO. RAUL HERNANDEZ HERNANDEZ

1994 ... SR. PBRO. CELEDONIO MARTINEZ SOTELO

1994 ... SR. PBRO. RODOLFO MORALES PEDROZA

1994 ... SR. PBRO. LUIS TORRES GONZALEZ

1994 ... SR. PBRO. MARTIN VAZQUEZ MUÑOZ

1994 ... SR. PBRO. ALBERTO VILLASEÑOR JIMENEZ

24 Abril 1943 ... SR. PBRO. JUAN PEREZ GALLEGOS

27 Abril 1996 ... SR. PBRO. LEOPOLDO ANAYA MORENO

1996 ... SR. PBRO. JUAN FRANCISCO GARCIA FLORES

1996 ... SR. PBRO. JUAN CARLOS GONZALEZ OROZCO

1996 ... SR. PBRO. VICTOR LOPEZ ARRAÑAGA

1996 ... SR. PBRO. FRANCISCO JAVIER MACIEL ESTRADA

1996 ... SR. PBRO. TRINIDAD ANTONIO MARQUEZ GUERRERO

1996 ... SR. PBRO. MIGUEL ANGEL PADILLA GARCIA

1996 ... SR. PBRO. ANTONIO RAMIREZ MARQUEZ

1996 ... SR. PBRO. MAURO SAMUEL RODRIGUEZ GARCIA

1996 ... SR. PBRO. RAUL RODRIGUEZ HERNANDEZ

1996 ... SR. PBRO. JOSE RODRIGUEZ PARADA

1996 ... SR. PBRO. ANDRES SAINZ MARQUEZ

1996 ... SR. PBRO. JUAN JOSE SALDAÑA VALADEZ

1996 ... SR. PBRO. JUAN TAVARES RAMIREZ

28 Abril 1990 ... SR. PBRO. ANTONIO CAMARENA VALADEZ

1990 ... SR. CURA MIGUEL FRANCO GONZALEZ

1990 ... SR. PBRO. JUAN MARTIN GONZALEZ DAVALOS

1990 ... SR. PBRO. GABRIEL GONZALEZ PEREZ

1990 ... SR. PBRO. FRANCISCO GUTIERREZ VAZQUEZ

1990 ... SR. PBRO. GERARDO JIMENEZ MORONES

1990 ... SR. PBRO. MIGUEL MARTIN RIOS

1990 ... SR. PBRO. JOSE BRIGIDO PEREZ GUTIERREZ

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AGENDA DE ABRIL 1999J. 1 JUEVES SANTO.

J. 1-4 Jornadas de Vida Cristiana. Arandas.V. 2 VIERNES SANTO.S. 3 SABADO SANTO.

D. 4 DOMINGO DE RESURRECCION. Termina en toda la Diócesis la Campaña de laCaridad.

L. 5 Reunión Decanato Arandas. Divina Providencia, Arandas. Pastoral Social.J. 8 Reunión Decanato Lagos. San Francisco Javier. Convivencia de Pascua.

L. 12 Reunión Decanato Yahualica. Paseo.Reunión Decanato San Julián. Unión de San Antonio. Campesinos y M.C.S.Reunión Decanato Tepatitlán. San José. Pastoral Social, Migrantes y Religiosidad

Popular.Reunión Decanato Capilla de Guadalupe. San Ignacio. Catecismo de la Iglesia

Católica.Reunión Decanato Atotonilco. S. Miguel Arcángel. Parroquia, comunidad evangeli-

zadora.Reunión Decanato San Juan. San Sebastián. Intercambio entre los equipos de

prioridades.Ma. 13 Convivencia Equipo Diocesano de Liturgia. San Juan.

Reunión Equipo Diocesano de Pastoral Urbana. Problemática de las ciudades. Casade Ejercicios de Tepatitlán.

Fiesta Patronal. Capellanía San Antonio (Tepatitlán), San AntonioV. 16-17 REUNION DEL CONSEJO DIOCESANO DE PASTORAL. Preparar Asambleas

Parroquiales. Casa Juan Pablo II. San Juan.

Ma. 20 a 12 de Mayo Visita de la Imagen Peregrina Ntra. Sra. de San Juan al Decanato deYahualica.

Mi. 21 Reunión Equipo Diocesano de Campesinos. Preparar Tianguis y Semana delCampesino. Tepatitlán.

J. 22 Reunión Equipo Diocesano de Medios de Comunicación Social. Ayotlán. Afinar Díadel Comunicador.

S. 24 ORDENACIONES SACERDOTALES. Seminario. San Juan.Reunión del Equipo de Pastoral Juvenil. Organizar convivencia Pre-Pentecostés.

Jesús María.

D. 25 Concurso Vocacional (Canción). Casa Juan Pablo II. San Juan.L. 26-28 Equipo Diocesano de Pobres. Encuentro de papás. Albergues. San Juan.

J. 30 Decanato Tepatitlán: Santuario del Sr. de la Misericordia. Celebración-Convivencia.Fiesta Patronal. Capellanía Sr: de la Misericordia (Tepatitlán) Sr. de la Misericordia

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Oración a NuestraSeñora de Guadalupe

¡Oh Madre! tú conoces los cami- nos que siguieron los prime-

ros evangelizadores del NuevoMundo, desde la isla Guanahaní yLa Española hasta las selvas delAmazonas y las cumbres andinas,llegando hasta la tierra del Fuegoen el Sur y los grandes lagos ymontañas del Norte. Acompaña ala Iglesia que desarrolla su labor enlas naciones americanas, para quesea siempre evangelizadora y re-nueve su espíritu misionero. Alien-ta a todos aquellos que dedican suvida a la causa de Jesús y a laextensión de su Reino.

¡Oh dulce Señora del Tepeyac,Madre de Guadalupe! Te

presentamos esta multitud inconta-ble de fieles que rezan a Dios enAmérica. Tú que has entrado den-tro de su corazón, visita y confortalos hogares, las parroquias y lasdiócesis de todo el Continente. Hazque las familias cristianas eduquenejemplarmente a sus hijos en la fede la Iglesia y en el amor del Evan-gelio, para que sean semillero devocaciones apostólicas. Vuelve hoytu mirada sobre los jóvenes yanímalos a caminar con Jesucristo.

¡Oh Señora y Madre de Améri-ca! Confirma la fe de nues-

tros hermanos y hermanas laicos,para que en todos los campos de lavida social, profesional, cultural ypolítica actúen de acuerdo con laverdad y la ley nueva que Jesús hatraído a la humanidad. Mira propi-cia la angustia de cuantos padecenhambre, soledad, marginación o ig-norancia. Haznos reconocer enellos a tus hijos predilectos y danosel ímpetu de la caridad para ayu-darlos en sus necesidades.

¡V irgen Santa de Guadalupe,Reina de la Paz! Salva a las

naciones y a los pueblos del Conti-nente. Haz que todos, gobernantesy ciudadanos, aprendan a vivir enla auténtica libertad, actuando se-gún las exigencias de la justicia y elrespeto de los derechos humanos,para que así se consolide definiti-vamente la paz.

¡Para ti, Señora de Guadalu-pe, Madre de Jesús y Ma-

dre nuestra, todo el cariño, ho-nor, gloria y alabanza continuade tus hijos e hijas americanos!Amén.