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V CONGRESO SEDIBAC 23 y 24 mayo 2015 La relación terapéutica en el voluntariado 2ª parte. La TF desde el espíritu de servicio 1 de 5 La relación terapéutica en el Voluntariado 2ª parte: La Terapia Floral desde el espíritu de servicio May Domínguez Rodés [email protected] "Cuanto más evolucionamos, lo más elevado debe ser la humildad, la paciencia y el deseo de servir (E. Bach)." Introducción Hace dos años, en este mismo marco, os manifesté mi intención de reflexionar sobre las características de la relación terapéutica cuando quien la ofrece actúa desde el voluntariado o el servicio y, a modo de introducción, me centré en lo que nos dejó escrito Edward Bach en relación al servicio a los demás. En esta ocasión desarrollaré y ahondaré en las características principales de esta relación terapéutica tan especial que hace que quien se entregue a ella se exprese en todo su Ser. Pero permitidme que empiece con Bach de nuevo, con las palabras que nos dedicó a nosotros, a los terapeutas de hoy: "El terapeuta del mañana comprenderá que él, por sí mismo, no tiene poder para curar, pero que si dedica su vida a servir a sus hermanos, a estudiar la naturaleza humana, y así comprender, en parte, su significado, a desear de todo corazón aliviar el sufrimiento y a renunciar a todo para ayudar a los enfermos, entonces podrá canalizar a través de él el conocimiento que los guíe y la fuerza curativa que alivie sus dolores. Y aun así, su poder y su capacidad de curar estarán en proporción a la intensidad de su voluntad de servir." He aquí la aspiración que debería tener todo terapeuta floral, la esencia misma de la Terapia Floral: la vocación de servir. ¿Es lícito, pues, ejercerla desde la perspectiva de la ambición personal? ¿Desde el deseo de prestigio profesional? ¿Desde la necesidad de ganarse la vida de alguna manera? Probablemente es lícito, pero no es lo que quiso transmitirnos Bach. La propia etimología de la palabra terapeuta, de origen griego, lo indica: servicial, que cuida de algo o alguien. No nos engañemos más. Pongamos en práctica todo lo que las flores nos han enseñado. Transformemos nuestro egoísmo en dedicación a los demás, la más alta meta para el hombre según Bach. Abandonemos el "yo soy terapeuta floral" por el "yo sirvo a través de la Terapia Floral". Este mundo de los protagonismos personales solo nos ha llevado a vivir confrontados, a la competencia entre hermanos, a la injusticia social y a la insolidaridad. No nos sentiremos felices mientras no nos sintamos de verdad útiles para elevar la conciencia de la humanidad.

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La relación terapéutica en el voluntariado 2ª parte. La TF desde el espíritu de servicio 1 de 5

La relación terapéutica en el Voluntariado 2ª parte:

La Terapia Floral desde el espíritu de servicio

May Domínguez Rodés

[email protected]

"Cuanto más evolucionamos, lo más elevado debe ser la humildad, la paciencia y el deseo de

servir (E. Bach)."

Introducción

Hace dos años, en este mismo marco, os manifesté mi intención de reflexionar sobre las

características de la relación terapéutica cuando quien la ofrece actúa desde el voluntariado o el

servicio y, a modo de introducción, me centré en lo que nos dejó escrito Edward Bach en relación

al servicio a los demás. En esta ocasión desarrollaré y ahondaré en las características principales

de esta relación terapéutica tan especial que hace que quien se entregue a ella se exprese en

todo su Ser. Pero permitidme que empiece con Bach de nuevo, con las palabras que nos dedicó a

nosotros, a los terapeutas de hoy:

"El terapeuta del mañana comprenderá que él, por sí mismo, no tiene poder para curar, pero que

si dedica su vida a servir a sus hermanos, a estudiar la naturaleza humana, y así comprender, en

parte, su significado, a desear de todo corazón aliviar el sufrimiento y a renunciar a todo para

ayudar a los enfermos, entonces podrá canalizar a través de él el conocimiento que los guíe y la

fuerza curativa que alivie sus dolores. Y aun así, su poder y su capacidad de curar estarán en

proporción a la intensidad de su voluntad de servir."

He aquí la aspiración que debería tener todo terapeuta floral, la esencia misma de la Terapia

Floral: la vocación de servir. ¿Es lícito, pues, ejercerla desde la perspectiva de la ambición

personal? ¿Desde el deseo de prestigio profesional? ¿Desde la necesidad de ganarse la vida de

alguna manera? Probablemente es lícito, pero no es lo que quiso transmitirnos Bach. La propia

etimología de la palabra terapeuta, de origen griego, lo indica: servicial, que cuida de algo o

alguien. No nos engañemos más. Pongamos en práctica todo lo que las flores nos han enseñado.

Transformemos nuestro egoísmo en dedicación a los demás, la más alta meta para el hombre

según Bach. Abandonemos el "yo soy terapeuta floral" por el "yo sirvo a través de la Terapia

Floral". Este mundo de los protagonismos personales solo nos ha llevado a vivir confrontados, a

la competencia entre hermanos, a la injusticia social y a la insolidaridad. No nos sentiremos

felices mientras no nos sintamos de verdad útiles para elevar la conciencia de la humanidad.

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Humildad y vocación de servicio

Estas serían pues las características principales del voluntariado dedicado a la Terapia Floral: la

humildad y la vocación de servicio.

El voluntario no es importante, lo es el voluntariado, más aún, lo es la persona a la que

atendemos. Ella es la principal protagonista de la Terapia Floral. Todos nuestros esfuerzos deben

girar en torno a que esa persona que tenemos la gran oportunidad de acompañar en su proceso

de girar la mirada hacia dentro, se sienta sobre todo amada. Se trata de una relación de amor, de

entrega total. Y cuidado con llevarse algo de ellas. Lo digo por aquello del "recibimos más que

damos", que también. Como dice Imanol Zubero, un sociólogo vasco que ha escrito mucho y bien

sobre el voluntariado,

"No vaya a ser que le estemos estafando."

Quizás no haga falta caer estrictamente en la frase bíblica:

"Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha" (Mat. 6:3)

porque es importante y necesario dar a conocer la labor del voluntariado. Hacer creer a todo el

mundo que hay una nueva manera de relacionarse terapéuticamente que no se basa en la

relación mercantilista. Pero es verdad también que hay que saber desaparecer a tiempo para

poder llenar todo ese espacio y todo ese tiempo del que disponemos con la persona a la que

atendemos, para volver a aparecer de nuevo a través de ella. A veces, como dice Anaïs Nin,

"Lo que somos habla tan alto que no puede oír lo que decimos".

Los colectivos a los que servimos

Los colectivos a los que nos dirigimos en nuestra tarea de voluntarios suelen estar formados por

personas especialmente vulnerables, que sufren la exclusión social, que están privadas de

libertad, afectadas por enfermedades que los limitan seriamente, separados de sus familiares…

En realidad todas estas circunstancias no dejan de esconder una clara vulneración de derechos

fundamentales. Nuestro ofrecimiento como terapeutas voluntarios no es ninguna limosna que

hoy le doy y mañana puedo quitársela. Hablamos de derechos, de los de estas personas como

ciudadanos y del derecho de nosotros mismos a relacionarnos con el mundo que nos rodea tal y

como es, aunque no nos guste. Esto de por sí ya se convierte en otra característica y debe ser

tenido muy en cuenta en el momento de enfocar la terapia con estos colectivos.

Trabajamos frente a situaciones límite y atenderlas requiere a menudo de mucha paciencia.

Hemos de darles tiempo cuando no lo tienen, hemos de hacerles creer en sí mismos cuando todo

se les ha venido abajo, hemos de insuflar esperanza al que ha perdido el sentido de la orientación

y se ha topado con la soledad infinita. Y todo ello siendo vigilantes para que no caigan en el

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victimismo, un estado que les permite sobrevivir porque les proporciona la atención que tantas

veces se le ha negado.

Como recompensa tendremos el agradecimiento que nos dispensan. La entrega a estas personas

sin mediar lo económico hace que confíen, que se vacíen, que te agradezcan sinceramente el

creer en ellas. El servicio a los demás no está asociado al dinero, es algo mucho más valioso. Te

permite establecer una relación sincera basada en la confraternización, en el deseo mutuo de

sentirse amados por lo que somos, por nuestra historia, por nuestros deseos y por nuestras

circunstancias. Nadie vale más que el otro en ese espacio de intimidad y entendimiento sincero.

Profesionalidad y normas

¿Es un profesional, el voluntario? Por supuesto, debe serlo. La generosidad no debe empañar el

compromiso. La responsabilidad es siquiera más importante para quien actúa desde el

voluntariado, pues la persona a la que atendemos no nos has escogido, nos ha encontrado. Como

dice Eduard Sala, somos la madera a la que se agarran cuando se están ahogando y si la madera

tiene clavos… No necesitan ni sermones, ni juicios, ni policías ni médicos. Necesitan descubrir su

identidad a través de nuestra escucha, necesitan sobre todo escucharse a sí mismos y sentirse

comprendidos. Por eso es tan importante en la comunicación verbal el parafrasear, es decir,

repetir aquello que te expresan para que se sientan escuchados y para que a la vez se oigan a sí

mismos. Es en este sentido que creo que la prescripción de las flores no debe ser un fin en sí

mismo, las esencias florales son tan solo una herramienta para consolidar ese vínculo que sana.

Por todo ello se entenderá que es necesaria una formación específica para quien ejerce la

Terapia Floral desde el voluntariado, una preparación precisa y delicada para poder ejercer ese

servicio a los demás ─como dice Ximo García Roca ─ desde la dimensión humana de cuidar:

cuidar la tierra, cuidar a los que sufren a nuestro alrededor, cuidarnos los unos a los otros. Una

formación previa y continua que nos prepare para que podamos enfrentarnos con todas las

herramientas necesarias a un mundo frecuentemente sórdido; y sin olvidar que se trata de

acompañar a personas que no dejan de ser como tú en circunstancias diferentes. Y ni que decir

tiene que la preparación personal es del todo indispensable. Quien no haya transitado por el

camino del conocimiento interno y se haya enfrentado a su sombra no está preparado para

acompañar a otros en esos momentos de naufragio.

También es del todo necesario que el voluntariado se ejerza al amparo de una organización sin

ánimo de lucro que vele por la calidad del servicio prestado y, en su caso, por su financiación; que

establezca un programa claramente definido y que aliente el trabajo que llevan a cabo los

voluntarios. El contacto y la colaboración entre el colectivo de voluntarios es fundamental para

crear un clima de unión e ilusión por el trabajo realizado.

Por el contrario, las normas no son importantes. No hay tiempo para ellas, las cambiamos por

flexibilidad. En el establecimiento de normas se esconde básicamente el miedo del terapeuta, y

por ende su inseguridad. No hace falta tener el control, hay que estar a la expectativa de las

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necesidades del otro, que son muchas. A menudo hay que atender a más personas de las

previstas, o lidiar con habilidad la excesiva atención que demandan, pero debemos procurar que

nadie se quede sin esa dedicación que merece por pequeña que sea. Estamos trabajando con lo

más frágil de la sociedad y es lícito que el límite lo pongan ellos.

Una flor referente: el amor de Holly

Si hay una flor que puede presentarse como un referente para el ejercicio del voluntariado esta

es Holly, la flor que nos conduce al amor universal. El acebo, valorado por muchas culturas por

sus cualidades benéficas, simboliza el nacimiento del amor, la vida en el punto más oscuro del

año: el solsticio de invierno, la Navidad.

La esencia floral de Holly aporta a los que se dedican a servir a los demás esa cualidad de corazón

generoso, de armonía y luz interior que les permite ser personas compasivas, tiernas, capaces de

amar incondicionalmente y de irradiar amor bajo cualquier circunstancia. Los guía a través de una

concepción expansiva del Yo que incluye a los demás. En definitiva, nos acerca a todos a la

Unidad de la que provenimos y hacia la que inevitablemente nos dirigimos aunque sea dando

rodeos por el desamor y el egoísmo.

Rompiendo tópicos que encubren nuestro egoísmo: compasión y caridad

He elegido estas dos palabras, pero podrían haber sido algunas otras, para tratar de

confrontarnos al rechazo o, al menos, a la incomodidad que provocan en esta sociedad

insolidaria que hemos creado. Cierto es que buena parte de este rechazo se debe a la mal

enfocada educación religiosa que hemos recibido, pero también lo es que nos ha venido muy

bien para proteger ‘lo nuestro’ y olvidarnos de las necesidades de los demás. Nuestra

responsabilidad es revisar esos códigos que tenemos tan bien instalados y plantearnos qué

encubren en realidad. Nos pasamos el día clamando justicia y no somos capaces de ejercerla.

Compasión significa literalmente "sufrir juntos", "tratar con emociones". ¿No es esto lo que

procura la Terapia Floral? Ejercer la compasión es dar un paso más allá de la empatía. Intentar

comprender el sufrimiento del otro es empezar a aliviarlo. No se trata de una relación de poder,

se trata de una relación de igual a igual, de amor incondicional. Sintamos compasión por los

demás y quizás seremos capaces de empezar a aceptar nuestro sufrimiento, nuestra

vulnerabilidad y nuestra necesidad de ser amados.

Precisamente esta actitud solidaria con el sufrimiento ajeno es la caridad. No se trata de regalar

algo, eso es dar limosna, caridad es compartirlo. Es benevolencia, generosidad, solidaridad,

fraternidad, y sobre todo, justicia. No olvidemos que nuestra existencia es relativa a la existencia

de los demás. La identidad es tan solo una ilusión. Compartamos lo que somos y también lo que

tenemos y descubriremos la verdadera felicidad. En lo que creemos ser solo se esconde el

egoísmo y el sufrimiento.

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Referencia biográfica

May Domínguez es nacida en Barcelona. Licenciada en Geografía e Historia y en Historia de Arte.

Ejerce como Historiadora, Terapeuta Floral, Fitoterapeuta y Educadora ambiental. Voluntaria en

SEDIBAC desde el año 2008 y en otras instituciones del ámbito de la exclusión social.