3.4 El hacer argumentativo Plantín (2011)

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Seminario Libros de texto en la historia reciente de la educación argentina: manuales, libros

por áreas e itinerarios hipertextuales. (1958-2008) 2011.

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Plantín, Christian y otra (2011)

“El hacer argumentativo”.

Editorial Biblos. Buenos Aires. Argentina

Capítulo 1. Definición. Qué es argumentar?

1. EJEMPLOS Y DEFINICIONES

La argumentación es una actividad de tipo racional, que utiliza la lengua de

todos los días, de la que supone un buen manejo. (L) argumenta cuando

dirige a su hijo la siguiente prohibición:

(L): ¡Deja de mascar chicle, te arruinas los dientes!

Llamaremos locutor a la persona (L) que habla; sus palabras (sus

enunciados, su discurso…) se dirigen a su interlocutor.

El locutor (L) presenta como argumento que “el chicle contiene azúcar y el

azúcar arruina los dientes” Se apoya en este argumento para justificar la

conclusión: no se debe mascar chicles. De forma general:

Argumentar consiste en dirigir a un interlocutor un argumento, es decir una

buena razón, para hacerle admitir una conclusión, y, por supuesto, los

comportamientos adecuados. Una argumentación se compone entonces de

dos elementos esenciales:

Un argumento - una conclusión

2. EL SALTO ARGUMENTATIVO

Argumento y conclusión no tienen el mismo estatus

El argumento tiene el status de una creencia compartida, de un dato

factual incontestable, no sujeto a contestación; al menos es presentado

como tal por el argumentador. En la práctica, si el interlocutor se niega a

admitir cierto dato, deberá justificar su rechazo: le incumbe a él la carga e

la prueba.

Este argumento debe conducir al interlocutor a la conclusión. El

pasaje, que puede ser más o menos tortuoso, apela a unos principios, unas

convenciones generalmente admitidas; la antigua retórica hablaba en este

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sentido de “lugares”, de topoi. Estas leyes de pasaje pueden ser puestas en

tela de juicio; frecuentemente la crítica argumentativa se ocupará de los

límites de su validez. Entonces, se podrá refutar una argumentación

objetando la validez de la transición del argumento a la conclusión; en

otros términos mostrando que el argumento carece de pertinencia o es

débilmente pertinente respecto de la conclusión a la que pretende apoyar.

Una argumentación es un pasaje de lo mejor asegurado (de lo más

aceptable), la conclusión. Las reglas de pasaje tienen la función de hacer

pasar hacia la conclusión el consentimiento acordado a los datos

argumentativos, pero el pasaje supone siempre un salto. Siempre hay más

dentro de la conclusión que dentro de las premisas.

En la concepción tradicional de los procedimientos de inferencia, si

disponemos de reglas que permitan transferir íntegramente el acuerdo

sobre las premisas (la verdad de las premisas) al acuerdo sobre la

conclusión (la verdad de la conclusión), estamos frente a una demostración;

si las reglas sólo logran volver más aceptable (más plausible) la conclusión

en vista del argumento, estamos frente a una argumentación.

3. LA SITUACIÓN ARGUMENTATIVA

Nuestro ejemplo muestra que la argumentación es una actividad

perfectamente banal, de la cual, la vida cotidiana, provee numerosos

ejemplos. Estas argumentaciones diarias se complican, toman mayor

amplitud, si las sometemos a reglas o convenciones más y más precisas,

volcándose en moldes institucionales. De esta forma dan nacimiento

naturalmente tanto al debate de ideas como a la discusión científica,

El intercambio retórico propiamente dicho se efectúa en una ocasión

socialmente “marcada” (lo que no quiere decir “solemne”).

Se trata de un debate cuya importancia es reconocida por todos, a lo largo

del cual se van a expresar opiniones divergentes, y donde se deberá decidir,

por ejemplo, sobre los méritos de alguien, pronunciar una sentencia o

arribar a una decisión colectiva.

4. LOS ACTORES DE LA ARGUMENTACIÓN

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El locutor que argumenta y su interlocutor, a quien está dirigida la

argumentación, reciben tradicionalmente varias designaciones:

Cuando se busca describir las operaciones argumentativas

desde un punto de vista más bien lingüístico, se habla de

enunciador y de destinatario.

En retórica, se emplea más bien el término orador: éste

término sugiere habitualmente que el locutor se dirige a un

grupo de personas relativamente importante, su auditorio o su

público.

Dentro del marco del debate, se designa a veces con el nombre

de oponente al adversario del argumentador.

5. VALORES Y EFECTOS DE LA ARGUMENTACIÓN

Un argumento es un medio de hacer admitir una conclusión. Su valor y su

fuerza evidentemente deben apreciarse en función de esta intención.

Al imponerle una conclusión a su interlocutor, el argumentador además

espera hacerlo adoptar comportamientos en armonía con esta creencia. En

este caso, dejar de consumir goma de mascar. Aunque los fumadores están

convencidos de la nocividad del tabaco, y sin embargo…

6. LA ARGUMENTACIÓN, UNA ACTIVIDAD RACIONAL

Aquel que argumenta no busca pura y simplemente forzar a su interlocutor

o imponerle tal creencia o tal actitud por medio de procedimientos

manipulatorios. Busca mostrarle que es lógico, razonable, adoptar esta

creencia o esta actitud en vista de tal argumento.

Desde luego, el argumento podrá o no ser admitido por el interlocutor, la

“buena razón” dada se podrá verificar como más o menos buena. El

argumento que nos ha servido de ejemplo es ciertamente un buen

argumento.

El siguiente, tomado tal cual, no vale gran cosa (¿por qué?)

¡Eres un ladrón, puesto que frecuentas ladrones!

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Es necesario entonces, evaluar la calidad de los argumentos presentados (la

calidad de la argumentación). La actividad de argumentar está íntimamente

ligada a la crítica de la argumentación, que abre el camino a las técnicas de

refutación.

Nuestras argumentaciones más corrientes reposan sobre reglas de

conducta muy generales, principios admitidos dentro de una sociedad o

grupo (ver “El salto argumentativo”). Así admitimos en nuestras latitudes

la máxima “Cuando no sopla el viento, vamos a pasear”; sobre ella se

funda, simplemente como un calco, la argumentación.

No sopla el viento, vayamos a pasear.

Se dice, entonces, que el buen tiempo es un argumento para el paseo.

Por supuesto, no es suficiente que no haya viento para salir de paseo

automáticamente: otros principios concurrentes entran a tenerse en cuenta,

por ejemplo: “Cuando tenemos trabajo por hacer, no vamos a pasear”, etc.

Podrá plantearse toda una discusión, en el transcurso de la cual los

interlocutores deberán evaluar los “pesos” respectivos de los principios en

conflicto a fin de determinar qué máxima conviene aplicar en cada

circunstancia. A veces se pondrán de acuerdo, a veces no podrán más que

profundizar su disentimiento. En uno u otro caso, deberán dedicarse a hacer

un verdadero “cálculo de argumentos”

Vemos que las leyes invocadas por la argumentación pueden ser de

naturaleza muy diferente y reposar sobre leyes naturales (el azúcar provoca

caries en los dientes), tanto como culturales (cuando hay buen tiempo,

vamos a pasear). Estos grandes principios de acción son considerados como

determinando aquello que es razonable de creer o de hacer, siempre para

un grupo dado.

7. ARGUMENTACIÓN, CREENCIAS, CONDUCTAS

La argumentación no es más que una de las múltiples técnicas verbales

por las cuales alguien puede inducir a otro a tener un comportamiento,

mediante una creencia. Otros medios, verbales y no verbales, más o menos

manipulatorios, permiten el mismo resultado. Se escucha a veces decir:

Nada podrá inducirme ni tampoco forzarme a

…amar la sopa; podrán ciertamente obligarme a tomarla, pero no a amarla;

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…creer en la existencia de Dios, de Krihna, en la lucha de clases;

…traicionar mi partido, engañar a mi marido;

…admitir que dos más dos son cuatro / cinco;

…aceptar una ley injusta…

¿De veras? Busque en la literatura ejemplos que prueben que estas

aserciones son temerarias. Oponga la argumentación a otros medios de

imposición de creencias.