3. Destete, ahijado y herradero · destetarse una cría brava con menos de ... Vamos a describir el...

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3. Destete, ahijado y herradero

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Autor:Juan Carlos Martín Aparicio

Coordinadores: Raquel Posado Ferreras,

Rebeca Hernández García,Juan José García García,

Daniel J. Bartolomé Rodríguez,Noelia Muñoz Zazo

Fotografía:Pedro Luis Martín

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La experiencia me indica que no debedestetarse una cría brava con menos de5 meses y no debe tenerse con la madremás allá de los 7 u 8 meses. Hay gana-deros que destetan con tres y cuatro me-ses, pero esta práctica, admisible enespeciales circunstancias, obliga a ungasto extra muy costoso de alimentacióny manejo de los becerros, aunque deboreconocer que en algunos casos, repito,no tienen otro remedio que hacerlo así,por problemas de clima y espacio. Yocomo ganadero lo hago como lo indico,y también la mayor parte de mis com-pañeros de la zona de Salamanca.

Hace algunos años, especialmente antesde la obligatoriedad europea de acrota-lar, el ganadero de bravo tenía que

Como la parición ha concluido, más o me-nos hacia primeros de mayo, correspon-diéndose a la retirada del semental porSantiago (25 de julio), y en la ganaderíapuede haber becerros nacidos en octu-bre (cubrición de enero) y los últimos demayo, lo aconsejable es partir en dos eldestete.

Es decir, los tempranos, nacidos entreoctubre y primeros de febrero, destetar-los a primeros de junio y los tardíos, na-cidos desde el 15 de febrero hasta el 15de mayo, destetarlos a últimos de octu-bre. De este modo tendremos dos lotesdentro de la camada, todos con el mismoguarismo de año ganadero pero lleván-dose entre sí ocho meses (octubre-mayo).

Destete, ahijado y herradero

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estar muy pendiente del destete de susbecerros ya que era, y sigue siendo, vitalel correcto ahijado para su completa ge-nealogía. Ahora, con el crotal, todo bece-rro o becerra está identificado desde sunacimiento y por tanto su eventualdesahije no ofrece mayor problema.

Actualmente, también puede herrarse afuego en cualquier época del año, faenaque siempre se relegaba a los meses fríos,es decir, de noviembre a abril. Ahora, aun-que sigue existiendo el problema de “lamosca”1 en los meses de calor y el ries-go de las heridas, producidas por los hie-rros y las señales, los correctos tratamien-tos sanitarios, hacen posible herrar encualquier época del año.

Vamos a describir el Herradero. Desdesiempre el “bautismo de fuego”, comose llamaba al herradero, fue la primerafaena del invierno y la más alegre, por-que anunciaba el alta de la nueva ca-

mada en el inventario ganadero de lacasa. “De hierro arriba…” se decía al ha-blar del número de cabezas de la vacada,no contando las crías en la relación ofi-cial, que, tuvieran la edad que fuera, seconsideraban “rastra” y por tanto nocontaban.

A partir del herradero, casi siempre porLos Santos (1 y 2 de noviembre), los be-cerros pasaban a ser añojos, con nombre,número de orden y guarismo del año yseñal en la oreja. El año ganadero era portanto, de noviembre a noviembre(ahora oficialmente del 1 de julio al 30 dejunio), es decir, que llevaban el mismoguarismo los nacidos en octubre, que losde mayo. Por ello se ha visto últimamenteen las corridas de toros de la Feria deSalamanca, toros nacidos en septiembredel año 2003, que llevan el guarismo 4,que parecen utreros, pero son toros, con4 años recién cumplidos, pero toro, y pue-den como tal lidiarse en una corrida.

1. En el Campo Charro se utiliza esta expresión para referirse a las miasis cutáneas.

sin perderla de vista, y cerrar inmediata-mente, una vez la vaca fuera de los ala-res.

Se cuenta fácil pero no lo es. Los caba-llos, al amparar la carrera de la vaca, tie-nen que templar mucho, porque si setraspasa la cara de la vaca, ésta se vuel-ve por atrás a la querencia de la cría, y sino se arrea suficiente la vaca se vuelve ala tropa.

Al principio es más fácil, porque las vacasviejas conocen la faena, sobre todo lasparidas con crías grandes, y salen concierta facilidad, pero a medida que en latropa van quedando pocas vacas, la difi-cultad se acrecienta, especialmente conlas vacas nuevas de parición y las de críasrecientes.

Una vez desmadradas todas, sin “en-vaerse” mucho porque los becerros be-rrean sin parar, hay que arrear con ellospara adentro, arropándolos con los bue-yes.

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En la fecha delherradero, cadacamada subía unaño. Los eralespasaban a utre-ros, los utreros acuatreños y asísucesivamente. Elherradero siem-p r e s e h i z o amano o “a uña”,para ello habíaq u e d e s a h i j a rpreviamente losbecerros de lasmadres, faena para mí bellísima y endonde se ponía a prueba la doma de loscaballos y la destreza de los vaqueros.

Se hacía en un cercado, bien cerrado,cerca de los chiqueros de la plaza. Des-cubriremos su forma. A una esquina secolocaba la tropa de vacas paridas, bienarropadas con algún buey muy do-mado. En otra esquina dos o tres vacasviejas, paridas o “machorras”, que cono-cieran la faena, y la manada de bueyes.En medio, junto a la portera de salida, doshombres bien tapados, a pie.

A caballo, al menos 4 jinetes. El mayoralo el ganadero, muy despacio, entrabaen la tropa de vacas e iba sacando unavaca parida. Nada más traspasar el con-junto, se arreaba fuerte, hilaba con lapared, momento que intervenían dos ji-netes, para que la vaca galopara fuertehacia la puerta de salida de los alares, sindejarla orientar, ni mirar para atrás bus-cando a su cría. Los hombres a pie esta-ban tapados para no espantar a la vaca,

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quemazones de los hierros se les dabaaceite quemado.

Al concluir se quedaban solamente elhombre de la cabeza y el del rabo, parallevar al becerro hasta la puerta y allísoltarlo con su madre en los alares.

Al acabar la faena, había que procederal ahijado, es decir, sacar la relación decada becerro con su número a fuego, conel de su madre, operación que en elcaso de becerros grandes, a punto dedesahijarse, era complicada.

Los mayorales buenos (yo tuve uno queera un maestro) presumían de cantar aviva voz el número y nombre de la ma-dre de los becerros cuando estaban echa-dos en el suelo.

Ya está la camada de becerros en los co-rrales. Del grande, ya sin bueyes, debenpasarse a los chicos, no al cubierto. Allí,entraba la cuadrilla (normalmente treshombres) a coger de uno en uno. Al prin-cipio era fácil, pero cuando iban que-dando pocos, al coger uno, el resto searrancaban poniéndole “morado” a gol-pes. La cuadrilla cogía al becerro: uno ala cabeza, otro al cuerpo y el tercero a lacola.

Y con él salían a la plaza. Allí había que“caerlo”, volviendo la cabeza, para no es-tropear un pitón, momento que dos másle sujetaban las patas de atrás, metién-dole las piernas en los hijares. Inmovili-zado, pero no atado, se le ponían los hie-rros: el ganadero generalmente la marcade la casa, y los vaqueros o familiareslos números. El mayoral señalaba. A los

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“No hay dos iguales…” me decía, y siem-pre acertaba, cuando yo después lo com-probaba en los alares con su nombre.

Años después, en vez de entrar la cuadri-lla “a uña” al chiquero, el mayoral con unagarrocha y una cuerda atada a la punta,enlazaba a cada becerro por la pata y yasalía casi caído, evitando así los golpes.Los hierros se calentaban en una lumbre,primero con leña encima, y después enuna fragua con carbón, que necesitaba laparticipación del herradero profesional,para evitar quemar los hierros.

Ahora se desahija en los chiqueros y sehierran en el cajón. Los hierros se calien-tan en un tubo de gas propano y se in-moviliza a los animales utilizando otrosmétodos de contención. La señal de las

orejas (en mi caso no) tiende a desapa-recer, y a los machos muchos ganaderosle dejan los antiestéticos crotales.

A la marca de la casa, se añade el númerode orden, el guarismo del año y la mar-ca o letra de la asociación (U, A, E, L y R)a que pertenece la ganadería. Se vacunacontra el Carbunco, se desparasita y se leinyectan vitaminas. Todo en presencia de

la autoridad (guardia civil) y del veterina-rio de cada asociación, que levanta actadel número y pelo correcto de cada ani-mal.

El ahijado, al estar acrotalados, ya no esnecesario, y la categoría y profesionali-dad del mayoral, tanto como conoce-dor, como jinete, han desaparecido.

La camada, una vez herrada, se separapor edad y sexo. Se les administra unpienso a libre disposición durante el pri-

mer período, para racionárselo posterior-mente, y evitar que los animales se "em-bastezcan".

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Se comen patatas de herradero y sefesteja el día del bautismo de fuego.

JUAN CARLOS MARTÍN APARICIOGanadero y Crítico Taurino

Se comen patatas de herradero y sefesteja el día del bautismo de fuego.

JUAN CARLOS MARTÍN APARICIOGanadero y Crítico Taurino