248. Motivación

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Antropología

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Motivacin

Categoria:FilosofaPropiedad del contenido: Ediciones Rialp S.A.Propiedad de esta edicin digital: Canal Social. Montan Comunicacin S.L.Prohibida su copia y reproduccin total o parcial por cualquier medio (electrnico, informtico, mecnico, fotocopia, etc.)

La idea de motivacin. De entre todas las ramas del saber psicolgico, la correspondiente a la psicologa de la m. se presenta como la ms reciente, aunque, no por ello, la menos cultivada por los estudiosos. Hasta tal punto es esto verdad, que el abanico de posibilidades que se le brindan al psiclogo estudioso del tema va desde la teora de la decisin y modelos probabilsticos, pasando, entre otros, por los temas de las diferencias individuales, afectividad educativa, trastornos y control de conducta, etc., hasta llegar al problema del sentido y perspectiva del quehacer psicolgico, tanto desde una perspectiva tico-social como estrictamente filosfica. En el caso del hombre (v.) se ha de tener en cuenta su peculiar estructura somtico-espiritual, considerando la naturaleza de su voluntad (v.), para evitar el caer en un puro mecanicismo (v.).

Es el caso, sin embargo, que hoy por hoy existe tal divergencia doctrinal en este campo que no es posible dar una precisa definicin del trmino utilizado y ms de un autor ha defendido su abolicin. Para dar alguna idea de la cantidad de sinnimos ms o menos semnticamente cercanos al concepto de m. en psicologa, diremos que los psiclogos han expresado ideas de m. refirindose a emocin, deseo, urgencia, necesidad, demanda, actitud, instinto, inters, aspiracin, incentivo, fin, etctera. Se plantea, adems, la necesidad de distinguir entre las m. de la conducta humana y las de la conducta animal, no infiriendo sin ms los resultados de la investigacin experimental en este terreno al hombre, cosa que no siempre se cuida.

Todo lo anterior no significa, desde luego, que el mundo motivacional se nos presente totalmente confuso. En efecto, hablar de la m. que ha llevado a una persona a conducirse de determinada manera significa, en principio- y en esto estn de acuerdo todos los psiclogos-, hacer referencia a algo que trasciende a la pura observacin de la conducta misma. Esto es, que las m. no se ven, no son directamente registrables. Por el contrario, representan una inferencia sobre la conducta observada, una explicacin de esa conducta que va siempre ms all de la pura observacin y descripcin de los fenmenos observables. Ms an, como criterios operativos definitorios se asume que hay conducta motivada cuando se observa un cambio -en ms o en menos- en alguno o todos de los siguientes aspectos: energizacin o facilitacin de las respuestas que da un organismo vivo, eficiencia y vigor de la conducta, direccionalidad de la conducta, poder reforzante de un estmulo y debilitamiento de la conducta (v.).

Comn a todas las notas existe, adems, la idea de homeostasis y de su indiscutible y problemtico valor funcional en el campo de estudio de la motivacin. Homeostasis se llama a la postulacin de un equilibrio biolgico y psquico. El ser vivo, en general, y el humano, en particular, viven gracias a la existencia de un equilibrio funcional entre las partes constitutivas, as como entre las exigencias de los componentes unos con respecto de otros y de ellos con relacin a su medio vital externo. El valor indiscutible de este concepto reside en que puede explicar la conducta m. apelando a la prdida del equilibrio y a los esfuerzos subsiguientes del organismo para restablecerlo. El problema, no del todo aclarado desde luego, estriba en que una teora homeosttica es circular, cerrada sobre s misma y difcilmente puede explicar la aparicin de conductas nuevas, como ocurre con frecuencia en el hombre. Como puede verse en el cuadro de la siguiente columna, el organismo vivo lo es en un estado de equilibrio -homeostasis-; al producirse una carencia, el organismo se conduce para subsanar el dficit, lo cual le lleva a una restauracin del equilibrio y el circuito se cierra.

Un modo de actuar contra esta circularidad es la postulacin de la existencia de un refuerzo secundario -estmulos (v.) que se han presentado junto a aquellos que satisfacen esta necesidad bsica y que adquieren, por ello, el poder de provocar estados carenciales-. En definitiva, as se trata de posibilitar el control de la conducta de un organismo desde el exterior, para crear nuevas necesidades que antes no existan, tal y como ocurre en los campos de m. publicitaria y en los estudiosde campo sobre la m. del consumidor. Sin embargo, este enfoque deja fuera de consideracin importantes aspectos de la conducta humana, en la que interviene de forma decisiva la libertad (v.) y deja sin explicar todos los resultados obtenidos en los experimentos llevados a cabo con estimulacin elctrica de ciertas partes del cerebro, p. ej., los que se refieren a la regin septal en las ratas, que se ha presentado como especialmente sensible a la hora de lograr tipos de conducta no plenamente adaptativos.

Motivacin antecedente y motivacin finalstica. Si bien los mencionados ndices de comportamiento pueden tomarse como criterios descriptivos de la conducta motivada, tan slo tangencialmente tocan el campo explicativo que se encuentra dividido en dos grandes bloques: en una parte, se encuentran los tericos eficientistas -el porqu de la conducta- y que apelan a un principio motor de la conducta que sea anterior a la propia realizacin; en el otro bando, se sitan los que defienden una causalidad finalista o teleolgica, entendiendo que el hombre acta para lograr fines y metas.

Dentro del primer campo existen y han existido representantes tan genuinos como Freud y la escuela de Skinner. Para S. Freud (v.) la conducta se realiza para restablecer un equilibrio, ciertamente, pero el motor de la conducta hay que buscarlo en una experiencia anterior; es precisamente esta apelacin a una serie de vivencias de la vida pasada, segn Freud, la que explica y confiere sentido a la conducta actual; existira fundamentalmente un por qu anterior y determinista del modo y manera del actuar humano. Skinner, por su parte, desde una perspectiva diametralmente opuesta, afirma, con todo, que la conducta de todo ser vivo est controlada por las consecuencias -aversivas o gratificantes- que hayan seguido a una conducta igual o similar que se ha presentado en una ocasin anterior.

En el lado teleolgico se inscriben aquellos otros autores de orientacin primordialmente cognitiva -Kelly, Festinger, Lewin y Tolman, por citar algn ejemplo-, cuyo supuesto bsico reside en la definicin del organismo vivo y de su conducta como primordialmente direccional, orientada al logro de fines y metas inscritas en un futuro y que, por lo mismo, no existen en el presente. Es precisamente esta futurabilidad la que tira del organismo vivo desde un lugar que no ha existido hasta el momento. En esta orientacin prevalecen las notas de actividad autoapropiativa de la realidad exterior como caractersticas definitorias del sujeto psicolgico.

Una perspectiva complementaria. La suma de orientaciones que hemos hecho anteriormente puede comprenderse, asimismo, desde otra perspectiva que, tan slo en cierto sentido, es paralela y ha sido sugerida en el ltimo prrafo. Resulta sorprendente la generalidad -con muy escasas excepciones- que se observa en los estudiosos de la m., cuando se hace referencia a las ideas que del sujeto psicolgico subyacen en sus concepciones con relacin a la dimensin de determinantes interno-determinantes externos.

Por una parte, los tericos emparentados y comprometidos con el mundo clnico apelan a una variedad de determinantes internos, a aspectos que controlan la conducta desde dentro mismo del sujeto. Dentro de este polo tan general se inscriben tanto los distintos biologismos, ms o menos disfrazados, como las aportaciones de la clnica y los cognitivismos. No decimos, tngase bien presente, que los cientficos situados en este lado, desprecien, por inoperante, al mundo exterior. Todos ellos admiten una influencia indudable de la estimulacin exterior sobre el organismo que se conduce. Sin embargo, el mayor peso explicativo descansa en la actividad espontnea de este organismo, en su dotacin biogentica y sociogentica.

Por otra parte, una gran mayora de los tericos de la psicologa del aprendizaje (v.) acentan fundamentalmente la importancia del ambiente que rodea a cada organismo a la hora de explicar la motivacin. La m. recae, en este caso, en una concepcin casi fisicalista en el sentido siguiente. Si son los estmulos exteriores los que mueven a actuar al organismo, el estudio cientfico de la m. debe situarse en el anlisis sistemtico y dimensional de ese ambiente, de los estmulos relevantes y especficos -especficos para cada especie animal- que mueven a actuar y que controlan el modo de conducta que presenta el organismo. A la par que ocurra en el caso anterior, no se eliminan los condicionantes internos. Lo que ocurre en este caso es que se trata de estudiar individualmente estos determinantes funcionales dependientes del ambiente que rodea al sujeto psicolgico.

Es evidente que las dos posturas poseen parte de razn y que en ambas los resultados conseguidos estn condicionados por la propia metodologa de investigacin utilizada. En ltimo trmino, parece ser la ltima alternativa, a que hemos hecho referencia, la que permite menos sesgos incontrolados al nivel de la ciencia psicolgica actual.

La motivacin como un proceso psicolgico bsico. Entendiendo la m. tal y como hemos hecho nosotros resulta, indudablemente, un proceso bsico que encuentra una serie de relaciones y aplicaciones en casi todos los campos psicolgicos. A este respecto, cabe sealar la dificultad que se presenta, cuando queremos distinguir entre m. e instinto (v.) a un nivel de anlisis funcional de conducta. En todo caso habra que considerar la mayor labilidad de las conductas motivadas por lo que se refiere a su consumacin; la conducta motivada es mucho ms plstica y manipulable que la conducta instintiva.

Esta plasticidad es lo que asemeja la m. al aprendizaje (v.). En este sentido hay que sealar que los tericos del aprendizaje fueron los primeros en intentar un anlisis sistemtico de la conducta. De entre todos hay que sealar a C. L. Hull como un representante de excepcin. Para este autor, la conducta observable se encuentra directamente relacionada con el concepto terico de potencial excitatorio. ste, a su vez, es el producto de un factor de aprendizaje (hbito, H) y un factor emocional (nivel impulsivo, D) que es la motivacin. La relacin terica que se espera, por otra parte, entre m. y aprendizaje es curvilinear en forma de U invertida. Existira un nivel motivacional ptimo que Tendra una intensidad intermedia. Hasta llegar a este punto terico, la relacin entre m. y aprendizaje sera positiva -a mayor m., mayor aprendizaje efectivo-. Sin embargo, a partir de este punto la relacin se invertira, de modo que si se incrementa la m., se disminuye el rendimiento efectivo.

Esta hiptesis general, conocida en el mundo psicolgico como la Ley de Yerkes-Dodson, no ha encontrado ms que una verificacin parcial puesto que, de hecho, se han encontrado en los ltimos tiempos relaciones sistemticas en forma de S entre los procesos a los que nos estamos refiriendo. Probablemente los resultados negativos pudieran explicarse apelando a la existencia de las diferencias individuales en cuanto a m. se refiere, as como al hecho de que la m. no fuera un factor homogneo sino que estuviera compuesto por una cierta heterogeneidad de caractersticas, cuyas relaciones entre s fuesen complejas y hasta opuestas. Esto nos lleva al tema de las relaciones entre m. y personalidad (v.).

Resulta relativamente fcil -al menos a un nivel de anlisis lgico- el distinguir los trminos de aprendizaje y m.: el primero refleja o bien un proceso automtico como en el caso de ciertos procesos de condicionamien-, to (v.) -pautas elementales de conducta- o bien un proceso cognitivo. El segundo, por su parte, lleva aparejado siempre un componente energtico-emocional. Sin embargo, la relacin entre motivacin y personalidad se presenta ms problemtica. Ambos aspectos tratan de la parte emocional del ser humano; y bajo este punto de vista resultan indistinguibles. El problema se hace ms grave por cuanto que el concepto de impulso, impulsividad o, como se viene llamando por algunos autores modernos, activacin -que fue tradicionalmente asimilado a m.- ha sido reinterpretado y parcialmente operacionalizado como extraversin, neuroticismo y rigidez, todos los cuales hacen referencia al mundo de la psicologa de la personalidad y, dentro de l, las llamadas dimensiones bsicas.

Una doble lnea de ataque existe para resolver este problema. La primera hace referencia al mismo grado de basicidad, y en este sentido, hay que decir que aquellos factores de personalidad, a los que nos acabamos de referir, no pueden ser directamente cambiados, manipulados en un experimento; mientras que lo que se viene llamando m. s lo puede ser. La m. se presentara desde aqu, como algo dependiente de la situacin de prueba y manejable desde fuera del sujeto a la vez que las estructuras de personalidad representaran un aspecto psicolgico ms enraizado dentro del sujeto y, en todo caso, ya estructurado en funcin de su propia historia personal.

La segunda concepcin es mucho ms dinmica (v. PERSONALIDAD). En este caso la personalidad representara aquellos hbitos de reactividad emocional muy consolidados en el sujeto, sobreaprendidos y difciles de cambiar. El mundo motivacional, por otra parte, estara representado por aquellos hbitos emocionales reactivos no perfectamente consolidados, cuya variacin resulta relativamente fcil. El paso de la m. a la personalidad, y a la inversa, sera una cuestin gradual, dinmica y susceptible de estudios experimentales controlados.

V. t.: CONDUCTA; VOLUNTAD; FIN; DIDCTICA; PERSONALIDAD; PERSONA.

V. PELECHANO BARBER.

BIBL.: A. GEMELLI y G. ZUNINI, Introduccin a la Psicologa, 3 ed. Barcelona 1958; R. BRENAN, Psicologa general, 2 ed. Madrid 1961; C. W. ALLPORT, La personalidad: su configuracin y desarrollo, Barcelona 1968; A. SCHNEIDERS, Psicologa de la adolescencia, Barcelona 1967; J. NUTTIN, Psicoanlisis y concepcin espiritualista del hombre, Madrid 1961; J. L. ATKINSON, An Introduccin to Motivation, Nueva York 1964; C. N. COFER y M. H. APLLEY, Motivation: Theory and Research, Nueva York 1964; G. A. KIMBLE, Hilgard y Marquis. Condicionamiento y aprendizaje, Mxico 1969; M. H. MARX (ed.), Learning: Interactions, Nueva York 1970; A. W. STAATs, Learning, language and cognition, Nueva York 1968; V. GARCIA Hoz (dir.), Diccionario de Pedagoga, voces Motivacin del aprendizaje y Motivo, t. 11, 2 ed. Barcelona 1970, 641-643.

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