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ARTS I NATURALESA Biologia i simbolisme a la Barcelona del 1900 Col·lecció Singularitats Pere Capellà Simó Antoni Galmés Martí (coords.)

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La col·lecció Singularitats neix amb la vo-luntat de donar a conèixer els resultats de les línies d’estudi i dels projectes de recer-ca desenvolupats per GRACMON, el Grup de Recerca en Història de l’Art i del Dis-seny Contemporanis de la Universitat de Barcelona. Els llibres de la col·lecció, con-cebuts com a obres corals amb una reflexió àmplia, es publiquen tant en català com en anglès (versió impresa i eBook).

GRACMON està format per profes-sors, becaris, doctorands i col·laboradors adscrits als departaments d’Història de l’Art i de Disseny i Imatge de la Universitat de Barcelona. Es va crear l’any 1986 sota la direcció de Mireia Freixa i, en els ini-cis, es va centrar en temes relacionats amb el modernisme i el noucentisme. Amb el temps ha ampliat el seu àmbit d’estudi a la història del disseny a Catalunya i els estudis culturals de les arts a la ciutat de Barcelona.

ARTSI NATURALESA Biologia i simbolisme a la Barcelona del 1900

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A l’època del modernisme la natura es va refer-mar com a font inexhaurible d’inspiració artística. Influïts pel culte a la natura, els creadors van con-�gurar un imaginari poètic, simbòlic i oníric, men-tre els cientí�cs, que vivien la repercussió del dar-winisme, encetaven el debat entre creacionistes i evolucionistes. D’altra banda, els plantejaments antimaterialistes i idealistes, que, en alguns casos, havien coincidit amb els postulats de les teories de l’evolució, van conformar el marc de sensibilitats del moviment simbolista, en què els paisatges de l’ànima s’estenien des de l’aproximació a l’inconscient �ns al viatge a illes inexplorades. Aquesta obra, que apro-fundeix en la interrelació entre les arts i la natura-lesa, integra tots aquests fenòmens des d’una òptica plural i orgànica.

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Altres títols de la col·lecció

Pensar i interpretar l’oci. Passatemps, en-treteniments, aficions i addiccions a la Bar-celona del 1900, Teresa-M. Sala (coord.)

Diàlegs amb l’Antiguitat. El clàssic com a referent en l’art i la cultura contemporànies, Cristina Rodríguez Samaniego, Jorge Egea (coords.)

Llibre de viatge (1913-1914), Joaquim Folch i Torres, edició i assaig introductori a cura de Mercè Vidal i Jansà

La formació del Sistema Disseny Barcelona (1914-2014), un camí de modernitat. Assaigs d’història local, Anna Calvera (coord.)

Pere Capellà SimóAntoni Galmés Martí (coords.)

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ÍNDEX

INTRODUCCIÓ

Sobre la relació entre les arts i la naturalesa. Biologia i simbolisme a la Barcelona del 1900Enric Ciurans, Sergio González-Crespo, Teresa-M. Sala

El darwinismo en los manuales escolares españoles de ciencias naturales de la última década del siglo xix. Breve aproximación al arte en la enseñanza de la teoría de la evoluciónMargarita Hernández Laille

Planteamientos antimaterialistas en la Inglaterra de fi nales del siglo xix y su vigencia en la actualidadSergio González-Crespo, Teresa-M. Sala

PAISATGES DE L’ÀNIMA

Sobre la naturalesa en l’imaginari simbolistaTeresa-M. Sala

El paisatge simbolista i el concepte de degeneració de raça segons Max Nordau, Pompeu Gener et al.Irene Gras Valero

El descobriment de l’illa blancaNina Ferrer

Oh, treballador, poeta treballador! Aproximació al concepte de natura a partir de l’obra literària d’Ignasi Iglésias Antoni Galmés Martí

Els quaderns pedagògics d’Enric Giménez i Lloberas. La tècnica de l’actor Carmina Salvatierra Capdevila

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PLANTES I BÈSTIES

Mètodes d’aplicació i repertoris per a l’ornamentació vegetal del modernisme Fàtima López Pérez

L’estudi del bestiari modernista. Apunts per a una primera aproximacióTeresa-M. Sala

Els animals en l’esgrafi at del modernismeDaniel Pifarré Yañez

Naturaleses en miniatura. De l’arca de Noè a l’ós de pelfaPere Capellà Simó

Bèsties de cartró, els espectacles populars. Homenatge a Xavier FàbregasEnric Ciurans

El Maeterlinck de les fl ors i les abellesJordi Coca

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EL DARWINISMO EN LOS MANUALES ESCOLARES ESPAÑOLES DE CIENCIAS NATURALES DE LA ÚLTIMA DÉCADA DEL SIGLO XIX Breve aproximación al arte en la enseñanza de la teoría de la evoluciónMargarita Hernández Laille

Introducción

A lo largo de mi investigación he considerado la interdisciplinariedad y las diversas perspectivas contextuales factores indispensables a la hora de transmitir conocimientos. En este trabajo voy a analizar la pre-sencia de la teoría de la evolución de Darwin en los manuales escola-res de ciencias naturales publicados en España en la última década del siglo xix, con el deseo de interrelacionar la historia natural y la educa-ción, fundamentalmente desde la perspectiva política e ideológica. Asi-mismo, voy a introducir otra interacción disciplinar. Me voy a aproximar al arte, para saber si tiene alguna relación con la ciencia que repre-senta el darwinismo y con su enseñanza a través de los libros de texto.

Los manuales escolares analizados son considerados objeto de investigación, no solo como fuente de información curricular, sino como instrumento de comunicación del desarrollo de las disciplinas y transmisor ideológico del momento histórico al que nos referimos. Sus contenidos nos dicen cómo, cuándo y con qué valores se enseñó la teoría de la evolución de Darwin. En el proceso de análisis he uti-lizado una metodología propia, que consta de diecisiete etapas bien defi nidas.1 El resultado de este estudio refl eja tanto la defensa del dar -wi nis mo como la oposición a la nueva teoría por parte de los auto res.

1 Margarita Hernández, Darwinismo y manuales escolares en España e In-glaterra en el siglo xix (1870-1902), Madrid, UNED, 2010. Este libro incluye, como material anexo, un CD que contiene un método de investigación a través de manuales escolares, original de la autora.

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24 INTRODUCCIÓ

He denominado manuales escolares creacionistas a aquellos cuyos autores defendieron una causa divina a la hora de explicar el origen de la tierra y de los seres que la habitan. Al mismo tiempo, he agrupa-do bajo el nombre de manuales escolares antidarwinistas los libros de autores creacionistas que se declararon en ellos explícitamente an-tidarwinistas. A aquellos libros escolares en los que sus auto res in-trodujeron la concordancia de la ciencia y de la Biblia en sus conte-nidos, los he llamado manuales conciliadores. Por último, entre los manuales que defendieron la teoría de la evolución de Darwin se di-ferencian los que citaron a este de los que no lo hicieron.

Para fi nalizar, cito algunos de los movimientos artísticos que a tra-vés de sus obras se acercaron a la naturaleza en el siglo xix, cuna de gran parte de la ciencia moderna. También analizo brevemente el posi-ble contenido de arte que tiene la teoría de la evolución de Darwin, partiendo del conocimiento de que esta teoría es un hecho científi co observado y contrastado, y teniendo en cuenta que el saber que afi rma es producto de su autor; un autor que se ocupaba personalmente de cómo se ilustraban sus libros y que fue el primero en introducir el arte fotográfi co en un libro de ciencia. Por último, me aproximo muy breve-mente a la enseñanza-aprendizaje de la teoría en cuestión, es decir, a su pedagogía, con lo que esta tiene de ciencia y de arte, y hago referen-cia al hecho de que los manuales escolares utilizados por los enseñan-tes en su práctica escolar contienen arte a través de sus ilustraciones.

La presencia del darwinismo en los manuales escolares de ciencias naturales publicados en España en la última década del siglo xixxix

Una breve pincelada del contexto político y educativo en la recepción del darwinismo en España

Cuando en 1859 Darwin publicó On the origin of species,2 cambió la manera de interpretar el mundo, lo cual infl uyó de manera signifi ca-

2 Charles Darwin, On the origin of species by means of natural selection, or the preservation of favoured races in the struggle for life, Londres, John Murray, 1859.

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EL DARWINISMO EN LOS MANUALES ESCOLARES ESPAÑOLES 25

tiva en el desarrollo del pensamiento humano. Sin embargo, la intro-ducción y difusión del darwinismo siguieron distintas trayectorias en cada país, y las controversias que surgieron en cada lugar fueron muy diferentes en su intensidad y duración.

En España, la teoría de la evolución de Darwin empezó a deba-tirse antes de la Revolución de 1868, y desencadenó una gran polé-mica en todos los estamentos políticos y sociales, fundamentalmen-te educativos y religiosos. Como consecuencia de esta situación, el pensamiento español se debatió entre distintas posiciones, aunque, en realidad, la polémica ideológica se centró en el confl icto entre la religión y la ciencia, y en especial en la cuestión de la libertad de ciencia. La introducción de los conceptos darwinistas en las aulas españolas fue también bastante temprana y controvertida, y en oca-siones provocó la expulsión de sus cátedras de los profesores que de-fendieron estas ideas.

Con la Restauración monárquica de 1875, etapa a la que pertene-ce el periodo que aquí estudiamos, se instauró el ejercicio alterno del poder de los partidos conservadores y liberales, rodeados por dos oposiciones, la carlista y la republicana. La primera parte de esta alternancia política tuvo un carácter prioritariamente conservador, dirigido por Cánovas del Castillo. En 1881 subió al poder Sagasta y, aunque en 1884 volvió a gobernar Cánovas, los liberales accedieron de nuevo al poder en noviembre de ese mismo año y se mantuvie-ron en él hasta 1898 con dos paréntesis de carácter conservador. No obstante, durante el periodo de 1885 a 1902 los partidos establecie-ron una tregua, durante la cual el personaje dominante fue el liberal Sagasta, siempre bajo la regencia de la reina María Cristina. En defi -nitiva, la última década del siglo xix disfrutó en su mayor parte de una política liberal, a excepción de algunas etapas de corte conserva-dor. En 1898, los sucesos conocidos como el «desastre» provocaron la oposición de los intelectuales y de las regiones españolas catalana y vasca, en la primera de las cuales se plantearon los problemas más graves, al tiempo que emergía una profunda crisis en el sistema ca-novista.

En el ámbito educativo también surgieron importantes cambios desde los comienzos de la Restauración borbónica. El 26 de febre-ro de 1875 se publicaron los famosos decretos por los que Manuel de

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26 INTRODUCCIÓ

Orovio, entonces ministro de Educación del Gobierno de Cánovas del Castillo, ordenaba a los rectores que impusiesen la enseñanza de acuerdo con el dogma católico y con el ideario político del régimen. También se reinstauró la lista de libros de texto autorizados y censu-rados, que había estado vigente en 1857 con la Ley Moyano y que en esta ocasión permaneció hasta 1923.

A pesar de todo, la Restauración entró en España de la mano del positivismo y del darwinismo. En ese momento se respiraba en nues-tro país un enorme deseo de acceder a la modernidad, y algunos pro-fesores empezaron a introducir las nuevas teorías en sus aulas. Esta circunstancia provocó en 1876 la segunda cuestión universitaria, por la que varios profesores fueron expulsados de la universidad. Entre estos profesores se encontraban los darwinistas Augusto González Linares y Nicolás Salmerón, los cuales, bajo la dirección de Francis-co Giner de los Ríos, fundaron la Institución Libre de Enseñanza, de la que Darwin fue miembro honorario y en cuyas aulas se enseñó el darwinismo. En 1877 se publicaba en español el Origen de las especies. Al mismo tiempo, no faltaron los autores que incluyeron la nueva teoría en sus manuales escolares. En realidad hubo en nuestro país una gran heterogeneidad de autores de libros de texto de ciencias na-turales; los hubo de carácter darwinista, así como creacionistas y an-tidarwinistas, e incluso también se difundieron los que conciliaron el dogma bíblico con las teorías científi cas.

Algunos de los primeros libros de texto de ciencias naturales que introdujeron el darwinismo en las aulas

El primer libro de texto de ciencias naturales que incluyó los con-ceptos darwinistas en sus contenidos, aunque sin citar a Darwin, fue Nociones de historia natural, publicado en 1867 por Rafael García Álvarez, catedrático del Instituto de Granada. En sus páginas pode-mos leer que «el reino animal considerado en su conjunto viene a re-presentar un plan de gradación, en el que elevándose la animalidad desde un mínimum en que toca a la vegetabilidad, llega a un máxi-mum de desenvolvimiento coronado por la humanidad, síntesis de aquella y a cuya serie ascendente se ha dado el nombre de serie o es-

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EL DARWINISMO EN LOS MANUALES ESCOLARES ESPAÑOLES 27

cala ani mal».3 Más tarde, en 1873, Augusto González Linares citaría a Darwin en su Ensayo de una introducción al estudio de la historia natural.4 Un año después, Rafael García Álvarez se declaró explícita-mente darwinista en su Tratado elemental de fi siología general y hu-mana, donde entre otras cosas decía que «suponen [algunos es tu dio-sos] que toda la inmensa variedad de organismos complejos que han venido sucediéndose en la serie de las edades hasta la época actual son el efecto de metamorfosis lentas y graduadas en el tiempo. Esta teoría[,] sustentada ya por fi lósofos de la antigüedad y por naturalis-tas modernos, se conoce con el nombre de teoría del transformismo o de la descendencia genealógica, y es objeto actualmente de nume-rosos trabajos y luminosas discusiones en el campo de la ciencia».5 Y en 1877 Peregrín Casanova Ciurana publicó Estudios biológicos.6 El primer volumen de este libro, dedicado a la Biología General, era darwinista en su totalidad. En sus páginas se pueden leer afi rmacio-nes como «la doctrina evolutiva es la contraria a la de la fi jeza, es la teoría del cambio y transformación [...]. Ella encierra una fi losofía completa de todo el Universo [...]. No hace entrar en la explicación de todos los hechos ningún agente sobrenatural, porque sería salir-se fuera de los límites de la Ciencia»7 o como «muchos conocen a Darwin de nombre, bien pocos conocen sus ideas, muchos menos las comprenden, y sin embargo [...] se ha granjeado el odio de las personas poco cultas para las cuales el nombre de Darwin es el nom-bre del diablo».8 En el libro fi gura también una carta de siete líneas de extensión, que envió Haeckel desde la ciudad de Jena a D. Pere-grín Casanova el 3 de mayo de 1877 con motivo de la publicación de

3 Rafael García-Álvarez, Nociones de historia natural, Granada, Imprenta de D. Francisco Ventura y Sabatel, impresor de SS. MM., 1867, nueva edición, pág. 209. 4 Augusto González de Linares, Ensayo de una introducción al estudio de la historia natural, Madrid, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1873. 5 Rafael García-Álvarez, Tratado elemental de fi siología general y huma-na, Granada, Imprenta de D. Francisco Ventura, 1874, pág. 48. 6 Peregrín Casanova, Estudios biológicos. I. La Biología general, Valencia, Ferrer de Orga, 1877. 7 Ibídem, págs. 403-404. 8 Ibídem, pág. 405.

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la obra.9 A estos autores darwinistas siguieron otros muchos, y fue en la última década del siglo xix cuando proliferaron con más fuerza sus manuales escolares, los cuales se introducirían en las aulas espa-ñolas para su enseñanza.

Manuales darwinistas de ciencias naturales que citaron a Darwin explícitamente en la última década del siglo xixxix

En 1890, Ignacio Bolívar, Salvador Calderón y Francisco Quiroga pu-blicaron sus Elementos de historia natural,10 donde explicaban, inclu-so con ejemplos, la selección natural, la lucha por la existencia y todos los demás conceptos defendidos por Darwin en su teoría, como la va-riabilidad y la herencia. Los tres autores citaban explícitamente al na-turalista inglés, afi rmando que «cualquiera que sea el valor que ten-ga en realidad la teoría de la descendencia, del transformismo o de la evolución, que tan imperfectamente hemos expuesto, y cuyo funda-dor ha sido el naturalista inglés Darwin, es innegable que ha servi-do para dar un impulso grande a las ciencias biológicas».11 Este libro marcó un nuevo rumbo en los estudios de Historia Natural en España.

En 1894, el catedrático de Historia Natural del Instituto Carde-nal Cisneros de Madrid, Manuel María José de Galdo López de Nei-ra, publicó la primera parte de la novísima edición de sus Elementos de historia natural,12 donde citaba por primera vez a «¡Carlos Rober-

9 La carta de Haeckel dice así: «Mi muy caro colega: Tengo una satisfacción suma en complacer a V. cumpliendo su amable deseo de que mi nombre fi gure al frente de sus Principios de biología; esperando que su obra contribuirá en alto grado al crecimiento de la doctrina de la evolución natural en España, con el mismo celo que he desplegado yo en mis escritos, para estenderla en Alemania. Deseándole a su obra un feliz éxito y agradeciendo infi nito su apreciable con-fi anza, queda de V. con la más alta consideración, su afectísimo. Ernesto Häckel» (la grafía procede del original). 10 I. Bolívar, S. Calderón y F. Quiroga, Elementos de historia natural, Madrid, Establecimiento Tipográfi co de Fortanet, 1890 (la cubierta está fecha-da en 1891). 11 Ibídem, págs. 215-216. 12 Juan de Galdo, Elementos de historia natural. Curso primero: geología, mineralogía, petrografía, geotectónica, geología dinámica y geología histórica,

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to Darwin!»,13 diciendo que era «una de las fi guras más notables del mundo». Un año más tarde salía a la luz la segunda parte de esta edición, donde la doctrina darwinista se extendía por todas sus pá-ginas.14

También defendió a ultranza la teoría de Darwin el fundador de la Oceanografía en España y catedrático de Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barcelona, Odón de Buen y del Cos. En el primer volumen de su Historia natural, prologado en Barcelona en 1896, Odón citaba a Darwin en todas sus páginas. En uno de sus párrafos sostiene que «los tiempos modernos empiezan en 1859, cuando Carlos Darwin publicó su memorable libro titulado Origen de las especies, que produjo una profunda revolución en la Biología. Es verdad que antes de Darwin algunos naturalistas se ha-bían rebelado contra la inmutabilidad de la especie; pero esta idea sufrió el defi nitivo golpe cuando la propaganda darwinista aclimató la tendencia opuesta en las Universidades europeas y americanas. El predominio de la escuela transformista evolutiva, que prescribe la ac-cidentalidad de las formas orgánicas y su modifi cación lenta por la adaptación al medio y la selección natural; que se funda en la unidad del plan biológico, es el carácter más saliente de la Zoología con tem-po rá nea».15 En el segundo volumen de su obra, Buen afi rma que «nada en el Cosmos permanece inerte, todo se modifi ca y cambia, desde el mineral más refractario a la acción de los agentes que le rodean, has-ta el organismo de los animales superiores, que tiene transitoria exis-tencia. Es continua la transformación en la Naturaleza; unas formas se destruyen y otras formas se engendran; [...] la variedad aumenta sin cesar [...]. No podrá haber compuestos permanentes; la molécula existirá en una forma mientras una circunstancia exterior no la obli-gue a descomponerse, le imponga el cambio; podrán los compuestos

Madrid, Librería de la Viuda de Hernando y Cía., 1894, novísima edición (1.ª ed. en 1848). 13 Ibídem, pág. 35. Los signos de admiración fi guran en el original. 14 Juan de Galdo, Elementos de historia natural. Curso segundo: biología, botánica y zoología, Madrid, Librería de la Viuda de Hernando y Cía., 1895, no-vísima edición. 15 Odón de Buen, Historia natural, vol. i, Barcelona, Manuel de Soler [1896], 2.ª ed., págs. 46-47.

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más estables resistir medios muy variados, pero no hay cuerpo in-des truc ti ble».16 En su opinión, «el concepto que debemos formar de la vida es un concepto evolutivo».17

En 1897 José Gogorza y González, catedrático del Instituto de Salamanca, afi rmaba en sus Elementos de historia natural18 que en ese momento las ideas de Darwin eran admitidas por la mayor parte de los sabios. En esta obra el autor distingue y explica la adaptación, la herencia y la variabilidad de las formas orgánicas, bajo el título «Principios generales del desarrollo de los seres vivos». En el aparta-do dedicado al «Origen de las especies orgánicas» el manual esco-lar contiene tres subapartados titulados «Ideas emitidas en diversas épocas acerca del origen de las especies orgánicas», «Teoría unitaria» y «Teoría darwinista o de la selección natural».

Manuales escolares darwinistas en los que Darwin no es citado

Había pasado un año desde el comienzo de la década de 1890 cuando el profesor Odón de Buen publicó un magnífi co Diccionario de histo-ria natural ilustrado en color.19 Ese mismo año, Rafael García Álva-rez introdujo el darwinismo explícitamente en la primera edición de sus Elementos de historia natural, donde afi rmaba que «[La evolu-ción] Es la ley o principio en virtud del que, en la Naturaleza, todo tiende a pasar de lo indefi nido a lo defi nido, de lo simple a lo com-puesto, de lo homogéneo a lo heterogéneo y de lo incomplejo a lo complejo. [...], todo parece obedecer a esta ley, que aplicada en nues-tro globo a darnos cuenta de las numerosas transformaciones [...] y de las variadísimas formas bajo las que la vida se ha manifestado des-de la incalculable época de su aparición hasta el momento presente, es lo que se conoce con el nombre de teoría de la evolución [...]. La vida

16 Odón de Buen, Historia natural, vol. ii, Barcelona, Manuel de Soler [1896], 2.ª ed., págs. 5-6. 17 Ibídem, pág. 7. 18 José Gogorza, Elementos de historia natural, Salamanca, Estereotipia Ti-pología de Francisco Núñez Izquierdo, 1897. 19 Odón de Buen, Diccionario de historia natural, Barcelona, Imprenta de Salvador Manero Bayarri, 1891.

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no está sometida o no es el efecto de ningún agente o principio vital como antes se creía».20

En 1894 Manuel María José de Galdo publicaba Taxonomía y cuadros sinópticos de historia natural21 y, ya a fi nales de siglo, Salva-dor Calderón Arana sacaba a la luz la primera edición de Nociones de historia natural, donde comentaba que «Comparado el hombre con los demás animales se nota desde luego que en su organismo no exis-te nada de esencialmente distinto y peculiar que autorice a separar-le de los restantes seres del reino zoológico y constituir con él uno independiente u hominal, como algunos naturalistas han pretendi-do; pero[,] sin ofrecer caracteres esenciales o de cualidad, nuestra especie presenta algunos que le [sic] colocan a gran distancia de los demás seres».22

Manuales escolares creacionistas

Muchos fueron los manuales escolares que introdujeron el creacio-nismo en sus páginas. Entre ellos quiero nombrar al profesor del Ins-tituto de Huesca, D. Serafín Casas Abad, que en 1897 sostenía en sus Elementos de historia natural que «eso de admitir una energía crea-dora próvida y sufi ciente para la conservación y reproducción de todos los seres, sin admitir la existencia de Dios, es un ridículo ab-sur do».23 También quiero resaltar a Manuel Díaz de Arcaya, catedrá-tico de los Institutos de Ávila y Zaragoza, quien en 1898 defendía las ideas conservadoras en sus Elementos de historia natural.24

20 Rafael García-Álvarez, Elementos de historia natural, Granada, Im-prenta de D. Francisco Ventura, 1891, pág. 228. 21 Juan de Galdo, Taxonomía y cuadros sinópticos de historia natural, Ma-drid, Librería de la Vda. de Hernando, 1894, pág. 144. 22 Salvador Calderón, Nociones de historia natural, Madrid, Estableci-miento Lipotipográfi co de J. Palacios, 1899, págs. 506-507. 23 Serafín Casas, Elementos de historia natural, Madrid, Librería de Her-nando y Compañía, 1897, pág. 13. 24 Manuel Díaz de Arcaya, Elementos de historia natural, Zaragoza, Im-prenta de Ramón Miedes, 1898, 6.ª ed., pág. 279 (1.ª ed., 1887; 2.ª ed., 1895; 7.ª ed., 1899).

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