2.2. etapa monástica

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2.2. LA ETAPA MONASTICA La transmisión de la cultura antigua

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2.2. LA ETAPA MONASTICA

La transmisión de la cultura antigua

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MARCO AURELIO CASIODORO(485-580)

Compañero y discípulo de Boecio. Su importancia de debe a que, al final de su vida, se retiró de la vida pública y fundó un monasterio que llamó Vivero. En éste asumen la Regla de San Benito que imponía a los monjes un trabajo manual moderado, la oración y la lectura de la Sagrada Escritura (ora et labora); a lo que agregó, el estudio. Casiodoro pensaba que el saber no estorbaba a la vida religiosa, sino que, al contrario, le ayudaba. De hecho, gracias a la influencia de Casiodoro, en los monasterios se le dio cada vez mayor importancia a la constitución de bibliotecas y sus cámaras de copistas anexas, los famosos “scriptorium”, que fue el mejor medio de conservación y de las obras de la antigüedad y de la patrística.

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Los monasterios realizaron el gran papel de transmisión de la cultura general. En un tiempo de inseguridad y de movimiento de pueblos, los monjes, debido a la introducción del cuarto voto de estabilidad establecido por san Benito, representaban la permanencia y la continuidad en todos los sentidos.

Hacia el 544, Casiodoro escribió la obra Institutiones divinarum et saecularium litterarum. Consta de dos partes. En la primera da una lista de los libros necesarios para la formación del monje en el estudio de la Sagrada Escritura. La segunda trata de las siete artes liberales. Es el primer gran manual de las artes liberales que comprendían, como ya hemos visto, el trivium –gramática, retórica y dialéctica- y el quadrivium –aritmética, geometría, astronomía y música-.

La obra de Casiodoro fue muy abundante, sus trabajos son de carácter enciclopédico y poco original; sin embargo, fueron muy útiles para las generaciones posteriores.

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SAN ISIDORO DE SEVILLA (560-636)Nació en Sevilla quedó huérfano siendo muy pequeño. Lo educaron sus hermanos Leandro, Fulgencio y Teodora –que también fueron declarados santos-. En el año 600 sucede a su hermano san Leandro, que ocupaba la sede episcopal de Sevilla. Desde ahí, reorganizó la Iglesia visigoda en España, logrando la fusión de los pueblos visigodo e hispanorromano.

San Isidoro creó escuelas episcopales en Sevilla, que sirvieron de modelo para otras que se fundaron en Toledo y Zaragoza. También promovió la creación de escuelas monacales. Presidió el IV Concilio de Toledo que incrementó el papel educativo de la Iglesia en aquella época.

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No es un filósofo o teólogo original ni creativo, pero si fue un educador y gran organizador. Es uno de los grandes transmisores del saber antiguo y, al mismo tiempo, un gran maestro de la cultura medieval. Su influjo en la alta Edad Media fue considerable.Su obra más importante son las Etymologiae, que consta de veinte libros. Es una verdadera enciclopedia , que reúne todo el saber antiguo. Considera san Isidoro que los sentidos de las palabras son los símbolos de las cosas. La mayoría de las etimologías que expone son desacertadas, sin embargo, con esta obra, transmite a la Edad Media el interés por el acercamiento directo a la realidad concreta en su totalidad, tanto la natural, como la técnica, la lingüística, la histórica y la sobrenatural.

En el libro XIV de las Etimologías, dedicado a la

Geografía, aparece el mapa del mundo conocido en época de

san Isidoro de Sevilla.

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Libro I. Trivium: la gramática (incluida la métrica) Libro II. Trivium: la retórica y la dialéctica Libro III. Quadrivium: las matemáticas, geometría, música, y astronomía Libro IV. La medicina y las bibliotecas Libro V. El derecho y la cronología Libro VI. Libros eclesiásticos y los oficios Libro VII. Dios, los ángeles y los santos: jerarquías del Cielo y la Tierra Libro VIII. La Iglesia y a las herejías Libro IX. El lenguaje, los pueblos, los Reinos, las ciudades, y los títulos oficiales Libro X. Las etimologías Libro XI. El hombre Libro XII. Las bestias y los pájaros Libro XIII. El mundo y sus partes Libro XIV. La geografía Libro XV. Los edificios públicos y las avenidas Libro XVI. Las piedras y los metales Libro XVII. La agricultura Libro XVIII. Terminología de la guerra, la jurisprudencia y los juegos públicos Libro XIX. Los buques, las casas y los vestidos Libro XX. Las provisiones, utensilios domésticos, agrícolas y los mobiliarios

LIBROS DE LAS ETIMOLOGIAS DE SAN ISIDORO

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ETIMOLOGÍA –de Isidoro de Sevilla-EL QUÉ Y EL POR QUÉ DE LAS COSAS Y SUS NOMBRES XXIX DE LA ETIMOLOGÍA. (1) Etimología es el origen de los vocablos cuando la fuerza del verbo o del nombre se deduce por su interpretación. Aristóteles la llamó sumbolon (sýmbolon); Cicerón, notación porque puesto un ejemplo, hace evidentes los nombres y los verbos de las cosas; por ejemplo “flumen” (río) se llama así porque se formó de fluere (fluir). (2) A menudo este conocimiento es necesario emplearlo para la interpretación de la palabra. Pues tan pronto como adivinas de dónde procede el nombre, entiendes cuál es su fuerza. En efecto, es más fácil la averiguación de cualquier cosa en cuanto conoces la etimología. Pero no todos los nombres fueron puestos por los antiguos conforme a la naturaleza de las cosas, sino que unos los pusieron a tenor de su capricho, del mismo modo que nosotros a veces damos los nombres a nuestros siervos y posesiones según le apetece a nuestra voluntad. (3) De aquí viene que no se encuentren las etimologías de todos los nombres, porque algunas cosas recibieron los nombres no conforme a la cualidad con la que se formaron, sino según el arbitrio de la voluntad humana. Así hay etimologías de nombres dadas o por la causa, como “reges” (reyes) de “regendo” rigiendo) y de “recte agendo”  (haciendo rectamente); o por el origen, como “homo”  (hombre) porque viene de “humo” (de tierra); o de los contrarios, como de “luere” (lavar) “lutum” (lodo), cuando el lodo no es limpio, y lucus (bosque, derivado de lux, luz), que opaco por la sombra, poco luce. (4) Otros también se han formado por la derivación de los nombres, como de prudencia prudente; y otros de las voces, como de garrulidad garrulo; otros, procedentes de una etimología griega, fueron declinados en latín, como “silva”, “domus”. (5) Otras cosas obtuvieron sus nombres de los de lugares, ciudades o ríos. Y muchas cosas traen sus nombres de las lenguas de distintos pueblos; de ahí que a malas penas se puede adivinar su origen: hay en efecto muchos nombres bárbaros desconocidos para los latinos y los griegos.

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Puede decirse que san Isidoro es fundamentalmente un agustiniano, que va recogiendo materiales dispersos de los restos de la cultura clásica, gracias a su entusiasmo por el saber y por la educación. Su fama se extendió por toda España, después pasó a Francia, y, por obra de los monjes irlandeses, se difundió por toda Europa. En la actualidad se conservan unos mil códices manuscritos de su Etimologías, lo que hace suponer que existieron unos diez mil ejemplares, cifra sorprendente en aquella época.

Mapa que forma parte de una edición

incunable de las Etimologías de San

Isidoro de Sevilla, que fue impresa por primera

vez en 1472.

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SAN BEDA EL VENERABLE: EL MONACATO BRITÁNICO

La función de san Beda (674-735) en la nación inglesa, es análoga a la de san Isidoro de Sevilla, en la España dominada por los visigodos, a la de Casiodoro en la Italia visigoda, a la de san Gregorio de Tours (538-594), en la Galia merovingia, y a la de san Martín de Braga (500-580) que evangelizó y convirtió a los suevos del arrianismo: constituir un sistema del saber por medio de una obra enciclopédica.

San Beda no escribió una enciclopedia completa, pero preparó monografías sobre todas las artes liberales. Su obra De rerum natura es una enciclopedia de las doctrinas de los Padres. Tiene gran importancia histórica, porque fue uno de los modelos de los futuros “sentenciarios” medievales. Su Historia ecclesiastica gentis anglorum es considerada su obra principal. Gracias a sus trabajos, inculcó en el mundo anglosajón el ideal del saber sistemático universal.

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SAN BEDA EL VENERABLE: EL MONACATO BRITÁNICO

La función de san Beda (674-735) en la nación inglesa, es análoga a la de san Isidoro de Sevilla, en la España dominada por los visigodos, a la de Casiodoro en la Italia visigoda, a la de san Gregorio de Tours (538-594), en la Galia merovingia, y a la de san Martín de Braga (500-580) que evangelizó y convirtió a los suevos del arrianismo: constituir un sistema del saber por medio de una obra enciclopédica.

San Beda no escribió una enciclopedia completa, pero preparó monografías sobre todas las artes liberales. Su obra De rerum natura es una enciclopedia de las doctrinas de los Padres. Tiene gran importancia histórica, porque fue uno de los modelos de los futuros “sentenciarios” medievales. Su Historia ecclesiastica gentis anglorum es considerada su obra principal. Gracias a sus trabajos, inculcó en el mundo anglosajón el ideal del saber sistemático universal.