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Demandas de cambio político y económico en los estudiantes universitarios pertenecientes a familias de nivel socioeconómico alto y medio-alto Cátedra: Metodología de la investigación cuantitativa Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Sociología Por Katherine Lara Cristian López Adolfo Maza Docente Jorge Valdebenito Ayudantes Mario Fergnani

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Demandas de cambio político y económico en los estudiantes universitarios pertenecientes a familias de nivel socioeconómico alto y medio-alto

Cátedra: Metodología de la investigación cuantitativa

Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Sociología

Por

Katherine Lara

Cristian López

Adolfo Maza

Docente

Jorge Valdebenito

Ayudantes

Mario Fergnani

Matías Oyarzún.

21 de Noviembre del 2015

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Demandas de cambio político y económico en los estudiantes universitarios pertenecientes a familias de nivel socioeconómico alto y medio-alto

Adolfo Maza Peñ[email protected]

Katherine Lara [email protected]

Cristián López [email protected]

Resumen

La presente investigación explora, desde una perspectiva postpositivista, la intensidad de necesidades de cambio que tienen los estudiantes universitarios pertenecientes a familias de clase alta y media alta (grupos abc1). La problematización parte desde el examen del último Informe de Desarrollo Humano en Chile (PNUD, 2015) y la Séptima Encuesta Nacional de Juventud (INJUV, 2012). En ambos estudios se presencia un vacío con respecto al proceso de politización en la juventud actual, donde los jóvenes de los sectores socioeconómicos señalados son en gran medida invisibilizados. La respuesta tentativa de este estudio sería que tales opiniones se pueden extrapolar a un sector más amplio de jóvenes universitarios de clase alta y clase media alta (grupos abc1). En resumen, tomando el concepto de necesidades de cambio (PNUD, 2013), estos sectores de la juventud presentarían un nivel bajo de necesidades de cambio político y económico. La principal conclusión del estudio es que la hipótesis queda falseada.

Palabras claves: Juventud, Movimiento Estudiantil, Élite.

I. AntecedentesResulta evidente que en el último tiempo en nuestro país, se ha evidenciado un proceso de

politización y (re)activación de los movimientos sociales poniendo este en tensión la legitimidad del modelo político y económico, con un sujeto preponderante: el movimiento estudiantil (Fleet, 2011). Un punto de emergencia de estos procesos han sido las limitaciones de los proyectos estatales y gubernamentales de integrarse a la globalización, la creciente desigualdad, la fuerte concentración del poder en ciertas organizaciones y estructuras, y los variados casos de represión a las organizaciones sociales (PNUD, 2012). Así, las distintas problemáticas activan necesidades de cambio en la ciudadanía, aunque esto no necesariamente significa una transformación radical;

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como decía Gino Germani (1969), las demandas se pueden instalar en el mejoramiento de los niveles de vida y el funcionamiento de las instituciones.

Pero, ¿de qué se habla cuando nos referimos a “demandas de cambio”? Según una publicación del PNUD (2012), hay que referirnos a que una “demanda de cambio” se constituye en una articulación de demandas puestas en escena por la acción de diversos actores sociales, que además entran en conflicto directo o indirecto con el Estado al tener las pretensiones de modificar las cristalizaciones de las relaciones de poder. Para motivos de este trabajo, simplemente se hablará de demandas de reproducción social y calidad de vida, y demandas institucionales. Las racionalidades con las que operan ambos tipos de demanda son distintas: La primera se concibe mediante el cambio de cuestiones prácticas que influyen en la condición de bienestar o calidad de vida; las segundas manifiestan un cuestionamiento de la legitimidad, funcionamiento y eficacia de las instituciones.

Ahora bien, Germani (1969) hace referencia al conflicto entre las clases dirigentes y las demandas sociales. Esto resalta con el último informe del PNUD (2015), donde se encuentra cierta discordancia, una especie de brecha, entre las percepciones y necesidades de cambio que tiene la ciudadanía con respecto a la que expresan las élites.

Ahora, aunque dicho informe expone de manera completa las actitudes y opiniones de la ciudadanía y la elite, no se detiene en un grupo: los jóvenes. Es más, se puede bosquejar una primera problematización que trate acerca de los procesos de politización en los jóvenes chilenos. Si miramos la última encuesta de la INJUV (2013), los únicos datos que producen son acerca de la desconfianza a la democracia1 —donde se exponen según el segmento “joven”, entregando cierta homogeneidad en la opinión de estos— y la identificación política, segmentada por estratos socioeconómicos. Se tiene que recalcar que, primero, no existe en la actualidad una mayoría que porte una identificación política2; segundo: la mayor identificación política la porta los grupos con alto NSE, y se ubican en su mayoría en la derecha del espectro político. Se puede contrastar este último dato con lo levantado por el informe del PNUD (2015), donde el sector de la élite que se representa con la izquierda sería la que se encuentra ligada a la juventud (cercanos a los 25 años).

Algunos otros datos que pueden servir para hacerse un panorama amplio del problema: (1) es la orientación económica de los jóvenes, donde —nuevamente— se toma a la juventud como una entidad única, sin definirla dentro de su heterogeneidad. Se caracteriza a ella como una población guiada por los valores meritocráticos, aunque con tendencias moderadas a la intervención estatal —sin embargo, los enunciados del cuestionario, que hace referencia los indicadores, demasiado simples; por ejemplo: “la competencia es mala, saca lo peor de la gente”—. (2) También se añade que, fuera de la perspectiva política-partidista, las juventudes optan por la participación en organizaciones propias, en su multiplicidad de formas. Existe si otro elemento conflictivo: se agruparía la organización política junto con comunidades deportivas y grupos en redes sociales, mezclando acción política con hobbies; donde los segundos tienen

1 Donde predomina la opción “Ni satisfecho, Ni insatisfecho” con un 41,7%.

2 El 57,7% de los encuestados no tiene una identificación política.

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mayor participación juvenil que los primeros. En resumen a lo revisado en esta encuesta INJUV , habría una tendencia general en los jóvenes de las clases acomodadas de participar en la política institucional-partidista, haciéndose una oposición con los jóvenes de la clase media, en los que existe una actitud predominante hacia el involucramiento político y un giro hacia la politización3. Sin duda, se puede pensar además que las clases medias se han sumado en estas últimas décadas a la educación profesional y la movilidad social (Núñez y Miranda, 2009).

Así, los estudiantes de la nueva clase media pueden estar siendo, de alguna manera, uno de los protagonistas de los cambios actuales en la sociedad Chilena (Fleet, 2011). Con ello, en la universidad se han ido gestando nuevas visiones acerca de alternativas y proyectos contra-hegemónicos, expresados en lo práctico en la proliferación de colectivos de izquierda no ligados a partidos (Rifo, 2013). Sin embargo, también en dichos espacios se encuentran estudiantes de la clase alta, hijos generalmente del empresariado, beneficiados y los protectores del sistema capitalista neoliberal actual (Ruiz y Boccardo, 2015). De tal manera, ¿Qué ocurre con estos grupos universitarios? Como parte de la élite, opinarían igual que ella, por tanto, los datos levantados por el PNUD tendrían total relevancia; no obstante, si se toma en cuenta que gran parte de los jóvenes ABC1 son estudiantes universitarios, ellos igual serían parte, de alguna forma, de los procesos de organización política de las universidades (Figura 1).

Existe la necesidad de detenernos en aquél sector; el principal motivo es que en ninguna de las encuestas revisadas existe una pretensión de indagar en dichos grupos, y lo general ha sido o fijarlos dentro de las élites, o dejarlos al margen, dado que la importancia última se la ha llevado los grupos estudiantiles de las clases medias. Por tanto, ahí se instala nuestra pretensión sociológica, en la voluntad de integrar tal colectividad invisibilizada al análisis coyuntural de la politización de la sociedad civil, suponiendo además, que tal brecha entre intensidades de demandas pueden derivar en situaciones de antagonismo, y por qué no, de violencia entre la misma juventud.

Pasando a la definición del sujeto del estudio, el nivel socio-económico no basta, pues únicamente se puede entender como un indicador o dimensión de un concepto: la clase social. Por tanto no se indagará en el problema de las categorías de clase social, pero si se optará por clasificar al estrato socio-económico alto por medio de un agrupamiento amplio, que se puede entender, de manera ambigua, como clase social. Así, como exponen y argumentan Rasse, Salcedo y Pardo (2009), el estrato 1 está constituido por sectores de élite y la clase media alta; aquí es donde rondan los empresarios, ejecutivos, profesionales y la pequeña burguesía. Siguiendo con los autores, se puede dividir esta categoría en dos subgrupos ligados a características económicas-ocupacionales y culturales. Los primeros, la élite, provienen de colegios privados tradicionales, son propietarios de medios de producción o bienes inmuebles distintos a sus hogares, y por extensión, pueden vivir sin la necesidad de integrarse directamente al mundo del trabajo; los segundos, que serían los grupos medios altos o altos que no son integrantes de la élite, se caracterizan principalmente por ser la capa alta de profesionales y comerciantes.

3 Se toma como referencia la diferencia en el porcentaje de asistencia a marchas, paros y tomas entre grupos ABC1 y C2,

donde este último tendría cierta predominancia por tales formas de acción.

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Volviendo a la noción de estrato socioeconómico alto y medio alto (ABC1), según un informe del AIM (2008), los individuos pertenecientes al primer subgrupo (AB) establecen sus hogares principalmente en Las Condes, Vitacura, Providencia, Lo Barnechea, y de manera excepcional, en otras comunas. Pueden ser propietarios de más de dos autos y sus ocupaciones son las mismas que las dichas en el párrafo anterior, salvo por distinciones semánticas y de términos. Los C1, dentro de Santiago, viven en las mismas comunas de los grupos AB, restando Lo Barnechea, y sumando La Reina, sectores de Ñuñoa y Peñalolén. Tienden a ser profesionales altamente cualificados, varios han realizado estudios de posgrado; también pueden ser ejecutivos, médicos, ingenieros y empresarios. Se suma que en ambos grupos existe la elección de establecimiento educacionales privados primarios y secundarios para sus hijos y tienden a hacer viajes al extranjero.

En definitiva, este proyecto de investigación intentará generar un primer acercamiento a

una juventud pocas veces tomada en cuenta analíticamente, y que generalmente se concibe como un grupo desinteresado o superfluo dentro de sus pares de distintas clases sociales (Holzmann, 2012). De tal forma, se buscará en los datos empíricos producidos la posibilidad de integrar o alejar a este grupo del ideario de una generación que, a simple vista, ha estado imponiendo un cambio social en varias direcciones.

II. Análisis empírico de las necesidades de cambio y sus intensidades relativas

La presente investigación se enmarca en un diseño de corte cuantitativo. Cabe recordar que, según Asún (2006), se habla del método cuantitativo al utilizar estrategias y herramientas con el

Figura 1: Síntesis de antecedentes

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fin de asignarles números a las propiedades de los sujetos, y a través de procedimientos estadísticos, manipular dichos números.

Dicho esto, debemos señalar que el diseño de la investigación es pre-experimental. Primero, no hay una pretensión de generar causalidades entre variables y tampoco existe un control del ambiente por parte de los investigadores. Además de que se produjo una única medición de la realidad social.

El diseño maestral utilizado fue no probabilístico, en razón de que no se puede fundamentar la aleatoriedad de los elementos de la muestra. A la vez, dada la característica del diseño muestral no probabilístico, la elección de los elementos o sujetos a encuestar dependió, en parte, del juicio personal de los investigadores. En este sentido el muestreo fue por cercanía y acceso. El tamaño de la muestra en sí, en nuestra investigación, fue 242 casos, los cuales se dividieron en 141 mujeres y 101 hombres.

Asún (2006) define el objetivo mismo del cuestionario al referir la idea de “medir” variables o conceptos de interés que puedan poseer los sujetos encuestados. En este sentido, la herramienta utilizada para el levantamiento de datos fue, precisamente el de un cuestionario estandarizado, a través de la aplicación de encuesta.

El trato de la variable tiempo fue transversal. Debido a que le cuestionario fue aplicado una sola vez, no se realizó un seguimiento de la muestra. Esto está dado debido a que no se buscó, por ejemplo, observar la evolución de la opinión de los encuestados en un periodo de tiempo, sino que más bien se buscó indagar en las opiniones coyunturales sobre el tema en cuestión que trata nuestra investigación.

La técnica de análisis de los datos utilizado fue la estadística descriptiva. Hablamos de descriptiva en razón de lo señalados por Jiménez (2006) que la describe como la búsqueda de tendencias dentro de los datos obtenidos, o sea, que se busca sintetizar resultados. También, permite la comparación entre variables y un cruce entre variables. En razón de esto, es que se optó por la opción de la estadística descriptiva para el análisis de datos y no por la inferencial.

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III. Necesidades de cambio políticas y económicas

No sería erróneo pensar que en espacio universitario, la reticencia de la Élite —en general— a los cambios económicos y políticos, en oposición al proceso de politización que tiene la ciudadanía, puede hacer pensar que se represente entre los mismos estudiantes. Sin embargo, plantear dicha idea sería pasar por alto los mismos procesos de politización ocurridos dentro de las universidades. Puede resultar ingenuo pensar que los grupos de jóvenes universitarios se encuentran aislados de tal movimiento; que formaran un círculo aparte donde no dejarían franco abierto para el paso del movimiento estudiantil.

La superficialidad del argumento anterior se remarca al presentar el primer gráfico, que visualiza el alto nivel de insatisfacción que tienen las y los jóvenes que componen la muestra. Estos

corresponden únicamente a estudiantes egresados de colegios particulares privados, y solo ellos serían el 88% de la muestra. Dado que este dato es ambiguo, pues pueden ser múltiples los sentidos que pueden contener las respuestas elegidas, al igual que las inferencias posibles solo sirve de antesala a lo que depara posteriormente.

Sin embargo lo dicho anteriormente, hay que hacer notar ciertos puntos relevantes con respecto a este primer gráfico. Puede que las mentes más despiertas se den cuenta que, de alguna manera, los procesos de politización dentro de las universidades estén tocando a un grupo bastante particular de jóvenes universitarios —por lo ya dicho en la sección de antecedentes—. Habiendo establecido este razonamiento inicial, urge ahora verificarlo. ¿De qué manera? No sería extraño, que al encontrar tal punto de insatisfacción, se instalen o simplemente existan necesidades de cambio (con sus respectivas demandas).

Particular privado0%

10%20%30%40%50%60%70%80%90%

100%

79%

9%

88%

Gráfico 1: ¿Cuán satisfecho(a) está usted con el momento actual de Chile? (Solo estudiantes provenientes de colegios particular priva-

dos)

Muy instisfecho/Instisfecho Satisfecho/Muy Satisfecho Total general

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a) Necesidades de cambio político

El correlato de la insatisfacción serían las necesidades de cambios políticos (gráfico 2). Si ya antes se habría remarcado la ruptura entre la élite (PNUD, 2015) y los jóvenes universitarios ABC1, este nueva información viene a radicalizarla. Los jóvenes quieren cambios, estos no moderados, y los quieren ya. La idea de “movimiento estudiantil representantes de la clase media con acceso a la educación superior”, vista en el apartado de los antecedentes, inevitablemente se disuelve. El proceso de politización universitaria puede que tenga incluso un fuerte componente ABC1.

¿No será este factor subyacente el que ha acontecido como victoria para la izquierda dentro

de las federaciones de universidades comúnmente conservadoras? Es altamente probable que así sea. No serían casuales tales fenómenos a la luz de estos datos, aunque, no obstante, no se logra dar cuenta aún de qué tinte político se tiñen tales imperiosas necesidades de cambio político.

Como muestra el último Informe de la Juventud (INJUV, 2012), los jóvenes tienen reticencia a enmarcarse en el espectro político tradicional4. Por tal motivo, no se consultó directamente por posicionamiento político; en vez de eso, se propuso investigar actitudes que pueden señalar el tinte de tales necesidades de cambio. En tal sentido, la opción que se tomó fue utilizar temas contingentes que permiten hacer los nexos entre ubicación ideológica-política y necesidades de cambio político. Este es el caso de demandas de una asamblea constituyente, o de forma amplia, las vías posibles para cambiar la constitución actual.

4 Paradójicamente, como se expresó, en dicha encuesta los jóvenes ABC1 se posicionarían a la derecha de tal espectro.

A corto plazo A mediano plazo A largo plazo No se necesitan cambios0%5%

10%15%20%25%30%35%40%45%50%

0% 0% 0% 1%

7%

18%

3%0%

45%

18%

7%

0%

Gráfico 2: Necesidades de cambios políticos y dimensión temporal

Innecesario Necesario Muy necesario

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En el gráfico 3, la tendencia central sería proceso constituyente, según el número total de casos —como se observa, por universidad resultaría distinto—. Lo más destacable es el valor porcentual de la elección mayoritaria: 51 por ciento de la muestra, es decir, la mitad más uno.

Hay que tener en cuenta que no es inocua tal decisión de los distintos individuos consultados. El proceso constituyente, por lo menos para Chile, se entienden dentro de un contexto de reactivación política, encabezada ya no directamente por partidos políticos, sino por distintos movimientos sociales; La AC (asamblea constituyente) sería una demanda surgida desde lo social, que aunque abrace causes burocráticos, no se concibe en ese estrecho campo (Soto, 2014). El que jóvenes ABC1 tengan la necesidad de modificar la constitución (teniendo presente que su molde original nace en el periodo dictatorial de Augusto Pinochet) ya indica una posición más cercana al progresismo que al conservadurismo. Es más, si la opción mayoritaria es la AC, confirma tal desplazamiento hacia el progresismo (Figura 2).

Se habla de “giro progresista” en base a lo expuesto Delamaza (2011). El investigador expone que los líderes democráticos —la élite democrática— del periodo de la concertación (1990-2009) se han guiado fundamentalmente a gestionar “humanamente” la matriz política

0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

11% 11%7%

2%

7%

24%

1%4%

8%10%

2% 1%3%

6%3%

1%

29%

51%

12%

8%

Gráfico 3: ¿En el caso de los posibles cambios planteados a la consti-tución política del país, ¿qué mecanismo debe usarse para modificar-

la?

P. U. Católica de Chile U. Diego Portales U. Finis TerraeU. Gabriela Mistral Total general

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económica heredada de la dictadura. En términos sencillos, más allá de ser gobiernos de izquierda, sus mandatos fueron bastante moderados, e incluso, conservadores.

Es altamente probable, según lo mostrado a partir de los datos producidos en este breve informe, que suponiendo la idea de que estos estudiantes formen parte, en algún momento, del conjunto de la élite (en su sentido general), su integración a ella produzca un recambio ideológico de textura progresista. En síntesis: Es esperable en un futuro que el recambio generacional de las élites vaya a la par con una reformulación ideológica de las mismas5.

Hay que deshilachar en este momento un elemento anexo: ¿Por qué se habla de progresismo y no de un “giro hacia la izquierda”? Puede resultar que las victorias de la izquierda universitaria en sus propias instituciones de una señal de “izquierdización” de los estudiantes ABC1. Ahora, tal planteamiento sería arriesgado formularlo. En parte, ya es complejo hablar de la misma izquierda; en la actualidad se pueden encontrar un gran número de proyectos de tal tendencia política que ni siquiera se piensan en un avance socialista. Se prefiere en este punto hablar de izquierda en vínculo al socialismo ya clásico, no así de la “pos-izquierda”, aquella que busca un “neoliberalismo de rostro humano” (Zizek, 2011).

5 Esto puede ocurrir si se profundiza la politización ciudadana hacía formalizaciones burocráticas o proyectos igualitarios autónomos. Lo segundo, en los términos de Ranciére (2006), si la política logra generar una ruptura de lo político. No obstante, esto sería un escenario posible, ya que también puede resultar que tal giro progresista sea efecto de una coyuntura histórica contingente.

Intesidad alta de

necesidades de cambio

político

Elección mayoritaria

por una Asamblea

Constituyente

Giro progresista

en los estudiantes

ABC1

Figura 2: Necesidad de cambio y giro progresista

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Al momento de hablar de progresismo hay que caracterizarlo en los códigos propuestos por Garreton (2012). De forma concisa, al progresismo hay que entenderlo como un proyecto de centro-izquierda que toma elementos del populismo y del liberalismo político para la formación de una sociedad que garantice derechos y la justicia social. Aún más resumido: Sería un conjunto de postulados político-ideológicos con los que se intenta transmutar la antigua socialdemocracia que caracterizó el Estado de bienestar del periodo de los socialismos reales. En palabras simples, el progresismo sería el cambio de vehículo de la socialdemocracia: De un automóvil LADA —articular una vía democrática al socialismo— a un Chevrolet producido en el tercer mundo —optar por una radicalización del liberalismo—.

Con esto nos devolvemos al párrafo anterior, ya que progresismo, en grandes rasgos, sería un equivalente al “neoliberalismo de rostro humano”. Es en este punto donde se dará paso a un siguiente análisis: Las necesidades de cambio económico.

b) Necesidades de cambio económicos

Todo el optimismo presenciado en el segmento anterior se agota al momento de generar un examen de lo que ocurre con las necesidades de cambio económico. Los estudiantes ABC1 de la muestra, estacionan su alta intensidad de necesidad de cambios al llegar a la dimensión económica de estas. Si hay que producir una proposición que resuma lo que se expondrá de aquí en adelante esta sería: La intensidad de necesidades de cambio son moderadas con respecto a lo económico, en contraste a lo presentado en lo político.

El hecho de que ahora la tendencia central sea la categoría de “a mediano plazo” automáticamente resalta al “a corto plazo” preponderante en la temporalidad de la aplicación de las demandas producidas por la necesidad de cambios políticos. Es igualmente llamativo que se

pase de un intenso “muy necesario” en la dimensión política, a un frio “necesario” en su contraparte económica. ¿Será este el límite del progresismo de los estudiantes ABC1? Puede

A corto plazo A mediano plazo A largo plazo No se necesitan cambios0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

0% 0% 0%

4%

11%

32%

10%

0%

14%

19%

10%

0%

Gráfico 4: Necesidades de cambio económico y dimensión temporal

Innecesario Necesario Muy necesario

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resultar que sí, pero sería quedar en lo accesorio al detener el análisis en este punto. El problema no son directamente la falta de conciencia de los problemas económicos, ya que la necesidad de cambios sigue presente; el tema ronda en que es el mismo progresismo político-ideológico el que no logra hacerle frente al modelo económico imperante: El neoliberalismo.

Este problema se observa ya en el recambio socialista previsto y propiciado por Lechner (1988) a fines de los ochenta. Si bien intenta adaptar la izquierda a los nuevos tiempos, todo su novedoso planteamiento queda exclusivamente en el campo de la confrontación política. Las contradicciones del nuevo régimen librecambista quedan relegadas a un segundo plano. El pasar de la revolución socialista a la radicalización de la democracia sería similar a cambiar la crítica de la economía política de Marx por la teoría de la acción comunicativa de Habermas. Como remarca Zizek (2008) y Castro (2012), es una jugada que peca de inocente el querer supeditar lo económico a lo político, en razón de controlar los males del neoliberalismo.

Los efectos perversos de la contradicción progresista se hacen palpables en lo cotidiano. Un ejemplo se observa en el gráfico 5. Lo primero que puede comunicar la representación sintética de los datos producidos es la manifiesta similitud entre la elección de dos categorías claves: Regular

el mercado dentro de la educación (tendencia central de la variable presentada) y/o garantizar, por parte del Estado, la gratuidad universal de la educación (propuesta insignia del movimiento estudiantil de los últimos años).

0%10%20%30%40%50%

9%15%

5% 1%

22%12%

0% 1%6%

11%2% 2%5% 8%

0% 0%

43%47%

6% 4%

Gráfico 5: Con respecto a los cambios planteados al sistema edu-cacional en el plano de lo económico, usted piensa que las refor-

mas deben orientarse a…

P. U. Católica de Chile U. Diego Portales U. Finis TerraeU. Gabriela Mistral Total general

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Hay que recalcar que tal indecisión no se debe pensar en término de “falta de conciencia” de los estudiantes ABC1 que componen la muestra. Presentar tal argumento sería incluso pasar por alto una de las bases epistemológicas-ontológicas clásicas de la sociología: La determinación latente del “hecho social”, ajeno generalmente a la conciencia individual. Tales resultados observados deben entenderse en su profundidad. Así, siguiendo el bordado argumental de este informe, una posible explicación a esta estrecha diferencia entre el deseo de regular el mercado y establecer una sociedad de derechos es el dilema del progresismo, en su senda liberal; es ahí donde pierde su consistencia, para dar paso a un intento de “neoliberalismo de rostro humano” —o dicho de otro modo, utilizando una metáfora pop: “mono que se viste de seda, mono queda”—.

Es inevitable generar una crítica al progresismo, más cuando su forma latente aparece hasta en los rincones menos esperados —los estudiantes universitarios de familias de estrato socioeconómico ABC1—. El examen ha esgrimido ya dos aspectos de tal ideología6: (1) uno positivo, que se refiere al giro progresista que se hace visible en los individuos que conforman la muestra; y (2) el tope que tiene el mismo progresismo con la economía neoliberal. Como puede notar el lector, a fin de cuentas el ejercicio analítico ha estado más cercano al segundo principio, antes que el primero. Por esto se hace contingente descentrar el análisis crítico para dirigir una conclusión en el primer recuadro inferencial generado.

Más allá de las propias contradicciones del progresismo, encarnado en los universitarios ABC1, es inevitable pensar el contenido contra-hegemónico que guarda en su seno. Al llevar la lógica de la profundización democrática a un punto de alta carga negativa, es esperable que el antagonismo que cruza lo social —en este preciso momento, la lucha democrática— subvierta la falsa plenitud de su identidad. En precisamente en aquel momento donde se invierta el conflicto democrático-liberal por una politización radical de lo económico, para dar sutura a elementos diferenciales a un agente con pretensiones de universalidad. Todo lo escrito en este párrafo se presenta en la figura 3.

6 Concebir tal concepto en su sentido “neutro”, o sea, como simple creencia que tiene potencialidades políticas (Eagleton, 2005).

Progresismo

Radicalización del liberalismo político

Potencialidad de formación contra-hegemónica

Libre paso al neoliberaislimo

Figura 3: Progresismo y sus contradicciones

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Es de esperar la ruptura del eslabón más débil; una víspera de un acontecimiento sobre determinado. Será que las últimas oleadas de la economía neoliberal han sumergido en un proceso de precarización a los empleados con altos cargo7, o que simplemente la ampliación al acceso a la educación superior —mediante endeudamiento familiar— ha hecho que se inserten fragmentos de realidad en la piel de los universitarios ABC1. Tales preguntas se dejarán arriba de la mesa, esperando que algún interesado las recoja y las responda.

IV. ConclusionesSe estudió de manera exploratoria las intensidades de las necesidades de cambio, tanto en

su dimensión económica y política, en estudiantes universitarios de nivel socioeconómico ABC1. El resultado no fue esperado, en tanto que la hipótesis fue construida para dar cuenta de datos radicalmente distintos a los producidos. La respuesta tentativa queda rechazada (o falseada), ya que se presencian niveles altos de necesidad de cambios políticos y económicos.

No obstante, hay que recalcar los contrastes en las necesidades de índole económica y política. En la segunda se remarca explícitamente una alta intensidad, traducida principalmente por la urgencia de cambios inmediatos o dentro de un corto tiempo. Distinto es con la dimensión económica, donde el posicionamiento de los estudiantes universitarios provenientes de familias de nivel socioeconómico medio-alto y alto tiende a ser moderado (tanto en su temporalidad como en su necesidad).

Se presencia un segundo contraste, ahora con los antecedentes. En primer lugar, los jóvenes de conjunto de la muestra se distinguen sustancialmente de las élites económicas retratadas en la última Encuesta de Desarrollo Humano PNUD 2015. Es la alta intensidad presente en los jóvenes de sus necesidades de cambio lo que rompen los posibles nexos entre ambos grupos. Todo parece indicar un proceso de politización en dicho conjunto de individuos, además de demostrar que tal conglomerado puede estar inserto en el movimiento estudiantil sin mayores problemas.

En lo referente a la misma politización, esta no estaría teñida por el pensamiento anticapitalista. Si bien logra ser de izquierda, estarían en el espectro político más cercano a posturas moderadas socialdemócratas y liberales-progresistas, asumiendo también mezclas entre ambas perspectivas políticas. Al constatarse que las élites democráticas del periodo de la concertación han mantenido un estilo medianamente conservador, tanto en lo político como en lo económico, es esperable que en el momento del recambio generacional de las distintas élites, esta tenga como correlato una transmutación en lo ideológico-político.

La principal contradicción del progresismo es su desvinculación con el ámbito económico, quedando constreñido a ajetreos y luchas políticas. Las implicancias de este discurso político y su débil proyecto se bosquejan en los datos surgidos de la encuesta realizada. Los elementos de la muestra no logran posicionarse de manera mayoritaria por una tendencia, dejando en un paralelo tanto el establecimiento del derecho a la gratuidad en la educación y la simple regulación del mercado en ella. Las significaciones de tal conflicto radican en la tecnificación de lo político y una

7 Con respecto a tales problemáticas: La corrosión del carácter de Richard Sennet (2005).

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despolitización de lo económico. Queda bastante claro que el primer punto es central para los jóvenes de la muestra, pero lo económico aun no encuentra un cuestionamiento real.

La expansión del progresismo dentro de conjuntos de estudiantes de nivel socio-económico medio-alto y alto puede contribuir además a la constitución contrahegemónicas al orden democrático actual, y que en un futuro se subviertan a sí mismas, dando paso a un cuestionamiento no ya solo a lo político, sino que a lo económico.

V. Referencias bibliográficasAsociación Chilena de Empresas de Investigación de Mercado (2008). Grupos Socioeconómicos.

Santiago: AIM.

Asún Inostroza, R. (2006). Construcción de cuestionarios y escalas: El proceso de la producción de

información cuantitativa. En M. Canales Cerón, Metodologías de investigación social:

Introducción a los oficios (págs. 63-114). Santiago: LOM.

Asún Inostroza, R. (2006). Medir la realidad social: El sentido de la metodología cuantitativa. En M.

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