· 2020-04-13 · En el Arca de No entraba de todo. Sin que los animales se pudieran comer porque...
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© Del texto, ilustraciones y personajes: 2016, Luis Pescetti
www.luispescetti.com
© De las ilustraciones: 2016, Pablo Fernández
© De esta edición:
2018, Santillana Infantil y Juvenil, S. L.
Avenida de los Artesanos, 6. 28760 Tres Cantos (Madrid)
Teléfono: 91 744 90 60
ISBN: 978-84-9122-841-7
Depósito legal: M-35.782-2017
Printed in Spain - Impreso en España
Primera edición: mayo de 2018
Directora de la colección:
Maite Malagón
Editora ejecutiva:
Yolanda Caja
Dirección de arte:
José Crespo y Rosa Marín
Proyecto gráfico:
Marisol del Burgo, Rubén Chumillas, Julia Ortega y Álvaro Recuenco
Diseño gráfico: OLIFANT-Valeria Miguel Villar
Cualquier forma de reproducción, distribución,
comunicación pública o transformación de esta obra
solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares,
salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO
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NUESTRO PLANETA,NATACHA
A Vicente
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Quién es quién
Natacha y Pati: juntas forman las Chicas Perla, que
son las mejores amigas del mundo, buenas compañe-
ras, ayudan a los demás sin mirar a quién, menos a
las Chicas Coral (que ahí sí miran). Y por separado
son Natacha, que es muy inquieta, habladora, llena de
ideas, entusiasmo, alegría…, de ideas; y Pati, que es
muy habladora, llena de ideas, alegría, entusiasmo…,
de ideas. Y van a ser amigas para toda la vida infinito.
Pasan juntas todo el tiempo que pueden menos cuando
se hablan por teléfono cada una desde su casa.
Rafles: es un perro muy amistoso, inteligente, y es
responsabilidad de Natacha, que le enseña a leer, le
explica cosas, le deja morder una media o lo saca a pa-
sear a veces. Y lo único, único, que les toca a sus padres
es darle de comer y bañarlo y sacarlo a pasear, nada
más. Y las vacunas. Y sería un perro carísimo, primero
porque no es de una sola raza (que son más baratos al
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ser una sola), sino más tipo mezcla, y, además, Natacha
lo encontró en la calle y por eso salió gratis.
Nico, Fede, Jorge y Rubén: Nico está siempre con la
cabeza en la luna. Fede es «el chico guapo», pero no
está en ese asunto todavía, y no quiere saber nada
de estudiar ni de ningún tipo de esfuerzo, igual que
Rubén. Jorge es más grandote y un poco torpe, pero
solo cuando empuja a los demás o les pega o dice algo
que no tiene sentido; pero se muere por ser aceptado
y formar parte del grupo (tal como ocurre). Opinan
que las chicas son…, y ahí sigue una larga lista, que
tiene sentido o no. Les gusta mucho trabajar en gru-
po, y más: planear aventuras y divagar sobre la vida,
el mundo y sobre «cómo son las chicas» tirados en el
suelo, boca arriba, comiendo quesitos, en grupo…, sin
trabajar.
Leonor, Valeria, Sabrina (y Nati y Pati): son las Chi-
cas Perla, así: completas. A Sabrina, Rubén le parece un
chico mono, igual que a Leonor; Valeria se inclina por
Nicolás y siente que Jorge es un pesado porque a veces
le escribe cartitas; a Pati y a Natacha, al ser tan amigas,
Fede les parece el más guapo. Opinan que los chicos son
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cotillas, irresponsables y se meterían en montones de
problemas o dejarían el planeta sin salvar si no fuera
por ellas, que los ayudan aunque ellos no quieran.
Padres de Natacha: son trabajadores y jóvenes, en
plena etapa de turnarse en «uno trabaja y el otro cuida»,
ahorrar, inventar unas vacaciones. La mamá trabaja
con el ordenador, en casa. No tienen coche, viven en
un apartamento. Les gusta, los domingos por la maña-
na, desayunar todos en la cama, o inventar pequeñas
alegrías como llevar a Nati sobre los hombros, salir a
caminar bajo la lluvia, largas conversaciones, durante
las cuales el tema no permanece siempre igual, igual.
Abu Marta: madre de la mamá de Natacha. Practica
yoga con señoras de su edad y una profesora que ter-
mina la clase con bailes griegos o salsa. Va a un taller
de dibujo y pintura. Ve telenovelas y no le gusta para
nada el ordenador, salvo para las redes sociales. Le en-
canta cuidar a Natacha o a Rafles, sale a pasear con
ellos y Pati, y le cuenta unas historias sobre la familia
que la madre dice que son mentiras y Natacha dice que
son ciertas, porque la madre todavía no había nacido,
así que no puede saberlo. Y son buenísimas.
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Lo que flota, lo que late
Sin antes ni después, ni arriba ni abajo.
Solo silencio.
Sobre un oscuro e infinito fondo flotan puntos de
diferente luminosidad.
Algunos solitarios, alejados, otros agrupados en
nubes de concentración radiante.
Nuestra mirada los atraviesa y, al cruzarlos, abarcamos
sin darnos cuenta miles de años luz entre unos y otros.
Las dimensiones son enormes, difíciles hasta de
imaginar. Podemos verlo y, sin embargo, sin lograr
tomar conciencia de qué es,
qué hay,
qué comprende,
ese silencio que navega ante nuestros ojos.
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Uno de esos pequeños, escondidos y lejanísimos fo-
cos de luz tiene puntos danzando a su alrededor, tan
pequeños que escapan a nuestra observación.
Nos acercamos más y más. Es el Sol, su tamaño es
más de cien veces el de uno de esos puntos que orbi-
tan a su alrededor: un planeta verde y azul, la Tierra.
En esa escala, ese planeta y su delgada lámina de
vida asombran por su combinación de pequeñez y
fortaleza.
No sabemos si es única ni si está destinada a desapa-
recer o a expandirse, pero sentimos que será eterna.
En ese planeta, de océanos gigantescos y monta-
ñas, glaciares, selvas, desiertos y millones de las más
increíbles formas de vida, un grupo de niños hizo los
deberes que, en medio de tanta inmensidad, les man-
dó la profe Greichu.
Ahí comienza nuestra historia.
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Con esto ya está
El Sol está ubicado en el primer lugar de nuestro sis-
tema solar (¡un genio!).
Después llegaron Mercurio y Venus, y, luego, la
Tierra. Pero por más que le haya ido regular hay que
quererla porque es nuestro hogar, no la elegimos no-
sotros.
Ella está llena de seres de todo el planeta.
Los seres humanos quieren cuidarlo, pero los países
del primer mundo no los dejan.
Le echan humo y cuanta porquería se les antoje.
Ellos no sienten amor por los humanos o por los
niños, por ejemplo.
Conclusión:
Por la industria, los supermercados con sus lu-
ces todddas encendidas todddo el día, la basura, el
consumo.
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Si se extingue la humanidad por culpa del calen-
tamiento global u otra causa del primer mundo, si se
extingue toda toda toda la humanidad, ¿quién va a
cuidar a los niños, eh?
Firma: Natacha adorada
Mi papá dice que el calentamiento global es cuando
se le acaba la paciencia.
Jorge
Los de tercero van a salvar a la humanidad, no
como los de quinto.
Rubén
Los niños al estar llenos de amor salvarán a la hu-
manidad, pero…
¿Qué nos van a dar de premio?
Firma: Natacha adorada
Las niñas no salvarán a la humanidad como los
niños, que pueden ser más héroes, pero las niñas, al
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poder ser madres pasada la juventud, no salvaremos
a la humanidad, ¡pero podemos hacer otra nueva! ¡Ja!
Sabrina
En el Arca de Noé entraba de todo. Sin que los
animales se pudieran comer porque había uno solo
de cada especie (a Noé no se le ocurrió subir uno de
repuesto, ¡después nos dicen a los niños!).
Al que se hacía el listo venía Noé y lo reventaba.
¡Los animales se miraban entre sí con unas ganas!
¡Pero ojito! Noé ni a palos se descuidaba. ¡Era más
listo el viejo ese!
Pati
La Tierra es un planeta todo azul, para nada, ¿no?
Leonor
El mito del fin del mundo no es cierto porque si no
qué hacemos escribiendo esta porquería de tarea.
Jorge
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El universo es tan tan tan tan grande que no se puede
abarcar. Fin.
Valeria
Los productos naturales son más sanos porque al
no venir envasados los niños no se cortan con la lata.
Descubrido por Fede
Un atardecer lleno de paisajes nos llena con sus
cantos naturales. En cada nido nace una esperanza
salvadora. Y al lado, otra. Y al lado, otra. Y al lado,
otra. Y al lado, otra, y así.
Firman: Natacha y Pati
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Cierta resistencia
El trabajo propuesto, aparentemente, encuentra cier-
tas resistencias.
—Ya lo hemos hecho, profe, ¡pasemos a otro tema!
(Sabrina).
—Chicos, esas pocas frases que habéis escrito (pro-
fesora: No os hagáis…).
—¡Si nos has dicho que estaban bien! (Rubén).
—Para empezar, Rubén; pero no sé por qué pensáis
que hemos acabado.
—¡¿Y cuánnnnnnnto tiempo más vamos a estar con
esto, profe?! (Jorge de pie, brazos abiertos).
—Chicos, os aviso de que es un trabajo para todo
el añ…
—¡¡¡¿Todo el añooooooooooo…?!!!
Exclaman los chicos al unísono, con ojos abiertos,
incrédulos.
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Algunos se ponen de pie, otros se echan hacia atrás
en sus asientos.
Hay quienes se tiran al suelo fingiendo un desmayo.
Rubén y Fede se agarran la cabeza.
Otros se acuestan, abatidos, sobre sus cuadernos.
Jorge hace gestos fingiendo que vomita.
Otros fingen bostezos.
La profe Greichu mira la escena sintiendo desazón,
y piensa: Esto no va a ser fácil.
En el recreo siguiente.
—Tenemos que hacer una petición (Jorge).
—Eso, recojamos firmas (Fede).
—Yo todavía no tengo una sola firma, hago varias
(Nico).
—Elige una, Nico, no fastidies.
—¿Y si presentamos un certificado médico? (Rubén).
—¡Eso! (Jorge).
—Qué listo (Fede).
—¿Pero que diga qué? (Nico).
—¿Cómo «que diga qué»? (Rubén).
—El certificado, ¿qué va a decir? (Nico).
—¡El médico lo escribe, Nico! (Fede: Claaaaaaro).
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—Las Chicas Coral queremos ayudar a la profesora
(Rosario, cejas levantadas, mira desde arriba a Nata-
cha y sus amigas).
—… (Pati hace como que vomita).
—¡Ay, qué maleducada, Pati! (Analía).
—No os hagáis ahora vosotras las educaditas (Nata-
cha, ojos entrecerrados).
—¡Os da envidia por si sacamos mejor nota! (Rosa-
rio, ojos entrecerrados: rayos).
—Nosotras vamos a hacer un mural que explique el
planeta (Sabrina, ojos entrecerrados: rayos).
—¿Y con eso os creéis que ya está? (Analía, risa falsa).
—Sí, ja, seguro que vosotras vais a escribir dos en-
ciclopedias (Natacha, brazos cruzados).
—La profe dijo que con hacer un mural más ya es-
taba (Pati: Sé que estoy mintiendo, sé que estoy min-
tiendo, sé que estoy mintiendo).
La profesora Graciela encuentra una misteriosa
«nota anónima» en un bolsillo:
Profe, lo del planeta ha molado, pero ya está.
Cambiemos a algo más chulo. Eso es superaburrido.
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Siempre lo mismo, ¿no podéis enseñarnos otra cosa?
¿Por qué no hacéis como en la televisión que siempre
te entretiene con algo diferente? ¡Cómo no se os ha
ocurrido!
Firman: Anónimos
Escena en casa de Rubén:
—Mami, ¿sabes una cosa? La profe quiere que ha-
gamos un trabajo sobre la Tierra ¡que dure todo el
año! (Rubén se agarra la cabeza).
—Ven, que te dé una aspirina.
—¿Para?
—A ti te duele la cabeza.
—No, mami.
—Pero si te has agarrado la cabeza.
—Porque el trabajo va a ser eterno.
—A ver, ven, que te tome la temperatura.
—No tengo fiebre, mamá.
—¿Te has tomado hoy las vitaminas?
—Sí (uy, no).
—¿Seguro?
—Sííííí, mamá (uffff…).
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—Yo no sé…, os agotan en el colegio y luego no
quieren que os pongáis enfermos.
—No estoy enfermo, mamá.