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Albert Einstein, en contestación a la pregunta que en 1937 le hizo el Comité para la Democracia y la Libertad Intelectual, creado en Estados Unidos, ¿cómo puede el científico asegurar la libertad de investigación y la aplicación socialmente útil de los frutos de su labor investigadora?, respondió: «La libertad de investigación y la aplicación socialmente útil de sus resultados dependen de los factores políticos. Por eso los científicos pueden influir no como profesionales, sino como ciudadanos. Por eso también los científicos tienen la obligación de participar activamente en la política, en interés de la libertad de investigación científica». Respuesta que es igualmente válida para relojeros, panaderos, profesores,… y todo aquel que se sienta orgulloso de vivir en la polis”,... todos nosotros, los ciudadanos. Índice: 1. ¿Existen conflictos bélicos justos y aceptables y otros injustos y condenables? 2. La responsabilidad de la Ciencia y de los científicos.

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Albert Einstein, en contestación a la pregunta que en 1937 le hizo el Comité para la Democracia y la Libertad Intelectual, creado en Estados Unidos, ¿cómo puede el científico asegurar la libertad de investigación y la aplicación socialmente útil de los frutos de su labor investigadora?, respondió: «La libertad de investigación y la aplicación socialmente útil de sus resultados dependen de los factores políticos. Por eso los científicos pueden influir no como profesionales, sino como ciudadanos. Por eso también los científicos tienen la obligación de participar activamente en la política, en interés de la libertad de investigación científica». Respuesta que es igualmente válida para relojeros, panaderos, profesores,… y todo aquel que se sienta orgulloso de vivir en la “polis”,... todos nosotros, los ciudadanos.

Índice:1. ¿Existen conflictos bélicos justos y aceptables y otros injustos y condenables?2. La responsabilidad de la Ciencia y de los científicos.3. Ciencia y sociedad. 4. La ciencia en el S.XX, el salto hacia “La Gran Ciencia”.5. Ciencia e ideología en el primer tercio del S.XX.6. Ciencia y pacifismo.7. La Ciencia durante la guerra.8. El imperio alemán de la Química.9. ¿Estamos marchando hacia un totalitarismo científico?10. Epílogo.

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Ciencia y Sociedad1913-2013, en el centenario de la Primera Guerra Mundial

La responsabilidad de la Ciencia

IES Matilde SalvadorDepartamento de Física y Química

Profesor invitado: Jesús Pérez EspinosaCastellón, 14 de enero de 2014

1. ¿Existen conflictos bélicos justos y aceptables y otros injustos y condenables?

La guerra siempre ha generado interrogantes para la filosofía o para la sociología. ¿Existen conflictos bélicos justos y aceptables y otros injustos y condenables? Pero,… por qué existen las guerras. ¿Quizá la guerra como en la Grecia Clásica es un instrumento del orden cósmico, que representaba la medida de las cosas y puede convertir a los hombres dioses o esclavos?, ¿la guerra es un estado permanente del hombre o simplemente una fase de su desarrollo histórico?, ¿es la guerra una cuestión higiénica, producto de la evolución de la especie humana?, ¿es la guerra un mal menor?, ¿la guerra es la continuación de la política por otros medios? O, ¿una guerra es justa cuando sirve al interés nacional? Cualquiera de esos interrogantes debería ruborizarnos como miembros de la especie humana en el comienzo del tercer milenio. Noam Chomsky se refiere a esta la máxima de Tucídides "los poderosos hacen lo que pueden, en tanto los débiles sufren lo que deben", como: “Y eso, no solo es injusto de manera indiscutible, sino que en la presente etapa de la civilización humana, es una amenaza literal a la supervivencia de las especies”.

Las dos guerras mundiales del S.XX y toda una serie de conflictos a lo largo del siglo de extensión controlada y limitada (Guerra Civil Española, Corea, Vietnam, Balcanes, Afganistán, Irak,…) están estrechamente ligadas a la utilización de la ciencia y la tecnología. En las guerras actuales el papel decisivo no lo juegan el número de soldados, sino el uso de nuevas armas. El desenlace de la Primera Guerra Mundial, conflicto conocido como “La Gran Guerra”, mientras no hubo necesidad de numerarlas, se prolongó durante el período de 1914-1918 y se estima que durante su realización hubo al menos 10 millones de muertos en combate. Con las víctimas civiles el número se eleva a 23 millones. Nunca en una guerra había habido tantas muertes de civiles. Mientras que en las Guerras Napoleónicas, entre 1789 y 1815 (26 años) costó la vida de 3,5 a 6,5 millones de europeos. Y en la Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945, si se incluye la guerra chino-japonesa, murieron entre 60 a 73 millones de personas.

2. La responsabilidad de la Ciencia y de los científicos.

La Ciencia no es neutra. No seamos ingenuos. El subjetivismo, llamémosle ideología, está presente siempre en la toma de decisiones. No vale decir que ciencia es una cosa, y otra distinta los científicos. Las sociedades no funcionan así. No hay ciencia sin científicos, que a su vez son ciudadanos con sus humores correspondientes.  Los

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científicos como todo ciudadano tienen su ambición, vanidad y su responsabilidad; son personas, con sus defectos y virtudes. La actividad científica, como cualquier otra, es inseparable del sistema social en la que se practica.

La Ciencia es algo más complejo que una colección de leyes y teorías:

Galileo, Newton, Maxwell-Hertz, Boltzmann, Planck, Einstein, dos veces, ¿a eso se reduce la Física? Stanley Kubrick nos proporciona una escena inolvidable en “2001, una odisea en el espacio”, en la que se ve al Dr. Floyd, enviado por el gobierno USA a Clavius, base USA en la Luna, donde se había detectado una radiación magnética anómala que se dirige a Júpiter. Después de haber esquivado a científicos soviéticos y suecos, negándoles toda información, se reúne con sus compañeros investigadores, con instrucciones secretas del gobierno USA. ¿Debe tener secretos la Ciencia? ¿Es posible conciliar ciencia y democracia? ¿Quién se autoproclama guardián de los secretos de la ciencia?

Y más,… ¿Quién decide qué líneas de investigación se abren y cuales se cierran? ¿Quién decide la política de becas y subvenciones? ¿Quién decide los contenidos del currículo escolar? Llamemos las cosas por su nombre,… ¿Quién manda quemar libros? ¿Quién manda a la hoguera al que critica? No se puede separar la imagen que tenemos de la Ciencia con el entorno y contexto en el que se desenvuelve. La Filosofía en general, y la Ciencia y el Arte en particular, viven dentro de la subjetividad. La ideología marca los pasos de eso que damos en llamar Cultura.

La ciencia clásica intentaba eludir sus responsabilidades ante la sociedad, refugiándose bajo preceptos del estilo de “la ciencia sólo debe comprometerse con sus propios intereses”, “la ciencia es ajena a la política”, “no se puede culpar a la ciencia del empleo indebido que se hace de ella” o “los científicos son tan sólo trabajadores especializados”.

En el pasado se consideraba que la ciencia era un campo del saber completamente desligado de la vida cotidiana. Consistía en entender las leyes de la naturaleza y estas leyes eran inmutables e independientes de las reacciones y las emociones humanas. Esta idea de estudiar la Ciencia dentro de su contexto social y no como un simple conjunto de leyes y teoría, se empezó a desarrollar a mediados del S.XX. Dos autores de izquierdas, incluso con tintes filocomunistas, marcarán tendencia en esta nueva forma de tratar el tema. J. Bernal, Historia Social de la Ciencia, 1951, y T.S. Kuhn, La

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estructura de las revoluciones científicas, 1962, pusieron de manifiesto las conexiones de su estudio sobre la Ciencia con otras disciplinas: psicología, economía, sociología,… hasta llegar a expresiones como "la filosofía de la ciencia sin la historia de la ciencia está vacía", o “la historia de la ciencia sin la filosofía de la ciencia, está ciega", de Lakatos, "History of Science and its rational reconstructions", 1971. Los estudios CTS (ciencia, tecnología y sociedad) constituyen un campo multidisciplinar, en el que su objetivo principal es entender la práctica científica y tecnológica dentro de su contexto histórico (antecedentes y condicionantes sociales) como en sus consecuencias medioambientales y sociales.

John Bernal, Historia Social de la Ciencia, Prefacio 3ª Edición, ya nos advertía: “La humanidad, en unos pocos años, se ha visto afectada más por estos cambios científicos y técnicos, primero en los países industrializados y luego en todo el mundo, que por cualquiera de los cambios ocurridos en la historia anterior”.

3. Ciencia y sociedad.

La Primera Guerra Mundial fue peor que cualquier otra guerra de la historia. Nunca una guerra había costado tantas vidas civiles. Fue una lucha cruel y enconada, donde, como en un inmenso juego de ajedrez, ministros y generales de las potencias beligerantes, en sus suntuosos salones y palacios, distribuyeron sus piezas, no siendo capaces de predecir el futuro, en la creencia que los sufrimientos causados por esta guerra justa, beneficiarían a la humanidad, pues pensaban que ésta habría sido la guerra que terminaría todas las guerras, lo que en nuestros días, eufemísticamente y con cierto sarcasmo, damos en llamar “la madre de todas las guerras”. La guerra terminó con el Tratado de Versalles, 1919, que todos los historiadores juzgan que fue el origen de la Segunda Guerra Mundial. La ciencia a finales del S.XIX y principios del S.XX tuvo un contexto muy concreto, que significó una ruptura con la ciencia tradicional, S.XVII y XVIII:

a. La institucionalización y profesionalización de la ciencia.b. Internacionalización de la Ciencia. c. La profesionalización de los ejércitos y la militarización de la ciencia. d. Se estrechan las relaciones entre ciencia y tecnología.

Veamos:

a. La institucionalización y profesionalización de la ciencia.

En Europa occidental la institucionalización de la ciencia comenzó en los siglos XVI - XVII. La Royal Society de Londres se fundó en 1660, la Academie Róyale de Science en 1666 y la Societas Regia Scientiarum, luego Akademie der Wissenschaften de Berlín, en 1700. A lo largo del S.XVIII la actividad científica había pasado de los círculos cortesanos y palaciegos a estas instituciones, fundadas o protegidas en la mayoría de las ocasiones por los reyes, perdiendo su carácter amateur. La vida científica

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iba creciendo alrededor de las Universidades y sus colaboradores ganaban prestigio social y protección política. Esas instituciones establecieron normas definidas que organizaban y regulaban la vida académica. Ya en el S.XIX, definitivamente, la actividad científica se lleva a cabo en las Academias y Universidades.

b. Internacionalización de la Ciencia.

La Ciencia a diferencia de la Alquimia siempre ha recurrido a las publicaciones científicas. Textos, libros, revistas, congresos, conferencias siempre han sido el resorte que ha movido a la Ciencia. En química, el congreso de Karlshure, Alemania, 1860, las conferencias Solvay, Bruselas, a partir de 1911, en física, dan fe de la internacionalización de la Ciencia. Pero en el plan tecnológico, en la fabricación de bienes y equipos, había un recelo por las patentes y estrategias empresariales, como en la actualidad. Pero con la nueva forma de hacer la guerra en 1914, al mezclarse los científicos con los hombres prácticos, especialistas, por las exigencias militaristas, se creaban nuevas necesidades para la producción de bienes y servicios, que obligaba la creación y formación de nuevos profesionales y técnicos, con lo cual comenzó a interrelacionarse el conocimiento científico académico, que hasta la fecha, concentraba sus esfuerzos en la investigación pura y en la educación. La complejidad de las investigaciones y la necesidad de trasvase de datos ha favorecido la existencia de una comunidad científica internacional.

c. La profesionalización de los ejércitos y la militarización de la ciencia.

Fue en la Primera Guerra Mundial donde se empleó alta tecnología y armas militares de gran poder y eso llevó a la profesionalización de los ejércitos. El papel decisivo de la guerra no lo jugaría el número de soldados, sino el uso de nuevas armas. La muerte llegó en forma brutal con herramientas, armas, nunca vistas antes,… ametralladoras, grandes cañones, lanzallamas, granadas y morteros, ataques aéreos, soldados aplastados bajo orugas y nuevos carros de combate, gases venenosos, aviones y dirigibles, muertos en barcos mercantes y de guerra torpedeados por submarinos en el Atlántico,… Junto con las muertes por hambruna y desolación aparecieron nuevas formas de muerte y estrategias militares antes no conocidas y concebidas: “estabilización de los frentes”, la “guerra de trincheras”, la guerra submarina con el fin del bloqueo de mercancías,… todo ello necesitó que los ejércitos contasen con mecánicos, electricistas, telefonistas, conductores, ingenieros, químicos, enfermeros, médicos… especialistas en las nuevas armas.

Cuando, en 1914, los militares alemanes se dieron cuenta de que la guerra no sería tan rápida como habían previsto, recurrieron a los científicos. A Fritz Haber y a otros químicos (entre ellos Carl Duisberg, uno de los directores de la corporación de tintes Bayer, y Walther Nernst) les pidieron que desarrollaran métodos químicos para utilizar contra las líneas enemigas en el campo de batalla. La denominada militarización de la ciencia fue una consecuencia de las guerras del S.XX. La influencia que las Fuerzas Armadas han desempeñado y desempeñan en la dirección de la investigación científica es muy importante.

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John Bernal, Historia Social de la Ciencia, Tomo 2, pág. 430: “Los dos rasgos más característicos de la investigación y el desarrollo científico del mundo capitalista actual, y particularmente de los Estados Unidos, son la concentración y la militarización. En ningún otro periodo de la historia ha estado tan concentrada la producción industrial y en grado todavía mayor la investigación científica en una parte tan pequeña del mundo, y nunca la proporción de la investigación militar respecto de la civil ha sido tan grande como en la actualidad. Ambas características son consecuencia del desarrollo de la industria controlada por los monopolios.”

Así pues, cuantitativa y cualitativamente la ciencia se enmarca en el mismo contexto en el que se discute sobre la moralidad, o límites morales, de la guerra. La guerra química, las bombas cohetes, la guerra atómica, el radar, los drones,… son ejemplos de la militarización de la ciencia a lo largo del S.XX. El general Leslie Graves impuso una regla de hierro en todas las actividades del proyecto Manhattan: “La compartimentación era, para mí, el mismo corazón de la seguridad. Mi regla era sencilla e imposible de malinterpretar: cada persona debería saber todo lo que necesitaba conocer acerca de su trabajo y nada más. La adhesión a esta regla no sólo proporcionó una medida adecuada de seguridad, sino que mejoró mucho la eficacia general haciendo que la gente se limitase a 1o que tenía que hacer”.

d. Se estrechan las relaciones entre ciencia y tecnología.

A lo largo del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX la visión sobre la ciencia y su posición privilegiada frente a otras formas de conocimiento fue en gran medida algo fuera de toda discusión. Los científicos trataron de proteger su autonomía profesional contra la demanda de tener que producir una ciencia orientada a las aplicaciones técnicas. La idea en el inicio del S.XX era que el científico sirve mejor a la sociedad simplemente haciendo investigación de alta calidad, pero dejando a otros la tarea de pensar cómo puede ser utilizada. En la primera mitad del siglo XIX si bien la relación entre técnica, industria y necesidades prácticas era obvia, en cambio, la relación entre ciencia y tecnología no lo era. Había un límite entre ciencia y tecnología. Pero se plantee como se plantee, con el apogeo del capitalismo (ferrocarril, máquina de vapor, telégrafo), y siguiendo a John Bernal, Historia Social de la Ciencia, “la industrialización, cambió el mundo de una manera tan radical que en términos históricos sólo tiene parangón con la llamada Revolución Neolítica, por la aparición de la agricultura”.

Los principales descubrimientos de científicos de entonces apenas afectaron, de forma directa y a corto plazo, a la vida cotidiana. La luz y la fuerza eléctrica sólo empezaron a utilizarse en las grandes ciudades a finales de siglo. Los creadores de las modernas máquinas-herramientas empezaron todos como operarios manuales y trabajaron con conocimientos geométricos sencillos y a partir de su experiencia práctica hasta alcanzar cierta perfección por repetición de ensayos. Pero se fue formando un nuevo tipo de capacitación profesional en la que el trabajo era fruto de planos y diseños que suponían conocimientos en geometría. No hay una relación directa entre Tesla, Edison, Marconi,

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… con la ciencia académica, la gran síntesis física de Faraday y Maxwell y la gran síntesis biológica de Darwin y Pasteur.

Poco a poco se establece una interacción entre conocimiento científico de base (geometría, álgebra, física, principios de la mecánica, química, biología, etc.) y saber tecnológico (o como se diría más tarde, ciencia aplicada), que habrá superado la etapa del saber técnico/artesanal. Y esa etapa ciencia-educación y tecnología-ingeniería empezará a verse como un proceso de ida y vuelta, y no como dos campos absolutamente separados. El término “científico”, para designar al individuo que trabaja profesionalmente en este campo no aparece hasta finales del S.XIX. Este mismo proceso da lugar a la aparición de estrechas relaciones entre la ingeniería y la ciencia, que se pasarán a llamarse ciencia aplicada.

El proceso de blanqueado y tinte de tejidos dio lugar a la industria química, fundamentalmente en Alemania. La producción de alimentos y la nutrición y el desarrollo de la química agrícola nacen también en la Alemania de mediados del S.XIX (Liebig y otros). A principios del S.XX es cuando empieza a haber una relación estable entre ciencia y vida cotidiana a través de la industria y la tecnología. Se crea una interdependencia creciente entre la ciencia y la tecnología, a través de su incorporación a las actividades industriales y productivas en general. Las actividades científico-tecnológicas tienen una gran trascendencia social por sus efectos sobre el desarrollo económico, las formas de vida, el bienestar social, los valores vigentes en la sociedad, etc.

4. La ciencia en el S.XX, el salto hacia “La Gran Ciencia”.

La investigación científica depende de los recursos económicos públicos y privados y de las subvenciones. Hasta el S.XIX, se trataba de atribuir a un solo individuo un éxito científico, independientemente del trabajo en el que habían contribuido de forma importante numerosas personas. Esta forma de hacer ciencia cambia radicalmente con el nuevo siglo. La ciencia reviste cierta complejidad social, investigadores, planificación y organización que requieren financiación. Constituye un conjunto de acciones que involucran así a un número variado de actores e intereses, que exigen unas amplias relaciones sociales, toma de valores y seguimiento de normas. En el S.XX, la ciencia no tiene sentido, sino a través de sus equipos de investigación.

Actualmente el salto tecnológico experimentado y la aparición de “la Gran Ciencia”, con enormes equipos de especialistas, con sus ingentes inversiones, presión mediática,… el CERN, la Estación Espacial, desarrollo del genoma humano, la biotecnología, internet y la red de comunicaciones,… hace que la ciencia, sus métodos, sus herramientas y su imagen hayan creado intereses y capacidades que afectan a los asuntos nacionales e internacionales.

La ciencia deja su autonomía y se ve condicionada por factores exógenos, que conllevan una tensión entre la libertad creativa y la burocratización. Paulatinamente se va abandonando la visión desinteresada del saber científico por el ideal de Bacon de

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asignar a la ciencia un valor instrumental, utilitario, como instrumento de transformación de la naturaleza.

Como consecuencia de los avances del conocimiento científico y tecnológico, la emergencia de la "Gran Ciencia" y el protagonismo creciente de los gobiernos en el financiamiento y orientación de las actividades de investigación en las sociedades avanzadas (cuyo momento emblemático fue el Proyecto Manhattan, en el que se desarrolló la bomba atómica).

Caminamos hacia una sociedad científica. Los científicos, como asesores de los políticos, podrían decidir algunas formas de regulación, ya sea en la selección de proyectos o en el control y difusión de los resultados, como por ejemplo en el campo de la biogenética y contaminación para reducir los riesgos. La tecnocracia responde a una visión ideológica según la cual la racionalidad científica y tecnológica desplaza a la política, sobre la base de reducir la sociedad y el estado a la condición de sistemas técnicos; esto es, que deben ser configurados y orientados fundamentalmente según los principios y los objetivos propios de la razón científica y técnica, a la que se llega a identificar con la razón política o incluso con la razón en general. Desde este punto de vista, la tecnocracia es una estructura de poder en la cual los poseedores de saber científico y técnico tienden a sustituir a los políticos constituyéndose, paradójicamente, en una suerte de nueva clase política. Veremos esta cuestión con más detalle más adelante, en el punto 9.

5. Ciencia e ideología en el primer tercio del S.XX.

Si vamos a hablar de ideología habría que entender el ambiente que vivía Europa en aquel contexto. Sebastian Haffner, autor ‘Los siete pecados capitales del Imperio Alemán en la Primera Guerra Mundial’, 1964, indaga en los errores cometidos por Alemania que marcaron el origen y el desarrollo de esta devastadora contienda: “Después de la Primera Guerra Mundial hablar de «responsabilidad de la guerra» por parte de los vencedores es falso, es hipócrita. Este tipo de responsabilidad presupone un delito y, por aquel entonces, la guerra no constituía delito alguno. En la Europa de 1914 la guerra era todavía un instrumento legítimo, bastante honorable e incluso glorioso. Tampoco es que fuese en exceso impopular; de hecho, la guerra de 1914 no lo fue en ningún sitio. En el mes de agosto de 1914 se oyeron gritos de júbilo no sólo en Alemania, sino también en Rusia, Francia e Inglaterra. En aquel momento todos los pueblos tuvieron la sensación de que volvía a tocar una guerra, así que recibieron su estallido con un sentimiento de liberación. Sin embargo, la responsable de que hubiese llegado el momento fue Alemania”. Este ambiente se respiraba en los círculos científicos.

El científico alemán Max Born escribía: “En 1914 tuvo lugar un estallido patriótico de entusiasmo en todos los países. En Gotinga lo tuvimos en todo su apogeo: banderas, desfiles y canciones. Las tropas desfilaban por las calles entre las gentes que les lanzaban flores… No puedo negar que durante aquel tiempo me sentí muy en contra de los ingleses, de los franceses y sobre todo de los rusos”.

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El 4 de octubre de 1914, 93 intelectuales alemanes firmaban una declaración: “Llamamiento al mundo civilizado”. Entre los firmantes estaban nombres que aparecen en nuestros textos de física en secundaria: Fritz Haber, Philipp Lenard, Walter Nernst, Wilhelm Ostwald, Max Planck, Wilhelm Roëntgen, Wilhelm Wien. El documento terminaba así: “¡Creednos! Creed que llevaremos el combate hasta el final, como un pueblo cultivado al que la herencia de Goethe, de Beethoven y de Kant es tan sagrada como su hogar y su tierra. Nos hacemos garantes de ello con nuestro nombre y nuestro honor.”

Caricatura que retrata la situación de 1914, se ve a alemanes y austriacos solos contra el resto de las potencias. Italia está en el centro indecisa.

Como réplica, Georg Friedrich Nícolai (alemán, catedrático de Fisiología) y ¡otros tres! científicos alemanes, entre ellos Albert Einstein, firmaban otro documento, “Manifiesto a los europeos”, en el que se decía: «Todo aquel al que le importe algo una cultura mundial común está doblemente comprometido a luchar por el mantenimiento de los principios en que ésta se basa. Y sin embargo, aquellos en quienes habría que haber supuesto tales sentimientos -principalmente los científicos y los artistas hasta el momento han dicho casi exclusivamente cosas que hacen sospechar que han abandonado el deseo de que continúen las relaciones internacionales. Se han expresado con un espíritu hostil; no han hablado en defensa de la paz.»

Einstein, pacifista, exclamaría en 1930: “Si el sagrado egoísmo sin limitaciones tiene graves consecuencias en la vida económica, es aún peor como criterio para las relaciones internacionales. El desarrollo de métodos mecánicos de guerra ha alcanzado tal nivel que si no descubrimos pronto un medio de impedir la guerra, la vida humana resultará insoportable. La importancia de este objetivo sólo es comparable a la ineficacia de los esfuerzos emprendidos para lograrlo”.

Este fuerte enfrentamiento era contestado por los científicos europeos el 3 de noviembre de 1914, un mes después de la publicación del manifiesto de los 93, la Académie des

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Scíences de Francia, declaraba: “La Academia tiene que recordar que las civilizaciones latinas y anglosajonas son las que han producido durante tres siglos la mayor parte de los grandes descubrimientos en las ciencias matemáticas, físicas y naturales, siendo asimismo los autores de las principales invenciones realizadas a lo largo del siglo XIX. La Academia protesta, por consiguiente, contra la pretensión de ligar el futuro intelectual de Europa con el futuro de la ciencia alemana, y contra la afirmación de que la salud de la civilización europea se encuentra enla victoria del militarismo alemán. Solidario de la cultura alemana.” Ahora eran los científicos franceses los que ninguneaban la ciencia germana.

Paul Deschanel, de la Académie Francaíse y presidente de la Cámara de Diputados, escribe el prefacio del libro “Les allemands et la sciencie”, 1916, llega a decir: «la ciencia no es algo universal y humano, sino un servicio del Estado». Ideología en estado puro.

El profesor Emile Picard escribió “L’histoire des sciencies et les prétentions allemandes”, 1916, donde llega a proponer “Se debe esperar que lleguemos a organizar con nuestros aliados y amigos congresos de los que Alemania será excluida, debido a que, por su barbarie, se ha situado fuera de las naciones civilizadas”.

Había muy pocos disidentes ante esta intransigente postura. El profesor Joseph Grasset, de la facultad de medicina de Montpellier, en el texto arriba citado, “Les allemands et la sciencie”, escribe: “Qué se puede reprochar a los sabios alemanes. No sus doctrinas científicas, no sus opiniones públicas, no su amor pos su país, no los errores de su patriotismo ciego… solo tenemos que reprocharles una cosa, el haber mezclado puntos de vista disparatados y el haber expresado sus opiniones de ciudadanos alemanes amparándose en su autoridad de sabios”.

Este ambiente turbio continúo en la posguerra. "La ciencia alemana era tan potente que, aun prescindiendo de estos científicos, seguía siendo impresionante", aclara el profesor Sánchez Ron. En la Conferencia Solvay de 1921 no son invitados los profesores alemanes. En 1922, Paul Langevin dio un golpe de efecto al invitar a Albert Einstein a dictar una conferencia en París, claro está que Einstein tenía nacionalidad suiza desde comienzos de siglo. Fue en la quinta Conferencia Solvay, Bruselas, 1927, en la que la situación de aislamiento de los físicos alemanes no se pudo mantener. La Conferencia, con el nombre de “Electrones y fotones”, con toda normalidad tuvo la presencia de A. Einstein, W. Heisenberg, E. Schroedinger, M. Born, W. Pauli, M. Planck. Únicamente A. Sommerfeld, que había defendido la invasión de Alemania en Bélgica, y ¡Solvay era belga!, fue excluido.

Einstein, pacifista convencido, declara a la Academia Bávara en 1933: “Mis razones para dimitir de la Academia Prusiana, no implican, necesariamente, la ruptura de mis relaciones con la Academia Bávara. Por lo tanto, si deseo que mi nombre sea borrado de la lista de sus miembros es por otras razones. El objetivo fundamental de una Academia es proteger y enriquecer la vida científica de un país. Que yo sepa, sin embargo. Las sociedades eruditas de Alemania han permanecido pasivas y silenciosas

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mientras un gran número de científicos, de estudiosos y de académicos eran privados de su empleo y de sus medios de vida. No quiero pertenecer a una sociedad que se comporta de esta manera, aunque sea bajo presión”.

¿Todavía estás pensando que la Ciencia es neutral? Pero,… después de todos estos hechos,… dónde quedan las famosas digresiones entre Platón y Teeteto intentando definir que es ciencia:

“Teeteto: Ya está formado el palomar. ¿Adónde quiere ir ahora?Sócrates: En la infancia, es preciso considerarlo como vacío y, en lugar de pájaros, imaginarse ciencias. Cuando uno, dueño y poseedor de una ciencia, la ha encerrado en este recinto, puede decirse que la ha cogido y que ha encontrado la cosa, de que es la ciencia, y que esto es saber.”

Esa diferencia entre lo que las cosas son y lo que deberían ser, es lo que llamamos ideología. Y ello,… ¡ha constituido y constituye el mayor aliciente para el desarrollo de la especie,… de la especie humana!

6. Ciencia y pacifismo

La ciencia como un aprendiz de brujo es consciente de su poder,… y por supuesto de su responsabilidad. ¿Son Einstein, Bohr, Oppenheimer,… responsables de apretar el botón rojo en Hiroshima y Nagasaki? ¡No!,… pero se sintieron culpables. Y así lo atestiguan los testimonios que damos a continuación.

Albert Einstein en 1939, a instancias de los físicos Leo Szilard y Paul Wigner, y convencido de la posibilidad de que los alemanes estuvieran en condiciones de fabricar una bomba atómica, se dirigió al presidente Roosevelt instándole a emprender un programa de investigación sobre la energía atómica. Luego de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, se unió a los científicos que buscaban la manera de impedir el uso futuro de la bomba y propuso la formación de un gobierno mundial a partir del embrión constituido por las Naciones Unidas. Pero sus propuestas en pro de que la humanidad evitara las amenazas de destrucción individual y colectiva, formuladas en nombre de una singular amalgama de ciencia, religión y socialismo, recibieron de los políticos un total rechazo. Su frase “si lo hubiera sabido, hubiera preferido ser relojero”, es totalmente significativa.

J. Robert Oppenheimer, director del proyecto Manhattan, 1942, estaba al frente del grupo de científicos que asesoraban a la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos. Se declaró contrario a la fabricación de la bomba H, 1950. Insistió en que debía negociarse con Moscú para poner término a una carrera que, a su juicio, llevaba a la humanidad a su perdición. En el ambiente imperante, el pacifista Oppenheimer se hizo más que sospechoso. En abril de 1952, fue separado de todos sus cargos. Al margen de todos los equipos científicos dedicados a las aplicaciones prácticas de la física nuclear, quedó condenado a vegetar hasta su muerte.

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Linus Pauling tras el desarrollo de las armas nucleares, llegó a cuestionar seriamente los peligros potenciales de la exposición a la radiación asociados a las pruebas nucleares. En enero de 1958 presentó en las Naciones Unidas una petición firmada por 11.021 científicos en contra de los ensayos con armas nucleares. Profesor honorario en 1974 del departamento de química de la Universidad de Stanford en California. Recibió el Premio Nobel de Química en 1954 y el de la Paz en 1962, este último en reconocimiento a sus campañas en contra de los ensayos con armas nucleares y a favor de la paz mundial.

Bertrand Russell en diciembre de 1954 dio una charla radiofónica en la cadena BBC sobre los peligros que supondría para el mundo una guerra nuclear. "El peligro del hombre" obtuvo un gran reconocimiento y a modo de conclusión, ofrecía una serie de alternativas a los oyentes: "No puedo creer que esto vaya a ser el fin. Desearía que los hombres olvidaran sus querellas por un momento y reflexionaran en que, si se permiten sobrevivir, existen todos los motivos para esperar que los triunfos del futuro sobrepasen de manera inconmensurable a los triunfos del pasado. Ante nosotros tenemos, si así lo decidimos, el progreso continuo de la felicidad, el conocimiento y la sabiduría. ¿Preferiremos, en cambio, la muerte porque no podemos olvidar nuestras querellas? Como ser humano, apelo a mis congéneres: recordad vuestra humanidad y olvidad el resto. Si así lo hacéis, el camino hacia un nuevo paraíso estará despejado; de lo contrario, no tendréis delante más que la muerte universal".El éxito de la llamada Declaración Einstein-Russell, apoyada por científicos tan importantes como Max Born, Joliot-Curie, Hideki Yukawa o Linus Pauling, proporcionó al filósofo el impulso necesario para lanzar el Movimiento de Pugwash.Russell se convirtió en el candidato natural a presidir la Campaña por el Desarme Nuclear, fundada en 1958, y su trabajo en ella le condujo al Comité de los Cien, más radical, y le llevó a prisión acusado de desobediencia civil por encabezar una manifestación en Trafalgar Square a la que asistieron más de 20.000 personas. Durante el juicio, Russell pronunció un breve discurso en el que justificaba la manifestación como último recurso: "Tanto el patriotismo como la humanidad nos instaron a buscar alguna manera de salvar a nuestro país y al mundo. Nadie puede desear el exterminio de nuestras familias, amigos, compatriotas y la mayoría del género humano, en una contienda en la que sólo habrá vencidos y ningún vencedor".

Niels Bohr después de la guerra, se convirtió en un apasionado defensor del desarme nuclear. En 1952, Bohr ayudó a crear el Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) en Ginebra, Suiza. En 1955, organizó la primera Conferencia Átomos para la Paz en Ginebra.

7. La Ciencia durante la guerra.

Contra todo pronóstico la vida científica entre 1914 y 1917 no decayó, quizá debido a que los científicos iban cerrando trabajos que habían empezado a abordar en los años anteriores a la guerra.

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La teoría de los cuantos. Max Planck comunica a la Sociedad Física de la Academia de Ciencias de Berlín, 14 de diciembre de 1900, “es posible describir la radiación del cuerpo negro haciendo la suposición de que la materia sólo puede tener estados de energía discretos y no continuos”, E= h v. La constante de Planck (h) describe la cuantización que se produce en las propiedades de las partículas, que sólo toman valores múltiplos de unos valores fijos. Dos años antes J.J. Thomson ya había señalado que la cuantización de la electricidad era posible. Los descubrimientos de Planck fueron el nacimiento de un campo totalmente nuevo de la física, conocido como mecánica cuántica y que constituyen hoy en día los cimientos para la física atómica. La idea era tan atrevida que el mismo Planck tuvo que advertir que se trataba solo de un artificio matemático que facilitaba comprender las leyes de la radiación electromagnética. Más tarde los trabajos de Einstein sobre la interpretación del efecto fotoeléctrico (1905), Bohr sobre la cuantización de las órbitas electrónicas (1913), y Compton sobre la interpretación cuántica de los rayos X (1922), harían que esta ley se convirtiese en una de las bases de la teoría cuántica,… y de la física del S.XX. La teoría de los cuantos supone uno de los saltos intelectuales más grandes dados por la Humanidad: la energía, la masa, la electricidad, el tiempo, la longitud,… ¡todas magnitudes físicas!,… está formado por unas unidades mínimas.

Teoría General de la Relatividad. Albert Einstein se centró entre 1914 y 1916, en el perfeccionamiento de la Teoría General de la Relatividad (no confundir con la Teoría Especial de la Relatividad, 1905), basada en el postulado de que la gravedad no es una fuerza sino un campo de fuerzas creado por la presencia de una masa en el espacio-tiempo. El 2 de diciembre de 1915, Einstein da a conoces Die Grundlage der allgemeinen Relativitätstheorie, que es publicado en Annalen der Physik 49, 769, 1916. Lo que lleva a la Física a romper con la cotidianidad: ¡la luz no viaja en línea recta!, ¡la distancia más corta entre dos puntos no es la línea recta!, y a romper con la geometría euclidiana, que es un caso parcial de la geometría general. Arthur Eddington pudo comprobar experimentalmente la teoría de Einstein al medir el desplazamiento de las estrellas que estaban detrás del Sol tras el eclipse solar del 29 de mayo de 1919. Al día siguiente, The Times lo presentó como el nuevo Newton y su fama internacional creció, forzándole a multiplicar sus conferencias de divulgación por todo el mundo. En 1921 se concede a Einstein el Premio Nobel de Física, no por su revolucionaría T. de la Relatividad, sino por su explicación del Efecto Fotoeléctrico, 1905, teoría de una menor envergadura, pero que sonrojaba menos a la conservadora comunidad científica. La NASA lanzó la misión Gravity Probe B en 2004 para comprobar la teoría de Einstein, obteniendo resultados totalmente acordes en mayo de 2011.

La carga y la masa del electrón: el experimento de la gota de aceite. Robert Millikan publica en American Physicist en junio de 1909 su experimento para medir la carga elemental del electrón. Los resultados definitivos llegaron en 1910 cuando reemplazó las gotas de agua por su experimento con gotas de aceite. Millikan encontró que la carga de la gota nunca era menor de 1,6.10 –19 C, pero que además siempre era un múltiplo de un valor entero de dicho valor. Lo cual significa que la carga esta

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cuantizada. Este experimento se considera como uno de los más elegantes de la historia. Con aparatos relativamente sencillos y con leyes elementales de la Física determina la masa y carga del electrón. Dos de las constantes más importantes de la Física. Recibió el Premio Nobel de Física en 1923. Con este experimento USA se impone como primera potencia militar, económica, tecnológica y cultural (y científica). En 1916 Millikan verificó experimental de la ecuación introducida por Einstein en 1905 para describir el efecto fotoeléctrico y evaluando la constante de Planck, h.

Naturaleza ondulatoria de los rayos X. Max von Laue, en 1911 publicó Das Relativitätsprinzip, dedicado a la exposición de la teoría de la relatividad especial de Einstein. El texto contribuyó decisivamente a la comprensión y difusión de la teoría. En 1912 demostró la naturaleza ondulatoria de los rayos X, al lograr su difracción mediante cristales. Fue Premio Nobel de 1914, “por su descubrimiento de la difracción de rayos X por cristales”.

Mecánica estadística cuántica. Paul Ehrenfest junto con Einstein fue uno de los pioneros en la investigación sobre la necesidad de la cuantización e interpretar la necesidad de la hipótesis cuántica de Planck para describir los experimentos acerca de la radiación del cuerpo negro. Acuñó el término “catástrofe del ultravioleta”, una de las limitaciones de la física clásica. Junto a su esposa Tatiana, publica “Begriffliche Grundlagen der statistischen Auffassung in der Mechanik” (1912) donde se exponía la mecánica estadística en la primera década del siglo XX, y se anticipó al descubrió la estadística de Bose-Einstein. En 1913 interpreta los resultados experimentales sobre el calor específico del hidrógeno, con lo que llega a establecer unas reglas de cuantización. En 1916 formuló el “principio adiabático”, que relaciona la entropía y la estadística, y proporcionaba un método general de cuantización.

Modelo atómico. Niels Bohr en 1913 aceptó, en parte, el modelo de Rutherford, pero le aportó la teoría cuántica de Max Planck, en tres artículos que publicó en el Philosophical Magazine, entre julio y noviembre, donde explicaba como los electrones se ordenaban en las órbitas atómicas. Fue el hecho decisivo para que se tomase en serio la teoría de los cuantos de Planck. Bohr tenía 27 años. En 1914 Rutherford ofrece a Bohr otro puesto en Manchester, pero Dinamarca quiere recuperar al científico, y lo consiguen ofreciéndole una cátedra y fondos para crear su propio instituto de investigación, que en 1918 comienza las obras. En 1922 recibió el Premio Noble de Física «por sus servicios en la investigación de la estructura de los átomos y de la radiación que de ellos emana».

Confirmación experimental del modelo de Bohr. James Franck y Gustav Hertz en abril de 1914 consiguieron un método para crear haces de electrones utilizando vapor de mercurio, descubrieron que cuando se alcanzaban ciertos niveles de energía en el haz, se producía una transferencia casi completa de la energía a los átomos de mercurio, cayendo de forma abrupta la señal de salida del haz de electrones. Franck y Hertz no conocían el modelo teórico de Bohr, presentaron su trabajo realizando una interpretación en base a las teorías aceptadas en la época. En cuanto Bohr se enteró de

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este trabajo, encontró la prueba definitiva de la validez de su modelo. Obtuvieron el premio Nobel en 1925 gracias a este experimento, y con él llegó el empujón definitivo al modelo de Bohr.

El número atómico, Z. Henry Moseley publica The high frequency spectra of the elements, Phil. Mag., 1913. Estudia los espectros de rayos X de los distintos elementos químicos, y observó que las longitudes de onda se hacían menores a medida que se avanzaba en la tabla periódica: "Cuando los elementos se ordenan en orden de sus números atómicos sus propiedades físicas y químicas muestran tendencias periódicas”. La teoría de Bohr (1913) permitió comprender que eso se debía a un efecto de apantallamiento del resto de los electrones, y así explicar el extraordinario avance que dio Moseley a la Física Atómica. Pudo construirse una nueva tabla periódica, ordenando los elementos químicos de acuerdo con su nueva ley, que permitió ordenar las parejas que estaban invertidas según su peso atómico, Te-I, Co-Ni y Ar-K, y asegurar que entre el Ba y el Ta había 16 elementos, los llamados lantánidos. Hasta ese momento, el número atómico de un elemento en la tabla periódica, era un valor semiarbitrario dado por Mendeleiev que estaba relacionado con las propiedades de los elementos y sus masas atómicas. Este nuevo dato característico de cada elemento químico pasó a llamarse número atómico, Z. Murió en la Primera Guerra Mundial, en la batalla de Galípoli, Turquía, 1915. Tenía 27 años. Desde entonces el gobierno inglés durante la segunda guerra mundial y en la actualidad prohíbe el alistamiento de científicos en el ejército en época de guerra.

8. El imperio alemán de la Química.

En la Segunda Revolución Industrial (1850) el Gran Capitalismo maduró definitivamente como sistema económico. El Imperio Alemán rivalizó y sustituyó al de Gran Bretaña como primera nación industrializada de Europa. Basándose en la experiencia inglesa construyó fábricas como las de Gran Bretaña, invirtieron más y mejor y a partir de los últimos descubrimientos tecnológicos, y tras una adecuada aplicación de la ciencia y la investigación pura, consiguieron desarrollar el sector industrial, especialmente en la industria química. El rápido crecimiento de la industria de la química orgánica hacia finales del siglo XIX dio origen a los grandes consorcios tintoreros y farmacéuticos que consiguieron para Alemania el predominio científico en ese campo hasta la Primera Guerra Mundial. Después de la guerra, el sistema alemán fue introducido en todas las naciones industriales del mundo. A finales del siglo XIX, la química, al igual que la física, parecía haber alcanzado un punto en el que no quedaba ningún campo sorprendente por desarrollar. Esta visión cambió completamente con el descubrimiento de la radiactividad.

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Científicos que convirtieron en el S.XIX a Alemania en el imperio de la química.

Friedrich Wöhler (1800 – 1882)Justus von Liebig (1803 –1873)Robert Wilhelm Bunsen (1811 - 1899).August Wilhelm von Hofmann (1818 – 1892),Rudolf Julius Emmanuel Clausius (1822 -1888),Gustav Robert Kirchhoff (1824 -1887).Emil Erlenmeyer (1825 -1909).Friedrich August Kekulé (1829-1896).Adolf von Baeyer (1835 – 1917).Julius Lothar Meyer (1830-1895).Otto Wallach (1847 – 1931)Hermann Emil Fischer (1852 - 1919).Friedrich Wilhelm Ostwald (1853 -1932).Eduard Buchner (1860 – 1917).Alther Hermann Nernst (1864 -1920).Richard Adolf Zsigmondy, (1865 -1929), Fritz Haber (1868-1934) Richard Martin Willstätter (1872 -1942). Karl Bosch (1874 -1940)Adolf Otto Reinhold Windaus (1876 – 1959), Heinrich Otto Wieland (1877 - 1857), Friedrich Bergius (1884 - 1949).

Alemania hasta la 2ª Guerra Mundial acumuló 16 premios Nobel de Química y 12 premios Nobel de Física, muchos de ellos figuran en nuestros textos escolares.

Cuestiones a tratar:

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a. Avances en principios y teorías generales en química.b. Avances en fertilizantes e industria alimenticia.c. La industria de colorantes.d. Investigación en análisis de sustancias.e. Avances en tecnología química.f. Un fármaco muy popular: la aspirina.g. Industria de tensoactivos: los detergentes.h. La síntesis del amoniaco y los abonos nitrogenados.i. La guerra química

a. Avances en principios y teorías generales en química.

Liebig fue uno de los primeros químicos en dar una organización moderna a su laboratorio. En Giessen, fundó un centro de investigación química. Este primer laboratorio de enseñanza tuvo tanto éxito que atrajo a estudiantes de todo el mundo, y entre sus alumnos se encuentran Bunsen, Hofmann, Kekulé y Wurtz. Bunsen inventa y pone a punto un calorímetro de hielo con cual pudo determinar el calor específico de metales y su masa atómica. Kirchhoff trabajo fundamental en lo que se llamó radiación del cuerpo negro, estudio fundamental para el desarrollo de la teoría cuántica. Se dedicó al estudio de la termodinámica y realizó investigaciones sobre la conducción del calor. Clausius trabajo sobre la teoría mecánica del calor y estableció por primera vez las ideas básicas de la Segunda Ley de la termodinámica. En 1865 introdujo el concepto de entropía. Erlenmeyer propuso la teoría de la valencia química. Fue el primero en definir la existencia de enlaces dobles y triples en la química del carbono. Kekulé se centró en la estructura del benceno y estableció que la estructura contiene un anillo de átomos de carbono de seis miembros con enlaces simples y dobles alternados, lo que abrió un nuevo campo para comprender la Química Orgánica. Wallach, recibió El Premio Nobel de Química 1910, ''En reconocimiento por el extraordinario avance que han significado para el campo de la química orgánica y para la industria química sus trabajos acerca de los componentes alicíclicos". Zsigmondy (1865 -1929), recibe el Premio Nobel de Química 1925, ''Por su demostración de la naturaleza heterogénea de las soluciones coloidales, y por el desarrollo de los métodos empleados para ello, básicos para la química coloidal actual". Meyer en 1870 elaborara independientemente de Mendeléiev una la ley periódica de los elementos químicos. Ostwald fundó el Instituto Ostwald, primer instituto dedicado al estudio de la físico-química. Trabajo en el estudio de fenómenos de disociación en las disoluciones de electrolitos. Obtuvo el premio Nobel de Química en 1909, por su trabajo en la catálisis y por sus investigaciones sobre los principios fundamentales que rigen los equilibrios químicos y las velocidades de reacción. Nernst en 1895 fundó el Instituto de Química, Física y Electroquímica en la Universidad de Gotinga. Trabajó en los campos de la electroquímica y termodinámica. Desarrolló el llamado "teorema del calor", según el cual la entropía de una sustancia tiende a anularse cuando su temperatura se aproxima al cero absoluto, y que constituye la Tercera Ley de la Termodinámica. Recibió el premio

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Nobel de Química en 1921, "en reconocimiento por su trabajo en la termoquímica". Wieland recibió el Premio Nobel de Química 1927, "por sus investigaciones sobre de la constitución de los ácidos biliares y de las sustancias relacionadas con él". Windaus consiguió el Premio Nobel de Química 1928, ''por sus investigaciones sobre la constitución de los esteroles y su relación con las vitaminas''

b. Avances en fertilizantes e industria alimenticia.

Justus von Liebig mejoró el análisis orgánico y descubrió el ciclo de alimentación en las plantas a partir del nitrógeno y del dióxido de carbono del aire y de los minerales del suelo. Publicó en 1840, Química orgánica y su aplicación a la agricultura y a la fisiología. Elaboró un extracto de carne que comercialmente tuvo un gran éxito. Friedrich Wöhler consiguió la síntesis de la urea. Esta reacción química tuvo una gran transcendencia, ya que puso fin a la doctrina del vitalismio, en el laboratorio se pudo conseguir artificialmente una sustancia de gran importancia para los seres vivos. Hoy en día El 91% de la urea producida se emplea como fertilizante, se aplica al suelo y provee nitrógeno a la planta. Hermann Emil Fischer fue el primer químico que planteó la fórmula de derivados de la purina, como el ácido úrico, y la cafeína. Richard Martin Willstätter recibió el premio Nobel de Química en 1915 «por sus investigaciones en los pigmentos vegetales, especialmente la clorofila». Eduard Buchner recibió el premio Nobel de Química en 1907 «por sus investigaciones bioquímicas y su descubrimiento de la fermentación fuera de las células». Friedrich Bergius, desarrolló un método de obtención de alimentos hidrocarbonados basado en el tratamiento del serrín con ácido clorhídrico como forraje en las granjas alemanas en épocas de escasez y para alimentar a prisioneros humanos en los campos de concentración nazis. Emil Erlenmeyer junto a Bunsen trabajo en el campo de los fertilizantes. Ostwald en 1900 descubrió un procedimiento de preparación del ácido nítrico por oxidación del amoniaco, facilitando la producción masiva de fertilizantes y explosivos.

c. La industria de colorantes.

August Wilhelm von Hofmann inició estudios sobre el alquitrán de hulla, estableció la naturaleza de la anilina, sustancia básica para la creación de sustancias colorantes para la industria textil, donde Alemania monopolizaría el mercado en el S.XIX, hasta la Gran Guerra. El ejército del Reino Unido tuvo problemas para poder teñir los tejidos con los que se confeccionaban los uniformes de sus soldados durante la guerra del 1914 ya que no podía conseguir los tintes adecuados que antes importaba de Alemania. Adolf von Baeyer ganó el premio Noble de Química en 1905 por el desarrollo de la química orgánica mediante los colorantes químicos. Entre sus muchos logros científicos destacan el descubrimiento de la fenolftaleína, la fluoresceína. Es conocido, sobre todo, por haber conseguido, 1880, la síntesis del añil, también conocido como índigo, y haber determinado su estructura molecular. Friedrich Wilhelm Ostwald elaboró una nueva teoría del color.

d. Investigación en análisis de sustancias.

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Friedrich Wöhler demostró que los productos vitales en los seres vivos se pueden sintetizar en el laboratorio, poniendo fin de esta manera a la teoría vitalista de Jöns Jacob Berzelius, que fue profesor suyo en Estocolmo. Robert Wilhelm Bunsen investigó la relación entre materia y energía radiada por métodos espectroscópicos, lo que dio lugar al descubrimiento de nuevos elementos químicos. Trabajo en el mejoramiento de las pilas, lo que le permite preparar por electrólisis varios metales: aluminio, bario, magnesio, sodio,… Gustav Robert Kirchhoff, junto con Bunsen, inventó el espectroscopio y el método de análisis de sustancias químicas. Emil Erlenmeyer explicación de la estructura de compuestos como la lactosa. Hermann Emil Fischer en sus investigaciones demostró que las proteínas están compuestas por cadenas de aminoácidos y que la acción de las enzimas es específica, efectuando la hidrólisis de las proteínas complejas en aminoácidos. En su trabajo acerca de los glúcidos determinó la estructura molecular de la glucosa y la fructosa y otros 13 azúcares. Recibió el premio Nobel de Química en 1902, «por su trabajo en las síntesis de azúcares y purinas». Richard Martin Willstätter continuó investigando sobre la estructura de los alcaloides, sintetizando varios de ellos. Investigó los mecanismos de las reacciones de las enzimas, llegando a la conclusión de que las enzimas son

sustancias químicas y no organismos biológicos. El Premio Nobel de Química 1915, "Por sus investigaciones sobre los pigmentos de las plantas, especialmente sobre la clorofila". Eduard Buchner sus primeros experimentos serán sobre las células de levadura.

e. Avances en tecnología química.

Baeyer sintetiza resinas que en la actualidad forman la base de muchos plásticos. Kirchhoff trabajo en electricidad estudiando los principios de conservación de la carga y de la energía. Bunsen se interesa por los altos hornos consiguiendo un mejor rendimiento en el reciclaje de los gases y subproductos. Wilbrand fabricó por primera vez TNT en 1863. Fue usado como dinamita. Su potencialidad como explosivo no fue apreciada hasta después de varios años, sobre todo por ser más difícil su detonación en comparación con otros explosivos y por ser menos potente que otras alternativas. Entre sus ventajas, sin embargo, se encontraba la facilidad de licuarlo de forma segura utilizando vapor o agua caliente, pudiendo entonces ser introducido en forma líquida dentro de las vainas de los proyectiles de artillería. El ejército alemán lo adoptó para sus proyectiles de artillería en 1902. Los proyectiles antiblindaje explotaban después de haber penetrado en el interior de los principales buques de guerra británicos. Bergius entre 1912 y 1913 consiguió importantes resultados realizando experiencias de laboratorio tendientes a obtener combustibles líquidos a partir de la hidrogenación del carbón y de aceites pesados. En 1931 recibió el premio Nobel de Química, compartido con Bosch.

f. Un fármaco muy popular: la aspirina.

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El ácido acetilsalicílico (AAS) fue sintetizado por primera vez por el químico francés Charles Gerhardt en 1853, cuyo principio activo está en la corteza de sauce. Pero hasta 1887 el farmacéutico alemán Felix Hoffmann, químico de los laboratorios Bayer, no consiguió sintetizar al ácido acetilsalicílico con gran pureza, con propiedades terapéuticas como analgésico y antiinflamatorio.

En el Tratado de Versalles, en junio del año 1919, Alemania cedió este nombre registrado a Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Rusia.

g. Industria de tensoactivos: los detergentes.

El primer detergente (jabonoso) se fabricó en Alemania en 1906, y consistía en una mezcla de jabón tradicional al que se añadió perborato y silicato sódicos. Se denominó con las primeras letras de cada añadido, Persil. Los jabones y los detergentes facilitan la tarea del agua al conseguir que esta “moje” mejor los tejidos y así poder separar la suciedad de los tejidos e impide que esta se deposite de nuevo.

En 1916, fue desarrollado el primer detergente sintético en Alemania en respuesta a la falta de grasas para hacer jabón debido a la Primera Guerra Mundial. Compañía Henkel fue la primera en fabricar un detergente de origen químico, que se comercializó con el nombre de Nelka. Los detergentes sintéticos son productos de limpieza y de lavado no jabonosos.En la actualidad el uso industrial de detergentes, emulsionantes y tensoactivos constituye una industria de una enorme importancia

h. La síntesis del amoniaco y los abonos nitrogenados.

El nitrógeno es un componente esencial para la vida ya que forma parte, entre otros, de compuestos bioquímicos como las proteínas y los ácidos nucleicos. La asimilación de nitrógeno por las plantas requiere que el nitrógeno se encuentre soluble, capaz de ser absorbido a través de las raíces de las plantas, fundamentalmente en forma de amoniaco y nitratos. Hasta mediados del S.XX la agricultura en Europa se proveía de nitratos naturales, el llamado “guano”, excrementos de aves depositados durante millones de años en algunas regiones de Chile y Perú, y que se exportaba en competencia con los abonos sintéticos que se empezaron a fabricar a partir del amoniaco.

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En 1904, el químico alemán Haber, comenzó a estudiar la reacción entre nitrógeno e hidrógeno gaseosos. En 1908 fue capaz de sintetizar cantidades significativas de amoniaco mezclando nitrógeno e hidrógeno. Como la reacción natural es muy lenta, se acelera con un catalizador de Osmio, hoy en día se utiliza una mezcla especial preparada con hierro, molibdeno y algo de Al2O3. Esta reacción es reversible y los factores, 200 atmósferas de presión y 550ºC de temperatura, aumentan el rendimiento, al desplazar el equilibrio de la reacción hacia los productos (Principio de Le Chatelier), resultando en un rendimiento del 10-20%. El hidrógeno y el nitrógeno que se usan en el proceso Haber deben ser muy puros, para evitar el envenenamiento del catalizador.

N2 + 3 H2 ⇄ 2 NH3 + 22’08 Kcal

el calor generado, también llamado entalpía, y equivale a -92,4 kJ/mol. Como libera calor, la reacción es exotérmica.

En 1909 Haber, después de patentar el proceso, se puso en contacto con BASF para la industrialización del proceso. El encargado del proceso industrial fue Bosch, que en 1899 comenzó a trabajar en la empresa BASF (Badische Anilin und Soda Fabrik), y dirigió la construcción de la planta de Oppau, inaugurada en 1913, que en 1921 una explosión de un silo de nitrato amónico destruyó el 80% de los edificios de la ciudad y mató a 700 personas. Los nitratos son la base de muchos explosivos.

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Bergius investigó con Fritz Haber el equilibrio químico en las relaciones de los gases y juntos realizaron innumerables experiencias para obtener el perfeccionamiento de la síntesis del amoniaco.

La síntesis del amoniaco, permitió la fabricación de fertilizantes nitrogenados artificiales, y posibilitó el desarrollo de una revolución agrícola para un mundo afectado por el hambre. Los fertilizantes que se obtienen son responsables tanto del sustento de más de un tercio de la población mundial, como de numerosos problemas ecológicos, ya que el amoniaco tiene el efecto positivo de la captura de CO2 en selvas y bosques debido a la mayor presencia de nitrógeno en el aire. Gracias a este proceso químico, Alemania pudo sortear con éxito en la 1ª Guerra Mundial el bloqueo de sus suministros de nitratos orgánicos de Chile. Además, el amoniaco se convirtió en el elemento básico para la fabricación de municiones.

La fabricación de los abonos artificiales, que tanta influencia habría de tener en el desarrollo de la agricultura en todo el mundo, permitió que el salitre o guano fuese sustituido por este abono sintético en perjuicio de su principal proveedor, entonces, Chile. En los años ’60 del siglo pasado estas imágenes guardan para mí un alto valor nostálgico.

Haber recibió el premio Nobel de Química en 1918, ''Por lograr la síntesis del amoníaco". En 1931le fue a otorgado a Bosch el premio Nobel de Química, compartido con Bergius, por el descubrimiento y desarrollo del método de síntesis química a alta presión.

i. La guerra química

La guerra química o biológica no fue una novedad en 1914. El general Británico Jeffrey Amherst, 1750, ordena proporcionar mantas infectadas con viruela a las poblaciones nativas durante la rebelión de Pontiac. Francia al igual que Gran Bretaña, las utilizaron a pesar de los convenios de la Haya que las prohibían. Gran Bretaña también utilizó gases a base de cloro contra los alemanes en 1915, pero el viento soplaba hacia atrás en las

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trincheras británicas y consiguieron un 'gaseado amigo'. Se calcula que los gases tóxicos mataron a 100.000 soldados e hirieron a 900.000 en la Gran Guerra. A pesar de ello los gases fueron utilizados masivamente durante la contienda. El primer país en utilizar las armas químicas durante la primera guerra mundial fue Alemania, pero según algunas fuentes antes Francia empleó granadas rellenas de bromuro de xililo en agosto de 1914. Ambos bandos utilizaron varios tipos de gases: gases de cloro líquido y fosgeno, gases vesicantes es decir que irritan la piel, ojos y membranas mucosas y asfixiante mostaza (o gas yperita). Durante la Guerra del Rif, 1921, España hizo uso de agentes químicos para sofocar la rebelión bereber en el Rif.

Desde principios de la guerra el gobierno alemán puso a sus mejores científicos en el diseño de nuevas armas. La guerra química fue una de ellas, Haber y su equipo aislaron el bis(2-cloroetil)sulfuro (C4H8Cl2S), al que se le dio el nombre de gas mostaza, que pertenece al grupo de los gases abrasantes.

Su fórmula química, desvela sus componentes fundamentales el cloro, que es a su vez fundamento de otras armas químicas, y el azufre. Este gas ya era conocido en 1822, pero su potencial como arma no se descubrió hasta 1860.

La batalla de Ypres. Esta batalla inaugura el uso masivo de armas químicas con fines militares. El 22 de abril de 1915, cerca de la ciudad belga de Ypres, Alemania usó contra las tropas enemigas 180 toneladas de clorhídrico asfixiante. Una niebla verdosa y amarillenta cubrió a las tropas aliadas, causado una intoxicación severa al enemigo. Una oleada de gas CLORO deja 5000 soldados muertos y 15.000 fuera de combate. Dos años después, la noche del 12 al 13 de julio de 1917 tuvo lugar la Tercera batalla de Ypres, donde Alemania usó por primera vez el gas mostaza.

El gas causa graves daños en la piel, produce terribles quemaduras, produce intensa irritación, sequedad y ampollas en cualquier mucosa con la que entra en contacto. Cuando se inhala irrita fuertemente las mucosas de la tráquea, los bronquios y los pulmones, produciendo ampollas internas, que sangran, inundando los pulmones de sangre y produciendo un edema que puede matar a la víctima. Los ojos, también, sufren graves daños. En torno a dos mil quinientas personas sufrieron heridas de distinta gravedad, de las que 87 murieron. Por el nombre de la ciudad de Ypres el gas mostaza también se conoce como iperita.

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El uso de gases en la guerra tuvo un efecto limitado, ya que muchas veces su efecto dependía de la dirección del viento y que muy pronto el uso de mascarillas limitó sus efectos. Sus efectos no eran siempre mortales, muchas veces eran sicológicos, ya que inutilizaban a los soldados durante varios días o semanas.

Una enfermera británica describía así los síntomas: “Ojalá la gente que quiere seguir con esta guerra sin importar lo que cueste pudiera ver a los soldados que sufren de envenenamiento por gas mostaza. Grandes ampollas color mostaza, ojos que no ven, cerrados y pegados, siempre luchando por respirar, sus voces un mero susurro, diciendo que sus gargantas se cierran y que saben que van a asfixiarse”.

Tras la 1ª guerra mundial en el Tratado de Versalles de 1919 se prohibió su fabricación y su uso, sin embargo numerosos países seguirán usándolos a lo largo de todo el S.XX violando todas las convenciones internacionales.

En 1919, Haber fue declarado criminal de guerra por su contribución en la fabricación de gases químicos para la guerra. La concesión del Premio Nobel de Química en 1918 fue muy criticada. Su esposa, Clara Immerwahr (1870 -1915), jugó un importante papel en el desarrollo de las armas químicas (especialmente, gases venenosos). Después de la guerra, sometida a la tensión de ser declarado su marido “criminal de guerra”, Clara se disparó en el pecho con la pistola de su esposo. Estaba descontenta con su vida y detestaba el trabajo de su marido en favor del armamento químico.

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9. Estamos marchando hacia un totalitarismo científico.

Si la Ciencia estudia la realidad material, y concluimos que lo que no se puede “ver” o medir, para la Ciencia no existe, lo que llamamos determinismo científico, llegamos a un totalitarismo científico. Más aún, si las ciencias no atienden a la Ética. Sin duda, esto se limitará en un futuro ya que hay una tendencia de pensamiento hacia posiciones holistas de la realidad.

John Bernal, Historia Social de la Ciencia, 1954, Tomo 2, pág. 431, nos lo cuenta: “De un modo u otro, directamente o a través de los organismos del gobierno, la ciencia ha caído en el sector capitalista del mundo, bajo el control de un pequeño número de grandes firmas monopolistas. En los Estados Unidos, las universidades se hallan ya en sus manos; sus representantes forman parte de los organismos gubernamentales, desde donde disponen de los fondos y conceden las subvenciones estatales; pueden hacer o destruir científicos importantes, y su influencia se ha convertido en predominante en las sociedades científicas, que sólo pueden continuar existiendo gracias a sus subvenciones. Solamente la conveniencia de mantener, para los ojos del público bienpensante, la apariencia de la libertad académica y de su propia benevolencia al mantenerla, impide la exhibición abierta de su dominación.”

Pero las relaciones ciencia y poder marcan un panorama distinto, más inquietante, que parece inevitable. El poder, sea estatal o privado, sigue siendo quien, en buena parte, financia la investigación científica. La ciencia moderna es una ciencia al servicio del poder, y los científicos figuran en los presupuestos de investigación y desarrollo de las empresas, que tienen el propósito de satisfacer las demandas del mercado con sus productos, y a su vez, crear nuevas necesidades para imponer nuevos productos. Todo ello refleja, ¿el fin de los valores de la Ilustración y el fracaso del mito del progreso humano?

El dominio de la tecnología sobre el ambiente y la sociedad. Una insalvable y retorcida brecha tecnología entre el lujo y la decadencia. Las implicaciones éticas de la ingeniería genética que prevé crear nuevos seres como meros artículos, ¿serán esclavos? Una sociedad sin guerra y sin pobreza donde todos serán permanentemente felices. Todo a costa de eliminar muchas otras: la diversidad cultural, el arte, la literatura, la religión y la filosofía. Una política de miedo y de extremada exaltación hacia el poder y sus dirigentes, educando a la población a través de una propaganda gubernamental intensiva en valores colectivos donde pensar individualmente sea visto como una traición al mismo poder.

Ante este panorama, los ciudadanos, convertidos en consumidores, ¿tendremos escapatoria? ¡Ojo!, consumidores de información. Tres escalofriantes visiones futuristas formaron parte de las lecturas obligadas de nuestra juventud. Los tres relatos coinciden en describir sociedades altamente tecnificadas y totalitarias. Y, en eso todos coinciden, siempre, en la existencia de una policía omnipresente, al servicio de un poder rígido sobre el individuo, que excluye el pensamiento.

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En nuestros días esas visiones han continuado, como en las películas Matrix (hermanos Wachowski) o Blade Runner (Ridley Scott). En todos los casos se presentan sus visiones distópicas en un tiempo más bien cercano. O,… ¿estamos viviendo ya esos acontecimientos?

Orwell, nos recuerda el doble lenguaje que sirvió de coartada a Joseph Goebbels "Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad", en su texto ‘1984’. “Como respuesta, los tres slogans sobre la blanca fachada del Ministerio de la Verdad, le recordaron que: LA GUERRA ES LA PAZ, LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD, LA IGNORANCIA ES LA FUERZA”.

O la advertencia que nos hace Aldoux Husley en su ‘Un mundo feliz’: “Los más importantes proyectos Manhattan del futuro serán bastas encuestas patrocinadas por los gobiernos sobre lo que los políticos y científicos que intervendrán en ellas llamará “el problema de la felicidad”; en otras palabras, el problema de lograr que la gente ame su servidumbre.”.

Pero,… ¿cuál es nuestra esperanza? Ray Bradbury, ‘Fahrenheit 451’. “No todo está perdido, por supuesto. Todavía estamos a tiempo si evaluamos adecuadamente y por igual a profesores, alumnos y padres, si hacemos de la calidad una responsabilidad compartida, si nos aseguramos de que al cumplir los seis años cualquier niño en cualquier país puede disponer de una biblioteca y aprender casi por osmosis; entonces las cifras de drogados, bandas callejeras, violaciones y asesinatos se reducirán casi a cero.”

10. Epílogo

¿La historia se repite como un infinito bucle que se escapa a todos nuestros malabarismos humanos? El diario de Madrid El Imparcial, a seis columnas daba la noticia:

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Pero,…ese mismo día y a esa misma hora, 28 de junio de 1919, coinciden los historiadores, empieza la Segunda Guerra Mundial. El Tratado de Versalles firmado por las potencias europeas puso fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial. Alemania aceptaría todas las responsabilidades por causar la Gran Guerra y se fijaban indemnizaciones de guerra para las potencias vencedoras. Una paz humillante para Alemania que económicamente condujo a la Gran Depresión, y al nacismo. Y al nacimiento de USA como primera potencia mundial. “Lo que pudo haber sido error de cálculo e incontrolable accidente durante la Primera Guerra Mundial se convirtió en método corriente durante la Segunda.” George Steiner, En el castillo de barba azul, 1971

¿Es posible que las sociedades humanas sean incapaces de estabilidad y que un retorno a la barbarie sea la condición necesaria para la persistencia de la especie? “Quien hoy se pregunta por el futuro del humanitarismo y de los medios de humanización, quiere saber en el fondo si quedan esperanzas de dominar las tendencias actuales que apuntan a la caída en el salvajismo del hombre. Y aquí hay que tomar en consideración el hecho inquietante de que el salvajismo, hoy como siempre, suele aparecer precisamente en los momentos de mayor despliegue de poder, ya sea como tosquedad directamente guerrera e imperial, o como bestialización cotidiana de los seres humanos en los medios de entretenimiento desinhibitorio”. Peter Sloterdijk, Reglas para el Parque Humano, 1999.

Habría que releer cuidadosamente la cita de Albert Einstein que hago al principio, en la portada, en la que se nos invita a reivindicar nuestra condición de ciudadanos, y ser íntegramente exigentes con nuestros representantes políticos.

Bibliografía.

John Bernal, Historia Social de la Ciencia, 1954. Tomo 1, Cap. 1 Introducción, el punto 1.6, Ciencia y Sociedad. Tomo 2, Cap. XIV, Ciencia e historia.José Manuel Sánchez Ron, El poder de la Ciencia, 1992. Cap. 1, La institucionalización de la ciencia alemana. Cap. 5 y 6, ciencia y la Gran Guerra, sobre el debate ideológico entre científicos.