2 MU NOVIEMBRE 2010 - lavaca · comuneros mapuche de esta zona, que forman parte de los 96 presos...

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el periódico de lavaca noviembre 2010 / año 4 / número 40 Valor en kioscos $ 7 En Chile: al sur, con los mapuche y al norte, con los mineros atrapados por las mineras Minas hot line Campaña 2x1: arrancá los volantes que promocionan los antros de explotación sexual y reemplazalos por los que preparamos especialmente con los nombres, teléfonos y direcciones de las empresas mineras que prostituyen al país.

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el periódico de lavacanoviembre 2010 / año 4 / número 40Valor en kioscos $ 7

En Chile: al sur, con los mapuche y al norte, con los mineros atrapados por las mineras

Minas hot lineCampaña 2x1: arrancá los volantes que promocionan los antrosde explotación sexual y reemplazalos por los que preparamosespecialmente con los nombres, teléfonos y direcciones de lasempresas mineras que prostituyen al país.

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Arriba, territorio en disputa. La mapuche Gladys Huenuman, dos hijos en juicio,junto a la belleza del lago Lleu Lleu, el más limpio de Latinoamérica. Las criminali-zación de los mapuche, los ataques que sufren, facilitan el negocio forestal, mate-

ria prima para la pasta de celulosa. También proyectan instalar mineras. Abajo,identidad nacional en fotos, y policías recorriendo las plazas de Concepción. Cual-quier incidente con ellos cae bajo la órbita de la justicia militar.

EL PUEBLO MAPUCHE EN CHILE

PUERTO CHOQUE

En la patagonia chilena el Estado defiende con ley militar los negocios que arrasancon los recursos naturales. Causas armadas y testigos comprados son los mecanis-mos que ya lograron encarcelar a 96 comuneros mapuche. Teléfonos pinchados yoperativos violentos forman parte de la vida cotidiana de quienes se resisten aponerles precio a sus vidas: eso es el territorio para la comunidad más perseguidade Latinoamérica y con la que conversamos en la cárcel y a orillas del lago quehoy es zona de guerra.

Viaje al fin del modelo

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orillas de la belleza del lagoLleu Lleu, el más limpio deSudamérica, pero zona deguerra en una dimensión in-visible por la cual los vecinos

mapuche son juzgados según la Ley Anti-terrorista del aborigen chileno Augusto Pi-nochet, Gladys Huenuman me observa in-trigada cuando le pregunto:

–Supongamos que no les dan la tierra,pero les ofrecen dinero. Mucho dinero.¿Qué harían?

Silencio. En estos lugares se comprende que el

silencio puede ser una experiencia sana-dora. Odio haberlo roto, pero pertenezco auna etnia llamada “argentina”, del clan de“periodistas” cuyo subgrupo nómade–aparentemente en extinción– graba, ano-ta y toma fotos. En el Lleu Lleu, tal hipe-ractividad resulta un tanto excéntrica. Peroquiero registrar, y entender.

Gladys, mamá soltera y abuela de 42años, dos de cuyos hijos son consideradosterroristas por leyes que la nación chilenaobedece desde los tiempos del pinochetis-mo originario, me explica:

-No queremos plata. Queremos la tie-rra. Queremos vivir. La plata se termina.La tierra no: y es nuestra.

El silencio del Lleu Lleu, y el de Gladys,me ponen en mi lugar. La respuesta tuvouna claridad sencilla, y unos alcances mis-teriosos. Quiero registrar y entender. Perotal vez se trate, sobre todo, de sentir.

Estreno: policías vs. terroristas

ara la historia reciente de Chile(Pinochet, Concertación, la gestiónactual de Sebastián Piñera) y para

la mucho más larga aventura mapuche, elsiguiente episodio puede parecer unaanécdota, pero contiene gran parte de lacadena genética del presente: lo pequeño,según los artistas descubrieron antes quelos científicos, porta lo grande. La aldeapinta al mundo. Para colmo, esta aldea sellama Puerto Choque.

En estos días están siendo juzgados 18comuneros mapuche de esta zona, queforman parte de los 96 presos políticosmapuche que hay en el país, según la esti-mación de la Comisión Ética contra la Tor-tura (CECT) que integran Amnistía Inter-nacional y diversos organismos religiososy de derechos humanos de Chile.

21 de los procesados son menores deedad. 57 lo son por la Ley Antiterrorista. 7 son casos de doble procesamiento,clonando los supuestos delitos en laautodenominada justicia militar. Si la acusación marcha sobre ruedas,

Héctor Llaitul Carrillanca quedará libre enla primavera del año 2138, cuando cumpla170 años. Los pedidos de penas a MarcoMillanao Mariñan, Ramón Llanquileo Pil-quiman, José Huenche Reiman, Luis Mena-

res Chanilao, Jonathan Huillical Méndez,Carlos Muñoz Huenuman o Juan Parra Lei-va, por ejemplo, van de 50 a 77 años.

El caso que los tiene en prisión ocurrióen 2008.

Versión policial: un grupo de policías lide-rado por el fiscal Mario Elgueta, destinadoa tiempo completo a temas mapuche (tra-ducción: su única actividad es acusarlos)llegó a la zona del Lleu Lleu para protegera un vecino que denunciaba ser hostigadopor los mapuche de modo “terrorista”.

Las fuerzas del orden, 10 vehículos in-cluyendo carros de asalto y tanquetas, reco-rrían la zona de Puerto Choque, pero se leshizo de noche, y en una curva del caminose toparon con una barricada hecha con ra-mas (tecnología que no ha llegado a la ver-sión 2.0). De las sombras, siempre segúneste relato, salieron encapuchados. No sesabe cómo el pelotón del fiscal captó quelos encapuchados eran mapuche, pero me-nos averigua Dios y perdona, según las cre-encias mitológicas de la minoría judicial.

Los encapuchados dispararon sobre lashuestes policiales (no hay pruebas), y elfiscal Elgueta declaró haber sufrido lesio-nes en su mano izquierda (no habló debalazos, pero ni siquiera hay constanciasde tales “lesiones”). Los encapuchadostambién tiraban piedras (tecnología depunta), una de las cuales rompió un cristalde un móvil policial que provocó que elfiscal fuese herido por “esquirlas” de losvidrios (cosa rara, ya que están hechos pa-ra astillarse sin lastimar cuando se rom-pen, pero tal vez estos vehículos fueron fa-bricados por auto-terroristas). La versiónagrega que algunos policías fueron “grave-mente” heridos.

Conclusión: luego del episodio salierona cazar mapuche, y encarcelaron a variosintegrantes de la Coordinadora AraucoMalleco (CAM) acusándolos de intento dehomicidio frustrado, amenazas, lesiones,un incendio, todo enmarcado en la LeyAntiterrorista de 1984 dictada por la dicta-dura de Augusto Pinochet.

Versión mapuche: las comunidades cerca-nas al Lleu Lleu tienen diversos conflictospor la tierra, pero algunos son por la His-toria. El vecino José Santos Jorquera, porejemplo, dueño del camping Los Casta-ños, era colaborador de la DINA (Direc-ción de Inteligencia Nacional) en tiemposde Pinochet pero, mas aun, su campingfue utilizado por las fuerzas del orden co-mo centro transitorio de detención y tor-mentos a detenidos, cosa que ha sido de-nunciada no sólo por los mapuche sinopor organismos chilenos de derechos hu-manos, y por las propias víctimas allí tor-turadas, chilenas y mapuche (la dictadurano fue excluyente en este rubro). Un ru-mor local indica que allí se sepultaronclandestinamente decenas de cadáveres.Además, el camping sigue funcionandocomo centro de operaciones del GOPE

A(Grupo de Operaciones Policiales Especia-les) en sus denodados combates con losmapuche en la zona.

Por eso le han hecho sucesivos escra-ches (funas) en el camping, y la comuni-dad mapuche se apersonó para aclararle aSantos Jorquera que no lo aprecian en ellugar. Le dijeron cosas como “traidor” yhasta lo insultaron, sin contar las recrimi-naciones por la venta clandestina de alco-hol en la región. El señor Santos Jorqueradenunció ser víctima de “terrorismo”, locual propició el regreso de la policía y elfiscal, que también venía investigando ro-bos de algunos animales (abigeato) y demadera en la zona: más terrorismo.

El abogado de varios de los mapucheacusados, Adolfo Montiel, me explica:“Todo esto podría entenderse si alguienhubiera puesto una bomba como a uste-des les ocurrió en la AMIA, o si se haceestallar un autobús o un avión. Pero aquíse aplica al pueblo mapuche, de maneradiscriminatoria y con atisbos racistas, unalegislación excepcional que restringe lasgarantías constitucionales, el debido pro-ceso, el derecho a la defensa. Hay testigossin rostro, falsos, intercepción de comuni-caciones. Los mapuche nunca mataron anadie, nunca pretendieron atentar contrael Estado”.

Un detalle curioso: las reseñas turísti-cas sobre el Lleu Lleu reconocen el conflic-to mapuche, pero aclaran que jamás huboproblema alguno con los turistas. Conti-núa Montiel: “Y si cometieron algún delitocomún, también es discutible, porque hasido parte del proceso de disputas por re-cuperación de tierras y de su autonomíacultural y social. Pero claro, aquí un poli-cía lo provoca o lo amenaza, usted lo in-sulta, y usted va a la justicia militar. A lavez, los policías que mataron a cuatro ma-puche durante los gobiernos de la Concer-tación también van a la justicia militar;imagine usted la impunidad”.

El informe de la Comisión contra la Tor-tura de este año, publicado por la EditorialQuimantú, además de reseñar casos de de-tenciones ilegales y tormentos, mencionaesos crímenes, producidos en “enfrenta-mientos” extravagantes, ya que los muertosnunca mueren de “frente”, sino acribilladospor la espalda (¿serán espaldamientos?) co-mo ocurrió con Jaime Mendoza Collío (24años) en 2009 y Matías Catrileo (22) en2008. Los policías siguen libres.

Los llamados “testigos sin rostro” susten-tan la acusación contra los mapuche. O sea,testigos desconocidos, de quienes no sepuede confirmar si dicen la verdad, y quesegún reconoció la propia fiscalía, recibenuna serie de beneficios económicos a cam-bio de su declaración. La Comisión Éticacontra la Tortura denunció las ofertas eco-nómicas y presiones para que los testigosdeclaren lo que quieren los fiscales. El co-munero César Parra Leiva denunció al pro-pio fiscal Mario Elgueta (el supuestamenteatacado por los mapuche) por haberlo pre-

sionado y amenazado para que se convir-tiese en testigo sin rostro en contra del ma-puche Héctor Llaitul.

La maniobra es una de las decenas quefueron frustradas y difundidas, aunque nose conoce cuántas fueron exitosas, dejandoa comuneros en prisión, quién sabe hastacuándo, delatados por testigos a sueldo, queni siquiera acuden a los juicios: declaranpor teleconferencia.

Un día en la cárcel

a cárcel El Manzano, en Concep-ción, tiene una especie de jaula te-chada y con paredes de barrotes,

donde pude reunirme con Héctor Llaitulgracias a una serie de gestiones de familia-res y amigos de los detenidos, y ciertas ca-rambolas. Héctor es integrante de la CAM(Coordinadora Arauco Malleco), una de lasmúltiples organizaciones mapuche que hayen Chile. Ya estuvo preso casi tres años porun supuesto incendio “terrorista”, pero re-sultó absuelto en 2008. Esta vez lleva 19 me-ses en prisión, esperando el juicio. La huel-ga de hambre de 82 días le hizo bajar 28 desus 94 kilos. Tiene 42 años, 5 hijos, una com-pañera que lo espera, y una pregunta: “¿Porqué el Estado chileno, que se dice democrá-tico, nos aplica estas leyes y esta violencia?Porque necesitan aplacar todo un movi-miento importante por los derechos territo-riales y políticos. Y por la autonomía”.

Llaitul reconoce que los mapuche vivenmetidos en un problema: “Es que al pre-tender la tierra, quedamos automática-mente enfrentados con el proceso de trans-nacionalización de la economía. Tenemosa las empresas forestales, las centrales hi-droeléctricas, mineras, rutas. Bien variado”.

Pasan unos gendarmes corriendo conpalos, rumbo al interior del penal. Llaitulmurmura: “Sigamos conversando” y enu-mera: “Tenemos una desventaja estratégi-ca, porque nuestro reclamo va en contra delo que quieren el Estado, los grupos econó-micos, el gobierno, la oposición, la prensa,la justicia, la policía... todo”. Ante el pano-rama, agrega: “Somos un pueblo duro, gol-peado, pero tenemos memoria de lucha.Creemos que se puede trabajar desde lomenos, desde lo poco. En la cárcel no tení-amos nada y pusimos nuestros cuerpos”.

Para Llaitul el fondo del problema tieneuna descripción sencilla: “Hay una confron-tación entre el pueblo mapuche y el Estadochileno. Ellos defienden a las empresas, unestilo de dominación. Y nosotros defende-mos los espacios mínimos de comunidad”.

¿Cómo ve a la sociedad chilena? “Disper-sa, desarticulada, y es el país con el peormovimiento social y político de AméricaLatina, por la misma situación: hay una dic-tadura prácticamente perfecta del mercado”.Diferencias hacia la izquierda: “La nuestraes una lucha con aspectos culturales, políti-cos, religiosos. No estamos en el marco deun concepto de clase. Somos un pueblo”.

Cárcel El Manzano, de Concepción, donde hay ocho de los 96 presos políticos mapuche.Uno es Héctor Llaitul, juzgado en estos días junto a otros 17 mapuche, según la Ley Anti-terrorista. En la cárcel nos dijo: “De la territorialidad reivindicada hace dos siglos, vivi-

mos en menos de un 5%. Con mucha dificultad podríamos recuperar un porcentaje pa-ra seguir siendo pueblo. El Estado chileno defiende empresas. Los mapuche defende-mos espacios de comunidad”.

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Ese pueblo tiene casi un millón de personasque se autorreconocen como mapuche. Yen el sur hay 250.000 comuneros mapuche,tratando de vivir.

¿Qué es la autonomía que reclaman?“De la territorialidad reivindicada hace dossiglos, vivimos en menos de un 5 %. El res-to fue despojado. La realidad es que conmucha dificultad podríamos recuperar unporcentaje básico para seguir siendo pue-blo. No vamos a recuperar el total. Hay ciu-dades, administración del Estado. Entoncesno somos tan fundamentalistas. No es todonuestro. Somos una minoría en términospoblacionales, tenemos poca tierra, enton-ces hay situaciones que hacen inviableplantear una territorialidad absoluta”. Sinembargo, dice: “Vamos a seguir buscandola tierra y la autonomía”.

En ese espacio entre lo perdido y lo de-seado, entre lo violado y lo reclamado, pa-rece jugarse el presente, de modo violentopor parte del Estado y el mercado. La opi-nión de Héctor –uno va aprendiendo–, esparte del flujo muchas veces contradictorioy hasta mutuamente hostil que hay en eluniverso mapuche, que incluye toda unadiversidad de ideas, organizaciones, debatesy silencios. Algunos pueden verlo como de-bilidad (no hay unidad), otros como fuerza(no hay un poder concentrado con el cualnegociar o al cual someter). Los españoles,especialistas en decapitar caciques paraconquistar pueblos, lo aprendieron hace al-gunos siglos: con los mapuche no pudieron,y tuvieron que reconocerles la autonomíaterritorial Así es la historia que les permitiósobrevivir. Tal vez así sea su futuro.

Chiquitos

ladys, en Puerto Choque, me convi-da el pan más rico que he comidoen mucho tiempo. Su familia forma

parte de la comunidad Venancio Ñeguey.Su hijo Juan, 26 años, estuvo detenido, serájuzgado, pero lo excarcelaron por una her-nia en la espalda que le impide caminarnormalmente: “Aquí plantamos papa, trigo,porotos, hay dos vaquitas, unas gallinas. Te-nemos una hectárea. ¿Qué hacemos en

una hectárea tres familias? Allí (señala todolo que lo rodea) está lleno de forestales, co-mo 10.000 hectáreas. Se quedaron con to-do, engañando a los mapuche, por una mi-seria de plata. El Estado chileno nos culpapor atentado al fiscal, por robos, pero es to-do falso”, dice Juan, que vive con su madre,con su mujer Carmen y sus hijos Alonso (2años) y la sonriente Linkan (1). Para Juanpiden dos años de condena. Carlos, su her-mano preso, afronta 50 años de prisión.Gladys: “La situación en Chile es muy opri-mida. Por los carabineros, la policía de in-vestigación, el Estado. Nos quitan nuestracultura, nos persiguen. Nos hacen montaje”dice, en referencia al “armado” de causasjudiciales. “Fumigan, contaminan el agua, yla están secando. Sin vida no hay agua.Aquí va a durar muy poco”. El pozo de sucasa se está secando, rodeado de pinos yeucaliptos. “Iré a buscar el agua al LleuLleu”. Caminamos juntos esos 800 metros,con varias cuestas. “Pero se puede beber elagua del lago” cuenta Gladys.

Anuncia una minera en la zona. “Buscanescandio. Es un millonario famoso que sellama Leonardo Farkas”. Se trata de un em-presario farandulizado y teñido de rubio queganó fama con gestos como regalarle 10.000dólares a cada uno de los 33 mineros rescata-dos en la mina de Copiapó. Gladys: “Cadaaño la familia es más grande, y estamos que-dando más chiquitos. Por eso reclamamos latierra. No queremos plata, queremos vivir.Lo peor aquí es la opresión. Lo mejor es quese puede caminar tranquilo, respirar aire pu-ro. Nuestra vida”. Miramos el Lleu Lleu. Y vi-ceversa. Linkan ríe.

Intermedio Avatar

uando iba en el ómnibus hacia elsur mapuche, pasaron Avatar, la pe-lícula de James Cameron. Narra la

historia de un pueblo originario que vive encontacto con la naturaleza, con autonomíaen su estilo de vida y su cultura, que es ata-cado por fuerzas militares aliadas a empre-sarios, que buscan destruirlos junto a subosque y su medio ambiente. Las etnias ur-banas que sean capaces de disfrutar y com-

vehículos, rompieron los pocos muebles dela casa. El lugar quedó sitiado policialmentepor varios meses durante los cuales el jo-ven debió vivir en la clandestinidad. Fue fi-nalmente detenido. Su compañera me ofre-ce pan y manteca casera. Sus niñosduermen. Ella sonríe, y siento que irradiaalgo sorprendente: confianza: “¡Pasamostantas cosas! Esto también lo pasaremos”.

Duermo en el piso, para irme al día si-guiente. Ley mapuche: hay que mirar atráspara poder volver algún día. Las palabrasestán confundidas. Los mapuche son acu-sados como terroristas, pero es al revés:son objeto de la versión actualizada del te-rrorismo de Estado.

Generación M

atividad Llanquileo forma parte deuna nueva generación mapuche.Tiene 26 años; abandonór por un

tiempo la carrera de Derecho, para dedicar-se a ser una de las voceras de los mapuchepresos: “El Estado chileno responde a intere-ses económicos muy poderosos de las fores-tales, mineras, hidroeléctricas, que estándentro de las tierras mapuche. Hay que sermuy inocente para pensar que van a legislara favor nuestro”. Para Nati la huelga dehambre permitió algo: “Que se vea el pro-blema. Chile entero tuvo que hablar de esto.No hubo indiferencia, como pasa siempre, y

Elena Varela es documentalista. Reali-zó el film Newen Mapuche, y terminópresa por eso mismo, acusada de aso-ciación ilícita y de asaltar bancos. Un detenido denunció que recibiópresiones del fiscal Servando Pérezpara inculparla. Elena mezcló prisióny reclusión domiciliaria, y recibió apo-yos internacionales, entre los querescata el de DOCA (DocumentalistasArgentinos), cuyo ciclo presentará Ne-wen Mapuche durante noviembre enel cine Gaumont.

Natividad Llanquileo pertenece a una nueva generación mapuche, estudia Derechoy es vocera de los presos políticos de Concepción. “La huelga de hambre sirvió paraque se vea y discuta el problema mapuche, que choca con intereses muy fuertes”.

En el centro, con un vecino, el joven Juan Huenuman, excarcelado por un problemade salud: “No queremos plata, queremos la tierra”. A la derecha Alejandra Aguilary la abogada Victoria Fariña: en democracia, ya hubo 400 mapuche procesados.

Presa por filmar

prender Avatar (y reconocer la justicia de loque defienden en Pandora esos azules abo-rígenes Na’vi), pueden entender perfecta-mente a los mapuche y el significado de pa-labras como “resistencia”. No es en 3 D, sinoen 4, porque lo mapuche integra especial-mente la dimensión del tiempo. Una duda,lanzada al cosmos: ¿lo único que puede ha-cerse es mirar películas?

Clandestino

aliendo del Lleu Lleu, ocurre un im-previsto. En la ruta, a 10 kilómetrosde la comunidad, perdimos el co-

lectivo a Cañete. Se vino la noche. Alejan-dra, guía de la recorrida, me prohíbe inten-tar hacer dedo. “Nunca se sabe a qué autouno sube”. Hay que caminar rumbo a unacasa a unos kilómetros, pero en absoluta os-curidad y por el campo. No hay luna.Aprendo a valorar la luz de las estrellas.Además, no hay que hacer ruido. Lo que es-tamos intentando evitar es a los carabineroso al GOPE. Silencio, oscuridad y caminata.“Lo peor es quedarse quieto”. Sin embargo,en un momento debo quedarme a esperaren un lugar, solo, con orden de no iluminar-me con el celular, ni hacer llamada alguna(ya me habían aclarado, como lo más natu-ral del mundo, que nuestros teléfonos yconversaciones con mapuche y allegados,desde que estoy en Chile, están seguramen-te intervenidos). Espero en la oscuridad.Media hora. Llueve un poco. No sé dóndeestoy, ni cómo podría retomar el camino re-corrido. Me vienen a buscar. Caminar mo-jado por el barro no es de tribus urbanas.Llegamos a una casa que casi no veo, tancerrada es la noche. Alguien abre la puertaa oscuras, y recién cuando vuelve a cerrarlaenciende la luz. Veo la sonrisa de una jo-ven, lo cual facilita el tardío regreso del al-ma a mi cuerpo. Estamos lejos de la casa deGladys, pero junto al Lleu Lleu. La joven tie-ne 24 años, 3 hijos, la mayor de 5 años. Otrahistoria. En 2009 los carabineros allanaronesta casita de madera donde ella y su pare-ja estaban con una amiga y los niños, pe-lando pescados para el almuerzo. Un poli-cía disfrazado de mapuche sacó un armalarga y comenzó a disparar. El joven se lan-zó al agua helada. Los policías aguantaronpocas brazadas y volvieron a la orilla en es-tado de hipotermia mientras el mapuchecruzaba el lago. La represalia fue insultar ala mujer y a los niños: “Chinas, culiás (cule-adas), mapuches de mierda, putas, mara-cas”. La Comisión contra la Tortura detallaque además los policías exhibieron sus ge-nitales, como la menor de las vejacionesque intentaron cometer. Además amenaza-ron de muerte a las mujeres y a los niños. Elmapuche se les escapó al menos dos vecesmás; empezaba a convertirse en leyenda.En un posterior allanamiento llegaron 30

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muchas comunidades mapuche que ni co-nocíamos apoyaron y se acercaron a sushermanos”. Tres ejemplos: la escritora IsabelAllende recordó la deuda pendiente de Chi-le con los mapuche. Un genio de 96 años, elpoeta Nicanor Parra, llamó a desmilitarizar(o despolicializar) las tierras mapuche. Los33 mineros mientras esperaban a 700 me-tros bajo tierra, emitieron un comunicado(un papelito en realidad) de solidaridad conlos huelguistas, dato ocultado por la prensaoficial y privada.

Natividad: “Tenemos una juventud másdespierta, dispuesta a defender sus derechospolíticos, territoriales, culturales. Hay unarecuperación del idioma, del reconocimien-to de ser mapuche. Hay grupos de rock, hiphop. No nos sentimos chilenos. Respeto alchileno, tengo amigos, pero ellos tambiénaprenden a respetarnos”. Una hipótesis casiantropológica: “El sistema te habla de la pla-ta, la propiedad privada, te llena la cabeza.Nosotros estamos en otra cosa. Un sistemade economía distinto, y una cultura que novamos a vender. Queremos vivir como ma-puche. Sólo eso”. Tres dimensiones mapu-che podrían ser: autonomía, territorio, tiem-po. Con memoria de 500 años de violencia,y sonrisa de 26, Natividad menciona lacuarta dimensión: “No pedimos clemencia.Pedimos justicia”.

Planeta Chile

l gobierno de Salvador Allende in-tentó la reforma agraria, la vía pací-fica al socialismo, la nacionaliza-

ción de los recursos naturales y la econo-mía, una relación diferente con los mapu-che, hasta que en 1973 llegaron los militarescon Augusto Pinochet a poner las cosas enorden. Entre otros hallazgos, la dictadura in-tentó legislar la inexistencia de los indígenascomo tales. Cuando Pinochet dejó de serpresentable y útil, los sectores económicosinternos y externos facilitaron el regreso dela democracia, que simbolizó una nueva de-cepción para los mapuche. En Santiago, Ma-rio Ramos, ex militante, ex exiliado en Ar-gentina (Rosario) y Europa, y uno de losmotores de la editorial Quimantú, abre laconversación a una cuestión más general:“La clase empresarial chilena es inteligente,hermética, capaz, y autoritaria. Han ido co-pando todos los espacios al pueblo chileno.Y salvo excepciones como los pingüinos (losestudiantes secundarios que hace tres añosganaron las calles) y algunas huelgas mine-ras, no se ha logrado cuestionar al sector do-minante: el Estado, la clase política y la em-presarial. Tuvimos 20 años de Concertación,supuestamente progresista, que en realidadfueron de adormecimiento de los movi-mientos sociales”.

La herencia de Pinochet en términos desistema político y económico, fue alimen-tada, criada, corregida y aumentada por laConcertación, según Mario. “Además, fue-ron los más intransigentes, los más duros,para no parecer débiles o izquierdistas. Al-guien de derecha como Piñera, como notiene que demostrar nada, ha aceptado eldiálogo con los mapuche. La Concerta-ción, incluida Michelle Bachelet, jamás losrecibió ni los escuchó”.

El abogado Adolfo Montiel. A falta de pruebas, corren las “ofertas” desde elPoder Judicial para que aparezcan “testigos sin rostro” (protegidos) que de-claran por teleconferencia. A la derecha, Francisco, mapuche y estudiante.

El Estado transmite además la sensa-ción de estar ante un peligro. Los datos delo que podría llamarse “control social” so-bre la población pueden percibirse por elaumento de un 78% de las cámaras de se-guridad callejeras, que en Santiago ya sonmás de 400. O la propia presencia poli-cial permanente en la calle (con caballe-ría y tanques); la imposibilidad de reali-zar actos o marchas sin solicitar antesautorización a los gobiernos locales y lapolicía; el maltrato permanente a los quese manifiestan aun con esos permisos, yuna curiosidad: planean que los futurosdocumentos de identidad tengan un GPSque permita el seguimiento de cada per-sona. “Las escuchas telefónicas son lega-les” agrega Alejandra.

Durante la Concertación hubo 400procesados mapuche, y el Diario Uno pu-blicó una lista de 70 muertos –no sólo in-dígenas– por fuerzas represivas desde quePinochet dejó el poder. El propio sistemainstitucional se transformó en una demo-cracia restringida y autoritaria donde has-ta la representatividad es ilusoria. Ade-más de concentrarse en un bipartidismo ala chilena, la participación es decrecienteincluso en lo electoral. Para votar hay queinscribirse previamente. Los inscriptos en-tre 18 y 34 años, bajaron a la mitad entre2000 y 2008. De cada 100 jóvenes entre18 y 24 años, sólo votan 7. La participa-ción más baja se da entre las mujeres ylos sectores más pobres (estadísticamente,los D y E). Mario: “Millones de jóvenesdescreen de los políticos, ni se inscribenpara votar. El problema es: se vota a can-didatos, pero en lo cotidiano la toma dedecisiones la hace la clase política ence-rrada en sus oficinas”.

Cualquier debate de este tipo siemprequedó en segundo plano frente al éxitodel modelo económico chileno, que bajola teoría del “derrame” o “chorreo”, plan-teó la necesidad de enriquecer a los secto-res más altos, cuyas ganancias se derrama-rían sobre el resto de la sociedad. El temafuncionó durante década y media. Los po-bres bajaron del 38 por ciento de la pobla-ción en 1990, al 13,7 en 2006. Y los indi-gentes del 12,8 al 3,2 por ciento.

Pero esas mejoras que aparecen como es-pectaculares, empezaron a revertirse en losúltimos años. Desde 2006 el porcentaje depobres creció del 13,7 al 15,2, y el de indigen-tes del 3,2 al 3,7. Unas 500.000 personas fue-ron así derramadas del mapa de la prosperi-dad. Pero eso ocurrió pese al crecimientoeconómico de más del 6 por ciento, conChina comprando el cobre salvador a pre-cios cada vez mejores. Traducción: no creceel país, sino el sector empresario, vendiendorecursos naturales como siempre. Se reduceel “derrame” y se confirma que Chile es laeconomía más concentrada –más “monopó-lica” si se quiere– de Sudamérica, mientrastodos los macronúmeros se diluyen con el

incremento de la pobreza que ni siquiera semitiga con los planes sociales. Crecen el em-pleo en las diferentes policías, y la construc-ción de cárceles privadas (10 en los últimosaños, duplicando la capacidad existente).Otro número importante del modelo es quese trata del país con la mayor proporción depresos en relación a su población.

Es apenas un pantallazo parcial. Faltaríahablar de las dificultades de los jóvenes paraestudiar (“las escuelas son malísimas, dete-rioradas, profesores mal pagos, pésima edu-cación” enumera Mario Ramos, cuya edito-rial publicó además el libro De actoressecundarios a estudiantes protagonistas sobrela rebeliones estudiantiles de los últimosaños). Toda la universidad es paga. Lo míni-mo, 300 dólares mensuales. El Estado prestael dinero a los estudiantes, que deben devol-verlo con intereses al terminar su carrera. Ca-da año de estudio puede costar entre 3.000 y7.000 dólares, según la carrera y la universi-dad. Y deberá reintegrarse esa suma multi-plicada por los años de estudio. Y comer, te-ner techo y otras rarezas. Del otro lado, losautos nuevos, los edificios, la tendencia a un“desarrollo” que incrementa la desigualdad.

Futuro abierto

Por qué pasan estas cosas en Chi-le, por qué esa especie de resigna-ción incluso en la generación que

alguna vez se planteó una vida diferente?Elena Varela, documentalista que pasó dosaños presa por filmar a los mapuche, medice: “Hay una máquina de la mentira, re-lacionada con la imagen, con la venta deproductos para que te inventes un mundo.Actúan sobre tu conciencia. Con la políti-ca pasa lo mismo”. De tantas charlas, vanquedando al menos dos explicaciones téc-nicas para esa resignación: el miedo, y elmercado. Cierto pinochetismo post mor-tem, derramado por izquierda y por dere-cha: las ventajas de la docilidad, de nomoverse.

“Pero muchas cosas están cambiando”anuncia Mario. “En un pueblo sin calidadde vida, en buena parte marginado, hayuna lucha entre el conservadurismo delmodelo, y esta frustración de tantos años.Los jóvenes, los pingüinos, los trabajado-res, los vecinos que se organizan por ladefensa del medio ambiente en distintoslugares, radios populares, centros comu-nitarios, nuevas expresiones culturales,los talleres de educación popular, algoaparece siempre. Y los mapuche”. Luego,en la zona minera del norte chileno, al-guien me dirá que hay que aprender amirar cuáles son las expresiones portado-ras de futuro. No sé si puedo racionalizar-lo, pero siento que es verdad. En cual-quier caso, esta historia merece unapalabra que no sea una conclusión, sinouna apertura: continuará. E

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En la foto superior, cordilleras de desperdicios químicos (relave) en las afueras deCopiapó. En Huasco, las marchas contra Barrick y Pascua Lama: cochecitos, barbijosy organización. En Caimanes hay huelga de hambre contra la contaminación del

agua (arsénico y plomo), y contra la sordera estatal y empresaria. Otro reclamobusca impedir la construcción de la termoeléctrica Castilla, la mayor y más conta-minante de Sudamérica: un desastre ambiental, a cambio de apenas 270 empleos.

COPIAPÓ, EL DISTRITO MINERO Y UNO DE LOS MÁS POBRES DE CHILE

La audiencia global quedó atrapada por la historia del rescate de los 33 mineros. Aho-ra, la mina dejó cesantes a los 328 que quedaron en la superficie, en una ciudad consu río desaparecido y rodeada de montañas de desechos contaminantes. Cerca, lapoderosa Barrick Gold sigue explotando Pascua Lama, que perfora la cordillera hastael lado argentino. Las protestas vecinales contra la contaminación también sacuden acomunidades que resisten el modelo extractivo con rap y huelgas de hambre.

El desierto mineroCOPIAPÓ

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Los iracundos

a mezcla es indicio de vida. Rape-ros, mineros, estudiantes, cianuro,amas de casa, maldiciones: todo

empezó a revolverse cuando los universi-tarios invitaron a varios artistas a una to-cata (concierto) de apoyo a los minerosdespedidos. “Fue muy lindo -dice Juaco-Hubo rap, punk, rock y uno de los mine-ros también cantó boleros de su época”.Fue el propio Mario Salazar, noches antesde recibir las bolsas de comida: “CantéAmada amante, de Roberto Carlos, y te-mas de Los Iracundos como Venite volan-do. Me sentí muy bien con los jóvenes.Volvimos a estar juntos los viejos y los ni-ños”, y agrega como si se tratase de otracanción añeja: “Obreros y estudiantes”.

Copiapó es una ciudad bella y hospita-laria, con puentes que cruzan sobre el ríodel mismo nombre que en realidad noexiste: los puentes van de una orilla a otrade un lecho de tierra. El río fluyó hasta ha-ce unos 15 años y desapareció cuando laminera Candelaria duplicó la extracciónde cobre. Hoy corre todavía subterránea-mente y se asoma cuando puede, lejos,serpenteando montañas y mineras.

Javier Castillo es presidente de la pro-vincia de Copiapó de la CUT (CentralÚnica de Trabajadores) y dirigente en lapropia minera San Esteban: “En este siste-ma hay que ir aprendiendo a hacer de to-do, sin nada” reflexiona al buscarme gen-tilmente en la estación de ómnibus de laciudad. “Estamos viviendo una dictaduraempresarial. Ellos mandan, son omnipo-tentes, unilaterales, y del Presidente de laRepública para abajo nadie los puedeobligar a nada. Sólo San Esteban (la em-presa que manejaba la mina San José) tie-ne 7 trabajadores muertos. Ninguno de losresponsables tiene ni un minuto de cárcel,y todo sigue tan normal como siempre”.

Los responsables de la empresa, Marce-lo Kemeny y Alejandro Bohn, habían reci-bido premios en la Cena Anual de la So-ciedad de Minería en 2004 (ese añomurieron dos trabajadores en sus minas)por su trayectoria y aporte al sector. El pre-mio lo entregó Hernán Hochschild, cuyaplanta de procesamiento Sali Hochschild(ya inactiva) ha dejado montañas de dese-chos químicos artificiales (relave) a cincocuadras del centro. La cifra es de al menos8 millones de toneladas de desperdiciosquímicos, que vuelan cuando hay vientoy drenan al suelo y al agua, todo junto alCopiapó. El paisaje es lisérgico: la costane-ra de un río que no existe, y montañas ar-tificiales hechas de basura química.

Premios y otras fugas

Qué pasaría si todos los años hu-biera una situación como la de lamina San José, pero donde las 33

personas, en lugar de salvarse, muriesen?En términos de vidas, eso es lo que haocurrido en 2010.

El Servicio Nacional de Geología y Mi-nería (Sernageomin) relevó 31 muertes enlas minas durante los primeros 10 mesesde 2010, cifra que ascendió al mágico nú-mero de 33, el 8 de noviembre también enCopiapó, mina Los Reyes, donde una ex-plosión mató a Daniel Lazcano (24 años),y Homero Aguirre (40), y dejó un herido(Marcelo Silva, 21, perdió un ojo). Y toda-vía falta para fin de año. El concesionariode la mina Los Reyes, el mexicano Ger-mán Zayas Bazán, encaró el caso con deci-sión: huyó de Chile. Se cobijó en otro paíscon síndrome minero, llamado Argentina.

Los autodenominados medios perio-dísticos chilenos e internacionales han ha-blado hasta la saturación de los rescata-dos, pero casi nada de los 33 muertos. Lacifra no es casualidad. El Sernageomincontabilizó 373 mineros muertos en la últi-ma década, lo cual supera el promedio deuna San José anual.

El estudiante Juaco Morales proponeuna precisión en las palabras: “La prensahabla de ‘accidentes’. Pero son crímenes,

i nací en Chile, nací maldito. Lo dice Iván Herrera, 25

años, El Máquina, uno de losintegrantes de Broder Pobla,grupo de hip hop de Copia-

pó, la zona en el desierto de Atacama don-de se encuentra la mina San José, propie-dad de la empresa San Esteban, donde el4 de agosto 33 mineros quedaron entram-pados a 700 metros bajo tierra durante 70días.

Broder es hermano, en inglés chileniza-do. Pobla es la villa, el barrio marginaldonde Broder Pobla canta, grafitea, hacetalleres y organiza grupos de chicos quebuscan escaparle, veloces como un rap, ala pasta base, el racismo, la violencia, lapobreza y otras maldiciones que no sonexclusividad chilena.

Los 33 mineros fueron rescatados en unmegaevento global que tuvo a las audien-cias de todo el mundo pendientes del po-zo y del esmalte dental del presidente Se-bastián Piñera. Ellos y sus 328 compañerosde trabajo quedaron obviamente cesantesal cerrarse la mina. Los 33 pudieron cobrarpor las entrevistas, viajar a Europa, ser tra-tados como héroes. Se organizó una misaen una carpa. Los 33 (que ya son como unlogo) agradecieron religiosamente seguirvivos, pero sus compañeros quedaronafuera de la carpa, según los hábitos ac-tuales sobre inclusión y exclusión.

Los de afuera dibujaron carteles a ma-no denunciando los 70 días sin trabajo,sin cobrar los sueldos ni la indemnización(llamada finiquito). Dos inolvidables:

“Atrapados en la superficie”. “¿Y a nosotros quién nos saca del

hoyo?”Rosa Cuello, esposa de uno de los mi-

neros, fue una de las autoras. Como el pre-sidente chileno anda por el mundo mos-trando el papelito que anunciaba “los 33estamos bien”, primera señal en la super-ficie de que los mineros estaban vivos, Ro-sa preparó otro mensaje: “Piñera; los 328estamos mal, paséate con este cuadrito”. ARosa le chispean los ojos tras los lentes:“Borraron la palabra ‘Piñera’ cuando lo pa-saron por televisión”.

Fideos por cianuro

a mujer me contó esa historia du-rante un evento chocante: los 328mineros despedidos recibieron por

única vez una bolsa de comida del munici-pio de Copiapó, ya que no les pagan y si-guen sin trabajo. Los mineros hacen cola.Del otro lado de un escritorio donde de-ben firmar conformes, están las bolsas.Mario Salazar, 58 años, empleado de la mi-nera durante los últimos 15 años, no estáconforme. Me muestra las manos, y dice:“Yo puedo trabajar. Esto es humillante”.

Los 33 fueron tratados oficial y mediáti-camente como héroes: “Pero no son héro-es, son víctimas”, replica Juan Carlos Mo-rales, Juaco, 23 años, estudiante deDerecho y presidente de la Federación deEstudiantes de la Universidad de Atacama(FEUDA), que luego me muestra las fotosque tomó de las movilizaciones y denun-cias en el Valle de Huasco contra la minaPascua Lama, montada sobre Los Andescon una pata del lado chileno y otra dellado argentino, bajo el comando de la os-cura Barrick Gold, cuyas prácticas de re-ventar montañas, usar cianuro y destruirglaciares, se enmarcan bajo un curioso es-logan: “Minería responsable”.

Las bolsas para los mineros no fueronfinanciadas por las empresas, sino por elmunicipio de Copiapó. Cada minero reci-bió por única vez: 4 kilos de azúcar, 11 pa-quetes de fideos, 3 de arroz, masa para tor-tilla mexicana, 3 latas pequeñas de frijolesfritos, 3 litros de leche larga vida y 3 rollosde papel confort (higiénico). Como los pa-quetes de 4 rollos no alcanzaban para to-dos los trabajadores, tuvieron que sacarun rollo de cada pack para completar laentrega. ¿Cuál será la interpretación últi-ma de esta falla en el asistencialismo depapel higiénico?

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Arriba, cartel empresario en las mineras. Abajo, la realidad. En muletas, GinoCortés: un derrumbe le amputó la pierna en la mina San José, 33 días antesdel “accidente” que dejó a sus compañeros bajo tierra. Todos fueron despedi-dos: cola esperando recibir (por única vez) bolsas de alimentos y papel higié-nico. El sindicalista minero de la CUT Javier Castillo, fue de los que tuvo quearmar los bolsones. Abajo, Horacio, Mario y Enrique en la planta cerrada.

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porque se podían haber evitado, pero na-die hace nada para seguir adelante y sacarganancias”. Esto lo confirman cotizacionesde mercado que surgen de un trabajo delos periodistas chilenos Pablo Obregón yCarla Gardella:

En 2002 el precio del cobre por libra,era de 0.8 centavo de dólar. Y hubo 28muertos en las minas. En 2007 el precio subió a 3.2 dólares. Lapresión para extraer más mineral, apro-vechar el precio internacional y maxi-mizar ganancias, provocó ese año 40muertes.

Cosas que pasan, negrito

avier Castillo, el sindicalista mine-ro, me invita con un elemento no-table en Atacama, el desierto más

seco del mundo: un vaso de agua. “La in-justicia es de siempre. En 1907 mataron amás de 2.000 obreros en huelga”. Se tratade la matanza de Santa María de Iquique.Los obreros salitreros venían reclamandoaumentos de sus salarios miserables. Lashuestes del ejército (a cargo del generalRoberto Silva Renard, instruido por el mi-nistro del Interior Rafael Sotomayor Gae-te) solucionaron el entredicho acribillan-do a los trabajadores y a sus familias:hombres, mujeres y niños que estaban enla plaza de Iquique y en la escuela SantaMaría. La estadística oscila entre 2.200 y3.600 asesinados. La falta de precisión fuefacilitada por el silenciamiento del hechodurante décadas. La historia sirve comoreferencia de lo que han sido capacesciertas lógicas dominantes. Javier Castilloactualiza: “Nunca el gobierno de la Con-certación ni las mineras atendieron los re-clamos”. En los últimos años murieronVíctor Castillo, intoxicado con gases, lue-go Pedro González Rojas: “Yo mismo, co-mo mecánico en perforación, estaba allípero no pude salvarlo”. En 2006 la caídade un planchón mató a Fernando Contre-ras, 31 años: “Recién había sido padre. Enel funeral, viene un gerente, me palmea yme dice: ‘son cosas que pasan, negrito’.Con ese derrumbe, la mina fue clausura-da”. En 2007 murió Manuel Villagrán enSan José. Ayudante de geólogo, 26 años,se iba a casar un mes más tarde: “Reventóuna caja, como le decimos a la pared dela mina”.

Javier habla de los casos que vio demodo directo. Y cuenta que si los trabaja-dores de la empresa San Esteban y los fa-miliares de los 33 no hubieran presionado,el rescate más célebre del siglo no se hu-biera consumado. “El gobierno casi habíadesistido. Fuimos una masa de 2.000 tra-bajadores y familiares a instalarnos juntoa la mina para garantizar que los siguieranbuscando, porque sabíamos que debían

estar en el refugio”. Otro detalle globalizado: de los 33 mi-

neros, 9 eran de empresas contratistas, osea tercerizados. “Las empresas inventanotras empresas a las que les dan trabajo,que a su vez pagan salarios mucho meno-res o en negro. Cada vez hay menos traba-jadores formales, y más contratados”, diceJavier, sin saber si los parecidos con otraslatitudes son o no mera coincidiencia.

Progreso & Desarrollo

ara quienes consideran que loque importa es la macroecono-mía: la región de Atacama, con

sus más de 2.000 inversiones y empren-dimientos mineros, incluyendo al fastuo-so Pascua Lama, es la segunda más pobrede Chile. La más pobre, con sus enormesinversiones forestales, pasteras y mineras,está en el sur: la Araucanía que reclamanlos mapuche. En ambos casos el ingresopromedio per cápita es aproximadamentela mitad que en el resto del país, diluyen-do las creencias sobre el “progreso” y “de-sarrollo” que generan estos proyectos. Enel caso de la mega minería a rajo abierto(en Argentina se llama “a cielo abierto”),la tendencia es a brindar cada vez menostrabajo, concentrado en un puñado deprofesionales y técnicos. Juaco Morales,que no sólo estudia Derecho sino que in-terviene en cuestiones medioambienta-les, detalla: “Un gran problema en Chileson las termoeléctricas, que producencontaminación y secan el agua en una zo-na de por sí desértica. Pero supongamosque no nos interesen la contaminación ylas enfermedades y la sequía. Esas termo-eléctricas generan energía para las mine-ras, indispensable para procesos robotiza-dos de extracción, en los que ya nonecesitan gente. Los que defienden la mi-nería porque da trabajo, que es lo que haocurrido siempre en esta zona, tienen que

comprender que en realidad esos puestosvan a desaparecer, porque las grandes mi-neras sólo contratan unos pocos geólogos,ingenieros, técnicos para algunas máqui-nas, y ya no necesitan mineros”.

Embarrando a Dios

l minero Gino Cortés, uno de losdespedidos de la mina San José,comprende el problema, y me lo

explica acomodando sus muletas: “El casode la minería a rajo abierto hay que afron-tarlo a futuro. Cada vez habrá menos ma-no de obra”. Gino tiene 40 años. Una hijade 17, una guaguita de 2 meses, y lo acom-paña el varón, Joao, 11 años, para ayudar-lo a llevar la bolsa con fideos y demásproductos. El padre de Gino era sindicalis-ta ferroviario, y huyó de Pinochet a la Ar-gentina en 1978, cuando Gino tenía 8años. “Vivíamos en San Miguel, yo estuve13 años, hasta el 91, y me vine. Le quieropedir que le envíe un saludo a mi herma-na Gina, que es maestra y se quedó enSan Miguel. Le gustó la liberación femeni-na que encontró allá, aquí había opresiónhacia las mujeres, mucho machismo”.

Gino recuerda los mundiales ganadospor Argentina en el 78 y el 86, sus estu-dios de perito mercantil: “Y a River, yosiempre fui gallina, ¡Imagine si nos vamosal descenso!”.

Gino no tiene la pierna izquierda: “El 3de julio venía de terminar una faena den-tro de la mina, y me cayó un planchón,una roca grande, en un lugar que debía es-tar certificado porque era de tránsito detrabajadores. Me amputó la pierna. Luegosupimos que 20 días antes habían hechouna reparación, pero la dejaron incomple-ta, sin malla de seguridad”.

Para los hipnotizados con las coinci-dencias en este caso, va otra: 33 días des-pués de la mutilación de Gino, se de-rrumbó la mina atrapando a sus 33

En Chile hay una editorial dedicada ala magia: publica y vende sus libros amenos de la mitad de precio que laseditoriales y las librerías del “merca-do”. Se llama Quimantú, homenaje a lanacionalizada editorial Zig Zag, cuandoquedó bajo gestión de los trabajadoresen tiempos de Salvador Allende, y cata-pultó un boom cultural. Pero la actualQuimantú (www.quimantu.cl) no esnostálgica: “La autogestión es la formaeconómica de una nueva sociedad, pe-ro la hacemos ya. Estamos en el capi-talismo, con otra lógica que no es la dela mercancía, sino la de potenciar co-lectivamente recursos intelectuales,humanos y materiales; y estamos cre-ciendo” dice Mario Ramos, que con suesposa Lucía y Siujen Chiang como pi-lares, llevan publicados más de 50 títu-los como Tortura nunca más (informede Derechos Humanos 2010), PascuaLama, conflicto armado a nuestras es-paldas; De actores secundarios a estu-diantes protagonistas, o Progre-sismode Raúl Zibechi, y también ficción. Loslanzamientos se hacen bajo el lema“Yo me libro”, en parques, con concier-tos y teatro popular. “No hay que espe-rar el futuro. Hay que vivir bien ahora,tranquilo, gozar la vida, construir loque a uno le gusta con quien le gusta ycon el resto de la sociedad”. Tienen im-prenta propia: “Así logramos saltear in-termediarios para tener mejores pre-cios”. Próximo sueño: un centrocultural, y confirmar que hay un Chileque se puede construir a pulso.

Yo me libro

Concierto rasta en el barrio obrero Rosario, de Copiapó. Sello de África, traba-jo comunitario y una búsqueda: “Intentamos formas de autogestión paraproducir música y trabajo, y para enfrentar la pobreza y la pasta base”.

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compañeros. “Lo mío fue un aviso. Lasentidades fiscalizadoras tendrían que ha-ber investigado la situación”. ¿Y qué hi-cieron? “Nada. Es típico, porque corre mu-cho la coima, el soborno”.

La hipótesis de Gino: “Fue una idea deDios utilizarme a mí para enviar el aviso.Pero los dueños de la minera San Esteban,por malicia y afán de sacar más plata, leembarraron la idea a Dios, y pasó lo quepasó. Gracias a Dios no murió nadie”. Gi-no no es considerado un héroe, ni le rega-lan dinero o viajes. Se ríe: “Nada de farán-dula para mí. Pero así es la vida. Sonnuestros compañeros, y lo importante esque se pongan bien”.

Se va apoyado en las muletas y me di-ce: “Voy a quedar así toda la vida, tendréque acostumbrarme, luchar contra eso, ysuperarme”.

¿Cómo se hace, Gino? El motor es mi familia.

El arte de insultar

iguen repartiendo bolsones. El mi-nero Octavio Fernández explica:“Estamos como mendigando,

cuando la culpa es de los entes fiscaliza-dores que nos hicieron perder el trabajo.¿Los 33? Son nuestros compañeros. Están

en una situación crítica psicológica, y paracolmo con esa farándula que arman la te-levisión y el gobierno. Lo único que les pi-do es que se recuperen y que no se mane-jen demasiado con el gobierno. La magiase va a acabar, y seguiremos juntos”.

Estos mineros están esperando una in-demnización (finiquito) que se pagaría encuotas desde diciembre, pero mientraseso no ocurra no están habilitados paratrabajar. Juan Yeñez: “El otro problema esque las empresas filtran como coladores.Piden gente en excelentes condiciones ynosotros, justamente por trabajar tantosaños en la mina, tenemos problemitas:sordera, cuestiones pulmonares, en las ar-ticulaciones, esas cosas”. Traducción: ten-drían dificultades para trabajar en las mi-nas, por haber sido mineros. Con elgrupo en el que también están CristoferVillar, Enrique Quiroga, Horacio VicencioAraya, se arma un intercambio sobre quétipo de improperios merecen quienes de-terminan tal situación (especialistas en“recursos humanos”).

Rap y pasta base

uaco Morales, de la FederaciónUniversitaria, aspira a recibirse deabogado para trabajar con sindica-

tos, pueblos originarios y organizaciones

Los “cabros” en concierto rapero. Broder Pobla, hip hop y organización juvenil en la pobla (la villa) “para crear, no ser igno-rantes, y ser libres”. Juaco Morales, de la Federación Universitaria, y el paisaje: las montañas son de deshechos. químicos.

sociales. Por ahora, más que abogado esun acusado, por un acto en el que se criti-có el sistema educativo (Juaco paga unos250 dólares por mes para estudiar en launiversidad “pública”). “En el acto unoscabros (jóvenes) escribieron ‘No a la edu-cación de mercado’. La policía empezó apegarles. Le pedí a un comisario que cesa-ran la agresión, y me detuvieron. Me pega-ron diciéndome ‘negro de mierda’; meabrieron una causa en la justicia militar,imagínese”. El modelo, a pleno.

Juaco no quiere que eso lo distraiga:“Hay muchas movilizaciones contra la mi-nería y las termoeléctricas. En este mo-mento está ocurriendo otra huelga dehambre en Caimanes porque una mineraestá filtrando químicos a un río”. Varios ve-cinos iniciaron una huelga de hambre queal cierre de esta edición iba por el día 45.Denuncian lo que el toxicólogo AndreiTchernitchin (integrante de la Comisión deMedio Ambiente del Colegio Médico deChile) describió así: “El arsénico en el aguapuede producir cáncer broncopulmonar,de las vías urinarias, renal, de la vejiga ydel hígado, además de abortos y malfor-maciones. El plomo provoca problemas in-telectuales, desarrollo de la personalidadagresiva, y también produce abortos”.

Otras movilizaciones en el Valle deHuasco son contra la mina Pascua Lama, yen Copiapó se ven las pintadas contra la

termoeléctrica Castilla, lo cual le agregacontexto a los reclamos de los mineros de-socupados. Juaco: “Pascua Lama secó el ríoHuasco, y la ciudad está bajo el lugar don-de se instalará Barrick. La termoeléctricaCastilla será la mayor de Sudamérica, des-tinada a que haya más energía para las mi-neras mientras desaparecen el agua y seempobrece la región”. Me lleva luego a co-nocer unos paisajes lunares. En las afuerasde Copiapó hay tres tipos de montañas:

1) Montañas reales. 2) Montañas blancuzcas de relave (de-sechos químicos a cielo abierto y a tie-rra indefensa) mayores aún que las deHochschild en el centro de Copiapó. 3) Cordilleras de material estéril (lo quequeda de la tierra luego de ser someti-da a explosivos y a sopas químicas pa-ra extraerle los minerales).

Veo el nombre de una de esas mineras:San Esteban, la empresa de la mina SanJosé. Volvemos a Copiapó, y sé que ya nosé qué pensar.

Allí conozco otras experiencias, cultura-les o de estilos de vida. Los rastafaris deCopiapó, por ejemplo. Con reggae de fon-do Luis, presidente del grupo, me habla deuna metodología: “Buscamos formas deautogestión para producir música y traba-jo, y para que los niños tengan cómo en-frentar la pobreza y la pasta base”. Nico-lás me canta parte de un rap:

“La calle significa muerte, violaciones,pasta base, prostituta, transa, guerra ca-llejera, frío puño: le acaba el destino almás tranquilo”.

Para Iván, El Máquina, el hip hop no es sólobreak dance, grafitear o rimar raps. Desde lapobla miramos Copiapó: “Es pensar con li-bertad. Estamos en una dictadura moderna.El oro, el petróleo, la naturaleza, la pasta ba-se, ésas son las riquezas que los gobiernosmanejan, para manejarnos. Nosotros tene-mos como riqueza solamente nuestros sen-tidos y el intelecto. Los tenemos que usarpara no ser ignorantes, para ser libres...”.

Calla. Me pregunto si éstas son las ideasque portan futuro, cuando El Máquina com-pleta su frase: “...y para no estar malditos”.

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sector como actividad está siendo cuestio-nado por corrientes vinculadas con las oe-negés que han tomado como filosofía com-bativa los cuidados del medio ambiente”. Elescenario del encuentro es el Hotel Empera-dor, sobre la Avenida del Libertador, y suspatrocinantes son Minera Alumbrera, Ba-rrick, Pan American, Yamana Gold, MinaPirquitas, Oro Plata, YMAD, SANDVIK y Mi-nera Aguilar. Estuvo organizado por la Fun-dación para el Desarrollo de la Minería(Fundamin) y contó con el apoyo de Panora-ma Minero, la Cámara Argentina de Empre-sarios Mineros y la Cámara Minera de SanJuan. Quienes participan son empleadas deempresas mineras argentinas y del exterior,mujeres empresarias de áreas ajenas a laminería, fundaciones que no están relacio-nadas directamente con la actividad, perio-distas y trabajadores de empresas proveedo-ras relacionadas con la minería.

Canchas de golf y almendras

ontinúa Mutti su didáctica exposi-ción: “La minería a cielo abierto osubterránea son las dos prácticas

más frecuentes y más usadas en la actuali-dad”. Luego, explica muy brevemente elproceso de extracción y se demora en susconsecuencias: “Cuando se acaban la re-servas comprobadas en un área hay quegenerar un mecanismo de mantenimientoen ese sitio, junto con comunicación conesa sociedad”. ¿Qué significa esto? Respon-

de Mutti: “El cambio de uso en el terrenotiene que acordarse con las autoridades ycon la sociedad respecto de en qué se pre-tende convertir ese sitio para generar acti-vidades prósperas. En este caso (señala lapantalla) ustedes tienen una visual dondese fueron reconvirtiendo en canchas degolf y zonas recreativas con acceso total-mente gratuito”. Mutti acaba de terminarsu primera lección: qué hacer en los aguje-ros que dejan las mineras.

Segunda lección de la oradora: los efec-tos de esta actividad en la salud. “Puede ge-nerar efectos beneficiosos o perniciosos. Escomo el cuchillo de un cirujano: puede da-ñar haciendo un mal corte o puede salvarhaciendo un buen corte”.

Tercera lección: los beneficios de esta ac-tividad en la vida cotidiana. “Los poseenlos maquillajes, la computación o las medi-cinas, como el litio para la bipolaridad”.

Mutti no elude al mismísimo diablo.“En nuestro país hay tres mineras queusan cianuro para el procesamiento delmineral, cuando en otros países cerca del20 por ciento lo utiliza”. El cianuro que seusa en el proceso “es ínfimo respecto a loque se usa en otras actividades”, tranquili-za luego y da un ejemplo: “Fíjense cómoforma parte hasta del humo del cigarrilloy en las dietas cotidianas, cuando se con-sumen almendras, que tienen un altísimocontenido de cianuro”.

Para cerrar su exposición, apunta a otroargumento sensible contra la industria.“Casi el 90 por ciento del agua utilizada en

llego, se levanta un banderín que es laseñal que les indica que tienen que me-jorar el vocabulario”, cuenta Brenda, in-geniera en minas en Veladero, San Juan. “Antes vendía fiambre. Un día mandé micurrículum a través de mi hermano. Yoquería ir a una oficina, pero me dijeronque tenía que manejar un camión. Nosabía ni manejar una bici, pero aprendí.Estoy superorgullosa”, relata Graciela Al-sogaray, operadora de camiones con 11años de experiencia en la Alumbrera.“Primero, manejé un camión, luego unaperforadora. Después pasé a ser asistenteen seguridad”, cuenta Isabel, 53 años. In-gresó en la minera con 42, después de tra-bajar en una petrolera. “Si tienen la opor-tunidad de ingresar en este tipo deindustrias, háganlo”.

Éstos son algunos de los testimonios que seescuchan en este Foro donde las mujeresdesfilan para mostrar otra cara de la indus-tria minera. Exhiben, también, cuáles sonlas políticas internas de las empresas paracrear un espíritu de fidelidad capaz de pre-venir filtraciones de información y contra-rrestar las campañas de denuncias deasambleas ambientalistas, en las que la pre-sencia femenina tiene, sin duda, un prota-gonismo notable.

Los organizadores destacan en la convo-catoria: “En nuestro país, estos rasgos de laactividad deben estar presentes en el análi-sis que podamos realizar, fundamentalmen-te, en las actuales circunstancias en que el

Las riquezas del mundo noson nuestras, sino que las to-mamos prestadas de nuestroshijos”. Parafraseando a El Prin-cipito, Diana Mutti, doctora en

Ciencias Geológicas de la UBA, cierra conesta cita su exposición titulada “¿Qué es laMinería?” en el Primer Foro de Mujeres Tra-bajando en Minería que se realizó en uncoqueto hotel porteño, con la presencia deun único orador: el secretario de Mineríade la Nación, Jorge Mayoral, encargado dela apertura y de los piropos: “Me resulta ex-trañísimo en un evento de minería estar ro-deado de tantas y tan bellas mujeres”. ParaMayoral, semejante presencia “enriquece lamisión y hace más llevadero el trabajo” enuna actividad que caracteriza en explosivoascenso: “Crecemos a niveles históricos co-mo casi nunca en estos 200 años”.

A su turno, Mutti, quien también es pro-fesora del área Geología Minera, coordina-dora de la carrera de Especialización en Ge-ología Minera (FCEyN-UBA), miembrotitular de Número de la Academia Argentinade Ciencias del Ambiente y directora de larevista de la Asociación Argentina de Geólo-gos Economistas, es la encargada de resaltarque en la década del 90 había 123 empresasmineras trabajando en el país, pero entre2009 y 2010 ese número descendió a 73 de-bido “a la conflictividad”. Aun así, resaltaque el PBI ubica a esta industria en tercer lu-gar en el cuadro donde la soja es la estrella.

“En mi área hay 60 hombres. Cuando

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LECCIONES DEL PRIMER FORO DE MUJERES QUE TRABAJAN EN MINERÍA

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Arriba en el centro, la doctora Diana Mutti, encargada en el Foro de dar respuesta a todoslos temas que denuncian las asambleas vecinales. Por ejemplo, qué hacer con el agujeroque deja la minera al terminar la explotación. Sugirió poner allí canchas de golf. También

relativizó las consecuencias del uso del cianuro. Dio como ejemplo que esta sustancia es-ta presente en el humo del cigarrillo y en las almendras. Desmintió que la minería agotelas reservas de agua. “Consume menos que el cultivo de soja”, especificó. La aplaudieron.

La minería Para Ti

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ría provincial, Felipe Saavedra. En agosto del año pasado Barrick fue de-nunciada por la Central de Trabajadoresde Argentina (CTA) por despedir al secre-tario general de la flamante Organiza-ción Sindical Mineros Argentinos (OS-MA), José Leiva, trabajador de la minaVeladero. Los vecinos, en tanto, denuncian la pre-sencia de arsénico en los ríos de la zo-na. En Jáchal, la pediatra Graciela Teja-da asegura que en los últimos diezaños “los casos de cáncer han aumen-tado un 150%. Eso se debe a la contami-nación que acarrea el agua de la zona”.Un estudio encargado por Inti-Chutehal Grupo de Asesoría Técnica SRL loconfirma. “El resultado fue alta conta-minación por arsénico”.

En el Foro, Carolina Lauman -del área decomunicación de Barrick Veladero- es la en-cargada de pintar a Veladero de rosa. “Des-de el área de comunicación estábamosviendo cómo abordar el Día de la Mujer.Teníamos un antecedente en una mina deBarrick, en Australia, donde habían pintadoun camión rosado”, explica Lauman. En Ve-ladero no quisieron quedarse atrás. “Querí-amos no tan sólo pintar un camión de rosa,que tampoco es tan fácil porque hay queconvencer al jefe de operaciones”, relataLauman. Cuando comenzaron a propagarla idea entre los trabajadores, al principiorecibieron algunas burlas. Las cita así:“¿Cómo va a haber un camión rosa en un

el proceso se recupera, como casi el 90 porciento del cianuro”, e informa que las mi-nas de Veladero, Pascua Lama y Cerro Van-guardia “consumen menos agua que la ac-tividad agropecuaria”.

Aplausos.

Veladero en rosa

a mina Veladero está ubicada en laprovincia de San Juan, a casi 350 ki-lómetros al noroeste de la capital y

a una altura de más de 4.000 metros sobreel nivel del mar. Entró en producción enseptiembre de 2005, cuando se convirtió enuna explotación a cielo abierto. Es tambiénuna reserva natural de denuncias contra laempresa Barrick. Entre otras:

En abril de 2009, la Fundación Ciudada-nos Independientes (FUCI) presentó unrecurso ante la Corte Suprema de la Na-ción solicitando que ordene a peritos -que no fueran sanjuaninos- constatar elimpacto de esa explotación sobre losglaciares vecinos a Veladero. La presen-tación consistió en 102 fojas y 10 sobresprobatorios conteniendo fotos y docu-mentos fílmicos en los que se observa elderretimiento del hielo por medio de so-pletes y diferentes tipos de explosionesque se realizan en la zona de Veladero.La demanda se entabló contra el EstadoNacional, la provincia de San Juan, laempresa Barrick y el secretario de Mine-

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Entre las expositoras estuvo presente Mary Ann Mihychuk,la fundadora de WIM: Women in Mining (WIM). Se trata de unaorganización sin fines de lucro que tiene representación en todo

Canadá y trabaja para darle a la industria un rostro femenino.Periódicamente hace encuestas que tratan de medir el grado dediscriminación laboral. Aquí, en cambio, echan a los delegados.

Durante toda una jornada las mujeres que trabajan en las empresas minerasmás cuestionadas escucharon a expertas que les hablaron de los temas queforman la agenda de denuncias de las asambleas ambientalistas. La bienveni-da la ofreció el secretario de Minería de la Nación, e incluyó piropos. Comoen una ceremonia evangélica, hubo testimonios de empleadas que contabansu experiencia e invitaban a sumarse a la actividad. El cianuro de las almen-dras y las máximas para lograr un éxito sostenible.

Como comunicadora, ¿cómo se en-frentan los momentos en que la em-presa debe salir a defenderse de acu-saciones vinculadas a lacontaminación ambiental? La mejor herramienta que tenemos esque somos actores principales de loque se está atacando. Nosotros somoslos que nos levantamos a las 5 de lamañana. Ante ataques infundados notenemos más que responder connuestro trabajo y con el trabajo en te-rreno, de cuidar el medio ambiente. Esuna pena muchas veces lo que setransmite desde los medios de comu-nicación. La gente que trabaja en mi-nería se angustia muchísimo porqueve atacada una actividad que conside-ra válida, honesta y a la que está po-niendo un esfuerzo grande. Hay un im-pacto en el ánimo, pero no tenemos ellujo de darle demasiado tiempo por-que tenemos un trabajo por hacer yese trabajo tiene que ver con la res-ponsabilidad de cuidar el medio am-biente. No nos podemos dar el lujo dedistraernos con esas cosas.

Hubo casos de protestas por parte decomunidades, cortes de rutas, que su-frieron situaciones de violencia poroponerse a la instalación de estas em-presas…El sanjuanino conoce la minería. Ba-rrick, en especial, se ha encargado degenerar espacios de diálogo, de infor-mación. La mayoría de quienes traba-jamos en Veladero somos sanjuani-nos, así que nos convertimos en losprimeros replicadores de este trabajo.La minería está totalmente aceptadaen mi provincia. Siempre hay algún ti-po de cuestionamiento. Es bueno y sa-no que los haya, siempre y cuandovenga desde un punto honesto. Dehecho, quienes trabajamos en mine-ría podemos tenerlo, pero en nuestrocaso solamente nos distancia unospasos del técnico que nos puede ex-plicar que lo que dice en el diario noes verdad.

Los cuestionamientos en salud, el usodel cianuro, la escasez del agua en laszonas donde hay empresas mineras...(Interumpe) ...como te decía recién, son cuestiona-mientos que, por ahí, tienen otros in-tereses detrás. Se cuestiona, pero nose tiene la capacidad de escuchar unarespuesta. Veladero cumple cinco añosen 2010 y si volviésemos a los archivosde hace unos años atrás, donde se va-ticinaba que San Juan se iba a morir,que los ríos se iban a secar, que todosíbamos a tener malformaciones... laverdad es que vamos a festejarlos to-dos muy bien, alegres, saludables.Quizá los ríos tengan poco caudal deagua, pero estamos pasando una épo-ca de sequía que tiene que ver con losciclos de la naturaleza y no con la ac-tividad minera.

La voz de BarrickCarolina Lauman

contexto tan masculino?, ¿qué va a decir lagente de los mineros de Veladero? Van a de-cir que el uso del cianuro nos está afectan-do nuestras preferencias”. Finalmente se su-peraron los prejuicios y el 8 de marzoVeladero amaneció rosa. “Consultas en elhospital no me dijeron que haya habido”,cierra Lauman entre sonrisas.

Decir no

atricia Debeljuh es doctora en Filo-sofía de la Universidad de Navarra,España; es también licenciada en

Relaciones Industriales de la UADE e inves-tigadora asociada del Centro ConciliaciónFamilia y Empresa IAE Business School.Aquí es la encargada del seminario “Conci-liación Familia-Trabajo”. Su disertación giraen torno de las dificultades que se les pre-sentan a las mujeres al tratar de combinarlos horarios del trabajo o los múltiples via-jes que esta rama de la industria requiere,con las responsabilidades familiares. Para elcierre, la expositora ofrece el siguiente decá-logo que asegura “el éxito sostenible”:

Conócete a ti mismoDescubre tu misión personal, familiar,profesional, socialPrioriza tus rolesDescubre dónde eres insustituibleUtiliza una agenda para organizar tutiempoSé proactivoAprende a decir NO cuando es NO.

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embolsado de Loma Negra, llegaban ajubilarse. Y que el resto moría de una en-fermedad pulmonar: silicosis. Apenas seinstauró el golpe militar de 1976 fuerondetenidos decenas de delegados gremia-les en la zona productora de cemento deOlavarría. Y el 29 de abril de 1977, el abo-gado Moreno fue secuestrado por ungrupo de tareas que lo trasladó a un cen-tro de detención clandestino conocidocomo La Chacra. Allí lo fusilaron, luegode un simulacro de intento de fuga mon-tado por los represores que custodiabanel lugar. El documental de Matías More-no habla de la vida y los sueños de supadre y –no por casualidad– de los bene-ficios económicos que obtuvo la empre-sa de la familia Fortabat con la venta decemento para obras públicas del gobier-no militar.

Luego, la historia se hace más conocida; afinales de la década del 80 hubo una oleadade despidos y retiros voluntarios. En la déca-da siguiente más de los mismo, en el marcobien definido del neoliberismo económico yla caída en el olvido de Loma Negra.

Muy lejos quedó el orgullo de habersido un centro industrial importante enel país. Eran los años en que reinaba lafamilia Fortabat y su empresa Loma Ne-gra generaba el 65 por ciento del cemen-to argentino. Años en que los obreros ce-menteros soñaban con su viviendapropia y poblaban los barrios que cons-truyó Don Alfredo Fortabat alrededor dela fábrica y en cercanía del cerro LucianoFortabat. Estas comunidades fueron bau-tizadas con su nombre –Alfredo– o con elde su hija -Amalia–. Otra variante de sudesbordante imaginación lo condujo adenominar la plaza central como de “LaEficiencia y el Trabajo”. En un momento,la aparente generosidad de Don Alfredochocó con una investigación del abogadolaboral Carlos Alberto Moreno. El encar-gado de contar esta parte de la historiaes Matías Moreno, su hijo quien realizóel documental La sonrisa del Negro. Ce-mento y Dictadura en Olavarría. Así, delNegro sabemos que logró demostrar quedebido a las condiciones de trabajo, sóloel 5% de los trabajadores de la sección de

Uñas esculpidas

urante el viaje de Buenos Aires aOlavarría me pregunto qué es elprogreso para una chica de Cotuí,

o de cualquier otro lugar de República Do-minicana. Mairel Mora ya nunca hablaráde lo que significa salir de su ciudad natal,dejar a sus tres hijos y a su marido parasobrevivir en un país extraño y mantener-los económicamente desde aquí. Un aquíque fue Constitución, y las ciudades bona-erenses de Mercedes y Olavarría. Un aquíque empezó en una peluquería de Aveni-da Corrientes y Sánchez de Bustamante–Mairel hacía uñas esculpidas– y paulati-namente también fue prostitución, porquela plata para enviar y saldar las deudas desu familia no alcanzaba. Entonces, me pre-gunto ¿por qué esas mujeres se sacrifican?¿Quién las sacrifica?

Sandra vivió con Mairel en una casa deConstitución, allí quedó su valija con za-patillas, muñecos y ropa para sus chicos,esperando su regreso de Olavarría. Unavalija con poco espacio, organizada para elretorno a su país que preveía para abrilpróximo. Su compañera la recuerda así:“Cuando estaba aquí lo único que hacíaera comer, dormir y reírse. Era tranquila,cada tanto bajaba a la telefónica o iba acomprar algo y nada más. Quería volver aDominicana el año que viene y poner unlocal de uñas propio”.

Vida cruel

na vez en Olavarría, la periodistaClaudia Rafael del diario local ElPopular me cuenta todo lo que

pudo averiguar del caso, a pesar del her-metismo de la fiscal Viviana Beytía encar-gada de la investigación. Mairel había lle-

icen que la gente en Olava-rría sueña en el tono seco ygris del cemento.

Durante la noche, la ruta51, la principal de la ciudad, se

salpica de luces rojas. Con ese código –quetodos conocen– los prostíbulos invitan a pa-gar por los servicios de mujeres locales y deotras con nombres musicales, llegadas deParaguay y República Dominicana. Adivinoque a esos prostíbulos van a parar los mari-dos, los viudos, los divorciados, los hijos,los hermanos, los policías, los religiosos ylos funcionarios.

Durante el día todos ignoran el caldoespeso que se cuece allí, qué pasa conesos “marginales”. Las madres de los ado-lescentes que pronto dejarán la secunda-ria desean que sus hijos ingresen al servi-cio penitenciario de Sierra Chica, y haganuna ascendente carrera. O que entren a lapolicía provincial, o que sean docentesobedientes. Ellas quieren lo mejor parasus retoños; una vida regular con los piesen el asfalto. Y lo peor es que muchos chi-cos y chicas también quieren lo mismo.

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Los prostíbulos bordean la ruta 51. En 2006 dos de ellos fueron allanados por una denun-cia según la cual Marita Verón había sido vista allí. En este caso, no se usó a la policía lo-cal porque estaba sospechada de colaborar con los proxenetas y dueños de los prostíbu-

los. Luego, el Concejo Deliberante aprobó una resolución que intentó erradicarlos, pero losdueños de los locales presentaron ante la justicia un amparo que detuvo la aplicación deesa norma. Las mujeres dominicanas son explotadas allí los fines de semana.

OLAVARRÍA Y LOS CRÍMENES DE ODIO

A un mes del asesinato de la dominicana Mairel Mora en Olavarría sus amigas y compa-triotas temen que el caso quede sin resolución. La justicia local cuenta con otros tres crí-menes similares que siguen impunes. Los sospechosos de siempre.

La ciudad de la furia D

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Había nacido el 20 de marzo de 1991 enel Hospital Municipal Ramón Santamari-na de Tandil, pero sus padres biológicos“la dejaron en un tacho de basura”. No al-canzó a reir que ya conocía en carne pro-pia esa pertenencia al territorio de los de-sechados.

Los vecinos la recogieron y la llevaron alHospital de Niños. Una terrible infecciónobligó a los médicos a practicarle una com-pleja cirugía y le quedó eternamente un le-ve retraso madurativo. Con poco más de unaño, la entregaron en adopción provisoria auna familia olavarriense.

Magalí vendía panqueques a los nego-cios del barrio para hacerse unos pesos. Yandaba a los tumbos en la Escuela. Iba ala Media 8 en donde ya había repetido unaño y tenía varias materias para rendir enlas mesas de febrero y marzo. Su últimodestino antes de que la devoraran losacantilados del horror fue el kiosco Reyes,de Pueblo Nuevo, en donde compró unatarjeta telefónica.

Doce días más tarde un jardinero llegó acortar el pasto a una estación de servicioabandonada de Vélez Sársfield y Junín, unparadero de policías que todos los vecinosdel barrio veían cotidianamente estacionar-se allí. Entre pastizales, boca abajo, desnuday con los brazos en cruz estaba Magalí co-mo un Jesucristo hecho mujer.

Andrea Trinchero: Había nacido en Mar delPlata el 10 de mayo de 1970. Olavarría lle-gó a su vida tiempo después con tres ni-ños a cuestas. Había conocido los calabo-zos de la cárcel de Ezeiza y necesitaba paraella y sus críos una vida más pueblerina ycontenedora. Sobrevivir le significó largashoras de exponer su cuerpo y su vida enla zona roja de la ciudad. Ella solía que-darse hasta las 2 ó 3 de la mañana porquequería torcer esa marca de vulnerabilida-des para sus hijos. Los dos más chicos, Be-lén y Brian, de 14 y 10 años, la esperaronvanamente aquella madrugada del últimodía del 2005.

Un testigo dijo que a las 3 de la maña-na de aquel 31 de diciembre había subidoa un Fiat 125. Ya nadie recuerda ni su nom-bre. Andrea Trinchero. Mujer de fuego.Mujer de las orillas.

Esteban Alderete: Su madre, Graciela Alde-rete, le daba todos los gustos. Por eso Gra-ciela no comprende porqué, con 17 años,su hijo se prostituyó. Aunque supone cier-ta necesidad: era la única manera de queEsteban se convirtiera en Mara.

Una tarde Graciela fue a visitar a suhija, que vive en Sierra Chica, y Este-ban, a la casa de una amiga. Eran las 2de la tarde del 28 de octubre de 2004.“Nos despedimos en la esquina, yo vol-ví a casa, él no”, resume. Cuenta queante la desaparición de su hijo no qui-sieron tomarle la denuncia, y tuvo queviajar a Azul para que finalmente laatendieran. Luego, relata todas las ins-tancias de reclamo, cada palabra desoí-da, todas las promesas incumplidas delos funcionarios.

Parte de los restos de Esteban aparecie-ron en abril del año siguiente en un pasti-zal. Días después, el fiscal de la causa dis-puso con extraña celeridad limpiar lazona con máquinas que cortaron el cés-ped y transformaron la escena del crimenen un parque. El hallazgo se produjo a es-casos metros de donde encontraron elcuerpo de Mairel.ju

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Arriba, la valija de Mairel con las cosas que compró para sus hijos. Al centro y a la iz-quierda, la mamá de Esteban, la travesti asesinada en 2004. A la derecha, Alexandra yFranklin con la foto de Mairel. Abajo, el lugar donde fue encontrado su cuerpo.

gado a Olavarría porque una carrera deautomovilismo prometía una gran convo-catoria de potenciales prostituyentes. Du-rante los quince días que permaneció enla ciudad, tuvo una parada en la esquinade 9 de Julio y Sarmiento. Su cuerpo apa-reció en la noche del 24 de octubre enuna vivienda a medio construir en la es-quina de España y Juan XXIII. La autop-sia reveló que fue golpeada y quemada.Todavía se está a la espera de los resulta-dos científicos de muestras derivadas a laAsesoría Pericial de La Plata, la que debe-rá determinar si el fuego actuó antes odespués de su muerte. De la escena delcrimen se relevaron muestras de sangre,profilácticos, un botellón en el que podríahaberse transportado combustible, algúnbloque que podría haber sido usado paragolpearla y alguna madera quemada conla que se intentó incendiar el cuerpo de lamujer. También fue encontrado entre lospastizales de un baldío cercano, un panta-lón que habría usado Mairel la noche quefue atacada. Además existe un identikitarmado en base a la descripción que hizoquien le habría vendido combustible alasesino. Y que éste se habría movilizadoen un Peugeot 504 de color “amarillo pa-tito” que ya fue secuestrado por orden dela fiscal Beytía.

Claudia Rafael también cuenta que pu-do entrevistar a las compañeras de vivien-da de Mairel en Olavarría. Ellas trabaja-ban en otra parada cerca de la Facultad deMedicina y los fines de semana, en unode los burdeles de la zona conocido comoLos Tigres. Las mujeres estaban muy ate-morizadas y no podían explicar por quéMairel fue asesinada, ni relacionar el cri-men con ningún hecho precedente. Luegode varias charlas –refiere la periodista– fueimposible volver a localizarlas.

Los prostíbulos de Olavarría tuvieronunos minutos de fama durante julio de2006 cuando fueron allanados Los Tigresy La Morocha en busca de la mujer desa-parecida en Tucumán: Marita Verón. Eloperativo, que tuvo resultado negativo,se llevó adelante con la Gendarmería ysalteó a la policía local, por estar sospe-chada de cierta connivencia con los due-ños de los boliches. En esa oportunidadlas autoridades consideraron a la ciudadcomo aguantadero de las redes de prosti-tución y trata de personas para explota-ción sexual.

Un año más tarde, en noviembre de2007, el Concejo Deliberante emitió unaordenanza que prohibía los prostíbulos.En sus argumentos figuraba la siguientefrase: “Erradicar el submundo que generanesos locales”. Sin embargo, una resolucióndel fuero Contencioso Administrativo deMar del Plata permitió que pudieran se-guir funcionando a partir de una medidacautelar presentada por algunos propieta-rios. Todavía el decreto no está firme.

La justicia de Olavarría tiene pendienteotras tres causas cuyas víctimas son perso-nas relacionadas de alguna manera con laprostitución. La periodista Claudia Rafaelescribió sobre ellas:

Magalí Giangreco: Delgada, muy alta, frágil,introvertida. No la dejaron llegar a los 18años. Como tantas veces, su ausencia fuetraducida con lenguaje policial: “fuga dehogar”. Era el 28 de febrero de 2009. Ya pa-só un año y ocho meses y, al igual quecon tantos golpeados de la tierra, no hayun solo culpable.

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casa hay un terreno baldío sin cercar, y so-bre los restos de lo que fue alguna vez unaplanta de manzanilla hay un bidón tiradocuya etiqueta delata: “glifosato Syngenta”.

A metros de ese terreno fumigado loschicos juegan, esquivando esos envasesluego algunos vecinos usan para rellena-los con kerosene que será usado en casasde familias. Y si uno tiene ganas de cami-nar dos cuadras, encontrará estacionadaen el cordón de la vereda una máquinaaplicadora de glifosato.

“Que el glifosato contamina ya lo sa-bemos. El informe del doctor Andrés Ca-rrasco lo confirma: causa abortos espon-táneos y malformaciones. Lo que mepreocupa es que nadie escuche. Ni los po-líticos, ni los médicos se preguntan quéestá pasando, ni cuáles son las causas detantos casos de cáncer. Yo pensaba que enesta cuadra había cuatro casos. Ahora meconfirman que son nueve personas quelo padecen. Es evidente que aumentan.Sin embargo no hay un registro oficial.Nadie se anima”.

Las aritméticas del veneno

agamos cuentas. En dos cuadrascontinuas y céntricas tenemos:

Un terreno fumigadoBidones de herbicidas usados y tirados.Niños que pasean en bicicleta por el te-

ejemplo: “Yo no quiero que me envene-nen menos, yo quiero que me envenenennada”.

La historia de vida de su hija Sol es di-rectamente proporcional al fundamentalis-mo que sembró, regó y desarrolló Santiago.Sol tiene 15 años y sufre trastornos neuroló-gicos, como la epilepsia. Hasta la fecha tuvo86 convulsiones en ocho años, seguidas deapneas y un parocardio respiratorio. “¡Y es-tuve una hora bolseándola!”, grita Santiagoagarrándose la cabeza al recordar lo quecualquier padre quiere olvidar. Y palabramás palabra menos, Santiago transforma lafrase que leyó hace un tiempo en mu enuna declaración personal:

“Frente al peligro de daño irreversible, lafalta de certeza científica no debe impe-dir adoptar medidas concretas -en fun-ción de costos- que protejan al medioambiente y la salud”.

“Han puesto en riesgo una vida por unacuestión que podría haber sido evitada,porque si bien no tenemos certeza de quela epilepsia de Sol esté relacionada con es-te agroquímico (se refiere al glifosato), hayuna relación directa entre un ambienteplagado de pesticida y mi casa: en épocasde fumigaciones quedamos bajo una nu-be de un cóctel de agrotóxicos. Y en esaépoca es cuando Sol empeora”.

No hay que ir muy lejos para corrobo-rar lo que Santiago cuenta. A pasitos de su

rreno fumigado. Una máquina aplicadora. Nueve casos de cáncer.

Si agudizamos la vista, ponemos la lógicaen acción y hacemos una cuenta simple ysencilla, deducimos rápidamente que algoanda mal. Y si tenemos ganas de hojearlos papeles, llegamos a un resultado unpoco más complejo: no se está respetandolo impuesto por la ordenanza municipal4252/06, originada en las notas publicadaspor Chacabuco Sustentable, cuyas denun-cias propiciaron la primera reglamenta-ción contra los agrotóxicos que tuvo laciudad. La norma, de manera clara y con-cisa, prohíbe la tenencia de productos pla-guicidas aunque los mismos sean “parauso particular, no sujetos a comercializa-ción, y los equipos terrestres de aplicacióndentro del área urbana”. Señala, además,que los envases vacíos de productos tóxi-cos deben pasar por un triple lavado antesde desecharse y que deben ser acopiadosen un lugar afín. También dispone que lasmáquinas aplicadoras no pueden estardentro de la zona urbana.

Para los políticos y productores chaca-buquenses Santiago Muhape es un male-ducado. Le aconsejan, por ejemplo, quesea más respetuoso. “¿Vos creés que yotengo que moderar mi discurso cuandolas fumigaciones no son moderadas ycuando tengo una hija que, con 15 años,recién está aprendiendo a leer y a escribircomo posible consecuencia de los agrotó-xicos?”, disfraza de pregunta la convicciónindeclinable a no darse por vencido. “Mi-rá”, me señala. Abre y me muestra unacarpeta obsesiva y cronológicamente or-denada donde se pueden encontrar desdenotas periodísticas e informes ambienta-les y hasta la copia de el permiso para po-ner una Planta Experimental.

Derecho a la información

antiago cuenta que el subsecretariode Medio Ambiente de Chacabucolo acusa de improvisado. “Me de-

sautorizan a mí y autorizan a los que enve-nenan. No seré ingeniero, pero quiero respi-rar aire puro. Tengo que estar formándometodo el tiempo porque esto no es una cues-

hacabuco ya no es más aquelpueblo que describió algunavez Haroldo Conti en suscuentos, caracterizado por fá-bricas, molinos, personajes

pintorescos y tapiales amarillos. Ni esaquella localidad agrícolo-ganadera comofue pensada en sus comienzos. Chacabucoya no es más un pueblo. Chacabuco hoyes otra cosa. Es una ciudad con algo másde 35 mil habitantes rodeada por extensoscampos sembrados con soja, “mosquitos”fumigadores y máquinas aplicadoras quecirculan por sus calles.

“Con un montón de enfermedades ron-dando”, agrega Santiago Muhape, inte-grante de la Agrupación Chacabuco Sus-tentable y colaborador de la campañaParen de Fumigar del Grupo de ReflexiónRural (GRR). “No puede ser que en Chaca-buco se vaya al médico por gripe y porcáncer”, se indigna Santiago. Y me repro-duce el siguiente diálogo cotidiano:

-¿A dónde vas?-, pregunta Santiago.-A hacerme “la quimio”-, le responden co-mo si fuese algo normal.

Una frase

antiago tiene 37 años, es profesorde yoga, padre de Sol y de Amau-ta y como él mismo se define:

“fundamentalista de la vida”. Dice, por

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La Municipalidad otorgó un permiso para que la empresa Bayer instale un campo expe-rimental que los vecinos temen que agregue un factor de riesgo a los que ya represen-tan las fumigaciones. A la derecha, Magui, de 15 años, padece un trastorno neurológico.

Una causa posible es la contaminación con agrotóxicos, pero hasta ahora nadie ha con-firmado ese diagnóstico. La falta de control, investigación y registro oficial permite quese siembren este grave tipo de dudas, que siguen esperando respuestas.

CHACABUCO Y LAS FUMIGACIONES

A partir de la enfermedad de su hija, este profesor de yoga se convirtió en un investiga-dor del impacto de las fumigaciones en la salud de sus vecinos. Y explica con la clari-dad del sentido común cómo se cultiva el modelo sojero en las cabezas.

Super peste al ataque

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que más pesticidas son sinónimo de me-nos control”.

El corazón sojero

hacabuco no está solo. Lo acom-pañan varias localidades más eneste nuevo rol de “laboratorio hu-

mano”. Santiago explica y enumera: “Elnoroeste de la provincia de Buenos Aireses el corazón sojero del mundo. En la loca-lidad de Rojas, Monsanto montó un cam-po experimental. En Pergamino y en Al-berdi, Syngenta puso el suyo. Pensá que sien esta ciudad abrís un kiosco y te detec-tan una canilla con un tamaño diferente alo que las autoridades consideran normal,te lo cierran. Y sin embargo, otorgan per-misos a estas empresas que la visión quetienen del suelo, de las plantas y las plagases la misma visión que se tiene en unaguerra. El objetivo es matar al enemigo.No saben qué matan: si insectos, plagas,gente. Imaginate esta escena: pasa unmosquito fumigador, rocía el terreno contóxico y luego esa nube la respiran los ve-cinos. Es lógico que en Europa no les per-mitan realizar este tipo de ensayos.

¿Por qué creés que ante la evidencia de conta-minación los políticos miran para otro lado?

Por varios motivos. Uno de ellos es quelos políticos están endulzados con estetipo de agricultura, ya que muchos sonproductores. Luego está el problema ge-neracional. Ellos nacieron con este mo-delo y no se animan a vislumbrar otrasposibilidades productivas. Sin saberloson cómplices de algo que no entien-den, entonces repiten mentiras. Y estoviene de la mano de otro factor. El mo-nocultivo, cuando se instala (es decirque no debemos reducir el tema al gli-fosato), no sólo lo hace como modeloproductivo, sino que también se culti-va como pensamiento. Por eso necesitainstalarse en las escuela y en las uni-versidades. Entonces ya no es sólo elmercado el que te lo vende como únicaposibilidad productiva, también estaúnica opción se baja desde la enseñan-za. Esto en Chacabuco queda claro: enla Escuela Agrotécnica se siguen gestan-do técnicos que promocionan un mo-delo de agro plenamente basado entransgénicos y agrotóxicos. No existe laopción agroecología en sus cabezas.

En el centro, Santiago Muhape, de la organización Chacabuco Sustentable. Hace unos dí-as expuso ante el Concejo Deliberante de Chacabuco su informe sobre las consecuenciasde las fumigaciones con agrotóxicos en esa ciudad. Reclama un control sanitario oficial.

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Chacabuco sustentablehttp://[email protected]

tión voluntariosa, sino un tema de plenoconocimiento. Porque nuestro derecho a lavida se convierte en derecho a la informa-ción que es negada y escondida”.

Santiago habla pausado pero sin dete-nerse. Va hasta la cocina, retira la pava delfuego, y chequea nuevamente la carpetaen la que guarda como tesoros sus docu-mentos. Elige dos de ellos, los pone sobresu falda, los lee, los compara y suelta: “Acáhay un diálogo desfasado”. Entonces mecuenta que en el mismo mes que recibiódesde la Municipalidad copia de un pedi-do realizado por Bayer CropScience (no-viembre de 2006) para poner en Chacabu-co un campo experimental, Santiagopresentó al intendente de Chacabuco, Ru-bén Darío Golia, una investigación titula-da: “Hay denuncias sobre agrotóxicos enlocalidades”. Como respuesta, la Inten-dencia decidió otorgarle el certificado dehabilitación a la empresa Bayer S.A. Elpermiso viene acompañado por dos “bo-nus track”. El primero: habilita a Bayer nosólo como depósito de productos agroquí-micos para uso experimental, sino tam-bién para oficina (sí, leyó bien: le dieronmás de lo que la empresa pedía). El segun-do: el campo experimental de Bayer tieneel aval municipal, provincial y nacional.Sin embargo no se sabe cuál será el im-pacto de los tóxicos que se probarán enestas tierras.

La incógnita que nadie responde

antiago me dice: “Agarremos la bi-cicleta y vayamos a visitar a Ma-gui”. En el camino me cuenta que

Magui Argüello tiene 15 años y sufre un re-traso mental madurativo producto de unaagenesia de cuerpo calloso. Llegamos a lacasa de Magui y ahora la que habla esMónica, su mamá. “El problema de Maguies que duplicó el cromosoma número 8.Tiene un retraso mental y la parte máscomprometida es la de la comprensión yel habla. Magui es una nena chiquita enun cuerpo grande. Y si bien nos informa-ron que una de las causas es la contami-nación ambiental -los estudios médicosrealizados y los diferentes médicos conque hablamos nos orientaron hacia ese la-do-, ningún médico hasta este momentolo ha puesto por escrito”. Ni en el Hospitalde Pediatría Garrahan ni el el Rivadavia,donde se le realizaron los estudios genéti-cos, se expidieron hasta ahora y por escri-to al respecto. La sola duda que siembrasu caso da miedo.

Santiago interrumpe la charla: “No hayregistro de nada. Nadie sabe la cantidadde enfermedades neurológicas que exis-ten en Chacabuco. Ni siquiera hay un re-gistro de la cantidad de chicos con disca-pacidad. Pero si sabemos que mástransgénicos significan más pesticidas. Y

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impacienta como si pudiera hacer algo pa-ra modificar ese pasado.

Desánimo no es una palabra que sehalle en su diccionario, así que ya andapreparando el segundo tomo, con máspedagogía de la memoria, y que se cen-tra en loq ue pasó luego de 1885, que esel límite temporal hasta el que llega estainvestigación.

Otros ejemplos de la “civilización”contra la “barbarie”: “En la historia de lahumanidad, en cuanto a líneas de sepa-ración, la que más se destaca es la Mura-lla China. La segunda, es la Zanja de Alsi-na, una iniciativa de Adolfo Alsina:construir una zanja de 830 kilómetros delargo, desde Bahía Blanca hasta Córdoba,un mapamundi entre el bien y el mal.¿No es tremendo?”. Marcelo se preguntay se contesta solo: “Como los argentinosno somos chinos y no tenemos su pa-ciencia ni su constancia, de los 800 kiló-metros no se terminaron ni 350, aunqueel Estado puso muchísimo dinero paraseparar a los humanos de los subhuma-nos. Pocos países hicieron algo semejan-te. Es parecido a lo de Israel con Palesti-na, pero en zigzag”, dice para nombrarotro genocidio invisibilizado.

Perdona nuestros pecados

e Alsina a Roca hay un trecho máspequeño que la zanja: hermanadocon ambos aparece monseñor Fe-

derico Aneiros, director del Consejo parala Conversión de Indios al Catolicismo, unorganismo tan siniestro que pocos adjeti-vos lo definirían con precisión.

Valko aporta un dato sobre la pedago-gía eclesiástica, con un pedido explícito alos lectores de mu: “Les pido que vayan ala Catedral Metropolitana y miren cuál esla única estatua de un arzobispo argentinohecha en busto entero de mármol de Ca-rrara: León Federico Aneiros. Su mérito eshaberse apropiado de las almas de los sal-vajes, convirtiendo niños al catolicismo yhaber dado cobertura al archipiélago decampos de concentración que tuvimos yque no inauguraron Videla y Massera, si-no que son parte de una larga y triste tra-dición argentina”.

Los enumera según su ubicación: “Tre-lew, General Conesa, Junín, Olavarría, Ti-gre, Retiro, en Hipólito Yrigoyen y Sánchezde Loria, donde hoy está el Ejercito de Sal-vación; y por supuesto, la isla Martín Gar-cía que superó a la ESMA en cantidad dedetenidos”.

Triste privilegio: “El horno crematorio,que es de 1874, lo inauguró el padre delaula, Sarmiento inmortal, 29 años antesque el crematorio de Chacarita. Tengo da-tos de diarios uruguayos que relatan quecuando ya no daban abasto, tiraban a losindígenas al agua. No se le puede negarconsecuencia al Ejército: estuvieron un si-glo entero haciéndolo. Los uruguayos sequejaban, no porque la corriente arrojaraindios muertos, sino porque tenían virue-la y ellos bebían de esa agua. El virus in-fectó a los originarios confinados en la Is-la por el militar Sabino O’Donnell”.

Por último, este hombre que en silenciohizo un libro que grita, lanza su última re-flexión, con una pregunta cuya respuestaes un golpe a las estrategias invisibilizado-ras: “Nosotros no tenemos ningún bicente-nario: somos milenarios. ¿Por qué nos am-putamos la historia?”.

“Hace mucho tiempo que trato el tema dela invisibilidad. Hasta no hace demasia-do, nuestra Constitución establecía laobligación de convertir a los indios al ca-tolicismo. No sólo les quitan la tierra sinoel nombre”, dice con una presumiblemueca de indignación.

Más: “Lo que sucedió en América es elmayor genocidio en la historia de la huma-nidad. Y el segundo es el que les sucedió alos africanos que vinieron como esclavos.Hay mucho interés en manipularlos yocultarlos. En Argentina es más frecuentehablar del Holocausto judío que del de losindígenas porque acá se repartieron 42 mi-llones de hectáreas. Hay mucha gente im-plicada, muchos intereses, mucho diarioLa Nación, mucho Mariano Grondona. Encambio hablar de los nazis de Alemania espolíticamente correcto”.

Como investigador académico, Marce-lo rompe ciertos moldes y critica, tam-bién, a muchos de sus pares y a las oene-gés: “Ocuparse de los pueblos originarioses, académicamente, muy bien visto. Escavar y buscar huesitos, sacar restos óse-os, fecharlos con Carbono 14 y ponerlosen la vitrina para llevarlos a un congresoen una ponencia de 30.000 caracteres.Eso es muy agradable. Ahora, ocuparsede un indio vivo, que sueña, trabaja ytranspira, que quiere sus tierras y no tie-ne trabajo y está en la nada, eso no: noconseguís subsidios, es dificultoso… El in-dio muerto ejerce fascinación y los vivos,desprecio”.

La Historia según el Mago Merlín

edagogía de la Desmemoria es, en-tonces, un minucioso y documen-tado testimonio de las aberracio-

nes contra los pueblos originarios y undetallado registro de las estrategias para le-gitimar la masacre. En uno de esos capítu-los, Valko hace, por ejemplo, un rastreo bi-bliográfico de libros de texto, en los cualeslos indígenas aparecen siempre en pasado:“Habitaban, cazaban”, como una forma dedemostrar que ya no existen.

“Es el Mago Merlín, que es BartoloméMitre”, dice Marcelo: “Él va a tener el mé-rito de escribir la historia a piacere; va a se-leccionar, incluso, quiénes serán nuestros‘héroes’ pero, como dijo Homero Manzi: almorir dejó un guardaespaldas formidablede su memoria: el diario La Nación”.

Más sobre nuestros próceres: “Rosasmató más indios que Roca. La relación esde tres a uno. Tenemos cartas terribles aFacundo Quiroga en las que le describelos procedimientos. Dice: ‘hay que tomarsolo dos o tres prisioneros representativos,a los demás se los ladea del camino y selos fusila’. Esas cartas las tenemos aunquetodos hablen de ‘Rosas y sus indios ami-gos’, que los tenía, pero que cumplían fun-ciones parapoliciales”.

Marcelo siente el dolor de este pasadocomo si estuviera ocurriendo ahora mis-mo. No hace falta ser muy avezado paradarse cuenta cómo estos temas lo interpe-lan, mucho más allá del investigador. Se

irregulares de un río caudaloso. No elevael tono. No da cátedra. No posa. Habla,también, con la piel, que se eriza cuandolo que narra le cala hondo. Un sensible,pero no sólo eso. Un intelectual que pien-sa con los pies, haciendo, y un tozudoconstante.

Con esas cualidades logró que, tras me-ses y meses de vericuetos, el propio carde-nal Bergoglio le abriera los archivos delArzobispado de Buenos Aires, esos que ca-llan más de lo que cuentan, salvo cuandocaen en manos como éstas. Además, acce-dió al Archivo General del Ejército, de laArmada, de los Salesianos, entre otra gen-te preocupada por la memoria (para ocul-tar todo lo que se pueda).

Es psicólogo, se dedica a la investiga-ción antropológica en la UBA, dirige pro-yectos sobre imaginario andino y es do-cente fundador de la Cátedra “ImaginarioÉtnico, Memoria y Resistencia” en la Uni-versidad Popular Madres de Plaza de Ma-yo. Antes de este trabajo, en forma de dis-paro al olvido, publicó Los indiosinvisibles del Malón de la Paz. De la Apote-osis al confinamiento, secuestro y destierro.

Todo genocidio es herederode un genocidio anterior”.Con esa oración, con la quecomienza el primer capítulode Pedagogía de la Desmemo-

ria. Crónicas y estrategias del genocidio invi-sible, Marcelo Valko emprende la exten-sión de la frontera que al hablar degenocidios nos detiene únicamente frentea la atroz dictadura de Videla, Martínez deHoz y cía.

De esta manera, empieza a desinvisi-bilizar la masacre contra los pueblos ori-ginarios que tuvo (y tiene) lugar en nues-tro país. Y algo más: presenta pruebascontundentes e irrefutables que señalany comprometen a sus responsables mate-riales e intelectuales, y a los que dieronamparo político y discursivo, enseñandoa ejercitar el olvido y la desmemoria.

Un libro no para guardar en la bibliote-ca sino para despertar. Para pegárselo enla frente. Un trabajo que revela y rebela.La isla Martín García como campo de con-centración (tan feroz como la propia ES-MA), el terrorífico protagonismo de la Igle-sia católica, los Mitre, Sarmiento, Alsina,Roca, Rosas, entre otros tantos que másque monumentos merecen el repudio. Detan minucioso, el libro es abrumador Enverdad, lo que escribió Valko no es un li-bro: es un prontuario.

Nuestro Holocausto

arcelo Valko tiene la estirpe de loshombres simples. Su voz es fina ypetisa con quiebres, como saltos

MARCELO VALKO

En su libro Pedagogía de la desmemoria analiza la herenciade negación del genocidio indígena que logró, entre otrascosas, el saqueo de 42 millones de hectáreas.

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El verdadero malón

Pedagogía de la Desmemoria. Crónicay estrategias del genocidio invisible.Colección Osvaldo Bayer, Ediciones Madres de Plaza de Mayo.

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exactamente en el punto contrario: esa só-lida construcción artesanal les permitióaceptar la oferta desde un lugar de fortale-za. Y, al conocer los distintos vericuetosdel proceso que va de la composición aldisco en la góndola, saber a qué decir sí, ya qué no.

La fiesta y la protesta

os shows de Arbolito tienen algoque, a falta de palabras más ocu-rrentes, puede llamársele mística,

o fiesta. Ese clima no se interrumpe ni enlas más crudas de las canciones. Ezequiel:“Es una característica nuestra. Es una ma-nera de entender la lucha o la resistencia,que es uno de los cambios que vemos enla actualidad: se vive con alegría. No sóloen lo que hacemos nosotros, sino en mu-chos lugares se está resistiendo, pero conalegría. Es un poco la diferencia con lacanción de protesta de los setenta”.

Muchas veces, además, es la lógica quediferencia a tantos partidos políticos de iz-quierda de los movimientos sociales. Eze-quiel lo visualiza mejor: “Ciertos partidossiempre andan con esa cara fruncida yenojados”. Luego, me aporta detalles de supensamiento: “Si se puede luchar o de-nunciar, o tratar de cambiar las cosas conalegría, con fiesta, con Fernet, con chicas,mucho mejor”.

En una de sus canciones (Sobran) critican alos políticos, pero bien sabemos que todo ac-to es político. ¿Cuáles les parecen que son losactos políticos de Arbolito?

D: Cada vez que subimos al escenario,porque es como un disparador.E: El hecho político es estar haciendo co-sas, conscientes de que uno hace lo quequiere y con la ilusión de que las cosasmejoren. Nosotros hacemos música des-de ese lugar, no desde una militancia es-tricta. Sí acompañamos a muchísimagente que milita. Pero nosotros hacemosmúsica pensando que ojalá ayude amejorar las cosas, eso ya es un hecho po-lítico: que una canción despegue y al-guien se identifique con eso y pueda lle-var a alimentar su lucha, está buenísimo.

¿En qué cosas estamos “Despertándonos”?Más allá de que todavía estamos en elhorno, creo que en la conciencia deque se puede cambiar.

¿De qué manera se sienten parte de ese des-pertar?

Por ejemplo, nos fuimos metiendo enla resistencia de los pueblos origina-rios, en esa lucha. Sin darnos cuenta,porque le pusimos el nombre a la ban-da como símbolo de esa resistencia, pe-ro no éramos militantes del asunto.

Uno y otro tardan en identificar a sus refe-rentes ideológicos, hasta que lo hacen yseñalan un grupo reducido, justificandocada elección: Bayer, Capusotto, Evo, lasMadres y las Abuelas. La charla sigue enuna fusión que entremezcla música conpalabras tales como cambio social, hori-zontalidad y barrio.

Me despido del colectivo Arbolito parasubirme a otro que me arrima a mi casa.Al bajar, al lado del timbre, veo un stickerque potencia todo el encuentro. Dice(transcribo textual): “Si no fuera x la mu-sik, habría + razones para volverse loco”.

Sentí que debía rendirle tributo a lamano que lo pegó.

dice que Sony solamente tiene que vercon los discos, no con nuestra carrera nicon los shows”.

¿Tuvieron algún prurito del tipo del “qué dirán”?D: Lo pensé desde el público, pero tam-bién creo que está clarísimo que segui-mos haciendo lo que nos gusta: no co-rrimos el eje ni nada por el estilo. Nosprofesionalizamos a nivel sonido, nadamás. Estamos contentos porque llega-mos a ese lugar, ya puestos en una si-tuación en que podíamos mantenernuestros principios y ellos aceptaron.No hubo peros.E: Todo salió como nosotros queríamos,no hubo ningún cuestionamiento. Ellosquieren vender discos y si a nosotrosnos va bien, ¿por qué van a querercambiar lo que somos? Si no, no hu-biesen venido a hablarnos. Al principioteníamos esa cuestión con el públicoporque sabíamos que iban decir “eh lo-co, se vendieron”, pero también sabía-mos que cuando saliera el disco íba-mos a demostrar que no. Seguimostocando en Zanón, en comunidades,junto a las Madres. Vamos a dondequeremos ir.

Ezequiel y Diego me desatan, con simple-za, el nudo que se me había hecho en lagarganta. Sus palabras colocan la hipótesis

Tocaron en cientos de plazas, fábricas yespacios recuperados y asambleas, entreotros ámbitos comunitarios similares. Trasvarios años de autogestión, en 2007 fir-maron un contrato con una discográficamultinacional (Sony/BMG), hecho quesorprendió y perturbó a más de uno desus seguidores (Mmm, hola).

Como éste sí es un colectivo en el quevale la pena perderse, ahora sí, aprietoREC y registro lo que escucho.

Llevan más de diez años de recorrido, mu-chos de ellos de manera autogestiva y ahoracon Sony. ¿Qué fortalezas y debilidades ob-servan en cada uno de esos momentos?

Ezequiel: La autogestión es fundamentalpara cualquier banda. Es algo delo quevamos a estar orgullosos siempre, porhaber podido caminar diez años total-mente solos haciendo lo que quería-mos, bien o mal, pero sin esperar quevenga nadie a darnos nada. A raíz deesa autogestión, es que se acercó Sonya querer editarnos los discos: si no, nohubiésemos estado en una compañía,o hubiésemos estado de otra manera.Para nosotros la autogestión es parte denuestra identidad. Diego: Sony aportó algo que tiene quever con los discos, a nivel del sonidoque se consigue, eso te cambia, estábueno a nivel musical.

Ezequiel retoma la palabra: “Eso es lomás importante que nos da estar con unacompañía: que no tengamos que estarnosotros pendientes, juntando la guitapara hacer más discos. Después, segui-mos siendo autogestivos en todo lo quehacemos porque el contrato que tenemos

dio viajar en las horas pico:cuando me senté, cuando¡por fin! desplomé mi cuerposobre el asiento negro de la lí-nea 6, tras ver, parado, media

ciudad por la ventana del colectivo, ya de-bía haberme bajado, por lo menos, quinceminutos antes. Un cuarto de hora, más losdiez minutos que tardé en avivarme…

Ahora, que desando –a pie– el trayectoque hice de más, Parque Patricios se memete en el cuerpo con la virulencia de unhuracán. Surco sus calles con la cabeza ha-cia arriba, como un nene que es llevadoen cochecito, disfrutando sus terrazas al ai-re libre. El cielo, gris e hinchado como lapanza de un burro, me obliga a apurar elpaso. Por fin llego.

La dirección de una supuesta sala deensayo: una puerta blanca agrisada e irre-gular. Conjeturo que detrás de ella me es-peran los integrantes de Arbolito, mate enmano y las manos en algún instrumento.

Al segundo timbre, la puerta se abre ver-gonzosamente. Ya estoy adentro, lejos de latormenta y los colectivos. Salvo que los ins-trumentos tengan el tamaño de una máqui-na de imprenta, estimo que debe haber unpequeño error. A punto de creer que estoyfrente a un papelón, un hombre que ape-nas diviso me aclara que la gente que bus-co está en el sótano.

Ahora sí, la sala de ensayo. Ahora sí,los mates. Ahora, sí Arbolito.

A paso de músico, se acercan EzequielJusid (voz, guitarra acústica y guitarra eléc-trica) y Diego Fariza (batería y bombo le-güero). Antes de apretar REC la ronda demates da varias vueltas. En lugar de bizco-chitos me convidan un puntilloso registrode los ecos que va teniendo Despertándo-nos, el sexto hijo de la banda, que vienenpresentando en distintas localidades delpaís y que a mediados de este año logróque llegasen al Luna Park.

Echando raíces

equeño Arbolito Ilustrado: dícesede una banda dedicada a la fusióndel rock con ritmos folklóricos ar-

gentinos y latinoamericanos, que surgióen 1997. Está compuesta por egresados dela Escuela de Música Popular de Avellane-da. Su nombre fue elegido en honor al in-dio ranquel que degolló al coronel Rauchen venganza por el genocidio cometidocontra su comunidad.

La fórmula por la cual sus shows gene-ran una irremediable cofradía es “fiesta yalegría”. Con esos ingredientes combatenel desánimo y el pesimismo, y lo baten amano con letras que desnudan muchas delas injusticias que los medios ni registran.

ARBOLITO

Ritmo latinoamericano y letras que sacuden el alma los convirtieron en aliados de batallas sociales. Tras llenar el Luna Park, siguen cosechando el éxito de la autogestión.

Plantar rebeldía

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http://www.arbolitofolklore.com.ar

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ceptores y que liberan su contenido antela mínima presión, las palabras brotan ycirculan de la mente de Juan –ya liberadas,fuera del recinto donde se han criado– conuna intensidad característica, como entesautárquicos que se relacionan amistosa-mente con su órbita.

¿Qué hace ahora? Se ocupa de la publi-cación de su último libro Crematorio (losprimeros fueron Metástasis, Vestigios dePorcelana, luego Ataque de Pánico), mien-tras trabaja organizando todas las movidasque de lunes a lunes aparecen en Emer-gente Bar en forma de varieté con bandas,poesía y delirios, a pocas cuadras delAbasto. Ahí mismo Juan recita, despuésdel groove de una banda funk, durante uncorto surrealista de origen polaco, cosascomo ésta:

Una vez, en la espera del dentista,el hijo y su madre:—Mami, ese chico tiene la nariz demasia-do grande, ¿qué le pasa?—¡Shhhhhhhh!, basta, Nahuel.—Pero maaa, ¿está enfermo? ¿Se leagrandó?—¡Basta te digo!—Déjelo, señora, mi nariz no tiene ego, nole molesta.Pero de hecho sí, tiene ego. Le gusta pase-arse pegada a mi cara con toda su huma-nidad, sus fosas nasales torcidas, con al-gunos pelitos en su interior, la metáforade una pequeña foca humana, y como nopodía hacer nada, me uní a ellala ACEPTÉ el sol y los planetasvolvían a tener sentido.

Escucharlo hace pensar que la poesía reci-tada vuela esencialmente sobre otros re-gistros, que a la literatura tradicional leson imposibles: la ortografía es un fantas-ma inocuo, la puntuación no es otra cosaque la respiración del que dice; las pausasy los énfasis se roban la escena: así el es-critor se transforma en cantor, y el hechizopara el que recibe se multiplica. El espacioes más tangible: de una hoja manchada atintazos pasamos a estar frente a un esce-nario donde el poeta da la cara y transpiramientras lee, ríe, insulta, grita. Apartadodel arquetipo ya en desuso del artista reti-rado, incivil y solitario, Juan poeta no essino en los otros.

Su mérito más extraño es el de saberdecodificar toda nuestra normalidad conmucha crudeza, sin meditar en lo elevadode la literatura, para encontrarle de a tur-nos su lado gracioso, macabro o insólito, ypoder narrar todo eso con mucha ligereza,con una sinceridad que acorrala y que nospone muchas veces contra las cuerdas, alborde del knock out. Pero no voy a hacermás esfuerzos para describir a esta perso-na porque es probable que estén pensan-do lo que Juan ya escribió: “De afuera to-dos parecemos normales, idiota”. ¿No?

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La cruda normalidad

JUAN XIET, POETA

perma en la corbata”, recuerda Juan. A lasegunda vez que lo hizo subir a su cuarto,el viajero le pidió un favor manual, mien-tras sostenía en la derecha un billete con-vertible, 50 dólares. Lo importante es queJuan tuvo que descargar toda esa experien-cia, y empezó a escribir. “Antes no leía po-esía, casi te diría que no leía nada, pero esedía hice como 25 poemas, de corrido, pornecesidad. ¿Viste cuando están los caballosantes de una carrera esperando desafora-dos por salir? Me pasó eso. Empecé a escri-bir y fue como un tiroteo”.

Mientras trabajaba en un restaurantesucumbió durante un tiempo a espacia-dos ataques de pánico. Pese a todo Juanse recuperó para regalarnos una valiosalección: la cura no está en la buena com-binación de un grupito de pastillas rojasy verdes, a tomar cada seis o doce horas.Hay una medicina alternativa que noviene con prospecto y que tampoco traefecha de vencimiento: es el estado poéti-co, que además de ser más barato produ-ce mejores efectos, y una dependenciamás sana.

En ese tiempo frecuentaba boliches deelectrónica, donde se sentaba a dibujaren medio de la pista o a repartir fanzinesde su poesía mientras los demás baila-ban. En esas noches conoció a Javier Ba-zin, con quien fundó más tarde Poesíaur-bana, medio de comunicación quepermitió participar del parto de proyectosimportantes como la FLIA (Feria del LibroIndependiente). Hoy Juan está alejado deesa experiencia, pero sigue activo.

Estamos en una época que no lo permi-te, pero es cierto que sus libros podrían ge-nerar ese extraño delito de “atentar contrala moral pública” por los arrebatos de su-ciedad, de desamparo, por la intensidaderótica. De Ataque de Pánico, su tercer li-bro, se imprimeron 3.000 volúmenes. Yano queda ninguno, y ni siquiera Juanguarda una copia. El último ejemplar per-dido lo encontramos en Mu. Punto de En-cuentro, y me lo quedé yo para maravillar-me con su escritura.

Creo que cuando escribe interviene enesa generación un principio casi biológico:su poesía emerge gracias a un caudal la-tente que se impregna y se fragmenta, len-ta, meticulosamente, de realidades des-concertantes: en el trabajo, en el subte, enun colegio, con una mujer teniendo sexo,de los recuerdos de la infancia. Como lasesponjas, organismos que son grandes re-

quedó dormido. Probó su primer porro alos 17 años. Tocaba el bajo en bandaspunk del under porteño. Cuenta que dechico jugaba al fútbol y que pertenecía auna raza hoy en extinción: jugaba de diez(dice: “fue una de las pocas cosas que hicebien en mi vida”) en las plazas de su ba-rrio, San Nicolás.

En su vida hubo varios puntos de infle-xión, pero hay un punto que vino de Brasilacompañado por 50 dólares, circunstanciaque censurada podría eclipsar un buen re-lato de su carácter improvisado. Trabajabade bellboy (esos que levantan valijas y tie-nen un moñito) en uno de los hoteles delcentro. Llegó un nuevo cliente. Lo llamó ala recepción, hizo subir a Juan a su cuarto yle preguntó si conocía un sauna por la zo-na, un bar, algo para divertirse. “Tenía unolor raro, a viaje, a muchas horas de avión.Estaba chivado y tenía una mancha de es-

er poeta y lograr vivir de esarara condición no es común:pocos lo consiguen. Y JuanXiet (multioficio, cuerpo es-quelético, verba ocurrente,

casi 30 años) no es la excepción. Circulópor varios trabajos, como empleado y en-cargado de un restaurante de mariscos,por una pizzería, en un hotel del centro yun call center especial, donde no vendíani ofrecía nada, sino que convertía mensa-jes de voz de gente radicada en España amensajes de texto, una de esas locuras dela modernidad. Otra locura un poco mástriste: una mañana llegó al trabajo y nohabía nada, la empresa se había converti-do en un fantasma y sus 400 miembrosen desempleados.

Juan se educó en esa atmósfera cerradaque sólo logran los colegios religiosos. Ca-si no veía a su papá y el día del entierro se

A punto de parir su cuarto libro, ha logrado transformarsu poesía en un medio de vida y sus presentaciones enuna leyenda. Ataques de pánico mediante.

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juanxiet.blogspot.comelemergentebar.blogspot.comrockelin.webs.com

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mente marcan el derrotero cultural dela humanidad y sus bienes comunes.La lucha en este sentido es si esa cons-trucción cultural trabaja para la domi-nación o para la liberación de las per-sonas y de los pueblos. Tanto Microsoftcomo Monsanto trabajan para la domi-nación y de forma conjunta.

SL en Latinoamérica

Cuál es la lucha, entonces? ¿Trabajarpor un servicio cibernético evolutivoy participativo o aportar a una “lu-

cha social” desde las computadoras?Nosotros no apostamos a la lucha socialdesde Internet. Apostamos a la luchasocial de personas reales. Y que luego,se articulan con otros grupos para haceralgo más grande a través de la red. Co-mo dice un amigo nuestro, Internet noes una red de redes de computadoras si-no una red de redes humanas que lautilizan como plataforma. Por eso nopodemos hablar de Internet como sifuera la solución a nuestros reclamos dejusticia social y de articulación, pero sícomo herramienta que puede estar alservicio de estos procesos, siempre ycuando podamos tener una mirada crí-tica del uso y apropiación social de lasnuevas tecnologías de información ycomunicación.

Pero hay muchos grupos de SL que no estánsocialmente comprometidos...

Claro, y aunque tienen muy buenas in-tenciones, no pasan de promover elsoftware libre como un aspecto tecno-lógico que tiene más beneficios que elsoftware privativo.

¿Cómo definirías entonces al SL?Como una oportunidad de realizar unproceso de contrahegemonía y golpearlos intereses mismos de algunas transna-cionales. Y lo vemos como un procesode construcción de saberes y de cultura.No sólo el software debe ser libre, sino, ymás importante, el acceso a la educacióndebe ser libre, el acceso a la salud, lasmedicinas, el acceso al agua, el derechoal territorio, la soberanía para decidir siun pueblo quiere o no explotación mine-ra. Queremos ser libres también en esto.

En sus talleres, los Código Sur intentanun planteamiento político acerca de la utili-zación que las organizaciones y movimien-tos sociales hacen de estas herramientas. Es-te primer enfoque, según Santiago,“despierta la reflexión teórica y políticaacerca de las TICs, procesos históricos de suconformación y penetración cultural, rela-ciones con proyecto de dominación y quéalternativas tenemos en el siglo XXI para de-sarmar ese proyecto y ponerlo al servicio delos pueblos”. Por otro lado, enseñan (“socia-lizamos conocimiento”, dirá Santiago) acer-ca de cómo usar herramientas de softwarelibre en sistemas operativos, radios (“mu-chas organizaciones tienen radios comunita-rias”), diseño gráfico (“muchas también im-primen boletines, revistas, folletos) ydesarrollo web, en general.

¿Cuál es la discusión de fondo de todo esto?La forma en la que estamos constru-yendo modelos de conocimiento, pro-ducción de saberes y cómo éstos final-

ma y hacer públicas las mejoras, de modoque toda la comunidad se beneficie”.

Con esta premisa Santiago y cuatro ami-gos empezaron por el 99 a trazar proyectos.No imaginaron que para 2010 habrían pasa-do por todos los Foros Sociales Mundiales,por el Foro Social Américas, el EncuentroHemisférico de Lucha contra el ALCA, el En-cuentro de los Pueblos y otras muchas reu-niones continentales. No imaginaron tam-poco que 2010 los encontraría en CostaRica, con una fundación e impartiendo ta-lleres en toda la región. Propongo entoncesque Santiago imagine su 2011: “Queremosconformar una escuela latinoamericana pa-ra seguir profundizando este acompaña-miento regional y hacer un trabajo más am-plio de formación de formadores, para quecada país tenga sus propios referentes en es-te proceso”. En su página web, amplían laconvocatoria de profesores y colaboradorespara el proyecto.

De Microsoft a Monsanto

sí el panorama, Microsoft es el malode la película. Santiago cuenta quesus pares de la vida real, los Gates,

acaban de comprar acciones de Monsantopor 23 millones de dólares (que sería, segúncálculos almaceneros, una suerte de 500 milacciones del total de la compañía). ¿Quénos dice todo esto? Que los monopolios(de tecnologías y de semillas) se van aline-ando, y que tienen más en común de loque parecen. Santiago cuenta: “Ambas tra-bajan con patentes. Monsanto estudia du-rante años cómo se cultiva una semilla ensu suelo original, por ejemplo el procesomilenario de la Milpa, que es una sabiduríaque los pueblos originarios transmitieronoralmente de generación en generación.Ellos van, estudian ese proceso, y luego pa-tentan. Y además modifican genes de las se-millas estudiadas. Microsfot hace algo simi-lar pero con el desarrollo del software”.

Lo similar, entonces, tiene que ver conlos algoritmos y operaciones que manejanlos softwares. Cada programa de Microsoftresponde a una serie de ecuaciones mate-máticas (que es un bien de la humanidad,recuerda Santiago), que son patentadas y se-lladas. Nadie puede saber, al igual que conlas semillas de Monsanto, cómo está hechoel software. Entonces: nadie puede modifi-carlo, aprenderlo, mejorarlo, ni distribuirlo.Santiago sigue: “Pero no sólo eso, sino queademás somos piratas cuando hacemosuna copia de un software, con lo que hayuna fuerte criminalización de la sociedad ci-vil”. Y remata: “Imaginemos si Pitágoras hu-biera patentando las matemáticas”.

Las preguntas son sin embargo otras: ¿esel conocimiento de las semillas o del soft-ware, exclusivo de un grupo? ¿O por el con-trario son patrimonio de la humanidad?

o en twitter, precisamente, perolas revoluciones online existen.Que hay mundos dentro demundos ya lo escribió Borges,pero que en Internet haya bue-

nos y malos, estafas y causas por las cualesluchar, puede resultarnos una novedad. Elsoftware libre argentino es noticia, en la ma-yoría de los casos, cuando una oenegé cap-tura fondos para entretener a universitariosdesocupados. Acaso para que no notemosque los mundos de adentro y los de afuerason muchas veces los mismos o para que lasorganizaciones sociales no se hagan este tipode preguntas:

¿Por qué declararnos en contra de Mon-santo y los transgénicos y seguir usandoWindows?¿Qué hubiese pasado si Pitágoras paten-taba las matemáticas?¿Qué libertades y herramientas nos daInternet para pensar otras formas de rela-cionarnos y participar?

Respuestas

ódigo Sur es uno de los hijos de es-tos interrogantes. Desde 2002 dictatalleres de comunicación con los

que promueve una reflexión teórica y polí-tica acerca de esas tecnologías de informa-ción y comunicación. Su trabajo, además, secentra en organizaciones sociales a las queinstruye sobre cómo usar las herramientasdel software libre en el cotidiano y operaren radios, programas de diseño y desarrolloweb en general. Recientemente concluyó enSantiago del Estero una serie de talleres re-gionales iniciados en 2009, en los cualesparticiparon el Frente Popular Darío Santi-llán y el Movimiento Nacional CampesinoIndígena, entre otros grupos.

Santiago Hoarth Moura, fundador y par-te del equipo de coordinación de CódigoSur, explica qué es un SL para desentendi-dos: “El software es un código que hace quetodo lo que hacemos en una computadorafuncione y se procese. Algunas de las em-presas productoras de software a escala pla-netaria son las que deciden nuestra formade relacionarnos con la tecnología y seconstituyen como actores principales en elsistema de dominación tecnológica al res-tringir el acceso al código fuente. Este tipode desarrollos se conocen como ‘softwareprivativo’ (como Windows) ya que no sóloel código es privado (de la empresa que lodesarrolla, en este caso Microsoft) sino quepriva de libertades a las personas usuarias,convirtiéndolas en esclavas o prisioneras deese software. Muy por el contrario el softwa-re libre brinda cuatro libertades esenciales:la libertad de usar el programa, con cual-quier propósito; de estudiar el funciona-miento del programa y adaptarlo a las nece-sidades; de distribuir copias, con lo quepuede ayudar a otros; de mejorar el progra-

CÓDIGO SUR

El movimiento de software libre argentino logró, con este colectivo, conectar las compu-tadoras con los movimientos sociales. Talleres y programas para el cambio social.

Revolución online

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www.codigosur.org

De la página se puede bajar el progra-ma Cyclope que permite crear, editar yadministrar páginas web.

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Firme junto al webloTHE CLINIC, LA REVISTA

¿Con quién querés compartir tu mesa?Te proponemos que hagas pasar a tu casa el trabajo de campesinas y campesinos, de los trabajadores de fábricas recuperadas, el de propuestas de autogestión cooperativa.

Pasamos por todos los barrios, cada mes, llevando los productos de la solidaridad para el consumo familiar: vinos, salsa de tomate, miel, dulces, yerba, quesops, aceites, fideos y más de 100 productos.

Puente del Sur 4450-7730 [email protected] www.puentedelsurcoop.com.ar

22 NOVIEMBRE 2010MU

más allá de la parafernalia, permitieronver enteramente la cuestión de las con-diciones laborales en Chile.

El redibujo desata cierta paranoia: “Ha-blan de nexos entre los mapuche y lasFARC, que no sé si enviarán hondas y pie-dras, porque no se ha visto ningún atenta-do terrorista. O persiguen a unos jóvenes

anarquistas como si fueran a derrumbarlas instituciones. O se contagia temor aque te asalten en cada esquina, siendoque el país es bastante seguro. La derechapromete seguridad y genera paranoia, co-mo excusa para aumentar el control”.

Patricio plantea un problema central:“El problema madre de esta sociedad es laconcentración de la riqueza. Cuatro fami-lias poseen casi la mitad de las accionesque se manejan en la Bolsa. Eso incluye alduopolio de prensa. La apuesta a un neoli-beralismo extremo hizo crecer la economíay bajar la pobreza bajo la lógica del 'cho-rreo', pero los salarios son vergonzosa-mente bajos, mientras las utilidades empre-sarias son gigantescas. Los pobres y ricosviven en planetas incomunicados, separa-dos. Eso empobrece a todos y también a lademocracia, en un país en el que el escán-dalo abrumador es la desigualdad social”.

iñera con uniforme nazi y enlugar de la esvástica, el sím-bolo 33. Marcelo Bielsa con eluniforme de Bernardo O'Hig-gins, quien aparece con buzo

de director técnico. Un científico que reve-la: “Los hongos y el ayahuasca me abrie-ron el cerebro”. Un especial sobre FidelCastro enfermo: “¡Hasta la victoria casisiempre!”. Y también una bellísima ediciónde poesía dedicada a don Nicanor Parra.

The Clinic es una revista semanal quemezcla humor, provocación e inteligenciacon investigaciones periodísticas y entre-vistas. Nació en 1998 casi como un panfle-to. “La intención era festejar lo que nadiefestejaba: la detención de Augusto Pino-chet en The London Clinic, de Londres,donde lo habían internado”, dice el funda-dor Patricio Pato Fernández. “Había unpermanente lamento en los medios. Inclu-so la Concertación no condenaba el juzga-miento, pero decía que lesionaba a la so-beranía hacerlo en el exterior. A nosotrosnos importaba una reverenda hueva dón-de lo condenaran”.

Los panfletos fueron gratuitos al co-mienzo, y el éxito parió la revista, que conel tiempo incorporó periodismo. Patriciovenía de estudiar literatura y filosofía: “Lospanfletos eran una hoja doblada en cua-tro”. El estilo de sarcasmo al periodismo semantiene aún hoy en las primeras pági-nas. Ejemplos: “Dandy chileno dará charlade apoyo a los mineros: 'Sé lo que es caerbajo'”. O foto de Cecilia Bolocco junto a Pi-ñera, quien piensa: “Espero que no cacheque le estoy tocando el poto”.

Redibujo y paranoia

he Clinic es la revista más leída enChile, con 35.000 ejemplares se-manales, prepara un diario on line

y tiene un bar: “No es menor que exista unpunto de encuentro fuera de esta homoge-neidad”, explica Patricio, para quien se es-tá viviendo un redibujo político: “La Con-certación tiene una presencia fantasmal.Gobernó queriendo mostrar que no era iz-quierdista, y Piñera trata de no ser dema-siado derechista y pinochetista, salvo en loeconómico. Pero es un juego envejecido,no aparecen la sangre nueva, las nuevassensibilidades. Recién empiezan a ser unadiscusión la ecología, o el desarrollo de lamatriz energética y el modelo productivo.El fin de la historia, esta apariencia deacuerdo absoluto, es una ilusión. Debenestar germinando otras cosas”.

¿Por ejemplo? Percibo -todavía con tono de murmu-llo- lo ecológico, o el tema de los mapu-che que pone foco en las culturas y enel respeto a lo local. O los mineros, que

Es la publicación más leída, seria y provocadora de Chile, desde que nació en 1998como un panfleto gratuito para celebrar la detención del dictador Augusto Pinochet.

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www.theclinic.clNotas online y acceso a la edición im-presa. El hit es la sección Estiércol,donde a través de fotomontajes edito-rializan sobre la coyuntura política

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23NOVIEMBRE 2010 MU

Participá con tu voto de los premios Contamina Awards 2010 para distinguir a las campañas de marketing que finan-cian las empresas mineras para ocultar el impacto que sus actividades tienen sobre el medio ambiente, las personas yla economía. Mandá tu voto a [email protected] hasta el 5 de diciembre. La Brigada Antifiolo será la encarga-da de entregar los premios a los ganadores y, en el trayecto, reemplazar los volantes que invitan a los prostituyentes aconcurrir a los antros de explotación sexual de mujeres por los volantes que preparamos especialmente con los nom-bres, teléfonos y direcciones de las empresas mineras que prostituyen al país. Los nominados son:

PREMIO MU AL GARKETING MINERO

MEJOR CAMPAÑA DE GARKETING FIOLOMINERO

MARTÍN OYUELA: ex funcionario de CarlosMenem y asesor de Eduardo Duhalde, fueconvocado por la Cámara de EmpresariosMineros para diseñar una campaña delobby de prensa que neutralice a las asam-bleas ambientales.

JORGE AZCÁRATE, JUAN CARLOS MALAGOLI YRAÚL TIMERMAN: por la campaña que dise-ñaron para combatir a la Asamblea No a laMina de Esquel.

ERNESTO SIROLLI: autor del libro La mineríay el desarrollo de las comunidades, dondeexplica por qué las mineras “crean comuni-dad”, hecho que comprueba porque cuan-do se van “esa comunidad desaparece”.

MEJOR FUNCIONARIO FIOLOMINERO

JORGE MAYORAL: secretario de Minería de laNación.

JOSÉ LUIS GIOJA: gobernador de la provinciade San Juan.

LUIS BEDER HERRERA: gobernador de la pro-vincia de La Rioja.

EMPRESA GARCA-FIOLOMINERA

BARRICK GOLD: minera canadiense que ex-plota el yacimiento de Veladero y comenzóa explorar el de Pascua Lama, que perforala Cordillera de los Andes. Otro de sus em-prendimientos fue detenido por la Asam-blea de Famatina y Chilecito.

PAN AMERICAN SILVER: minera canadienseque compró el Proyecto Navidad, ubicadoen Gastre, Chubut, el mayor reservorio deplata del mundo, y hace lobby para que seeliminen en esa provincia las restriccionesa la minería a cielo abierto, denunciadapor las asambleas ambientales por susefectos contaminantes.

BAJO ALUMBRERA: proyecto que afecta a lasprovincias de Tucumán y Catamarca y queexplota Xtrata Cooper. Pertenece a la Uni-versidad Nacional de Tucumán y financia(silencia) a varias universidades públicas.

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www.lavaca.org

¿Y Julio López?

La presente edición de nuestro periódico MU sumó el esfuerzo de:Redacción: Claudia Acuña, Sergio Cian-caglini, Mariana Collante, Romina Dal-fonso, María del Carmen Varela, CarlosMelone, Luis Zarrans, Franco Ciancaglini,Mary Sol Wasylyk, Bruno Ciancaglini yFranco Danussi.Fotografía: Julieta Colomer, HernánCardinale y Mariana Salgado.Diseño: másSustanciaCorrección: Graciela DaleoIlustración: Diego Parés, Mariano Luca-no y Veroka Velázquez.Webmaster: Diego GassiCoordinación: Magui Salazar y FacundoOrtega.Impresión: Cooperativa de Trabajo Grá-fica Patricios. Av. de Patricios 1941 Distribución en Capital: Vaccaro Sánchez y Cía. Moreno 794 9º, CapitalTel/Fax: (011) 4342-4031/32 Distribución en Interior: DISA (Distribui-dora Interplazas SA). Pte. Luis S. Peña1832/6 (1135) Capital. Tel (54 11) 4305-0114/3160MU es una publicación de la Coopera-tiva de Trabajo Lavaca Ltda. Hipólito Yrigoyen 1440 Ciudad Autónoma de Buenos AiresTeléfono 4381-5269.Editor responsable: Claudia Adelina Acuña www.lavaca.org

rimer movimiento: Allegro manon tanto. La primavera espolíticamente incorrecta. Mo-lesta. Si estás al sol, calor in-cómodo y picante. Si estás a

la sombra, ciertas partes del cuerpo se jun-tan amorosamente y otras vibran, pero sinerotismo.

Los alérgicos y yo coincidimos: la pri-mavera jode. Que el marketing de la felici-dad diga lo que quiera…

Salí de mi casa un sábado a las 4 de latarde en pleno día primaveral, ligeramentefeliz de que mis peripecias transportistashoy no iban a ocupar mi crónica (o comose llame esto). Caminé unas cuadras desdemi casa hasta mi destino, pasando por Lo-mas de Zamora A y Lomas de Zamora B.

Lomas B es el centro comercial históri-co (peatonal incluida) que se cayó sin rui-do, pero con contundencia y que resucitóen su versión posmo para el morochajeconsumidor, que es abundante y gastador,pero con mucha gorrita, dentadura incom-pleta y algunos modales que despeinan alas señoras lomenses.

Señoras que, entonces, se mudaron aLomas A (conocido como Las Lomitas),nuevo centro híper garca, donde se juntanlos ídem y es la región distinguida y amo-rosa, Top y de Marca, ahí nomás, limítrofecon la otra Lomas pero con la misma ro-tundidad de la frontera entre las Coreas.

Imaginarse los otros Lomas del abece-dario es para un día en que el suicidio seala opción definitiva.

Mi destino quedaba en Lomas B (porsupuesto) y el centro era un caos de co-ches y gente, de sábado a la tarde.

Supongo que tiene que ver con el Cam-bio Climático o con el Imperialismo o ElGobierno…

Segundo Movimiento: Adagio tranqui tran-qui. El teatro Coliseo es un viejo teatro demi pago. Ha sufrido todos los avatares delconurbano: de ser la mina más linda delbarrio, pasó a ser una ruina abandonadahasta que finalmente recuperó algo del es-plendor perdido. Es teatro “de veras”, conpalcos a los costados, pulman y platea yuna decoración ligeramente art decó a lasudamericana, pero sobria. Su capacidadtotal es de algo más de 1.000 localidadespor lo que no es un kiosco.

Viejas butacas clásicas recauchutadas,pisos de madera cuidados, pintado re-cién, bonito, administrado por La Socie-dad Italiana Unione e Benevolenza, ¿ca-pito?

Tecer Movimiento: Allegretto e confusione.Mucha gente para entrar. El teatro se llena-ría hasta un 70% o más.

Me demoro en la puerta y miro bus-cando descubrir algo.

A veces no hay nada que descubrir.Y en otras sencillamente estamos ciegos.Gente grande, gente joven, muchos chi-

cos de distintas edades y cuando entro yme voy sentando, me doy cuenta de undetalle.

Pude ver. Eran más adultos que niños: 2 a 1 por

lo menos. Y adultos solos, solos de niñosy solos de otro.

¿Para quién es la función? ¿De qué setrata esto?

Un espíritu futbolero y una emociónextraña electrizan el ambiente.

La gente está dispuesta a entusiasmarse,pase lo que pase. Aplausos y ovaciones. Micompañera emocionada, algunos nenes delos más chiquitos ocupados en investigarlos chicles del suelo o los mocos de su na-riz (vi a uno intentando en nariz ajena).

lavaca es una cooperativa de trabajocreada en 2001. Editamos una páginade Internet que todas las semanas di-funde noticias bajo el lema anticopy-right. Mensualmente profundizamosestos temas en mu.

CRÓNICAS DEL MÁS ACÁ

CAMPAÑA DE SUSCRIPCIÓN A MU

Seis ediciones por tres datos y $ 42

Enviá estos datos a [email protected]ás info en www.lavaca.org

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3. En qué dirección querés recibir el periódico.

Regresiones

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Los adultos aplaudiendo de pie, repi-tiendo consignas que conocían hasta elhartazgo con entusiasmo ¿infantil?, comosi fuese la primera vez.

O tal vez como si fuese la última. Toda la función así.Banderas en los palcos y en el pulman,

algún desaforado en el límite neblinosoentre la emoción y el ridículo, otros revo-leando sus pulóveres sobre las cabezas.

Y los nenes no tan pequeños sabiendoque eran invitados a una fiesta que no lespertenecía.

Estoy seguro.

Cuarto Movimiento: Adagio pianísimo. ElHombre del Escenario se llama Carlos Ba-lá, que con 85 años sostiene una hora desoledad en un escenario despojado, ha-ciendo lo que siempre hizo, amagando al-guna emoción y retirándose con premuray sin bises.

La gente canta y sonríe y se repite entresí todas las muecas del humor Balá. Al-guien al pasar habla de humor sano.

No sé. ¿Lo pueril será sano? Lo ingenuo es sano. ¿La cartografía de la tontería los distin-

gue?No lo sé. En alguna parte de la cabeza de mi

compañera (recuperada de la emoción yde que la mire como si ella fuera un zom-bi) surge la idea del desdichamiento, deadultos que no han encontrado nada ensus vidas de tales y recurren a su infancia,

a lo infantil para, de algún modo, ideali-zarlo y salvar sus vidas, el sentido de susvidas.

Chupetómetros, gustos de la sal, gestitode idea…

Desdichamiento.Mierda.Y se me aparecen los ojos negros de mi

compañera, lanzando rayos de furia pre-ventiva cuando habíamos entrado al tea-tro, diciéndome desde las tripas, sin filtros:“si en la nota hablás mal de Carlitos Balá,sos un hijo de puta”.

No te preocupes Petisa.No te preocupes.

ma

ria

no

lu

ca

no

Argentina originaria.Genocidios, saqueos y resistenciasDarío Aranda

MU.Punto de EncuentroHipólito Yrigoyen 1440

Más info: en www.lavaca.org

Contratapa.qxp 11/16/10 5:16 PM Page 2