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    Revista Mexicana de Investigacin Educativa 681

    RMIE, JULIO-SEPTIEMBRE 2009, VOL. 14, NM. 42, P P. 681-699

    Presentacin temtica

    ESTUDIOS DE GNERO EN EDUCACIN

    Una rpida mi radaROSA M AR A G O NZLEZ JIM NEZ

    Q uiero insistir en que el trmino gnero

    slo es til como pregunta.

    (Joan W. Scott, 2008)

    Presentacin

    sta seccin temtica de la Revi sta Mexi cana de Investi gacin Educati vatrata acerca de gnero en educacin. La convocatoria que hicimos para

    enviar trabajos fue muy bien recibida por la comunidad acadmica de Mxicoy de otros pases de Iberoamrica. Para iniciar, presento un breve recuentoacerca de algunos debates terico-metodolgicos en relacin con los Estu-dios de Gnero (EG), como una introduccin al tema.1Como todo textointroductorio, tiende a simplificar debates complejos.

    Pretendo caracterizar (desde mi propia lectura) a las investigaciones quese adscriben a los EG, ya que no toda investigacin que tiene como objetode estudio a las mujeres, o que compara a hombres y mujeres, se puedecaracterizar como un EG, aunque este hecho en s mismo no le resta valorcomo investigacin.

    Para este intento de presentar un bosquejo de los EGen Mxico, retomolo que seala Butler (2006:247) Nadie puede situarse en una perspectivaglobal del feminismo [] que no haya sido impugnada .Se escribe paraotros(as) y el riesgo es el ex-ponerse; espero que haya muchas impugnacionespara constatar que tuvo algn sentido escribir.

    El trmino gnero es ya muy popular entre polticos, medios de comu-nicacin y buena parte de la poblacin, quienes lo utilizan con una tre-menda vaguedad (se asocia como mujeres o derechos de las mujeres);2porlo dems, no tendran por qu ser especialistas en el tema.

    E

    Rosa Mara Gonzlez Jimnez es profesora-investigadora del Cuerpo Acadmico Estudios de Gnero enEducacin, Universidad Pedaggica Nacional. Carretera al Ajusco nm. 24, Col Hroes de Padierna, M xico,DF. CE: [email protected]

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    Gonzlez

    Desde ya quiero aclarar que gnero es esa clase de nociones inciertas entorno a las cuales se configurancampos de batal la, cuyos significados estncruzados por lneas de tensin, pues aquello de lo que tratan es objeto deconflicto. Como bien seala Scott (1992), el gnero implica una dimen-sin poltica, y la poltica hace al gnero.

    Caracterizacin y antecedentes

    Los Estudios de Gnero son un campo multi y transdisciplinar, que se ini-cian en los aos ochenta en la mayora de las instituciones de educacinsuperior. Su objeto de estudio son las relaciones socioculturales entre muje-res y hombres (hombres y hombres/mujeres y mujeres) y parten de la pre-misa de que el concepto mujeres (u hombres) es una construccin social, yno un hecho natural. Construccin social atravesada por relaciones de po-der y siempre acotada a un tiempo y lugar determinados (Scott, 1996a).

    De acuerdo con Scott (2003:77-78)

    El trmino utilizado para teorizar la cuestin de la diferencia sexual fue el degnero [] Aunque los usos del trmino gnero en sociologa pueden tenerecos funcionalistas o esencialistas las feministas insistieron en las connotacionessociales del mismo por oposicin a las connotaciones fsicas de la palabra sexo.

    Los EGse derivan del movimiento feminista internacional y tienen como

    antecedente los Estudios de la Mujer, cuyo objeto de anlisis, como sunombre lo indica, son las mujeres; inician en la dcada de los setenta en lasuniversidades de pases industri alizados y comparten con losEGlas teorasfeministas que les dan sentido.3

    Es amplia la literatura feminista referida a la investigacin, de las queslo doy algunas referencias.4Al igual que otras comunidades acadmicascrticas, los EGconsideran que el conocimiento cientfico (cualquier cosaque se entienda por tal) es todo menos neutral; que en la generacin deconocimiento ha predominado la perspectiva de los que ms recursos eco-nmicos y militares tienen y que, como mujeres y hombres dedicados a lainvestigacin, buscamos respuestas alternativas al saber instituido.

    Desde una perspectiva metodolgica,5

    las investigaciones que se hacendesde las teoras feministas no eluden los juegos de poder que se presentanen la investigacin (entre investigador(a) e investigados); parten de inte-rrogarse acerca de los propsitos que se tienen, los beneficios que traer

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    para la poblacin estudiada, reconociendo que la subjetividad delinvestigador(a) est en juego en el proceso de la investigacin, por lo quees necesario aclarar sus propios prejuicios (H araway, 1995; Reinharz, 1992).6

    Personalmente considero que la legitimidad de una investigacin tieneque ver con la coherencia y rigor (que no rigidez) entre las preguntas quese formulan, el marco de los supuestos en que se fundamenta, los argu-mentos que se ofrecen acerca del procedimiento y los conocimientos a queda lugar la investigacin. En este sentido, el debate entre enfoques nomotticos,que buscan generalizar, en contraposicin con los mtodos ideogrficosorientados a lo particular; los mtodos cuantitativos que se basan en elanlisis estadstico o los mtodos cualitativos que se fundamentan en lainterpretacin y la comprensin son, todos, intentos vlidos y siempreparciales en la generacin de conocimiento.

    Lo que hace particular a la investigacin desde los EG es el tipo depreguntas que se formulan; las que, de acuerdo con Scott (1992), para lasinvestigaciones histricas son: quines y con qu propsitos argumentanacerca de la di ferencia sexual?; cmo se construy el significado?; qucualidades o aspectos se consideran? Por otra parte, coincido con Tarrs(2004) en el sent ido de que la pluralidad metodolgica es una vir tud de lainvestigacin en ciencias sociales, contrario a feministas quienes conside-ran que un solo enfoque es el vlido.

    En estos casi treinta aos que han pasado desde la instauracin de los

    EGen el plano internacional se han sucedido interesantes debates tericos,filosficos y polticos en torno al trmino gnero.7La seleccin que hagode autoras(es), se refiere a los que en M xico han tenido particular in-fluencia en el campo educativo.8

    Tanto el libro de la filsofa Simone de Beauvoir El segundo sexo(mujerno se nace, se hace), como los trabajos de la antroploga Margaret Mead ylos del profesor de psiquiatra Robert Stoller se consideran antecedentesdel concepto de gnero; este origen multidisciplinar ha dado lugar a muydiferentes nfasis en cuanto a los enfoques que se le da al trmino. Elgnero ha sido clave en la teora y poltica feminista desde los aos seten-ta, cuestionando que la biologa sea destino.

    Desde la filosofa, De Beauvoir denunciaba en 1949 que a lo largo de lahistoria la mujer haba sido construida como el segundo sexo , la otradel hombre. Plantea que las caractersticas humanas consideradas comofemeninas son adquiri das por las mujeres mediante un complejo proceso

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    individual y social, en vez de derivarse naturalmente de su sexo. Por suparte, Margaret Mead, en sus investigaciones etnogrficas haba puesto enentredicho la visin biologicista que prevaleca en las ciencias sociales enEstados Unidos, acerca de que la divisin sexual del trabajo en la familiamoderna se deba a la diferencia innata entre el comportamiento instru-mental (pblico, productivo) de los hombres y expresivo de las mujeres(Scott, 1996a). Las obras de ambas no tuvieron repercusin en su momen-to; seran retomadas posteriormente por el feminismo acadmico.

    Primeros guios

    El psiclogo John Money utiliza en 1951 el trmino gender para referirse ala dimensin cultural, principalmente la influencia educativa, en la forma-cin de la identidad sexual. Los movimientos de liberacin de los aos se-senta en Estados Unidos generan un ambiente de cambio de posicin haciala homosexualidad, la transexualidad e intersexos, quienes hasta entonceseran clasificados por la medicina y la psiquiatra como anormales.

    El profesor de psiquiatra de la Universidad de California (San Francisco)Robert Stoller adopta el trmino gnero para distinguir el sexo social asig-nado del sexo biolgico. En su l ibro Sex and gender: On the development ofmasculi ni ty and femin ini ty(1968) desarrolla el concepto de identidad degnero, estableciendo que ste se consolida a los 18 meses de edad. Susinvestigaciones le confirmaban que ni los sentimientos, pensamientos o

    fantasas estn determinados exclusivamente por la anatoma sexual. In-fluido por estas propuestas, la psicologa social empez a cambiar el tr-mino de rol sexual por el de rol de gnero.

    Cuando Stoller distingue el sexo biolgico del gnero social, da comoun hecho la oposicin entre naturaleza y cultura. Dos sexos (hombre ymujer) implican dos gneros (femenino y masculino). Al establecer que elsexo no determina el gnero, las opciones son mujeres femeninas, mujeresmasculinas, hombres femeninos, hombres masculinos. Siguiendo esta l-gica, autoras como Emilce Dio Bleichmar (1985), al incluir el deseo y lasprcticas erticas como parte de la identidad de gnero, enumera ochodiferentes formas de clasificacin (mujeres masculinas heterosexuales, mujeres

    femeninas homosexuales, hombres femeninos heterosexuales, etctera).La tendencia a clasificar en psicologa proviene del paradigma emp-rico-positivista de ciencia que retoma del modelo de la biologa: en susinicios, la biologa empieza a clasificar las diferentes especies animales y

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    vegetales a partir de ciertos criterios. La clasificacin permiti ordenar ycomprender el funcionamiento animal y vegetal. Para ser considerada unaciencia , la psicologa procedi de forma semejante, clasificando t ipos depersonas y tipos de patologas a part ir de un modelo ideal (la norma o lonormal se estableci a part ir de los hombres anglosajones jvenes coninstruccin) (Gonzlez, 2004b).

    Desde esta perspectiva, las investigaciones se enfocan en comparar muydiversas capacidades, valores o comportamientos de hombres y mujeres,utilizando el anlisis estadstico para identificar diferencias significativas.9

    Si se hacen desde los Estudios de Gnero, generalmente concluirn quelas diferencias son producto de la educacin y los condicionamientos so-ciales; si lo hacen desde enfoques biologicistas dirn que son efecto delcuerpo (estructuracin del cerebro, genes, hormonas, etctera). Estas in-vestigaciones suelen utilizar diversos instrumentos (cuestionarios, esca-las, pruebas), sin interrogarse acerca de los sesgos por sexo que tienen ensu diseo (Gonzlez, 2004a).

    M illett seala la inut i lidad de esas comparaciones:Seguramente nopodremos saber cualesquiera que puedan ser las diferencias reales ent relos sexos, mientras que los sexos no sean tratados de modo diferente, esdecir, como semejantes (ci tada por Stolcke, 2004:85). Adems, refuerzalas ideas de dos entes (hombre y mujer), exclusivos y excluyentes (que en laversin televisiva se anuncia: los hombres son de Marte y las mujeres de

    Venus).Por su parte, la antroploga Gayle Rubin publica, en 1975, un textofundamental en donde despersonaliza el gnero. A partir de la cr tica delas interpretaciones que hacen Engels, Lvi-Strauss y Freud acerca de losfundamentos de la opresin de las mujeres, denuncia que la subordina-cin obedece a fenmenos poltico-sociales, acuando el trmino de si ste-ma de sexo/gnero,que consiste en un conjunto de dispositivos que transformanla sexualidad biolgica en actividad humana, desde tres perspectivas clavepara explicar el origen delpatr i arcado(rgimen del padre) el marxismo, elpsicoanlisis y la antropologa. Para Rubin (1996:58):

    La divisin del trabajo por sexos, por lo tanto, puede ser vista como un tab, untab contra la igualdad de hombres y mujeres, un tab que divide los sexos endos categoras mutuamente exclusivas, un tab que exacerba las diferencias bio-lgicas y as crea el gnero.

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    Cuestionando tambin la heterosexualidad hegemnica: El gnero noes nicamente una identificacin con un sexo; exige tambin que el de-seo sexual sea canalizado hacia otro sexo.

    Las desigualdades sociales y la violencia contra las mujeres se plante enun inicio de forma un tanto esquemtica: mujer vctima pasiva - hombre abu-sador o bien con el constructo cultura patriarcal. Si bien este proceder ayudcomo denuncia, result poco esclarecedor.

    Una vuelta de tuerca: nuevas miradas, viejos problemas

    Inclui r la dimensin temporal y pol tica en losEGrompi en muchos sen-tidos con posiciones esencialistas, estticas y simplificadoras. Joan W. Scotty Robert W. Connell, aunque parten de perspectivas tericas diferentes(Scott, construccionismo social y post estructuralismo, y Connell, teorasocial sistmica) coinciden en algunos aspectos:

    1)Crtica a las teoras que consideran a hombres y mujeres como catego-ras estticas y preformadas ahistricamente.

    2)Poner en el centro del anlisis las asimetras sociales, como juegos de poder(el gnero se interrelaciona con la posicin social, la raza, la etnia, etctera).

    3)Conjugar el anlisis de los sistemas o estructuras con el estudio de laaccin humana.

    4)Situar a los actores sociales como centro del anlisis y, al mismo tiem-

    po, la importancia del significado y de las representaciones.5)Aunque incluyen la cuestin de la identidad, gnero lo definen princi-palmente como una accin (Scott, categora para analizar; Connell, elgnero se hace).

    La historiadora feminista Joan W. Scott incorpora nuevos elementos aldebate considerando su texto El gnero: una categora til para el anlisishistrico,10en el que introduce tres ideas: a)el gnero es una construc-cin social de la di ferencia sexual; b)es una forma primaria de las relacio-nes de poder; c)en tanto construccin de significados, est acotado por elcontexto, la situacin social y cultural de los sujetos de estudio y el tiempo

    histrico (Scott, 1996a).

    Los sistemas de gnero, sin importar su periodo histrico, son sistemas binariosque oponen el hombre a la mujer, lo masculino a lo femenino, lo pblico a lo

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    privado, y esto, por lo general, no en un plan de igualdad sino en un ordenjerrquico [] Lo interesante de estas oposiciones binarias es que nos permitenver procesos sociales y culturales mucho ms complejos, en los que las diferen-cias entre mujeres y hombres no son ni aparentes ni estn claramente definidas(Scott, 1996b:33).

    Gnero [] es una forma de referirse a los orgenes exclusivamente socialesde las identidades subjetivas de hombres y mujeres. Gnero es, segn estadefinicin, una categora social impuesta sobre un cuerpo sexuado (Scott,1996a:28).

    La identidad no est arraigada en lo biolgico, siempre anda tras ella y que esabsqueda sea hetero u homosexual slo resulta posible en contextos polticos ypersonales (Scott, 1996b:29).

    Para Scott (1996b), lo constante es que en todas las sociedades den comoun hecho la di ferencia sexual; preguntarse a partir de qu comparacinentre hombres y mujeres establecen la diferencia y qu significados se leatri buyen, vara de un lugar a otro, de un grupo social o cultural a otro, deun momento histrico a otro. En tanto pregunta, para Scott, gnero esms una categora heurstica que busca razones, interpreta y pretende ex-plicar, que una categora descriptiva.

    Hablar de construccin desde el construccionismo impl ica de suyo

    cuestionar posiciones esencialistas que conciben al hombre o la mujer(en singular) como entes al margen de la dimensin histrica, social ycultural, lo que precisa en la investigacin ubicar el contexto, el o los su-

    jetos de estudio y el t iempo histrico. Fueron precisamente las acadmicasafroamericanas en Estados Unidos quienes cuestionaron que en la ideaque las feministas tenan de la mujer , no se sent an identificadas.

    Por su parte, Robert W. Connell (1995) incluy el estudio de los hom-bres en los EG. En su texto Masculi ni ti es11considera el gnero como unaforma de ordenamiento de la prctica social; lo define como una estructu-ra internamente compleja, en que se superponen varias lgicas diferentes.Cualquier masculinidad, como una configuracin de la prctica, se ubica

    simultneamente en varias estructuras de relacin que pueden estar siguiendodiferentes trayectorias histricas. Por consiguiente, la masculinidad, ascomo la femineidad, siempre est asociada con contradicciones internas yrupturas histricas.

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    En el tercer captulo, Connell cuestiona las teoras de la identidad masculina[o femenina] como enfoques esencialistas:

    La debilidad del enfoque esencialista es obvia: la eleccin de la esencia es bas-tante arbitraria. Nada obliga a diferentes esencialistas a estar de acuerdo, y dehecho a menudo no lo estn. Las demandas acerca de una base universal de lamasculinidad nos dicen ms acerca del ethos de quien efecta tal demanda, queacerca de cualquiera otra cosa.

    Connell desarrolla la idea de masculinidades mltiples y enfatiza las jerar-quas y el cambio. Aunque existen muchas masculinidades conviviendo,siempre hay una que se plantea como la hegemnica y que margina a lasotras en todo sistema de relaciones de gnero. La masculinidad hegemnicano es un tipo de personalidad fija, es ms bien aquella que se encuentra enuna posicin superior; porque sin importar el momento, la cultura siem-pre preferir alguna forma de masculinidad.

    Para Connell, el gnero es una accin (el gnero se haceal etiquetaralgo como masculino o femenino), entiende la masculinidad y la femini-dad como configuraciones de prcticas de gnero:

    En lugar de intentar definir la masculinidad como un objeto (un carcter detipo natural, una conducta promedio, una norma), necesitamos centrarnos en

    los procesos y relaciones por medio de los cuales los hombres y mujeres llevanvidas imbuidas en el gnero [] cuando hablamos de masculinidad y femini-dad estamos nombrando configuraciones de prcticas de gnero. La configu-racin de la prctica es aqu lo que los psiclogos han llamado t radicionalmentepersonalidad o carcter.

    Las teoras acerca de los roles de gnero han ignorado el caso de los hom-bres gay y han tenido poco que decir al respecto de la raza o la pertenenciatnica. Tambin tienen dificultad en incorporar la cuestin de las relacio-nes de poder (Connell, 1995:27).

    Tambin destaca la interseccin del gnero con otras configuraciones

    como la posicin social o la raza. Formula un modelo provisional de laestructura de gnero con, por lo menos, tres dimensiones, a)poder, b)produccin y c)cathexi s (vnculo emocional).

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    El propio Connell (2005, 2006) hace algunas reconsideraciones tiem-po despus, sealando la unidireccionalidad de las jerarquas de gneroen su teora, el hecho de no considerar la capacidad de decidir y actuar(agency) de las mujeres y el reconocimiento explcito de la geografa (po-ltica) de las masculinidades, acentuando la interaccin entre niveles lo-cales, regionales, y globales.

    En contraposicin con Scott y Connnell, el llamado femini smo cul turalsustenta la afirmacin de que existe una naturaleza o esenci afemenina, lacual reivindican para revalorizar los atri butosfemeninosmenospreciados.12

    Estas posiciones se contraponen con lo que se puede caracterizar como unestudio de gnero ya que consideran que laidentidad de gnero es innata,y por lo tanto contraria a la idea de una construccin social.

    Desde una mirada d i f e r e n t e

    Tanto Connell como Scott , aunque en menor medida, ut ilizaban el trmi-no gnero en plural: los gneros (aunque no precisaban cuntos). Estaforma de proceder implicaba que la concepcin de dos sexos, la traspasa-ron a dos gneros (masculino y femenino).

    Thomas Laqueur (1994), en su anlisis histri co acerca de los discursosbiolgicos y mdicos del cuerpo, concluye que el sexo es contextual. En elproceso de construccin histrica del cuerpo ident ifica dos modelos: a)elmodelo unisexo segn la cual slo existe un sexo (la mujer es un hombre

    invert ido): hombres y mujeres difieren entre ellos por la cant idad de calorque poseen sus cuerpos (las mujeres con menos calor vital y menor energacreadora) que es la concepcin que predomina hasta el siglo XVIII; b)elmodelo de losdos sexosque, en gran medida, determina la concepcin delsexo opuesto domi nante en la actualidad, concluyendo que El sexo esuna categora sociolgica y no biolgica como hasta ahora se ha pensado(citado por Mosconi, 1998:89).

    En la misma lnea, el texto de Fausto-Sterling (1998) Los cinco sexos,problematiza la idea de dos (y slo dos) sexos, sealando que en ltimainstancia el sexo es una convencin social y administrativa.

    Influidas por el llamado posestructuralismo, un grupo de acadmicas

    han reformulado diversos aspectos de la teora feminista; particularmenteel referido al dimorfismo sexual y la identidad de gnero (seguidoras deautores como Deleuze, H eidegder, Derrida, Foucault y Lacan), quienes

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    plantean un cuestionamiento radical a la filosofa positiva y la raciona-lidad occidental.

    Para varios de esos autores el tema de la diferenciaes central (Deleuze,1988; Derrida, 1989 y Lyotard, 1988). Para los efectos de este trabajo, meinteresa destacar el desmantelamiento que hacen de la idea de persona,como una entidad fija y material.

    Danna Haraway (1995:155) cuestiona la idea de las mujeres como unadimensin de la naturaleza No hay nada acerca de ser hembra que una na-turalmente a las mujeres. Ni siquiera existe tal estado como el ser hembra,que de por s es una categora altamente compleja construida en discursoscientficos sexuales y otras prcticas sociales. I ncluso cuestiona que la ex-periencia una a las mujeres.

    Para Mc Donald (1989) y Butler (2001, 2002), las teoras biolgicas yfisiolgicas (o genetistas) y las representaciones de la naturaleza no dejande ser concepciones socio-polticas.13

    Desde la filosofa, Judith But ler concluye con una idea similar a Laqueur.No hay dos elementos que puedan distinguirse: el sexo como biolgico yel gnero como construido. Lo nico que hay son cuerpos que ya estnconstruidos culturalmente. Tanto el gnero como el sexo son ficcionesculturales.14

    Para Butler no hay posibilidad de un sexo natural, porque cualquieracercamiento terico, conceptual, cotidiano o trivial al sexo se hace a tra-

    vs de la cultura. Al describirlo, al pensarlo, al conceptualizarlo, ya lohacemos desde parmetros culturales determinados, con lo cual, no es posibledistinguir sexo y gnero. En su libro El gnero en disputasostiene que nohay naturaleza, sino que todo es discipli namiento cul tural(retomando eltrmino de Foucault).

    Otra de las crticas de Butler es a la nocin de identidad, a partir de loque hoy se conoce como Teora Queer.15Examina cmo se ha entendidohistricamente la identidad y cuestiona el presupuesto de que las identi-dades son auto-idnt icas, persistentes a travs del tiempo, uni ficadas e in-ternamente coherentes. Analiza de qu modo tales supuestos conformanel discurso de la identidad de gnero y las prcticas regulatorias que con-

    forman la divisin binaria (identidad masculina-identidad femenina): Nohay identidad de gnero por detrs de las expresiones de gnero; aquellaident idad es, por la accin construida por las mismas expresiones conside-radas sus resultados (Butler, 2002).

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    Estudios de Gnero en Educacin: una rpida mirada

    El socilogo Pierre Bourdieu (2007:127), si bien cuestiona el eternofemenino, contra argumenta enfatizando desde la lgica de las estructu-ras (ahistricas), dejando al sujeto (agency) como un mero efecto de lasestructuras:

    [] para resaltar con mayor claridad la persistencia de la estructura de larelacin de dominacin entre hombres y mujeres [] Obliga finalmente ysobre todo a descubrir la vanidad de los estentreos llamamientos de los fil-sofos posmodernos a la superacin de los dualismos; estos dualismos, pro-fundamente arraigados en las cosas (las estructuras) y en los cuerpos, no hannacido de un mero efecto de dominacin verbal y no pueden ser abolidos porun acto de magia performativa; pues estn inscritos en los cuerpos y en ununiverso de donde sacan su fuerza.

    Un ltimo vistazo

    La obra de Joan W. Scott ha representado una constante reflexin crticapara los EG. En su ltimo artculo publicado en la revista The Ameri canH istori cal Revi ew, la cual compendia trabajos de un foro internacional dehistoria de las mujeres, comenta que cuando llev a la editorial su textoms conocido cuyo ttulo eraEs el gnero una categora ti l para el anli -si s hi stri co?,los editores le pidieron cambiarlo y ponerlo en afirmativo, yaque las interrogaciones no estaban permitidas como ttulo.

    Al comentar los trabajos del foro seala: quiero insistir en que el tr-mino gnero slo es til como pregunta (Scott, 2008:1422), posicinque comparto.

    Estudios de Gnero en educacin

    En relacin con los Estudios de Gnero en educacin, a nivel internacionalse coincide en que la aparicin, en 1989, de la revistaGender and Educati on(Londres) marc un hito y abri la posibilidad a la reflexin y el debateinvestigativo de losEGen el campo educativo; el ltimo balance internacio-nal de amplio espectro de habla inglesa publicado, The Sage Handbook ofGender and Educati on,16constituye un material de consulta recomendable

    para las y los investigadores interesados. En Espaa, hay una muy producti-va reflexin y propuestas en torno a los EGen educacin.17

    Est por escribirse una genealoga de la regin; algunos libros com-pendian diversos ensayos y reportes de investigacin en EGen educacin

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    de Amrica Latina:18Fulvia Rosemberg en Brasil; Gloria Bonder y GracielaMorgade en Argentina; Celita Echer e Imelda Arana en Uruguay; GabrielaDelgado, Olga Bustos, M ar a del Pil ar Miguez, Mercedes Palencia, PaulaRojas, Alicia Pereda, Oresta Lpez, Araceli Mingo, Lorena Parada, MalValenzuela, Marisa Belausteguigoitia, Esperanza Tun, Etelvina Sandoval,Aurora Eli zondo, Al fonso Hernndez, M ar a Engracia Uzeta, Elda LucaGonzlez, Isabel Morales, M anuela Pea, Patricia Piones, Sara LourdesCruz, Vietnina Echeverra, Concepcin Nez, Luz Maceira y Mara ElenaGarca en M xico; Nelly P. Stromquist, Regina Cortina y Gustavo E.Fischman en Estados Unidos.19Son colegas que por ms de una dcadahan militado en las filas del feminismo acadmico y/o poltico en la re-gin;20varias(os) apoyaron en el dictamen los artculos que recibimos,por lo que les estoy agradecida.21

    Los estados del conocimiento enEGque ha publ icado (en 1996 y 2003)el Consejo Mexicano de Investigacin Educativa, coordinados por GabrielaDelgado, describen las di ferentes temticas que se han abordado en Mxi-co, que divide en diversos apartados: polticas pblicas educativa e institucional,sujetos, currculo, contenidos, acceso y permanencia en los diferentes ni-veles del sistema educativo y nuevas tecnologas, que son un insumo deprimer orden para la investigacin. La autora seala que [] aun cuandohay resultados, gracias a la voluntad y compromisos personales de las(os)investigadoras(es), stos son incipientes en la medida en que no han exis-

    tido los apoyos institucionales (Delgado, 2003:485).Me parece que la cuestin de los apoyos se ha modificado en algunamedida en los ltimos aos (la aparicin de esta seccin temtica es unejemplo de ello); particularmente, desde que el presupuesto de todas lasSecretaras de Estado se ha transversalizado,22etiquetando recursos econ-micos especficos para las mujeres (o el gnero, cualquier cosa que entien-dan por tal), que es importante aprovechar.23

    El gnero en tanto pregunta acerca de cmo se interpreta la diferen-cia sexual atraviesa prcticamente todo el campo educativo. Una rpidalectura de los estados de conocimiento editados por el Consejo Mexicanode Investigacin Educativa, sin duda la instancia acadmica ms presti-

    giada en su tipo en el pas, sugiere que el nivel de reflexin en torno a losEGes desigual.Hay campos disciplinares, como la histori a de la educacin, en donde

    desde hace ms de una dcada se estudia a las mujeres y [] a tomar en

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    Estudios de Gnero en Educacin: una rpida mirada

    cuenta la categora de gnero (Galvn, 2003:171). En ot ros, como en lainvestigacin del currculum, se le menciona sin mayor reflexin comouno de los nuevos temas (junto a sexualidad), refiriendo tres reportes deinvestigacin (Daz Barriga, 2003:83).

    En el caso del estado de conocimiento Acciones, actores y prcti cas edu-cativasno se hace ninguna mencin a gnero. En las perspectiva de anli-sis, se incluye a las mujeres dent ro de la categora de ident idad Lasinvestigaciones encontradas en esta categora hicieron referencia a la par-ticularidad de la identidad, por ejemplo, de normalistas, universitarios,mujeres o de profesores describiendo una investigacin acerca de las alumnasy otra de las maestras (Pia, Furlan y Saudo, 2003:41). En otros, no hayuna sola mencin ni a las mujeres, ni mucho menos a gnero como cate-gora de anlisis.

    Hace ms de diez aos que un grupo de acadmicas feministas inicia-mos un programa de posgrado, la especializacin en Gnero y Educacin(la ni ca en su tipo enfocada a la educacin) en la Universidad PedaggicaNacional, programa que se ha retomado en otras unidades de la institu-cin de ocho estados de la repblica mexicana, crendose una Red Nacio-nal de Estudios de Gnero en Educacin.

    Las y los investigadores que nos adscribimos a los EGen educacin enMxico estamos lejos de constituir una comunidad epi stmi ca, en el senti-do de compartir un conjunto de definiciones, problemas y dispositivos

    para la investigacin. Me parece que hace falta an mucha reflexin comoespecialistas, aunque al mismo tiempo es necesario ir transversalizando losEGen el campo educativo.

    El riesgo de permanecer como un grupo cerrado es no confrontar nues-tros argumentos e influir al resto de la comunidad cientfica; el riesgo dela transversalidades diluir y banalizar un debate muy joven an.

    Los artculos de la seccin temtica

    Como sabemos, la RMIEsigue un riguroso proceso doble ciego para eldictamen de los artculos que se reciben; sealo esta situacin para enfa-tizar que los trabajos que integran esta revista fueron aquellos que, a jui-

    cio de las y los evaluadores, cumplieron satisfactoriamente con los requisitosde la convocatoria y se procur en todo momento que no hubieran sesgospor determinado tipo de temas, abordajes metodolgicos, instituciones opersonas.

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    Recibimos en total cuarenta textos provenientes de Mxico, Argent ina,Brasil, Chile, Venezuela y Espaa. Son muchos los temas que se abordan,destacando el de violencia en la escuela y masculinidades;24el primero esuna lnea de investigacin relativamente nueva en la regin, y sobre elsegundo existe una amplia tradicin de cuando menos diez aos en inves-tigaciones acerca de masculinidades. En cuanto a los abordajes disciplinaresdestacan las investigaciones histri cas que dan cuenta de la tradicin antescomentada.

    Por recomendacin de la directora, seleccion los cinco trabajos queconsider representaban mejor la investigacin en EG. Estas investigacio-nes coinciden en que sus abordajes metodolgicos hacen referencia ms alo que dicen los sujetos investigados (discursos, narraciones, entrevistas)que a lo que hacen (observaciones). Otra coincidencia es que las investiga-ciones tienden a situara los sujetos de la investigacin.

    Los dos primeros artculos toman como marco la teora de las masculi-nidades de Connell. El primero Masculinidad hegemnica, violencia yconsumo de alcohol en el medio universitario analiza relatos autobiogrficosde jvenes estudiantes de una universidad que forma a profesionales de laagronoma en Mxico (Universidad de Chapingo), identificando dos dis-cursos en torno a la masculinidad, la necesidad de: a)tomar riesgos du-rante la juventud para hacerse hombre y b)evitar los riesgos. El idealdominante en la universidad es el hombre de campo de escasos recursos

    que se mantiene a s mismo. Adems de la edad, reconocerse como gayconlleva ri esgos, part icularmente si se es un gay afeminado : homofobiay misoginia son dos expresiones equivalentes del sexismo que refuerzan lasasimetras de gnero en esta institucin educativa.

    El art culo Interacciones entre masculinidades: microanlisis de activi-dades de investigacin es un estudio con inspiracin etnogrfica queanaliza a travs del micro-anlisis de secuencias las prcticas que realizanlos jvenes en una clase de Fsica de una universidad brasilea; los diferen-tes perfiles de masculinidad (hegemnica, racional y de protesta) interaccionancreando patrones de resistencia, relaciones de poder y colaboracin queinfluyen directamente el proceso de enseanza y aprendizaje.

    El tercer artculo De cmo y porqu las maestras llegaron a ser mayo-ra en las escuelas primarias de Mxico, Distri to Federal (f inales del sigloXIXy principios del XX): un estudio de gnero es un texto histri co y se

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    trabaja desde dos perspectivas metdicas: lacli ometray el anlisis del dis-curso poltico. Se analizan tanto las tenencias en cifras en el periodo, loscriterios de contratacin y ascenso y el perfil profesional del personal do-cente por sexo, como los discursos en torno a las mujeres y la enseanza, apartir de las preguntas que Scott sugiere para las investigaciones histri-cas. Contrario a lo que suele pensarse, las autoridades educativas del Dis-trito Federal no estaban de acuerdo en que las maestras ensearan en lasescuelas primarias de nios.

    El siguiente texto Transformacin del modelo cultural de las educa-doras de preescolar analiza las narrati vas de educadoras de Guadalajara,Jalisco, pertenecientes a dos generaciones, con la finalidad de rescatar lasrupturas discursivas que establecen una relacin estrecha entre mujer-madre-educadora. Dichas transformaciones generacionales, conducen ala autora a identificar que las jvenes educadoras han dejado paulatina-mente de acogerse al modelo cultural de la madre jardinera y, como suce-de en cualquier profesin, cuando las educadoras tienen una pareja e hi josse ven obligadas a desarrollar una doble jornada, como profesionistas es-pecializadas y madres de familia, por lo que requieren compartir tareascon sus maridos para lograr sobrevivi r tanto en su vida profesional comoen el mbito personal.

    El ltimo artculo La constatacin de la diferencia del otro: la pro-fesora negra , a partir de ent revistas (relatos orales) a 90 ex alumnos(as)

    (de diferentes generaciones) de tres profesoras negras de educacin secun-daria de la ciudad de Araraquara, estado de San Pablo, Brasil, refiere cmo,a pesar de la posicin de poder que tienen como docentes en la escuela,prevalecen los estereotipos racistas (negros feos y poco inteligentes). Rela-ta cmo los primeros encuentros de las y los alumnos (negros y no negros)causan reacciones diversas que van desde los insultos y las bromas de malgusto hasta la depreciacin. El lugar de negro construido por la socie-dad asocia de forma automtica la imagen de la mujer negra a la de lacriada, concluyendo que la profesora negra a diferencia de la blancadebe de probar diariamente su capacidad.

    Para terminar, agradezco al Consejo y Comit editoriales de la RMIE

    haberme dado la oportunidad de coordinar este nmero temtico queprofesionalmente represent un reto y aprendizaje. Agradezco especial-mente a la editora, Elsa Naccarella, por su afecto y eficiente trabajo.

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    Notas1La teora feminista es mucho ms amplia

    de lo que aqu presento; me enfoco en la que sevincula con gnero.

    2El I nstituto Nacional de Estadstica y Geo-grafa (INEGI), paraponerse al da,estuvo un t iemporeportando las estadsticas sustituyendo sexo porgnero.

    3En algunos pases se llaman Estudios Fe-ministas, en otros Estudios de Gnero (ver Degenaisy Tancred, 1998; Scott, 2003).

    4Un texto clsico es el de Keller, 1991; unoactual que incorpora el debate feminista en re-lacin con la espistemologa, la metodologa yla filosofa es el de Harding y Merrill, 2007. En

    espaol, ver el libro compilado por Bartra (1998)y Braidotti (2000 y 2004).5Por metodologa entiendo una teora de los

    procedimientos que debiera seguir la investiga-cin que especifica la forma de analizar.

    6Recomiendo la propuesta que hace DannaHaraway (1989) acerca del conocimiento si-tuado; es una reflexin crtica ante las dosposturas predominantes en la teora feminista:la objetividad del construccionismo social cr-tico y del relativismo subjetivista postmoderno.La autora est interesada en recuperar el trmi-no objetividad.

    7Recomiendo las siguientes lecturas en es-paol, que compendian diferentes aspectos deldebate: Barquet, 2004; Tubert, 2003; Stolcke,2004. No incluyo el debate conocido comoFe-mini smo de la i gualdadvs. Femini smo de la di fe-rencia(ver Scott, 2001).

    8No incluyo los trabajos de Teresita de Barbierini Marcela Lagarde, pensamiento original desdeel feminismo latinoamericano, por rebasar laspretensiones de este texto.

    9Para una revisin en el tema ver Gonzlezy Miguez, 2000.

    10El artculo en ingls se public en 1986.En Mxico, Carmen Ramos incluye el texto ensu libro Gnero e historia, en 1992; posterior-mente aparece en la compilacin que hace Mar-

    ta Lamas en 1996. Es interesante que otro textode Scott y un artculo de Judith Butler que apa-recen el libro de Lamas, no tuvieran la mismaaceptacin.

    11Las referencias que anoto del libro corres-ponden a la versin en ingls; a menos que se-ale la pgina, la referencia es de unas notas quehice hace algunos aos del tercer captulo dellibro.

    12Ver Alcof, 1989.13 Se les considera nominalistas; el nomi-

    nalismo es una postura filosfica crtica antelos universales (hombre, nacin, bondad) delplatonismo, que se desarroll en la Edad Me-dia. Consideraban que los universales no eranseres ni entidades concretas, sino meras abstrac-ciones, sonidos de la voz, sin una existencia enla realidad.

    14De las escritoras postestructuralistas, sinduda la ms crptica en sus teorizaciones es Butler,la nica que no se posiciona como feminista.Como una introduccin, recomiendo la revi-sin que hace la fi lsofa espaola Mara LuisaFemenas de la obra de Butler (disponible en:http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=1049).

    15Ver al respecto el volumen 16 de la revistaDebate Femini sta(octubre, 1997), titulado Ra-ras rarezas

    16Skelton, Francis y Smulyan (2006) inte-gran artculos de los pases con ms tradicin enEGen educacin: Inglaterra, Australia y EstadosUnidos.

    17Slo menciono algunas(os) de las autoras(es)ms conocidas(os) en M xico: Marina Subirat,Amparo Tom, Nuria Solsona, Carlos Lomas yMonserrat Moreno (esta ltima desde el femi -ni smo de la di ferencia), adems de la excelenteserieCuadernos para la Coeducacin.

    18Doy slo algunos ejemplos de libros co-lectivos que incluyen textos de autoras latinoa-mericanas: Bonder, 1994; Blazquez y Flores, 2005;Cortina y Stromquist, 2001; Echer, 1998;Gonzlez, 2000.

    19Nelly es peruana, Regina mexicana y Gustavoargentino; llevan aos investigando desde losEGen educacin en Amrica Latina.

    20

    Es una lista a bote prontoy slo refiere alas y los colegas que trabajan losEGen educa-cin con quienes he tenido relacin acadmicadirecta desde hace diez aos cuando menos.

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    21Agradezco tambin al doctor Carlos Lo-

    mas de Espaa, por su apoyo en los dictmenes.22Transversalizar es la traduccin del tr-

    mino inglsmainstreaming, que se refiere a unaestrategia de poltica pblica que pretende lapromocin de la igualdad entre hombres ymujeres en todas las acciones que desarrolla laadministracin pbli ca (ver I nsti tuto de la Mujer,2003).

    23El Consejo Nacional de Ciencia y Tec-

    nologa y la Secretara de Educacin Pblicaconvocaron este ao para presentar proyectosde violencia de gnero;INDESOL, cada ao con-voca a la comunidad para presentar investiga-ciones en gnero.

    24Buena parte de la investigaciones que die-ron lugar a su teora sobre las masculinidadesfueron en la insti tucin educativa (Connell, 1996).

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