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24 de marzo 1976-2010 34 marzos pasaron desde aquella madrugada del 76'. Desde que la totalidad de la maquinaria represiva estatal se puso al servicio del terror, la desaparición de personas y la tortura. Hoy nos toca participar de este nuevo aniversario desde un lugar tan importante como lo es una Universidad Pública. Entonces nos preguntamos, ¿qué tiene esta Universidad Pública, qué tenemos nosotros que la integramos para decir este 24 de Marzo? Miles y miles de páginas podrían escribirse para relatar (si es esto posible) las tremendas atrocidades cometidas aquellos años. Obviamente sin creer que tal cosa reviste poca relevancia, hoy nos proponemos llegar a este 24 de Marzo tratando de evitar el simple recuerdo vacío de contenido. Creemos que los militares, con sus cómplices civiles, saldrían victoriosos si nosotros limitamos nuestro homenaje al campo de la reflexión en privado. Nuestros compañeros fueron secuestrados por luchar y militar por una sociedad libre y sin las injusticias que aún hoy sufrimos. Decidimos entonces que este 24 nos encuentre discutiendo política, al igual que lo hacían nuestros compañeros en esa época. Hoy no tenemos enfrente a los militares, pero sí a muchos de los que fueron sus cómplices (incluso en nuestra propia facultad) y tenemos entre nosotros a la consecuencia de toda la represión y bestialidades cometidas en esos oscuros años: la indiferencia. Vivimos tiempos de gran trascendencia política. A nivel nacional, la derecha está cerrando filas para ser gobierno y desplazar a un kirchnerismo que no supo dar solución a los problemas estructurales de nuestro país, dando continuidad a muchas de las políticas que tuvieron comienzo precisamente con el golpe de 1976. En la ciudad, Macri pretende profundizar las políticas represivas que ya son moneda corriente en su gobierno, y con una policía que le responde directamente, todo parece indicar que se avecinan tiempos difíciles para los sectores populares. Ante este panorama, y retomando la idea de combatir la indiferencia, debemos llenar de discusión las aulas y pasillos de nuestra facultad primero, y las calles después. Somos estudiantes de Abogacía, y la política es el ámbito del que surgen la mayoría de los temas que estudiamos, por más de que muchas veces nos los presenten como algo sagrado caído del cielo. Por eso, tomemos esta fecha no como la conmemoración de algo que es extraño a nosotros, sino como la oportunidad de levantar las banderas de nuestros compañeros caídos y de salir a luchar por esa sociedad con la que ellos soñaron. IN DUBI pro reo

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Material de In Dubio Pro Reo, agrupación de la Corriente Julio Antonio Mella en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires a 34 años del golpe genocida.

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34 marzos pasaron desde aquella madrugada del 76'. Desde que la totalidad de la maquinaria represiva estatal se puso al servicio del terror, la desaparición de personas y la tortura.

Hoy nos toca participar de este nuevo aniversario desde un lugar tan importante como lo es una Universidad Pública. Entonces nos preguntamos, ¿qué tiene esta Universidad Pública, qué tenemos nosotros que la integramos para decir este 24 de Marzo? Miles y miles de páginas podrían escribirse para relatar (si es esto posible) las tremendas atrocidades cometidas aquellos años. Obviamente sin creer que tal cosa reviste poca relevancia, hoy nos proponemos llegar a este 24 de Marzo tratando de evitar el simple recuerdo vacío de contenido. Creemos que los militares, con sus cómplices civiles, saldrían victoriosos si nosotros limitamos nuestro homenaje al campo de la reflexión en privado. Nuestros compañeros fueron secuestrados por luchar y militar por una sociedad libre y sin las injusticias que aún hoy sufrimos. Decidimos entonces que este 24 nos encuentre discutiendo política, al igual que lo hacían nuestros compañeros en esa época.

Hoy no tenemos enfrente a los militares, pero sí a muchos de los que fueron sus cómplices (incluso en nuestra propia facultad) y tenemos entre nosotros a la consecuencia de toda la represión y bestialidades cometidas en esos oscuros años: la indiferencia.

Vivimos tiempos de gran trascendencia política. A nivel nacional, la derecha está cerrando filas para ser gobierno y desplazar a un kirchnerismo que no supo dar solución a los problemas estructurales de nuestro país, dando continuidad a muchas de las políticas que tuvieron comienzo precisamente con el golpe de 1976.

En la ciudad, Macri pretende profundizar las políticas represivas que ya son moneda corriente en su gobierno, y con una policía que le responde directamente, todo parece indicar que se avecinan tiempos difíciles para los sectores populares.

Ante este panorama, y retomando la idea de combatir la indiferencia, debemos llenar de discusión las aulas y pasillos de nuestra facultad primero, y las calles después. Somos estudiantes de Abogacía, y la política es el ámbito del que surgen la mayoría de los temas que estudiamos, por más de que muchas veces nos los presenten como algo sagrado caído del cielo.

Por eso, tomemos esta fecha no como la conmemoración de algo que es extraño a nosotros, sino como la oportunidad de levantar las banderas de nuestros compañeros caídos y de salir a luchar por esa sociedad con la que ellos soñaron.

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Mario Elffman, profesor consulto, ex titular de cátedra de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social

¿Pensás que la dictadura produjo algún cambio en el sistema educativo universitario de Argentina? Ves reflejada esta etapa histórica en las normas legales de la actualidad?

El sistema educativo universitario ya estaba decididamente (y deliberadamente) divorciado de las necesidades sociales desde mucho antes del ‘76’, al menos desde la noche de los bastones largos de agosto de 1966, y tampoco había podido ser renovado por el frustrado y breve voluntarismo de la primavera del ‘73’. De modo que la dictadura genocida se encontró con un sistema muy adecuado y a la medida de sus designios. No había necesidad de producir grandes modificaciones normativas, pues la brutal profundización del deterioro se debía generar y sostener por el terror, por la represión, por el extrañamiento de los cuadros intelectuales, por las concepciones anticientíficas y troglodíticas del modelo de docencia, por la destrucción del movimiento estudiantil, y por una profundización constante de la preferencia concedida a las universidades privadas confesionales; y a la fábrica de títulos con ajuste a la demanda de la concentración del poder financiero y monopólico.

La dictadura administró la continuidad y profundización de esa política de tierra arrasada, y lo universitario no ha sido sino un fiel reflejo y un campo de aplicación de aquella. Como toda táctica de tierra arrasada, estaba destinada a surtir efectos mucho más allá –en el tiempo- que la propia duración del régimen que la aplicaba.- Y de hecho así ha resultado, puesto que no bastó la reinstalación de las formas democráticas para que se produjeran reales cambios de rumbo, para que sobre el erial y el desierto se pudieran comenzar a sembrar las semillas de un proyecto universitario acorde a las necesidades y demandas de la sociedad y de su desarrollo.

Un cuarto de siglo más tarde, los cambios, incluyendo los normativos, no parecen haber operado sobre la sustancia sino sobre aspectos cosméticos; valorables en tanto conquistas, pero que ni siquiera llegan a conmover seriamente la estructura tradicional. Y esto no deja de traducirse en una pérdida progresiva del prestigio y la gravitación de las universidades argentinas, especialmente en el caso de nuestra Universidad de Buenos Aires.

De no haber querido o sabido utilizar los espacios pos/dictatoriales para producir un salto de calidad son responsables los sucesivos gobiernos y sus políticas, sus áreas educativas, las anquilosadas conducciones universitarias, la apatía y el conformismo en la docencia y, en medida no desdeñable, el propio estudiantado. En un sistema universitario adocenado no alcanza a impactar, en la medida de lo indispensable, la extraordinaria aceleración del proceso de transformación del conocimiento. La universidad es, todavía, una gran asignatura pendiente, como tantas otras demandas sociales.

de la Facultad de Derecho (U.B.A)Daniel Campione, profesor adjunto de Teoría del Estado de la Facultad de Derecho (U.B.A)

¿Qué reivindicas de las generación de los 60' y 70'?

Lo destacado de esa generación es el espíritu de cuestionamiento radical al orden establecido fortalecido por una firme voluntad transformadora, que no abarca sólo a la militancia política sino también al cuestionamiento desde lo cultural, que siguió caminos a veces convergentes y otras disímiles con la acción política, pero creo que visto desde el hoy ambas corrientes fueron parte de un vasto movimiento, que por añadidura tuvo una amplitud mundial. Fue el tiempo de

Guevara y Fanon, pero también el de Lennon y los hippies.

Era cuestionada la hegemonía del orden capitalista y sus clases dominantes, produciéndose un debilitamiento de la ideología de l a b u r g u e s í a y d e l a intelectualidad que era su portadora. El colonialismo, el racismo, la alienación en el trabajo, se denunciaban en todos los ámbitos. Los modos de enfrentar esas taras sociales comprendieron en muchos casos

la acción armada, a costa de la vida d e millares de militantes. Mas allá del balance matizado que requieren las diversas experiencias guerrilleras, la entrega plena a los ideales socialistas merece una reivindicación sin restricciones.

El capitalismo tuvo que ser defendido en muchos casos con la represión violenta , mientras las dictaduras militares se expandían por Nuestra América. El éxito de esa contraofensiva de alcance mundial debe impulsarnos a la reapropiación de los ideales de los 60' y primeros 70'. Estos últimos años han dado lugar en nuestro continente a experiencias que se replantean el socialismo sobre la base de la movilización activa, que tiene su mira puesta en la defensa activa de todos los sectores desposeídos y explotados y en una crítica radical de la mundialización capitalista que hoy vivimos. Es en este presente que se impone una actitud frente a los luchadores del pasado reciente, que no debe centrarse en el homenaje y la nostalgia sino en la recuperación crítica del espíritu combativo y los ideales de transformación.

Así como nosotros como estudiantes tenemos algo para decir, creemos que es interesante lo que muchos docentes de nuestra facultad pueden aportarnos desde su visión.º

34 años después ¿Y qué onda los docentes?

Beatriz Rajland, Profesora Titular de Teoría del Estado en la Facultad de Derecho (U.B.A)

¿Dónde estabas y que hacías aquél 24 de marzo?

Podría tener respuestas más heroicas, pero la verdad es que el 24 de marzo de 1976 estaba transitando la recuperación de una hepatitis.

Claro, que esa desgraciada circunstancia no impedía la extrema preocupación por la situación política en nuestro país.

Los peligros de un golpe militar estaban en boca de todos. Algunos, complacientes y prominentes "civiles" que eran habitués de golpear las puertas militares (desde 1930 en adelante). Ello hace que el golpe del 24/3/1976 sea en realidad un golpe cívico-militar y de esa forma se lo veía.

Se estaba, en medio de una profunda crisis política que comprendía al propio gobierno y de la ofensiva de las fuerzas económicas dominantes por imponer un modelo de acumulación de corte neoliberal (desde 1975 cuando el "rodrigazo" de una sociedad activamente movilizada, impidió que avanzara).

Cuando me recuperé, me sume a la actividad en defensa (directa) de los Derechos Humanos, o sea a la presentación de habeas corpus, búsquedas, denuncias internacionales, frente a lo que comenzaba a constituirse en un genocidio. Ello desde la Liga Argentina de los Derechos del Hombre.

Liliana Constante, Docente en Teoría del Estado. Docente a cargo del CPO "Crisis de la representación política”

¿ Qué es lo peor que nos dejó la dictadura militar?El peor producto que aún vivimos es el retroceso social a formas de vida ideológicamente violentas, individualistas, clasistas, sexistas y discriminadoras que se justifican en un discurso maniqueo y demonizante de todo aquello que pueda poner en riesgo el statu quo o la seguridad material propia.

A través de las prácticas del terrorismo de Estado instrumentado para la aplicación del modelo neoliberal se instaló el temor necesario que se proyectó no sólo a la militancia política sino en la ruptura de lazos solidarios con los desposeídos, con los humildes, con los débiles y eufermísticamente llamados “sectores desventajados”, con los trabajadores empleados y con aquellos que quedaron sin fuente de trabajo y de proyecto de vida –justamente por aplicación de las políticas económicas mencionadas-, con las condiciones de detención o cárcel, con los niños en la calle o los institucionalizados, con las prostitutas, con los migrantes latinoamericanos o descendientes de pueblos precolombinos, con el movimiento de DDHH, con las organizaciones sociales que resisten y tratan de ocupar espacio para llegar a poner en agenda política su reclamo por la concreción de la igualdad real de oportunidades y trato.Las políticas neoliberales implementadas –que fueron el objetivo fundante del asalto al poder en el ‘76- retroalimentan esa situación, reconduciendo el proyecto histórico tergiversando y confundiendo causas con consecuencias.En el vértigo de los infames requerimientos del sistema socio-económico hegemónico –de por sí violento-, se profundizó la ya conocida ideología del “sálvese quién pueda y como pueda” con la que se benefician los sectores más concentrados de la economía. Tanto fue el temor y la confusión que se logró infundir que, a más de 30 años, vastos sectores fluctúan entre la fantasía evocativa del “orden en las calles” que había en aquella época y la resignación lascerante a aceptar “el mal menor” como proyecto político.

en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (U.B.A)

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Arístides Horacio M. Corti, profesor consulto y de posgrado de Finanzas Públicas y Derecho Tributario de la Facultad de Derecho (U.B.A).¿Cuál era el proyecto político, económico y social de la dictadura?

Implantar con la instigación y cooperación de sectores civiles un Estado terrorista ejecutor de crímenes de lesa humanidad para privilegiar los intereses transnacionales y terratenientes en oposición al desarrollo autónomo, integrado, pleno y justo de la fuerzas económicas y sociales del país, adoptando políticas económicas desarticulantes del orden público nacional (derogación de leyes reguladoras de la inversión extranjera y de la transferencia de tecnología, recepción de la doctrina transnacional de los precios de transferencia, persecución fiscal de las cooperativas y las PyMEs convalidada por la Corte de facto) y agroimportadoras, financieras (leyes desreguladoras de la entidades financieras, primacía de la especulación sobre la producción, contrayendo una deuda externa ilegítima en su origen y fines) y sociales (persecución de las organizaciones y movimientos populares) dirigidas a profundizar un modelo político y económico dependiente con sometimiento y exclusión social. A estos fines ayudaron con fervor los elencos estables de los sucesivos gobiernos usurpadores del siglo XX y en el ámbito judicial quienes no trepidaron en intervertir sus títulos legítimos en investiduras de facto (al jurar por el estatuto del proceso de desorganización nacional y popular) al servicio cómplice de la dictadura genocida.

-¿Qué recordás del 1ª de Octubre de 1976?

Lo recuerdo como un día de trabajo normal, era viernes creo, si tengo muy vívido el momento del secuestro, los ruidos cuando rompieron la puerta, por eso miré la hora, eran las 12 de la noche. La patota por todos lados, yo en mi cama y quien después supe que era Etchecolatz, mirandome desde el patio.

-¿Qué recuerdos te quedan de esos dos años durante los cuales estuviste detenida?

Muchísimos, la situación, los hechos, las condiciones de detención son tan traumáticas que nos han quedado grabadas, con mayor intensidad que hechos posteriores en nuestras vidas. Recuerdos terribles de esos que uno no se atreve ni a hablarlos con uno mismo. Recuerdos tibios, dulces, la ternura, la solidaridad en las peores condiciones y hasta recuerdos cómicos, de situaciones ridículas. Una síntesis más o menos organizada de esos recuerdos es lo que llamamos testimonio y que aunque duela y debamos desgarrarnos cada vez brindamos en los juicios.

-¿Qué sentiste con la desaparición de Julio López?

Lo más terrible en las primeras horas fue tener la certeza de que aquello que decíamos era absolutamente real, están libres, muchos en actividad, y fundamentalmente saber que tienen la capacidad de acción suficiente para seguir secuestrando, seguir desapareciendo. Fue tener en esos minutos la sensación que nada había cambiado. Después el dolor, la bronca, la indignación y salir a reclamar, a denunciar, a retomar después de tantos años la consigna de "aparición con vida".

-¿Qué sentís cuando ves que en plena democracia, con un gobierno que se proclama defensor de los DDHH, un caso como el de Julio López queda tan olvidado?

Sentir, tal vez sea lo mismo que en la anterior pregunta. Pero hay que aclarar en cuanto al planteo, que este gobierno se proclama defensor de los DDHH, siempre y cuando se entienda por derechos humanos solo lo ocurrido en dictadura y no se exija más que discurso (la actuación de jueces, fiscales y la secretaría de Derechos Humanos de Nación, salvo algunas excepciones, no se condicen con la defensa de los mismo) la defensa de las Derechos Humanos desde 1983 al día de hoy, no forman parte de esa proclama, ni se los defiende ni se los respeta, ni se habla de ellos. En este marco, se produce la primera desaparición de un ex-detenido-desaparecido, se lo maneja en principio como cualquier caso de gatillo fácil actual, es decir, se niegan los hechos, se los disfraza (está perdido), cuando luego de 3 meses logramos que la Corte Suprema reconozca que lo ocurrido es un secuestro, es decir el Poder Judicial y el Ejecutivo deben aceptar la desaparición, lo que hacen entonces es propiciarla, desaparecer el tema de los medios, de las agendas, de los discursos, hubo toda una campaña electoral donde nadie siquiera lo nombró ¿Por qué? la desaparición de López da por tierra ese discurso de los defensores de Derechos Humanos y lo vuelve un discurso vacío. Une con un solo trazo los delitos cometidos en dictadura y los de hoy.

-¿Cuál es tu hipótesis de lo que pasó con Julio López? ¿Crees que la Policía Bonaerense tuvo relación con el secuestro?

La misma del primer día, esa mañana dije al viejo lo chuparon, sigo convencida. El sentido común marca desde el principio que se hubiera debido investigar a los policías denunciados por Jorge y a Etchecolatz y su círculo más cercano, el empeño puesto en la misma causa para no hacerlo y sostener su impunidad, ayuda para convercernos de su participación. No me cabe otra explicación.

-¿Podrías contarnos brevemente qué fue lo que declaró Julio López en el juicio contra Etchecolatz?

Su declaración la pueden encontrar en muchos lados, tal vez lo más importante es cómo lo hizo. Antes de entrar a declarar me dijo "va por los compañeros" y así fue. Sentado ante los jueces no estaba solo el viejo López, el albañil, sino el militante Jorge Julio López quien con temblor en sus manos pero no en su voluntad, reivindicó su militancia y la de sus compañeros de vida y de cautiverio; denunció a los autores de su secuestro y tortura. Hizo lo que debía y le correspondía, reclamó Justicia.

Entrevistamos a Nilda Eloy, quien fue secuestrada por un grupo comando en Octubre de 1976. Fue además, junto con Jorge Julio Lopez una de los testigos en la causa contra el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz.

“Jorge Julio Lopez hizo lo que debía

y le correspondía, reclamó Justicia”

ENTREVISTA A NILDA ELOY

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