1964 Marxismo y Humanismo

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    MARXISMO Y HUMANISMO

    en ALTHUSSER, Louis (1967). La revolucin terica de Marx. Mxico: Siglo XXI (trad. MarthaHarnecker).

    Mi mtodo no parte del hombre, sino del perodo socialeconmicamente dado...

    MARX, Notas sobre Wagner, El capital.

    I

    El Humanismo socialista est a la orden del da.

    Situada en el perodo que, desde el socialismo (a cada uno segn su trabajo),

    conducir al comunismo (a cada uno segn sus necesidades), la Unin Sovitica

    proclama la consigna: Todo para el Hombre, y aborda nuevos temas: libertad del

    individuo, respeto a la legalidad, dignidad de la persona. En los partidos obreros se

    celebran las realizaciones del humanismo socialista y se buscan sus garantas

    tericas en El capitaly, an ms a menudo, en las obras de juventud de Marx.

    Es un hecho histrico. Podemos hasta preguntarnos si el humanismosocialista no es un tema suficientemente tranquilizador y atrayente como para

    hacer posible un dilogo entre comunistas y socialdemcratas, o aun un

    intercambio todava ms amplio con los hombres de buena voluntad que

    rechazan la guerra y la miseria. Actualmente, la gran va del Humanismo tambin

    parece conducir al socialismo.

    De hecho, la lucha revolucionaria ha tenido siempre por objetivo el fin de la

    explotacin y, por lo tanto, la liberacin del hombre, pero, en su primera fase

    histrica, debi tomar, como Marx lo previo, la forma de la lucha de clases. El

    humanismo revolucionario slo poda ser entonces un humanismo de clase, el

    humanismo proletario. Fin de la explotacin del hombre quera decir fin de la

    explotacin de clase. Liberacin del hombre quera decir liberacin de la clase

    obrera a travs de la dictadura del proletariado. Durante ms de cuarenta aos, en

    la U.R.S.S., a travs de luchas gigantescas, el humanismo socialista, antes de

    expresarse en trminos de la libertad de la persona, se expres en trminos de

    dictadura de clase.1

    1 Entendemos aqu el humanismo de clase en el sentido en que Lenin deca que la revolucinsocialista de Octubre haba dado el poder a los trabajadores, obreros y campesinos pobres y que les

    aseguraba condiciones de vida, accin y desarrollo que jams antes haban conocido: democracia paralos trabajadores, dictadura sobre los opresores. No entendemos aqu el humanismo de clase en elsentido, tomado de las obras de juventud de Marx, de que el proletariado representaba, en suenajenacin, la esencia humana misma, cuya realizacin debera asegurar la revolucin: esa

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    El fin de la dictadura del proletariado abre en la U.R.S.S. una segunda fase

    histrica. Los soviticos dicen: aqu las clases antagonistas han desaparecido, la

    dictadura del proletariado ha cumplido su funcin, el Estado ya no es un Estado de

    clase, sino el Estado del pueblo entero (de cada uno). Efectivamente, los hombres

    son tratados en la U.R.S.S. sin distincin de clase, es decir, como personas. Lostemas del humanismo de clase son remplazados, en la ideologa, por los temas de

    un humanismo socialista de la persona.

    Hace diez aos, el humanismo socialista no exista sino bajo una sola forma:

    el humanismo de clase. Actualmente existe bajo dos formas: el humanismo de clase

    all donde reina todava la dictadura del proletariado (China, etc.), y el humanismo

    de la persona (socialista) all donde ha sido superada (U.R.S.S.). Dos formas que

    corresponden a dos fases histricas necesarias. En el humanismo de la persona,

    el humanismo de clase puede contemplar su propio futuro, ya realizado.

    Esta transformacin de la historia aclara ciertas transformaciones de los

    espritus. La dictadura del proletariado, que los socialdemcratas rechazaban en

    nombre del humanismo (burgus) de la persona, y que los opona tenazmente a

    los comunistas, ha sido superada en la U.R.S.S. An ms, se prev que en

    Occidente podr tomar formas pacifistas y breves. As se bosqueja una especie de

    encuentro entre dos humanismos de la persona: el humanismo socialista y el

    humanismo liberal burgus o cristiano. La liberalizacin de la U.R.S.S. da

    garanta al segundo. En cuanto al humanismo socialista puede considerarse, no

    solamente como la crtica de las contradicciones, sino tambin y sobre todo comola realizacin de las aspiraciones ms nobles del humanismo burgus. En l, la

    humanidad encontrar al fin realizado su sueo milenario, figurado en los

    bosquejos de los humanismos pasados, cristianos y burgueses: que en el hombre y

    entre los hombres llegue al fin el reino del Hombre.

    De esta manera se cumplira la promesa proftica de Marx, contenida en los

    Manuscritos del 44: El comunismo... apropiacin de la esencia humana por el

    hombre, ese comunismo, en cuanto naturalismo realizado = humanismo...

    II

    Para mirar ms all de este hecho, para comprenderlo, para conocer el

    sentido del humanismo socialista, no basta tomar nota del hecho, ni registrar los

    conceptos (humanismo, socialismo) en los cuales el hecho se piensa a s mismo. Es

    necesario someter a prueba los ttulos tericos de los conceptos para asegurarse

    que nos dan un verdadero conocimiento cientfico del hecho.

    Ahora bien, la pareja humanismo-socialismo encierra en s justamente una

    desigualdad terica asombrosa: en el contexto de la concepcin marxista, el

    concepcin religiosa del proletariado (clase universal porque era perdicin del hombre enrebelin contra su propia perdicin) ha sido reempleada por el joven Lukcs en Geschichte undKlassenbewusstsein.

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    concepto de socialismo es, sin duda, un concepto cientfico, pero el concepto de

    humanismo no es sino un concepto ideolgico.

    Entendmonos: no se trata de negar la realidad que es sealada por el

    concepto de humanismo socialista, sino de definir el valor tericode este concepto.

    Al decir que el concepto de humanismo es un concepto ideolgico (y no cientfico),afirmamos a la vez: que seala un conjunto de realidades existentes pero que, a

    diferencia de un concepto cientfico, no nos da los medios de conocerlas. Seala,

    en una forma particular (ideolgica) hechos existentes pero no nos da su esencia.

    Confundir estos dos rdenes sera impedir todo conocimiento, mantener una

    confusin y arriesgarse a caer en errores.

    Para ver claro, recordar brevemente la experiencia de Marx, que no lleg a

    la teora cientfica de la historia sino pagando el precio de una crtica radical a la

    filosofa del hombre, que le sirvi de fundamento terico durante los aos de

    juventud (1840-45). Empleo el trmino fundamento terico en su sentido

    estricto. Para el joven Marx, el Hombre no era solamente una exclamacin que

    denunciaba la miseria y la servidumbre. Era el principio terico de su concepcin

    del mundo y de su actitud prctica. La Esencia del Hombre (fuera esta libertad-

    razn o comunidad) fundaba a la vez una teora rigurosa de la historia y una

    prctica poltica coherente.

    Esto se ve en las dos etapas del perodo humanista de Marx.

    I. La primera etapa est dominada por un humanismo racionalista liberal,

    ms cercano a Kant y a Fichte que a Hegel. Cuando Marx combate la censura, lasleyes feudales renanas, el despotismo prusiano, funda tericamente su combate

    poltico, y la teora de la historia que le sirve de base, sobre una filosofa del

    hombre. La historia slo es comprensible a travs de la esencia del hombre, que es

    libertad y razn. Libertad: es la esencia del hombre como el peso es la esencia de

    los cuerpos. El hombre est llamado a la libertad, constituye su ser mismo. Aunque

    la rechace o la niegue, permanece en ella para siempre: La libertad constituye de

    tal manera la esencia del Hombre que an sus adversarios la ponen en prctica

    combatiendo la realidad... La libertad, por lo tanto, ha existido siempre, como

    privilegio particular y como derecho general.2 Esta distincin aclara la historia

    entera: as la feudalidad es libertad, pero en la forma no-racional de privilegio; el

    Estado moderno es libertad pero en la forma racional del derecho universal.

    Razn: el hombre no es libertad sino al ser razn. La libertad humana no es ni el

    capricho ni el determinismo del inters, sino, como lo queran Kant y Fichte,

    autonoma, obediencia a la ley interior de la razn. Esa razn que ha existido

    siempre, pero no siempre bajo la forma racional3 (ej. la feudalidad), existe

    todava, en los tiempos modernos, bajo la forma de razn en el Estado: el Estado

    2RheinischeZeitung: La libertad de prensa (mayo de 1842).3 Carta a Ruge, septiembre de 1843: admirable frmula que es la llave de la filosofa de la juventud deMarx.

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    del derecho y de las leyes. La filosofa considera el Estado como el gran

    organismo donde la libertad jurdica, moral y poltica debe realizarse y donde cada

    ciudadano no obedece, obedeciendo a las leyes del Estado, ms que a las leyes

    naturales de su propia razn humana.4 Ello explica la tarea de la filosofa: La

    filosofa pide que el Estado sea el Estado de la naturaleza humana.5

    Estaexhortacin se dirige al Estado mismo; que reconozca su esencia y llegar a ser

    razn, verdadera libertad de los hombres, reformndose a s mismo. La crtica

    filosfico-poltica (que recuerda al Estado sus deberes frente a s mismo) resume

    entonces el todo de la poltica. La prensa libre es la que, como libre razn de la

    humanidad, llega a convertirse en la poltica misma. Esta prctica poltica que se

    resume en la crtica terica pblica, es decir, en la crtica pblica a travs de la

    prensa y que reclama como su condicin de posibilidad absoluta la libertad de

    prensa, es la que realiza Marx en la Rheinische Zeitung. Desarrollando su teora de

    la historia, Marx funda y justifica al mismo tiempo su propia prctica: la crtica

    pblica del periodismo, que considera como la accin poltica por excelencia. En

    esta Filosofa de la Ilustracin todo se entrelaza con rigor.

    II. La segunda etapa (42-45) est dominada por una nueva forma de

    humanismo: el humanismo comunitario de Feuerbach. El Estado-razn

    permaneci sordo a la razn: el Estado prusiano no se reform. Es la historia

    misma quien efectu este juicio sobre las ilusiones del humanismo de la razn: los

    jvenes radicales alemanes esperaban que el pretendiente, una vez rey,

    mantuviera las promesas liberales que haba pronunciado en su espera del trono.Pero el trono hizo, muy rpidamente, del liberal un dspota: el Estado que deba al

    fin llegar a ser razn, ya que lo era en s mismo, no engendr, nuevamente, ms

    que sinrazn. De esta inmensa decepcin, que fue vivida por los jvenes radicales

    como una verdadera crisis histrica y terica, Marx sac la conclusin siguiente:

    ...el Estado poltico... contiene precisamente, en sus formas modernas, las

    exigencias de la razn. No se detiene aqu. En todas partes supone la razn

    realizada. Pero en todas partes cae igualmente en la contradiccin entre su

    definicin terica y sus exigencias reales. Un paso decisivo se ha franqueado en

    este momento: los abusos del Estado ya no son considerados como distracciones

    del Estado frente a su esencia, sino como una contradiccin real entre su esencia

    (razn) y su existencia (no-razn). El humanismo de Feuerbach permite

    precisamente pensar esta contradiccin al mostrar en la no-razn la enajenacin

    de la razn, y en esta enajenacin la historia del hombre, es decir, su realizacin.6

    4 Rheinische Zeitung: sobre el artculo del nmero 179 de la Klnische Zeitung: 14 de julio de 1842.5Ibid.6 Este reencuentro de Feuerbach y de la crisis terica a la que la historia haba lanzado a los jvenesradicales alemanes explica el entusiasmo sentido por el autor de las Tesis provisionales, de la Esenciadel cristianismo y de los Principios de la filosofa del futuro. Fuerbach representa, en efecto, la solucinterica

    a la crisis terica de los jvenes intelectuales. En su humanismo de la enajenacin les da, enefecto, los conceptos tericos que les permite pensar la enajenacin de la esencia humana como elmomento indispensable de la realizacin de la esencia humana, la sinrazn (la realidad irracional delEstado) como el momento necesario de la realizacin de la razn (la idea del Estado). Les permite

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    Marx profesa siempre una filosofa del hombre: Ser radical es tomar las

    cosas en su raz; ahora bien, para el hombre la raz es el hombre mismo... (1843).

    Pero el hombre slo es, entonces, libertad y razn porque primero es

    Gemeinwesen, ser comunitario, un ser que no se realiza tericamente (ciencia)

    ni prcticamente (poltica), sino dentro de las relaciones humanas universales,tanto con los hombres como con sus objetos (la naturaleza exterior humanizada

    por el trabajo). Aqu, una vez ms, la esencia del hombre funda la historia y la

    poltica.

    La historia es la enajenacin y la produccin de la razn en la sinrazn, del

    hombre verdadero en el hombre enajenado. En los productos enajenados de su

    trabajo (mercancas, Estado, religin), el hombre realiza sin saberlo su esencia de

    hombre. Esta prdida del hombre, que produce la historia y el hombre, supone una

    esencia preexistente definida. Al fin de la historia, este hombre, convertido en

    objetividad inhumana, no podr sino volver a tomar en sus manos, como sujeto, su

    propia esencia enajenada en la propiedad, la religin y el Estado, para llegar a ser

    un hombre total, un hombre verdadero.

    Esta nueva teora del hombre da origen a un nuevo tipo de accin poltica: la

    poltica de una reapropiacin prctica por el hombre de su esencia. Ya que el

    Estado, como la religin, son sin duda el hombre, pero el hombre desposedo; el

    hombre est dividido entre el ciudadano (Estado) y el hombre civil, dos

    abstracciones. En el cielo del Estado, en los derechos del ciudadano, el hombre

    vive imaginariamente la comunidad humana de la que est privado en la tierra delos derechos del hombre. Tambin la revolucin no ser ya slo poltica(reforma

    liberal racional del Estado), sino humana(comunista), para restituir al hombre

    su naturaleza enajenada en la forma fantstica del dinero, del poder y de los

    dioses. A partir de ese momento, esa revolucin prctica ser la obra comn de la

    filosofa y del proletariado, ya que el hombre es afirmado tericamente en la

    filosofa y, en el proletariado, es negado prcticamente. La penetracin de la

    filosofa en el proletariado ser la rebelin consciente de la afirmacin contra su

    propia negacin, la rebelin del hombre contra sus condiciones inhumanas.

    Entonces, el proletariado negar su propia negacin y tomar posesin de s en el

    comunismo. La revolucin es la prctica misma de la lgica inmanente a la

    enajenacin: es el momento en que la crtica, hasta entonces desarmada, reconoce

    sus armas en el proletariado. Da al proletariado la teora de lo que l es; el

    proletariado le da, a su vez, su fuerza armada, una sola y misma fuerza donde cada

    uno slo se ala consigo mismo. La alianza revolucionaria del proletariado y de la

    pensar igualmente lo que sufrieron por la misma irracionalidad: el lazo necesario entre la razn y lasinrazn. Por supuesto, esta relacin permanece prisionera de una antropologa filosfica, que la funda

    bajo esta reserva terica: la modificacin del concepto de hombre, indispensable para pensar larelacin entre la razn y la sinrazn histricas. El hombre deja de ser definido por la razn y la libertad:llega a ser en su principio mismo comunitario, intersubjetividad concreta, amor, fraternidad, sergenrico.

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    filosofa se encuentra en este momento, por lo tanto, todava centrada en la

    esencia del hombre.

    III

    A partir de 1845 Marx rompe radicalmente con toda teora que funda la

    historia y la poltica en la esencia del hombre. Esta ruptura nica comporta tres

    aspectos tericos indisociables:

    1. Formacin de una teora de la historia y de la poltica fundada en

    conceptos radicalmente nuevos: los conceptos de formacin social, fuerzas

    productivas, relaciones de produccin, superestructura, ideologas, determinacin

    en ltima instancia por la economa, determinacin especfica de otros niveles, etc.

    2.Crtica radical de las pretensiones tericasde todo humanismo filosfico.

    3.Definicin del humanismo como ideologa.

    En esta nueva concepcin, todo se entrelaza tambin con rigor, pero se trata

    de un nuevo rigor: la esencia del hombre criticada [2] es definida como ideologa

    [3], categora que pertenece a la nueva teora de la sociedad y de la historia [1].

    La ruptura con toda antropologa y todo humanismo filosfico no es un

    detalle secundario: forma una unidad con el descubrimiento cientfico de Marx.

    Ello significa que en un solo y mismo acto, Marx rechaza la problemtica

    filosfica anterior y adopta una problemtica nueva. La filosofa anterior idealista

    (burguesa) descansaba, en todos sus aspectos y desarrollos (teora del

    conocimiento, concepcin de la historia, economa poltica, moral, esttica, etc.),sobre una problemtica de la naturaleza humana(o de la esencia del hombre). Esta

    problemtica fue considerada durante siglos enteros como la evidencia misma, y

    nadie pensaba en ponerla en duda, aun en sus modificaciones internas.

    Esta problemtica no era vaga ni laxa: estaba, por el contrario, constituida

    por un sistema coherente de conceptos precisos, estrechamente articulados los

    unos con los otros. Cuando Marx la afront, implicaba los dos postulados

    complementarios definidos por l en la sexta tesis sobre Feuerbach:

    1)que existe una esencia universal del hombre;

    2)que esta esencia es el atributo de los individuos considerados

    aisladamente, quienes son sus sujetos reales.

    Estos dos postulados son complementarios e indisociables. Ahora bien, su

    existencia y su unidad presuponen toda una concepcin empirista-idealista del

    mundo. Para que la esencia del hombre sea atributo universal es necesario, en

    efecto, que sujetos concretos existan como datos absolutos; ello implica un

    empirismo del sujeto. Para que estos individuos concretos sean hombres es

    necesario que lleven en s toda la esencia humana, si no de hecho, por lo menos de

    derecho; ello implica un idealismo de la esencia. El empirismo del sujeto implica,pues, el idealismo de la esencia y viceversa. Esta relacin puede invertirse en su

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    contraria: empirismo del concepto idealismo del sujeto. Esta inversin respeta

    la estructura fundamental de esta problemtica, que permanece fija.

    Puede reconocerse en esta estructura-tipo no solamente el principio de las

    teoras de la sociedad (de Hobbes a Rousseau), de la economa poltica (de Petty a

    Ricardo), de la moral (de Descartes a Kant), sino tambin el principio mismo de lateora idealista y materialista (pre-marxista) del conocimiento (de Locke a

    Feuerbach, pasando por Kant). El contenido de la esencia humana o de los sujetos

    empricos puede variar (como se ve de Descartes a Feuerbach); el sujeto puede

    pasar del empirismo al idealismo (como lo vemos de Locke a Kant), pero los

    trminos en presencia y su relacin no varan sino dentro de una estructura-tipo

    invariable, que constituye esta problemtica misma: a un idealismo de la esencia

    corresponde siempre un empirismo del sujeto (o a un idealismo del sujeto, un

    empirismo de la esencia).

    Al rechazar la esencia del hombre como fundamento terico, Marx rechaza

    todo ese sistema orgnico de postulados. Echa a las categoras filosficas de

    sujeto, empirismo, esencia ideal, etc., de todos los campos en que reinaban. No

    slo de la economa poltica (rechaza el mito del homo oeconomicus, es decir, del

    individuo que tiene facultades y necesidades definidas en tanto que sujeto de la

    economaclsica); no slo de la historia (rechaza el atomismo social y el idealismo

    poltico-tico); no slo de la moral (rechaza la idea moral kantiana); pero tambin

    de la filosofa misma: ya que el materialismo de Marx excluye el empirismo del

    sujeto (y su reverso: el sujeto trascendental) y el idealismo del concepto (y sureverso: el empirismo del concepto).

    Esta revolucin terica total slo tiene derecho a rechazar los antiguos

    conceptos en la medida en que los remplaza por conceptos nuevos. Marx funda, en

    efecto, una nueva problemtica, una nueva manera sistemtica de plantear los

    problemas al mundo, nuevos principios y un nuevo mtodo. Este descubrimiento

    est contenido inmediatamente en la teora del materialismo histrico, donde Marx

    no slo propone una nueva teora de la historia de las sociedades, sino tambin una

    nueva filosofa con implicaciones infinitas. As, cuando Marx remplaza, en la

    teora de la historia, la vieja pareja individuo-esencia humana por nuevos

    conceptos (fuerzas de produccin, relaciones de produccin, etc.), propone de

    hecho, al mismo tiempo, una nueva concepcin de la filosofa. Remplaza los

    antiguos postulados (empirismo-idealismo del sujeto, empirismo-idealismo de la

    esencia), que estn en la base tanto del idealismo, como tambin del materialismo

    pre-marxista, por un materialismo dialctico-histrico de la praxis; es decir, por

    una teora de los diferentes niveles especficos de la prctica humana (prctica

    econmica, prctica poltica, prctica ideolgica, prctica cientfica) en sus

    articulaciones propias, fundada sobre las articulaciones especficas de la unidad dela sociedad humana. Digamos, en una frase, que Marx sustituye el concepto

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    ideolgico y universal de la prctica feuerbachiana por una concepcin

    concreta de las diferencias especficas que permite situar cada prctica particular

    en las diferencias especficas de la estructura social.

    Para comprender lo que Marx aporta de radicalmente nuevo es necesario

    tomar conciencia, no slo de la novedad de los conceptos del materialismohistrico, sino ms an de la profundidad de la revolucin terica que implican y

    anuncian. A partir de esta condicin puede definirse el status del humanismo:

    rechazando sus pretensiones tericas, y reconociendo su funcin prctica de

    ideologa.

    Desde el ngulo estricto de la teora se puede y se debe entonces hablar

    abiertamente de un anti-humanismo terico* de Marx, y se debe ver en este anti-

    humanismo terico la condicin de posibilidad absoluta (negativa) del

    conocimiento (positivo) del mundo humano mismo, y de su transformacin

    prctica. Slo se puede conoceralgo acerca de los hombre a condicin de reducir a

    cenizas el mito filosfico (terico) del hombre. Todo pensamiento que se reclamase

    de Marx para restaurar, de una u otra manera, una antropologa o un humanismo

    tericos tericamenteslo sera cenizas. Pero, prcticamente, podra edificar un

    monumento ideolgico premarxista que pesara sobre la historia real y correra el

    peligro de conducirla a callejones sin salida.

    Ya que el anti-humanismo terico tiene por corolario el reconocimiento y el

    conocimiento del humanismo mismo como ideologa. Marx no cay nunca en la

    ilusin idealista de creer que el conocimiento de un objeto podra remplazar eseobjeto o disipar su existencia. Los cartesianos, que saban que el sol estaba a dos

    mil leguas, se asombraban de que se le viera a doscientos pasos, necesitaban la

    existencia de Dios para acortar esa distancia. Marx no pens jams que el

    conocimiento de la naturaleza del dinero (una relacin social) podra destruir su

    apariencia, su forma de existencia (el ser de una cosa), ya que esta apariencia

    constituye su ser mismo, tan necesario como el modo de produccin existente.7* Althusser reconoce en su trabajo: L'objet du Capital, en Lire le Capital, T. II, p. 73, que con todorigor debera hablar de a-humanismo terico. Si emple la forma negativa de anti-humanismo, enlugar de la forma privativa de a-humanismo, slo es para sealar con mayor fuerza la ruptura delmarxismo en relacin con todas las ideologas humanistas que desde hace cuarenta aos no dejan deamenazar al marxismo. [T.]7 Toda la teora, en boga, de la reificacin descansa en la proyeccin de la teora de la enajenacin delos textos de juventud y, particularmente, de los Manuscritos del 44, sobre la teora del fetichismo deEl capital. En los Manuscritos del 44, la objetivacin de la esencia humana se afirma como la accinprevia indispensable para la reapropiacin de la esencia humana por el hombre. Durante todo elproceso de objetivacin, el hombre no existe ms que bajo la forma de una objetividad en la cualencuentra su propia esencia bajo la apariencia de una esencia extraa, no-humana. Esta objetivacinno es denominada reificacin, aunque sea denominada inhumana. La inhumanidad no estrepresentada por el modelo de la cosa por excelencia: sino tanto por el modelo de la animalidad (o,ms an, de la pre-animalidad: el hombre que no tiene ni siquiera las relaciones animales con lanaturaleza), cuanto por el modelo de lo todopoderoso y de la fascinacin, de la trascendencia (Dios, elEstado) y del dinero, el que s es una cosa. En El capital, la nica relacin social que se presenta bajola forma de cosa (ese pedazo de metal) es el dinero. Pero la concepcin del dinero como cosa (es decir,la confusin del valor con el valor de uso del dinero) no corresponde a la realidad de esta cosa; no esa la brutalidad de una simple cosa a lo que se enfrenta el hombre que se encuentra en relacin directa

    con el dinero, sino a un poder (o a su defecto) sobre las cosas y los hombres. Una ideologa de lareificacin que ve por todas partes cosas en las relaciones humanas confunde bajo la categora decosa (que es la categora ms extraa a Marx) todas las relaciones sociales pensadas bajo el modelode una ideologa del dinero-cosa.

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    Marx no pens jams que una ideologa poda ser disipada por su conocimiento: ya

    que el conocimiento de esta ideologa siendo el conocimiento de sus condiciones

    de posibilidad, de su estructura, de su lgica especfica y de su papel prctico, en

    el seno de una sociedad dada es, al mismo tiempo, el conocimiento de las

    condiciones de su necesidad. El anti-humanismoterico de Marx no suprime, porlo tanto, de ninguna manera, la existenciahistrica del humanismo. Antes, como

    despus de Marx, se hallan en el mundo real algunas filosofas del hombre y,

    actualmente, algunos de los mismos marxistas se sienten tentados a desarrollar los

    temas de un nuevo humanismo terico. Ms an, el anti-humanismo terico de

    Marx reconoce la necesidad del humanismo como ideologa, ponindola en relacin

    con sus condiciones de existencia, una necesidad del humanismo como ideologa,

    una necesidad bajo condiciones. El reconocimiento de esta necesidad no es

    puramente especulativo. Slo basndose en ella puede fundar el marxismo una

    poltica concerniente a las formas ideolgicas existentes, cualesquiera que sean:

    religin, moral, arte, filosofa, derecho y en primersimo lugar el humanismo. Una

    poltica marxista (eventual) de la ideologa humanista, es decir, una actitud poltica

    frente al humanismo poltica que puede ser de rechazo, de crtica, de empleo, de

    apoyo, de desarrollo, de renovacin humanista de las formas actuales de la

    ideologa en el dominio tico-poltico, slo es posible bajo la condicin absoluta

    de estar fundada en la filosofa marxista cuyo supuesto previo es el anti-

    humanismoterico.

    IV

    Todo depende entonces del conocimiento de la naturaleza del humanismo

    como ideologa.

    No se trata aqu de dar una definicin profunda de la ideologa. Basta saber

    muy esquemticamente que una ideologa es un sistema (que posee su lgica y su

    rigor propios) de representaciones (imgenes, mitos, ideas o conceptos segn los

    casos), dotados de una existencia y de un papel histricos en el seno de una

    sociedad dada. Sin entrar en el problema de las relaciones de una ciencia con su

    pasado (ideolgico), podemos decir que la ideologa como sistema de

    representaciones se distingue de la ciencia en que la funcin prctico-social es ms

    importante que la funcin terica (o de conocimiento).

    Cul es la naturaleza de esta funcin social? Para comprenderla es

    necesario referirse a la teora marxista de la historia. Los sujetos de la historia

    son las sociedades humanas dadas. Ellas se presentan como totalidades, cuya

    unidad est constituida por un cierto tipo especfico de complejidad, que pone en

    juego instancias que pueden reducirse muy esquemticamente siguiendo a

    Engels, a tres: la economa, la poltica y la ideologa. En toda sociedad se observa,,en consecuencia, bajo formas a veces muy paradjicas, la existencia de una

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    actividad econmica de base, de una organizacin poltica y de formas

    ideolgicas (religin, moral, filosofa, etc.). Por lo tanto, la ideologa forma parte

    orgnicamente, como tal, de toda totalidad social. Todo ocurre como si las

    sociedades humanas no pudieran subsistir sin estas formaciones especficas, estos

    sistemas de representaciones (a diferentes niveles) que son las ideologas. Lassociedades humanas secretan la ideologa como el elemento y la atmsfera misma

    indispensable a su respiracin, a su vida histricas. Slo una concepcin ideolgica

    del mundo pudo imaginar sociedades sin ideologas, y admitir la idea utpica de un

    mundo en el que la ideologa (y no una de sus formas histricas) desaparecer sin

    dejar huellas, para ser remplazada por la ciencia. Esta utopa se encuentra, por

    ejemplo, en el origen de la idea de que la moral, ideolgica en su esencia, podra

    ser remplazada por la ciencia o llegar a ser totalmente cientfica; o la religin

    disipada por la ciencia, la que tomara en cierto modo su lugar; que el artepodra

    confundirse con el conocimiento o llegar a ser vida cotidiana, etc.

    Y para no evitar el problema ms candente, el materialismo histrico no

    puede concebir que una sociedad comunista pueda prescindir jams de la

    ideologa, trtese de moral, de arte o de representacin del mundo. Sin duda se

    pueden prever modificaciones importantes en las formas ideolgicas y en sus

    relaciones por ejemplo, la desaparicin de ciertas formas existentes o la

    transferencia de su funcin a formas vecinas; tambin se puede (basndose en

    premisas ya adquiridas a travs de la experiencia) prever el desarrollo de nuevas

    formas ideolgicas por ejemplo, las ideologas: concepcin cientfica delmundo, humanismo comunista; pero, en el estado actual de la teora marxista,

    tomada en su rigor, no puede concebirse que el comunismo, nuevo modo de

    produccin que implica fuerzas de produccin y relaciones de produccin

    determinadas, pueda prescindir de una organizacin social de la produccin y de

    las formas ideolgicas correspondientes.

    La ideologa no es, por lo tanto, una aberracin o una excrecencia

    contingente de la Historia: constituye una estructura esencial en la vida histrica

    de las sociedades. Por lo dems, solamente la existencia y el reconocimiento de su

    necesidad pueden permitir actuar sobre la ideologa y transformarla en

    instrumento de accin reflexiva sobre la Historia.

    Es comn decir que la ideologa pertenece a la regin de la conciencia. Es

    necesario no dejarse engaar por esta denominacin que permanece contaminada

    por la problemtica idealista anterior a Marx. En realidad, la ideologa tiene muy

    poco que ver con la conciencia, si se supone que este trmino tiene un sentido

    unvoco. Es profundamente inconsciente, aun cuando se presenta bajo una forma

    reflexiva (como en la filosofa premarxista). La ideologa es sin duda un sistema de

    representaciones, pero estas representaciones, la mayor parte del tiempo, notienen nada que ver con la conciencia: son la mayor parte del tiempo imgenes, a

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    veces conceptos, pero, sobre todo, se imponen como estructuras a la inmensa

    mayora de los hombres, sin pasar por su conciencia. Son objetos culturales

    percibidos-aceptados-soportados que actan funcionalmente sobre los hombres

    mediante un proceso que se les escapa. Los hombres viven su ideologa como el

    cartesiano vea o no vea (si no la fijaba) la luna a doscientos pasos: en absolutocomo una forma de conciencia, sino como un objeto de su mundo como su

    mundomismo. Qu quiere decirse, sin embargo, cuando se dice que la ideologa

    concierne a la conciencia de los hombres? Primero, que se distingue de las otras

    instancias sociales, pero, tambin, que los hombres vivensus acciones, referidas

    comnmente por la tradicin clsica a la libertad y a la conciencia, en la

    ideologa, a travs y por la ideologa;en una palabra, que la relacin vivida de los

    hombres con el mundo, comprendida en ella la Historia (en la accin o inaccin

    poltica), pasa por la ideologa, ms an, es la ideologa misma. En este sentido

    deca Marx que, en la ideologa (como lugar de luchas polticas), los hombres

    toman conciencia de su lugar en el mundo y en la historia: en el seno de esta

    inconsciencia ideolgica, los hombres llegan a modificar sus relaciones vividas

    con el mundo y a adquirir esa nueva forma de inconsciencia especfica que se

    llama conciencia.

    La ideologa concierne, por lo tanto, a la relacin vividade los hombres con

    su mundo. Esta relacin que no aparece como conscientesino a condicin de ser

    inconsciente, de la misma manera, da la impresin de no ser simple sino a

    condicin de ser compleja, de no ser una relacin simple sino una relacin derelaciones, una relacin de segundo grado. En la ideologa, los hombres expresan,

    en efecto, no su relacin con sus condiciones de existencia, sino la maneraen que

    viven su relacin con sus condiciones de existencia: lo que supone a la vez una

    relacin real y una relacin vivida, imaginaria. La ideologa es, por lo tanto, la

    expresin de la relacin de los hombres con su mundo, es decir, la unidad

    (sobredeterminada) de su relacin real y de su relacin imaginaria con sus

    condiciones de existencia reales. En la ideologa, la relacin real est

    inevitablemente investida en la relacin imaginaria: relacin que expresams una

    voluntad(conservadora, conformista, reformista o revolucionaria), una esperanza o

    una nostalgia, que la descripcin de una realidad.

    En esta sobredeterminacin de lo real por lo imaginario y de lo imaginario

    por lo real, la ideologa es, en su principio, activa, y refuerza o modifica las

    relaciones de los hombres con sus condiciones de existencia, en esa misma

    relacin imaginaria. De ello se deriva que esta accin no puede ser jams

    puramente instrumental: los hombres que se sirven de una ideologa como un puro

    medio de accin, una herramienta, se encuentran prisoneros en ella y preocupados

    por ella en el momento mismo en que la utilizan y se creen sus dueos.

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    Esto es perfectamente claro en una sociedad de clases. La ideologa

    dominante es entonces la ideologa de la clasedominante. Pero la clase dominante

    no mantiene con la ideologa dominante, que es su ideologa, una relacin exterior

    y lcida de utilidad o de astucia puras. Cuando la clase ascendente burguesa

    desarrolla, en el curso del siglo XVIII, una ideologa humanista de la igualdad, dela libertad y de la razn, da a su propia reivindicacin la forma de universalidad,

    como si quisiera, de esta manera, enrolar en sus filas, formndolos con este fin, a

    los mismos hombres que no liberar sino para explotar. He aqu el mito

    rousseauniano del origen de la desigualdad: los ricos dirigen a los pobres el

    discurso ms reflexivo que jams ha sido concebido, para convencerlos de vivir

    su servidumbre como libertad. En realidad, la burguesa debe creer en su mito

    antes de convencer a los otros, y no solamente para convencerlos, ya que lo que

    ella vive en su ideologa es esa relacin imaginaria con sus condiciones de

    existencia, reales, que le permiten a la vez actuar sobre s (darse la conciencia

    jurdica y moral y las condiciones jurdicas y morales del liberalismo econmico) y

    sobre los otros (sus explotados o futuros explotados: los trabajadores libres), a

    fin de asumir, cumplir y soportar su papel histrico de clase dominante. En la

    ideologa de la libertad, la burguesa viveas muy exactamente su relacin con sus

    condiciones de existencia, es decir, su relacin real (el derecho de la economa

    capitalista liberal) pero investida de una relacin imaginaria (todos los hombres

    son libres, incluso los trabajadores libres). Su ideologa consiste en ese juegode

    palabras sobre la libertadque revela tanto la voluntad de la burguesa de mistificara sus explotados (libres!), para mantenerlos sometidos, a travs del chantaje de

    la libertad, como la necesidad que tiene la burguesa de vivirsu propia dominacin

    de clase en funcin de la libertad de sus propios explotados. Del mismo modo que

    un pueblo que explota a otro no puede ser libre, una clase que se sirvede una

    ideologa, no puede sino estarle sometida. Cuando se habla de la funcin de clase

    de una ideologa es necesario comprender que la ideologa dominante es la

    ideologa de la clase dominante, y que le sirve no slo para dominar a la clase

    explotada, sino tambin para constituirse en la clase dominantemisma, hacindole

    aceptar como real y justificada su relacin vivida con el mundo.

    Pero hay que ir ms lejos y preguntarse lo que llega a ser la ideologaen una

    sociedad donde las clases han desaparecido. Lo que acaba de decirse hace posible

    una respuesta. Si toda la funcin social de la ideologa se resumiera en el cinismo

    de un mito (como las bellas mentiras de Platn o las tcnicas de la publicidad

    moderna), que la clase dominante fabricara y manipulara desde el exterior, para

    engaar a quienes explota, la ideologa desaparecera con las clases. Pero, como

    hemos visto, aun en el caso de una sociedad de clases, la ideologa tiene un papel

    activo sobre la clase dominante misma y contribuye a modelarla, a modificar susactitudes para adaptarla a sus condiciones reales de existencia (ejemplo: la

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    libertad jurdica) queda claro que la ideologa (como sistema de

    representaciones de masa) es indispensable a toda sociedad para formar a los

    hombres, transformarlos y ponerlos en estado de responder a las exigencias de sus

    condiciones de existencia. Si la historia en una sociedad socialista es, igualmente,

    como lo deca Marx, una perpetua transformacin de las condiciones de existenciade los hombres, los hombres deben ser transformados para que puedan adaptarse

    a estas condiciones; si esta adaptacin no puede ser abandonada a la

    espontaneidad, sino que debe ser asumida, dominada, controlada, en la ideologa

    se expresa esta exigencia, se mide esta distancia, se vive esta contradiccin y se

    realiza su resolucin. En la ideologa, la sociedad sin clases vive la inadecuacin-

    adecuacin de su relacin con el mundo, en ella y por ella transforma la conciencia

    de los hombres, es decir, su actitud y su conducta, para situarlos al nivel de sus

    tareas y de sus condiciones de existencia.

    En una sociedad de clases, la ideologa es la tierra y el elemento en los que la

    relacin de los hombres con sus condiciones de existencia se organiza en provecho

    de la clase dominante. En una sociedad sin clases, la ideologa es la tierra y el

    elemento en los que la relacin de los hombres con sus condiciones de existencia

    se vive en provecho de todos los hombres.

    V

    Henos aqu en estado de volver al tema del humanismo socialista y de dar

    cuenta de la disparidad terica que hemos comprobado entre un trmino cientfico(socialismo) y un trmino ideolgico (humanismo ).

    En sus relaciones con las formas existentes del humanismo burgus o

    cristiano de la persona, el humanismo socialista de la persona se manifiesta como

    ideologa justamente en el juego de palabras que autoriza este encuentro. De

    ninguna manera pienso que se trate del encuentro de un cinismo y de una

    ingenuidad. El juego de palabras es siempre, en este sentido, el ndice de una

    realidad histricay, al mismo tiempo, de un equvoco vivido y la expresin de un

    deseo de sobrepasarlo. Cuando los marxistas ponen el acento en un humanismo

    socialista de la persona, en sus relaciones con el resto del mundo, manifiestan

    simplemente su voluntad de llenar la distancia que los separa de sus posibles

    aliados y se anticipan simplemente al movimiento, confiando a la historia futura la

    tarea de llenar las antiguas palabras con un nuevo contenido.

    Este contenido es lo importante. Ya que, nuevamente, los temas del

    humanismo marxista no son primero temas para el uso de los dems. Los marxistas

    que los desarrollan lo hacen necesariamente para ellos mismosantes de hacerlo

    para los otros. Ahora bien, sabemos sobre qu se han fundado estos desarrollos:

    sobre las nuevas condiciones existentes en la Unin Sovitica, sobre el fin de ladictadura del proletariado, y sobre el paso al comunismo.

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    Sin duda, aqu se juega el todo. Y he aqu cmo planteara yo el problema. A

    qu corresponde el desarrollo manifiesto de los temas del humanismo de la

    persona (socialista), en la Unin Sovitica? En La ideologa alemana, hablando de

    la idea del hombre y del humanismo, Marx seala que la idea de naturaleza

    humana, o de esencia del hombre, recubre un juicio de valor doble, precisamentela pareja humano-inhumano; y escribe: ...lo 'inhumano' tanto como lo 'humano' es

    el producto de las condiciones actuales; es su lado negativo... La pareja humano-

    inhumano es el principio oculto de todo humanismo, el que entonces slo es la

    manera de vivir-soportar-resolver esta contradiccin. El humanismo burgus

    situaba al hombre en el principio de toda teora. Esta esencia luminosa del hombre

    era lo visible de un inhumano de sombras. El contenido de la esencia humana,

    esencia aparentemente absoluta, indicaba en esta parte de sombra su nacimiento

    sublevado. El hombre libertad-razn denunciaba al hombre egosta y detrozado de

    la sociedad capitalista. .. En las dos formas de esta pareja: inhumano-humano,

    tanto la burguesa del siglo XVIII, en la forma liberal-racional, como los

    intelectuales alemanes de izquierda en la forma comunitaria o comunista,

    vivan sus relaciones con sus formas de existencia como un rechazo, una

    reivindicacin y un programa.

    Qu ocurre con el humanismo socialista actual? Tambin es rechazo y

    denuncia: rechazo de todas las discriminaciones humanas, sean stas raciales,

    polticas, religiosas u otras. Rechazo de toda explotacin econmica y esclavitud

    poltica. Rechazo de la guerra. Este rechazo no es solamente una orgullosaproclama de victoria, una exhortacin y un ejemplo dirigidos al exterior, a todos los

    hombres que sufren el Imperialismo, su explotacin, su miseria, su esclavitud, sus

    discriminaciones y sus guerras, sino que se encuentra tambin y antes que nada

    dirigido hacia adentro: la Unin Sovitica misma. En el humanismo socialista de la

    persona la Unin Sovitica da cuenta de la superacin del perodo de la dictadura

    del proletariado, pero al mismo tiempo rechaza y condena sus abusos, las formas

    aberrantes y criminales que tom en el perodo del culto de la personalidad. El

    humanismo socialista en su uso interno concierne tanto a la realidad histrica de la

    superacin de la dictadura del proletariado como a las formas abusivas que tom

    en la U.R.S.S. Concierne a una realidad doble: no slo a una necesidad superada

    por la necesidad racional del desarrollo de las fuerzas de produccin y de las

    relaciones de produccin socialista (la dictadura del proletariado), sino tambin a

    una realidad que no debe haber tenido que superar: esa nueva forma de

    existencia no-racional de la razn, esa parte de sinrazn y de inhumano

    histricos que pesa sobre el pasado de la U.R.S.S.: el terror, la represin, el

    dogmatismo, justamente aquello que todava no se ha logrado superar totalmente,

    en sus efectos o en sus daos.

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    A travs de esta resolucin se pasa de la sombra a la luz, de lo inhumano a lo

    humano. El comunismo al que se compromete la Unin Sovitica es un mundo sin

    explotacin econmica, sin violencia, sin discriminacin, un mundo que abre a los

    soviticos el espacio infinito del progreso, de la ciencia, de la cultura, del pan y de

    la libertad, del libre desarrollo, un mundo que puede existir sin sombras ni dramas.A qu razn se debe, entonces, ese acento puesto tan deliberadamente en el

    hombre?Por qu los hombres soviticos tienen tanta necesidad de una idea del

    hombre, es decir, de una idea de ellos mismos que les ayude a vivir su historia?Es

    difcil no relacionar aqu, por una parte, la necesidad de preparar y realizar una

    mutacin histrica importante (el paso al comunismo, fin de la dictadura del

    proletariado, desaparicin del aparato de Estado, lo que supone la creacin de

    nuevas formasde organizacin polticas, econmicas, culturales, correspondientes

    a este paso) y por otra parte, las condiciones histricasen que debe realizarse este

    paso. Ahora bien, es evidente que estas condicionesestn marcadas por el pasado

    de la U.R.S.S. y por sus dificultades, no slo marcadas por las dificultades debidas

    al perodo del culto de la personalidad, sino tambin por las dificultades ms

    lejanas propias a la construccin del socialismo en un solo pas, y ms arriba, de

    un pas econmica y culturalmente retrasado en su origen. Entre estas

    condiciones, es necesario mencionar en primer plano las condiciones tericas

    heredadas de ese pasado.

    Esta inadecuacin actual entre las tareas histricas y sus condiciones es la

    que puede explicar el recurso a la ideologa. En efecto, los temas del humanismosocialista sealan la existencia de problemas reales: problemas histricos,

    econmicos, polticos e ideolgicos nuevosque el perodo staliniano haba cubierto

    de sombras pero que, sin embargo, haba producido al producir el socialismo: el

    problema de las formas de organizacin econmica, polticas y culturales

    correspondientes al grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas del

    socialismo; el problema de nuevas formas de desarrollo individual, en un nuevo

    perodo de la historia, en el que el Estado no toma ms a su cargo, a travs de la

    violencia, ni la direccin ni el control del destino de cada uno, donde todo hombre

    tiene de ahora en adelante la posibilidad objetiva de eleccin, es decir, la difcil

    tarea de llegar a ser por s mismo lo que es. Los temas del humanismo socialista

    (libre desarrollo del individuo, respeto de la legalidad socialista, dignidad de la

    persona, etc.) son la manera en que los soviticos y otros socialistas viven sus

    relaciones conestos problemas, es decir, con las condiciones en que se plantean.

    Es asombroso comprobar cmo, conforme a la necesidad de su desarrollo, en la

    mayor parte de las democracias socialistas as como en la Unin Sovitica, pasan a

    primer plano los problemas de la poltica y de la moral y cmo los partidos

    occidentales estn obsesionados tambin por estos problemas. Ahora bien, no esmenos asombroso ver cmo estos problemas son tratados a menudo tericamente

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    recurriendo a conceptos que pertenecen al perodo de la juventud de Marx, a su

    filosofa del hombre: los conceptos de enajenacin, de escisin, de fetichismo, de

    hombre total, etc. Sin embargo, considerados en s mismos, estos problemas son,

    en el fondo, problemas que lejos de requerir una filosofa del hombre, conciernen

    a la preparacin de nuevas formas de organizacinde la vida econmica, de la vidapoltica y de la vida ideolgica (comprendidas en ella las nuevas formas de

    desarrollo individual) de los pases socialistas en su fase de desaparicin o de

    superacin de la dictadura del proletariado. Por qu, entonces, ciertos idelogos

    plantean estos problemas en funcin de los conceptos de una filosofa del hombre,

    en lugar de plantearlos abierta, clara y rigurosamente en los trminos econmicos,

    polticos, ideolgicos, etctera, de la teora marxista? Por qu tantos filsofos

    marxistas experimentan la necesidad de recurrir al concepto ideolgico,

    premarxista de enajenacin en su pretensin de pensar y resolver estos

    problemas histricos concretos?

    No nos detendramos en la tentacin de este recurso ideolgico si no fuera, a

    su manera, el ndice de una necesidad que no puede, sin embargo, refugiarse bajo

    otras formas bien fundadas de necesidad. Est fuera de duda que los comunistas

    estn autorizados para oponer la realidadeconmica, social, poltica y cultural del

    socialismo a la inhumanidad del imperialismo en general. Pero podra ser

    igualmente peligroso usar sin discriminacin ni reservas, como si fuera un

    concepto terico, un concepto ideolgico como el de humanismo, cargado de

    asociaciones del inconsciente ideolgico, y que coincide demasiado fcilmente contemas de inspiracin pequeo-burguesa (sabemos que la pequea burguesa y su

    ideologa, a las que Lenin predeca un bello futuro, no han sido todava enterradas

    por la Historia ).

    De esta manera llegamos a tocar una razn ms profunda y, sin duda, difcil

    de enunciar. Este recurso a la ideologa puede tambin, en ciertos lmites, ser

    considerado, en efecto, como el sustituto de un recurso a la teora. Volvemos a

    encontrar aqu las condiciones tericas actuales legadas al marxismo por su

    pasado no slo el dogmatismo del perodo staliniano, sino tambin, viniendo

    desde muy lejos, la herencia de las interpretaciones oportunistas desastrosas de la

    Segunda Internacional, que Lenin combati durante toda su vida, pero que

    tampoco han sido enterradas para siempre por la historia. Estas condiciones

    dificultaron el desarrollo de la teora marxista que hubiera sido indispensable,

    justamente, para proporcionar los conceptos requeridos por los problemas nuevos:

    conceptos que permitiran actualmente plantear estos problemas en trminos

    cientficos y no ideolgicos; que permitira llamar a las cosas por su nombre, es

    decir, utilizando los conceptos marxistas apropiados, en lugar de designarlas,

    como ocurre a menudo, a travs de conceptos ideolgicos (enajenacin) o sin unstatusdefinido.

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    Deploramos comprobar, por ejemplo, que el concepto con el que los

    comunistas designan un fenmeno histrico importante en la historia de la

    U.R.S.S. y del movimiento obrero: el concepto de culto de la personalidad, sea, si

    lo tomamos por terico, un concepto que no se puede encontrarni clasificar en la

    teora marxista; puede describir, y condenar, sin duda, un estilo decomportamiento y, en este sentido, poseer un valor doblemente prctico. Pero,

    segn mi conocimiento, Marx no ha considerado nunca que un estilo de

    comportamiento poltico pueda ser asimilado directamente a una categora

    histrica, es decir, a un conceptode la teora del materialismo histrico: ya que si

    designa una realidad no es un concepto. Sin embargo todo lo que se dice del culto

    de la personalidad concierne con toda exactitud al dominio de la superestructura,

    por lo tanto, de la organizacin del Estado y de las ideologas; concierne, ms an,

    en grueso, a ese nico dominio que, como sabemos, posee una autonoma

    relativa en la teora marxista (lo que explica simplemente, en teora, que la

    infraestructura socialista haya podido desarrollarse en lo esencial sin problemas

    mientras la superestructura sufra estos errores). Por qu no se evocan los

    conceptos marxistas existentes, conocidos y reconocidos, para pensar y situar este

    fenmeno, descrito, en efecto, como comportamiento y referido a la psicologa de

    un hombre, es decir, simplemente descrito y no pensado? Si la psicologa de un

    hombre pudo asumir ese papel histrico, por qu no plantear en trminos

    marxistas el problema de las condiciones de posibilidades histricas de esta

    aparente promocin de la psicologa a la dignidad y a la dimensin de un hechohistrico? El marxismo contiene, en sus principios, la materia para plantear este

    problema en trminos de teora, para aclararlo y ayudar a resolverlo.

    No es accidental que evoque el doble ejemplo del concepto de enajenacin y

    del concepto de culto de la personalidad. Ya que tambin los conceptos del

    humanismo socialista (en particular el problema del derecho y de la persona)

    tienen por objeto los problemas de la superestructura: organizacin del Estado,

    vida poltica, moral, ideologa, etc. Y no podemos dejar de pensar que, tambin

    aqu, el recurso a la ideologa es la va ms rpida, el sustituto de una teora

    insuficiente. Insuficiente pero latente y posible. ste sera el papel de la tentacin

    de recurso a la ideologa: llenar esta ausencia, esta distancia, sin reconocerla

    abiertamente, constituyndose, como deca Engels, un argumento terico de su

    necesidad y de su impaciencia, y tomndose la necesidad de una teora por la

    teora misma. El humanismo filosfico, por el que corremos el peligro de ser

    invadidos y que se protege bajo las realizaciones, sin precedente, del socialismo

    mismo, sera este complemento destinado a dar a ciertos idelogos marxistas, a

    falta de teora, el sentimientode poseer esta teora que les hace falta: sentimiento

    que no puede aspirar a lo que

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    Marx nos ha dado de ms precioso en el mundo: la posibilidad de un

    conocimiento cientfico.

    He aqu por qu, si el humanismo est a la orden del da, las buenas razones

    de esta ideologa no pueden, en ningn caso, servir de garanta a las malas, sin

    conducirnos a la confusin de la ideologa y de la teora cientfica.El anti-humanismo filosfico de Marx permite, sin duda, la comprensin de la

    necesidad de las ideologas existentes, el humanismo inclusive. Pero da al mismo

    tiempo, ya que es una teora crtica y revolucionaria, la comprensin de la tctica

    que se debe adoptar contra ellas: sostenerlas, transformarlas o combatirlas. Y los

    marxistas saben que ninguna tctica es posible si no descansa en una estrategia y

    ninguna estrategia si no descansa en una teora.

    NOTA COMPLEMENTARIA SOBRE EL HUMANISMO REAL

    Algunas palabras solamente sobre el humanismo real.8

    La diferencia especfica se encuentra en el adjetivo real. El humanismo real

    se define semnticamente por oposicin al humanismo no-real, al humanismo

    idealista), abstracto, especulativo, etc. Este humanismo de referenciaes a la vez

    intocado como referencia y rechazado por su abstraccin, su no-realidad, etc., por

    el nuevo humanismo real. El antiguo humanismo es juzgado, por lo tanto, por el

    nuevo como un humanismo abstracto e ilusorio. Su ilusin est en hacer frente a

    un objeto no-real, en tener por contenido un objeto que no es el objeto real.

    El humanismo real se da, como el humanismo que tiene por contenido, no unobjeto abstracto, especulativo, sino un objeto real.

    Sin embargo, esta definicin sigue siendo negativa: es suficiente para

    expresar el rechazo de un cierto contenido, no nos da su nuevo contenido en

    persona. El contenido visualizado por el humanismo real no se encuentra en los

    conceptos de humanismo o de real, como tales, sino fuera de estos conceptos. El

    adjetivo real es indicativo: indica que si queremos encontrar el contenido de ese

    nuevo humanismo debemos buscarlo en la realidad: en la sociedad, en el Estado,

    etc. El concepto de humanismo real se relaciona con el concepto de humanismo

    como a su referencia terica, pero se opone a ste al rechazar su objeto abstracto,

    y al darse un objeto concreto, real. La palabra real desempea un papel doble.

    Hace aparecer en el antiguo humanismo su idealismo y su abstraccin (funcin

    negativa del concepto de realidad); y al mismo tiempo designa la realidad exterior

    (exterior al antiguo humanismo) en la que el nuevo humanismo encontrar su

    contenido (funcin positiva del concepto de realidad). Sin embargo, esta funcin

    positiva de la palabra real no es una funcin positiva de conocimiento, es una

    funcin positiva de indicacin prctica.

    8 El concepto de humanismo real sirve de base a la argumentacin de un artculo de J. Semprunpublicado en el nm. 58 del peridico Clart (ver la revista Nouvelle Critique, nm. 164, marzo de1965). Es un concepto extrado de las obras de juventud de Marx.

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    Cul es esta realidad que debe transformar el antiguo humanismo en

    humanismo real? Es la sociedad. La sexta tesis sobre Feuerbach dice que el

    hombre no abstracto es el conjunto de relaciones sociales. Ahora bien, si se

    toma esta expresin al pie de la letra, como una definicin adecuada, no quiere

    decir nada. Que se haga simplemente el esfuerzo por dar una explicacin literal yse ver que no hay salida posible, a menos de recurrir a una perfrasis de este

    gnero: si se desea saber cul es la realidad no la que corresponde

    adecuadamente al concepto de hombre, o humanismo, sino aquella que es puesta

    indirectamente en cuestin en estos conceptos, no se trata de una esencia

    abstracta sino del conjunto de las relaciones sociales. Esta perfrasis hace

    aparecer, inmediatamente, una inadecuacin entre el concepto hombre y su

    definicin: conjunto de relaciones sociales. Entre estos dos trminos (hombre-

    conjunto de relaciones sociales) hay sin duda una relacin, pero no es legible en la

    definicin, no es una relacin de definicin, no es una relacin de conocimiento.

    Sin embargo, esta inadecuacin y esta relacin tienen un sentido: un sentido

    prctico. Esta inadecuacin manifiesta, designa una accin por realizar, un

    desplazamientopor efectuar. Quiere decir que, para encontrar la realidad a la que

    se hace alusin, buscando no ya el hombre abstracto sino el hombre real, es

    necesario pasar a la sociedad y ponerse a analizar el conjunto de relaciones

    sociales. En la expresin humanismo real yo dira que el concepto real es un

    concepto prctico, el equivalente de una seal, de un letrero indicador que nos

    dice qu movimiento es necesario realizar y en qu direccin, a qu lugar esnecesario desplazarsepara encontrarse, no ya bajo el cielo de la abstraccin sino

    sobre la tierra real. Por aqu, lo real! Seguimos la indicaciny desembocamos

    en la sociedad, las relaciones sociales y sus condiciones reales de posibilidad.

    Pero entonces se produce la escandalosa paradoja: una vez efectuado

    realmente este desplazamiento, una vez emprendido el anlisis cientfico de este

    objeto real, descubrimos que el conocimiento de los hombres concretos (reales), es

    decir, el conocimiento del conjunto de las relaciones sociales, no es posible ms

    que a condicin de prescindir completamente de los servicios tericosdel concepto

    de hombre (en el sentido en que exista, en su pretensin terica misma, antes del

    desplazamiento). Este concepto aparece, en efecto, inutilizable desde el punto de

    vista cientfico, no porque sea abstracto, sino porque no es cientfico. Para pensar

    la realidad de la sociedad, del conjunto de las relaciones sociales, debemos

    efectuar un desplazamiento radical, no slo un desplazamiento de lugar (de lo

    abstracto a lo concreto), sino tambin un desplazamiento conceptual (cambiamos

    de conceptos de base). Los conceptos a travs de los cuales Marx piensa la

    realidad, sealada por el humanismo real, no hacen intervenir ni una sola vez,

    como conceptos tericos, los conceptos del hombre o del humanismo: s otrosconceptos, absolutamente nuevos, los conceptos de modo de produccin, fuerzas

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    de produccin, relaciones de produccin, superestructura, ideologa, etc. He aqu

    la paradoja: el concepto prctico que nos indicaba el lugar del desplazamiento ha

    sido consumido en el desplazamiento mismo; el concepto que nos indicaba el lugar

    de la investigacin est, de ahora en adelante, ausente de la investigacin misma.

    ste es un fenmeno caracterstico de estas transiciones-rupturas queconstituyen la aparicin de una nueva problemtica. En ciertos momentos de la

    historia de las ideas vemos aparecer estos conceptos prcticoscuya caracterstica

    es ser conceptos interiormente desequilibrados. Por un lado, pertenecen al antiguo

    universo ideolgico que les sirve de referencia terica (humanismo); pero, por el

    otro, conciernen a un nuevo dominio e indican el desplazamientoque es necesario

    efectuar para llegar hasta all. Por su primer aspecto conservan un sentido

    terico (el de su universo de referencia); por su segundo aspecto, slo tienen el

    sentido de seal prctica, indican una direccin y un lugar, pero sin proporcionar

    el concepto adecuado. Permanecemos todava en el dominio de la ideologa

    anterior, nos aproximamos a la frontera y un letrero indicador nos seala un ms

    all: una direccin y un lugar. Atravesad la frontera y avanzad en la direccin

    sociedad, encontraris lo real. El letrero est plantado todava en la regin

    ideolgica, su texto est redactado en su lengua, aun si emplea palabras nuevas,

    el rechazo mismo de la ideologa est escrito en lenguaje ideolgico, como se ve de

    manera tan asombrosa en Feuerbach: lo concreto, lo real, he aqu las palabras

    que en la ideologa realizan la oposicin a la ideologa misma.

    Se puede permanecer indefinidamente en la lnea de la frontera sin cesar derepetir: concreto!, concreto!, real!, real! Es lo que hace Feuerbach, quien

    hablaba tambin de la sociedad y del Estado, y no cesaba de hablar del hombre

    real, del hombre que tiene necesidades, del hombre concreto que no es ms que el

    conjunto de sus necesidades humanas desarrolladas, de la poltica y de la

    industria. Permaneca en las palabras que le enviaban, en su concrecin misma, la

    imagen del hombre a quien l llamaba a la realizacin. (Feuerbach deca, tambin

    l, que el hombre real es la sociedad, en una definicin entonces adecuadaa su

    concepto, ya que la sociedad slo era para l, en cada uno de sus momentos

    histricos, la manifestacin progresiva de la esencia humana.)

    Se puede franquear la frontera para ver qu pasa, y penetrar en el dominio

    de la realidad y ponerse seriamente a su estudio, como lo dice Marx en La

    ideologa alemana. La seal ha desempeado entonces su papel prctico. Ha

    permanecido en el antiguo terreno, en el terreno abandonadopor el hecho mismo

    del desplazamiento. Y aqu, slo frente a su objeto real, uno se ve obligado a forjar

    los conceptos requeridos y adecuados para pensarlo, obligado a comprobar que los

    antiguos conceptos, en particular, el concepto de hombre real o de humanismo

    real no le permiten pensar la realidad de los hombres, que para alcanzar esteinmediato, que justamente no lo es, es necesario un largo rodeo, como siempre en

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    materia de conocimiento. Uno ha abandonado el antiguo terreno, los viejos

    conceptos. Uno se encuentra frente a un nuevo terreno en el que nuevos conceptos

    le proporcionan el conocimiento. Seal de que se ha cambiado sin duda de lugar,

    de problemtica, y que una nueva aventura comienza: la de una ciencia en

    desarrollo.Estamos, por lo tanto, condenados a repetir la misma experiencia? El

    humanismo real puede ser actualmente la consigna de un rechazo y de un

    programa, en el mejor de los casos, una seal prctica, el rechazo de un

    humanismo abstracto, que slo exista en el discurso y no en la realidad de las

    instituciones, y la indicacin de un ms all, que no se encuentra todava

    verdaderamente realizado, sino esperado, el programa de una aspiracin que es

    necesario hacer pasar a ia vida. Que profundos rechazos y votos autnticos, que el

    deseo impaciente de superar los obstculos an no vencidos, se traduzcan a su

    manera en este concepto de humanismo real, es demasiado claro. Es tambin

    seguro que los hombres deben, en toda poca de la historia, hacer su experiencia

    por su propia cuenta, y no se debe al azar si algunos vuelven a repetir el camino de

    sus mayores y de sus antepasados. Que los comunistas tomen en serio el sentido

    real de este deseo, las realidades sealadas por este concepto prctico, es sin duda

    indispensable. Que los comunistas hagan el recorrido entre las formas an

    inciertas, confusas e ideolgicas en las que se expresa este deseo, experiencias

    nuevas y sus propios conceptos tericos; que forjen, cuando se experimenta

    absolutamente la necesidad, nuevos

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    conceptos tericos, adecuados a los cambios de la prctica de nuestro

    tiempo, es sin duda indispensable.

    Pero no debemos olvidar que la frontera que separa la ideologa de la teora

    cientfica ha sido franqueada hace ya cerca de 120 aos por Marx; que esta gran

    empresa y este gran descubrimiento estn consignados, inscritos, en el sistemaconceptual de un conocimiento cuyos efectos han transformado poco a poco la faz

    del mundo y su historia. No debemos, no podemos ni un solo instante, renunciar al

    beneficio de esta adquisicin irremplazable, al beneficio de sus posibilidades

    tericas que superan en riqueza y en virtualidad el uso que se les ha dado hasta

    aqu. No debemos olvidar que la comprensin de lo que pasa actualmente en el

    mundo, el vaivn poltico e ideolgico indispensable para ampliar y reforzar las

    bases del socialismo, no son posibles ms que en la medida en que no volvemos por

    nuestra propia cuenta ms acde lo que Marx nos ha dado, hasta esa frontera an

    incierta entre la ideologa y la ciencia. Podemos ayudar a todos aquellos que se

    acercan a pasar esta frontera: pero slo a condicin de haberla franqueado

    nosotros mismos y de haber inscrito en nuestros conceptos el resultado

    irreversible de este paso.

    Para nosotros, lo real no es una consigna terica: lo real es el objeto real,

    que existe independientemente de su conocimiento, pero que slo puede ser

    definido por su conocimiento. Bajo esta segunda relacin, terica, lo real forma

    una unidad con los medios de conocimiento, lo real es su estructura conocida, o

    por conocer; es el objeto mismo de la teora marxista, este objeto jalonado por losgrandes descubrimientos tericos de Marx y de Lenin, ese campo terico inmenso

    y vivo, en constante desarrollo, donde, de ahora en adelante, los hechos de la

    historia humana pueden ser dominados por la prctica de los hombres, porque

    estn sometidos a su captacin conceptual, a su conocimiento.

    Slo esto era lo que yo quera decir al mostrar que el humanismo real o

    socialista puede ser objeto de un reconocimiento o de un malentendido segn el

    status que se le asigne en relacin con la teora; que puede servir de consigna

    prctica, ideolgica, en la misma medida en que est adaptado a su funcin, y que

    no sea confundido con una funcin totalmente diferente; que no puede de ninguna

    manera hacer suyos los atributos de un concepto terico. Quera decir, tambin,

    que esta consigna no es para s misma su propia luz, pero que puede indicar, al

    menos, en qu lugar, fuera de ella, reina la luz. Quera decir que una cierta

    inflacin de este concepto prctico, ideolgico, poda hacer retroceder la teora

    marxista ms ac de sus propias fronteras, y que, ms an, poda hacer difcil o

    an impedir la verdadera posicin, en consecuencia, la verdadera solucin de los

    problemas cuya existencia y urgencia est encargado, a su manera, de sealar.

    Para decir las cosas con sencillez, el recurso a la moral profundamente inscrito entoda ideologa humanista puede desempear el papel de un tratamiento imaginario

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    de los problemas reales. Estos problemas, una vez conocidos, se plantean en

    trminos precisos: son problemas de la organizacin de las formas de vida

    econmica, de la vida poltica y de la vida individual. Para plantear y resolver

    verdadera y realmente estos problemas, es necesario llamarlos por su nombre, su

    nombre cientfico. La consigna del humanismo no tiene un valor terico, sino unvalor de ndice prctico: es necesario ir a los problemas concretos mismos, es

    decir, a su conocimiento, para producir la transformacin histrica cuya necesidad

    pens Marx. Debemos preocuparnos de que ninguna palabra, justificada en su

    funcin prctica, usurpe en este proceso la funcin terica, sino que, por el

    contrario, realizando su funcin prctica, desaparezca al mismo tiempo del campo

    de la teora.