19-Curso Como abordar el fenómeno de intimidación y maltra

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“Como abordar el fenómeno de intimidación y maltrato entre alumnos”. Quiénes organizamos esta experiencia de capacitación, tenemos el agrado de darte la bienvenida. Esta "hoja de ruta", te acompañará y orientará durante el desarrollo de este curso de actualización, brindándote de aquí en más un conjunto de claves para su mejor aprovechamiento. Esperamos que esta sea una fructífera experiencia de aprendizaje.

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“Como abordar el fenómeno de intimidación y maltrato entre alumnos”.

Quiénes organizamos esta experiencia de capacitación, tenemos el

agrado de darte la bienvenida.

Esta "hoja de ruta", te acompañará y orientará durante el desarrollo de

este curso de actualización, brindándote de aquí en más un conjunto de

claves para su mejor aprovechamiento.

Esperamos que esta sea una fructífera experiencia de aprendizaje.

1. PRESENTACIÓN

La Educación a Distancia implica una serie de responsabilidades, tanto por parte del alumno como de los docentes, tutores y personal administrativo de las Instituciones organizadoras.

A lo largo del presente curso, se trabajará a través de un sistema que integra las áreas de tutoría, pedagógica y administrativa, desde de un enfoque personalizado, a partir del cual el alumno se sienta cómodo y motivado a aprender.

El trabajo se organizará a partir de la formación de grupos (con no más de cuatro (4) integrantes), con tutores asignados y soporte de correo electrónico.

Se realizarán trabajos prácticos con asistencia tutorial.

Las devoluciones de los trabajos se realizarán por correo electrónico, a través de los tutores.

2. DINÁMICA

Este curso ha sido especialmente desarrollado para los docentes de Nivel Inicial, EGB, Polimodal y Superior, que estén interesados en capacitarse para incorporar conocimientos sobre como abordar el fenómeno de intimidación y maltrato entre alumnos, docentes para ser aplicadas a su actuación profesional en las instituciones educativas En esta difícil época, el reto es capacitar docentes y formar a los alumnos/as en habilidades de convivencia y propiciar el aprendizaje de conductas y valores subyacentes a ésta, como los que se ponen en juego en la resolución de conflictos, se ve magnificado ante la emergencia, sobre todo en los escenarios externos a la escuela, de una serie de referentes de comportamientos individual y social en los cuales la violencia pareciera ser el ingrediente esencial de desempeño.

Cada módulo cuenta con actividades de estudio que deberán cumplimentar los cursantes. Estas, consisten en ejercicios que les permitirán afianzar el dominio conceptual y metodológico de la temática, descubriendo así su potencial de aplicación en las organizaciones en que trabajan.

El participante enviará para corrección, al tutor, las actividades de Integración y la Evaluación final, quien los evaluará y hará la consiguiente devolución, con las observaciones correspondientes.

Cabe agregar que, durante la realización de los ejercicios, el participante podrá consultar a sus tutores.

Sin perjuicio del estudio individual de los materiales de auto instrucción, queremos hacer resaltar el valor que tiene el estudio en grupo.

Es especialmente útil, cuando sea el caso, contrastar afirmaciones del texto con los conocimientos que se poseen, para modificarlas o complementarlas. (Escríbelas).

El participante, en la medida de lo posible y según los temas de los cuales se trate, debería encontrar aplicaciones de los nuevos conocimientos adquiridos. (Toma notas de ellos)

También debe registrar los temas que le han sido más difíciles de comprender, como asimismo debe anotar las dudas que le hayan surgido para presentarlas al tutor, si es el caso, y obtener respuestas a sus inquietudes.

Finalmente, si no queda satisfecho con las autoevaluaciones que ha realizado en cada unidad, debe volver a repasar en el texto los puntos en los cuales ha quedado menos satisfecho. Por esta razón, el participante debe recordar que es él y no el autor, el principal responsable de su formación.

Las lecturas de las bibliografías se focalizarán sobre conceptos y teorías clarificadoras relacionadas con el abordaje de la intimidación y maltrato entre alumnos, ofreciendo las herramientas para su conocimiento y transferencia al aula. A partir de ellos, formularan preguntas y redactarán comentarios escritos, integrando con experiencias sobre sus prácticas docentes.

La motivación y responsabilidad personal son, desde el comienzo del estudio, un punto de partida muy importante para avanzar con éxito a lo largo de los temas tratados en este curso.

Si bien el cursante es el responsable de su formación, nosotros también tenemos una especial responsabilidad con todos y cada uno de los docentes que utilizan estos materiales. Ella consiste en poner a disposición nuestra experiencia para seleccionar los temas que de la mejor forma puedan cumplir con sus expectativas de perfeccionamiento y con el logro de los objetivos propuestos.

3. EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN

La evaluación del curso se realizará en base a la aprobación del 100% de actividades integradoras individuales y/o grupales (no más de cuatro (4) participantes), más la entrega de la Evaluación final, que puede ser individual o grupal (no idéntica a otros grupos). El participante contará también con el apoyo de sus tutores para su preparación en esta instancia.

Loa trabajos deberán enviarse al siguiente correo electrónico:

[email protected]

Introducción a los contenidos

Es un hecho para quienes trabajan en instituciones educativas, y que en éstas se presentan cada vez de manera más preocupante una serie de comportamientos y situaciones de violencias entre los alumnos/as, quizá como reflejo de un sistema social cuyas formas y modos de convivencia se desmoronan. En una manifestación del desencanto y de la incertidumbre que caracterizan el pensamiento posmoderno, la escuela ha perdido fuerza en la formación de los nuevos ciudadanos, ante otras instancias de aprendizaje social, como la calle, los medios de comunicación y los grupos de pares. Este fenómeno conlleva también la perdida de la brújula en los docentes y las autoridades educativas en torno a su misión formadora.

Paradójicamente, en los discursos que se acostumbra a dirigir en los distintos eventos escolares y sociales, siguen contemplándose ideales de incorporación de valores, como la solidaridad, el respeto y la justicia. Sin embargo en las prácticas de los implicados de la educación y en la vida escolar en general, hay un importante vacío de herramientas para formar a los estudiantes en este tipo de valores.

En esta difícil época, el reto de formar a los alumnos/as en habilidades de convivencia y propiciar el aprendizaje de habilidades y valores subyacentes a ésta, como los que se ponen en juego en la resolución de conflictos, se ve magnificado ante la emergencia, sobre todo en los escenarios externos a la escuela, de una serie de referentes de comportamientos individual y social en los cuales la violencia pareciera ser el ingrediente esencial.. E incluso da la impresión de que nos acercamos a una era en la que, de manera implícita o explicita, la violencia es el elemento a partir del cual se atrae la atención de las personas. La crudeza de las noticias transmitidas en los medios, los escándalos por confrontaciones en encuentros deportivos, las “películas de acción” y las agresiones que pueden encontrarse como imágenes en sitios de internet o en videojuegos son solo un ejemplo de la tendencia actual a sobreexplota esta faceta de lo humano, producto de nuestro carácter como especie animal, pero que e se supone debería ser controlada por nuestras capacidades racionales.

En los últimos años, el interés por la violencia escolar en general, y el maltrato, intimidación o abuso, entre compañeros (bullyng) en particular,

ha ido creciendo y cobrando más fuerza. El abuso entre compañeros forma parte, junto a otros comportamientos, del espectro de conductas violentas dentro de la escuela. Así que para que los comportamientos de abuso, entre iguales sean catalogados como tales han de cumplir con ciertas condiciones y para que se los distingan de otros comportamientos violentos, deben ser: Intencionales, pretender provocar daños, ser frecuentes y duraderos en el tiempo, y existir un desequilibrio de poder entren el agresor y la victima.

Justificación de la presentación de la propuesta

Este curso pretende ser, un artículo introductorio que permita tener a los lectores una visión actualizada del fenómeno del maltrato, que será tratado desde las diferentes perspectivas por investigadores del ámbito nacional e internacional. Con este propósito se presenta aspectos que han generado controversias, relacionadas con la definición, la incidencia y prevalecencia del fenómeno o la influencia de determinadas variables como la edad y el sexo. Al mismo tiempo, se realizará una revisión de los tipos de maltrato mas comunes, una caracterización de los agentes implicados, así como un análisis de los factores de riesgo mas importantes en la génesis del o de los problemas. Las palabras claves son: maltrato escolar, incidencia, victimas, agresores, y factores causales.

El maltrato entre iguales, o bullyng, es un problema que no es novedoso, para los centros educativos, puesto que conocen su existencia desde hace mucho tiempo, sin embargo, solo en los últimos años se esta reconociendo su importancia. Hablamos de un fenómeno especifico de la violencia escolar que afecta a las escuelas de todo el mundo dado que no entiende de fronteras físicas ni políticas (Debarbieux, 2003)

Los Objetivos

El objetivo del curso es analizar los conocimientos y actitudes que poseen los docentes sobre la violencia entre escolares. Se centra la atención en el análisis de las estrategias de resolución del o de los problemas y las demandas de formación que sobre el fenómeno realizan.

Objetivo General

El objetivo general es proporcionar información sobre este fenómeno (bulling) u otros, que permita a los docentes armar una caja de herramientas, que les permitan entender, caracterizar y enfrentar esta forma específica de problemática, de un problema de interés y de importancia en el seno de las instituciones educativas

Contenidos analíticos.

MODULO 1: Marco teórico de la temática a abordar. La influencia de la violencia en las Instituciones educativas. Comportamiento de los actores: sobre la dificultad para encontrar algunas fronteras.:Entre el juego y la violencia-Entre la cultura de los adultos y la de los chicos-Entre el hacerse cargo y el cargarse de culpa- Entre los cambios de afuera y los tiempos de adentro-Entre el compromiso con la tarea y el cuidado de si mismos. Casos.

MODULO 2: ¿A qué llamamos maltrato? Clases de violencias o maltratos que se encuentran en las escuelas. Identificación: Las relaciones entre iguales. ¿Qué sucede cuando estas relaciones son desiguales? Cuestiones a tener en cuenta

MODULO 3: ¿Cómo abordar los fenómenos de intimidación y maltrato entre alumnos? Posicionamiento y rol docente: La escuela frente al maltrato a niños y /o adolescentes en el hogar. Factores de riesgo influyentes. Algunas cuestiones a tener en cuenta para no agravar la problemática. Legislación que protege. Proyecto Institucional.

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MODULO 1: Marco teórico de la temática a abordar

“Algunos investigadores prefieren definir el maltrato entre alumnos en términos conductuales, considerando la frecuencia con la que ocurre el comportamiento objetivo o averiguando lo que se mantenga en las relaciones entre iguales” (Griiffin y gross, 2004) .Olwens (1994) habla de abuso entre compañeros cuando un alumno es expuesto, repetida y frecuentemente, a acciones negativas por parte de uno o más compañeros de clase, siendo una acción negativa cuando uno intencionalmente inflige, o intenta infligir daño a otro. Hay que destacar el criterio de la repetición

en el tiempo, ya que como indican Hazler, Millar, Carney y Green (2001), son muchos quienes no le dan importancia a esta característica reconociendo como bullyng hechos aislados de violencia.

Los tipos de malos tratos entre compañeros van desde los abusos físicos y verbales hasta los psicológicos, aunque estos últimos junto con la exclusión social son difíciles de reconocer en las instituciones educativas. (Hazler y Cols, 2001) ya que como indica Lahelma (2004) hay una línea casi invisible entre las bromas y los insultos o incluso entre empujar amistosamente y la violencia física. Independientemente de los abusos sufridos por las victimas, los efectos, tanto a largo como a corto plazo, pueden ser incontrolables y de diversa amplitud: depresión, ansiedad, insomnio, falta de concentración, disminución de la autoestima, absentismo escolar, bajo rendimiento escolar, ideas suicidas, suicidio, etc. En este sentido, es de vital importancia que los docentes conozcan y sean conscientes de la extensión del problema y de sus efectos. Algunos adultos creen que la violencia entre iguales es una fase normal del desarrollo y que es necesario para el cambio evolutivo de los alumnos, Pensar esto es un grave error, por lo que es necesario hacer que los docentes, padres, alumnos y sociedad en general se concienticie de la gravedad del problema (O^Moore,2000). Quizá se pueda pensar que es algo normal dado que la agresividad, con ciertos matices, es natural, aunque únicamente es de ese modo, cuando se lo utiliza como mecanismo de defensa, no cuando su objetivo es causar daño a otra persona sin motivo alguno (Anderson y HBrushman, 2002) No obstante hay un patrón fijo en el desarrollo de la agresión que nos puede permitir predecir a qué edades es mas frecuente un tipo de agresión u otra.

Sin embargo hay autores que omiten estas etapas y afirman que la agresión empieza a darse con más fuerza a partir de los 11 años, siendo éste el momento en que el niño comienza a desarrollar estrategias agresivas. Finalmente, durante la adolescencia, disminuyen las formas de agresión física, mientras que aumentan las verbales y sociales (Bjorkvist, Osterdamn y Kaukianen, 1992) Es importante incluir en los programas de educación los aspectos que conciernen a la evolución de la agresión, con el fin de que puedan detectar sin dificultad los comportamientos agresivos de cualquier tipo (Craig, 2000)

Es necesario prepararse y poner fin a esta situación entre todos, y un papel esencial es el que juega el profesorado. Por esta razón, se han realizado estudios con el objetivo de conocer si los docentes son capaces de diagnosticar e intervenir los malos tratos entre alumnos. O¨Moore y Hillery (1991) señalan que en la escuela solo se es capaz de detectar a uno de cada cuatro agresores presentes en el aula. En la misma línea. Craing, Henderson y Murphy (2000) indican que la intervención de los

docentes es poco frecuente e inconsistente y son percibidos por los alumnos, como poco capaces de hacer frente al bulling. Estos resultados nos señalan que para que un docente intervenga adecuadamente debe, en primera instancia, aprender a reconocer el problema. A la hora de realizar programas de intervención con el profesorado y las instituciones educativas, esto es algo que no se debe olvidar, puesto que lo que el docente o el profesor observa y ve, en clase o en los recreos , va formando su idea sobre lo que sucede , sirviéndole de base para tomar las medidas que crea necesarias (Craig,2000)y aplicar las estrategias que considere convenientes , aunque sin olvidar que ni siquiera los años de experiencia docente son significativos a la hora de intervenir de un forma adecuada sobre el bulling (Yoon, 2004)Por otra parte , hay que considerar que los alumnos tienen mas confianza en sus amigos y en sus padres, que en sus docentes a la hora de comunicar , su situación, sobre todo cuanto mas mayores son. Tanto es así, que uno de cada de cada tres estudiantes afirman “que nunca pediría ayuda a sus profesores y/o docentes si sufren situaciones de violencia” (ABC, 2004), siendo esto obstáculo para el diagnostico de casos de abuso entre iguales. Además de las instituciones educativas, no hay que olvidar el papel importantantisimo que puede desempeñar la familia.

Según Galardi y Ugarte (2005) las familias muy permisivas y con escasas normas, pocas muestras de cariño, y en las que es común el castigo físico o emocional son propias de los agresores. Mientras que a las familias de las victimas, se le atribuyen otros rasgos como la sobreprotección o la ansiedad paterna. El docente debe conocer los rasgos de ambas familias para que al trabajar conjuntamente padres y docentes se obtengan resultados óptimos.

Por todo esto, es de suma importancia tratar estos aspectos con los docentes, y la mejor manera de comenzar, es conocer lo que saben, con que estrategias afrontarían el problema, qué importancia otorgan a la familia… y así , de este modo, trabajar con ellos los puntos débiles y afianzar lo que ya sepan .Como dijo Olweus(1991) “ hay una relación inversa entre la supervisión de los profesores y el bulling: cuanto mas aumente la supervisión, menos casos de violencia se darán en las aula”.

“El hecho de que las escuelas estén apareciendo más a menudo en las páginas de sucesos de los periódicos, que en la sección de educación y cultura está preocupando seriamente a todos los miembros de la comunidad educativa. En efecto, los episodios de violencia en los centros educativos parecen tener una gran capacidad de atraer a la atención pública, causando lo que hoy día se ha dado en denominar una alta «alarma social», con lo que la aparentemente nueva lacra de la violencia escolar se añade a las ya innumerables fuentes de demanda y presión

social con que nuestros centros educativos y nuestro profesorado deben enfrentarse.”*

*Juan Manuel Moreno Olmedillo es profesor titular de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España.

¿De qué estamos hablando exactamente cuando decimos "violencia escolar"

Una de las primeras dificultades a las que nos enfrentamos al comenzar a analizar los fenómenos de supuesta violencia en la escuela es la de la imprecisión en el lenguaje. En efecto, no podemos considerar dentro de la misma categoría un insulto u otra falta más o menos leve de disciplina o, por ejemplo, un episodio de vandalismo o de agresión física con un arma. No obstante, existe una clara tendencia en la opinión pública y tal vez entre muchos profesores (quienes, no lo olvidemos, son los principales creadores de opinión sobre la enseñanza y los centros escolares) a «meter todo en el mismo saco» y a entender, de manera simplista, que se trata de manifestaciones distintas de un mismo sustrato violento que caracterizaría a los niños y jóvenes de hoy. A pesar de ello, puesto que muchos fenómenos no pueden considerarse propiamente como violentos, se entiende como más inclusiva y adecuada la expresión de comportamiento o conducta antisocial en las escuelas. Así, desde este posicionamiento, son seis los tipos o categorías de comportamiento antisocial entre los que debemos diferenciar:

A: Disrupción en las aulas

B: Problemas de disciplina (conflictos entre docentes y el alumnado)

C: Maltrato entre compañeros («bullying»)

D: Vandalismo y daños materiales

E: Violencia física (agresiones, extorsiones)

F: Acoso sexual

La disrupción en las aulas constituye la preocupación más directa y la fuente de malestar más importante de los docentes. Su proyección fuera del aula es mínima, con lo que no se trata de un problema con tanta capacidad de atraer la atención pública como otros. Cuando se habla de disrupción se esta refiriendo a las situaciones de aula en que tres o cuatro alumnos impiden con su comportamiento el desarrollo normal de la clase, obligando a la institución escolar a emplear cada vez más el tiempo en controlar la disciplina y el orden. Aunque de ningún modo puede hablarse

de violencia en este caso, lo cierto es que la disrupción en las aulas es probablemente el fenómeno,( entre todos los estudiados), que más preocupa a las escuelas en el día a día de su labor, y el que más gravemente interfiere con el aprendizaje de la gran mayoría de los alumnos de nuestras escuelas.

Las faltas o problemas de disciplina, normalmente en forma de conflictos de relación entre profesores y alumnos, suponen un paso más en lo que hemos denominado disrupción en el aula. En este caso, se trata de conductas que implican una mayor o menor dosis de violencia —desde la resistencia o el «boicot» pasivo hasta el desafío y el insulto activo a los docentes —, que pueden desestabilizar por completo la vida cotidiana en el aula. Sin olvidar que, en muchas ocasiones, las agresiones pueden ser de profesor a alumno y no viceversa, es cierto que nuestra cultura siempre ha mostrado una hipersensibilidad a las agresiones verbales —sobre todo insultos explícitos— de los alumnos a los adultos (Debarbieux, 1997), por cuanto se asume que se trata de agresiones que «anuncian» problemas aún más graves en el caso futuro de no atajarse con determinación y «medidas ejemplares».

El término «bullying», de difícil traducción al castellano con una sola palabra, se emplea en la literatura especializada para denominar los procesos de intimidación y victimización entre iguales, esto es, entre alumnos compañeros de aula o de centro escolar (Ortega y Mora-Merchán, 1997). Se trata de procesos en los que uno o más alumnos acosan e intimidan a otro —víctima— a través de insultos, rumores, vejaciones, aislamiento social, motes, etc. Si bien no incluyen la violencia física, este maltrato intimidatorio puede tener lugar a lo largo de meses e incluso años, siendo sus consecuencias ciertamente devastadoras, sobre todo para la víctima.

El vandalismo y la agresión física son ya estrictamente fenómenos de violencia; en el primer caso, contra las cosas; en el segundo, contra las personas. A pesar de ser los que más impacto tienen sobre las comunidades escolares y sobre la opinión pública en general, los datos de la investigación llevada a cabo en distintos países sugieren que no suelen ir más allá del 10 por ciento del total de los casos de conducta antisocial que se registran en los centros educativos. No obstante, el aparente incremento de las extorsiones y de la presencia de armas de todo tipo en los centros escolares, son los fenómenos que han llevado a tomar las medidas más drásticas en las escuelas de muchos países (Estados Unidos, Francia y Alemania son los casos más destacados, como cualquier lector habitual de prensa sabe).

El acoso sexual es, como el bullying, un fenómeno o manifestación «oculta» de comportamiento antisocial. Son muy pocos los datos de que se dispone a este respecto. En países como Holanda (Mooij, 1997) o Alemania (Funk, 1997), donde se han llevado a cabo investigaciones sobre el tema, las proporciones de alumnos de secundaria obligatoria que admiten haber sufrido acoso sexual por parte de sus compañeros oscila entre el 4 por ciento de los chicos de la muestra alemana y el 22 por ciento de las chicas holandesas. En cierta medida, el acoso sexual podría considerarse como una forma particular de bullying, en la misma medida que podríamos considerar también en tales términos el maltrato de carácter racista o xenófobo. Sin embargo, el maltrato, la agresión y el acoso de carácter sexual tienen la suficiente relevancia como para considerarlos en una categoría aparte.

También habría que apuntar a dos fenómenos típicamente escolares que también podrían categorizarse como comportamientos antisociales, aunque no se vayan a tratar en este curso : el primero es el absentismo, que da lugar a importantes problemas de convivencia en muchos centros escolares; el segundo cabría bajo la denominación de fraude en educación o, si se prefiere, de «prácticas ilegales» (Moreno, 1992, pp. 198 y ss.), esto es, copiar en los exámenes, plagio de trabajos y de otras tareas, recomendaciones y tráfico de influencias para modificar las calificaciones de los alumnos, y una larga lista de irregularidades que, para una buena parte del alumnado, hacen del centro escolar una auténtica «escuela de pícaros».

¿Qué sabemos sobre los fenómenos de comportamiento antisocial en los centros escolares?

Para empezar, el análisis de las distintas categorías de comportamiento antisocial que se han llevado a cabo permiten adelantar algunas observaciones de cierto interés. En primer lugar, podría decirse que en los centros escolares se dan muchos conflictos, y de muchos tipos, y no tanta violencia extrema de los medios de comunicación —y la opinión pública que a partir de ellos se configura— que podrían estar dando a entender. La existencia de conflictos en las instituciones escolares no solamente no nos debe asustar, ni siquiera preocupar, sino que se debe entenderla como algo en principio natural en cualquier contexto de convivencia entre personas; así, por el contrario, los conflictos pueden ser oportunidades de aprendizaje y de desarrollo personal para todos los miembros de la comunidad escolar.

En segundo lugar, un análisis inicial de las seis categorías deja claro, aparte de los distintos niveles de «gravedad», que puede hablarse de dos grandes modalidades de comportamiento antisocial en los centros

escolares: visible e invisible. Así, la mayor parte de los fenómenos que tienen lugar entre alumnos —el bullying, el acoso sexual, o cierto tipo de agresiones y extorsiones— resultan invisibles para padres y profesores; por otro lado, la disrupción, las faltas de disciplina y la mayor parte de las agresiones o el vandalismo, son ciertamente bien visibles, lo que puede llevarnos a caer en la trampa de suponer que son las manifestaciones más importantes y urgentes que hay que abordar, olvidándose así de los fenómenos que se han caracterizado por su invisibilidad.

Por último, también es interesante plantear a qué actores de la comunidad educativa preocupa más —o menos— cada una de las categorías de comportamiento antisocial; así, mientras que a los profesores/docentes les preocupa y les afecta de manera especial la disrupción y, en segundo término, la indisciplina, a los padres, a la Administración educativa y a la opinión pública les afectan mucho los episodios —supuestamente aislados— de violencia física (sobre todo de alumno a profesor) y de vandalismo; los alumnos, por su parte, quizá estén más preocupados y sin duda más afectados por los fenómenos invisibles debullying, extorsión y acoso sexual [los estudios de Ortega (1994, 1997) sobre bullying en España estiman que uno de cada cinco alumnos está implicado en este tipo de procesos, como agresor, como víctima o como ambas cosas a la vez; los estudios llevados a cabo en Alemania y Holanda sobre acoso sexual en las escuelas (Funk, 1997; Mooij, 1997) ofrecen resultados muy dispares —entre el 5 y el 20 por ciento de alumnos admite haber sufrido este tipo de acoso—, pero en ningún caso nos permiten pensar que el problema sea menor].

En todo caso, y pasando ya a dar una respuesta más concreta a la pregunta que encabeza este apartado, lo cierto es que, por el momento, se sabe bastante poco acerca de los distintos fenómenos que se han agrupado bajo la gran denominación de comportamiento antisocial en los centros escolares. A veces incluso da la impresión de que sobre este tema están más interesados y saben más los periodistas que los educadores. En cierta medida, habría que admitir que los investigadores en educación en España no han prestado suficiente atención a las relaciones horizontales entre los alumnos como parte o elemento fundamental de su experiencia escolar y, en concreto, de su aprendizaje de la convivencia. Una vez hecha esta autocrítica, se puede decir que el informe a la Conferencia de Educación organizada por la Presidencia Holandesa de la UE (Moreno, 1997) revisa y resume la investigación llevada a cabo en aquel país sobre comportamiento antisocial en centros escolares. Además, un número monográfico recientemente publicado por la Revista de Educación (1997) contiene artículos con informes actualizados de investigaciones realizadas en los últimos años en varios países europeos. El lector interesado podrá

hacerse una idea pormenorizada, a través de dichas fuentes, de hasta dónde ha profundizado la investigación.

Los estudios llevados a cabo hasta ahora en nuestro país no nos autorizan a formular generalizaciones de ningún tipo, en el sentido de relaciones causales entre ciertas variables y la probabilidad de que tengan lugar fenómenos o episodios de violencia en los centros educativos. Sin embargo, sí se puede decir que ponen de manifiesto al menos tres conclusiones importantes: en primer lugar, que los fenómenos de comportamiento antisocial en las escuelas tienen raíces muy profundas en la comunidad social a la que los centros educativos pertenecen; en segundo término, está claro que los episodios de violencia no deben considerarse simplemente como eventos aislados que ocurren espontánea y arbitrariamente, como si fueran meros «accidentes»; y tercero, que las distintas manifestaciones de comportamiento antisocial en las escuelas ocurren con más frecuencia de lo que usualmente se piensa y que, puesto que la relación entre los agresores y las víctimas es necesariamente muy extensa en el tiempo y muy estrecha en el espacio (conviven en el centro durante años y muchas horas al día), las consecuencias personales, institucionales y sociales de dicha violencia son incalculables.

Desde un punto de vista teórico (Ortega, 1995, 1996 y 1997), las variables que influyen sobre el comportamiento antisocial en las escuelas deben buscarse en tres dimensiones diferentes: Evolutiva, esto es, el proceso de desarrollo sociomoral y emocional en relación con el tipo de relaciones que los estudiantes establecen con sus iguales; psicosocial, que implica las relaciones interpersonales, la dinámica socioafectiva de las comunidades y los grupos dentro de los que viven los alumnos, las complejidades propias del proceso de socialización de los niños y los jóvenes; y, por último, la dimensión educativa, que incluye la configuración de los escenarios y las actividades en que tienen lugar las relaciones entre iguales, el efecto que sobre dichas relaciones tienen los distintos estilos de enseñanza, los modelos de disciplina escolar, los sistemas de comunicación en el centro y en el aula, el uso del poder y el clima socioafectivo en que se desarrolla la vida escolar. Desde el punto de vista del profesorado y de los centros de enseñanza, esta dimensión educativa tiene una importancia crítica; resulta fundamental poder ser capaces de identificar qué aspectos de la vida del aula y de la escuela tienen una incidencia en la configuración de las relaciones interpersonales de nuestros alumnos, en los modelos y patrones de convivencia, y, en definitiva, en la posible prevención del comportamiento antisocial. En otras palabras, aunque se sabe que el comportamiento antisocial en los centros puede estar muy determinado por variables sociales y familiares ajenas a la escuela, también existen variables internas al propio centro educativo

que parecen estar positivamente relacionadas con la mayor o menor ocurrencia o aparición de fenómenos de comportamiento antisocial. Y parece claro que es sobre estas variables estrictamente escolares donde las instituciones educativas tiene —y puede— hacer el mayor esfuerzo de prevención.

Así, considerando los resultados de las investigaciones empíricas realizadas en otros países (Mooij, 1997; Funk, 1997), se está en condiciones de afirmar que existe una relación contrastada entre el currículo escolar, los métodos de enseñanza, los sistemas de evaluación del rendimiento del alumnado, y el agrupamiento de los alumnos o la mayor o menor probabilidad de ocurrencia de fenómenos de comportamiento antisocial en un aula y en una escuela. En este sentido, existen diferencias significativas entre aulas y entre centros escolares en función de variables como las citadas, a las que se podrían denominar en generales organizativos y curriculares. Por ejemplo, Mooij (1997) encuentra que una variable tan concreta como el porcentaje de tiempo lectivo que el docente/profesor dedica en el aula a los procesos de grupo y relaciones interpersonales está relacionada con la disminución de los comportamientos disruptivos y de maltrato entre iguales; lo mismo parece ocurrir con el porcentaje de tiempo lectivo dedicado a cuestiones de normas, orden y disciplina.

Volviendo a las variables ajenas a la escuela, existen otros procesos relevantes para intentar explicar el comportamiento antisocial en los centros educativos, alguno de los cuales ha sido incluso considerado como un modelo explicativo global. Todos ellos están bien documentados y se dispone de un amplio conjunto de evidencias empíricas. Sin embargo, todavía no existen estudios específicos acerca de cómo influyen, se relacionan o hasta causan la violencia escolar. Se trata de los siguientes:

A: La violencia estructural derivada de la organización social; así, la violencia escolar sería consecuencia de la participación de los estudiantes en procesos que «filtran» dicha violencia estructural presente en el conjunto de nuestra sociedad.

B: La violencia omnipresente en los medios de comunicación social a la que los alumnos están expuestos durante muchas horas diarias. Funk (1997) ha estudiado en Alemania la relación entre el consumo de películas de acción y terror por parte de los estudiantes y la violencia en las escuelas, encontrando, como seguramente el lector esperará, una relación positiva entre ambos.

C: Los modelos violentos que los estudiantes ven —y aprenden— en su propia familia y en su más inmediato entorno socio comunitario. En este

conjunto de variables habría que incluir de forma explícita la influencia del grupo de iguales.

D: La violencia que los alumnos sufren dentro de su familia y en su entorno comunitario.

E: El hecho de que los centros educativos, en especial los de enseñanza secundaria, se han mantenido casi siempre al margen de las dimensiones no académicas de la educación (desarrollo moral, integración social, etc.); al haber olvidado los procesos interpersonales implícitos en la convivencia diaria, se encuentran ahora con graves dificultades para articular una respuesta educativa ante el comportamiento antisocial o, simplemente, los problemas de convivencia en general.

En el conjunto de estos procesos, la violencia que surge en nuestros centros de enseñanza se explicaría por el hecho de que tales centros estarían reproduciendo el sistema de normas y valores de la comunidad en la que están insertos y de la sociedad en general. Los estudiantes, por tanto, estarían siendo socializados en «anti-valores» tales como la injusticia, el desamor, la insolidaridad, el rechazo a los débiles y a los pobres, el maltrato físico y psíquico y, en resumen, en un modelo de relaciones interpersonales basado en el desprecio y la intolerancia hacia las diferencias personales en particular y hacia la diversidad étnica en general.

En conclusión, la investigación parece distinguir entre tres tipos de variables (o conjuntos de variables) para explicar el comportamiento antisocial en los centros escolares: variables individuales —relacionadas con la personalidad, el sexo y las percepciones y expectativas del alumnado—; variables del centro y del aula —internas a la institución y relacionadas con los fenómenos violentos más «específicos» de la escuela—; y las variables sociales o ambientales —que pasan por la influencia de la familia, el grupo de iguales, la comunidad inmediata, los medios de comunicación y la sociedad en general—. La interacción entre los tres tipos de variables, esto es, los rasgos de personalidad con ciertas variables del ambiente social y en un determinado contexto organizativo y curricular, es la que al final permite aproximarse a una primera explicación satisfactoria del comportamiento antisocial en las escuelas.

La respuesta educativa al comportamiento antisocial en las Instituciones educativas

En el debate acerca de la violencia y el comportamiento antisocial en las escuelas subyacen cuestiones y retos de gran alcance y con profundas implicaciones para nuestra sociedad. En definitiva, lo que «nos estamos jugando» aquí es si la escuela puede continuar siendo un instrumento de

cohesión social y de integración democrática de los ciudadanos. Después de décadas de fortísima expansión y democratizaciones educativas, mantener y afianzar el carácter «inclusivo» de nuestros centros de enseñanza parece ser un gran desafío. Así, las medidas de atención a la diversidad, el aprendizaje de la convivencia, la educación en actitudes y valores, se muestran como prioridades irrenunciables para la educación institucionalizada. El carácter no estrictamente académico de dichas prioridades choca, a veces incluso con dureza, con ciertas culturas profesionales dentro de la actividad docente, y aún mucho más con ciertas posiciones ideológicas en política educativa y curricular; y esto es así sobre todo en el ámbito de la educación secundaria, el tramo del sistema educativo donde siempre se concentran los grandes debates de fondo sobre la educación. El riesgo de fragmentación social y cultural, y de deterioro de la escuela pública que tales posiciones sin duda implican, hacen aún más urgente la toma de conciencia de los docentes acerca del auténtico alcance de los temas y problemas que se viene tratando.

Se podría diferenciar entre dos grandes tipos de respuesta educativa ante el comportamiento antisocial en las escuelas. Se podría tener, por un lado, lo que se llaman respuesta global a los problemas de comportamiento antisocial (que técnicamente podría considerarse como prevención primaria) (Moreno y Torrego, 1996). Se trata de una respuesta global por cuanto toma como punto de partida la necesidad de que la convivencia (relaciones interpersonales, aprendizaje de la convivencia) se convierta y se aborde como una «cuestión de centro». Así, el centro escolar debe analizar las cuestiones relacionadas con la convivencia —y sus conflictos reales o potenciales— en el contexto del currículo escolar y de todas las decisiones directa o indirectamente relacionadas con él. Esta respuesta global asume, por tanto, que la cuestión de la convivencia va más allá de la resolución de problemas concretos o de conflictos esporádicos por parte de las personas directamente implicadas en ellos; al contrario, el aprendizaje de la convivencia, el desarrollo de relaciones interpersonales de colaboración, la práctica de los «hábitos democráticos» fundamentales, se colocan en el centro del currículo escolar y de la estructura organizativa del centro. A su vez, los conflictos de convivencia o, más en general, los retos cotidianos de la vida dentro de la institución, afectarían a todas las personas de la comunidad escolar —y no sólo a los directamente involucrados—, por lo que también se esperaría de todos una implicación activa en su prevención y tratamiento.

Tres llamadas de atención para concluir: los mitos sobre la violencia en las escuelas

Como conclusión, se cree apropiado analizar lo que se considera que son algunas de las visiones, creencias, estereotipos, en definitiva mitos, acerca

de la violencia en los centros escolares, que circulan hoy por los medios de comunicación y que incluso se han introducido en el debate profesional de los propios docentes. La refutación de estos mitos sirve como comentario de este curso en tanto y en cuanto se apoya en los resultados de la investigación y, al mismo tiempo, supone un punto de partida para construir lo que se ha llamado una respuesta educativa global a los problemas y conflictos de convivencia en los centros de enseñanza.

1.- El primero de los mitos sobre la violencia en los centros de enseñanza vendría a sostener que se trata de una novedad, propia de los tiempos que corren y de la naturaleza especialmente abyecta de los jóvenes de hoy, de las características particularmente favorecedoras de los centros de enseñanza, y de la dejadez y abstención sistemática de los padres de nuestros alumnos. Obviamente, no se trata de ninguna novedad. Los fenómenos de violencia escolar se han producido siempre, y quizás con la misma o mayor intensidad. Ahora son más visibles porque afectan a más personas, y porque los medios de comunicación, los padres y madres de los alumnos y la sociedad en general, se han hecho mucho más sensibles a todo lo relacionado con la educación y, como es lógico, a este tipo de fenómenos de una manera aún más especial.

De hecho, la violencia en las escuelas ha formado parte de lo que llamamos currículo, esto es, de los contenidos que aprenden los alumnos en su experiencia escolar diaria. La violencia ritual de las novatadas, bien aceptada y hasta celebrada en nuestra sociedad, es un buen ejemplo del carácter funcional de la violencia en los centros escolares. La cuestión comienza a preocupar a quienes tienen el poder cuando los fenómenos de violencia empiezan a traspasar ese límite invisible de la funcionalidad, cuando algunas víctimas rompen el silencio que como víctimas siempre les ha caracterizado, cuando las consecuencias de algún suceso son verdaderamente trágicas y encajan en la «línea editorial» de algún medio de comunicación, o cuando se intenta hacer una utilización política de los fenómenos de violencia. Pero, sobre todo, las alarmas saltan cuando comienzan a surgir casos en los que las víctimas tradicionales (niñas menores de doce años, niñas en general) se convierten en verdugos. Esta inversión de roles, cuyo ejemplo clave es la agresión de alumnos a profesores, cuenta con un atractivo máximo en los medios. La violencia es un ingrediente tan fundamental en nuestra cultura mediática que hacen falta nuevas y cada vez más sofisticadas muestras y manifestaciones para «alimentar» la demanda de esta macabra mercancía.

2.- Un segundo mito plantea que la violencia en las escuelas forma parte de casos aislados que vendrían a ocurrir «accidentalmente», y que tan sólo una minoría de alumnos y docentes/profesores está de verdad sufriendo este tipo de situaciones. Con ello se pretende, sin duda con

buena intención, no causar lo que ha dado en llamarse «alarma social». Es bien cierto que, al menos en nuestro país, la situación no parece ser tan grave como para hacer sonar la alarma social en mitad de la noche. Sin embargo, no puede aceptarse en modo alguno que estemos hablando de hechos aislados y, menos aún, que sean sólo unos pocos los afectados. Los distintos fenómenos de violencia en las escuelas están profundamente interrelacionados entre sí y, por supuesto, con otras variables propias del entorno de la escuela y del contexto familiar y social de los alumnos. Las investigaciones empíricas que se vienen llevando a cabo en todos los países europeos parecen demostrar que la violencia en las escuelas tiene la forma de un auténtico iceberg, del cual esas investigaciones de campo sólo harían visible una mínima parte. De ninguna manera se trata de accidentes fortuitos y aleatorios, y, en consecuencia, no pueden abordarse y tratarse tampoco de manera aislada. Así, aunque hemos puesto el énfasis en la necesidad de diferenciar con precisión entre las distintas categorías, tipos o manifestaciones de conducta antisocial, no debe olvidarse que las interrelaciones mutuas entre cada una de ellas son muy profundas.

3.- Por último, desde posiciones más radicalmente pesimistas a tono con el final del milenio, la violencia en los centros es la amenaza más grave que tiene nuestro sistema escolar, con lo que hacen falta medidas urgentes y de «choque» para atajarlas. Así, la única solución ante estos fenómenos sería la «mano dura», con castigos ejemplarizantes, expulsiones y cambios de centro. Además, continuaría esta argumentación, tal vez todo esto se produzca precisamente por la suavidad, la blandura y la incapacidad para tratar y relacionarse con los conflictos que vendría a caracterizar a la generación que se encarga ahora de gestionar y de enseñar en nuestras escuelas. Lo cierto es que los problemas de violencia no pueden abordarse sólo por vía represiva, a riesgo de verse multiplicados y hacerse aún más graves. Es responsabilidad de los centros educativos dar una respuesta esencialmente educativa a estos sucesos; de otra forma, es preferible pasar a medidas como la de los militares tomando los liceos, como hace pocos meses ocurrió en Francia. Los docentes no pueden resignarse a ponerse el uniforme de guarda jurado; si alguien quiere que esto sea así, que busque guardas jurados de verdad o que, como decíamos, haga como en los liceos franceses cuando lo crea necesario. Los centros educativos y su profesorado deben asumir que la «gestión» de la convivencia en las aulas y el aprendizaje de la misma por los alumnos constituyen una de sus tareas docentes más ineludibles.

La influencia de la violencia en las instituciones educativas

Algunas formas de vivenciar estos fenómeno, la percepción y el aumento de la violencia en los últimos tiempos, hacia los bienes materiales y mas aún entre pares (victimas de esas acciones) da cierta impotencia, y se pone muchas veces de manifiesto, no solo la responsabilidad y el compromiso de quienes trabajan en las escuelas, sino también la necesidad de crear espacios de encuentros, de expresión y de escucha, que ayuden a mejorar el clima institucional y a prevenir la violencia. En muchos casos se habla de la violencia que la propia institución educativa genera y se destacó la importancia de promover otros modos de comunicación entre quienes comparten el escenario escolar. Otros modos de comunicación entre quienes comparten el escenario escolar. Se piensa, entonces en las instituciones y en la escasez(o ausencia) de estos encuentros, de estos modos de vincularse que favorecen la participación y la escuela. Y como se refleja esas conductas entre los propios niños/adolescentes. Ej. Si yo menosprecio y critico a mi par, o colega, que espero entonces de mi alumno, pongamos la premisa, “educar con el ejemplo”.

El preocupante fenómeno del comportamiento antisocial, que tiene elementos comunes con la violencia interpersonal, se confunde fácilmente con ella. Pero ciertamente que no se debería juntar todo en una sola bolsa, sino se quiere correr el riesgo de seguir sin saber de qué se esta hablando, especialmente si se quiere actuar contra sus efectos. Las raíces, las causas y las consecuencias de ambos pueden ser bastantes diversas, aunque hay elementos comunes. Uno de los elementos comunes a todo comportamiento antisocial, es un componente agresivo. En este campo de la agresividad, hay que reconocer que los psicólogos, están manteniendo una cierta ambigüedad conceptual sobre hasta donde llega el principio naturalista, hasta donde es posible controlar la agresividad como patrón básico del comportamiento y hasta donde llegan las modificaciones que el ámbito social y los contextos culturales pueden ejercer sobre esos patrones naturales de agresividad.

En definitiva, conviene separar, por un lado, el debate sobre la agresividad como componente básico de la conducta, y por otro, los problemas concretos de adaptación social de los escolares a los métodos y estrategias que los docentes les ofrecen. Respecto a la violencia interpersonal, o de agresividad injustificada , cuando una persona o grupos de e personas se ve insultada, físicamente agredida , socialmente excluida o aislada, acosada, amenazada o atemorizada por otros que realizan impunemente sobre la victima estos comportamientos y actitudes . Si estos comportamientos no son puntuales sino que se repiten, la victima se ve una situación de indefensión psicologresiva física o social, dada la disminución de autoestima, seguridad personal y capacidad de

iniciativa que le provoca la actuación de sus agresores, la ausencia o escasa ayuda del exterior y, la prolongación en el tiempo en esta situación social (Ortega,2000)

Todos los docentes tienen que conocer que la violencia interpersonal (o maltrato entre pares), puede suceder, y de hecho es bastante frecuente, entre personas y/o niños de estatus social distinto, agresor/res que ocupan un lugar de privilegio o poder respecto de sus victimas .Esto hace bastante difícil saber hasta que punto la agresión, por parte de la victima, deriva del desequilibrio real de influencia social o del abuso del poder del agresor, este es el caso de la violencia interpersonal. En todas las situaciones, la indefensión de la victima o la prepotencia del agresor viene unidad a la presencia de poder del mismo, lo que lo hace por un lado mas difícil de clarificar, por otro, de, de una gran crueldad, ya que la agresión puede ejercerse no solo atacando, sino, como ocurre con el maltrato o abuso infantil, simplemente aprovechando la natural situación de indefensión o la necesidad de ayuda de la victima.

“Se considera violencia injustificada o maltrato entre iguales al “el ejercicio agresivo físico, psicológico o social, mediante el cual una persona actúa o estimula a la actuación de otros contra otra persona o grupo, valiéndose de las ventajas sociales que le proporciona su situación física, psicológica o social Hay violencia entre iguales, cuando estos hechos se suceden en el marco de las relaciones sociales de pares, connotadas social y moralmente como relaciones igualitarias” (Ortega,2000) El hecho de que este comportamiento o actitud suceda en el marco de los iguales incluye en el fenómeno una suerte de paradoja moral que desconcierta y daña a la victima, que tiende a creer que ella no es lo suficientemente buena o digna para recibir el trato de reciprocidad que espera y pervierte el desarrollo moral del agresor/res que transgrede una norma profundamente democrática: los iguales lo son ante las convenciones sociales y tiene derecho al mismo trato. (Ortega, 1996)

La violencia interpersonal entre iguales va mas allá de los límites naturales que se marcan en un posible conflicto. La clave diferencial esta en el abuso del poder, en la destrucción de la reglas morales y en la lesión a los legítimos derechos de la victima. Esta interpretación del fenómeno de la violencia, acentuando los sus elementos sociales, psicológicos y morales, nos permite no confundir el conflicto con la agresividad injustificada. El conflicto es la situación en la que entran dos personas o grupos cuando hay una confluencia de sus intereses...Todo conflicto puede enfrentarse más o menos agresivamente o más o menos cooperativamente. Entender el fenómeno de la violencia interpersonal nos permite, por tanto saber:

*Que estamos ante un fenómeno complejo de naturaleza psicosocial, y no solo de naturaleza psicológica, con serias implicaciones del contexto social en el que se encuentran los sujetos y con un alto alcance para la educación.

*Que se trata básicamente de la dinámica de un juego de roles que transciende el mero comportamiento individual, dado que se necesita una suerte de mantenimiento implícito o explicito de papeles y actuaciones sociales.

*Que se trata de un fenómeno mas cultural y que el comportamiento agresivo en si mismo, que esta implícito o explicito, ha perdido gran parte de su justificación biológica, porque la actuación de los actores no busca un beneficio de mantenimiento de la vida o de lucha por la supervivencia, ya que es una acción injustificada en este sentido.

*Que existe un componente subjetivo e intersubjetivo muy poderoso porque no es fácil objetivar hasta que punto la violencia que sobre ella siente la victima es intencionalmente causada por su agresor o no. Igualmente no todo agresor o grupo de agresores tiene plena conciencia de su intencionalidad de dañar a otro.

*Que se trata de un fenómeno que comprende, fuertemente, la dimensión moral de los individuos y su contexto grupal, porque abarca, desde el punto de vista personal, los derechos y deberes básicos y, desde el punto de vista grupal, las normas sociales de comportamiento moralmente connotadas. No se trata de romper con una convención, sino con una regla moral (Turiel et al, 1989).

*Que se trata de un fenómeno educativo porque compromete las finalidades y los procesos de enseñanza y aprendizaje a su nivel mas básico(las escuelas obligatorias), interrumpiendo o dificultando que la escuela cumpla con sus objetivos que no son otros que lograr el desarrollo intelectual, social y moral de los escolares. Al mismo tiempo, dificulta el trabajo profesional de los docentes al crear un clima social injusto, agresivo y perturbador.

Existe una dimensión socio-jurídica en el fenómeno del maltrato entre iguales, desde el momento en que el hecho mismo es punible, dado que atenta contra los derechos básicos del ser humano. De hecho posiblemente en esta la dimensión la que está provocando la sensibilidad social ante un fenómeno que siempre ha existido y que solo con el progreso en la conciencia social sobre Derechos Humanos se ha convertido en objeto de respeto e interés publico.

El orden de lo violento esta instalado en todos los escenarios de a vida social, y su efecto podrá ser atemperado o reforzado según el estilo de la autoridad y la circulación del poder en cada ámbito en particular.

La violencia se relaciona estrechamente con la desigualdad social en términos de riqueza y poder, mas violencia acumula, y sus efectos son mayores cuando ha desigualdades de edad, de sexo, físicas, étnicas, de conocimiento, etc.

Actividad Formativa Nº 1:

- Explique con sus palabras que entiende por violencia en los ámbitos escolares. - Ejemplifiquen y defina clases de violencias entre iguales y cuáles son las causales.

- Explique ¿Cómo tiene que estar alerta ante este fenómeno las instituciones educativas?

- Explique ¿Cuáles serian los objetivos institucionales para acordar el tratamiento de esta temática? ¿y cuál seria el rol de los actores institucionales?

El punto de vista de los docentes

En las agresiones entre compañeros, los docentes consideran que el maltrato entre alumnos esta naturalizado. Predominan agresiones verbales y las peleas a golpes que ocurren principalmente en los recreos o fuera de la escuela. También mencionan la imposibilidad de algunos chicos de utilizar la palabra para resolver sus conflictos y de valorar la reflexión como medio que tiene el docente para intentar cambiar los comportamientos: “Reaccionan agrediendo la palabra o físicamente a un compañero, sin que te tiempo a actuar”

Sobre la dificultad para encontrar algunas fronteras:

Entre el juego y la violencia: La mayoría de los docentes señalan que muchos hechos de violencia de generan a partir de un juego (“estábamos jugando…”fue sin querer”), Según el relato se docentes, el juego infantil. Sea en el aula, en los recreos o en las clases de educación física, parece deslizarse a veces casi imperceptiblemente desde situaciones lúdicas

hacia episodios de agresión aparece casi naturalizada y convertida en ritual de festejo.

En este punto, se debería reflexionar sobre la necesidad de no dejar pasar estos actos, que si bien se diferencian de los hechos de agresión más directa, deben, no obstante, ser analizados con los niños y jóvenes a fin de buscar otros modos de relación.

Entre la cultura de los adultos y la cultura de los chicos:

En algunos talleres realizados en algunas escuelas, se habló de la importancia de entender a los chicos, de no juzgarlos sino de promover el dialogo, de desarticular ciertos supuestos que a veces impiden a los adultos brindar apoyo: (“el que le cuenta a los profes es un buchón”); (“las cosas se arreglan afuera y a las trompadas”); (“si le pegan a un amigo tenemos que salir todos a pelearnos”). Cada una de estas afirmaciones da cuenta de representaciones que deben ser trabajadas. Frente a ellas, es importante mostrar una escucha no censuradora para evitar el repliegue de quienes acudieron a nosotros en busca de ayuda. Escuchar significa posicionarse como un adulto con capacidad de contener y dar lugar al diálogo.

Entre el “hacerse cargo” y el “cargarse de culpa”:

En muchas ocasiones, algunos docentes (de la provincia de Buenos Aires), plantearon la posibilidad de anticiparse a las situaciones de violencia, y se advirtió una actitud defensiva en los mismos que hicieron hincapié en repetir un dicho: “es fácil decir el resultado de la carrera del domingo con el diario del lunes”. También Intentaron aclaran que por “ver las señales” no entendían tener una suerte de “bola de cristal” para saber lo que va ocurrir. “Ver las señales” es prestar atención a hechos, palabras, ausencias que pueden ser significativas. Sin embargo, algunos docentes se sentían acusados cuando se ocupaban del tema, lo cual se revelaba en su respuesta “Nosotros no estamos capacitados para ver esto”; “ahora nos dicen que tenemos que ver como si fuéramos psicólogos”, etc.

En sus opiniones, se puede relacionar con un cúmulo de demandas que hoy la sociedad deposita en la escuela, con el sentimiento de soledad que albergan los docentes respecto de los desafíos que deben enfrentar, con la tendencia a poner la culpa afuera cuando se sienten involucrados, o mejor dicho, interpelados.

En algunos talleres intentaron (con docentes de la ciudad de Buenos Aires) trabajar la cuestión del involucramiento personal y no de la culpa, de la búsqueda de consenso y no de la imposición autoritaria, del trabajo en equipo dentro de la escuela y del tejido de redes con las familias, los

centros de salud y la comunidad en general. De esta manera creyeron que, sin diluir responsabilidades, se evitaba los sentimientos de culpa que, por lo general, producen una sensación de impotencia.

Entre los cambios de “afuera” y los tiempos de “adentro”:

La estrategia educativa es, en sí misma, una apuesta al futuro, una inversión en el aquí y ahora que, con suerte, dará sus frutos más adelante.

Además, la institución educativa tiene, como cualquier institución, su propia lógica, normas y tiempos; sus maneras de decir y hacer las cosas. Tiene su particular forma de procesar los cambios, donde los tiempos parecieran ser más lentos. La frase “las escuelas están siempre un paso atrás” sintetiza esta dificultad para adaptarse a los cambios económicos, socioculturales, políticos y tecnológicos.

Este destiempo produce un desfaje entre las prácticas educativas y los requerimientos sociales, que se manifiesta en las dificultades para enfrentar situaciones cotidianas, lo cual incide, a su vez, en la prevención de la violencia.

En la actualidad, preparar para la ciudadanía significa, para los docentes, formarse y formar en competencias complejas, la participación, el respeto por los derechos humanos, la resolución de conflictos, la prevención de la violencia y el maltrato entre pares, implica un desafío de sostener la tensión entre aceptar la realidad y la utopía del cambio...

En los dichos de los docentes en general se evidencian oposiciones entre lo que anhelan y la realidad que expresan. Esta disyuntiva provoca estados de impotencia, desesperación, extrañeza, que pueden resumirse en frases tales como “nos encontramos a la deriva”, “no sabemos que hacer”.

Se puede inferir que las percepciones predominantes se relaciona con una idea de sociedad con capacidad de inclusión y reglas claras, con alumnos y familias acordes con este tipo de sociedad y con fuertes lazos sociales a lo cual se suma a veces una idealización del pasado (“antes los padres contenían a su hijos”, “ahora los chicos viene a comer a la escuela”). Al mismo tiempo, los docentes denuncian situaciones y conflictos que contradicen sus representaciones (“Hoy es todo valido y tiene que ser todo valido. Ese es el mensaje que se les a los chicos”) Al parecer, el problema reside en seguir sosteniendo un modelo que no da respuesta a los requerimientos sociales actuales. Si nos tenemos que posicionar desde una perspectiva, seria mas conveniente partir de una visión mas ajustada del problema para discutir cual es el modelo de institución o de sociedad que se quiere.

Entre el compromiso con la tarea y el cuidado de si mismo.

Se quiere señalar la importancia de reconocer el riesgo que para la propia salud del docente representa el afrontar, en el día a día de la tarea, las situaciones límite, entre las cuales los episodios de violencia se destacan especialmente. Muchos de los relatos y comentarios recolectados de los docentes, hablan de la angustia, la impotencia, el desconcierto y el malestar que supone ser protagonistas de dichos suceso.

ACTIVIDAD FORMATIVA Nº 2

1. Explicar las razones sobre la dificultad de encontrar respuestas a las fronteras existentes.

2. Realice un esquema o mapa conceptual de las diferentes problemáticas que desatan la violencia entre pares.

CASOS

17-02-2007 10:09 (16/02/07 - Agencia CyTA – Instituto Leloir. Por Bruno Geller)

1-Chicos porteños maltratados

Una investigación sobre el maltrato infantil, intrafamiliar y entre compañeros de escuela detectó más casos que otra similar realizada hace diez años entre alumnos de escuelas porteñas. El diagnóstico epidemiológico se llevó a cabo en escuelas de nivel inicial, primario y especial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Una investigación realizada entre los años 2004 y 2005 en escuelas de nivel Inicial, Primaria y Especiales, dependientes de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA), detectó más casos de maltrato infantil que una investigación similar llevada a cabo diez años atrás.

El relevamiento, dirigido por la doctora María Inés Bringiotti, Directora del

Programa de Investigación en Infancia Maltratada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, registró un total de 1927 casos, 265 en el nivel inicial, 1325 en el primario y 337 en las especiales, mientras que en 1995 habían detectado 1473 casos, 126 en el nivel inicial, 1039 en el primario y 308 en especiales.

“Los datos que surgen al contrastar los estudios epidemiológicos del año 1995 y del año 2005 indican que hubo un incremento de casos de maltrato detectados de un 110 por ciento en el nivel inicial, de un 18 por ciento en el nivel primario y un 6 por ciento para las escuelas especiales, puntualiza Bringiotti quien también es docente de la Carrera de Especialización en Violencia Familiar en la Facultad de Psicología de la UBA e integrante de la Asociación Argentina para la Prevención del Maltrato Infanto-juvenil (ASAPMI).

La investigación, subsidiada por la UBA, contó con el apoyo de la Secretaría de Educación del GCBA, y obtuvo la información a partir de los maestros. “Para obtener esa información y asegurar la confiabilidad de las respuestas, se aplicó una cartilla que, en forma anónima y previa capacitación, respondían los docentes”, explica Bringiotti y agrega: “Nos propusimos investigar la ocurrencia de diversas formas de maltrato que sufren los niños en la familia y también nos centramos en la violencia entre pares o acoso escolar, fenómeno que se conoce como bullying”.

Bringiotti y un equipo de investigación abarcaron una muestra aleatoria que cubrió el 38 por ciento de los 21 distritos escolares que funcionan en Capital Federal. Para tal fin, se sortearon por azar 8 distritos, de modo tal que todos los distritos tenían la misma oportunidad de entrar en la muestra.

En cada uno de esos distritos, se sortearon e investigaron cuatro escuelas de nivel inicial y cuatro de nivel primario, es decir, un total de 64 instituciones, de las cuales 60 accedieron a participar: 27 jardines y 33 escuelas primarias. Para las escuelas especiales, cuyo número es mucho menor -son 44 para todos los tipos de discapacidades- se mantuvo la muestra del relevamiento anterior de 13 escuelas, 30 por ciento del total.

“Analizamos 60 escuelas de un total aproximado de mil establecimientos de nivel inicial y primario que existen en Capital Federal. Las secciones y grados relevados cubren una matrícula de 42 mil alumnos aproximadamente, sobre los cuales respondieron docentes que cubren una matrícula de 32 mil alumnos, es decir, sobre el 76 por ciento de la muestra”, destaca Bringiotti.

“Comparando ambos relevamientos, el de 1994/5 y el de 2004/5, observamos que la cantidad de casos detectados aumentó”, señala la doctora Bringiotti.

Según el informe, la detección de más casos en el relevamiento realizado entre el 2004 y el 2005 en comparación con el que se hizo entre 1994 y 1996 no implica sólo un aumento de casos de maltrato infantil y violencia entre pares, sino también que se produjo una mayor toma de conciencia del problema por parte de los profesores, lo que les permite detectar más casos.

El último estudio arrojó que el 5 por ciento de los niños de la muestra, sufría algún tipo de maltrato. “Hay que tener en cuenta que suele informarse de menos casos que los realmente detectados porque los docentes no saben exactamente cómo identificarlos o en algunas ocasiones no quieren comprometer a la escuela o a ellos mismo en largos y tediosos trámites judiciales, o porque están agotados por las múltiples tareas o desanimados porque piensan que no servirá de nada. Sin embargo, la investigación que llevamos a cabo arroja una cifra de casos de maltrato que es preocupante”.

La especialista destaca que si la investigación se hubiese apoyado en los relatos de los propios niños, probablemente el número de casos detectados de maltrato intrafamiliar y entre pares habría sido mayor, como lo muestran otras investigaciones realizadas en diferentes contextos.

Tipos de maltrato

Bringiotti y su equipo de investigación investigaron las variadas formas de violencia que sufren los niños.

De los casos de maltrato detectados para los niveles inicial y primario, un 36 por ciento sufría violencia por parte de sus compañeros. Además, un 14 por ciento padecía de abandono físico familiar, situaciones en que se ve que los niños están sucios, su alimentación y su vestimenta son insuficientes e inadecuados y tienen problemas físicos o necesidades médicas no atendidas, entre otros problemas”, puntualiza Bringiotti. La experta indica que en estos casos, los docentes observan inasistencias repetidas e injustificadas de los niños y aclara que cuando hay buena relación intrafamiliar y el descuido se debe a la coyuntura social y

económica, se trataría de abandono físico social. En esta última categoría se incluyó al 7 por ciento de los casos de maltrato detectados.

Por su parte, un 11 por ciento de los niños sufría abandono emocional, un 8 por ciento falta de control parental o negligencia, un 5 por ciento maltrato emocional y un 2 por ciento abuso sexual. En el caso de las escuelas especiales, el 37 por ciento sufría maltrato emocional, 32 por ciento abandono físico; 15 por ciento maltrato físico; falta de control parental o negligencia el 7 por ciento, y abuso sexual el 6 por ciento. “Como vemos situaciones que se ven agravadas en su impacto por las características de esos niños”, enfatiza la experta.

Con relación al abuso sexual, Bringiotti dice que “este tipo de violencia es habitualmente ocultada como de índole privado, pese a que la asistencia en los servicios de atención ha aumentado notablemente en los últimos años.

Otros tipos de violencia ejercida contra los niños y que fueron analizadas en el estudio son la mendicidad, que ocurre cuando los niños son enviados a andar por la calle pidiendo dinero, comida, u otro tipo de ayuda; el trabajo del menor, que se refiere a cuando son obligados a trabajar, por una remuneración o en tareas domésticas que exceden su capacidad y que deberían ser realizadas por los padres.

Bringiotti aclara que “se debe discriminar cuando la mendicidad y el trabajo son prácticas comunes y habituales de la familia, por incapacidades parentales, de esas mismas prácticas originadas por las crisis de los últimos años en nuestro país, que colocaron a las familias bajo la línea de pobreza e indigencia. En estos casos sería más adecuado nombrarlas como forma de malos tratos sociales, ya que hay ausencia del Estado para paliar estas situaciones.

El estudio incluyó también la corrupción. “Este último tipo de violencia se refiere a cuando los padres o responsables transmiten o refuerzan pautas de conducta antisociales o desviadas, como premiar al niño por robar; alentar el consumo de cigarrillo, drogas o alcohol, iniciar al menor en contactos sexuales o prostitución, o instigar a respuestas violentas frente a los conflictos, impidiendo la normal integración del niño”, afirma Bringiotti.

2-Nuevas formas de maltrato infantil: entre iguales

Maltratar a las personas más débiles, mujeres y niños, ha sido una constante en la historia de la humanidad. Los niños han sido maltratados, en todas sus formas, abuso físico, sexual, abandono, desprecio y

esclavitud, tanto de forma abierta, pública, como encubierta, privada. El maltrato adopta formas atroces y violentas o formas sutiles, ocultas, bajo aparente protección y, esto ha sucedido en todas las culturas y civilizaciones, al menos a lo largo de los últimos 20 siglos.

En los últimos años están apareciendo en las sociedades occidentales nuevas formas sutiles de malos tratos. Los niños con carencia afectiva pero con abundancia de regalos, la fabricación de niños perfectos o genios que no pueden desarrollar su madurez ni independencia. Los excesivamente independientes porque viven solos con su llave para abrir su apartamento. Los niños sometidos a entrenamientos educativos agotadores, que les impide el juego, imprescindible para la vida y para el aprendizaje. El acoso escolar y el maltrato entre iguales representan una nueva forma de abuso desconocido hasta ahora en su frecuencia y crueldad.

Aunque el abuso físico o psicológico entre escolares ha existido desde siempre, seguramente desde que la escuela existe, no ha sido reconocido como problema sanitario y educativo hasta recientemente. Se denomina también 'bulling' (bully significa matón, bravucón).

Consiste en un comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica y/o agresividad física de unos niños hacia otros. El maltrato entre iguales transcurre desde la intimidación psicológica que intenta producir daño, destrucción, contrariar o humillar al otro, hasta el verdadero abuso y maltrato físico en forma de golpes y palizas, que por lo reiterado convierten a la víctima en un niño que sufre crónicamente, a veces durante años, sin encontrar la forma de escapar al maltrato. Esto no es solo un problema escolar, también tiene repercusión sobre la salud, la autoestima y el rendimiento escolar.

Las víctimas padecen estrés crónico y ansiedad, conformándose así una personalidad insegura con riesgo de desarrollar patologías como neurosis, histeria y depresión. Incluso pueden darse intentos de suicidio en las situaciones de cronicidad en el insulto y los ataques continuados. Esto sucede especialmente cuando las agresiones físicas son colectivas y repetidas y con el consentimiento de los observadores y la inactividad de los adultos responsables de la educación. En estos casos, los niños no encuentran salida a esta sistemática persecución que les deprime.

Tanto los agresores como las víctimas pueden ser de ambos sexos, razas o etnias. Aparecen en escuelas públicas y privadas, zona rural o urbana. La

violencia física directa es más frecuente en los chicos y la psicológica, acoso relacional y verbal en las chicas.

Aunque la víctima puede ser cualquier persona, sucede más frecuentemente entre 7 y 11 años, algunos rasgos pueden desencadenar el maltrato, tales como la talla alta o baja, llevar gafas, hacer gesticulación, la presencia de tics nerviosos, ser grueso o el color de la piel o el pelo.

“Si observas esta forma de maltrato porque tu hijo es víctima o agresor, no lo consientas. Comunícalo a los profesores y a la dirección del colegio y si persistiera, o no te hicieran caso, haz una denuncia formal ante los servicios sociales de la comunidad o la policía. Cuando tu hijo es víctima está viviendo un verdadero infierno, pero cuando es agresor o participa en la misma, está iniciando el camino hacia la inadaptación social y quizás a la delincuencia.”

Actividad de autoevaluación Nº 1- Módulo 1

1. Después de haber leído la introducción al tema, reflexionar respecto del surgimiento de este fenómeno en la sociedad actual.

2. Destacar 10 indicadores que den cuenta de la violencia que circunda en las instituciones escolares.

3. Leer y analizar los 3 casos dados a modo de ejemplo. Destacar causas y consecuencias de los incidentes de maltrato en general y más aun entre pares. Analizar y describir las imágenes ¿Qué sentimientos denotan?

ACTIVIDADES DE INTEGRACION- MODULO 1

Trabajo practico Nº 1: Utilizando lo expuesto en el modulo 1, encuadre dentro un marco teórico la estructura de su Institución Educativa, y alguna otra que conozca donde ocurran estos tipos de episodios. Realizar 5 entrevistas o registros de observación (adjuntar los instrumentos utilizados). Y describa la situación del contexto donde se desarrolla estos tipos de fenómenos descriptos en el modulo.

La extensión del documento no debe ser menor de cinco(5) carillas .Formato papel A4, letra tahoma tamaño 12, espaciado anterior y posterior cero, interlineado 1 o 1,5 .

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MODULO 2

¿A que llamamos Maltrato?

El maltrato es la acción y efecto de maltratar (tratar mal a una persona, menoscabar, echar a perder). El concepto está vinculado a una forma de agresión en el marco de una relación entre dos o más personas. Por ejemplo: “El joven abandonó la comisaría con signos de maltrato”, “Juana se separó ante el continuo maltrato que recibía de parte

de su esposo”, “La mujer, harta del maltrato, no toleró más la situación y le disparó ocho balazos a su pareja”.

No hay una definición única y precisa de maltrato, ya que sus características dependen del contexto. El maltrato puede abarcar desde un insulto ocasional ,hasta los golpes cotidianos .

El maltrato más leve es aquel que se produce en una situación espontánea o esporádica y que suele estar relacionado con la falta de respeto y la agresión verbal. Una persona que ingresa a una tienda a comprar y termina discutiendo e insultando al vendedor, lo estará maltratando. Ese tipo de situaciones, por lo general, termina de manera abrupta y sin mayores consecuencias.

Cuando el maltrato es cotidiano, en cambio, resulta mucho más grave, ya que puede dejar marcas físicas y psicológicas en la víctima. El maltrato infantil o la violencia de género que se produce en el seno de una familia  es un problema social muy importante que incluso ocasiona numerosas víctimas fatales. Por lo general, aunque no de manera excluyente, el maltratador suele ser el hombre  de la casa, quien hace uso y abuso de su fuerza física contra la mujer y los niños.

Clases de violencias, relacionadas con el maltrato

La violencia contempla los actos que se ejercen para imponer u obtener algo por la fuerza. Se trata de acciones deliberadas que pueden causar daños físicos o psíquicos a la otra persona. En otras palabras, la violencia también es aquello que está fuera de su estado natural.

Existen distintos tipos de violencia, como la violencia familiar y la violencia de género. En el caso de la violencia escolar, está dada por la acción u omisión dañina que se ejerce entre miembros de una comunidad educativa  (ya sean alumnos, padres, profesores o personal subalterno) y que puede producirse en las instalaciones escolares o en otros espacios directamente relacionados con la escuela.

Los especialistas mencionan varias causas que pueden propiciar el surgimiento de la violencia escolar. Entre ellas, mencionan a la exclusión social, la exposición a la violencia transmitida por los medios de comunicación y la ausencia de límites en el comportamiento social.

La violencia escolar suele estar asociada al acoso escolar o bullying, que es el maltrato físico o verbal que se produce entre estudiantes de forma reiterada y a lo largo del tiempo. Por lo general, el bullying se concreta mediante burlas y bromas que tienen como víctimas a niños o niñas que están ingresando a la adolescencia.

Es posible calificar a las escuelas según el riesgo de violencia escolar. De esta manera, hay desde escuelas de vulnerabilidad baja (con buena integración y comunicación entre todos sus niveles) hasta escuelas de inseguridad total (que aparecen en una situación de anomia, sin ningún tipo de control; los integrantes suelen portar armas y existe la impunidad).

El enfoque de la educación social y el fenómeno de la violencia, del conflicto y del maltrato

Una de las características que define nuestra sociedad y nuestro tiempo es, sin duda alguna, la existencia de unas relaciones políticas, sociales y personales, en las que el conflicto –con manifestaciones tales como los malos tratos y la violencia- resulta de una trascendencia muy significativa. Efectivamente resulta imposible identificar ámbitos o contextos en los que el conflicto, la violencia o el maltrato no existan: escuela, familia, deporte, medios de comunicación, instituciones sociales, ciudad, etc. Pero, además, tampoco existe grupo de población, de edad o de género en los que esta situación de violencia no tenga alguna manifestación específica: malos

tratos a menores, malos tratos a mujeres, malos tratos a inmigrantes, malos tratos a personas mayores, malos tratos a personas que trabajan, malos tratos a colectivos específicos, etc. Esta realidad se está desarrollando tanto en las sociedades más desarrollados –con Esta realidad se está desarrollando tanto en las sociedades más desarrollados –con manifestaciones a veces más sutiles de esta problemática- como en las sociedades en vías de desarrollo -con manifestaciones menos sutiles-. Sin embargo, también, sería un error concretar estas manifestaciones como algo que identifica nuestro tiempo. La realidad de la violencia, del conflicto y del maltrato tiene un largo recorrido histórico, pero la construcción de un proceso de civilización ha acotado la violencia de formas diferentes. Así, A. Petrus (1998, 20) citando a E. Morin hace un análisis de la violencia en nuestras sociedades de la siguiente manera

"Según E. Morin, nuestro siglo se singulariza por la desaparición de las viejas solidaridades comunitarias y por el desarrollo de las nuevas solidaridades administrativas, solidaridades que algunos autores cuestionan reclamando no un Estado del Bienestar sino un Estado de justicia, un Estado que sea más equitativo, menos competitivo y "menos violento"."

En cualquier caso, y teniendo en cuenta todo lo que he planteado, es necesario constatar que desde la pedagogía y desde la escuela, la cuestión de la violencia debe plantearse, teniendo en cuenta los siguientes aspectos:

Comunicaciones / Comunicacións

.El primer aspecto sobre el cual desde la escuela y desde la pedagogía está haciendo una respuesta teórica y aplicada hace referencia a los conflictos en la escuela, en todo aquello que hace referencia a la violencia escolar, al maltrato entre iguales, a los problemas de disciplina, etc. Incluso, desde esta óptica, resulta interesante el constatar la existencia de reflexiones teóricas que contribuyan a la comprensión y a la explicación del fenómeno, de investigaciones que ayudan a conocer de forma profunda la realidad de esta realidad y de programas, reglamentos y técnicas para abordar esta problemática. La existencia de bibliografía es, en este sentido, importante y significativa, sobre todo en los países anglosajones. Así, y a título de ejemplo, hay que hacer referencia a diversos autores (Orte, C. y March, M. 1997; Olweus, D., 1998; Orte, C. 1998; Ortega, R. y col 1998; Ortega,R. y Mora-Merchan, J. A. 2000; Recio Adrados, J.L. y Rodríguez Eds, O. 2000; Ortega, P. 2001, etc.).

Sin embargo, lo que resulta evidente es que este abordaje debe hacerse, también, desde la educación social. ¿Qué queremos decir cuando planteamos la necesidad de abordar esta problemática desde la educación

social? En primer lugar hay que tener en cuenta que la problemática de la violencia y del conflicto no puede reducirse al ámbito escolar; en segundo lugar hay que tener en cuenta que la violencia, al maltrato y el conflicto escolar debe integrar todos los elementos personales, familiares y comunitarios que lo puedan explicar. Y en tercer lugar hay que tener en cuenta que el tratamiento de esta problemática debe hacerse intentando trabajar la escuela, la familia y la comunidad. Y en este planteamiento la educación social, en el que el conocer y el actuar se correlacionan totalmente, debe resultar fundamental para empezar a resolver esta problemática.

Este enfoque, por otra parte, refuerza la idea que se plantean de que la escuela debe ser un espacio de intervención desde la educación social, no tanto en la idea de introducir la figura del educador social en la escuela, como en la idea que la escuela debe formar parte del trabajo de educador social. Y en esta cuestión del conflicto en la escuela, el trabajo del educador social debe ser muy significativo por su trascendencia, por su impacto y por sus efectos en el mundo de la escuela y de la comunidad.

.El segundo aspecto sobre el que la pedagogía, la psicología o la sociología ha trabajado de una forma importante y significativa se refiere a la cuestión de los malos tratos a los menores y a las alternativas que sobre ello se debe trabajar. Efectivamente, es evidente que sobre esta cuestión de los malos tratos, los trabajos de reflexión, de investigación y de intervención que existen, tienen múltiples dimensiones. Y una de estas dimensiones es la concepción educativo-social (March Cerdà, M. X. y Orte Socías, C. 2000, pp. 83-112).

Sin embargo, y teniendo en cuenta la importancia de la institución escolar en el proceso de socialización y de conocimiento de la realidad de los menores y de sus familias, ésta puede jugar un papel importante en el proceso de observar, conocer, prevenir y tratar los malos tratos a la infancia. Y ello implica necesariamente que los profesionales de la educación escolar tengan un conocimiento interdisciplinar y, también, desde la pedagogía y la educación social sobre la problemática de los menores maltratados. Ello no sólo reforzaría el trabajo de la escuela como espacio de observación y de prevención de estas problemáticas, sino que implicaría la inserción de la misma dentro de las dinámicas comunitarias. No obstante ello, la realidad resulta muy diferente, ya que en realidad la escuela ni es un lugar privilegiado de observación, ni tampoco de prevención. Se trata, tal como plantea R. Valdecantos (2002, 51):

"Esto se relaciona con al menos dos problemas diferentes: por una parte, la frecuencia ausencia de normativas específicas que en cada comunidad autónoma determinen qué se debe hacer ante casos de sospecha o

certidumbre de maltrato infantil; por otra parte, la falta de los profesionales de la educación respecto al maltrato infantil."

Así pues, y de todo ello, podemos deducir la necesidad que los profesionales de la educación escolar -en sus diferentes niveles de educación infantil, de educación primaria o educación secundaria- tengan una formación específica en ésta y otras problemáticas, con el fin de que su intervención tenga en cuenta lo que la institución escolar puede realizar con relación a esta problemática. Por tanto, la educación escolar como formación debe ser fundamental en el abordaje de estas problemáticas.

No obstante todo ello, lo que resulta evidente es que la intervención desde la educación social sobre el maltrato y la violencia debe abrirse a nuevas realidades, tales como el maltrato en parejas de novios, al maltrato a mujeres, el maltrato a grupos de inmigrantes o el maltrato a personas mayores. Ello significa, pues, por una parte la necesidad de conocer estas problemáticas en todos los aspectos y niveles -teorías, investigación, teorías explicativas, legislación, programas de prevención y de tratamiento, etc-, y por otra parte la necesidad de integrar la dimensión educativa en el abordaje de estas problemáticas, desde una perspectiva interdisciplinar.

La definición operativa los conceptos de maltrato, a través de indicadores psicosociales, de salud, económicos, jurídicos, etc.

El conocimiento, tanto del perfil de los maltratados como de los maltratadores, con el fin de poder llevar a cabo un proceso de intervención más eficaz y llevar a cabo la política de prevención más adecuada. Se trata, en este sentido, de conocer la edad, el género, la clase social, el nivel cultural, la profesión, estado civil, etc. Las características tanto de las víctimas como de los abusadores resultan fundamentales para poder llevar a cabo, tanto políticas de prevención, como medidas de tratamiento y de intervención.

La delimitación metodológica de los procesos de conocimiento de este fenómeno y la especificación de las fuentes de conocimiento del maltrato. Ello se trata de una cuestión fundamental por las dificultades que implica el conocimiento de esta realidad.

El enfoque interdisciplinar e interprofesional en el análisis del maltrato, en el que participen médicos, enfermeros, trabajadores sociales, trabajadores familiares, sociólogos, economistas, psicólogos, educadores sociales, pedagogos sociales, etc.

La comparación de la realidad de este fenómeno en España con la que se produce en otros países de la Unión Europea y en otros países desarrollados o de características similares a la española.

La realización de estudios sobre los factores de riesgo o de protección de este fenómeno de la violencia contra los mayores, con el fin de poder llevar a cabo los programas de prevención necesarios.

La realización de estudios que posibiliten el conocimiento de los sectores de la tercera edad más vulnerables al maltrato.

El conocimiento de las actitudes sociales que existen en la población en relación al colectivo de la tercera edad. Hay que tener en cuenta que la creciente competitividad económica, la ruptura de las relaciones intergeneracionales, la descomposición de las políticas de bienestar social y de solidaridad social, el incremento del individualismo, los procesos de urbanización de la sociedad, los cambios en la estructura y relaciones familiares, etc. Son elementos que están incidiendo, a pesar de la importancia progresiva de este colectivo desde la perspectiva política, en la percepción y en la actitud de los ciudadanos. Se trata, pues, de conocer esta nueva realidad social con el fin de llevar a cabo una política social concreta y la realización de programas de prevención y de tratamiento de esta problemática. Y se trata de conocer una realidad oculta e, incluso poco importante en nuestro país, antes que la misma tenga unas consecuencias sociales, grupales, familiares y personales significativas. Con todo hay que señalar que el conocimiento de este fenómeno social debe realizarse desde la discreción, desde la tranquilidad, desde planteamientos no apocalípticos.

El maltrato y la negligencia de personas mayores, pues, no un fenómeno nuevo, ya que la literatura que existe sobre el tema así lo avala y fundamenta. Así, y tal como plantea F. Glendenning (1997:13), Una de las características que define nuestra sociedad y nuestro tiempo es, sin duda alguna, la existencia de unas relaciones políticas, sociales y personales, en las que el conflicto -con manifestaciones tales como los malos tratos y la violencia- resulta de una trascendencia muy significativa. Efectivamente resulta imposible identificar ámbitos o contextos en los que el conflicto, la violencia o el maltrato no existan: escuela, familia, deporte, medios de comunicación, instituciones sociales, ciudad, etc. Pero, además, tampoco existe grupo de población, de edad o de género en los que esta situación de violencia no tenga alguna manifestación específica: malos tratos a menores, malos tratos a mujeres, malos tratos a inmigrantes, malos tratos a personas mayores, malos tratos a personas que trabajan, malos tratos a colectivos específicos, etc.

Actividad Formativa Nº 3: Conceptualización de Maltrato

1. ¿Qué entiende por maltrato? Analice lo expuesto en el módulo 2.

2. Explique ¿Cuáles son las manifestaciones especificas del maltrato en nuestra sociedad actual?¿Quiénes están más expuestos?

3. ¿Cree Ud. que esta situación influye en el desarrollo personal y colectivo del/los sujetos? Fundamente.

Esta realidad se aprecia tanto en las sociedades más desarrolladas -con manifestaciones a veces más sutiles de esta problemática- como en las sociedades en vías de desarrollo -con manifestaciones menos sutiles-. Sin embargo, también, sería un error concretar estas manifestaciones como algo que identifica nuestro tiempo. La realidad de la violencia, del conflicto y del maltrato tiene un largo recorrido histórico, pero la construcción de un proceso de civilización ha acotado la violencia de formas diferentes. No obstante todo ello, lo que resulta evidente es que la intervención desde la educación social sobre el maltrato y la violencia debe abrirse a nuevas realidades, tales como el maltrato en parejas de novios, al maltrato a mujeres, el maltrato a grupos de inmigrantes o el maltrato a personas mayores. Ello significa, pues, por una parte la necesidad de conocer estas problemáticas en todos los aspectos y niveles -teorías, investigación, teorías explicativas, legislación, programas de prevención y de tratamiento, etc.-, y por otra parte la necesidad de integrar la dimensión educativa en el abordaje de estas problemáticas, desde una perspectiva interdisciplinar. Si el siglo XIX y XX fue bautizado como el siglo de la infancia, es evidente que el siglo XXI será el de las personas mayores. Y ello no sólo por razones sociológicas, demográficas, económicas y políticas, sino también por la trascendencia que este colectivo va a tener y por la percepción de sobre el mismo se va a tener. En este contexto, lo que empieza a desarrollarse de una forma importante es la dimensión pedagógica con relación a este colectivo: relaciones intergeneracionales, preparación para la jubilación, programas educativos y culturales para mayores, universidades para mayores, etc. Así, no resulta extraño que la pedagogía y la educación social para personas mayores está empezando a sistematizarse como gerontología educativa y social, desde la teoría, desde la investigación, desde la intervención, etc. Esta preocupación, cada vez más importante e integral para el colectivo de personas mayores, necesita, tal como se ha planteado anteriormente, concretarse en la cuestión de la violencia y de los malos tratos a este grupo de personas desde la pedagogía y la educación social. Una realidad que, a pesar de su desconocimiento, necesita de su consideración y de su actuación. Así pues, el objetivo de esta comunicación es analizar esta problemática del maltrato a las personas mayores desde la perspectiva de la educación social.

En el ámbito familiar, en el ámbito institucional o en el ámbito social. Por tanto en los planes de estudio de educación social y de pedagogía social hay que integrar el conocimiento de este sector de población, desde una perspectiva integral.

.La creación de recursos y servicios capaces de dar respuestas a las situaciones de crisis que la realidad de este fenómeno puede implicar para estas personas mayores con maltrato. En este sentido resulta importante y significativo el diseño de programas que amortigüen los factores que pueden posibilitar la existencia de estos malos tratos.

La planificación, la implementación y la evaluación de los programas que se lleven a cabo con relación a esta problemática.

.La creación y el desarrollo de Guías para la acción en relación de esta problemática. Se trata de una cuestión fundamental para llevar a cabo un trabajo eficaz y digno. En este sentido hay que señalar que existen, fundamentalmente en el mundo anglosajón, multitud de Guías para la Acción que han sido utilizadas de una forma importante y significativa. En este sentido, y a título de ejemplo, podemos recomendar en tanto que síntesis de Guías para la acción, la obra Working Together:Elder Abuse Guidelines (Bury and Rochdale Partnership Group for Older People , 1993).

En el contexto de la pedagogía y la educación social, la elaboración de programas de apoyo social, de programas de dinamización cultural y educativo, de solidaridad intergeneracional, de formación y educación de la sociedad sobre esta problemática, etc. pueden ayudar a incrementar el conocimiento de este fenómeno, a reducir las situaciones de riesgo y de vulnerabilidad y de tratamiento de estas situaciones.

Así pues, el tema del maltrato a las personas mayores o de trato inadecuado hacia este colectivo necesita de la preocupación de la pedagogía y la educación social, con la finalidad de imposibilitar las situaciones de riesgo y de exclusión socia, y de posibilitar la inclusión y la calidad de vida de este sector importante de la sociedad.

Las relaciones entre iguales

Una de las acciones contrarias a la convivencia con repercusiones mas graves para las personas en época de paz, es el maltrato entre iguales que entre niños y jóvenes se denomina con el termino anglosajón “bulliyng” (intimidación).

El bullyng es una conducta de persecución física, y/o psicológica que realiza un alumno contra otro, al que escoge como victima de repetidos ataques. Esta acción, negativa e intencionada sitúa a la victima en una

posición de la cual difícilmente podrá salir de sus propios medios. La continuidad de estas relaciones provoca en las victimas efectos claramente negativos: ansiedad, disminución de la autoestima, y cuadros depresivos, que dificultan su integración en el medio escolar y el desarrollo normal de los aprendizajes (Olweus, 1983).

No se refiere a conductas organizadas o espontáneas en las que se busca el mal mutuo, ni actos de vandalismo que pueden manifestarse abiertamente en el entorno escolar. Es un tipo de violencia que se manifiesta bajo la superficie de las relaciones observables en la escuela, oculta casi siempre para los adultos, pero bien conocida por el alumnado. Se produce cuando se rompen las relaciones simétricas que presiden las relaciones entre iguales, por ello decimos que es un modo de abuso de poder.

A diferencia de otras formas de violencia, tiene unas características propias: estabilidad en el tiempo, desequilibrio de poder y indefensión de la victima, como las mas relevantes.

Supone una vulneración de los derechos fundamentales del alumno: derecho a estar seguro en la escuela y no estar sometido a humillación intencional y repetida (Olweus, 1993)

No es solo una cuestión de dos (agresor y agredido); se trata de una violencia relacional, social por naturaleza, que tiene efectos muy negativos en el clima del aula y en los procesos de enseñanza-aprendizaje del grupo clase en que tiene lugar. Tiene consecuencias muy negativas para todas las personas. Implicadas, incluso para los adultos. La persona que se socializa en un entorno abusivo cree que las normas son para saltárselas, cree, porque las experiencias se lo demuestran, cree que incumplirlas proporciona prestigio social (deterioramiento moral). También cree, porque las experiencias se lo demuestran, que la única forma de sobrevivir es ser violento (inevitabilidad de la violencia).

Recientes y muy potentes estudios evidencian que la implicación en bullying en cualquiera de los roles esta relacionada con problemas de salud mental en la adolescencia y en la edad adulta.

Puede afirmarse que este fenómeno contribuye en gran medida al índice de fracaso escolar y al deterioro de la convivencia en el centro escolar.

Con todo esto, el primer elemento sobre el que se debe trabajar es con la definición del concepto de maltrato, ya que se necesita saber y conocer no sólo lo que es el maltrato, sino también los elementos e indicadores que lo definen de una forma operativa y concreta. Hay que tener en cuenta que si no se define con claridad y precisión este concepto, con una definición

standard, resulta evidente que será imposible conocer esta realidad. Y no sólo no podemos conocerla en profundidad, sino tampoco podemos intervenir sobre el mismo fenómeno de una forma seria y eficaz.

En cualquier caso, lo que hay que constatar primeramente es la existencia de diversas categorías de la existencia de maltrato.

Por tanto, y a pesar de los posibles matices, actualmente está aceptado la existencia de cinco categorías de maltrato a personas mayores; dichas categorías son las siguientes: a)físico, b)emocional; c)económico; d)negligencia; e)Sexual. A este consenso sobre las diferentes definiciones y tipologías sobre el maltrato (Johnson, 1986; Finkelhor and Pillemer, 1988;Biggs et al.1995; Kosberg and Garcia ,1995). Estas diversas definiciones y tipologías no sólo no son contradictorias, sino que hay plantearlas desde una óptica de complementación o, en el peor de los casos, de una concepción más amplia desde la perspectiva de la amplitud de la definición. Con todo en la definición del maltrato de estos y de otros autores, se tienen en cuenta diversos elementos de maltrato físico, psicológico, emocional, sexual, médico, de abuso económico e institucional, de negligencia activa y pasiva, etc. Si bien la mayoría de autores están de acuerdo en la existencia de estas tipologías, los matices sobre el alcance de las mismas, la percepción que sobre ellas pueden tener los maltratados, etc, constata la existencia de diferencias; unas diferencias que tienen y tendrán su traducción desde la perspectiva metodológica y de la intervención

Actividad Formativa Nº 4. Noción especifica de Maltrato y la relación entre pares.

De lo expuesto hasta ahora, conceptualice técnicamente al maltrato. ¿Porqué es importante el conocimiento de este término en las instituciones escolares?,¿Qué derechos son vulnerados, porqué?

2. ¿Cuál es el término que se utiliza para dar reconocimiento al maltrato entre Pares?¿Qué significa? ¿Por qué sucede?

3. ¿Cuáles son las 5 categorías consideradas en el maltrato con relación al sujeto? Explique brevemente c/u de ellas.

CUESTIONES A TENER EN CUENTA

DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS DEL MALTRATO ESCOLAR ENTRE IGUALES

En los casos de maltrato escolar entre iguales se precisa realizar de forma inmediata la detección y el correspondiente tratamiento, ya que cuanto antes sean detectados, más posibilidades hay de que la situación se resuelva con éxito.

Para ello, es necesario definir con claridad qué se entiende por maltrato escolar entre iguales y distinguirlo de otras situaciones disruptivas puntuales que, aunque sin duda requieren también de una respuesta efectiva, presentan a menudo un abordaje diferente. La definición y características de maltrato que se incluye a continuación, convenientemente contrastada con expertos en la materia, es, por tanto, el referente teórico básico para establecer si una determinada conducta violenta o inadecuada constituye maltrato escolar entre iguales.

Definición

“Un alumno/a es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno/a o varios de ellos” (Olweus, 1998).

El maltrato entre alumnos arranca de la intolerancia hasta desembocar en agresiones de naturaleza verbal, psicológica o física. Niveles altos de intolerancia presentes en alumnos, contrastan con la desaprobación social generalizada de la violencia. Esta impresión nos adelanta que:”los alumnos no parecen ser conscientes de que una gran parte de los comportamientos violentos proviene de sus propias ideas y actitudes.

Rechazo, insulto, burla, son parte del fenómeno de bullying o maltrato entre alumnos, cuya existencia no pude admitirse en una sociedad donde a la educación se le da un lugar preponderante como palanca de desarrollo de los pueblos.. los alumnos/as que participan en estas situaciones, básicamente, los agresores,. representan en su actuación las reglas del juego a cambiar en una sociedad a la que pronto se incorporaran como adultos.

Las conductas sufridas por las victimas, por abusos de sus compañeros, son insultos, haber sido llamados con apodos ofensivos, ser ignorados u objeto de chismes.

Reconocer, a partir de distintos datos, que en la convivencia cotidiana de los alumnos, existen “estas formas de conductas no percibidas” de violencia, y demanda una mirada mas profunda, (por parte de los docentes y/ o adultos sobre las diversas caras y manifestaciones del maltrato entre iguales, a fin de comprender algunas de las implicaciones que estos

comportamientos tienen en otros ámbitos de la vida de los sujetos. Esto plantea un problemática nueva en los ámbitos educativos. ¿Cómo se dará respuesta a esta incivilidades manifestadas por los niños y jóvenes en las distintas escuelas?, ¿La violencia que expresan los niños y jóvenes es reflejo de una crisis de valores? ¿Cómo puedes las instituciones educativas y sus actores coadyuvar para detectar y resolver problemas de maltrato entre alumnos y otras formas de violencia en las escuelas?

CONDUCTAS QUE SE MANIFIESTAN EN EL MALTRATO ENTRE IGUALES

Agresión verbal

Insultar a alguien. (Directa)

Hablar mal de él/ella. (Indirecta)

Poner motes. (Mixta)

Agresión física indirecta

Esconder cosas a alguien.

Romperle cosas.

Robarle cosas.

Agresión física directa

Golpear a alguien.

Intimidación/ chantaje /amenaza

Amenazar a alguien para meterle miedo.

Obligarle a hacer cosas.

Amenazarle con armas.

Acoso o abuso sexual

Acosar sexualmente.

Abusar sexualmente.

Según el medio utilizado, el maltrato escolar entre iguales puede ser oral, escrito, gestual, ciber-bullying (móvil, internet…).

Por las características de la víctima puede haber manifestaciones específicas de maltrato: racista, homofóbico, sexista, dirigido a alumnado con discapacidad, etc.

Observación: La terminología utilizada en esta Guía para describir las conductas de maltrato escolar entre iguales tiene por objeto su fácil comprensión y uso en el ámbito educativo. La posible coincidencia de esas expresiones con denominaciones que la legislación reserva a algunas faltas o delitos no implica necesariamente que las mismas tengan relevancia penal.

Consecuencias del maltrato entre iguales

Para la víctima: Puede traducirse en fracaso escolar, trauma psicológico, riesgo físico, insatisfacción, ansiedad, infelicidad, problemas de personalidad y riesgo para su desarrollo equilibrado.

Para el agresor o agresora: Puede ser la antesala de una futura conducta delictiva, una interpretación de la obtención de poder basada en la agresión, que puede perpetuarse en la vida adulta, e incluso una supravaloración del hecho violento como socialmente aceptable y recompensado.

Para los compañeros y compañeras espectadores: Puede conducir a una actitud pasiva y complaciente ante la injusticia y a una modelación equivocada de la valía personal.

..

Otras Características del maltrato entre iguales: El maltrato entre iguales presenta las siguientes características:

Desequilibrio de poder: Se produce una desigualdad de poder físico, psicológico y social que genera un desequilibrio de fuerzas en las relaciones interpersonales.

Intencionalidad/repetición: La intencionalidad se expresa en una acción agresiva que se repite en el tiempo y que genera en la víctima la expectativa de ser blanco de futuros ataques.

Indefensión/personalización: El objetivo del maltrato suele ser normalmente un solo alumno/a, que es colocado de esta manera en una situación de indefensión. De este modo, la víctima no encuentra los medios para defenderse y sufre aislamiento, estigmatización, pérdida de autoestima y reputación.

CONCEPTO Y TIPOS

Es un maltrato físico y/o psicológico de carácter continuado que puede llegar a provocar la exclusión social de la víctima. Es producido por una persona que se siente apoyada por otras, que tiene un comportamiento cruel con el objetivo de someter, asustar y doblegar a la víctima.

Tipos:

Físico. - Psicológico.

Verbal. Social.

FACTORES CULTURALES Y SOCIALES

- BULLYING

“El maltrato no es una broma., donde todos “ríen todos.”

CARACTERÍSTICAS

VÍCTIMA

Físicamente débil.

Preocupado por ser herido.

Sensible, callado, pasivo,sumiso y tímido.

Poco o nada asertivo.

Prefiere relacionarse con

Chicas/os menores.

Nivel académico bajo.

AGRESOR/A

Físicamente fuerte.

Necesidad de dominar.

Temperamento fuerte.

Actitud opuesta y desafiante hacia el adulto.

Alta autoestima.

Se le ve como “malvada”.

Participación temprana en otros

Comportamientos antisociales.

Alta o baja popularidad entre los

compañeros.

Actitud negativa hacia la escuela

INDICADORES DE IDENTIFICACIÓN DE BULL O AGRESOR/A

Agrede, intimida, pone motes, ridiculiza, golpea, empuja, daña las pertenencias de la víctima, dirige sus agresiones a estudiantes débiles. (El bullying entre chicas es menos visible y más rebuscado).

INDICADORES DE IDENTIFICACIÓN DE VÍCTIMA

1.-PRIMARIOS. Se le llama por mote, es ridiculizada y degradada en público, se ríen de él/ella, sufre agresiones físicas (presenta arañazos,

Provoca

Daño

hematomas,…),se involucra en peleas, su material presenta deterioro provocado,…

2.- SECUNDARIOS. Está sola o excluido, no tiene éxito en juegos o trabajos grupales, presenta dificultad para hablar en clase, se siente insegura, tendencia a la depresión, sentimiento de infelicidad, gradual deterioro del interés por el trabajo escolar,...

VÍCTIMA PROVOCATIVA: Es aquélla que presenta patrones agresivo de respuesta.

Características:

Temperamento fuerte y respuesta violenta.

Hiperactividad.

Provocación de situaciones tensas.

“Despreciado” por el adulto.

Intento de agresión a estudiantes más débiles.

VÍCTIMA PROVOCATIVA

Indicadores comportamentales:

Absentismo escolar.

Temor a la salida de clase.

Rechazada por sus compañeros/a.

Se muestra agresivo/a sin motivo aparente.

Descuida el material escolar.

Cambios bruscos en su estado de ánimo. Parece triste.

Sufre de miedos y/o fobias.

Conductas regresivas como descontrol de esfínteres, trastornos alimentarios y/o de sueño,...

POSIBLES CAUSAS

Factores de riesgo de violencia:

Exclusión social.

Exposición a la violencia a través de los medios de comunicación (sobre todo visual).

Factores condicionantes:

Familia: violencia interfamiliar, maltrato del hijo por los padres, deterioro de la relación,…

Escuela: ansiedad y depresión en el niño, descenso de su rendimiento escolar,…

Medios de comunicación: visualización repetida en TV de violencia real y ficticia Imitación y normalización en su vida diaria

Actividad formativa nº5- Características e indicadores del maltrato entre pares.

1. Realice un listado de las características y tipos del maltrato entre iguales.

2. Especifique las consecuencias que provoca este tipo de situación.

3. Identifique los indicadores comportamentales de los sujetos que sufren el maltrato.

Actividad de autoevaluación Nº2 -MODULO 2

1. Conceptualización de maltrato entre pares.

2. Especifique comportamientos de los que padecen este fenómeno.

3. ¿Cómo se presentan los agresores? De Características y patrones identificatorios de su comportamiento hacia la victima.

4. Exponga las posibles causas de este comportamiento.

ACTIVIDAD DE INTEGRACION DEL MODULO 2

Trabajo Practico Nº 2. Investigue comportamientos de alumnos de su contexto educativo, identificar posibles clases de violencias o maltratos

que se suscitan o podrían suscitar. Teniendo en cuenta estos interrogantes:

1. ¿Qué entiende por maltrato? ¿Cómo se podría institucionalizar este concepto dentro de las instituciones educativas?

2.¿A qué se llama maltrato entre iguales?

3. Realice un listado de las diferentes clases de violencias y/o maltrato que ha podido detectar. Descríbalas brevemente. Teniendo en cuenta: patrones de comportamientos, de la víctima y agresor, principales indicadores de esas conductas, factores, otros.

4. Explique posibles causas y consecuencias.

5. De los casos analizados ¿qué cuestiones cree que se deben tener en cuenta para abordarlos?.

MODULO 3

¿Cómo abordar los fenómenos de intimidación y maltrato entre alumno?

Introducción.

El problema de maltrato entre alumnos o bullying (como es denominado en ingles) es un tema que ha atraído cada vez mas la atención de investigadores y estudiosos de la educación. Se define como un fenómeno de grupo en el cual los alumnos juegan papeles entre los que se distinguen básicamente tres: el agresor, la victima y los observadores. Este problema puede ser interpretado como consecuencia de una sociedad en la cual han perdido fuerza los valores tradicionales y en las que las personas desde temprana edad se vuelven capaces de transgredir las normas de convivencia fundamentales.

Un mal que avanza, no tan silenciosamente… La dimensión de este problema, y la caracterización más común de las figuras señaladas sostiene que el agresor va sufriendo un deterioro progresivo, desde fracasos académicos y expulsiones de la escuela hasta afectaciones en sus relaciones sociales, con una mayor posibilidad de pertenecer a mas grupos violentos y llegar a manifestar conductas delictivas. Por su parte, en la victima se destaca la perdida de confianza en si mismo y un aislamiento progresivo, que lo conduce a mantener un rechazo hacia la escuela, y que se proyecta finalmente en el contexto familiar y social, donde sus

relaciones tienden a ser cada vez mas problemáticas. Incluso existe el riesgo de padecer diversas psicopatologías, tales como depresión, neurosis, histeria y fobias sociales. ‘Finalmente, se encuentra el tercer grupo, conformado por los observadores (espectadores) inmersos, en un clima alejado de relaciones de convivencia satisfactoria, con una conducta pasiva o que oculta el problema. Fieles a una negativa ley del silencio, favorecen y refuerzan el conflicto.

Al explicar este problema, Ortega (2000) afirma que el maltrato entre alumnos es una forma ilegitima de confrontación de interese o necesidades en la que uno de os protagonistas-persona, grupo, institución- adopta un rol dominante de sumisión causándole con ello un daño de distinto tipo (físico, psicológico, social, moral).

Una parte importante de la responsabilidad social en este problema es asignada a los medios de comunicación. Ahora en la televisión y en internet se ponen a la vista de todos, situaciones que tiempo atrás correspondían al dominio privado. Entre estas, de manera cada vez más extendida, son las que involucran al sexo y violencia. La lógica dominante en los medios de comunicación masiva parece ser la de atraer la atención de sus consumidores por vía del morbo ante cosas que antes eran objeto de censura.

En contraste, a lo mencionado anteriormente Cesar Coll en una intervención pública reciente ha manifestado que”…mientras a la escuela se le reconoce una responsabilidad en problemas como estos, irónicamente la propia sociedad reduce cada vez mas su colaboración en los asuntos educativos….”Ante este panorama, se requieren alternativas para hacer frente a un problema que, si bien atraviesa todo el sistema social. En la escuela adopta formas particulares, que pueden atenderse con una mayor fuerza en el entendimiento de que la escuela comprende un poder institucional, desde el cual pueden operar los docentes y la autoridad educativa y al cual pueden recurrir los alumnos. La investigación educativa tiene, en ese sentido, un largo camino por recorrer en términos de generar conocimiento y propuestas para que la convivencia en la escuela alcance los objetivos mínimos de una educación par la paz.

Las manifestaciones de acoso entre iguales son de muy diversa índole: chantaje económico, coacciones, aislamiento, violencia psicológica... otros..

"Un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos" (Olwedus,1998)

Existen tres factores básicos para que se considere que existe acoso o maltrato entre alumnos:

• Ha de existir una víctima (indefensa) atacada por un abusón, o grupo de abusones. Es una relación de poder.

• Debe suceder durante un periodo de tiempo prolongado y de forma repetida.

• La naturaleza de la agresión puede ser física, verbal o psicológica.

Sospecha que un alumno sufre maltrato.

Debo sospechar que un alumno sufre maltrato cuando:

- Observo cambios de actitud: tristeza, depresión, falta de autoestima, aislamiento, poco comunicativo... - No quiere mantener relaciones con compañeros, o éstas son escasas o nulas.- Le desaparece material, libros... con frecuencia - Se queja de ser insultado, burlado, agredido... - Rehúye encontrarse por la calle con personas del entorno escolar. - Recibe abucheos repetidos.- Le roban objetos: ropa, mochilas, cuadernos, libros, etc.- Se produce una sumisión incondicional a otros alumnos.- Absentismo escolar. - No participa en salidas del grupo en actividades extraescolares.- Aparecen pintadas del nombre de un alumno en puertas y paredes. - Muestra evidencias físicas de violencia y de difícil explicación.

Debo fijarme en:

- La relación en los pasillos. - La relación en el patio.- El momento de entrar y salir de la escuela.

¿Qué puedo hacer?

- Intervenir sin dilación sobre los protagonistas y sus sentimientos: sobre la víctima, el agresor y los espectadores.- Hacer conscientes a los involucrados desde el primer momento del daño y perjuicio que actos humillantes pueden causar en una persona. - Comunicar los hechos al tutor, en su caso, para que se canalicen a través de el todas las medidas.- Trabajar en tutoría, en su caso, los temas siguientes:

     • La violencia escolar, realizando entrevistas o un test sociométrico, a los alumnos, en forma anónima, para que podamos conocer su actual situación y, en su caso, prevenir esta problemática.     • Reacción ante las situaciones conflictivas.    • Favorecer las relaciones positivas. - Aplicar sanciones proporcionalmente al acto violento.- Derivar inmediatamente hacia el estamento que mejor pueda resolverlo y tome las medidas oportunas.- Proponer al Equipo de Conducción para implementar un proyecto/programa a nivel general de Escuela.

Si creo que un alumno puede estar ejerciendo maltrato.

Debo sospechar que un alumno está ejerciendo maltrato cuando:- Mantiene comportamientos agresivos:        . Ejerce maltrato        . Realiza bromas pesadas        . Manifiesta ira descontrolada por razones poco significativas

.  Insulta y amenaza a sus compañeros.- Ignora los derechos de los demás.- Mantiene una intolerancia y actitudes prejuiciosas a las diferencias de los demás. - Se muestra enfadado con frecuencia, impaciente y emplea tonos despreciativos en sus valoraciones sobre los demás. - Se siente con frecuencia insatisfecho, sin motivación para trabajar con los demás. - Trata de imponer sus criterios utilizando la agresividad verbal o física. - No controla sus reacciones. - Tiene un historial previo de problemas de disciplina y de violencia.- Pertenece a pandillas violentas.- Tiene peleas con los compañeros y/o familiares.- Destruye el material de los compañeros o del centro.- Posee objetos que pueden ocasionar violencia.- Realiza amenazas para hacerse daño así mismo o suicidarse.- Suele ser fuerte físicamente.- Posee escasas habilidades sociales.- Tiene dificultades para seguir normas.- Mantiene relaciones negativas con los adultos.- Ofrece bajo rendimiento escolar.- Nula capacidad autocrítica y alta autoestima en aspectos no escolares.

¿Qué puedo hacer?-Hablar directamente sobre lo que está pasando.

- No ocultar la información o la sospecha que se tiene y afrontar la situación. - Informarle claramente y sin concesiones de que estas situaciones deben pararse y que es su deber reparar los daños y cambiar su actitud. - Ponerte en contacto a través del tutor, departamento de orientación, Jefatura de Estudios, para conocer con detalle su actitud en relación con los compañeros. - Indagar sobre su participación en grupos que actúan impunemente y comunicarle que debe de romper ese tipo de vínculos saliendo del grupo si es necesario. - Ofrecerle tu ayuda para que pueda modificar la situación social en la que se encuentra. - Hacerle ver que esas conductas son dañinas y peligrosas tanto para las víctimas como para él y que este problema nos preocupa tanto o más que el rendimiento académico y que nos sentimos en la obligación de protegerlo. - Nuestra actitud debe de ser firme y decidida de rechazo hacia esos comportamientos, sin necesidad de incluir la amenaza ni la violencia. - Dejarle claro que los pasos que damos son precisamente porque nos preocupa y porque nos sentimos obligados a hacerlo para mejorar su desarrollo personal. - Hay que obligarle a reparar los daños. - Una vez puestas las medidas, observar cuidadosamente los posibles cambios.

…..En la sobremesa de una familia cualquiera de esta zona conurbada, uno de sus integrantes, una joven que ejerce la docencia en una escuela pública de nivel básico, soltó un relato que llegó hasta la redacción, por voz de otro participante en esa comida de un día no muy lejano.

El comentario de quien, como ya se citó, es maestra de educación primaria, fue en el sentido de que al poner mayor atención en uno de sus alumnos, se dio cuenta que el niño presentaba huellas de aparente violencia en brazos. De inmediato preguntó al estudiante, quien renuente se negó a responder.

Tras llevarlo a un estadio de confiabilidad, se sinceró y adujo solamente que las marcas en su cuerpo eran resultado de uno de esos nuevos “juegos” que ponen en práctica los escolares de ahora. Qué tal?, revelador y escalofriante al mismo tiempo.

La advertencia hacia quien en esta ocasión protagonizó el rol de víctima en el “juego” revelado, fue de no volver hacerlo y el caso quedó

documentado en la escuela, aunque sí se convocó a los padres, de todos los involucrados, para enterarlos de la situación, y al mismo tiempo recomendar un mayor seguimiento sobre las actividades extramuros de sus hijos.

Informarse sobre cuáles son las nuevas formas de entretenimiento de los niños y adolescentes de hoy en día. La exposición a nuevas tecnologías sin vigilancia tal parece que está comenzando por cobrar las primeras facturas a una nueva generación de padres, que crecimos en un modelo diferente de familia.

No por nada el bullying, que es la violencia entre los mismos escolares, y otro tipo de fenómenos que se gestan al interior de los planteles educativos, registra índices alarmantes. Al respecto, las autoridades educativas poco o nada hablan sobre el asunto, en tanto que los datos que se conocen son porque organizaciones civiles, preocupadas en el tema, los documentan.

A la par de lo que está sucediendo y lo que se deja de hacer al interior de las escuelas en el tema violencia estudiantil, la falta de vigilancia policiaca hace más vulnerables a los escolares, quienes están siendo víctimas de asaltos y/o agresiones.

Nunca será suficiente lo que se haga por prevenir la integridad de nuestros niños y jóvenes, por eso la obligación de redoblar esfuerzos es de todos, padres, maestros y autoridad, sin escatimar un gramo de esfuerzo, un segundo de vigilancia y un peso de presupuesto.

Maltrato entre iguales en una comunidad educativa

El maltrato entre iguales pone en evidencia la existencia de problemas de relación interpersonal. Sin embargo, la convivencia, e incluso la disciplina, son valores que deben abordarse en positivo, como objetivos fundamentales que son del proceso educativo, el cual persigue la adquisición de actitudes de aceptación y respeto, prepara al niño y al adolescente para la vida adulta y facilita un clima adecuado para la enseñanza y el aprendizaje. Los problemas de convivencia no pueden presentarse sólo en términos de conflicto y violencia, sino como oportunidades para reflexionar y mejorar las relaciones entre todos los miembros de la comunidad educativa. La mejora de la convivencia exige un enfoque integrado, ya que se inserta en la política general del centro, e integrador, pues incorpora actuaciones en diversos ámbitos. Estos ámbitos van desde los más globales, que atañen a la organización del centro y a la participación de la comunidad educativa, hasta los más particulares, que tienen que ver, por ejemplo, con el apoyo a un alumno o alumna víctima de agresiones. Es de esperar que todos los centros educativos hayan abordado medidas preventivas para la mejora de la convivencia escolar. La sospecha de que

existe un caso de maltrato entre iguales nos proporciona una ocasión para revisar y profundizar en esas medidas, o para ampliar su alcance. A continuación, se ofrecen algunas orientaciones generales sobre qué tipo de actuaciones pueden abordarse desde una perspectiva más amplia que la del mero tratamiento individualizado de la víctima, los agresores y los observadores. 

Medidas a tomar

• Sensibilizar a la comunidad educativa sobre el fenómeno del maltrato entre iguales y fomentar en el alumnado el debate sobre el mismo. • Evaluar el clima del centro y las concepciones previas del profesorado y el alumnado sobre lo que significa convivencia y disciplina. • Desarrollar programas de educación en valores. • Establecer programas de formación del profesorado y del resto de miembros de la comunidad educativa.• Establecer estructuras para la mediación y resolución de conflictos, si no existieran. • Revisar el Reglamento de régimen interior y el Proyecto educativo, si procede, con participación de todos los miembros de la comunidad educativa. • Establecer mecanismos para la información y colaboración con las familias. • Promover la participación del alumnado en la vida del centro. • Tomar decisiones sobre adecuación del currículo, la metodología, los agrupamientos, el uso educativo de tiempos y espacios, etc. • Tomar decisiones sobre coordinación entre el profesorado, selección de tutores, establecimiento de medidas para el seguimiento individualizado del alumnado que lo precise, vigilancia de pasillos y patio, etc. 

MEDIDAS DE AULA

• Acordar normas claras, concretas y con consecuencias inmediatas a la trasgresión, consensuadas en las aulas. • Fomentar el uso de metodologías cooperativas y participativas en el proceso de enseñanza y aprendizaje. • Programar actividades para la mejora de las habilidades sociales, el desarrollo sociomoral, la educación intercultural y el fomento de una cultura de paz, etc. • Cambiar de grupo a algunos alumnos y alumnas (nunca a la víctima, para que no pierda las posibles redes de apoyo). 

ALGUNAS FÓRMULAS PARA LA INTERVENCIÓN GRUPAL

CÍRCULO DE CALIDAD 

Consiste en la formación de un grupo específico de alumnado que plantea, examina, investiga un problema y propone soluciones al mismo, que pasan a la Dirección de la Institución para su revisión y puesta en marcha. 

APRENDIZAJE COOPERATIVO 

Es una metodología de enseñanza en la que un grupo de alumnos/as trabaja en una tarea común en pequeños grupos. Cada uno de los miembros del grupo debe ser capaz de presentar los resultados (responsabilidad individual) y cada uno de ellos es responsable de que el resto del grupo aprenda lo que se ha propuesto. 

TRABAJO DE TUTORÍA 

Es el foro natural para tratar el desarrollo y la definición de normas de aula contra agresiones y elección de sanciones por el incumplimiento. 

En estas sesiones se abordan las relaciones sociales que se dan en el grupo-clase y se analizan las interacciones entre el alumnado entre sí y entre éste y el profesorado. 

AYUDA ENTRE IGUALES 

Es necesario crear un clima de respeto mutuo hacia y entre todos/as, de sensibilidad y empatía ante las necesidades de protección, apoyo o ayuda especialmente de los más débiles. 

Los sistemas de ayudas entre iguales pueden agruparse en tres grandes bloques: 

1. Agrupaciones de alumnado basadas en interacciones de amistad: Son especialmente adecuadas para alumnado de primaria desarrollándose en actividades de recreo, grupos por afinidad de intereses, dificultades de aprendizaje... Los objetivos de estos programas suelen ir encaminados a la promoción del desarrollo sociopersonal y a facilitar apoyos entre compañeros. 

No requiere una formación específica y se puede llevar a cabo en un buen número de circunstancias escolares. 

2. Sistemas de apoyo que brindan orientación a compañeros/as con necesidades: Son procesos en los que alumnado entrenado y bajo la supervisión de un adulto/a brinda apoyo a sus compañeros/as gracias a su capacidad de escuchar y analizar conflictos. Dentro de esta categoría están las líneas telefónicas, alumnado consejero, alumnado ayudante... 

3. Mediación social y sistemas de resolución de conflictos: Alumnado formado en habilidades sociales, de comunicación y de resolución de conflictos que actúa como una tercera parte en conflictos interpersonales ya existentes entre alumnado o profesorado. 

Cómo apoyar a un escolar víctima de bullying

La experta Nélida Rebollo de Montes dice que “lo más importante en el tema de la violencia entre escolares es la prevención. Sin embargo, debe existir un apoyo permanente hacia el alumno afectado. Un vez que ha ocurrido el hecho hay que romper la barrera del silencio, informar a las autoridades escolares y a los padres, y además buscar apoyo profesional. Sólo si el estudiante agredido se siente apoyado y es atendido podrá superarlo en forma adecuada”.

“Insisto que la clave para combatir el bullying está en la prevención y no en la reacción. Para ello hay que tener en cuenta una serie de consideraciones tanto en el hogar como en el colegio. Se deben presentar normas claras y consistentes, una presencia y compromiso por parte de los adultos y una mayor supervisión en los recreos durante el tiempo que el niño pasa en el colegio. Pero lo más importante es desarrollar habilidades para resolver pacíficamente los conflictos”, aclara Macarena Urenda. 

Las innovaciones arbitrarias en la educación no contemplan los fines superiores de la enseñanza y de la escuela. El salvajismo en marcha está hundiendo la sensibilidad humana en el más desolado abatimiento. (Por Nélida Rebollo de Montes)

Se habla de todo, con respecto a la educación; y, hasta hay una organización de oficinas con vínculos con el Ministro de Educación de la Nación. De esas oficinas y de algunos licenciados surgen innovaciones arbitrarias con fines personales y políticas que nada tienen que ver con el orden y respeto al personal docente.

Ha habido el año pasado tremendos e insoportables ataques violentos contra los docentes, entre ellos, la quema del cabello con encendedores a la propia maestra o profesora ante la risa cómplice del resto de la clase. La educadora reaccionó con una paciencia imposible de creer dada las circunstancias y por quedar inmovilizada ante la irreverencia y maldad de los menores cuya familia no colaboró en nada para aliviar a las maestras y a docentes en general.

No individualizó en esta nota las escuelas y sus autoridades que se comportaron con una inexplicable indiferencia con las víctimas que son sus colegas. Pudo más la teoría de que a los menores ¡no se les debe sancionar! Consultado el ministro de educación opinó igual, como si una conversación que ellos llaman de “convivencia” pudiera borrar o aliviar las afrentas contra un personal cuya misión es enseñar y educar.

El docente maltratado está indefenso tras el cobarde ataque que, en varios casos hubo que internarlos en hospitales o clínicas, por cuenta propia los gastos que demandaba el daño físico y las desproporcionadas consecuencias psíquicas. Si esto sigue así hará falta instalar un puesto policial en las escuelas.

Días pasados se ha repetido la agresión contra una maestra. Esos golpes protagonizados por menores son una réplica propia de las barras bravas abofeteando a docentes por haberles llamado la atención ante el ensañamiento de maltratar a compañeros o educadores. Esas patotas están integradas, a veces, por muchachos de doce a catorce años y se mueven con toda impunidad para atacar a educadores de su propia escuela. Esto es observado por condiscípulos y por el personal de la escuela, impotentes para contener a individuos irascibles que emplean una violencia que obliga a ser cautos para evitar situaciones peores.  

En todos estos casos la docente agredida ha debido ser hospitalizada. Hubo otros en que las víctimas han entrado en coma por las palizas recibidas sin que hasta el momento se conozca las severas medidas disciplinarias que corresponde al atacante.

Se han dado graves situaciones de docentes que han sido azotadas no solo por alumnos sino por madres de éstos que no han tolerado una medida simple para que el alumno abandone la perturbación de la clase. Una madre fue al día siguiente de una amonestación a su hijo y sin mediar palabras, ya dentro del aula, tomó de los cabellos a la maestra, la arrastró y comenzó a pegarle puntapiés en la pelvis mientras los alumnos azorados quedaron inmovilizados. ¿Hubo sanciones? Ninguna. Esto pasó en una escuela de Buenos Aires. La información recorrió el país. 

A otra docente mientras explicaba el tema del día, dos o tres muchachones se desplazaron para quemarle con un encendedor el cabello. La educadora quedó paralizada de miedo. Son incontables los maestros agredidos por querer separar a alumnos que se pelean entre sí. Otros casos porque la educadora reprochaba a los alumnos salir de la escuela en horas de clase. Algunos se han encarnizado azotando a sus propias maestras que resultaron malogradas, lastimadas, malheridas de lo que se ha dado cuenta en medios gráficos y en los audiovisuales. Lo inconcebible es que habiendo tomado cuenta las autoridades solo

resolvieron esos casos con comisiones de inservibles creyendo que con diálogo de convivencia el problema se termina.

La internación en hospitales o clínicas ha corrido por cuenta de las víctimas. Hierve la sangre también la incuria de los centros mal llamados de educación donde el desbarajuste y el salvajismo son pavorosos. Nadie entendió que la autoridad del educador jamás debe anularse. La idea de semejante dimisión de la persona responsable de la educación ante la sociedad no debe permitir la anarquía. La autoridad del alumno jamás debe anular la autoridad del maestro.

Tras contemplar en los tiempos que corren la autoridad del educador, comprendemos que estamos ante el naufragio total de la educación y la enseñanza en manos de funcionarios incapaces de poner orden, seguridad y respeto, sancionando severamente a los individuos con las más demoledores veleidades y de sus peores pasiones. Hacen la vida imposible del educador, de indudable capacidad intelectual y moral. Esto si se sigue permitiendo prepara el colapso de la educación que ya ha comenzado.

Si los que dirigen la educación no son capaces de neutralizar todo intento de perturbación fraguados por alumnos insolentes, irresponsables, holgazanes deben renunciar, pues la degradación se desliza de arriba hacia abajo y viceversa. La educación del sistema escolar está en bancarrota. Las atrocidades y ensañamientos contra los docentes continúan sin que haya reacción de los que tienen que parar esta crueldad. Solo se limitan a dar respuesta con el recitado de una teoría permisiva más la indiferencia y frialdad burocrática. Los que tienen empleos espléndidos para las innovaciones pedagógicas deben saber que lo que el maestro, el profesor y la docencia en general representan es la formación civilizada y la educación con la jerarquía que les corresponde.

“El respeto al derecho ajeno es la paz” dijo hace más de tres siglos Luis Vives en una irreprochable doctrina. El salvajismo en todas partes y hasta en la escuela exige una auténtica formación ejercida por todos con responsabilidad y respeto.

Vivimos tiempos en que los alumnos consideran que cualquier tipo de límites que se ejerza sobre ellos constituye un atropello intolerable y piensan que su papel en este mundo es hacer lo que se les da la gana y consideran que los adultos son incapaces de comprenderlos. Con esto no nos proponemos que se instale una disciplina inapelablemente autoritaria pero hay que reconocer que los docentes no están solo para tolerar cualquier forma de disturbio y violencia en la escuela. 

A pesar de los excesos en que incurren algunos grupos organizados de alumnos violentos hay maestros bondadosos, pacientes, excesivamente

tolerantes que solo atinan a lanzar una mirada severa a modo de advertencia y debe recurrir a imponer una disciplina moderadamente coactiva para lograr el orden necesario para el trabajo escolar. No obstante, el libertinaje se ha impuesto junto un desbarajuste que avanza sobre la escuela a pasos agigantados. Es entonces, cuando el maestro, responsable y dotado de juicio entiende que debe prevalecer sobre el educando que no deja trabajar a los demás condiscípulos. En términos de derecho no puede quedar a merced de cualquier tropelía. No se trata de manejar el orden de la clase con un autoritarismo rígido ni tampoco hacerse el distraído cuando el libertinaje disolvente avanza con adolescentes insolentes y agresivos.

La disciplina escolar es necesaria para avanzar con el programa. Entonces se impone enseñarles a los más díscolos que no se puede dar rienda suelta a los impulsos inmediatos y hacer lo que a uno le venga en gana. Hay que enseñar que la libertad es la capacidad de resolver racionalmente el problema de la propia conducta.

La educación es una forma superior de esa adaptación y la disciplina racional es su instrumento específico, pues el concepto de libertad es estrictamente correlativo del de responsabilidad. Nadie que no sea declarado responsable de sus acciones puede ser declarado plenamente libre. La persona responsable que tenga a su cargo sujetos irresponsables asume la parte de responsabilidad que a éstos se les niega por su seguridad y la seguridad de todos. Esto es evidente y el desprecio a esa evidencia puede conducir a la tragedia. ¿Exageramos? La información diaria da cuenta que la blandenguería ha ocasionado desgracias. Actos increíbles se suceden con intervención directa de jovencitos que no dudan en agredir brutalmente a otros jóvenes.

La escuela, los boliches, la calle son escenarios de actos increíbles sin que los maestros y, especialmente, los encargados de la seguridad hayan encontrado la solución a la que se opone la propaganda del libertinaje infantil y juvenil. Pero también la culpabilidad alcanza directamente a las autoridades gubernamentales que no quieren darse por enterados de la espantosa inseguridad que vive el pueblo argentino. Los docentes, los padres y la comunidad educativa van a tener que reaccionar enérgicamente.

En cuanto a los docentes se los castiga con el salario escaso y la autoridad negada, la dignidad mentida y gravísimos peligros, a punto tal, que los educadores son maltratados por ciertas madres alteradas porque reprendieron al “nene”. Solo resta esperar que la juventud descarriada, no siga el dictado de sus crueldades puesto que los legisladores pedagógicos dejan en total abandono a los docentes. De esto no se habla. ¡Viva el

desorden y la crueldad parecen decir los que tienen los medios y el poder para terminar con los abusos perversos y no lo hacen por especulación!

La pedagogía de la libertad no debe excluir las normas, las reglas ni el principio de autoridad. Basta ya de recordar a los docentes para criticarlos cuando reclama dignidad, un sueldo decoroso y cuando toma vacaciones, mucho menos que otros profesionales privilegiados que descansan muy seguido y son dueños de su tiempo. También el poder en el gobierno dispone de descansos muy seguidos, viajes con todo pago y sin rendir cuentas a nadie.

Actividad formativa nº6 ¿Cómo abordar los fenómenos de intimidación y maltrato entre alumno?

1. ¿Cuáles son las manifestaciones más frecuentes de maltrato y/o de acoso entre iguales? Explique

2. ¿Qué se debe tener en cuenta para detectar los diferentes casos de maltrato entre pares?¿Cómo proceder?¿Qué pasos se deben seguir?

3. ¿Cómo se debe apoyar a las victimas de maltrato?

LA PREVENCIÓN

Campaña de concienciación e información a los alumnos sobre: qué es el bullying y los derechos de las personas.

Talleres para los alumnos donde se trabajen técnicas que fomenten la tolerancia y el respeto.

Talleres para los alumnos donde se trabaje el autoconcepto, la autoestima positiva y la asertividad...

LA INTERVENCION

Cualquier intervención dirigida a mejorar la convivencia ya es una acción preventiva de las conductas de bullying. Pero hay programas de prevención específicos dirigidos a todos los alumnos del centro, así como programas de intervención en casos concretos,

LA MEDIACION

En los casos de maltrato entre iguales no es posible una mediación tradicional porque no se cumplen los requisitos. Es difícil que las partes se

sometan voluntariamente a un procesó mediador: el agresor no siente la necesidad de llegar a un acuerdo y la víctima tiene demasiado miedo para proponerlo. Además, entre ellos se ha establecido una relación de dominio-sumisión que dificulta el encuentro. Es necesario desorganizar esta relación. Se trata de conseguir modificar este vínculo patológico, que se alimenta de la presencia de espectadores activos, ayudando a los protagonistas a substituir la estructura maltratadora por otra nueva, asumiendo cambios personales. “La mediación en los casos de maltrato entre iguales en la escuela”(bullying). Collell, Jordi y Escudé, Carmen.

El maltrato entre iguales es una forma de abuso de poder manifestada en las escuelas; tiene unas características propias que hacen necesaria una intervención específica. La mediación puede ser una herramienta muy útil, siempre y cuando se adapte a estas características diferenciadas.

La escuela, reflejo de una sociedad:

Las transformaciones aceleradas de los últimos tiempos, el incremento de la presión mediática de la sociedad de la información, y las profundas alteraciones sociales de nuestra época, evidencian la necesidad de un cambio en los sistemas educativos.

En este sentido, la problemática actual del sistema escolar puede concretarse en intentar establecer unas infraestructuras heredadas del s. XIX, con unos maestros del S.XX y unos alumnos del S.XXI.

El proceso de MacDonalización mediante el cual los principios de la restauración rápida se encuentran cada vez más presentes en un gran número de sectores de la sociedad (estandarización de las tareas, control rígido del tiempo establecido para cada una de ellas, pérdida de la dimensión cualitativa i del propio sentido del trabajo,…), también repercute en la escuela (Soares, 2000).

También lo hacen el proceso de globalización y las políticas neoliberales que fomentan la exclusión, la competitividad y el deterioro de las estructuras tradicionales de solidaridad en contra de la inclusión, es decir, de la integración de la mayor parte de la población en las redes sociales (Melillo et al., 2001)

Sin olvidar que cada vez hay más voces que preconizan que el problema de salud más importante que alterará las sociedades desarrolladas del s. XX, será la salud mental (un sistema que ha 'enloquecido' las vacas y que ahora está volviendo locos a los hombres).

Las transformaciones de la estructura familiar también son elementos a considerar. El acceso masivo de la mujer al mundo laboral ha provocado que los niños accedan al sistema educativo con una edad cada vez más

precoz, y que estén más tiempo con sus iguales; en este sentido, se habla de hiperescolarización. Estas transformaciones también se concretan en la evolución de la familia extensa (muchos adultos para pocos niños) a la familia nuclear y a menudo monoparental, con los cambios que ocasiona en el proceso de socialización de los niños, que antes se socializaban entre los adultos y ahora se socializan mayormente y de modo más primerizo en el grupo de iguales (Alsaker F, 1993). La escuela debe afrontar esta nueva situación con nuevos planteamientos.

También cabe considerar la presencia mediática de la violencia, constante en nuestro entorno, y las repercusiones que también tiene en la vida escolar. En este sentido, es prioritario promover el bienestar en la escuela de manera comprensiva (Salomäki, 2001). La violencia incrementa la ansiedad, los miedos y las percepciones de indefensión. Esto tiene importantes repercusiones en la salud mental de niños y jóvenes, así como en la de los adultos que les rodean, de modo recíproco.

EL COMIENZO DE LA INTERVENCION EN LA ESCUELA

De lo expuesto anteriormente, se ve la necesidad de educar para la convivencia de un modo integral:

Gestión democrática del centro: resolución de conflictos, mediación, disciplina positiva, fomento de la participación de la comunidad educativa…

Incorporación en el currículum de la educación socio emocional: educación en valores, educación intercultural, educación para la paz, programas de competencia social, técnicas de resolución de conflictos, filosofía para niños,…

Metodologías de enseñanza-aprendizaje: basadas en esquemas de trabajo cooperativo.

El método de intervención se inspira en el Shared Concern Method (Método de Responsabilidad Compartida). Parte de la base que el fenómeno violento produce efectos sobre los protagonistas y los espectadores que retroalimentan los comportamientos violentos. Se trata de conseguir interrumpir estos actos con propuestas de tareas concretas para los protagonistas y para los seguidores del fenómeno.

Este método ampliamente probado con buenos resultados aplica un tipo de mediación con características propias, que mantiene aspectos básicos de la mediación como son el hecho que el mediador:

Mantenga una posición neutral si favorecer una parte o la otra.

Escuche atentamente a ambas partes.

Evite el despecho y confíe en la solución.

Muestre empatía y comprensión sin emitir juicios.

Tenga como objetivo llegar a un acuerdo que mejore la situación de ambas partes

Pero hay aspectos particulares de la mediación que deben ser diferentes:

Rol: modelo de entrevista diferente para agresor, víctima y espectadores.

Procedimiento: inicialmente no entrevista conjuntamente a agresor y víctima. No se centra en los desacuerdos.

Neutralidad: el mediador manifiesta un rechazo a la situación.

Ofrecer soluciones: Nunca ofrece sugerencias, sino que hace que surjan de los propios protagonistas.

Negociación: las reglas se transmiten de manera no verbal durante las entrevistas.

Finalizar la mediación: La finalidad del método es reindividualizar los miembros del grupo; conseguir que las personas implicadas reflexionen sobre su actuación y las consecuencias, y cambien sus planteamientos hasta llegar a hacerse personalmente responsables de su conducta. El objetivo final de la intervención es llegar a un acuerdo conjunto para mejorar la situación de la persona que sufre, en el que ella misma debe aportar posibles cambios para su actuación. Programa de sensibilización contra el maltrato entre iguales (M.ª Inés Monjas y José M.ª Avilés)

1ª Consideración: Programa de sensibilización y de prevención

Este trabajo es un programa de sensibilización que pretende por tanto concienciar y mentalizar a las y los destinatarios. Es un programa de prevención ya que la sensibilización es una forma de prevención precoz.

No es un manual, ni una guía, ni un libro de recetas; tampoco es un programa de intervención ni de actuación en casos concretos de intimidación entre escolares. Las personas interesadas en estos aspectos deben consultar la bibliografía especializada.

Fundamentalmente es un conjunto de ideas y materiales para analizar, reflexionar, comentar y debatir. Trata de aportar orientaciones, sugerencias y pistas que pueden ayudar a las y los profesionales en la detección e intervención del maltrato entre compañeros/as.

2ª Consideración: Maltrato entre iguales

Se utiliza la expresión “relaciones entre iguales“para referirse a las interacciones que se llevan a cabo entre un/a chica/o y otra/s chica/os, siendo la principal característica de esta relación precisamente que los interactores son iguales o muy parecidos en cuanto a edad, intereses, características, roles, etc., de forma que están en una posición social semejante. Además las relaciones entre iguales se caracterizan por ser paritarias y simétricas y se regulan básicamente por la ley de la reciprocidad, entre lo que se da y lo que se recibe.

La importancia de la interacción entre iguales o pares está avalada por numerosas investigaciones que constatan la sólida relación existente entre una buena competencia interpersonal y la adaptación social y académica de niños/as y adolescentes

Las relaciones con los otros niños y niñas se consideran, en una gran mayoría de los casos, como lo mejor del contexto escolar. Sin embargo, en determinados casos, el contacto con los/las otros/as se convierte en fuente de estrés y malestar personal, pudiendo ser la causa de determinados problemas y desajustes en los sujetos que lo padecen (problemas emocionales y afectivos, baja autoestima, suicidio, etc.). Concretamente, en algunas ocasiones estas relaciones igualitarias se ven amenazadas pasando a ser desequilibradas, regulándose por el esquema dominio sumisión; hay algunos/as que dominan y otras/os que se someten o son sometidas/os

En este programa nos vamos a referir, estrictamente, a un conjunto de problemas que pueden aparecer en estas relaciones que denominamos maltrato entre iguales; nos referimos a violencia entre iguales, que es el maltrato (físico, psicológico, sexual o social) sistemático de un/a chico/a hacia otro/a; a la victimización de un/a chico/a por sus propias/os compañeras/os o colegas. No es maltrato de adultos hacia menores.

Tampoco nos referimos a indisciplina ni a violencia en general ni a otros problemas relacionados como racismo o xenofobia, sino a un aspecto particular.

3ª Consideración

Educación para la convivencia a través de la “revaloración” de los valores

Creemos que el maltrato entre iguales debe abordarse en el marco de la educación para la convivencia, del desarrollo de la competencia personal y social y del clima de relaciones interpersonales. Entendemos el maltrato entre escolares como un problema de convivencia, una forma de malas

relaciones entre iguales y, en definitiva, como un fracaso en el aprendizaje de la competencia social.

Por otro lado, se tendrá una respuesta más «especializada», cuando es, consistente en programas específicos destinados a hacer frente a aspectos determinados del problema de comportamiento antisocial o a manifestaciones más concretas del mismo, que técnicamente se denominaría prevención secundaria y terciaria (Trianes y Muñoz, 1997; Díaz-Aguado, 1992; Díaz-Aguado y Royo, 1995; Gargallo y García, 1996; Pérez, 1996). Se trata de programas más o menos ambiciosos, desarrollados por expertos, y que se vienen aplicando en centros educativos españoles desde hace años. Los cuatro que se presentan y describen a continuación tienen en común haber sido evaluados seriamente, quedando contrastada su eficacia.

Programa de Desarrollo Social y Afectivo en el aula (Trianes, 1995; Trianes y Muñoz, 1994, 1997). Ha sido aplicado en varias escuelas de Málaga; se compone de tres módulos que se desarrollan en el aula. Sus objetivos son: la construcción de un estilo de pensamiento para la resolución no agresiva de problemas; una perspectiva moral en la evaluación ante y post-reflexiva de una conducta dada; la práctica y el aprendizaje de la negociación, la respuesta asertiva y la prosocialidad (apoyo y cooperación) en distintas situaciones posibles; el desarrollo de la tolerancia hacia las diferencias personales y la responsabilidad social; el aprendizaje de procedimientos democráticos de confrontación verbal, y la muestra de respeto y de aceptación hacia las decisiones tomadas por mayoría.

Una vez aplicado, la evaluación del programa se centró en la aceptación social valorada por los iguales, las habilidades sociales autopercibidas y las habilidades sociales valoradas por el profesor. Se obtuvieron resultados muy positivos en habilidades sociales autopercibidas, también en su valoración por parte de los profesores y por test sociométricos. Los autores intentaron, así mismo, identificar variables relevantes que pudieran mediar o estar influyendo en la consecución de los objetivos del programa. Identificaron el «conflicto percibido por el profesor en el clima de aula» como una de tales variables relevantes, con influencia significativa sobre el éxito potencial del programa.

Programa para promover la tolerancia a la diversidad en ambientes étnicamente heterogéneos (Díaz-Aguado, 1992, y Díaz-Aguado y Royo, 1995). Los elementos principales de este programa son: aprendizaje cooperativo con miembros de otros grupos étnicos; discusión y representación de conflictos étnicos con objeto de fomentar la adecuada

comprensión de las diferencias culturales y étnicas, desarrollando empatía hacia gentes o grupos que sufren el prejuicio racial, así como habilidades que capaciten a los alumnos para resolver conflictos causados por la diversidad étnica; a través de la comunicación interpersonal, el diseño de situaciones y materiales que incrementen el aprendizaje significativo, conectando las actividades escolares con las que a diario llevan a cabo fuera de la escuela los alumnos desaventajados socio-culturalmente, favoreciendo así actitudes y procesos cognitivos contrarios al prejuicio racial.

Este programa se ha aplicado en distintos contextos y su eficacia ha sido evaluada de forma sistemática. Se aplicó por primera vez en escuelas públicas de Madrid —en aulas con estudiantes de 7 años— que contaban tanto con minorías étnicas (gitanos) como con grupos de alumnos desaventajados socio-culturalmente. Los resultados de la evaluación del programa mostraron diferencias significativas a favor de los grupos experimentales en relación con las siguientes variables: tolerancia a la diversidad y superación del prejuicio (cognitiva y afectivamente, y en términos de comportamiento real); una mejor interacción entre ambos grupos étnicos (payo y gitano); una mejora en la actitud general hacia los compañeros del centro y una mayor motivación hacia el aprendizaje; un importante incremento en la autoestima de los estudiantes y, de modo específico, en el autoconcepto académico de los alumnos gitanos. En una segunda ocasión, el programa se aplicó con alumnos de 10 años en un contexto similar, pero los problemas de relación interpersonal vinculados con el prejuicio racial resultaron ser en este caso mucho más resistentes al cambio.

Programa para fomentar el desarrollo moral a través del incremento de la reflexividad (Gargallo, 1996). En apariencia aún más especializada que los dos anteriores, este programa pretende incrementar la reflexividad de los estudiantes, y el consiguiente descenso de la impulsividad, desde el convencimiento de que existe una relación positiva entre reflexividad y desarrollo moral. El programa incluye una amplia variedad de estrategias cognitivas con las que trabajar en clase con los alumnos. Para la evaluación de este programa se utilizó un diseño cuasi experimental: se encontraron diferencias significativas entre los grupos experimental y de control, tanto en el incremento de la reflexividad como en el nivel de desarrollo moral; también se observó un progreso notable en el desarrollo moral de los sujetos del grupo experimental al comparar los resultados del pretest y del postest.

Programa para mejorar el comportamiento de los alumnos a través del aprendizaje de normas (Pérez, 1996). Este programa se centra en el aprendizaje de reglas de comportamiento tanto en el centro

escolar como en el contexto específico del aula; pretende fomentar la participación del alumnado en la organización de la vida del aula a través de su implicación activa en la construcción de normas de comportamiento. El programa consta de tres fases: análisis de las normas implícitas y explícitas que regulan la vida del aula; construcción de un conjunto de normas y seguimiento de las mismas por medio de la participación democrática de los alumnos; y la implantación del conjunto de normas junto con los procedimientos para asegurar su cumplimiento.

Se utilizó un diseño cuasi experimental para la evaluación: el autor construyó un cuestionario original para la «evaluación del comportamiento en el aula», que debía ser respondido por los profesores. Se encontraron diferencias significativas en términos de mejor comportamiento de los alumnos entre los grupos experimental y de control, diferencias que también se obtuvieron al comparar los resultados del pretest y del postest. El programa demostró ser muy eficaz para hacer frente a problemas de disciplina y de comportamiento disruptivo en el aula, por lo que se le puede suponer un cierto potencial para prevenir otros tipos más graves de comportamiento antisocial en los centros educativos.

PROTOCOLO DE ACTUACIÓN

El Protocolo de Actuación tiene por objeto que el profesorado de un centro educativo sepa cómo actuar en los posibles casos de maltrato escolar entre el alumnado, pues es imprescindible que se actúe de forma inmediata y decidida tanto con el alumnado implicado (víctimas, agresores y espectadores) como con sus familias.

El seguimiento de un protocolo estandarizado contribuye a sistematizar la intervención, concretando las fases y dimensiones que se deben contemplar, proporcionando pautas de acción u orientaciones en situaciones en las que se requiere un procedimiento sistemático para la identificación y resolución del problema y, además, previniendo sobre determinadas actuaciones que, aun pudiendo ser bien intencionadas, pueden resultar inconvenientes.

Este Protocolo de Actuación ante un posible caso de maltrato escolar entre iguales tiene un carácter básico, sin perjuicio de que cada centro educativo pueda adaptarlo o ampliarlo en función de su contexto o de las peculiaridades del caso.

Actividad formativa Nº 7. Modos de Abordaje

1.¿Qué posicionamiento debe tomar las instituciones educativas ante los casos de maltrato entre pares? Explique los pasos a seguir.

2¿Cuál es el posicionamiento y rol del docente?

3.Realizar un posible listado del comienzo de la actuación de la institución escolar frente a los casos concretos

4. ¿Qué consideraciones se deben tener en cuenta siempre, para realizar un protocolo de actuación?

Recogida de información

1.1. Datos identificativos del Establecimiento Escolar y alumnado afectado

Escuela: ……………………………………………………………………………………………

Presunta víctima:

Iniciales del Nombre y Apellidos: ………………………………………………………

Nº de DNI: ……………………………………………………………………………………

Edad: ………………………… Nivel/Grupo: …………………………

Presuntos agresores o agresoras: (indicar por cada persona)

Iniciales del Nombre y Apellidos: …………………………………………………………

Nº de DNI: ……………………………………………………………………………………

Edad: ………………………… Nivel/Grupo: ………………………………………………

Fecha del requerimiento de intervención: …………………………………………………

Agresión verbal

Insultar a alguien. (Directa)

Hablar mal de él/ella. (Indirecta)

Poner motes. (Mixta)

Agresión física indirecta

Esconder cosas a alguien.

Romperle cosas.

Robarle cosas.

Agresión física directa

Golpear a alguien.

Intimidación/ chantaje /amenaza

Amenazar a alguien para meterle miedo.

Obligarle a hacer cosas.

Amenazarle con armas.

Acoso o abuso sexual

Acosar sexualmente.

Abusar sexualmente.

Observación: La terminología utilizada en esta Guía para describir las conductas de maltrato escolar entre iguales tiene por objeto su fácil comprensión y uso en el ámbito educativo. La posible coincidencia de esas expresiones con denominaciones que la legislación reserva a algunas faltas o delitos no implica necesariamente que las mismas tengan relevancia penal.

Intervenciones de urgencia

La Guía recoge también las medidas que es necesario adoptar inmediatamente en tales situaciones a fin de garantizar la protección de la víctima y los derechos de las personas, así como las actuaciones que deben seguirse en los centros educativos para la detección, intervención educativa de urgencia y derivación, si procede, a otras instancias.

Importancia de la prevención

En la tercera parte, la Guía aporta información destinada a favorecer la labor de prevención y remite a los Programas y materiales elaborados al efecto por el Departamento de Educación, cuyo objetivo principal es sensibilizar a la comunidad educativa, estimular la participación, especialmente del alumnado, así como orientar la labor tutorial y el tratamiento grupal e individual de éste.

Intervención coordinada

En el maltrato escolar entre iguales y, en general, en todos los conflictos de convivencia, es preciso asegurar la intervención coordinada de todos los profesionales de la Educación tanto a nivel de centro educativo (equipo directivo, tutor/a, orientador/a, consultor/a, equipo docente, comisión de convivencia…), así como del centro con las familias y los servicios externos (Berritzegune, Inspección de Educación, Servicios de Salud, Servicios Municipales…).

También es sumamente importante que cualquier miembro de la comunidad educativa que detecte un posible caso de maltrato lo ponga inmediatamente en conocimiento de la Dirección del Centro.

Necesidad de confidencialidad

Es necesario subrayar la necesidad de respetar el principio de confidencialidad que debe guiar toda actuación educativa, y muy especialmente en estos casos.

Difusión de la Guía

Es conveniente que el equipo directivo dé la máxima difusión del contenido de esta Guía a todos los miembros de la Comunidad Educativa.

Partes de la Guía

Esta Guía consta de tres partes diferenciadas:

Definición de maltrato escolar entre iguales (acoso escolar o bullying).

Protocolo de Actuación ante casos de maltrato escolar entre iguales.

Medidas preventivas.

Se incluye además un apartado de anexos que completan la Guía y que facilita la puesta en práctica de las medidas que se proponen en ella.

Características de la Guía

Las características básicas de esta Guía son las siguientes:

Carácter orientador

La finalidad de este documento es proporcionar una orientación que facilite el tratamiento de posibles casos de maltrato escolar entre iguales que puedan detectarse en un centro escolar.

En este sentido, debe entenderse la Guía como una propuesta de actuaciones básicas que cada uno de la comunidad educativa puede implementar:

- Organizar círculos de padres y madres: reuniones para que tengan una mayor conocimiento del problema y de lo que pueden hacer al respecto, reflexión sobre diversos temas dirigidos a distintos colectivos.

- Motivar a los familiares en la participación de redes sociales de ayuda a fin de utilizar recursos comunitarios en la prevención y contención de la violencia en los centros.

- Participar en programas de formación del Departamento de Educación, Universidades e Investigación (Formación de los diferentes profesorados, cursos, talleres y seminarios ) y en otros programas formativos.

- Divulgar entre el profesorado, alumnado y las familias orientaciones básicas sobre el maltrato y su prevención.

- Medidas educativas en el aula para la prevención y el tratamiento individualizado del maltrato

Las medidas educativas que a continuación se presentan se desarrollan preferentemente en el ámbito del aula y a través de la tutoría individual y tienen por objeto formar personas conscientes, críticas, responsables y comprometidas en la construcción de relaciones personales y sociales justas y solidarias:

- Potenciar la tutoría individual y grupal como espacio privilegiado para promover conductas prosociales y valores de convivencia que contribuyan a la integración de cada alumno y alumna en su grupo de referencia, así como a la mejora del clima y cohesión del mismo.

- Mantener por medio de la tutoría individualizada una relación directa con el alumnado, especialmente ante cualquier indicio de un conflicto.

- Utilizar las sesiones de tutoría y juntas de evaluación para detectar posibles situaciones de maltrato entre el alumnado, analizando también los casos de absentismo escolar por su posible relación con conductas de maltrato entre iguales.

- Mantener a través de la acción tutorial contactos periódicos con las familias para compartir información y asegurar la mutua colaboración.

- Poner en conocimiento del orientador/a o consultor/a del Centro los indicios o situaciones que puedan derivar en posible maltrato para que los analice y asesore al equipo docente sobre la, intervención más conveniente.

- Establecer por parte de todo el equipo docente relaciones cercanas y de escucha con los/as alumnos/as.

- Trasmitir un mensaje nítido de tolerancia cero ante cualquier conducta agresiva que se manifieste en el grupo de iguales.

- Ejercitar técnicas de autocontrol, empatía y resistencia a la frustración. - Observación sistemática a través de indicadores de maltrato.

- Recogida de información procedente de distintas fuentes (Profesorado, familias, personal no docente, alumnado…) mediante entrevistas, cuestionarios, pruebas sociométricas…

- Detección de los lugares y momentos de riesgo.

- Análisis de causas de la situación.

- Priorización y planificación de objetivos.

- Actuaciones y medidas para su logro.

- Seguimiento y evaluación.

- Necesidades de formación.

- Estrategias para la difusión a toda la comunidad educativa.

- Promover la participación en la elaboración y revisión del Proyecto Educativo del Centro, destacando los valores y normas que pretenden desarrollar actitudes prosociales de igualdad, respeto, apertura y diálogo, fomentando el consenso en la toma decisiones.

- Revisar el Proyecto Curricular de Centro, incluyendo en él la educación para la convivencia y la resolución de conflictos, desarrollando estrategias de negociación, mediación, conciliación y arbitraje.

- Promover la participación en la elaboración y revisión del Reglamento de Régimen Interno, incluyendo una normativa de antiacoso.

- Establecer medidas generales para la mejora del clima escolar desarrollando programas de comunicación y mediación en conflictos, donde los alumnos/as adquieran competencias personales y sociales como asertividad, autoestima, empatía y habilidades de comunicación fundamentadas en valores ético-morales.

- Mejorar el ecosistema de la escuela, crear zonas más atractivas de ocio, mejorar los espacios de recreo, organizar grupos de juego dirigido por el alumnado...

- Adoptar medidas organizativas que posibiliten la implicación de todo el profesorado en las labores tutoriales, mediante la asignación de tutorías individualizadas, tutorías grupales compartidas…

- Crear estructuras organizativas y directivas que respalden y refuercen a los docentes ante las complejas demandas de las situaciones de maltrato.

- Establecer canales para la denuncia de situaciones de maltrato con garantía de confidencialidad: buzón de socorro, tablón de denuncias y quejas, cartas anónimas, e-mails de ayuda, web de centro…

- Contar con un procedimiento interno claro de intervención para abordar los episodios de maltrato.

- Promover encuentros, conferencias y talleres para toda la comunidad educativa orientados a la construcción de una convivencia positiva que contribuya al logro del bienestar personal y la mejora de los procesos de enseñanza-aprendizaje: reuniones de tutoría, escuelas de padres/madres...

- Diseñar un programa de formación y sensibilización con las familias.

- Implicar a los padres y madres para que participen en las estructuras y medidas de mejora de la convivencia del centro.

MEDIDAS PREVENTIVAS PARA EL TRATAMIENTO DEL MALTRATO ENTRE IGUALES EN EL ÁMBITO ESCOLAR

El desarrollo de programas o planes de convivencia en una comunidad educativa constituye una de las principales medidas para prevenir los episodios de maltrato entre el alumnado. Está constatado que la mejor prevención de cualquier tipo de violencia en los centros educativos consiste en que las relaciones de la comunidad educativa se fundamenten en los derechos y deberes de todas las personas, en el respeto a la dignidad, en criterios educativos e integradores que promuevan conductas prosociales y en el uso del diálogo para el abordaje de los conflictos, aspectos todos ellos que constituyen el núcleo de esos programas y planes de convivencia.

Para ello, es necesario poner en marcha en los centros educativos un proceso de superación de la cultura de la violencia que haga posible no sólo que el alumnado se socialice, sino que desde los centros educativos se haga visible a la comunidad educativa que el diálogo, el respeto, la responsabilidad y la comunicación son la base de la convivencia.

Entre las medidas preventivas se diferencian aquellas de carácter general, que van orientadas sobre todo a la mejora general de la convivencia del Centro, de otras más relacionadas con el maltrato y acoso entre iguales, que normalmente se aplican a nivel de grupo clase o de forma individual, si bien pueden afectar también a toda la comunidad educativa.

Medidas organizativas que favorecen la sensibilización e implicación de toda la Comunidad Educativa

La colaboración familia-centro es uno de los factores clave para la mejora de la educación y de la convivencia escolar, como lo son la implicación de todo el profesorado y la participación de alumnado para que se sienta corresponsable de las medidas que se adopten en el centro, especialmente en los procesos de elaboración, aplicación y revisión de las normas de convivencia.

Algunas de las medidas, impulsadas por el Departamento de Educación, Universidades e Investigación, que pueden favorecer la sensibilización e implicación de toda la comunidad educativa son las siguientes:

- Impulsar la creación del Observatorio de la Convivencia en el centro con la participación representación de toda la Comunidad Educativa.

- Elaborar el Plan de Convivencia Anual, incorporándolo al Plan Anual de Centro y a la Memoria Anual de Centro. Este Plan podría constar de los siguientes apartados:

Justificación.

- Necesidades y expectativas de la comunidad educativa.

- Diagnóstico de la convivencia en el centro:

- Solicitar colaboración y adquirir compromisos comunes.

- Proporcionar a las familias de las víctimas y de los agresores pautas de actuación con sus hijos/as.

- Actuaciones con/del equipo docente

- Acordar y unificar criterios de actuación.

- Apoyar y facilitar la labor del/la tutor/a,

- Mostrar apoyo inmediato a la persona agredida y garantizar su protección.

- Utilizar un sistema disciplinario positivo, con normas, consensuadas y definidas claramente.

- Intervenir rápidamente ante cualquier conducta de acoso o falta de respeto.

- Facilitar cauces para que el alumnado pueda hacer llegar la información al/la tutor/a u otros miembros de la Comunidad Escolar: Instalar buzones, proporcionar información sobre direcciones de ayuda, etc.

- Promover la implicación del alumnado en la gestión de determinados conflictos (organizar programas de alumnos/as ayudantes o mediadores).

- Evaluar mediante cuestionarios la naturaleza y magnitud del fenómeno y diseñar estrategias de intervención concretas según el caso.

- Poner en conocimiento de las familias implicadas las medidas propuestas en el Plan de Actuación

- Debe informarse a las familias del alumnado implicado de las medidas de carácter individual adoptadas con los alumnos/as afectados/as, así como de aquellas de carácter organizativo y preventivo propuestas para el/los grupo/s, nivel/es y/o centro educativo.. Seguimiento y evaluación de las medidas adoptadas

- La Dirección de la escuela se responsabilizará de que se lleven a cabo las medidas previstas en el Plan de Actuación, informando periódicamente al inspector/a de referencia del centro del grado del cumplimiento de las mismas y de la situación socioeducativa del alumnado implicado. Para ello, conservando la debida discreción, quedará en el centro a disposición de la Inspección Educativa el Anexo III (o el equivalente adoptado por el centro) cumplimentado y adecuadamente actualizado.

Algunos ejemplos: Trabajos escritos de reflexión sobre los hechos, sus consecuencias y la manera de compensar los daños, realización de trabajos al servicio de la comunidad, suspensión del derecho a participar temporal o definitivamente en actividades complementarias y extraescolares, realización de trabajos específicos en horario no lectivo...

Promover la reparación o compensación de los daños causados (petición de disculpas, indemnización económica, otros.)

Apertura de expediente disciplinario.

Otras.

Actuaciones con los/as espectadores o, en su caso, con el grupo de la clase

Plan tutorial: Establecer de manera coordinada la puesta en marcha de los Programas y materiales que al efecto elabora y promueve el Departamento de Educación, Universidades e Investigación.

Realización de actividades que posibiliten el rechazo y la denuncia explícita de conductas violentas en la convivencia entre iguales:

Definir claramente los comportamientos que deben ser denunciados.

Definir claramente el papel que los espectadores juegan en estas situaciones. Analizar la diferencia entre la conducta solidaria de denunciar la injusticia y el ser chivato.

Fomentar actitudes de desaprobación de estas conductas, mediante sesiones de análisis, discusión y búsqueda de respuestas alternativas.

Debatir sobre la falsa seguridad que proporcionan las pandillas y el aparente atractivo de las bandas.

Implicación del alumnado en la creación de un marco protector, preventivo y correctivo del aislamiento y la victimización. – Desarrollar estrategias de ayuda entre iguales.

Integración de todo el alumnado en el grupo y desarrollo de habilidades prosociales a través de trabajos cooperativos.

Enseñar a los alumnos a pedir ayuda, a superar el miedo a ser calificados de chivatos o incluso a convertirse ellos mismos en víctimas.

Informar sobre la posibilidad y recursos existentes en el centro para denunciar situaciones de intimidación, garantizando la confidencialidad (teléfono amigo, buzón de sugerencias, comisión de resolución de conflictos...).

Actuaciones con las familias

Mantener una relación fluida, amable y continuada, ofreciendo espacios y oportunidades para que las familias puedan expresar sus puntos de vista.

Acordar un calendario de reuniones.

Informar de los pasos que se están dando por parte del centro. (Subrayando la importancia)

Actuaciones con la presunta víctima

Proporcionar garantía de apoyo, protección y seguridad a la víctima a través de una persona adulta responsable en quien puede confiar.

Análisis contextual de la situación de violencia.

Tener en cuenta el momento en que se encuentra dicha situación:

Si está en las primeras fases (insultos, bromas pesadas, estigmatización de un compañero por un detalle sobresaliente…): Trabajo inmediato con la víctima para que recupere su equilibrio inicial, no se culpabilice, reduzca su nivel de estrés, no haga generalizaciones, ni adquiera una autoestima negativa.

Si está en fases posteriores (la víctima puede creerse culpable de la agresión o manifestar cambios de conducta): En este caso hay que valorar la posibilidad de apartarla del alumnado agresor y tejer una red de protección afectiva a su alrededor. Sin embargo, hade tenerse en cuenta que las medidas de protección que supongan establecer una separación física entre la víctima y las personas agresoras o espectadoras deben valorarse en extremo, teniendo siempre cuidado de no crear una sensación de exclusión para evitar dar la impresión de una nueva victoria a la persona agresora y estigmatizar más a la víctima, perjudicando su autoestima.

Trabajar la mejora de su autoestima.

Entrenamiento en habilidades sociales: conductas de autoprotección y asertividad; habilidades de trabajo en grupo, desarrollo de destrezas para dejar de ser víctima sin ser agresor, trabajar situaciones de role playing (simular situaciones reales).

Si se considera necesario, derivar a Servicios externos (sociales, sanitarios o a ambos). En este caso debe informarse paralelamente a los padres o responsables legales de la medida adoptada (siempre será más recomendables que dicha medida se adopte de acuerdo con ellos).

Actuaciones con el alumnado presunto agresor

Intervención inmediata con las personas acosadoras transmitiendo un mensaje nítido de tolerancia cero a cualquier agresión.

Organizar entrevistas individualizadas para:

Concienciación de la gravedad del problema.

Identificación de conductas violentas.

Análisis sobre la causa de su actitud.

Reflexión y reconocimiento del daño causado.

Trabajar la empatía y el razonamiento moral.

Programas de entrenamiento en habilidades sociales.

Programas de autocontrol de la agresividad.

Aplicación de medidas educativas, correctoras y/o sancionadoras:

Las sanciones deben tener una orientación educativa, tendente a la reflexión y toma de conciencia de los hechos, al cambio de actitud y a la reparación del daño.

Triangular la información

Se trata de buscar puntos de encuentro, coincidencias, confluencias y las divergencias entre las diversas fuentes de información. A partir de los datos obtenidos, el centro tratará de establecer si hay indicios de maltrato entre iguales así como el tipo y la gravedad del mismo.

Para ello, puede recurrirse a la definición, características y tipo de maltrato que se incluyen en la primera parte de este documento, así como utilizar las hojas de triangulación de datos incluidas en el Anexo I a partir de la información obtenida de las diferentes personas consultadas.

Determinar si es o no un caso de maltrato entre iguales, a efectos educativos

A la vista de los datos obtenidos, el centro precisará si la situación detectada es o no un caso de maltrato entre iguales, de acuerdo con la definición presentada en la primera parte de la Guía.

Poner en conocimiento de la Supervisión Educativa

Cuando se determine un caso como maltrato entre iguales, a efectos educativos, se pondrán en conocimiento de la Inspección Educativa, mediante informe escrito, los hechos denunciados y las medidas adoptadas.

Igualmente, en cualquier situación en la que se produzca denuncia policial, judicial o quejas en sus distintas instancias, se procederá también al envío del informe escrito a la Supervisión Educativa. Se adjunta modelo de informe (Anexo II).

Si analizado el caso se determina que no se trata de maltrato entre iguales, es aconsejable informar igualmente a la Inspección Educativa, indicando la calificación que se otorga a los hechos y las medidas que se tomen en su caso.

Plan de Actuación

El centro elaborará un Plan de Actuación para lo que, si lo considera necesario, puede solicitar el asesoramiento correspondiente, así como de la Supervisión Educativa. Este plan tiene que definir conjuntamente las

medidas a aplicar en la Institución, en las aulas afectadas y con el alumnado en conflicto, y debe garantizar el tratamiento individualizado tanto de la víctima como de cada una de las personas agresoras y del alumnado “espectador”.

Este plan debe recoger por escrito las medidas a aplicar en la Institución Educativa.

A continuación, se proponen algunas orientaciones para la elaboración de dicho Plan de Actuación, que estará en consonancia con el Plan General de Convivencia del Centro que se está impulsando desde el Departamento de Educación, Universidades e Investigación:

Es recomendable la formación de un grupo de trabajo y/o la designación de un profesor o profesora del centro que coordine, centralice la información, planifique, prepare y convoque las reuniones con las familias, haga el seguimiento del caso y evalúe las actuaciones que se lleven a cabo.

Citar y recibir a la familia y al alumno o alumna víctima en entrevista individual para:

Informar de los hechos en aquellos casos en que no sean conocidos por los padres o representantes legales del alumno.

Conocer el alcance del problema. Determinar si es conocido o no por los padres o representantes legales y, en su caso, qué medidas han tomado hasta el momento al respecto.

Informar sobre las medidas de urgencia adoptadas o que se van a adoptar, recogiendo su opinión y/o las aportaciones que pudieran realizar.

Comunicarles la posibilidad de que pueden denunciar al alumnado agresor cuando hay indicios de hechos delictivos.

Citar y recibir a la familia o familias y al alumnado agresor, así como al resto de implicados, en entrevistas individuales para:

Dar a conocer y recoger información sobre los hechos denunciados.

Determinando si es conocido o no por los padres o representantes legales y, en su caso, que medidas han tomado hasta el momento al respecto.

Informar sobre las medidas de urgencia adoptadas o que se vayan a adoptar, recogiendo su opinión y/o las aportaciones que pudieran realizar al proceso y entendiendo siempre que lo hacen a favor de la resolución del problema y no en una falsa protección del menor a su cargo.

Informar sobre las actuaciones a desarrollar que competen al centro educativo y también sobre las posibles acciones que pudiera tomar la familia o responsables legales de la persona agredida, cuando existan evidencias claras de supuestos hechos delictivos.

. Completar, contrastar y analizar la información

Completar la información mediante cuestionarios, entrevistas y otros procedimientos

El director o directora, o bien las personas del centro designadas como responsables del seguimiento del caso, recabarán la información necesaria de las fuentes que se relacionan a continuación, recogiendo por escrito los datos obtenidos. Esta recopilación de la citada información se realizará de un modo discreto, evitando en el caso de los alumnos o alumnas utilizar métodos que, por su edad, madurez o situación anímica, pudieran resultar lesivos para ellos y/o dificultar la resolución del caso

Alumna o alumno agredido.

Alumna o alumno /s agresores.

Familia o representante legales (de agresor/es y agredido/s).

Tutor o tutora y profesorado de aula.

Compañeros y compañeras de la persona agredida y/o agresora que pueden estar involucrados.

Otros: (sólo en caso de considerarlo necesario)

Personas relacionadas con el centro (cuidadores de comedor, acompañantes de autobús, monitores de actividades extraescolares, PAS…).

-Personas dependientes de otras Instituciones (educadores de tiempo libre,

Bienestar Social, etc.).

Análisis previo del caso e intervenciones de urgencia

Reunión del equipo directivo con el consultor/a u orientador/a para analizar y valorar la intervención necesaria, dejando constancia escrita, mediante el acta correspondiente, de las personas asistentes, los hechos tratados y los acuerdos tomados, garantizando la necesaria confidencialidad de la información.

Adopción de las Medidas provisionales de urgencia que se requieran para proteger a la persona agredida y/o evitar las agresiones en caso de estimarse necesario:

Medidas que garanticen la inmediata seguridad del alumno o alumna agredida

Vigilancia específica del alumnado acosador y del alumno o alumna agredido.

Solicitud de colaboración familiar para la vigilancia y control de sus hijos/as.

Tutoría individualizada con las personas implicadas.

Determinar un adulto del centro al que la víctima pueda acudir en el momento que lo necesite.

Grupos de compañeros formados previamente para acompañar a la víctima, sobre todo en los momentos de mayor riesgo (entradas, salidas, pasillos...).

Reorganización de los horarios del profesorado para la atención específica del alumnado afectado.

Si se considera necesario, cambio de grupo temporal o definitivo.

Dar pautas de autoprotección a la víctima.

Incremento de personal específico.

Solicitud, en su caso, de asistencia domiciliaria.

Otras.

Medidas correctoras dirigidas al alumnado agresor

Amonestación privada por el tutor o tutora o por la Jefatura de estudios.

Trasmisión clara de los comportamientos que no se toleran en el Centro, señalando los límites de lo permitido y haciéndole notar la gravedad del problema.

Solicitud de colaboración familiar para la vigilancia y control de sus hijos e hijas.

Si se considera necesario cautelarmente puede decidirse un cambio de grupo del agresor o de los agresores.

Apertura de expediente disciplinario.

Otras.

Actividades Formativas Nº8 MEDIDAS PREVENTIVAS PARA EL TRATAMIENTO DEL MALTRATO ENTRE IGUALES EN EL ÁMBITO ESCOLAR

1 ¿Cuáles son las actuaciones con/del equipo docente para el tratamiento del maltrato entre iguales en el ámbito escolar? Explique

2. ¿Qué tipo de tratamiento se debe llevar a cabo con los padres/tutores? Explique brevemente.

Primera comunicación a las familias

Las familias deben sentirse escuchadas y respaldadas. Hay que contar con todas las familias afectadas y solicitar su colaboración para la mejor resolución de la situación, evitando actuaciones que puedan dificultar la adecuada gestión de la misma.

El tutor o tutora o bien la persona designada, previo conocimiento del equipo directivo, procederá a:

Lugares donde se produce el maltrato

*Localización de los espacios de agresión:

En la clase

En el patio

En los pasillos

En los aseos

En el comedor

En el gimnasio/vestuarios

En el autobús

En las entradas/salidas del Establecimiento Educativo · Otros (indicar el lugar y las circunstancias): ..................................................................................................................................................................................................................................................................................

El hecho de que el incidente haya ocurrido fuera de las instalaciones del Establecimiento Escolar, no debe ser óbice para que, si se tiene conocimiento del mismo, se informe a los padres o tutores legales, se establezcan las medidas de protección adecuadas que estén al alcance del equipo directivo y/o del profesorado y, si se considera oportuno, se ponga en conocimiento de las instancias oportunas.

. Hechos observados

Las personas adultas responsables de la vigilancia o presentes en el lugar del incidente, han tenido conocimiento de los siguientes hechos:

.......................................................................................................................

.................................

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Persona que recoge la demanda: ...............................................................................

Origen de la demanda de intervención

Procedencia:

Alumno o alumna

Familia

Tutor o tutora

Otro profesorado

Orientador/Consultor/a

Supervisión Educativa

Otros.......................................................

Garantizar la necesaria confidencialidad en la tramitación, teniendo en cuenta que cualquier hecho en el que estén implicadas personas menores debe ser sujeto de la máxima discreción.

Recogida inicial de datos sobre el tipo y gravedad del maltrato denunciado

no /sí/ puntual /repetido

Exclusión social– Activa: no dejar participar– Exclusión por omisión: ignorar al otro

No/ sí /puntual /repetido

Agresiones verbales– Insultos, motes, hablar mal de la víctima,…

No/ sí /puntual /repetido

Agresiones físicas indirectas– Esconder cosas, romper cosas, robar cosas,...

. no /sí /puntual /repetido

Agresiones físicas directas– Golpear

no /sí /puntual /repetido

Intimidación/chantaje/ amenazas

Amenazas para meter miedo

Chantaje (amenazar para obligar a hacer algo)(exigir dinero a cambio de no agresión)

Amenazas con armas

No/ sí /puntual /repetido

Acoso o abuso sexual

En el caso de que la Supervisión Educativa demande la intervención, se hará constar las circunstancias y/o personas a través de las que se ha tenido conocimiento de los hechos......

ACTIVIDADES DE AUTOEVALUACION DEL MODULO Nº 3

De la lectura profunda de estos tres módulos.

1. Desde su posicionamiento fundamente la importancia del reconocimiento de este nuevo fenómeno que se produce dentro de las

Instituciones educativas. ¿Qué medidas deberían tomarse?. Realice un listado y fundamente.

2. Realice un esquema o red conceptual de las temáticas abordadas en este cuadernillo. Dar una característica/o concepto de cada una

RENDIMIENTO ACADÉMICO DE LOS NIÑOS/AS MALTRATADOS (INCIDENCIA)

¿QUE ES RENDIMIENTO ACADEMICO?

Muchos autores han establecido definiciones sobre rendimiento académico, Carpio (1975) define rendimiento académico como el proceso técnico pedagógico que juzga los logros de acuerdo a objetivos de aprendizaje previstos.

Asimismo, Chadwick (1979) define el rendimiento académico como la expresión de capacidades y características psicológicas del estudiante desarrolladas y actualizadas a través del proceso de enseñanza aprendizaje que le posibilita obtener un nivel de funcionamiento y logros académicos a lo largo de un período o semestre, que se sintetiza en un calificativo final (cuantitativo en la mayoría de casos) evaluador del nivel alcanzado.

FACTORES DEL RENDIMIENTO ACADEMICO

Un estudio realizado por Quiroz (2001) sobre los factores que influyen en el rendimiento académico señala dos factores condicionantes:

. FACTORES ENDÓGENOS:

Relacionados directamente a la naturaleza psicológica o somática del alumno manifestándose estas en el esfuerzo personal, motivación, predisposición, nivel de inteligencia, hábitos de estudio, actitudes, ajuste emocional, adaptación al grupo, edad cronológica, estado nutricional, deficiencia sensorial, perturbaciones funcionales, etc.

.FACTORES EXÓGENOS

Son los factores que influyen desde el exterior en el rendimiento académico. En el ambiente social encontramos el nivel socioeconómico, procedencia urbana o rural, conformación del hogar, etc.

En el ámbito educativo tenemos la metodología del docente, los materiales educativos, material bibliográfico, infraestructura, sistemas de evaluación, etc.

En la presente investigación considero que ambos factores son importantes señalándolos de la manera como lo plantean Mitchell, Hall y Pratkowska (1975); donde realizaron una investigación y destacan 7 factores en el rendimiento académico:

Ambiente de estudio inadecuado:

Se refiere a la localización y las características físicas del ambiente de estudio como iluminación, ventilación, ruido, etc.

Falta de compromiso con el curso:

Este factor está relacionado con la motivación y el interés por las materias que componen el plan de estudios.

Objetivos académicos y vocacionales no definidos:

Se refiere al planteamiento y análisis de metas académicas como profesionales que permitirá al estudiante actuar con responsabilidad frente a una tarea o trabajo.

Ausencia de análisis de la conducta del estudio:

Se refiere al análisis del tiempo que se invierte en el estudio personal, asistencia a clases y establecimiento de prioridades para llevar a cabo las demandas académicas.

Presentación con ansiedad en los exámenes:

Está relacionado únicamente con las evaluaciones escritas.

Presentación de ansiedad académica:

Está asociado con la ejecución en seminarios, dirección de grupos pequeños o grandes, exposiciones de temas.

Deficiencia en hábitos de habilidades de estudio:

Se refiere a la frecuencia del empleo de estas habilidades.

Otro autor, Goleman (1996) relaciona el rendimiento académico con la inteligencia emocional, señalando que los objetivos a alcanzar son los siguientes:

Confianza:

La sensación de controlar y dominar el cuerpo, la propia conducta y el propio mundo. La sensación de que tiene muchas posibilidades de éxito en lo que emprenda.

Curiosidad:

La sensación de que el hecho de descubrir algo es positivo y placentero.

Intencionalidad:

El deseo y la capacidad de lograr algo y actuar en consecuencia. Esta habilidad está ligada a la sensación y capacidad de sentirse competente, de ser eficaz.

Autocontrol:

La capacidad de madurar y controlar las propias acciones en una forma apropiada a su edad; sensación de control interno.

La intervención en situaciones de maltrato entre alumnos

La intervención corresponde a un concepto que tiene como eje el trabajo de los implicaos en la acción educativa para transformar una situación con fines de mejora. Como señala González (2003), cuando se realiza intervención en el ámbito escolar, se trata de una acción que ha de ser capaz de impulsar y potenciar el desarrollo humano de los alumnos y las alumnas. El maltrato entre alumnos, desde perspectivas como esta, no solo es un problema escolar o social, sino, de sensibilidad profesional, en la medida en que demanda la atención de los docente/profesores para hacer algo por evitarlo o resolverlo.

De manera similar a lo que ocurre con otros problemas sociales, la intervención educativa sobre el maltrato entre alumnos contempla aspectos como la prevención y la resolución de diferentes casos, donde se pueda identificar tres áreas de acción claramente definidas

1-La educación de los alumnos en los principios, valores y habilidades de la convivencia pacifica.

2-La mediación del docente y de la autoridad escolar ante las situaciones de maltrato entre alumnos que ocurren en cada nivel,

3- La formación de los docentes para actuar en cada una de las áreas anteriores.

Como apunta otro autor Viñas (2007), se trata de dirigirse a los sectores fundamentales de la actividad escolar docentes-profesores-alumnos, a fin de crear desde dentro de cada escuela, las estructuras necesarias para hacer frente al maltrato entre alumnos. Proporcionándoles a los actores

de la educación distintas herramientas mediante las cuales sea posible construir ambientes de convivencia escolar, donde los sujetos puedan actuar de manera libre y al mismo tiempo respeten ciertas normas y valores basados en el respeto por los demás. En particular, porque una de las manifestaciones mas recurrentes de maltrato entre alumnos es la intolerancia, cuya raíz se encuentra precisamente es su poca formación en el respeto a las diferencias.

Con relación a la intervención, hay diversos conceptos y principios sobre la convivencia que parten de la idea de que la escuela representa un ambiente especial dentro de la sociedad, donde es posible realizar acciones importantes que contribuyan a la prevención y la corrección de los comportamientos violento en las personas, desde sus primeros grados de educación escolar.

Conceptos como educación emocional, habilidades sociales, colaboración y principios como la necesidad de una relación escuela-hogar duradera y de una escuela segura y comprometida en atender el desarrollo emocional (Cohen, 2003), representan un marco de referencia desde el cual las situaciones escolares son comprendidas en términos de convivencia y no solamente, como ocurría en el currículo tradicional, en relación con finalidades como el aprendizaje y la organización escolar.

Los efectos del maltrato son otro punto de partida de cualquier propuesta o programa de intervención. Twemlow, Fonagy, Sacco,Gies y Hess (2002) utilizan el esquema de agresor-victima-espectador, para identificar luchas de poder en las escuelas y describen efectos de las interacciones entre victimas y espectadores, , como el de que la victimacion en los grados elementales puede generar un rol que dure toda la vida. Los programas de intervención que revisan estos autores tienen como pauta estimular el desarrollo de habilidades sociales y formas de respuestas en las cuales sea posible controlar la violencia propia de los intercambios entre pares en la escuela.

Otro de los componentes importantes de las propuestas de intervención sobre el maltrato entre alumnos es la detección de los problemas previos, como situaciones de abuso sufridas por los estudiantes desde su contexto familiar. La importancia de este tipo de acercamiento radica en que ponen de relieve al sujeto como centro de l indagación y de la intervención, mas que las variables sistémicas. Fantuzzo, Bulotsky-Shearer y Mc Wayne (2006) revisan investigaciones empíricas en educación Básica que aplican un modelo centrado en el sujeto para atender a las victimas de maltrato escolar, donde un elemento esencial de la intervención es la participación de los maestros y de algunos miembros de la comunidad en la que se inserta la escuela.

En el caso de la violencia en la edad adolescente, Dahlberg y Simon (2006) ANALIZAN LOS FACTORES QUE EXPLICAN LA DIFERENCIA ENTRE LA CONDUCTA AGRESIVA EXCIBIDA DURANTE LA EDAD INFANTIL, al entrar a la adolescencia y la edad adulta. Situaciones individuales, familiares y ambientales pueden explicar esa diferencia. Algunas características del ambiente escolar, como predominio de ciertas practicas y normas, pueden engendrar mas agresión e influencias negativas entre los alumnos, de donde se desprende que cualquier propuesta de intervención debería considerar estas particularidades del contexto, sobre todo de la relación en el aula, para transformar los patrones de convivencia que dan lugar al maltrato..

La conceptualización de la violencia es otro aspecto importante que orienta las propuestas de intervención de Farrell y Camou(2006) crearon un modelo de rejilla, el cual comprende tres dimensiones a considerar para la intervención etapa de desarrollo, donde se considera los niveles educativos previos a la universidad(inicial, primaria, secundaria), nivel del sistema social, que atiende a la extensión de las relaciones de los sujetos (interpersonales cercanas, entornos sociales proximales, macrosistema social) nivel de riesgo de las personas que participan en situaciones de violencia (universal, selectivo, indicado)

El concepto de intimidación escolar, implica la presencia de una intención y de la recurrencia de la acción del agresor. Crear un clima escolar positivo para estos autores, es la base de cualquier acción o programa de intervención. La creación de este clima se apoya en un principio básico, el de educar a los actores, tanto alumnos como maestros, padres de familias y personal escolar, en cuanto a los tipos de conductas inaceptables, las normas y medidas de la escuela en relación con el maltrato y el aprendizaje de habilidades de comportamiento para aumentar la comunicación positiva, manejar emociones negativas y resolver conflictos.

De la revisión de los distintos programas presentados para prevenir el maltrato y otras formas de violencia escolar, se puede concluir que solo una proporción muy baja están centradas en el fenómeno de la agresión en si misma. De ahí la importancia de sensibilizar a los actores de las comunidades escolares sobre la relevancia de esta situación, y de generar opciones de intervención institucional, mas allá de la imposición de sanciones inmediatas sobre un fenómeno que no es comprendido cabalmente. Sobre esto ultimo, la intervención sobre situaciones de maltrato entre alumnos es un área que se encuentra en evolución por lo que se requieren mejores evaluaciones y la participación a gran escala de escuelas en diversos programas para encontrar respuestas mas amplias a un malestar que se extiende con mayor rapidez de la que se ataca.

“El poder es nada sin el control” (Ferrari)

Actividades Formativas Nº9 “Niños/as Maltratados/as desde el hogar y que van a la escuela”

1. ¿Cuáles serian los pasos a seguir como Institución educativa y como docente ante la detección de casos de maltrato entre pares?

2. ¿Dónde se puede identificar tres áreas de acción claramente definidas?

3¿-Si no nos hacemos cargo a tiempo ¿en qué puede desembocar estos comportamientos?

“Ante los conflictos debemos ser duros con los problemas, pero sensibles con las personas” (Mahatma Gandhi)

ACTIVIDAD DE INTEGRACION MODULO 3

De lo expuesto en este curso, desarrolle un proyecto institucional a modo de Programa de prevención para el tratamiento adecuado de este fenómeno tan delicado de la vida actual. Tenga en cuenta todo lo trabajado en las actividades formativas, autoevaluaciones, e integración

EVALUACION FINAL DEL CURSO

La evaluación presenta como objetivos la comprensión de los contenidos desarrollados a lo largo del curso para lo cual se plantea como una mirada sobre los procesos y resultados. La misma se concibe como un espacio de aprendizaje y consolidación de los temas trabajados. Se propone una actividad que sea de elaboración y aplicación que se fundamente en los elementos teóricos desarrollados y en las habilidades adquiridas en l construcción de las competencias deseadas que se manifiesten al finalizar esta actividad.

Por ello se pide: Desarrollar una monografía de elaboración propia sobre “Cómo abordar el fenómeno de intimidación y maltrato” dentro de las instituciones educativas y mas específicamente desde la institución donde se esta desempeñando .Se pretende también que pueda llegar a

una conclusión de la importancia de la temática. y que sea agente multiplicador.