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GUTIÉRREZ GIRARDOTY LA PASIÓN CRÍTICA

Alfonso Carvajal*

* Periodista, coordinador de la Biblioteca del Darién, autor de En poesía un minuto de silencio,Memoria de la noche. El desencanto de la eternidad y del libro Los poetas malditos. Un ensayo librede culpa. Editor de la Colección de Ensayo de Panamericana (Gutiérrez Girardot, GermánEspinosa y Noe Jitrik).

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Definir un proceso creativo es imposible, acer-carnos a él, re-inventarlo, es la tarea del ensayo creador.George Steiner ha planteado que el máximo logro de uncrítico es convertir el objeto de su búsqueda, de su ins-pección, en una obra de arte. La crítica literaria es unbazar de posibilidades y de formulaciones. Pero más queuna escuela o movimiento, sobresale el autor, un solita-rio, que desde su percepción mediada por distintas y her-méticas pulsaciones interroga el origen de unadeterminada literatura. En otras palabras, un crítico enprofundidad amplía el panorama de la literatura, y tam-bién ejerce su papel de pedagogo de la creación.

Un caso particular y complejo en la crítica hispa-noamericana es Rafael Gutiérrez Girardot. Su obraensayística abarca principalmente dos grandes temáti-cas: la literatura alemana e hispanoamericana contem-poráneas. Este marco le ha permitido profundizar concoherencia y desgarramiento en la historia de la lite-ratura de los dos últimos siglos. Novalis, Nietzsche, aquien también ha traducido, Trakl, Walter Benjamin,Celan, Gottfried Benn, Machado, Ruben Darío y elmodernismo, Jorge Guillén, Alfonso Reyes, HenriquezUreña, Jorge Luis Borges, Aurelio Arturo, Charry Laray León de Greiff, entre otros, hacen parte de este ge-neroso espectro.

Filósofo de formación, Gutiérrez fue seducido por elhecho literario, es decir, por la escritura. En el mejor sig-nificado de la palabra, Gutiérrez es un escritor que cum-ple una doble misión: a través de su subjetividad crítica yautónoma, crea una nueva visión literaria, y además po-sibilita otras miradas y lecturas de los escritores en que sesumerge. El ensayista colombiano escoge la literatura porsu carácter ambiguo y rebelde, que está lejos de ser apri-sionado por las ciencias exactas, y que se rige por el librealbedrío de discernir y el placer intrínsecos que encar-nan el arte literario. Mientras que la filosofía le da rigor,la literatura le da pasión. En esta combinación de fuerzasradica la originalidad y dinámica de su trabajo.

Al parecer dos fuentes marcan esta apasionada deci-sión: uno es Martin Heiddeger, y el otro Hugo Friedrich,quienes fueron sus maestros y dejaron hondas secuelasen su formación académica. Esta lucha de tendencias eideas, más el conocimiento de la literatura europea y la-tinoamericana que ha cultivado Gutiérrez, permiten unaexploración aproximada al origen de su creaciónensayística.

En Heiddeger intuye a uno de los primeros filósofosmodernos que invierte la relación entre poesía y filoso-fía, y que encuentra en la primera, transgrediendo eldogma anterior, la plataforma para trazar los senderosde su pensamiento: pensar poéticamente. La tradiciónindicaba lo contrario. La filosofía era el sustento y lapoesía la forma. Platón la llamó alada y la expulsó de surepública. Aunque el tema no es nuevo, ya lo habíanesbozado algunos poetas románticos como Novalis yHölderlin, aquí la ruptura, el cambio de prioridades, lopropone un filósofo. Esta idea seduce a Gutiérrez, quientambién es un filósofo. Por eso, en el proceso de asumirla crítica literaria como el eje de su vida creativa y pen-sante, no es extraño que el escritor colombiano hubieraescogido a la poesía y a los poetas, como el centro másprofundo y sensible de sus divagaciones existenciales.El proyecto que inició Heiddeger, lo continúa Gutiérrezcon la crítica literaria, teniendo como sendero de supensamiento a la poesía.

El otro benefactor intelectual, fuente de inspiración,nace de la literatura, y es Hugo Friedrich: el autor deEstructura de la lírica moderna, maravilloso tratado sobrela poesía contemporánea, donde el crítico alemán seña-la, entre otros asuntos, a Baudelaire y Rimbaud como losprecursores de la poesía de nuestros días. Más allá de esasvidas truncadas, miserables, fantásticas, alteradas, de esospoemas interiormente inarmónicos, agrios, rebeldes, ori-ginales, es el análisis de sus causas lo que conmueve aGutiérrez; para hablar de estos poetas, Friedrich, acude acategorías como “disonancia ontológica” o “discontinui-dad”, que finalmente se pueden traducir en la “disloca-ción” del lenguaje y de la sociedad en el mundocontemporáneo. Un mundo roto, fragmentado, inasible,que Kafka consolidará en una literatura llena de angus-tia, de la vida no vivida, que profetizará el tiempo caóticodel siglo XX. De allí las grietas que se abren a la filologíaen la búsqueda de los motivos intrínsecos de las obras deciertos autores contemporáneos. El crítico colombianopartiendo de Friedrich, afirma al respecto: “La “disconti-nuidad” no solamente formal, sino de interior o conte-nido, excluye la posibilidad de trazar la génesis de unaobra poética, es decir, una continuidad, aunque sea la delos saltos y las rupturas”. Gutiérrez ensancha el tema, ysin llegar a hacer apología de medidas o fórmulas críti-cas, habla de la interpretación de una obra desde dentrocomo otra posibilidad, y es aquella que “sólo puede ate-nerse desnudamente al texto, desechar tentaciones comola de fijar influencias, establecer fases de su “evolución”,

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acudir a motivos biográficos para “explicar” sus poemas...Esta lectura desde dentro, que puede invocar como mode-lo la que el filólogo Nietzsche llamó “lectura filológica”,ésto es, “lectura entre líneas”, permitirá probablementeno sólo acercarse a la “herida en el corazón” (como de-nomina Kakfa su delirio creativo), sino al mismo tiempoir elaborando al hilo de esa lectura las categorías que per-mitan percibir de modo aproximado el “brillo” del “pri-mer día”.1

Gutiérrez también guarda agradecimiento intelectualcon Alfonso Reyes y Henríquez Ureña, quienes consi-deraron sin prejuicios a Latinoamérica como partede la cultura occidental, y le dieron di-mensión universal a la inteli-gencia americana,cuando busca el “an-sia de perfección” y elrigor de la compleji-dad, que dejan atrás lavanidosa limitación pro-vinciana. Pero el escritorlatinoamericano más cer-cano a Gutiérrez, a sus gus-tos literarios, y que le inspiróapasionadas reflexiones fueJorge Luis Borges. En el poetay escritor argentino, encuentrauna original renovación de laliteratura del siglo XX, y escri-be el libro Borges, el gusto de sermodesto, donde en el artículo “En-sayo de interpretación”, que fuepublicado por Taurus en 1959, se-ñala con fogosa intelectualidad losmatices fundamentales de la litera-tura borgiana. Ensayo clásico, queentre otras sugestivas apreciaciones,dice “La mutua relación de poesía yteoría se expresa en la figura del poetadoctus –refiriéndose a Borges–, un tipode escritor que es hoy una exigencia y ala vez la imagen evidente y natural delcreador literario. La diferencia entre el poeta doctus y elpoeta que además es erudito, tiene muy claros contor-nos. La medida no es tanto el saber acumulado –muertoo vivo–, sino la reflexión, es decir, la conciencia lúcidade sí mismo, de su tarea y de los medios y posibilidadescon que puede expresar la una y realizar la otra”.2

La universalidad de César Vallejo

Este artículo quiere centrar sus móviles en un poetaque Gutiérrez Girardot ha tenido el placer de leer, amary trabajar durante muchos años: César Vallejo. El apa-sionado, el de las pupilas campesinas, el experimentadordel lenguaje, el mártir religioso, la vocación del sufri-miento. Desde esta perspectiva entraremos a navegar enel espíritu crítico de Gutiérrez, a tener una visión de lasherramientas y teorías literarias que utiliza en esta aven-tura del pensamiento que es la crítica literaria.

Gutiérrez involucra toda supasión e inteligencia en la in-terpretación de cada texto. Esabierto, pero también vocife-rante en sus posturas. El aca-démico, se despoja de suinvestidura y se coloca eloverol de la experienciapoética. Es decir, busca enlas raíces del misterio, enlas palabras del poeta,más que en sus circuns-tancias, los orígenes dela creación literaria,de la “herida en elcorazón”.

En el prefacio aCésar Vallejo y lamuerte de Dios,Gutiérrez realizauna bella metá-fora de Jesúscon el poetaperuano, alcomparar sunacimiento

humilde, acaecido en elpesebre de la pobreza: “Tierna y

cruel” llamó a su patria el gran historiador pe-ruano Jorge Basadre. Ternura irradia la obra de César Vallejo,

cuya infancia fue el cielo que determinó su vida. Fue unainfancia campesina en la que, para él, se repitieron el amor yla paz que transmitía la imagen del pesebre de Belén”.

La versatilidad de Gutiérrez se impone, emergen susdotes de relacionador, sus punzantes reflexiones, y entra-

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mos en el mundo convulsionado del “cholo” de Santia-go de Chuco, en su experiencia vital y en el dolor de supoesía. En ese dolor inapresable, gestual, que lo caracte-riza, de mudeces, de puntos suspensivos, de grititos, deQuiero escribir, pero me sale espuma, de /quiero decir muchí-simo y me atollo”. Gottfried Benn dijo que “la poesía esexorbitante o no lo es”, y Gutiérrez señala la exorbitan-cia poética de Vallejo, que lo convierte en un auténticopoeta latinoamericano y, por lo tanto universal”.

En el clarividente y voluminoso ensayo “Génesis yrecepción de la poesía de César Vallejo”, el poeta es abor-dado desde dos temáticas esenciales: la religiosa y lafilológica.

Gutiérrez afirma que a Vallejo se le cae el mundo,cuando sale de su pueblo, cuando crece y su inocencia esaporreada, cuando es encarcelado injustamente enTrujillo, cuando viaja a Lima, y ese mundo sacrificado esla historia sagrada de la infancia; entonces, el poeta pe-

ruano se siente expulsado del paraíso. Además,biográficamente Vallejo vive la época del nihilismo, quese cuece en Europa, y de la “muerte de Dios” de Nietszche,que inaugura la secularización del pensamiento. Estemundo de fuertes rasgaduras, de cambios, de guerras, dedesesperanza, trastoca el sentimiento religioso de Vallejo,quien se siente culpable, y presiente al pecado originalcomo algo innato del hombre: un dolor que se lleva acuestas por naturaleza, por castigo.

Vallejo poetiza el dolor y sus palabras nos duelen atodos. Gutiérrez encuentra en su poema España aparta demi este cáliz, recuerdos de su infancia en la escuela, inspi-rados en el carpintero de Belén, entretejidos:

Si cae –digo, es un decir, si caeEspaña, de la tierra para abajo,niños, cómo váis a cesar de crecer!Cómo va a castigar al año al mes!Cómo van a quedarse en diez los dientes,En palote al diptongo, la medalla en llanto!Cómo va el corderillo a continuarAtado por la pata al gran tintero!Cómo váis a bajar las gradas del alfabetoHasta la letra en que nació la pena!

“A los niños del mundo habló Vallejo con el lengua-je de su escuela. Pero esa memoria permanente de su Belénno significa que la poesía de Vallejo es religiosa en elsentido de devoción religiosa o de añoranza de la piedadeclesial. La culpa gratuita, la expulsión del Paraíso sonformas analógicas de una experiencia universal de la épocamoderna, y el modo cómo las sufrió y expresó Vallejo,esto es, su poesía, les confiere validez universal. Vallejono fue, pues, como se ha interpretado el apelativo, tier-no o cruel peyorativo, “cholo”, un poeta silvestre... Aesa época, en la que estaba arraigado, Vallejo dio el auray, con ello, la elevó a dimensión universal”,3 escribe conlucidez Gutiérrez.

Vallejo llamó a Quevedo “ese abuelo instantáneode los dinamiteros”, y el nieto peruano sigue sus pasos,y sus poemas son verdaderas explosiones que laceran elalma y hieren la sensibilidad de los corazones. En Losheraldos negros el sentido teológico-poético de Vallejoes una lección monstruosa de una estética de la angustia,en la literatura en lengua española. Su sencillez, su ino-cencia endurecida, pero que siempre conservó, lo lle-van a una confrontación con Dios, a reclamarle la falta

Rafael Gutiérrez Girardot en Bonn, 2002

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de atenciones, a desmitificarlo, a hablarle de frente,como se le habla a un ser querido, o a un ser que ama-mos y conocemos.

Gutiérrez presiente en Vallejo “el intento de rescatara Dios de las cadenas con las que lo han atado los filóso-fos para hacer de él un Dios que también sufre, que sesienta con la familia o en el café con los amigos y quecomparte con los hombres las penas cotidianas”.

Algunos versos de Los heraldos negros logran esa pro-fundidad que filósofos, santos, y otros personajes, hanexpresado sobre la idea o el fenómeno de Dios. Pero elpoeta peruano nos aterriza en palabras demasiado huma-nas, en verdades de a puño, en potros de bárbaros atilas,con ojos brujos de candelas, y entre la ternura y la rebel-día, entre el dolor y la belleza, desde su generosidad cam-pesina nos eleva a la más hermosa y sufrida poesía, a lasabiduría elemental:

Hay golpes en la vida, tanfuertes... Yo no sé!Golpes como del odio deDios; como si ante ellos,la resaca de todo lo sufridose empozara en el alma...Yo no sé!... Son las caídas de losCristos del alma, de alguna fe adorable queel Destino blasfema.Esos golpes sangrientos sonlas crepitaciones de algún pan que en lapuerta del horno se nosquema.

O en el poema de “Los da-dos eternos”:

Dios mío, estoy llorando elser que vivo; me pesa haber tomádote tupan;pero este pobre barro pen-sativono es costra fermentada entu costado:tú no tienes Marías que sevan!

Dios mío, si tu hubieras sido hombre, hoy supieras ser Dios;Pero tú, que estuviste siempre bien, no sientes nada de tu creación.Y el hombre si te sufre: el Dios es él!”

Con las palabras, Vallejo nos deja sin palabras, sinaliento; su sutileza, su dureza intelectual, porque la tiene,extensa y espontánea, nos alumbra el sendero religioso quela Iglesia Católica por cobardía y convicción, nos ha ne-gado, ultrajado, ha ocultado bajo sus sotanas. Vallejo nosaccede a Dios, con la claridad de un ángel maldito, de unser romántico modernizado, instaurado en pleno siglo XX.El barro pensativo, significa ni más ni menos, el otro corpó-reo, una idea de arcilla, lo sobrenatural atado a tierra, ex-presado con la más sencilla contundencia poética, que lafilosofía jamás podrá cantar de esa manera.

Gutiérrez se emociona con severidad, y dice que laorfandad que siente el poeta, le lleva a “yuxtaponer lo

Absoluto con Dios o el Se-ñor, la muerte con la culpa,la armonía universal con elcastigo, la muerte con loAbsoluto, la vida con lamuerte, el dolor con la iro-nía, el “alba” y el “ponien-te”, el pasado y el futuro, demodo que de estas yuxtapo-siciones resulta una síntesisen sentido auténticamentehegeliano, es decir, una sín-tesis en la que cada uno delos términos contrarios seune con el otro sin perdersu propia significación”.4

El espíritu crítico deGutiérrez se expande, yrealiza una comparaciónbrillante entre los poetasMachado y Vallejo, quie-nes creyeron encontrar enla revolución soviética lareinstauración del paraíso;vislumbraron una posiblelírica que combinara lasideas comunistas y la ins-piración cristiana. EllosCon su esposa, Martiese de Gutiérrez, en Bogotá, 1998

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vieron en la revolución bolchevique, la llegada deun mundo redentor, de un Mesías, de una nuevasociedad que impartiera justicia. En “Vocación de lamuerte”, recordando una idea de Lenin, Vallejoescribe:

Ya soy el Hijo del Hombre, el enviado de mi Padre –respondió el joven de maneras suaves y la gran her-mosura, como si acabase de tener una revelación porespacio de treinta años esperada.

“Ya soy el Hijo del Hombre”, es de-cir, el comunismo es la realización delcristianismo, la historia sagrada redime ala historia profana cuando aparece unareencarnación de Cristo, un Mesías”, se-ñala Gutiérrez. Y advierte que este me-sianismo católico hubiera conducido alpoeta peruano a abrir las puertas de uncaudillismo de izquierda. Afortunadamen-te, Vallejo distancia muy bien sus creen-cias políticas y su arte; su vocación por elcomunismo no le anuló su capacidad crí-tica e independiente ante el partido, ytampoco invadió a su poesía, como porejemplo a Pablo Neruda, y sus cantos yandanadas proselitistas, a su épica de vien-to que hacía rugir cañones; Vallejo, porel contrario, es subterráneo, va de arribahacia abajo; sus versos que nacen del si-lencio, del asombro, del desamparo de lahumanidad, entran como gotas de ríosprofundos en las venas de los hombres:

...Hoy no ha venido nadie; y hoy he muerto qué poco en esta tarde!

...El traje que vestí mañanano lo ha lavado mi lavandera:lo lavaba en sus venas otilinas,en el chorro de su corazón y hoy no hede preguntarme si yo dejabael traje turbio de injusticia.

...Siento a Dios que caminatan en mí, con la tarde y con el mar.Con él nos vamos juntos. Anochece.Con él anochecemos. Orfandad...

Vallejo continuó hasta el final de suvida explorando esta duda y herida meta-

física. Ardiendo solo en su poesía.

Los alcances de la filología...

Y siguiendo la “herida en el corazón” y “la vida novivida”, frases de Kafka, que sobrepasan el alcance de lasteorías literarias, que sacuden a los hombres, y abren elterritorio más hermético de la literatura, esto es, los orí-genes del delirio de la creación, Gutiérrez habla de la

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imposibilidad completa de la filología para bucear y abor-dar una obra tan compleja y misteriosa como la de Vallejo.Habla de su relación, espontánea, con otros escritoreseuropeos de su momento: Kafka, Celan y Benn, princi-palmente. Allí el crítico abre sus alas, expande las lucesde su cerebro, y encontramos a un Vallejo nuevo, distin-to del que nos enseña la tradición, al Vallejo que descu-bre y nos propone Gutiérrez.

Si Benn hizo un relato monológico de la poesía, Ce-lan y Vallejo realizaron un relato dialogal de ella. Ellosescarban, preguntan, y de cierta manera, nos involucrana todos en un asunto que concierne a la humanidad.

En ese sentido, el escritor colombiano fustiga algu-nos acercamientos críticos que se hacen sobre la obra delpoeta peruano, que ven con desdén su poesía, y a loscuales todo les parece girar alrededor de su origen indio ehumilde, y que además analizan con torpeza y ligeramentesu actitud política. Esta mirada localista y pobre, dis-criminatoria, enfurece a Gutiérrez quien sube la voz yseñala con duro sarcasmo a lectores europeos y teóricoslatinoamericanos que desde la izquierda o la derecha, nopueden comprender que el “cholo” Vallejo, por habernacido en una diminuta ciudad perdida en las cordillerasandinas, haya sido capaz de percibir un fenómeno histó-rico-occidental como el del Nihilismo; emparentarse congrandes escritores europeos de su momento, o que sim-plemente debió enfilarse en las masas de la revoluciónproletaria “soviética-universal y rechazar ciegamente todolo que no quepa en el catecismo materialista-histórico-científico, como por ejemplo el Nihilismo... No tienenen cuenta el hecho de que no solamente la personalidadde Vallejo, sino el desarrollo de la historia occidental

desde el advenimiento del capitalismo con la Revolu-ción Francesa, esto es, la uniformización del mundo, cons-tituyen los presupuestos para que un “cholo” comoVallejo, perciba con exactitud y profundidad lo que ocu-rre en el centro de ese mundo uniformador”.

Hay dos motivos que sobresalen en esta dificultad deaproximación crítica; uno es el dolor de Vallejo, ¿cómodefinirlo, apresarlo, hacerlo visible?, y el otro, es su rom-pimiento formal con la poesía que se acentúa en Trilce,que al parecer nace de las palabras triste y dulce, y que esel libro más experimental del poeta peruano, y de másdifícil acceso a la filología. Pero su hermetismo no sóloestá en el juego de palabras, en sus espacios en blanco,en sus puntos suspensivos, en sus orrores gramaticales apropósito, en el quiebre de la lógica:

La tarde cocinera se detiene ante la mesa donde tú comiste;y muerta de hambre tu memoria vienesin probar agua, de lo puro triste.

O,

¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?Temo me quede con algún flanco seco;Temo que ella se vaya, sin haberme probado en las sequías de increíbles cuerdas vocales,por las que,para dar armonía,hay siempre que subir ¡nunca bajar!¿No subimos acaso para abajo?

Canta, lluvia, en la costa aún sin mar!

Con Gustavo Galán Gutiérrez en Bogotá, 1993 Con R. H. Moreno-Durán, 1993 Con Rubén Jaramillo y S. Mutis-Durán

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sino en algo más profundo, y es la dislocación dellenguaje y del mundo moderno del que se apropiaVallejo. Que no es una casualidad, sino algo que brotade su intelecto, de su proceso vital y de su gigantescasensibilidad. De su infancia, de su adolescencia, de susalto providencial de Trujillo a Lima, y de ahí a Euro-pa, a París donde muere un día de aguacero; de suslecturas, de sus reflexiones sobre el artista y su com-promiso con la sociedad, de su dura visita a Rusia, don-de se derrumba su idílica relación con el comunismo yde su poesía que “irá revelando sus dimensiones, sinentregar nunca el recóndito dolor, la recóndita heridade la que manan esas dimensiones”.

“En César Vallejo cristaliza un poeta, para cuyacomprensión o no bastan las categorías de la filologíao no han sido elaboradas, es decir, un tipo de poetaque se sustrae a la filología... Pero ya en ellos, ciertasclasificaciones o si cabe llamarlas como las filiacionesliterarias o influencias hacen patente su invalidez. Nosolamente porque el concepto de influencia en sí espara la poesía moderna, al menos desde el romanticis-

mo, una categoría de poca consistencia sino porqueVallejo mismo demuestra su inadecuación...”, diceGutiérrez.

Vallejo camina desnudo entre nosotros. Sin ver-güenza, con altivez rural, con la sangre corriendo ensus venas otilinas, nos mira a los ojos, y sólo baja lacabeza para apretar la lira de su corazón. Vallejo fueun hombre que expresó el dolor de su época y de lahumanidad, porque la vida le dio en toda su muerte, yhabía que dejarlo...

Citas

1 César Vallejo y la muerte de Dios, p. 29.

2 Borges, el gusto de ser modesto, p. 5.

3 César Vallejo y la muerte de Dios, p. 16.

4 Op. cit, p. 55.

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RAFAEL GUTIÉRREZ GIRARDOT, nació en Sogamoso en 1928. Es-tudió filosofía y derecho en las universidades de El Rosario y la Na-cional. Realizó cursos de sociología y filosofía en Madrid con XavierZubiri, y los continuó en Friburgo. Participó en seminarios dictadospor Martin Heidegger y Hugo Friedrich. Desde 1957, vive en Ale-mania, donde fue cofundador del Departamento de Hispanística dela Universidad de Bonn. Es polémico, agudo y gracias a su disciplinaintelectual es uno de los críticos más importantes de Hispanoaméri-ca en la segunda mitad de siglo XX. En el libro de compilación Losproblemas de la universidad en Latinoamérica, editado por Hanns-AlbertSteger en Baden-Baden, sostiene la tesis «de que uno de los factoresdel subdesarollo latinoamericano es la universidad privada».

Su obra es compleja; aunque abarca algunos temas filosóficos ysociológicos, es la literatura la que ocupa esencialmente su escritura.Entre sus textos se destacan: La imagen de América en Alfonso Reyes,En torno a la literatura alemana actual, Nietzsche y la filología clásica,Ensayo de interpretación, El fin de la filosofía y otros ensayos, Poesía yprosa en Antonio Machado, Horas de estudio, Modernismo, Hispano-américa: imágenes y perspectivas, Temas y problemas de una historia so-cial de la literatura hispanoamericana, Provocaciones, Insistencias, CésarVallejo y la muerte de Dios y Borges: el gusto de ser modesto.