Hegemonía y polarización en Bolivia. - Universidad...

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213 NÓMADAS CHOQUE ALDANA, M.: HEGEMONÍA Y POLARIZACIÓN EN BOLIVIA Hegemonía y polarización en Bolivia. El primer año del gobierno de Evo Morales y el conflicto en Cochabamba Marlene Choque Aldana* Un conflicto sucedido en el departamento de Cochabamba al concluir el primer año de gobierno de Evo Morales evidencia la polarización existente en Bolivia, alrededor del proceso constituyente y la demanda de autonomías departa- mentales. Si bien el gobierno tuvo varios éxitos de gestión, las oscilaciones entre matrices de acción y discursos no armonizados en el seno del partido oficialista y los movimientos que lo respaldan plantearon desafíos políticos que continúan irresueltos. Palabras clave: movimientos sociales, gestión gubernamental, Evo Morales, conflictos sociales, hegemonía, polari- zación política. Um conflito sucedido no departamento de Cochabamba ao concluir o primeiro ano de governo de Evo Morales evidencia a polarização existente na Bolívia, al redor do processo constituinte e a demanda de autonomias departamentais. Apesar de o governo ter tido vários êxitos de gestão, as oscilações entre matrizes de ação e discursos não harmonizados no seio do partido oficialista e os movimentos que o apóiam abordaram desafios políticos que continuam sem solução. Palavras-chaves: Movimentos sociais, gestão governamental, Evo Morales, conflitos sociais, hegemonia, polarização política. A conflict placed in the department of Cochabamba (Bolivia) by the end of the first year of government of Evo Morales, is evidence of the polarization that exists in Bolivia, around the Constituent Assembly and the claim for departmental autonomy. Though the government had some successes in its managements, the oscillations among action matrixes, and un-harmonized discourses in the core of the official party and the movements that support it, arouse political challenges that are yet unsolved. Key words: social movements, governmental management, Evo Morales, social conflicts, hegemony, political polarization. * Socióloga y Comunicadora Social; Magister en Ciencias Sociales por FLACSO-México; candidata a Doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de México. Profesora de Comu- nicación Social de la Universidad Católica Boliviana, Cochabamba - Bolivia. Becaria de CLACSO-Asdi en la categoría de semisenior. E-mail: [email protected] ORIGINAL RECIBIDO: 02-II-2007 – ACEPTADO: 15-II-2007 [email protected] PÁGS.: 213-224

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213NÓMADASCHOQUE ALDANA, M.: HEGEMONÍA Y POLARIZACIÓN EN BOLIVIA

Hegemonía ypolarización en Bolivia.El primer año del gobierno de

Evo Morales y el conflicto enCochabamba

Marlene Choque Aldana*

Un conflicto sucedido en el departamento de Cochabamba al concluir el primer año de gobierno de Evo Moralesevidencia la polarización existente en Bolivia, alrededor del proceso constituyente y la demanda de autonomías departa-mentales. Si bien el gobierno tuvo varios éxitos de gestión, las oscilaciones entre matrices de acción y discursos noarmonizados en el seno del partido oficialista y los movimientos que lo respaldan plantearon desafíos políticos quecontinúan irresueltos.

Palabras clave: movimientos sociales, gestión gubernamental, Evo Morales, conflictos sociales, hegemonía, polari-zación política.

Um conflito sucedido no departamento de Cochabamba ao concluir o primeiro ano de governo de Evo Moralesevidencia a polarização existente na Bolívia, al redor do processo constituinte e a demanda de autonomias departamentais.Apesar de o governo ter tido vários êxitos de gestão, as oscilações entre matrizes de ação e discursos não harmonizadosno seio do partido oficialista e os movimentos que o apóiam abordaram desafios políticos que continuam sem solução.

Palavras-chaves: Movimentos sociais, gestão governamental, Evo Morales, conflitos sociais, hegemonia, polarizaçãopolítica.

A conflict placed in the department of Cochabamba (Bolivia) by the end of the first year of government of EvoMorales, is evidence of the polarization that exists in Bolivia, around the Constituent Assembly and the claim fordepartmental autonomy. Though the government had some successes in its managements, the oscillations among actionmatrixes, and un-harmonized discourses in the core of the official party and the movements that support it, arousepolitical challenges that are yet unsolved.

Key words: social movements, governmental management, Evo Morales, social conflicts, hegemony, politicalpolarization.

* Socióloga y Comunicadora Social; Magister en Ciencias Sociales por FLACSO-México;candidata a Doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de México. Profesora de Comu-nicación Social de la Universidad Católica Boliviana, Cochabamba - Bolivia. Becariade CLACSO-Asdi en la categoría de semisenior. E-mail: [email protected]

ORIGINAL RECIBIDO: 02-II-2007 – ACEPTADO: 15-II-2007

[email protected] • PÁGS.: 213-224

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Introducción

Ha pasado poco más de un año desde los históri-cos comicios que convirtieron al dirigente cocaleroEvo Morales en presidente de Bolivia. Además del 54%de votación obtenido a nivel nacional, su partido, elMovimiento Al Socialismo, Instrumento Político porla Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), ganó las elec-ciones rotundamente en todo el departamento deCochabamba, plaza fuerte del movimiento cocalero,perdiendo solamente una de las diez diputaciones decircunscripción uninominal. Hoy, en la luminosa tar-de del 11 de enero del 2007, se distingue una muche-dumbre agitada que intenta abrir el frágil cerco policialque protege la Plaza de las Banderas, en el norte de lacapital departamental. Son habitantes de la ciudad,sobre todo jóvenes de las zonas más acomodadas, quesalieron en una marcha “pacífica” con la intención de“defender la democracia” y ahora asedian la plaza.Muchos portan bates de béisbol, bastones de artesmarciales, mangos de herramientas de labranza y ladeterminación manifiesta de dar un escarmiento a loscocaleros –vistos como invasores o intrusos–, que jun-to con otras organizaciones campesinas ocupan consus movilizaciones el centro de la ciudad desde haceuna semana.

En la plaza están los cocaleros, hombres y mujeres,esperando en tensión el inicio inevitable de la lucha.El ímpetu de los “defensores de la democracia” rompeel endeble cerco y se desata un combate que hace re-troceder a los campesinos varias cuadras hasta la plazaprincipal. El saldo de la ominosa refriega –el más vio-lento enfrentamiento entre civiles ocurrido en una ciu-dad desde la recuperación de la democracia– incluyedos muertos (un joven citadino y un campesinococalero), más de dos centenares de heridos y el arrai-go aparentemente irrevocable de la intolerancia y laincertidumbre en el departamento.

Si bien este episodio podría entenderse aislada olocalmente como consecuencia de la reacción de par-te de la población urbana ante la ocupación del espa-cio público por los campesinos, o como el aflorar delracismo y la discriminación que existen latentes en lasociedad cochabambina, más ampliamente se expli-caría en función de la polarización que acusa la políti-ca boliviana en general. Aunque la polarización reducela complejidad de los problemas y conduce a la

esquematización de los grupos en amigos y enemigos,el contexto no deja de ser complejo, sobre todo si ade-más de las posiciones de cada actor político se tomanen cuenta los aspectos deficitarios de la instituciona-lidad, que permite el planteamiento de conflictos y nopresenta vías de solución. En este artículo trataremosde resaltar algunos de los elementos que arman el con-texto en el que se desarrolló el primer año de gobiernode Evo Morales y el MAS-IPSP en Bolivia. Sobre labase del caso extremo que constituye el conflicto deenero del 2007 en Cochabamba, rastrearemos las difi-cultades que los movimientos que conforman el MAS-IPSP deben enfrentar en su paso de movimiento apartido, de fuerza local a propuesta nacional y de opo-sición a gobierno.

El contexto de la llegada del MAS-IPSP al poder

El resultado de las elecciones de diciembre del 2005dio solución de continuidad formal a un “modelo” queimperó durante dos décadas en Bolivia combinando la“democracia pactada” y las políticas económicasneoliberales, luego del colapso económico y políticodel primer gobierno que siguió a la reinstauración de lademocracia (1982-1985). La estabilidad política quelos pactos parlamentarios daban a los gobiernos de turnoconnotó la preeminencia de los espacios institucionales,la continuidad de los procesos electorales y la asun-ción, por parte de los partidos políticos, del papel me-diador que las leyes preveían. También significó, sinembargo, la obsecuencia del poder legislativo frente alejecutivo; el olvido de criterios ideológicos y progra-máticos en función de “administrar el modelo”; ladistribución de “cuotas de poder” entre los partidos pac-tantes, que generaba un escenario apto para el patri-monialismo y el tráfico de influencias; un alejamientocreciente e insalvable de la “clase política” –instituidaen dueña del sistema político– en relación con la po-blación en general, y un deterioro de la política comoespacio y como acción.

La estabilidad económica que siguió al shockneoliberal debeló el fantasma de la hiperinflación perosacrificó los derechos laborales y sociales de cientosde miles de trabajadores y desempleados, generandoinseguridad y la búsqueda de salidas por cuenta pro-pia sin ninguna protección estatal. Más adelante, la

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privatización de las empresas públicas y el estableci-miento de ventajas excesivas e inclusive anticonsti-tucionales a la inversión extranjera contribuyeron aldeterioro de la economía nacional y a la armazón deun entramado institucional con amplias rendijas parala corrupción de cuello blanco.

La anteriormente vigorosa movilización social, queen el convulso período de la transición, en el cruce delas décadas de los años setenta y ochenta, podía doble-gar las decisiones de un gobierno, vivió entre 1985 y2000 una etapa de reflujo. Al terminar ese lapso, se diouna inflexión en la acción colectiva y sobre todo en suimpacto en la política (Tapia, 2000), cuando se desen-cadenó una serie de protestas iniciadas en Cochabamba.La “Guerra del Agua” cochabambina y después los pro-longados bloqueos de caminos en el altiplano aymararesaltaron las condiciones inicuas de la privatización deservicios básicos y el déficit de representatividad de losmiembros de la clase política.

En 2002 el MAS obtendría un sorpresivo segun-do lugar en las elecciones generales, marcando consu numerosa presencia parlamentaria la declinaciónde la democracia pactada. En febrero del 2003 unenfrentamiento entre el ejército y la policía expresó–tras dos días de combate y más de treinta muertosfrente a los palacios de gobierno y legislativo– la pér-dida de legitimidad de la violencia estatal. En octu-bre del mismo año la resistencia social frente a lapolítica de exportación de hidrocarburos que pre-tendía impulsar el gobierno concluyó con la renun-cia del entonces presidente Sánchez de Lozada y elestablecimiento tácito de la “Agenda de Octubre”(defensa de los hidrocarburos, asamblea constituyen-te), luego de una semana sangrienta que costó alre-dedor de setenta vidas.

La renuncia de Sánchez de Lozada abrió un perío-do de incertidumbre que duraría hasta las eleccionesde diciembre. Sin nitidez, aunque con mucha espe-ranza, se vislumbraba la apertura de un nuevo ciclopolítico, una rearticulación de las relaciones entre elEstado, la sociedad y la esfera económica, con un pa-pel estatal mucho más vigoroso que en la etapa delneoliberalismo y sin el protagonismo pernicioso de la“clase política” tradicional. Tras lapsos críticos queterminaron canalizándose en los cauces institucionales(el orden constitucional se mantuvo firme a pesar de

las renuncias de dos presidentes y de los intentos dealgunos políticos “tradicionales” de obstaculizarjurídicamente la realización de elecciones), existía dis-ponibilidad social para el cambio. La misma institu-cionalidad se fortaleció con la reforma constitucionalque introdujo el referéndum, la iniciativa ciudadana yla posibilidad de presentar candidaturas sin partidopolítico, mediante agrupaciones ciudadanas y pueblosindígenas.

Simultáneamente, resurgían con fuerza los movi-mientos cívicos de los departamentos de tierras bajas(que junto al departamento sureño de Tarija conformanla llamada “media luna” de Bolivia). En Santa Cruz,sobre todo, las entidades empresariales y cívicas searticularon alrededor de la demanda de autonomíadepartamental, que en sus versiones extremas recla-man la calidad de “Estado libre asociado” a Bolivia yen sus versiones oficiales o más moderadas demandanuna profundización de la descentralización. A princi-pios del 2005, el movimiento cívico cruceño obtuvodel presidente Mesa, que sucedió a Sánchez de Lozada,el compromiso de convocar a elecciones para nom-brar prefectos departamentales (atribución que aúnhoy es prerrogativa presidencial) y a un referéndumpara establecer autonomías departamentales.

Avances y desplazamientos delmovimiento campesino y el MAS-IPSP

Las elecciones generales del 2005 debían designaral presidente y vicepresidente de la república, a dipu-tados y senadores. Al mismo tiempo se llevó a cabo laprimera elección de prefectos departamentales. ElMAS-IPSP llegaba a los comicios con diez años de viday con el respaldo de decenas de organizaciones sobretodo campesinas e indígenas y la esperanza de convo-car el apoyo complementario de las clases medias ur-banas. Los diez años eran la continuidad de latrayectoria del movimiento campesino, principalmen-te de los cocaleros, que habían resistido las duras polí-ticas de represión del cultivo de coca desde mediadosde los años ochenta y habían decidido plantear unaalternativa partidaria propia, un instrumento políticodependiente de las decisiones de las organizacionessociales. La reforma municipal de 1994 dio a los cam-pesinos la oportunidad de participar en elecciones lo-cales, acceder a la representación política y al gobierno

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en el nivel municipal y así ganar una experiencia va-liosa en la gestión gubernamental.

La historia reciente de una parte del movimientocampesino –continuada en la historia del MAS-IPSP–puede sintetizarse en tres cruces de fronteras o cam-bios de escenario. Primero, la decisión de formar elinstrumento político significó la opción de crear (oconvertirse en) un partido dependiente de las organi-zaciones sociales principalmente rurales. En funciónde la legislación entonces vigente, este salto al terre-no institucional significó también un salto de lo local alo nacional (solamente existían partidos nacionales) yla necesidad de arraigarse más allá de los sectores deinfluencia directa de los sindicatos cocaleros o las fe-deraciones campesinas. En tercer lugar, las victoriaselectorales obligaron un paso del ejercicio de la opo-sición (institucional y extrainstitucional) al ejerciciodel poder. En cada caso se plantean problemas que elMAS-IPSP no resolvió plenamente (Córdova, 2004).Su primer año de gobierno confirma que la creaciónde un partido no representó dejar de ser movimientossociales; ganar elecciones nacionales no significó me-cánicamente la extrapolación de la “democracia sin-dical” local a mayores escalas; en tercer lugar, a pesarde llegar al gobierno nacional, los movimientosmasistas ejercen la oposición en los departamentos conprefectos contrarios al MAS-IPSP.

El primer año de gestióngubernamental y el conflicto deCochabamba

El MAS-IPSP llegó al poder asumiendo con se-riedad varios desafíos: la realización de la asambleaconstituyente, la recuperación de los recursos natu-rales –compromisos incluidos en la “Agenda de Oc-tubre”– y, más ampliamente, la reorientación de laeconomía, la recuperación del papel director de lapolítica y la inclusión sin discriminación de las ma-yorías indígenas en la vida social, económica y polí-tica del país. En cuanto a la política, las relacionescon el parlamento, los movimientos sociales y losprefectos se perfilaban como claves en el desarrollodel gobierno (Mayorga, 2006).

El reto simbólicamente más amplio era la realiza-ción de la asamblea constituyente, que potencialmente

consagraría la inclusión igualitaria de todos los boli-vianos, negada a lo largo de la vida republicana. Laasamblea era planteada por Morales como unarefundación (una asamblea originaria), en la que par-ticiparían todos los que habían sido excluidos de laprimera fundación de Bolivia. En su primer discursopresidencial se comprometió a inaugurar la asambleaen el aniversario patrio, el 6 de agosto de 2006.

Desde el inicio de su administración, el presidenteintrodujo varias novedades en la política boliviana.Al margen de elementos secundarios como una ma-yor cercanía con la población o la propia composi-ción del gabinete ministerial (con mayor proporciónde mujeres y miembros de las organizaciones de baseque conforman el instrumento político), Morales tra-tó de dignificar las relaciones con la cooperación in-ternacional (que anteriormente imponía condicionescasi vergonzosas) y con los inversionistas que privati-zaron las empresas estatales. La nacionalización de loshidrocarburos –el control accionario del Estado en lasempresas y la recuperación de la mayoría de la rentapara el país– fue criticada por varios sectores con cri-terios diversos pero demostró su efectividad. Mientrasunos la acusaban de no ser “realmente” una nacionali-zación, otros la consideraban inviable, asegurando quelas empresas transnacionales preferirían dejar el país afirmar nuevos contratos menos convenientes que losanteriores. Las empresas accedieron a la modificaciónde los contratos y ello significó la continuidad de lainversión y el incremento de los aportes de la renta deesta industria a las arcas estatales, de tal suerte quepor primera vez en treinta años existe superávit fiscal.

Este primer año estuvo marcado por los desplaza-mientos o cambios de escenario señalados anterior-mente. Al iniciar 2006, por ejemplo, Morales fueratificado en la presidencia de la coordinadora de lasfederaciones de productores de coca de Cochabamba,reafirmando su compromiso con los “movimientossociales” pero restando posibilidades a su liderazgonacional, que es incontrastable aunque podría ser másamplio.

El principal nudo problemático del primer año degestión masista fue el desarrollo de la asamblea cons-tituyente. El plazo impuesto para su inauguración pre-sionó la formulación de la ley de convocatoria, queprivilegió la representación territorial, desechando las

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MARTA RODRÍGUEZ. «Las otras huellas de la guerra». Fundación Dos Mundos

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JULIO CÉSAR HERRERA, Chocó, 2002.Exposición «Colombia, imágenes y realidades» MANUEL SALDARRIAGA. Exposición

«Las otras huellas de la guerra». Fundación Dos Mundos

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propuestas de representación corporativa (indígena,sindical), estableció en dos tercios la proporción devotos necesaria para aprobar el texto constitucional(que podría otorgar poder de veto a grupos minorita-rios) y fijó un período de un año para redactar el nue-vo texto constitucional. Simultáneamente, se convocóel referéndum vinculante a la asamblea para incluirun régimen autonómico en la nueva constitución ypara ponerlo en práctica en los departamentos cuyapoblación optara por el sí en la consulta.

En julio de 2006 se llevaron a cabo los dos proce-sos electorales. En la elección de constituyentes elMAS obtuvo nuevamente la mayoría absoluta, cien-to treinta y cinco de los doscientos cincuenta y cincoconstituyentes. En cuanto al referéndum, pocos díasantes el gobierno había optado por promover el no,considerando que la autonomía era una propuestaoligárquica, excluyente y poco solidaria. El no ganóen cinco departamentos del occidente; el sí, en todoel oriente y en Tarija (donde se encuentran los yaci-mientos de hidrocarburos). En Cochabamba el no al-canzó un porcentaje de 63%, resultado que significóuna derrota para el prefecto, que había impulsado unarespuesta afirmativa. La asamblea fue inaugurada enagosto, tal como había ofrecido Morales, con unaemotiva marcha de representates de todos los pueblosindígenas, acto simbólico que significó el primer en-cuentro intercultural del país en más de ciento ochen-ta años de vida republicana.

Discursos y acciones del MAS-IPSP

El gobierno masista y los movimientos que estánligados orgánicamente al instrumento político no sonhomogéneamente antineoliberales ni puramente “ori-ginarios”. Existen diferentes vertientes que se tradu-cen en un discurso indigenista (que coincide con elfortalecimiento de los elementos étnicos en las orga-nizaciones campesinas y con el vigor de la retórica queafluyó en el MAS sobre todo del altiplano aymara),populista (aunque no apela constantemente al “pue-blo” sino sobre todo a los “movimientos sociales” y ala soberanía popular), nacionalista-estatista (sobre todopor la defensa de los recursos del subsuelo y de la so-beranía nacional y por su rechazo del neoliberalismo)y de izquierda (en su enfrentamiento con los “partidostradicionales”, en su relación con movimientos “pro-

gresistas” de otros países y en su promoción de la jus-ticia social). Esta indefinición da un lugar central a lafigura del presidente, que brinda coherencia a la ima-gen del gobierno y a sus políticas.

Analíticamente, podemos distinguir tres compo-nentes en el proceso que guía el MAS-IPSP. Hay unejercicio del poder gubernamental y un proceso constitu-yente que contribuyen a un proyecto hegemónico toda-vía sin definición clara. En los tres se presentan notoriasoscilaciones entre algunos de los elementos señaladosanteriormente (el indigenismo, la soberanía popular, elnacionalismo y la justicia social). Estas tensiones se danno solamente entre un discurso “radical” y una acciónconcertadora –que es lo más visible– sino también den-tro del discurso y dentro de la acción, sobre todo, tal comoapunta Fernando Mayorga (2007), entre el indigenismoy el nacionalismo que conviven sin armonía en el MAS.Así, las articulaciones que en el discurso permitiríanapuntalar la hegemonía del MAS pueden ser negadasen principio (por ejemplo, si se impone un reduccionismoindigenista que reconoce en otros actores elementospuramente antagónicos).

El ejercicio del gobierno transcurrió con más lucesque sombras. La nacionalización de los hidrocarburos,el superávit fiscal, el reconocimiento de derechos so-ciales, la condonación de gran parte de la deuda ex-terna, la ampliación de las concepciones de desarrolloincluyendo las visiones indígenas y el impulso de pro-yectos regionales de integración son, entre otros, lo-gros destacables. Sin embargo, el proceso constituyentetropezó repetidamente (a un punto tal que a medioaño de su instalación la asamblea no redactó todavíani un solo artículo de la nueva constitución). Este re-traso se debió a la suspicacia de la oposición, que con-sidera que el MAS no respetará los resultados delreferéndum autonómico, y a la intención masista deimponer una fórmula mixta de voto en la que predomina-ba la mayoría absoluta y no los dos tercios. Según la pers-pectiva masista, la aplicación de la cifra de dos terciosen la redacción de cada artículo por separado podríaimplicar el bloqueo de la asamblea y el desperdiciodel esfuerzo que llevó iniciarla, tomando en cuenta elplazo de un año que impuso la convocatoria1.

La falta de acuerdos y avances en la asamblea for-taleció de hecho a una oposición que carece de pro-puestas e iniciativas y que básicamente insiste en

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aplicar los dos tercios en la aprobación de todos losartículos del nuevo texto constitucional. En la oposi-ción se distinguen cuatro vertientes: la resistencia delos sectores que no desean perder los privilegios eco-nómicos que el Estado les otorgó anteriormente (em-presarios nacionales y extranjeros, terratenientes), laoposición política (los partidos “tradicionales” recon-vertidos en agrupaciones ciudadanas), la oposiciónsocial latente y manifiesta (grupos que pueden expre-sar aun violentamente sus desacuerdos con el gobier-no) y la oposición mediática, expresada en unacampaña acaso no planificada pero sí constante, so-bre todo en redes de televisión que tienen un altoimpacto en las ciudades del interior, especialmente enSanta Cruz de la Sierra.

Al final del primer año la política en Bolivia estápolarizada y la conflictividad no disminuyó. De he-cho, de acuerdo con la base de datos de conflictos deCERES y Ciudadanía, el número de conflictos y pro-testas aumentó en 2006 en relación con los gobiernosdel ciclo neoliberal. Los motivos de división y conflic-to se subordinan al clivaje que articula la oposiciónpolítica y la división regional, alrededor de la deman-da autonómica y la proporción de voto en la asam-blea constituyente. En los hechos, la polarizacióndiluye los matices y establece equivalencias gruesasque operan prácticamente. Así se establecen comu-niones entre grupos de la clase media, los movimien-tos cívicos de los departamentos de tierras bajas, gruposoligárquicos, políticos “tradicionales” y empresariosmediáticos que articulan una oposición que al iniciodel gobierno del MAS estaba muy débil.

El conflicto por la hegemonía enCochabamba

En enero del 2007 se desarrolló en el departamentode Cochabamba un conflicto que permite entender lasfalencias de la institucionalidad nacional y las dificulta-des que el MAS-IPSP debe superar en su gestión guber-namental. Muestra los problemas que los movimientossociales que forman el instrumento político encarancuando salen de sus lugares de acción “naturales” (elárea rural, en este caso) y se movilizan en las ciudades,ya que la simpatía de la población urbana es veleidosay su apoyo nunca puede darse por sentado. Muestratambién que los aliados del gobierno pueden “radica-

lizarse” e ir en contra de las políticas gubernamentales(algunos hechos violentos registrados en las movili-zaciones afectan sin duda la imagen del gobierno). Ex-presa asimismo la dificultad de enlazar consistentementela “política en las calles” con la política institucional, adiferencia de lo que ocurre exitosamente en los muni-cipios cocaleros o en otras zonas rurales del país. Por ellado de la institucionalidad, se percibe cómo existencondiciones para el surgimiento de conflictos, pero almismo tiempo, se observa que no siempre existen ca-nales para gestionarlos.

Al conocerse los resultados de las elecciones del18 de diciembre del 2005 se podían vislumbrar algu-nos conflictos en la gestión prefectural en Cochabamba.La mayoría de los municipios del departamento erangobernados desde enero de ese año por alcaldes y con-cejos municipales masistas; Evo Morales y el MAShabían ganado las elecciones presidenciales y parla-mentarias pero Manfred Reyes Villa, el prefectodepartamental que fue elegido el mismo día, era can-didato de la oposición2. Era la primera elección deprefectos mediante el voto popular, y la legislaciónacusaba serias inconsistencias. Según la Ley de Des-centralización (1995) los prefectos son parte del poderejecutivo nacional; dependen del presidente de la repúblicay son acompañados por un Consejo Departamentalconsultivo cuyos miembros son designados por losconcejos municipales (en el caso de Cochabamba, losconsejeros departamentales son mayoritariamentemasistas). Los prefectos elegidos en 2005 gozan de lalegitimidad del voto, a diferencia de los consejos de-partamentales; en los hechos pueden oponerse a laspolíticas del poder ejecutivo nacional o marcar suspropios rumbos sin el contrapeso de un ente fiscalizadoro una asamblea departamental.

La victoria de Reyes Villa tenía su base en susexitosas administraciones como alcalde municipal dela ciudad de Cochabamba. Pudiendo haberse presen-tado como candidato a la presidencia, tal como habíahecho en 2002, prefirió optar por la prefectura deldepartamento, postergando sus aspiraciones. Con unpasado militar que incluía la participación subalternaen una dictadura y acusaciones disueltas de implica-ción en crímenes políticos, aparecía como el únicolíder sobreviviente de la “clase política” tradicional,lo cual lo hacía blanco de los movimientos socialesafines al MAS, que condenaban su pacto con el go-

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bierno de Sánchez de Lozada y pretendían anular suinfluencia en Cochabamba. Cercado por un ConsejoDepartamental y un gobierno nacional adversos ymovimientos sociales que amenazaban su gestión, in-tentó afirmar su legitimidad enganchándola a un re-sultado afirmativo del referéndum autonómico yposicionándose al lado de los prefectos de los depar-tamentos del oriente, en los que ganó el sí. El resulta-do en Cochabamba fue de un 63% por el no, que,como veremos, no fue plenamente aceptado por elprefecto.

A lo largo del 2006 las relaciones entre Reyes Vi-lla y el Consejo Departamental fueron difíciles, a talpunto que los consejeros intentaron censurarlo e in-clusive hicieron una huelga de hambre reclamandopor una mayor equidad interprovincial en la ejecu-ción de obras públicas. Al final del año, este enfrenta-miento se fundió con la conflictividad alrededor de laasamblea constituyente (por la fórmula de voto y elrégimen autonómico). A mediados de diciembre sellevaron a cabo sendos cabildos en los cuatro departa-mentos en los que había ganado el sí, para reclamar elrespeto de los resultados del referéndum autonómicoy exigir que cada artículo de la nueva constituciónfuera aprobado por dos tercios de los constituyentes.Un día antes, el 14 de diciembre, Reyes Villa llamó auna concentración en la Plaza de las Banderas de laciudad de Cochabamba, para afirmar la unidad delpaís –amenazada por solicitudes de independencia degrupos de la extrema derecha de Santa Cruz– y parapedir el respeto de la democracia –que Reyes Villaidentificó con la aprobación de los artículos de la nuevaconstitución por dos tercios–.

Dos acciones realizadas por Reyes Villa en esa opor-tunidad dieron pie al conflicto que semanas despuésconmocionó al departamento. Propuso la convocato-ria de un nuevo referéndum departamental sobre au-tonomía, desconociendo el resultado del anterior,realizado hacía apenas cinco meses. En un lapsus –oacto fallido– en medio de su discurso, el prefecto afir-mó: “¡Adelante, Santa Cruz, con su independencia!”,en vez de referirse a la autonomía que reclaman losdirigentes de ese departamento.

Las organizaciones que conforman el MAS-IPSPen Cochabamba entendieron la campaña abierta parapromover la realización de un nuevo referéndum so-

bre autonomías y el desliz de la “independencia” (queno fue aclarado inmediatamente) como una provoca-ción a la ciudadanía y un intento de “manipularla”para aproximarla a ideas supuestamente divisionistasde la región oriental y sur del país. Rápidamente seiniciaron movilizaciones para pedir la renuncia deReyes Villa. Los primeros días del 2007 llegaron a laciudad miles de miembros de las federacionescocaleras, la federación departamental de campesinosy la federación de regantes. Un cabildo realizado el 4de enero en la Plaza Principal resolvió exigir la renun-cia de Reyes Villa. El 8 de enero una movilización enla que participaban campesinos, cocaleros, regantes,universitarios y otros sectores fue reprimida por lapolicía –que después se retiró– y concluyó en la que-ma parcial del edificio prefectural, ubicado en la mis-ma plaza. Luego de este “desborde” que estaba fuerade los planes de acción de los campesinos y fue atri-buido en su inicio a agentes “infiltrados” entre los uni-versitarios, los sectores movilizados decidieronpermanecer en la plaza en una vigilia pacífica hasta larenuncia del prefecto.

El diálogo entre el gobierno nacional y el prefectopudo haberse establecido a partir de concesiones deambas partes: el abandono de la propuesta de un nue-vo referéndum, por parte del prefecto, y la flexibi-lización en los pedidos de renuncia, por parte de losmovimientos afines al MAS. Se truncó por “falta degarantías”. Mientras tanto, la presencia de los campe-sinos en la ciudad era considerada por parte de algu-nos grupos de la sociedad local como una agresión. ElComité Cívico organizó una marcha que debía con-cluir en una concentración en la Plaza de las Banderasel 10 de enero por la tarde. En horas de la mañana loscampesinos ocuparon esa plaza, impidiendo que lamarcha llegara al lugar. La policía hizo un cerco queevitó el encuentro de los grupos movilizados. La mar-cha “por la defensa de la Democracia y la Paz” teníalos caracteres ambiguos de la movilización del día si-guiente: había personas con banderas bolivianas y blan-cas; pero había también gente con palos y escudos demadera. Con la concentración frustrada, los dirigen-tes cívicos tomaron dos decisiones de consecuenciasincalculables: declararon un paro cívico y llamaron ala gente a manifestarse “pacíficamente” en defensa dela democracia y la institucionalidad. El 11 de enerosucedió el episodio que narramos al principio del artí-culo. En esa ocasión aparecieron los “jóvenes por la

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democracia”, un grupo de choque muy parecido a lasbrigadas de la Unión Juvenil Cruceñista, organizaciónde extrema derecha basada en Santa Cruz de la Sierra(Opinión, 2007, Los Tiempos, 2007).

Ante estos hechos, las autoridades gubernamen-tales ordenaron –tardíamente, a la luz de lo aconteci-do– la intervención de las fuerzas militares pararesguardar la ciudad, prevenir enfrentamientos entrepobladores civiles y evitar que surgieran nuevos bro-tes de violencia. Rondaba el fantasma de una guerracivil, y Cochabamba parecía ser el lugar propicio paraencenderla: existían fuerzas movilizadas y opuestas sinpredominancia clara de ninguna de ellas (con un ma-yor equilibrio que en los otros departamentos) y ya sehabían dado enfrentamientos sangrientos.

El prefecto se encontraba en la ciudad de La Paz,reuniéndose con los demás prefectos contrarios al go-bierno, intentando ganar su solidaridad y dar al pro-blema cochabambino una dimensión nacional que elgobierno negaba (se trataba, en las declaraciones ofi-ciales, de un problema de Cochabamba que debía re-solverse en Cochabamba). El diálogo entre los dosniveles de gobierno (responsables tácitos de los he-chos anteriores) no se restableció a pesar de la decla-ración pública del poder ejecutivo de respaldar a losprefectos elegidos (Opinión, 2007) y de la renunciadel prefecto a la propuesta del referéndum. En unmensaje a la región Reyes Villa diría: “Comprenderánque no puedo ni debo renunciar presionado por la vio-lencia, porque podría poner en entredicho el procesodemocrático (...) porque provocaría más ruptura enel país” (La Razón, 2007).

Un nuevo cabildo de los movimientos realizado el16 de enero decidió llevar a cabo acciones más pru-dentes, con la intención de no poner en riesgo lainstitucionalidad: el retorno de los cocaleros y los de-más campesinos a sus lugares de origen y la búsquedade caminos legales para destituir al prefecto. Entre es-tos caminos sobresalían la realización de un referén-dum revocatorio, propuesto el día anterior por elpresidente Morales (Morales, 2007), y un juicio deresponsabilidades a Reyes Villa por los hechos sangrien-tos de los días anteriores. Habiéndose llegado a esasdecisiones, algunos grupos presentes en el cabildo acu-saron a los dirigentes de haber actuado con tibiezaexcesiva, obligaron a los consejeros departamentales

a abrir una sesión que debía desconocer a Reyes Villay finalmente formaron forzada y grotescamente un“Gobierno Departamental Popular”, con nuevos con-sejeros y prefecto designados entre los presentes. Estainstitución paralela desapareció a pocas horas de sucreación, por el escaso apoyo de las bases sociales másinfluyentes y porque el mismo gobierno la calificó deilegal (El Deber, 2007).

La quema del edificio prefectural, la bochornosaelección del gobierno popular y los ataques a los me-dios de comunicación durante los días más tensos ex-presan un problema que el MAS-IPSP debe enfrentaren varios sectores del país: sus propios aliados puedenser más conflictivos que la oposición política. El “desbor-de” es siempre una posibilidad que puede superar lasdecisiones de las organizaciones, aun en el caso de loscocaleros, que tienen amplia experiencia y disciplinaen sus movilizaciones.

A finales de enero, el prefecto todavía no reasumiósu cargo. La ley interpretativa que permitiría la reali-zación del referéndum revocatorio no fue aún presen-tada al parlamento. Los campesinos se retiraron yesperan esta salida legal. Para coordinar con los pre-fectos, el presidente nombrará delegados en cada de-partamento. Algunos prefectos ya calificaron esosnombramientos como una intrusión y una injerenciaautoritaria del gobierno.

En el conflicto de Cochabamba los cocaleros y lasotras organizaciones campesinas jugaron en contextosespaciales adversos. No se reeditó la complementaciónque mostraron las movilizaciones de la guerra del agua,en las que las organizaciones rurales y urbanas actuaroncoincidentemente. Debido a la exacerbación propia dela polarización política, emergieron elementos racistasen la población urbana, y temores que movían a prote-ger la propiedad privada y los bienes públicos urbanos.El paso de una hegemonía “natural” en el área rural a lanecesidad de articular actores y discursos en el área ur-bana fue entendido por algunos dirigentes de manerareduccionista: según esta visión, siendo los campesinosmás auténticamente “pueblo”, sus decisiones eran “de-mocráticas” y debían ser aceptadas y respetadas sin con-traste aun por los opositores urbanos.

Por otro lado, el gobierno del MAS-IPSP tuvo quevérselas con el ímpetu autónomo de sus aliados. Los

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“desbordes”, las propuestas de atacar la vivienda delprefecto y los medios de comunicación podrían pre-sentarse como expresión “genuina” de la cólera popu-lar, pero ponen en riesgo no solamente los objetivosde las movilizaciones sino la validez de la moviliza-ción como principal método y recurso de la accióncolectiva y los avances realizados por el movimientopopular durante los últimos años. En cuanto a lacomplementación de la acción directa con lainstitucional –efectiva en las áreas rurales, por ejem-plo, en la definición de candidatos municipales encabildo, porque los candidatos designados en cabildoson luego elegidos por voto popular–, la “política enlas calles” se vio ante un callejón sin salida, ya que noexistía la posibilidad legal de refrendar institu-cionalmente las decisiones de los cabildos.

En este ámbito, la elección de los prefectos presen-ta caracteres inconsistentes: solamente cambió su for-ma de designación, y no sus atribuciones. La búsquedade mayor democracia (que justifica su elección median-te el voto popular) puede verse afectada cuando elConsejo Departamental no goza de la legitimidad delvoto y no puede efectivamente controlar sus acciones.

Conclusiones

Explicar el conflicto de Cochabamba y el primeraño de gobierno masista en relación con figuras purasde izquierdismo, nacionalismo, andinismo o antineo-liberalismo es un error derivado de una visión incom-pleta del MAS-IPSP y del contexto en que actúa. ElMAS-IPSP es todo eso simultáneamente, y la riquezade sus acciones, su posible innovación de la acciónpolítica y sus aportes al conocimiento derivan de lamixtura que lo constituye.

El tema que nos ocupa revela las dificultades quederivan de los cambios de escenario que realizaron lasorganizaciones que conforman el MAS-IPSP frente aun contexto que se fue polarizando crecientementealrededor del proceso constituyente. Expresa tambiénlos problemas que surgen de la superposición de losproyectos que lleva adelante el gobierno. En el primercaso, destaca la importancia estratégica que Cocha-bamba tiene en el mapa político nacional, ya que elMAS-IPSP tiene el control del Consejo Departamen-tal pero el prefecto es opositor.

En el segundo caso, el proyecto hegemónico se cru-za con la necesidad de tener controles más efectivos dela gestión de los prefectos. La consigna tácita de elimi-nar la probable oposición del prefecto cochabambinoen función de afirmar la hegemonía masista en Cocha-bamba choca con la inexistencia de mecanismos institu-cionales de evaluación del desempeño y revocatoriade los cargos de las autoridades departamentales. Ladebilidad del proyecto hegemónico también se mues-tra en el malestar generado en las clases media y altaurbanas con la presencia intimidante de los campesinosen el centro de la ciudad. En este punto, la decisión deno utilizar las fuerzas de represión para controlar la si-tuación abrió la oportunidad para el enfrentamientoentre sectores de la sociedad.

El proyecto es afectado por las oscilaciones queacusa el MAS-IPSP. Son oscilaciones cuyo rasgo pe-culiar no es la inconsistencia entre el discurso y la ac-ción, lo cual entraría en la “normalidad” de la acciónpolítica, sino también entre orientaciones diferentesdel discurso y la acción. En efecto, no es tan relevantela posible inconsistencia entre un discurso “radical” ydecisiones “moderadas”, que podrían ser criticablesdesde posiciones “socialistas” (según las cuales el go-bierno del MAS es en el fondo neoliberal) o “demo-cráticas” (que reclamarían mayor prudencia en laretórica gubernamental), sino la oscilación entre ma-trices de acción nacionalistas o indigenistas, entre laarticulación propiamente hegemónica y una concep-ción del antagonismo que busca eliminar las posiblesoposiciones. En el caso estudiado, inicialmente se im-puso esta visión excluyente que no hizo lo necesariopara evitar el enfrentamiento civil.

Las esperanzas de que la conflictividad social ypolítica disminuiría en un gobierno masista se disipa-ron con prontitud. La apertura del gobierno al diálo-go con los sectores sociales fortalece la certeza de quela movilización es efectiva para satisfacer una deman-da. Por otro lado, el gobierno central no es ya el únicoadversario de los conflictos o el blanco privilegiadode la protestas. Los prefectos, sobre todo los opuestosal MAS-IPSP, soportan una gran carga de protestas ydemandas sociales. Los grupos opositores también pa-recen haber asimilado las formas de acción de losmovimientos y organizaron contramovimientos quepasan por alto los canales institucionales de gestiónde conflictos.

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Por otro lado, cuando el Estado era una parte cons-tante en los conflictos sociales, los conflictos se plan-teaban entre algún sector de la sociedad y el Estado.Durante su primer año, el gobierno trató de evitar larepresión y el uso de la fuerza, de manera que se esta-bleció tácitamente la propensión a trasladar el con-flicto al seno de la sociedad. Los combates entrecooperativistas mineros y obreros asalariados, en el mesde octubre, y los hechos de Cochabamba expresansuficientemente esa tendencia.

Ello expresa no solamente los problemas que elMAS-IPSP debe enfrentar en sus cambios de escena-rio, sino también el carácter deficitario de la estructu-ra de gestión de conflictos en el país (no olvidamos elpapel constructivo de los conflictos a lo largo de la his-toria nacional). De hecho, varias de las reformasinstitucionales apuntan a manejar la conflictividad demanera más estable. El referéndum revocatorio es unade ellas. Es posible que contribuya a una forma másdemocrática de encarar las relaciones entre las autori-dades electas y la sociedad. También es posible que segeneren escenarios de inestabilidad en la gestión y quesaturen la disponibilidad de la población a participaren la política, comprometiendo el proceso de cam-bios que Bolivia vive actualmente.

Citas

1 Al cerrar la redacción de este texto, el presidente Morales propu-so que todos los artículos de la constitución se aprueben por dostercios de los constituyentes presentes, y que los artículos que nohayan sido aprobados antes del 2 de julio de 2007 sean motivo dereferéndum. Probablemente esta decisión distenderá en algunamedida el ambiente conflictivo que rodea el proceso constituyente.

2 Desde el punto de vista de Fernando Calderón, el voto divididoen Cochabamba expresa la complejidad de la participación políti-ca. El ciudadano no sería un ente simple sino un sujeto complejoy activo que modifica racionalmente su estructura de voto (Cal-derón, 2006: 26).

Bibliografía

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GALERÍA DE FOTOSDE LA FUNDACIÓN DOS MUNDOS

Las fotos que aparecen en estas páginas hacen parte de la radiografía del paísy de sus habitantes, fotos que comenzamos a recoger a partir de las miradassensibles y certeras de fotógrafos profesionales y aficionados, a quienes convoca-mos en dos grandes concursos organizados por la Fundación.

La imagen fotográfica retiene dentro de sí, de forma simple y al tiempo com-pleja, múltiples posibilidades comunicativas; puede contar fragmentos congela-dos de hechos y sucesos y, a la vez, es capaz de recrear en nuestra mente infinitasexplicaciones e historias acerca de su contenido, de quiénes son los protagonis-tas, cuáles sus motivaciones y, permiten inferir algunos antecedentes; aún más,es capaz de provocar en el espectador posibles secuencias sobre la imagen queobserva. Es tan fuerte el papel de la fotografía que no se puede negar que es unaliado poderoso para el registro y acotación de momentos significantes, de ex-periencias que queremos conservar y, a la vez, un extraordinario cómplice paraenriquecer la historia de modo fehaciente a través del registro de sus grandezas ytragedias, de sus consensos y de sus contradicciones.

En esa dirección la Fundación Dos Mundos, como parte de su hacer psicosocial,ha venido empleando la fotografía como herramienta útil para documentar pa-sajes de nuestra historia. Esas imágenes hacen públicas escenas que en privadose cubren con velos edificados en el miedo, el dolor, la desesperanza, la frustra-ción, la rabia, la tristeza o la impotencia de miles de ciudadanos expuestos amúltiples violencias y violaciones de derechos. Son imágenes que, aún cuandono alcanzan a borrar las muchas otras de nuestra Colombia diversa y de colores,resultan elocuentes para un ejercicio que se suma al esfuerzo de construir unlenguaje polifónico, pero sobre todo veraz, de nuestro pasado y presente.

Allí la fotografía hace un aporte singular para una sociedad que tiene comouno de sus más cercanos desafíos edificar una memoria creíble, que apoye elesfuerzo de establecer claramente la verdad y, a partir de ese inventario riguro-so, hacer viable la justicia y la reparación integral. Los sucesos que registra esamemoria deben ser un patrimonio público, no un bien privado o individual, ydeben reflejar de modo primordial, significados socialmente compartidos.

Para este año y en el marco de un Seminario Internacional sobre el crimen de ladesaparición forzada, convocaremos a un nuevo concurso de fotografía quedimensione las secuelas de este dramático suceso, el cual, desde hace años, en-luta los hogares de cientos de personas a lo largo y ancho del país.

FUNDACIÓN DOS MUNDOS

Selección: S.M.D.