15 Cuentos Cortos Infantiles

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EL PINGÜINO Y EL CANGURO Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero al que el éxito había vuelto vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento y torpón impedía siquiera acabar las carreras. Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino. Todos pensaban que era una broma, pero aún así el vanidoso canguró se enfadó muchísimo, y sus burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no quería participar, pero era costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de inició. El zorro los guió montaña arriba durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino, sobre que si bajaría rondando o resbalando sobre su barriga... Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un cráter que había rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia, mientras el canguro apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y aunque parecía que el pingüino le esperaba para devolverle las burlas, éste había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se ofreció a enseñarle a nadar. Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro. CUENTO DE EL ÁRBOL MÁGICO Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás. El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, tan-ta-ta-chán, supercalifragilisticoespialidoso y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: “¡¡por favor,

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Los mejores cuentos infantiles para niños de 4 a 8 años.

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EL PINGÜINO Y EL CANGURO Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero al que el éxito había vuelto vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento y torpón impedía siquiera acabar las carreras.Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino. Todos pensaban que era una broma, pero aún así el vanidoso canguró se enfadó muchísimo, y sus burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no quería participar, pero era costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de inició. El zorro los guió montaña arriba durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino, sobre que si bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un cráter que había rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia, mientras el canguro apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y aunque parecía que el pingüino le esperaba para devolverle las burlas, éste había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se ofreció a enseñarle a nadar.Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro.

CUENTO DE EL ÁRBOL MÁGICOHace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, tan-ta-ta-chán, supercalifragilisticoespialidoso y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: “¡¡por favor, arbolito!!”, y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: “sigue haciendo magia”. Entonces el niño dijo “¡¡Gracias, arbolito!!”, y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que “por favor” y “gracias”, son las palabras mágicas

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MI PAPA ESTA OCUPADO

El papá de Alberto era un hombre importantísimo y muy ocupado que trabajaba tantas horas, que a menudo

debía trabajar los fines de semana. Un domingo Albertó se despertó antes de tiempo, y al escuchar que su

papá abría la puerta de la calle para salir hacia la oficina, corrió a preguntarle:

- ¿Por qué tienes que ir hoy a trabajar, papi? Podríamos jugar juntos...

- No puedo. Tengo unos asuntos muy importantes que resolver.

- ¿Y por qué son tan importantes, papi?

- Pues porque si salen bien, serán un gran negocio para la empresa.

- ¿Y por qué serán un gran negocio?

- Pues porque la empresa ganará mucho dinero, y a mí es posible que me asciendan.

- ¿Y por qué quieres que te asciendan?

- Pues para tener un trabajo mejor y ganar más dinero.

- ¡Qué bien! Y cuando tengas un trabajo mejor, ¿podrás jugar más conmigo?

El papá de Alberto quedó pensativo, así que el niño siguió con sus preguntas.

- ¿Y por qué necesitas ganar más dinero?

Pues para poder tener una casa mejor y más grande, y para que tú puedas tener más cosas.

- ¿Y para qué queremos tener una casa más grande? ¿Para guardar todas esas cosas nuevas?

- No hijo, porque con una casa más grande estaremos más a gusto y

podremos hacer más cosas.

Alberto dudó un momento y sonrió.

- ¿Podremos hacer más cosas juntos? ¡Estupendo! Entonces vete rápido. Yo

esperaré los años que haga falta hasta que tengamos una casa más grande.

Al oír eso, el papá de Alberto cerró la puerta sin salir. Alberto crecía muy

rápido, y su papá sabía que no le esperaría tanto. Así que se quitó la

chaqueta, dejó el ordenador y la agenda, y mientras se sentaba a jugar con

un Alberto tan sorprendido como encantado, dijo:

Creo que el ascenso y la casa nueva podrán esperar algunos años.

LOS MALOS VECINOS

Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo al pasar por delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta se le cayó un papel importante. Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel, y pensó:

- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando descaradamente!

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Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando recogió los papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores. Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de los cerdos comenzó a planear su venganza.

Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de bomberos, a estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó las casas de los dos vecinos...

Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada compartiendo habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo amigos hasta que finalmente, un día se atrevieron a hablar del incidente del papel. Entonces se dieron cuenta de que todo había sido una coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en lugar de juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie...

Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de gran ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas.

EL PIRATA PIRATÓN

En todo el mundo, no creoque hubo un pirata más feo.

Le faltaban media oreja,siete dientes y una ceja.Estaba tuerto de un ojo;

el otro se le torcía,y era tan cojo, tan cojo,

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y era tan malo, tan malo,que tenía... -¿Qué tenía?

¡Las cuatro patas de palo!

EL DUENDE Y EL BUHO

Había una vez un duende que vivía en una seta de chocolate del bosque. Cerca de su casa pasaba un río de aguas azules y transparentes. Todas las mañanas el duende atravesaba el río para comprar comida en el mercado del bosque. Le gustaba mucho hablar con sus amigos, el oso carnicero, la nutria pescadera y el lobo panadero.Un día el duende conoció a un nuevo animal del bosque que había viajado mucho por todo el mundo, era un búho muy sabio.El duende y el búho se hicieron muy amigos y todos los días se reunían en la casa de chocolate para jugar al ajedrez.Y colorín colorado este cuento se ha acabado, si quieres que te lo cuente otra vez cierra

los ojos y cuenta hasta tres.

CRONICAS DE UN POLICIA LOCAL

Braulio, el policía autonómico más viejo de Ceuta, escuchó el pasado siete de marzo este extraño diálogo entre un coche que estaba mal aparcado y una de las grúas del ayuntamiento:- ¡Buenos días, coche rojo! estás mal aparcado.- Sí, es verdad, lo siento mucho, pero yo no tengo la culpa, mi dueño humano me ha dejado aquí porque se me ha acabado la gasolina sin plomo.- Lo comprendo, pero las ordenanzas municipales dicen que tengo que llevarte al depósito de coches del ayuntamiento.- No seas mala, grúa guapa, mi dueño está a punto de regresar con un bidón de gasolina, además tengo el motor un poco cansado, creo que estoy averiado.- Pero aquí no puedes quedarte, ¡está prohibido aparcar!- ¡Mira grúa!, por allí llega mi dueño con vitaminas para mi motor.- ¡Está bien! puedes marcharte, pero otro día procura no aparcar en un sitio prohibido.- ¡Muchas gracias, grúa guapa!- ¡Hasta la vista, coche rojo!

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EL GUSANO TRISTE

Había una vez un gusano que siempre estaba triste. Sus amigos se reían de el, le decían que eran tan, pero tan feo que no lo dejaban salir de su casa para que no asustara a los demás tanto se canso de las burlas que decidió esconderse en su casita y no salir mas.

Paso el tiempo y sus amigos comenzaron a preocuparse porque el gusano no aparecía nunca, ni siquiera a comer. Hasta que un dia vieron salir de su casita a una mariposa. ¡No lo podían creer! El gusano se había transformado y ahora hasta podía volar. Además había dejado de de ser un gusano feo…ahora era una hermosa y colorida mariposa.

LAS DOS AMIGAS.

Ana Paula y malvina eran muy amigas, pero nunca querían juntarse con las demás compañeras de la escuela. Siempre jugaban ellas dos solas y no querían compartir nada con las demás niñas, ni la merienda que comían a los recreos.

Pero un dia mientras jugaban a las escondidas, se dieron cuenta que era aburrido tapar y encontrarse enseguida, y que ese juego seria mucho mas divertido si jugaran con mas nenas. Entonces al otro día organizaron una fiesta para el día del amigo a la que invitaron a todas sus compañeritas. Y ese día jugaron tanto, todas juntas que fueron amigas para siempre y nunca mas se aburrieron.

EL REGALO MAGICO DEL CONEJITO POBRE.Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso. Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dió a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia. El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un

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pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dió a él. En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas?. ¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho!Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales!!Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos

LA LECHUGA NO ES UN PLATO¡Hay un gusano en mi plato!, dijo Matías haciendo gestitos con la mano como para ahuyentarlo. El gusano primero miró el plato, después miró a Matías y luego dijo:- ¡Glup!, parece que me equivoqué. Esta no es una hoja de lechuga.

Cuando se le pasó un poquito el miedo, Matías, que era muy curioso, se acercó a observar muy bien a don Gusano.- ¡Vaya! -pensó- No sólo es bastante extraño y bonitos sus colores, sino que también tiene muchas patitas. Debe estar desorientado.

- Desorientado no, apenas un poco cegato –corrigió el gusano- pero en voz tan bajita que nadie lo escuchó.Por un instante el gusanito detuvo su marcha, encorvó su lomo verde y miró a Matías con sus ojitos finitos de gusano perdido.

Sonrieron cada uno a su manera. Matías, entonces, trajo una hoja de lechuga, que con mamá sacó de la heladera.

Lo cargó sobre ella y la llevó al jardín. Don Gusano sintió el airecito y fue feliz.Entretanto, Matías lo miraba divertido.

Pasito a paso el gusano se fue perdiendo entre las rosas con un buen bocado de lechuga entre las mandíbulas.

Pero eso sí ¡lechuga sin condimentar!

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PEDRITO, EL CARACOL Y LA BABOSAPedrito era un pequeño caracol de bosque que deseaba encontrar a un amigo o amiga. Caminó y caminó hasta llegar a un huerto. Allí había unas babosas que se rieron de su caparazón.Pedrito, triste, se ocultó en su caparazón. Tras unos cuantos días descansando, llovió, y Pedrito salió dispuesto a irse a vivir a otro lugar, pero al sacar la cabeza vio a una pequeña babosa que se había asustado al verlo.

- No te asustes, sólo soy un caracol.

- Pero, pero eres muy extraño, ¡llevas una piedra encima de tu cuerpo! –dijo temblando la babosa.

- No, no es una piedra, se llama caparazón, es mi casa. Cuando tengo frío o llueve mucho me escondo dentro y me siento mejor.- Pues me gustaría tener un caparazón como tú. ¿Cuándo me crecerá?

- Tú eres una babosa y vosotras no tenéis caparazón, pero si quieres podemos intentar encontrar uno vacío.

- Me gustaría mucho, dijo la babosa pequeña dando saltos de alegría.

Los dos amigos se pusieron a buscar por todo el bosque y finalmente debajo de la hojarasca encontraron un caparazón precioso, con una espiral dibujada, pero le iba tan grande, que decidieron buscar otra.

Al cabo de un buen rato encontraron un pequeño caparazón, pero era tan menudo que la babosa no cabía de ninguna de las maneras. Se puso tristísima y el pobre Pedrito no sabía qué hacer para que parase de llorar.Finalmente se le ocurrió una brillante idea:

- Podríamos compartir mi caparazón, dijo Pedrito para consolar la babosa.

- ¿De verdad harías esto por mí?

- Pues claro que sí. Eres mi amiga. Se hizo de noche y los dos compañeros se pusieron a dormir, el caracol se acurrucó al fondo del caparazón y la babosa cupo perfectamente.- ¡Buenas noches! dijeron los dos a la vez.

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LA AGUJA DE PAPEL

Ella se doblaba cada vez que la querían enhebrar, se resistía a que la atravesara el hilo. Pero un día lo vio y con sólo mirarlo se enamoró, era un hilo especial, sus colores, textura, extensión y grosor, todo era particularmente encantador.

Es el hilo más lindo que he visto, ella exclamó. Le susurró a su familia de blandas agujas y los invitó a que conocieran a su querido Sr. HILO.

ELLOS, LUEGO QUE LO OBSERVARON OPINARON SOBRE ÉL, ES ATRACCTIVO, PERO MUY EXTRAÑO, NO TE PARECE QUE DEBES SABER MÁS DE ÉL ANTES QUE PERMITAS QUE SAQUE PROVECHO DE TI.

Es la primera vez que no deseo tomar mis recaudos, y no siento necesidad de evitar que se introduzca en mi ojal. Es muy misterioso porque no sé de dónde viene, ni quién es, ni qué desea coser, sólo sé que debo ayudarlo y me sentiré bien.

Y entonces ocurrió, el hilo se unió a la aguja de papel y le dijo: no te preocupes, no temas, no tendrás que coser, juntos formaremos un hermoso adorno para el árbol de Navidad de este Año. Yo soy dorado, solitario y viejo, gracias por confiar en mí, y descubrir que tenía algo hermoso para dar.Y así la aguja de papel y el hilo dorado de bordar, se unieron en el Amor y crearon la bellísima estrella navideña.

FIN

EL SOLDADITO PLOMOÉrase una vez, un soldadito llamado Plomo, que pertenecía a la guardia del rey, en un reino muy lejano. Plomo, tenía ya 60 años, era el jefe de los 3 soldados que formaban la guardia, y se encargaba de que el rey fuera protegido en todo momento.Un día, Plomo, salió fuera del castillo para reunir a todos sus hombres y les dijo: “Tengo una misión para vosotros. Tenéis que resolver el siguiente enigma, y el que lo resuelva ocupará mi puesto en la guardia, ya que yo me voy a jubilar.”“El enigma es el siguiente: Si tengo 17 sombreros de soldado y tengo que repartirlos entre vosotros 3, ¿cómo podría repartirlos para que todos quedarais contentos?“.

Los soldaditos empezaron a contestar uno por uno, los dos primeros contestaron que no se podía hacer, ya que al dividir 17 entre 3, quedan decimales, y los sombreros no se pueden dividir.

Después, contestó el último soldado, y dijo: “Si le pido prestado un sombrero a un comerciante, ya tendría 18 sombreros, y si ahora lo divido entre los 3 soldaditos que somos, nos quedamos cada uno con 6 sombreros, y en compensación por el préstamo que nos hizo el comerciante, cada uno de nosotros le regalaremos un sombrero, de esta forma cada uno de los soldados tendrá 5 sombreros.”

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Todos se quedaron con la boca abierta, y el soldadito Plomo le dijo: “Sin duda, tu respuesta es la más inteligente de todas, y has resuelto el enigma“.Y cuando todos felicitaban al soldado por su inteligencia, el soldadito Plomo añadió fulminantemente: “Por cierto, ninguno de vosotros seréis mi sucesor.”Todos se quedaron callados, y el soldado que había resuelto el enigma dijo: “Pero, si lo he adivinado, ¿por qué no seré tu sucesor?“.Plomo contestó: “¿Alguno de vosotros se ha planteado para qué quiere un soldado 5 sombreros? Un soldado debe tener un sólo sombrero y cuidarlo para que no se estropee. Cuando aprendáis que hay que cuidar nuestras cosas, como nosotros cuidamos del rey, entonces me sucederéis!“.

Y así fue como el soldadito Plomo dio una lección a sus soldados y a toda la gente del reino.

EL ZORRO Y EL CABALLO

En un lugar muy lejano, un viejo caballo, vagabundeaba por el bosque tras ser arrojado de su hogar por su amo. Tan triste era su expresión, que al verlo pasar, un zorro le pregunto: -¿Por qué tienes esa cara tan triste amigo? -Ay zorrillo-dijo el caballo- mi amo ha dejado de verme como un animal útil y me ha echado de su casa. -Pero ¿lo ha hecho así sin más? -No amigo. Me ha dicho que si quería volver a la comodidad de mi cuadra, debería llevarle un león a la puerta de su casa. Pero ya ves que en mi estado, me es imposible hacer tal hazaña.

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 -No te preocupes caballo, yo haré que vuelvas a tu hogar. Ahora mismo vas a tirarte al suelo y parecer que estás muerto. Hecho esto, el zorro corrió a ver a un león que vivía en una cueva cercana y desde la distancia le hablo de esta manera: -Oye león, he visto un caballo muerto cerca de aquí, sígueme si quieres llenar tu barriga. Emocionado ante tal promesa, acompaño al zorro hasta el lugar en el que estaba el caballo. -Uy león, creo que aquí pueden venir a molestarte otros animales. Mejor te lo ato en tu cola y te lo llevas a tu casa, para comerlo con tranquilidad. Complacido el león con la idea del zorro, se dejó caer en el suelo para que pudiera atarle su comida al rabo. Tan confiado estaba, que no se dio cuenta de que el zorro le había atado sus patas a la cola del caballo. Esta astuta maniobra, permitió al caballo llevarse al león hasta su antigua casa, convenciendo a su dueño del gran error que había cometido y permitiéndole vivir una apacible existencia hasta el fin de sus días.