11 La Fisiocracia, Meek_cap_1

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CAMPUS QUETZALTENANGO Facultad Ciencias Políticas y Sociales Licenciatura en Relaciones Internacionales

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CAMPUS QUETZALTENANGO

Facultad Ciencias Políticas y Sociales

Licenciatura en Relaciones Internacionales

Reyna Marisol Pérez Calderón

No. De Carnet

LA FISIOCRACIA

A fines de julio de 1757, en un entresol del palacio de Versalles, tuvo lugar un famoso encuentro que los fisiócratas habían de considerar después como el momento del nacimiento de su escuela. Un pensador a la búsqueda de discípulos había descubierto un posible converso; en la entrevista el discípulo quedó ganado por las ideas del maestro, y desde aquel día hasta su muerte representó el mismo papel que Engels con respecto a Marx.

A primera vista resulta difícil encontrar dos personas con menor probabilidad de ser los fundadores de una nueva escuela de economía política. François Quesnay, por aquel entonces médico de madame de Pompadour y médico de cabecera de Luis XV, no había publicado nada (a los 63 años) con referencia directa al análisis económico, excepto un artículo, casi inadvertido, sobre los "Granjeros" en la Enciclopedia. La mayor parte de sus escritos pertenecían al campo de la medicina y se le conocía, sobre todo, por sus esfuerzos en favor de los cirujanos, que luchaban por conseguir un status frente a los médicos. El marqués de Mirabeau, de 42 años, gozaba de cierta fama por su libro sobre La utilidad de los estados provinciales * (1750), y consiguió difusión popular con El amigo de la humanidad, que apareció poco después del encuentro; sin embargo, el propio Mirabeau admitiría años más tarde que en el momento de escribir esta última obra «no era más economista que su gato".

Quesnay, sin embargo, había nacido en medio rural 2 y, a pesar de sus preocupaciones médicas, siempre había conservado un vivo interés por los problemas agrícolas. La doncella de cámara de madame Pompadour, madame Hausset, a quien debemos una serie de esclarecedoras anécdotas sobre Quesnay (incluyendo una o dos encantadoramente impertinentes), nos indica que "le encantaba charlar conmigo sobre el campo; me había criado en él y acostumbraba hacerme hablar sobre las tierras de Normandía y del Poitou, la riqueza de los granjeros y el método de cultivo... En la Corte le preocupaba más el mejor método de cultivo de la tierra que cualquiera de las demás cosas que ocurrían"3 Los escritos médicos de Quesnay contenían importantes connotaciones filosóficas, lo cual se hizo más significativo cuando el ocio que le proporcionó su puesto en la Corte le permitió iniciar una seria contemplación de los candentes problemas eco-nómicos del antiguo régimen. De la lectura de su artículo en la Enciclopedia sobre los "Granjeros" y aún más en artículos como "Granos", "Hombres" e "Impuestos”, que escribió por este tiempo, resulta evidente que hacia el año de la entrevista en su mente empezaba a tomar forma definitiva su nuevo sistema teórico, aunque no estuviera conformado por completo. También Mirabeau, en el momento de su encuentro, era bastante mejor economista que lo que pueda indicar una lectura

fluida de los pasajes más exuberantes de El amigo de la humanidad. Este libro no quería ser, inicialmente, otra cosa que un amplio comentario al Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, de Cantillon, cuyo manuscrito había llegado a manos de Mirabeau por lo que él mismo describe como "un cierto tipo de robo". Al publicarse de forma inesperada el Ensayo de Cantillon en 1755, Mirabeau tuvo que cambiar sus planes, de modo que cuando El amigo de la humanidad apareció se trataba esencialmente de obra original4 A pesar de las tesis "poblacionistas" del libro, tomadas de Cantillon, Quesnay reconoció en el autor a un espíritu afín cuyas conclusiones sobre la preeminencia de la agricultura eran coincidentes con las suyas. ¿Podría ser Mirabeau el vehículo ideal? Seguro que Quesnay pensaría en la gran utilidad de la conversión a la nueva doctrina de un hombre como Mirabeau, cuyo libro le había proporcionado una fama tal que la gente llegaba al extremo de pagar 12 escudos por un asiento en la iglesia desde el que poder mirarle durante la misa.5

Ahí están, pues, los dos fundadores de la fisiocracia reunidos en la habitación de Quesnay en Versalles para discutir El amigo de la humanidad. La descripción de la entrevista la proporciona-el mismo Mirabeau en una interesante carta dirigida diez años mas tarde a Rousseau. Explica a éste cómo sus primeras ideas sobre la población provenían de Cantillon:

Como él y muchos otros, había llegado a la conclusión, de acuerdo con la apariencia superficial de las cosas, de que, como cuando pongo la mano de-lante de mis ojos me tapa el sol por completo, mi mano es mayor que el sol. Mi razonamiento era el siguiente: la riqueza es. el fruto que proviene de la tierra para utilizarlo los hombres; sólo el trabajo del hombre; posee capacidad para incrementar la riqueza. Por tanto, cuantos hombres haya, más trabajo habrá, y cuanto más trabajo, mayor riqueza. Por tanto, el camino para la consecución de prosperidad es: (1) incrementar el número de hombres; (2) con esos hombres incrementar el trabajo productivo; (3) con ese trabajo, incrementar la riqueza. En esa posición me consideraba invulnerable, y se trataba, entonces, de decorarla con matrimonios, leyes suntuarias, y todo los demás. Goliath no fue nunca a una batalla con tanta confianza, como yo cuando fui a enfrentarme a un hombre del que se me había informado que había escrito en el margen de mi libro estas insolentes palabras: "Este niño no ha sido criado con leche apropiada; la fuerza de su temperamento le hace encontrar los resultados correctos, pero no entiende nada en cuanto a principios". Mi crítico no se andó con rodeos y me dijo que había puesto el carro delante del caballo y que Cantillon como maestro no era sino un loco. Esta blasfemia me hizo ver como un loco a quien la profería; pero reflexionando que en toda discusión el intercambio de opiniones se produce mediante represalias, me contuve, cambié la conversación y, por suerte para mí, volví por la tarde a preguntar cosas una vez reflexioné sobre lo dicho. Fue en aquel momento cuando la cabeza de Goliath se sintió herida. Mi interlocutor me pidió conceder a los hombres el mismo honor que se concede a las ovejas, pues todo el mundo que quiere aumentar su rebaño empieza por aumentar su terreno de pasto. Le repliqué que las ovejas sólo constituían una causa

secundaria de abundancia, mientras que el hombre era causa primaria de la creación de frutos. Empezó a reír y me pidió que me explicara mejor, y que le dijera si el hombre, cuando 1legó a la tierra llevaba ya en su bolsillo pan suficiente como para permitirle vivir hasta que la tierra preparada, sembrada, cubierta de espigas, segada, trillada, etc., le alimentara.. Me había cogido: o bien había que imaginar que el hombre había saboreado sus pies y manos por 18 meses, como hace el oso en invierno, o había que admitir que este creador de frutos había encontrado ya algunos que nunca habían sembrado. Me pidió, entonces, que tuviera la amabilidad de reconocer que toda la población subsiguiente tendría que haber disfrutado del mismo beneficio, pues de otra forma no podría existir. En el caso de un loco, la exposición presuntuosa causa confusión y rabia; en el caso de un alma honesta proporciona comprensión y humildad Eso me ocurrió a mí. Pedí a mi maestro que se explicara y me enseñara, pues yo era un pobre joven de 42 años. Él aún no había construido su Tableau Économique. También esto fue una suerte para mí, porque, si percibiendo su utilidad y necesidad -como el Génesis dice que Dios vio la belleza de su obra-, me hubiera remitido a él, eso me habría desanimado, pues mi naturaleza no encuentra gusto en la aplicación mecánica que requieren los cálculos. Era preciso que me diera una explicación de su sistema, o más bien del sistema de la naturaleza; de cómo los primeros hombres, bien fueran pastores, cazadores, etc., habían vivido de los productos espontáneos de la naturaleza; cómo siempre permanece constante, sin incremento, la población de los países que nunca se han dedicado a la agri-cultura, y cómo llevan una existencia nómada para procurarse los sucesivos productos; cómo el negocio agrícola ha asentado a las naciones; cómo el incre-mento de productos sólo puede ser resultado de su cualidad de riqueza; su cualidad de riqueza de su valor de cambio, y su valor de cambio del consumo de esos productos; cómo, por tanto, es el consumo de tos productos actuales la fuente de más productos en el futuro, la base de adiciones a la población.6

No cabe duda de que a Mirabeau le gustaba la idea de su conversión y de que años más tarde exageró la medida en que ese encuentro había alterado sus concepciones fundamentales. De hecho es interesante contemplar cómo Quesnay, en sus notas marginales a los voluminosos manuscritos que Mirabeau empezó a someterle, con gran tacto fue desenraizando del marqués determinadas ideas políticas y religiosas que Quesnay consideraba reaccionarias. Pero es cierto que Mirabeau después de aquel encuentro ya no fue el mismo: el discípulo ascendió muy pronto a la categoría de maestro conjunto y la creciente popularidad de la fisiocracia en los años siguientes debió mucho a la afluencia de obras de su generosa pluma.

LA DOCTRINA

"No tenemos que desanimarnos», escribía Quesnay a Mirabeau en una carta que contenía la primera versión del Tableau Êconomique: "la crisis vendrá y

será necesario recurrir al conocimiento médico. La curación de un paciente que sufre de una enfermedad requiere el conocimiento de los principios de la fisiología; del mismo modo, la curación de una sociedad que sufre enfermedades graves requiere un conocimiento de la fisiología del orden social. Para Quesnay la base del orden social radica en el orden económico, de modo que, para la curación de enfermedades de la sociedad, resulta de primera necesidad una comprensión de las leyes y regularidades que gobiernan la vida económica.

Es difícil dar un resumen breve de la doctrina básica de la fisiocracia sin distorsionarla y sin verse implicado en algunos difíciles problemas de interpretación que se reservan para su discusión en los capítu los que siguen. Permítaseme ahora establecer de forma más o menos dogmática lo que a mí me parece la esencia de dicha doctrina, dejando de lado, por el momento, todos los refinamientos y elaboraciones, y dejando a la libertad del lector el estudio o no de la defensa de mi interpretación que encontrará en el resto del libro.

Los fisiócratas supusieron que sistema de cambios de mercado que querían analizar estaba , sometido a determinadas leyes económicas objetivas, que ope-raban con independencia de la voluntad del hombre y eran discernibles mediante la razón. Esas leyes gobernaban la forma y el movimiento del orden económico y, por tanto (bajo la hipótesis básicamente materialista de los fisiócratas), la forma y el movimiento del orden social en su conjunto. Sin embargo, las relaciones entre las diferentes variables en un sistema de cambios de mercado son muy intrincadas, hasta el punto de que en cierto sentido puede afirmarse que todo de-pende de todo. Si había que llegar a entender las leyes que gobiernan el tipo particular de economía de cambio que preocupa a los fisiócratas, hacía falta disponer esas variables de forma manejable, es decir, construir lo que hoy día llamaríamos un modelo teórico abstracto de la economía. aparentemente de forma tan errónea, en la crucial significación económica de la distinción entre agricultura y manufacturas. ¿En qué medida cabe arropar a los fisiócratas con vestidos modernos y en tanto qué elemento de importancia secundaria dejar de lado, como he hecho en este resumen, los elementos "ideales" y "divinos" de su sis-tema? ¿Fue la doctrina de la productividad exclusiva; de la agricultura una simple aberración mental, como; tantas veces se presenta, o acaso era la doctrina ade-cuada para aquel tiempo? Dejemos por un momento este campo de dudas, harto peligroso, para examinar las propuestas específicas de los fisiócratas.

En la construcción de ese modelo teórico, el principal objetivo de los fisiócratas consistía en esclarecer la operación de las causas básicas determinantes - del nivel general de actividad económica. Con este fin creyeron útil concebir la actividad económica como una especie de “círculo", o flujo circular en nuestro lenguaje actual; En este círculo de actividad económica, la producción y el consumo aparecen como variables interdependientes, cuya acción e interacción en cualquier período económico, de acuerdo con ciertas leyes socialmente

determinadas, formaba la base para una repetición del proceso en la misma forma general en el siguiente período económico.7 En el interior de ese círculo los fisiócratas se plantearon el descubrimiento de alguna variable clave cuyos movimientos pudieran considerarse el factor básico causante de la expansión o contracción de las "dimensiones" del círculo, o sea del nivel general de actividad económica. La variable que aislaron fue la capacidad de la agricultura para proporcionar "producto neto", es decir un excedente disponible sobre el coste preciso. Todo lo que incremente este producto neto provocará una expansión de la actividad económica, y cualquier cosa que lo reduzca provocará una contracción de la actividad económica."El descubrimiento del producto neto* -escribiría Mirabeau-, que debemos al venerable Confucio de Europa, cambiará un día la faz del mundo... Toda la ventaja moral y física de las sociedades se.. resume en un punto, un incremento del producto neto; todo el daño hecho a la sociedad viene determinado por una reducción del producto neto. En los dos platos de esta balanza hay que colocar y ponderar las leyes, maneras, costumbres, vicios -y virtudes." 8 El supuesto director del sistema teórico de los fisiócratas es que la agricultura, y sólo ella, proporciona producto neto. La agricultura constituye la principal ocupación, no sólo porque es moral y políticamente superior a otras, no sólo porque su producto ocupa un lugar primario en la escala de necesidades que garantiza una demanda permanente del mismo, sino también, y sobre todo, por ser la única actividad que proporciona un excedente disponible por encima del coste necesario. En este último punto concentraron los fisiócratas su sistema teórico, en particular su definición de la palabra «productivo", que para ellos significaba, esencialmente, productivo de producto neto. Las manufacturas y el comercio, en contraposición, serían «improductivos» o "estériles». No sólo se trata de ocupaciones más precarias que la agricultura, no sólo son "secundarias" en el sentido de depender de la oferta de alimentos y primeras materias, sino que, en ausencia de monopolio, resultan incapaces de proporcionar un excedente disponible por encima del coste necesario. "Estéril" significaba, para los fisiócratas, incapaz de proporcionar producto neto.

En el modelo fisiócrata la clasificación de los grupos sociales básicos se hace por referencia a la relación de cada grupo con el producto neto. Hicieron especial hincapié en la distinción entre la “clase productiva" (es decir, los dedicados a la producción agrícola) y la «clase estéril" (es decir, los dedicados a actividades no agrícolas). En la tierra de nadie entre una y otra se sitúa la "clase de los propietarios", que comparte en cierta medida el carácter de cada una de ellas, pero no pertenece de forma definida a ninguna. Esta clase consta de los terratenientes el rey y el clero, los cuales se supone que reciben en la forma de "renta", impuestos y diezmos el producto neto proporcionado anualmente por la agricultura.

El círculo de la actividad económica procede por medio de las transacciones que tienen lugar entre las tres clases sociales a lo largo del año. Para mayor simplicidad seguimos el precedente de Quesnay en las primeras versiones del Tableau, dejando al rey y al clero fuera del cuadro, de modo que pueda

suponerse que el producto neto adopta sólo la forma de "renta". En este caso, el círculo se inicia con el gasto que los terratenientes hacen de su "renta", pagada a ellos por la clase productiva de los resultados de la última . La "renta" se gasta, en parte, en productos de h clase productiva, y, en parte, en productos de la clase estéril. Además, también existe cambio, a través de dinero, de productos agrícolas y manufactureros entre la clase productiva y la clase estéril. La producción determina el consumo y éste, a su vez, determina la producción del año siguiente. Si los cobros agregados que llegan a las clases productiva y estéril como resultado de todas esas transacciones son los precisos para cubrir los costes de producción pagados y permitir a la clase productiva el pago de su renta, el nivel de actividad el año siguiente permanecerá igual que en el corriente, Si los cobros agregados son más que suficientes para esa cobertura, las dimensiones del círculo se verán am-pliadas al año siguiente, y si son insuficientes para ello; las dimensiones del círculo se verán reducidas.

Según los fisiócratas, el nivel general de actividad económica viene determinado, sobre todo, por el nivel de la producción agrícola, el cual, a su vez, lo está por la magnitud del producto neto. Si éste aumenta de un año a otro, aumentará también el nivel de producción agrícola y, por tanto, el nivel general de actividad económica. Producto neto creciente significa, en primer lugar, que los terratenientes gastarán más en productos agrícolas; también gastarán más en bienes manufacturados, de modo que los productores de estos bienes, cuya renta se ve asimismo incrementada, gastarán más a su vez en producción agrícola; de este modo aumenta la demanda agregada de producción agrícola, habrá un estímulo a la producción, el producto neto aumentará aún más y el nivel general de actividad económica aumentará progresivamente de año en año. Producto neto creciente significa, en segundo lugar que habrá más disponible para la inversión. Los terratenientes tendrán más sobrante para invertir en la mejora de sus tierras; los empresarios agrícolas, en la medida en que estén participando en el producto neto,9 tendrán más sobrante para mantener y expansionar su capital fijo y circulante; aumentará así la inversión agrícola agregada, lo cual, a su vez, estimula la producción, aumenta más el producto neto y el nivel general de actividad aumenta progresivamente de año en año. El resultado eventual de este proceso será la consecución del máximo nivel de producción obtenible dado el estado de los recursos del país y las técnicas existentes. Si el producto neto decrece de un año a otro, tendrá lugar una tendencia acumulativa a la baja del nivel de actividad económica, lo que conduce, bien ala ruina completa, o a la consecución de un cierto equilibrio subóptimo a un nivel muy bajo.

La variable estratégica es, por tanto, la magnitud del producto neto, de modo que la política del gobierno ha de orientarse hacía el problema del incremento del producto neto. Como la magnitud del producto neto depende en gran medida de la producción agregada de cereales y del precio de los mismos, el gobierno ha de tomar todas las medidas posibles para incrementar la primera, incrementando

al mismo tiempo, o al menos manteniendo, el segundo. Los principales objetivos de la política del gobierno han de ser el fomento de la inversión agrícola y el estímulo de la demanda de productos agrícolas, La mayor parte de las medidas específicas propuestas por los fisiócratas, una vez estudiadas, se ajustan a esta simple pauta.

El intento fisiócrata de enfrentarse al problema de las tendencias a largo plazo de la renta y a la actividad económica en términos de variaciones del consumo y de la inversión, presenta un halo sorprendentemente moderno: Lo que hace que su sistema aparezca extraño a los economistas contemporáneos es, en primer lugar, el hecho de que muchas veces arroparon sus conclusiones con el lenguaje hoy poco familiar de las doctrinas de la "ley natural", y, en segundo lugar, el hecho de que insistieran tanto, y aparentemente de forma tan errónea, en la crucial significación económica de la distinción entre agricultura y manufactura. ¿En qué medida cabe arropar a los fisiócratas con vestidos modernos y en tanto qué elemento de importancia secundaria dejar de lado, como he hecho en este resumen, los elementos "ideales" y "divinos" de su sistema? ¿Fue la doctrina de la productividad exclusiva; de la agricultura una simple aberración mental, como; tantas veces se presenta, o acaso era la doctrina adecuada para aquel tiempo? Dejemos por un momento este campo de dudas, harto peligroso, para examinar las propuestas específicas de los fisiócratas.

EL AMBIENTE Y LA POLíTICA PROPUESTA

En la sección anterior, al presentar la doctrina básica de los fisiócratas, la he abstraído del ambiente en que se elaboró; me he expresado, asimismo, como si las medidas de política propuestas por los fisiócratas fueran sólo una derivación lógica de su doctrina. Pero la doctrina fisiócrata no salió de la cabeza de Júpiter completamente armada: restaba relacionada de forma compleja y sutil con el medio ambiente en que los fisiócratas vivieron y trabajaron. Sólo en un sentido muy general puede decirse qué las medidas políticas que defendieron se hubieran `derivado" de su doctrina. De ésta se seguía que el gobierno debía adoptar acciones positivas para animar la inversión agrícola y estimular la demanda de productos agrícolas. Pero, ¿qué era precisamente lo que debía hacer? ¿Cuáles eran los obstáculos específicos que encontraría en el camino, y cómo iba a superarlos? Las respuestas que los fisiócratas dieron a esas importantes preguntas dictaron el contenido fáctico de sus propuestas políticas, distinto del énfasis y pauta general. Está claro que sus respuestas estuvieron determinadas en gran medida por ciertos rasgos específicos de la economía francesa con-temporánea. Concentrémonos ahora en esta relación entre propuestas políticas y medio ambiente, y dejemos para su tratamiento en capítulos posteriores el proble-ma más controvertido de la relación entre la doctrina misma y ese ambiente.

Como en la época fisiócrata Francia era un país fundamentalmente agrícola, parece apropiado empezar por la consideración de la pauta general de propiedad de la tierra y las formas de organización de la producción agrícola bajo el ancien

régime. El rasgo principal que distinguía a la agricultura francesa de la inglesa era la relativa ausencia de cercamientos y la supervivencia consiguiente de un gran número de pequeños propietarios agricultores, quienes, aunque sometidos a derechos señoriales bastante onerosos, tenían derecho a transferir su propiedad o pasarla a su herederos. Una pequeña minoría de esos agricultores en especial quienes poseían terrenos relativamente grandes, podían vivir de forma bastante desahogada del cultivo de su propiedad. Sin embargo la gran mayoría poseía explotaciones muy pequeñas que cultivaba con métodos muy primitivos, vivían en pobres condiciones y muchas veces se veían obligados a trabaja como jornaleros o dedicarse a una forma u otra de industria rural.

Las clases privilegiadas, es decir, la nobleza y el clero, además de poseer derechos sobre las propiedades agrícolas que les permitían recibir sus tributos diezmos, eran también propietarios de una considerable proporción de la tierra, Esta proporción variaba mucho de un distrito a otro, pero raras veces parece haber sido inferior al 20-por ciento, y muchas veces fue superior al 40 por ciento.10

En promedio, la proporción propiedad de la nobleza era muy superior a la del clero, cuya renta principal provenía de los diezmos y de sus propiedades urbanas. Las clases privilegiadas no parecen haber actuado muy a menudo como "terra-tenientes mejoradores"; el absentismo era corriente y en la mayor parte de los casos se cultivaba la tierra por aparceros (métayers), a quienes el propietario ade-lantaba semilla y ganado y de los que recibía la mitad de la cosecha.11 La mayoría de los métayers, que contaban con pocas incentivos para la mejora y apenas capital, empleaba métodos de cultivo que no superaban los de los pobres agricultores propietarios. Sin embargo, algunas tierras de las clases privilegiadas, en especial en algunas provincias del norte, estaban arrendadas a fermiers, o sea campesinos que en mayor o menor medida ejercían funciones empresariales. Esos fermiers poseían a menudo un capital considerable, y sus métodos de cultivo eran superiores a los de los métayers y agricultores pobres. Por último, una proporción de tierras moderadamente significativa (y creciente), en especial en los alrededores de las grandes ciudades, era propiedad de la burguesía, aunque en general los métodos de cultivo empleados en ellas eran similares a los que se utilizaban en las tierras propiedad de las clases privilegiadas.12

El cuadro general es el de una agricultura pobre en la que los grandes propietarios están poco preocupados por la dirección adecuada de sus propiedades, los pequeños propietarios campesinos no encuentran incentivos debido a la carga de los tributos señoriales, y a los métayers les falta capital e iniciativa, Existen muy pocas empresas agrícolas de gran escala, excepto en las provincias del norte, y los métodos de cultivo en la mayor parte del país son escasamente superiores a los empleados en la edad media. Los fisiócratas creyeron que la rehabilitación y el desarrollo de la agricultura era un prerrequisito del progreso económico general. ¿Cómo lograrlo? Los fisiócratas reconocieron que uno de los principales obstáculos al desarrollo era la pervivencia de explotaciones de subsistencia, de pequeña escala, sedientas de capital. La primera necesidad del campo, argumentaron, era riquexa, o sea, capital, y no hombres. Diversos factores, algunos de los cuales consideramos en seguida, obstruían el flujo de capital hacia

la agricultura; las principales medidas propuestas los fisiócratas intentaban eliminar esos obstáculos. Depositaron su confianza en gran medida en la nueva clase de los fermiers, hombres de categoría, cuyas actividades empresariales estaban empezando a hacer relativamente prósperas determinadas provincias del norte. Los empresarios agrícolas eran los principales agentes de la reforma agrícola, de modo que la política del gobierno debía tender en particular a esti-mularles y animarles.

Aquí pasa a primer plano de la imagen el segundo rasgo característico del ancien régime, la tremenda carga de los impuestos que caía deforma arbitraria e imprevisible sobre quienes menor capacidad tenían. La agricultura no sólo estaba sujeta a los sustanciosos y vejantes tributos señoriales y a los diezmos; sino que también se veía cargada, en medida siempre creciente, por la multitud de impuestos consecuencia de la politica fiscal de la corona13 Una serie de guerras desastrosas, unida a las extravagancias de la corte, dejaron el Tesoro al borde de la bancarrota, de modo que se vio forzado a adoptar cada vez nuevos procedimientos de financiación, los cuales, como observaron los fisiócratas, tuvieron muchas veces el efecto final de incrementar el déficit en vez de reducirlo. Los impuestos directos, en especial la taille, de la que estaban exentas las clases privilegiadas, eran de incidencia muy poco equitativa y se recaudaban, como la mayoría de ellos, con extrema rigidez. Los impuestos indirectos, como la gabelle (impuesto sobre la sal), las aides (impuesto sobre las bebidas) y los traites (aranceles), eran también arbitrarios y poco. equitativos. Muchos impuestos se arrendaban a compañías, lo que aumentaba mucho su carácter vejatorio y los costes de recaudación. Durante el siglo XVIII, a medida que aumentaron las dificultades financieras de la Hacienda, se recurrió cada vez más a grandes créditos provenientes de los arrendatarios de impuestos y de los banqueros; se impusieron nuevos tributos (en especial el vingtième) que en teo-ría debían haberse cobrado sobre todo ingreso, pero de los que en la práctica se eximió a muchos miembros de las clases privilegiadas; se extendieron a todo el país las corvés (trabajo forzoso en las carreteras, etcétera).

El problema, en este caso, según la visión de los fisiócratas, consistía en satisfacer de forma adecuada las necesidades de la Hacienda, eliminando al mismo tiempo los obstáculos al desarrollo agrícola impuestos por el irracional sistema de distribución. Les preocupaban de forma especial los efectos del impuesto de desincentivo sobre los agricultores en general y los empresarios agrícolas en particular, efectos que en su opinión se veían ampliados por (inter alia) el atesoramiento de inmensas fortunas monetarias obtenidas mediante transacciones con valores del estado. Su temeraria política de un impôt unique, o impuesto único sobre la renta de la tierra, estaba pensada no sólo para resolver los problemas financieros del estado, sino, sobre todo, para ayudar a la rehabilitación de la agricultura. Cualquier desventaja financiera inmediata para los propietarios se vería, en último término, más que compensada por incrementos consiguientes de la inversión agrícola y de la-productividad y, por tanto, de la magnitud de los futuros productos netas.

La situación general de la agricultura francesa de la época se veía empeorada por un tercer rasgo de la economía, estrechamente relacionado con los dos ya comentados: la supervivencia continuada de todo un conjunto de políticas e instituciones de carácter mercantilista. Las más notorias eran las importantes res-tricciones al comercio interior y exterior de productos agrícolas, las cuales, según los fisiócratas, al hacer el precio de los granos innecesariamente bajo y variable, ejercían una influencia desfavorable sobre la inversión agrícola y la magnitud del producto neto. También había que señalar los «privilegios exclusivos de diversos tipos concedidos a determinados establecimientos manufactureros, en especial a las industrias de lujo. En opinión de los fisiócratas, esos privilegios monopolísticos tenían como resultado una desviación artificial de la inversión de la agricultura hacia las manufacturas; las subvenciones otorgadas a esas manufacturas era pagos directos extraídos del producto neto; la perversión de gustos que permitía y animaba hacía disminuir la demanda interna de productos agrícolas y, por tanto, su precio. Había también otros rasgos de la economía, relacionados en particular con el hecho de que el "mercantilismo francés era en gran medida un mercan-tilismo financiero",15 que, según los fisiócratas, ejercían una influencia igualmente desfavorable sobre la agricultura. Un hecho de especial importancia es que las for-tunas acumuladas por los intereses monetarios como resultado de sus actividades comerciales, sus operaciones en la esfera de los arrendamientos de impuestos y sus transacciones especulativas con deuda pública, muchas veces se atesoraban y, por tanto, según la terminología fisiócrata, "se abstraían de la circulación", reduciendo aún más la demanda de productos agrícolas.

Como ya se ha indicado, estos rasgos de la economía francesa dictaron el contenido específico de las propuestas políticas de los fisiócratas, contenido que debe diferenciarse de su énfasis y pauta general .El principal objetivo era incrementar la magnitud del producto neto estimulando la producción y el precio de los granos. En el lado de la producción, el principal instrumento adoptado tenía que ser el fomento, por todos los medios posibles, de la inversión en la agricultura, en parte, por obra de los propietarios mismos, pero, sobre todo, por los empresarios agrícolas, cuyas actividades darían como resultado la sustitución de la explotación en pequeña escala según métodos primitivos por la explotación en gran escala y métodos modernos. Por tanto, había que acabar con todos los obs-táculos interpuestos a la explotación rentable de la tierra por los empresarios agrícolas, en especial los obstáculos existentes en la esfera impositiva; había que dejar de favorecer todas las políticas e instituciones cuyo resultado fuera una desviación no natural de capital hacia el comercio, la industria y la especulación en vez de la agricultura; en general había que acabar con todas las restricciones a la libertad e inmunidad del agricultor. Con respecto al precio, el principal medio habría de ser la eliminación de, todas las restricciones físicas y legales al comercio interior y exterior de granos, así como el estímulo a la demanda interior mediante medidas tales como la abolición de los. "privilegios exclusivos" de la manufactura, la condena del gasto excesivo en bienes de lujo, el cese al fomento de la formación de fortunas monetarias y la elevación del standard general de vida de la gente media. Un cierto número de esas propuestas fue subsumido por los fisió-cratas bajo una demanda general de laissez faire, pero debe subrayarse que esta

exigencia se presentaba con muchas cualificaciones (en especial en cuanto a los intereses monetarios se refiere), y no en virtud de que se la creyera buena o correcta en sí misma, sino más bien porque se la consideraba un requisito previo y esencial para la rehabilitación de la agricultura francesa.

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*El titulo de las obras francesas figura en castellano cuando en el original aparece en inglés. Nos hemos permitido otras dos licencias: a) traducir Britain por Gran Bretaña; b) poner renta entre comillas cuando traduce rent y sin ellas cuando traduce income. Utilizamos las siglas TC para indicar la existencia de una traducción castellana ya citada. (N. del t.)

1. "Je n'étais pas plus économiste que mon chat, . quand la force du tempérament, comme disait le vénérable Quesnay, me fit écrire L'ami des hommes". De una carta a Longo de fecha 11 de junio de 1778, citada por Louis de Loménie, Les Mirabeau, vol. II, p. 135. Mirabeau utilizaba aquí la palabra économiste en su sentido contemporáneo, es decir, como sinónimo de "fisiócrata", y no en el sentido genérico en que la empleamos hoy.

2. La biografía más al día de Quesnay es la de Jacqueline Hecht en el vol. I de François Quesnay et la Physiocratie,. Publicado por el Institut National d'Études Démographiques, Paris, 1958. Esta útil obra se cita ahora en adelante como INED.

3. Augusto Oncken, Oeuvres éconcoques et philosophiques de F. Quesnay, 1888, p. 125. Citada de ahora en adelante como Oncken.

4. La evidente relación entre el Ensayo de Cantillon y El amigo de la humanidad de Mirabeau se considera en una nota de Louis Salieron a la edición del Ensayo que en 1952 publicó el INED. (Existe trad. cast.: Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, Fondo de Cultura Económica, México, 1950.)

5. Georges Weulersse, Le mouvement phystocratique en France, 1910, vol. 1, p. 53 (nuevas citas, Weulersse)

6. Correspondance générale de J.J. Rousseau, ed. T. Dufour, vol. XVII, 1932, Pp. 176-178.

7. Schumpeter, Economic Doctrine and Method, p. 43. (Existe vers. cast.: Síntesis de la evolución de la ciencia económica y su métodos, Oikos-tau, Barcelona, 1967.)

8. Correspondance générale de J. J. Rousseau, vol. XVII, pá ginas 171-172.

* R. L. Meek utiliza la palabra ingreso para denotar también el producto neto. (N. del t.)

9. Aquí estamos dejando de lado toda una serie de complejos problemas que se tratan en capítulos posteriores. Baste señalar ahora que los fisiócratas reconocieron que los empresarios agrícolas podían recibir, bajo circunstancias bastante especiales, una parte del producto neto en forma de beneficios. Sin embargo, acostumbraban insistir en que ese beneficio cristalizaría más pronto o más tarde en "rentas" para los terratenientes.

10. Henri Sée, La France économique et sociale au XVIII siècle, ed. 1939 (Armand Colin,) pp. 10-11.

11. Una de las mejores descripciones y crÍticas contemporáneas del sistema de métayage la proporciona Arthur Young en su Travels in France.

12. Véanse pp. 260-261.

13. Para detalles véase Henri Sée, Histoire économique de la France: Le moyen Age et l’ancien régime, 1939, parte IV, capítulos 1 y 4.

14. C f. Rogin, The Meaning and Validity of Economic Theory, pp. 37-38.

15. Rogin, op. cit., p. 28.

EL CAPITALISMO

Durante las últimas tres décadas se verifica un intenso debate a nivel mundial acerca del surgimiento de una inflexión en la dinámica histórica del capitalismo. Este punto de quiebre estaría relacionado con la crisis del capitalismo industrial , a partir de la cual se estaría configurando una nueva etapa de naturaleza “post industrial” (Bell, 1976), “informacional” (Castells, 1999; Dabat, 2009; Rivera Ríos, 2005) o “cognitiva” (Rullani, 2004; Moulier-Boutang, 2004; Vercellone, 2007), según las diversas denominaciones adoptadas. De acuerdo con esta literatura sobre el “nuevo capitalismo”, un rasgo central de esta configuración histórica estaría constituido por una nueva lógica dominante de valorización en la que la creación de nuevo conocimiento asumiría un papel protagónico. Sin embargo, a pesar de las importantes contribuciones al respecto, aún no fue analizado de una manera satisfactoria cuál era el papel del conocimiento durante el capitalismo industrial, por lo que tampoco queda lo suficientemente claro cuál es el nivel de ruptura implicado en esta transición. El objetivo del presente trabajo es, por tanto, abordar esta problemática como un paso previo imprescindible para comprender el nivel de ruptura que se presenta en la transición hacia un “nuevo capitalismo”. Desde el punto de vista metodológico, el trabajo parte de un esquema analítico en el que se integran la visión clásica de la valorización capitalista de Marx con los aportes más recientes sobre innovación, renta y apropiación de los autores de la llamada Economía del Conocimiento.

Valorización y conocimiento: conceptos básicos

Desde la perspectiva de Marx, el proceso de valorización de capital consta de dos momentos diferenciados: en primer lugar, el de la creación de valor en el proceso de trabajo (que se verifica cuando la extensión completa de la jornada laboral supera al tiempo requerido para el mantenimiento diario de la fuerza de trabajo que se activa en dicha jornada), donde el conocimiento aparece tanto en unadimensión subjetiva (carácter cognitivo del trabajo) como objetiva (incorporado en los medios de producción. Este proceso de valorización se completa una vez que el valor creado en el proceso de trabajo se realiza en el mercado, permitiendo la transformación del dinero en capital.

A su vez, desde otras tradiciones teóricas más recientes como la Economía del Conocimiento (Arrow, 1962; Teece, 1986; David y Foray, 2002), el problema de la mercantilización del conocimiento se presenta como un “problema de apropiación”: aunque la mercancía se realice en el mercado, la renta que se deriva de la innovación no necesariamente es capturada por el agente que creó el nuevo conocimiento. Varios elementos juegan un papel relevante en esta situación: por un lado, el grado efectivo de protección de la propiedad intelectual; por otro, la facilidad con que un conocimiento puede ser imitado en la práctica, (Teece, 1986; Rullani, 2004). En suma, sobre la base de la integración de estas diferentes

corrientes teóricas, es posible definir (al menos provisoriamente) un esquema básico para analizar el papel del conocimiento en el proceso de valorización desde un punto de vista histórico. Las instancias analíticas de este esquema refieren, por un lado, al proceso de trabajo –en el que se pueden distinguir sus dos componentes básicos: los medios de producción y el trabajo vivo– y, por otro, al proceso de apropiación, que remite a la forma en que el conocimiento objetivado en un bien constituye (o no) el fundamento de una renta de innovación.

Los medios de producción

El punto de partida del capitalismo industrial fue la primera Revolución Industrial, que se inició a fines del siglo XVIII, con epicentro en Inglaterra. Un elemento central a considerar es la revolución de los medios de producción asociado a esa gran transformación histórica. El propio Marx enfocó su atención en el vínculo directo ciencia-maquinaria en los orígenes del capitalismo: “El desarrollo de la maquinaria sólo se verifica cuando la gran industria ha alcanzado ya un nivel superior y el capital ha capturado y puesto a su servicio todas las ciencias [...] Las invenciones se convierten entonces en rama de la actividad económica y la aplicación de la ciencia a la producción inmediata se torna en un criterio que determina e incita a ésta”, Marx (1972 [1857]: 226-227). Siguiendo al historiador de la tecnología Radovan Richta (1971), la implicancia fundamental de esta bisagra histórica es que la máquina pasa a ser el “mediador fundamental, el nervio activo de las fuerzas productivas industriales”. Y esto se produjo a partir de la incidencia que cobró el llamado principio mecánico, es decir, la “desarticulación de las operaciones complejas, originalmente artesanales, en elementos abstractos, simples, de las cuales las operaciones ejecutivas decisivas fueron absorbidas por el mecanismo, dejándole al hombre tan sólo el servicio de éste”. Un claro ejemplo de esto, también brindado por Richta, es la máquina motriz reemplazando la función humana de tracción. De esta manera, se va consolidando un proceso de mecanización en las fuerzas productivas que tiene como finalidad el aumento exponencial de los niveles de productividad.

Por su parte, Castells (1999) enfatiza la relevancia que las nuevas fuentes de energía tuvieron para el desarrollo del capitalismo industrial. Al respecto, el autor señala que aunque ambas revoluciones industriales “brindaron todo un despliegue de nuevas tecnologías que formaron y transformaron un sistema industrial en etapas sucesivas, su núcleo lo constituyó la innovación fundamental en la generación y distribución de la energía”. Así, Castells no duda en señalar que es la máquina de vapor la invención clave de la primera revolución industrial (fines del siglo XVIII) y la electricidad el hecho fundamental de la segunda (fines del siglo XIX), toda vez que la generación y distribución de la misma permitió que “todos los otros campos fueron capaces de desarrollar sus aplicaciones y conectarse entre sí”.

Naturalmente, existieron en ambos casos otras innovaciones de gran relevancia. La primera Revolución Industrial se caracterizó por la aparición de tecnologías en la industria textil y metalúrgica, aunque en un sentido más general la

transformación relevante parece haber sido (siguiendo los razonamientos coincidentes de Richta y Castells) la sustitución de herramientas por máquinas. Por su parte, la segunda Revolución Industrial estuvo atravesada por el surgimiento de nuevas fuentes de energía (como la electricidad), productos (motor de combustión interna), procesos (fundición de acero eficiente), industrias (química) y tecnologías de la información (invención del teléfono, difusión del telégrafo). No obstante, además de destacar estos hitos, Castells señala que la diferencia esencial entre la segunda Revolución Industrial con su antecesora radica en la “importancia decisiva del conocimiento científico para producir y dirigir el desarrollo tecnológico”, lo que comienza a advertirse paulatinamente desde la segunda mitad del siglo XIX.

En suma, la incorporación del conocimiento en nuevas maquinarias de naturaleza mecánica impulsadas por fuentes de energías inanimadas tuvo un papel revolucionario sobre el proceso de valorización durante el capitalismo industrial. A continuación, y como complemento necesario de este análisis, se presentan los rasgos centrales de la relación entre trabajo y conocimiento propia de esta etapa histórica.

El trabajo vivo

Al analizar la especificidad del trabajo durante el capitalismo industrial es necesario realizar algunas consideraciones generales. Un elemento de novedad histórica tiene que ver con que a pesar de que la división social del trabajo existía antes del surgimiento del capitalismo, en ningún modo de producción se había dividido tanto el trabajo en operaciones limitadas dentro de cada actividad como bajo este sistema.En su clásico ejemplo sobre la manufactura de alfileres, Smith señalaba que en el marco de esta nueva división del trabajo, la atención del hombre “se concentra naturalmente en un solo y simple objeto” (Smith, 1997 [1776]:12). De acuerdo con el autor, las ventajas de la división del trabajo son el aumento de la destreza de cada obrero individual, el ahorro del tiempo perdido en el paso de un trabajo a otro y la invención de máquinas que faciliten el trabajo. En cada paso se crea trabajo fragmentario y, fundamentalmente, se ahorra tiempo de trabajo, aumentando la productividad.

Según Braverman (1980), previo al capitalismo industrial (proto-capitalismo o capitalismo mercantil) el artesano era el depositario principal del conocimiento técnico. Dentro de la actividad del artesano había una escasa división de tareas. El maestro de oficio utilizaba constantemente conocimientos científicos rudimentarios, como los cálculos de fuerzas, potencias, velocidades, instrumental matemático y diseño en la práctica diaria de su oficio. El capitalista distribuía los materiales a domicilio y compraba una cantidad de trabajo, que se objetivaba en un producto que se pagaba por pieza o en función de otra unidad de medida. Los artesanos incluso “subcontrataban” a sus ayudantes y aprendices. El problema principal para el capitalista era que no podía aprovechar completamente todo el

potencial del trabajo humano. Buena parte del mismo quedaba fuera de su alcance al no poder asumir directamente el control del proceso de trabajo.

Es con el surgimiento a inicios del siglo XX del Taylorismo, que da origen a la llamada Organización Científica del Trabajo, que se introduce un cambio fundamental en el concepto de control del proceso de trabajo. Previamente éste derivaba de diferentes procedimientos consolidados durante el siglo XIX, tales como el agrupamiento de los obreros dentro del taller, la imposición de una jornada de trabajo, la supervisión de la diligencia del obrero en la realización de las tareas y en la intensidad del trabajo, el establecimiento de reglas de trabajo que no alentaran las distracciones, como el hablar o fumar en el trabajo, o la imposición de determinadas cuotas mínimas de producción. Ahora bien, Taylor iba mucho mas allá de estas medidas al buscar imponer al obrero la manera precisa en que debe ser realizado el trabajo, eliminando en la medida de lo posible la “porosidad de la jornada de trabajo”, los tiempos muertos, lo que reducía el poder y la iniciativa obrera. Taylor buscaba vencer la tendencia natural de los obreros a la “flojera”, que él descompone en dos partes, una “flojera natural”, esto es, la tendencia a tomarse las cosas con calma, y una “flojera sistemática”, mas peligrosa desde la perspectiva capitalista, realizada deliberadamente por los trabajadores para mantener a los capitalistas ignorantes sobre lo rápido que un trabajo puede realizarse (Braverman, 1980). El objetivo básico era obtener economías de tiempo, es decir, aumentar la velocidad del trabajo (Neffa, 1990), para lo cual era necesario primer conocer el modo en que se hacen los productos. Por esta misma razón, el taylorismo asoma como la forma mas avanzada hasta ese momento de expropiación de los saberes obreros en beneficio del capital. Su relevancia radica en llevar a un extremo la división del trabajo dentro de cada oficio “donde se separa la concepción de la ejecución, confiando esas funciones a diferentes trabajadores quienes tienen a su cargo realizar una sola operación”, negándole a los obreros “las facultades de concepción, las capacidades intelectuales y el ‘savoir faire’ adquirido por la experiencia y la tradición” (Neffa, 1990:145-146).

De este modo, el Taylorismo expresa y promueve una de las tendencias básicas de la organización del trabajo durante el capitalismo industrial: la separación de las tareas de concepción de las de ejecución.En efecto, de acuerdo con los principios de Taylor el trabajo mental debía ser removido del taller y concentrado en la gerencia. Aunque en realidad esto no es más que la sistematización de conocimientos que el obrero ya posee, ese estudio pertenece al capitalista, del mismo modo que las máquinas y las instalaciones, ya que cuesta tiempo y dinero realizarlo y sólo el está en condiciones de hacerlo. De esta forma, el trabajo es desprovisto cada vez mas de su complejidad, vaciado de contenido, de calificación o de conocimiento científico, produciendo como principal efecto la degradación de la capacidad técnica del obrero, en comparación con el artesano o el trabajador oficio5. De modo complementario, Taylor desarrolla la idea de “trabajo prescripto” por la dirección, en alusión a las instrucciones sobre lo que debe ser hecho por los obreros, la forma y el tiempo asignado para ello. Las menores calificaciones necesarias para ejecutar estos trabajos racionalizados

hacían de la descalificación de los trabajadores la principal consecuencia de la administración científica del trabajo, cuyos principios tenderían, según Braverman (1980), a hacerse extensivos a casi todas las ramas de la producción en el marco del capitalismo.

En suma, durante el capitalismo industrial el conocimiento tiende a concentrarse en las tareas de concepción, en el trabajo de administración y organización de los procesos productivos llevados adelante por managers e ingenieros, mientras que los operarios crecientemente descalificados se ocupan de tareas manuales con mucho menor contenido intelectual. El conocimiento está presente tanto en el trabajo manual como en el intelectual, pero es sobre todo en el segundo donde su influencia es decisiva.La creación de máquinas que producen máquinas es obra de ingenieros que diseñan las nuevas máquinas, estudian y perfeccionan los métodos de producción, desarrollando el proceso técnico cuya dirección, sentido y administración corresponde a los managers. La ciencia de la administración se despliega con toda su fuerza en el período industrial y supone el uso de un saber organizacional y operativo sobre la comercialización de los productos, la logística y el ajuste a los marcos regulatorios propios de toda actividad capitalista. El conocimiento excede el trabajo en el taller pero está supeditado a él en última instancia, aunque no dependa tanto de la pericia individual del obrero.

Apropiación y conocimiento

El análisis del papel del conocimiento en el proceso de valorización durante el capitalismo industrial no se agota en su contribución en el proceso de trabajo. En efecto, una vez que el conocimiento se objetiva en un bien que tiene entidad independiente del trabajo cognitivo necesario para su creación, el proceso de valorización capitalista no está completo hasta que la mercancía no se realiza en la esfera del mercado.

¿Cómo era la mercantilización del conocimiento durante el capitalismo industrial? Para responder esa pregunta es necesario establecer qué tipo de conocimientos son objetivados en un bien industrial y cuáles sus condiciones de reproducción. De modo general, se puede afirmar que a mayor diferenciación del conocimiento objetivado y mayor facilidad de reproducción (imitación y/o copia), más crítica se presenta la instancia de apropiación.

Durante el capitalismo industrial el foco competitivo de las firmas estaba asociado, de manera dominante, a la mejora de los procesos más que a la diferenciación de productos. El conocimiento se integraba al proceso de trabajo a través de dos vías principales: por un lado, objetivado en los medios de producción y, por otro, en el trabajo de concepción de un proceso de creciente complejidad orientado a la producción de bienes de escasa diferenciación. Desde este punto de vista, en tanto los conocimientos críticos para el proceso de valorización estaban ubicados más a nivel de proceso que de producto, la cuestión de la propiedad intelectual, aunque presente, no tenía la significación que fue adquiriendo con el

desarrollo del nuevo capitalismo.Por su parte, la forma en que se reproduce el conocimiento objetivado en los bienes industriales tienerepercusiones importantes desde el punto de vista de la apropiación. El elemento a destacar en estecaso es que el costo de producción de la primera unidad del bien industrial resulta equivalente al costode reproducción de las unidades sucesivas. A diferencia de lo que ocurre con los bienes informacionalesque adquieren centralidad en el nuevo capitalismo7, en este tipo de bienes no se puede copiar elproducto sin reproducir el proceso que lo creó. La implicancia central desde el punto de vista de la valorización es que para que un tercero pueda copiar o imitar el conocimiento creado por otro y objetivado en un bien industrial, éste debe ser capaz de reproducir los conocimientos involucrados en el proceso de producción, condición que constituye una barrera técnica a la reproducción del conocimiento y, por lo tanto, un mecanismo que favorece la apropiación para el agente que desarrolla un nuevo conocimiento.De este modo, tanto por el tipo de conocimiento involucrado como por las condiciones de reproducción de los bienes en que se objetivaba el conocimiento, durante el capitalismo industrial los problemas de apropiación no tenían un carácter central en el proceso de valorización.

El papel del conocimiento en la valorización durante el capitalismo industrial

A pesar de la notoria insistencia de las nuevas corrientes en resaltar el papel del conocimiento en el nuevo capitalismo, en sentido estricto la valorización se apoyó en el conocimiento desde los orígenes del propio capitalismo. Desde este punto de vista, a lo largo de este trabajo se analizó el papel del conocimiento en el capitalismo industrial. Los principales resultados son:

1. Que las vías centrales por las que el conocimiento intervenía en el proceso de trabajo eran fundamentalmente a través de su incorporación en la maquinaria “industrial” (naturaleza mecánica impulsada por fuentes de energía inanimada) y en el trabajo de concepción, que tendía a separarse del trabajo manual, crecientemente fragmentario y simplificado;

2. Que una vez que el conocimiento generado en el proceso de trabajo se objetiva, tanto por la escasa diferenciación “cognitiva” como por las condiciones específicas de reproducción de los bienes “industriales”, no se verifica un problema crítico de apropiación en el proceso de valorización;

De este modo, es posible afirmar que la lógica general de valorización del capitalismo industrial está íntimamente relacionada con el hecho de que la complejidad de la producción en esta etapa histórica se ubica sobre todo en el nivel del proceso más que en el del producto. Y, por lo tanto, que el papel del conocimiento en la valorización se vinculaba con la obtención de economías de

tiempo en un proceso orientado a la producción de bienes de relativamente baja diferenciación.Frente al notorio consenso que existe en la literatura sobre el “nuevo capitalismo” acerca de una nueva lógica dominante de valorización asociado a la creación de nuevo conocimiento, resulta pertinente preguntarse: ¿Cuál es el papel del conocimiento en esa nueva lógica dominante de valorización? ¿Cuál es el nivel de ruptura respecto a lo que ocurría en el capitalismo industrial? Estos son los interrogantes que señalan el próximo paso de nuestra investigación.

SOCIALISMO UTÓPICO

Del tiempo de la aparición del libro famoso polémico de Engels sobre Dühringe en la literatura socialista ha sido ratificado el pensamiento que el socialismo HA ANDADO(PASADO) en el desarrollo dos fases: hasta de Marx él representaba la utopía, después de Marx se hacía por la ciencia. Y puesto que, según la opinión de este Engels, la utopía habrá algo que excluye la ciencia, Marx se encuentra por el creador verdadero del socialismo moderno científico. Este punto de vista puede considerarse en la actualidad más o menos de uso general que no la estorba concluir en sí, si el error no profundo, por lo menos, la dosis importante de la exageración.

En realidad, el socialismo utópico mucho nauchnee, que suponía(permitía) Engels, y en el socialismo así llamado científico es mucho más grandes la utopía, que pensaba el autor del "Capital". La contraposición de la ciencia de la utopía es infundada respecto a que la ciencia y la utopía no son las nociones que contradicen. La utopía no habrá la tontería o la absurdidad. La utopía es un ideal. Cada ideal contiene en sí algo irrealizable, sin fin lejano e inaccesible, el sueño, la alguna aspiración, inherente para espiritual naturaleza nuestra, salir de los límites posible, levantarse sobre el mundo de los fenómenos. Realizado o que aquello, osushchestvimyj, el ideal perdería toda la belleza, todo especial y charujushchuju la fuerza de atracción. El ideal es inaccesible, pues en caso contrario esto no sería el ideal, y la noción simple empírica. El ideal pertenece al número de tales ideas de nuestra razón, como las ideas del infinito, libertades, el deber, que pasan de la raya el conocimiento experimentado o la próxima utilidad(beneficio) y que destino(asignación) consiste en la instrucción(indicación) de la dirección, la vía, siguiendo por que nuestra razón llega(alcanza) los más objetivos superiores - la reducción a la unidad suprema de nuestro conocimiento experimentado y el asunto práctico. El ideal juega(toca) el papel de la estrella, por que en de noche descoso(azoto) el viajero que se ha perdido escoge el camino; cuanto ser ni iba el viajero, él se acercará nunca al astro que centellea apenas, quitado a las distancias inmensurable. Pero la estrella lejana, hermosa indica fielmente la vía, y no la sustituirá prozaichesky y el farol completamente accesible a mano. Si puedes comparar el ideal con la estrella, la ciencia juega(toca) el papel del farol. Con un farol, no sabiendo donde ir, no saldrás al camino verdadero; sino también sin farol noche arriesgas slomat a sí el cuello. El ideal y la ciencia en la medida igual son necesario para la vida. El ideal nos da los objetivos supremos de nuestra actividad; la ciencia indica los medios para la realización de estos más objetivos y nos abastece de criterio fiel para la definición que en nuestros objetivos y en cual medida, en cual tiempo osushchestvimo.

En el aspecto(variedad) de éste, no podemos ponernos de acuerdo con la contraposición del socialismo utópico científico. Los grandes utopistas - Owen, Saint-Simon y Fourier - lejanamente no fueron solamente utopistas. En cuanto a de Owen, este utopista se encontraba, ante el juicio de la historia, grande praktikom. Él aparecía al iniciador y el creador mismo trezvogo, mismo razonable,

mismo práctico - demasiado práctico - el movimiento de trabajo de nuestros días, el movimiento así llamado cooperativo. Los continuadores modernos del asunto de Owen reprochan el utupismo Marxistov, contraponiendo limitado, los próximos y con éxito dostigaemye el objetivo a los problemas(tareas) imaginativos de los social-democratas. Y Saint-Simon y Fourier fueron investigadores grande de los fenómenos sociales, cual sabemos solamente.

Así, hay unas bases serias para renunciar en absoluto a la división habitual del socialismo en utópico y científico. Y si unimos, con todo eso, tres pensadores nombrados sociales por el nombre general(común) de los utopistas, esto sólo por eso, así como Owenu, y Saint-Simonu, y Fourier es propio una extraordinariamente el rasgo característico: vera en la omnipotencia del pensamiento humano, por fuerza de la idea. Los primeros socialistas del siglo que se ha acabado todavía no han rasgado completamente el enlace con la concepción del mundo racionalista de XVIII siglo. Este racionalismo es sentido incluso en Saint-Simone, aunque Saint-Simon, más que alguien l'otro, ha trabajado para la construcción de la concepción del mundo opuesta, histórica. Todos tres grandes utopistas, junto a la genialidad y la profundidad de la comprensión de la naturaleza humana y moderno por él de la sociedad, fueron penetrados de confianza directamente conmovedor por la ingenuidad a la razón de la persona. Saint-Simon fue uno de creadores de la filosofía de la historia. Esto no lo ha molestado(removido), tanto como Owenu y Fourier, creer que sus obras literarias propias representan una fuerza más poderosa histórica, que todo que se han formado los siglos y los milenios las formas públicas, el sentimiento, la costumbre, la simpatía y la antipatía, la creencia, los caracteres y la convicción de la gente. Y Owen, y Saint-Simon, y Fourier inventaban, inventaban el régimen social nuevo, como el mecánico inventa la máquina nueva. Ellos creían en la superioridad de las invenciones ante cada lesotr, y para la aplicación de estas invenciones a la práctica - para la reorganización de toda la humanidad sobre los comienzos nuevos - se quedaba solamente la futesa verdadera: rastolkovat a la gente no inteligente e ignorante, como los será bueno ser vivido con las condiciones nuevas. Resultaba de aquí el método específico de la realización del orden nuevo social, característico para todos los utopistas: el método de la propaganda de paz por medio de los sellos de las miradas nuevas, sin cada medio de la lucha política. Las formas políticas, del punto de vista de los utopistas, tenían tanto poco significado con relación a la posibilidad de realizar del régimen nuevo, tanto como en general las relaciones(actitudes) históricas de la residencia comunal. Mientras que la verdad desaparecía a las miradas de la humanidad, la gente podía hundirse en la ignorancia y ugnetat uno a otro. Pero ahora la verdad ha parecido en todos los el brillo - nuevo, blazhennyj el orden público es inventado, y la gente, si solamente ellos los locos perfectos(no hechos), deben darse prisa en arreglar la vida sobre los comienzos nuevos. Esta concepción del mundo fue más o menos obshche a tres pensadores nombrados sociales, y ello nos da tiene razón nombrar por sus utopistas. Es necesario además, sin embargo, equivocarse que nuestra característica del utupismo exige las restricciones importantes con relación a Saint-Simonu, que fue

más enseñado de tres. Entre los utopistas Owenu pertenece el primer lugar por la influencia práctica de sus ideas sobre el movimiento de trabajo.

SOCIALISMO CIENTÍFICO

El hecho de que nos empeñemos en seguir llamando “marxismo” a lo que Marx y Engels denominaron “socialismo científico” es menos anecdótico de lo que podría parecer a primera vista. En primer lugar, el término supone un agravio comparativo, pues prescinde de uno de los cofundadores (el más inteligente de los dos, por cierto, aunque Engels no tuviera la enorme capacidad de trabajo ni la poderosa personalidad de Marx). En segundo lugar, el término es reductivo y adialéctico, pues identifica todo un proceso, un desarrollo continuo, con su etapa fundacional. Esa forma de patronimia es adecuada para las doctrinas estáticas, inamoviblemente ligadas a un “padre” fundador: cristianismo, confucianismo, franquismo... Pero no llamamos “einsteinismo” a la relatividad, porque es una disciplina en continua evolución y construida con las aportaciones de numerosos físicos y matemáticos; y, por la misma razón, el decimonónico término “darwinismo” está cayendo en desuso, progresivamente sustituido por “evolucionismo”. ¿Por qué no ha ocurrido otro tanto con el término “marxismo”?

La respuesta es tan obvia como preocupante: el marxismo más visible, el más institucional, ha evolucionado muy poco desde los tiempos fundacionales. El gran error de Marx y Engels fue proclamar la inevitabilidad de la caída del capitalismo y prometer el paraíso (comunista, pero paraíso al fin y al cabo); eso, para muchos, convirtió el marxismo en una religión y, por consiguiente, en un instrumento de dominación en manos de las castas sacerdotales de turno. Dicho de otro modo: el mal llamado “socialismo real” dificultó el desarrollo del socialismo científico y marginó o persiguió a quienes luchaban por salvarlo de la ideologización. La desigual pugna (metadialéctica) del materialismo dialéctico con el solapado dogmatismo de la izquierda institucional ha sido la gran batalla intelectual del siglo XX; aunque ha sido (y sigue siendo) una batalla soterrada, ignorada por la cultura oficial, silenciada por los poderes de uno y otro signo.

Los marxistas tuvieron claro desde el principio que había que liquidar la moral burguesa; pero el propio marxismo era un producto de la burguesía, de su filosofía y su moral, y, por lo tanto, para crecer tenía que podar sus propias raíces. Tenía que romper con el patriarcado y con su brutal represión de la sexualidad (sobre todo de la sexualidad femenina). Tenía que romper con la familia nuclear, con la explotación doméstica de la mujer, con la hegemonía masculina. Pero luchar contra los privilegios ajenos es más fácil que luchar contra los propios, y el marxismo, en manos de los hombres, como casi todo, no supo, no pudo o no quiso librar esa batalla fundamental (no escuchó, como Segismundo, la arenga de Clotaldo: “Corona tu victoria venciéndote a ti mismo”). Y la batalla tuvo que librarse en otros ámbitos. Por eso el marxismo, para merecer el nombre de socialismo científico, tiene que asimilar, ante todo, los logros teóricos y prácticos del feminismo, la principal fuerza revolucionaria de nuestro tiempo (y probablemente de todos los tiempos). Y también tiene que asimilar los logros teóricos y prácticos

del anarquismo, el ecologismo, el pacifismo, el indigenismo, el vegetarianismo y otras formas de oposición a la barbarie capitalista. Tiene que despojarse de su solapado puritanismo cristianoburgués (es decir, patriarcal) y escuchar con la mayor atención y el mayor respeto a homosexuales, transexuales, prostitutas, okupas, emigrantes y marginados de toda índole. El marxismo tiene que volverse a la vez más nacionalista y más internacionalista; porque nacionalismo e internacionalismo no son antitéticos, como creen algunos (incluidos no pocos marxistas), sino complementarios. El nacionalismo de un pueblo unido frente al imperialismo avasallador lo une, a su vez, a todos los demás pueblos en su lucha común contra la “globalización” capitalista. Los desposeídos no tienen patria, nos recuerda el Manifiesto Comunista, les ha sido arrebatada junto con todo lo demás; por eso su primera tarea es recuperarla, y recuperar la patria (cada pueblo la suya y juntos la de todos) es recuperar la vida, recuperar el mundo.

Adam Smith

Adam Smith nació en 1723 en Escocia. Su padre, juez y oficial de aduanas, murió al nacer él. Su madre lo educó en Kilcardy. A los catorce años entró en la Universidad de Glasgow, donde tomó contacto con Francis Hutcheson, que también había sido profesor de David Hume. Hutcheson tuvo mucha influencia sobre Smith y le debe en gran parte sus ideas sobre la libertad política.

En 1740, Adam Smith ganó una beca para Oxford, pasando los años siguientes en el Balliol College. Oxford estaba en decadencia y, a pesar de que recibió poca educación formal, hizo un buen uso de su tiempo y leyó mucho.

En 1747 volvió a Kilcardy y, poco después, empezó a dar clases en la Universidad de Edimburgo. Pocos años después fue nombrado catedrático de Lógica de la Universidad de Glasgow, pasando a la Cátedra de Filosofía Moral cuando quedó vacante en 1752.

Sus clases en Glasgow dieron lugar a una de sus principales obras, The Theory of Moral Sentiments, que se publicó en 1759. Este libro tuvo mucho éxito y fue a parar a manos de Charles Townshend, el político, que quedó tan impresionado, que ofreció a Adam Smith el cargo de tutor del joven duque de Buccleuch. Smith aceptó la oferta, dimitió de su cátedra en 1764, iniciando un gran viaje alrededor de Europa con el duque.

En Toulouse desarrolló parte de sus conferencias de Glasgow; este fue el inicio de su obra principal, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations.

Volvió a Gran Bretaña en 1766, retirándose a Kilcardy para revisar y terminar su obra. Se publicó finalmente en 1776, y le valió una gran fama. El libro fue esencialmente, un estudio de la creación de la riqueza. De por sí no representaba nada nuevo, puesto que el tema ya había preocupado a los mercantilistas y a los fisiócratas, pero, mientras que los primeros creyeron que la riqueza derivaba de

una balanza comercial favorable y los segundos de la tierra, Smith sostuvo que la riqueza procedía del trabajo.

Empezó con la celebrada descripción del trabajo que incrementa la riqueza debido a que aumenta la destreza de la fuerza de trabajo, ahorra tiempo, y permite el empleo de ingenios mecánicos. Los límites de la división del trabajo vienen determinados por el tamaño del mercado y del "stock de capital".

El problema del crecimiento económico lo desarrolló en su famoso Libro IV, en el cual Smith adelantó la tesis de que la libertad dentro de una sociedad llevaría a la máxima riqueza posible. En muchos sentidos, el argumento se basa en The Theory of Moral Sentiments, debido a que la armonía social que exponía dependía, en muchos sentidos, del delicado equilibrio de los motivos en conflicto del hombre. La búsqueda para satisfacer el propio interés beneficiaría a toda la sociedad y estará limitado por el propio interés en el prójimo. Los productores intentan obtener el máximo beneficio pero, para lograrlo, deben producir los bienes que desea la comunidad. Además, deben producirlos en las cantidades adecuadas, de lo contrario, un exceso daría lugar a un beneficio y precio bajo, mientras que una oferta demasiado pequeña originaría un aumento del precio y finalmente un aumento de la oferta.

El delicado mecanismo de la "mano invisible" entraba en juego también en el mercado de los factores de producción, asegurando la armonía siempre que los factores buscaran las rentas máximas posibles. Se producirían los bienes adecuados a los precios adecuados y el conjunto de la comunidad obtendría la máxima riqueza posible mientras rigiera la libre competencia; sin embargo, si se restringiese la libre competencia, la "mano invisible" dejaría de funcionar y la sociedad cargaría con las consecuencias.

El éxito inmediato del libro se debió a su brillante sistematización del pensamiento económico alrededor del concepto central de los mercados, y en la justificación intelectual que proporcionaba a los nuevos industriales que estaban interesados en librar a Gran Bretaña de los controles mercantilistas. En un corto tiempo, La Riqueza de Las Naciones entró en las estanterías de los políticos y economistas proporcionando el código del comportamiento económico que sirvió a Gran Bretaña durante la mayor parte del siglo siguiente, y cuyas brillantes perspectivas únicamente quedaron paliadas por las predicciones lúgubres del reverendo Thomas Malthus y David Ricardo. Adam Smith "persuadió a su propia generación y gobernó a la siguiente".

Sus aportaciones económicas se encuentran en su obra "Una investigación sobre la naturaleza y la causa de la riqueza de las naciones" en la que se desprenden varias ideas entre las principales se encuentran:

- Estudia el valor de los productos del trabajo y dice que su valor proviene de la cantidad de trabajo que se utilizo en cada uno de estos bienes.

- Al estudiar el trabajo encuentra que existen trabajos productivos e improductivos; además que al existir una división del trabajo el trabajo va a llevar a un ahorro de tiempo, a una mayor destreza por parte de los trabajadores además de existir innovación tecnológica.- Introduce en su estudio el valor de uso y el valor de cambio, el primero se refiere al valor que tienen los productos del trabajo al ser utilizados y el segundo va a estar determinado por que tanto del bien (producto del trabajo) se cambia por otro bien.- Crea los conceptos de precio natural (precio en el que involucra la cantidad de trabajo utilizada en el bien) y el precio de mercado (precio determinado por el cambio de los bienes), los precios de mercado están por debajo o por arriba de los precios naturales, pero siempre los precios de mercado tienden a acercarse al precio natural.- Y por ultimo la mano invisible que es una fuerza que regulase al mercado como un organismo autónomo que se regula a si mismo y no necesita de intervención alguna.

David Ricardo

David Ricardo (1772-1823), hijo de un banquero judío que emigró de Holanda a Inglaterra, fue, ante todo y a plenitud, un inglés de su tiempo. Y no por su conversión al cuaquerismo al momento de su matrimonio, sino por su profunda compenetración con la realidad inglesa de inicios del nuevo siglo.A diferencia de Adam Smith, en cuyos trabajos se apoyó, Ricardo se preocupó sólo en segunda instancia en averiguar las causas del crecimiento o, si se prefiere el origen de "la riqueza de las naciones". Aunque también se podría decir que sus preocupaciones en torno al crecimiento lo llevaron a interesarse en primer lugar en los factores que explican la distribución de la renta.

Al autor de los "Principios de economía política y tributación" (1817) lo inquietaba especialmente la tendencia de la baja de los beneficios. Tendencia a su entender inevitable en la economía inglesa, pero que podía contrarrestarse con el desarrollo del comercio exterior. No a la manera de Adam Smith, que destacaba el papel de las exportaciones de manufacturas en la profundización de la división del trabajo. Sí a través de las importaciones de cereales baratos que impedirían que suba el salario normal. Y, por ende, facilitarían el aumento de los beneficios y la acumulación necesaria para el crecimiento.

TEORIA DEL VALOR Y DEL REPARTO

En su "Historia del Pensamiento Económico", Henri Denis expone en los siguientes términos el planteamiento de Ricardo sobre la distribución del ingreso nacional: "Si hacemos abstracción de la renta agraria, el beneficio es la diferencia entre el precio de venta y el precio del costo. Y a escala

nacional, el precio de costo de la producción neta, es el importe de salarios. Por consiguiente, para explicar los beneficios es preciso conocer:

1) Las leyes que determinan los salarios;

2) Las leyes que determinan los precios de venta de los productos."

Al referirse a los precios de venta de los productos, Ricardo al igual que Smith, piensa en los precios de mercado que pueden ser muy variables y estar determinados por su escasez relativa.

Para Ricardo el precio "normal" o, si se prefiere, el valor de una mercancía, está determinada por la cantidad de trabajo que contiene. Por tanto, el valor de una mercancía aumenta cuando aumenta la cantidad de trabajo necesaria para su fabricación y disminuye en caso contrario. En términos relativos, puede decirse que los valores de cambio relativos aumentan o disminuyen de acuerdo al mismo principio, inclusive si disminuye la cantidad de trabajo incorporada en todas las mercancías.

No escapa a Ricardo que esta es una aproximación general al problema del valor. Tampoco que el trabajo necesario para la producción de una mercancía incluya el trabajo anterior en la fabricación de "herramientas, máquinas y edificios"; esto es de "trabajo muerto" en la terminología de Marx, en gran medida un ricardiano.

Tampoco dejó de lado Ricardo una preocupación que fuera planteada por el mismo Adam Smith: los beneficios del capital están incluidos en los precios de las mercancías. Y ello en proporción al capital movilizado puesto que hay, teóricamente, una tendencia a la simetría de los beneficios obtenidos en diferentes actividades.

Empero, Ricardo considera que el factor sustantivo en la determinación del valor o precio "normal" de una mercancía es la cantidad de trabajo incorporada.

LA DETERMINACION DE LA RENTA

En lo que toca a la determinación de la renta de la tierra, Ricardo adoptó los puntos de vista de Malthus, con quien mantuvo una polémica constante a lo largo de su vida.

Afirma que el valor de cambio de un bien (especialmente los agrícolas) está determinado por la mayor cantidad de trabajo necesaria para su producción; ni más ni menos que el costo marginal en términos contemporáneos. Así la incorporación de tierras nuevas en las cuales la producción es cada vez más difícil aumenta el valor de cambio de todos los productos agrícolas, favoreciendo a los antiguos productores. De esta manera, la renta de la tierra - más exactamente la

renta diferencial - aumenta a medida que se incorporan nuevas tierras a la producción. Y esto ocurre continuamente en razón del incremento de la población y del consiguiente aumento de la demanda de alimentos.

Cabe notar que esta apreciación de Ricardo podía haber sido válida un siglo antes, pero ya no en la época que escribia el autor. El progreso había llegado también a la agricultura y la cantidad de trabajo requerida para la producción de un bien también disminuía. Lo que sí es absolutamente cierto es que la productividad del trabajo aumentaba más rápidamente en las manufacturas. Y que la idea de la determinación del valor por el costo marginal tenía un significado cuando se trataba de incorporar tierras relativamente poco aptas.

En ese sentido, no cabe duda que había una tendencia al aumento de la renta de la tierra.

Una vez deducida la renta de la tierra, sólo queda por determinar la parte correspondiente a los salarios y los beneficios.

Ahora bien, el precio "natural" del trabajo, que considera una mercancía al igual que Smith, es equivalente al que proporciona al obrero los medios de subsistir y perpetuar la especie.

El salario de mercado sería afectado, en opinión de Ricardo, por el crecimiento de la población. Y al igual que Malthus, se pronuncia contra las leyes de protección de los pobres y por el control de la natalidad. Probablemente motivado por la dramática disminución de los salarios en Inglaterra de principios del siglo XIX, y la necesidad de encontrar correctivos de largo aliento.

Teóricamente, y dada la participación de los rentistas de la tierra y de los asalariados en el ingreso nacional, los beneficios tenían un carácter residual. En otras palabras, tendían a ser muy pequeños respecto a la masa de capitales movilizados lo que, en principio, afectaba las posibilidades de acumulación y el mismo progreso de la economía.

Los factores que afectaban la distribución del ingreso en el largo plazo eran bastante claros. De un lado, había, una tendencia al aumento de la renta de la tierra y, por ende, del valor de los productos. Esta evolución afectaba directamente el valor de la fuerza de trabajo o su precio "normal" (no el de un momento dado, que podía tender a la baja). Los salarios "normales" tendían a subir relativamente en virtud del incremento de los precios de los productos alimenticios. De esta manera los beneficios bajaban y la participación del capital se reducía constantemente.

Es importante remarcar que los salarios "normales" no aumentaban. Estos eran más o menos equivalentes a una canasta de bienes que proporcionaba los medios de subsistencia a los obreros. Lo que aumentaba era el precio de los productos de

la tierra, y concretamente, la renta de la tierra; esto excluye a los salarios de los campesinos del movimiento alcista.

En ese sentido el industrial, a quien Ricardo entiende representar, es afectado por el rentista. Es el rentista - aunque aparentemente son los asalariados - quien toma una fracción del ingreso nacional que debería ir al capitalista. Con lo cual se convierte en un obstáculo a la acumulación y, en definitiva al progreso.

EL PAPEL DEL COMERCIO EXTERIOR

En este contexto, todo aquello que contribuya a disminuir el valor de los productos agrícolas es absolutamente favorable para el desarrollo económico. Y es aquí donde Ricardo plantea la importación masiva de cereales de países en los cuales la renta de la tierra no sea tan elevada como en Inglaterra. A principios del siglo XIX, esto significa esencialmente Europa, pero muy pronto sería equivalente a América. Allí la renta de la tierra era prácticamente igual a cero por tratarse de tierras nuevas de la mejor calidad.

La lucha de la burguesía inglesa se centró en esta época en la abolición de las leyes del cereal que recién llegó en 1844. Pero en realidad, la lucha fue mucho más profunda que eso, pues buscó rediseñar la economía británica en función de una nueva división internacional del trabajo. Gran Bretaña - de acuerdo a Ricardo - sería un centro productor de manufacturas que cambiaría por alimentos producidos en ultramar.

No está de más indicar que esta división internacional del trabajo fue perdiendo vigencia a medida que los Estados Unidos de Norteamérica desplazó a Gran Bretaña como potencia dominante. Este país, en tanto que exportador de productos agrícolas, hizo lo posible por liquidar las producciones agrícolas alentadas por británicos y, en general, europeos.

La Argentina de postguerra fue afectada por este giro. Pero también lo fueron los pequeños productores africanos de oleaginosas. Sin embargo, eso es otra historia.

John Stuar Mill

En términos económicos, John Stuart Mill es considerado como el último gran economista clásico. Con su muerte termina una tradición cuyos principales exponentes son -además de Mill- Adam Smith, Thomas Malthus y David Ricardo.

El laissez faire

Uno de los principales libros de Mill es Sobre la libertad, el cual se transformó en una fuente del Liberalismo, y es donde expone el principio absoluto que debería gobernar las relaciones entre la Sociedad y sus miembros. Este principio consiste en la no intervención de la autoridad, ya que las personas son soberanas en sus Acciones. Como ejemplo, Mill señaló que el Estado no puede impedir a una persona que pase por un puente en malas condiciones en consideración de su propio Bien. Sólo podrá aconsejar, advertir o incluso suplicar, pero en ningún caso obligar a alguien a que haga algo -o deje de hacerlo- por su propio Bien. Este ejemplo se proyecta a la gran mayoría de los actos sociales y, por supuesto, a los económicos. Aquí se inscribe su férrea defensa del Laissez Faire " A juicio de Mill, cuando el Estado interviene, en general lo hace tarde o lo hace mal.

Sin embargo, este autor no era dogmático y con el paso del Tiempo fue introduciendo una serie de excepciones a su doctrina de la no intervención del Estado en el campo económico. Planteó que una vez cumplidos sus deberes de policía, la autoridad podía hacer mucho, directa o indirectamente, para ayudar a mejorar el bienestar material de la gente. Una de las excepciones más famosas al laissez faire que Stuart Mill menciona es el caso de reducción de horas de Trabajo. Para él, la única forma de acortar la jornada laboral era por ley, puesto que para lograrlo se necesitaba que todos los trabajadores se organizaran, lo cual era muy improbable (se debe recordar que en esa época, en plena Revolución Industrial, los horarios de Trabajo duraban muchas veces más de dieciséis horas diarias).

Si Bien se puede criticar la incongruencia de John Stuart Mill, gran parte de sus excepciones al laissez faire, con el Tiempo, se fueron transformando en leyes adoptadas en distintos países. Por lo tanto, el hecho de que asumiera que el Laissez Faire debía ser la regla, y cualquier desviación del mismo debía hacerse sólo cuando no quedara alternativa; no está tan lejos del principio de subsidiaridad tan común en nuestros días.

Introducidas sus excepciones, Mill llegó a afirmar la ahora famosa dicotomía entre las leyes. Por una parte, existían las Leyes Económicas de producción, que eran gobernadas por leyes inmutables que se debían acatar. Por otra, existían las leyes sociales de la Distribución, las cuales no estaban determinadas sólo por las fuerzas económicas. Según Mill, las leyes de la distribución son casi por entero materia de la voluntad de cada uno y de las instituciones humanas, las cuales, a su vez, son Producto de valores, costumbres, filosofías sociales y gustos cambiantes.

El futuro de la sociedad

Respecto del futuro de la Sociedad, Mill tenía una concepción similar a la de David Ricardo, según la cual en algún momento se detendría el Crecimiento Económico, y la Sociedad entraría en un estado estacionario. Esto se produciría por una suma de diversas causas: los progresos técnicos, la Ley de Rendimientos Decrecientes, la acumulación de Capital y el incremento de la Competencia de las empresas. Estos componentes se combinarían y darían como resultado que las Ganancia de los productores disminuyeran y la Renta de la Tierra se incrementara. De este modo, la economía en algún momento pasaría de crecer a estancarse.

Lo curioso es que Mill, a diferencia del pesimismo de otros autores como Malthus, miró con complacencia ese paso de un estado progresivo a un Estado estacionario. En este último, podrían evaluarse los problemas de equidad en la Distribución y las reformas sociales podrían realizarse con rapidez, siempre que existiera un férreo control a la natalidad, ya que su ausencia, sostenía Mill, era una de las causas principales de la Pobreza.

El estado estacionario se convirtió, para este autor, en una especie de utopía en la que al haberse alcanzado la opulencia, el Estado podría resolver los problemas que realmente importaban, es decir, la igualdad de la Riqueza y de las oportunidades.

Thomas Robert Malthus

Thomas Robert Malthus (1766-1834) fue un economista británico, clérigo y demógrafo, que estudió en el Jesus College, de la Universidad de Cambridge. Malthus ofició en la parroquia de Albury, en Surrey, en 1798, cargo que desempeñó muy poco tiempo. De 1805 hasta su muerte fue catedrático de Economía Política e Historia Moderna en el colegio de la East India Company en Haileybury.

Malthus fue educado según los principios pedagógicos de Jean-Jacques Rousseau, de quien su padre era íntimo amigo, completó sus estudios en el Jesus College de Cambridge. Después de graduarse en filosofía y teología, fue ordenado pastor anglicano y estuvo durante un tiempo al frente de la parroquia de Albury. En 1793 fue designado miembro del equipo de dirección del Jesus College, puesto al que tuvo que renunciar en 1804 al contraer matrimonio. Por esas mismas fechas, la Compañía de las Indias Orientales fundó en Haileybury una nueva institución universitaria destinada a formar a los funcionarios que después servirían a Inglaterra en destinos de ultramar; allí ejerció Malthus como profesor de economía desde 1805 hasta su muerte.

En 1798, influido por las tesis de Adam Smith y David Hume, publicó de forma anónima su célebre Ensayo sobre el principio de población. Sin embargo, dada la polémica suscitada por la obra, en 1804 aparecería una edición ampliada y corregida, esta vez firmada por el autor. En ella incorporó, como confirmación de sus teorías demográficas, los datos y observaciones obtenidos durante sus viajes por Rusia, los países nórdicos, Francia y Suiza.

La principal contribución de Malthus a la economía fue su teoría de la población, publicada en su libro Ensayo sobre el principio de la población (1798). Según Malthus, la población tiende a crecer más rápidamente que la oferta de alimentos disponible para sus necesidades. Cuando se produce un aumento de la producción de alimentos superior al crecimiento de la población, se estimula la tasa de crecimiento; por otro lado, si la población aumenta demasiado en relación a la producción de alimentos, el crecimiento se frena debido a las hambrunas, las enfermedades y las guerras.

La teoría de Malthus contradecía la creencia optimista, prevaleciente en el siglo XIX, según la cual la fertilidad de una sociedad acarrearía el progreso económico. Logró bastante apoyo y fue muchas veces utilizada como argumento en contra de los esfuerzos que pretendían mejorar las condiciones de los pobres.

Los escritos de Malthus animaron a que se produjeran los primeros estudios demográficos sistemáticos. También influyeron sobre los economistas posteriores, particularmente en David Ricardo, cuya "ley de hierro de los salarios" y su teoría de la distribución de la riqueza incluían algunos elementos de los planteamientos de Malthus. Entre los demás trabajos de Malthus se incluyen Investigación sobre la naturaleza y progreso de la renta (1815) y Principios de Economía Política (1820).

Otras obras importantes que publicó:

"Naturaleza y progreso de las rentas" (1815)

"La ley del pobre" (1817)

"Principios de economía política" (1820)

"Definiciones de economía política" (1827)

Un hombre nacido en un mundo ya ocupado, si no puede obtener de sus padres los medios de subsistencia que en justicia les puede pedir y si la sociedad no necesita su trabajo para nada, no tiene ni el más mínimo derecho a reclamar sustento y, en realidad, está de más. No hay ningún cubierto disponible para él en el gran banquete de la naturaleza; ésta le manda que se vaya y no tardará en ejecutar dicha orden, si el hombre no puede recurrir a la compasión de alguno de

los invitados al banquete. Si éstos se aprietan un poco para dejarle sitio, pronto se presentarán otros intrusos reclamando los mismos favores. La noticia de que hay alimentos para todo el mundo llena la sala de numerosos postulantes. El orden y la armonía del festín se ven perturbados, la abundancia que reinaba anteriormente se convierte en escasez, y la alegría de los comensales se esfuma ante el espectáculo de la miseria y la penuria que se adueñan de todos los rincones de la sala, y ante el clamor inoportuno de aquellos que, con toda la razón, están furiosos de no encontrar los alimentos que se les había anunciado.

Malthus pone en tela de Juicio la “Mano Invisible” de Adam Smith, encontrando algunas fallas importantes que podían obstaculizar el crecimiento económico.

La contribución mas importante que realiza Malthus a la doctrina Económica, es lo que hoy conocemos como Demografía (Estudio de la Población), la teoría de Thomas Malthus se basaba en dos suposiciones:

a) Supuso que para la existencia del hombre eran necesarios los alimentos.

b) Que la pasión entre los sexos es normal y que permanecerá así en su estado presente.

Sobre la base de estos supuestos Malthus concluyo: “Que el poder de la población para crecer es infinitamente mayor que el que tiene la tierra para producir medios de subsistencia para los Humanos”, es decir que la Población crece en progresión geométrica y los medios de subsistencia en progresión aritmética.

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