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    CHE GUEVARA,PAULO FREIR

    Y LA PEDA GOGADE LA REVOLUCIN

    por

    PETER McLAREN

    prlogo de Ana Maria Arajo Freire

    )3K1sigloveintiunoeditores

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    PETER MCLAREN: EL POETA LAUREADODE LA IZQUIERDA EDUCACIONAL

    JOE L. KINCHELOE

    El inicio del siglo xxi, en especial por cuanto coincide con la Jubli-cacin de este libro, es quiz el momento oportuno para proclamara Peter McLaren, el poeta laureado de la izquierda educacional.Nadie que ejerza cierta influencia en la educacin crtica posee lacapacidad de Peter para darle la vuelta a una frase, para fijar nuestraatencin en la relacin existente entre pedagoga e injusticia, o para

    hacernos sonrer a la vez que nos invita a ver las cosas de manera di-ferente. Me complace ser el confidente del crtico sentido del hu-mor de Peter, de su fraseologa sin paralelo y de sus deslumbradorasopiniones sobre el mundo de la poltica, de la cultura y de la peda-goga. Esas cualidades se encuentran presentes por doquier en estevolumen, que es, quiz, la mejor obra que Peter haya escrito.

    Slo a l podran ocurrrsele los siguientes "mclarenismos":El sudario de Turn: "Desde aquellos das de 1855, cuando sr

    John Bowrigg, el burcrata victoriano, proclam: 'El libre comercioes Jesucristo, y Jesucristo es el libre comercio', hasta la era actual,cuando los fundamentalistas cristianos, como lo es el reverendo

    Jerry Falwell, proclaman que el capitalismo, la democracia yJes s e s-tn, como el sudario de Turn, inconstilmente relacionados, ade-ms de ser no menos msticos, no ha dejado de existir una delibera-da ignorancia en torno a los efectos paralizantes que el triunfal

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    X PETER VICIAREN: 1 , 1 , 1 ) ( A 1 , A 1 (

    sangre de las venas abiertas de Sudamrica; los polticos oporniilist as,los ataques de que son objeto las culturas migratorias, y las nuevasoleadas de xenofobia) han tenido corno consecuencia una gi aveinercia poltica en el seno de la izquierda estadunidense, (.11 general,

    y dentro de la izquierda educacional, en particular."Apostasa sin tacha: "Y por qu ahora, en el momento (.11 que ( . 1

    mercado se ha transformado en un deus ex machina investid() con lamisin de rescatar a la humanidad del desastre econmico, y ( - I l a i m 1 ( las teoras de moda importadas de Francia y de Alemania son capacesde abastecer abundantemente a los radicales de Estados Unidos ( - ()Itverdaderos cultivos de rebelin exenta de riesgos, sin tacha y menguada? Por qu los educadores estadunidenses habran de tomar (.11serio a dos hombres que se vieron lanzados a la fama internacimmldebido a su entrega a los oprimidos de Sudamrica y de frica?"

    Proselitismo de escuela dominical: "La red conceptual a la (11 le s(

    conoce como pedagoga crtica ha sido difundida con tanta am pl it tul,y en algunas ocasiones de manera tan despectiva, que ha llegado averse asociada a cualquier cosa extrada de las turbulentas e inleciasaguas de la prctica educacional: desde la disposicin en crculo delos pupitres del aula con miras a 'dialogar amigablemente' hasta I()5curricula 'sintase a gusto' diseados para magnificar la autointagende los estudiantes. En otras palabras, ha sido repatriada por obra (1(.1humanismo liberal y se ha transformado en una mescolanza de (111tura regularmente aceptable, actitud empresarial de junta celebradaen la alcalda y proselitismo de escuela dominical."

    Los anteriores son, por supuesto, slo algunos ejemplos (de los

    incontables que en este libro abundan por doquier) de lo que hemos llegado a esperar de Peter. Sin duda, l es nico, tal como

    Freire nos lo hace ver con tanta hondura en sus afectuosos come:11aros consignados en la presente obra. Cuando Natalie Merchant ysus "Diez mil manacos" cantan a propsito de Jack, Alan, B01)1)V N'los restantes beat boys que allan en la noche, ahora podran aadir asu canto una nueva estrofa acerca de Peter. Quiz las graciosas y encantadoras ancdotas que Jenny McLaren podra referirnos acni( adel aullido de Peter. Nita comprende a ste cuando k) considera (1(.5de su apasionada identificacin con Paulo Freire y can el Che (vara, as como con la capacidad de amar de estos ltimos. Siempre

    dedicado a la obra (y ahora al recuerdo) de Freire y de GlIeV31. 3,Peter, lo mismo que Nita, reconoce las mgicas posibilidades que intamor as de radical ofrece para quienes se abren a l. lie aprettdid()

    PETER MCLAREN: EL POETA LAUREADO xi

    lo suficiente de Paulo como para comprender que el revolucionariocrtico obedece al llamado de un irreprimible amor radical. Peter

    vuelve sobre este punto una y otra vez en este libro.La fusin de razn y emocin, y la necesidad de aleccionar a la

    mente tanto como al corazn, evocan la pasin que Peter experi-menta por el Che Guevara y por Paulo Freire. Es en la vida de estosltimos donde l encuentra el filn conceptual que le permite tran-sitar a la siguiente etapa evolutiva de la pedagoga crtica. El Freire yel Guevara que Peter nos ofrece se dirigen a nosotros, allende latumba, para hablarnos de un tipo de amor que opera al modo de ungenerador de accin crtica. Como si fuera un inspirado mdiumhermenutico, Peter interpreta los mensajes de esas dos figuras dediversas maneras. As, ofrecindonos retratos verbales de las manostorturadas, speras y mutiladas del Che, y de las tiernas y acogedorasmanos de Paulo, Peter expone la concepcin que ambos compartan

    de lo que el mundo podra llegar a ser y analiza el significado quehoy en da tiene su vida. Las penetrantes comparaciones que Peterestablece entre Freire y Martin Luther King, y entre Guevara yMalcolm X, enriquecen con nuevas dimensiones nuestra compren-sin del hombre de la larga barba gris y del hombre de la boina ne-gra. El juego dialctico entre Freire y Guevara, a la par con la ima-

    gen que de ellos se nos ofrece, sin duda puede ayudarnos a proponertanto nuevas maneras de comprender la globalizacin del siglo xxicomo mtodos originales para ofrecer resistencia a sus cnceres so-

    cioeconmicos.Y es en este punto donde surge la pregunta fundamental y se cifra

    el propsito de este libro; por qu habramos de considerar tan se-riamente, en este momento, a Freire y a Guevara? Una pregunta adi-cional le concierne slo a los lectores estadunidenses: Por qu mo-tivo los gringos le prestan tanta atencin a dos hombres que trabajarontan arduamente a favor de los oprimidos de Sudamrica y de frica?Peter parte de esas dos cuestiones para escribir las pginas que si-guen, al tiempo que realiza un esfuerzo para encontrarle sentido almundo que esos visionarios dejaron tras de s. En un contexto seme-

    jante, Peter se topa con algo que, segn creo, desempear un papel

    de primer orden en las pedagogas y en las polticas a favor de la jus-

    t i cia del siglo xxi, a saber: una ontologa radical. Y es que Freire y

    ( ;Llevara no slo nos ayudan a comprender el mundo y a lograr cam-biarlo; nos proporcionan, adems, atisbos que apuntan a nuevas for-mas de ser y de llegar a ser humano. Mi obra se encuentra profunda-

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    PETER MCLAREN: EL POETA I Al 1R1.1/11 )

    mente influida por el espritu de las humanas posibilidades queFreire, Guevara y Peter nos ofrecen aqu.

    Sin embargo, esas nuevas maneras de ser no pueden separarse delo socioeconmico y de lo poltico, como Peter bien lo sabe y comolo han olvidado muchos de quienes figuran en las vanguardias edu-cacional y psicolgica. El mundo que Freire y Guevara dejaron de-trs es un lugar intimidante. Los salarios de los ejecutivos se hinchana ms no poder en las corporaciones transnacionales, en tanto quelos jornales de los trabajadores disminuyen a medida que las compa-as encuentran mano de obra ms barata en los pases pobres.Ciertamente, resulta fascinante observar cmo cae el mercado de va-lores de Estados Unidos cada vez que se registra el ms leve aumen-to en los jornales de los trabajadores ms pobres en la economa es-

    tadunidense. En la Amrica Latina y en el frica que tanto amaronFreire y Guevara, una noticia semejante nada tiene de alentador,pues la pobreza no cesa de expandirse en el siglo xxi.

    Al seguir de cerca esas tendencias, Peter nos ofrece una descrip-cin del mundo de la globalizacin que incluye su inaceptable y cre-ciente disparidad de la riqueza. Es en ese contexto donde documen-ta los efectos econmicos y ambientales que el TLC ha tenido en elpueblo mexicano: enfermedades, fallas congnitas y la intensifica-cin de la pobreza. Todo ello tiene lugar al tiempo que muchos lde-res polticos y educacionales proclaman las virtudes y la victoria dellibrrimo mercado libre. Esos lderes exigen, en nombre de la liber-tad, que los pueblos del mundo se sometan a las demandas del mer-cado. Mientras el gobierno de Estados Unidos le otorga a las corpo-raciones concesiones provenientes del tesoro pblico, los recortesde presupuesto sangran a los programas diseados para prestar ayu-da a las vctimas del capital no regulado. Como tan bien lo entendie-ron Freire y Guevara, una realidad semejante no podr continuar in-definidamente sin que sobrevenga algn tipo de explosin violenta.

    Todos rezamos porque no d lugar a una mayor tragedia humana elabrirle a los ciudadanos de Estados Unidos los ojos para que con-templen el horror que las polticas actuales estn generando entrelos que nada tienen, tanto en ese pas como en todo el mundo.

    Peter le dirige una admonicin a los acadmicos que, en nombrede la transgresin, promueven las teoras sociales en boga al tiempoque ignoran el sufrimiento del mundo real. Peter se sirve de las indi-caciones de Freire para destacar las formas en que cierta teora so-cial, que ostenta la etiqueta de "posmoderna", suele ignorar las bru-

    PETER MCLAREN: EL POETA LAUREADO

    tales realidades que muchos trabajadores se ven obligados a enfren-tar en todo el mundo. Como lo sostuvo Paulo a menudo, la recon-ceptualizacin de las categoras que se utilizan para analizar al mun-do slo tiene valor cuando semejante empeo forma parte de una

    lucha ms amplia que se propone cambiar el mundo. Con esta ideaen mente, Peter esboza una pedagoga que permita a los estudiantesconfrontar un conocimiento que no sea meramente contemplativo,sino tambin sensual. En uno de los pasajes ms vigorosos de este li-bro, Peter lanza un llamado a los educadores crticos para que stoshagan que sus alumnos se comprometan con la vida de los pobres.

    Peter lo plantea as:

    Deben crearse oportunidades para que los estudiantes trabajen en comuni-

    dades en las que puedan convivir con poblaciones tnicamente diversas,

    todo ello en el contexto del activismo comunitario y de la participacin en

    los movimientos sociales progresistas. Es necesario que los estudiantes vayanms all del mero conocimiento de la prctica crtica, multicultural.

    Tambin deben orientarse hacia la comprensin, encarnada y corprea, de

    una prctica semejante, as como hacia la asuncin efectiva de esa prctica

    en el nivel de la vida cotidiana, de tal manera que sean capaces de evadir la

    fuerza invasora del capital, as como los decepcionantes e ideolgicamente

    autointeresados reportajes noticiosos sobre los sucesos nacionales e interna-

    cionales, reportajes que proceden de la corriente dominante de los medios

    informativos de Estados Unidos, y cuya informacin sirve para proteger, a

    travs de su complejo periodstico-industrial, el conjunto de los intereses es-

    tatales. De esta forma, la pedagoga crtica deber considerar a la crtica de

    la ideologa como su centro de gravedad.

    Peter lucha por evitar que el legado de Freire y de Guevara lleguea desvirtuarse al grado de que los haga aparecer, respectivamente,no ms que como un clido y bonachn maestro que propone mto-dos creativos, y como un despolitizado personaje de accin de tiracmica. Jams debemos permitir que el mundo olvide la finalidadde la lucha de Freire y de Guevara, as como la forma en que la co-rriente dominante reaccion ante ellos mientras gozaron de vida. Ladepreciacin de que Freire ha sido objeto se pone de manifiesto,una y otra vez, en los intentos que realizo para darlo a conocer y es-

    cribir acerca de l y de los objetivos por los que combati. Hacepoco termin de escribir un libro sobre la enseanza cuyo funda-mento conceptual es la lucha por la justicia social, sobre el acto que

    xii

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    consiste en tornar problemtico el conocimiento escolar, y sobreotros principios freireanos. A mi editor no le satisfizo el libro, y inasegur que el pblico en general en modo alguno podra compren-der cuestiones de epistemologa, ideologa, hegemona y anlisis (lis-

    cursivo en su relacin con el acto de enseanza.Con objeto de "rescatar" mi libro, el editor me indic que adopta-

    ra la lnea de un autor que recin haba escrito un libro sobre la pe-dagoga crtica freireana, libro que su editorial public. Le el ma-nuscrito obedientemente, con la esperanza de encontrar en l algnindicador que me ayudara a hacer ms legible mi obra (meta staque me propongo alcanzar en todo cuanto escribo). Antes de haberledo la mitad del texto empec a sentir algo bastante extrao en re-lacin con l. En cuanto le, ni una sola vez se haca referencia a ladimensin poltica de una educacin crtica o a la obra de Freire.Una vez que me hube percatado de ello, comenc a hojear apresura-

    damente el resto del manuscrito, esperando encontrar aunque slofuera una referencia poltica. No haba ninguna.

    Una vez ms, mis limitaciones cognoscitivas me llevaron a con-frontarme. Lo que mi editor quera significaba que yo tena que eli-minar, sin ms, las referencias incmodas, innecesarias y complejasen las que aluda a las formas en que el poder opera y se reproduce

    en los dominios educacional y social. El editor, teniendo a la vista lamanera de mejorar las ventas, concibi por su cuenta un texto inspi-rado en Freire, slo que despojado de la raison d'tre, de la pasin do-minante y de la fuerza motivacional que inspiran su llamado a la en-seanza. Peter McLaren se niega a entregarnos un Freire o un

    Guevara esterilizados o despolitizados. Su Freire y su Guevara noclaudican en el marco apacible del humanismo liberal. Ellos nos lan-zan un llamado para emprender el tipo de accin que es necesaria silo que deseamos es evitar la tragedia que se cierne sobre nosotros.

    Junto con mi coeditor, Henry Giroux, y con mi ex editor de Rowman& Littlefield, Jill Rothenberg, me enorgullezco de darle la bienveni-da en nuestra serie de publicaciones al libro de Peter.

    PRLOGO

    ANA MARIA ARAJO FREIR

    A qu obedece el que un hombre rubio del "Norte", que es un res-petado profesor e intelectual, desee escribir sobre dos hombres del"Sur" que se han habituado a la ronda cotidiana de opresin y de ex-clusin de la gente de Amrica Latina, ronda que data de siglos ycon la que esos dos hombres se han comprometido? Dos hombres alos que unen, en el tiempo histrico, aspectos similares de valor y deosada, pero que sobre todo se encuentran vinculados en el espacio

    de la solidaridad, la generosidad y la humildad.Repito: a qu obedece que Peter McLaren se interese por un

    brasileo y por un argentino con alma cubana? Se trata slo de cu-riosidad epistemolgica, aun cuando ello bastara para justificar eseinters? Permtaseme plantear la cuestin de otra manera: en quradica la identidad que comparten Paulo Freire y el Che Guevara,cada uno de los cuales ofrend su vida para hacer ms bello y justoeste mundo, y el autor del presente libro?

    Paulo y el Che se dirigieron al combate para subvertir el orden in-justo de una realidad muy diferente a la del mundo antisptico delentonces adolescente Peter. Su punto de partida fue la fealdad de las

    miserias del hambre y la enfermedad, del analfabetismo y de la pros-titucin, del no contar con la capacidad para decir o para hacer loque sea, debido a que se ha permanecido encadenado durante cien-tos de aos a todo gnero de opresin y explotacin. Freire y el Che

    coincidieron en hacerse cargo de semejante situacin aun cuandonunca se vieron ni hablaron el uno al otro. Qu fue lo que acerc aese joven a los revolucionarios de la liberacin y a la pedagoga revolu-

    cionaria, puesto que, en los decenios de los cincuenta y de los sesenta,l debi leer nicamente lo que versaba sobre los temas obligados delcurrculum "rentable", en especial a medida que los educadores y lospolticos del "primer mundo" crean estar libres de los problemas que

    slo existan en Amrica Latina y en frica? Qu es lo que justifica elleitmotiv del camino que emprendiera Peter, como hombre y comointelectual, en "persecucin" del educador poltico Paulo Freire y del

    [xv]

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    xvi PRIPROLOGO xvi i

    poltico educador Ernesto Guevara? Por qu estuvo tan preocupado,durante aos y desde un punto de vista epistemolgico y afectivo, porel dolor y la injusticia que gravitan sobre los oprimidos de un mundoque no era inicialmente el suyo

    Paulo y el Che lucharon hasta su muerte por sus conviccionesporque se entregaron, con lucidez y compromiso, a los cometidospolticos de la liberacin, a saber: la praxis educativa y la revolucinarmada. Por qu entonces esa eleccin de Peter, de un hombre quenaci en el frgido hemisferio que sigue dominando al mundo cli-do y poblado nicamente por vagos buenos para nada, de quieneslos dominadores pretenden creer que slo nacieron para servirlos aellos? No hubiera bastado con examinar acrtica y simplemente las"ponencias mundiales" que ambos ofrecieron sobre la vida de los ha-rapientos y arruinados hombres y mujeres de su mundo, ya sea queesas conferencias se hubiesen impartido en las universidades, en crcu-los culturales, o incluso en las "sierras maestras"? No. Peter las estu-di y las comprendi de manera tanto racional como apasionada. Secomprometi con ellas. Las sinti formar parte de su ser que juzga almundo. Se identific con el sentir compartido por Paulo y el Che,que es tambin en gran medida el suyo: la capacidad de amar. Estesentimiento, cuando es profundo y verdadero en los seres humanos,no se agota en s mismo, sino que le ofrece nuevas posibilidades aquien lo experimenta radicalmente, y esas posibilidades abarcan tan-to el ejercicio de la reflexin en los terrenos poltico y epistemolgi-co como la praxis de la tica y de la generosidad cotidianas.

    Conoc a Peter McLaren a finales de los aos ochenta, en Los n-geles, durante uno de los viajes en que acompa a Paulo en su mi-sin de "peregrino de lo obvio". Ah estaba Peter, tratando de ocultar-se detrs del cabello que caa sobre su rostro, sobre su franca sonrisade muchacho y sobre su gentil conversacin, con ese don maravillo-so que algunas personas poseen de manera muy especial y profunda:la de amar a los hombres y a las mujeres independientemente de sucondicin social, tnica o religiosa, de su sexo y de su edad. La elec-cin de Peter seguramente vio la luz cuando l admiti que admira-ba a Paulo y al Che, debido, sobre todo, a que ellos haban sido loscreadores de la pedagoga del amor.

    En la "era de la razn cnica", que es como Peter caracteriza tanacertadamente los tiempos que vivimos, y que Paulo consider ser lanueva, depurada y perversa versin del capitalismo, resulta muy dif-cil amar verdaderamente. Los paradigmas de esta posibilidad huma-

    na no deben perecer con la muerte de Paulo y del Che y de tantosotros hombres y mujeres dispersos por el mundo. Debemos adoptaresos paradigmas como Peter lo hace, es decir, con el propsito dedar forma concreta a un orden mundial ms justo y humano. Debe-

    mos empear nuestros mejores esfuerzos polticos, pedaggicos yepistemolgicos con objeto de mostrarnos abiertos hacia cualquierhombre y mujer que, compartiendo esa apertura, luche para que se

    convierta en realidad la utopa democrtica.Los hombres y las mujeres inventan tecnologas sirvindose de su

    capacidad de pensar y de proyectar su supervivencia en el transcursode su historia. Todos esos inventos son producciones que van a la parcon su tiempo y se presentan como avances nunca antes vistos. Laagricultura, el riego, la rueda, la escritura y la lectura, la imprenta, labrjula, la navegacin, el comercio, la mquina de vapor, la modernaindustria, el ferrocarril, la luz elctrica, el telfono, la radio, etc., nos

    han permitido arribar a la "era de la comunicacin". Ms hacia nues-tros das, las computadoras, las naves espaciales y la conquista del es-pacio sideral, los satlites artificiales colocados en el cosmos para lastelecomunicaciones, as como la internet y el fax, todo ello completaprovisionalmente la lista de instrumentos de los que se dice que estn

    al servicio de la humanidad.Realmente, la facilidad con la que hablamos por telfono con un

    amigo o con un familiar, con la que enviamos por fax mensajes delgnero ms diverso (escritos con nuestro puo y letra!) a personasque se hallan lejos, o con la que viajamos en unas pocas horas a cual-quier parte del mundo en aviones que da con da son ms veloces y

    seguros, todo ello contribuye a que la humana necesidad de comu-nicarse sea algo explcito.

    Mientras tanto, esa capacidad humana de creacin est siendopervertida, de manera generalizada y contradictoria, en actos y en ac-ciones que niegan la eticidad que debemos albergar en nuestro inte-rior para que gue y prescriba nuestra conducta social. La verdaderacomunicacin, que debera ampliar los contactos y el conocimientoindispensables para el progreso y la igualdad de los diferentes pue-

    blos y sectores sociales del mundo, est siendo transformada, para de-cirlo en trminos freireanos, en una mera extensin al servicio de laglobalizacin de la economa, la cual nos est capturando a todos

    como rehenes en beneficio de unos contados "jefes del mundo". Enrealidad, la era de la comunicacin se est transformando en la era

    de los lmites, de las fronteras que nunca como ahora haban sido tan

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    xviii PRO I,0(;() PRO LOGOxix

    hondamente marcadas por la incomunicabilidad humana en un vas-to territorio de desamor.

    Se trata, en consecuencia, de una poca que niega la comunica-cin autntica, cuya esencia la constituye el dilogo YO-T. Ese dilo-

    go debera comprometer, en un acto amoroso nico, a los sujetoscon un objeto que puede y quiere ser conocido, pero, por encimade todo, debera ser la autntica comunicacin que es preciso esta-

    blecer entre sujetos cognoscibles. Nunca antes en la historia existiuna distancia tan grande como la que hoy media entre la educacinescolstica y la prctica social, tal como sta obedece a los dictadosde las tecnologas creadas para servir a los intereses econmicos eideolgicos dominantes. Lo mismo que las notas de una flauta mgi-ca, esas tecnologas esclavizan a casi todos los hombres y las mujeres,

    opacando a la realidad y enajenando a la gente, destrozando la posi-bilidad del dilogo amoroso. Esa devastacin, que es obra del caos

    de los intereses legtimos y de las aspiraciones de la mayora de lapoblacin, requiere ser negada con furor.

    La educacin actual, con sus principios neoliberales, bsicamentetecnocrticos, en realidad slo est contribuyendo a las perversionesde la globalizacin a la vez que es arrastrada por ellas. La educacin,debemos admitirlo, ha llegado a convertirse en algo menos impor-tante que la acumulacin y el enriquecimiento insaciable de unospocos a expensas del ilimitado sufrimiento de la mayor parte de lapoblacin mundial.

    Necesitamos hacer hincapi en el hecho de que la globalizacin noslo dicta las normas de los mercados comerciales y financieros, sino

    tambin los valores, las conductas y los modelos culturales elitistas y dis-criminatorios socialmente consagrados por los intereses dominantes,afectando con ello el "tener", el "querer" y el "ser" de todos los seresdel planeta, quermoslo o no, sepmoslo o no. Existe, y siempre haexistido, una relacin dialctica entre educacin, poltica y poder. As,repito, si deseamos la transformacin de las sociedades injustas, una delas vas a seguir para lograrlo es ir tras las huellas de Paulo y del Che. Es

    preciso reinventarlos (debido a que el mundo marcha a pasos agigan-tados, y tambin porque la comprensin humanstica e histrica deambos no puede concordar con la inalterabilidad de lo eternamentepermanente) y encontrar una solucin para los dramas del presente.

    Las posturas tico-pedaggicas y poltico-epistemolgicas de Pauloy del Che estaban enderezadas a oponerse a ese estado de cosas; fue-ron creadas para gritar que los seres humanos han nacido para ser

    ms. ste es uno de los principales deberes del educador progresista silo que deseamos es crear un mundo mejor para todos. Peter McLarensigue entregndose a esta tarea con competencia, fervor y ternura,como lo prueban la presente obra terica y su praxis en calidad de

    ciudadano comprometido del mundo.Es necesario que, sin demora, nos transformemos en los aliados dequienes, como Peter, tratan de reinventar la pedagoga de la resisten-cia a partir de tcticas que resultarn eficaces para combatir las nue-vas facetas del mal, ya milenario, de los poderosos. Y la posibilidad decrear inteligentemente un mundo ms justo, ms hermoso y verdade-ramente fraternal mientras se ofrece resistencia a todo gnero de in-

    justicias, degradaciones y violencias que gobiernan al planeta Tierra,sigue la va de la pedagoga del amor, por ms romntico e idealista

    que esto le pueda parecer a los suspicaces escpticos del mundo.Es importante alimentar la esperanza, esa cosa ontolgicamente

    humana, que edifica la fe en un futuro mejor y nos impele a actuaren el sentido de establecer sociedades verdaderamente democrticas.No podemos correr el riesgo de que todos mueran en la angustia yen la nostalgia que son impuestas por toda clase de neocolonialismoy de imperialismo. Debemos tener la certidumbre de que la esperan-za, en tanto que categora poltica, se complementa con el amor. Laesperanza es un transformador, sea que opere por medio del conoci-miento o por medio de una crtica radical; pero pierde fuerza, brillo

    y claridad poltica si le falta el amor fraternal. Siento la benfica pre-sencia de Paulo, y no slo como mi esposo, sino tambin como la deun hombre que todava puede aportar toda la fuerza de su vida me-

    (liante serias y profundas reflexiones, as como por medio de su pra-xis generosa y revolucionaria en la esfera de la educacin poltica; losiento as, digo, cuando lo veo reinventado, como l deseaba que fue-ra, por personas que poseen, sobre todo, la misma capacidad deamar a los hombres y a las mujeres que l y el Che amaron.

    Me provoca una inmensa dicha la certeza de que Peter sigue ha-ciendo aportaciones a la pedagoga transgresora de Paulo y del Che,recreando a ambos en el actual contexto. Agradezco muy especial-mente la oportunidad que se me ha brindado de escribir este prlo-

    go, el cual me acerca an ms a Paulo y a ustedes.

    ANA MARIA ARAJO FREIRE (NITA FREIRE)

    So Paulo

    6 de junio de 1999

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    SALUTACIN A PETER M( A R EN

    teniendo ante s la visin de una sociedad justa,en las aulas y fuera de ellas, todos unidospara darle a la vida un nuevo significado.

    Paulo y el Chenos llaman y nos unifican

    en este mundo egosta.

    Fue, es y ser UTOPA

    da tras da.

    El Che y Paulo resucitadosretornarn a nuestros paradigmasen nuevas y ms poderosas versiones

    de las pedagogas revolucionarias.

    Y la semilla plantada por Peterestallar en mil flores.

    28 de septiembre de 199)

    Luis Vitale es actualmente profesor titular en el departamento de historia de laUniversidad de Chile. Es autor de 56 libros, entre los que figuran los siguientes: ,I

    General History of Latin America, A Marxist Interpretation of the History of Chile, Com pa ta ti ve

    Social History of the People of Latin America, Introduction to a Theory of History fin Lao,/

    America, From Mart to Chiapas, Che: A Latin American Passion, y The Andean Project o/ Che.

    1 N' 1 'R( )1)UCCIN

    li;:t un viaje que realic recientemente a los lluviosos bosques de( :osta Rica, me transport en autobs a travs de la hermosa ciudad

    ( :artago. Desde mi ventana repar en un hombre joven, con unalarga cola de caballo, que corra a un lado del autobs. Mientras stelo rebasaba, l mir hacia arriba y nuestros ojos se encontraron portinos momentos. Pude ver que llevaba puesta una camiseta del Checon la siguiente inscripcin: "El Che vive!" A ambos nos invadi unafugaz sensacin de lastimera afinidad, y me las arregl para hacerle

    tin rpido gesto de asentimiento con los "pulgares hacia arriba", jus-to a tiempo para que pudiera responder con una amplia sonrisa algringo loco. Por un momento sent que a ese extrao con cola de ca-ballo y a m nos una un proyecto que nos sobrepasaba a ambos.Durante ese momento me fue dado percibir tangiblemente quecompartamos un anhelo colectivo por un mundo libre de las cargasde ste, y supe que no estaba solo. La imagen del Che que cubra supecho como una secular imagen religiosa apuntaba a un reino de va-lores revolucionarios custodiados por todos aquellos que deseanromper las cadenas del capital y ser libres. El Che tena una manerade vincular entre s (as fuera slo de esta manera caprichosa) a la

    gente que comparta la resolucin de combatir a la injusticia y de li-berar al mundo de la crueldad y de la explotacin. No haba formade saber cul era la poltica de ese joven hombre ni qu tan seria-mente se identificaba con la vida y las enseanzas del Che. Pero lai magen de este ltimo puso a descubierto la promesa de una vincu-lacin semejante, as como la fecundidad poltica, incluso de esta en-soacin momentnea.

    gran educador brasileo, Paulo Freire, tambin comparta conel ( ih la habilidad de congregar a la gente en torno a una animada

    y compartida confianza en el poder del amor, a la creencia en el po-der recproco del dilogo, y al compromiso con la "concientizacin"

    y con la praxis poltica. En la izquierda educacional, pocas figuras5011 tan bien conocidas y universalmente veneradas como lo es PauloDt tiran te mis viajes a Amrica Latina, Asia sudoriental y Euro-

    lie visto en los muros frases de Freire garrapateadas a un lado de

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    XXIV INTRODU( X :I( )N

    las del Che. Siempre que hablo en foros revolucionarios o en conferencias acadmicas sobre la praxis poltica (sea en Malasia, Japn,Mxico, Argentina, Brasil, Costa Rica, Finlandia, Europa, o en cual-quier otra parte), los nombres del Che Guevara y de Paulo Freire (y,ms recientemente, de los zapatistas) salen a flote inevitablemente.Ellos no slo logran atraer la atencin hacia la crisis de nuestrostiempos, sino que tambin proporcionan la singular esperanza deque es necesario proseguir con la lucha cueste lo que cueste.

    Nadie ha hecho tanto para llevar adelante la lucha a propsito delpapel de la educacin como vehculo de la praxis liberadora comoPaulo Freire. Desde el momento en que fue encarcelado por los mili-tares brasileos durante los primeros das de la represin en 196 ,1 ,hasta el momento de su exilio y de su ininterrumpida lucha en nom-bre de los campesinos y de la clase trabajadora de todo el mundo (aquienes consagr su ayuda para que lograran superar su secular mar-ginacin de la sociedad) , Paulo Freire ha cautivado la imaginacinpoltica de los educadores de todo el planeta. En la Introduccin (noincluida en la edicin espaola) de mi libro, Life in Schools, el gran te-logo de la liberacin, Leonardo Boff, afirma que el proyecto pedag-gico de Freire es un proyecto de accin en y sobre el mundo:

    El proyecto pedaggico se crea con objeto de ubicar [...] a las vidas dentrodel aula, y de emplear el conocimiento y la transformacin como armaspara cambiar al mundo. Desde la perspectiva del lugar social que ocupan los

    condenados de la Tierra, llega a ser claro que el solo conocimiento, como lopropone la escuela, no transforma la vida. Slo la conversin del conoci-

    miento en accin puede operar ese cambio. Esto define concretamente elsignificado de la prctica: el movimiento dialctico que tiene lugar entre laconversin de la accin transformadora en conocimiento, y la conversin deeste ltimo en accin transformadora. (1997, p. xi.)

    Aun cuando en todo el mundo el Che es, ciertamente, una figuramejor conocida que Freire, habra que hacer un esfuerzo muy gran-de para encontrar a un "profe", ms respetado y homenajeado en elcampo de la educacin, y en cualquier parte del mundo, que PauloFreire. De su obra ms famosa, Pedagoga del oprimido, se han vendidoms de medio milln de ejemplares y ha sido traducida a ms de 20

    idiomas. Sus planteamientos tericos han ejercido su influencia enlos mbitos acadmicos de la sociologa, la antropologa, la literal ti-ra, la ecologa, la medicina, la psicoterapia, la filosofa, la pedagoga,la teora social crtica, la museologa, la historia, el periodismo y el

    IN TRODUCCIN XXV

    teatro, para no mencionar sino algunas de las esferas que son deu-doras de su obra. Incluso se le atribuye el mrito de haber ayudado adescubrir un nuevo enfoque para la investigacin, al que se conoce

    con el nombre de investigacin participativa (Freire y Macedo, 1998).

    De acuerdo con Ana Mara Arajo Freire y Donaldo Macedo, Freirefue invitado a visitar aproximadamente 100 ciudades de todo elinundo. Y escriben lo siguiente: "La teora, que constituye una refle-xin sobre su prctica, ha servido como fundamento de la labor aca-dmica e inspirado prcticas en diferentes partes del mundo, desdelos mocambos de Recife hasta los barakumin de Brasil, y ms all"(1998, p. 27). Incluso antes de su muerte, acaecida en 1997, nume-rosas escuelas, organizaciones estudiantiles de las escuelas de educa-cin, sindicatos, bibliotecas populares y becas de investigacin lleva-ban su nombre. La lista de sus nombramientos acadmicos y de sus

    grados honorficos llenara varias pginas.

    A pesar de que Freire abogaba por la insurreccin y la lucha noviolentas, ello no impidi que fuese encarcelado en Brasil en calidadde subversivo polticamente peligroso, debido al poder contrahege-mnico de sus ideas. El Che siempre estuvo convencido de que el re-clamar la tierra propia a los colonos imperialistas por medio de laviolencia era una forma de autodefensa, y que la insurreccin violen-ta era la nica manera en que poda derrotarse al fascismo y al impe-rialismo yanqui, as como de hacerle ver a las masas que el dios colo-nial tiene pies de barro. A pesar de esas divergencias, Freire y el Che

    siguieron siendo cordiales hermanos, hermanos que nunca se en-contraron en la prisin, en el escenario de la guerra o en la arena de

    la pugna pedaggica, pero que compartieron un lazo fraterno que t bri su corazn y su mente a una visin similar del mundo: una vi-sin de lo que ya era el mundo, de adnde se le estaba dirigiendo yde lo que podra llegar a ser. En calidad de camaradas intelectuales ypolticos, sus vidas fueron representativas de lo mejor que el espritu

    humano tiene que ofrecer.El sentimiento del parentesco que existe entre Freire y el Che es

    (.1 que ha servido como motivacin principal para escribir este libro.

    En (1 Prefacio de mi libro Critical Pedagogy and Predatory Culture,

    Freire escribi lo siguiente:

    (:(ando se desarrolla una afinidad semejante, es necesario que cultivemosen tics( ro interior la virtud de la tolerancia, la cual nos "ensea" a conviviron lo que es diferente. Es imperativo que aprendamos de nuestro "paren-

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    XXVIINTRODUCCIN

    tesco intelectual" y que lo enseemos, de modo que al final podamos unir-nos en nuestra lucha contra las fuerzas antagnicas. Por desgracia, en tanto

    que agrupacin, nosotros, los acadmicos y los polticos por igual, gastamosgran parte de nuestra energa en injustificadas "peleas" entre nosotros, pro-

    vocadas por diferencias de adjetivos o, lo que es peor an, por discrepanciasmeramente adverbiales. Mientras nos agotamos en insignificantes "arengas",en las que se despliega nuestra vanidad personal y los egos son destrozadose injuriados, nos debilitamos para la batalla real: la lucha contra nuestrosantagonistas. (1995, p. x.)

    Paulo Freire fue un querido amigo y un amoroso mentor. Suspala-bras a propsito de la afinidad tienen resonancias de verdad, lo mis-mo que sus advertencias sobre los celos mezquinos que infestan a los

    acadmicos, en especial a los de cortos alcances (y la academia rebosade stos), cuyo oportunismo viste el ropaje del encanto, cuyo deseo

    narcisista de atencin, vanagloria y ganancia personal no conoce lmi-tes, y que, cualquiera que sea el nivel en el que se encuentren, se reba-jarn con tal de personalizar su criticismo y comprometerse en rudosembates intelectuales, y que venderan su alma a cambio depoder ode fama. En Freire no haba nada de eso. l era un hombre humildeque siempre coloc por delante de su provecho personal el proyectode la libertad humana. El primero de los muchos gestos de amabili-

    dad que tuvo para conmigo fue el de ayudarme para que se me invita-ra a hablar en un congreso que tuvo lugar en Cuba en 1987. Despusde esa ocasin seguimos vindonos peridicamente cada vez que l vi-sitaba Estados Unidos. En una ocasin tuve la oportunidad de hacerle

    una visita a l y a su esposa Ana Mara (o "Nita") en su hogar, duranteun viaje que hice a So Paulo. A lo largo de los ltimos 15 aos he es-crito una considerable cantidad de pginas sobre Paulo y su obra, locual no es de sorprender en alguien que durante 25 aos ha estad()comprometido con la transformacin educacional, tanto en el domi-nio del activismo de las bases como en los recintos polticamente aisla-dos de la academia. Y aun cuando el proyecto poltico quepreside ami obra ha sido influido en no menor medida por las enseanzas ypor la vida del Che Guevara, sobre ste slo he escrito algunos arta(

    A pesar de que nunca tuve la oportunidad de conocerlo (yo tena19 aos cuando se le ejecut), su influencia en mi compromiso con la

    justicia social y con el valor humano ha sido inestimable.

    Es lamentable ver cmo la figura de Paulo Freire ha sido domestcada por los liberales, los progresistas y los seudofreireanos,quienes

    incesantemente han intentado adjudicarse su legado y sus ensean-

    INTRoDucciNxxvii

    zas (en gran parte como lo han hecho con la figura de John Dewey,cuya poltica radical ha sido ominosamente despuntada por sus se-guidores polticamente ms resueltos en la academia). De aqu quesea necesario recuperar a Freire de las manos de esos revisionistas

    contemporneos que reduciran su imagen a la del grand seigneur del

    dilogo en el aula y que amputaran antispticamente el corpreo vi-gor de la historia de sus prcticas pedaggicas. Resulta mucho msdificil apropiarse de la figura del Che Guevara, debido a que fue unguerrillero activo hasta el momento en el que fue asesinado bajo el

    ojo de halcn y la mirada panptica de la CIA. Al mismo tiempo, es

    mucho ms difcil determinar cul es la importancia del Che paralos educadores de hoy, en virtud de que a lo largo de toda su vida lnunca ces de oponerse activamente al imperialismo de EstadosUnidos, y de que lanz un llamado para que en todos los continen-tes delg lobo brotaran "Vietnams". Pero si consideramos que actual-mente Malcolm X aparece en una estampilla postal de EstadosUnidos, entonces tambin podra darse el caso de que un da el Che

    pase a formar parte del panten estadunidense de "hroes" mundia-les. Despus de todo, Estados Unidos posee una seductora manera(le incorporarse todo lo que no puede vencer, as como de transfor-mar esa "cosa" en una versin debilitada de s misma, de maneramuy parecida al proceso por cuyo medio se diluyen la fuerza y la efi-

    cacia de los virus creando una vacuna. Si Estados Unidos pudiera en-contrar una "vacuna" Che, es ms que probable que una versin for-talecida del "virus" Che brotara en alguna parte del mundo en la(pie el capital estuviera asolando la dignidad humana y la supervi-vencia de los pobres y los desposedos, con objeto de dar libre cursoa su venganza. En tanto que el tributo de Marx y de Engels "La his-toria de todas las sociedades hasta nuestros das es la historia de lasbichas de clases" (1980, p. 111) siga cautivando la imaginacin de-bido a su creciente importancia en el mundo de hoy, puede darse

    por seguro que se llegar a ese extremo.El espacio que en el presente libro se dedica al Che es considera-

    blemente mayor en comparacin con el que se consagra a Freire, lo

    (pie no es sino una forma en que intento equilibrar los platillos, por

    as decirlo. Otra de las razones de la desproporcionada atencin que

    aqi r se le presta al Che nace de la personal queja de que su contribu-cin (tanto en trminos de sus enseanzas como de la prstina cohe-!rucia (pie caracteriza la forma en que vivi su vida de guerrillero)1at a vez, i lo sumo, ha sido analizada cabalmente en la bibliografa

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    I NTROD1 I(:C IN

    v

    1 ~01)(1( :( :I( > N

    educacional sobre pedagoga crtica. A mi juicio, esa falta de atenci11constituye una omisin de proporciones inconcebibles, tanto para laizquierda educacional en particular como para los maestrosy los edilcadores de los maestros en general.

    Inicialmente, cuando comenc a bosquejar las ideas de este libro,propuse que se volviera a readmitir en los debates sobre reformaeducacional el legado del Che Guevara como un modelo de lidera/-go moral, visin poltica y praxis revolucionaria. Pronto hube de per-catarme, sin que ello me sorprendiera, que el Che nunca haba sidooficialmente admitido en la cmara del debate educacional serio, yque ello obedeca muy probablemente a la misma razn que llevo aHerb Kohl a escribir lo siguiente:

    An no estoy convencido de que [...] [el Che] [...] contara con una pedagoga que fuera significativa para nuestra sociedad en la presente coyuntm ihistrica. No nos hallamos en un momento revolucionario, y nos encon

    mos en el centro de la opresin capitalista sin que exista algn vigoroso movimiento social comprometido con la tarea de cambiar la situacin. De liecho, no recuerdo que exista un solo texto escolar en el que Guevara recibaun trato digno y profundo. (1999, p. 308.)

    Debido a que el Che no es objeto de simpata en los textos escotares, y debido a que en Estados Unidos hay que lamentar la ausenciade vigorosos movimientos sociales que combatan la opresin, Kohlarguye que, en consecuencia, no debemos concederle demasiada tea la importancia que el mensaje del Che tiene para nuestra condi-

    cin actual. Deseara que Kohl hubiera podido estar presente ( 1 lasmarchas en las que tuve el privilegio de participar, desde Los nge-les hasta Porto Alegre, en las que orgullosas manos trabajadoras em-puan y sostienen en alto estandartes del Che. Los comentarios de-rrotistas de Kohl a propsito del Che ms parecen ser los sntomasde un creciente cinismo por parte de los educadores progresistasque un argumento razonado y convincente en contra del Che.

    Por qu el Che? Por qu Freire? Por qu ahora? Para quieneshan estado al tanto de los sucesos mundiales, o incluso lanzado un li-gero vistazo a las condiciones existentes en las ciudades y en las po-blaciones pequeas en todo el territorio de Estados Unidos, resulta

    evidente que la democracia ha sido negada en sus principios de ma-nera caricaturesca; que en su interior se encuentra creciendo unacontratendencia; que en su seno se est gestando una bestia que t'Satiborrada por la voracidad capitalista; que los seres humanos se han

    convertido en servidores de la acumulacin y del consumo capitalis-tas, y, por decir lo menos, en sus accesorios, as como en los instru-mentos del trabajo que los domina por medio de una amnesia socialvigorosamente catectizada; y que la divisin internacional del traba-

    jo cobra cada vez mayor amplitud en la forma de una crisis del capi-talismo de monopolio (lo que Lenin llam con sumo acierto imperia-

    lismo). El Che y Freire nunca han sido tan necesarios como en elpresente momento histrico. No es preciso examinar detalladamen-te el panorama poltico de nuestros das aplicando la penetrante mi-rada del socilogo o el experimentado ojo acadmico para darsecuenta de que la democracia capitalista no ha logrado derrotar a laopresin, sino que sta sigue brotando sin atenuaciones en nuevasformas, valindose de procesos simplificados de produccin, innova-dores y descentralizados; de un poder econmico recientementecentralizado que ha tenido lugar gracias a las nuevas tecnologas de

    los medios de informacin; de la hostilidad capitalista hacia los sin-dicatos y los servicios sociales; de la latinofobia sancionada por elEstado, y del desproporcionado encarcelamiento de estadunidenseslatinos y africanos por parte de una industria de la prisin que se ex-pande rpidamente. Los recientes acontecimientos relativos al pro-fesor de educacin, Jos Sols Jordn (que imparte la materia deprincipios de la educacin en la Universidad DePaul y en la Univer-sidad de Puerto Rico, y que fuera el blanco de falsas acusaciones por

    parte del FBI, as como hallado culpable de haber colocado dos bom-

    bas en un centro de reclutamiento militar), puede servir como unode los muchos indicadores de que el gobierno de Estados Unidos

    detendr a lo que sea que est a punto de contravenir toda oposi-cin pacfica a sus prcticas imperialistas en Puerto Rico y en cual-

    qt ier otra parte. 1

    No es preciso que localicemos con una brjula moral las actuales

    estrategias corporativas creadas habilidosamente por seminaristas

    I ara saber que el globo se est convirtiendo rpidamente en la mate-ria prima de la voracidad corporativa y de los mrgenes de utilidades

    iti mediatas, al tiempo que la brecha entre el rico y el pobre est co-brando una amplitud tal que las 300 corporaciones ms grandes delmundo representan al presente 70% de la inversin extranjera di-

    I ettil y 25% de los activos mundiales de capital (Bagdikian, 1998).

    Nunca tiltes las tecnologas de los medios de comunicacin haban

    V e a s , . P e t e r Melaren y Jos Sols Jordn (1999).

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    XXX I NTROM ICCI( )N I NTRODI JCCIN

    sido tan sofisticadas como para poder acelerar sin esfuerzo los i

    vos del sector pblico al sector privado, y para consolidar el poderde las corporaciones de manera tan rpida y sencilla. Nunca antes,desde el fin de la segunda guerra mundial, Estados Unidos se habaencontrado en la posicin (al menos en trminos militares) de ser elnico superpoder mundial que no conoce desafio. La ideologa neo-liberal del libre mercado mediada por la trada que conforman lasinstituciones multilaterales siguientes: el Fondo Monetario Interna-cional, el Banco Mundial y la Organizacin Mundial del Comercioest acelerando la acumulacin del capital en todos los puntos delglobo. Semejante aceleracin de la acumulacin capitalista tiene lu-gar en proporcin directa a la ausencia de oposicin por parte delos lderes del mundo, quienes en este momento histrico se en-cuentran insoportablemente agobiados por la inercia poltica y elquietismo tico. El irregular o desigual desarrollo del sistema mun-dial est devastando a los pobres y a quienes se encuentran en unasituacin de desventaja en cualquier parte de Amrica Latina, fri-ca, Rusia, y en otros lugares del globo, en tanto que el mundo se po-lariza inevitablemente en economas perifricas y en economas cen-trales. El capitalismo global est propiciando el xodo masivo de"trabajadores huspedes" en direccin al Occidente industrializado,as como ayudando al despertar de una guerra contra el "otro". El le-gado del colonialismo europeo est llegando a su desenlace con unavenganza, esta vez por medio de la agudizacin de las disparidadesque incluye la divisin internacional del trabajo, la cual tiene lugardebido a los circuitos y a los flujos del capital financiero y de mono-polio. Nunca antes el capitalismo haba penetrado en los espacios dela vida en el mundo que previamente se encontraban al margen deuna demarcacin (otrora restringidos al trabajo asalariado, pero enla actualidad dando cabida a la subjetividad en s), ni lo haba hechoas en todas partes del planeta. Nunca antes el espritu malthusianose haba alzado con una violencia semejante en la forma del neolibe-ralismo rampante, el cual condena al trabajador a permanecer parasiempre como alguien que no ha sido invitado al magno banquetedel capital. A medida que aumenta el nmero de pobres, a medidaque quienes carecen de un hogar inundan las calles de nuestras ciu-dades, a esos desposedos se les acusa, cada vez ms, de alterar el "or-den natural" del capitalismo. Y hacindole frente a esa matriz hist-rica imposible de desentraar tenemos, en la academia occidental,la celebracin, por parte de la vanguardia de la teora posmoderna,

    de la hibridacin cultural; la inconmensurabilidad de los discursos;el pastiche, la indeterminacin y la contingencia; el irnico cambiode su conveniente estatus; su burlesque textual, y su celebracin delos despojos culturales, como son el kitsch, la iconografa p o p y las pu-

    blicaciones clandestinas, como si significaran el apogeo de la crticacultural. Si bien no cabe rechazar a la totalidad de la teora posmo-cierna, existen algunas especies de ella que permanecen fieles a lacultura promocional del capitalismo, donde la parodia puede exhi-birse pomposamente como disensin, donde el parasitismo culturalse puede disfrazar de subversin, y donde resulta posible evitar po-ner a prueba el compromiso poltico. La academia es un espaciodonde el marxismo es desdeado como algo exento de complejidad,

    y en donde los educadores marxistas son cada vez ms hechos a unlado por los apstatas a la moda, de mentalidad chispeante, que por-tan negras y ajustadas chaquetas aterciopeladas, burdos pantalones

    negros, y negras armazones de los aos cincuenta con vidrios amari-llos, para quienes la metrpoli se ha convertido en una mezcla exu-berante de narrativas mestizas posmodernas y en donde la hybris re-lega a la oscuridad a quienes, as sea remotamente, permanecenfieles al pensamiento causal. Para esos malvolos a la moda de la salade seminarios, el posmodernismo constituye la txica intensidad de

    las noches bohemias, en las que los proscritos, los pobres y los desdi-chados de la Tierra simplemente forman parte de su manera de di-vertirse. Para ellos, la pobreza es en ltima instancia un purgantepara una sociedad indulgente y, cuando ms, un mal necesario (esdecir, siempre que se deseen los signos exteriores y materiales del

    "sueo americano"). Ah donde Freire era implacablemente proso-cialista, la pedagoga crtica su hijastra ha llegado a ser (por lo me-nos en las aulas en todos los puntos de Estados Unidos) apenas algoms que liberalismo retocado con un poco de ayuda del lxico deorigen freireano (como es el caso de las palabras "praxis" y "dilo-go") , y se emplea bsicamente para mimetizar las existentes relacio-nes sociales capitalistas valindose de una pltora de proclamas con-ciliadoras y de estrategias para el aula. No hay dnde encontraralternativas realmente socialistas, y en el caso de que stas existieran,

    contados son los que tienen las tripas para hacerlas escuchar sonora-mente en las aulas de la nacin.

    No pretendo afirmar que no existen debates importantes en losque el posmodernismo haya estado a la cabeza en especial algunosposmarxistas que han comenzado a reconfigurar el tema del trabajo.

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    Los marxistas posmodernos consideran como productivistas lid)+,ristas a las diversas articulaciones del marxismo ortodoxo; la ley( )1(1

    cin se transforma en la consumacin de la lgica de la mgtiina deseante, en donde los protagonistas sociales "vuelven a nacer como

    `cuerpos sin rganos' y Ion rehechos como organismos ciberilt i( s"( Dinerstein y Neary, 1999, p. 1). Para los marxistas ortodoxos, el lita'xismo posmoderno hace a un lado la cualidad concreta del trabajo afin de favorecer sus potencialidades ms abstractas, donde la emaii-cipacin humana se transforma en evasin de la realidad (Diners-tein y Neary, 1999). El presente libro no pretende dirimir ese debate, pero expondr abiertamente algunos de sus elementos con lafinalidad de considerarlos en un anlisis de la accin crtica. En lt i-ma instancia, debe enfocarse dialcticamente la relacin existenteentre el posmodernismo y el marxismo. La dialctica gira en torno ala mediacin, no en torno a la yuxtaposicin. La cuestin no se re-

    duce a la simple alternativa o marxismo o posmodernismo. En algu-nas instancias, las teoras posmodernas pueden resultar ms produc-

    tivas para entender ciertos aspectos de la vida social de lo que lasactuales corrientes marxistas estaran dispuestas a aceptar. En este li-bro, mi inters se cifra en rebatir ciertas versiones de la teora pos-moderna y su falta de atencin a las relaciones sociales capitalistasglobales y al sufrimiento humano que les es concomitante. Sin em-bargo, me interesa ms an lo que la teora marxista hace mejor:analizar y desafiar la viabilidad en s del capitalismo en la sociedad

    humana.Vivimos tiempos desdichados, en lo ms crudo de una hegemona

    basada en el fraude, en un momento en el que nuestro sentimientode infelicidad parece hallarse desvinculado de las depredaciones dela explotacin capitalista que tienen lugar dentro del mundo exter-no. Ms bien, nuestros sentimientos se apegan a los intermitentesefectos superficiales de los signos y de las simulaciones, y al inspidobrillo que alumbra a los espectculos de lo cotidiano. Nuestros mun-dos externo e interno parecen haberse deslindado. Ana Dinerstein yMike Neary vinculan esa desconexin con el proceso de desutopa, esdecir, de una crisis abstracta de la teora. Vale la pena citar in extensosus comentarios:

    La desutopa es el proyecto ms significativo de nuestro tiempo. No es slo laausencia temporal de la utopa, sino la celebracin poltica del fin de los

    sueos sociales. No debe confundirse a la desutopa con la apata, debido a

    que, aun cuando la primera aparece bajo laforma de indiferencia, la condi-cin posmoderna implica un proceso activo que conlleva simultneamente

    la lucha para controlar la contradiccin y la diversidad y la aclamacin de ladiversidad, la represin de las luchas contra la desutopay la celebracin de

    la autodeterminacin individual. El resultado de todo ello es la esquizofre-nia social. En la misma medida en que la diversidad, la lucha y la contradic-cin no pueden eliminarse por medio del voluntarismo poltico o filosfico,la desutopa tiene que imponerse. Sus defensores invierten una enorme can-tidad de tiempo en la desconstruccin, el arrepentimiento, la repulsa y el ol-vido. El realismo neurtico en las artes y la tercera va en la poltica, a la par consus justificaciones acadmicas; la clasificacin cientfica de los horrores denuestro tiempo, as como las dificultades para que las relaciones personales

    logren ser significativas, no son sino algunos ejemplos que ponen de mani-fiesto la forma en que opera el proyecto desutopa. El resultado de todo elloes la Mediocridad. (1999, p. 3. Las cursivas corresponden al original.)

    Con objeto de desafiar al actual proyecto de desutopa, es impor-tante que no perdamos de vista lo particular en su vinculacin con latotalidad de determinadas relaciones sociales. Pocos son los indivi-duos que pueden mostrarnos la magnitud de las fuerzas y de las rela-ciones sociales concretas que nos engaan y nos sojuzgan a la vez,como pueden hacerlo el Che Guevara y Paulo Freire. Pocos puedenejemplificar de manera tan eficaz en su vida y en sus enseanzas laforma en que el trabajo y la clase trabajadora deben servir comoagentes de transformacin de las relaciones sociales capitalistas, ypor qu la subjetividad de la clase trabajadora debe convertirse en elpunto de partida del desarrollo del "nuevo hombre/nueva mujer"

    de la lucha social revolucionaria, y de qu mejor y ms eficaz mane-ra podra desarrollarse la accin crtica que a travs de los esfuerzoseducacionales del Che y de Freire?

    Uno de los objetivos prioritarios de este libro es el de comenzar adiscernir la forma en la que la pedagoga de esas dos figuras histri-cas puede constituirse en el venero a partir del cual pueda crearse elipo de accin crtica necesaria para impugnar y transformar las ac-

    tuales relaciones globales de explotacin y opresin. Por supuesto,se hall escrito muchos libros sobre pedagoga crtica, pedagoga re-

    volucionaria, pedagoga feminista, y sobre las contribuciones queFreire ha hecho a propsito de su desarrollo. Como es natural, a este

    li bro le complace unirse a semejante compaa. Sin embargo, lo quesingulariza a este libro es (modestia aparte) su intento por rescatarla labor pedaggica crtica de las manos del gnero burgus del hu-

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    XXXIV I N ERODI ( .I( N

    manismo, el cual a menudo se ha servido de esa labor pedaggiccomo algo funcionalmente ventajoso para las relaciones socialesexistentes, para la clase de los patrones y para la divisin internadonal del trabajo.

    El presente libro no representa sino el intento de bosquejar - rudimentariamente las vidas del Che y de Freire, por lo que seguranicii-te algunos detalles biogrficos quedarn sin matizar. Ello quiz de-cepcione en especial a quienes sienten aficin por la vida del Clic,debido a que en las pginas que siguen no pretendo ofrecer infor-macin alguna relativa a los hechos sobre el "Che histrico" de lachegrafa oficial que no se encuentre ya disponible en la recientepltora de libros y de artculos que versan sobre el Che (algunos deellos impresionantes en su fastidioso intento de no dejar de rebuscaren cuanto cajn contenga algo de la historia del Che). Lo que pu-diera ser de inters para muchos estudiosos del Che, en este libro

    quizs aparezca slo de manera subordinada. Aun cuando es posibleque este libro no aclare ninguno de los nuevos misterios que rodeana la vida y a la muerte del Che, prometo configurar un nuevo con-texto en el cual se revalorar su legado un contexto "pedaggico"que permita apreciar la forma en que condujo su vida, lo cual, des-pus de todo, es la leccin ms profunda que nos ha dejado paraque la sopesemos y la emulemos.

    Freire alcanz a sobrevivir al Che unos 30 aos, y el mundo seconvirti en un lugar ms grandioso debido a lo que Freire fue ca-paz de llevar a cabo en su largo y arduo viaje por el camino de la li-beracin. Contados son los individuos que han logrado alcanzar tan-

    to xito como estos dos hombres para impulsar hacia adelante alespritu humano. Ellos nos han enseado que la historia no puedeborrar la lucha revolucionaria basada en las heroicas aspiraciones dela vida nada comn de la gente "comn". Tambin nos han reveladoque las heridas de la historia no pueden sanar sin amor revoluciona-rio y si se carece del espritu de un guerrero templado dispuesto aentrar en batalla en las calles, en las salas de juntas, en las aulas y enlas fbricas del presente capitalista (y tambin en las cavernas del co-razn humano). Es en memoria de esas dos personas "comunes"que nada tienen de comn como ha sido escrito este libro.

    Por qu el Che? Por qu Freire? Por qu ahora? Por qu, cier-

    tamente.

    I N1 R( )1)( 1( X :IN XXXV

    111111,U ;RAFA

    llagclikian, Ben H. (1998), "Capitalism and the Information Age", Monthly

    Revino, vol. 50, nm. 7, pp. 55-58.

    1 1 < a, I ieonardo (1997), "Foreword to the Third Edition", en Peter McLaren,[e in Schools: An Introduction to Critical Pedagogy in the Foundations of

    Education, Nueva York, Longman, pp. xi-xii. [La vida en las escuelas. Una

    introduccin a la pedagoga crtica en los fundamentos de la escritura, Mxico,

    Siglo XXI, 1994. La edicin en espaol no tiene el prlogo de Boff.]I fitierstein, Ana y Michael Neary (1999), "Opening Remarks to the Labor

    Debate", 24 de febrero de 1999, Labor Studies Seminar Series, pp. 1-4.

    Manuscrito indito.Freire, Paulo (1993), Pedagoga del oprimido, traduccin de Jorge Mellado,

    Mxico, Siglo XXI.Freire, Paulo (1995), "Preface", en Peter McLaren, Critical Pedagogy and

    Predatory Culture, Londres y Nueva York, Routledge, pp. ix-xi.

    Freire, Ana Mara Arajo y Donaldo Macedo (1998), The Paulo Freire Reader,Nueva York, Continuum.

    Kohl, Herbert (1999), "Social Justice and Leadership in Education:( ,ommentary", International Journal of Leadership in Education, vol. 2, nm.

    3, pp. 307-311.

    Marx, Karl y Federico Engels (1980), El manifiesto comunista, Mosc,Progreso, p. 111.

    Me I Jaren, Peter y Jos Sols Jordn (1999), "The Struggle for Liberation: LaLucha Contina! Jos Sols Jordn's Fight for Justice", International

    /ournal of Educational Reform, vol. 8, nm. 2, pp. 168-174.

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    A( ;RADECIMIENTOS

    FI captulo sobre el Che tuvo por origen una ponencia que expuse enel congreso "Treinta aos despus: retrospectiva del Che Guevara, uto-pas y desatopas del siglo xx", que tuvo lugar en la Universidad de

    Califbrnia, Los ngeles, el 24 y el 25 de octubre de 1997. Esa ponenciase someti a revisin para ser presentada como comunicacin princi-pal en la convencin anual de la National Association for Multicultu-ral Education, Albuquerque, Nuevo Mxico, el 31 de octubre de 1997.

    11111 versin anterior de captulo se public con el nombre de

    "The Pedagogy of Che Guevara", en Cultural Circles, vol. 3, verano de

    1998, pp. 28-104, y una versin muy resumida del mismo artculo("Revolutionary Leadership and Pedagogical Praxis: Revisiting the Le-gay of Che Guevara") se public en The InternationalJournal of Leader-

    ship in Education, 1999, vol. 2, nm. 3, pp. 269-292. El captulo dedica-do a Freire es la ampliacin de un pequeo ensayo ("Paulo Freire's

    I ,egacy of Hope and Struggle") que apareci en Theory, Culture, and

    Society, vol. 14, nm. 4, noviembre de 1997, pp. 147-153, y de otro en-sayo no menos breve: "A Legacy of Hope and Struggle", aparecido enReelairning Our Voices: Emancipatory Narratives on Critical Literacy, Praxis

    and Pedagogy, en un nmero especial del que fue editora invitada An-tonia I)arder: Teaching as an Act of Love: Reflections on Paulo Freire and

    1 I is Con tributions to Our Lives and Our Work, Los Angeles, CaliforniaAssociation of Bilingual Education, 1998, pp. 19-23. Otros dos ensayostambin contienen de manera condensada algunas de las secciones(1(.1 captulo sobre Freire: "A Pedagogy of Possibility: Reflecting upon

    Patch) Freire's Politics of Education", en Educational Researcher, vol. 28,

    lit -Inc. 2, marzo de 1999, pp. 49-56, y "Paulo Freire's Pedagogy of Possi-)ility", en Freirean Pedagogy, Praxis and Possibilities: Projects of the New

    Millenniurn, cuyos compiladores fueron Stanley S. Steiner, H. Mark

    Kratik, Pter McLaren y Robert E. Bahruth.1.a magnfica exhibicin en el Fowler Museum of Cultural History

    (1(.1;c t ict,A; "( he Guevara: Icon, Myth, and Message", cuyo curador fue

    1)avid Kunzle, y la subsecuente invitacin para presentarla en el sim-i)osi( internacional sobre el Che, que se celebr tambin en la UCLA

    (1111,1111e l'1 ial)S0 que dur la exhibicin, contribuyeron a inspirarme

    [xxxvii]

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    AGRADECIMII , N I ( r,

    para escribir el ensayo original sobre el Che. Los escritos de Kli; lile ;sultaron esclarecedores, como lo fueron tambin las conversaci()Iirsque sostuve con Maurice Zeitlin, Richard Harris, Doug Kellne;

    James Petras.

    Deseo agradecer a Dean Birkenkamp y a Jill Rothenberg su ilicallsable apoyo para este proyecto y su excelente ayuda editorial. Chris; ine Gatliffe es acreedora de un reconocimiento especial por su &dicacin a este proyecto y por su asiduo trabajo en l, lo mismo que 1( es Kathleen Silloway por su excelente preparacin de la edicin.Agradezco a Ramin Farahmandpur su importante investigacin y losesfuerzos editoriales que realiz en mi nombre; a Jayne Spencer, susagudos comentarios sobre la historia del Che; a Jennifer McLaren,sus conversaciones a propsito de los ideales revolucionarios; a Ro-bert Bahruth, sus excelentes sugerencias editoriales; a Roberto FloresGonzlez, sus interpretaciones del conflicto de Chiapas; a Marcos

    Aguilar, sus perspicaces consejos editoriales, y a los estudiantes y cole-gas que colaboraron en la preparacin del manuscrito.

    Quiero dar especialmente las gracias a Joe Kincheloe, Ana MariaArajo Freire, Shirley Steinberg, Donaldo Macedo, Pepi Leistyna,Henry Giroux, Gustavo Fischman, Ira Shor, Antonia Darder, Rudy

    Torres, Lou Mirn, Moacir Gadotti y Colin Lankshear. Tambin megustara darle las gracias a los alumnos de mi clase de pedagoga de larevolucin en la UCLA:Jaime Soto, Josefina Santiago, Martha Guerrero,Yvette La Payese, Christer Berntzen, Michael Richter, Chitra Golestani,Rachel Estrella, Anita T. Revilla, Gilbert Contreras, Hua-Lun Lee y Eri-

    ca Friedman. Peter Lownds merece un agradecimiento especial por la

    poesa de sus ideas y por su dominio del idioma portugus. Aprecio yagradezco el apoyo de Luis Ernesto Morejn, Itamys Garca Villar, loseditores de Pathfinder Press, Fidel Rodrguez, Edgar Gonzlez, Aliciade Alba, Bertha Orozco Fuentes, Nize Mara Campos Pellanda, MarciaMoraes, Silvia Serra, Estanislao Antelo, Tomaz Tadeu Da Silva, Bebel 0.Schaefer, Timothy Speed Levitch, Gayle Shangold, Vernica Poses,Dave Hill, Mike Cole, Rodolfo Chvez Chvez, Herman Garca, GlennRikowski, Peter Mayo y Bill Tierney. Tambin agradezco el apoyo queme brind el resto de mi familia: Laura McLaren-Layera, MarceloLayera, Jon Fleming-McLaren y Julie Fleming-McLaren. Asumo porcompleto la responsabilidad de cualquier error que pudiera aparecer

    en este texto.

    PRI MERA PARTE

    EL HOMBRE DE LA BOINA NEGRA

    No porque hayas cado tu luz es menos alta.

    NICOLS GUILLN, Che Comandante

    '(15 de octubre de 1967). (En Lwy, 1973)

    El Che se consideraba a s mismo un soldado de esta re-

    volucin, sin importarle en absoluto si sobrevivira a

    ella. Quienes imaginaron que las ideas del Che haban

    fracasado debido al resultado de la lucha en Bolivia,

    tambin hubieran podido utilizar ese argumento sim-

    plista para decir que muchos de los grandes precursores

    y pensadores revolucionarios, incluyendo a los funda-

    dores del marxismo, eran asimismo fracasados porque

    no les fue dado presenciar la culminacin de la obra de

    su vida y porque murieron antes de que sus nobles es-

    fuerzos se vieran coronados por el xito.

    FIDEL CASTRO, Che: un recuerdo

    Los campesinos de Cochabamba han creado una leta-

    na, una singular especie de plegaria: "Almita del Che,

    t que ya no ests aqu, realiza por favor el milagro que

    le devolver la salud a mi vaca. Concdeme ese deseo,

    almita del Che."

    PACO IGNACIO TAIBO II, Guevara,

    tambin conocido como el Che

    [1]

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    2 EL HOMBRE DE LA BOINA N1 , 1 ( ; I Z A

    El Che recalcando sus palabras con su puro, como sola hacerlo, circa 1964,La Habana. ( Roberto y Osvaldo Salas, Liaison Agency.)

    El Che hablando ante la Organizacin Central de Sindicatos Cubanos(ccT), circa 1962-1963, La Habana. ( Roberto y Osvaldo Salas, LiaisonAgency.)

    1.1. I I( ) M BRE DE LA BOINA NEGRA 3

    ENCUENTRO CON EL CHE EN ESPACIOS OCUPADOS

    A inedia maana del 9 de octubre de 1967, a peticin del coronel Zen-teno, el oficial subalterno de las patrullas bolivianas, Mario Tern, dis-

    par seis descargas con un rifle M2 en el extenuado cuerpo del CheGuevara de la Serna. Los disparos resonaron unos segundos despusde que la famosa figura revolucionaria, que yaca herida y exhausta en

    el sucio piso de una escuela de La Higuera, cerca de la base militar Va-Ilegrande, profiriera las hoy famosas palabras: "Dispara, cobarde: des-pus de todo slo vas a matar a un hombre Ese da, "el Ch , " elhombre de quien Jean-Paul Sartre declar que era "el ser humano mscompleto de nuestra era", y a quien Frantz Fanon describi como "elsmbolo mundial de las posibilidades de un hombre" (citado e -a Kunz-le, 1997) se uni a las filas de los mrtires revolucionarios cados,como Jos Mart, Emiliano Zapata, Augusto Sandino, Farabun lo Mar-

    t, Camilo Torres, Len Trotsky, Mara Lorena Barros y Rosa Luxen-1-burg. Le quit la vida un ejecutor ebrio a medias que estaba celebran-do su cumpleaos y que haba disputado su derecho a matar al Cheargumentando que tres amigos de la compaa B que llevaban el nom-bre de "Mario" haban sido muertos por las guerrillas. 2 Mientras Ternle dispara al Che, el sargento Bernardino Huanca, que se haba ofreci-do como voluntario para matar a los camaradas del Che (y cuyo estalli-do de la descarga de metralleta haba sido la causante del agujeroI ala en la boina del Che justo antes de su captura) , entra en la habita-

    cin vecina y acribilla a balazos al peruano Juan Pablo Chang-Navarro(El Chino) y al boliviano Simn Cuba (Willy) . 3 Un poco despus, el sar-

    ' Tern anota que el Che dijo: "Con calma, van a matar a un hombre." (Taibo, 1997,1 . 561.) Cupull y Gonzlez (1997) sealan que Felix Rodrguez, Bernardino Huanca,

    Mario Tern y Carlos Prez Panoso todos ellos entrenados por asesores estaduniden-

    ses le dispararon al Che. Otra versin afirma que los soldados echaron suertes para

    decidir quin matara al Che (Castaeda, 1997). Jorge Castaeda presenta las ltimas

    m'abras del Che (segn el coronel Arnaldo Saucedo Parada, jefe del servicio de infor-

    macin de la octava divisin) de la siguiente manera: "Saba que me fusilaran; no te-

    :ta que ser capturado vivo. Dganle a Fidel que este fracaso no significa el fin de la re-v lucin; que triunfar en otra parte. Dganle a Aleida que olvide esto; que se vuelva a

    ( asar y que sea feliz, y que mantenga a los nios estudiando. Pidan a los soldados que

    apunten bien" (1997, p. 401).

    ' 'Tambin se le haba prometido un reloj pulsera y un viaje a West Point para que

    participara en un curso que lo habilitara oficialmente como sargento mayor (Taibo,1997). I,a promesa nunca se cumpli.

    ` Segn Anderson (1997) y Cupull y Gonzlez (1997), el Chino y Willy fueron eje-

    ( (liados antes de la muerte del Che. El Che fue muerto por una bala que se aloj en su

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    4 EL HOMBRE DE LA BOINA NE( :K.\

    gento mayor Carlos Prez Panoso y el soldado raso Cabrero ent raro,en la escuela y le dispararon dos tiros post mortem al cuerpo del Che.'

    Los ejecutores y los guardias se apostaron alrededor de la escuela,no sin antes haberse repartido entre ellos el dinero y los objetos perso-

    nales que le quitaron al Che en el momento de su captura: dos boinas(incluyendo la que tena un agujero de bala) , una pluma fuenteParker, un cinturn, una pistola alemana calibre 45, una daga Solingende acero inoxidable, dos pipas (una de las cuales el Che haba usadoen sus ltimas horas para fumarse el tabaco de dos cigarrillos Astoriaque le ofreci despus de su captura el capitn Gary Prado Salmn),un cuaderno en el que figuraban el Canto general de Pablo Neruda, y

    Aconcagua y Piedra de Hornos de Nicols Guilln, copiados por la manodel Che; un altmetro y una pitillera (Harris, 1970). El Che le entreg

    trax, provocando que sus pulmones se llenaran de sangre. Aqu vale la pena sealar

    que cuando el Che fue capturado, su rifle Garand haba sido daado por una bala ene-miga y ya no funcionaba, adems de que haba perdido el cargador de su pistola(Villegas, 1997, p. 273). Damos a continuacin la descripcin de Richard Harris que fi-

    gura en su relato de la captura del Che: "El capitn Prado, por sus gemelos de campa-

    a observ a los guerrilleros dispersarse y correr a ponerse a cubierto y orden al sar-

    gento Bernardino Huanca y a sus hombres que bajaran a perseguirlos. Unos minutos

    despus, el sargento Huanca dispar una rfaga de ametralladora contra un guerrille-

    ro que se mova por entre los matorrales de arbustos espinosos. Una bala hizo volar la

    boina de la cabeza de un guerrillero, mientras otras dos le dieron en una pierna y lo ti-

    raron al suelo. El guerrillero cado era el Che. Al hallarse tendido e impotente, los sol-

    dados de la tropa de asalto empezaron a concentrar sus disparos en la zona en la que

    haba cado. Pero Willy (uno de los reclutas de Moiss Guevara, a quien el Che haba

    empezado a considerar un posible desertor), se precipit a su lado y le ayud a salir de

    la lnea de fuego subiendo por un lado de la hondonada. Mientras ambos se arrastra-ban hacia arriba, se toparon con cuatro soldados que estaban colocando un mortero.

    Los soldados les ordenaron rendirse, pero el Che, apoyndose en un rbol, les respon-

    di disparando su carabina. Los soldados devolvieron los disparos. Unos segundos des-

    pus, una bala peg contra el can de la carabina del Che, inutilizndola e hirindo-

    lo en el antebrazo derecho. En ese momento, segn se dice, el Che levant las manos

    y grit: `Paren! No disparen! Soy el Che Guevara, y para ustedes valgo ms vivo que

    muerto.' A unos metros de ah, Willy tir su rifle y se rindi tambin" (1970, p. 131).4 El agente de la CIA, Flix Rodrguez, haba indicado a Tern que no le disparara al

    Che en la cara, sino en el cuello, para que pareciera que sus heridas haban ocurrido

    durante la batalla (Anderson, 1997). Segn Richard Harris (1970; Tern sac la paja

    ms corta en una rifa, por lo cual se le eligi para ejecutar al Che. C: fiando este ltimo,

    que haba sido apoyado contra una de las paredes, se dio cuenta de por qu Tern ha-

    ba venido a verlo, pidi pararse un momento. Tern estaba tan asustado que empeza temblar y sali corriendo de la escuela, slo para qu el coronel Selich y el coronelZenteno le ordenaran regresar y fusilar al Che sin mayor demora. Tern dispar su ca-rabina sin mirar al Che a la cara.

    EL HOMBRE DE LA BOINA NEGRA 5

    al capitn Gary Prado Salmn dos relojes Rolex Oyster Perpetuals idn-ticos, ambos de acero inoxidable (de los cuales uno de ellos haba per-tenecido al camarada cado del Che, Carlos Coella Turna, quien an-

    tes de morir le pidi al Che que se lo entregara a su hijo) , para que losguardara [con una "x" grabada en el costado del reloj que era suyo,marca que hizo con una piedra que encontr en el sucio suelo de la es-cuela un da antes de su ejecucin (Harris, 1970)]. Al deteriorado rifleGarand del Che lo conserv para s el coronel Zenteno Anaya en cali-

    dad de "trofeo" personal.Las rdenes de las ejecuciones haban llegado en forma de ins-

    trucciones codificadas desde los cuarteles generales de Miraflores, enLa Paz, pero se haban generado en el despacho del presidente deBolivia, el general Ren Barrientos (que tambin era comandante en

    jefe de las fuerzas armadas) , de consuno con el general AlfredoOvando Candia y el jefe de regimiento Juan Jos Torres. Los militares

    queran hacerle creer al pblico que el Che haba sido muerto en

    combate, y por esa razn no recibi en la cabeza el coup de grace acos-

    tumbrado. El alto mando de las fuerzas armadas lanz el comunicado45/67 en las primeras horas del 9 de octubre, donde se afirmaba queel Che haba sido asesinado en un encuentro que se distingui por la"feroz pelea" entre un "destacamento rojo" y el regimiento de asalto

    2 (patrullas) , en la regin de Quebrada de Yuro.Derrengado en una camilla de lona que estaba amarrada a una de

    las rastras de aterrizaje de un helicptero, el cuerpo del Che fue trans-portado de La Higuera a Vallegrande, donde estaban los cuarteles dela 8a. divisin de la milicia boliviana. En el helicptero viajaron el co-ronel Joaqun Zenteno Anaya y, a su lado, vestidos con el uniforme decapitn del ejrcito boliviano, iban sentados el "capitn Ramos"; un

    operativo de la CIA y el emigrado cubano, Flix Ismael Rodrguez

    Mendigutia, de elevada estatura y mal encarado (quien en calidad deoperador de radio de La Higuera haba confirmado la ejecucin delChe [Rodrguez haba sido miembro de la brigada 2506, entrenadapara combatir a Castro, y que ms tarde entrenara a su vez a los infa-mes contras de Nicaragua y formara parte del escndalo Irn-Contra,en el que Ronald Reagan figurara como "fachada" de Oliver North] ).El helicptero lleg a su destino a las cinco de la tarde en punto y fuerecibido por una inmensa comitiva de soldados. El tiempo era brillan-te y lmpido. En la pista de aterrizaje aguardaban grupos de reporte-ros de TV Globo de Brasil, de diarios suecos y britnicos, y del diario

    boliviano Presencia. Los soldados desamarraron sin demora la camilla,

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    1716

    l',1.1 I OMBRE DE LA BOINA NEGRAEL HOMBRE DE LA BOINA N E(

    un mensaje del que es imposible eliminar sus implicaciones para lacondicin humana. Mientras permanecemos absortos ante la fotogra-fa del cadver del Che colocado horizontalmente en una fra sentina

    una imagen que Paco Ignacio Taibo describi como "una versin hi-perrealista de la pintura de Rembrandt, cuyo tema es la clase de ana-toma del doctor Tulip" (1997, p. 565), es necesario que recordemosque el nacimiento de este santo secular slo fue posible gracias a lossacrificios que el Che hizo en nombre de la humanidad sufriente. Es-te sentimiento no se perdi en quienes fueron objeto del mximodespojo por parte del ptrido poder del capitalismo:

    Los campesinos desfilaron ante el cuerpo, en una sola fila y en medio de unrespetuoso silencio. Cuando el ejrcito intent controlar el acceso, una ava-lancha de gente irrumpi a travs del cordn de soldados. Esa noche, poi

    -

    primera vez se encendieron velas por el Che en los pequeos caseros de Ios

    alrededores del pueblito. Naca un santo, un santo secular de los pobres.

    (Taibo, 1997, p. 565.)

    La imagen del cadver del Che tendido en una sentina en Valle-grande, y que fuera captada de una manera tan mstica por el fot-grafo Freddy Alborta, aparece baada en un aura trascendental quele otorga al Che una presencia luminiscente en medio de los lvidosrostros de los soldados, los periodistas, los fotgrafos y los funciona-rios ah presentes. El retrato mortuorio de este Cristo guerrillero, alque Jos Arce Paravicini bautiz como "Cristo de metralla", inspira

    una reverencia mtica, no slo debido a que el extenuado cadverdel Che ofrece una sorprendente similitud con las ms famosas re-presentaciones artsticas del cadver de Cristo (como seran los deMantegna y de Holbein) , sino tambin porque la vida y las ensean-zas del Che fueron reflejo de una sabidura, una compasin y un sa-crificio en pro de la humanidad comparables a los de Cristo. Treintaaos despus de haber sido ejecutado por los militares bolivianos

    asistidos por la CIA, los maestros estadunidenses y los educadores delos maestros reconocen en el Che ms un smbolo del tercer mundo

    y un icono romntico de un pasado idealizado y distante, que unhombre cuya vida y cuyo mensaje encerraron serias consecuencias

    para la comprensin e incluso para la configuracin de los acontecimientos histricos del da de hoy. Despus de todo, el futuro, talcomo lo profetizara el Che, an no ha llegado, y la condicin de losoprimidos en Asia, frica y Amrica Latina (los tres continentes do

    minados por el imperialismo y a los que estaba dirigido el proyectointernacionalista del Che) se encuentra ms aherrojada que nuncapor el puo de los poderes capitalistas.

    Sin embargo, sera equivocado asignarle al Che (como estaran

    obligados a hacerlo los medios de informacin dominantes enEstados Unidos) un legado de guevarismo pretendidamente pstu-mo, y principalmente comercial, cuyo vehculo son las camisetas, losprendedores, los carteles con eslogans y los llaveros adornados conromnticos retratos del Che que se venden en todo el mundo. ElChe, que se percat de la intrusin del totalitarismo en toda la ex-tensin de las Amricas (intrusin alentada por el imperialismo deEstados Unidos) y que someti a juicio al capitalismo ante el tribu-nal de la historia, se ha visto reducido a una especie de revoluciona-rio sin bandera, al tiempo que su imagen se transforma en el emble-ma de la respetable clase media, y a medida que su boina aparece en

    la cabeza de un perro Chihuahua parlante que figura en los anun-cios de Taco Bell, y en la medida en que sus camisas de corte militarahora forman parte del catlogo destinado a los clientes pudientesde las cadenas de tiendas departamentales. Todo ello tiene lugardentro de una magna denegacin epidmica por parte del ciudada-no ordinario, el cual se caracteriza por su casi total ausencia de inje-rencia en el sector de la clase capitalista por lo que se refiere a lasdesastrosas consecuencias que el capitalismo le ha acarreado a lospobres y a quienes carecen de poder. Este es un lejano clamor quesurge de la reverencia que en toda Amrica Latina se le ha dedicadoal Che; de las fotografas que se conservan como si fuesen reliquias

    en los vestbulos de las casas particulares; de su enorme retrato decinco pisos de altura que decora a un edificio gubernamental en laPlaza de la Revolucin de Cuba; de los gritos de los estudiantes cuba-nos: "seremos como el Che"; de su imagen llevada en alto por mani-festantes, desde la ciudad de Mxico hasta Porto Alegre, Brasil, y desu canonizacin secular por parte de los campesinos de La Higuera.

    Sin embargo, el Che comercializado se encuentra en el punto en elque confluyen lo numinoso y lo numismtico. De la misma maneraque el mensaje de Malcolm X ha sido sofocado por su iconografa vi-sual, el mensaje del Che ha sido sobrecodificado por la cultura delconsumidor chic radical y debe ser disociado de la imagen, semejan-

    te a Cristo, del hombre de la boina que decora los muros de las bi-bliotecas alternativas y que alguna vez se "vendiera como la decora-ci de rigueur para los dormitorios de los campus [universitarios] "

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    18 19EL HOMBRE DE LA BOINA N F,C El, 1 I( )M BRE DE LA BOINA NEGRA

    (Sandison, 1997, p. 148). El "Chesucristo", o la cristificacin del (nos habla del amor que este ltimo senta por la humanidad, asicomo de la determinacin de su voluntad para ofrecerse en sacri fi-cio por el bien comn, aun cuando todo ello tienda a enturbiar 1:t

    esencia de su misin poltica (vase Kunzle, 1997; vase tambinGonzlez, 1997). Sus pensamientos acerca de la lucha de clases revo-lucionariay su visin del socialismo mundial representan algo msque las divagaciones romnticas de una guerrilla ingenua y desorien-tada. Y su muerte le brind ms de una oportunidad a los perillanespara transformar su imagen en objets d'art kitsch, o para comerciarcon su leyenda por medio de franquicias para tiendas de souvenirscon una ganancia inmediata. Una semana antes de que se celebra-ran los servicios conmemorativos en honor del Che que tuvieron lu-gar en Cuba en octubre de 1997, la hija del Che, Aleida Guevara,desacredit pblicamente la comercializacin de la memoria de su

    padre, de la que dijo que representaba la anttesis de la poltica delChe. Aleida recalc lo siguiente: "Detesto ver la cara de mi padre enceniceros o en las posaderas de los pantalones de mezclilla de quiensea. Ello es mercantilismo. Es oportunismo. Esas personas slo tratande hacer negocio. Pero tambin abrigo la esperanza de que existanalgunos jvenes que no se dejen arrastrar por la imagen de moda,sino que vayan en busca del hombre en el seno de una sociedad glo-bal que est perdiendo todos sus valores" (Fineman, 1997, p. Al2).

    Incluso la Iglesia le ha dado acogida al smbolo del Che en su om-niabarcador abrazo. Por medio de la explotacin del Che, el revolu-cionario, la Red de Publicidad de las Iglesias de Inglaterra no hace

    mucho que dio pbulo a una extraa controversia durante su campa-a nacional de carteles, colocando una imagen decididamente kitschdel Che (con una corona de espinas, mostrando un rostro adusto yemanando el atractivo de la combinacin macho/sensiblero de unatarde dominical) en carteles de cinco pies de altura, y solicitando a50 000 iglesias que lo compraran, afirmando que era sa una manerade motivar a la gente para que asistiera a la iglesia en Pascua. Con laesperanza de que la imagen "sera fijada con alfileres en las paredesde la recmara de las adolescentes" y de que dejaran atrs las "ftilesfiguras nrdicas en camisn blanco", el reverendo Peter Owen-Jonesapoy vigorosamente la campaa (Combe, 1999). Esa estrategia para

    "revolucionar" la imagen de Jess le permiti a Harry Greenaway,miembro tory del Parlamento y patrocinador de la HermandadCristiana Conservadora, comentar en tono de desaprobacin que "Je-

    El Che parecido a Cristo, circa 1963, La Habana

    ( Roberto y Osvaldo Salas, Liaison Agency).

    ss era perfecto" y que "resulta flagrantemente sacrlego asemejarloal Che Guevara" (Miller, 1999a). Asimismo, aadi que "quienes dealguna manera son responsables deberan ser excomulgados" (Miller,1999b, p. A7). Judie Beishon, del comit ejecutivo del Partido Socia-lista, observ irnicamente que la comparacin en s "quiz resulteun poco injusta para el Che Guevara" (Combe, 1999).

    Alexander Cockburn escribi que "la famosa imagen del Che, fo-tografiada por Alberto Korda en 1960, el da que los dirigentes deCuba se encontraban manifestando pblicamente sus condolenciaspor quienes haban muerto a resultas de la explosin de un carga-mento de municiones, ha logrado sobrevivir a su asimilacin en el

    kitsch debido a que el Che, en s, no puede asimilarse al kitsch. El viveen la historia, de idntica manera en que su imagen ha sido enarbo-lada en 10 000 mtines, marchas y procesiones, entre las que figura la

  • 7/21/2019 106879129 Mclaren Peter El Che Guevara Paulo Freire y La Pedagogia de La Revolucion

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    20 EL HOMBRE DE LA BOINA NE( ;IZA

    Controvertida publicidad de la Iglesia anglicana de Inglaterra

    (cortesa de David Kunzle).

    de los campesinos bolivianos que marcharon en La Paz a principiosde 1990" (1997, p. 4). Su boina negra con la "estrella de identidad"(que cosi Celia Snchez en Sierra Maestra en mayo de 1957 en seal

    de su promocin a comandante) se ha convertido en un smbolo deliderazgo heroico. El fue una figura romntica en el seno de un go-bierno cubano juvenilmente rebelde, cuyos integrantes tenan unaedad promedio de 33 aos, y su imagen, hoy, aparece inusitadamen-te an ms grande.

    Retrospectivamente, el Che acert en su perspicaz evaluacin delpotencial de Vietnam para derrotar a la milicia de Estados Unidos