100 Pistas Del Camino de Aparecida-Pbro Pedro Jaramillo Rivas

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    Pedro Jaram illo Rivas

    Espiritualidad del discpulo misionero

    2

    a

    edicin

    aumentada

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    P edro J ara mil lo texto)

    J avier P rat D ibujo)

    ESP IR ITUAL IDAD DEL

    D I S C P U L O M I S I O N E R O

    100 pistas

    del camino de Aparecida

    Descle De Brouwer

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    P edro J ara mil lo texto)

    J avier P rat D ibujo)

    E S P IR IT UAL IDAD DE L

    D I S C P U L O M I S I O N E R O

    100 pistas

    del camino de Aparecida

    2- ed ic in aumentada

    Descle De Brouwer

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    Pedro J a rami l lo ( t ex to ) , 2008

    Jav i e r P ra t (d ibu jos ) , 2008

    E D I T O R I A L D E S C L E D E B R O U W E R , S . A . , 2 0 0 8

    Hen ao , 6 - 48009 B i lba o

    w w w . e d e s c l e e . c o m

    i n f o @ e d e s c l e e . c o m

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    INDICE

    Prlogo

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    Presentacin 13

    Llamados

    17

    Enviados

    33

    Unidos 49

    Confiados 65

    Formados 81

    Inmersos 97

    Testigos 113

    Hermanos 129

    Alegres

    145

    Misioneros 161

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    PRLOGO

    El P. Pedro Jaramillo Rivas, testigo, gran amigo, excelente pastoralista

    y profundo conocedor de nuestra realidad latinoamericana (y, ahora, en-

    carnado en ella desde su trabajo pastoral en las periferias de la ciudad de

    Guatemala), nos ofrece a laicos y pastores un instrumento sencillo de espiri-

    tualidad. Contiene oportunas reflexiones personales sobre el perfil espiritual

    del discpulo misionero en las nuevas circunstancias latinoamericanas y cari-

    beas, referidas siempre al Documento de Aparecida. Su deseo es ayudar al

    trabajo pastoral de los prximos aos, avivando la espiritualidad del discpulo

    misionero.

    El autor recoge, y lo aplica a la vida, el eco del grito lanzado por la Con-

    ferencia Episcopal Latinoam ericana en Aparecida, Brasil, ante el aumento de

    desigualdades sociales, econm icas, de conocim iento y de acceso a las nuevas

    tecnologas que producen la exclusin de todos aquellos no suficientemente

    capacitados e informados, acen tuando ms la discriminacin y la marginacin

    que marcan tristemente nuestro continente y que m antienen en la pobreza a

    multitud de personas. Es hermoso ver cmo esta mirada a la realidad de nues-

    tra propia tierra forma parte de la forja espiritual del discpulo misionero.

    Estas desigualdades que 'claman al cielo' estn, en efecto, muy presen-

    tes en el perfil espiritual del discpulo misionero que estas pistas dibujan. El

    desarrollo de la "dimensin misionera" de la vida en Cristo nos hace ver que

    "la Iglesia necesita una fuerte conmocin que le impida instalarse en la co-

    modidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los

    pobres de l continente. [...]. Espera mo s un nuevo Pentecosts que nos libre de

    la fatiga, la desilusin, la acomodacin al ambiente; una venida del Espritu

    que renueve nuestra alegra y nuestra esperanza. Cunto hay contenido en

    el ttulo de estas reflexiones: Espiritualidad del discpulo misionero

    En efecto, todos los miembros de la comunidad cristiana somos respon-

    sables de la evangelizacin de los hombres y las mujeres en cada ambiente.

    Jesucristo enva el Espritu Santo a todos los que creen en l para que sean

    testigos suyos 'hasta los confines del mundo'. Guiados por el Espritu, la

    comunidad cristiana y cada discpulo se comprometen a hacer presente a

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    Jesucristo y a ofrecer su mensaje de esperanza a un mundo atribulado que ha

    ido construyendo una civilizacin donde las sociedades soslayan o han dejado

    a Dios al margen y, como nos dijo Benedicto XVI un mundo sin Dios es un

    mundo sin esperanza (cf. E/2,12, Spe salvi 44).

    De ah el inters d el

    P.

    Pedro Jaram illo en ofrece r estas pistas a los discpulos

    misioneros en Latinoamrica, para facilitarles repensar profundamente y

    relanzar con fidelidad y audacia su misin. Ello no depende tanto de grandes

    programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen

    dicha tradicin y novedad, como discpulos de Jesucristo y misioneros de

    su reino, protagonistas de vida nueva para una Amrica Latina que quiere

    reconocerse con la luz y la fuerza del Espritu (DAp. 11). Pues, como dice el

    texto conclusivo: "nuestra mayor amenaza 'es el gris pragmatismo de la vida

    cotidiana de la Iglesia en el cual aparentem ente todo procede con normalidad,

    pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad'. A

    todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que 'no se comienza a

    ser cristiano por una decisin tica o una gran idea, sino por el encuentro con

    un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y,

    con ello, una orientacin decisiva'" (DAp. 12).

    Es decir, el cristiano no es el que simplemente dice creer en Dios, pues

    como dice Santiago: "T crees que existe un solo Dios? Haces bien; pero

    tambin los demonios creen y se estremecen" (2,19), sino que es cristiano

    el que sigue a Jess despus de haber experimentado un encuentro personal

    con l.

    La profunda sencillez de este pequeo libro orientar a todo aquel que

    quiera ser testigo y que busque vivir su identidad cristiana y su misin en el

    mundo como comunidad: hacer de la Iglesia 'el mesn' donde se acoge a to-

    dos y se cura a los heridos que se encuentran a la vera del camino.

    Las reflexiones y pistas del P. Pedro Jaramillo nos ayudan, con su estilo

    sencillo y directo, a comprender lo que significa 'tener fe' y a despertar el

    deseo de transmitirla. Nos motivan a beber de la fuente de la vida, que es

    Jesucristo, a fin de ponernos en el camino que nos lleva a ser testigos del

    amor de Dios.

    Para dar un eficaz testimonio, los discpulos misioneros necesitamos

    recordar que el campo especfico de la actividad evangelizadora laical es el

    complejo mundo del trabajo, la cultura, las ciencias y las artes, la poltica,

    los medios de comunicacin y la economa, as como los mbitos de la

    familia, la educacin, la vida profesional. Pero esta inmersin slo tendr

    fuerza si est acompaada de una profunda experiencia de fe y del anuncio

    de Jesucristo. En este sentido, Amrica Latina necesita hoy ms que nunca

    laicos bien formados, que sepan dar razn de su esperanza y sean capa ces de

    dialogar con el mundo que vivimos, desde su profunda y humilde identidad

    cristiana.

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    Uno de los ms grandes aportes de este material es la claridad con la

    que se abordan las grandes preocup aciones de los creyentes: cmo podemos

    vivir nuestra fe en el da a da?, en el trato con la gente?, qu significa ser

    discpulo misionero y cmo puedo llegar a serlo?... Lo que el P. Pedro pone

    en tus manos no es un "tra tad o", ni una investigacin... Son "pro voc acio nes"

    directas ante las cuales no quedars indiferente.

    Las cien pistas que nos ofrece recuerdan lo que dijera Juan Pablo II: La

    Iglesia es consciente de que su mensaje se har creble por el testimonio de

    las obras antes que por su coherencia y lgica interna (Centesimus Annus,

    57). Con sencillos comentarios, con referencias al documento de Aparecida,

    con sugerencias para la reflexin y con motivaciones a la oracin, estas pistas

    constituyen un oportuno itinerario que nos ayuda a hacer creble nuestra fe.

    Ser, sin duda, de gran ayuda para perseverar con pasin y audacia en la

    tarea de 'remar mar adentro' y de dejarse guiar por el Espritu de Dios en la

    andadura del discipulado y la misin.

    Se trata, en suma, de una herramienta sencilla, que todos podrn enten-

    der, y que ayudar, sobre todo a los agentes de pastoral de nuestras comu-

    nidades, a vivir el perfil espiritual del discpulo misionero que se deriva de

    Aparecida. En el documento conclusivo, nos exhorta: No podemos desapro-

    vechar esta hora de gracia. Necesitam os un nuevo Pentecosts Necesita-

    mos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los

    pueblos para comunicarles y compartirles el don del encuentro con Cristo,

    que ha llenado nuestras vidas de "se ntid o", de verdad y amor, de alegra y de

    esperanza (DAp. 548).

    Gracias, Pedro, por haber querido compartir con nosotros estas reflexio-

    nes, maduradas y expresadas desde tu corazn de pastor durante los aos de

    tu ministerio, y, ahora, iluminadas desde el rico patrimonio espiritual del do-

    cumento de Aparecida. Quienes tuvimos la suerte de ser "testigos oculares"

    de Aparecida revivimos con en ellas "los ecos" de aquel acontecimiento de

    gracia.

    Mxico, D.F. a 20 de mayo de 2008.

    Manuel Gmez Granados.

    Director General del

    Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana

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    PRESENTACIN

    El discpulo misionero de Aparecida tiene un marcado perfil espiritual...

    El mismo documento habla de una "espiritualidad trinitaria", una "espiritua-

    lidad misionera"... Pero, la espiritualidad en Aparecida no slo se concentra

    en los captulos ms explcitamente "espirituales". Se extiende a travs de

    todo el documento, que no puede entenderse sin una permanente referen-

    cia al Espritu y a la vida que l suscita en el creyente, al hacerlo discpulo y

    misionero.

    Los tres grandes ejes del documento: el discipulado, la misin y la vida

    estn "trabajados" por la accin del Espritu, presente en el llamado, en el

    envo y en el compromiso. Se trata de una espiritualidad recia. Juan Pablo II,

    en Novo Millennio Ineunte, haba descalificado con fuerza una espiritualidad

    "intimista e individualista", por no tener en cuenta el realismo de la Encar-

    nacin y por malentender la esperanza escatolgica del cristiano. Con una

    cita del Vaticano II, volvi el papa a expresar vigorosamente que la esperanza

    escatolgica no ausenta al creyente de la construccin de este m undo; antes

    bien, le da nuevos motivos para un ineludible compromiso histrico.

    El docum ento de Aparecida no slo cita textualmente este texto del Papa,

    sino que, tenindolo de fondo, perfila desde l una espiritualidad para el dis-

    cpulo misionero fuertemente arraigada en el misterio de la Trinidad. Pero,

    desde la Trinidad, volcada al mundo con la fuerza misma del amor de Dios que

    "lo am tanto que envi a su Hijo para que lo salvara". El miedo de algunos

    de que Aparecida se "subiera por las nubes" no se cumpli.

    En efecto, Aparecida entrelaza muy bien espiritualidad y compromiso.

    No las presenta como dos realidades paralelas. Las considera ms bien como

    las dos caras de la misma medalla. Una espiritualidad que no termina en un

    serio compromiso con la historia y con los hombres y mujeres concretos, es-

    pecialmente los ms dbiles y pobres, deriva en un estril espiritualismo.

    Un compromiso que no hunde sus races en el amor de Dios "derramado en

    nuestros corazones con el Espritu Santo que se nos ha dado", queda sin la

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    raz de fe que lo alimenta, para poder llamarse y ser, en verdad, compro-

    miso "crist iano".

    Esta doble dimensin de la espiritualidad est tambin en la urdimbre de

    estas 100 pistas del Camino de Aparecida. Su conjunto intenta perfilar la espi-

    ritualidad del discpulo misionero. En el fondo, hay una conviccin: si, desde

    Aparecida, el creyente no renueva sus ms hondas motivaciones creyentes, se

    quedar a medio cam ino de su ser discpulo; y, si no fortalece decididam ente

    su "salida misionera", habr hecho odos sordos al envo, y quedar a medio

    camino de su ser misionero.

    Como reflexin personal sobre el perfil del evangelizados estas 100 pistas

    no son nuevas. Con motivo del Jubileo del 2000, la Dicesis de Ciudad Real.

    Espaa, de la que yo era entonces Vicario General, se haba preparado, como

    el resto de la Iglesia, haciendo un sincero intento de "conversin pastoral".

    Recog en "1 00 pistas para el camino del evange lizador" los frutos de aquella

    reflexin en comn. Ms tarde, la Editorial Descle De Brouwer las public en

    forma de libro, enriquecindolas con unas sugerentes vietas de un gran ami-

    go dibujante: Javier Prat. Su capacidad de com prender el sentido del m ensa-

    je, le hace perspicaz a la hora de plasmarlo en el dibujo.

    La tarea pastoral que ahora desarrollo en Amrica Latina (en esta bendita

    tierra de Guatemala), me ha hecho referirme con frecuencia a aquellas pis-

    tas. En ellas haba plasmado "evi den cia s" muy queridas para m, al pensar en

    los evangelizadores, y al pensarme a m mismo en relacin con el Evangelio

    credo y anunciado. Pens cmo podra hacer para poder compartir aquellas

    reflexiones escritas con "mi gente" (apelativo de afecto, no de posesin ) de

    ahora. La distancia geogrfica no haba permitido, en estas tierras, un acceso

    popular a ninguna de las 7 ediciones que el libro tuvo en Espaa. Desde que

    sali el Documento conclusivo de Aparecida, pens que haba llegado la oca-

    sin de comp artir por escrito lo que ya estaba com partiendo oralmente en el

    mbito de mi propia parroquia, en el rea perifrica de la Zona 7 de Guate-

    mala, en la parroquia de San Juan de la Cruz.

    La accin del Espritu es, en efecto, admirable. Los textos del Documen-

    to conclusivo co n los que he enriquecido y ajustado cada una de aquellas 100

    pistas (10 por cada uno de los 10 hitos de la espiritualidad del discpulo misio-

    nero) me parecan hechos a propsito. O, ms bien, las pistas parecan escri-

    tas para comentario de estos textos. Un "entenderse cmplice" que es fruto

    de un Pentecosts siempre repetido.

    He querido, pues, ofrecer a los creyentes latinoamericanos una reflexin

    muy querida para m. Caminando ahora pastoralmente en Guatemala, sien-

    to Aparecida, al igual que todos los agentes de pastoral latinoamericanos y

    caribeos, como el "norte" de nuestro trabajo para los prximos aos. Esto

    me llev a ofrecer ya una "Gu a para la lectura comunitaria del D ocum ento",

    publicada por Imdosoc (Mxico). Ahora quiero ofrecer estas pistas, para esti-

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    mular una "espiritualidad pastoral" renovada en los discpulos misioneros de

    Amrica Latina. Los lectores espaoles (si alguno se anima a repetir) encon-

    trarn como novedad la incorporacin de textos y el "tinte" del documento

    de Aparecida, as como una nueva distribucin de los apoyos metodolgicos.

    El estilo de cada una de las pistas es muy directo. Para no perder esa es-

    pecie de "di lo go " que intento, incluso los textos de Aparecida los he puesto

    en segunda persona, como dirigidos directamente al discpulo misionero. Por

    esa razn, no he entrecomillado los textos del Documento; slo los he puesto

    en letra cursiva, indicando su respectivo numeral.

    Los dibujos son los mismos que Javier Prat hizo para las pistas del evan-

    gelizados Gustaron mucho. A l le agradezco su aportacin sugerente y de

    amena profundidad.

    La cuestin era cmo y dnde publicar. En Amrica? En Espaa? Por agra-

    decida cercanay, lo confieso, porque no pareciera un plagio a m mismo, en-

    vi los originales a Descle De Brouwer. Estaba seguro de su aceptacin y, por

    eso, les ped una cosa: que al libro resultante le pusieran un "precio social"

    en Am rica Latina. La peticin fue generosamente acogida, y ellos han hecho

    posible que pueda comp artir estas reflexiones con tanta gente amiga y cerca-

    na de Am rica y del Caribe. Ojal que ayude a una lectura reflexiva y atenta

    La intencin es que a todos nos sirva para dibujar mejor nuestro perfil en la

    apasionante experiencia de discpulos m isioneros en la sociedad latinoameri-

    cana y caribea actual.

    Guatem ala, 24 de abril de 2008, fiesta del Santo Hermano Pedro

    Pedro Jaramillo Rivas

    Prroco de San Juan de la Cuz

    Zona 7

    GUATEMALA

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    PRESENTACIN

    de la segunda edicin

    Me ha causado gran alegra la rapidez con la que se ha agotado la prime-

    ra edicin de Espiritualidad del discpulo misionero. 100 pistas del camino de

    Aparecida. Agradezco a los primeros lectores su acogida y su "complicidad".

    Y les pido una disculpa, que explico:

    A medida que yo m ismo he ido meditando en mis propias reflexiones (siem-

    pre con el Documento de Aparecida a mano) he descubierto nuevos puntos

    de la reflexin de los Obispos Latinoamericanos y del Caribe que podan en-

    riquecer an ms algunas (bastantes) de las pistas. No me resist a anotarlos.

    Y, ahora, en la segunda edicin, los he incorporado. Enriquecen considerable-

    mente la primera edicin, aunque no la invalidan. Mil perdones, si alguien se

    decide a hacer un doble gasto.

    Estoy utilizando estas 100 pistas para estimular el "tono espiritual" de los

    discpulos misioneros (en nuestra Parroquia de San Juan de la Cruz, les hemos

    llamado "discpulos misioneros parroquiales", en vistas a la preparacin de

    agentes para la Misin Continental). Para m es una alegra ver cmo no slo

    se entienden las pistas, sino que se saca de ellas la fuerza espiritual impres-

    cindible, para hacer de Aparecida un autntico y nuevo Pentecosts.

    En el contexto pastoral y espiritual en el que nos movem os, desde Apare-

    cida, me gustara mucho mantener una relacin ms estrecha con los lecto-

    res. Les ofrezco mi e-mail, para que me enven sus comentarios, sugerencias,

    preguntas: [email protected].

    Guatem ala, 16 de julio de 2008, fiesta de Nuestra Seora del Carm en.

    Pedro Jaramillo Rivas

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    mailto:[email protected]:[email protected]
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    LL M DOS

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    OBJETIVOS

    1. Afianzar la conciencia de estar y traba jar en la Iglesia y desde la Iglesia

    no por casualidad o slo por propia iniciativa, sino por "vocacin", por una

    llamada de Dios que nos llega normalmente a travs de medios humanos.

    2. Descubrir que tratamos un misterio, que acogemos y nos sobrepasa.

    Con nuestro trabajo pastoral secundamos una iniciativa que viene de Dios, y

    que tiene en el Espritu su fuerza principal.

    3. Estimular una serie de actitudes resultantes: cultivo de la propia vida

    de fe, de la experiencia personal de Dios, la vida sacramental, la oracin, la

    coherencia entre la fe y la vida, la gratitud y la fidelidad...

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    L L A M A D O S

    ...DiOS

    L L A M A -

    NO eres discpulo misionero por tu

    propia cuenta. Un da, es verdad, te

    presentaste a tu parroquia y te ofre-

    ciste, o te enrolaste en un movimien-

    to, en una asociacin apostlica, o en

    una comunidad de base. Pero estabas

    respondiendo a una llamada. La mis-

    ma llamada que hizo Jess a sus aps-

    toles y discpulos para que fueran sus

    comp aeros en el anuncio de la Buena

    Nueva a los hombres, especialmente a

    los ms pobres.

    Lo mismo q ue a ellos,Jess te invi-

    t a encontrarte con l, a que te vin-

    culases estrechamente a l, porque es

    la fuente de la vida y slo l tiene pa-

    labras de vida eterna (n 131). Aun-

    que t la hayas percibido por medios

    muy humanos, la llamada a ser disc-

    pulo misionero la has recibido de Dios.

    Dios te necesita. Dios nos necesita.

    La semilla de la fe que recibiste e n

    tu bautismo ha dado su fruto. Te has

    sentido "consagrado" al Seor y "exi-

    gido" por l para anunciar a los hom-

    bres las maravillas de su salvacin. Tu

    llamada no es un ttulo de honor; es una vocacin de servicio. Recuerda que

    no has elegido t al Maestro, que fue Cristo quien te

    eligi...,

    y que no has

    sido convocado para algo, sino para Alguien (n 131). Vive esa relacin per-

    sonal en todo lo que haces por la causa del evangelio.

    Para escuchar con sencillez el l lamado debes tener un corazn disponible

    y encontrarte internamente "desarmado": en el Evangelio, aprende la lec-

    cin de ser pobre, siguiendo a Jess pobre y la de anunciar el Evangelio de

    la paz sin bolsa n i alforja, sin poner tu confianza en el dinero o en el poder

    de este mundo (n 31). Un corazn ge neroso y gratuito es el terreno ms a bo-

    nado para escuchar el llamado y para un encuentro con l, con una finalidad:

    "estar con l" y participar de su envo y misin (cfr. N 131).

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    L L A M A DO S

    Dios pone en tus manos el miste-

    rio de la salvacin: su Hijo Jess, en-

    tregado por todos los hombres, para

    abrir a todos el camino hacia el Padre.

    En Jesucristo, esa Iglesia en la que t

    trabajas (tu parroquia, tu movimien-

    to, tu asociacin apostlica, tu com u-

    nidad...) queda asumida en el miste-

    rio de Dios, Padre, Hijo y Espritu San-

    to.

    No trabajas en una organizacin

    puramente humana, en una especie

    de club o de asociacin cultural de tu

    pueblo o ciudad, ni siquiera en una

    ONG (Organizacin No Gubernamen-

    tal), que es comprometida y que hace

    muchas cosas por los ms necesitados.

    Lo que te define es el amor recibido

    del Padre, gracias a Jesucristo, por la

    uncin del Espritu Santo (n 14).

    Trabajando en la Iglesia llevas en

    tus manos un misterio, que debes aco-

    ger, profundizar y vivir. Acostmbrate

    a admirar y contemplar el misterio

    que proclamas. Como discpulo misio-

    nero ests llamado a ser contemplati-

    vo. Jess te hace familiar suyo, por-

    que comparte contigo la misma vida que viene del Padre, y, como a discpu-

    lo, te pide una unin ntima con l y obediencia a la Palabra del Padre, para

    producir en abundancia frutos de amor (n 133).

    Que tus tareas no te corten la vena de la admiracin y la sorpresa. Si no

    eres capaz de asombrarte, caers en la rutina. Si no adoras en lo ms hon-

    do la grandeza del misterio, te hars un buen propagandista. Pero lo sabes

    bien: evangelizar no es hacer publicidad.Si no conoces a Dios en Cristo y con

    Cristo, toda la realidad se te convertir en un enigma indescifrable. No hay

    camino.

    Y,

    al no haber camino, no hay vida ni verdad (Discurso inaugural del

    Papa). Con todos los bautizados, ests llamado a "recomenzar desde Cristo",

    a reconocer y seguir su Presencia con la misma realidad y novedad, el mismo

    poder de afecto, persuasin y esperanza que tuvo su encuentro con los pri-

    meros discpulos (n 549).

    2 2

    2

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    L L A M A DO S

    3

    No relaciones, sin embargo, el mis-

    terio del Reino de Dios y de la Iglesia,

    que lo anuncia y lo realiza, con ningu-

    na especie de artes mgicas y ocultas.

    "Misterio" significa que el origen y la

    meta de lo que somos y de lo que ha-

    cem os en la Iglesia es Dios. El misterio

    te abre a la iniciativa de Dios: l ha

    enviado a su Hijo, para hacernos a to-

    dos hijos suyos y hermanos los unos de

    los otros. Mediante el Espritu Santo,

    Dios hace que pueda ser verdad est

    filiacin y esta fraternidad, tambin

    hoy, para nosotros.

    Desde Pentecosts, la Iglesia expe-

    rimenta de inmediato fecundas irrup-

    ciones del Espritu, vitalidad divina

    que se expresa en diversos dones, ca-

    rismas y variados oficios, que edifican

    la Iglesia y sirven a la evangelizadn

    (n 150).

    Por eso decimos que el Espritu

    Santo es el primer evangelizados El

    Espritu es el maestro interior que te

    conduce al misterio de la verdad ple-

    na, hacindote discpulo y misionero

    (n 151). Sin su trabajo interior en la

    vida de la gente toda tu . u , ,

    h S U t r a b a j o i n t e r i o r e n

    la

    " c on v e nc e s "^ ataufen I T ' * ^

    y a h a U e

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    a d

    " * cuando t

    eficaz de su Esoirt '

    Esp

    '

    ntu Santa E

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    or

    Presencia

    v m uieres de t ^ ' i ,

    S ase

    S"-

    su

    Propuesta de vida para hombres

    2 3

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    L L A M A D O S

    ...ERGS

    RAPA

    LoS>

    dsmaS-

    T mismo, como discpulo y misio-

    nero, eres una obra del Espritu. Sin

    su fuerza, no se mantendra tu fe; sin

    su conviccin, no seras capaz de ma-

    nifestarte como creyente, sin respe-

    tos humanos, y como colaborador en

    su tarea. Si no fuera porqu e el Espritu

    te da valenta, no te atreveras a to-

    mar parte activa en los duros trabajos

    del Evangelio.

    Debes dejarte guiar constante-

    mente por el Espritu, y hacer tuya la

    pasin por el Padre y el Reino: anun-

    ciar la Buena Nueva a los pobres, cu-

    rar a los enfermos, consolar a los tris-

    tes, liberar a los cautivos y anunciar

    a todos el ao de gracia del Seor (n

    152). T mismo eres testigo de que en

    tu vida se ha cump lido con frecuencia

    la promesa de Jess: "el Espritu les

    sugerir lo que tienen que decir". So-

    bre todo, cuando hablas a los sencillos

    y a los pobres.

    Ms all del trabajo pastoral de

    cada da, acostmbrate a contemplar-

    te a ti mismo como "obra del Espritu

    en favor de los dems". Un discpulo

    misionero sin la vida del Espritu es una pura contradiccin. "Vivir segn el

    Espritu" es proyecto de vida para hacer fecunda tu tarea evangelizadora. El

    Espritu, en efecto, hace que tengas un amor a la medida de Jess: de total

    don de ti mism o... Ese es tu distintivo de cristiano y la caracterstica de la

    Iglesia...,

    cuyo testimonio de caridad fraterna es el primero y principal anun-

    cio: "reconocern todos que son discpulos m os" (n 138).

    Recuerda que tu misin es manifestar el inmenso amor del Padre que

    quiere que seamos hijos suyos (n 348). Difcilmente manifestars ese amor,

    si t no lo experimentas dentro de ti como el mayor don que has podido re-

    cibir. Sin orgullo, podrs decir con San Pablo: "por la gracia de Dios soy lo

    que soy".

    4

    2 4

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    L L A M A DO S

    Acostumbrarte al estilo del Espri-

    tu forma parte de tu tarea de disc-

    pulo misionero. Necesitas interiorizar.

    Porque anunciar el Evangelio no es un

    activismo descontrolado, donde cola-

    borara ms el que ms cosas hace y

    ms tareas desarrolla.

    Necesitas que el Espritu vaya

    ahondando en ti el mismo ser y el mis-

    mo estilo evangelizador de Jess. Lo

    que el Espritu quiere hacer en ti es

    que un da puedas llegar a decir con

    verdad: "vivo yo, pero no soy yo, es

    Cristo quien vive en m ". Entonces se-

    rs el mejor discpulo misionero.

    Los santos son los mejores discpu-

    los y misioneros, y t ests llamado

    a la santidad en la tarea evangeliza-

    d o s que realizas. Que no te parezca

    una meta inalcanzable. A medida que

    crezcas en sencillez, sers testigo de

    la fuerza transformadora del Espritu

    de Jess. Djate guiar por l y deja

    que vaya haciendo de "tu corazn de

    piedra un corazn de carne".

    Que lo personal de la llamada te

    ayude a vivir la intimidad de la res-

    puesta. En un hondo dilogo de amor descubrirs "q u bueno es el Se or" y

    sentirs la dicha de "poner en l tu refugio". Saborea ntimamente este di-

    logo de amor.

    Recuerda que no eres siervo de Jess, sino amigo: el siervo no tiene en-

    trada a la casa del amo, menos a su vida. Jess quiere que te vincules a l

    como amigo y como hermano. El amigo ingresa a su vida, hacindola propia

    Como amigo, escuchas a Jess, conoces al Padre y haces fluir su vida en tu

    propia existencia (n 132).

    Tu misin, por tanto, no se limita a un programa o proyecto, sino que es

    compartir la experiencia del encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciar-

    lo (n 145). Jess bu sca suscitar una respuesta consciente y libre desde lo

    mas ntimo de tu corazn de discpulo, una adhesin de toda tu persona al

    saber que Cristo te llama por tu nombre (n 136).

    5

    2 5

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    L L A M A DO S

    Dswo

    A,

    76SV5S-

    A medida que progreses por ese

    camino, experimentars una armona

    interior, que te har sentir profunda-

    mente alegre: hablars de lo que vi-

    ves; trabajars desde tu propia expe-

    riencia de Dios; no separars tu propia

    vida espiritual de tu trabajo pastoral,

    como si ste fuera un "desgaste" y no

    una fuente de espiritualidad para ti

    mismo como discpulo misionero.

    A medida que crezca la conciencia

    de tu pertenencia a Cristo, en razn

    de la gratuidad y alegra que produce,

    crecer tambin tu mpetu para co-

    municar a todos la alegra de ese en-

    cuentro (n 145) Casi sin pretenderlo,

    tu propia vida ser el mejor testimo-

    nio de que crees lo que anuncias. Lo

    peor que te puede pasar como disc-

    pulo misionero es que te "desfondes",

    que pierdas la hondura de tu vida y de

    tu actividad: Jesucristo mismo que va

    creciendo dentro de ti, con la fuer-

    za del Espritu, hasta llegar a tener

    dentro de ti la "es tat ura " a dulta de la

    maduracin de tu propia fe.

    Dentro de ti crece Jess. No cor-

    tes su crecimiento con tu pereza y tu falta de respuesta. No puedes hacerte

    adulto y dejar que Jess siga siendo el "nio" con quien te identificaste en la

    fe de tu infancia. "Ser como un nio" por tu sencillez y confianza no significa

    tener una fe infantil e ingenua, con la que no poder contar para iluminar tu

    camino de adulto. Debesmadurar constantemente en el conocimiento, amor

    y seguimiento de Jess, Maestro; profundizar en el misterio de su persona,

    de su ejemplo, de su doctrina..., mediante una catequesis permanente y la

    vida sacramental (n 278).

    Como discpulo, buscas a Jess; pero es l quien te llama y te dice: "si-

    geme". Descubre el sentido ms ntimo de la bsqueda y propicia el en-

    cuentro con Cristo que da origen a la iniciacin cristiana. Renueva constan-

    temente ese encuentro por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y

    la accin misionera de tu comunidad (n 278 ).

    6

    2 6

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    L L A M A DO S

    Necesitas cultivar, alimentar y cui-

    dar tu propia fe. Como discpulo mi-

    sionero, no eres funcionario de una or-

    ganizacin cualquiera, a la que pres-

    tas tu colaboracin activista; ni un vo-

    luntario de una institucin altruista,

    con cuyos fines humanitarios te iden-

    tificas.

    La raz de tu tarea es tu real incor-

    poracin a Jesucristo por el bautismo,

    la confirm acin d e tu fe por el Esp ritu

    y la participacin real en la misma en-

    trega del Seor por la Eucarista.

    Jesucristo y su obra se hacen pre-

    sentes en tu vida por el Espritu San-

    to que, a travs de los sacramentos,

    te ilumina y vivifica (n 152). En los

    sacramentos vas forjando la entereza

    de tu fidelidad interior, porque ellos

    te comunican la fuerza de Dios que se

    realiza en la debilidad.

    Tu misma debilidad la conviertes

    en fuerza, cuando la haces "debili-

    dad perdonada" en el sacramento de

    la reconc iliacin c on Dios y con lo her-

    manos, de quienes tus debilidades te

    separan.

    Tu vida sacramental te abre al misterio de Dios. En ella confiesas que es

    su gracia la que te sostiene y, desde ella, abres a los hombres un camino de

    salvacin. No recurras a la excusa de que los sacramentos se pueden c onver-

    tir en rutina. Todo lo puedes convertir en rutina cuando la gracia no toca lo

    mas hondo de tu ser. Ahonda en el lugar y la funcin que tiene la liturgia en

    tu seguimiento de Cristo y en la accin m isionera, en tu vida nueva en C risto

    y en la vida de nuestros pueblos en l (n 250).

    Arraiga tu ser cristiano en la experiencia de Dios, manifestada en Jess.

    El Espritu te ir conduciendo por los senderos de una maduracin profun-

    da...

    Arraiga tu persona en el camino de vida y de servicio propuesto por Cris-

    to, con un estilo personal. Como la Virgen Mara, adhirete de corazn, por

    la fe, a los caminos gozosos, luminosos, d olorosos y gloriosos de tu Maestro

    y Seor (n 280).

    7

    2 7

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    Para ser discpulo misionero, nece-

    sitas ser orante. A veces, puedes pen-

    sar que lo que necesitas, para conven-

    cer, es ser orador. Antes, necesitas ser

    orante para ser t mismo convencido

    por quien te puede hablar palabras de

    vida eterna.

    T mismo necesitas la Palabra de

    Dios; necesitas que esa Palabra se

    convierta en tu corazn en manantial

    que salta hasta la vida eterna. Tu re-

    lacin con la Palabra de Dios no pue-

    de ser slo funcional, para aprender a

    transmitirla. T mismo la debes escu-

    char y acoger con sencillez y guardar-

    la en tu corazn, para que te vaya ha-

    ciendo testigo de su fuerza, de su ca-

    pacidad de transformarte, hacindote

    criatura nueva.

    Cristo se te da a conocer en su per-

    sona, en su vida y en su doctrina por

    medio de la Palabra de Dios (Discurso

    inaugural del Papa). Tu tarea evange-

    lizados ser as mucho ms fcil, por-

    que "el hombre de hoy cree ms a los

    testigos que a los maestros, y si cree

    a los maestros es porque son tambin

    test igos". Tu oracin personal y comunitaria es lugar en el que, como dis-

    cpulo, te alimentas por la Palabra y la Eucarista, cultivas una relacin de

    profunda amistad con Jesucristo y procuras asumir la voluntad de l Padre (n

    255).

    Slo si t mismo conoces el rostro de Dios, que se te muestra en la ora-

    cin, podrs ser rostro de Dios para los dems. Es lgica tu preocupacin por

    la metodologa, por saber preparar una reunin, por aprender qu decir y

    cmo decirlo, pero no olvides nunca que "de la abundancia del corazn ha-

    bla la boc a": la oracin diaria es un signo del primado de la gracia en tu iti-

    nerario de discpulo misionero (n 255).

    Tu dimensin orante lo invade todo: no es una experiencia que se limite

    a los espacios privados de la devocin, sino que busca penetrarlo todo con

    su fuego y su vida... El impulso y el ardor que provienen del Espritu lo de-

    bes expresar en el trabajo, en el dilogo, en el servicio, en la misin coti-

    diana (n 285).

    ...PKMeRD,

    tA

    OBA cSM...

    8

    2 8

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    L L A M A DO S

    A veces, te sentirs molesto, por-

    que ves que no hay coherencia entre

    tu fe y tu vida. Te parece que crees

    por un lado y vives por otro.

    Percibe en esa situacin molesta

    no una tentacin para abandonar, sino

    una llamada a personalizar y profun-

    dizar tu fe. Mientras exista esa sepa-

    racin es que tu fe no es del todo viva

    y personal. Como discpulo misionero,

    ests llamado a intensificar tu vida de

    fe y a anunciar que Cristo ha redimido

    todos los pecados y males de la huma-

    nidad (n 134).

    Cuando examines tu fe, no te que-

    des slo sopesando el cumplimiento

    de sus exigencias, podras caer en

    un simple voluntarismo Bucea ms

    adentro, y encuentra en tu interior la

    viveza de tu apertura a Dios. Experi-

    menta cmo "slo l basta", acgelo

    revelado en Jesucristo y pide al Esp-

    ritu que, con tu vida, confieses a Dios

    como Padre y a Jess como Seor. Una

    fe as, no lo dudes, se verificar en el

    amor.

    El amor en el que v erificas tu fe te

    lleva al encuentro con Jess en (os pobres, afligidos y enfermos que recla-

    man tu compromiso... Recuerda que en el reconocimiento de la presencia y

    cercana de Jess en los pobres, y en la defensa de los excluidos se juega la

    fidelidad de la

    Iglesia...

    El encuentro con Jesucristo en los pobres es una di-

    mensin constitutiva de tu fe en Jesucristo (n 257 ).

    Tu propia fe lleva en su entraa esta unidad. No separes nunca lo que Dios

    ha querido unir para siempre: tu fe y tu vida.

    El equipamiento personal de tu fe te debe llevar a ti y a quienes evange-

    lizas a poder responder las grandes preguntas y aspiraciones de hoy y a in-

    sertarte en los diferentes ambientes, estructuras y centros de decisin de

    la vida (n 517).

    9

    2 9

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    L L A M A DO S

    -SoMos

    R * OS~

    Llevas un gran tesoro en tu vaso de

    barro. Que la conciencia de tu arcilla

    no disminuya tu capacidad de sorpre-

    sa y de asombro: "jams un pueblo ha

    tenido un Dios tan cercano a l", as

    reflexionaba el pueblo de Israel, pen-

    sando en el camino salvador de Dios en

    su propia historia. Tan cerca no, que es

    ms ntimo a ti que t m ismo. En l vi-

    ves, te mueves y existes. l est en el

    origen d e tu ser, en el inicio de tu fe y

    en el comienzo de tu compromiso de

    discpulo misionero.

    A su llamada creadora debes tu

    existencia como hombre y mujer y

    como discpulo misionero. Por tu m-

    rito no puedes apuntarte tanto al-

    guno, pero tu capacidad te viene de

    Dios. Ese Dios que, por as decirlo,

    sale de s, para llamarte a participar

    de su vida y de su gloria (n 129). No

    te preguntes por qu te ha llamado.

    Si miras a tu alrededor encontrars a

    gente mejor que t, ms preparada,

    con ms gancho. Y, sin embargo, ah

    ests t. Dios te ha llamado y te da

    miedo. Hasta le puedes decir: "mira

    que no s hablar". Pero l te responder siempre: "venga, no temas, que yo

    estoy contigo". Su llamada te fortalece y te da el nimo que necesitas. Las

    llamadas son diferentes.

    Las llamadas son diferentes. No todos somos llamados para lo mismo.

    Pero todos tenemos la responsabilidad de que no falte la respuesta a ningu-

    na de ellas. Ningn discpulo misionero debe ser indiferente a la falta de vo-

    caciones sacerdotales, a la vida consagrad a y a la vida laical corresponsable.

    Recuerda que cada bautizado es portador de dones que debe desarrollar en

    unidad y complementariedad (n 162).

    Sea cual sea la vocacin o servicio al que el Seor te ha llamado, debers

    ser abierto al plan pastoral orgnico y articulado, ser sensible a los servicios

    de atencin y acompaamiento espiritual, consciente de la pastoral diferen-

    ciada, dispuesto a la descentra lizacin de servicios (n 518 ).

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    PARA LA REFLEXIN

    1.

    Cmo se va fraguando la experiencia de Dios en mi vida personal? Qu

    actitudes tengo ante su misterio?En qu dimensiones de mi vida percibo con

    ms claridad su llamada a ser evangelizador?

    2. Qu importancia doy en mi vivencia cristiana a la celebracin de los

    sacramentos? Los vivo como encuentros personales con el Seor Resucitado?

    Cmo cultivo la fe? Es una fe viva, agradecida, estimulante? Qu tiempo

    dedico a la oracin personal com o acogida e interiorizacin del misterio de

    Dios, que se me ha manifestado en Jesucristo?

    3. Qu sentimientos produce en m el sentirme llamado por Dios para el

    servicio del Evangelio? Lo considero como una gracia o como un peso? Lo

    s agradecer a Dios, y le pido con frecuencia que sea l quien acte a travs

    mo? Valoro todas las llamadas, p reocupndome y pidiendo al Seor por las

    que ms faltan?

    ORACIN

    Seor Jess, que, al igual que a tus apstoles, nos llamas a participar

    en los trabajos de tu Evangelio, haznos abiertos al misterio que anuncia-

    mos, dciles al Espritu que nos envas, acogedores de tu gracia en nuestro

    encuentro sacramental contigo, disponibles a la escucha y contemplacin

    de tu Palabra, creyentes sencillos en la totalidad de nuestra vida, y ale-

    gres, en la seguridad de haber puesto en ti nuestra confianza. Te lo pedi-

    mos a ti, que, en el Jordn, fuiste ungido por el Espritu, para realizar tu

    misin salvadora. AM EN.

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    OBJETIVOS

    1. Estimular en los discpulos misioneros la conciencia de misin y ayudar-

    les a vencer el miedo que siempre infunde el "d ar la ca ra " en el propio pue-

    blo o ambiente. El envo lo hace Dios, a travs de la Iglesia, en cuyo nombre,

    y no por cuenta propia, trabaja el discpulo misionero.

    2. Promover una conciencia de envo al mundo, evitando quedarse limita-

    dos a los confines de la propia parroquia o de la propia comunidad o grupo.

    Salir hacia afuera sin miedos ni nostalgias.

    3. Ayudar a reconocer la insuficiencia del trabajo pastoral dentro de los

    lmites de la propia parroquia o com unidad, estimu lando el aprecio, la acogi-

    da y el acompa amiento de movimientos y grupos eclesiales especficamente

    misioneros

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    E N V IA D O S

    ...ECeS Dtt^...

    "El Espritu del Seor est sobre

    m... l me ha ungido y me ha envia-

    do". Como discpulo misionero, com-

    partes esta misma conciencia de Je-

    ss. El mismo Espritu que ungi y en-

    vi a Jess te ha ungido tambin a ti

    y te ha enviado. No te quedes slo sa-

    boreando la uncin, atrvete tambin

    a responder al envo.

    Recuerda que te toca ser envia-

    do en medio de presiones para que la

    Iglesia se repliegue en los templos y

    en sus servicios "religiosos". No cedas

    a la presin.

    Cuando escuchas que el Seor te

    dice: "ve y diles..." te ocurre lo que

    a todos los enviados: tienes miedo; y

    tambin se te ocurre pensar: "pero,

    quin soy yo...?". Y ms an ah en

    tu pueblo, en tu parroquia, donde la

    gente te conoce..., y te agarra por

    dentro eso que llamamos el "respeto

    hum ano", el " qu dirn ?". Es verdad,

    muchos van a decir: "pero, quin es

    ste?", "qu se ha credo?". Tam-

    bin lo dijeron de Jess sus paisanos,

    y hasta "se escandalizaron de l". Si

    Jess hubiera hecho caso al "qu dirn" no hubiera pasado de ser un buen

    carpintero de Nazaret.

    Expresa t tambin la alegra de ser discpulo del Seor y de haber sido

    enviado con el tesoro del Evangelio. Recuerda que ser cristiano no es una

    carga, sino un don" (n 28)... Y que disfrutars ms de la vida si dejas la se-

    guridad de la orilla y te apasionas en la misin de dar la vida a los dems...

    Alcanzars y madurars tu vida en la medida en que la entregues para dar

    vida a otros (n 360).

    En la Biblia, el que es llamado siempre lo es para ser enviado. No quie-

    ras romper esta dinmica, pensand o que el envo no es lo tuyo. "Esta ndo con

    Jess" puedes tener la tentacin de pensar "qu bien se est aqu ". Pero,

    el Seor te enviar siempre a que lo anuncies. Deja la seguridad de la ori-

    lla y rema mar adentro Aunque haya tempestad, tam bin ah estars con el

    Seor.

    11

    3 7

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    EN V I A DO S

    Date cuenta de que llevas dentro

    de ti el mismo Espritu que lanz a Je-

    ss a cumplir su misin, por encima de

    todas las coartadas. La mayor coarta-

    da no es lo que piense y diga la gente.

    Llega un momento en que eso no te

    importa. La mayor coartada la sien-

    tes dentro de ti mismo. Es la duda de

    la validez y utilidad de lo que vives y

    anuncias.

    Son las tentaciones del discpulo

    misionero. Como las tentaciones de

    Jess: no ser mejor un mesianismo

    poltico?; no ser ms eficaz hacerse

    con el poder, convencer desde la in-

    fluencia?, no ganaramos ms con que

    Dios hiciera de una vez un milagro es-

    pectacular? El mayor miedo ante el

    envo procede de la "pobreza" del

    anuncio y de la "pobreza" de los des-

    tinatarios. Frente a la "fuerza arrolla-

    dora" de los anuncios salvadores de

    hoy y de sus "pote nte s" destinatarios,

    no te extrae que te d cierto repa-

    ro presentarte con la debilidad de la

    cruz -camino de entrega y de amor- y

    dirigirte a los "pobres" como destina-

    tarios preferentes de tu envo.

    Debes cumplir tu misin siguiendo (os pasos de Jess y adoptando sus ac-

    titudes. l, siendo servidor y pobre, te ense el itinerario de tu vocacin

    de discpulo misionero. Aprende en el Evangelio la leccin de ser pobre, si-

    guiendo a Jess pobre: sin bolsa ni alforja; sin poner tu confianza en el di-

    nero ni en el poder de este mundo (n 31).

    Chocas con la lgica de este mundo. Y tienes la tentacin de acomodar-

    te a ella, para hacerte "presentable". Porque la posibilidad del rechazo te

    da miedo y el fracaso te asusta: "voy a ir a ellos, y no me escucharn...".

    Cumple tu misin "siguiendo los pasos de Jess y adoptando sus actitudes.

    l, siendo el Seor, se hizo servidor y obediente hasta la muerte de cruz (n

    30). Todo lo que haces debe transparentar la atractiva oferta de una vida

    ms digna, en Cristo, para cada hombre y mujer de Amrica Latina y el Ca-

    ribe (n 361).

    3 8

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    EN V I A DO S

    "No les tengas miedo, que yo estoy

    contigo...". Slo esa seguridad hizo

    posible que hubiera profetas en Israel.

    "N o com o yo quiero, sino como t quie-

    res". Slo esa "obediencia" hizo posi-

    ble la salvacin por la cruz. "H em os de

    obedecer a Dios antes que a los hom-

    bres". Slo esa valenta hizo posible el

    nacimiento de la comunidad de Jess.

    Saberte enviado supone que mi-

    ras a quien te enva, que te fas de

    l, y te sabes su mensajero. No ha-

    blas por tu cuenta. No eres t el que

    salvas. La fuerza del anuncio de vida

    ser fecunda si lo haces con el estilo

    adecuado, con las actitudes del Maes-

    tro... Con un testim onio de proximi-

    dad que entraa cercana afectuosa,

    escucha, humildad, solidaridad, com-

    pasin, dilogo, reconciliacin, capa-

    cidad de compartir...(n 363)

    Eres enviado a proclamar lo que

    Dios ha hecho en ti; lo que ha hecho

    en la historia de tantos hombres y mu-

    jeres salvados; lo que ha hecho resu-

    citando a Jess; lo que Dios quiere ha-

    cer con el mundo y los hombres de tu

    tiempo, a quienes contina amando con amor entraable de Padre. El miedo

    es una gran coartada para el discpulo misionero. Y una gran excusa. Tienes

    miedo al ridculo, a no saber, a no acertar con la palabra oportuna, a que sea

    rechazado el mensaje que anuncias. Tienes miedo a no convencer a nadie,

    porque hoy no se llevan los valores que propones. El miedo lo vences cuando

    eres capaz de hablar desde tu exp eriencia.

    Imitando a Jess, eres discpulo misionero cuando haces visible el amor

    misericordioso del Padre, especialmente a los pobres y pecadores (n 147).

    Como discpulo misionero proclama el Evangelio que es Cristo mismo.

    Anuncia que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hom-

    bre...

    Como cristiano, eres portador de buenas noticias para la humanidad y

    no profeta de desventuras (n 30).

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    EN V I A DO S

    Como tu envo lo realizas en una

    accin concreta, necesariamente pe-

    quea, puedes tener el peligro de no

    ver mucho ms all de lo que t mis-

    mo haces. Tambin para los discpulos

    misioneros puede ser verdad que "los

    rboles nos impidan ver el bosque".

    El destino del envo no es slo tu

    pequea parcela, o tu parroquia, o tu

    movimiento o tu comunida d, ni siquie-

    ra son preferentemente los que ya es-

    tn convertidos. El destino de tu en-

    vo es el mundo; aquel mundo "al que

    Dios am tanto, que le envi a su ni-

    co Hijo para que lo salvara". Ests in-

    vitado asalir de tu conciencia aislada

    y a lanzarte, con valenta y confianza

    (parresa) a la misin de toda la Igle-

    sia (n 363).

    Eso quiere decir que t no eres en-

    viado solo. Que formas parte del en-

    vo de toda la Iglesia, continuadora de

    la misin de Jess; y que, con toda

    la Iglesia, debes sentir la pasin por

    el envo al mundo, a todos los hom-

    bres, ms all del trabajo necesaria-

    mente sencillo y pequeo que t rea-

    lizas cada da. Como parte de la Iglesia ests al servicio de todos los seres

    humanos, hijos e hijas de Dios (n 31). En ti y a travs d e ti, Jess sigue con-

    vocando, sigue invitando, sigue ofreciendo incesantemente una vida digna y

    plena para todos (n 363).

    Has recibido el encargo de anunciar el Reino a todas las naciones. Por

    eso eres discpulo misionero: Jess te hace partcipe de su misin, al mismo

    tiempo que te vincula a l como amigo y hermano (n 144). No te vayas a

    quedar en la sacrista

    ...EFIES TFVTIADO AL MONDO...

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    EN V I A DO S

    Sentirs muchas veces la tenta-

    cin de no salir de la rutina de lo que

    ya ests haciendo desde hace tiempo;

    o el miedo a dar razn de tu fe y de tu

    esperanza ms all de las fronteras de

    la comunidad donde trabajas. Puedes

    llegar, incluso, a pensar que tu tarea

    como discpulo misionero se reduce a

    lo que haces dentro de la comunidad.

    Es verdad, con tu colaboracin tie-

    nes que ayudar a que tu comunidad

    sea ms viva, ms evangelizada, con

    ms talante evanglico, ms fiel a lo

    que el Seor quiere de ella; pero nun-

    ca puedes olvidar que esa comunidad

    tuya tiene como destino el mundo y su

    salvacin; y que toda su vida ntima

    (la oracin, los sacramentos...) tiene

    como fin prepararla mejor y con ms

    garanta para realizar la oferta del

    Evangelio a todos los hombres. Ahonda

    dentro de ti una firme decisin misio-

    nera con la que impregnes la vida de

    tu dicesis, tu parroquia, tu comuni-

    dad y todos los planes pastorales...

    Ninguna comunidad debe excusarse de

    entrar... con todas sus

    fuerzas...

    en su

    renovacin misionera y de abandonar las estructuras caducas que ya no favo-

    rezcan la transmisin de la fe(n 365).

    No te conviertas nunca en obstc ulo para la salida m isionera de tu comuni-

    dad. No acapares para ti lo que est destinado para todos. Siente especial " de -

    bilidad" por todas las propuestas y actividades que tienen a los ms alejados

    como destinatarios de la accin. Si t mismo no las puedes realizar, algrate

    de que haya gente contigo que sienta pasin por sacar el evangelio de los es-

    trechos lmites de "los de siempre".

    Recuerda que vivir la santidad en la misin te lleva al corazn del mun-

    do; que tu santidad no es una fuga hacia el intimismo o hacia el individua-

    lismo religioso; tampoco, un abandono de la realidad urgente de los grandes

    problemas econmicos, sociales y polticos de Amrica Latina y del m undo;

    y, mucho menos, una fuga de la realidad hacia un mundo exclusivamente es-

    piritual (n 148).

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    EN V I A DO S

    Tienes que empearte por sentir

    t mismo y por hacer sentir a toda tu

    comunidad esta preocupacin misio-

    nera. Y alegrarte de que, junto a tan-

    tas personas que se dedican a soste-

    ner y profundizar la vida cristiana de

    quienes ya estn dentro de la Iglesia,

    haya creyentes y grupos que se plan-

    tean cmo llegar y qu hacer para que

    el Evangelio del Seor sea anunciado

    en ambientes y a personas que viven

    alejados de Dios y de la Iglesia. Estas

    personas y ambientes son ms difci-

    les de evangelizar.

    Los discpulos misioneros que se

    dedican preferentemente a esta ta-

    rea, individualmente o en grupos,

    no pueden sentirse solos o rodeados

    de recelos, como si su tarea no fuera

    esencial a la misin de la Iglesia. Son

    precisamente las personas y los am-

    bientes ms alejados los destinatarios

    preferentes de la misin de tu parro-

    quia, comunidad, movimiento o aso-

    ciacin. Con tu presencia tica cohe-

    rente, siembra los valores evangli-

    cos en los ambientes donde tradicio-

    nalmente se hace cultura y en los nuevos arepagos: las comunicaciones, la

    construccin de la paz, e l desarrollo y la liberacin de los pueb los, sobre

    todo, de las minoras, la promocin de la mujer y de los nios, la ecologa y

    la proteccin de la naturaleza (n 491).

    Si no lo sientes as, aunque t mismo personalm ente no p uedas d edicarte

    a ello, no ests en lnea con lo que la nueva evangelizacin pide de tu condi-

    cin de discpulo m isionero. Ten en cuenta que discipulado y misin son dos

    caras de la misma medalla, y que es tarea esencial de la evangelizacin, que

    incluye la opcin preferen cial por los pobre s, la prom ocin integral y la au-

    tntica liberacin cristiana (n 146). No temas la intemperie. La tentacin

    es quedarte dentro. Fjate en Abraham: crey y sali..., aunque no saba ni

    el camino ni la meta.

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    EN V I A DO S

    Cuando escuches "m isin " o "evan-

    gelizacin", referidas a tu propia pa-

    rroquia, movimiento o comunidad, no

    pienses slo en lo que ustedes hacen,

    y deben seguir haciendo, a favor de

    "las misiones" y de los misioneros.

    Adems de eso, piensa tambin en

    lo que tu parroquia o comunidad hace

    o debe hacer para anunciar el Evange-

    lio de Jess a todas aquellas personas

    a las que no llegan ustedes con el tra-

    bajo pastoral de cada da. Tambin a

    ellos deben anunciar el Reino de Dios.

    No hacerlo supondra una infidelidad

    grave a las exigencias del envo y no

    puede dejar tranquilos a los discpulos

    misioneros.

    El cuidado de los de dentro, aun-

    que exija de ustedes mucha dedica-

    cin y esfuerzo, aunque no fueran bas-

    tantes para atenderlo, no les puede

    privar de la pasin misionera y evan-

    gelizados, para anunciar a los de fue-

    ra "lo que el Seor ha hecho con uste-

    des". Piensa que la vida se acrecienta

    dndola, y se debilita en el aislamien-

    to y la comodidad (n 360).

    Son muchos ms a los que no llegamos con nuestra accin pastoral que a

    los que llegamos. Tambin a ellos somos enviados. El Seor nos ha puesto en

    camino. No te detengas, pensando que ya has llegado al final. Mira ms a lo

    que falta por recorrer que a las etapas ya logradas. Es "el amor de Cristo el

    que te urge".

    Recuerda que por ser discpulo eres misionero, pues Jess te hace par-

    tcipe de su misin, al tiempo que te vincula a l como amigo y hermano.

    Cumplir este encargo no es para ti tarea opcional, sino parte integrante de

    tu identidad cristiana (n 141).

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    EN V I A DO S

    Esa preocupacin misionera la de-

    bes imprimir en tu tarea pastoral dia-

    ria. Todo lo debes hacer pensando no

    slo en aquellas personas que ya estn

    all, para las que preparas una celebra-

    cin, o a las que das catequesis, o por

    las que te preocupas desde Critas...

    Si piensas tambin en tantos otros,

    cuyos rostros quizs ni conoces, esta-

    rs dando a tu trabajo pastoral una

    fuerza de salida hacia afuera, que

    har de ti y de todos aquellos a quie-

    nes llegas con tu trabajo pastoral au-

    tnticos misioneros. Imita a Jess que

    sali al encuentro de personas en si-

    tuaciones muy

    diversas...,

    invitando a

    todos a su seguimiento (n 147). Co-

    munica los valores evanglicos de ma-

    nera positiva y propositiva. No te re-

    cluyas en los muros de tu Iglesia: son

    muchos los que se dicen descontentos

    no con la doctrina de la Iglesia, sino

    con la forma con que sta se presen-

    ta...

    Haz una comunicacin de fe que

    sirva para el dilogo entre Iglesia y

    sociedad (n 497).

    Poco a poco te irs dando cuenta

    de una cosa: el territorio en el que est enclavada tu parroquia, tu movi-

    miento o comunidad es tambin "pas de misin" aunque la mayora estn

    bautizados. El bautismo que no se desarrolla es, en efecto, como la siembra

    que no crece en aos de sequa. Acta como quien ha escuchado el manda-

    miento m isionero de Jess y,experimentando el encuentro vivo con l, com-

    parte todos los das con los dems esa alegra incomparable (n 364)... Haz

    que tu comunidad salga al encuentro como una casa acogedora, como una

    escuela permanente de comunin fraterna (n 370).

    Imprime en toda tu tarea un afn y un anuncio misioneros que pase de

    persona a persona, de casa en casa, de comunidad a comunidad... Abraza a

    todos, especialmente a los pobres y a los que

    sufren...

    No te desentiendas de

    la solidaridad con los necesitados y de su promocin integral (n 550).

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    EN V I A DO S

    Puedes llegar a percibir que lo que

    ustedes hacen en la parroquia, comu-

    nidad o movimiento, y bien hecho,

    es insuficiente para llegar de mane-

    ra ms habitual, a los ambientes, sec-

    tores y personas ms alejadas. A ellas

    nos debemos tambin como discpulos

    misioneros.

    A medida que crece esa preocupa-

    cin, el discpulo misionero se despabi-

    la para buscar mtodos, movimientos

    y asociaciones eclesiales que se han

    especializado en la evangelizacin de

    estos ambientes y personas. Los aco-

    ge en la parroquia como expresin de

    su preocupacin misionera, los acom-

    paa y estimula; no los considera ex-

    traos, porque ellos no son ajenos a la

    misma parroquia, aunque su lugar de

    trabajo sea ms de frontera.

    En todo tu trabajo pastoral, siente

    la preocupacin de preparar a hom-

    bres y mujeres que sepan dar razn de

    su fe en los ambientes donde viven y

    transformar la realidad cotidiana a la

    luz del evangelio. No des por supuesto

    que eso ya se har; porque, a veces,

    nos convertimos slo parcialmente. Que tu anuncio de la conversin a barque

    la realidad completa de la vida.

    Preocpate del acompaamiento a los fieles laicos en sus tareas de servi-

    cio a la sociedad, particularmente cuando asumen responsabilidades en las

    diversas estructuras del orden temporal. S discpulo misionero con ardor y

    con nuevos mtodos y expresiones, sin poner el nfasis en el ritualismo, sin

    el conveniente itinerario formativo, y descuidando otras tareas pastorales...

    Ayuda a que la Iglesia est presente en la generacin de cultura, especial-

    mente en el mundo universitario y en los medios de comunicacin social (n

    100).

    Urge que llegues al pueblo pobre de las periferias urbanas y del campo,

    que necesita sentir la proximidad de la Iglesia en el socorro de sus necesida-

    des ms urgentes, en la defensa de sus derechos y en la promocin comn de

    una sociedad fundamentada en la justicia y en la paz (n 550).

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    EN V I A DO S

    Al sentirte enviado, no tengas nos-

    talgias de tiempos pasados, ni recu-

    rras fcilmente a comparar lo senci-

    llas que eran las cosas antes con las

    dificultades que tenemos ahora para

    hacerlas medianam ente bien. Ni quie-

    ras responder a las situaciones de hoy

    con "respuestas hechas" de tiempos

    pasados.

    Descubre, ms bien, en las dificul-

    tades presentes un desafo a tu propio

    envo. Se te exige realizarlo con ma-

    yor madurez, con ms seriedad y en-

    trega. Con toda la humildad del mun-

    do, debes considerar una dicha el que

    te haya tocado anunciar la Buena No-

    ticia a gente que no se conforma con

    respuestas infantiles. Es gente que, a

    veces, an sin saberlo o decirlo, bus-

    ca una autntica experiencia de fe,

    en primer lugar en ti, que te presen-

    tas como discpulo misionero.

    No seas fcil a "refugiarte del tem-

    poral", dedicndote a cosas "peque-

    as", no por humildad, sino por mie-

    do. Hoy, ms que nunca, el envo te

    pide confianza: "no tengan miedo, yo

    he vencido al mundo".

    Recuerda queninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamen-

    te, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovacin misione-

    ra, y de abandonar las estructuras caducas q ue ya no favorecen la transmi-

    sin de la fe (n 365). Como discpulo misionero debes anhelar que el influjo

    de Cristo llegue hasta los confines de la tierra (n 373).

    No te repliegues en el templo, en sus servicios religiosos. Estars dando

    fuerza a quienes rechazan toda presencia y contribucin de la Iglesia en la

    vida pblica de las naciones...No dejes de preocuparte por el bien comn de

    los pueblos

    y,

    en especial, por la defensa de los principios ticos no negocia-

    bles (n 504).

    Acepta consagrar tu vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios y de im-

    plantar la Iglesia en el mundo. Recobra el ardor y la audacia apostlica (n

    552).

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    PARA LA REFLEXIN

    1. Me influye mucho lo que piense de m la gente, cuando me ve traba-

    jando en las "cosas de la Iglesia"? Me da pena? Cmo lo supero? Me remito

    con frecuencia a la llamada de Dios, a travs de su Iglesia, para no trabajar

    por mi cuenta y riesgo?

    2. Me voy convenciendo cada vez ms de la validez de lo que anuncio,

    tanto para mi propia vida como para la vida de los dems? Voy descubrien-

    do en la "vida segn el evangelio" un estilo de ser y de obrar que m erece la

    pena? Me d a confianza este descubrimiento, a la hora de proponerlo a los

    dems?

    3. Siento que hago las cosas por rutina? Me siento con nimos para pen-

    sar y proyectar caminos que nos lleven a todos a llegar a las personas que no

    se acercan o que lo hacen de tarde en tarde? Tengo alguna experiencia de

    anuncio del evangelio a personas ms alejadas? Cules me parece q ue son las

    causas del miedo a salir de lo "trillado" de cada da, en mi propia tarea?

    ORACIN

    Seor Jess, enviado por el Padre a anunciar el evangelio del Reino a

    todos los hombres, que seamos o bedientes al envo que nos haces, por en-

    cima de nuestros respetos humanos, de nuestras rutinas o de nuestras nos-

    talgias de tiemp os pasados.

    Fortalece nuestro corazn, para que no caigamos en la tentacin de

    dudar del mensaje que pones nuestras manos y en nuestros labios; da an-

    chura a nuestro horizonte y amplitud a nuestras miras; que sintamos las

    urgencias salvadoras que nuestro mundo nos plantea; haz que percibamos

    nuestra tierra como lugar de entrega y compromiso. AMEN

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    UNIDOS

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    OBJETIVOS

    1. Percibir la comunin eclesial como un don que nos urge en la tarea dia-

    ria. La comunin es gracia y tarea, y tiene como efecto la corresponsabilidad

    y la coordinacin cordial de todos nuestros trabajos en torno a los criterios

    evangelizadores de nuestra Iglesia.

    2. Tomar conciencia de la totalidad de la misin que tiene que realizar la

    parroquia, evitando los grupos cerrados y enquistados.

    3. Promover un "afe cto co legial" en todos los evangelizadores, que se ma-

    nifieste en la disponibilidad para un trabajo conjuntado. Crear conciencia de

    que, entre todos, llevamos la responsabilidad de una misin comn, por enci-

    ma de la necesaria "parcelacin del trabajo".

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    UN IDOS

    La unidad que ests llamado a

    mantener en tu trabajo pastoral y la

    comunin desde la que debes traba-

    jar, no son una simple estrategia que

    te permite ser ms eficaz o que tie-

    ne como resultado que te rinda ms lo

    que haces.

    Antes que la unidad que t consi-

    gues con tu esfuerzo y con tu colabo-

    racin est la comunin que Dios te

    regala. Esa comunin, regalada por

    Dios, es tu Iglesia, tu comunidad. F-

    jate: nada menos que una participa-

    cin en la unin-comunin del mismo

    Dios, que es Padre, Hijo y Espritu San-

    to. Casi nada : tu comunidad es una

    especie de imagen de la comunin de

    la misma Trinidad. Como bautizado, a

    travs del sacerdocio comn del Pue-

    blo de Dios, ests llamado a transmi-

    tir la comunin con la Trinidad, pues

    "la evangelizacin es un llamado a la

    participacin de la comunin trinita-

    ria" (n 157). Com o sucedi con los

    apstoles y d iscpulos, tambin hoy el

    encuentro de los discpulos con Jess,

    en la intimidad, es indispensab le para

    alimentar la vida comunitaria y la actividad misionera (n 154).

    Por eso, trabajando por la comunin y la unidad, ests trabajando por la

    existencia misma de tu comu nidad cristiana. Ests haciendo que se manifies-

    te en la vida lo que ya somos por gracia del Seor. No olvides nunca que el

    misterio de la Trinidad es la fuente, el modelo y la meta del misterio de la

    Iglesia... La comunin de los fieles y de las Iglesias particulares en el pueb lo

    de Dios, se sustenta en la comunin con la Trinidad (n 155).

    Desde la comunin eclesial que vives que te duela el que muchos bautiza-

    dos vivan, de hecho, fuera de esa comunin, de forma muy espordica. Que

    la intensidad de la comunin que vives les invite a profund izar su fe y a par-

    ticipar ms plenamente en la vida de la Iglesia (n 160).

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    UN ID O S

    Pero ser una comunidad unida no

    significa ser una comunidad "unifor-

    m ada ". La uniformidad es algo externo

    (la misma forma=uniforme); la unidad

    es interior. La unidad que promueves

    se parece a la unidad del cuerpo: son

    muchos y diferentes los miembros que

    form an un solo cuerpo. Todos ellos ne-

    cesarios y complementarios. Pero no

    todos tienen la misma funcin, aun-

    que todos tienen alguna.

    No tener funcin alguna es no res-

    ponsabilizarse de nada en la marcha

    de la comunidad. Ese es el mayor pe-

    cado de omisin en contra de la uni-

    dad. Si todos tomramos esa actitud,

    qu miembros habra para formar un

    solo cuerpo?Si reconoces en la prcti-

    ca la unidad orgnica y la diversidad

    de funciones, asegurars mayor vita-

    lidad misionera y sers signo e instru-

    mento de reconciliacin y de paz para

    nuestros pueblos (n 162).

    Sintete necesario y complemen-

    tario en el conjunto del trabajo de tu

    parroquia, movimiento, comunidad o

    asociacin apostlica. No pongas ex-

    cusas, intentando convencerte de que es poco lo que puedes aportar. Tu

    aportacin no se mide por la cantidad. Lo que cuenta es tu espritu de entre-

    ga y la ilusin, el esfuerzo y la calidad que intentas poner en tu trabajo.

    Ten siempre en cuenta que la diversidad de carismas, ministerios y ser-

    vicios abre el horizonte para el ejercicio cotidiano de la comunin, a travs

    de la cual los dones d el Espritu son puestos a disposicin de los dems, para

    que circule lacaridad... Desarrolla tus dones en unidad y complementarie-

    dad con los de los otros. Con todos los dems, formas un nico Cuerpo de

    Cristo(n 162).

    Como bautizado,eres portador de dones que debes desarrollar en unidad

    y complem entariedad con los de los otros, a fin de formar el nico Cue rpo

    de Cristo, entregado para la vida del mundo (n 162).

    ...LA mk);0K)sePABeoe

    t\AWi&AD t>eLC06ttSt>...

    22

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    UN IDOS

    Y piensa que antes que la unin

    para una misma tarea est la unin en

    una misma vida. Por las venas de cada

    uno de los creyentes es com o si circu-

    lara la misma sangre: el Espritu del

    Seor, derramado en cada uno de no-

    sotros para formar un solo cuerpo.

    Los lazos de unin, comprensin,

    amistad, perdn y ayuda mutua que

    de ah se derivan son muy fuertes; a

    veces, ms fuertes que los mismos la-

    zos familiares. Recuerda queal recibir

    la fe y el bautismo, acoges la accin

    del Espritu Santo... Como bautizado

    y bautizada ests llamado a transmi-

    tir la comunin con la Trinidad, pues

    "la evange lizacin es un llamad o a la

    participacin de la comu nin trinita-

    ria" (n 157).

    Recuerda que tu vocacin al disci-

    pulado es con-vocacin a la comunin

    en tu

    Iglesia...

    Tu Iglesia te da una fa-

    milia: la familia universal de Dios en

    la Iglesia ca tlica. Tu fe te libera del

    aislamiento de tu yo, porque te lleva

    a la comunin (n 158).

    Realiza esa experiencia de frater-

    nidad en el Seor y gustars la alegra de vivir los hermanos unidos. La vida

    de los creyentes se ha podido comparar a la vida de una familia. Con tu ta-

    rea evangelizadora colaboras a la "unin de la familia de los hijos de Dios".

    No regatees esfuerzos. Pide constantemente al Seor un corazn disponible

    para la fraternidad y apasionado por la unidad.

    Toma parte activa y creativa en la elaboracin y ejecucin de los proyec-

    tos pastorales a favor de la comunidad..., para ser tenido muy e n cuenta con

    un espritu de comunin y participacin (n 213).

    Formas parte de una Iglesia que es comunin en el amor. Esa es su esen-

    cia y el signo por el que ser reconocida como seguidora de Cristo y servido-

    ra de la humanidad (n 161). Que sus divisiones, tus vanida des, tus enojos y

    deslealtades no rompan nunca la comunin de tu Iglesia

    23

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    UN I DO S

    ...c.6t&fiAR .-rm&M-nfz-

    v \iwiR ua f e . . .

    No podrs colaborar bien a la uni-

    dad del cuerpo, si tienes en tu cabe-

    za la idea de un "cuerpo mutilado".

    Dicho sin imgenes: difcilmente co-

    laborars a la unidad de tu propia co-

    munidad, si no tienes una idea clara

    de todo lo que ella es y de cual es la

    totalidad d e su misin y de todo lo que

    se necesita para llevarla a cabo.

    Si pensaras que lo que tiene que ha-

    cer tu parroquia o tu comunidad cris-

    tiana es slo celebrar el culto y pres-

    tar dignamente los servicios religiosos;

    aadiendo slo la catequesis de los ni-

    os para que puedan hacer la prime-

    ra comu nin; o, a lo sumo, piensas que

    tambin es necesaria Critas para aten-

    der los casos de mayor necesidad...,

    ests achicando su misin, y, por eso,

    no te cuadra q ue haya otro tipo de pre-

    ocupaciones y de actividades.

    Celebra r la fe, transmitir la fe y vi-

    vir la fe, transformando con su fuerza

    la vida personal y social, abre un aba-

    nico inmenso de necesidades y tareas,

    todas ellas necesarias para ser fieles a

    la encomienda del Seor. Ten una vi-

    sin amplia de la misin de la Iglesia y tendrs el mbito justo para trabajar

    por la unidad, sin estrechez de miras y sin descalificaciones precipitadas de

    personas y grupos.

    No olvides que todo proceso evangelizador implica la promocin humana y

    la autntica liberacin cristiana, "sin la cual no es posible un orden justo en

    la sociedad" (n 399). Ten siempre e n cuenta que para la Iglesia, el servicio

    de la caridad, igual que el anuncio de la Palabra y la celebracin de los sacra-

    mentos, es expresin irrenunciable de su propia esencia" (n 399).

    Ten en cuenta que tu Iglesia no puede replegarse en los templos y en los

    servicios "religiosos". La Iglesia a la que perteneces no dejar nunca de pre-

    ocuparse por el bien comn de los pueblos y, en especial, por la defensa de

    los principios ticos no negociables por estar arraigados en la naturaleza hu-

    mana (n 504).

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    5 6

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    UN IDOS

    ...ES

    MecssABfiTeteR.

    Wk xliSiNl pg CokEWAJTO...

    Esto no quiere decir que t lo ten-

    gas que hacer todo. Pero s debes te-

    ner una clara visin del conjunto, de

    la totalidad de la misin de tu parro-

    quia o de tu comunidad cristiana, in-

    cluso para saber descubrir lo que'an

    falta por hacer, o lo que se hace mal.

    Pero en la tarea diaria, cada uno

    concretamos nuestro cometido, te-

    niendo en cuenta nuestras posibili-

    dades, nuestras habilidades y aquello

    para lo que el Seor nos ha dado una

    inclinacin preferente. Eso s, atento

    a pensar en tus posibilidades y en tu

    disponibilidad en funcin de las nece-

    sidades, y no al revs ; atento a no

    descalificar otras opciones distintas a

    la tuya, a no p erder nunca la visin glo-

    bal de la accin de tu parroquia, movi-

    miento, comunidad o asociacin apos-

    tlica

    Un buen discpulo misionero sien-

    te como propia la tarea del resto de

    los evangelizadores; est disponible

    al encuentro, al dilogo, a ver la rea-

    lidad del mundo y la respuesta de la

    , .

    t

    , parroquia o de la com unidad cristiana

    m e n t a r l ^

    P

    T

    t 0 S

    S t a V d e S d e

    t r a S

    P ^ P a c l o n e s t s t at e com ple

    mentaras con las propias.

    Promueve y participa en encuentros y reuniones para program ar juntos la

    ccion pastoral del conjunto; da vida, con tu participacin activa y e s Z u

    lante, a los canales de comunin y participacin de la propia parroquia (Con-

    sejos de Pastoral, Foros de comu nicacin y dilogo...), haciendo Z lopo si-

    ble para que no queden reducidos a instituciones simplemente de nombre

    , virosa

    \ no

    S f

    S

    p

    C O m

    ?

    d e Un

    pastora{

    pnica, renovada

    y vigorosa (n 169). Recuerda que, en ella, la variedad de ministerios ser-

    vaos y organizaciones se orientan a un mismo proyecto misionero, para co-

    mun icar vida en el propio territorio... Insrtate activame nte en la pastoral

    E

    f

    5 l l a

    r

    d

    e V n S e l Z a r d e U n m o d

    C r n e o e

    n te s radojn 169). Como discpulo misionero, s un apasionado d e la espiri-

    -jalidad diocesana.

    H

    5 7

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    UNIDOS

    Estimulado por el espritu de co-

    munin tienes que salir del mbito,

    siempre reducido, de tu propia comu-

    nidad o movimiento, y del mbito de

    tu propia parroquia. Las parroquias no

    son instituciones sociales para comp e-

    tir unas con otras; son todas ellas co-

    munidades cristianas en las que, por

    necesidades geogrf icas ( la disemina-

    cin en el mundo rural) o de densidad

    de poblacin (en los ncleos urbanos

    mayores), se hace presente la comu-

    nidad eclesial matriz, que es la dice-

    sis o Iglesia particular.

    Presidida por el Obispo, sucesor de

    los Apstoles, ella es la Iglesia de Je-

    sucristo en nuestro territorio. La uni-

    dad que estamos l lamados a promover

    dentro de nuestra Iglesia diocesana no

    es puramente administrat iva. Forma

    parte de lo que somos como Iglesia.

    Antes que feligreses de tal o cual

    parroquia, antes que miembros de tal

    comunidad o movimiento, somos par-

    te viva de nuestra Iglesia diocesana y

    tenem os en el Obispo a nuestro genui-

    no Pastor. El conjunto de sacerdotes

    que forman nuestro presbiterio diocesano son como su prolongacin para el

    cuidado pastoral de toda nuestra Iglesia.

    No son "sacerdotes de nuestra parroquia"; son "sacerdotes de nuestra

    Ig lesia diocesana" al servicio de nuestra parroquia, de nuestra comunidad o

    movim iento. Cuando el discpulo misionero no v ive con esta amplitud de mi-

    ras, tiende a apropirselo todo en beneficio de su propia parcela, despreocu-

    pndose de las necesidades de otras comunid ades y de la misma Ig lesia.

    No olv ides que la vida en comu nidad es esencial a la vocacin cristiana

    (n 164). Siente el gozo de saber y experimentar que el discipulado y la mi-

    sin siempre suponen la pertenencia a una comunidad (n 164). La experien-

    cia de tu salvacin no por tu cuenta y riesgo, sino dentro del Pueblo de Dios

    distingue tu vocacin cristiana de un simple sentimiento religioso individual

    (n 164). La experiencia de tu fe la vives siempre en una Iglesia particular

    (n 164). Colabo ra a que tu Iglesia particular se renueve constantemente en

    su vida y ardor misionero (n 167).

    5 8

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    UNIDOS

    .&. waciFResTAicSo...

    En la responsabilidad pastoral que

    tiene el obispo sobre toda la Iglesia

    diocesana est el or igen y fundamen-

    to de su preocupacin porque todos

    avancemos conjuntamente en la res-

    puesta misionera que tenemos que

    dar al momento presente.

    Las lneas pastorales diocesanas,

    los proyectos diocesanos comunes de-

    ben ser "tus lneas pastorales" y "tus

    propios proyectos". Como buen dis-

    cpulo misionero, no puedes "pasar"

    de ellos, haciendo tu propia batalla.

    La necesidad de concretarlos, de dar-

    les realismo, de adaptarlos a las con-

    diciones especficas de la situacin o

    del sector en los que trabajas no sig-

    nifica que pastoralmente vayas por tu

    cuenta, como un francotirador valero-

    so, pero solitario. En la pastoral no hay

    "trabajadores autnomos", todos so-

    ^ ^ w ^m

    m o s

    "trabajadores por cuenta ajena".

    M / Arm onizar tu propio trabajo no

    A m k # slo en la parroqu ia, sino en el deca -

    nato, significa buscar en l un mbito

    ms amplio que el estr ictamente pa-

    . .. , . , rroquial, o el de tu propia com unida d

    o asociacin eclesial, y es ya un paso importante de comunin y apertura a

    la realidad de la Iglesia dioce sana. Trabajar unidos, a nivel de decana to sig-

    nifica respetar las caractersticas de la zona pastoral y responder a ellas con

    coherencia y con com unin de criterios.

    Slo as puedes participar de la vocacin de tu dicesis que, en todas las

    comunidades y estructuras, est llamada a ser "comunidad misionera" (n

    168). Con tu Iglesia y desde tu Iglesia, sal al encuentro de quienes an no

    creen en Cristo en tu propio territorio y responde a los problemas de la so-

    ciedad en la cual ests inserto (n 168). Preoc pate tamb in de todos los

    bautizados que no participan en la vida de las comunidades cristianas (n

    Recuerda la necesidad que tienes de un estilo, unas estructura s un len-

    guaje y unas prcticas pastorales que sean adecuados y que apuesten por

    ^tenticos procesos de iniciacin cristiana, para el fortalecimiento de la fe

    ->1o).

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    UNIDOS

    A travs de tu obispo, que es tam-

    bin obispo de la Iglesia universal jun-

    to a todos los obispos del mundo, pre-

    sididos por el Papa, obispo de Roma,

    formas parte de la comunin univer-

    sal de la Iglesia, una, santa catlica y

    apostl ica.

    En un discpulo misionero, esa co-

    munin no es slo afectiva, sino efec-

    tiva. Se traduce en una atencin per-

    severante a no romperla nunca, desde

    "estrecheces provincianas", doctrina-

    les o prcticas.

    Sentirte solidario con todas las

    Iglesias, el servicio misionero, com-

    partir con las Iglesias ms nece sitadas,

    conoc er y apoyar a las Iglesias que tie-

    nen que hacer frente a problemas so-

    ciales y humanos de especial enverga-

    dura..., todo ello va haciendo univer-

    sal tu corazn de discpulo misionero

    e imprime en toda tu activ idad pasto-

    ral un talante de apertura, capaz de

    contagiar un amor sin fronteras. Para

    no caer en la trampa de encerrarte en

    ti mismo, d ebes formarte como disc-

    pulo misionero sin fronteras, dispues-

    to a ir a 'la otra orilla', aquella en la que C risto no es an reconocido como

    Dios y Seor, y la Iglesia no est todava presente (n 376).

    Piensa que la vocacin al discipulado misionero es con-vocacin a la co-

    munin en tu Iglesia; que no hay discipulado sin comunin (n 156). Muc has

    veces, habrs odo decir: "Cristo, s; Iglesia, no". Ante la tentacin de ser

    cristianos sin Iglesia, y de las nuevas bsque das espirituales individualistas,

    recuerda que la fe en Jesucristo te lleg a travs de la comunin eclesial y

    ella nos da una gran familia, la familia universal de Dios en la Iglesia cat-

    lica (n 156).

    Meterte en la misin significa que forjes un corazn universal, abierto a

    todas las culturas y verdades, mediante el cultivo de tu capacidad de con-

    tacto humano y de dilogo (n 377).

    28

    6 0

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    UNIDOS

    ...

    iA 6\JCAR;ST\A eseL MoMexno

    FE\Mt6\A-to> P6 OHM0U.-

    La fuente viva de la comuni n en la

    Iglesia es la Eucarista. Por ella nace y

    crece la Iglesia. Participando del mis-

    mo pan, todos nosotros formamos un

    solo cuerpo. Los distintos trabajos,

    servicios y ministerios que realizamos

    en nuestra tarea pastoral reciben de

    la Eucarista la fuerza de cohesin ne-

    cesaria para ser realmente "trabajos

    por el evangel io".

    En la celebracin eucarstica, la

    comunidad parroquial celebra su vida

    en Cristo (n 175). La Eucarista es,

    adems, una fuerte ex igencia de sa-

    lida hacia el mundo.- La muerte y la

    resurreccin de Jess, realmente pre-

    sentes en el pan y el vino com partid os,

    son un regalo de vida entregada para

    la salvacin de todos. La celebracin

    de la eucarista dom inical de be ser, en

    tu parroquia, una expresin gozosa de

    acogida y de compromiso.

    Como discpulo misionero, debes

    encontrar en ella ta fuerza de tu co-

    munin y entrega "para la vida del

    mundo" . Recuerda que la Eucarista