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¿Qué te sugiere el título de la unidad? ¿Alguna vez no has
subido a algún sitio por miedo a no poder bajar? ¿Qué
teme la gente que tiene miedo a volar?
P rimero ha sonado como un silbido que venía
de la parte delantera del motor. Luego se
han empezado a oír golpecitos cada vez más
fuertes. Finalmente ha aparecido una nube blan-
ca y húmeda, parecida a la respiración de las
ballenas. De pronto, el motor ha callado, las
lucecitas de delante del volante se han quedado
a oscuras y, poco a poco y en silencio, nos hemos
ido acercando a la cuneta.
Cuando por fin mamá ha abierto las puertas
y hemos salido a contemplar la agonía mecánica,
lo hemos hecho con una sonrisa. Entonces he
entendido que podíamos quedarnos allí todo el
tiempo que hiciese falta, porque no teníamos pri-
sa ni reloj ni frío ni obligaciones. Y eso significa-
ba que acababa de empezar el verano, la época
en que lo viejo desaparece y entra lo nuevo.
Mientras esperábamos a la grúa, mamá hacía
planes. Hace tiempo que mi madre tiene planes para mí, pero al final
siempre acabamos haciendo lo que podemos. Hace cuatro años que
vivimos en Bélgica. Llegamos aquí cuando yo tenía ocho años y, siem-
pre que hay vacaciones, vuelvo a Barcelona, a casa de mis abuelos.
Voy solo y en avión. Las azafatas me ponen una especie de babero
con mi nombre y a veces me dejan ver la cabina del piloto y, si el día
está despejado, vamos repasando el nombre de los ríos y las montañas.
Del avión me gusta todo, hasta la comida. Pero cada vez que subo me
entra miedo. Y no es el miedo a volar que tienen algunos pasajeros.
Lo que me da miedo es no poder bajar.
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1. Miedo a no poder bajar
Diccionario
agonía
L E E R Y C O M P R E N D E R
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Entre el personal de las líneas aéreas circula la leyenda de un hom-
bre que nació en un avión hace muchos años y todavía no ha podido
llegar a tierra. Dicen que sus padres vivían en un país de África que
había sido colonizado por una potencia europea. Las cosas no iban
demasiado bien y la familia, ante el riesgo de revuelta, decidió instalar-
se en la metrópoli. La madre estaba embarazada. Vendieron todo lo
que pudieron y tomaron el último avión.
Por lo visto, apenas el avión emprendió el vuelo, la mujer empezó a
sentir los dolores del parto y su hijo nació auxiliado por una comadro-
na de la Cruz Roja, que también huía. Al llegar al aeropuerto de desti-
no, las autoridades consideraron a los pasajeros como ciudadanos de
un país con el que acababan de entrar en conflicto. Las autoridades
de inmigración prohibieron la entrada a la nueva familia y los obliga-
ron a permanecer en el avión. A pesar de los esfuerzos que hizo el
padre para que se reconociese la identidad y nacionalidad de su hijo,
no hubo manera. Las dificultades eran enormes, porque el avión tenía
que seguir volando y él sólo podía hacer las gestiones cuando, por
casualidad, llegaba a un aeropuerto de la antigua potencia colonial.
Así fueron pasando los meses. En uno de los aterrizajes, el padre salió
pero ya no regresó. El niño y la madre seguían en su pequeña patria,
que consistía en un par de asientos de clase turista que nunca abando-
naban. Poco a poco el niño fue creciendo entre el afecto y la com-
prensión de la compañía aérea y su personal. Un día murió la madre
y la desembarcaron en un aeropuerto desconocido. El niño de las
nubes siguió solo mirando el mundo desde el agujero de su ventanilla.
Y cuentan las azafatas que aún hoy sigue volando de ninguna parte a
ninguna parte como si fuese una pieza más del armazón, un pasajero
en tránsito permanente que sirve para que las líneas aéreas puedan
contar su historia y distraer a los viajeros asustados por una tempestad
o un posible secuestro.
Diccionario
colonizarmetrópoliarmazón
1. ¿Cuál ha sido la reacción del protagonista y de su madre ante la avería del coche?
2. ¿Qué planes tiene la madre del protagonista para él?
3. ¿De qué tiene miedo el chico cuando va en avión?
4. ¿Por qué razón la madre del protagonista visita tan poco a sus padres?
5. ¿Qué edad tiene el protagonista? ¿Y su madre?
6. ¿Quién es el niño de las nubes?
7. ¿Crees que esta historia puede ser cierta? ¿Por qué? ¿Cree el protagonista del tex-
to que la historia del niño de las nubes es cierta?
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De no ser por esta historia, la ilusión
de ir a ver a mis abuelos sería absoluta.
Porque entre los planes que iba haciendo
mi madre mientras esperábamos a la grúa
estaba la posibilidad de viajar conmigo al
empezar las vacaciones y pasar unos días
en Barcelona. Hace tiempo que mamá no
va a ver a los abuelos. Debe de ser porque
siempre le dicen cómo tiene que vestirse y con quién tendría que vivir.
A los abuelos nunca les gusta nada de lo que hace mamá y, mientras
yo la veo como una señora, ellos la tratan como si fuera una niña, y
eso que hace ya un año —entonces yo tenía once— hicimos una fiesta
en la gabarra para celebrar sus cuarenta. O sea que, de niña, nada.
Mientras esperábamos salir de la avería, hemos visto caer la tarde
en silencio y se han encendido las primeras luces en el pueblo del llano.
He preguntado cómo se llamaba el pueblo y mi madre me ha dicho
que «Waterloo». Me suena a guerra y, en cambio, parecía un espacio
de dimensiones dulces y tranquilas. Entonces ha llegado la grúa.
Hemos subido al coche destartalado y nos hemos dejado arrastrar.
JOAN BARRIL
Diccionario
gabarradestartalado
Después de la lectura
H A B L A R Y E S C U C H A R
8. Lee el siguiente texto:
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Cuando las vacaciones de verano ya estaban a
punto de terminar, sucedió algo terrible. De
pronto, en medio del aeropuerto, desapareció
Félix, la liebre de trapo de Sofía.
—No te preocupes, Sofía —le dijo su
mamá para tranquilizarla, cogiéndola en
brazos. Pero Sofía notaba que se le estaba
haciendo un nudo enorme en la garganta.
«¿Y si Félix ha desaparecido para siempre?», pensó.
—Ya verás como yo lo encuentro —prometió papá,
poniéndose enseguida a buscarlo.
—¡Nosotros te ayudamos! —exclamaron sus hermanos.
Pero aunque Lena, Nicolás y Julio fueron de aquí para allá, buscando a Félix
por todas partes y preguntando a los pasajeros, la liebre seguía sin aparecer.
¡Eso era verdaderamente espantoso! Porque Sofía y Félix se conocían de toda la
vida. Para ser exactos, desde la misma cuna, en la que dormían juntos. La pequeña
liebre de trapo y Sofía eran inseparables.
Cuando el gran cartel luminoso anunció el vuelo a casa, de Félix todavía no
había ni rastro. Así pues, Sofía tuvo que subir al avión sin su liebre de trapo. No
quiso comerse la porción extra de helado ni mirar por la ventana. Se quedó todo el
rato quietecita en su asiento, blanca como el papel.
Para consolar a Sofía, su hermanita Lena le dibujó una liebre con los lápices de
colores. Su dibujo incluso se parecía un poco al desaparecido Félix. Entonces, Sofía
tragó saliva una vez, luego otra, y al final no pararon de saltársele las lágrimas. De
vuelta en casa, a Sofía le pareció que la cama estaba terriblemente vacía sin Félix.
A la hora de dormir era cuando más echaba de menos a su liebre de trapo. Y así
fue como sus vacaciones de verano se terminaron de forma muy triste.
ANNETTE LANGEN Y CONSTANZA DROOP
9. Sofía se siente terriblemente sola sin Félix. A continuación tenéis algunas ideas para
solucionar su situación. En grupos de tres, discutid las ventajas y los inconvenientes de
cada posible solución. Llegad a un acuerdo sobre cuál sería la mejor de todas ellas y
exponed el porqué al resto de la clase.
– Sus padres podrían comprarle otra lie-
bre de trapo.
– Sus padres podrían convencerla de que
ya es mayor para dormir con un muñeco
de trapo.
– Sofía podría marcharse de casa e ir en
busca de Félix.
– Sofía podría dormir con sus padres; así
no extrañaría tanto a Félix.
10. Comentad en grupos qué creéis que le ha sucedido a Félix. ¿Dónde puede estar?
¿Qué será de él?
11. Muchos niños pequeños necesitan
algún tipo de objeto que les proporcione
seguridad, sobre todo a la hora de dormir.
Algunos usan un chupete, un muñeco de
peluche, una manta, etc.
• ¿Tenías tú algún objeto del que no te
separabas de pequeño?
• ¿De qué se trataba?
• ¿Lo conservas todavía?
• Si ya no lo tienes, ¿qué fue de él?
• Explica a la clase algún recuerdo de tu
relación con ese objeto tan querido.
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12. Finalizadas las vacaciones, Sofía empieza a recibir cartas de Félix. Primero, desde
Londres, y luego, desde París y Roma. La última que ha recibido viene de Egipto:
13. Contesta a Félix como si fueras Sofía.
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El Cairo, en octubre
Querida Sofía:
Aquí en Egipto casi hace más calor que en Roma. Ayer monté en un camello que me estuvo columpiando como si
fuera un barco. El camello se pone de rodillas y se tumba para que te puedas montar bien. Pero la mayoría de la
gente no viene aquí por los camellos, sino para ver las pirámides. Por si lo quieres saber, son como triángulos
puestos de pie en el desierto. Pero lo mejor es que, hace mucho tiempo, enterraban dentro a los reyes de Egipto. ¡Y
con todos sus tesoros! Para que nadie los pueda
molestar, dentro de la pirámide hay un montón
de caminos secretos. A mí eso me da mucho miedo.
¿Qué pasa si con tanto camino secreto uno ya no
sabe encontrar la salida? Al lado de una de las pirá-
mides, como si fuera un perro guardián, hay un gato
gigante… O un león gigante, no sé. Pero tiene la cara
de una mujer. A mí todo esto me parece rarísimo…
Un beso,
Félix
Sigue el siguiente esquema:– Indica el lugar desde donde escribes y la fecha, en la parte
superior derecha.– Utiliza un encabezamiento adecuado.– Explícale cómo te has sentido al recibir sus cartas y saber
que está bien.– Explícale cómo te sentiste al perderle y volver a casa sin él.– Explícale lo que esperas que suceda a partir de ahora.– Despídete y firma la carta.
¡Fíjate bien!
Precious Ramotswe es la protagonista de una historia que
tiene lugar en África. A juzgar por su nombre, ¿cuál de las
siguientes profesiones creéis que es la suya? ¿Por qué?
a) modelo, b) detective, c) reportera, d) maestra
De pequeña, a Precious Ramotswe le gustaba dibujar. Por su
décimo cumpleaños la prima le había regalado un bloc de dibujo
y una caja de lápices de colores, y muy pronto su talento empezó a
aflorar. Obed Ramotswe se sentía orgullosa de su habilidad para llenar
las páginas vírgenes de su bloc con escenas de la vida cotidiana
de Mochudi. Dibujaba, por ejemplo, el estanque que había frente
al hospital, todo bastante reconocible, o a la enfermera jefe mirando
a un burro, así como la pequeña tienda que vendía de todo, con cosas
delante que podían ser sacos de harina o quizá gente sentada, impo-
sible descifrarlo, pero eran dibujos magníficos, muchos de los
cuales Obed ya había colgado en la parte superior de las pare-
des del salón de su casa, donde revoloteaban las moscas.
Sus profesores, que estaban al corriente de tal habilidad,
le dijeron que quizás algún día sería una gran artista. Eso la
animó, y a un dibujo le siguió otro. Cabras, ganado, coli-
nas, calabazas, casas; había tantas cosas en Mochudi
para el ojo de la artista que no corría peligro de quedar-
se sin temas de inspiración.
En el colegio se enteró de que se había convocado
un concurso de dibujo infantil. El Museo de Gaboro-
ne había pedido a todos los colegios del país que pre-
sentaran el dibujo de uno de sus alumnos; el tema era:
«Botsuana hoy en día». Naturalmente, no había ningu-
na duda respecto a quién haría ese dibujo. Le pidieron
a Precious que dibujara algo muy especial, que lo dibuja-
ra tomándose su tiempo, para enviarlo después a Gaborone
en representación de Mochudi.
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descifrarinspiración
representación
2. Precious RamotsweL E E R Y C O M P R E N D E R
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ultimarsúbitamente
Hizo el dibujo un sábado en que salió temprano de casa con su
bloc y volvió algunas horas después con los detalles aún por ultimar.
Estaba contenta con su dibujo, y a su profesora, a quien se lo enseñó
el lunes siguiente, le encantó.
—Seguro que ganaremos el premio —le dijo—. Todos se sentirán
muy orgullosos.
Pusieron el dibujo cuidadosamente en una carpeta de cartón y lo
enviaron al museo por correo certificado. Tuvieron que esperar dos
semanas, durante las cuales todo el mundo se olvidó del concurso.
Y no volvieron a acordarse de él hasta que el director recibió una car-
ta, que, sonriendo, le leyó a Precious en voz alta.
—Has ganado el primer premio —anunció—. Tienes que ir a Gaboro-
ne con tu padre, con tu profesora y conmigo para recibir el premio de
manos del ministro de Educación en una ceremonia especial.
Hicieron el viaje en la furgoneta del director y llegaron a la cere-
monia demasiado pronto, por lo que se pasaron varias horas sentados
en el jardín del museo. Cuando al fin se abrieron las puertas, aparecie-
ron más personas, profesores, periodistas, autoridades… Después llegó
el ministro en un coche negro.
Precious vio que su dibujo estaba colgado en un sitio especial, en una
pared, y que debajo de él habían enganchado una pequeña tarjeta. Se
acercó a la pared con su profesora, y su corazón dio un vuelco al ver su
nombre escrito a máquina: «PRECIOUS RAMOTSWE (10; ESCUELA
PÚBLICA DE EDUCACIÓN BÁSICA, MOCHUDI)». Y debajo,
también a máquina, el título que el museo le había puesto al dibujo:
Vacas junto a una presa. Se quedó inmóvil, súbitamente horrorizada. No
era cierto. El dibujo no era de vacas, sino de cabras. ¡Se habían pensado
que eran vacas! Y ahora le iban a dar un premio, que no merecía, por un
dibujo de vacas.
—¿Qué pasa? —le preguntó su padre—. Tendrías que estar conten-
ta. ¿Qué te ocurre?
No pudo articular palabra. Estaba a punto de cometer un fraude.
No podía aceptar un premio que, simplemente, no le correspondía.
Pero el ministro ya estaba a su lado preparándose para pronunciar
un discurso. Ella le miró y él le sonrió satisfecho.
—Dibujas muy bien —le dijo—. En Mochudi deben
de estar orgullosos de ti.
Precious clavó la vista en el suelo. Debía confesar.
—No es un dibujo de vacas —rectificó ella—. Son cabras.
Me he equivocado y no merezco el premio.
El ministro arqueó las cejas y miró la tarjeta. Luego se dio la
vuelta y le dijo:
—Son ellos los que se han equivocado. Yo también creo
que son cabras y no vacas.
Se aclaró la garganta y el director del museo pidió silencio.
—Este precioso dibujo de cabras —comentó el ministro—
demuestra el gran talento que tienen los jóvenes de este país. Esta
jovencita se convertirá en una excelente ciudadana y quizás en una
artista famosa. Le voy a dar el premio que se ha ganado.
Precious cogió el paquete envuelto que le dio el ministro, quien,
con la mano apoyada en su hombro, le susurró:
—Eres la niña más sincera que he visto en mi vida. ¡Así se hace!
ALEXANDER MCCALL SMITH
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1. Precious Ramotswe dibuja escenas de Mochudi, su pueblo en Botsuana, un país del
sur de África. En el texto se dice que había tantas cosas para la mirada de un artista en
Mochudi, que no había peligro de que se le acabasen los temas.
Cita algunos de estos temas que Precious podía dibujar.
2. ¿Cómo se sintió Precious al saber que había ganado el concurso? ¿Y cuando vio su
dibujo colgado en el museo con su nombre? ¿Qué sintió cuando leyó que el título de
su dibujo era Vacas junto a una presa?
¿Crees que hizo lo correcto al aclarar la confusión? ¿Qué habrías hecho tú?
¿Qué crees que veía realmente el ministro en el dibujo, vacas o cabras?
3. En tu opinión, ¿merecía Precious el premio?
Después de la lectura
H A B L A R Y E S C U C H A R
4. De mayor, Precious Ramotswe se convirtió en la primera mujer detective de África.
Lee el texto que te explica cómo es su agencia de detectives:
Mma* Ramotswe era propietaria de una agencia de detec-
tives en África, al pie del monte Kgale. Contaba con una
pequeña furgoneta blanca, dos mesas, dos sillas, un
teléfono y una vieja máquina de escribir. Mma Ramots-
we, la primera —y única— detective privada de Botswa-
na, tenía, además, una tetera en la que preparaba té de
rooibos.** Y tres tazas, una para ella, una para la secre-
taria y otra para el cliente. ¿Qué más se necesita en una
agencia de detectives? Las agencias de detectives se basan
en la intuición y en la inteligencia, dos cosas que a Mma
Ramotswe no le faltaban, pero que, naturalmente, no po-
dían incluirse en ningún inventario.
Pero tampoco el panorama podía aparecer en un inven-
tario. ¿Cómo se iba a describir en una lista de esas caracte-
rísticas la vista que se contemplaba desde la puerta de la agen-
cia? Enfrente, una acacia, árbol que crece en las lindes del Kala-
hari, cuyas grandes y amenazantes espinas blancas contrastan
con las tiernas hojas verde aceituna. En sus ramas, al caer la tar-
de o en el frescor del amanecer, se podía ver, o mejor dicho oír,
a algún vistoso turaco.*** Y más allá de la acacia y de la calle polvo-
rienta, los tejados de la ciudad bajo un manto de árboles y arbustos salvajes; y
recortándose contra el horizonte, cual espejismo azul producto del calor, las colinas
parecían irreales e inmensos túmulos de termitas.
ALEXANDER MCCALL SMITH
*Mma: forma de tratamiento de respeto para dirigirse a una mujer. Se pronuncia máá, es decir, condoble vocal.**Rooibos: arbusto rojo que crece exclusivamente en Sudáfrica. Al no contener teína ni cafeína tie-ne efectos relajantes.***Turaco: pájaro de la selva africana.
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5. Los dos textos que has leído en esta unidad te proporcionan una idea de cómo es
la vida en Botswana. Comentad en parejas vuestras impresiones y aquello que más os
haya sorprendido.
6. En la ilustración podéis ver al
detective privado Harlow. Entre todos
comentad cómo creéis que es su vida.
En la pizarra, haced una lista de todos
los aparatos que Harlow necesita en su
despacho (fax, teléfono, etc.). Pensad
si trabaja solo o necesita personal que
le ayude a resolver sus casos. Imagi-
nad también cómo es su oficina, en
qué tipo de edificio está, en qué ciu-
dad. Añadid otros detalles que os pa-
rezcan significativos.
7. En parejas, comparad la agencia de Mma Ramotswe con la del detective Harlow, tal
y como os la habéis imaginado antes en la clase. Para ello, comentad las semejanzas y
las diferencias de los siguientes aspectos:
– El tipo de oficina: edificio, mobiliario, aparatos de que disponen, personal, etc.
– La situación de las agencias: el entorno en el que se encuentran, el paisaje que se
puede ver desde ellas.
– El ritmo de vida que llevan los detectives de las dos agencias.
8. ¿Cuál de los dos detectives creéis que es más feliz? ¿Por qué?
9. Si fueses detective y tuvieras tu propia agencia, ¿cuál preferirías? Explica tus motivos.
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10. Lee el anuncio que Mma Ramotswe puso a la entrada de su pueblo:
Dibuja dos vallas publicitarias. Puedes hacerlo en el ordenador utilizando un programa
de diseño gráfico. Cada una de ellas deberá contener un anuncio para uno de los
siguientes negocios:
– La primera peluquería donde en lugar de cortarte el pelo te lo hacen crecer.
– Una escuela de idiomas para olvidar los que has aprendido.
– Un gabinete de abogados donde sólo pagas si pierdes el juicio.
– La consulta de un dentista para acabar sin dientes.
– Una zapatería donde sólo venden zapatos incómodos.
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El cuerpo puede ser un instrumento de expresión, pero para ello debemos
aprender a utilizarlo. Junto a la comunicación verbal, el gesto y el movi-
miento pueden ayudar a hacernos entender mejor. Demos, por tanto, espa-
cio y tiempo a la expresión global a través del teatro; dejemos que salga al
exterior lo que en la vida real no expresamos. El juego teatral permite
ponernos en la piel de un personaje bien distinto de nosotros mismos.
Imitemos, inventemos, juguemos, y entre todos hagamos posible un
espectáculo que nos permita disfrutar y entretener.
Os proponemos que confeccionéis vosotros mismos un texto teatral o que mani-
festéis vuestra opinión sobre un tema candente.
1. Dividid la clase en grupos de siete u ocho alumnos y alumnas.
2. Primero, entre los miembros de cada grupo se debe hablar sobre los aspectos que
conforman una obra de teatro.
3. Después, cada alumno y alumna debe im-
provisar un personaje atendiendo, además, al
trabajo de los demás: qué quieren expresar
vuestros compañeros, cómo interaccionan los
personajes, etc. Este trabajo de improvisa-
ción permite que cada alumno y alumna
defina las características de su perso-
naje (sexo, edad, rasgos físicos,
personalidad, etc.).
HACEMOS TEATRO
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4. Una vez definidos los personajes, deben establecerse relaciones entre ellos: pue-
den ser amigos, familiares, compañeros de trabajo, compañeros de aficiones, vecinos,
desconocidos, etc.
5. Entre todos los componentes del grupo debéis definir el entorno y el contexto en
el que sucederá la acción y el lugar en el que se moverán los personajes. Es el momen-
to de escribir el guion: trama y secuencias, con la intervención, en cada caso, de los
personajes necesarios. Debéis describir el movimiento de los personajes, el lugar de
cada secuencia y las intervenciones que se sucederán.
6. Aún sin concretar el texto, realizad un ensayo con improvisaciones que ya vayan
definiendo las intervenciones y los diálogos.
7. Luego, secuencia a secuencia, escribid los diálogos entre los personajes. A medida
que las secuencias queden listas deben ensayarse. El texto avanzará a medida que lo
vayáis enriqueciendo.
8. Revisad el texto tantas veces como sea necesario hasta que lo deis
por definitivo y se lo enseñéis a la maestra. Cuando el texto esté
a punto, tendréis que memorizarlo y ensayarlo las veces que
sea necesario.
9. Para presentar vuestra obra de teatro al resto
de los compañeros y compañeras de clase,
debéis, también, preparar el escenario y el
vestuario, según el contexto que hayáis
determinado.
EN LA ESCUELA