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03sistema-mundo MAYO DEL 68. MEMORIA DE UNA REBELIÓN JUVENIL POR FELIPE P.G. Mayo del 68 recibe su nombre de las revueltas que protagonizaron los estudian- tes franceses en Nanterre y París, la chispa que incendió el país con una ola de movi- lizaciones y disturbios de al- cance nacional que desembo- carían en una huelga general secundada por 9 millones de trabajadores que puso en ja- que al gobierno de De Gau- lle. Hoy su recuerdo evoca un simpático romanticismo rebelde de trazos difusos y lemas sugerentes gracias a la imagen frívola y superficial proyectada por un determi- nado tipo de cine o a través de cierta literatura de con- sumo que encontramos en los centros comerciales. Sin embargo, mayo del 68 tras- ciende a los acontecimientos franceses y abarca un marco geográfico e histórico más amplio: el escenario mundial de las décadas del 60 y el 70, que en Europa está marcado por la irrupción juvenil de la generación de posguerra en la escena estudiantil y políti- ca revelándose como un su- jeto de oposición al sistema motivado por la actualidad de la revolución en el Tercer Mundo. Las ocupaciones de facul- tades en Trento, Columbia, Berlin o París no pueden ex- plicarse, como quiere cierta sociología, como un pecado propio de la edad, de rebel- des sin causa que simple- mente descargaban su indo- lencia adolescente contra el conformismo de los adultos. (1) Subyacen a esta rebelión juvenil de los 60-70 causas más profundas. Éstas hun- den sus raíces en el frustra- do desenlace de la posguerra firmado en Yalta que traicio- nó, por un lado, las esperan- zas de revolución social que alumbraron las insurreccio- nes obreras de los años 20 y las resistencias populares antifascistas de los años 40 y, por otro, las ansias de in- dependencia de los pueblos coloniales. En lo relativo a Europa, la nueva hegemo- nía estadounidense impuso el desarrollo de las nuevas sociedades industriales que caracterizaban el “capitalis- mo tardío” -como lo definió el filósofo alemán Herbert Marcuse-, las cuales desarro- llaron formas “más racionali- zadas” de dominación capa- ces de integrar y domesticar a la clase obrera del primer mundo, antes revolucionaria, mediante la ampliación de la producción de mercancías y el consumo. Así, los cambios en la con- figuración del capitalismo se tradujeron en un reordena- miento de los sujetos de opo- sición al mismo. Marcuse, uno de los intelectuales con más resonancia en la izquier- da radical de aquellos años, en su libro El hombre unidi- mensional (1964) y, a través de las conferencias que pro- nunció ante los estudiantes berlineses en 1967, advirtió la tendencia a la integración de la clase obrera, viendo en la oposición estudiantil, las minorías raciales del Primer Mundo y los pueblos del Tercer Mundo los nuevos protagonistas de la rebelión anticapitalista. (2) Desde esta perspectiva, fenómenos como el movi- miento beatnik o hippie es- tadounidense, tan ridiculi- zados, toman sentido como una expresión contracultural con unos valores estéticos y vitales de rechazo a las nue- vas sociedades capitalistas de consumo. Sin embargo, y contra toda idea superficial que quiera reducir el 68 a un interminable festival de Woodstock, existieron otras muchas expresiones, no sólo estéticas, sino políticas, más maduras y radicales, que no han sido tan bien acogidas por la literatura comercial, precisamente por su elo- cuencia revolucionaria. Nos referimos a las nuevas corrientes de pensamiento Mayo del 68 trasciende a los acontecimientos franceses y abarca un marco geográfi- co e histórico más amplio, el es- cenario mundial de las décadas del 60 y el 70 Estudiantes franceses marchan al encuentro de los obreros de la Renault con un pancarta con el lema: “Los obreros tomarán de las frágiles manos de los estudiantes la bandera de la lucha contra el régimen antipopular”

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MAYO DEL 68. MEMORIADE UNA REBELIÓN JUVENILPOR FELIPE P.G.

Mayo del 68 recibe su nombre de las revueltas que protagonizaron los estudian-tes franceses en Nanterre y París, la chispa que incendió el país con una ola de movi-lizaciones y disturbios de al-cance nacional que desembo-carían en una huelga general secundada por 9 millones de trabajadores que puso en ja-que al gobierno de De Gau-lle. Hoy su recuerdo evoca un simpático romanticismo rebelde de trazos difusos y lemas sugerentes gracias a la imagen frívola y superficial proyectada por un determi-nado tipo de cine o a través de cierta literatura de con-sumo que encontramos en los centros comerciales. Sin embargo, mayo del 68 tras-ciende a los acontecimientos franceses y abarca un marco geográfico e histórico más amplio: el escenario mundial de las décadas del 60 y el 70,

que en Europa está marcado por la irrupción juvenil de la generación de posguerra en la escena estudiantil y políti-ca revelándose como un su-jeto de oposición al sistema motivado por la actualidad de la revolución en el Tercer Mundo.

Las ocupaciones de facul-tades en Trento, Columbia, Berlin o París no pueden ex-plicarse, como quiere cierta sociología, como un pecado propio de la edad, de rebel-des sin causa que simple-mente descargaban su indo-lencia adolescente contra el conformismo de los adultos. (1)

Subyacen a esta rebelión juvenil de los 60-70 causas más profundas. Éstas hun-den sus raíces en el frustra-do desenlace de la posguerra firmado en Yalta que traicio-nó, por un lado, las esperan-zas de revolución social que

alumbraron las insurreccio-nes obreras de los años 20 y las resistencias populares antifascistas de los años 40 y, por otro, las ansias de in-dependencia de los pueblos coloniales. En lo relativo a Europa, la nueva hegemo-nía estadounidense impuso el desarrollo de las nuevas sociedades industriales que caracterizaban el “capitalis-mo tardío” -como lo definió el filósofo alemán Herbert Marcuse-, las cuales desarro-llaron formas “más racionali-zadas” de dominación capa-ces de integrar y domesticar a la clase obrera del primer mundo, antes revolucionaria, mediante la ampliación de la producción de mercancías y el consumo.

Así, los cambios en la con-figuración del capitalismo se tradujeron en un reordena-miento de los sujetos de opo-sición al mismo. Marcuse,

uno de los intelectuales con más resonancia en la izquier-da radical de aquellos años, en su libro El hombre unidi-mensional (1964) y, a través de las conferencias que pro-nunció ante los estudiantes berlineses en 1967, advirtió la tendencia a la integración de la clase obrera, viendo en la oposición estudiantil, las minorías raciales del Primer Mundo y los pueblos del Tercer Mundo los nuevos protagonistas de la rebelión anticapitalista. (2)

Desde esta perspectiva, fenómenos como el movi-miento beatnik o hippie es-tadounidense, tan ridiculi-zados, toman sentido como una expresión contracultural con unos valores estéticos y vitales de rechazo a las nue-vas sociedades capitalistas de consumo. Sin embargo, y contra toda idea superficial que quiera reducir el 68 a un interminable festival de Woodstock, existieron otras muchas expresiones, no sólo estéticas, sino políticas, más maduras y radicales, que no han sido tan bien acogidas por la literatura comercial, precisamente por su elo-cuencia revolucionaria.

Nos referimos a las nuevas corrientes de pensamiento

Mayo del 68 trasciende a los acontecimientos franceses y abarca un marco geográfi-co e histórico más amplio, el es-cenario mundial de las décadas del 60 y el 70

Estudiantes franceses marchan al encuentro de los obreros de la Renault con un pancarta con el lema: “Los obreros tomarán de las frágiles manos de los estudiantes la bandera de la lucha contra el régimen antipopular”

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04sistema-mundoque sacudiéndose el “prag-matismo” que imperó en la izquierda de posguerra, recuperaron la revolución como horizonte del cambio social. Es el caso de la resis-tencia vietnamita, del gueva-rismo latinoamericano, del black power, o el maoísmo de la revolución cultural. Paradigmas todos ellos que alimentaron el imaginario colectivo de las rebeliones juveniles en aquellos años y de las que este artículo rescatará sólo algunas expe-riencias relativas a Europa y EE.UU. que hoy son des-conocidas y que guardan un gran interés. ¿En qué reside su excepcionalidad? ¿Qué las diferencia esencialmente del movimiento estudiantil de nuestros días? Básica-mente el hecho de que aspi-raban no sólo teóricamente, sino en la práctica concreta, a subvertir la totalidad de la sociedad, como se pondrá de manifiesto con su decisión de conectar las reivindica-ciones propiamente estu-diantiles con el movimiento obrero y sindical, como ocu-rrió en Francia e Italia, y la solidaridad con los pueblos, especialmente contra la gue-rra imperialista de Vietnam. Los estudiantes del 68 vin-culaban estrechamente su lucha a la de los pueblos del Tercer Mundo. Visto de ese modo las Universidades del Primer Mundo constituían la retaguardia de las potencias imperialistas, y las barrica-das de las avenidas europeas nunca se asemejaron tanto a las selvas y los arrozales de Indochina o la Sierra Maes-tra cubana.

De Berkley a ColumbiaEntre septiembre y diciem-

bre de 1964 tienen lugar las protestas de los estudiantes universitarios de Berkley (California) contra la forma autoritaria de gestionar la

universidad pública que dan lugar al llamado Free Speech Movement. Estos hechos, de sobra conocidos, se sitúan comúnmente como el punto de partida de la protesta es-tudiantil de los 60. Menos conocida es la huelga estu-diantil que se desencadena en 1968 en la Universidad neoyorquina de Columbia. En palabras de Mark Rudd, activista del SDS (Students for a Democratic Society) -el grupo estudiantil radical más activo en aquellos años- esta “ocupa realmente el más alto nivel en el movimiento estu-diantil en Estados Unidos” pues constituye el primer caso “en que se produce una huelga universitaria amplia basada en cuestiones antim-perialistas y antirracistas”. (3)

Esta protesta es muy re-presentativa de la ebullición social a la que las clases dominantes de EE.UU. ten-drían que hacer frente en la década de los 60 a partir de la convergencia de podero-sas resistencias civiles, es-tudiantiles y sobretodo de la comunidad negra que soste-nían la lucha contra la guerra de Vietnam y contra la opre-sión racial, reivindicaciones que encarnan los estudiantes de Columbia.

El 23 de abril una concen-tración de unos 800 estudian-tes, entre ellos activistas del SDS y del SAS (Student Afro Society), ante la negativa del Presidente de la Universidad a recibirlos, marchan por los terrenos de la facultad, lle-van a cabo la ocupación de cinco edificios y se constitu-yen en comité de huelga. Los estudiantes perseguían dos reivindicaciones esenciales. Primera, la suspensión de la construcción de un gimnasio en el parque público Mor-ningside que discriminaba en el uso de sus instalacio-nes a la comunidad negra y

Reunión inaugural de la krtische Universitat en el auditorio de la FU de Berlín, enero de 1967.

Mark Rudd durante la huelga estudiantil de Columbia.

Marcuse en las conferencias en la FU de Berlín, 1967

Ocupación de facultades en Italia.

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portorriqueña de Harlem, la cual rechazaba el proyecto. Segunda, la ruptura de rela-ciones de la Universidad con el IDA (Institute for Defense Analyses) vinculado al De-partamento de Defensa para desarrollar armas de contra-insurgencia en plena guerra de Vietnam. A lo que se aña-diría una tercera exigencia: la amnistía para todos los estudiantes castigados por su participación en el boicot y los disturbios que tendrían lugar a posteriori.

Meses antes, el Presidente de la Universidad preocupa-do por las reuniones estu-diantiles que se celebraban en rechazo al proyecto del gimnasio, había emitido una orden que prohibía toda acti-vidad y manifestación en el campus. El SDS, que había demandado ya entonces que la Universidad se desvin-culará del IDA, emprendió una campaña de recogida de 1.700 firmas que un grupo de 200 estudiantes le entregaría en su despacho. Pero aún así la administración se mostró intransigente negándose a tratar este asunto con los es-tudiantes y el profesorado.

La represión contra esta au-daz acción de los estudiantes de Columbia no se haría es-perar y una semana más tar-de, el 30 de abril, la policía

asaltó la Universidad dejan-do un saldo de 700 detenidos y cientos de heridos. Todo esto no hizo sino contribuir a la extensión de la protesta y de la huelga durante todo el semestre, paralizando el año académico, lo que fue respondido con expedientes disciplinarios y expulsiones por parte de la administra-ción que motivarían nuevas ocupaciones. Los estudian-tes tratarían de extender la rebelión a otros campus y universidades. Para ello, pa-rafraseando al Che, lanzaron el lema ”crear dos, tres, mu-chas Columbias”. (4)

La importancia de esta acción reside en el carácter de sus reivindicaciones, que ponen el dedo en la llaga, al revelar que el gobierno de la Universidad está en manos, no del personal docente, sino de una junta de fideicomisa-rios vinculados a las corpo-raciones -en este caso a la industria armamentística- y a la política imperialista de EE.UU. El movimiento estu-diantil daba así un paso ha-cia delante: ya no se trataba de criticar, como ocurrió en Berkley, la prohibición de la actividad reivindicativa den-tro de los campus, ahora los estudiantes habían tomado la determinación de practicar la desobediencia ocupando los

Las Universidades del Primer Mun-do constituían la retaguardia de las potencias im-perialistas, y las barricadas de las avenidas europeas nunca se aseme-jaron tanto a las selvas y los arro-zales de Indochina o la Sierra Maestra cubana. Carteles en la facultad de la Sorbona (París) alusivos a la lucha de los pueblos del Tercer Mundo

espacios académicos. Tam-poco se criticaba tal o cual aspecto de los programas académicos, ahora se cues-tionaba el papel que juega la Universidad en la sociedad capitalista estadounidense señalando su vinculación, a través de la investigación, con el imperialismo estado-unidense y las masacres de vietnamitas. Era pues, una acción estudiantil con un profundo contenido revolu-cionario.

Trento: la Universidad negativa

En el marco de la reforma de los planes de educación superior italianos, conocida como Plan Gui, en alusión al ministro demócrata-cris-tiano Luigi Gui, que preten-día adaptar la universidad a los requerimientos de la expansión económica de posguerra, se sucedieron importantes movilizaciones estudiantiles.

El 31 de enero de 1968 la asamblea de estudiantes de Trento lleva a cabo una ocu-pación de la Facultad de So-ciología que duraría 67 días. Ésta sería la tercera ocupa-ción estudiantil desde que en enero de 1966 se produ-jera la primera, que duró 18 días, en rechazo al Proyecto Berlanda, que modificaba la

titulación de las enseñanzas de sociología, y posterior-mente le siguiera otra, del 21 de octubre hasta el 7 de noviembre del mismo año, ante la decisión de las autori-dades académicas de excluir al claustro de la aprobación del Estatuto y el Plan de Es-tudios de la facultad.

La Universidad de Estu-dios Sociales de Trento surge del proceso de moderniza-ción de las enseñanzas supe-riores por el cual se favorece el acceso de los estudiantes de las escuelas técnicas a las carreras de ciencias sociales con el objetivo de formar profesionales dirigidos a la organización de recursos hu-manos en el sector privado que acompañasen el proceso de industrialización que vi-vía Italia desde los años 50. Este impulso de las enseñan-zas superiores se reflejó en un aumento exponencial de matriculados a partir de la década de los 60 con un peso importante de los estudiantes de extracción obrera, lo que influyó decisivamente en el dinamismo y combatividad del movimiento estudiantil trentino.

La toma de la facultad en 1968 expresaba el rechazo al autoritarismo académico y la intención de dotarse de un poder estudiantil de cara

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06sistema-mundoa planificar nuevas formas de lucha desde la base con-tra el Plan Gui que se habría de debatir en el Parlamento. Los estudiantes se propusie-ron para ello conformar una organización política del movimiento y la elaboración de un programa mínimo rei-vindicativo del conjunto del estudiantado trentino.

En noviembre de 1967 algunos estudiantes de la Universidad de Trento, entre ellos Renato Curcio -futuro fundador de la organización guerrillera Brigatte Rosse- y Mauro Rostagno, presentan el Manifiesto por una Uni-versidad Negativa. Con él se inauguró un proyecto de educación crítica nacido al calor de la contestación del movimiento estudiantil que da lugar a una crítica radical del modelo oficial de la Uni-versidad cuyo interés reside en convertir a los estudiantes en la mano de obra cualifica-da que sustente el sistema, actuando al mismo tiempo como transmisor del pen-samiento dominante “que presenta como científico y objetivo”. Los estudiantes denunciaron como la Uni-versidad bajo ese pretendi-do academicismo conseguía justificar la exclusión de las aulas de las expresiones po-líticas críticas y es por ello que reclamaron una Uni-versidad Negativa capaz de generar un “pensamiento teórico, crítico y dialéctico”. Para ello los estudiantes re-volucionarios pusieron en práctica contra-lecciones y contra-cursos mediante los cuales estudiaban colecti-vamente aquella literatura política, filosófica y econó-mica excluida, no por casua-lidad, de las aulas: textos de Marx, de Mao, del Tribunal Russell, del filósofo Herbert Marcuse, de Malcom X, del sociólogo estadounidense Wright Mills, etc.

Berlín oeste (RFA): la kritische Universität

No fue la única experien-cia de este tipo que surgió a partir de las oleadas revolu-cionarias del 68. De hecho los estudiantes trentinos se inspiraron en los estudiantes socialistas antiautoritarios alemanes que fundaron en 1967 al interior de la Freie Universität, en Berlín occi-dental, la kritische Universi-tät (Universidad Crítica).

La iniciativa partió de la movilización de unos 6.000 estudiantes que se reunieron el 3 de junio de 1967 en el campus de la F.U. en res-puesta al asesinato, a manos de la policía, del estudiante Benno Ohnesorg cuando protestaba junto a otros estu-diantes contra la la visita del Sha de Persia a Berlín Occi-dental. Acciones similares de protesta con clara vocación internacionalista habían sido convocadas anteriormente por parte del estudiantado berlinés, como en 1964 ante la visita del primer ministro congoleño, Moisés Chombé, autor del asesinato del revo-lucionario africano Patrice Lumumba, o en 1966 cuan-do estudiantes que se mani-festaban contra la guerra de Vietnam lanzaron huevos contra el edificio de la Casa Americana.

Los estudiantes tomaron en sus manos aquel 3 de junio el funcionamiento de casi todas las facultades. De las discusiones de aquella semana surgió un plan de reforma de los estudios, y los estudiantes fundaron la kritische Universität dirigi-da a encontrar alternativas a la sociedad existente. Para ello formaron grupos de tra-bajo sobre temas candentes en aquel momento como el sexo y la dominación, el mo-delo de Cuba y el futuro de América Latina, el imperia-lismo y problemas de desa-

Notas:1.FISCHER, ERNEST. Problemas de la generación joven.2.MARCUSE, H. El final de la utopía. Ariel. 1981.3.Entrevista a Mark Rudd. Revista Revolución y Cultura. Nº12. Agosto 1968.4. El Che, en su Mensaje a los pueblos a través de la Tricontinental, en abril de 1967, lanzó la consigna “Crear dos, tres... muchos Vietnam”. En ese texto decía: “La solidaridad del mundo pro-gresista para con el pueblo de Vietnam semeja a la amarga ironía que significaba para los gladiadores del circo romano el estímulo de la plebe. No se trata de desear éxitos al agredi-do, sino de correr su misma suerte; acompañarlo a la muerte o la victoria.”5.Forty Years After Historic Columbia Strike http://www.de-mocracynow.org/2008/4/25/forty_years_after_historic_co-lumbia_strike6.SDS (Liga de los Estudiantes Socialistas Alemanes)7. DUTSCHKE, RUDI. Los estudiantes antiautoritarios y el capitalismo tardío. Lecturas recomendadas:- MESA, ROBERTO. Vietnam: la lucha por la liberación 1943.1973. Cuadernos para el diálogo. - MARCUSE, H. El hombre unidimensional.- BALESTRINI N. & MORONI P. La horda de oro 1968-1977. La gran ola revolucionaria y creativa, política y existencial. Traficantes de sueños. 2006- VV.AA. La rebelión de los estudiantes. Ariel. 1976.

rrollo, el lenguaje político y la falsa conciencia, la salud y la medicina, la arquitectura y la sociedad, etc.

Según palabras de Rudi Dutschke, uno de los más destacados portavoces del SDS alemán (6), se formó también un círculo de trabajo internacional, en el cual es-tudiantes latinoamericanos, estudiantes y obreros alema-nes de izquierdas, estudiaron textos filosóficos y políticos de teoría crítica, de marxis-mo, del existencialismo de Sartre, de Frantz Fanon o Luckacs entre otros. (7) En-tre ese grupo de estudiantes

berlineses se encontraba el filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría que cursaba en aquellos años sus estudios. Estos círculos de estudio, le-jos de la erudición propia del sistema universitario oficial corrían parejos a los reque-rimientos de la luchas de los pueblos del Tercer Mundo y las rebeliones en EE.UU. y Europa. Servían como es-pacios de debate y reflexión que complementaban la ac-tividad reivindicativa y la movilización, rompiendo los límites establecidos por los muros de las aulas.

Acto en la universidad técnica de Berlin, Rudi Dutschke a la derecha. 17.02.1968,