01_UD3_ResumenUnidad3

8
Tema 3. CRISTIANISMO Y CULTURA Contenidos básicos: 3.1. Evangelización e inculturación de la fe. La Iglesia tiene gran interés por la cultura, sobre todo en los ámbitos donde se transmite sistemáticamente como es en la escuela, porque en ella se lleva a cabo, de forma eminente aunque no exclusiva, la asimilación del universo cultural que va a conformar la personalidad del alumno. Es decir, que la cultura es el terreno donde se juega el futuro del hombre y del cristiano. Por ello la Iglesia manifiesta una explícita prioridad por la evangelización de la cultura (Cf. El profesor de Religión Católica: Identidad y misión, n. 30). Pero ¿qué entendemos por cultura?: el modo particular que tiene un pueblo o un grupo humano de ser, pensar, valorar y actuar en un tiempo y espacios determinados. O lo que es lo mismo: la realidad que integra un conjunto de principios y convicciones, pautas de comportamiento, valores y normas… por los que se rige un determinado grupo de personas. Por eso hay que hablar de un pluralismo cultural, de culturas más que de cultura. El hombre es creatura de Dios y creador de cultura, por tanto ésta es realidad creada y transformada por el hombre y, en principio, para el bien del hombre. Es la visión positiva de la cultura (Gaudium et Spes, 53). Desde este punto de vista, la cultura como obra del hombre, participa del bien, de la bondad, de la rectitud moral, del impulso en pro de la justicia, la libertad, la paz, …, es decir que mediante el hombre se hacen presentes en el mundo creado las “semillas del Verbo”. Sin embargo las culturas suelen expresar también las limitaciones, el mal y el orgullo que anida en el corazón del hombre; y, entonces, en vez de colaborar al verdadero desarrollo del ser humano estas formas de cultura, heridas por el pecado, degradan, manipulan y deshumanizan al hombre.

description

DECA

Transcript of 01_UD3_ResumenUnidad3

Page 1: 01_UD3_ResumenUnidad3

Tema 3. CRISTIANISMO Y CULTURA

Contenidos básicos:

3.1. Evangelización e inculturación de la fe.

La Iglesia tiene gran interés por la cultura, sobre todo en los ámbitos donde se transmite sistemáticamente como es en la escuela, porque en ella se lleva a cabo, de forma eminente aunque no exclusiva, la asimilación del universo cultural que va a conformar la personalidad del alumno. Es decir, que la cultura es el terreno donde se juega el futuro del hombre y del cristiano.

Por ello la Iglesia manifiesta una explícita prioridad por la evangelización de la cultura (Cf. El profesor de Religión Católica: Identidad y misión, n. 30).

Pero ¿qué entendemos por cultura?: el modo particular que tiene un pueblo o un grupo humano de ser, pensar, valorar y actuar en un tiempo y espacios determinados. O lo que es lo mismo: la realidad que integra un conjunto de principios y convicciones, pautas de comportamiento, valores y normas… por los que se rige un determinado grupo de personas. Por eso hay que hablar de un pluralismo cultural, de culturas más que de cultura.

El hombre es creatura de Dios y creador de cultura, por tanto ésta es realidad creada y transformada por el hombre y, en principio, para el bien del hombre. Es la visión positiva de la cultura (Gaudium et Spes, 53). Desde este punto de vista, la cultura como obra del hombre, participa del bien, de la bondad, de la rectitud moral, del impulso en pro de la justicia, la libertad, la paz, …, es decir que mediante el hombre se hacen presentes en el mundo creado las “semillas del Verbo”. Sin embargo las culturas suelen expresar también las limitaciones, el mal y el orgullo que anida en el corazón del hombre; y, entonces, en vez de colaborar al verdadero desarrollo del ser humano estas formas de cultura, heridas por el pecado, degradan, manipulan y deshumanizan al hombre.

Por ello es tan importante evangelizar la cultura, como lo destacan hoy los pastores de la Iglesia. Es decir, volviendo a la definición de cultura, la mentalidad, los modos de pensar, de actuar, de valorar y de vivir del hombre actual.

Además de lo ya expresado, hemos de tener en cuenta que en la cultura actual se han operado profundas transformaciones respecto de la fe y de la vida cristiana, hasta el punto de llegar a una verdadera ruptura entre la fe y la cultura.

Evangelizar la cultura, hacer penetrar la luz del Evangelio en la cultura, iluminar, purificar y elevar el espíritu humano y por él la cultura, es, sin duda, un reto muy importante para la Iglesia actual. Según especifica el Papa Pablo VI es necesario alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio:

1. los criterios de juicio,

2. los valores determinantes,

Page 2: 01_UD3_ResumenUnidad3

3. los puntos de interés,

4. las líneas de pensamiento,

5. las fuentes inspiradoras, y

6. los modelos de vida de la humanidad que están en contrate con la Palabra de Dios y el designio de la salvación (Cfr. Evangelii Nuntiandi, 19)

Todo esto ha de ser aplicado a la realidad de la escuela en cuanto ámbito cultural de primer orden.

Nos encontramos aquí con lo que denominamos “inculturar la fe”, que significa el encuentro y la encarnación del Evangelio en un determinado ámbito humano y cultural, de tal modo que éste llegue a penetrar en esa cultura y a expresarse con los elementos propios de esa cultura; pero también significa que el Evangelio se convierta en principio inspirador de esa cultura, en fermento que transforme y origine una nueva realidad cultural.

La Encarnación y la Redención son los principios que han de guiar este proceso de inculturación de la fe.

El principio de la Encarnación como asunción de la realidad humana y de la cultura.

El principio de la Redención como purificación, transformación y plenitud de todo en Jesucristo.

Al igual que el hombre sólo alcanzará su plenitud en Jesucristo, la cultura sólo alcanzará su plenitud en el encuentro de esa cultura con el Evangelio.

En este proceso de inculturación de la fe están en juego el proyecto de hombre, su identidad y su dignidad, y la identidad propia del cristiano; por eso, en el fondo, al abordar el tema de la cultura, estamos planteando un problema antropológico y teológico de primer orden. Y por eso es uno de los asuntos claves de la enseñanza religiosa escolar que la Iglesia hoy debe acertar a plantear y a solucionar.

3.2. La Iglesia y la cultura. La relación entre la fe y la razón:

Una de las tareas propias de la ERE es la atención al proceso de diálogo y de síntesis de la fe y de la cultura, como expresión del empeño de la evangelización de la cultura. Pues la fe y la razón, como afirma el Papa Juan Pablo II, son como “las dos alas que llevan al espíritu humano a la contemplación de la verdad”. Son las dos dimensiones que el hombre necesita: conocer la verdad (razón) y conocer a Dios (fe) para así alcanzar la verdad plena sobre sí mismo (cf. Fides et Ratio, 1).

Hacer posible la armonía fe-razón, saber recuperar la “unidad profunda” que existe entre ambas y, por tanto, buscar su complementariedad, son objetivos principales de la ERE.

La enseñanza religiosa está integrada en la formación humana, y como la fe se dirige a todo el ser humano, una exigencia de la enseñanza religiosa será siempre el diálogo

2

Page 3: 01_UD3_ResumenUnidad3

como medio imprescindible, y la síntesis entre la fe y la cultura como objetivo. (Cf. El Profesor de Religión Católica: Identidad y misión. Ficha de Trabajo n. III).

Hay que tener en cuenta la importancia de la razón como capacidad humana. El profesor de religión ha de saber convertir todo lo que el niño se cuestiona en cuanto a los signos religiosos que le rodean en la pregunta de dónde y cómo tiene lugar la relación del hombre con Dios.

La escuela debe trabajar por superar el reduccionismo de la razón y abrirla a la búsqueda de la verdad, al conocimiento de la verdad en su sentido propio y hacer justicia al hombre en su dignidad. Y desde esa apertura a la verdad se puede dar el paso hacia el fundamento de la verdad plena: Jesucristo.

Un elemento indispensable para educar en la libertad y en la responsabilidad es la formación del sentido crítico, pero desde el Evangelio.

El hombre a la búsqueda de Dios. Religión y cultura:

El hombre es un ser que tiene una inclinación innata hacia el Absoluto, hacia Dios. Y por ello la religión, en cualquiera de sus manifestaciones como expresión de esta inclinación innata, es parte integrante de la cultura de un determinado grupo humano. E incluso es el núcleo inspirador de las grandes realizaciones culturales a lo largo de la historia.

Este movimiento universal del hombre hacia Dios tiene un horizonte y unos límites, pero en él se inserta el don de la fe cristiana.

El acontecimiento cristiano implica el acercamiento de Dios al hombre, la realización de su proyecto de salvación en Jesucristo y la infusión del Espíritu Santo en nuestro corazón. En este don que Dios hace de sí mismo a la humanidad reside la radical originalidad del cristianismo que desborda todas las aspiraciones humanas e inicia una realidad de salvación y de plenitud para el ser humano.

La fe cristiana trasciende y lleva a plenitud el orden de la naturaleza y de la cultura.

Y así el acontecimiento cristiano inaugura una nueva relación personal de Dios con el hombre y, por él, con todas sus obras, incluida la cultura.

A pesar de las ambigüedad que hay, se da también una renovada sed de espiritualidad especialmente en la juventud. Como respuesta a ella, la religión presenta un proyecto de vida que hace posible la relación personal con Dios.

La religión cristiana es un vínculo personal con un Dios personal..

Anunciar a Dios es introducir en la relación con Él. El hombre está hecho para vivir en comunión con Dios, en quien encuentra la verdadera felicidad; es por naturaleza y por vocación un ser religioso.

La enseñanza religiosa escolar no se propone realizar un proceso catecumenal pero sí ha de presentar con claridad los contenidos de una vida y una forma de ser, desde la que el alumno pueda comprender los fundamentos de muchas de las realidades que le

3

Page 4: 01_UD3_ResumenUnidad3

circundan, pero también ha de posibilitar que conozca las características del proyecto de vida que surge del evangelio de Jesucristo, y pueda , libremente, optar por él.

Aquí tiene cabida la enseñanza acerca de la oración cristiana como forma de relación personal con el Dios vivo y verdadero.

3.3. Raíces cristianas de la cultura española:

La vida real de Jesucristo está presente en nuestra historia. La realidad religiosa no se restringe al ámbito privado, sino tiene repercusiones en la cultura, el arte, las costumbres, la vida social.

Estudiar la religión católica es conocer nuestras raíces, conocer y comprender las múltiples manifestaciones culturales de nuestro pueblo que están relacionadas con la fe católica (valores humanos y sociales, patrimonio artístico, calendario y fiestas, costumbres y modos de vida, creencias y ritos, etc.)

La cultura y la historia occidental europea y nuestra propia historia y cultura española está sustentadas y conformadas profundamente por creencias, costumbres, ritos, fiestas, valores y modos de vida impregnados de cristianismo.

La grandeza, dignidad y vocación del hombre creado por Dios, ha construido y generado una manera de ser y trabajar por el mundo.

La misericordia de Dios, realizada en la redención de Cristo, hace posible el restablecimiento de la paz en el mundo, el desarrollo de la convivencia fraterna.

La trascendencia del amor y la vocación eterna de Cristo resucitado que ha engendrado hijos y nos hace hijos adoptivos, ha supuesto un nuevo mundo y un nuevo ser para el servicio a los otros.

Otro aspecto importante es la influencia en la estética y el arte religioso, patrimonio universal.

El principio de solidaridad (expresado también con el nombre de amistad o caridad social es una exigencia directa de la fraternidad humana y cristiana.

3.4. Los desafíos de la postmodernidad:

La cultura actual presenta indudables puntos de apoyo para la evangelización pero también grandes desafíos a la fe cristiana pues en general estamos inmersos en una cultura refractaria y ajena al Evangelio.

La ERE debe ayudar a descubrir las realidades positivas de la cultura y ponerlas en contraste con las propuestas deshumanizadoras, proponiendo las categorías evangélicas como referentes para el desarrollo pleno de la personalidad y de la vida social.

Hemos de descubrir los paradigmas vigentes y los valores admitidos en la sociedad española actual y rescatar las dimensiones cristianas en ellos, restaurando su significado evangélico original.

4

Page 5: 01_UD3_ResumenUnidad3

Es especialmente importante saber qué modelos y formas de pensamiento y qué valores y pautas de comportamiento asumen los niños y jóvenes de hoy, porque sólo partiendo de este dato previo podremos establecer una comunicación real con ellos.

Entre los principales desafíos planteados hoy a a la ERE en la escuela cabe destacar:

a) La presencia en la escuela de modelos constructivistas que afectan profundamente a la vida y al desarrollo personal de los alumnos, porque se afirma que la realidad y la verdad son relativas y controlables.

b) Separación y ruptura de la fe y la razón, con lo cual experimentarán un claro debilitamiento que afectará al desarrollo formativo de los alumnos. Esta separación y ruptura lleva a la incapacidad para buscar la verdad en sí y la verdad del hombre y del mundo y el necesario y justo desarrollo de la libertad, la justicia, la solidaridad y el bien moral como motores de la vida humana individual y colectiva.

3.5. La tarea de la ERE: insertar el Evangelio en el corazón de la cultura:

La enseñanza religiosa escolar tiene su lugar propio en la educación integral y personalizada, como diálogo con la cultura, para reconocer y asumir los valores humanos propios de cada tiempo de manera explícita, sistemática y crítica.

También debe considerarse como la respuesta a un derecho de la persona a la libertad religiosa, y de los padres a que el pleno desarrollo de la personalidad de sus hijos integre la formación religiosa y moral conforme a sus propias convicciones.

La escuela es un servicio y tiene como finalidad el pleno desarrollo de la personalidad humana de los alumnos y alumnas, por lo que no puede ignorar el hecho religioso.

La enseñanza religiosa es una exigencia de la escuela pues aporta elementos relevantes para la consecución de la formación plena e integral que se pretende en ella y que responden a los cuatro pilares de la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir.

La normativa vigente sobre la ERE la reconoce como materia no obligatoria sin alternativa y no evaluable, por lo que está en una situación muy desigual respecto al resto de las asignaturas.

El carácter propio de la ERE aparece más claro cuando se la sitúa en relación con la catequesis de la comunidad cristiana (de la que se diferencia y con la que se complementa) y con las otras disciplinas escolares. Su contenido consiste en una presentación del mensaje cristiano adecuado a la edad y peculiaridades de los destinatarios.

5