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Martín Fierro De José Hernández El Libro se divide en dos partes, una Primera Edición "El Gaucho Martín Fierro", la cual José Hernández comienza a escribir en el año 1872, y una Segunda Edición, "La Vuelta de Martín Fierro" que la comienza en 1879. El gaucho Martín Fierro Martín Fierro es un poema narrativo de José Hernández, obra literaria considerada ejemplar del género gauchesco en Argentina. Se publicó en 1872 con el título El Gaucho Martín Fierro. Narra el carácter independiente, heroico y sacrificado del gaucho. El poema es, en parte, una protesta en contra de las tendencias europeas y modernas del presidente Domingo Faustino Sarmiento. Consta de trece capítulos: I Cantor y Gaucho, II Ayer y Hoy, III Sirviendo en la frontera, IV El pulpero. A buena cuenta., V Gringos en la frontera. La estaquiada., VI Desertor. Las ruinas del rancho., VII Pelea con el moreno., VIII El ser gaucho es un delito., IX Matreriando. La lucha con la partida., X Por culpa de una mujer., XI A bailar un pericón., XII Ansí estuve en la partida., y XIII A los indios me refalo. En El Gaucho Martín Fierro, el protagonista es un gaucho reclutado para servir en un fortín, defendiendo la frontera argentina contra los indígenas. Su vida de pobreza en las pampas es – algo muy frecuente en la literatura de la época – romantizada; sus experiencias militares no lo son. Después Fierro se convierte en un fugitivo perseguido por la policía. Estando en batalla contra ellos, consigue un compañero: el Sargento Cruz, que inspirado por la valentía de Fierro se une a él en medio de una batalla. Ambos se ponen en camino para vivir entre los indios, esperando encontrar allí una vida mejor. Así, concluyendo en que es mejor vivir con los salvajes que en lo que la 'civilización' les preparaba. Aún se especula si existió efectivamente un gaucho llamado Martín Fierro en el pago y hacia el tiempo en que Hernández sitúa su poema-novela, algunos aducen que efectivamente por la zona del Tuyú e incluso de la entonces llamada Lobería Grande (actual ciudad de Mar del Plata) lugar en donde los Hernández llegaron a poseer una estancia y donde el autor pasó gran parte de su niñez y juventud, vivió un gaucho "matrero" (rebelde) con ese nombre y ese apellido (bastante comunes); la mayoría de los críticos literarios y gran parte de los historiadores sin embargo suponen al personaje del poema como un sujeto ideal y paradigmático de los gauchos hasta los años 1880, téngase en cuenta que el gaucho Don Segundo Sombra existió realmente más allá de su literaturización; en todo caso en la Costa Atlántica bonaerense, entre los cardales, dunas y, sobre todo, los densos bosquecillos de curru mamil que se encontraban en torno a la que luego sería Mar del Plata; está documentado, sobre todo tras la batalla de Caseros y en tiempos de la Guerra de la Triple Alianza, se refugiaban muchos gauchos tenidos por "vagos" (sin papeleta de "conchabo") y "malentretenidos". José Hernández era hijo de Rafael Hernández e Isabel Pueyrredón – sobrina de Juan Martín de Pueyrredón. Pasó sus primeros años de vida en este lugar, que debe abandonar en 1840, ya que su familia debió trasladarse al interior de la provincia, por razones laborales. 1

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Martín FierroDe José Hernández

El Libro se divide en dos partes, una Primera Edición "El Gaucho Martín Fierro", la cual José Hernández comienza a escribir en el año 1872, y una Segunda Edición, "La Vuelta de Martín Fierro" que la comienza en 1879.

El gaucho Martín FierroMartín Fierro es un poema narrativo de José Hernández, obra literaria considerada ejemplar del género gauchesco en Argentina. Se publicó en 1872 con el título El Gaucho Martín Fierro.

Narra el carácter independiente, heroico y sacrificado del gaucho. El poema es, en parte, una protesta en contra de las tendencias europeas y modernas del presidente Domingo Faustino Sarmiento.

Consta de trece capítulos: I Cantor y Gaucho, II Ayer y Hoy, III Sirviendo en la frontera, IV El pulpero. A buena cuenta., V Gringos en la frontera. La estaquiada., VI Desertor. Las ruinas del rancho., VII Pelea con el moreno., VIII El ser gaucho es un delito., IX Matreriando. La lucha con la partida., X Por culpa de una mujer., XI A bailar un pericón., XII Ansí estuve en la partida., y XIII A los indios me refalo.

En El Gaucho Martín Fierro, el protagonista es un gaucho reclutado para servir en un fortín, defendiendo la frontera argentina contra los indígenas. Su vida de pobreza en las pampas es – algo muy frecuente en la literatura de la época – romantizada; sus experiencias militares no lo son. Después Fierro se convierte en un fugitivo perseguido por la policía. Estando en batalla contra ellos, consigue un compañero: el Sargento Cruz, que inspirado por la valentía de Fierro se une a él en medio de una batalla. Ambos se ponen en camino para vivir entre los indios, esperando encontrar allí una vida mejor. Así, concluyendo en que es mejor vivir con los salvajes que en lo que la 'civilización' les preparaba.

Aún se especula si existió efectivamente un gaucho llamado Martín Fierro en el pago y hacia el tiempo en que Hernández sitúa su poema-novela, algunos aducen que efectivamente por la zona del Tuyú e incluso de la entonces llamada Lobería Grande (actual ciudad de Mar del Plata) lugar en donde los Hernández llegaron a poseer una estancia y donde el autor pasó gran parte de su niñez y juventud, vivió un gaucho "matrero" (rebelde) con ese nombre y ese apellido (bastante comunes); la mayoría de los críticos literarios y gran parte de los historiadores sin embargo suponen al personaje del poema como un sujeto ideal y paradigmático de los gauchos hasta los años 1880, téngase en cuenta que el gaucho Don Segundo Sombra existió realmente más allá de su literaturización; en todo caso en la Costa Atlántica bonaerense, entre los cardales, dunas y, sobre todo, los densos bosquecillos de curru mamil que se encontraban en torno a la que luego sería Mar del Plata; está documentado, sobre todo tras la batalla de Caseros y en tiempos de la Guerra de la Triple Alianza, se refugiaban muchos gauchos tenidos por "vagos" (sin papeleta de "conchabo") y "malentretenidos".

José Hernández era hijo de Rafael Hernández e Isabel Pueyrredón – sobrina de Juan Martín de Pueyrredón. Pasó sus primeros años de vida en este lugar, que debe abandonar en 1840, ya que su familia debió trasladarse al interior de la provincia, por razones laborales.

Demostró ambición por el estudio en la instrucción primaria, pero debió abandonar por causas de una enfermedad repentina y se marchó al campo en busca de salud. Desde entonces todo lo aprendió por esfuerzo personal: observador entusiasta de los rudos trabajos de ganadería que dirigía el padre y desempeñaban los gauchos, también él participó de estas tareas. Siendo joven entró en contacto con el estilo de vida, la lengua y los códigos de honor de los gauchos.

Fue un autodidacto y, a través de sus numerosas lecturas, adquirió firmes ideas políticas. Entre 1852 y 1872, época de gran agitación política, defendió la postura de que las provincias no debían permanecer ligadas a las autoridades centrales establecidas en Buenos Aires.

Participó en una de las últimas rebeliones federales, la de Ricardo López Jordán, un importante movimiento cuya primera rebelión finalizó en 1871 con la derrota de los gauchos y el exilio de Hernández en el Brasil. Después de esta revolución, siguió siendo por corto tiempo asesor del general revolucionario, pero con el tiempo se distanció de él.

A su regreso a la Argentina, en 1872, continuó su lucha por medio del periodismo. También desempeñó los cargos de Diputado y Senador de la provincia de Buenos Aires. Ocupando este último cargo, defendió la federalización de Buenos Aires en un memorable discurso, enfrentándose a Leandro N. Alem.

Pero fue, sin embargo, a través de su poesía como consiguió un gran eco para sus propuestas, y la más valiosa contribución a la causa de los gauchos.

La Vuelta de Martín FierroLa vuelta de Martín Fierro es un libro gauchesco argentino, escrito en verso por José Hernández en 1879. Constituye la secuela de El Gaucho Martín Fierro, escrito en 1872. Ambos libros han sido considerados como libro nacional de la

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Argentina, bajo el título genérico de "el Martín Fierro". En "la vuelta", Martín Fierro, quien se había mostrado rebelde en la primera parte y convertido en gaucho matrero (fuera de la ley), aparece más reflexivo y moderado, a la vez que el libro se vuelca a la historia de sus hijos.

En tanto que la primera parte, El Gaucho Martín Fierro, había terminado con Fierro y su compañero Cruz, huyendo al desierto para vivir con los indios, la vuelta, comienza con el relato de ellos dos viviendo en las tolderías mapuches. Allí Cruz muere de viruela y Martín Fierro conoce a la "Cautiva", una mujer criolla que había sido tomada por los mapuches. Finalmente Martín Fierro se enfrenta con uno de los indios que lo hospedaba, matándolo y regresando a la Argentina con la Cautiva, a quien deja en una estancia para seguir solo su camino. En una pulpería encontrará a sus hijos, al hijo de Cruz y al hermano menor del gaucho negro que asesinara en la primera parte, con quien mantendrá una famosa payada.

Entre los momentos más destacados y conocidos de "la vuelta" se encuentran, además de la payada con el negro, los famosos consejos del Viejo Vizcacha. También aquí se encuentran, probablemente la estrofa más conocida de ambos libros:

Los hermanos sean unidosporque ésa es la ley primera,tengan unión verdadera,en cualquier tiempo que sea,porque si entre ellos peleanlos devoran los de ajuera.

Los numerosos análisis del Martín Fierro han destacado, tanto las diferencias psicológicas del personaje, como los cambios del propio José Hernández entre los siete años que van de la publicación de "la ida" y "la vuelta" de Martín Fierro.

En cuanto al personaje de Martín Fierro, en la primera parte, luego de haber sido reclutado por la fuerza, aquel rompió completamente con la "civilización", asesinando a un gaucho negro, enfrentándose con la policía y finalmente excluyéndose totalmente de la sociedad premoderna de la Argentina de entonces, para irse a vivir con los indios mapuche en la pampa. En la segunda parte, en cambio Martín Fierro parece revalorizar una sociedad en transformación (en ese momento el país iniciaba su modernización capitalista y el ingreso de millones de inmigrantes provenientes mayoritariamente de Italia), haber superado su rebeldía rupturista y orientarse más hacia el futuro de sus hijos.

TEXTO COMPLETO DEL MARTIN FIERRO

CAPÍTULO I

Aquí me pongo a cantaral compás de la vigüela,que el hombre que lo desvelauna pena estrordinaria,como la ave solitariacon el cantar se consuela.

Pido a los santos del cieloque ayuden mi pensamiento:les pido en este momentoque voy a cantar mi historiame refresquen la memoriay aclaren mi entendimiento.

Vengan santos milagrosos,vengan todos en mi ayuda,que la lengua se me añuday se me turba la vista;pido a mi Dios que me asistaen una ocasión tan ruda.

Yo he visto muchos cantores,con famas bien otenidasy que después de alquiridasno las quieren sustentar:parece que sin largarse cansaron en partidas.

Mas ande otro criollo pasaMartín Fierro ha de pasar;nada lo hace recular,ni las fantasmas lo espantan,y dende que todos cantanyo también quiero cantar.

Cantando me he de morir,cantando me han de enterrar,y cantando he de llegaral pie del Eterno Padre;dende el vientre de mi madrevine a este mundo a cantar.

Que no se trabe mi lenguani me falte la palabra;

el cantar mi gloria labray, poniéndome a cantar,cantando me han de encontraraunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajoa cantar un argumento;como si soplara el vientohago tiritar los pastos.Con oros, copas y bastosjuega allí mi pensamiento.

Yo no soy cantor letraomas si me pongo a cantarno tengo cuándo acabary me envejezco cantando:las coplas me van brotandocomo agua de manantial.

Con la guitarra en la manoni las moscas se me arriman;naides me pone el pie encima,y, cuando el pecho se entona,

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hago gemir a la primay llorar a la bordona.

Yo soy toro en mi rodeoy torazo en rodeo ajeno;siempre me tuve por güenoy si me quieren probarsalgan otros a cantary veremos quién es menos.

No me hago al lao de la güeyaaunque vengan degollando;con los blandos yo soy blandoy soy duro con los duros,y ninguno en un apurome ha visto andar tutubiando.

En el peligro ¡qué Cristos!el corazón se me enancha,pues toda la tierra es cancha,y de esto naides se asombre;el que se tiene por hombredonde quiera hace pata ancha.

Soy gaucho, y entiéndalocomo mi lengua lo esplica:para mí la tierra es chicay pudiera ser mayor;ni la víbora me picani quema mi frente el sol.

Nací como nace el pejeen el fondo de la mar;naides me puede quitaraquéllo que Dios me dio:lo que al mundo truje yodel mundo lo he de llevar.

Mi gloria es vivir tan librecomo el pájaro del cielo;no hago nido en este sueloande hay tanto que sufrir,y naides me ha de seguircuando yo remuento el vuelo.

Yo no tengo en el amorquien me venga con querellas;como esas aves tan bellasque saltan de rama en rama,yo hago en el trébol mi camay me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos escuchande mis penas el relatoque nunca peleo ni matosino por necesidáy que a tanta alversidásólo me arrojó el mal trato.

Y atiendan la relación

que hace un gaucho perseguido,que padre y marido ha sidoempeñoso y diligente,y sin embargo la gentelo tiene por un bandido.

CAPÍTULO II

Ninguno me hable de penas,porque yo penando vivo,y naides se muestre altivoaunque en el estribo esté,que suele quedarse a pieel gaucho más alvertido.

Junta esperencia en la vidahasta pa dar y prestarquien la tiene que pasarentre sufrimiento y llanto;porque nada enseña tantocomo el sufrir y el llorar.

Viene el hombre ciego al mundo,cuartiándolo la esperanza,y a poco andar ya lo alcanzanlas desgracias a empujones;¡la pucha, que trae licionesel tiempo con sus mudanzas!

Yo he conocido esta tierraen que el paisano vivíay su ranchito teníay sus hijos y mujer...Era una delicia el vercómo pasaba sus días.

Entonces... cuando el lucerobrillaba en el cielo santoy los gallos con su cantonos decían que el día llegaba,a la cocina rumbiabael gaucho... que era un encanto.

Y sentao junto al jogóna esperar que venga el día,al cimarrón se prendíahasta ponerse rechoncho,mientras su china dormíatapadita con su poncho.

Y apenas la madrugadaempezaba a coloriar,los pájaros a cantary las gallinas a apiarse,era cosa de largarsecada cual a trabajar.

Este se ata las espuelasse sale el otro cantando,uno busca un pellón blando

éste un lazo, otro un rebenque,y los pingos relinchandolos llaman dende el palenque.

El que era pión domadorenderezaba al corralande estaba el animalbufidos que se las pelay más malo que su agüelase hacía astillas el bagual.

Y allí el gaucho inteligenteen cuanto el potro enriendó,los cueros le acomodóy se le sentó en seguida,que el hombre muestra en la vidala astucia que Dios le dio.

Y en las playas corcoviandopedazos se hacía el sotretamientras él por las paletasle jugaba las lloronasy al ruido de las caronassalía haciéndose gambetas.

¡Ah tiempos!... ¡Si era un orgullover jinetiar un paisano!Cuando era gaucho baquiano,aunque el potro se boliase,no había uno que no parasecon el cabresto en la mano.

Y mientras domaban unos,otros al campo salían,y la hacienda recogían,las manadas repuntaban,y ansí sin sentir pasabanentretenidos el día.

Y verlos al cáir la nocheen la cocina riunidos,con el juego bien prendidoy mil cosas que contar,platicar muy divertidoshasta después de cenar.

Y con el buche bien llenoera cosa superiorirse en brazos del amora dormir como la gente,pa empezar al día siguientelas fáinas del día anterior.

Ricuerdo ¡qué maravilla!cómo andaba la gauchada,siempre alegre y bien montaday dispuesta pa el trabajo;pero hoy en el día... ¡barajo!no se le ve de aporriada.

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El gaucho más infeliztenía tropilla de un pelo,no le faltaba un consueloy andaba la gente lista...Tendiendo al campo la vistano vía sino hacienda y cielo.

Cuando llegaban las yerras,¡cosa que daba calortanto gaucho pialadory tironiador sin yel!¡Ah tiempos... pero si en élse ha visto tanto primor!

Aquéllo no era trabajo,más bien era una junción,y después de un güen tirónen que uno se daba maña,pa darle un trago de cañasolía llamarlo el patrón.

Pues siempre la mamajuanavivía bajo la carreta,y aquél que no era chancletaen cuanto el goyete vía,sin miedo se le prendíacomo güérfano a la teta.

¡Y qué jugadas se armabancuando estábamos riunidos!Siempre íbamos prevenidospues en tales ocasionescaiban muchos comedidos

Eran los días del apuroy alboroto pa el hembraje,pa preparar los potajesy osequiar bien a la gente,y ansí, pues, muy grandementepasaba siempre el gauchaje.

Venía la carne con cuero,la sabrosa carbonada,mazamorra bien pisada,los pasteles y el güen vinopero ha querido el destinoque todo aquéllo acabara.

Estaba el gaucho en su pagocon toda seguridápero áura... ¡barbaridá!la cosa anda tan fruncidaque gasta el pobre la vidaen juir de la autoridá.

Pues si usté pisa en su ranchoy si el alcalde lo sabeLo caza lo mesmo que aveaunque su mujer aborte...¡No hay tiempo que no se acabe

ni tiento que no se corte!

Y al punto dése por muertosi el alcalde lo bolea,pues áhi no más se le apeacon una felpa de palos.Y después dicen que es maloel gaucho si los pelea.

Y el lomo le hinchan a golpes,y le rompen la cabeza,y luego con ligereza,ansí lastimao y todo,lo amarran codo con codoY pa el cepo lo enderiezan.

Ahí comienzan sus desgracias,áhi principia el pericón;porque ya no hay salvación,Y que usté quiera o no quiera,lo mandan a la fronterao lo echan a un batallón.

Ansí empezaron mis maleslo mesmo que los de tantos;si gustan... en otros cantosles diré lo que he sufrido.Después que uno está perdidono lo salvan ni los santos.

CAPÍTULO III

Tuve en mi pago en un tiempohijos, hacienda y mujer,pero empecé a padecer,me echaron a la frontera¡y qué iba a hallar al volver!tan sólo hallé la tapera.

Sosegao vivía en mi ranchocomo el pájaro en su nido;allí mis hijos queridosiban creciendo a mi lao...Sólo queda al desgraciaolamentar el bien perdido.

Mi gala en las pulperíasera, cuando había más gente,ponerme medio caliente,pues cuando puntiao me encuentrome salen coplas de adentrocomo agua de la virtiente.

Cantando estaba una vezen una gran diversión;y aprovechó la ocasióncomo quiso el Juez de Paz.Se presentó, y áhi no máshizo una arriada en montón.

Juyeron los más matrerosy lograron escapar.Yo no quise disparar,soy manso y no había por qué;muy tranquilo me quedéy ansí me dejé agarrar.

Allí un gringo con un órganoy una mona que bailabahaciéndonos ráir estabacuando le tocó el arreo.¡Tan grande el gringo y tan feolo viera cómo lloraba!

Hasta un inglés sanjiadorque decía en la última guerraque él era de Inca-la-perray que no quería servir,tuvo también que juíra guarecerse en la sierra.

Ni los mirones salvaronde esa arriada de mi flor;fue acoyarao el cantorcon el gringo de la mona;a uno solo, por favorlogró salvar la patrona.

Formaron un contingentecon los que en el baile arriaron;con otros nos mesturaronque habían agarrao también:las cosas que aquí se venni los diablos las pensaron.

A mí el juez me tomó entre ojosen la última votación:me le había hecho el remolóny no me arrimé ese día,y él dijo que yo servíaa los de la esposición.

Y ansí sufrí ese castigotal vez por culpas ajenas;que sean malas o sean güenaslas listas, siempre me escondo:yo soy un gaucho redondoy esas cosas no me enllenan.

Al mandarnos nos hicieronmás promesas que a un altar.El Juez nos jue a proclamary nos dijo muchas veces:"Muchachos, a los seis meseslos van a ir a revelar."

Yo llevé un moro de número.¡Sobresaliente el matucho!Con él gané en Ayacucho

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más plata que agua bendita;siempre el gaucho necesitaun pingo pa fiarle un pucho.

Y cargué sin dar mas güeltascon las prendas que tenía:jergas, poncho, cuanto habíaen casa, tuito lo alcé;a mi china la dejémedia desnuda ese día.

No me faltaba una guasca;esa ocasión eché el resto:bozal, maniador, cabresto,lazo, bolas y manea...¡El que hoy tan pobre me veatal vez no crerá todo esto!

Ansí en mi moro, escarciando,enderecé a la frontera.¡Aparcero, si usté vieralo que se llama cantón...!Ni envidia tengo al ratónen aquella ratonera.

De los pobres que allí habíaa ninguno lo largaron;los más viejos rezongaron,pero a uno que se quejóen seguida lo estaquiarony la cosa se acabó.

En la lista de la tardeel jefe nos cantó el punto,diciendo: Quinientos juntosllevará el que se resierte;lo haremos pitar del juerte;más bien dése por dijunto.

A naides le dieron armas,pues toditas las que habíael coronel las tenía,según dijo esa ocasión,pa repartirlas el díaen que hubiera una invasión.

Al principio nos dejaronde haraganes criando sebo,pero después..no me atrevoa decir lo que pasaba.¡Barajo!... si nos tratabancomo se trata a malevos.

Porque todo era jugarlepor los lomos con la espada,y, aunque usté no hiciera nada,lo mesmito que en Palermole daban cada cepiadaque lo dejaban enfermo.

¡Y qué indios, ni qué servicio,si allí no había ni cuartel!Nos mandaba el coronela trabajar en sus chacras,y dejábamos las vacasque las llevara el infiel.

Yo primero sembré trigoy después hice un corral,corté adobe pa un tapial,hice un quincho, corté paja...¡La pucha, que se trabajasin que le larguen ni un rial!

Y es lo pior de aquel enriedoque si uno anda hinchando el lomoya se le apean como plomo...¡Quién aguanta aquel infierno!Y eso es servir al gobierno,a mí no me gusta el cómo.

Más de un año nos tuvieronen esos trabajos duros,y los indios, le asiguro,dentraban cuando querían:como no los perseguíansiempre andaban sin apuro.

A veces decía al volverdel campo la descubiertaque estuviéramos alerta,que andaba adentro la indiada;porque había una rastrilladao estaba una yegua muerta.

Recién entonces salíala orden de hacer la riunióny cáibamos al cantónen pelos y hasta enancaos,sin armas, cuatro pelaosque íbamos a hacer jabón.

Ahí empezaba el afán,se entiende, de puro vicio,de enseñarle el ejercicioa tanto gaucho recluta,con un estrutor ¡qué... bruta!que nunca sabía su oficio.

Daban entonces las armaspa defender los cantones,que eran lanzas y latonescon ataduras de tiento...Las de juego no las cuento,porque no había municiones.

Y chamuscao un sargentome contó que las tenían,pero que ellos las vendían

para cazar avestruces;y ansí andaban noche y díadéle bala a los ñanduces.

Y cuando se iban los indioscon lo que habían manotiao,salíamos muy apuraosa perseguirlos de atrás;si no se llevaban máses porque no habían hallao.

Allí sí se ven desgraciasy lágrimas y afliciones,naides le pida perdonesal indio, pues donde dentraroba y mata cuanto encuentray quema las poblaciones.

No salvan de su jurorni los pobres angelitos:viejos, mozos y chiquitoslos mata del mesmo modo;que el indio lo arregla todocon la lanza y con los gritos.

Tiemblan las carnes al verlovolando al viento la cerda,la rienda en la mano izquierday la lanza en la derecha;ande enderiesa abre brechapues no hay lanzaso que pierda.

Hace trotiadas tremendasdende el fondo del desierto;ansí llega medio muertode hambre, de sé y de fatiga;pero el indio es una hormigaque día y noche está despierto.

Sabe manejar las bolascomo naides las manejacuanto el contrario se alejamanda una bola perdiday si lo alcanza, sin vidaes siguro que lo deja.

Y el indio es como tortugade duro para espichar;si lo llega a destriparni siquiera se le encoge;luego sus tripas recogey se agacha a disparar.

Hacían el robo a su gustoy después se iban de arriba,se llevaban las cautivasy nos contaban que a vecesles descarnaban los piesesa las pobrecitas, vivas.

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¡Ah, si partía el corazónver tantos males, canejo!Los perseguíamos de lejossin poder ni galopiar.¡Y qué habíamos de alcanzaren unos bichocos viejos!

Nos volvíamos al cantóna las dos o tres jornadassembrando las caballadas;y pa que alguno la venda,rejuntábamos la haciendaque habían dejao resagada.

Una vez entre otras muchas.tanto salir al botón,nos pegaron un malónlos indios y una lanciada.que la gente acobardadaquedó dende esa ocasión.

Habían estao escondidosaguaitando atrás de un cerro.¡Lo viera a su amigo Fierroaflojar como un blandito!Salieron como máiz fritoen cuanto sonó un cencerro.

Al punto nos dispusimosaunque ellos eran bastantes;la formamos al istantenuestra gente, que era poca;y golpiándose en la bocahicieron fila adelante.

Se vinieron en tropelhaciendo temblar la tierra.No soy manco pa la guerrapero tuve mi jabón,pues iba en un redomónque había boliao en la sierra.

¡Qué vocerío, qué barullo,qué apurar esa carrera!La indiada todita enteradando alaridos cargó.¡Jue pucha!... y ya nos sacócomo yeguada matrera.

¡Qué fletes traiban los bárbaros,como una luz de ligeros!Hicieron el entreveroy en aquella mescolanza,éste quiero, éste no quiero,nos escogían con la lanza.

Al que le dan un chuzasodificultoso es que sane;en fin, para no echar panes,salimos por esas lomas

lo mesmo que las palomasal juir de los gavilanes.

Es de almirar la destrezacon que la lanza manejan.De perseguir nunca dejany nos traiban apretaos.¡Si queríamos, de apuraos,salirnos por las orejas!

Y pa mejor de la fiestaen esta aflición tan suma,vino un indio echando espumay con la lanza en la manogritando: "Acabau, cristiano,metau el lanza hasta el pluma."

Tendido en el costillar,cimbrando por sobre el brazouna lanza como un lazo,me atropeyó dando gritos:si me descuido... el malditome levanta de un lanzaso.

Si me atribulo o me encojo,siguro que no me escapo;siempre he sido medio guapopero en aquella ocasiónme hacía buya el corazóncomo la garganta al sapo.

Dios le perdone al salvajelas ganas que me tenía...Desaté las tres maríasy lo engatusé a cabriolas.¡Pucha!... si no traigo bolasme achura el indio ese día.

Era el hijo de un casiquesigún yo lo avirigué;la verdá del caso jueque me tuvo apuradazo,hasta que, al fin, de un bolazodel caballo lo bajé.

Ahi no más me tiré al sueloy lo pisé en las paletas;empezó a hacer morisquetas...y a mezquinar la garganta...pero yo hice la obra santade hacerlo estirar la jeta.

Allí quedó de mojóny en su caballo salté;de la indiada disparé,pues si me alcanza me mata,y, al fin, me les escapécon el hilo en una pata.

CAPÍTULO IV

Seguiré esta relaciónaunque pa chorizo es largo:el que pueda hágase cargocómo andaría de matrero,después de salvar el cuerode aquel trance tan amargo.

Del sueldo nada les cuento,porque andaba disparando;nosotros, de cuando en cuando,solíamos ladrar de pobres:nunca llegaban los cobresque se estaban aguardando.

Y andábamos de mugrientosque el mirarnos daba horror;le juro que era un dolorver esos hombres, ¡por Cristo!En mi perra vida he vistouna miseria mayor.

Yo no tenía ni camisani cosa que se parezca;mis trapos sólo pa yescame podían servir al fin...No hay plaga como un fortínpara que el hombre padezca.

Poncho, jergas, el apero,las prenditas, los botones,todo, amigo, en los cantonesjue quedando poco a poco;ya nos tenían medio locola pobreza y los ratones.

Sólo una manta peludaera cuanto me quedaba;la había agenciao a la tabay ella me tapaba el bulto;yaguané que allí ganabano salía... ni con indulto.

Y pa mejor hasta el morose me jue de entre las manos;no soy lerdo... pero, hermano,vino el comendante un díadiciendo que lo quería"pa enseñarle a comer grano".

Afigúresé cualquierala suerte de este su amigo,a pie y mostrando el umbligo,estropiao, pobre y desnudo.Ni por castigo se pudohacerse más mal conmigo.

Ansí pasaron los meses,y vino el año siguiente,y las cosas igualmente

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siguieron del mesmo modo:adrede parece todopara aburrir a la gente.

No teníamos más permiso,ni otro alivio la gauchada,que salir de madrugada,cuando no había indio ninguno,campo ajuera, a hacer boliadas,desocando los reyunos.

Y cáibamos al cantóncon los fletes aplastaos,pero a veces medio aviaoscon plumas y algunos cuerosque áhi no más con el pulperolos teníamos negociaos.

Era un amigo del jefeque con un boliche estaba;yerba y tabaco nos dabapor la pluma de avestruz,y hasta le hacía ver la luzal que un cuero le llevaba.

Sólo tenía cuatro frascosy unas barricas vacías,y a la gente le vendíatodo cuanto precisaba:a veces creiba que estabaallí la proveduría.

¡Ah pulpero habilidoso!Nada le solía faltar¡Aijuna! y para tragartenía un buche de ñandú.La gente le dio en llamar"el boliche de virtú".

Aunque es justo que quien vendealgún poquitito muerda,tiraba tanto la cuerdaque con sus cuatro limetasél cargaba las carretasde plumas, cueros y cerda.

Nos tenía apuntaos a todoscon más cuentas que un rosario,cuando se anunció un salarioque iban a dar, o un socorro,pero sabe Dios qué zorrose lo comió al comisario.

Pues nunca lo vi llegary, al cabo de muchos días,en la mesma pulperíadieron una buena cuenta,que la gente muy contentade tan pobre recebia.

Sacaron unos sus prendasque las tenían empeñadas,por sus deudas atrasadasdieron otros el dinero;al fin de fiesta el pulperose quedó con la mascada.

Yo me arrecosté a un horcóndando tiempo a que pagaran,y poniendo güena caraestuve haciéndome el poyo,A esperar que me llamaranpara recebir mi boyo.

Pero áhi me pude quedarpegao pa siempre al horcón;ya era casi la oracióny ninguno me llamaba;la cosa se me ñublabay me dentró comezón.

Pa sacarme el entripaovi al mayor, y lo fí a hablar.Yo me le empecé a atracary, como con poca gana,le dije: "Tal vez mañanaacabarán de pagar."

"-Qué mañana ni otro día",al punto me contestó,"la paga ya se acabó,siempre has de ser animal."Me rái y le dije: "Yo...no he recebido ni un rial".

Se le pusieron los ojosque se le querían salir,y áhi no más volvió a decircomiéndomé con la vista:"-¿Y qué querés recebirsi no has dentrao en la lista?"

"-Este sí que es amolar",dije yo pa mis adentros,"van dos años que me encuentroy hasta áura he visto ni un grullo;dentro en todos los barullospero en las listas no dentro".

Vide el plaito mal paraoy no quise aguardar más...Es güeno vivir en pazcon quien nos ha de mandar,y reculando pa trásme le empecé a retirar.

Supo todo el comendantey me llamó al otro día,diciéndomé que queríaaviriguar bien las cosas

que no era el tiempo de Rosas,que áura a naides se debía.

Llamó al cabo y al sargentoy empezó la indagación:si había venido al cantónen tal tiempo o en tal otroY si había venido en potro,en reyuno o redomón.

Y todo era alborotaral ñudo, y hacer papel:conocí que era pastelpa engordar con mi guayaca;mas si voy al coronelme hacen bramar en la estaca.

¡Ah hijos de una!... ¡La codiciaojalá les ruempa el saco!Ni un pedazo de tabacole dan al pobre soldao,y lo tienen, de delgao,más ligero que un guanaco.

Pero qué iba a hacerles yo,charabón en el desierto;más bien me daba por muertopa no verme más fundidoy me les hacía el dormidoaunque soy medio dispierto.

CAPÍTULO V

Yo andaba desesperaoaguardando una ocasión,que los indios un malónnos dieran, y entre el estragohacérmelés cimarróny volverme pa mi pago.

Aquéllo no era servicioni defender la frontera:aquéllo era ratoneraen que es más gato el más juerte:era jugar a la suertecon una taba culera.

Allí tuito va al revés:los milicos se hacen piones,y andan por las poblacionesemprestaos pa trabajar;Ios rejuntan pa peliarcuando entran indios ladrones.

Yo he visto en esa milongamuchos jefes con estancia,y piones en abundancia,y majadas y rodeos;he visto negocios feosa pesar de mi inorancia.

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Y colijo que no quierenla barunda componer;para esto no ha de tenerel jefe, aunque esté de estable,más que su poncho y su sable,su caballo y su deber.

Ansina, pues, conociendoque aquel mal no tiene cura,que tal vez mi sepulturasi me quedo iba a encontrar,pensé en mandarme mudarcomo cosa más sigura.

Y pa mejor, una noche¡qué estaquiada me pegaron!Casi me descoyuntaronpor motivo de una gresca.¡Aijuna, si me estiraronlo mesmo que guasca fresca!

Jamás me puedo olvidarlo que esa vez me pasó:dentrando una noche yoal fortín, un enganchao,que estaba medio mamao,allí me desconoció.

Era un gringo tan bozal,que nada se le entendía.¡Quién sabe de ande sería!Tal vez no juera cristiano,pues lo único que decíaes que era pa-po-litano.

Estaba de centinelay, por causa del peludo,verme más claro no pudoy esa jue la culpa toda.El bruto se asustó al ñudoy fí el pavo de la boda.

Cuanto me vido acercar"¿Quién vivore?", preguntó:"Qué vivoras", dije yo."¡Hagarto!", me pegó el grito.Y yo dije despacito:"Más lagarto serás vos".

Ahí no más ¡Cristo me valga!rastrillar el jusil siento;me agaché, y en el momentoel bruto me largó un chumbo;mamao, me tiró sin rumboque si no, no cuento el cuento.

Por de contao, con el tirose alborotó el avispero;los oficiales salieron

y se empezó la junción:quedó en su puesto el nacióny yo fi al estaquiadero.

Entre cuatro bayonetasme tendieron en el suelo.Vino el mayor medio en pedoy allí se puso a gritar:"Pícaro, te he de enseñara andar declamando sueldos."

De las manos y las patasme ataron cuatro sinchones.Les aguanté los tironessin que ni un ¡ay! se me oyeray al gringo la noche enteralo harté con mis maldiciones.

Yo no sé por qué el gobiernonos manda aquí a la fronteragringada que ni siquierase sabe atracar a un pingo.¡Si crerá al mandar un gringoque nos manda alguna fiera!

No hacen más que dar trabajopues no saben ni ensillar;no sirven ni pa carniar,y yo he visto muchas vecesque ni voltiadas las resesse les querían arrimar.

Y lo pasan sus mercedeslengüetiando pico a picohasta que viene un milicoa servirles el asao...Y eso sí, en lo delicaosparecen hijos de rico.

Si hay calor, ya no son gente,si yela, todos tiritan;si usté no les da, no pitanpor no gastar en tabaco,y cuando pescan un nacounos a otros se lo quitan.

Cuanto llueve se acoquinancomo el perro que oye truenos.¡Qué diablos! sólo son güenospa vivir entre maricas,y nunca se andan con chicaspara alzar ponchos ajenos.

Pa vichar son como ciegos,ni hay ejemplo de que entiendan;no hay uno solo que aprienda,al ver un bulto que cruza,a saber si es avestruza,o si es jinete, o hacienda.

Si salen a perseguirdespués de mucho aparato,tuitos se pelan al ratoy va quedando el tendal:esto es como en un nidalecharle güebos a un gato.

CAPÍTULO VI

Vamos dentrando reciéna la parte más sentida,aunque es todita mi vidade males una cadena:a cada alma doloridale gusta cantar sus penas.

Se empezó en aquel entoncesa rejuntar caballaday riunir la milicadateniéndolá en el cantón,para una despedicióna sorprender a la indiada.

Nos anunciaban que iríamossin carretas ni bagajesa golpiar a los salvajesen sus mesmas tolderías;que a la güelta pagaríanlicenciándolo al gauchaje.

Que en esta despedicióntuviéramos la esperanza,que iba a venir sin tardanza,sigún el jefe contó,un menistro o qué sé yo...que lo llamaban Don Ganza.

Que iba a riunir el ejércitoy tuitos los batallonesy que traiba unos cañonescon más rayas que un cotín.¡Pucha!... Las conversacionespor allá no tenían fin.

Pero esas trampas no enriedana los zorros de mi laya;que el menistro venga o vaya.poco le importa a un matrero.Yo también dejé las rayas...en los libros del pulpero.

Nunca jui gaucho dormido,siempre pronto, siempre listo,yo soy un hombre ¡que Cristo!que nada me ha acobardao.y siempre salí paraoen los trances que me he visto.

Dende chiquito ganéla vida con mi trabajo,

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y aunque siempre estuve abajoy no sé lo que es subir,también el mucho sufrirsuele cansarnos ¡barajo!

En medio de mi inoranciaconozco que nada valgo:soy la liebre o soy el galgoasigún los tiempos andan;pero también los que mandandebieran cuidarnos algo.

Una noche que riunidosestaban en la carpetaempinando una limetael jefe y el Juez de Paz,yo no quise aguardar másy me hice humo en un sotreta.

Para mi el campo son floresdende que libre me veo;donde me lleva el deseoallí mis pasos dirijoy hasta en las sombras, de fijoque a dondequiera rumbeo.

Entro y salgo del peligrosin que me espante el estrago;no aflojo al primer amagoni jamás fí gaucho lerdo:soy pa rumbiar como el cerdoy pronto cái a mi pago.

Volvía al cabo de tres añosde tanto sufrir al ñudo,resertor, pobre y desnudo,a procurar suerte nueva,y lo mesmo que el peludoenderecé pa mi cueva.

No hallé ni rastro del rancho;¡sólo estaba la tapera!¡Por Cristo, si aquéllo erapa enlutar el corazón:yo juré en esa ocasiónser más malo que una fiera!

¡Quién no sentirá lo mesmocuando ansí padece tanto!Puedo asigurar que el llantocomo una mujer largué.¡Ay mi Dios, si me quedémás triste que Jueves Santo!

Sólo se oíban los aullidosde un gato que se salvó;el pobre se guareciócerca, en una vizcachera;venía como si supieraque estaba de güelta yo.

Al dirme dejé la haciendaque era todito mi haber;pronto debíamos volver,según el Juez prometía,y hasta entonces cuidaríade los bienes la mujer.

Después me contó un vecinoque el campo se lo pidieron,la hacienda se la vendieronpa pagar arrendamientos,y qué sé yo cuántos cuentos;pero todo lo fundieron.

Los pobrecitos muchachosentre tantas aflicionesse conchabaron de piones;¡mas qué iban a trabajar,si eran como los pichonessin acabar de emplumar!

Por áhi andarán sufriendode nuestra suerte el rigor:me han contao que el mayornunca dejaba a su hermano;puede ser que algún cristianolos recoja por favor.

¡Y la pobre mi mujerDios sabe cuánto sufrió!Me dicen que se volócon no sé qué gavilán,sin duda a buscar el panque no podía darle yo.

No es raro que a uno le faltelo que a algún otro le sobre;si no le quedó ni un cobresino de hijos un enjambre,¿qué más iba a hacer la pobrepara no morirse de hambre?

Tal vez no te vuelva a ver,prenda de mi corazón:Dios te dé su protecciónya que no me la dió a mí,y a mis hijos dende aquíles echo mi bendición.

Como hijitos de la cunaandaban por áhi sin madre.Ya se quedaron sin padrey ansí la suerte los deja,sin naides que los protejay sin perro que los ladre.

Los pobrecitos tal vezno tengan ande abrigarse,ni ramada ande ganarse,

ni un rincón ande meterse,ni camisa que ponerse,ni poncho con que taparse.

Tal vez los verán sufrirsin tenerles compasión;puede que alguna ocasiónaunque los vean tiritandolos echen de algún jogónpa que no estén estorbando.

Y al verse ansina espantaoscomo se espanta a los perros,irán los hijos de Fierrocon la cola entre las piernas,a buscar almas más tiernaso esconderse en algún cerro.

Mas también en este juegovoy a pedir mi bolada;a naides le debo nadani pido cuartel ni doy,y ninguno dende hoyha de llevarme en la armada.

Yo he sido manso, primero,y seré gaucho matreroen mi triste circustancia,aunque es mi mal tan projundo;nací y me he criao en estancia,pero ya conozco el mundo.

Ya le conozco sus mañas,le conozco sus cucañas,sé cómo hacen la partida,la enriedan y la manejan:deshaceré la madejaaunque me cueste la vida.

Y aguante el que no se animea meterse en tanto engorro,o si no aprétesé el gorroo para otra tierra emigre;pero yo ando como el tigreque le roban los cachorros.

Aunque muchos cren que el gauchotiene un alma de reyuno,no se encontrará ningunoque no lo dueblen las penas;mas no debe aflojar unomientras hay sangre en las venas.

CAPÍTULO VII

De carta de más me víasin saber adónde dirme;mas dijeron que era vagoy entraron a perseguirme.

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Nunca se achican los males,van poco a poco creciendo,y ansina me vide prontoobligao a andar juyendo.

No tenía mujer ni rancho,y a más, era resertor;no tenía una prenda güenani un peso en el tirador.

A mis hijos infelicespensé volverlos a hallary andaba de un lao al otrosin tener ni qué pitar.

Supe una vez por desgraciaque había un baile por allí,y medio desesperaoa ver la milonga fuí.

Riunidos al pericóntantos amigos hallé,que alegre de verme entre ellosesa noche me apedé.

Como nunca, en la ocasiónpor peliar me dió la tranca,y la emprendí con un negroque trujo una negra en ancas.

Al ver llegar la morenaque no hacía caso de naidesle dije con la mamúa:"Va... ca... yendo gente al baile."

La negra entendió la cosay no tardó en contestarmemirándomé como a perro:"más vaca será su madre".

Y dentró al baile muy tiesacon más cola que una zorrahaciendo blanquiar los dienteslo mesmo que mazamorra.

-"Negra linda"... dije yo,"me gusta... pa la carona";y me puse a talariaresta coplita fregona:

"A los blancos hizo Dios,a los mulatos San Pedro,a los negros hizo el diablopara tizón del infierno."

Había estao juntando rabiael moreno dende ajuera;en lo escuro le brillabanlos ojos como linterna.

Lo conocí retobao,me acerqué y le dije presto:"Por... rudo... que un hombre seanunca se enoja por esto."

Corcovió el de los tamangosy creyéndose muy fijo:-"Más porrudo serás vos,gaucho rotoso", me dijo.

Y ya se me vino el humocomo a buscarme la hebra,y un golpe le acomodécon el porrón de ginebra.

Ahi no más pegó el de hollínmás gruñidos que un chanchito,y pelando el envenaome atropelló dando gritos.

Pegué un brinco y abrí canchadiciéndolés: -"Caballeros,dejen venir ese toro;solo nací... solo muero."

El negro después del golpese había el poncho refalaoy dijo: -"Vas a sabersi es solo o acompañao."

Y mientras se arremangóyo me saqué las espuelas,pues malicié que aquel tíono era de arriar con las riendas.

No hay cosa como el peligropa refrescar un mamao;hasta la vista se aclarapor mucho que haiga chupao.

El negro me atropellócomo a quererme comer;me hizo dos tiros seguidosy los dos le abarajé.

Yo tenía un facón con Sque era de lima de acero;le hice un tiro, lo quitóy vino ciego el moreno.

Y en el medio de las aspasun planaso le asentéque le largué culebriandolo mesmo que buscapié.

Le coloriaron las motascon la sangre de la herida,y volvió a venir furiosocomo una tigra parida.

Y ya me hizo relumbrarpor los ojos el cuchillo,alcansando con la puntaa cortarme en un carrillo.

Me hirvió la sangre en las venasy me le afirmé al moreno.dándole de punta y hachapa dejar un diablo menos.

Por fin en una topadaen el cuchillo lo alcéy como un saco de güesoscontra el cerco lo largué.

Tiró unas cuantas patadasy ya cantó pa el carnero.Nunca me pude olvidarde la agonía de aquel negro.

En esto la negra vino,con los ojos como ají,y empesó la pobre allía bramar como una loba.Yo quise darle una sobaa ver si la hacía callar;mas pude reflesionarque era malo en aquel punto,y por respeto al dijuntono la quise castigar.

Limpié el facón en los pastos,desaté mi redomón,monté despacio y salíal tranco pa el cañadón.

Después supe que al finaoni siquiera lo velarony retobao en un cuerosin resarle lo enterraron.

Y dicen que dende entoncescuando es la noche serenasuele verse una luz malacomo de alma que anda en pena.

Yo tengo intención a vecespara que no pene tanto,de sacar de allí los güesosy echarlos al camposanto.

CAPÍTULO VIII

Otra vez en un bolicheestaba haciendo la tarde;cayó un gaucho que hacía alardede guapo y de peliador;a la llegada metióel pingo hasta la ramada,

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y yo sin decirle nadame quedé en el mostrador.

Era un terne de aquel pagoque naides lo reprendía,que sus enriedos teníacon el señor comendante;y como era protegido,andaba muy entonaoy a cualquiera desgraciaolo llevaba por delante.

¡Ah pobre, si él mismo creibaque la vida le sobraba!Ninguno diría que andabaaguaitándoló la muerte;pero ansí pasa en el mundo,es así la triste vida:pa todos está escondidala güena o la mala suerte.

Se tiró al suelo; al dentrarle dio un empeyón a un vascoy me alargó un medio frascodiciendo: "Beba, cuñao.""Por su hermana", contesté,"que por la mía no hay cuidao".

"¡Ah, gaucho!", me respondió,"¿de qué pago será criollo?Lo andará buscando el hoyo,deberá tener güen cuero;pero ande bala este torono bala ningún ternero".

Y ya salimos trensaos,porque el hombre no era lerdo;mas como el tino no pierdoy soy medio ligerón,lo dejé mostrando el sebode un revés con el facón.

Y como con la justiciano andaba bien por allí,cuanto pataliar lo vi,y el pulpero pegó el grito,ya pa el palenque salícomo haciéndomé el chiquito.

Monté y me encomendé a Dios,rumbiando para otro pago;que el gaucho que llaman vagono puede tener querencia,y ansí de estrago en estragovive yorando la ausencia.

El anda siempre juyendo,siempre pobre y perseguido;no tiene cueva ni nido,como si juera maldito;

porque el ser gaucho... ¡barajo!el ser gaucho es un delito.

Es como el patrio de posta:lo larga éste, aquél lo toma,nunca se acaba la broma;dende chico se pareceal arbolito que crecedesamparao en la loma.

Le echan la agua del bautismoaquél que nació en la selva,"buscá madre que te envuelva",se dice el flaire y lo larga,y dentra a crusar el mundocomo burro con la carga.

Y se cría viviendo al vientocomo oveja sin trasquilamientras su padre en las filasanda sirviendo al gobierno;aunque tirite en invierno,naides lo ampara ni asila.

Le llaman "gaucho mamao"si lo pillan divertido,y que es mal entretenidosi en un baile lo sorprienden;hace mal si se defiendey si no, se ve... fundido.

No tiene hijos, ni mujer,ni amigos, ni protetores,pues todos son sus señoressin que ninguno lo ampare;tiene la suerte del güey¿y dónde irá el güey que no are?

Su casa es el pajonal,su guarida es el desierto;y si de hambre medio muertole echa el lazo a algún mamón,lo persiguen como a plaito,porque es un "gaucho ladrón".

Y si de un golpe por áhilo dan güelta panza arriba,no hay un alma compasivaque le rese una oración:tal vez como cimarrónen una cueva lo tiran.

El nada gana en la pazy es el primero en la guerra;no le perdonan si yerra,que no saben perdonar,porque el gaucho en esta tierrasólo sirve pa votar.

Para él son los calabozos,

para él las duras prisiones;en su boca no hay razonesaunque la razón le sobre;que son campanas de palolas razones de los pobres.

Si uno aguanta, es gaucho bruto;si no aguanta, es gaucho malo.¡Déle azote, déle paloporque es lo que él necesita!De todo el que nació gauchoésta es la suerte maldita.

Vamos, suerte, vamos juntosdende que juntos nacimos,y ya que juntos vivimossin podernos dividir,yo abriré con mi cuchilloel camino pa seguir.

CAPÍTULO IX

Matreriando lo pasabay a las casas no venía;solía arrimarme de día,mas, lo mesmo que el carancho,siempre estaba sobre el ranchoespiando a la polecía.

Viva el gaucho que ande malcomo zorro perseguido,hasta que al menor descuidose lo atarasquen los perros,pues nunca le falta un yerroal hombre más alvertido.

Y en esa hora de la tardeen que tuito se adormese,que el mundo dentrar parecea vivir en pura calma,con las tristezas de su almaal pajonal enderiese.

Bala el tierno corderitoal lao de la blanca ovejay a la vaca que se alejallama el ternero amarrao;pero el gaucho desgraciaono tiene a quién dar su queja.

Ansí es que al venir la nocheiba a buscar mi guarida,pues ande el tigre se anidatambién el hombre lo pasa,y no quería que en las casasme rodiara la partida.

Pues aún cuando vengan elloscumpliendo con sus deberes,yo tengo otros pareceres,

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y en esa conduta vivo:que no debe un gaucho altivopeliar entre las mujeres.

Y al campo me iba solito,más matrero que el venao,como perro abandonao,a buscar una tapera,o en alguna vizcacherapasar la noche tirao.

Sin punto ni rumbo fijoen aquella inmensidá,entre tanta escuridáanda el gaucho como duende;allí jamás lo sorpriendedormido, la autoridá.

Su esperanza es el coraje,su guardia es la precaución,su pingo es la salvación,y pasa uno en su desvelosin más amparo que el cieloni otro amigo que el facón.

Ansí me hallaba una nochecontemplando las estrellas,que le parecen más bellascuanto uno es más desgraciaoy que Dios las haiga criaopara consolarse en ellas.

Les tiene el hombre cariñoy siempre con alegríave salir las Tres Marías,que, si llueve, cuanto escampalas estrellas son la guíaque el gaucho tiene en la pampa.

Aquí no valen dotores:sólo vale la esperencia;aquí verían su inocenciaesos que todo lo saben,porque esto tiene otra llavey el gaucho tiene su cencia.

Es triste en medio del campopasarse noches enterascontemplando en sus carreraslas estrellas que Dios cría,sin tener más compañíaque su soledá y las fieras.

Me encontraba, como digo,en aquella soledá,entre tanta escuridá,echando al viento mis quejascuando el grito del chajáme hizo parar las orejas.

Como lumbriz me peguéal suelo para escuchar;pronto sentí retumbarlas pisadas de los fletes,y que eran muchos jinetesconoci sin vasilar.

Cuando el hombre está en peligrono debe tener confianza;ansí, tendido de panza,puse toda mi atencióny ya escuché sin tardanzacomo el ruido de un latón.

Se venían tan calladitosque yo me puse en cuidao;tal vez me hubieran bombiaoy me venían a buscar;mas no quise disparar,que eso es de gaucho morao.

Al punto me santigüéy eché de ginebra un taco,lo mesmito que el matacome arroyé con el porrón:"Si han de darme pa tabaco,dije, ésta es güena ocasión."

Me refalé las espuelas,para no peliar con grillos;me arremangué el calzoncilloy me ajusté bien la fajay en una mata de pajaprobé el filo del cuchillo.

Para tenerlo a la manoel flete en el pasto até,la cincha le acomodé,y en un trance como aquél,haciendo espaldas en élquietito los aguardé.

Cuanto cerca los sentí,y que áhi no más se pararon,los pelos se me erizaron,y aunque nada vian mis ojos,"No se han de morir de antojo"les dije, cuando llegaron.

Yo quise hacerles saberque allí se hallaba un varón;les conocí la intencióny solamente por esoes que les gané el tirón,sin aguardar voz de preso.

-"Vos sos un gaucho matrero",dijo uno, haciéndosé el güeno."Vos matastes un morenoy otro en una pulpería,

y aquí está la polecíaque viene a justar tus cuentas;te va a alzar por las cuarentasi te resistís hoy día."

-"No me vengan, contesté,con relación de dijuntos:esos son otros asuntos;vean si me pueden llevar,que yo no me he de entregaraunque vengan todos juntos."

Pero no aguardaron másy se apiaron en montón;como a perro cimarrónme rodiaron entre tantos;yo me encomendé a los santosy eché mano a mi facón.

Y ya vide el fogonazode un tiro de garabina,mas quiso la suerte indinade aquel maula, que me errasey áhi no más lo levantaselo mesmo que una sardina.

A otro que estaba apuraoacomodando una bolale hice una dentrada solay le hice sentir el fierro,y ya salió como el perrocuando le pisan la cola.

Era tanta la aflicióny la angurria que tenían,que tuitos se me veníandonde yo los esperaba:uno al otro se estorbabay con las ganas no vían.

Dos de ellos, que traiban sables,más garifos y resueltos,en las hilachas envueltosenfrente se me pararon,y a un tiempo me atropellaronlo mesmo que perros sueltos.

Me fui reculando en falsoy el poncho adelante eché,y en cuanto le puso el pieuno medio chapetón,de pronto le di el tiróny de espaldas lo largué.

Al verse sin compañeroel otro se sofrenó;entonces le dentré yo,sin dejarlo resollar,pero ya empezó a aflojary a la pun...ta disparó.

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Uno que en una tacuarahabía atao una tijera,se vino como si fuerapalenque de atar terneros,pero en dos tiros certerossalió aullando campo ajuera.

Por suerte en aquel momentovenía coloriando el albay yo dije: "Si me salvala Virgen en este apuro,en adelante le juroser más güeno que una malva."

Pegué un brinco y entre todossin miedo me entreveré;hecho ovillo me quedéy ya me cargó una yunta,y por el suelo la puntade mi facón les jugué.

El más engolosinaose me apió con un hachazo;se lo quité con el brazo,de no, me mata los piojos;y antes de que diera un pasole eché tierra en los dos ojos.

Y mientras se sacudíarefregándosé la vista,yo me le fui como listay áhi no más me le afirmediciéndolé: "Dios te asista"y de un revés lo voltié.

Pero en ese punto mesmosentí que por las costillasun sable me hacía cosquillasy la sangre se me heló.Desde ese momento yome salí de mis casillas.

Di para atrás unos pasoshasta que pude hacer pie,por delante me lo echéde punta y tajos a un criollo;metió la pata en un oyoy yo al oyo lo mandé.

Tal vez en el corazónlo tocó un santo benditoa un gaucho, que pegó el gritoy dijo: ";Cruz no consienteque se cometa el delitode matar ansí un valiente!"

Y áhi no más se me apariódentrándole a la partida:yo les hice otra embestida

pues entre dos era robo;y el Cruz era como loboque defiende su guarida.

Uno despachó al infiernode dos que lo atropellaron,los demás remoliniaron,pues íbamos a la fija,y a poco andar dispararonlo mesmo que sabandija.

Ahi quedaban largo a largolos que estiraron la jeta,otro iba como maletay Cruz, de atrás, les decía:"Que venga otra polecíaa llevarlos en carreta."

Yo junté las osamentas,me hinqué y les recé un bendito;hice una cruz de un palitoy pedí a mi Dios clementeme perdonara el delitode haber muerto tanta gente.

Dejamos amontonaosa los pobres que murieron;no sé si los recogieron,porque nos fuimos a un rancho,o si tal vez los caranchosáhi no más se los comieron.

Lo agarramos mano a manoentre los dos al porrón;en semejante ocasiónun trago a cualquiera encanta,y Cruz no era remolónni pijotiaba garganta.

Calentamos los garguerosy nos largamos muy tiesos.siguiendo siempre los besosal pichel y, por más señas,íbamos como sigüeñasestirando los pescuesos.

-"Yo me voy-le dije-, amigo,donde la suerte me lleve,y si es que alguno se atrevea ponerse en mi camino,yo seguiré mi destino,que el hombre hace lo que debe.

"Soy un gaucho desgraciado.no tengo dónde ampararme,ni un palo donde rascarme,ni un árbol que me cubije;pero ni aún esto me afligeporque yo sé manejarme.

"Antes de cáir al servicio,tenía familia y hacienda"cuando volví, ni la prendame la habían dejao ya:Dios sabe en lo que vendráa parar esta contienda."

CAPÍTULO X

CRUZ

Amigazo, pa sufrirhan nacido los varones;éstas son las ocasionesde mostrarse un hombre juerte,hasta que venga la muertey lo agarre a coscorrones.

El andar tan despilchaoningún mérito me quita.Sin ser una alma benditame duelo del mal ajeno:soy un pastel con rellenoque parece torta frita.

Tampoco me faltan malesy desgracias, le prevengo;también mis desdichas tengo,aunque esto poco me aflige:yo sé hacerme el chancho rengocuando la cosa lo esige.

Y con algunos ardilesvoy viviendo, aunque rotoso;a veces me hago el sarnosoy no tengo ni un granito,pero al chifle voy ganosocomo panzón al máiz frito.

A mi no me matan penasmientras tenga el cuero sano,venga el sol en el veranoy la escarcha en el invierno.Si este mundo es un infierno¿por qué afligirse el cristiano?

Hagámoslé cara fieraa los males, compañero,porque el zorro más matrerosuele cáir como un chorlito:viene por un corderitoy en la estaca deja el cuero.

Hoy tenemos que sufrirmales que no tienen nombre,pero esto a naides le asombreporque ansina es el pastely tiene que dar el hombremás vueltas que un carretel.

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Yo nunca me he de entregara los brazos de la muerte;arrastro mi triste suertepaso a paso y como pueda,que donde el débil se quedase suele escapar el juerte.

Y ricuerde cada cuallo que cada cual sufrió,que lo que es, amigo, yo,hago ansí la cuenta mía:ya lo pasado pasó,mañana será otro día.

Yo también tuve una pilchaque me enllenó el corazón,y si en aquella ocasiónalguien me hubiera buscao,siguro que me había hallaomás prendido que un botón.

En la güella del quererno hay animal que se pierda;las mujeres no son lerdasy todo gaucho es dotorsi pa cantarle al amortiene que templar las cuerdas.

¡Quién es de una alma tan duraque no quiera una mujer!Lo alivia en su padecer:si no sale calaveraes la mejor compañeraque el hombre puede tener.

Si es güena, no lo abandonacuando lo ve desgraciao,lo asiste con su cuidaoY con afán cariñoso,Y usté tal vez ni un rebozoni una pollera le ha dao.

Grandemente lo pasabacon aquella prenda míaviviendo con alegríacomo la mosca en la miel.¡Amigo, qué tiempo aquél!¡La pucha que la quería!

Era la águila que a un árboldende las nubes bajó,era más linda que el albacuando va rayando el sol,era la flor deliciosaque entre el trebolar creció.

Pero, amigo, el comendanteque mandaba la milicia,como que no desperdiciase fue refalando a casa:

yo le conocí en la trazaque el hombre traiba malicia.

El me daba voz de amigo,pero no le tenía fe.Era el jefe y, ya se ve,no podía competir yo;en mi rancho se pególo mesmo que saguaipé.

A poco andar conocíque ya me había desbancao,y él siempre muy entonaoaunque sin darme ni un cobre,me tenía de lao a laocomo encomienda de pobre.

A cada rato, de chasqueme hacía dir a gran distancia;ya me mandaba a una estancia,ya al pueblo, ya a la frontera;pero él en la comendanciano ponía los pies siquiera.

Es triste a no poder másel hombre en su padecer,si no tiene una mujerque lo ampare y lo consuele;mas pa que otro se la pelelo mejor es no tener.

No me gusta que otro gallole cacarie a mi gallina.Yo andaba ya con la espina,hasta que en una ocasiónlo solprendí en el jogónabrazándomé a la china.

Tenía el viejito una carade ternero mal lamido,y al verlo tan atrevidole dije: "Que le aproveche;que había sido pa el amorcomo gaucho pa la leche."

Peló la espada y se vinocomo a quererme ensartar,pero yo sin tutubiarle volví al punto a decir:-"Cuidao no te vas a pér...tigo,poné cuarta pa salir."

Un puntaso me largópero el cuerpo le saquéy en cuanto se lo quité,para no matar un viejo,con cuidao, medio de lejo,un planaso le asenté.

Y como nunca al que manda

le falta algún adulón,uno que en esa ocasiónse encontraba allí presentevino apretando los dientescomo perrito mamón.

Me hizo un tiro de revuélverque el hombre creyó siguro,era confiao y le juroque cerquita se arrimaba,pero siempre en un apurose desentumen mis tabas.

El me siguió menudiando,mas sin poderme acertar,y yo, déle culebriar,hasta que al fin le dentréy áhi no más lo despachésin dejarlo resollar.

Dentré a campiar en seguidaal viejito enamorao.El pobre se había ganaoen un noque de lejía.¡Quién sabe cómo estaríadel susto que había llevao!

¡Es sonso el cristiano machocuando el amor lo domina!El la miraba a la indina,y una cosa tan jediondasentí yo, que ni en la fondahe visto tal jedentina.

Y le dije:-"Pa su agüelahan de ser esas perdices."Yo me tapé las naricesy me salí estornudando,y el viejo quedó olfatiandocomo chico con lumbrices.

Cuando la mula recula,señal que quiere cosiar;ansí se suele portaraunque ella lo disimula;recula como la mulala mujer, para olvidar.

Alcé mi poncho y mis prendasy me largué a padecerpor culpa de una mujerque quiso engañar a dos.Al rancho le dije adiós,para nunca más volver.

Las mujeres dende entoncesconocí a todas en una.Ya no he de probar fortunacon carta tan conocida:mujer y perra parida,

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no se me acerca ninguna.

CAPÍTULO XI

A otros les brotan las coplascomo agua de manantial;pues a mí me pasa igual,aunque las mías nada valende la boca se me salencomo ovejas del corral.

Que en puertiando la primera,ya la siguen las demás,y en montones las de atráscontra los palos se estrellan,y saltan y se atropellansin que se corten jamás.

Y aunque yo por mi inoranciacon gran trabajo me esplico,cuando llego a abrir el picotenganló por cosa cierta:sale un verso y en la puertaya asoma el otro el hocico.

Y empréstemé su atención,me oirá relatar las penasde que traigo la alma llena,porque en toda circustanciapaga el gaucho su inoranciacon la sangre de las venas.

Después de aquella desgraciame guarecí en los pajales,anduve entre los cardalescomo bicho sin guarida;pero, amigo, es esa vidacomo vida de animales.

Y son tantas las miseriasen que me he sabido ver,que con tanto padecery sufrir tanta afliciónmalicio que he de tenerun callo en el corazón.

Ansí andaba como gauchocuando pasa el temporal.Supe una vez, pa mi mal,de una milonga que había,y ya pa la pulperíaenderecé mi bagual.

Era la casa del baileun rancho de mala muertey se enllenó de tal suerteque andabamos a empujones:nunca faltan encontronescuando el pobre se divierte.

Yo tenía unas medias botascon tamaños verdugones;me pusieron los talonescon crestas como los gallos;¡si viera mis aflicionespensando yo que eran callos!

Con gato y con fandanguillohabía empezao el changangoy para ver el fandangome colé haciéndome bola;mas metió el diablo la colay todo se volvió pango.

Había sido el guitarreroun gaucho duro de boca.Yo tengo pacencia pocapa aguantar cuando no debo;a ninguno me le atrevopero me halla el que me toca.

A bailar un pericóncon una moza salí,y cuando me vido allísin duda me conocióy estas coplitas cantócomo por ráirse de mí:

"Las mujeres son todascomo las mulas;yo no digo que todas,pero hay algunasque a las aves que vuelanles sacan plumas."

"Hay gauchos que presumende tener damas;no digo que presumen,pero se alaban,y a lo mejor los dejantocando tablas."

Se secretiaron las hembrasy yo ya me encocoré;volié la anca y le grité:"dejá de cantar... chicharra."Y de un tajo a la guitarratuitas las cuerdas corté.

Al grito salió de adentroun gringo con un jusil;pero nunca he sido vil,poco el peligro me espanta:ya me refalé la mantay la eché sobre el candil.

Gané en seguida la puertagritando: "Naides me ataje";y alborotao el hembraje

lo que todo quedó escuro,empezó a verse en apuromesturao con el gauchaje.

El primero que saliófue el cantor y se me vino,pero yo no pierdo el tinoaunque haiga tomao un trago,y hay algunos por mi pagoque me tienen por ladino.

No ha de haber achocao otro;le salió cara la broma;a su amigo cuando tomase le despeja el sentido,y el pobrecito había sidocomo carne de paloma.

Para prestar sus socorroslas mujeres no son lerdas:antes que la sangre pierdalo arrimaron a unas pipas.Ahi lo dejé con las tripascomo pa que hicieran cuerdas.

Monté y me largué a los camposmás libre que el pensamiento,como las nubes al viento,a vivir sin paradero;que no tiene el que es matreronido, ni rancho, ni asiento.

No hay fuerza contra el destinoque le ha señalao el cieloy aunque no tenga consueloaguante el que está en trabajo:¡naides se rasca pa abajoni se lonjea contra el pelo!

Con el gaucho desgraciaono hay uno que no se entone;la mesma falta lo esponea andar con los avestruces:faltan otros con más lucesy siempre hay quien los perdone.

CAPÍTULO XII

Yo no sé qué tantos mesesesta vida me duró;a veces nos obligóla miseria a comer potro:me había acompañao con otrostan desgraciaos como yo.

Mas ¿para qué platicarsobre esos males, canejo?Nace el gaucho y se hace viejosin que mejore su suerte,hasta que por áhi la muerte

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sale a cobrarle el pellejo.

Pero como no hay desgraciaque no acabe alguna vez,me aconteció que despuésde sufrir tanto rigorun amigo por favorme compuso con el juez.

Le alvertiré que en mi pagoya no va quedando un criollo:se los ha tragao el hoyoo juido o muerto en la guerra,porque, amigo, en esta tierranunca se acaba el embrollo.

Colijo que jue para esoque me llamó el juez un díay me dijo que queríahacerme a su lao venir,pa que dentrase a servirde soldao de polecía.

Y me largó una ploclamatratándomé de valiente,que yo era un hombre decente,y que dende aquel momentome nombraba de sargentopa que mandara la gente.

Ansí estuve en la partidapero ¡qué había de mandar!Anoche al irlo a tomarvide güena coyonturay a mí no me gusta andarcon la lata a la cintura.

Ya conoce, pues, quién soy;tenga confianza conmigo;Cruz le dio mano de amigoy no lo ha de abandonar.Juntos podemos buscarpa los dos un mesmo abrigo.

Andaremos de matrerossi es preciso pa salvar;nunca nos ha de faltarni un güen pingo para juir,ni un pajal ande dormir,ni un matambre que ensartar.

Y cuando sin trapo algunonos haiga el tiempo dejaoyo le pediré emprestaoel cuero a cualquiera loboy hago un poncho, si lo sobo,mejor que poncho engomao.

Para mi la cola es pechoy el espinazo es cadera;

hago mi nido ande quieray de lo que encuentre como;me echo tierra sobre el lomoy me apeo en cualquier tranquera.

Y dejo rodar la bolaque algún día se ha'e parar;tiene el gaucho que aguantarhasta que lo trague el hoyoo hasta que venga algún criolloen esta tierra a mandar.

Lo miran al pobre gauchocomo carne de cogote:lo tratan al estricote,y si ansí las cosas andanporque quieren los que mandan,aguantemos los azotes.

¡Pucha, si usté los oyeracomo yo en una ocasióntuita la conversaciónque con otro tuvo el juez!Le asiguro que esa vezse me achicó el corazón.

Hablaban de hacerse ricoscon campos en la frontera;de sacarla más ajueradonde había campos baldidosy llevar de los partidosgente que la defendiera.

Todo se güelven proyectosde colonias y carrilesy tirar la plata a milesen los gringos enganchaos,mientras al pobre soldaole pelan la chaucha, ¡ah viles!

Pero si siguen las cosascomo van hasta el presentepuede ser que redepenteveamos el campo disierto,y blanquiando solamentelos güesos de los que han muerto.

Hace mucho que sufrimosla suerte reculativa:trabaja el gaucho y no arriba,pues a lo mejor del casolo levantan de un sogasosin dejarle ni saliva.

De los males que sufrimoshablan mucho los puebleros,pero hacen como los terospara esconder sus niditos:en un lao pegan los gritosy en otro tienen los güevos.

Y se hacen los que no aciertana dar con la coyontura;mientras al gaucho lo apuracon rigor la autoridáellos a la enfermedále están errando la cura.

CAPÍTULO XIII

Ya veo que somos los dosastilla del mesmo palo:yo paso por gaucho maloy usté anda del mesmo modo,y yo, pa acabarlo todoa los indios me refalo.

Pido perdón a mi Dios,que tantos bienes me hizo;pero dende que es precisoque viva entre los infieles,yo seré cruel con los crueles:ansí mi suerte lo quiso.

Dios formó lindas las flores,delicadas como son,les dio toda perfecióny cuanto él era capaz,pero al hombre le dio máscuando le dio el corazón.

Le dio claridá a la luz,juerza en su carrera al viento,le dio vida y movimientodende la águila al gusano,pero más le dio al cristianoal darle el entendimiento.

Y aunque a las aves les dio,con otras cosas que inoro,esos piquitos como oroy un plumaje como tabla,le dio al hombre más tesoroal darie una lengua que habla.

y dende que dio a las fierasesa juria tan inmensa,que no hay poder que las vensani nada que las asombre,¿qué menos le daría al hombreque el valor pa su defensa?

Pero tantos bienes juntosal darle, malicio yoque en sus adentros pensóque el hombre los precisaba,que los bienes igualabancon las penas que le dio.

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Y yo empujao por las míasquiero salir de este infierno:ya no soy pichón muy tiernoy se manejar la lanzay hasta los indios no alcanzala facultá del gobierno.

Yo sé que allá los caciquesamparan a los cristianos,y que los tratan de "hermanos"cuando se van por su gusto.¿A qué andar pasando sustos?Alcemos el poncho y vamos.

En la cruzada hay peligrospero no aun esto me aterra,yo ruedo sobre la tierraarrastrao por mi destinoy si erramos el camino...no es el primero que lo erra.

Si hemos de salvar o node esto naides nos responde.Derecho ande el sol se escondetierra adentro hay que tirar;algún día hemos de llegar...después sabremos adónde.

No hemos de perder el rumbo,los dos somos güena yunta;el que es gaucho va ande apunta,aunque inore ande se encuentra;pa el lao en que el sol se dentradueblan los pastos la punta.

De hambre no pereceremos,pues según otros me han dichoen los campos se hallan bichosde los que uno necesita...gamas, matacos, mulitas,avestruces y quirquinchos.

Cuando se anda en el disiertose come uno hasta las colas;lo han cruzao mujeres solasllegando al fin con salú,y ha de ser gaucho el ñandúque se escape de mis bolas.

Tampoco a la sé le temo,yo la aguanto muy contento,busco agua olfatiando al viento,

y dende que no soy mancoande hay duraznillo blancocavo y la saco al momento.

Allá habrá siguridáya que aquí no la tenemos,menos males pasaremosy ha de haber grande alegríael día que nos descolguemosen alguna toldería.

Fabricaremos un toldo,como lo hacen tantos otros,con unos cueros de potro,que sea sala y sea cocina.¡Tal vez no falte una chinaque se apiade de nosotros!

Allá no hay que trabajar,vive uno como un señor;de cuando en cuando un malón,y si de él sale con vidalo pasa echao panza arribamirando dar güelta el sol.

y ya que a juerza de golpesla suerte nos dejó aflús,puede que allá véamos luzy se acaben nuestras penas.Todas las tierras son güenas:vámosnós, amigo Cruz.

El que maneja las bolas,el que sabe echar un pial,o sentarse en un bagualsin miedo de que lo baje,entre los mesmos salvajesno puede pasarlo mal.

El amor como la guerralo hace el criollo con canciones;a más de eso, en los malonespodemos aviarnos de algo;en fin, amigo, yo salgode estas pelegrinaciones.

En este punto el cantorbuscó un porrón pa consuelo,echó un trago como un cielo,dando fin a su argumento,y de un golpe al istrumentolo hizo astillas contra el suelo.

"Ruempo-dijo-la guitarra,pa no volverla a templar;ninguno la ha de tocar,por siguro ténganló;pues naides ha de cantarcuando este gaucho cantó."

Y daré fin a mis coplascon aire de relación;nunca falta un preguntónmás curioso que mujer,y tal vez quiera sabercómo fue la conclusión.

Cruz y Fierro, de una estanciauna tropilla se arriaron;por delante se la echaroncomo criollos entendidosy pronto, sin ser sentidos,por la frontera cruzaron.

Y cuando la habían pasao,una madrugada clarale dijo Cruz que miraralas últimas poblaciones;y a Fierro dos lagrimonesle rodaron por la cara.

Y siguiendo el fiel del rumbose entraron en el desierto.No sé si los habrán muertoen alguna correría,pero espero que algún díasabré de ellos algo cierto.

Y ya con estas noticiasmi relación acabé;por ser ciertas las conté,todas las desgracias dichas:es un telar de desdichascada gaucho que usté ve.

Pero ponga su esperanzaen el Dios que lo formó;y aquí me despido yo,que referí ansí a mi modoMALES QUE CONOCEN TODOSPERO QUE NAIDES CONTO.

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LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

CAPÍTULO I396Atención pido al silencioY silencio a la atención,Que voy en esta ocasión,Si me ayuda la memoria,A mostrarles que a mi historiaLe faltaba lo mejor.

397Viene uno como dormidoCuando vuelve del desierto;Veré si a esplicarme aciertoEntre gente tan bizzarraY si al sentir la guitarraDe mi sueño me despierto.

398Siento que mi pecho tiembla,Que se turba mi razón,Y de la vigüela al sonImploro a la alma de un sabioQue venga a mover mi labioY alentar mi corazón

399Si no llego a treinta y unaDe fijo en treinta me planto,Y esta confianza adelantoPorque recibí en mi mismo,Con el agua del bautismo,La facultá para el canto.

400Tanto el pobre como el ricoLa razón me la han de dar;Y si llegan a escucharLo que esplicaré a mi modo,Digo que no han de rair todos:Algunos han de llorar.

401Mucho tiene que contarEl que tuvo que sufrir,Y empezaré por pedirNo duden de cuanto digo;Pues debe creerse al testigoSi no pagan por mentir.

402Gracias le doy a la virgen,Gracias le doy al señor,Porque entre tanto rigorY habiendo perdido tanto,No perdí mi amor al canto

Ni mi voz como cantor.

403Que cante todo vivienteOtorgó el Eterno Padre;Cante todo el que le cuadreComo lo hacemos los dosPues sólo no tiene vozEl ser que no tiene sangre.

404Canta el pueblero... y es pueta;Canta el gaucho... y, !ay Jesús!,Lo miran como avestruz,Su inorancia los asombra;Mas siempre sirven las sombrasPara distinguir la luz.

405El campo es del inorante,El pueblo del hombre estruido;Yo que en el campo he nacidoDigo que mis cantos sonPara los unos... sonidos,Y para otros... intención.

406Yo he conocido cantoresQue era un gusto el escuchar;Mas no quieren opinarY se divierten cantando;Pero yo canto opinando,Que es mi modo de cantar.

407El que va por esta sendaCuanto sabe desembucha,Y aunque mi cencia no es mucha,Esto en mi favor previene;Yo se el corazón que tieneEl que con gusto me escucha.

408Lo que pinta este pincelNi el tiempo lo ha de borrar;Ninguno se ha de animarA corregirme la plana;No pinta quien tiene ganaSino quien sabe pintar.

409Y no piensen los oyentesQue del saber hago alarde;He conocido aunque tarde,Sin haberme arrepentido,

Que es pecado cometidoEl decir ciertas verdades.

410Pero voy en mi caminoY nada me ladiará;He de decir la verdá;De naides soy adulón;Aquí no hay imitación;Esta es pura realidá.

411Y el que me quiera enmendarMucho tiene que saber;Tiene mucho que aprenderEl que me sepa escuchar;Tiene mucho que rumiarEl que me quiera entender.

412Más que yo y cuantos me oigan,Más que las cosas que tratan,Más que los que ellos relatan,Mis cantos han de durar;Mucho ha habido que mascarPara echar esta bravata.

413Brotan quejas de mi pecho,Brota un lamento sentido;Y es tanto lo que he sufridoY males de tal tamañoQue reto a todos los añosA que traigan el olvido.

414Ya verán si me despiertoCómo se compone el baile;Y no se sorprenda naidesSi mayor fuego me anima;Porque quiero alzar la primaComo pa tocar al aire.

415Y con la cuerda tiranteDende que ese tono elija,Yo no he de aflojar manijaMientras que la voz no pierda,Si no se corta la cuerdaO no cede la clavija.

416Aunque rompí el estrumentoPor no volverme a tentar,Tengo tanto que contar

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Y cosas de tal calibre,Que Dios quiera que se libreEl que me enseñó a templar

417De naides sigo el ejemplo,Naides a dirigirme viene;Yo digo cuanto conviene,Y el que en tal güeya se planta,debe cantar, cuando canta,Con toda la voz que tiene

418He visto rodar la bolaY no se quiere parar;Al fin de tanto rodarMe he decidido a venirA ver si puedo vivirY me dejan trabajar.

419Sé dirigir la manseraY también echar un pial;Sé correr en un rodeo,Trabajar en un corral;Me sé sentar en un pértigoLo mesmo que en un bagual

420Y enpriéstenmé su atenciónSi ansí me quieren honrarDe no, tendré que callar,Pues el pájaro cantorJamás se para de cantarEn árbol que no da flor

421Hay trapitos que golpiarY de aquí no me levanto;Escúchenme cuando cantoSi quieren que desembuche:Tengo que decirles tantoQue les mando que me escuchen.

422Déjenmé tomar un trago:Estas son otras cuarentaMi garganta está sedienta,Y de esto no me abochorno,Pues el viejo, como el horno,Por la boca se calienta.

CAPÍTULO II423Triste suena mi guitarraY el asunto lo requiere;Ninguno alegrías espereSino sentidos lamentosDe aquel que en duros tormentosNace, crece, vive y muere.

424Es triste dejar sus pagosY largarse a tierra ajenaLlevándose la alma llenaDe tormentos y dolores;Mas nos llevan los rigoresComo el pampero a la arena.

425Irse a cruzar el desiertoLo mesmo que un forajido,Dejando aquí en el olvido,Como dejamos nosotros,Su mujer en brazos de otroY sus hijitos perdidos

426¡Cuantas veces al cruzarEn esa inmensa llanura,Al verse en tal desventuraY tan lejos de los suyos,Se tira uno entre los yuyosA llorar con amargura!

427En la orilla de un arroyoSolitario lo pasaba,En mil cosas cavilabaY, a una güelta repentina,Se me hacía ver a mi chinaO escuchar que me llamaba.

428Y las aguas serenitasBebe el pingo trago a trago,Mientras sin ningún halagoPasa uno hasta sin comer,Por pensar en su mujer,En sus hijos y en su pago.

429Recordarán que con CruzPara el desierto tiramosEn la pampa nos entramos,Cayendo, por fin del viaje,A unos toldos de salvajes,Los primeros que encontramos.

430La desgracia nos seguía:Llegamos en mal momento;Estaban de parlamentoTratando de una invasiónY el indio en tal ocasiónRecela hasta de su aliento.

431Se armó un tremendo alborotoCuando nos vieron llegar;

No podíamos aplacarTan peligroso hervidero;Nos tomaron por bomberosY nos quisieron lanciar.

432Nos quitaron los caballosA los muy pocos minutos;Estaban irresolutos;¡Quién sabe qué pretendían!Por los ojos nos metíanLas lanzas aquellos brutos.

433Y déle en su lengüeteoHacer gestos y cabriolas;Uno desató las bolasY se nos vino enseguida;Ya no créiamos con vidaSalvar ni por carambola.

434Allá no hay misericordiaNi esperanza que tener;El indio es de parecerQue siempre matar se debe,Pues la sangre que no bebeLe gusta verla correr.

435Cruz se dispuso a morirPeliando y me convidó."Aguantemos", dije yo,'"El fuego hasta que nos queme".Menos los peligros temeQuien más veces lo venció.

436Se debe ser más prudenteCuando el peligro es mayor;Siempre se salva mejorAndando con alvertenciaPorque no está la prudenciaReñida con el valor.

437Vino al fin el lenguarazComo a trairnos el perdón;Nos dijo:"La salvaciónSe la deben a un cacique;Me manda que les espliqueQue se trata de un malón.

438"Les ha dicho a los demásQue ustedes quedan cautivosPor si cain algunos vivosEn poder de los cristianos,Rescatar a sus hermanosCon estos dos fugitivos."

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439Volvieron al parlamentoA tratar de sus alianzas,O tal vez de las matanzas,Y, conforme les detallo,Hicieron cerco a caballorecostándose en las lanzas.

440Dentra al centro un indio viejoY allí a lengüetiar se larga;¡Quién sabe qué les encarga!Pero toda la riuniónLo escuchó con atenciónLo menos tres horas largas.

441Pegó al fin tres alaridosY ya principiaba otra danza;Para mostrar su pujanzaY dar pruebas de jinete,Dio riendas rayando el fleteY revoliando la lanza.

442Recorre luego la fila,Frente a cada indio se para,Lo amenaza cara a caraY, en su juria, aquel malditoAcompaña con su gritoEl cimbrar de la tacuara.

443Se vuelve aquello un incendioMás feo que la mesma guerra:Entre una nube de tierraSe hizo allí una mezcolanzaDe potros, indios y lanzas,Con alaridos que aterran.

444Parece un baile de fierasSigún yo me lo imagino;Era inmenso el remolino,Las voces aterradoras;Hasta que al fin de dos horasSe aplacó aquel torbellino.

445De noche formaban cercoY en el centro nos ponían;Para mostrar que queríanQuitarnos toda esperanza,Ocho o diez filas de lanzasAlrededor nos hacían.

446Allí estaban vigilanteCuidándonos a porfía;

Cuando roncar parecían"Huincá", gritaba cualquiera,Y toda la fila entera"Huincá", "huincá", repetía.

447Pero el indio es dormilónY tiene un sueño projundo;Es roncador sin segundoY en tal confianza es su vida,Que ronca a pata tendidaAunque se de güelta el mundo.

448Nos aviriguaban todoComo aquel que se previene,Porque siempre les convieneSaber las juerzas que andan,Dónde están, quiénes las mandan,Qué caballos y armas tienen.

449A cada respuesta nuestraUno hace una esclamación,Y luego en continuaciónAquellos indios feroces,Cientos y cientos de vocesRepiten al mesmo son.

450Y aquella voz de un solo,Que empieza por un gruñido,Llega hasta ser alaridoDe toda la muchedumbre,Y ansí adquieren la costumbreDe pegar esos bramidos.

CAPÍTULO III451De ese modo nos hallamosEmpeñaos en la partida;No hay que darla por perdidaPor dura que sea la suerte,Ni que pensar en la muerte,Sino en soportar la vida.

452Se endurece el corazón,No teme peligro alguno;Por encontrarlo oportunoAllí juramos los dos:Respetar tan sólo a Dios;De Dios abajo, a ninguno.

453El mal es árbol que creceY que cortado retoña;La gente esperta o bisoñaSufre de infinitos modos;La tierra es madre de todos,

Pero también da ponzoña.

454Mas todo varón prudenteSufre tranquilo sus males;Yo siempre los hallo igualesEn cualquier senda que elijo;La desgracia tiene hijos,Aunque ella no tiene madre.

455Y al que le toca la herencia,Donde quiera halla su ruina:Lo que la suerte destinaNo puede el hombre evitar,Porque el cardo ha de pincharEs que nace con espinas.

456Es el destino del pobreUn continuo zafarranchoY pasa como el carancho,Porque el mal nunca se sacia,Si el viento de la desgraciaVuela las pajas del rancho.

457Mas quien manda los pesaresManda también el consuelo:La luz que baja del cieloAlumbra al más encumbrao,Y hasta el pelo más delgaoHace su sombra en el suelo.

458Pero por más que uno sufraUn rigor que lo atormente,No debe bajar la frenteNunca, por ningún motivo:El álamo es mas altivoY gime constantemente.

459El indio pasa la vidaRobando o echao de panza;La única ley es la lanzaA que se ha de someter:Lo que le falta en saberLo suple con desconfianza.

460Fuera cosa de engarzarloA un indio caritativo:Es duro con el cautivo,Le dan un trato horroroso;Es astuto y receloso,es audaz y vengativo.

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No hay que pedirle favorNi que aguardar tolerancia;Movidos por su inoranciay de puro desconfiaos,Nos pusieron separaosBajo sutil vigilancia.

462No pude tener con CruzNinguna conversación:No nos daban ocasión,Nos trataban como ajenosComo dos años, lo menos,Duró esta separación.

463Relatar nuestras penuriasFuera alargar el asunto.Les diré sobre este puntoQue a los dos años reciénNos hizo el cacique el bienDe dejarnos vivir juntos.

464Nos retiramos con CruzA la orilla de un pajal;Por no pasarlo tan malHicimos como un benditoEn el desierto infinito,Con dos cueros de bagual.

465Fuimos a esconder allíNuestra pobre situación,Aliviando con la uniónAquel duro cautiverio,Tristes como un cementerioAl toque de la oración.

466Debe el hombre ser valienteSi ha rodar se determina,Primero, cuando camina;Segundo, cuando descansa;Pues en aquellas andanzasPerece el que se acoquina.

467Cuando es manso el terneritoEn cualquier vaca se priende;El que es gaucho esto lo entiendeY ha de entender si le digoQue andábamos con mi amigoComo pan que no se vende.

468Guarecidos en el toldoCharlábamos mano a mano:Éramos dos veteranosMansos pa las sabandijas,

Arrumbaos como cubijasCuando calienta el verano.

469El alimento no abundaPor más empeño que se haga;Lo pasa uno como plaga,Ejercitando la industria,Y siempre como la nutriaViviendo a la orilla del agua.

470En semejante ejercicioSe hace diestro el cazador:Cai el piche engordador,Cai el pájaro que trina;Todo bicho que caminaVa parar al asador.

471Pues allí a los cuatro vientosLa persecución se lleva;Nadie escapa de la levaY dende que el alba asomaYa recorre uno la loma,El bajo, el nido y la cueva.

472El que vive de la cazaA cualquier bicho se atreve,Que pluma o cáscara lleve,Pues, cuando la hambre se siente,El hombre le clava el dienteA todo lo que se mueve.

473En las sagradas alturasEstá el maistro principalQue enseña a cada animalA procurarse el sustento,Y le brinda el alimentoA todo ser racional.

474Y aves y bichos y pejesSe mantienen de mil modos:Pero el hombre en su acomodoEs curioso de oservar:Es el que sabe llorarY es el que los come a todos.

CAPÍTULO IV475Antes de aclarar el díaEmpieza el indio a aturdirLa pampa con su rugir,Y en alguna madrugada,Sin que sintiéramos nada,Se largaban a invadir.

476Primero entierran las prendasEn cuevas como peludos;Y aquellos indios cerdudos,Siempre llenos de recelos,En los caballos en pelosSe vienen medio desnudos.

477Para pegar el malónEl mejor flete procuran;Y como es su arma seguraVienen con la lanza sola,Y varios pares de bolasAtados a la cintura.

478De ese modo anda livianoNo fatiga al mancarrón;Es su espuela en el malón,Después de bien afilao,Un cuernito de venaoQue se amarra en el garrón.

479El indio que tiene un pingoQue se llega a distinguir,Lo cuida hasta pa dormir;De ese cuidao es esclavo.Se lo alquila a otro indio bravoCuando vienen a invadir

480Por vigilarlo no comeY ni aun el sueño concilia:Sólo en eso no hay desidia;De noche les asiguro,Para tenerlo siguroLe hace cerco la familia.

481Por eso habrán visto ustedes,Si en el caso se han hallao,Y si no lo han observao,Tenganló dende hoy presente,Que todo pampa valienteAnda siempre bien montao.

482Marcha el indio a trote largo,Paso que rinde y que dura;Viene en dirección siguraY jamás a su capricho;No se les escapa bichoEn la noche más escura.

483Caminan entre tinieblasCon un cerco bien formao;Lo estrechan con gran cuidao

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Y agarran, al aclarar,Ñanduces, gamas, venaos,Cuanto ha podido dentrar.

484Su señal es un humitoQue se eleva muy arriba,Y no hay quien no lo apercibaCon esa vista que tienen;De todas partes se vienenA engrosar la comitiva.

485Ansina se van juntando,Hasta hacer esas riunionesQue cain en las invasionesEn número tan crecido;Para formarla han salidoDe los últimos rincones.

486Es guerra cruel la del indioPorque viene como fiera;Atropella donde quieraY de asolar no se cansa;De su pingo y de su lanzaToda salvación espera.

487Debe atarse bien la fajaQuien a aguardarlo se atreva;Siempre mala intención lleva,Y, como tiene alma grande,No hay plegaria que lo ablandeNi dolor que lo conmueva.

488Odia de muerte al cristiano,Hace guerra sin cuartel;Para matar es sin yel,Es fiero de condición;No golpia la compasiónEn el pecho del infiel.

489Tiene la vista del águila,Del león la temeridá;En el desierto no habráAnimal que él no lo entienda,Ni fiera de que no apriendaUn instinto de crueldá.

490Es tenaz en su barbarie:No esperen verlo cambiar;El deseo de mejorarEn su rudeza no cabe;El bárbaro sólo sabeEmborracharse y peliar.

491El indio nunca ríe,Y el pretenderlo es en vano,Ni cuando festeja ufanoEl triunfo en sus correrías;La risa en sus alegríasLe pertenece al cristiano.

492Se cruzan en el desiertoComo un animal feroz;Dan cada alarido atrozQue hace erizar los cabellos;Parece que a todos ellosLos ha maldecido Dios.

493Todo el peso del trabajoLo dejan a las mujeres:El indio es indio y no quiereApiar de su condiciónHa nacido indio ladrónY como indio ladrón muere.

494El que envenenen sus armasLes mandan sus hechiceras;Y como ni a Dios veneran,Nada a los pampa contiene:Hasta los nombres que tienenSon de animales y fieras.

495Y son, ¡por Cristo bendito!,Los más desasiaos del mundo:Esos indios vagabundos,Con repunancia me acuerdo,Viven lo mesmo que el cerdoEn esos toldos inmundos.

496Naides puede imaginarUna miseria mayor;Su pobreza causa horror;No sabe aquel indio brutoQue la tierra no da frutoSi no la riega el sudor.

CAPÍTULO V497Aquel desierto se agitaCuando la invasión regresa;Llevan miles de cabezasDe vacuno y yeguarizo;Pa no afligirse es precisoTener bastante firmeza.

498Aquello es un hervideroDe pampas -un celemín-.

Cuando riunen el botínJuntando toda la hacienda,Es cantidá tan tremendaQue no alcanza a verse el fin.

499Vuelven las chinas cargadasCon las prendas en montón;Aflige esa destrucción:Acomodaos en carguerosLlevan negocios enterosQue han saquiao en la invasión.

500Su pretensión es robar,No quedar en el pantano;Viene a tierra de cristianosComo juria del infierno;No se llevan al GobiernoPorque no lo hallan a mano.

501Vuelven locos de contentoCuando han venido a la fija;Antes que ninguno elijaEmpiezan con todo empeño,Como dijo un santiagueño,A hacerse la repartija.

502Se reparten el botínCon igualdad, sin malicia;No muestra el indio codicia,Ninguna falta comete:Sólo en eso se someteA una regla de justicia.

503Y cada cual con lo suyoA sus toldos enderieza;Luego la matanza empiezaTan sin razón ni motivo,Que no queda animal vivoDe esos miles de cabezas.

504Y satisfecho el salvajeDe que su oficio ha cumplido,Lo pasa por ahí tendidoVolviendo a su haraganiar,Y entra la china a cueriarCon un afán desmedido.

505A veces a tierra adentroAlgunas puntas se llevan;Pero hay pocos que se atrevanA hacer esas incursiones,Porque otros indios ladronesLes suelen pelar la breva.

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506Pero pienso que los pampasDeben de ser los más rudos;Aunque andan medio desnudosNi su conveniencia entienden:Por una vaca que vendenQuinientas matan al ñudo.

507Estas cosas y otras pioresLas he visto muchos años;Pero si yo no me engañoConcluyó ese vandalaje,Y esos bárbaros salvajesNo podrán hacer mas daño.

508Las tribus están deshechas;Los caciques más altivosEstán muertos o cautivos,Privaos de toda esperanza,Y de la chusma y de la lanza,Ya muy pocos quedan vivos.

509Son salvajes por completoHasta pa su diversión,Pues hacen una junciónQue naides se la imagina;Recién le toca a la chinaEl hacer su papelón.

510Cuando el hombre es más salvajeTrata pior a la mujer:Yo no sé que pueda haberSin ella dicha ni goce.¡Feliz el que la conoceY logra hacerse querer!

511Todo el que entiende la vidaBusca a su lao los placeres;Justo es que las considereEl hombre de corazón;Sólo los cobardes sonValientes con sus mujeres.

512Pa servir a un desgraciaoPronta la mujer está;Cuando en su camino vaNo hay peligro que le asuste;Ni hay una a quien no le gusteUna obra de caridá.

513No se hallará una mujerA la que esto no le cuadre;

Yo alabo al Eterno Padre,No porque las hizo bellas,Sino porque a todas ellasLes dio corazón de madre.

514Es piadosa y diligenteY sufrida en los trabajos;Tal vez su valor rebajoAunque la estimo bastante;Mas los indios inorantesLa trata al estropajo.

515Echan la alma trabajandoBajo el más duro rigor;El marido es su señor,Como tirano la manda,Porque el indio no se ablandaNi siquiera en el amor.

516No tiene cariño a naidesNi sabe lo que es amar.¿Ni que se puede esperarDe aquellos pechos de bronce?Yo los conocí al llegarY los calé dende entonces.

517Mientras tiene qué comerPermanece sosegao;Yo que en sus toldos he estaoY sus costumbres oservo,Digo que es como aquel cuervoQue no volvio del mandao.

518Es para él como un jugueteEscupir un crucifijo;Pienso que Dios los maldijoY ansina al ñudo desato:El indio, el cerdo y el gatoRedaman sangre del hijo.

519Mas ya con cuentos de pampasNo ocuparé su atención;Debo pedirles perdón,Pues sin querer me distraje;Por hablar de esos salvajesMe olvidé de la junción.

520Hacen un cerco de lanzas,Los indios quedan ajuera;Dentra la china ligeraComo yeguada en la trilla,Y empieza allí la cuadrillaA dar güeltas en la era.

521A un lao están los caciques,Capitanejos y el trompaTocando con toda pompaComo un toque de fajina;Adentro muere la china,Sin que aquel circulo rompa.

522Muchas veces se les oyenA las pobres los quejidos;Mas son lamentos perdidos:Al rededor del cercao,En el suelo están mamaosLos indios dando alaridos.

523Su canto es una palabraY de ahi no salen jamás;Llevan todas el compás"Ioká-ioká" repitiendo;Me parece estarlas viendoMás fieras que Satanás.

524Al trote dentro del cerco,Sudando, hambrientas, juriosas,Desgreñadas y rotosas,De sol a sol se lo llevan:Bailan aunque truene o llueva,Cantando la mesma cosa.

CAPÍTULO VI525El tiempo sigue su giroY nosotros, solitarios;De los indios sanguinariosNo teníamos qué esperar;El que nos salvó al llegarEra el más hospitalario.

526Mostró noble corazón,Cristiano anhelaba ser;La justicia es un deber,Y sus méritos no callo:Nos regaló unos caballosY a veces nos vino a ver.

527A la voluntad de DiosNi con la intención resisto:El nos salvó...¡ah, Cristo!,Muchas veces he deseadoNo nos hubiera salvadoNi jamás haberlo visto.

528Quien recibe beneficios

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Jamás los debe olvidar;Y al que tiene que rodarEn su vida trabajosa,Le pasan a veces cosasQue son duras de pelar.

529Voy dentrando poco a pocoEn lo triste del pasaje;Cuando es amargo el brebajeEl corazón no se alegra;Dentró una virgüela negraQue los diezmó a los salvajes.

530Al sentir tal mortandáLos indios, desesperaos,Gritaban alborotados:"¡Cristiano echando gualicho!"No quedó en los toldos bichoQue no salió redotao.

531Sus remedios son secretos,Los tienen las adivinan;No los conocen las chinasSino alguna ya muy vieja,Y es la que lo aconsejaCon mil embustes, la indina.

532Allí soporta el pacienteLas terribles curaciones,Pues a golpes y estrujonesSon los remedios aquellos:Los agarran de los cabellosY le arrancan los mechones.

533Les hacen mil herejíasQue el presenciarlas da horror;Brama el indio de dolorPor los tormentos que pasa,Y untándolo todo de grasaLo ponen a hervir al sol.

534Y puesto allí boca arriba,Alrededor le hacen fuego;Una china viene luegoY al oído le da de gritos;Hay algunos tan malditosQue sanan con este juego.

535A otros les cuecen la bocaAunque de dolores cruja;Lo agarran allí y lo estrujan,Labios le queman y dienteCon un güevo bien caliente

De alguna gallina bruja.

536Conoce el indio el peligroY pierde toda esperanza;Si a escapárseles alcanzaDispara como la liebre;Le da delirios la fiebre,Y ya le cain con la lanza.

537Esas fiebres son terribles,Y aunque de esto no disputoNi de saber me reputo,"Será", decíamos nosotros,"De tanta carne de potroComo comen esos brutos".

538Había un gringuito cautivoQue siempre hablaba del barco,Y lo augaron en un charcoPor causante de la peste;Tenía los ojos celestesComo potrillo zarco.

539Que le dieran esa muerteDispuso una china vieja,Y aunque se aflije y se queja,Es inútil que resista:Ponía el infeliz la vistaComo la pone la oveja.

540Nosotros nos alejamosPara no ver tanto estrago;Cruz sentía los amagosDe la peste que reinaba,Y la idea nos acosabaDe volver a nuestros pagos.

541Pero contra el plan mejorEl destino se rebela.¡La sangre se me congela!El que nos había salvadoCayó también atacadoDe la fiebre y la virgüela.

542No podíamos dudar,Al verlo en tal padecer,El fin que había de tener,Y Cruz que era tan humano:"Vamos", me dijo,"paisanoA cumplir con un deber".

543

Fuimos a estar a su ladoPara ayudarlo a curar;Lo vinieron a buscarY hacerle como a los otros;Lo defendimos nosotros,No lo dejamos lanciar.

544Iba creciendo la plagaY la mortandá seguía.A su lado nos teníaCuidándolo con pacencia,Pero acabó su esistenciaAl fin de unos pocos días.

545El recuerdo me atormenta;Se renueva mi pesar;Me dan ganas de llorar;Nada a mis penas igualo;Cruz también cayó muy maloYa para no levantar.

546Todos pueden figurarseCuánto tuve que sufrir;Yo no hacía sino gemir,Y aumentaba mi afliciónNo saber una oraciónPa ayudarlo a bien morir.

547Se le pasmó la virgüela,Y el pobre estaba en un grito;Me recomendó un hijitoQue en su pago había dejado:"Ha quedado abandonado".Me dijo, "aquel pobrecito".

548"Si vuelve, búsquemeló",Me repetía a media voz;"En el mundo éramos dos,Pues él ya no tiene madre;Que sepa el fin de su padreY encomiende mi alma a Dios".

549Lo apretaba contra el pecho,Dominao por el dolor;Era su pena mayorEl morir allá entre infielesSufriendo dolores cruelesEntregó su alma al Criador.

550De rodillas a su ladoYo lo encomendé a Jesús.Faltó a mis ojos la luz,Tuve un terrible desmayo;

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Cai como herido del rayoCuando lo vi muerto a Cruz.

CAPÍTULO VII551Aquel bravo compañeroEn mis brazos espiró;Hombre que tanto sirvió,Varón que fue tan prudente,Por humano y por valienteEn el desierto murió.

552Y yo, con mis propias manos,Yo mesmo lo sepulté;A Dios por su alma roguéDe dolor el pecho lleno,Y humedeció aquel terrenoEl llanto que redamé.

553Cumplí con mi obligación;No hay falta de que me acuse,Ni deber de que se escuse,Aunque de dolor sucumba:Allá señala su tumbaUna cruz que yo le puse.

554Andaba de toldo en toldoY todo me fastidiaba;El pesar me dominaba,Y entregao al sentimientoSe me hacía cada momentoOír a Cruz que me llamaba.

555Cual más, cual menos, los criollosSaben lo que es amargura;En mi triste desventuraNo encontraba otro consueloQue ir a tirarme en el suelo,Al lao de su sepultura.

556Allí pasaba las horasSin haber naides conmigoTeniendo a Dios por testigo,Y mis pensamientos fijosEn mi mujer y mis hijos,En mi pago y en mi amigo.

557Privado de tantos bienesY perdido en tierra ajena,Parece que se encadenaEl tiempo y que no pasara,Como si el sol se pararaA contemplar tanta pena.

558Sin saber qué hacer de míY entregao a mi aflición,Estando allí una ocasión,Del lao que venía el vientoOí unos tristes lamentosQue llamaron mi atención.

559No son raros los quejidosEn los toldos del salvaje,Pues aquél es vandalajeDonde no se arregla nadaSino a lanza y puñalada,A bolazos y coraje.

560No preciso juramento,Deben creerle a Martín Fierro;He visto en este destierroA un salvaje que se irrita,Degollar a una chinitaY tirársela a los perros.

561He presenciado martirios,He visto muchas crueldades,Crímenes y atrocidadesQue el cristiano no imagina,Pues ni el indio ni la chinaSabe lo que son piedades.

562Quise curiosiar los llantosQue llegaban hasta mí;Al punto me dirigíAl lugar de ande venían:¡Me horroriza todavíaEl cuadro que descubrí!.

563Era una infeliz mujerQue estaba de sangre llena,Y como una madalenaLloraba con toda gana;Conocí que era cristianaY esto me dio mayor pena.

564Cauteloso me acerquéA un indio que estaba al lao,Porque el pampa es desconfiaoSiempre de todo cristiano,Y vi que tenía en la manoEl rebenque ensangrentao.

CAPÍTULO VIII565Más tarde supe por ella,De manera positiva,

Que dentró una comitivaDe pampas a su partido,Mataron a su maridoY la llevaron cautiva.

566En tan dura servidumbreHacían dos años que estaba;Un hijito que llevabaA su lado lo tenía.La china la aborrecíaTratándola como esclava.

567Deseaba para escaparsehacer una tentativa,Pues a la infeliz cautivaNaides la va a redimir,Y allí tiene que sufrirEl tormento mientras viva.

568Aquella china perversa,Dende el punto que llegó,Crueldá y orgullo mostróPorque el indio era valiente:Usaba un collar de dientesDe cristianos que él mató.

569La mandaba a trabajar,Poniendo cerca a su hijitoTiritando y dando gritos,Por la mañana temprano,Atado de pies y manosLo mesmo que un corderito.

570Ansí le imponía tareaDe juntar leña y sembrarViendo a su hijito llorar,Y hasta que no terminaba,La china no la dejabaQue le diera de mamar.

571Cuando no tenían trabajoLa emprestaban a otra china,"Naides", decía, "se imagina,Ni es capaz de presumirCuanto tiene que sufrirLa infeliz que está cautiva.

572Si ven crecido a su hijito,Como de piedá no entiendenY a suplicas nunca atienden,Cuando no es éste es el otro,Se lo quitan y lo vendenO lo cambian por un potro.

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573En la crianza de los suyosSon bárbaros por demás.No lo había visto jamás:En una tabla los atan,Los crían así, y les achatanLa cabeza por detrás.

574Aunque esto parezca extraño,Ninguno lo ponga en duda:Entre aquella gente ruda,En su bárbara torpeza,Es gala que la cabezaSe les forme puntiaguda.

575Aquella china malvada,Que tanto la aborrecía,Empezó a decir un día,Porque falleció una hermana,Que sin duda la cristianaLe había echado brujería.

576El indio la sacó al campoY la empezó a amenazarQue le había de confesarSi la brujería era cierta;O que la iba a castigarHasta que quedara muerta.

577Llora la pobre afligida,Pero el indio, en su rigor,Le arrebató con jurorAl hijo de entre sus brazos,Y del primer rebencazoLa hizo crujir de dolor.

578Que aquel salvaje tan cruelAzotándola seguía;Más y más se enfurecíaCuanto más la castigabaY la infeliz se atajabaLos golpes como podía.

579Que le gritó muy furioso"Confechando no querés;"La dio vuelta de un revésY, por colmar su amargura,A su tierna criaturaSe la desgolló a los pies.

580"Es increíble" me decía,"Que tanta fiereza esista;

No habrá madre que resista;Aquel salvaje inclementeCometió tranquilamenteAquel crimen a mi vista."

581Esos horrores tremendosNo los inventa el cristiano:"Ese bárbaro inhumano"-Sollozando me lo dijo-"Me amarró luego las manosCon las tripitas de mi hijo."

CAPÍTULO IX582De ella fueron los lamentosQue en mi soledá escuché:En cuanto al punto llegué,Quedé enterado de todo:Al mirarla de aquel modoNi un instante tutubié.

583Toda cubierta de sangreAquella infeliz cautiva,Tenia dende abajo arribaLas marcas de los lazazos:Sus trapos hechos pedazosMostraban la carne viva.

584Alzó los ojos al cieloEn sus lágrimas bañada;Tenía las manos atadas;Su tormento estaba claro;Y me clavó una miradaComo pidiéndome amparo.

585Yo no sé lo que pasóEn mi pecho en ese instante;Estaba el indio arroganteCon una cara feroz:Para entendernos los dosLa mirada fue bastante.

586Pegó un brinco como gatoY me ganó la distancia,Aprovechó esa distanciaComo fiera cazadora:Desató las boliadorasY aguardó con vigilancia.

587Aunque yo iba de curiosoY no por buscar contienda,Al pingo le até la rienda,Eché mano dende luegoA éste que no yerra juego,

Y ya se armó la tremenda.

588El peligro en que me hallabaAl momento conocí;Nos mantuvimos ansí,Me miraba y lo miraba:Yo al indio le desconfiaba,Y él me desconfiaba a mí.

589Se debe ser precavidoCuando el indio se agazape:En esa postura el tapeVale por cuatro o por cinco;Como el tigre es para el brincoY fácil que a uno lo atrape.

590Peligro era atropellarY era peligro el juir,Y más peligro seguirEsperando de ese modo,Pues otros podían venirY carniarme allí entre todos.

591A juerza de precauciónMuchas veces he salvado,Pues es un trance apuradoEs mortal cualquier descuido;Si Cruz hubiera vividoNo habría tenido cuidado.

592Un hombre junto con otroEn valor y en juerza crece;El temor desaparece;Escapa de cualquier trampa;Entre dos, no digo a un pampa,A la tribu, si se ofrece.

593En tamaña incertidumbre,En trance tan apurado,No podía por descontadoEscarparme de otra suerte,Sino dando al indio muerteO quedando allí estirado.

594Y como el tiempo pasabaY aquel asunto me urgía,Viendo que él no se movíaMe juí medio de soslayoComo a agarrarle el caballo,A ver si se me venía.

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Ansí jué, no aguardó másY me atropelló el salvaje;Es preciso que se atajeQuien con el indio pelee;El miedo de verse a pieAumentaba su coraje.

596En la dentrada no másMe largó un par de bolazos;Uno me tocó en un brazo;Si me da bien, me lo quiebra,Pues las bolas son de piedraY vienen como balazo.

597A la primer puñaladaEl pampa se hizo un ovillo;Era el salvaje más pilloQue he visto en mis correrías,Y, a más de las picardías,Arisco para el cuchillo.

598Las bolas las manejabaAquel bruto con destreza;Las recogía con prestezaY me las volvía a largar,Haciéndomelas silbarArriba de la cabeza.

599Aquel indio, como todos,Era cauteloso... !ahijuna!Ahí me valió la fortunaDe que peliando se apotraMe amenazaba con unaY me largaba con otra.

600Me sucedió una desgraciaEn aquel percance amargo;En momento que lo cargoY que él reculando va,Me enredé en el chiripáY caí tirao largo a largo.

601Ni pa encomendarme a DiosTiempo el salvaje me dio;Cuanto en el suelo me vioMe saltó con ligereza:Juntito de la cabezaEl bolazo retumbó.

602Ni por respeto al cuchilloDejó el indio de apretarme;Allí pretende ultimarmeSin dejarme levantar,

Y no me daba lugarNi siquiera a enderezarme.

603De balde quiero moverme:Aquel indio no me suelta.Como persona resueltaToda mi juerza ejecuto,Pero abajo de aquel brutoNo podía ni darme güelta.

604¡Bendito, Dios poderoso,Quien te puede comprender!Cuando a una débil mujerLe diste en esa ocasiónLa juerza que en un varónTal vez no pudiera haber.

605Esa infeliz tan llorosa,Viendo el peligro se anima;Como una flecha se arrimaY olvidando su aflición,Le pegó al indio un tirónQue me lo sacó de encima.

606Ausilio tan generosoMe libertó del apuro;Si no es ella, de siguroQue el indio me sacrifica;Y mi valor se duplicaCon un ejemplo tan puro.

607En cuanto me enderecéNos volvimos a topar,No se podía descansarY me chorriaba el sudor:En un apuro mayorJamás me he vuelto a encontrar.

608Tampoco yo le daba alceComo deben suponer;Se había aumentao mi quehacerPara impedir que el brutazoLe pegar algún bolazoDe rabia a aquella mujer.

609La bola en manos del indioEs terrible y muy ligera;Hace de ella lo que quieraSaltando como una cabra.Mudos, sin decir palabra,Peliábamos como fieras.

610

Aquel duelo en el desiertoNunca jamás se me olvida;Iba jugando la vidaCon tan terrible enemigo,Teniendo allí de testigoA una mujer afligida.

611Cuanto él más se enfurecíaYo más me empiezo a calmar;Mientras no logra matarEl indio no se desfoga;Al fin le corté una sogaY lo empecé a aventajar.

612Me hizo sonar las costillasDe un bolazo aquel maldito;Y al tiempo que le di un gritoY le dentro como bala,Pisa el indio, y se refalaEn el cuerpo del chiquito.

613Para explicar el misterioEs muy escasa mi cencia:Lo castigó, en mi conciencia,Su Divina Majestá;Donde no hay casualidáSuele estar la Providencia.

614En cuanto trastabillóMás de firme lo cargué,Y aunque de nuevo hizo pieLo perdió aquella pisada;Pues en esa atropelladaEn dos partes lo corté.

615Al sentirse lastimaoSe puso medio afligido,Pero era indio decidido,Su valor no se aquebranta;Le salían de la gargantaComo una especie de aullidos.

616Lastimao en la cabeza,La sangre lo enceguecía;De otra herida le salíaHaciendo un charco ande estaba,Con los pies chapaliabaSin aflojar todavía.

617Tres figuras imponentesFormábamos aquel terno:Ella en su dolor materno,Yo con la lengua dejuera,

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Y el salvaje como fieraDisparada del infierno.

618Iba conociendo el indioQue tocaban a degüello:Se le erizaba el cabelloY los ojos revolvía;Los labios se le perdíanCuando iba a tomar resuello.

619En una nueva dentradaLe pegué un golpe sentido,Y al verse ya malherido,Aquel indio furibundoLanzó un terrible alaridoQue retumbó como un ruidoSi se sacudiera el mundo.

620Al fin de tanto lidiar,En el cuchillo lo alcé,En peso lo levantéAquel hijo del desierto;Ensartado lo llevé,Y allá recién lo larguéCuando ya lo sentí muerto.

621Me persiné dando graciasDe haber salvado la vida;Aquella pobre afligida,De rodillas en el suelo,Alzó sus ojos al cieloSollozando dolorida.

622Me hinqué también a su ladoA dar gracias a mi santo;En su dolor y quebrantoElla, a la Madre de Dios,Le pide en su triste llantoQue nos ampare a los dos.

623Se alzó con pausa de leonaCuando acabó de implorar,Y, sin dejar de llorar,Envolvió en uno trapitosLos pedazos de su hijito,Que yo le ayudé a juntar.

CAPÍTULO X624Dende ese punto era juerzaAbandonar el desierto,Pues me hubieran descubierto,Y aunque lo maté en pelea,De fijo que me lancean

Por vengar al indio muerto.

625A la afligida cautivaMi caballo le ofrecí:Era un pingo que adquirí,Y, donde quiera que estaba,En cuanto yo lo silbabaVenia a refregarse en mí.

626Yo me lo senté al del pampa;Era un escuro tapao(Cuando me hallo bien montaoDe mis casillas me salgo),Y era un pingo como galgoQue sabía correr boliao.

627Para correr en el campoNo hallaba ningún tropiezo;Los ejercitan en eso,Y los ponen como luz,De dentrarle a un avestruzY boliar bajo el pescuezo.

628El pampa educa al caballoComo pa un entrevero:Como rayo es de ligeroEn cuando el indio lo toca,Y como trompo en la bocaDa güeltas sobre un cuero.

629Lo varea en la madrugada(Jamás falta a este deber),Luego lo enseña a correrEntre fangos y guadales:Ansina esos animalesEs cuanto se puede ver.

630En el caballo de un pampaNo hay peligro de rodar,¡Jue pucha!, y pa dispararEs pingo que no se cansa;Con prolijidad lo amansaSin dejarlo corcoviar.

631Pa quitarle las cosquillasCon cuidao lo manosea;Horas enteras emplea,Y, por fin, sólo lo dejaCuando agacha las orejasY ya el potro ni cocea.

632

Jamás le sacude un golpe,Porque lo trata al bagualCon paciencia sin igual-Al domarlo no le pega-,Hasta que al fin se le entregaYa dócil el animal.

633Y aunque yo sobre los bastosMe sé sacudir el polvo,A esa costumbre me amoldo:Con pacencia lo manejanY al día siguiente lo dejanRienda arriba junto al toldo.

634Ansí todo el que procureTener un pingo modelo,Lo ha de cuidar con desveloY debe impedir tambiénEl que de golpes le denO tironeen en el suelo.

635Muchos quieren dominarloCon el rigor y el azote,Y, si ven al chafaloteQue tiene trazas de malo,Lo embraman en algún paloHasta que se descogote.

636Todos se vuelven pretestosY güeltas para ensillarlo;Dicen que es por quebrantarlo,Mas compriende cualquier boboQue es de miedo del corcovo,Y no quieren confesarlo.

637El animal yeguarizo-Perdónenme esta alvertencia-Es de mucha conocenciaY tiene mucho sentido;Es animal consentido:Lo cautiva la pacencia.

538Aventaja a los demásEl que estas cosas entienda;Es bueno que el hombre aprienda,Pues hay pocos domadoresY muchos frangoyadoresQue andan de bozal y, rienda.

639Me vine, como les digo,Trayendo esa compañera;Marchamos la noche entera,Haciendo nuestro camino,

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Sin más rumbo que el destinoQue nos llevara ande quiera.

640Al muerto, en un pajonalHabía tratao de enterrarlo,Y después de maniobrarloLo tapé bien con las pajas,Para llevar de ventajaLo que emplearan en hallarlo.

641En notando nuestra ausenciaNos habían de perseguir,Y, al decidirme a venir,Con todo mi corazónHice la resoluciónDe peliar hasta morir.

642Es un peligro muy serioCruzar juyendo el desierto:Muchísimos de hambre han muerto,Pues en tal desasosiegoNo se puede ni hacer juego,Para no ser descubierto.

643Sólo el albitrio del hombrePuede ayudarlo a salvar:No hay ausilio que esperar,Sólo de Dios hay amparo;En el desierto es muy raroQue uno se pueda escapar.

644¡Todo es cielo y horizonteEn inmenso campo verde!!Pobre de aquel que se pierdeO que su rumbo estravea!Si alguien cruzarlo desea,Este consejo recuerde:

645Marque su rumbo de díaCon toda fidelidá;Marche con puntualidá,Sigiéndoló con fijeza,Y, si duerme, la cabezaPonga para el lao que va.

646Oserve con todo esmeroAdonde el sol aparece;Si hay ñeblina y le entorpeceY no lo puede oservar,Guárdese de caminar,Pues quien se pierde perece.

647Dios le dio istintos sutilesA toditos los mortales;El hombre es uno de tales,Y en las llanuras aquellas,Lo guían el sol, las estrellas,El viento y los animales.

648Para ocultarnos de díaA la vista del salvaje,Ganábamos un parajeEn que algún abrigo hubiera,A esperar que anochecieraPara seguir nuestro viaje.

649Penurias de toda claseY miserias padecimos:Varias veces no comimosO comimos carne cruda,Y en otras, no tengan duda,Con raíces nos mantuvimos.

650Después de mucho sufrirTan peligrosa inquietú,Alcanzamos con salúA divisar una sierra,Y al fin pisamos la tierraEn donde crece el ombú.

651Nueva pena sintió el pechoPor Cruz, en aquel paraje,Y en humilde vasallajeA la Majestá infinita,Besé esta tierra bendita,Que ya no pisa el salvaje.

652Al fin la misericordiaDe Dios nos quiso amparar;Es preciso soportarLos trabajos con constancia:Alcanzamos a una estanciaDespués de tanto penar.

653Ah¡ mesmo me despedíDe mi infeliz compañera:"Me voy", le dije,"ande quiera,Aunque me agarre el Gobierno,Pues, infierno por infiernoPrefiero el de la frontera."

654Concluyo esta relación,Ya no puedo continuar;Permítanmé descansar:

Están mis hijos presentes,Y yo ansioso porque cuentenLo que tengan que contar.

CAPÍTULO XI655Y mientras que tomo un tragoPa refrescar el garguero,Y mientras tiempla el muchachoY prepara su estrumento,Les contaré de qué modoTuvo lugar el encuentro.Me acerqué a algunas estanciasPor saber algo de cierto,Creyendo que en tantos añosEsto se hubiera compuesto;Pero cuanto saqué en limpioJué que estábamos lo mesmo.Ansí, me dejaba andarHaciéndome el chancho rengo,Porque no me conveníaRevolver el avispero;Pues no inorarán ustedesQue en cuentas con el GobiernoTarde o temprano lo llamanAl pobre a hacer el arreglo.Pero al fin tuve la suerteDe hallar un amigo viejoque de todo me informó,Y por él supe al momentoQue el Juez que me perseguíaHacía tiempo que era muerto:Por culpa suya he pasadoDiez años de sufrimientoY no son pocos diez añosPara quien ya llega a viejo.Y los he pasado ansí,Si en mi cuenta no me yerro:Tres años en la frontera,Dos como gaucho matrero,Y cinco allá entre los indiosHacen los diez como yo cuento.Me dijo, a más, ese amigoQue anduviera sin recelo,Que todo estaba tranquilo,Que no perseguía el Gobierno,Que ya naides se acordabaDe la muerte del moreno,Aunque si yo lo matéMucha culpa tuvo el negro.Estuve un poco imprudente,Puede ser, yo lo confieso,Pero él me precipitó,Porque me cortó primero,Y a más me cortó la cara,Que es un asunto muy serio.Me asiguró el mesmo amigoQue ya no había ni el recuerdoDe aquél que en la pulperíaLo dejé mostrando el sebo.

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El de engreído, me buscó:Yo ninguna culpa tengo;El mismo vino a peliarme,Y tal vez me hubiera muertoSi le tengo más confianzaO soy un poco más lerdo.Fue suya toda la culpaPorque ocasionó el suceso.Que ya no hablaban tampoco,Me lo dijo muy de cierto,De cuando con la partidaLlegué a tener el encuentro.Esa vez me defendíComo estaba en mi derecho,Porque fueron a prendermeDe noche y en campo abierto:Se me acercaron con armas,Y, sin darme voz de preso,Me amenazaron a gritosDe un modo que daba miedo,Que iban a arreglar mis cuentas,Tratándome de matrero:Y no era el jefe el que hablabaSino un cualquiera de entre ellos,Y ése, me parece a míNo es modo de hacer arreglos,Ni con el que es inocente,Ni con el culpable menos.Con semejantes noticiasYo me puse muy contentoY me presenté ande quieraComo otros pueden hacerlo.De mis hijos he encontradoSólo a dos hasta el momento,Y de ese encuentro felizLe doy las gracias al Cielo.A todos cuantos hablabaLes preguntaba por ellos,Mas no me da ningunoRazón de su paradero.Casualmente, el otro díaLlegó a mi conocimientoDe una carrera muy grandeEntre varios estancieros,Y fui como uno de tantos,Aunque no llevaba un medio.No faltaban, ya se entiende,En aquel gauchaje inmenso,Muchos que ya conocíanLa historia de Martín Fierro;Y allí estaban los muchachosCuidando unos parejeros.Cuando me oyeron nombrarSe vinieron al momento,Diciéndome quiénes eranAunque no me conocieron,Porque venía muy aindiaoY me encontraban muy viejo.La junción de los abrazosDe los llantos y los besos

Se deja pa las mujeres,Como que entienden el juego.Pero el hombre, que compriendeQue todos hacen lo mesmo,En público canta y baila,Abraza y llora en secreto.Lo único que me han contadoEs que mi mujer ha muerto;Que en procuras de un muchachoSe jue la infeliz al pueblo,Donde infinitas miseriasHabrá sufrido, por cierto;Que, por fin, a un hospitalJué a parar medio muriendo,Y en ese abismo de malesFalleció al muy poco tiempo.Les juro que de esa pérdidaJamás he de hallar consuelo,Muchas lágrimas me cuestaDende que supe el suceso.Mas dejemos cosas tristesAunque alegrías no tengo;Me parece que el muchachoHa templao y está dispuestoVamos a ver qué tal lo haceY a juzgar su desempeño.Ustedes no lo conocenYo tengo confianza en ellos,No porque lleven mi sangre-Eso juera de lo menos-,Sino porque dende chicosHan vivido padeciendo.Los dos son aficionados;Les gusta jugar con juego,Vamos a verlos correr:Son cojos... hijos de rengo.

EL HIJO MAYOR DE MARTÍN FIERRO

CAPÍTULO XIILA PENITENCIARIA656Aunque el gajo se pareceAl árbol de donde sale,Solía decirlo mi madre,Y en su razón estoy fijo:"Jamás puede hablar el hijoCon la autoridad del padre".

657Recordarán que quedamosSin tener donde abrigarnos,Ni ramada ande ganarnos,Ni rincón ande meternos,Ni camisa qué ponernos.Ni poncho con qué taparnos.

658Dichoso aquel que no sabe

Lo que es vivir sin amparo;Yo con verdá les declaro,Aunque es por demás sabido,Dende chiquito he vividoEn el mayor desamparo.

659No le merman el rigorLos mesmos que le socorren;tal vez porque no se borrenLos decretos del destino,De todas parten lo correnComo ternero dañino.

660Y vive como los bichosBuscando alguna rendija;El güerfano es sabandijaQue no encuentra compasión,Y el que anda sin direcciónEs guitarra sin clavija.

661Sentiré que cuanto digoA algún oyente le cuadre.Ni casa tenía, ni madre,Ni parentela, ni hermanos;Y todos limpian sus manosEn el que vive sin padre.

662Lo cruza éste de un lazazoLo abomba aquél de un moquete,Otro le busca el cachete,Y, entre tanto soportar,Suele a veces no encontrarNi quien le arroje un zoquete.

663Si lo recogen, lo tratanCon la mayor rigidez;Piensan que es mucho tal vez,Cuando ya muestra el pellejo,Si le dan un trapo viejoPa cubrir su desnudez.

664Me crié, pues, como les digo,Desnudo a veces y hambriento;Me ganaba mi sustento,Y ansí los años pasaban;Al ser hombre me esperabanOtra clase de tormentos.

665Pido a todos que no olvidenLo que les voy a decir;En la escuela del sufrirHe tomado mis leciones,Y hecho muchas reflesiones

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Dende que empecé a vivir.

666Si alguna falta cometoLa motiva mi inorancia;No vengo con arroganciaY les diré, en conclusión,Que trabajando de piónMe encontraba en una estancia.

667El que manda siempre puedeHacerle al pobre un calvario;A un vecino propietarioUn boyero le mataron,Y aunque a mí me lo achacaronSalió cierto en el sumario.

668Piensen los hombres honradosEn la vergüenza y la penaDe que tendría el alma llenaAl verme, ya tan temprano,Igual a los que sus manosCon el crimen envenenan.

669Declararon otros dosSobre el caso del dijunto,Mas no se aclaró el asunto,Y el Juez, por darlas de listo,"Amarrados como un Cristo",Nos dijo, "irán todos juntos".

670"A la justicia ordinariaVoy a mandar a los tres."Tenía razón aquel Juez,Y cuantos ansí amenacen;Ordinaria... es como la hacen:Lo he conocido después.

671Nos remitió, como digo,A esa Justicia Ordinaria,Y juimos con la sumariaA esa cárcel de malevosQue, por un bautismo nuevo,Le llaman Penicentiaria.

672El porqué tiene ese nombreNaides me lo dijo a mí,Mas yo me lo esplico ansí:Le dirán PenitenciariaPor la penitencia diaria,Que se sufre estando allí.

673Criollo que cai en desgracia

Tiene que sufrir un poco;Naides lo ampara tampocoSi no cuenta con recursos.El gringo es de más discurso:Cuando mata, se hace el loco.

674No sé el tiempo que corrióEn aquella sepoltura;Si de ajuera no lo apuran,El asunto va con pausa;Tienen la presa siguraY dejan dormir la causa.

675Inora el preso a qué ladoSe inclinará la balanza,Pero es tanta la tardanzaQue yo les digo por mí:El hombre que dentre allíDeje ajuera la esperanza.

676Sin perfecionar las leyesPerfecionan el rigor;Sospecho que el inventorHabrá sido algún maldito:Por grande que sea un delito,Aquella pena es mayor.

677Eso es para quebrantarEl corazón mas altivo;Los llaveros son pasivos,Pero más secos y durosTal vez que los mesmos murosEn que uno gime cautivo.

678No es en grillo ni en cadenasEn lo que usté penará,Sino en una soledáY un silencio tan projundo,Que parece que en el mundoEs el único que está.

679El más altivo varónY de cormillo gastaoAllí se verá agobiaoY su corazón marchito,Al encontrarse encerraoA solas con su delito.

680En esa cárcel no hay toros,Allí todos son corderos;No puede el más altanero,Al verse entre aquellas rejas,Sino amujar las orejas

Y sufrir callao su encierro.

681Y digo a cuantos inoranEl rigor de aquellas penas,Yo, que sufrí las cadenasDel destino y su inclemencia:Que aprovechen la esperenciaDel mal en cabeza ajena.

682¡Ay! madres, las que dirigenAl hijo de sus entrañas,No piensen que las engaña,Ni que les habla un falsarioLo que es el ser presidiarioNo lo sabe la campaña.

683Hijas, esposas, hermanas,Cuantas quieren a un varón,Díganles que esa prisiónEs un infierno temido,Donde no se oye más ruidoQue el latir del corazón.

684Allá el día no tiene sol,La noche no tiene estrellas;Sin que le valgan querellasEncerrao lo purifican,Y sus lágrimas salpicanEn las paredes aquellas.

685En soledá tan terribleDe su pecho oye el latido;Lo sé, porque lo he sufrido,Y, creameló el aulitorio,Tal vez en el purgatorioLas almas hagan más ruido.

686Cuentan esas horas eternasPara más atormentarse;Su lágrima al redamarseCalcula, en sus afliciones,Contando sus pulsaciones,Lo que dilata en secarse.

687Allí se amansa el más bravo,Allí se duebla el más juerte;El silencio es de tal suerteQue, cuando llegue a venir,Hasta se le han de sentirLas pisadas a la muerte.

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Adentro mesmo del hombreSe hace una revolución:Metido en esa prisión,De tanto no mirar nada,Le nace y queda grabadaLa idea de la perfección.

689En mi madre, en mis hermanos,En todos pensaba yo;Al hombre que allí dentróDe memoria más ingrata,Fielmente se le retrataTodo cuanto ajuera vio.

690Aquel que ha vivido libreDe cruzar por donde quiera,Se aflige y se desesperaDe encontrarse allí cautivo:Es un tormento muy vivoQue abate la alma más fiera.

691En esa estrecha prisión,Sin poderme conformar,No cesaba de esclamar:¡Qué diera yo por tenerUn caballo en que montarY una pampa en que correr!

692En un lamento constanteSe encuentra siempre embretao;El castigo han inventaoDe encerrarlo en las tinieblas,Y allí está como amarraoA un fierro que no se duebla.

693No hay un pensamiento tristeQue al preso no lo atormente;Baja un dolor permanenteAgacha al fin la cabeza,Porque siempre es la tristezaHermana de un mal presente.

694Vierten lágrimas sus ojos,Pero su pena no alivia;En esa constante lidiaSin un momento de calma,Contempla con los del almaFelicidades que envidia.

695Ningún consuelo penetraDetrás de aquellas murallas;El varón de más agallas,Aunque más duro que un perno,

Metido en aquel infiernoSufre, gime, llora y calla.

696De juror el corazónSe le quiere reventar,Pero no hay sino aguantarAunque sosiego no alcance.¡Dichoso, en tan duro trance,Aquel que sabe rezar!

697¡Dirige a Dios su plegariaEl que sabe una oración!En esa tribulaciónGime olvidado del mundo,Y el dolor es más projundoCuando no halla compasión.

698En tan crueles pesadumbres,En tan duro padecer,Empezaba a encanecerDespués de muy pocos meses;Allí lamenté mil vecesNo haber aprendido a leer.

699Viene primero el juror,Después la melancolía;En mi angustia no teníaOtro alivio ni consuelo,Sino regar aquel sueloCon lágrimas noche y día.

700¡A visitar otros presosSus familias solían ir!Naides me visitó a míMientras estuve encerrado.¡Quien iba a costiarse allíA ver a un desamparado!

701¡Bendito sea el carceleroQue tiene buen corazón!Yo sé que esta bendiciónPocos pueden alcanzarla,Pues si tienen compasiónSu deber es ocultarla.

702Jamás mi lengua podráEspresar cuánto he sufrido;En ese encierro metido,Llaves, paredes, cerrojosSe graban tanto en los ojosQue uno los ve hasta dormido.

703

El mate no se permite;No le permiten hablar;No le permiten cantarPara aliviar su dolor,Y hasta el terrible rigorDe no dejarlo fumar.

704La justicia es muy severa;Suele rayar en crueldá:Sufre el pobre que allí estáCalenturas y delirios,Pues no esiste pior martirioQue esa eterna soledá.

705Conversamos con las rejasPor sólo el gusto de hablar,Pero nos mandan callarY es preciso conformarnos;Pues no se debe irritarA quien puede castigarnos.

706Sin poder decir palabraSufre en silencio sus males,Y uno en condiciones tales,Se convierte en animal,Privao del don principalQue Dios hizo a los mortales.

707Yo no alcanzo a comprenderPor qué motivo seráQue el preso privado estáDe los dones más preciososQue el justo Dios bondadosoOtorgó a la humanidá.

708Pues que de todos los bienes,En mi inorancia lo infiero,Que le dio al hombre altaneroSu Divina Majestá,La palabra es el primero,El segundo es la amistá.

709Y es muy severa la leyQue, por un crimen o un vicio,Somete al hombre a un suplicioEl más tremendo y atroz,Privado de un beneficioQue ha recebido de Dios.

710La soledá causa espanto;El silencio causa horror;Ese continuo terrorEs el tormento más duro,

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Y en un presidio siguroEstá demás tal rigor.

711Inora uno si de allíSaldrá pa la sepoltura;El que se halla en desventuraBusca a su lao otro ser,Pues siempre es güeno tenerCompañeros de amargura.

712Otro más sabio podráEncontrar razón mejor;Yo no soy rebuscador,Y ésta me sirve de luz:Se los dieron al SeñorAl clavarlo en una cruz.

713Y en las projundas tinieblasEn que mi razón esiste,Mi corazón se resisteA ese tormento sin nombre,Pues el hombre alegra al hombreY el hablar consuela al triste.

714Grábenlo como en la piedraCuanto he dicho en este canto,Y, aunque yo he sufrido tanto,Debo confesarlo aquí:El hombre que manda allíEs poco menos que un santo.

715Y son güenos los demás(A su ejemplo se manejan),Pero por eso no dejanLas cosas de ser tremendas;Piensen todos y compriendanEl sentido de mis quejas.

716Y guarden en su memoriaCon toda puntualidáLo que con tal claridáLes acabo de decir:Mucho tendrán que sufrirSi no creen en mi verdá.

717Y si atienden mis palabrasNo habrá calabozos llenos;Manéjense como güenos;No olviden esto jamás;Aquí no hay razón de más;Más bien las puse de menos.

718

Y con esto me despido(Todos han de perdonar):Ninguna debe olvidarLa historia de un desgraciado.Quien ha vivido encerradoPoco tiene que contar.

EL HIJO SEGUNDO DE MARTÍN FIERRO

CAPÍTULO XIII719Lo que les voy a decirNinguno lo ponga en duda:Y aunque la cosa es peluda,Haré la resolución;Es ladino el corazón,Pero la lengua no ayuda.

720El rigor de las desdichasHemos soportado diez años,Pelegrinando entre estraños,Sin tener dónde vivir,Y obligados a sufrirUna máquina de daños.

721El que vive de ese modoDe todos es tributario;Falta la cabeza primarioY los hijos que él sustentaSe dispersan como cuentasCuando se corta el rosario.

722Yo anduve ansí como todos,Hasta que al fin de sus díasSupo mi suerte una tíaY me recogió a su lado;Allí viví sosegadoY de nada carecía.

723No tenía cuidado algunoNi que trabajar tampoco,Y como muchacho locoLo pasaba de holgazán;Con razón dice el refránQue lo güeno dura poco.

724En mí todo su cuidadoY su cariño ponía;Como a un hijo me queríaCon cariño verdadero,Y me nombró de herederoDe los bienes que tenía.

725

El juez vino sin tardanzaCuanto falleció la vieja."De los bienes que te deja",Me dijo, "yo he de cuidar:Es un rodeo regularY dos majadas de ovejas".

726Era hombre de mucha labia,Con mas leyes que un dotor,Me dijo: "Vos sos menor,Y por los años que tienesNo podés manejar bienes;Voy a nombrarte un tutor."

727Tomó un recuento de todo,Porque entendía su papel,Y después que aquel pastelLo tuvo bien amasao,Puso al frente un encargao,Y a mí me llevó con él.

728Muy pronto estuvo mi ponchoLo mismo que cernidor;El chiripá estaba pior,Y aunque para el frío soy guapoYa no me quedaba un trapoNi pa el frío, ni pa el calor.

729En tan triste desabrigoTras de un mes, iba otro mes;Guardaba silencio el Juez,La miseria me invadía,Me acordaba de mi tíaAl verme en tal desnudez.

730No sé decir con fijezaEl tiempo que pasé allí;Y después de andar ansíComo moro sin señor,Pasé a poder del tutorQue debía cuidar de mí.

CAPÍTULO XIV731Me llevó consigo un viejoQue pronto mostró la hilacha,Dejaba ver por la fachaQue era medio cimarrón,Muy renegao, muy ladrón,Y le llamaban Vizcacha.

732Lo que el Juez iba buscandoSospecho, y no me equivoco;Pero este punto no toco

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Ni su secreto aviriguo;Mi tutor era un antiguoDe los que ya quedan pocos;

733Viejo lleno de camándulas,Con un empaque a lo toro,Andaba siempre en un moroMetido no sé en qué enriedos,Con las patas como loroDe estribar entre los dedos.

734Andaba rodiao de perrosQue eran todo su placer,Jamás dejó de tenerMenos de media docena,Mataba vacas ajenasPara darles de comer.

735Carniábamos noche a nocheAlguna res en el pago,Y dejando allí el rezagoAlzaba en ancas el cuero,Que se lo vendía a un pulperoPor yerba, tabaco y trago.

736¡Ah!, viejo más comercianteEn mi vida lo he encontrado.Con ese cuero robaoEl arreglaba el pastel,Y allí entre el pulpero y él,Se estendía el certificao.

737La echaba de comedido;En las transquilas, lo viera,Se ponía como una fieraSi cortaban una oveja;Pero de alzarse no dejaUn vellón o unas tijeras.

738Una vez me dio una sobaQue me hizo pedir socorro,Porque lastimé a un cachorroEn el rancho de unas vascas;Y al irse se alzó unas guascas:Para eso era como zorro.

739"!Ahijuna!", dije entre mí,"Me has dao esta pesadumbre;Ya verás; cuanto vislumbreUna ocasión medio güena,Te he quitar la costumbreDe cerdiar yeguas ajenas."

740Porque maté una vizcachaOtra vez me reprendió;Se lo vine a contar yo,Y no bien se lo hube dicho:"Ni me nuembres ese bicho",Me dijo, y se me enojó.

741Al verlo tan irritaoHallé prudente callar."Este me va a castigar",Dije entre mí, "si se agravia."Ya vi que les tenía rabia,Y no las volví a nombrar.

742Una tarde halló una puntaDe yeguas medio bichocas;Después que voltió unas pocas,Las cerdiaba con empeño:Yo vide venir al dueño,Pero me callé la boca.

743El hombre venía juriosoY nos cayó como un rayo;Se descolgó del caballoRevoliando el arriador,Y lo cruzó de un lazazoAhi no más a mi tutor.

744No atinaba don VizcachaA qué lado disparar,Hasta que logró montar,Y, de miedo del chicote,Se lo apretó hasta el cogote,Sin pararse a contestar.

745Ustedes creerán tal vezQue el viejo se curaría...No, señores, lo que hacía,Con más cuidao dende entonces,Era maniarlas de díaPara cerdiar a la noche.

746Ese jué el hombre que estuvoEncargao de mi destino;Siempre anduvo en mal camino,Y todo aquel vecindarioDecía que era un perdulario,Insufrible de dañino.

747Cuando el juez me lo nombró,Al dármelo de tutor,Me dijo que era un señor

El que me debía cuidar,Enseñarme a trabajarY darme la educación.748¡Pero que había de aprenderAl lao de ese viejo paco;Que vivía como un chuncacoEn los bañaos, como el tero;Un haragán, un ratero,Y más chillón que un barraco.

749Tampoco tenía más bienesNi propiedad conocidaQue una carreta podrida,Y las paredes sin techoDe un rancho medio deshechoQue le servía de guarida.

750Después de las trasnochadasAllí venía a descansar;Yo desiaba aviriguarLo que tuviera escondido,Pero nunca había podido,Pues no me dejaba entrar.

751Yo tenía unas jergas viejas,Que habían sido mas peludas;Y con mis carnes desnudas,El viejo, que era una fiera,Me echaba a dormir ajueraCon unas heladas crudas.

752Cuando mozo jué casao,Aunque yo lo desconfío,Y decía un amigo míoQue, de arrebatao y malo,Mató a su mujer de un paloPorque le dio un mate frío.

753Y viudo por tal motivoNunca se volvió a casar;No era fácil encontrarNinguna que lo quisiera:Todas temerían llevarLa suerte de la primera.

754Soñaba siempre con ella,Sin duda por su delito,Y decía el viejo maldito,El tiempo que estuvo enfermo,Que ella dende el mesmo infiernoLo estaba llamando a gritos.

CAPÍTULO XV

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755Siempre andaba retobao:Con ninguno solía hablar;Se divertía en escarbarY hacer marcas con el dedo,Y en cuanto se ponía en pedoMe empezaba a aconsejar.

756Me parece que lo veoCon su poncho calamaco,Después de echar un güen taco,Ansí principiaba a hablar:"Jamás llegues a pararAnde veas perros flacos."

757"El primer cuidao del hombreEs defender el pellejo.Lleváte de mi consejo,Fijáte bien en lo que hablo:El diablo sabe por diablo,Pero más sabe por viejo."

758"Hacéte amigo del juez;No le des de que quejarse;Y cuando quiera enojarseVos te debés encoger,Pues siempre es güeno tenerPalenque ande ir a rascarse."

759"Nunca le llevés la contra,Porque él manda la gavilla:Allí sentao en su silla,Ningún güey le sale bravo;A uno le da con el clavoY a otro con la cantramilla."

760"El hombre, hasta el más soberbio,Con más espinas que un tala,Aflueja andando en la malaY es blando como manteca:Hasta la hacienda bagualaCai al jagüel con la seca."

761"No andés cambiando de cueva;Hacé las que hace el ratón.Conserváte en el rincónEn que empezó tu esistencia:Vaca que cambia querenciaSe atrasa en la parición."

762Y menudiando los tragosAquel viejo, como cerro,

No "olvidés", me decía,"Fierro,Que el hombre no debe crerEn lágrimas de mujerNi en la renguera del perro."

763"No te debes afligirAunque el mundo se desplome.Lo que más precisa el hombreTener, según yo discurro,Es la memoria del burro,Que nunca olvida ande come."

764"Deja que caliente el hornoEl dueño del amasijo;Lo que es yo, nunca me aflijoY a todito me hago el sordo:El cerdo vive tan gordo,Y se come hasta los hijos."

765"El zorro que ya es corridoDende lejos la olfatea;No se apure quien deseaHacer lo que le aprovecheLa vaca que más rumeaEs la que da mejor leche."

766"El que gana su comidaGüeno es que en silencio coma;Ansina, vos, ni por bromaQuerás llamar la atención:Nunca escapa el cimarrónSi dispara por la loma."

767"Yo voy donde me convieneY jamás me descarrío;Lleváte el ejemplo mío,Y llenarás la barriga:Aprendé de las hormigas:No van a un noque vacío."

768"A naides tengás envidia:Es muy triste el envidiar;Cuando veás a otro ganar,A estorbarlo no te metas:Cada lechón en su tetaEs el modo de mamar."

769"Ansí se alimentan muchosMientras los pobres lo pagan;Como el cordero hay quien lo hagaEn la puntita, no niego;Pero otros, como el borrego,

Todo entera se la tragan."

770"Si buscás vivir tranquiloDedicate a solteriarMás si te querés casar,Con esta alvertencia sea:Que es muy difícil guardarPrenda que otros codicean."

771"Es un bicho la mujerQue yo aquí no lo destapo,Siempre quiere al hombre guapo;Más fijate en la eleción,Porque tiene el corazónComo barriga de sapo."

772Y gangoso con la tranca,Me solía decir: "Potrillo,Recién te apunta el cormillo,Mas te lo dice un toruno:No dejés que hombre ningunoTe gane el lao del cuchillo."

773"Las armas son necesarias,Pero naides sabe cuándo;Ansina, si andás pasiando,Y de noche sobre todo,Debés llevarlo de modoQue al salir, salga cortando."

774"Los que no saben guardarSon pobres aunque trabajen;Nunca, por más que se atajen,Se librarán del cimbrón:Al que nace barrigónEs al ñudo que lo fajen."

775"Donde los vientos me llevanAllí estoy como en mi centro;Cuando una tristeza encuentroTomo un trago pa alegrarme:A mí me gusta mojarmePor ajuera y por adentro."

776"Vos sos pollo, y te convienenToditas estas razones;Mis consejos y lecionesNo echés nunca en el olvido:En las riñas he aprendidoA no peliar sin puyones."

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Con estos consejos y otrosQue yo en mi memoria encierro,Y que aquí no desentierro,Educándome seguía,Hasta que al fin se dormíaMesturao entre los perros.

CAPÍTULO XVI778Cuando el viejo cayó enfermo,Viendo yo que se empiorabaY que esperanza no dabaDe mejorarse siquiera,Le truje una culandreraA ver si lo mejoraba.

779En cuanto lo vio, me dijo:"Este no aguanta el sogazo:Muy poco le doy de plazo;Nos van ha dar un espetáculo,Porque debajo del brazoLe ha salido un tabernáculo."

780Dice el refrán que en la tropaNunca falta un güey corneta:Uno que estaba en la puertaLe pegó el grito ahí no más:"Tabernáculo,... !que bruto!Un tubérculo dirás."

781Al verse ansí interrumpido,Al punto dijo el cantor:"No me parece ocasiónDe meterse los de ajuera;Tabernáculo, senor,Le decía la culandrera."

782El de ajuera repitió,Dándole otro chaguarazo:"Allá va un nuevo bolazoCopo y se la gano en puertaA las mujeres que curanSe las llama curanderas."

783No es güeno -dijo el cantor-Muchas manos en un platoY diré al que ese baratoHa tomao de entrometido,Que no creía haber venidoA hablar entre literatos.

784Y para seguir contandoLa historia de mi tutor,Le pediré a ese dotor

Que en mi inorancia me deje,Pues siempre encuentra el que tejeOtro mejor tejedor.

785Seguía enfermo, como digo,Cada vez más emperrao;Yo estaba ya acobardaoY lo espiaba dende lejos;Era la boca del viejoLa boca de un condenao.

786Allá pasamos los dosNoches terribles de invierno:El maldecía al Padre EternoComo a los Santos benditos,Pidiendolé al diablo a gritosQue lo llevara al infierno.

787Debe ser grande la culpaQue a tal punto mortifica;Cuando vía una reliquiaSe ponía como azogado,Como si a un endemoniadoLe echaran agua bendita.

788Nunca me le puse a tiro,Pues era de mala entraña;Y viendo herejía tamaña,Si alguna cosa le daba,De lejos se la alcanzabaEn la punta de una caña.

789"Será mejor", decía yo,"Que abandonado lo deje,Que blasfeme y que se queje,Y que siga de esta suerte,Hasta que venga la muerteY cargue con este hereje."

790Cuando ya no pudo hablarLe até en la mano un cencerro,Y al ver cercano su entierro,Arañando las paredes,espiró allí entre los perrosY este servidor de ustedes.

CAPÍTULO XVII791Le cobré un miedo terribleDespués que lo vi dijunto;Llamé al alcalde, y al puntoAcompañado se vinoDe tres o cuatro vecinos

A arreglar aquel asunto.

792"Anima bendita", dijoUn viejo medio ladiao"Que Dios lo haiga perdonao,Es todo cuanto deseo,Le conocí un pastoreoDe terneritos robaos."

793"Ansina es", dijo el Alcalde;"Con eso empezó a poblar;Yo nunca podré olvidarLas travesuras que hizo;Hasta que al fin fue precisoQue le privasen carniar.

794"De mozo fue muy jinete:No lo bajaba un bagual;Pa ensillar un animalSin necesitar de otro,Se encerraba en el corral,Y allí golpiaba el potro."

795"Se llevaba mal con todos:Era su costumbre viejaEl mesturar las ovejas,Pues al hacer el aparteSacaba la mejor parte,Y después venía con quejas."

796"Dios lo ampare al pobrecito",Dijo en seguida un tercero."Siempre robaba carneros;En eso tenía destreza:Enterraba las cabezasY después vendía los cueros.

797"!Y qué costumbre teníaCuando en el jogón estaba!Con el mate se agarrabaestando los piones juntos.-Yo tallo -decía-y apunto-Y a ninguno convidaba."

798"Si ensartaba algún asao-!Pobre! !como si lo viese!-,Poco antes de que estuvieseprimero lo maldecía,Luego después lo escupíaPara que naides comiese."

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"Quien le quitó esa costumbreDe escupir el asadorFue un mulato resertorQue andaba de amigo suyo:Un diablo muy peliadorQue le llamaban barullo."

800"Una noche que les hizoComo estaba acostumbrao,Se alzó el mulato enojaoY le gritó: -¡viejo indino,Yo te he de enseñar, cochino,A echar saliva al asao!-"

801"Lo saltó por sobre el juegoCon el cuchillo en la mano;¡La pucha el pardo liviano!En la mesma atropelladaLe largó una puñaladaque la quitó otro paisano.

802"Y ya caliente barullo,Quiso seguir la chacota;Se le había erizao la motaLo que empezó la reyerta:el viejo ganó la puertaY apeló a las de gaviota."

803"De esa costumbre malditadende entonces se curó;A las casas no volvió:Se metió en un cicutalY allí escondido pasóEsa noche sin cenar."

804Esto hablaban los presentes,Y yo, que estaba a su laoAl oír lo que he relatao,Aunque él era un perdulario,Dije entre mí: "¡Que rosarioLe están rezando al finao!."

805Luego comenzó el AlcaldeA registrar cuanto había,Sacando mil chucheríasY guascas y trapos viejos,Temeridá de trebejosQue para nada servían.

806Salieron lazos, cabrestos,Coyundas y maniadores,Una punta de arriadores,Cinchones, maneas, torzales

Una porción de bozalesY un montón de tiradores.

807Había riendas de domarfrenos, estribos quebraos;Bolas, espuelas, recaos,Unas pavas, unas ollas,Y un gran manojo de argollasDe cinchas que había cortao.

808Salieron varios cencerros,Alesnas, lonjas, cuchillos,Unos cuantos cojinillosUn alto de jergas viejas,Muchas botas desparejasY una infinidá de anillos.

809Había tarros de sardinas,Unos cueros de venao,Unos ponchos aujeriaos,Y en tan tremendo entreveroApareció hasta un tinteroque se perdió en el Juzgao.

810Decía el alcalde muy serio:"es poco cunato se diga;Había sido como hormiga.He de darle parte al Juez.¡Y que me venga despuésCon que no se los persiga!"

811Yo estaba medio azoraoDe ver lo que sucedía;Entre ellos mesmos decíanQue unas prendas eran suyas,Pero a mi me parecíaque estas eran aleluyas.

812Y cuando ya no tuvieronRincón donde registrar,Cansaos de tanto huroniarY de trabajar en balde,"Vámosnos", dijo el Alcalde,"Luego lo haré sepultar."

813Y aunque mi padre no eraEl dueño de ese hormiguero,Él, allí muy cariñero,Me dijo con muy buen modo:"Vos serás herederoY te harás cargo de todo."

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"Se ha de arreglar este asuntoComo es preciso que sea;Voy a nombrar albaceaUno de los circustantes;Las cosas no son como antesTan enredadas y feas."

815"!Bendito Dios!', pensé yo,"Ando como un pordiosero,Y me nuembran herederoDe toditas estas guascas.¡Quisiera saber primeroLo que se han hecho mis vacas!"

CAPÍTULO XVIII816Se largaron, como he dicho,A disponer el entierro;Cuando me acuerdo me aterro:Me puse a llorar a gritosAl verme allí tan solitoCon el finao y los perros.

817Me saqué el escapulario,Se lo colgué al pecador,Y como hay en el señorMisericordia infinita,Rogué por la alma benditaDel que antes jué mi tutor.

818No se calmaba mi dueloDe verme tan solitario;Ahí le champurrié un rosarioComo si juera mi padre,besando el escapularioQue me había puesto mi madre.

819"Madre mía", gritaba yo,¿"Donde estarás padeciendo?El llanto que estoy virtiendoLo redamarías por mí,Si vieras a tu hijo aquíTodo lo que está sufriendo."

820Y mientras ansí clamabaSin poderme consolar,Los perros, para aumentarMas mi miedo y mi tormento,En aquel mesmo momentoSe pusieron a llorar.

821Libre Dios a los presentesDe que sufran otro tanto;Con el muerto y esos llantos

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Les juro que faltó pocoPara que me vuelva locoEn medio de tanto espanto.

822Decían entonces las viejas,Como que eran sabedoras,Que los perros cuando lloranEs porque ven al demonio;Yo creía en el testimonioComo cré siempre el que inora.

823Ahi dejé que los ratonesComieran el guasqueríoY como anda a su albedríoTodo el que güérfano queda,Alzando lo que era míoAbandoné aquella cueva.. . . . . . . . . . . . . . . . . . .

824Supe después que esa tardeVino un pión y lo enterró;Ninguno lo acompañóNi lo velaron siquiera;Y al otro día amanecióCon una mano dejuera.

825Y me ha contao ademásEl gaucho que hizo el entierro-Al recordarlo me aterro,Me da pavor este asunto-Que la mano del dijuntoSe la había comido un perro.

826Tal vez yo tuve la culpaPorque de asustao me fui;Supe, después que volví,Y asigurárselos puedo,Que los vecinos, de miedo,No pasaban por allí.

827Hizo del rancho guaridaLa sabandija mas sucia-El cuerpo se despeluzaY hasta la razón se altera-;Pasaba la noche enteraChillando allí una lechuza.

828Por mucho tiempo no pudeSaber lo que me pasaba;Los trapitos con que andabaEran puras hojarascas;Todas las noches soñabaCon viejos, perros y guascas.

CAPÍTULO XIX829Anduve a mi voluntá,Como moro sin señor;Ese jué el tiempo mejorQue yo he pasado tal vez;De miedo de otro tutor,Ni aporté por lo del Juez.

830"Yo cuidaré", me había dicho,"De lo de tu propiedá:Todo se conservará,El vacuno y los rebaños,Hasta que cumplas 30 años,En que seás mayor de edá."

831Y aguardando que llegaseEl tiempo que la ley fija,Pobre como lagartijaY sin respetar a naides,Anduve cruzando el aireComo bola sin manija.

832Me hice hombre de esa maneraBajo el más duro rigor;Sufriendo tanto dolorMuchas cosas aprendí;Y, por fin, vítima fuíDel mas desdichado amor.

833De tantas alternativasEsta es la parte peludaInfeliz y sin ayuda,Fue estremado mi delirio,Y causaban mi martirioLos desdenes de una viuda.

834Llora el hombre ingratitudesSin tener un jundamento;Acusa sin miramientoA la que el mal le ocasiona,Y tal vez en su personaNo hay ningún merecimiento.

835Cuando yo más padecíaLa crueldá de mi destino,Rogando al poder divinoQue del dolor me separe,Me hablaron de un adivinoQue curaba esos pesares.

836Tuve recelos y miedos,

Pero al fin me disolví:Hice coraje y me fuiDonde el adivino estaba,Y por ver si me curaba,Cuanto llevaba le di.

837Me puse, al contar mis penas,Mas colorao que un tomate,Y se me añudó el gaznateCuando dijo el ermitaño:"Hermano, le han hecho dañoY se lo han hecho en un mate.

838"Por verse libre de ustéLo habrán querido embrujar."Después me empezó a pasarUna pluma de avestruz,Y me dijo:"De la CruzRecebí el don de curar."

839"Debés maldecir", me dijo,"A todos tus conocidos;Ansina el que te ha ofendidoPronto estará decubierto,Y deben ser maldecidosTanto vivos como muertos."

840Y me recetó un hincaoEn un trapo de la viuda,Frente a una planta de ruda,Hiciera mis oraciones,Diciendo: "No tengás duda;Eso cura las pasiones."

841A la viuda, en cuanto pude,Un trapo le manotié;Busqué la ruda y al pie,Puesto en cruz, hice mi rezo;Pero, amigos, ni por esoDe mis males me curé.

842Me recetó otra ocasiónQue comiera abrojo chico;El remedio no me esplico,Mas, por desechar el mal,Al ñudo en un abrojalFui a ensangrentarme el hocico.

843Y con tanta medecinaMe parecía que sanaba;Por momentos se aliviabaUn poco mi padecer,Mas si a la viuda encontraba,

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Volvía la pasión a arder.

844Otra vez que consultéSu saber estrordinario,Recibió bien su salario,Y me recetó aquel pilloQue me colgase tres grillosEnsartaos como rosario.

845Por fin la última ocasiónQue por mi mal lo fui a ver,Me dijo: "No, mi saberNo ha perdido su virtú;Yo te daré la salú:No triunfará esa mujer.

846"Y tené fe en el remedio,Pues la cencia no es chacota;De esto no entendés ni jota.Sin que ninguno sospeche,Cortále a un negro tres motasY hacélas hervir en leche."

847Yo andaba ya desconfiandoDe la curación maldita,Y dije: "Este no me quitaLa pasión que me domina;Pues que viva la gallina,Aunque sea con la pepita."

848Ansí me dejaba andar,Hasta que, en una ocasión,El cura me echó un sermón,Para curarme sin duda,Diciendo que aquella viudaEra hija de confisión.

849Y me dijo estas palabrasQue nunca las he olvidao:"Has de saber que el finaoOrdenó en su testamentoQue naides de casamientoLe hablara en lo sucesivo;Y ella prestó el juramentoMientras él estaba vivo."

850"Y es preciso que lo cumpla,Porque ansí lo manda Dios;Es necesario que vosNo la vuelvas a buscar,Porque si llega a faltarSe condenarán los dos."

851Con semejante alvertenciaSe completó mi redota;Le vi los pies a la sota,Y me le alejé a la viuda,Más curao que con la ruda,Con los grillos y las motas.

852Después me contó un amigoQue al Juez le había dicho el curaQue yo era un cabeza duraY que era un mozo perdido;Que me echaran del partido,Que no tenía compostura.

853Tal vez por ese consejoY sin que más causa hubiera,Ni que otro motivo diera,Me agarraron redepenteY en el primer contingenteMe echaron a la frontera.

854De andar persiguiendo viudasMe he curao el deseo;En mil penurias me veo,Mas pienso volver tal vezA ver si sabe aquel JuezLo que se ha hecho de mi rodeo.

CAPÍTULO XX855Martín Fierro y sus dos hijos,Entre tanta concurrencia,Siguieron con alegríaCelebrando aquella fiesta.Diez años, los más terribles,Había durado la ausencia,Y al hallarse nuevamenteEra su alegría completa.En ese mesmo momentoUno que vino de ajuera,A tomar parte con ellosSuplicó que lo almitieran.Era un mozo forasteroDe muy regular presencia,Y hacía poco que en le pagoAndaba dando sus güeltas.Asiguraban algunosQue venía de la frontera;Que había pelao a un pulperoEn las últimas carreras;Pero andaba despilchao,No traía una prenda güena:Un recadito cantorDaba fe de sus pobrezas.Le pidió la bendiciónAl que causaba la fiesta

Y, sin decirles su nombre,Les declaró con franquezaQue el nombre de PicardíaEs el único que lleva.Y para contar su historiaA todos pide licencia,Diciéndoles que en seguidaIban a saber quién era.Tomó al punto la guitarra,La gente se puso atenta,Y ansí cantó PicardíaEn cuanto templó las cuerdas:

PICARDÍACAPÍTULO XXI856- Voy a contarles mi historia(Perdónenme tanta charla) ,y les diré al principiarla,Aunque es triste hacerlo ansí:A mi madre la perdíAntes de saber llorarla.

857Me quedé en el desamparo,Y al hombre que me dio el serNo lo pude conocer;Ansí, pues, dende chiquito,Volé como el pajaritoEn busca de qué comer.

858O por causa del servicioQue tanta gente destierra,O por causa de la guerra,Que es causa bastante seria,Los hijos de la miseriaSon muchos en esta tierra.

859Ansí, por ella empujado,No sé las cosas que haría,Y aunque con vergüenza mía,Debo hacer esta alvertencia:Siendo mi madre Inocencia,Me llamaban Picardía.

860Me llevó a su lado un hombrePara cuidar las ovejas,Pero todo el día eran quejasY guascazos a lo loco,Y no me daba tampocoSiquiera unas jergas viejas.

861Dende la alba hasta la noche,En el campo me tenía;Cordero que se moría-Mil veces me sucedió-

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Los caranchos lo comían,Pero lo pagaba yo.

862De trato tan rigorosoMuy pronto me acobardé;El bonete me apretéBuscando los mejores fines,Y con unos volantinesMe fuí para Santa Fe.

863El pruebista principalA enseñarme me tomó,Y ya iba aprendiendo yoA bailar en la maroma,Mas me hicieron una bromaY aquello me indijustó.

864Una vez que iba bailando,Porque estaba el calzón roto,Armaron tanto alborotoQue me hicieron perder pie;De la cuerda me larguéY casi me descogotó.

865Ansí me encontré de nuevoSin saber dónde meterme,Y ya pensaba volvermeCuando, por fortuna mía,Me salieron unas tíasQue quisieron recogerme.

866Con aquella parentela,Para mí desconocida,Me acomodé ya en seguida,Y eran muy buenas señoras;Pero las más rezadorasQue he visto en toda mi vida.

867Con el toque de oraciónYa principiaba el rosario;Noche a noche un calendarioTenían ellas que decir,Y a rezar solían venirMuchas de aquel vecindario.

868Lo que allí me acontecióSiempre lo he de recordar,Pues me empiezo a equivocarY a cada paso refalo,Como si me entrara el MaloCuanto me hincaba a rezar.

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Era como tentaciónLo que yo esperimenté,Y jamás olvidaréCuanto tuve que sufrir,Porque no podía decir"Artículos de la Fe".

870Tenía al lao una mulataQue era nativa de allí;Se hincaba cerca de míComo el ángel de la guarda;¡Pícara!, y era la pardaLa que me tentaba ansí.

871"Rezá", me dijo mi tía,"Artículos de la Fe".Quise hablar y me atoré;La dificultá me aflige;Miré a la parda, y ya dije:"Artículos de Santa Fe".

872Me acomodó el coscorrónQue estaba viendo venir,Yo me quise corregir,A la mulata miréY otra vez volví a decir:"Artículos de Santa Fe".

873Sin dificultá ningunaRezaba todito el día,Y a la noche no podíaNi con un trabajo inmenso;Es por eso que yo piensoQue alguno me tentaría.

874Una noche de tormentaVi a la parda y me entró chucho;Los ojos -me asusté mucho-Eran como refocilo:Al nombrar a San Camilo,Le dije San Camilucho.

875Ésta me da con el pie,Aquella otra con el codo:¡Ah, viejas, por ese modo,Aunque de corazón tierno,Yo las mandaba al infiernoCon oraciones y todo!

876Otra vez, que como siempreLa parda me perseguía,Cuando yo acordé, mis tíasMe habían sacao un mechón

Al pedir la estirpaciónDe todas las herejías.

877Aquella parda malditaMe tenía medio afligido,Y ansí; me había sucedidoQue, al decir "estirpación",Le acomodé "entripación"Y me cayeron sin ruido.

878El recuerdo y el dolorMe duraron muchos días;Soñé con las herejíasQue andaban por estirparY pedía siempre al rezarLa estirpación de mis tías.

879Y dale siempre rosarios,Noche a noche sin cesar;Dale siempre barajarSalves, trisagios y credos;Me aburrí de esos enriedosY al fin me mandé mudar.

CAPÍTULO XXII880Anduve como pelota,Y más pobre que una rata:Cuando empecé a ganar plataSe armó no sé qué barullo:Yo dije: A tu tierra, grullo,Aunque sea con una pata.

881Eran duros y bastantesLos años que allá pasaron;Con lo que ellos me enseñaronFormaba mi capital;Cuanto vine, me enrolaronEn la Guardia Nacional.

882Me había ejercitao al naipe,El juego era mi carrera;Hice alianza verdaderaY arreglé una trapisondaCon el dueño de una fondaQue entraba en la peladera.

883Me ocupaba con esmeroEn floriar una baraja;Él la guardaba en la cajaEn paquetes, como nueva;Y la media arroba llevaQuien conoce la ventaja.

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884Comete un error inmensoQuien de la suerte presuma;Otro mas hábil lo fuma,En un dos por tres lo pela,Y lo larga que no vuela,Porque le falta una pluma.

885Con un socio que lo entiendeSe arman partidas muy güenas;Queda allí la plata ajena,Quedan prendas y botones:Siempre cain a esas riunionesZonzos con las manos llenas.

886Hay muchas trampas legales,Recursos del jugador;No cualquiera es sabedorA lo que un naipe se presta:Con una cincha bien puestaSe la pega uno al mejor.

887Deja a veces ver la boca,Haciendo el que se descuida;Juega el otro hasta la vidaY es siguro que se ensarta,Porque uno muestra una cartaY tiene otra prevenida.

888Al monte, las precaucionesNo han de olvidarse jamás;Debe afirmarse ademásLos dedos para el trabajo,Y buscar asiento bajoQue le dé la luz de atrás.

889Pa tallar, tome la luz;Dé la sombra al alversario;Acomódese al contrarioEn todo juego cartiao:Tener ojo ejercitaoEs siempre muy necesario.

890El contrario abre los suyos,Pero nada ve el que es ciego:Dándole soga, muy luegoSe deja pescar el tonto;Todo chapetón cre prontoQue sabe mucho en el juego.

891Hay hombres muy inocentesY que a las carpetas van;Cuando azariados están

-Les pasa infinitas veces-Pierden en puertas y en treses,Y dándoles mamarán.892El que no sabe no ganaAunque ruegue a Santa Rita;En la carpeta a un mulitaSe le conoce al sentarse,Y conmigo era matarse:No podían ni a la manchita.

893En el nueve y otros juegosLlevo ventaja y no poca,Y siempre que dar me tocaEl mal no tiene remedio,Porque sé sacar del medioY sentar la de la boca.

894En el truco, al más pintaoSolía ponerlo en apuro;Cuando aventajar procuro,Sé tener, como fajadas,Tiro a tiro el as de espadas,O flor, o envite siguro.

895Yo sé defender mi plataY lo hago como el primero:El que ha de jugar dineroPreciso es que no se atonte;Si se armaba una de monte,Tomaba parte el fondero.

896Un pastel, como un paquete,Sé llevarlo con limpieza;Dende que a salir empiezanNo hay carta que no recuerde;Sé cuál se gana o se pierdeEn cuanto cain en la mesa.

897También por estas jugadasSuele uno verse en aprietos;Mas yo no me comprometoPorque sé hacerlo con arte,Y aunque les corra el descarteNo se descubre el secreto.

898Si me llamaban al dao,Nunca me solía faltarUn cargado que largar,Un cruzao para el más vivo,Y hasta atracarles un chivoSin dejarlos maliciar.

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Cargaba bien una taba,Porque la sé manejar;No era manco en el billar,Y por fin de lo que esplico,Digo que hasta con pichicosEra capaz de jugar.

900Es un vicio de mal finEl de jugar, no lo niego;Todo el que vive del juegoAnda a la pesca de un bobo,Y es sabido que es un roboPonerse a jugarle a un ciego.

901Y esto digo claramentePorque he dejao de jugar;Y le puedo asigurar,Como que fuí del oficio:Más cuesta aprender un vicioQue aprender a trabajar.

CAPÍTULO XXIII902Un nápoles mercachifleQue andaba con un arpista,Cayó también en la listaSin dificultá ninguna:Lo agarré a la treinta y unaY le daba bola vista.

903Se vino haciendo el chiquito,Por sacarme esa ventaja;En el pantano se encaja,Aunque robo se le hacía;Lo cegó Santa LucíaY desocupó las cajas.

904¡Lo hubieran visto afligidoLlorar por las chucherías!"Me gañao con picardía",Decía el gringo y lagrimiaba,Mientras yo en un poncho alzabaTodita su merchería.

905Quedó allí aliviao del pesoSollozando sin consuelo;Había caído en el anzuelo,Tal vez porque era domingo,Y esa calidá de gringoNo tiene santo en el cielo.

906Pero poco aprovechéDe fatura tan lucida;El diablo no se descuida,

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Y a mí me seguía la pistaUn ñato muy enredistaQue era Oficial de partida.

907Se me presentó a esigirLa multa en que había incurrido,Que el juego estaba prohibido,Que iba a llevarme al cuartelTuve que partir con élTodo lo que había alquirido.

908Empecé a tomarlo entre ojosPor esa albitrariedá;Yo había ganao, es verdá,Con recursos, eso sí;Pero él me ganaba a míFundao en su autoridá.

909Decían que por un delitoMucho tiempo anduvo mal;Un amigo servicialLo compuso con el Juez,Y poco tiempo despuésLo pusieron de Oficial.

910En recorrer el partidoContinuamente se empleaba;Ningún malevo agarraba,Pero traía en un cargueroGallinas, pavos, corderosQue por ahí recoletaba.

911No se debía permitirEl abuso a tal estremo.Mes a mes hacía lo mesmo,Y ansí decía el vecindario:"Este ñato perdularioHa resucitao el diezmo."

912La echaba de guitarreroY hasta de concertador:Sentao en el mostradorLo hallé una noche cantandoY le dije: "Co...mo...quiandoCon ganas de oír un cantor."

913Me echó el ñato una miradaQue me quiso devorar,Mas no dejó de cantarY se hizo el desentendido;Pero ya había conocidoQue no lo podía pasar.

914Una tarde que me hallabaDe visita... vino el ñato,Y para darle un mal ratoDije juerte: "Ña...to...ribia,No cebe con la agua tibia",Y me la entendió el mulato.

915Era todo en el Juzgao,Y como que se achocó,Ahí no más me contestó:"Cuanto el caso se presienteTe he de hacer tomar caliente,Y has de saber quién soy yo."

916Por causa de una mujerSe enredó más la cuestión;Le tenía el ñato afición;Ella era mujer de ley,Moza con cuerpo de güey,Muy blanda de corazón.

917La hallé una vez de amasijo;Estaba hecha un embeleso,Y le dije: "Me interesoEn aliviar sus quehaceres,Y ansí, señora, si quiereYo le arrimaré los gutildeos."

918Estaba el ñato presenteSentado como de adorno;Por evitar un trastornoElla, al ver que se dijusta,Me contestó: "Si usté gusta,Arrímelos junto al horno."

919Ahi se enredó la madejaY su enemistá conmigo;Se declaró mi enemigo,Y, por aquel cumplimiento,Ya sólo buscó el momentoDe hacerme dar un castigo.

920Yo vía que aquel malditoMe miraba con rencor,Buscando el caso mejorDe poderme echar el pial;Y no vive más el lialQue lo que quiere el traidor.

921No hay matrero que no caiga,Ni arisco que no se amanse;Ansí, yo, dende aquel lance,

No salía de algún rincón,Tirao como el San RamónDespués que se pasa el trance.CAPÍTULO XXIV922Me le escapé con trabajoEn diversas ocasiones;Era de los adulones;Me puso mal con el Juez;Hasta que al fin una vezMe agarró en las eleciones.

923Ricuerdo que esa ocasiónAndaban listas diversas;Las opiniones dispersasNo se podían arreglar:Decían que el Juez, por triunfar,Hacía cosas muy perversas.

924Cuando si riunió la genteVino a proclamarla el ñato,Diciendo con aparato"Que todo andaría mal,Si pretendía cada cualVotar por un candidato."

925Y quiso al punto quitarmeLa lista que yo llevé,Mas yo se la mezquiné,Y ya me gritó: "!Anarquista!Has de votar por la listaQue ha mandao el Comiqué."

926Me dio vergüenza de vermeTratado de esa manera;Y como si uno se alteraYa no es fácil que se ablande,Le dije: "Mande el que mande,Yo he de votar por quien quiera."

927"En las carpetas de juegoY en la mesa eletoral,A todo hombre soy igual,Respeto al que me respeta,Pero el naipe y la boletaNaides me lo ha de tocar."

928Ahi no más ya me cayóA sable la polecía;Aunque era una picardíaMe decidí a soportar,Y no los quise peliarPor no perderme ese día.

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929Atravesao me agarróY se aprovechó aquel ñato;Dende que sufrí ese tratoNo dentro donde no quepo;Fui a jinetiar en el cepoPor cuestión de candidatos.

930Injusticia tan notoriaNo la soporté de flojo;Una venda de mis ojosVino el suceso a voltiar:Vi que teníamos que andarComo perro con tramojo.

931Dende aquellas elecionesSe siguió el batiburrillo;Aquél se volvió un ovilloDel que no había ni noticia,¡Es señora la justicia..Y anda en ancas del más pillo!

CAPÍTULO XXV932Después de muy pocos días,Tal vez por no dar esperaY que alguno no se juera,Hicieron citar la gente,Pa riunir un contingenteY mandar a la frontera.

933Se puso arisco el gauchaje:La gente está acobardada;Salió la partida armadaY trujo como perdicesUnos cuantos infelicesQue entraron en la voltiada.

934Decía el ñato con soberbia:"Esta es una gente indina;Yo los rodié a la sordina:No pudieron escapar;Y llevaba orden de arriarTodito lo que camina."

935Cuando vino el ComendanteDijeron: "!Dios nos asista!"Llegó les clavó la vista(Yo estaba haciéndome el zonzo);Le echó a cada uno un responsoY ya lo plantó en la lista.

936"!Cuadráte!", le dijo a un negro."Te estás haciendo el chiquito,

Cuando sos el más malditoQue se encuentra en todo el pago.Un servicio es el que te hago,Y por eso te remito."

A OTRO937"Vos no cuidás tu familiaNi le das los menesteres;Visitás otras mujeres,Y es preciso, calavera,Que aprendás en la fronteraA cumplir con tus deberes."

A OTRO938"Vos también sos trabajoso;Cuando es preciso votarHay que mandarte llamarY siempre andás medio alzao;Sos un desubordinao,Y yo te voy a filiar."

A OTRO939"¿Cuánto tiempo hace que vosAndás en este partido?¿Cuántas veces has venidoA la citación del Juez?No te he visto ni una vez:Has de ser algún perdido."

A OTRO940"Este es otro barulleroQue pasa en la pulperíaPredicando noche y díaY anarquizando a la gente:Irás en el contingentePor tamaña picardía."

A OTRO

941"Dende la anterior remesaVos andás medio perdido;La autoridá no ha podidoJamás hacerte votar:Cuando te mandan llamarTe pasás a otro partido."

A OTRO942"Vos siempre andas de florcita:No tenés renta ni oficio;No has hecho ningún servicio;No has votado ni una vez.!Marchá!... para que dejésDe andar haciendo perjuicio."

A OTRO943"Dame vos tu papeleta:Yo te la voy a tener.Ésta queda en mi poder;Despúes la recogerás,Y ansí, si te resertás,Todos te puedan prender."

A OTRO944"Vos, porque sos ecetuao,Ya te querés sulevar;No vinistes a votarCuando hubieron eleciones;No te valdrán ececiones:¡Yo te voy a enderezar! "

945Y a éste por este motivoY a otro por otra razón,Toditos, en conclusión,Sin que escapara ninguno,Jueron pasando uno a unoA juntarse en un rincón.

946Y allí las pobres hermanas,Las madres y las esposasRedamaban cariñosasSus lágrimas de dolor;Pero gemidos de amorNo remedian estas cosas.

947Nada importa que una madreSe desespere o se queje,Que un hombre a su mujer dejeEn el mayor desamparo;Hay que callarse, o es claroQue lo quiebran por el eje.

948Dentran después a empeñarseCon este o aquel vecino;Y, como en el masculino,El que menos corre, vuela,Deben andar con cautelaLas pobres, me lo imagino.

949Muchas al Juez acudieron,Por salvar de la jugada;El les hizo una cuerpiada,Y, por mostrar su inocencia,Les dijo: "Tengan pacenciaPues yo no puedo hacer nada."

950Ante aquella autoridá

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Permanecían suplicantes,Y, después de hablar bastante,"Yo me lavo"; dijo el Juez,"Como Pilatos los pies:Esto lo hace el Comendante."

951De ver tanto desamparoEl corazón se partía;Había madre que salíaCon dos; tres hijos o más,Por delante y por detrás,Y las maletas vacías.

952"¿Donde irán ?", pensaba yo,"¿A perecer de miseria?Las pobres, si de esta feriaHablan mal, tienen razón;Pues hay bastante materiaPara tan justa aflición."

CAPÍTULO XXVI953Cuando me llegó mi turnoDije entre mí: "Ya me toca",Y aunque mi falta era pocaNo sé por que me asustaba;Les asiguro que estabaCon el Jesús en la boca.

954Me dijo que yo era un vago,Un jugador, un perdido;Que dende que fui al partidoAndaba de picaflor;Que había de ser un bandidoComo mi antesucesor.

955Puede que uno tenga un vicioY que de él no se reforme,Mas naides está conformeCon recebir ese trato:Yo conocí que era el ñatoQuien le había dao los informes.

956Me dentro curiosidá,Al ver que de esa maneraTan siguro me dijeraQue jué mi padre un bandido;Luego, lo habrá conocido,Y yo inoraba quién era.

957Me empeñé en aviriguarlo;Promesas hice a Jesús;Tuve por fin una luzY supe con alegría

Que era el autor de mis díasEl guapo Sargento Cruz.

958Yo conocía bien su historiaY la tenía muy presente:Sabía que Cruz, bravamente,Yendo con una partida,Había jugado la vidaPor defender a un valiente.

959Y hoy ruego a mi Dios piadosoQue lo mantenga en su gloria;Se ha de conservar su historiaEn el corazón del hijo;El al morir me bendijoYo bendigo su memoria.

960Yo juré tener enmiendaY lo conseguí de veras;Puedo decir ande quieraQue, si faltas he tenido,De todas me he corregidoDende que supe quién era.

961El que sabe ser güen hijoA los suyos se parece;Y aquel que a su lado creceY a su padre no hace honor,Como castigo mereceDe la desdicha el rigor.

962Con un empeño costanteMis faltas supe enmendar;Todo conseguí olvidar,Pero, por desgracia mía,El nombre de PicardíaNo me lo pude quitar.

963Aquel que tiene güen nombreMuchos dijustos se ahorra,Y entre tanta mazamorraNo olviden esta alvertencia:Aprendí por esperenciaQue el mal nombre no se borra.

CAPÍTULO XXVII964He servido en la fronteraEn un cuerpo de milicias;No por razón de justiciaComo sirve cualesquiera.

965La bolilla me tocó

De ir a pasar malos ratosPor la facultá del ñato,Que tanto me persiguió.

966Y sufrí en aquel infiernoEsa dura penitencia,Por una malaquerenciaDe un oficial subalterno.

967No repetiré las quejasDe lo que se sufre allá:Son cosas muy dichas yaY hasta olvidadas, de viejas.

968Siempre el mesmo trabajar,Siempre el mesmo sacrificio,Es siempre el mesmo servicio,Y el mesmo nunca pagar.

969Siempre cubiertos de harapos,Siempre desnudos y pobres,Nunca le pagan un cobreNi le dan jamás un trapo.

970Sin sueldo y sin uniformeLo pasa uno aunque sucumba:Confórmese con la tumba;Y si no... no se conforme.

971Pues si usté se ensoberbeceO no anda muy voluntario,Le aplican un novenarioDe estacas... que lo enloquecen.

972Andan como pordioserosSin que un peso los alumbre,Porque han tomao la costumbreDe deberle años enteros.

973Siempre hablan de lo que cuesta;Que allá se gasta un platal:¡Pues yo no he visto ni un rialEn lo que duró la fiesta!

974Es servicio estrordinarioBajo el jusil y la vara,Sin que sepamos qué caraLe ha dao Dios al Comisario.

975Pues si va a hacer la revista

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Se vuelve como una bala:Es lo mesmo que luz malaPara perderse de vista;976Y de yapa cuando va,Todo parece estudiao:Van con meses atrasaosDe gente que ya no está;

977Pues si adrede que lo hagan,Podrán hacerlo mejor:Cuando cai, cai con la pagaDel contingente anterior;

978Porque son como sentenciaPara buscar al ausente,Y el pobre que está presenteQue perezca en la endigencia;

979Hasta que, tanto aguantarEl rigor con que lo tratanO se resierta, o lo matan,O lo largan sin pagar.

980De ese modo es el pastel,Porque el gaucho -ya es un hecho-No tiene ningún derecho,Ni naides vuelve por él.

981¡La gente vive marchita!Si viera cuando echan tropa:Les vuela a todos la ropaQue parecen banderitas.

982De todos modos lo cargan,Y al cabo de tanto andar,Cuando lo largan, lo larganComo pa echarse a la mar.

983Si alguna prenda le han daoSe la vuelven a quitar:Poncho, caballo, recao,Todo tiene que dejar.

984Y esos pobres infelices,Al volver a su destino,Salen como unos LonginosSin tener con que cubrirse.

985A mí me daba congojas

El mirarlos de ese modo,Pues el más aviao de todosEs un perejil sin hojas.

986Aura poco ha sucedido,Con un invierno tan crudo,Largarlos a pie y desnudosPa volver a su partido.

987Y tan duro es lo que pasaQue, en aquella situación,Les niegan un mancarrónPara volver a su casa.

988¡Lo tratan como a un infiel!Completan su sacrificioNo dándole ni un papelQue acredite su servicio.

989Y tiene que regresarMás pobre de lo que jué;Por supuesto, a la mercéDel que lo quiere agarrar.

990Y no averigüe despuésDe los bienes que dejó:De hambre, su mujer vendiópor dos lo que vale diez.

991Y como están convenidosA jugarle manganeta,A reclamar no se meta,Porque ése es tiempo perdido.

992Y luego, si a alguna estanciaA pedir carne se arrima,Al punto le cain encimaCon la ley de la vagancia.

993Y ya es tiempo, pienso yo,De no dar más contingente:Si el Gobierno quiere gente,Que la pague y se acabó.

994Y saco así en conclusión,En medio de mi inorancia,Que aquí el nacer en estanciaEs como una maldición.

995Y digo, aunque no me cuadre

Decir lo que naides dijo:La Provincia es una madreQue no defiende a sus hijos.

996Mueren en alguna lomaEn defensa de la ley,O andan lo mesmo que el güey,Arando pa que otros coman.

997Y he de decir ansí mismoPorque de adentro me brotaQue no tiene patriotismoQuien no cuida al compatriota.

CAPÍTULO XXVIII998Se me va por donde quieraEsta lengua del demonio.Voy a darles testimonioDe lo que vi en la frontera.

999Yo sé que el único modo,A fin de pasarlo bien,Es decir a todo: Amén,Y jugarle risa a todo.

1000El que no tiene colchónEn cualquier parte se tiende:El gato busca el jogónY ese es mozo que lo entiende.

1001De aquí comprenderse debe,Aunque yo hable de este modo,Que uno busca su acomodoSiempre lo mejor que puede.

1002Lo pasaba como todosEste pobre penitente;Pero salí de asistente,Y mejoré en cierto modo;

1003Pues aunque esas privacionesCausen desesperación,Siempre es mejor el jogónDe aquel que carga galones.

1004De entonces en adelanteAlgo logré mejorar,Pues supe hacerme lugarAl lado del ayudante.

1005

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El se daba muchos aires:Pasaba siempre leyendo;Decían que estaba aprendiendoPa recebirse de flaire.

1006Aunque lo pifiaban tanto,Jamás lo vi dijustao;Tenía los ojos paraosComo los ojos de un santo.

1007Muy delicao, dormía en cuja;Y no sé por qué sería,La gente lo aborrecíaY le llamaban La Bruja.

1008Jamás hizo otro servicioNi tuvo mas comisionesQue recebir las racionesDe víveres y de vicios.

1009Yo me pasé a su jogónAl punto que me sacó,Y ya con el me llevóA cumplir su comisión.

1010Estos diablos de milicosDe todo sacan partido:Cuando nos vían riunidosSe limpiaban los hocicos.

1011Y decían en los jogonesComo por chocarrería:"Con la Bruja y PicardíaVan a andar bien las raciones."

1012A mí no me jué tan mal,Pues mi oficial se arreglaba;Les diré lo que pasabaSobre este particular.

1013Decían que estaba de acuerdoLa Bruja y el provedor,Y que recebía lo pior;Puede ser, pues no era lerdo.

1014Que a más en la cantidáPegaba otro dentellón,Y que por cada raciónLe entregaban la mitá;

1015

Y que esto lo hacía del modoComo lo hace un hombre vivo:Firmando luego el recibo,Ya se sabe, por el todo.

1016Pero esas murmuracionesNo faltan en campamento.Déjenme seguir mi cuento,O historia de las raciones.

1017La Bruja las recebía,Como se ha dicho, a su modo;Las cargábamos, y todoSe entriega en la Mayoría.

1018Sacan allí en abundanciaLo que les toca sacar,Y es justo que han de dejarOtro tanto de ganancia.

1019Van luego a la compañía;Las recibe el Comendante,El que, de un modo abundante,Sacaba cuanto quería.

1020Ansí la cosa livianaVa mermada, por supuesto;Luego se le entrega el restoAl oficial de semana.¿Araña, quien te arañó?Otra araña como yo.

1021Este le pasa al sargentoAquello tan reducido,Y, como hombre prevenido,Saca siempre con aumento.

1022Esta relación no acaboSi otra menudencia ensarto,El sargento llama al caboPara encargarle el reparto.

1023Él también saca primeroY no se sabe turbar:Naides le va a aviriguarSi ha sacado más o menos.

1024Y sufren tanto bocaoY hacen tantas estaciones,Que ya casi no hay racionesCuando llegan al soldao.

1025¡Todo es como pan bendito!Y sucede de ordinarioTener que juntarse variosPara hacer un pucherito.

1026Dicen que las cosas vanCon arreglo a la ordenanza.¡Puede ser! pero no alcanzan;¡Tan poquito es lo que dan!

1027Algunas veces, yo pienso,Y es muy justo que lo diga,Sólo llegaban las migasQue habían quedao en los lienzos.

1028Y esplican aquel infiernoEn que uno está medio locoDiciendo que dan tan pocoPorque no paga el Gobierno.

1029Pero eso yo no lo entiendo,Ni a aviriguarlo me meto;Soy inorante completoNada olvido y nada apriendo.

1030Tiene uno que soportarEl tratamiento mas vil:A palos en lo civilA sable en lo militar.

1031El vistuario es otro infierno;Si lo dan, llega a sus manosEn invierno el de verano,Y en el verano el de invierno.

1032Y yo el motivo no encuentroNi la razón que esto tiene,Mas dicen que eso ya vieneArreglao dende adentro.

1033Y es necesario aguantarEl rigor de su destino;El gaucho no es argentinoSino pa hacerlo matar.

1034Ansi ha de ser, no lo dudo;Y por eso decía un tonto:"Si los han de matar pronto,Mejor es que estén desnudos,"

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1035Pues esa miseria viejaNo se remedia jamás;Todo el que viene detrásComo la encuentra la deja.

1036Y se hallan hombres tan malosQue dicen de güena gana:"El gaucho es como la lana:Se limpia y compone a palos."

1037Y es forzoso el soportarAunque la copa se enllene;Parece que el gaucho tieneAlgún pecao que pagar.

CAPÍTULO XXIX1038Esto cantó PicardíaY después guardó silencio,Mientras todos celebrabanCon placer aquel encuentro.Mas una casualidá-Como que nunca anda lejos-Entre tanta gente blancaLlevó también un moreno,Presumido de cantorY que se tenía por güeno.Y como quien no hace nada,O se descuida de intento,Pues siempre es muy conocidoTodo aquel que busca pleito,Se sentó con toda calma,Echo mano al estrumentoY ya le pegó un ragido:Era fantástico el negro;Y para no dejar dudas,Medio se compuso el pecho.Todo el mundo conocióLa intención de aquel moreno:Era claro el desafíoDirigido a Martín Fierro,Hecho con toda arrogancia,De un modo muy altanero.Tomó Fierro la guitarra,Pues siempre se halla dispuesto,Y ansí cantaron los dos,En medio de un gran silencio.

CAPÍTULO XXXMARTÍN FIERRO1039Mientras suene el encordao,Mientras encuentre el compásYo no he de quedarme atrásSin defender la parada,Y he jurado que jamás

Me la han de llevar robada.

1040Atiendan, pues, los oyentesY cáyense los mirones;A todos pido perdones,Pues a la vista resaltaQue no está libre de faltaQuien no está de tentaciones.

1041A un cantor le llaman güenoCuando es mejor que los piores;Y sin ser de los mejores,Encontrándose dos juntos,Es deber de los cantoresEl cantar de contrapunto.

1042El hombre debe mostrarseCuando la ocasión le llegue;Hace mal el que se niegue,Dende que lo sabe hacer;Y muchos suelen tenerVanagloria en que los rueguen.

1043Cuando mozo fui cantor(Es una cosa muy dicha);Mas la suerte se encaprichaY me persigue costante:De ese tiempo en adelanteCanté mis propias desdichas.

1044Y aquellos años dichososTrataré de recordar;Veré si puedo olvidarTan desgraciada mudanza,Y quien se tenga confianzaTiemple, y vamos a cantar.

1045Tiemple y cantaremos juntos;Trasnochadas no acobardan.Los concurrentes aguardan,Y porque el tiempo no pierdan,Haremos gemir las cuerdasHasta que las velas no ardan.

1046Y el cantor que se presiente,Que tenga o no quien lo ampare,No espere que yo dispareAunque su saber sea mucho:Vamos en el mesmo puchoA prenderle hasta que aclare.

1047Y seguiremos si gusta

Hasta que se vaya el día;Era la costumbre míaCantar las noches enteras:Había entonces, donde quiera,Cantores de fantasía.

1048Y si alguno no se atreveA seguir la caravana,O si cantando no gana,Se lo digo sin lisonja:Haga sonar una esponjaO ponga cuerdas de lana.

EL MORENO1049Yo no soy, señores míos,Sino un pobre guitarrero,Pero doy gracias al CieloPorque puedo, en la ocasión,Toparme con un cantorQue esperimente a este negro.

1050Yo también tengo algo blanco,Pues tengo blancos los dientes;Sé vivir entre las gentesSin que me tengan en menos:Quien anda en pagos ajenosDebe ser manso y prudente.

1051Mi madre tuvo diez hijos,Los nueve muy regulares;Tal vez por eso me ampareLa Providencia divina:En los güevos de gallinaEl décimo es el más grande.

1052El negro es muy amoroso,Aunque de esto no hace gala;Nada a su cariño igualaNi a su tierna voluntá;Fs lo mesmo que el macá:Cría los hijos bajo el ala.

1053Pero yo he vivido libreY sin depender de naides;Siempre he cruzado los airesComo el pájaro sin nido;Cuanto se lo he aprendidoPorque me lo enseñó un flaire.

1054Y sé como cualquier otroEl porqué retumba el trueno;Por qué son las estacionesDel verano y del invierno;

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Sé también de dónde salenLas aguas que cain del cielo.

1055Yo sé lo gue hay en la tierraEn llegando al mesmo centro;En dónde se encuentra el oro,En dónde se encuentra el fierroY en dónde viven bramandoLos volcanes que echan juego.

1056Yo sé del fondo del marDonde los pejes nacieron;Yo sé por qué crece el árbol,Y por qué silban los vientos:Cosas que inoran los blancosLas sabe este pobre negro.

1057Yo tiro cuando me tiran;Cuando me aflojan, aflojo;No se ha de morir de antojoQuien me convide a cantar;Para conocer a un cojoLo mejor es verlo andar.

1058Y si una falta cometoEn venir a esta riunión,Echándola de cantor,Pido perdón en voz altaPues nunca se halla una faltaQue no esista otra mayor.

1059De lo que un cantor esplicaNo falta qué aprovecharY se le debe escucharAunque sea negro el que cante:Apriende el que es inorante,Y el que es sabio, apriende más.

1060Bajo la frente más negraHay pensamiento y hay vida.La gente escuche tranquila,No me haga ningún reproche:También es negra la nocheY tiene estrellas que brillan.

1061Estoy, pues, a su mandao;Empiece a echarme la sonda,Si gusta que le responda,Aunque con lenguaje tosco:En leturas no conozcoLa jota, por ser redonda.

MARTIN FIERRO

1062¡Ah, negro!, si sos tan sabioNo tengás ningún receloPero has tragao el anzueloY al compás del estrumentoHas de decirme al momentoCuál es el canto del cielo.

EL MORENO1063Cuentan que de mi colorDios hizo al hombre primero,Mas los blancos altaneros,Los mesmos que lo convidan,Hasta de nombrarlo olvidanY sólo le llaman negro.

1064Pinta el blanco negro al diablo,Y el negro, blanco lo pinta;Blanca la cara o retintaNo habla en contra ni en favor:De los hombres el CriadorNo hizo dos clases distintas.

1065Y después de esta alvertenciaQue al presente viene al pelo,Veré, señores, si puedo,Sigún mi escaso saber,Con claridá responderCuál es el canto del cielo.

1066Los cielos lloran y cantanHasta en el mayor silencio:Lloran al cair el rocíoCantan al silbar los vientosLloran cuando cain las aguas.Cantan cuando brama el trueno.

MARTÍN FIERRO1067Dios hizo al blanco y al negroSin declarar los mejores;Les mandó iguales doloresBajo de una mesma cruz;Mas también hizo la luzPa distinguir los colores.

1068Ansi, ninguno se agravie;No se trata de ofender,A todo se ha de ponerEl nombre con que se llama,Y a naides le quita famaLo que recibió al nacer.

1069

Y ansí me gusta un cantorQue no se turba ni yerra;Y si en tu saber se encierraEl de los sabios projundos;Decíme cuál en el mundoEs el canto de la tierra.

EL MORENO1070Es pobre mi pensamiento,Es escasa mi razón,Mas pa dar contestaciónMi inorancia no se arredra:También da chispas la piedraSi la golpia el eslabón.

1071Y le daré una respuestaSigún mis pocos alcances:Forman un canto en la tierraEl dolor de tanta madre,El gemir de los que muerenY el llorar de los que nacen.

MARTÍN FIERRO1072Moreno, alvierto que traisBien dispuesta la garganta;Sos varón, y no me espantaVerte hacer esos primores;En los pájaros cantoresSolo el macho es el que canta.

1073Y ya que al mundo vinistesCon el sino de cantar,No te vayás a turbar,No te agrandés ni te achiques;Es preciso que me expliquesCuál es el canto del mar.

EL MORENO1074A los pájaros cantoresNinguno imitar pretiende;De un don que de otro dependeNaides se debe alabar,Pues la urraca apriende a hablar,Pero sólo la hembra apriende.

1075Y ayúdame, ingenio mío,Para ganar esta apuesta;Mucho el contestar me cuesta.Pero debo contestar;Voy a decir en respuestaCuál es el canto del mar.

1076Cuando la tormenta brama,

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El mar, que todo lo encierra,Canta de un modo que aterra,Corno si el mundo temblara:Parece que se quejaraDe que lo estreche la tierra.

MARTÍN FIERRO1077Toda tu sabiduríaHas de mostrar esta vez;Ganarás sólo que estésEn baca con algún santo.La noche tiene su canto,Y me has de decir cuál es.

EL MORENO1078No galope, que hay aujeros,Le dijo a un guapo un prudenteLe contestó humildemente:La noche por cantos tieneEsos ruidos que uno sienteSin saber por dónde vienen.

1079Son los secretos misteriosQue las tinieblas esconden;Son los ecos que respondenA la voz del que da un grito;Como un lamento infinitoQue viene no sé de dónde.

1080A las sombras sólo el solLas penetra y las impone;En distintas direccionesSe oyen rumores inciertos:Son almas de los que han muerto,Que nos piden oraciones.

MARTÍN FIERRO1081Moreno, por tus respuestasYo te aplico el cartabón,Pues tenés desposiciónY sos estruido, de yapa:Ni las sombras se te escapanPara dar esplicación.

1082Pero cumple su deberEl lial diciendo lo cierto,Y, por lo tanto, te alviertoQue hemos de cantar los dos,Dejando en la paz de DiosLas almas de los que han muerto.

1083Y el consejo del prudenteNo hace falta en la partida;

Siempre ha de ser comedidaLa palabra de un cantor.Y aura quiero que me digasDe dónde nace el amor.

EL MORENO1084A pregunta tan escuraTrataré de responder,Aunque es mucho pretenderDe un pobre negro de estancia,Mas conocer su inoranciaEs principio del saber.

1085Ama el pájaro en los airesQue cruza por donde quiera,Y si al fin de su carreraSe asienta en alguna rama,Con su alegre canto llamaA su amante compañera.

1086La fiera ama en su guarida,De la que es rey y señor;Allí lanza con jurorEsos bramidos que espantan,Porque las fieras no cantan:Las fieras braman de amor.

1087Ama en el fondo del marEl pez de lindo color;Ama el hombre con ardor;Ama todo cuanto vive:De Dios vida se recibe,Y donde hay vida, hay amor.

MARTÍN FIERRO1088Me gusta, negro ladino,Lo que acabás de esplicar;Ya te empiezo a respetar;Aunque al principio me rei,Y te quiero preguntarLo que entendés por la ley.

EL MORENO1089Hay muchas dotoreríasQue yo no puedo alcanzar;Dende que aprendí a inorarDe ningún saber me asombro,Mas no ha de llevarme al hombroQuien me convide a cantar.

1090Yo no soy cantor ladinoY mi habilidá es muy poca;Más cuando cantar me toca

Me defiendo en el combate,Porque soy como los mates:Sirvo si me abren la boca.

1091Dende que elige a su gusto,Lo más espinoso elige;Pero esto poco me afligeY le contesto a mi modo:La ley se hace para todos,Mas sólo al pobre le rige.

1092La ley es tela de araña--En mi inorancia lo esplico--.No la tema el hombre rico;Nunca la tema el que mande;Pues la ruempe el bicho grandeY sólo enrieda a los chicos.

1093Es la ley como la lluvia:Nunca puede ser pareja;El que la aguanta se queja,Pero el asunto es sencillo:La ley es como el cuchillo:No ofiende a quien lo maneja.

1094Le suelen llamar espadaY el nombre le viene bien;Los que la gobiernan venA dónde han de dar el tajo:Le cai al que se halla abajoY corta sin ver a quién.

1095Hay muchos que son dotores,Y de su cencia no dudo;Mas yo soy un negro rudoY aunque de esto poco entiendo,Estoy diariamente viendoQue aplican la del embudo.

MARTÍN FIERRO1096Moreno, vuelvo a decirte:Ya conozco tu medida;Has aprovechao la vida,Y me alegro de este encuentro;Ya veo que tenés adentroCapital pa esta partida.

1097Y aura te voy a decir;Porque en mi deber está(Y hace honor a la verdáQuien a la verdá se duebla)Que sos por juera tinieblasY por dentro claridá.

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1098No ha de decirse jamásQue abusé de tu pacencia,Y en justa correspondencia,Si algo querés preguntar,Podés al punto empezar,Pues ya tenés mi licencia.

EL MORENO1099No te trabes lengua mía;No te vayas a turbar;Nadie acierta antes de errar,Y, aunque la fama se juega,El que por gusto navegaNo debe temerle al mar.

1100Voy a hacerle mis preguntas,Ya que a tanto nne convida,Y vencerá en la partidaSi una esplicación me daSobre el tiempo y la medida,El peso y la cantidá.

1101Suya será la vitoriaSi es que sabe contestar;Se lo debo declararCon claridá, no se asombre,Pues hasta aura ningún hombreMe lo ha sabido esplicar.

1102Quiero saber y lo inoro,Pues en mis libros no está-Y su respuesta vendráA servirme de gobierno-,Para que fin el EternoHa criado la cantidá.

MARTÍN FIERRO1103Moreno, te dejas cairComo carancho en su nido;Ya veo que sos prevenido,Mas también estoy dispuesto;Veremos si te contestoY si te das por vencido.

1104Uno es el sol, uno el mundo,Sola y única es la lunaAnsí han de saber que DiosNo crió cantidá ninguna.

1105El ser de todos los seresSólo formó la unidá;

Lo demás lo ha criado el hombreDespués que aprendió a contar.

EL MORENO1106Verernos si a otra preguntaDa una respuesta cumplida:El ser que ha criado la vidaLo ha de tener en su archivo,Mas yo inoro qué motivoTuvo al formar la medida.

MARTÍN FIERRO1107Escuchá con atenciónLo que en mi inorancia arguyo:La medida la inventóEl hombre para bien suyo;

1108Y la razón no te asombre,Pues es fácil presumir:Dios no tenía que medirSino la vida del hombre.

EL MORENO1109Si no falla su saberPor vencedor lo confieso;Debe aprender todo esoQuien a cantar se dedique;Y aura quiero que me espliqueLa que significa el peso.

MARTÍN FIERRO1110Dios guarda entre sus secretosEl secreto que eso encierra,Y mandó que todo pesoCayera siempre en la tierra;

1111Y sigún compriendo yo,Dende que hay bienes y males,Jué el peso para pesarLas culpas de los mortales.

EL MORENO1112Si responde a esta preguntaTéngase por vencedor(Doy la derecha al mejor);Y respóndame al momento:Cuando formó Dios el tiempoY por que lo dividió?

MARTÍN FIERRO1113Moreno, voy a decir,Sigún mi saber alcanza:

El tiempo sólo es tardanzaDe lo que está por venir;

1114No tuvo nunca principioNi jamás acabará,Porque el tiempo es una rueda.Y rueda es eternidá.

1115Y si el hombre lo divide,Sólo lo hace, en mi sentir,Por saber lo que ha vividoO le resta que vivir.

1116Ya te he dado mis respuestas,Mas no gana quien despunta;Si tenés otra preguntaO de algo te has olvidao,Siempre estoy a tu mandaoPara sacarte de dudas.

1117No procedo por soberbiaNi tampoco por jactancia,Mas no ha de faltar costanciaCuando es preciso luchar;Y te convido a cantarSobre cosas de la estancia.

1118Ansi prepará, moreno,Cuanto tu saber encierre,Y sin que tu lengua yerre,Me has de decir lo que empriende;El que del tiempo depende,En los meses que train erre.

EL MORENO1119De la inorancia de naidesNinguno debe abusar;Y aunque me puede doblarTodo el que tenga más arte,No voy a ninguna parteA dejarme machetiar.

1120He reclarao que en leturasSoy redondo como jota;No avergüence mi redota,Pues con claridá le digo:No me gusta que conmigoNaides juegue a la pelota.

1121Es güena ley que el más lerdoDebe perder la carrera;

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Ansí le pasa a cualquiera,Cuando en competencia se hallaUn cantor de media tallacon otro de talla entera.

1122¿No han visto en medio del campoAl hombre que anda perdido,Dando güeltas afligido,Sin saber donde rumbiar?Ansí le suele pasarA un pobre cantor vencido.

1123También los árboles crujenSi el ventarrón los azota,Y si aquí mi queja brotaCon amargura, consisteEn que es muy larga y muy tristeLa noche de la redota.

1124Y dende hoy en adelante,Pongo de testigo al CieloPara decir sin receloQue, si mi pecho se inflama.No cantaré por la famaSino por buscar consuelo.

1125Vive ya desesperaoQuien no tiene qué esperar;A lo que no ha de durarNingún cariño se cobre;Alegrías en un pobreSon anuncios de pesar.

1126Y este triste desengañoMe durará mientras viva;Aunque un consuelo recibaJamás he de alzar el vuelo:Quien no nace para el cieloDe balde es que mire arriba.

1127Y suplico a cuantos me oiganQue me permitan decirQue, al decidirme a venir,No sólo jué por cantar,Sino porque tengo a másOtro deber que cumplir.

1128Ya saben que de mi madreJueron diez los que nacieron,Mas ya no esiste el primeroY mas querido de todos:Murió por injustos modos

A manos de un pendenciero.

1129Los nueve hermanos restantesComo güérfanos quedamos;Dende entonces lo lloramosSin consuelo, creanmeló,Y al hombre que lo mató,Nunca jamás lo encontramos.

1130Y queden en paz los güesosDe aquel hermano querido;A moverlos no he venido,Mas, si el caso se presienta,Espero en Dios que esta cuentaSe arregle como es debido.

1131Y si otra ocasión payamosPara que esto se complete,Por mucho que lo respete,Cantaremos, si le gusta,Sobre las muertes injustas.Que algunos hombres cometen.

1132Y aquí, pues, señores míos,Diré, como en despedida,Que todavía andan con vidaLos hermanos del dijunto,Que recuerdan este asuntoY aquella muerte no olvidan.

1133Y es misterio tan projundoLo que está por suceder,Que no me debo meterA echarla aquí de adivino;Lo que decida el destinoDespués lo habrán de saber.

MARTÍN FIERRO1134Al fin cerrastes el picoDespués de tanto charlar;Ya empezaba a maliciar,Al verte tan entonao,Que traías un embuchaoY no lo querías largar.

1135Y ya que nos conocemos,Basta de conversación;Para encontrar la ocasiónNo tienen que darse priesa;Ya conozco yo que empiezaOtra clase de junción.

1136Yo no sé lo que vendrá;Tampoco soy adivino;pero firme en mi caminoHasta el fin he de seguir:Todos tienen que cumplirCon la ley de su destino.

1137Primero jué la fronteraPor persecución de un juez;Los indios jueron después,Y, para nuevos estrenos,Aura son estos morenosPa alivio de mi vejez.

1138La madre echó diez al mundo,Lo que cualquiera no hace,Y tal vez de los diez paseCon iguales condiciones:La mulita pare nones,Todos de la mesma clase.

1139A hombre de humilde colorNunca sé facilitar;Cuando se llega a enojarSuele ser de mala entraña:Se vuelve como la araña,Siempre dispuesta a picar.

1140Yo he conocido a toditosLos negros mas peliadores;Había algunos superioresDe cuerpo y de vista... ¡ahijuna!Si vivo, les daré una...Historia de las mejores.

1141Mas cada uno ha de tirarEn el yugo en que se vea;Yo ya no busco peleas,Las contiendas no me gustan,Pero ni sombras me asustanNi bultos que se menean.

1142La creía ya desollada,Mas todavía falta el rabo,Y por lo visto no acaboDe salir de esta jarana;Pues esto es lo que se llamaRemachársele a uno el clavo.

CAPÍTULO XXXI1143Y después de estas palabrasQue ya la intención revelan,

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Procurando los presentesQue no se armara pendencia,Se pusieron de por medioY la cosa quedó quieta.Martín Fierro y los muchachos,Evitando la contienda,Montaron y paso a paso,Como el que miedo no lleva,A la costa de un arroyoLlegaron a echar pie a tierra.Desensillaron los pingosY se sentaron en rueda,Refiriéndose entre síInfinitas menudenciasPorque tiene muchos cuentosY muchos hijos la ausiencia.Allí pasaron la nocheA la luz de las estrellas,Porque ese es un cortinaoQue lo halla uno donde quiera,Y el gaucho sabe arreglarseComo ninguno se arregla:El colchón son las caronas,El lomillo es cabecera,E1 cojinillo es blanduraY con el poncho o la jerga;Para salvar del rocío,Se cubre hasta la cabeza.Tiene su cuchillo al lado-Pues la precaución es güena-,Freno y rebenque a la mano,Y, teniendo el pingo cerca,Que pa asigurarlo bienLa argolla del lazo entierra--Aunque el atar con el lazoDa del hombre mala idea--,Se duerme ansí muy tranquiloTodita la noche entera;Y si es lejos del camino,Como manda la prudencia,Mas siguro que en su ranchoUno ronca a pierna sueltaPues en el suelo no hay chincheY es una cuja cameraQue no ocasiona disputasY que naides se la niega.Además de eso, una nocheLa pasa uno como quiera,Y las va pasando todasHaciendo la mesma cuenta;Y luego los pajaritosAl aclarar lo dispiertan,Porque el sueño no lo agarraA quien sin cenar se acuesta.Ansí, pues, aquella nocheJué para ellos una fiesta,Pues todo parece alegreCuando el corazón se alegra.No pudiendo vivir juntosPor su estado de pobreza,

Resolvieron separarseY que cada cual se jueraA procurarse un refugioQue aliviara su miseria.Y antes de desparramarsePara empezar vida nueva,En aquella soledáMartín Fierro, con prudencia,A sus hijos y al de CruzLes habló de esta manera:

CAPÍTULO XXXII1144-Un padre que da consejosMás que padre es un amigo;Ansi como tal les digoQue vivan con precaución:Naides sabe en que rincónSe oculta el que es su enemigo.

1145Yo nunca tuve otra escuelaQue una vida desgraciada:No estrañen si en la jugadaAlguna vez me equivoco,Pues debe saber muy pocoAquel que no aprendió nada.

1146Hay hombres que de su cenciaTienen la cabeza llena;Hay sabios de todas menas,Mas digo, sin ser muy ducho:Es mejor que aprender muchoEl aprender cosas gúenas.

1147No aprovechan los trabajosSi no han de enseñarnos nada;El hombre, de una mirada,Todo ha de verlo al momento:El primer conocimientoEs conocer cuándo enfada.

1148Su esperanza no la cifrenNunca en corazón alguno;En el mayor infortunioPongan su confianza en Dios;De los hombres, sólo en uno;Con gran precaución en dos.

1149Las faltas no tiene límitesComo tienen los terrenos;Se encuentran en los mas güenos,Y es justo que les prevenga:Aquel que defetos tenga,Disimule los ajenos.

1150Al que es amigo, jamásLo dejen en la estacada,Pero no le pidan nadaNi lo aguarden todo de el:Siempre el amigo más fielEs una conducta honrada.

1151Ni el miedo ni la codiciaEs güeno que a uno le asalten,Ansi, no se sobresaltenPor los bienes que perezcan;Al rico nunca le ofrezcanY al pobre jamás le falten.

1152Bien lo pasa, hasta entre pampas,El que respeta a la gente;El hombre ha de ser prudentePara librarse de enojos:Cauteloso entre los flojos,Moderado entre valientes.

1153El trabajar es la ley,Porque es preciso alquirir;No se espongan a sufrirUna triste situación:Sangra mucho el corazónDel que tiene que pedir.

1154Debe trabajar el hombrePara ganarse su pan;Pues la miseria, en su afánDe perseguir de mil modos,Llama en la puerta de todosY entra en la del haragán.

1155A ningún hombre amenacen,Porque naides se acobarda;Poco en conocerlo tardaQuien amenaza imprudente:Que hay un peligro presenteY otro peligro se aguarda.

1156Para vencer un peligro,Salvar de cualquier abismo-Por esperencia lo afirmo-,Más que el sable y que la lanzaSuele servir la confianzaQue el hombre tiene en si mismo.

1157Nace el hombre con la astuciaQue ha de servirle de guía;Sin ella sucumbiría:

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Pero, sigún mi esperencia,Se vuelve en unos prudenciaY en los otros picardía.

1158Aprovecha la ocasiónEl hombre que es diligente;Y, tenganló bien presente:Si al compararla no yerro,La ocasión es como el fierro:Se ha de machacar caliente.

1159Muchas cosas pierde el hombreQue a veces las vuelve a hallar;Pero les debo enseñar,Y es gúeno que lo recuerden:Si la vergüenza se pierde,Jamás se vuelve a encontrar.

1160Los hermanos sean unidosPorque ésa es la ley primeraTengan unión verdaderaEn cualquier tiempo que sea,Porque, si entre ellos pelean,Los devoran los de ajuera.

1161Respeten a los ancianos:El burlarlos no es hazaña;Si andan entre gente estrañaDeben ser muy precavidos,Pues por igual es tenidoQuien con malos se acompaña.

1162La cigüeña, cuando es vieja,Pierde la vista, y procuranCuidarla en su edá maduraTodas sus hijas pequeñas:Apriendan de las cigüeñasEste ejemplo de ternura.

1163Si les hacen una ofensa,Aunque la echen en olvido,Vivan siempre prevenidos;Pues ciertamente sucedeQue hablará muy mal de ustedesAquel que los ha ofendido.

1164El que obedeciendo viveNunca tiene suerte blanda,Mas con su soberbia agrandaEl rigor en que padece:Obedezca al que obedeceY será gúeno el que manda.

1165Procuren de no perderNi el tiempo ni la vergüenza;Como todo hombre que piensa,Procedan siempre con juicio;Y sepan que ningún vicioAcaba donde comienza.

1166Ave de pico encorvadoLe tiene al robo afición;Pero el hombre de razónNo roba jamás un cobre,Pues no es vergúenza ser pobreY es vergúenza ser ladrón.

1167El hombre no mate al hombreNi pelé por fantasía;Tiene en la desgracia míaUn espejo en que mirarse;Saber el hombre guardarseEs la gran sabiduría.

1168La sangre que se redamaNo se olvida hasta la muerte;La impresión es de tal suerte,Que, a mi pesar, no lo niego,Cai como gotas de juegoEn la alma del que la vierte.

1169Es siempre, en toda ocasión,El trago el pior enemigo;Con cariño se los digo,Recuérdenlo con cuidado:Aquel que ofiende embriagadoMerece doble castigo.

1170Si se arma algún revolutis,Siempre han de ser los primeros,No se muestren altaneros,Aunque la razón les sobre:En la barba de los pobresAprienden pa ser barberos.

1171Si entriegan su corazónA alguna mujer querida,No le hagan una partidaQue la ofienda a la mujer:Siempre los ha de perderUna mujer ofendida.

1172Procuren, si son cantores,El cantar con sentimiento,Ni tiemplen el estrumento

Por sólo el gusto de hablar,Y acostúmbrense a cantarEn cosas de jundamento.

1173Y les doy estos consejosQue me ha costado alquirirlos,Porque deseo dirigirlos;Pero no alcanza mi cenciaHasta darles la prudenciaQue precisan pa seguirlos.

1174Estas cosas y otras muchasMedité en mis soledades;Sepan que no hay falsedadesNi error en estos consejos:Es de la boca del viejoDe ande salen las verdades.-

CAPÍTULO XXXIII1175Después a los cuatro vientosLos cuatro se dirigieron;Una promesa se hicieronQue todos debían cumplir;Mas no la puedo decirPues secreto prometieron.

1176Les alvierto solamente-Y esto a ninguno le asombre,Pues muchas veces el hombreTiene que hacer de ese modo-;Convinieron entre todosEn mudar allí de nombre.

1177Sin ninguna intención malaLo hicieron, no tengo duda;Pero es la verdá desnuda--Siempre suele suceder--:Aquel que su nombre mudaTiene culpas que esconder.

1178Y ya dejo el estrumentoCon que he divertido a ustedes;Todos conocerlo puedenQue tuve costancia suma:Este es un botón de plumaQue no hay quien lo desenriede.

1179Con mi deber he cumplido,Y ya he salido del paso;Pero diré, por si acaso,Pa que me entiendan los criollos:Todavía me quedan rollosPor si se ofrece dar lazo.

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1180Y con esto me despidoSin espresar hasta cuándo;Siempre corta por lo blandoEl que busca lo siguro,Mas yo corto por lo duro,Y ansí he de seguir cortando.

1181Vive el águila en su nido,El tigre vive en su selva,El zorro en la cueva ajena,Y, en su destino incostante,Sólo el gaucho vive erranteDonde la suerte lo lleva.

1182Es el pobre en su orfandáDe la fortuna el desecho,Porque naides toma a pechosEl defender a su raza:Debe el gaucho tener casa,Escuela, iglesia y derechos.

1183Y han de concluir algún díaEstos enriedos malditos;La obra no la facilitoPorque aumentan el fandangoLos que están, como el chimangoSobre el cuero y dando gritos.

1184Mas Dios ha de permitirQue esto llegue a mejorar;Pero se ha de recordar,Para hacer bien el trabajo,Que el juego, pa calentar,Debe ir siempre por abajo.

1185En su ley está el de arribaSi hace lo que le aproveche;De sus favores sospecheHasta el mesmo que lo nombraSiempre es dañosa la sombraDel árbol que tiene leche.

1186Al pobre, al menor descuido,Lo levantan de un sogazo,Pero yo compriendo el casoY esta consecuencia saco:El gaucho es el cuero flaco:Da los tientos para el lazo.

1187Y en lo que esplica mi lenguaTodos deben tener fé;

Ansí; pues, entiendanmé,Con codicias no me mancho:No se ha de llover el ranchoEn donde este libro esté.

1188Permítanme descansar,¡Pues he trabajado tanto!En este punto me plantoY a continuar me resisto:Estos son treinta y tres cantos,Que es la mesma edá de Cristo.

1189Y guarden estas palabrasQue les digo al terminar:En mi obra he de continuarHasta dárselas concluida,Si el ingenio o si la vidaNo me llegan a faltar.

1190Y si la vida me falta,Tenganló todos por ciertoQue el gaucho, hasta en el desierto,Sentirá en tal ocasiónTristeza en el corazón,Al saber que yo estoy muerto.

1191Pues son mis dichas desdichasLas de todos mis hermanos;Ellos guardaran ufanosEn su corazón mi historia:Me tendrán en su memoriaPara siempre mis paisanos.

1192Es la memoria un gran don,Calidá muy meritoria;Y aquellos que en esta historiaSospechen que les doy palo,Sepan que olvidar lo maloTambién es tener memoria.

1193Mas naides se crea ofendidoPues a ninguno incomodo,Y si canto de este modo,Por encontrarlo oportuno,No es para mal de ningunoSino para bien de todos.

FIN

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