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INTRODUCCIÓN
La presente investigación rinde cuentas de la situación política del país en la cual
se desarrolló el rock y su transformación en la década de los ochenta. Este
ejercicio intenta establecer un vínculo entre los fenómenos políticos y los
fenómenos estéticos, en este caso musicales. Para ello recurriré al concepto de
división de lo sensible planteado por Jacques Ranciere.
La división de lo sensible se refiere a lo visible y lo invisible en una sociedad, se
considera como la limitación de los tiempos y los espacios para determinadas
actividades que son diferentes en cada sociedad, y que particularmente en la
sociedad colombiana de los años sesenta se refiere a como el rock se abre
espacios y tiempos en una sociedad traumatizada por La Violencia con la excusa
de venir junto con las reformas políticas progresistas que buscaban modernizar al
país. El componente político de esta división de los sentidos es referida a lo que
usualmente se ve y se dice (a quien le compete), la propiedad de espacios
comunes (quién asiste) y la delimitación del público (lo común).
Así, la delimitación de lo sensible hace relación a los aspectos comunes y visibles
de cualquier sociedad humana. Cada situación que sea denominada como normal
pasa por una relación política que es reflejada en lo estético; es decir, que lo que
en la sociedad se conoce como común o normal depende de una relación entre lo
político y lo estético. Las prácticas estéticas sin importar el contexto son figuras de
la comunidad, reflejos de lo que es la comunidad por dentro. Para entender esta
relación la analogía más útil sería donde la política es materializada en la relación
entre el espacio de un teatro y su audiencia, pues cuando una serie de actos
ordenados es presentada ante una sala se configura una manera socialmente
aceptada de conocer que está siendo visibilizada por la obra en sí misma dejando
de lado aspectos y visibilizando otros. Las prácticas estéticas entonces serían
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formas de visibilidad del arte, como maneras de hacer que intervienen en las
maneras de ser mediante la visibilidad.
Teniendo en claro este concepto, el objetivo de este trabajo es mostrar cómo el
Frente Nacional generó una particular división de los elementos sensibles, en este
caso musicales, que reprodujo sus elementos modernizadores y excluyentes.
Además, que con la decadencia económica, política y social del Frente Nacional,
para finales de los años 70 y comienzos de los 80, se generó una nueva
distribución de lo sensible que recoge los elementos de las crisis y los transforma
en punk y metal, yendo en contravía del pop que marcó las décadas anteriores.
Para sustentar esta tesis, en la primera parte del trabajo se definirán algunos
aspectos del Frente Nacional tales como los principales aspectos de sus proyecto,
los logros alcanzados, y la manera en que favoreció la aparición del rock aunque
de forma excluyente para determinados sectores de la sociedad. Una vez
establecido este primer panorama, el trabajo abordara en la segunda parte la
decadencia de las instituciones del Frente Nacional, desde el gobierno de Misael
Pastrana hasta el de Turbay Ayala, para mostrar como las esperanzas de
reformas sociales y apertura democrática se fueron diluyendo, y fue la llegada del
punk y el metal la encargada de plantear esta nueva división de lo sensible y darle
voz a quienes habían quedado fuera del Frente Nacional.
Para plantear este cambio es necesario recurrir al método comparado. Este
método en la ciencia política tiene la característica de poder controlar la hipótesis y
los conocimientos del fenómeno político. Para esto es necesario hacer un análisis
de contexto donde se recopila la información necesaria para conceptualizar el
Frente Nacional como un proyecto que busca modernizar al país mediante una
repartición política excluyente que se hace evidente en el surgimiento del rock
como propio de los círculos de familias de élite.
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CAPÍTULO 1: LA DIVISIÓN DE LO SENSIBLE
Para situar una conexión específica entre el rock nacional como práctica musical
con los diversos modos de significación, las diversas formas de vida, las ideas del
pensamiento y las figuras de la comunidad. Es necesario abrir la discusión sobre
los regímenes específicos de identificación y pensamiento de las artes como
forma de articulación de las maneras de hacer, las formas de visibilidad y los
modos de pensamiento de relaciones sociales.
Dentro de la sociedad colombiana hay una diferencia cultural entre la élite y la
base, pues cada una parece compartir tiempo y espacio pero no costumbres
debido a la forma de percibir el mundo de cada clase, es así que podemos inferir
como el desarrollo del rock nacional fue una división de espacios para la juventud
citadina culta de los años sesenta donde las maneras de hacer estaban
relacionadas con el espacio ocupado en la jerarquía de la sociedad colombiana y
en las formas de división de ese espacio relacionada con el reparto jerárquico de
la sociedad.
Es necesario retomar el concepto de Ranciere donde el discurso situacionista
dependiente del contexto histórico, el cual surge como critica al statu quo
configurándose a su vez como prueba de la influencia estética en la crítica social,
pues en la sociedad colombiana de los sesenta el rock se presentó como una
opción para los sectores letrados de la sociedad, dejando de lado la concepción
de juventud para las clases populares donde ser joven no era una opción.
Solo hasta los años ochenta donde el punk acompañado con expresiones
incipientes del metal nacional, logran transformar las formas de sentir cambiando
las subjetividades de los jóvenes de las clases marginadas, dándoles voz así a los
que nunca tuvieron voz creando formas de visibilidad alternativas donde las
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maneras de hacer y sentir las relaciones sociales cambian, en un entorno de
exclusión e invisibilización de las juventudes de los excluidos históricamente en la
sociedad colombiana.
El carácter político de lo sensible
“Las artes prestan a las empresas de la dominación o de la emancipación
solamente aquello que pueden prestarles, es decir, pura y simplemente, lo que
tienen en común con ellas: posiciones y movimientos de cuerpos, funciones de la
palabra, divisiones de lo sensible y lo invisible” (Raciere, 2009)
Es como si el arte fuera el reflejo de las estructuras, movimientos sociales y su
visibilización dependiera de la relación de estas estructuras, es por esto que se
puede comprobar en el fenómeno del rock nacional en los sesenta como una
forma de visibilización de una pequeña parte de la población que tenía acceso a la
música importada de los países desarrollados de occidente, además de acceso al
incipiente mundo moderno del Frente Nacional. El rock como practica estética se
configura en Colombia a partir de una forma de visibilidad generada en los
espacios de la élite de las principales ciudades del país las cuales van a ser
destruidas en los años ochenta con la entrada del punk y el metal en la visibilidad
artística de esa misma década en el país.
Para explicar el régimen estético de la política, Ranciere usando a Platón
configura una discusión sobre como los signos pintados, el teatro y el coro
danzante son formas de dividir lo sensible en la antigua Grecia, pues establecen
lineamientos claros de lo que debe ser una producción artística, dejando todas las
demás maneras de hacer por fuera de lo políticamente aceptado, pues para una
división política de lo sensible es claro cómo se deben establecer formas
específicas de percibir el arte. En otras palabras, la división de lo sensible es un
sistema de comprobación sensorial, una forma de dividir el mundo para delimitar
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nuestra identidad y en esta repartición se generan unas evidencias sensibles que
muestran como bajo el común repartido hay unas partes exclusivas con espacios,
tiempos y formas específicas que reflejan la división de la participación como
muestra de quién toma parte en lo común (Raciere, 2009).
Regímenes de identificación
Bajo el presupuesto de modernidad y progreso la transformación de la sociedad
colombiana de los años sesenta, se encamina hacia la configuración de procesos
políticos que produjeron grupos de elites citadinas que podían disfrutar de la
categoría de joven mediante la importación de música y valores de occidente, que
configuraron la primera categoría de juventud dentro de la sociedad. La
modernidad estética a pesar de ser una nueva forma de relacionarse con lo
antiguo se configura a partir de la singularidad de un régimen particular con unos
modos de producción específicos, unas formas de visibilización excluyentes y
unos modos de conceptualización racistas donde lo urbano se enfrenta con lo
rural; de manera que el citadino se ve afectado por la invasión de desplazados por
el conflicto armado en los sesenta y lo cultural sale a flote enfrentando dos
sectores de la sociedad colombiana lo relacionado a la tradición rural y lo
novedoso en las ciudades de esta época, todo esto con reflejado en las primeras
canciones de rock en Colombia.
Hay tres regímenes de identificación dentro del arte que pueden ayudar a
identificar la nueva relación con lo antiguo en la sociedad colombiana de este
periodo histórico:
El primero sería el régimen ético de las imágenes relacionadas con la
configuración de los significados alrededor de las imágenes, la carga moral dentro
del simbolismo utilizado en las diversas formas artísticas, el ethos de los
individuos y las colectividades a partir de los signos explorados en cada imagen.
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El segundo régimen relacionado con el carácter poético de las artes, donde se
configura una intriga fabricando una trama donde la distribución de las semejanzas
se hace bajo un criterio específico de distinción de las imágenes, para organizar
las maneras de hacer oscureciendo y aclarando un paisaje establecido.
El último régimen es el que denota la nueva relación con lo antiguo donde se
presenta la co-presencia de temporalidades diferentes, este régimen estético de
las artes hace referencia a la distinción de los modos sensibles como una forma
de identificar el arte en singular acabando con las singularidades, esta modernidad
musical expresada en doce notas hace analogía a la modernidad política que está
sujeta a un sistema de creencias totalmente susceptible a la enajenación de la
ideología (Raciere, 2009).
Visibilización
Con el desarrollo técnico del cine y la fotografía es posible rastrar la configuración
de una nueva historia debido a que las grandes masas adquieren visibilidad a
través de estas artes, cuando surgen las llamadas “artes mecánicas” se genera
una nueva relación con el arte configurando un cambio de paradigma artístico,
pues distintas técnicas de reproducción además de la pintura y el grabado se
produjeron creando una nueva concepción de artista.
Este giro en la concepción del arte determina otra forma de visibilidad pues para
poder hacerse visible primero tiene que ser socialmente aceptada como un arte.
Con el desarrollo de estas “artes mecánicas” lo anónimo se convirtió en portador
de belleza, es decir, que el registro de lo anónimo sería un arte, quebrando a su
vez el sistema de representación deshaciendo los vínculos entre el tema y el modo
de representarlo.
Esta vuelta en la representación primero se hace en la literatura con Balzac, Hugo
y Flaubert demostrando como la revolución estética tuvo primero lugar que la
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revolución técnica pues lo pictórico y lo literario tuvieron al anónimo como sujeto
de arte primero que lo fotográfico y lo cinematográfico. Con este cambio se hace
evidente como lo literario se consolida primero que lo científico demostrando como
la vida corriente de los individuos son la evidencia necesaria para determinar las
enfermedades sociales que padece cada sociedad en el mundo. Cuando se rompe
con el sistema de representación de una sociedad se generan nuevas imágenes
en el campo de visión de la inspiración artística, dibujando la aparición de las
masas en las nuevas formas de representación de la lógica estética de
visibilización donde se revoca las escalas de grandeza establecidas además de
transformar el modelo oratorio demostrando así que cambia la lectura de los
símbolos existentes al interior de una sociedad (Raciere, 2009).
Cuando lo corriente se transformó en bello se contempla la génesis del
pensamiento crítico desde las artes, donde la expresión de las contradicciones de
la sociedad absorben la concepción de lo verdadero, transformando este concepto
desde una perspectiva de promoción estética y científica de los anónimos, donde
las artes mecánicas juegan un rol fundamental en la configuración de una nueva
historia donde lo nuevo es la aparición de las masas en espacios y tiempos
históricamente dedicados a los sectores privilegiados de cualquier sociedad, los
cuales son usurpados por nuevas formas de visibilización donde lo excepcional es
lo que se puede expresar desde lo cotidiano, desde el individuo promedio y desde
el anonimato, generando un nuevo paradigma artístico aplicable a la modernidad.
Estética, arte y política
Para Luis Eduardo Gama la estética como fuente de la reflexión sobre el
fenómeno artístico se configura como disciplina filosófica desde el siglo XVIII,
preguntándose entonces sobre la función política y social del arte así
respondiendo a motivaciones de indagación por la naturaleza del arte, este
proceso de cambio en la filosofía solo pudo ser posible cuando la sociedad estuvo
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finalmente secularizada y esta rama en particular nació como crítica a los
principios universalizantes de la razón práctica propia de la modernidad. Estas
condiciones modernas se refieren a un orden racional moralmente justo que busca
la formación estética de los ciudadanos, pues es necesario para la realización
plena de la existencia que el arte y su concepción de lo bello configure una
naturaleza sensible y racional reconociendo los límites propios de la modernidad
(Gama, 2009).
Una forma de identificar crisis políticas es mediante la identificación en la división
de lo sensible de carencias de arte en los espacios comunes, es decir, que se
conceptualiza la crisis del ejercicio político como la falta de visibilidad del arte en el
reparto de los espacios, esta carencia es la prueba que el proyecto modernizador
tiene una necesidad inherente por estetizar la política haciendo que bajo ese
régimen se obstruya el poder trasformador del arte, pues se pierden los referentes
éticos resultado de la fragmentación cultural producto del Estado Liberal el cual
otorga visibilidad a la necesidad de progresar y oscurece las consecuencias de no
tener en cuenta consideraciones extra estéticas. Es por esto que la interpretación
artística tiene una posición determinante en la configuración simbólica de cualquier
sociedad, el arte como actividad interpretativa y trasformadora depende de sus
diferentes niveles de realización.
Un buen punto de partida se encuentra en la clásica idea de la compensación
como razón de la naturaleza artística, donde los malos resultados de la
formalización racional del mundo sirven de inspiración al arte que en las
sociedades occidentales contemporáneas busca ocuparse de lo singular dejando
las leyes universales para la racionalidad abstracta de la ciencia, el arte apela a
las emociones de los individuos configurando procesos de formación moral donde
el arte se renueva en el rol compensatorio, satisfaciendo las necesidades que ni la
ciencia ni la política pueden satisfacer con la técnica haciendo de la racionalidad
moderna un garante de verdad y objetividad, es decir, al ser racional la
universalización del mundo occidental se crea una distancia entre lo que debe ser
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el mundo y lo que es, dejando un lugar seguro al arte para plasmar lo real. Esta es
la nueva tarea del arte en la modernidad: ser el referente de realidad mediante la
visibilización de la singularidad (Gama, 2009).
Esta idea de compensación como explicación de la naturaleza del arte se enfoca
en el distanciamiento o cercanía que tiene la obra de arte con la realidad,
haciendo de la distancia un obstáculo para tener consideraciones extra estéticas y
de la cercanía una oportunidad de banalizar el arte, desde esta perspectiva no se
logra hacer evidente la relación entre la estética y la política pues al destacar la
autonomía necesaria de la estética se arriesga a evidenciar la falsedad de la
representación artística pues al ser autónomo el arte se alejaría totalmente de la
realidad, haciendo del nuevo reino de lo bello una estética y un producto de la
determinación recíproca propia de la decadencia política en la autonomía de lo
estético desde la experiencia sensorial. Es decir que sólo la conexión con la
estética dota de sentido el potencial transformador del arte en el ejercicio de la
política haciéndose efectivo en la praxis artística.
La relación tradicional entre arte y política se refleja en la autonomía de la estética
con la vida pública generando un distanciamiento entre el arte y la praxis, esta
perspectiva no devela la relación entre estética y política, pues se necesita un
punto intermedio entre el arte y la realidad para identificar el papel desempeñado
por el arte en la praxis.
Este punto intermedio es dado a través de la interpretación como presupuesto
ontológico y como elemento fundamental de las construcciones sociales del
lenguaje, se consolida como la actividad determinante en los procesos de
configuración de la realidad y es inherente a la humanidad en general, pues todos
los seres humanos digerimos el mundo mediante nuestros sentidos configurando
experiencias sensoriales que construyen una forma particular de ver el mundo
individual y colectivamente.
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Günter Abel conceptualiza la actividad interpretativa por medio del análisis a la
interpretación en tres mundos distintos, donde el primero sería correspondiente al
marco primario de referente del mundo como categorías, experiencias y símbolos
se le llama interpretación originaria. El segundo mundo sería el de los modelos
culturales donde se configuran lenguajes y se crea un entramado de valores éticos
y estéticos de la sociedad. El último mundo es referido a la construcción
académica de teorías como respuesta a un fenómeno particular que ha
despertado la curiosidad por su relación con la raza humana, es la interpretación
de un código común preexistente, como el mundo matemático. La interrelación
entre mundo es conocida como lógica interpretativa referida siempre a la
interpretación de bases preexistentes en la sociedad, dejando a la actividad
artística en el segundo nivel y su potencial transformador necesita de un nuevo
marco interpretativo el cual conceptualiza el arte como parte fundamental en la
praxis humana, dejando a la actividad interpretativa toda la relevancia ontológica
de una sociedad moderna, con individuos racionales (Abel, 1995).
El arte como proceso interpretativo configura nuevas realidades que se vuelven
verdad con sentido en el juego político de las apariencias, se vuelve real en la
praxis estética, y su relación con lo político es el ámbito de formación,
organización y transformación de la acción humana en el campo de la repartición
de lo público, la potencia creativa del arte se estructura a partir del carácter
constitutivo en el significado de lo real, de lo que existe y lo que no, consolidando
un orden simbólico de una cultura especifica como muestra de la estabilidad
cultural propia de la modernidad.
Haciendo del arte un elemento que construye símbolos para cohesionar una
sociedad divida por clases sociales, generando posibilidades de visibilización
cuando lo bello es lo singular, lo oculto, lo real, lo cotidiano y lo que nunca tuvo
voz, dejando a la estética como una herramienta para dar voz a los que nunca
tuvieron una propia a través del arte.
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CAPÍTULO 2: EL FRENTE NACIONAL
“Tierra de café y de coca, de guerrillas, crimen e injusticia constitución ley podrida
de un gobierno muerto de rodillas tierra fértil verde con semillas rojas de su
muerte” (Masacre, 2001)
El antecedente
En primer lugar, el Frente Nacional se propuso como un pacto de paz entre los
partidos tradicionales, Liberal y Conservador, para superar el período anterior
conocido como La Violencia (1948-1957). En un primer momento, todavía muy
cercano a la institución del Frente Nacional, los trabajos insistieron en explicar el
periodo de la violencia de desde una perspectiva psicológica. Tal es el caso de
Robert Dix que propone este periodo como resultado de la frustración en la
modernidad, expresada en frustraciones sexuales derivadas de la monogamia
propia de la tradición católica en el matrimonio (Dix, 1967).
También José Gutiérrez lo presenta como una patología social derivada de una
profunda pasión política donde se arguye que la aceptación sin límites de los
líderes políticos genera una reacción totalmente fiel a los dictámenes de estos
líderes políticos (Gutiérrez, 1965).
Por otro lado, para Everett Hagen las explicaciones netamente económicas y
políticas son insuficientes para este periodo y caracteriza la “deprivación” de status
como fuente de la necesidad de agresión, conceptualizando la pobreza y las
condiciones propias de una economía sub desarrollada como esta “deprivación”
(Hagen, 1963).
Una vez superado este primer momento psicologista, los primeros trabajos sobre
el periodo insistieron en sus causas políticas. Por ejemplo, el trabajo de Ignacio
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Torrres Giraldo adjudica la pugnacidad entre los dos partidos tradicionales entre
1948 y 1957 a elementos ideológicos de origen falangista arraigados en el Partido
Conservador; en la misma dirección, Fernando Guillén Martínez argumentó las
causas de la violencia en una burocracia centralizada sostenida por campesinos
serviles con un contexto de corrupción política dinamizado por la polarización del
partido Conservador y la iglesia católica (Matínez, 1963).
Desde otra perspectiva no tan lejana James Payne enmarca este periodo histórico
como resultado de la desconfianza entre grandes barones políticos que
disputaban por un botín político el cual consistía en empleos públicos producto de
lealtades políticas personalistas (Payne, 1968).
Para complementar esta perspectiva centrada en factores netamente políticos,
Mauricio Solaun hizo una aproximación a la violencia social como resultado de una
institucionalización insuficiente donde las elecciones generan un aumento en los
brotes de violencia debido al cambio de partido en el gobierno, además de
condicionar esta violencia al grado de rivalidad donde baja rivalidad significa baja
violencia y viceversa (Solaún, 1969).
El historiador Paul Oquist ha propuesto el período de La Violencia como un intento
del Partido Liberal, en contubernio con el Partido Comunista, para derrocar al
gobierno conservador, lo que habría desembocado en una “guerra civil no
declarada”. Sin embargo, para Oquist no se puede reducir este periodo a una
pugna partidista y tampoco se puede determinar la rivalidad de los jefes políticos
como factor principal de este proceso de violencia, pues hay datos de que la
violencia también creó una burguesía agraria que hizo fortuna a su sombra;
además de que el bandolerismo fue un instrumento de redistribución violenta de
la propiedad agraria. (Oquist, 1978)
Así, las explicaciones económicas y sociopolíticas de la Violencia tampoco
estuvieron ausentes del panorama académico colombiano. Para Orlando Fals
Borda ésta fue producto del choque entre un conglomerado de fuerzas anti
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reforma agraria que defendían el statu quo y grupos liberales con fuerte arraigo
popular, por lo que lo novedoso de la reflexión de Fals Borda estuvo en la
denominación de este periodo como un levantamiento popular revolucionario el
cual carecía de ideología, una fuerza popular profundamente emocionada casi
tanto como desorganizada (Borda, 1965). La desorganización de este movimiento
es central en la argumentación de Fals Borda.
Desde una perspectiva estructural-funcionalista presenta el periodo de La
Violencia como producto de instituciones deficientes que produjeron un
desequilibrio en los roles sociales deformándolos a tal punto que la policía es vista
como un agente criminal, evidenciando la impunidad en las instituciones judiciales
además de analizar las instituciones económicas, religiosas y educativas dando un
diagnóstico de pobreza, ignorancia y rigidez (Borda, 1965).
En esta misma línea, el autor Diego Montaña Cuellar presenta la Violencia desde
los conflictos previos intra clase dirigente: en el periodo con mayor ganancia
sobre las inversiones financieras, las elites conservadoras habrían recurrido a la
violencia para compensar la posición minoritaria del Partido Conservador (Cuellar,
1963).
De la misma forma, Antonio García propone el periodo de La Violencia como el
resultado de una estrategia contrarrevolucionaria que se desarrolló en tres etapas:
la primera cuando se desvertebraron las estructuras sindicales con mayor
influencia política (violencia contrarrevolucionaria), la segunda cuando se
desencadenó la violencia directa y sistemática incluyendo el asesinato de Gaitán
(comienzo de los rezagos del enfrentamiento tradicional) y la tercera cuando se
lograron consolidar estructuras políticas de carácter absolutista controladas por la
oligarquía, dando así comienzo a un conflicto político combinado con resistencia y
descomposición social (García, 1971).
Tal como lo define Francisco Gutiérrez Sanín en el segundo capítulo de su libro,
el Frente Nacional (FN) fue concebido como una transición de la dictadura de
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Rojas Pinilla a un régimen en el que la competencia electoral entre los partidos
tradicionales fuera mínimamente restaurada, aunque los acuerdos y desarrollos
posteriores, que consagraron la alternación de la presidencia y la repartición
paritaria de los cargos públicos, haya traslado la competencia a las facciones
internas de cada partido (Sanín, 2007).
Esta restauración aunque muy moderada de la política competitiva iba unida a
otro aspecto esencial del FN: su carácter de pacto de paz. Si, tal como lo refiere el
mismo Gutiérrez Sanín, en el periodo anterior a la dictadura de Rojas Pinilla los
partidos se diferenciaron tanto que sus conflictos sólo pudieron ser dirimidos a
través de la violencia, los constructores del FN eliminaron esta diferenciación
obligándolos a compartir una misma proporción del poder político que hacía
innecesaria la competencia por medios pacíficos y mucho menos violentos que, en
la cabeza de los arquitectos del FN, había conducido a la Violencia.
En tercer lugar, el FN fue una alianza para gestionar, en un contexto favorable de
paz pública, una modernización del Estado, la sociedad y la economía, mediante
la reforma agraria, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones,
y la profesionalización de las funciones del Estado para que sirviera como gerente
del desarrollo económico y distribuidor de la riqueza con la expansión de los
servicios públicos; todo esto, favorecido por la Alianza para el Progreso que veía
en la creación controlada de amplias capas medias urbanas un dique efectivo
contra la expansión del Comunismo en la región.
Logros
Esta concepción de lo que debería ser el FN fue llevada a la práctica de manera
muy parcial entre 1958 y 1974. Esto en razón a las resistencias que enfrentó
producto de la acuerdo entre principios opuestos que determinó desde un
comienzo el acuerdo, pues tal como argumenta Marco Palacios, el FN es
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considerado como una tentativa institucional para superar el autoritarismo y La
Violencia, mediante una conciliación entre la República Liberal y la ideología
empresarial. (Palacios, 2003)
Los principios del República Liberal fueron el derrotero ideológico del gobierno de
Carlos Lleras Restrepo con su énfasis en iniciativas reformistas como la reforma
agraria y la creación de una elite tecnocrática que desde el Estado interviniera en
la economía para direccionarla de acuerdo a objetivos políticos generales, y por
encima de los intereses localistas y particularistas representados en el Congreso,
todo con el fin de favorecer una mejora de las condiciones sociales (Pècaut,
1989).
Una concepción del papel del Estado que chocaba con esquemas culturales que
daban preeminencia al político-abogado, que a partir del FN cede su rol en un
Estado moderno al político-economista. Este último será el portador de lo
moderno y de un nuevo sistema de gobierno basado en el crecimiento económico
y el conocimiento de sus leyes y ya no en las leyes jurídicas como lo afirmaba la
tradición vieja y pasada de moda de las grandes familias dirigentes del país.
Esta tecnificación de la administración pública era coherente tanto con el proyecto
de modernización de la economía como con la pacificación del país. En la
coyuntura bipartidista anterior de la Violencia, el político-abogado estaba obligado
a tomar posición política, pero el nuevo profeta-economista bajo una supuesta
neutralidad y un pensamiento nacionalista generaría una nueva racionalidad
política donde el experto en economía tenía información privilegiada sobre la
balanza de pagos y la condicionalidad del Banco Mundial y el BID, información
necesaria como clientes de la banca multilateral que financió la expansión
sostenida de servicios públicos durante los años sesenta y setenta.
En 1968, con un decreto presidencial, Carlos Lleras Restrepo organizó la carrera
administrativa, sometió los institutos descentralizados al control del gobierno
nacional, creó el Consejo Nacional de Política Económica y Social, y mediante un
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alza de salarios favoreció la vinculación de mano de obra altamente calificada a la
función pública (Pècaut, 1989).
Para finales del FN estas reformas a la función pública habían sido exitosas. Tal
como anota Hartlyn:
“El grado al que los ministros, los gerentes y los directores cambiaban personal e
incorporaban amigos, familiares, o asociados de su propio partido y región reflejaba tanto
el carácter del gobierno particular como la personalidad del nuevo jefe. Varios de los 14
directores de las agencias descentralizadas entrevistados en 1977 y 1978, se esmeraron
por dejar en claro que los cambios en el liderazgo ya no se traducían en cambios
extensos en los mandos medios y mucho menos en el personal de los niveles bajos.
Cinco de ellos sólo habían tenido puestos en el sector público, lo que indica que una clase
profesional de burócratas estatales estaba comenzando a surgir por primera vez en
Colombia a finales del Frente Nacional”. (Hartlyn, 1993, pág. 225)
Otros aspecto en el que Frente Nacional cumplió con sus proyecciones fue en de
la modernización de la economía, entendiendo por esta la transformación de un
país cuya principal fuente de riqueza estaba en el campo a uno en que ésta
estuviera arraigada en las ciudades y las economías industriales. Tal como anota
José Antonio Ocampo el sector agropecuario pasó de representar el 40% de la
actividad económica en 1949, a apenas un 23% para los años 80.
“Esta reducción significó el aumento de otros sectores industriales y de servicios
que pasaron a representar el 40% de la actividad en los años 80” (ocampo &
colmenares, 2007, pág. 234). La participación de estos nuevos sectores en el PIB
“pasó del 8% entre 1945 y 1949, al 18% entre 1980-1984” (ocampo & colmenares,
2007, pág. 334). El correlato necesario de esta transformación fue la urbanización
del país. Como señala Ocampo en su estudio, estos procesos de modernización
de la economía transformaron las tendencias de migración que había mantenido el
país hasta los años 50 cuando los más pobres emigraban “monte adentro” con la
finalidad de ampliar la frontera agrícola.
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Con la expansión de la industria, y la inversión del Estado en servicios públicos y
subsidios de vivienda, las principales ciudades se convirtieron en los polos de
atracción de los migrantes de las regiones más pobres, lo que concentró la
mayoría de la población en las ciudades. “La población que habitaba en las
ciudades era del 67% en 1985, cuando en 1951 era apenas del 31% y en 1973 del
59%” (ocampo & colmenares, 2007, pág. 335).
De la misma forma, las cuatro principales ciudades pasaron “de concentrar el 8%
de la población en 1938 a hacerlo en un porcentaje del 27% en 1985” (ocampo &
colmenares, 2007, pág. 335). Esta urbanización del país también trasformó la
estructura del empleo y la educación. Mientras el sector servicios producía el 21%
de trabajos en 1938, para 1984 representaba el 45%; por su parte, la educación
sufrió una expansión importante, pues en 1951 la proporción de mayores de 15
años sin educación era del 41.9% y en 1984 esta cifra registraba una caída al
12%; un dato que se complementa con el porcentaje de adultos que había recibido
algún tipo de educación media o universitaria: en 1951 era apenas del 9.5%,
mientras que en 1985 era del 38.8% (ocampo & colmenares, 2007, pág. 334).
Todo esto para concluir que el Frente Nacional fue una amalgama compleja en la
que coincidían un proyecto pacificador de la política, aunque con un gran
componente de exclusión, y una modernización de la economía que en los años
60 creó una clase media urbana cuyos jóvenes serían el prime público para el rock
en Colombia.
El surgimiento del rock en Colombia
Esta modernización se expresa culturalmente con la apertura en este periodo
histórico a la cultura anglosajona y americana de los años cincuenta expresado
musicalmente en el rock. Particularmente en Colombia hubo una evolución
particular de este género pues este proyecto modernizador empezó siendo un
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espacio centrado en las reuniones de los jóvenes colombiano hijos de las clases
altas con algunas excepciones en las clases medias, demostrando así como la
modernización cultural planteada en el Frente Nacional es un proyecto político
excluyente enfocado en brindar una ventana al mundo moderno solo a las clases
dirigentes del país. (Cepeda Sánchez, 2008).
Esta adopción cultural se ve reflejada en importantes conciertos de rock como el
ocurrido en 1962 donde Bill Halley and the dominoes se presentaron en el teatro
nacional Jorge Eliecer Gaitán demostrando así la apropiación cultural por parte de
los jóvenes colombianos del fenómeno cultural más importante del siglo XX, la
adopción del rock and roll (Cepeda Sánchez, 2008).
Es claro entonces como el rock nace en medio del proceso político del Frente
Nacional, pero no es una relación directamente proporcional pues este proceso
político interno tuvo concomitancia con el proceso cultural del rock en el mundo
occidental, cargado así de sus valores progresistas y modernos. Entonces
podemos ver como:
“… las primeras vibraciones del rock empezaron a transmitirse cuando los gobernantes
colombianos hablaban de política en Benidorm. Mientras Laureano Gómez y Lleras
Camargo intentaban poner un ordenamiento político para acabar con el desangramiento
de los campos colombianos, Jimmy Reisback transmitía por las ondas radiales de Caracol
las primeras melodías de rock and roll, rhythm and blues y un poco del twist
norteamericano” (Cepeda Sánchez, 2008).
En sus orígenes el rock para esta es un fenómeno netamente urbano y
excluyente, debido a las posibilidades económicas propias de una juventud
burguesa. Sus primeros exponentes eran miembros de universidades prestigiosas
que viven en barrios de elite y que en su mayoría hablan inglés. Es claro como las
principales bandas de Bogotá y Medellín lograron espacios dedicados a este
fenómeno y aunque eran espacios excluyentes fueron los primeros espacios
dedicados al rock.
18
Otra variable importante para caracterizar los primeros grupos de rock dentro de
las clases dirigentes del país es el costo de los instrumentos como guitarras y
bajos eléctricos además de baterías, haciendo una revisión de prensa desde 1965
hasta 1970 se puede observar como en los periódicos más importantes como El
Tiempo y El Espectador se puede observar la condición del mercado de
instrumentos musicales. Mientras el salario mínimo oscilaba entre los 1.000 y
1.500 pesos mientras que una guitarra eléctrica marca Nivico y Teisco que fueron
las primeras marcas en llegar antes que Fender costaban en promedio de 3.500 a
4.500 pesos haciendo de esta adquisición un sacrificio económico en una familia
obrera y por el contrario sería un juguete novedoso en las casa de los barrios de
elite en las principales ciudades del país. (Cepeda Sánchez, 2008)
Otro aspecto importante para caracterizar la exclusión de este fenómeno en sus
inicios son los espacios dedicados a este fenómeno, donde en los principales
periódicos del momento se pueden encontrar los eventos y sus sitios específicos
para conciertos de rock. Se descubrieron tres discotecas conocidas como La
bomba, the flippers discoteque y la discoteque II (Tiempo, 1965), localizados en
Chapinero que en ese momento era considerado como un barrio de elite donde se
divertía la juventud capitalina y donde se escuchaba en su mayoría música en
inglés con excepción de la difusión de las canciones de rock colombiano.
Es claro entonces como estos espacios tenían un rasgo fuertemente excluyente
no solo económicamente sino culturalmente debido a la obligación de manejar el
idioma inglés para entender tanto las canciones como las conversaciones
derivadas de los mismos.
Es así entonces como la apropiación del rock es un ejercicio cultural de
apropiación no solo en forma de capital económica sino más importante cultural
necesario para dicha apropiación además de la disposición estética necesaria
para entender este fenómeno.
19
Esta apropiación se hace real bajo el deseo de la elite colombiana por distinguirse
de las demás clases sociales y principalmente de hacer la diferenciación del
costumbrismo pre moderno visto como un obstáculo al progreso cultural.
Es claro entonces porqué el proyecto del rock no iba en contradicción con el
proyecto modernizador del Frente Nacional, pues es claro como el rock se
presentaba como una variable modernizadora que chocó en ciertos momentos con
las concepciones más radicales del nacionalismo del momento y a su vez permitió
a la incipiente industria musical colombiana consolidar los inicios del negocio del
rock.
En este contexto es clave definir varios aspectos claves del lugar que tuvo el rock
en esta década. La primera seria el necesario impulso económico que dieron las
elites a este género debido al alto costo que representaba correr con los gastos de
una producción musical en la década del sesenta; la segunda paradoja seria la
ampliación del espectro económica del mercado musical del momento generando
las primeras muestras de los sellos discográficos independientes demostrando
que había un público determinado para esta música y por lo tanto se abría la
posibilidad de crear una nueva industria alrededor de este género; la tercera clave
sería entonces la facilidad de adaptación de los rockeros colombianos entendida
como una variable de imitación de los grupos extranjeros que eran referentes
obligatorios del rock en este momento hacia la producción autóctona entendida
como el aterrizaje de la coyuntura nacional a las letras de las primeras canciones
de rock colombiano (Cepeda Sánchez, 2008)
Epílogo
“dile adiós a la tierra, dile adiós al sol, dile adiós a la luna, dile adiós al rock and
roll” (SiniestroTotal, 1993)
20
Para las décadas del sesenta y setenta se configuró una escena rockera definida
en Colombia. Las primeras bandas que configuraron este género serían The
Flippers, Los Ampex, The Young Beats de Bogotá y Los Yetis y The Time Machine
de Medellín. Comprobando el planteamiento que fue en sus inicios un movimiento
urbano que se perpetuó en las principales ciudades del país haciendo de este
género una consolidación de la juventud desde lo urbano, una concepción
netamente occidental pues la emergencia del joven se hace mundialmente en esta
década haciendo de Colombia parte de ese reconocimiento global.
En sus inicios estos grupos eran meramente apolíticos pero con el tiempo
evolucionaron y su apropiación cultural se hizo evidente en reclamaciones
políticas y afiliaciones con movimientos artísticos del momento. Esto se evidencia
con la influencia del movimiento nadaísta en la composición de Los Yetis
caracterizándose políticamente con una corriente particular, aunque
medianamente ideologizado.
Por otro lado The Flippers hacen evidente en sus canciones como la invasión de
campesinos tuvo una influencia marcada en su forma de componer, pues en
varias de sus letras se hace evidente el concepto de provinciano como un
obstáculo a la modernización cultural pues al verlos con el pelo largo y los jeans
rotos eran objeto de burla de aquellos provincianos considerados por ellos como
retrasados mentales y como la expresión máxima del costumbrismo pre moderno
incapaces de evolucionar culturalmente hacia los que ellos consideraban como
mejor.
Por su parte Los Ampex como los demás grupos demuestran un apropiación
cultural explicita aunque sin una ideologización especifica pues sus letras estaban
enfocadas hacia el baile y la conceptualización de la juventud rebelde tal y como
las películas de Inglaterra y Estados Unidos mostraban, se refleja el ideal del
rockero como un rebelde moderno generador de nuevas ideas desde una
motocicleta, lo interesante es que el movimiento rockero nacional nunca se
21
pareció a la conceptualización hecha en tales filmes como “el salvaje” estrenada
en 1959 en el Jorge Eliécer Gaitán sino por el contrario era una apropiación
tropical de lo que era ser rockero en los países desarrollados. Es asi como la
juventud colombiana se apropió de un movimiento importado de los países
industrializados en forma musical y estética pero con claras variaciones debido al
contexto colombiano de los sesenta y setentas.
Este recorrido histórico no estaría completo sin hablar de grupos importantes
como Columna de Fuego en 1971, acompañado por el festival de Ancom en
Medellin donde “El alcalde autorizó a los millares de hippies que nos invadieron
como una arrolladora avenida de fango putrefacto para que abofeteara con sus
manos sucias el rostro de la ciudad (…) la insólita conducta del alcalde lo priva de
toda autoridad moral y cívica para continuar rigiendo los destinos de Medellín”
(Gómez, 1971), haciendo que los festivales se instalaran en el imaginario colectivo
de los espacios del rock en principios de los años setenta. Otros festivales
importantes fueron los de Silvia y Pedregal donde se empezaba a notar la
influencia del rock latino en las diversas agrupaciones colombianas como Málaga
y Génesis.
22
CAPÍTULO 3: CAIDA DEL FRENTE NACIONAL
“ve y mira el mundo que los hippies construyeron para ti y para mí, soluciones
para todo menos para los problemas” (HoraLocal, 2007)
Hasta este punto se han establecido tanto los propósitos del Frente Nacional como
algunos de sus logros más importantes en lo económico y lo político. Para la
década de los 70 este proyecto empieza a verse cuestionado.
No sólo se trató de desafíos exteriores al Frente Nacional. Tal como ha señalado
Gutiérrez Sanín al interior de los partidos liberal y conservador se integraron
poderosas facciones que se fortalecían a través de recoger el descontento que el
mismo Frente generaba.
Por parte del partido Liberal se formaron dos líneas políticas claras: “del Capitolio”
y “línea Colombia”, los primeros liderados por López Michelsen y Carlos Lleras
lograron conseguir el apoyo de la ANUC, por otro lado los segundos liderados por
Turbay Ayala pensaban que la situación política era dicotómica o había
democracia o gobernaba la Anapo.
Por su parte el partido Conservador tuvo tres divisiones: liderados por Álvaro
Gómez optaban por una política social justa la primera línea, por su lado la
segunda línea liderada por Mariano Ospina buscaban una alianza con el partido
Liberal y la última línea liderada por Belisario Betancur buscaron conformar listas
comunes con la Anapo. Este último movimiento tendrá un papel decisivo en la
crisis del pacto frente nacionalista.
Como tercera opción se presentaba entonces la Anapo en primera instancia como
una coalición de los partidos tradicionales cooptando en primer lugar a las masas
conservadoras, se caracterizaron como un partido ““nacionalista, revolucionario y
23
popular” y se propone instaurar un “socialismo a la colombiana”” (Pècaut, 2006,
pág. 147), pretendían políticas de nacionalización del subsuelo y las
importaciones, buscaban que los obreros fueran copropietarios de las empresas
en las cuales trabajaban. Aunque la primera impresión es de un partido netamente
reformista, la Anapo debido al apoyo de masas conservadoras tenia intereses de
grandes latifundistas involucrados haciendo que la reforma pretendida no se
extienda a la transformación de las estructuras sociales colombianas.
Como cuarto reflejo del malestar político que no encontraba vías en la política
legal para su expresión se puede referir la creación, a lo largo de la segunda mitad
de los años 60, grupos insurgentes donde se intensifica la actuación de las FARC,
el ELN y del café y los malos resultados en la agricultura. Además, a comienzos
de la década del 70 el reformismo frustrado del Gobierno de Carlos Llera generó
demandas de grupos particularmente interesados en una redistribución de la
propiedad agraria y en la expansión de los servicios públicos. (Hartlyn, 1993)
En 1971 las invasiones campesinas buscaron expropiar los grandes latifundios
de tierras improductivas, obligando al gobierno a ceder y a darle la gestión de la
reforma agraria, aunque años después esta política seria desmontada. Por otra
parte la crisis en el sector universitario también fue muestra de este malestar
político, pues debido a la penetración de la lógica de la empresa privada se
presentaron protestas por el alto costo que generaba la lógica empresarial en la
educación superior, estas manifestaciones fueron duramente reprimidas por el
gobierno haciendo que el ejército ocupara las universidades del Valle en Cali y la
Universidad Nacional en Bogotá.
Frente a estas demandas, la única respuesta estatal fue la represión de las
protesta y apoyados en el artículo 122 de la constitución su tratamiento como un
asunto de orden público de resorte exclusivo del Ejército.
Esta mezcla de desencanto en las fuerzas políticas tanto interiores como
exteriores que cuestionaban al Frente Nacional, tuvo su máxima expresión en las
24
elecciones de 1970. Las elecciones generales del 21 de Abril de 1970 se
presentan como una oportunidad para darle un giro drástico a la política
bipartidista, pero por el contrario la caída del Frente Nacional. Las elecciones
generales del 21 de Abril de 1970 se presentan como una oportunidad para darle
un giro drástico a la política bipartidista del Frente Nacional.
El último gobierno (Misael Pastrana) fue el resultado de las elecciones de 1970 en
las que la Anapo por primera vez se presenta como una tercera opción del
panorama político. En la noche, antes de irse la energía eléctrica, iba ganando
Gustavo Rojas Pinilla y cuando volvió la energía al día siguiente Pastrana había
quedado con la victoria por un estrecho margen.
Debido a los resultados tan estrechos los partidarios de la Anapo se sintieron
estafados en dichas elecciones, sin embargo pese a la derrota esta nueva fuerza
política logró atraer los votos de las clases medias y altas, aglutinando el creciente
descontento frente a lo cerrado del Frente Nacional, y acabando así con una
tradición histórica de cooptación de votos de las clases populares por parte de los
partidos tradicionales. (Pècaut, 2006).
Este es el trasfondo del gobierno de Misael Pastrana, el último del Frente
Nacional, que en lo económico a través del Plan Currie planteó una estrategia
largo plazo generando una imposición de tasas de crecimiento y promocionando
los factores de producción económica hacia la demanda. Este plan se enfocaba en
la implementación de diversas políticas para conseguir una estabilización
económica.
La primera política era la de la construcción en la cual se creaban corporaciones
de ahorro y vivienda para otorgar préstamos para así lograr una capacidad de
ahorro mayor a la capacidad de inversión. La segunda política se enfocó en las
exportaciones creando nuevas empresas exportadoras y promoviendo los cultivos
de exportación dándole nuevas ventajas al sector privad y haciendo que las
exportaciones menores alcanzaran al café, todo esto con el fin de adaptarse al
25
capitalismo internacional. La tercera política se refirió al sector agrario donde se
buscó el aumento de la productividad además de una pequeña redistribución de la
propiedad. La cuarta política estuvo orientada a la industria donde se favorecía a
las industrias exportadoras mediante la creación de fondos de inversión. Como
ultima política en el sector financiero se continuó con la inflación mundial
abandonando la redistribución del ingreso generando concentración de riqueza
para los privados. (Pècaut, 2006)
Como resultado de este plan se logró estabilizar políticamente al país después de
las elecciones municipales de 1972, se logró la creación de sindicatos
independientes y de oposición generando una pérdida de eficiencia en la presión
política (divide y reinarás), por parte de los usuarios campesinos debido a la fuerte
represión de las manifestaciones sociales éstos se organizan de manera
defensiva, además como resultado de la extensión territorial de la ANUC se
generan rupturas al interior de la dirigencia además de los problemas técnicos y
financieros en el sector agrícola.
Por parte del sector universitario no se le dan soluciones a las demandas sociales
por el contrario se recurre a la represión y al aislamiento del movimiento
universitario debido a los cierres. Además de esto como resultado del plan se
logra una fuerte ofensiva sobre el EPL y el ELN donde pierden algunos de sus
líderes más importantes, contra las FARC se generan bombardeos a los
campamentos pero es necesario aclarar que el golpe contra las FARC no fue tan
contundente como en los otros dos casos. El resultado del plan se presenta por
parte del gobierno con un balance positivo pues la economía creció aunque
acompañado del recrudecimiento del conflicto social y la represión.
A finales del periodo de Misael Pastrana, ya en 1973 los líderes políticos fuertes
estaban configurando la campaña presidencial de 1974. La primera característica
de esto es la reunificación del partido Liberal donde se eligió a Carlos Lleras como
jefe único del partido unificando a la mayoría progresista en un sentido
26
democrático dando concesiones al sector turbayista. Esta unificación, sin
embargo, presentaba una clara oposición entre Lleras y López Michelsen
haciendo del último el candidato presidencial del partido Liberal y por el Partido
Conservador Álvaro Gómez.
En este periodo se presenta la quiebra de la Anapo debido a sus pobres
resultados y a la deserción de muchos de sus partidarias más influyentes, lo que
fue indicativo de que su importante votación en 1970 fue más producto del
descontento contra el Frente Nacional que por convencimiento del electorado
sobre su programa.
Es por esto que la oposición estuvo representada en la UNO uniendo al MOIR y al
PCC con disidencias del MRL y la Anapo por su presentó de candidata a María
Eugenia Rojas, dejando las elecciones de 1974 en manos de tres candidatos
fuertes con padres que habían detentado el poder.
Así, para 1974 las primeras elecciones realmente competitivas desde 1946 la
apertura fue relativa en contra de la esperanza de unas elecciones por fuera del
bipartidismo y de la exclusión política la mayoría. El resultado de la contienda
electoral deja como ganador a López Michelsen, con mayoría en el Congreso. Es
claro entonces como el Frente Social nunca se realiza dándole un nuevo impulso
al capitalismo, reforzando la hegemonía política de las clases dirigentes, dando
una vuelta al dominio de los partidos tradicionales y haciendo la política desde las
élites. (Pècaut, 2006).
La crisis moral
“profunda conmoción causó en el país la nueva suspensión de libertad
condicional, a todo a quién hallaren con algo por ahí será considerado todo un
criminal: es una causa nacional” (SociedadAnónima, 1987)
27
Acompañando este proceso se presenta una crisis política en los partidos
tradicionales y aunque estas divisiones son muy fuertes la influencia de los grupos
económicos sigue siendo la misma, después de las elecciones municipales de
1972 se hunde la Anapo, el conservatismo se divide entre Turbay Ayala y Carlos
Lleras. Mariano Ospina, el jefe único del partido Liberal critica al gobierno de su
copartidario. Este es el contexto que antecede al primer gobierno tras el final del
Frente Nacional, el de López Michelsen.
El gobierno López disfrutó de una bonanza económica producto del aumento de
los precios internacionales del café. En 1975 sucede la bonanza del café como
resultado de las heladas en los cultivos brasileños, sin embargo esta abundancia
caracterizó por un mal manejo institucional de los nuevos recursos.
La bonanza se caracterizó como propia de los cafeteros demostrando una
incapacidad institucional para manejar de manera adecuada los recursos de ésta,
acelerando progresivamente el deterioro del Estado debido a las redes
clientelistas al interior del sistema político colombiano, el incipiente control estatal
se evidencia en la creación del Fondo Nacional del Café como herramienta
institucional para controlar los precios internos del café.
La destinación de los recursos de la bonaza se dirigieron a diversos programas de
inversión hacia la tecnificación de los cultivos, aunque estos programas fueron
insuficientes para canalizar los recursos excedentes se impartes disposiciones anti
inflacionarias haciendo que la bonanza tenga como resultado una crisis en las
políticas públicas.
Paradójicamente, pese a los nuevos ingresos cafeteros, el año de 1975 se
presentó como un año difícil para la economía colombiana, con el peor PIB que se
había tenido en 20 años. Las políticas económicas de carácter neoliberal
redujeron los impuestos a los excedentes producto de la bonanza, lo que
disminuyó los recursos de inversión del Estado.
28
La industria entró en recesión, la construcción se estancó, la inversión pública no
logró sostener las actividades económicas además del pesimismo generalizado en
los grupos económicos. Sumado a esto se genera un problema energético por la
disminución de la capacidad exportadora, la creciente demanda del servicio y el
déficit de la balanza petrolera. La reforma fiscal planteada buscó hacer los
impuestos progresivos, generalizó el impuesto a la renta y a las ganancias
además de elevar los impuestos a los bienes de lujo. Como un intento de cerrar la
brecha social desde una perspectiva neoliberal se crean el DRI (desarrollo rural
integrado) y el PAN (plan de alimentación y nutrición) con una clara visión
asistencialista y sin ningún componente de reforma social. (Pècaut, 2006)
Además, esta bonanza cafetera logra develar el nuevo rostro de las regiones
cafeteras donde el pequeño cultivador de café arábigo no tiene capital, ni tierra y
tampoco créditos que lo ayuden a mejorar sus condiciones de vida.
Por otro lado, las políticas cafeteras dieron ventaja al productor extensivo que
logra pasar al cultivo de café caturra el cual se vende mejor pero su producción es
mucho más cara que la del café arábigo propio de los pequeños cultivadores, la
nueva clase cafetera surge entonces aumentando la explotación y la pobreza del
pequeño cultivador haciendo que la riqueza se concentre aún más abriendo con
cada disposición del Estado la brecha social de la Colombia de mediados de los
años setenta. Esta coyuntura permitió que se generara una dependencia
económica del café y abrió la posibilidad a que las demás exportaciones tomaran
la delantera en la economía nacional haciendo que el narcotráfico pudiera legalizar
sus recursos por medio de las exportaciones varias. (Pècaut, 2006)
El narcotráfico en Colombia aumentó desde los años sesenta con la producción
extensiva de marihuana generando ganancias por 5 millones de dólares mientras
que la pasta de coca generaba 154 millones de dólares al año, esto representaba
una tercera parte de las exportaciones colombianas y se logró filtrar gracias a lo
29
que se denomina la ventanilla siniestra, donde los bancos no indagaban sobre la
procedencia de los recursos de las exportaciones (Pècaut, 2006).
La influencia de estos dineros pronto permeó la política. La fragmentación entre
los partidos políticos favorecida por el faccionalismo del Frente Nacional, y el
poder de facciones locales, pronto ayudó a que dineros ilegales provenientes del
narcotráfico financiaran las campañas políticas pese a las declaraciones en contra
de tal práctica de los directivos nacionales de los partidos (Gutierrez Sanín, 2002).
Es así como después de la caída del Frente Nacional se presenta una crisis moral,
en palabras de las elites tradicionales y sus órganos de expresión, representada
en la emergencia de la economía clandestina como herramienta de ascenso social
descomponiendo la moral en la sociedad colombiana. Se presenta un auge de la
delincuencia con la multiplicación de los secuestros y el aumento en la percepción
de inseguridad en los barrios populares.
La inmoralidad de la economía clandestina se presenta como capital bajo cuerda
de las clases emergente de esta economía alternativa, la cual a su vez encuentra
un nicho perfecto en un sistema político clientelista produciendo así una
descomposición institucional tan evidente hasta para las personas con
conocimientos nulos de política o economía y más aún evidente para la dirigencia
colombiana la cual se alimentó de esta crisis institucional para dar ventajas
comparativas al sector privado dejando aún más pobres a las clases populares.
A esta crisis moral se sumaron escándalos que envolvían a la familia presidencial.
Así, gran parte de la discusión política giró alrededor de rumore donde la familia
presidencial se volvió el centro de las sospechas y debilitando al gobierno como
fuente moral, que se veía como sin alguna autoridad frente a la situación de ese
momento.
Esta crisis en las instituciones generó una reacción por parte de las Fuerzas
Armadas, planteando la renuncia de una buena parte de la cúpula militar debido a
30
la inmoralidad del gobierno. Esto significó una ruptura interna respecto al papel de
la Fuerzas Armadas, que se habían presentado como garantes morales frente a
la corrupción. Además, habían tenido un papel activo frente al manejo del
descontento generado por la crisis social, pues jurídicamente el Estado de sitio,
que había sido casi permanente desde 1948 les daba una gran autonomía en el
manejo del orden público.
Sin embargo, como las protestas sociales eran subsumidas como asuntos de
orden público, la cuestión era el abuso de la fuerza por parte de estas frente a la
protesta social, pues la represión se convirtió entonces en la solución de la crisis
moral y política. Una vez más el autoritarismo era la salvación de un Estado en
crisis que se presentó bajo las banderas de la inclusión pero que en últimas le dio
nueva fuerza a la hegemonía tradicional colombiana.
Los últimos años del gobierno de López Michelsen son un periodo de intensas
luchas sociales donde la agitación en las universidades, los paros cívicos y los
intentos de concertación sindical son muestra del fracaso de la política
gubernamental, pues al gobernar por decreto no hay concertación y por el
contrario se demuestra el endurecimiento del gobierno frente a las demandas
sociales.
A su vez se produce un retroceso de los salarios configurando la radicalización de
los sindicatos y los estudiantes, esta radicalización implica el debilitamiento de la
unidad sindical nacional pues se fragmenta en varios grupos divididos
ideológicamente. La ola de huelgas tiene como respuesta la posibilidad que los
patronatos realicen despidos masivos, se declaran las huelgas en el sector publico
ilegales develando la crisis moral de las estructuras políticas (Pècaut, 2006), pues
el partido Liberal siempre ha defendido el derecho a la huelga y un gobierno
Liberal que ilegaliza la protesta social no tiene sustento moral para gobernar
(Oquist, 1978).
31
A pesar de estas condiciones a modo de pequeño logro político se realiza la
huelga general del 14 de septiembre de 1977, donde el Consejo Nacional Sindical
llama a paro cívico indefinido, el cual además de la usual represión tiene como
resultado el reajuste salarial y el congelamiento de precios. Esta movilización es
opacada por el reflujo de las luchas campesinas, y la actuación creciente de las
guerrillas, que se presentan como respuesta a la mala situación política. Esta
movilización agraria fue favorecida por el abandono definitivo del proyecto de la
Reforma Agraria, gracias a la posibilidad de tener un congreso a su favor y una
oposición política débil con un electorado menor.
Es en esta situación es como empieza el gobierno de Julio César Turbay Ayala, un
gobierno caracterizado por la conciliación entre partidos tradicionales donde se
vuelve a un Frente Nacional pero como un Estado de derecho pues mantiene la
participación equitativa a los partidos haciendo del gabinete ministerial una
configuración de siete ministros liberales y cinco conservadores, reestableciendo
así el control de la clase política y su respectiva alianza, satisfaciendo entonces
las peticiones de las fuerzas económicas y con un intento fallido de responder las
demandas de los sindicatos. (Pècaut, 2006)
Este gobierno se caracteriza por la ofensiva militar contra la inseguridad. Bajo el
estatuto de seguridad promulgado por decreto se aumentan las penas por
secuestro, se hace una conceptualización más amplia de subversivo (con
simplemente repartir información en contra del gobierno era suficiente) y se
elimina la posibilidad jurídica de apelación para las personas con proceso penal
por rebelión.
Este estatuto nace como respuesta principal a la actuación del M-19 guerrilla
formada tras el supuesto fraude electoral de 1970, pues era el grupo insurgente
con más actuaciones públicas entre ellas el robo de la espada de Bolívar y las
armas del cantón norte además de los secuestros a los grandes industriales. La
respuesta del gobierno a esta insurgencia fue arbtraria evidenciando el exceso de
32
autoridad militar, los casos de tortura y la clara amenaza para las libertades en
una democracia.
33
CAPÍTULO 4: EL RESURGIMIENTO DEL ROCK NACIONAL
“casi todos saben casi nada, el ejército es el bueno de las calles. Orden público
alterado” (HoraLocal, 2007)
Es claro entonces como para los primeros años de la década de los ochenta el
malestar político gestado en la administración López Michelsen se intensificó en el
mandato de Turbay Ayala, y su profundización del clientelismo en el sistema
político. A pesar de ser parte del partido Liberal, Turbay tenía de su parte buena
parte del partido Conservador generando una sensación de conformidad por parte
de la clase política colombiana.
El estado de sitio permanente se presentaba como una amenaza constante a la
oposición democrática, en parte por las exigencias de las Fuerzas Armadas,
además de tener la posibilidad jurídica de retención máximo por diez días debido a
cualquier sospecha por perturbación del orden público. Sumado a esto se aprobó
un nuevo código de procedimiento penal como un intento de politizar la justicia
como muestra de fortaleza política por parte de una institucionalidad totalmente
débil.
Otro punto importante para aclarar el clima político del momento es la intervención
política por parte de los militares arguyendo medidas de excepción para
contrarrestar la actuación insurgente, lo que en mucho casos generó ataques en
contra de la oposición política. Estos ataques cerraron aún más espacio de
negociación con la insurgencia, la militarización de una porción significativa del
territorio colombiano y haciendo de la paz y la democracia una ficción política.
A su vez, el recrudecimiento de la lucha armada tenía un carácter local con
grupos guerrilleros desgastados como el EPL, ELN y MAO y con una táctica de
34
guerrilla urbana por parte de las FARC. Es en este momento donde se logra
develar una verdadera consolidación del M-19 como una forma novedosa de lucha
armada recurriendo al reclutamiento en las filas de la Anapo, las capas media y
altas de la sociedad colombiana además de la similitud militar con los Tupamaros
uruguayos. Esto tiene como resultado la ofensiva insurgente de 1981 donde el M-
19 se repliega hacia las montañas después del entrenamiento en Cuba, las FARC
por su parte cambia a una modalidad ofensiva.
El resurgimiento…
El resurgimiento del rock en Colombia da muestra clara de la conciencia política
de la juventud en los años ochenta, conciencia ubicada en la ruptura de esquemas
propios de una sociedad conservadora y tradicional marcando un transformación
de ideas y visones del mundo desde la juventud.
En forma de grito se proclamó el rechazó hacia la crisis moral y el futuro incierto
en un país donde la guerra y la corrupción ponían en tela de juicio el papel de la
religión y el sistema político como garantes morales de una sociedad en crisis. Es
así como los jóvenes de Bogotá y Medellín que hicieron rock en los años ochenta
se adscribieron a dos géneros en particular: el punk y el metal.
Ya en 1978 se puede rastrear como el heavy metal y el punk en Medellín entran
en la escena rockera con exponentes como Crash y Complot, grupos que tenían
ideas musicales nuevas pero que se reducían a hacer covers en ingles que
podemos apreciar en programas de baja difusión como “la telediscoteca”.
Estos grupos rompen entonces con la tradición del rock hippie y latinoamericanista
presente en la historia del rock hasta estos años. No son los únicos exponentes.
Claramente, en 1980 Traphico hace una presentación en el show de Jorge Barón
demostrando una propuesta de rock progresivo con un contenido totalmente
original aunque con muy pocas liricas, este grupo estuvo acompañado por Ship un
grupo con composición original en inglés. Para apartarse del rock progresivo en
35
1983 nace Nash en Bogotá con una propuesta de heavy metal claramente influido
por Crash, su composición también era en inglés al igual que Fénix otro grupo del
mismo género de Bogotá.
Para romper con esta tendencia a la composición en ingles nace en 1986 en
Medellín Carbure una propuesta desde el heavy metal en español con una calidad
musical alta comparable con los grandes grupos europeos y norteamericanos.
Estos primeros años donde la cantidad de grupos existentes demuestran una
popularización del genero del rock en la juventud que estuvo acompañada de una
total falta de promoción por parte de los medios de comunicación que al ver al rock
como un mercado pequeño y al tener la experiencia de la caída del mercado en
los años sesenta no quería invertir en el género haciendo que muchas de estas
primeras banda se extingan al no ver posibilidad de surgimiento en este país.
Este resurgimiento del rock es un surgimiento tímido debido a la situación política
y a la fuerte represión que estaba teniendo la libertad de expresión en estos años.
Es claro que muchos grupos prefirieron cantar en inglés con un doble propósito
que los militares no intervinieran en su música debido a los mensajes y por otra
parte al darse cuenta que no había un mercado fuerte del rock en Colombia
preferían cantar para la población de los grandes países productores de rock en el
mundo, haciendo de las liricas en ingles una forma de vender su música en el
exterior.
En un país sin un mercado interno fuerte, la exportación musical se presentó como
una opción no viable; entonces, la única opción fue la autogestión para los
músicos que revivieron el rock en Colombia. Es así como Medellín la ciudad más
peligrosa del país en esta década logra convertirse en una potencia rockera con
gran diversidad de exponentes que tristemente no venden pues no hay mercado;
además, los músicos de estos primeros años del metal y el punk en Colombia son
empíricos llevando la poesía de las calles a la música desafinada y por lo tanto
36
llevando una nueva forma de significados a la juventud colombiana de los barrios
pobres de Bogotá y Medellín.
Todo este movimiento contrasta con la escena musical más comercial de los años
ochenta en Colombia, dominada por los grandes baladistas y por los nacientes
grupos de pop, tales como Pasaporte y Compañía Ilimitada. Éstos son producto de
la continuidad de la exclusión política en el rock pues venían de familias
adineradas y hacían música porque tenían la posibilidad de comprar buenos
instrumentos además de poder estudiar en conservatorios.
En una realidad cotidiana mediada por la náusea, el optimismo promulgado por el
pop se vuelve una contradicción en un país en el que la crisis moral ha corroído
todo intento político por institucionalizar la democracia mediante el autoritarismo.
Es en este punto donde Nietzsche mediante la realidad dionisiaca puede ayudar a
comprender la necesidad de huir del mundo mediante una visión pesimista donde
lo sublime se combina con lo ridículo para derrumbar las apariencias y revelar el
arte en forma de música que pretende dar una visión honesta de la verdad de los
jóvenes colombianos en los años ochenta.
Según Nietzsche el artista trágico usa la náusea como fuente de inspiración
recurriendo a todos los medios artísticos para consolidar un arte con vida propia,
es así como la música puede vencer la apariencia transformándola e símbolo,
mediante la trasmutación del ánimo de las personas que escuchan cambiando así
la percepción de la realidad. El éxtasis del estado dionisiaco entonces se
representa mediante la aniquilación de las barreras y los limites propios de un
sistema político excluyente. (Nietzsche, 1870)
El sonido comunica las emociones, las promueve y las media, el ritmo se presenta
como un simbolismo del lenguaje sonoro y la armonía es la esencia pura de la
voluntad humana. La sátira lírica y los gestos del baile representan la embriaguez
del sentimiento donde el grito se vuelve la mejor herramienta para revelar la
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esencia de la palabra misma, solo comprendida por las personas que comparten
este sentimiento dionisiaco. Es así como el significado cultural del dios Dionisio se
expresa en desmesura atravesada por un canto popular de placer y dolor mediado
por el conocimiento de las razones que generan estos sentimientos. La belleza
palidece pues ante la cruda verdad expresada en el pensamiento trágico donde la
apariencia es derrotada por la verdad haciendo que la percepción del individuo se
desvanezca con sus límites y mesuras propias del pensamiento subjetivo.
(Nietzsche, 1870)
Este campo dionisiaco de la música contrasta con la escena pop. El pop en
Colombia nace y es promovido como una herramienta política para ocultar la crisis
moral dejando de lado la coyuntura política como fuente de inspiración y
adoptando la forma de composición de la balada romántica como medio de
composición musical.
Programas de televisión como El Club del Clan promovieron este género como
forma de visualizar la música de las elites dejando sin voz a los que nunca
tuvieron voz: los jóvenes de las clases populares. Es por esto que en el espectro
musical de la juventud no había grupos significativos que lograran enmarcar y
definir una propuesta diferente que se presentara como una respuesta honesta a
la crisis moral en la cual creció la generación joven de los años ochenta en
Colombia.
En un país desangrado por el conflicto, el clientelismo, la represión y la crisis
moral parece casi imposible encontrar inspiración para componer canciones de
amor, este era el reflejo lirico del pop donde a pesar de todo las composiciones
musicales estaban enfocadas de manera alegre a hablar de amor y odio en una
realidad donde la muerte, el secuestro, la violencia y el terrorismo eran cosas que
trataron de normalizar lo usual. En una realidad cotidiana mediada por la náusea,
el optimismo promulgado por el pop se vuelve una contradicción; en un país en el
que la crisis moral ha corroído todo intento político por institucionalizar la
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democracia mediante el autoritarismo, el pop no dejaba campo para las canciones
que revelaban la verdadera situación en los barrios populares de las principales
ciudades afectadas directamente por la lucha armada.
Bogotá y Medellín
En esta investigación se dará preeminencia a los grupos de Bogotá y Medellín
siendo estas locaciones casi los únicos espacios donde se desarrollará el rock en
esta época. La razón principal para esta conceptualización es que en estas dos
ciudades el rock se presentaba como una forma alternativa de revelar el dolor
colectivo de la juventud de los barrios populares.
Para los jóvenes de la época “la música era un desahogo a todo ese conflicto
social. Mientras habían armas y habían muertos allí nosotros estábamos
brincando y cantando todo ese desastre que había” (Escobar, 2008). El rock se
presenta entonces como la banda sonora de las bombas, las balas y la muerte en
los barrios populares. El punk y el metal tienen incidencia directa en la re
significación de la cultura, pues en ese momento la crisis moral ponía en tela de
juicio los valores tradicionales y los hacia parecer como un barrera para contar su
verdadera historia.
Es así como se hace necesaria una división de historias centradas en dos
protagonistas: Masacre y Hora Local, la primera agrupación nacida en Medellín
haciendo parte del death metal en la segunda mitad de la década de los ochenta;
la segunda banda de origen bogotano nace en 1986 como parte de las primeras
bandas colombianas que produjeron música punk.
Estos dos grupos son muestra de la potencia cultural de los grupos musicales que
transformaron la cultura política en Colombia. Mediante la apropiación de tiempos
y espacios particulares donde se derribaba con la característica del primer
momento del rock nacional: la exclusión por idioma y por espacios de elite. Ahora
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entonces los jóvenes marginales de los barrios populares auto gestionaban una
escena construida desde la contra cultura y la apropiación de un discurso de
jóvenes en medio de la guerra, que en los años sesenta era principalmente rural y
que para la década de los ochenta ya estaba presente en las principales ciudades
del país.
MASACRE
Esta agrupación en la mayoría de sitios en internet donde aparece su historia es
retratada como un grupo que nace como resultado de una necesidad de expresión
musical y política. La fundan jóvenes de los barrios populares de Medellín que
estaban en medio de las confrontaciones del narcotráfico, jóvenes que al ser
pobres no tenían muchas oportunidades económicas y así se convertían en blanco
de reclutamiento de los grupos narcotraficantes.
De ahí las alusiones en los nombres de las bandas de metal del momento a la
muerte y al sufrimiento, más allá de la influencia del mismo género a nivel mundial,
pues el death metal es un subgénero del metal considerado uno de los más duros
que se caracteriza por impronunciables voces, guitarras distorsionadas con
afinación baja, percusión rápida que hace uso del doble pedal, complejas
estructuras musicales para lo habitual en el metal de Medellín, con numerosos
quiebres, paradas y cambios de tiempo. La temática del death metal abarca desde
el odio a la religión pasando por la historia, temas de política, medio ambiente y
violencia, sorprendentemente acorde para la situación de la ciudad. La importancia
de esta banda radica en su influencia internacional pues es un grupo que se
consolida como un pilar del género a nivel mundial reconocido por los más
importantes representantes europeos nórdicos.
Como la principal influencia musical de ellos podríamos encontrar a Parabellum
grupo pionero y legendario dentro de la escena del metal nacional en ese
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momento. A su lado se puede ver como Nash, Carbure y Fénix, desde una
propuesta heavy metal realizan música de muy alta calidad en la ejecución
musical pero con una calidad de grabación pobre, debido a la época los medios de
grabación eran costosos con relación a los ingresos de los jóvenes músicos y eran
realizadas por estudios especializados en géneros como la guasca, el vallenato y
la salsa.
Estas influencias musicales crearon un contexto previo favorable a la aparición de
Masacre; primero ya había un público rockero especializado en el metal y la
llegada de esta banda se hizo en un contexto donde gran parte de la juventud
pertenecía a la escena; segundo esto permitió que en el momento en que el
primer demo es lanzado habían locaciones específicas de reunión del metal en
Medellín, lugares específicos como el centro de la ciudad y sus respectivos
parques; tercero, la situación política que inspiró las liricas de las primeras
canciones permitió que su primer mini LP “Ola de violencia” se propagara
rápidamente dentro del publico metalero de la época.
Un espacio representativo de este momento es “La Batalla de las Bandas” que
tuvo lugar el 23 de marzo de 1985 en la plaza de toros La Macarena, donde se
presentaban: Parabellum, Mierda, Danger, Spull, Excalibur y Kraken. Era
organizado por J&B Limitada, una compañía dedicada a la producción musical que
buscaba una agrupación para incursionar en el género del metal al grabarle un
disco al ganador. Se otorgaron dos premios ese día: a Kraken por mejor ejecución
y a Parabellum por ser el grupo con la música más pesada, pero solo grabaron a
un grupo: Kraken de donde resulta la primera grabación: “todo hombre es una historia” mientras se dejaba de un lado la propuesta de Parabellum.
Esto generó una división al interior de la escena alimentada por el resentimiento
de clases, esta ruptura en la escena develó el surgimiento del mundo subterráneo
del que Masacre se alimentó en su génesis, se asoció entonces los sonidos
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suaves con la clase dirigente y la música que se consideraba pesada resultaba ser
parte de la contra cultura de los barrios populares.
Masacre al ser contemporánea a la guerra del narcotráfico encontró la violencia
como fuente de inspiración, el miedo y la rabia se tornaron a su favor en el
momento de la composición de sus letras. El grito ahogado recurrente en la
historia de la sociedad colombiana en sus letras se materializa en forma de gritos
de desesperación, propia de una percepción trágica del mundo donde la salvación
no existe y los sonidos ex purgantes del death metal demuestran la cruda realidad
del lugar en que nacieron.
Una característica clave del éxito de esta banda fue la proyección internacional
que tuvo, a cargo del fallecido Mauricio Montoya “Bull Metal” baterista del grupo.
Empezó desde lograr espacios en emisoras de radio y posicionar su programa “la cortina de hierro” como uno de los más representativos en la cultura del metal en
Colombia, hasta iniciar un fanzine especializado llamado “necro metal”.
La parte más relevante de esta proyección fueron sus contactos con las escenas
del género en diferentes países de la Europa nórdica donde este género tuvo sus
representantes más legendarios. Esto permitió que disqueras de aquellos países
se interesaran por la banda haciendo de la producción musical local una parte
importante en la definición del género a nivel mundial. No sólo gana espacios a
nivel local, sino internacional en las revistas de metal más vendidas en Europa,
además logra llevar la problemática nacional a jóvenes de países distantes sin
desconocer la influencia en la manera de ejecución musical particular del grupo.
HORA LOCAL
Este grupo nace en el año 1986 como un proyecto de jóvenes universitarios
bogotanos con la finalidad de alimentar la escena underground de la ciudad. Su
música está influenciada por bandas como Siniestro Total, Dead Kennedys,
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Ramones y Kaka de Luxe entre otros. La escena punk bogotana no era muy fuerte
en los años ochenta, al contrario de la escena metalera que contaba con grandes
conciertos y pequeñas multitudes configuradas por diversos grupos de amigos que
no necesariamente se conocían entre sí.
La escena en Bogotá era escasa y los principales representantes del momento
eran La Pestilencia, Morgue y Demencia, con lo cual Hora Local se presentaba
como una perspectiva totalmente opuesta a las propuestas de los grupos
anteriores. La diferencia musical era clara: mientras La Pestilencia y Morgue
usaban ritmos más cercanos al metal, para hacer música punk Hora Local
recurría a los sonidos nuevos de la movida madrileña, donde los sintetizadores y
los arpegios adornaban las grabaciones con muy buen acabado de
posproducción.
Las composiciones liricas se afilian dentro de la crítica global, los temas iban
desde la cotidianidad hasta los problemas más relevantes a nivel mundial en los
años ochenta, canciones como “orden público alterado” y “el rock no te necesita” demuestran una posición de desprecio frente a la crisis moral del
momento haciendo de sus letras una re significación honesta de la realidad del
país, además de configurar nuevos discursos en torno a las afectaciones de la
juventud.
Es una agrupación que no dura mucho tiempo. Se disolvería en 1991 después de
sacar su único LP. La importancia de este grupo radica tanto en su ejecución
musical haciendo un aporte gigantesco al género del punk, y también por su
conformación en sí misma la cual lograría dar pasos gigantes en la transformación
de la cultura política colombiana. En 2007 se vuelven a reunir para grabar una
compilación de todos sus vinilos, con una re masterización lograr llegar a nuevos
públicos de la juventud colombiana que veinte años después siguen identificando
los mismos problemas en la sociedad actual.
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La fundación de esta banda la hacen Ricardo Jaramillo que llegó a ser director de
la Orquesta Filarmónica de Bogotá, Luis Uriza y Pedro Roda que se destaca como
actor, por este proyecto han pasado Gonzalo de Sagarmínaga y Nicolás Uribe que
han sido importantes autores de música para cine y televisión, además de
Eduardo Arias que ha sido un destacado periodista en temas de cultura y
realizador de proyectos humorísticos como “zoociedad”, el proyecto musical
“orquesta sinfónica de chapinero” y la revista “Larrivista”.
Sin embargo como grupo musical Hora Local logra hacer desde una perspectiva
crítica de la realidad un cambio de significados en la escena juvenil de los años
ochenta. El primer cambio puede ser el incremento de estándares musicales para
el resto de grupos; el segundo cambio de significación que logra es configurar una
lírica poética crítica sobre el panorama nacional utilizando la sátira como medio de
expresión política frente a la crisis moral; y como último elemento de significación
logra aprovechar el gran auge del rock en español como herramienta de difusión
musical y política, pues si bien grupos como Los Prisioneros hacen una crítica
política que llega a trasformar el imaginario político de la juventud haciendo de los
jóvenes sujetos con posición política crítica frente a la crisis moral del sistema
político colombiano.
La llegada del punk a Bogotá al igual que en otras ciudades contemporáneas se
da a principios de los años ochenta, este género tiene bastantes exponentes en la
ciudad de Medellín para ese momento, mientras que en Bogotá la escena era
mucho más pequeña. Un aporte clave del circulo musical de Hora local es
mediante la influencia de la movida madrileña española logra hacerse un proyecto
musical que salga de la idiosincrasia bogotana, donde se busca mediante la sátira
política y el cambio estético una transformación de significados colectivos que se
generan en un contexto de violencia y crisis moral como la Bogotá de los años
ochenta.
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En ese momento aunque la escena punk no les brindó el público necesario,
gracias a sus tonalidades suaves lograron ingresar al imaginario colectivo
mediante la explosión del rock en español, categoría destinada a encasillar en un
solo género diversidad de propuestas musicales latinoamericanas que provenían
de todos los frentes de la historia del rock en el mundo. Esta asociación permitió
que jóvenes que no estaban interesados en el punk vieran en Hora Local una
propuesta de rock alternativo donde se mezclaba la sátira política y la música del
momento donde se combinaba la situación política del país y la posición de la
juventud en medio de la guerra.
Concluyendo…
Los que se establece como normal depende de una relación entre la estética y la
política, la estética del resurgimiento del rock se muestra como un ejemplo de la
situación política interna de la sociedad citadina en Colombia. Haciendo evidente
que la condición de arte depende de las estructuras sociales, pues lo visible y lo
invisible se relaciona con lo que se puede ver y decir, grupos como Hora Local y
Masacre cambian la forma en que se pueden ver, escuchar y sentir dentro de la
categoría de joven popular, delimitan un público específico generando espacios
comunes donde se re significa la propiedad del espacio público, ya no es desde
arriba que se distribuyen estos espacios por el contrario la re significación de
locaciones se hace de manera auto gestionada al interior de las escenas del punk
y el metal, a diferencia del rock en los sesenta donde el espacio utilizado eran los
bares de moda y los barrios donde se divertía los hijos de la clase dirigente.
Grupos como Hora Local y Masacre demuestran cómo se transforman los
regímenes de identificación, la parte ética cambia con la configuración de nuevos
significados alrededor de la crisis moral, se expresa honestidad política que iba en
contra de lo políticamente establecido y mediante la autogestión de medios y
espacios se re asigna una posición transparente desde lo que significa ser joven
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en un mundo corrupto. Frente a la poética se dilucidan temas sobre la realidad
cotidiana que no se hacían evidentes en ninguna otra forma de expresión juvenil,
las cosas que no se podían decir en público se volvieron canciones que
representaban la posición de la juventud en medio de la guerra. Por parte del
régimen estético se logra acabar con la singularidad del rock mediante la
distribución especifica de géneros y su inherente separación cultural, el punk y el
metal demostraron como el rock nunca había sido uno solo a diferencia de los
grupos de los años sesenta que unieron en una sola voz todas las
representaciones del rock.
Con la llegada del punk y el metal se genera una ruptura en el sistema de
significados de la juventud de los años ochenta, donde empiezan a aparecer las
clases populares como fuente de inspiración para una nueva generación de
jóvenes que nunca habían percibido esta relación, se produce un cambio en el
paradigma musical exclusivo de las clases dirigentes haciendo que se configura
una lectura de la realidad diferente creada autónomamente por la juventud de los
años ochenta, lo corriente se vuelve bello haciendo que la música que se hacía en
los barrios populares tuviera influencia a nivel mundial debido a su esmero por
hacerlo y a su contundencia política. La visibilización del rock de las clases
populares llega a tener total legitimidad y por eso es que cambia el paradigma del
rock en Colombia debido a su aceptación y dinamismo del público rockero de los
ochenta.
Es claro como el punk y el metal se vuelve la banda sonora de las clases
oprimidas cambiando el orden simbólico propio de una crisis moral que afecta
todas las dimensiones de la sociedad colombiana, la repartición de lo público
construye nueva realidades que son resultado de un proceso re interpretativo
donde la realidad pasa por los sentidos de los jóvenes músicos que reivindican los
intereses de las clases populares demostrando una autonomía estética frente a las
demás propuestas musicales. El punk y el metal se convierten en sistemas
autónomos de significados colectivos contra culturales en un momento donde la
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cultura colombiana estaba en crisis moral, mediante su forma alternativa de vestir,
pensar y actuar cambian las maneras de sentir de la juventud colombiana
abriendo un espacio de honestidad frente a un entorno político clientelista que no
ofrece oportunidades reales a las personas con bajo poder adquisitivo. Esta
repercusión se puede palpar en los procesos políticos subsiguientes a la crisis
moral.
Es así como entonces grupos como Hora Local y Masacre influyen en el
dinamismo de la juventud como actor político, así la significación cambia
transformando las creencias políticas de los jóvenes y sus conocimientos sobre la
realidad empezaron a configurar procesos colectivos alternativos al discurso
hegemónico (donde todo estaba bien y no había nada negativo en la actuación
institucional), lo afectivo se enfoca en el rechazo a la crisis moral donde los
sentimientos por la institucionalidad se vuelven negativos y los modos alternativo
de organización se vuelven un camino legitimo en un sistema político en crisis.
Mediante manifestaciones colectivas en torno al punk y al metal se construyen
redes de significados sociales alternativos y críticos frente al sistema haciendo de
estas propuestas musicales manifestaciones políticas que generan cambios en la
forma de pensar la realidad política, es por esto que la violencia configura en los
jóvenes maneras alternativas de percepción, actuación y construcción de la
realidad.
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