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“A Dios rogando y con el mazo dando” Es un refrán muy conocido, igual que aquel otro que viene a decir, más o menos: la fe sin las buenas obras no sirve de mucho. En cualquiera de las dos expresiones se viene a decir que está bien rezar, rogar o implorar a Dios, pero no es menos cierto que hay que trabajar para conseguir aquello que estamos pidiendo. Ya es algo, pero se queda muy corto. En nuestra cultura se le ha pedido a Dios todo tipo de favores, incluso antinatura, es decir, que Dios deje en suspenso las leyes de la naturaleza, cosa que jamás puede ocurrir. Nunca lloverá sin los condicionantes meteorológicos para ello. El rezar me parece –no sé qué palabra utilizar para decirlo un poco suave– una cosa sin sentido. Dios no puede cambiar a voluntad del implorante el curso de un fenómeno físico o acontecimiento. Dios ya no puede dar nada, porque ya lo ha dado todo. Dios no puede cambiar de opinión en un momento determinado de la historia, Dios no puede rectificar, porque eso implica que algo se le olvidó o algo hizo mal. El único “rezo” que yo apruebo es el de la admiración hacia el Misterio, de la contemplación, de unión y confraternización entre todos sin distinción de raza, religión, etc. El “rezo”, como yo veo, es la búsqueda de la paz interior, solidaridad y superación del ego, es transmitirnos la buena nueva de que todos somos uno en la pluralidad, gotas que conformamos el mar, somos “océano”, es pensar que no tenemos que pedir nada, que estamos

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“A Dios rogando y con el mazo dando”

Es un refrán muy conocido, igual que aquel otro que viene a decir, más o menos: la fe sin las buenas obras no sirve de mucho. En cualquiera de las dos expresiones se viene a decir que está bien rezar, rogar o implorar a Dios, pero no es menos cierto que hay que trabajar para conseguir aquello que estamos pidiendo. Ya es algo, pero se queda muy corto. En nuestra cultura se le ha pedido a Dios todo tipo de favores, incluso antinatura, es decir, que Dios deje en suspenso las leyes de la naturaleza, cosa que jamás puede ocurrir. Nunca lloverá sin los condicionantes meteorológicos para ello.

El rezar me parece –no sé qué palabra utilizar para decirlo un poco suave– una cosa sin sentido. Dios no puede cambiar a voluntad del implorante el curso de un fenómeno físico o acontecimiento. Dios ya no puede dar nada, porque ya lo ha dado todo. Dios no puede cambiar de opinión en un momento determinado de la historia, Dios no puede rectificar, porque eso implica que algo se le olvidó o algo hizo mal.

El único “rezo” que yo apruebo es el de la admiración hacia el Misterio, de la contemplación, de unión y confraternización entre todos sin distinción de raza, religión, etc. El “rezo”, como yo veo, es la búsqueda de la paz interior, solidaridad y superación del ego, es transmitirnos la buena nueva de que todos somos uno en la pluralidad, gotas que conformamos el mar, somos “océano”, es pensar que no tenemos que pedir nada, que estamos salvados, que somos el reflejo de la verdadera existencia como el movimiento de una máquina es el reflejo de una fuerza que sabemos que existe pero no sabemos dónde ni cómo.

¡Qué triste es, aparte de necio, que cada cual pida a su Dios y, muchas veces, cosas contradictorias. Todos los caminos son buenos con tal de que no nos embosquemos en ellos contra el otro. Lo único que está prohibido es el fanatismo, el querer acaparar a Dios, el querer defenderlo. Defender ¿de qué?, si nadie lo puede atacar. Tiene que desaparecer de nuestra mente esa imagen errónea de Dios como alguien que favorece a unos y se desentiende de otros. Dios jamás ha intervenido en una guerra, ni puede. Dios no reparte ni victorias ni derrotas. Todo lo que hace referencia a eso es mitología, es una forma de explicar el mundo en un momento que no se podía explicar de otro modo. Dios no es arbitrario, porque no puede serlo. Si lo fuera, dejaría de ser Dios, mejor dicho, nunca lo habría sido Dios.

Vemos territorios por todos los sitios, vemos patrias. Veamos un pluralismo enriquecedor. ¿Es cierto que Jesús quiso fundar una iglesia? A mí, personalmente, me parece que no. Además, según los expertos, no había unanimidad sobre el tipo de

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organización que postulaban los distintos grupos de la primera generación de cristianos. Por ejemplo, ¿que habría pasado si hubiera prosperado la iglesia de Magdalena?

Jesús conectó con la historia de su tiempo de tal forma que hizo que su palabra valiese para siempre, adaptable con pocos cambios a todos los tiempos y todas las culturas, cuando sabemos irnos a la raíz y sabemos recogerla sin tamices de los profesionales de la religión. La filosofía de Jesús es perenne, no especulativa, es vivencia y transformación, intuición de Dios.

Jesús debe ser consuelo, gracias a la acción solidaria que nos inculcó. La Buena Nueva es de este mundo, y debe servir para este mundo. Jesús no quiere ver sufrir a nadie, vino a erradicar el padecimiento, aunque a él no le quedó más remedio que la cruz

La diversidad es buena, es la ecología de las ideas, dejemos y apoyemos que circulen por el mundo diferentes pensamientos, diferentes lenguas, diferentes culturas para que el mapa que configuremos sea más esbelto, más rico, más confraternizado, más universal porque lo universal sólo es posible con la aportaciones de cada grupo, así como el mar sólo es posible gracias a la infinidad de moléculas de gotas de agua. Somos olas que dan cuenta de la existencia del mar.