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“REDES COMERCIALES EN TLAXCALA A FINES DE LA COLONIA”

ALMA DELIA HERNÁNDEZ RUGERIO

[email protected]

IntroducciónEn los últimos años la historiografía ha tenido avances en el estudio del mercado en la

época colonial y el siglo XIX. Con nuevas fuentes, diferentes metodologías y diversos

temas han surgido nuevas investigaciones de los diversos espacios que conformaron a la

Nueva España, sin embargo aún faltan estudios por realizar. El siglo XVIII ha sido

abordado de manera particular, pues la documentación es más rica para trazar de manera

más detallada las rutas del comercio. Debido a la necesidad ce complementar estos estudios

regionales, es que nos damos a la tarea de analizar un lugar poco estudiado.

En este trabajo tenemos como objetivo principal mostrar las relaciones económicas

que se establecieron entre la provincia de Tlaxcala no sólo con la región poblana y

Veracruz, sino también con el camino conocido como “tierra adentro”. Esto nos llevó a

plantearnos la importancia que tuvieron las rutas comerciales que atravesaron la provincia

para conectar a la ciudad de México con el puerto de Veracruz, además de la importancia

que tuvo el paso por Orizaba para unir las economías de los pueblos del altiplano central

con los del sur.

A partir de lo anterior planteamos que los dos motores de arrastre de la economía

tlaxcalteca fueron, en primer lugar, el abastecimiento de textiles de baja calidad a las zonas

mineras en el norte de la Nueva España, y en segundo lugar la producción de trigo para el

puerto de Veracruz para el abastecimiento del ejército borbónico. Por la cercanía a la

ciudad de Puebla y su predominio sobre Tlaxcala, veremos que ésta última se moverá al

ritmo de la economía poblana. Por el momento sólo atenderemos la primera red

económica, pues no contamos con las fuentes para abocarnos al estudio de la producción de

las unidades agrarias1. Sí podemos reconstruir la ruta de la materia prima (algodón) que 1 Aunque es un tema importante para abordar el problema del mercado, éste quedará fuera del trabajo. No se evitará hacer menciones con base en algunos datos encontrados que hacen alusión sobre lo que producen haciendas y ranchos, temas que nos ayudará a reconstruir la vida mercantil de la provincia.

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llega desde Veracruz, también podemos mostrar los lugares a donde llegaban la producción

textil (mantas) realizada en los pueblos y la ciudad de Tlaxcala.

El escenario, los actores y localidadesA fines de la colonia Tlaxcala era conocida como una provincia de indios, pues casi tres

cuartas partes de su población estuvo compuesta por este grupo, el resto de la población era

española (14%) y de castas (13%), además de unos cuantos mulatos (Pietschmann, 1983).

La provincia estaba divida en seis partidos, Huamantla, Tlaxco, Apizaco, Ixtacuixtla,

Nativitas y Chiautempan, que eran administrados por un teniente de gobernador, además la

ciudad de Tlaxcala en donde residía el gobernador español y de naturales (Gerhard, 1986:

336; Trautman, 1981). Estos pueblos se encontraban organizados dentro de los cuatro

señoríos que se conformaron a partir de la conquista española (Martínez Baracs, 2008), es

decir, Huamantla, Chiautempan y Apizaco estuvieron dentro del señorío de Tizatlán; al

señorío de Tepeticpac le correspondió el gobierno de Tlaxco; Nativitas e Ixtacuixtla

estuvieron en el señorío de Quiauixtlán. Lo que nos indica la importancia que seguía

teniendo la organización administrativa de los caciques, aunque a fines del siglo XVIII

éstos habían perdido los privilegios que se les habían concedido en la conquista.

Aunque Tlaxcala es considera como un lugar con un claro predominio rural (el 44%

de su población eran jornaleros) algunos informes de la época nos dicen que el comercio

principal era de tejidos de algodón que se producían en la ciudad y algunos pueblos, sin

embargo otros productos como la harina, el pulque, cal, chile y cerdos también fueron

importantes los cuales recorrían los caminos para abastecer a la ciudad de Tlaxcala y otros

mercados de la región.

Ubicado en un punto de paso entre la ciudad de México y el puerto veracruzano el

territorio de la provincia de Tlaxcala era más pequeño en la colonia que el comprendido por

el actual estado. Con una altura superior a 2 500 metros sobre el nivel del mar está

clasificado con un clima templado-frío.

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Fuente: Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España 1519-1821, México, UNAM, 1986.

Los tlaxcaltecas sabían de los beneficios que les proporcionaban las lagunas, ríos y montes,

es por eso que en la colonia los pueblos estaban asentados cerca de los principales caminos

y de la corriente del Zahuapan, río que nace al norte de Tlaxcala. Al suroeste de la ciudad

se encontraba la zona más fértil de toda la provincia en ella se establecieron haciendas y

ranchos que producían trigo, maíz y cebada, es decir el cultivo era mixto (Sempat

Assadourian, 1991). Al norte, la producción también era mixta, pero con un dominio de la

producción de cebada, debido a que también se criaba ganado de cerda y ovejuno.

Algunos pueblos como Chiautempan y Apetatitlán se dedicaban a la producción

textil, hubo otros en los que predominaban los arrieros, otros que recolectaban la leña de los

montes y la vendían a las ciudades, además de ser carboneros como en San Francisco

Tetlanocan, pueblo asentado a orillas del volcán de la Malintzi.

Las fuentesLas políticas económicas que implantaron los borbones fueron un duro golpe para la

sociedad novohispana que al finalizar el periodo colonial estaban sumergidos en una

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presión fiscal debido a las demandas de la metrópoli para poder sufragar no sólo los costos

de defensa de la colonia, sino también de los gastos ordinarios de España2. Además de los

ramos tradicionales de recaudación se crearon estancos o monopolios manejados por el

estado, los productos iban desde los artículos estándar de monopolio europeo como el papel

sellado y los naipes, hasta peleas de gallos, la nieve y la pólvora.

También los impuestos por el tránsito de mercancías sufrieron cambios importantes,

pues para hacer de manera más efectiva el cobro de las alcabalas se creó la Dirección de

Alcabalas y Pulques para realizar después de esa fecha el cobro de manera directa, lo que se

tradujo en una mayor recaudación. Así nos enfrentamos a una de las fuentes más

importantes para medir la actividad comercial de las colonias americanas.

Nuestra principal fuente de análisis son los libros de alcabalas de 17943, a partir de

ellos logramos identificar las principales redes mercantiles que alimentaron a la provincia

tlaxcalteca a fines del periodo colonial, por lo tanto es necesario hablar sobre la naturaleza

de la fuente.

La alcabala es una de las figuras fiscales más antiguas e importantes de la Hacienda

del antiguo régimen español. Desde que se inició el cobro de la alcabala en 1571 ésta fue

establecida como un impuesto que gravaba las transacciones mercantiles, su pago debía

efectuarse en el momento de introducirse los efectos en el suelo alcabalatorio y sin aguardar

a su venta. Los tres sistemas de cobro fueron mediante la administración directa por parte

de los funcionarios reales, el arrendamiento a particulares y el encabezamiento por parte de

determinadas instituciones como los ayuntamientos y los consulados de comercio. La

institución que se encargaba del encabezamiento se comprometía a pagar a la Real

Hacienda un monto fijo. Para cubrir la cantidad encabezada se cobraba la tasa estipulada

sobre todas las transacciones mercantiles gravables, pero si no se llegaba a recaudar el total

de la suma pactada, la cantidad faltante debía repartirse a prorrata entre los gremios,

vecinos y comerciantes.

2 Para ver la importancia de las remesas enviadas a España y las colonias del Caribe ver capítulo I de Carlos Marichal, La bancarrota del virreinato. Nueva España y las finanzas del imperio español, 1780-1810 , México, Fondo de Cultura Económica (FCE), 1999.3 Nos referimos al libro Real de 1794 y los libros de las cuatro receptorías de la provincia de Tlaxcala (Chiautempan, Apetatitlán, Huamantla e Ixtacuixtla) del mismo año, AHET, Fondo Colonia, Sección siglo XVIII, caja: 351.

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Los arrendamientos de las alcabalas terminaron al crearse la Dirección de Alcabalas

y Pulques en 1776, y la manera de cobrar se hizo de manera directa por parte de los

administradores de la Real Hacienda. Toda mercancía que entraba a otro suelo

alcabalatorio4 debía pagar una cuota al pasar por las aduanas o garitas, el guarda anotaba el

nombre del arriero que conducía la mercancía, el nombre del comerciante, la procedencia,

el peso o cantidad de la mercancía y el tanto por ciento de la alcabala establecida 5 esta

información se registraba en un libro, y se devolvía a el conductor una tornaguía en el que

demostraba el lugar al cual había llegado la mercancía que tenía que coincidir con el que

estaba anotado en su pase.

Al principio todas las mercancías que se vendieran en el reino novohispano y las

que salieran o entraran de los distintos suelos alcabalatorios debían pagar este impuesto,

pero existieron productos que se exentaron de la contribución. La venta del maíz estuvo

relativamente exenta, pues en casos particulares sí se cobraba cuando “las ventas de maíz

que se hicieran fuera de los mercados, o plazas públicas, o en ellos siendo para sembrar,

cebar ganado de cerda o cualquier otro uso que no sea la inmediata provisión a los pueblos”

(Grosso y Garavaglia, 1988).

Otros productos tan importantes como el maíz fueron el trigo que no pagaba pero la

harina sí, y el pulque que tampoco pagó, las únicas bebidas gravadas fueron el vino y el

aguardiente. La grana cochinilla que servía como colorante en el área textil tampoco pagó,

además de la sal. La corona en su afán por beneficiar a la minería exceptúo los utensilios

que se utilizaban para el beneficio de los metales (Grosso y Garavaglia, 1998).

4 Para poder efectivizar el cobro de la alcabala, se establecieron en todo el virreinato de la Nueva España un número determinado de receptorías (existían 101 en 1810) con sede en ciudades y pueblos y a cargo de un administrador de alcabalas. Cada una de las receptorías dependía a su vez de una administración foránea y comprendía una serie de pueblos subalternos –algunos de los cuales poseían el rango de subreceptoría- localizados en un área territorial que constituía el suelo alcabalatorio bajo su jurisdicción. Las administraciones foráneas de alcabalas eran Durango, Guadalajara, Guanajuato, México, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Sonora, Valladolid, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. La administración foránea de Puebla tuvo a su cargo 14 receptorías, eran la ciudad de Puebla, Atlixco, Chiautla de la sal, Huajuapan, Huauchinango, Huejotzingo, San Juan de los Llanos, Tehuacán, Tepeaca, Tlaxcala, Tochimilco, Igualapan, Izúcar y Zacatlán. A su vez la receptoría de Tlaxcala se subdividía en cuatro subreceptorías que fueron Santa Ana Chiautempan, San Pablo Apetatitlán, San Luis Huamantla e Ixtacuixtla (Grosso y Garavaglia, 1985)5 A principio de la colonia el porcentaje de cobro fue del 2%. A fines del siglo XVIII el porcentaje del cobro de este impuesto varió, 1778-1780: 6%; 1781-1790: 8% y 1791-1810: 6% (Grosso y Garavaglia, 1985).

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En cuanto a la calidad de las personas como fueron “los frutos [de los indios] de su

crianza y labranza en tierras propias o que tuvieran en arrendamiento de otros, y de todo lo

que fuere suyo propio y de su industria o de lo que vendieren de otros indios” (Grosso y

Garavaglia, 1988). Los eclesiásticos en general estaban liberados de la alcabala, “las ventas

y trueques que hicieran de los fructos de sus haciendas naturales o industriales, de sus

Beneficios, Diezmos, Primicias, Obvenciones u otros Emolumentos o Limosnas…

entendiéndose que las que las Haciendas, ha de ser, y pertenecerles por herencia, legado o

donación”(Grosso y Garavaglia, 1988), también los huérfanos y viudas estaban

exceptuados de pago, y por último la gente pobre que vendiera al menudeo y que su

contribución no alcanzara el medio real.

Las igualas se pagaban cada año por las unidades agrarias, y en algunos casos los

pueblos de indios también participaban en este sistema, sobre todo cuando eran

considerados localidades de arrieros, comerciantes o sencillamente intermediarios de

ciertos productos que pudieran contar con un alto valor comercial o interés para los

funcionarios españoles. Esta forma de recaudación era un impuesto concertado, cuyo monto

era fijado de común acuerdo entre el recaudador fiscal y el contribuyente con base en un

cálculo aproximado del valor que podría llegar a alcanzar las operaciones mercantiles o

artesanales gravables a realizar durante un año (Grosso y Garavaglia, 1988).

Aunque las alcabalas no registraban los productos como el maíz y el pulque, ni la

calidad de algunas personas como lo indígenas y los eclesiásticos, lo que no impide que la

podamos considerar como una fuente importante para medir el consumo y las diversas

actividades económicas, además de conocer los circuitos mercantiles de los que se

alimentaba su comercio.

Las mercancías estaban agrupadas en cuatro distintos grupos, que fueron los efectos

de castilla, efectos de la tierra e igualas, además de los libros del viento6. Al finalizar el año 6 Los de castilla se referían a las mercancías que llegaban de España, Asia y China, la mayoría de los efectos importados fueron el vino y los textiles y algunas veces se asentaba en las partidas como “efectos de Castilla” sin especificar a qué mercancías se referían exactamente. Dentro del rubro tierra se encontraban las mercancías que generaba el reino y sus distintas regiones como fueron las materias primas (lana, algodón, mordientes, hilo), las harinas, azúcar y sus derivados, la sal, cacao, pescado, ganado y otros. En los libros del viento entraban las mercancías de la tierra, pero en especial se anotaba lo aportado por la producción local y las partidas eran menores a diez pesos, por lo que en este libro podemos encontrar a los pequeños productores y comerciantes de la localidad. En los libros de igualas se anotaba el monto aportado por los hacendados, rancheros, pegujaleros, los molinos, algunas tiendas y otros comercios, por lo que llegaran a vender, el pago

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se realizaba un libro, llamado Libro Real, en el que estaban registradas las introducciones

por día y mes de los efectos de castilla y tierra. Al completar la información de todos los

meses se hacía un resumen de las igualas por cada uno de los pueblos más importantes,

para después mostrar el monto total recaudado durante todo un año por los distintos rubros.

La condición racial de los obligados de la alcabala muestra otro problema de

interpretación, por lo que al igual que Juan Carlos Grosso y Juan Carlos Garavaglia

consideraremos como españoles a todos aquellos a los que la fuente de alcabala tratan con

apelativo de “don” antes de su nombre y apellido, pues los líderes indígenas utilizaban este

título pero no pagaban este impuesto. Para Tlaxcala encontramos una excepción a esta

regla, pues uno de los caciques del pueblo de Panotla aparece en el libro del viento de 1789

pero sin el “don” que lo distinguía de los demás indios, probablemente era considerado

como cacique por los documentos, pero socialmente ya no era reconocido como tal. Por tal

motivo sólo afirmaremos que se refiere a un cacique hasta que encontremos el documento

que nos lo confirme.

La industria textil una de las principales actividadesLa industria textil en Tlaxcala fue una de las principales actividades económicas en todo el

periodo colonial, al finalizar el siglo XVIII esta actividad se había venido a menos y la

forma de organización y la producción también sufrieron cambios importantes.

El obraje fue la unidad productiva textil más importante para la región Puebla-

Tlaxcala. José Ignacio Urquiola (Urquiola y Viqueira, 1990; 132) basándose en los

contratos de trabajo nos dice que en Tlaxcala, Puebla y Cholula los obrajes se habían

extendido de tal manera que podían absorber gran cantidad de trabajadores, refiriéndose a

los contratos realizados entre los años de 1527 y 1630 en donde se registraron 350 contratos

de los cuales 254 fueron para obrajes de Tlaxcala y el resto para los poblanos.

En el siglo XVIII en la actividad textil sucede un “reordenamiento” (Miño Grijalba,

1993: 77) pues el obraje se ha desplazado hacia Querétaro y Acámbaro y prácticamente han

desaparecido los de Texcoco, Tlaxcala, Cholula, Puebla y muchos de la ciudad de México.

se hacía anualmente y el monto que se recaudaba era concertado entre el dueño de la unidad productiva y el recaudador, ver Juan Carlos Grosso y Juan Carlos Garavaglia, Las alcabalas novohispanas…1996, Jorge Silva Riquer, La administración de alcabalas y pulques de Michoacán, 1776-1821, Instituto Mora, 1993.

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El alto costo de la lana y el crecimiento económico que vivió la región del Bajío fueron

algunas de las causas de este reordenamiento (Salvucci, 1992: 215-126), pero en general los

obrajes tuvieron su decaimiento al finalizar la etapa colonial con mayor fuerza en el centro

y de manera lenta en el norte novohispano.

En Puebla y Tlaxcala el golpe fue mucho más duro, pues casi llegaron a eclipsarse

los obrajes. Durante el siglo XVIII hay una gradual desaparición de estas unidades

productivas, y es a mediados de esta centuria cuando no se anota la existencia de ninguno y

sólo dos en 1793 uno de los cuales le perteneció a Tomás Díaz Varela, un prominente

comerciante y labrador de la región.

Cuadro 1

OBRAJES DE TLAXCALA

Año Obrajes

1616 14

1635 33

1674 5

1759 0

1793 2

1801 2

Fuente: Manuel Miño Grijalba, Obrajes y tejedores en la Nueva España, México, El Colegio de México, 1998.

Ante la desaparición del sistema basado en la manufactura en los obrajes se dio de manera

paulatina otra forma de organizar el proceso productivo en la actividad textil, así cobró

auge el trabajo a domicilio y doméstico en toda la región basado en el algodón que convivió

con la realización de telas de lana. Pero cualquiera que fuera la forma de producir telas, el

comerciante tlaxcalteca siempre tuvo el control de esta actividad mediante el “avío” a los

tejedores. Si bien, los comerciantes fueron los que controlaron la actividad textil en cuanto

a la compra de la materia prima y la redistribución de las telas manufacturadas dos

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preguntas se imponen al respecto ¿de dónde provenían la materia prima? y ¿cuál fue el

destino de la producción textil?

Aunque la línea que nos conduce a conocer los redes mercantiles es la actividad

textil, es importante que mostremos los flujos mercantiles que tuvieron más influencia en

Tlaxcala.

Tlaxcala y sus relaciones con Puebla y VeracruzEl desarrollo económico que mostró Puebla desde su fundación quedó como uno de los

pesares de la población tlaxcalteca cuando la sede del obispado se trasladó a la ciudad de

los Ángeles, la cual estaba avecindada, en su mayoría, por españoles. Pronto se convirtió en

un importante centro de consumo y necesario para el abasto del puerto de Veracruz y el

Caribe, en el siglo XVIII se transformó en un centro de distribución de ultramarinos en el

virreinato (Del Valle Pavón, 1992:21) convirtiéndose en un centro de atracción económico

para la provincia de Tlaxcala.

En la ciudad y alrededores de Puebla se realizaban las negociaciones entre los

comerciantes de Puebla, Tlaxcala y Veracruz. Es decir funcionaba como almacén de

diferentes mercancías ya fueran efectos de Castilla o algodón y tabaco de Veracruz a los

poblados del altiplano central o productos como harina, trigo o provechos de tocinería para

el puerto de Veracruz. De Puebla llegan a Tlaxcala mercancías de todo tipo como azúcar,

jabón, cacao, efectos de Castilla, aguardiente, sebo y algodón. Es por eso que los libros

alcabalatorios nos muestran una clara relación con Puebla y en menor medida con Veracruz

y de menor notoriedad fue el circuito mercantil con la ciudad de México.

El gráfico numero uno nos puede mostrar esta influencia. Debemos hacer notar que

tenemos un gran porcentaje de partidas que no especifican el origen de la mercancía, esto se

debe a que el libro de alcabalas de Apetatitlán no da esta información, la tres receptoría

restantes anotan pocas mercancías con procedencia, los datos sobre la ciudad son más

completos aunque no mencione ninguna procedencia de los animales de matanza y harina.

Grafico 1

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FLUJOS MERCANTILES DE LA PROVINCIA DE TLAXCALA 1794

Veracruz10%

México2%

Puebla16%

Tlaxcala4%

Molinos6%

Varios1%

Vacias61%

Fuente: AHET/Fondo colonia, sección siglo XVIII, Varias cajas.

Aunque buena parte del algodón es almacenado en Puebla para ser dirigida a los pueblos

donde se tejían mantas vemos que la mayoría de esta materia prima provenía de Veracruz.

El principal pueblo abastecedor de para Tlaxcala fue Tlalixcoyan, otros no menos

importantes fueron Cosamalopan y Orizaba. De Veracruz también procedían los efectos de

Castilla, la sal y el pescado. Del norte de Veracruz, zona conocida como la Huasteca, llegó

la mayoría de las arrobas de queso.

Como ya mencionamos la mayoría de las partidas de harina no tenían procedencia,

sin embargo tenemos identificados seis molinos que están activos en la molienda de trigo

para la elaboración de pan. Estos molinos son el de Atlihuetzi, el de La Defensa, de

Tepeyanco, San Diego, San Simón y Santo Domingo, con seguridad los molinos poblanos

también se hacía presentes con harinas para Tlaxcala.

Entonces, vemos que son Puebla y Veracruz los lugares más importantes que

proveen a Tlaxcala, el primero se debió a la cercanía y sobre todo a la dependencia

económica que tenía con su vecina. Con Veracruz esencialmente es por el abastecimiento

de algodón y por la importancia e independencia económica que esta teniendo al finalizar el

siglo con respecto a los comerciantes de la ciudad de México. Ésta última ciudad aparece

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apenas con el 2% a pesar de su cercanía con Tlaxcala, de la capital llegan efectos de la

tierra y sebo.

El último grupo denominado como varios tiene el 1%, en este insertamos a las

mercancías con procedencia de lugares como Zacuatilpan, San Luis Potosí, San Miguel el

Grande y Tamapa en Oaxaca, además de dos haciendas de Teoloyuca y la Tepetitlán. Son

lugares que apenas participan un asola vez en el mercado.

Los comerciantes y las mercancías Algunas veces los negocios se realizaban entre los comerciantes tlaxcaltecas y

veracruzanos, otras lo poblanos funcionaron como intermediarios. El comerciantes dueño

de la materia prima contactaba a los distintos comerciantes del altiplano para venderle su

mercancía o el mismo la introducía al suelo alcabalatorio como sucedió con un comerciante

de Veracruz, José Díaz Colombres, quien controló la entrada de algodones a Tlaxcala en

1793 con más del 50%, al año siguiente éste ubica su vecindad en la ciudad de Tlaxcala

entablando negocios con el comerciante de Tlaxcala Marcos Gómez.

En la ciudad de Tlaxcala predominó el trabajo doméstico y a domicilio, distinto fue

en los pueblos de su alrededor. Nuestra fuente nos dice en la cuatro subreceptorías

(Chiautempan, Apetatitlán, Huamantla e Ixtacuixtla) se tejieron mantas de algodón, pues

mientras en la ciudad se concentró el 63% de esta materia prima en Chiautempan y

Apetatitlán el resto. En cuanto a la lana ésta se distribuyó sólo en los dos últimos pueblos.

No es casual que esto sucediera, ya que en Chiuatempan se encontraba uno de los obrajes

más importantes de la Nueva España que pertenecía a Tomás Díaz Varela. El administrador

de Varela, José Ignacio de los Reyes, aparece de manera constante en el libro de alcabalas

de Chiautempan, pues su patrón se encontraba residiendo en Tepeaca.

La lana a diferencia del algodón provenía de lugares más cercanos a la provincia

como fue San Juan de los Llanos, Apan y Puebla, en ocasiones de poblados más cercanos

como Apizaco.

De acuerdo con Manuel Miño Grijalba, podemos decir que el trabajo textil en

Tlaxcala fue predominantemente urbano, pues fue en la ciudad donde estuvieron

concentrados los tejedores y el consumo de materia prima.

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En 1794 la ciudad acaparó el 52% de los algodones, las receptorías captaron el resto, siendo

Chiautempan el segundo lugar en importancia, en este pueblo se produjo la mitad de tejidos

de lana y la mitad en algodón.

Cuadro 2

CONSUMO DE MATERIA PRIMA EN TLAXCALA

Receptoría Lana/algodón (cargas)

Tlaxcala/ciudad 1434

Chiautempan 633

Apetatitlán 507

Huamantla 42

Ixtacuixtla 116

Fuente: AHET/Fondo colonia, sección siglo XVIII, varias cajas

En Apetatitán también se combinó el tipo de producción “existían 12 obradores con cuatro

telares angostos cada uno, que se dedicaban al tejido de géneros de lana y algodón,

indistintamente, de acuerdo con la materia prima que “se les proporcionaba” aunque su

trabajo no era continuo. Si tomamos como indicador que el tipo de producción dependía de

la materia prima proporcionada, entonces para1794 la superioridad de los tejidos de

algodón fue superior sobre los hechos de lana.

Creemos que buena parte de la producción textil se quedaba en Tlaxcala, pero

también salía de su espacio para recorren distancias grandes. Podemos ver que las

manufacturas tlaxcaltecas no sólo se ubican en los espacios vecinos, sino también en el

norte. En el cuaderno en donde se lleva el registro de la extracción de ropa de Apetatitlán

nos muestra la presencia de sus tejidos en ciudades del norte como Zacatecas, Saltillo y

Durango y tan cercanas como Texmelucan, Cuautitlán y Orizaba.

Podemos ver que el principal consumidos fue la ciudad de Puebla, debido a que en

ella descansaban las mantas antes de se enviadas al norte por el caminos de “tierra adentro”.

Por último queremos hacer notar la presencia de los caciques en la comercialización de sus

tejidos que buscan venderlas en la ciudad de Puebla. La presencia de los indios en el 12

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mercado para el caso de Tlaxcala es una de las vetas que nos falta por explorar, pues

contamos con un par de libros alcabalatorios que nos hacen notar su comercio a pesar de su

exención de pago.

Conclusión

En el marco de la implantación de las reformas borbónica y el reordenamiento económico

es que tomamos resaltamos el caso que hemos presentado pues creemos haber resaltado la

importancia que tuvieron las relaciones comerciales entre los comerciantes de Tlaxcala,

Puebla y Veracruz, pero también la importancia de la producción textil para las zonas

mineras del norte de la Nueva España. Así pudimos percatarnos de las diferencias en las

relaciones mercantiles entre un espacio y otro. Es decir se resalta el grado de integración

mercantil entre la ciudad de Puebla, Veracruz y Tlaxcala y en menor medida la relación con

la ciudad de México.

La comercialización de textiles en el norte respondió a las necesidades de mantas

para las zonas mineras como Zacatecas y Real del Monte. Lo que nos muestra el grado de

integración económica que Tlaxcala tenía no solo con Puebla sino también con otros

espacios lejanos.

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