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· ntal6de la literatura uruguayala hi s
ACEVEDO DIAZy LOS ORIGENESDE LA ARRATIVA
Este flis¿ieulo_ ha sido preparado por el"fitieo Sr. Ruben c'otelo. eevi<ado por elDr. c'arIos Real de Azúa y adaptado por ~I'Óeparlal11ent-o Literario del Centro Editorde América Latina.
la historia de laliteratura tftuguaya
6. Acevedo Díaz yde la narrativa
los,
orlgenes
CAPITULO ORIENTAL presentará semanalmente, en >Ustreinta y ocho fascículos, la historia de la literatura uruglUt"f;'.El conjunto abarcará un panorama completo, desarrollado enextensiún y en profundidad, de la.s obras más representativasde la producción literaria nacional, desde la Conquista .y laPatria Vieja hasta nuestros días. El lector podrá colecclOnarel texto ilustrado de estos fascículos, para contar con un volumen completo al cabo de su publicación; simultáneamen,tc,recortando las tapas podrá disponer de una valiosa iconograhade la historia del país.
Los libros que acampanan a J?s fascículos formarán la·'Biblioteca· Uruguaya Fundamental
,ACEVEDO DIAZ y
LOS ORIGENESDE LA NARRATIVA
Decía Henry James que se requiere muchohumus social para producir una literatura. Escierto, aunque habria que agregar que unaliteratura cuaja cuando a ese humus se leagrega el revulsivo del conflicto social. A iatarea básica de obtener un mínimo de densidad humana y acumular las presiones, estuvodedicada esta región de América durante laColonia, un edén desprovisto de literatura, dehistoria incluso. las invasiones inglesas y lairrupción de los ejércitos napoleónicos en España, la decadencia y desmembramiento delImperio Español y la subsiguiente revolución,vale decir, el máximo concebible de conflictosocial, crearon las condiciones para el arranque de la literatura entre nosotros. El imperialismo inglés provocó la primera respuestaliteraria: una alegoría teatral representada en1808 en la Casa de Comedias, La lealtad másacendrada y Buenos Aires vengada del presbítero Juan Francisco Martinez. Y la revolución propició el ejercicio comprometido de lasletras: Francisco Acuña de Figueroa, castizo,satírico, neoclásico, montevideano, frente aBartolomé Hidalgo, popular, gauchesco, revolucionario, pata en tierra. Los dos, Escila yCaribdis de la literatura uruguaya, esbozoprimigenio de sus dos tendencias, de sus d·.)stentaciones, de las dos corrientes que se ladisputarán hasta hoy mismo.
MAGARIÑOS CERVANTES, EL COLONIZADOR
la novela, porque es una forma madura delsaber y una exploración de los modos deexistencia, siempre tarda algo más que lapoesía y el drama en presentarse a la escenaliteraria. la primera novela escrita por unurugu~o es, probablemente, La Estrella del
Sur. Memorias de un buen hombre, relato delviaje americano de un hidalgo español, ensiete tomos de doscientas páginas cada uno,publicados en .Málaga en 1849 por AlejandroMagariños Cervantes (1825- 1893). Pertene-'ciente a la primera generación romántica, Magariños se inicia como poeta en un contextode nacionalismo que propone la localizaciónde temas y escenarios, postula la independencia intelectual frente a España y desea la reforma de las costumbres y la sociedad con elejercicio de la actividad literaria.
Magariños barajó y engoló ese programahasta la total vaguedad. Así, en el prólogo-escrito en 1844- de Brisas del Plata, nacionalismo y compromiso quedaron reducidos olas siguientes cenizas: "Creemos que el poeta,y el poeta americano, más que ningún otro,tiene una misión eminentemente social quecumplir, si quiere merecer ese honroso dictado.Para conseguirlo, debe arrancar de su lira todas las cuerdas profanas, revestirse de dignidad y fortaleza, confiar ciegamente ·en laProvidencia y en los grandes destinos que reserva la América, no desmayar por los revesesy contratiempos que vengan a entorpecer sumarcha ( ... ) Su voz poderosa se levantarápara anatematizar todo lo malo y retrógradoque hay entre nosotros: sus antecedentes y suposición en la sociedad, darán más peso a suspalabras e influirán poderosamente en el ánimo de sus oyentes. Él tendrá un canto de fey remuneración por la virtud oprimida, parael genio abatido, para el patriota y el guerrero"que se sacrifiquen por la patria ... "
la independencia de los románticos frentea España se redujo, ya se sabe, a un trasladode fidelidades al modelo francés. Si bien lasituación de dependencia y alienación no se
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.r
Montevideo en 1871. Dibulo de 5lom.
alteraron sustancialmente, Francia por lo menos era capaz de ofrecer las realizaciones deuna literatura pujante y creadora. la desgraciade MagariñC's Cervantes fue mantenerse fiel'J España, que en esos años atravesaba unode los períodos más lamentables de su historialiterari? En dieiembre de 1846, luego de residir casi -:"s años en !<lo de Janeiro y absorber los ideaies de la"Ó':ilización" en la Montevideo <¡Hada de lo GuerrQ Grande, emprendió viaje para radicarse en E!>j>añ'l. Allí seganó la vida escribiendo' colaboraciones en losperiódicos y hasta dirigiéndolos, se l1izo amigode Ventura de la Vega, José Zorrilla, Bretónde ¡os Herrero~ y del historiador Modestolafuente, y publicó sus novelas.
En 1850 insiste con la segunda, Caramurú,que por lo menos tiene el mérito no desdeñable, frente a la anterior, de ser más breve yconcentrarse sobre un escenario nacional, entre 1823 y 1827 (período similar al que cubrenotros dos novelas de .su sucesor, Acevedo Díaz,en Nativa y Grito da glori-:s). En 1852 publicóCaliar, poema narrativo de enmarañado yabstruso argumento, plagado de ripios y carente de inspiración, derivado inferior de Lacautiva de Echeverría y antecesor del laboréde Zorrilla de San Martin. Si Magariños permanece en la historia de la literatura uruguayase debe a su carácter de fundador y colonizador. -
Sería fácil y cruel burlarse de Caramurú:basta contar su estrafalaria y trucuienta trama,reproducir sus diálogos enfáticos y falsos, ocopiar· partes del capítulo final, en queÁlvaro María de Abreu, noveno conde deItapeby, c:onfiesa en su lecho de muerte quees hermario de su· perseguido de Caramurú, el
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gaucho que ha raptado a la púber lía (nínfulade "trece primaveras"), a quien también el noble brasileño perseguía. con denuedo. Este engendro simple y pueril, que obtuvo varias ediciones en su época, de alguna manera fundala nov:'!la nacional, así sea por la mínima hazaña de mencionar ríos y cuchillas, gauchos ycharrúas, quizá también por sumergirse en elcombate' singular de Caramurú y el conde deItapeby durante la batalla de Sarandí, preludio de la hecatombe de personajes que Acevedo Díaz realizará dentro de la misma incidencia en Grito de gloria.
Al fin de cuentas, si bien se sabe que Ma·gariños fUe en vida un hombre hinchado y vanidoso, el primer creyente en los altísimos méritos literarios de su obra, oficialmente su CaramuTÚ tuvo propósitos bien modestos, segúncertifica la advertencia con que hizo precedera su texto: "Nos daremos por muy felices, noobstante, si a favor de una fábula que intereseagradablemente al lector y escite (sic 1 sus nobles sentimientos, conseguimos bosquejar algunos rasgos del país, de la época y de lospersonajes que figuran en este libro". Sí, algode esto hay en CaramuTÚ.
Magariños emitió una tercera novela antesde alejarse definitivamente de España. Se titu ló No hay mal que por bien no venga (1 8521y narra las desventuras femeninas provocadaspor la villanía de un acreedor que extorsionaa la hermana de un jugador, allá por Santa Fe,hacia 1845. El patricio y colonizador regresóal país en 1855 paro dedicarse a los estudioshistóricos, a la ordenación de sus volúmenssde versos y colección de cuanics referenciasse hubieran hecho sobre su obra. Convertidoen un patriarca de las letras, desde entonces
vlvlra del presupuesto nacional: cónsul enB,venos Aires, fiscal, catedrático, ministro derelaciones exteriores, rector de la Universidad.
Antes de terminar la década del 50, laprehistoria de la novela uruguaya adquirió unnuevo título: La fuerza de un juramento, deGregorio Pérez Gomar (1834- 1885), .que se'publicó como folletín de La Nación de Mon-tevideo en 1859. Habrá otros más aun. Porque la novela, en este país, tardará muchasdécadas en liberarse del esquemamelodramático, casi de libreto de ópera¡ y le llevará incontables fracasos aprender a armar un relato coher'ente, la conquista del oficio más elemental y hasta la simple operación de horrarcon eficacia sin recurrir a estereotipos. Desdeentonces, el dominio de los tiempos narrativos,la descripción de escenarios en función dramática y no como trastos de escenografía exótica,el mero dibujo de personajes convincentes yverosímiles, se computarán como destacablestriunfos. No siempre 10graróAcevedo Díaz,novelista cabal, estos mínimos objetivos. Lasoltura técnica es, en realidad, un logro· muyreciente de la novelística nacional.
LA NOVELA ENTRE DOS MUNDOS
La década del 80 fue decisiva en el desarrollo de la novela uruguaya. Son los años quepresenciaron el apogeo del positivismo filosófico y durante los cuales el Ateneo concentrala vida intelectual. Década fundadora y reflexiva, ésos fueron también años de transiciónpolítica, en que se produjo el pasaje del militarismo al civilismo a través de los gobiernosde Santos, Tajes y Herrera y Obes, y de inestabilidad económica en que el especuladorReus levantó el torbellino que desembocaráen la crisis del 90. Últimos romántico's y flamantes positivfstas, :racionalistas y católicos(fue una década de tendencias ideológicassólo en apariencia muy contradictorias), losintelectuales del patriciado ambularán con suspolémicas del Ateneo al Club Católico, de ElSiglo a La Razón, de las Cámaras a la Universidad, aunque quizá no a los directorios delas sociedades anónimas y de los bancos queintegraban, por ejemplo, José Pedro Ramírez(senador) y Zorrillo de San Martín (diputado).Pero todos ellos, miembros de la generacióndel Ateneo, tuvieron un proyecto nacional, unaideología moderadamente coherente, compuesta de creencias o proposiciones comunes, unaimagen del pasado y el futuro del país (locual es lo mismo) que expresaron a través dela historiografía, la política y la literatura.
Junto con el positivismo se introdujo su controcara literaría, el naturalísmo. Costó mucho,y se hace necesario comprender la resistencia.
,General Antonio Diaz, abuelo del escritor.
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El romanticismo liberal de la Defensa operósobre una dualidad enmascaradora de la reali~
dad: por un lado la doctrina del americanismo literario, por otro la repugnancia hacia loverdaderamente americano, el caudillo, la montonera, la selva, la barbarie. Cabía y se exigíaconvocar la realidad americana, pero con la f;nalidad de rechazarla por medio de estereotipos, convenciones, exotismos, escenografía.Magariños Cervantes, en Celiar y Caramurú,exorciza el paisaje y sus habitantes, los aleja,los mediatiza, los neutraliza, los congela, yno sólo por falta de tal'ento.
Cuando asoma la amenaza de un nuevotratamiento para expresar criticamente la sociedad, los viejos románticos y los nuevos racionalistas levantan apresuradamente el pendón de peligro. Si para Juan Carlos Gómezel francés Zola era repulsivo e indecente, esporque detrás del realismo y el naturalismolos escritores del patriciado entreveían, a larmados, levantarse el fantasma de todo aquel!oque detestaban, el desorden, el candombe, elcaudillaje, la barbarie de los campos, y qUt:lhabían tratado de exorcizar por medio de leyes, instituciones, papeles, muchos papeles ydiscursos, y de una literatura edificante y mistificadora. Por eso, luis Melián lafinur, un liberal en estado químicamente puro, decía que"Zola calumnia a la sociedad, denigra al hombre; su novela no ve más que lo sombrío y loinnoble de la vida humana; rebaja los sentimientos del lector y corrompe el gusto literario ". Sólo cuando los escritores del patriciadocomprenden que también pueden instrumentarpara sus propios fines esa nueva escuela literaria, porque el análisis crítico que ella promueve no los hará sus víctimas y por el conirario confirmará el orden existente, aceptará.1el naturalismo, aunque siempre de un modoparcial y desconfiado.
Juan Carlos Blanco (1847-1910), que hastasu muerte representará lo más rancio del priocipismo, se levantó en el Ateneo, en 1882,contra el naturalismo literario. Dictó das conferencias, una titulada "la novela experimental" y la otra "Idealismo y realismo" cuyoobjetivo común consistió en formular un alegato contra las tesis de Zola. Dos novelas másse publícan en esos años: en 1884 Los amoresde Marta, de Carlos María Ramírez (18481898), y en 1885 Cristina de Daniel Muñoz( 1849- 1930); las dos; sobre todo la de esegran, period'ista que fue Sansón Carrasco, conservan páginas rescatables sobre el Montevideo de entonces. Cinco años después de lainteligente recusación de Juan Carlos Blanco,en 1887, un ¡oven escritor de veinte años,Samuel Blixen (1867-1909), redacta uno delos primeros artículos sobre la novela uruguo-
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El Mercado - Litografía de D'Hastrel - Fragmento.
Oleo sobre tela de Enrique Sheridan - Fragmento.
DIDÁCTICA DE LA
NOVELA
"Sociedades nuevas como las nuestras, auncuando acojan y asimilen los desechos o la flor,si se"quiere, de otras razas, necesitan empezara conocerse a sí mismas en su carácter e idiosincrasia, en sus propensiones nacionales, en sus impulsos e instintos nativos, en sus ideas y pasiones. Para esto es forzoso recurrir a su origen,a sus fuentes primitivas y a los documentos deltiempo pasado, en que aparece escrita con sushechos, desde la vida del embrión, hasta el último fenómeno de la obra evolutiva. Posesionadosdel médium y de los factores que en él actúan,impuestos de la marcha que ha seguido la sociabilidad, de las causas determinantes de su desarrollo y del proceso de los mismos males quela afligen, es que podemos y debemos trazar páginas literarias que sean el fiel reflejo de nuestros ideales, errores, hábitos, preocupaciones, resabios y virtudes. '. ( ... )
11 ••• ahí está el tema, el histórico, que ofrecedilatado campo al talento para buscar en los
múltiples detalles del gran drama el secreto de
instruir almas y educar muchedumbres - aunquelas muchedumbres que se eduquen y las almasque se instruyan no lleguen a ser las coetáneasdel escritor" (liLa novela histórica", El Nacional,29 de setiembre de 1895).
HISTÓRICA
.. A nuestro juicio, se entiende mejor la "histo~
ria" en la novela, que en la "novela" de lahistoria. Por lo menos, abre más campo a laobservación atenta, a la investigación psicológica,al libre examen de los hombres descollantes y elo filosofía de los hechos. El conocimiento delcarácter y tendencias, vicios y virtudes de la pro~
pie roze debe intereser al espíritu de los descendientes con preferencia e la simple exposicián desucesos y efectos, de método didáctico; como albuen agriculter interesa ente todo el análisis delas calidades de le tierra donde ha de echar lasemilla para recoger los deseados frutos, y justipreciar las energíes y desarrollos fecundos de lafuente de producción futura. ( ... )
"Es necesario hacer el relato de los lustrossombrios sin calculades reservas, para que al finnazcan ante sus ejemplos eleccionadores les enheles firmes e la vide de tolerencia, de paz, dejusticia y de grandeze nacienal. ( ... )
"Todos saben que la verdadera literatura deun pueblo está en sus origenes, en la reproduccián exacta de los tipos, hábitos y costumbres yacasi extinguidos per completo, en el estudio delos instintos primitivos, cómo se adoboron esosinslintos y a qué extremos los condujo el arranque inicial del cambie hasta llegar a le primeraetapa del progreso". ("Sin pasión y sin divisa",próloge de lanza y sable, 1914).
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yo, en el que profetizo que llegará 01 paíslo tendencia general "de un siglo literario nacido entre -los arranques alborotadores del !irismo romántico, entre el estruendo de Hugo,Vigny, lamartine y lord Byron, paro morirtranquilo en brazos de lo novelo cientifica, de lo novelo de estudio y observación que se alimento del genio de Zola, deDaudet, de Dumas hijo, de Pérez Galdós yde Pereda". Ya están anunciados Pérez Petit,Magariños Solsona y Javier deViana. Faltoel personaje de transición, el novelista entredos mundos, el ambiguo, el bivalente, el queprobará el último, y ahora triunfal, enmascaramiento del romanticismo ante la realidad:Eduardo Acevedo Díaz (1851-19211. Ese pasaje también se produjo en la década del 80,en -los dos años escasos -que separaban Brenda( 1886) de Ismael (1888), y bueno parte delimpulso que llevó a ese cambio se debió -según ha registrado AlbertoPalomeque- aladesfavorable recepción pública que mereció la
Acevedo Diaz en la época de la publicaci6nl'le "Brenda". primera novelo. la llegada del primer p.lebeYf)al gobierno, el coronel latorre, no fue un hecho anómalo; por el contrario, certificó el primer gran fracaso del patriciado como clasegobernante, perdido en la maraña enajenantedel principismo. la nueva clase terratenienteque por entonces emergía y se expresaba através de lo Asociación Rural, trajo unas fuertes dosis de realismo económico, exigencias deeficacia política y administrativa, y puso oficialmente en crisis, con su utilitarismo, el contenido suntuario, abogadil, oratorio, de la educación y la cultura del patriciado.
ORDEN SOCIAL SANTIFICADO
Siempre se' ha desdeñado lti presencia dedos novelas en la obra de Ácevedo Díaz: lamencionada Brenda y Minés, de 1907. Contoda rozón, se las considera débiles, erróneas,de escasa entidad literaria, y notoriamente inferiores a las cuatro que componen el ciclohistórico (Ismael, 1888; Nativa, 1890; Gritode gloria, 1894; y Lanza y sable, 1914). Peronunca se ha intentado examinar su presenciaen la producción acevediana: más bien se lassilencia compasivamente. Brenda sería un despistado ensayo inicial y Minés un retroceso lamentable. Pero si bien podría aceptarse ese juicio sobre Brenda, el prólogo de Minés, que essu explícito defensa y la exposición de la necesidad que de ella tuvo su creador, exige quese la considere con mayor atención.
No hoy retroceso en Minés, síno una sorprendente afinidad con Brenda. Están separadas por casi veinte años y por la práctica deabundantes elementos realistas y naturalistasen tres novelas históricas.. en la novela cort J
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Estado Mayor de Aparicio Saravla en la Revoluci6n de 1'::97.
Soledad (1894), en esa obra maestra que esel cuento largo El combote de la tapera( 1892), pieza fundamental del realismo enel Río de la Plata; y sin embargo son dos novelas decididamente románticas, almibaradasincluso. No se asemejan por el hecho de q:J9ambas presenten acciones contemporáneas 01escritor, ni por ser histoiÍa de amores contrariados y accidentados, Brenda con un final feliz y Minés con uno trágico. La afinidad proviene de la actitud del creador ante sus personajes, pertenecientes a los clases altas urbanas, gente refinada, culta, elegante, desentimientos complicados y sutiles. Y la importancia que para la interpretación ofrecen, radica en que tales personajes no son una excepción en la novelistica de Acevedo Díaz: todossus patricios son así y obedecen a una uniforme visión idealizadora de los modos psicoló9icos, costumbres y valores de las clases alt.::sde la sociedad. Raúl Henares, de Brenda, yRicardo Valdemoros, de Minés, se adscriben almismo ámbito social del Luis María Berón deNativa y Grito de gloria; las heroínas epónimasde aquellas dos novelas son hermanas de
clase de otras tantas desdichadas, desvaídasfiguras femeninas de su tetralogía históricQ.
Contrariamente a lo que sucede en la tetralogía histórica, en Brenda y en Minés no aparecen personajes populares. El más parecido oellos es el negro Zambique, anciano liberto dela familia de Brenda, a la que sigue sirviendodevotamente. Zambique podría ser la prolongación de Esteban, negro liberado que sigueo su Qmo, Luis· María Berón, con fidelidad perruna, hasta la muerte. Sobre Zambique reflexiona vastamente el novelista: "Parece que yose extinguió con la antigua servidumbre esegénero de lealtad noble y consecuente, muydistinta a lo obediencia mudo impuesta por elrigor de la cadena, y que nacía poro perpetuarse 01 calor de los hogares lo mismo que laplanto invariable cuyo verde risueño no empalidece al soplo de los tiempos. En el almadel viejo negro había una siempre verde: lagratitud, que engendra el amor, la abnegación y el sacrificio". Es la santificación delorden social, del paternalismo basado en jerarquías naturales, que subsisten aunque nose apoyan en las relaciones jurídicas de la
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esclavitud o del salario. Un orden social quela revolución, por cierto, no cuestionó, aunquecincuenta años después (Brenda transcurre durante la década del 70) empezaba a declinory por eso Acevedo Díaz lo contempla melancólicamente, con la arrogante benevolencia dequien se siente confirmado en su puesto por larelación amo-esclavo. '
y no podía ser de otra manera, porque lavisión que de la sociedad tenía Acevedo Diazera la de un patricio. Nacido en la Unión, laVilla de la Restauración de Oribe, su madreera hija del general Antonio Diaz, guerrerode la Independencia que intervino en la batalla de Ituzaingó, apoyó al gobierno del Cerritoy redactó unas Memorias que aún permaneceninéditas y que utilizaron su hijo Antonio paracomponer su Historia General de las Repúblicas del Plata, y su nieto Eduardo para laredacción de su ciclo de novelas históricas.
Pero es un patricio en momentos en que suclase inicia iustamente la declinación. Suficiente, entonces, para que el escritor se muestre incapaz de contemplar a sus iguales sinremilgos idealizadores; pero situado en unacoyuntura social y cultural muy precisa que lepermite describir críticamente a las clases populares. Confróntese su actitud valorativamente bifronte cuando se sitúa ante las dósessociales. Romántico (acartonadc. y falso ) antesus iguales, natyxalista : vigoroso, expresivo,crudol ante los habitantes de la campaña.Literariamente hablando, el pueblo salvó al
Acevedo Diaz.
Ya otros criticos han señalado la utilizaciónde una tosca teoria del instinto como ingrediente doctrinario que explica la conducta del
gaucho y sus mujeres (Ángel Rama), y los ex
tremos que se permite cuando presenta lasrelaciones eróticas de los habitantes de la campaña como ejercicio de animalidad (RodríguezMonegal). No conviene insistir, entonces, eneste tipo de análisis; aunque sí en su contenido ideológico, ese rudimentario evolucion;smo que el novelista fue absorbiendo y que endefinitiva vino a confirmar, a sancionar como
'Justa su visión del orden social. El naturalismo no fue, y mucho menos en Uruguay, unadoctrina estética revolucionaria, Iiberalizadoro;como tampoco lo fue el evolucionismo, pese aque ambos chocaron contra la cubierta moralizante protectora de la burguesía europea, laque en un principio juzgó grosera e indecentetal reducción del hombre a factores hereditarios y taras naturales. Cuando advirtió queDarwin y Zola servían a sus propios fines, enla medida en que acababan justificando elorden jerárquico de la sociedad, yeso d,esigualdad que ahora -¡al fin!- tenía un fun-
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Vista general de Montevideo tomadadel Cementerio Nuevo. - Litograflade D'Hastrel - Museo HistóricoMunicipal.
LA LITERATURACOMPROMETI DA
"Levantar con sus cantos institucionese/evadas que decaen, re templar las conciencias que desmayan, dar una nota mós altaa las virtudes, encelar los sentimientos degloria, mantener perpetua /0 trova al honor,añadir nuevas ofrendas a la patria, teiercoronas al mórtir, al héroe, al apóstol, precediendo a la iusticia de los tiempos, y fortalecer en e/ seno de /0 familia el cultodel amor no conocido por las sociedades antiguas - todo esto pertenece al reino dela poesía americana"
(Ideales de /0 poesía americana, 1884).
DE
A
delcid,tor!dea 1,
sudortrerdelcioodlser'qu,bar
pu~
por
La
srd
DICATORIA DE "ISMAEL",
DOMINGO ARAMBURU("El Siglo", 20 de julio de 1893 J.
Señor Doctor don Domingo Aramburú:Debía a usted este tributo.Si algún mérito tiene es el de ser la obro un fruto
país, de corteza rudo y selvático y jugo nodo parel 01 de lo miel de las abejas del Ático. Hoy que acepo como es, producto del clima y del terrón, mezc:adulzor y de amarguras que o nadie acoso agrade, sino)s que se enorgullecen de su origen y no reniegan deJbolengo. El pobre Ismael es como romo de ombú ende se posaron los oves' salvajes, y en donde el "mao" buscó refugio en medio de los dramas ignorados..pago; condensación de instintos de fiera independen-de soberbio cerril y de amor profundo por la tierra¡
sta leyendo de uno sociabilidad embrionaria que se
~a de lo pasión como vehiculo de la idea, y en lapparece el coraje nativo yéndose en sangre, sin co
.' es lamentos, antes de ceder el fuero de sus soledades.Acójalo usted con cariño, y guste del fruto sin re
nancia que no ha de encontrar usted en él zumozoñoso.
PRAXIS DE LA,NOVELA HISTORICA
"¿Qué es más preferible paro lo formación del buen gusto popular y su reformo, lanovelo de lo historia -no lo historio en símismo- que deformo los hechos y los hombres, o lo novelo histórico, que resucita caracteres y renuevo los moldes de los grandesencarnaciones típicas de un ideal verdadero?"
("Consultas", prólogo de Minés, 7907)
Su amigo muy affmo.
llata, julio 12 de 1893. EDUARDO ACEVEDO DiAZ.
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damento científico, se apropió apresuradamente de ellos. Igual sucedió aquí.
Razón tiene Ardao cuando estipula que "enAcevedo Díaz se cumple, de manera típica,la evolución filosófica que en la segunda mitad del siglo XIX llevó a un sector de la inteligencia uruguaya del espiritualismo metafísicoal evolucionismo positivista. Tiene ello que vercon su trayectoria literaria". Claro que sí.
Acevedo Díaz firmó en 1872, a los veintiúnaños, la "Profesión de Fe Racionalista". Deun texto de 1884 sobre Ángel Fioro Costa seinfiere su simpatía hacia el evolucionismo positivista, cuya hinchada y retórica terminología,por otra parte, gravará onerosa mente tantosfragmentos ensayísticos de sus novelas. Frentea la debatida cu!,!stión de si la obra literariade Acevedo Díaz se inscribe dentro del romanticismo o del realismo naturalUa, Ardao sentencia: "Las tendendas realista y naturalista fueronepifenómenos artisticos del positivismo filosófico, así como el romanticismo lo fue en ~u
hora del clásico espiritualismo metafísico. Elpositivismo a que llegó Acevedo Díaz estaboasentado sobre el subsuelo romántico de la ardiente mocedad, al que permaneció siempreligado, en literatura y en politica, el fondo desu temperamento. Fue así fOizoso que por suobra corrieran jugos subidos desde el terrenohistórico en que su personalidad anímica hundía las raíces. Pero se empeñó a concienciaen que el fruto no fuera precisamente romáfltico".
En tales condiciones, los resultados estéticos y políticos no podía ser sino ambiguos,bivalentes, bifrontes. Aunque nunca terminósus estudios de abogacía, Acevedo Diaz fuesiempre un "dotor"; aunque participó en larevolución de Timoteo Aparicio, en 1870, contra el gobierno de Lorenzo Batlle, en la Tricolor de 1875 contra Latorre, y en la de 1897contra Idiarte Borda, no sería difícil probar sudesapego ante los valores implícitos en esasprotestas de un mundo campesino que en ellasagonizaba. Ello vendría a explicar la desconfianza que Aparicio Saravia siempre sintióhacia Acevedo Diaz y el apoyo que éste prestó a la candidatura presidencial de Batlle enlas elecciones de 1903, lo que determínó suexpulsión del Partido Nacional.
UN PROYECTO GENERACIONAL
Son bien conocidas las declaraciones deAcevedo Díaz sobre una didáctica de la novela histórica e incluso su contribución a larevalorización de la figura de Artigas¡ es untriunfo de esas novelas, y de la obra intelectual de su generación, que no se haya rastreado la historicidad de las mismas y no se
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Aspecto actual de le calle dondenació, en 1851, Eduardo AcevedoDía% - litografía de Tonv Toullionsido destruída.
Corral de ganado y pisadero de bano - Grabado de William Gregory.
las haya ubicado en el preciso contexto depesimismo y frustración de los que emanaroncomo contradicción afirmativa. La falencia delpatriciado intelectual, desprendido de esos sostenes de la realidad que eran la estancia y elcomercio, inició el proceso; el liberalismo fanático de los principistas los desalojó del poder, lo que permitió el ascenso de un militarplebeyo. El Estado era débil y pobre, y confrécuencia no regía - como decía el pintoresco Piria en 1879- más allá del Poso delMolino. "En cuarenta y cinco años hemos tenido diecinueve revoluciones. Lo guerra es elestado normal de lo República", denunciabaen 1876 José Pedro Varela. Son años amargos,en que se descree del futuro y el destino delpais independiente. Juan Carlos Gómez, colorado y principista, propicia lo incorporaciónlisa y llana de la república a la Argentina;y Ángel Floro Costa, a quien con tanto respeto~. atara posteriormente Acevedo D;az, publicaen 1880 su Nirvana, el más desolador testimonio del pesimismo uruguayo.
Buena parte de lo generación del Ateneose lanza a entonar los energías deprimidas deun país pobre, minúsculo, despoblado, aún norecuperado de lo terrible sangría de la GuerraGrande, dividido por las guerras civiles y escéptico ante el porvenir. En esa toreo, por cierto, no estuvo sola; y ml'Y didn',i1es inte·grantes de otros generaciones emprenden latoreo de salvataje, en la que hubo lugar paratodos, tanto para la prédica incansable deDomingo Ordoñana, fundador de la Asociación Rural y vocero de los intereses agrarios,como poro los versos patrióticos de un joven
poeta, Zorrillo de Son Martín, en la ocasió:1de La leyenda patria (1879), y los cuadroshistóricos de Blanes ("El juramento de losTreinta y Tres", 1878, y "Lo batallo de Sarandí", 1882).
Como suele ocurrir en los períodos de crisisY. depresión, el autoanálisis histórico prosperóen esos años de profundo transformación denuestro historiografía. La Historia de la dominación española en el Uruguay, de FranciscoBauzá, es de 1880; el Artigas de Carlos Moría Ramírez es de 1884, y Lo insurrección emancipadora y El Gral. Artigas y su época de JustoMaeso son de 1885; y al año siguiente pertenece el Artigas de Fregeiro. De lo que setrataba entonces ero de fundar empecinadamente uno patrio, un país organizado y estable, quizá también -aspiración suprema- unonación. Y todos los instrumentos intelectuales yartísticos se consideraron adecuados, osi fU·:lron poemas, pinturas, libros de historia, relatos y novelos. Habia que proporcionar imágenes, ilustraciones, leyendas, simbolos, mitos.
En "Lo novelo histórica", artículo publicadoen El Nacional en 1895, Acevedo Díaz racionaliza su experiencia adquirida en lo redacciónde tres de los cuatro novelos de su ciclo histórico, y dice: "El novelista consigue, con mayor facilidad que el historiador, resucitar unoépoca, dar seducción o un relato. Lo historiarecoge prolijo mente el dato, analizo fríamentelos acontecimientos, hunde el escalpelo en uncadáver, y busco el secreto de la vida q~ fue.Lo novelo asimilo el trabajo paciente del historiador, y con un soplo de inspiración reanimo el posado, o lo manero como un Dios, con
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un soplo de su aliento, hizo al hombre de unpuñado de polvo del Paraho y un poco deagua del arroyuelo".
La retórica en este caso no molesta, porquerevela que el novelista se ve a sí mismo comoun demiurgo, un ilustrador, un maestro. Quinceaños después, en 1910, en el prólogo de LasInstrucciones del Año XIII de Héctor Miranda,Zorrilla de San Martín adujo idénticos fines:"Debe entenderse por Patria, ante todo ysobre todo, una comunidad de imágenes, derecuerdos, de emociones entre los habitantesde una región determinada de la tierra, queconstituye una pasión o pujante sentimiento,germen de virtudes".
Cierto es que Zorrilla no se postulaba comohistoriador científico, sino como "historiadorartista", del mismo modo que Acevedo Díazse consideraba novelista de la historia. Peroaun los historiadores a secas se confunden enun gran proyecto generacional: levantar unpueblo postrado suministrándole imágenes, recuerdos, emociones; leyendas y mitos, en definitiva. "Cada época tiene una imagen definida y peculiar de todos los pasados queson accesibles a su conciencia", dice el historiador alemán Egon Friedell. "La leyenda noes una de las formas, sino la única forma enque podemos pensar, imaginar y revivir lahistoria. Toda historia es leyenda, mito, y encuanto tal es el producto de la situación momentánea de nuestras potencias espirituales,de nuestra capacidad de comprensión, de nuestra capacidad de estructuración, de nuestro sentimiento universal".
El mito, conviene aclararlo, no es una mentira ni una falsificación; podrá parecer un disfraz posterior de una verdad de fe, como diceMartin Buber, pero no es sino el producto deuna visión formadora. Y prospectivamente, sufuncionalidad es distinta: "El verdadero propósito del mito -acalora el teólogo RudolfBultmann- no es presentar una pintura objetiva del mundo como es, sino expresar la comprensión que de si mismo posee el hombre en elmundo en que vive".
A ese pueblo postrado y desanimado habíaque mostrarle no todo el pasado, sino ciertosfragmentos bien elegidos y desplegados enuna suerte de western estimu'lante y dinámico,heroico, muy heroico. No se podía ni debíac.ontar la~ historia exactamente tal como fuemucho mucl,o menos revelar la verdad del fe~deralismo artiguista, y el texto exacto de lasleyes del 25 \le agosto, el origen mediatizadodel Estado Oriental bajo la protectora manode Su Majestad británica. Hay verdades ,:¡'¡e
,a los niños no s,e dice, o se les revela de apoco, a través de leyendas y parábolas, demodo que oigan pero no entiendan.
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Por convicción, pero también con propósitosdocentes, la realidad resulto otra vez enmascarada, reprimida, obturada. A Acevedo Díaz,el arsenal del evolucionismo le proporcionó,como antes el espiritualismo a los románticos,unas categorías sociológicas y científicas impresionantes, aparatosas, mitificadoras. Setrataba de reafirmar la independencia y laviabilidad autónoma del país, credo funcionalde la generación del Ateneo, y atribuírselo aArtigas, a Lavalleia, a Oríbe, a las masas gauchas del federalismo. En el capítulo 11 de Gritode gloria, imagina un debate entre Lava'llejay Oribe sobre la nacionalidad oriental. Haceque Oribe diga:
"El caso es el síguiente -decía el de elevada talla-: nuestra tierra en poder de losbrasileños desde hace áños, es consideradapor éstos como una de sus provincias, en mérito del acta de incorporación arrancada a uncabildo débil. Los argentinos, por su parte,sostienen que ella les pertenece de derecho,aun cuando Arligas la separase de hecho delantiguo virreinato, y sin duda se reservan reincorporársela en la ocasión propicia ... "
A lo cual Lavalleja contesta: "Nación independiente podemos ser. Los paisanos no quieren ser más que orientales". Y Oribe: "Siemprehe creído que nuestra hermosa tierra separadade ésta y de otras por los grandes ríos y porel océano, está destinada a encerrarse dentrode sus naturales límites y a vivir de sí mismo,con sólo el amor de sus hijos".
Es la misma represión psicológica que atacaba a Zorrilla cuando, en La epopeya deArtigas, reproducía partes de los textos d'31protocolo preliminar firmado en Río de Janeiroel 27 de agosto de 1828, según el cua'l \0
provincia de Montevideo queda separada delImperio y desprendida de las Provincias Unidas, para constituir un Estado soberano; luegode lo cual acotaba: "Es la consagración, comoveis, de la Declaratoría de la Florida de 1825"y a continuación transcribía el texto, que diceexactamente todo lo contrario: "Queda la Pr-:>vincja Oriental del Río de la Plata unida a lasdemás de este nombre en el territorío de' S.JdAmérica, por ser libre y espontánea ... "
UN GAUCHO, DOS GAUCHOS,TREINTA Y TRES GAUCHOS
Hay cegueras situacionales, que corresponde más explicar que atacar. Zorrillo, Bauzá,Ordoñana, Blanes, Acevedo Díaz, y tantos otros·entre 1875 y el 900 estaban animados por unhondo y sincero espíritu patriótico. y nacíonal;justamente por eso se confecciorraron la imagen histórica, voluntaríosa y algo forzada, deuna nación. Ror eso la contrapartida ídeoló-
gíca de tal voluntad resultó cierta: de algúnmodo contribuyeron a forjar si no una nación,al menos un país, el Uruguay, que flotaba indeciso, nebuloso, antes de que ellos vinieran.Crearon una conciencia nacional y lenta, imperceptiblemente se las arreglaron para realizar la hazaña de fundar por segunda vez laRepública Oriental del Uruguay.
El Uruguay, como entidad autónoma, pareceinconcebible antes de 'la Guerra Grande; tod>:lvía la Triple Alianza nos coloca en un contextocontinental, el que se va adelgazando hastael regionalismo implícito en la familia Saravía.Entre La torre y Baflle se formaliza el procesopara constituir, dentro de un mercado internacional regido por Inglaterra, que nos hizo económicamente viables, un 'país independiente.En ese ámbito Acevedo Díaz elabora las novelos de su tetralogía, con declarados propósitos didácticos: ilustrar imaginativamente fragmentos elegidos con mucho cuidado del posado nocional, y con ellos probar que el Uruguayero desde sus orígenes uno entidad con voluntad y personalidad independientes. Ese mitofue el proyecto manifiesto de lo generacióndel Ateneo.
La tetralogía de Acevedo Díaz está compuesto de novelas, lo cual implico que deberíansostenerse y justificarse en un circuito de validez propia; los críticos han, probado los méritos estrictamente estéticos de esos novelas y oellos corresponde remitirse. Pero si todo obroliterario es un producto de lo historio, eso condición se multiplica en las novelos históricosque ostentan los propósitos didácticos e ideológicos como los ofrecidos por Acevedo Díaz.Había que revelar lo historicidad de lo tetralogía histórico.
No es por azor ni por masoquismo negativoque esa tarea revisionista se impongo hoy, imperativamente; porque tampoco es producto delazor, sino de circunstancias muy precisas, elhecho de que sus novelos se lean más hoyque en su tiempo. Cabe probar esto. De losdiez ediciones de Ismael entre 1888 y 1966,siete se han publicado después de 1945; deSoledad hay siete ediciones, cinco de las cuales se acumulan entre 1954 y 1965. Es unoparadojo que la obro de Acevedo Diaz se leoprecisamente ahora, cuando se presencia elocaso de ese Uruguay que lo tetralogía histórico contribuyó o formar, cuando se ha agotado el proyecto nacional de la generación delAteneo, cuando boqueo tristemente, en mediode lo apatía, lo falto de imaginación y el escepticismo, un país cuya enfatizado independencia se ha reducido a uno solitaria marginalidad y cuando muchos descreen, igual quea fines de lo Guerra Grande -país inerme ypostrado, empobrecido y víctima del desalien-
Gaucho - Acuarela de Emeric Essex Vidal.
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ACEVEDO DIAZ JUZGA A SU PR EDECESOR..ALEJANDRO MAGARIÑOS CERVANTES
"fue Alejandra Magariños Cervantes mi cate.drático de derecho de gentes; y aparte de lomucho de bueno que de él recogí y asimilé enesa materia, escuché más de una ocasión de $U5
labios siempre trémulos como los de un iluminada,cosas muy hermosas que hacían revivir en ellosencantadores ideales y teorias extraterrestres, deaquellas que él había bebido en su ardiente juventud en la hipocrene romántica, y que ya empezaban a evaporarse al embate de una corrientenueva, como los cuentos que escuchábamos ató·nitos en la niñez.
"Tan sólo eso me ligó a él, por algún tiempo,el lazo que une al maestro con el discípulo fervoroso, que se rompe con los años y la ausencia,para dar lugar a la formación de otros en lasluchas sin treguas de la vida.
"Pero, en cambio, le seguí siempre con respetoy cariño en el campo de las letras, porque era
Eduardo Acevedo DlaJ: en la época
de la publicación de "Ismael".
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un generoso divulgador de las virtudes de la razay de las leyendas nativas, cuya voz de ecOs armoniosos se escuchaba fuera de fronteras y se imponía, más que por los prestigias de su ¡ndoley escuela literaria, por la robustez del sentimientoy los gritos de su olmo entero y varonil. Eran ensus cantos heroicos 1 en sus 'poemas inspirados, ensu prosa de romancero, grandes y puras sus mujeres; sus gauchos, caballeros andantes de la gloriay del honor, los dispersos asilos de una raza vagabundo; dignas de los legendarias torneos loslanzones de los fieros caudillos; perdurables laspromesas y ¡uramentos que recogían las selvasmisteriosos, como en '105 cortes medioevales y enlos torres del homenaje las endechas de pálidostrovadores I
"Aunque espíritu múltiple en sus manifestaciones, hombre de 'Ieyes, orador, novelista, asimilador de conocimientos didócticos por inmensaslecturas, filósofo espiritualista, pensador a laComte, político de accidente mós que de intención,partidario altruista antes que sectario de divisa,tan preclaro ciudadano debíó alejar parecidos;y quedará como poeta nacional par la uncián desus estrofas y ·10 universalidad de sus ideas derramadas sobre el suelo nativo, como una esencia perpetua de queridos, entrañables amores. ( .•. )
"lo que acentuó su personalidad y le darásupervivencia, fue la vasta y fecunda abra de suingenio, la legitima influencia por él ejercida enlas letras de su tiempo, el tema escogido para lalabor continuada que acometiá, y en la que persistió can denuedo, hiriendo en la fibra patrióticasin cesar, como un llamado permanente a losideales que no mueren y se trasmiten cada vezmás firmes de generación en generación.
"Aunque de una escuela Hteraria distinta, porsu fórmula, espiritu y tendencias; aunque misgauchos melenudos y taciturnos no son sus gauchos cobaUerescos, líricos, sentimentales, ni misheroínas hoscas y desgreñadas san lo que susangélicas mujeres; ni los amores silvestres que yopinto, llenos de acritud o de fiereza, se parecena sus castos idilios junto al ombú o a ·10 enramada, ni llegan los odios que él describe hasta másalió de la muerte, como en mi modo de ver yolos descubro en el fondo selvático de una razabravía - aparte de todo esto, justo es recon~cerque si Hidalgo fue el precursor, él fue el divulgador, quien dio el santo y seña y enseñó alajuventud inteligente el secreto de las grandesinspiraciones nacionale$.
"Ése es su mérito real y su salvoconducto alporvenir".
(fragmentos de la carta de Acevedo ::'!aJ;a Alberto Palomeque con motivo de lamuerte de Alejandro ·Magariños. Cervantes."El Siglo", 25 de marzo de 1893).
10- en SI. destino autónomo y en su futurocolectivo.
Lo paradojo se reduce bastante cuando sepienso que lo lectura de Acevedo Diaz se produce en circunstancias similares o los que ambientaron lo redacción de lo tetralogía y queexiste, hoy como ayer, lo mismo necesidad deautoanálisis histórico y un hombre latente demítos y leyendas. Lo diferencio es que nuestrosartistas no han comprendido eso necesidad r:ihan logrado intuir los vehiculos. expresivos porosatisfacerlo. Lo paradojo se transformo en peligro si se considera que, ante el fracaso oausencia de los escritores actuales, lo gente sevuelco hacia los mitos y leyendas socialmente inoperantes hoy, que portan los novelosde Acevedo Diaz.
Algo de esto intuía Francisco Espinola. Hacemás de un cuarto de siglo, en un prólogoparo Ismael, escribió: "Paro los orientales dice(Acevedo Díaz) cosos que los oídos extrañosno logran escuchar. Es que o su propósito artístico esencial -realízar obro estética- élquiso agregar otro que también le nací~,
igualmente imperioso, en el fondo del almo.Mediante su literatura él va a revelar a su
pueblo lo historio de sus podres, ahondandocon sentido sociológico y docente sencillezaquello que la noción debe reconocer comoelementos negativos o como fuentes de energíaporo el porvenir". Y agregaba más adelante:"Tenemos que salvar lo mayor extensión posible del posado paro que sigo actuante en elpresente a fin de ir «formando» lo noción.· Porque todavía no somos del todo uno noción",
Lo enseñanza que proviene de Acevedo Díazy sus contemporáneos, se levanto del espírituque los animó, no de lo letra; el ejemplo sedesprende de lo hazaña de haber emprendidouno empresa intelectual y político gígantesc,;],no de su visión del posado. Sólo expresandolo comprensión que de nosotros mismos tenGmos en el mundo en que vivímos, la nuevo generación logrará emularlos. Lo letra mato, elespíritu vivifico. Si nos atenemos al mito deellos, será inevitable lo caída en el pesimismo premonitorio de Eladio Linacero, el sombrío personaje de Onetti, epítome y adelant.Jdo de un sentimiento creciente entre los uruguayos, cuando dijo: "Detrás de nosotros I1J
hoy nada. Un gaucho, dos gauchos, treintay tres gauchos".
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I ,
BIBLlOGRAFIA BASICA
De Eduardo Acevedo Díaz
Obras: primeros ediciones: Brenda (BuenosAires, 1884); Ismael (Buenos Aires, 1888);Nativa (Montevideo, 1890); Grito de Gloria(Lo Plato, 1893); Soledad (Montevideo,18941; Arroyo Blanco (Montevideo, 1898);Canal Zabala (Montevideo, 1903); MinésBuenos Aires, 1907); Épocas militares delos países del Plata (Bu\?r.os Aires, 19111;Lanza y sable (Montevidpo, 1914); El mitodel Plata (Buenos Aires, 1916 J.
Ediciones en "Biblioteca Artigas: Colección declásicos uruguayos": Ismael (n g 4), conprólogo de Roberto Ibáñez - págs. VII-LXV;Soledad y el combate de la tapera (n g 15),con prólogo de Francisco Espinola, págs.VII-XXXII; Nativa (n g 53), con prólogo deEmir Rodríguez Monegal, págs. VII-XLVIII;Grito de Gloria (ng 54), con prólogo deEmir Rodríguez Monegal, págs. VII-XXXIX;Lanza y sable (n g 63), con prólogo de EmirRodríguez Monegal, págs. VII-XLIV.
Otros ediciones: Crónicas, discursos y conferencias (Montevideo, 1935).
Sobre el escritor:
Prólogo "ut supra"
ACEVEDO DiAZ (hijo), Eduardo: La vida debatalla de Eduardo Acevedo Díaz. BuenosAires, 1941.
ARDAO, Arturo: La evolución filosófica de
Eduardo Acevedo Díaz (en "Marcha'; ng
628, del 27 de junio de 19521. '
ESPINOlA, Francisco: Prólogo o Ismael (Colección Jackson, ng 301.
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ETCHEVERRY, José Enrique: Historia, nacionalismo y tradición en la novela de EduardoAcevedo Díaz (en "Lo novelo iberoamericana", Albuquerque, Nuevo México, 1951).
ETCHEVERRY, José Enrique: Eduardo AcevedoDíaz: apuntes para el estudio de su idearioestético (en "Marcho", ng 582, del 29 dejunio de 1951 J.
IBÁÑEZ, Roberto: El primer suplicio: notas aun cuento olvidado (en "Marcha", ng 582,del 29 de junio de 1951).
LASPlACES, Alberto: Eduardo Acevedo Díaz(en "Historio sintética de lo literatura uruguaya", Montevideo, 1931, volumen I).
PALOMEQUE, Alberto: Eduardo Acevedo Diez(del naturall (en "Vida Moderno", Año 1,tomo 111, ng 7, Montevideo, 1901 J.
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PIVEL DEVOTO, Juan: El destino de los escritoshistóricos del Gral. Antonio Díaz (en "Marcha", ng 943, del 26 de. diciembre de 1958 j.
PREGO GADEA, Omar: El arte narrativo deAcevedo Díaz en "Soledad" (en "Marcho"ng 742, del 22 de octubre de 1954).
RAMA, Ángel: Ideología y arte de EduardoAcevedo en El Combate de la Tapera (Molltevideo, 1965).
RODRiGUEZ MONEGAL, Emir: Eduardo Acevedo
Diaz (Montevideo, 19631.
ZUM FELDE, Alberto: Eduardo Acevedo Díaz(en "Proceso intelectuai éf~¡ Uruguay" (Montevideo, 1930, 1967, etc. l.
En CAPITULO ORIENTALN: 7:ZORRILLA DE 5AN'MARTIN:VIDA y OBRAy junto 'con el fascículo, el libroSELECCION DE PROSA de Juan Zorrilla deSan Martín.
Inclice
- EL "TABARE" - CARACTERISTICASFUNDAMENTALES'
...:. EL POETA SOBREVIVIENTE- ZORRILLA y LA HISPANIDAD- POESIA y RELIGION
LOS ·GRANDES DEBERES CUMPI.IDOS
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ISMAEL, Gide E4uardo Acevedo Díaz,constituye la entrega N.á 6de CAPITULO ORIENTAL
Precio delfascículo
más el libro: $100.-
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