Redalyc.CHIAPAS: LAS FRONTERAS DEL DESARROLLO

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LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos ISSN: 1665-8027 [email protected] Centro de Estudios Superiores de México y Centro América México Villafuerte Solís, Daniel CHIAPAS: LAS FRONTERAS DEL DESARROLLO LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos, vol. I, núm. 1, junio, 2003, pp. 69-98 Centro de Estudios Superiores de México y Centro América San Cristóbal de las Casas, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74511777006 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos

ISSN: 1665-8027

[email protected]

Centro de Estudios Superiores de México y

Centro América

México

Villafuerte Solís, Daniel

CHIAPAS: LAS FRONTERAS DEL DESARROLLO

LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos, vol. I, núm. 1, junio, 2003, pp. 69-98

Centro de Estudios Superiores de México y Centro América

San Cristóbal de las Casas, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74511777006

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Introducción

Chiapas se ha convertido en los últimosaños en un gran espejo donde se miranlas posibilidades de una salida a la glo-

balización neoliberal, un ejemplo de esto se observaen las manifestaciones de los globalifóbicos que en granmedida han estado inspiradas en el movimientoneozapatista. Esto merece una reflexión en la medi-da en que, contrario a lo que podría pensarse, desdela perspectiva del pensamiento crítico, es en los espa-cios más desarrollados del capitalismo donde las con-tradicciones generan planteamientos alternativos ycontestatarios al orden imperante. Pero el espejo tie-ne dos caras, una que refleja las posibilidades de cam-bio y otra que se resiste al cambio; para ponerlo másclaro, ambos lados quieren un cambio pero tienendirecciones distintas, una que plantea la crítica a lamodernidad reivindicando los usos y costumbres y otraque rompe con esta idea al plantear el camino de lamodernidad en el margen. Estos dos proyectos de cam-bio se manifiestan en todas las esferas de la sociedadlocal: en lo económico, lo social y lo político.

En este ensayo nos proponemos plantear unaserie de mutaciones que está teniendo la sociedadchiapaneca como resultado de un conjunto de fac-tores endógenos y exógenos que se interiorizan enlos diversos grupos de la sociedad y que dan comoresultado una reelaboración de sus demandas, lascuales se expresan en posiciones divergentes y ha-cen ver, ante la sociedad nacional, que se trata deproyectos irreconciliables. Trataremos de mostrar lacomplejidad de la problemática chiapaneca, que semanifiesta como una serie de laberintos, cuya salidasería muy difícil sin un debate profundo donde par-ticipen todos los actores económicos, sociales y polí-ticos.

I. El surgimiento del Ejército Zapatista deLiberación Nacional y el debate sobre

Chiapas

Nunca antes se había escrito tanto sobre Chiapas.En efecto, a partir del surgimiento del EjercitoZapatista de Liberación Nacional (EZLN) se da unaespecie de redescubrimiento de Chiapas, de sus pro-blemas sociales, políticos, económicos y culturales,incluso de su geografía, de su posición en el mapa

CHIAPAS: LAS FRONTERAS DEL DESARROLLO

Daniel Villafuerte Solís

Daniel Villafuerte Solís, Centro de Estudios Superiores de México yCentroamérica, UNICACH.

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del país y del mundo. Las lecturas son diversas, algu-nas convergentes y otras contradictorias. Se puedenencontrar lugares comunes, explicaciones fáciles, plan-teamientos globales, otros recortados a una regióno algún municipio, pero todo esto, al fin y al cabo,refleja la importancia de Chiapas en los grandes pro-blemas nacionales.

Esta avalancha de información no ha generado,paradójicamente, un verdadero debate nacional ymucho menos regional sobre las propuestas del EZLN.Lo que resulta evidente son las posiciones políticassobre el movimiento neozapatista: en el ámbito na-cional más a favor que en contra y en el ámbitolocal más en contra que a favor. Esta ausencia dedebate se debe, en buena medida, como señalaRoger Bartra, a que los sectores duros de la eco-nomía –los banqueros y los grandes industrialesexportadores– poco les importa el contenido delos Acuerdos de San Andrés, y en el caso de losintelectuales, “decepcionados por la grisura de lasperspectivas electorales y por la falta de opcionesdespués de la caída del Muro de Berlín”, la imagineríade este sector crece y se enriquece en torno al nue-vo espectáculo que fascina a amplios sectores de lapoblación.

A ocho años del surgimiento del EZLN la situa-ción económica y sociopolítica de Chiapas no hacambiado. El debate político nacional y los apoyosde los internacionalistas hacia el movimientoneozapatista no han llevado a un cambio, por elcontrario, la pobreza se ha profundizado1 y Chiapasha entrado de lleno, de manera silenciosa, a laglobalización al sumarse a las migraciones centro-americanas, aportando mano de obra barata paralas maquiladoras instaladas en el norte del país opara los sectores agrícola y de servicios de la econo-mía de Estados Unidos. El índice de globalizaciónde Chiapas, medido en términos de llamadas tele-

fónicas y número de migrantes hacia Estados Uni-dos, ha crecido sustancialmente desde principios delos años noventa del siglo veinte.

Durante el tiempo que lleva el conflicto, la dis-cusión sobre las posibilidades de desarrollo deChiapas se ha cargado hacia la cuestión étnica y laconstrucción de la autonomía, derivada de los lla-mados Acuerdos de San Andrés, firmados por elgobierno federal y el EZLN en febrero de 1996. Estasobrevaloración ha llevado a minimizar otros temasde importancia fundamental en la formulación deun proyecto de futuro. Los temas agrarios, econó-micos y sociales, particularmente el problema de lapobreza, han estado, paradójicamente, fuera de ladiscusión. Por el contrario, el tema indígena ha sidoel más discutido y, en menor medida, el problemade los recursos naturales en su dimensión ecológica,pero alejado del problema del desarrollo.

El sobredimensionamiento del problema indí-gena, que por supuesto tiene un peso específico peroque no agota el tema de Chiapas y sus alternativas,ha llevado a creer que la aprobación de la llamadaIniciativa de Ley Cocopa, que sintetiza los Acuer-dos de San Andrés, solucionará los problemas deChiapas, en especial el de los pueblos indios. Estoha conducido a olvidar los problemas estructuralesque tiene el estado y que por décadas no se ha podi-do o no se ha querido resolver, y aquí todos losactores económicos, sociales y políticos tienen unaresponsabilidad: el Estado mexicano y sus institu-ciones que mantuvieron y mantienen una relaciónasimétrica con la entidad; los gobiernos locales queno tuvieron un proyecto propio y que se limitaron aadministrar los recursos transferidos por la federa-ción; los empresarios que se contentaron con lossubsidios del gobierno y no se preocuparon por in-vertir y modernizar su planta productiva; las orga-nizaciones gremiales empresariales cuya función

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estuvo constreñida a legitimar los gobiernos localesen turno; las organizaciones campesinas, ahora lla-madas indígenas y campesinas, que se contentaroncon las limosnas que ofrecían los gobiernos local yfederal; los partidos políticos, que sólo en fechasrecientes –no más de 10 años– comenzaron a tenerpresencia en el estado pero sin una oferta de desa-rrollo económico y social.

Este modus operandi de los actores todavía estápresente en la sociedad chiapaneca. Se siguen las viejasprácticas políticas y aunque se habla de neocorpo-rativismo, lo cierto es que en Chiapas se mantienen,en lo esencial, los viejos patrones corporativos. Secondena, desde el discurso gubernamental y de lasorganizaciones patronales y campesinas, las prácticaspaternalistas y clientelares pero en la práctica se man-tienen como realidad que se niega a desaparecer.

Las voces que más se escuchan en los mediosimpresos y electrónicos son las que reivindican la LeyCocopa y condenan la llamada Ley Bartlett-Fernándezde Cevallos. Sin embargo, hay otras voces en el ámbi-to local que no han tenido repercusión en los mediosmasivos de comunicación: los pequeños propietarios,las organizaciones campesinas oficialistas, los despla-zados por grupos simpatizantes del EZLN, las clasesmedias, los comerciantes, los pequeños y medianosempresarios chiapanecos. En el ámbito nacional tam-poco se escuchan las voces de intelectuales que noestán de acuerdo con la llamada Ley Cocopa, el ejem-plo más claro es la posición expresada por RogerBartra, quien señaló: “Mantener el documento de laCocopa intacto es una utopía. No es posible some-ter a un Congreso un documento para que paseinalterado; esto supone pensar que los diputados ylos senadores son entes descerebrados, que no tie-nen criterios y que no pertenecen a partidos políti-cos y a corrientes de pensamiento distintas” (CuartoPoder, 6 de mayo de 2001: 63). La posición de Bartra

es radical: “Desde los Acuerdos de San Andrés laspropuestas referidas a los Derechos y a la CulturaIndígena tienen un lastre conservador e incluso re-accionario. Yo no creo que a estas alturas debamoshacer un culto a los Acuerdos de San Andrés. Hayque reconocer que dentro de esos acuerdos hay ele-mentos atrasados y conservadores y me refieroespecíficamente a todas aquellas ideas que intentantraducir a la realidad mexicana la organización típi-ca de los Estados Unidos y de otras regionesanglosajonas, que es la idea de las reservaciones consu territorio y su autonomía y sus usos y costum-bres” (63).

Es importante señalar que Roger Bartra es delos pocos intelectuales que ha tenido una oposiciónabierta a los Acuerdos de San Andrés. En un breví-simo artículo publicado en la revista Letras Libres,Bartra se pregunta: ¿por qué un grupo guerrillerode orientación rígidamente maoísta y convencidode la necesidad de una guerra popular prolongadaentra, pocos días después del alzamiento, en nego-ciaciones con el gobierno contra el que lucha y casitres años después adopta como bandera principal ladefensa de una iniciativa de ley que, por donde quieraque se le mire, es cualquier cosa, menos revolucio-naria?... Estamos ante una propuesta legislativa cuyoespíritu fundamenta la autonomía y la libre deter-minación de los pueblos indígenas en criteriosgenéticos (que definen su ascendencia), en sistemasnormativos de origen colonial, en la defensa integristay tradicionalista de la comunidad, en formas de go-bierno que excluyen a los partidos políticos y enintereses corporativos o patrimonialistas... Las for-mas de gobierno indígena están, en esos acuerdos,ligadas a poblaciones que conservan sus antiguas ins-tituciones, que definen sus prácticas políticas deacuerdo con la tradición, que disfrutan (o quierendisfrutar) en forma colectiva tradicional del hábitat

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que las rodea y que ejercen formas de justicia basa-das en la costumbre. El espíritu conservador, tradi-cionalista y costumbrista es evidente, aunque estáatenuado por sintomáticos agregados condicionantessobre el necesario respeto a las garantías individuales,los derechos humanos, los preceptos constituciona-les y, especialmente, la dignidad de las mujeres.

Podemos advertir los peligros de este conserva-durismo para la propia población indígena: exclusiónde los partidos políticos y de instituciones nuevas quecontengan semillas de cambio, confusión de funcio-nes políticas y eclesiásticas católicas, marginación dejóvenes, mujeres y disidentes de la práctica cotidianade una democracia directa ejercida en asambleas, trans-formación del disfrute colectivo de los recursos na-turales en usufructo corporativo de rentas y royaltiescobrados a compañías privadas, y otras amenazas queserían largo de enumerar (Bartra, 2001:109).

El artículo de Bartra fue escrito antes del dic-tamen de la Ley Cocopa en el Congreso y, enconsecuencia, señaló: Como por el momento des-conocemos el grado de tolerancia del EZLN haciaposibles modificaciones de la propuesta original, esdifícil predecir si –como sería deseable– aminorarála influencia de la imaginería espectacular que des-taca excesivamente el teatro y el vestuario, como eluso del foro y de capuchas, por encima de la discu-sión de contenidos. Sin dejar de reconocer los en-cantos de la dramaturgia legislativa, espero que ladeseable aprobación de una ley que otorgue dere-chos a la población indígena logre ir más allá de labatalla entre villanos de zarzuela y héroes de opere-ta (Bartra, 2001:109-110).

Hay posiciones intermedias que visualizan di-versos escenarios, pero que tienen una posiciónmenos radical sobre la visión neozapatista, en lasque ubicamos a Sergio Zermeño, quien en un artí-culo escribió a propósito de la marcha neozapatista

al Distrito Federal. Para apuntalar su argumenta-ción se pregunta sobre los peligros del radicalismo yla intransigencia que puede derivarse a partir deltercer mensaje enviado por los neozapatistas al pue-blo de México que indica: “es necesario desafiar parahacer la guerra; es necesario desafiar para hacer lapaz”. Zermeño señala que:

...este razonamiento nos pone en guardia, puesescuchado desde otros puntos de nuestra extensageografía de la pobreza y la exclusión, ese discursose ha convertido en un llamado extremadamentefrontal. Ser habitante del DF, vivir en la universidady observarla, acercarse a los medios populares,constatar la violencia, la delincuencia y el rencor quegenera la desigualdad lacerante nos hace titubear:¿el discurso que nos propone el zapatismo nos invitaa la reconstrucción de los colectivos sociales y de lasorganizaciones políticas o amplifica la desconfianza,la cultura del ‘no rotundo’, del ‘no cambiaremos niuna coma’, el rechazo de cualquier acuerdo y delreconocimiento del otro, tal como lo estamosviviendo con crudeza en tantos ambientes de laciudad, o como lo hemos constatado en los ‘diálogosde minería’? Hay conductas extremas: a algunos denuestros estudiantes no les importa ser expulsados,actuar por fuera, porque tienen la certeza de quesu intransigencia no es más que una respuesta tímidaa un andamiaje de poder ecuménico que va deldirector de su escuela a Seattle, a Davos y ahora aCancún. El mundo ve los colores vivos y losharapos de la marcha indígena, y en espacioscrecientes se consolida la fobia, la rabia contra lostitanes malvados del orden global y sus lacayos.Pero ¿hasta donde se ramifican esos lacayos?, ¿hastael profesor de Ciencias Políticas?, ¿hasta la familiade clase media que se transporta en un autocomprado a crédito y se encuentra desdicha-damente con la turba que sale de un conciertojuvenil? (Zermeño, 2001:27).

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La pregunta inicial de Zermeño lo lleva a la for-mulación de tres escenarios posibles. El primero deellos significaría volver a vivir una historia parecidaa la de los años setenta; el segundo se refiere a lasprácticas del poder, sobre todo a partir del fortale-cimiento del sistema de partido; y el tercero es laopción más viable y el reto mismo del zapatismo.Veamos en forma resumida estos tres escenarios:

I. Reproducir la historia de los años setenta que,aunque con otra terminología, colocó en la escenalatinoamericana y mexicana a los mismospersonajes de este drama: nos afanamos, en esosaños, a delatar al imperialismo que penetrabanuestros países y nos oprimía con la complicidadde la burguesía nacional, de la clase mediaimproductiva y de los aparatos de poder y decultura: sospechábamos que había agentes de laCIA hasta en el seno de nuestros más íntimoscírculos. La derecha (al principio los ricos y losconservadores y, conforme la crisis se ahondaba,el grueso de la pequeña burguesía, de los sectoresasalariados y de los que sobreviven del statu quo),se condensó en un espectro nacional, defendiendosus intereses y sus ilusiones, aterrada por laconfrontación, por la sublevación. El desenlacefue dramático y es lo que hoy tenemos que evitar:globalifóbicos contra momios caceroleros (o elnombre que terminemos dándoles).

II. Pasado el momento inicial y de mayor euforiay si no se logró una desestabilización generalizadadel orden, lo que procede desde el punto de vistadel poder es el alargamiento del conflicto y sudebilitamiento en el tiempo.

III. Que se retire el ejército, que sean liberadoslos presos zapatistas, ahí no está el problema. Loque sí es importante es que se apruebe la ley sobrederechos y cultura indígena lo más rápido posible;

quizá haya que cambiarle algunos puntos, algunascomas y alguno más, porque de lo que se trata esde no entrar en un período de desgaste... Elmovimiento zapatista corresponde a un territorio,es local y regional, debe regresar a sus regionesuna vez que haya llegado a un consenso sobre elsignificado de la autonomía, gobierno, usos ycostumbres, y tiene que demostrar, desde ahí haciael mundo que lo está observando y hacia todoslos mexicanos, que hay un camino para superarlas condiciones de opresión y de explotación,incluso en el marco de la globalidad, sobre todoen este momento en el que recibe el apoyo sinreservas, moral y material, nacional e internacional.(Zermeño, 2001: 27-28).

Las interrogantes formuladas por Zermeño tie-nen pertinencia no sólo desde el DF, sino tambiéndesde Chiapas. La ruralidad y la falta de opciones enun territorio caracterizado por la pobreza extrema,que invitan a la delincuencia, al linchamiento físico ya la expulsión violenta de muchos campesinos de suscomunidades por motivos religiosos, deben llevarnosa las mismas preguntas. El reconocimiento de la com-pleja geografía económica y socio-política de Chiapas,así como de las tensiones y conflictos que ocurrencotidianamente entre campesinos, debe llevarnos a lareflexión sobre la vía más adecuada para superarlos rezagos acumulados.

Por otra parte, el historiador Jean Meyer, en sulibro Samuel Ruiz en San Cristóbal, no entra en undebate sobre el EZLN y tampoco fija una postura.Sin embargo, en algunos pasajes se dejan entreverapreciaciones interesantes que en otros textos no semencionan. Uno de estos se refiere a la concepciónde la diócesis de San Cristóbal, en particular delobispo Samuel Ruiz, sobre los indígenas, que pare-ce retomar la vieja concepción de la antropologíanorteamericana que hasta fines de los sesenta estu-

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diaba al indígena tal cual, aislado de la sociedad re-gional y nacional, apartado del tiempo histórico. Estaconcepción de nuevo está de moda bajo el discursoetnicista. Según Meyer, esta corriente es mayoritariaen el mundo académico chiapaneco, mexicano ymundial: la etnicidad es considerada la última ins-tancia de la realidad social, una instancia perenne,intocable, casi eterna. Samuel Ruiz recibió la influen-cia de los diversos autores, desde los antropólogosnorteamericanos hasta los más representativos de lallamada antropología mexicana. “Samuel Ruiz llegóa esa antropología por la vía de la Iglesia católica ydel Concilio, recobrando una vieja tradición, tanantigua, como la llegada de la Iglesia al nuevo mun-do” (Meyer, 2000: 119).

En resumen, el debate sobre Chiapas está lejosde haberse agotado. Es necesario abrirlo y esto sig-nifica comenzar por señalar la complejidad de losproblemas en la perspectiva de encontrar salidas alos laberintos. La cuestión indígena es un gran tema,pero junto con este están otros que tienen que vercon la reconfiguración de la frontera sur; con la dis-persión y la pobreza de la población del campo y laciudad; con el subempleo, el deterioro y la destruc-ción de los recursos naturales; con la producción, latecnología, la generación y distribución del ingreso;con el problema agrario; en fin, con el desarrollo ylas vías posibles. No debemos olvidar que Chiapases una región de regiones, que no es lo mismo ha-blar de Los Altos que de la Selva; de la región Norteque la del Centro; de la Sierra o del Soconusco.

II. La maldita trinidad económica: elmaíz, el café y la ganadería bovina

Como una realidad caprichosa, que se niega a des-aparecer, se mantiene una estructura económica enel campo que ya no corresponde a los nuevos tiem-

pos de la globalización. La crisis del campo, espe-cialmente de la producción de maíz, café y ganadovacuno, parece evidenciar las graves carencias y fa-llas de un modelo económico arcaico, que no ga-rantiza la alimentación de la población, excepto elmaíz, ni permite generar ingresos suficientes para lareproducción económica de quienes practican estasactividades.

Chiapas sigue manteniendo una agricultura conbajos índices de producción y productividad; es unaagricultura predominantemente temporalera, esca-samente tecnificada, que soporta a una poblaciónmuy grande y en proceso de crecimiento, que cadavez presiona más por el recurso tierra ante la faltade otras alternativas de empleo. Un indicador quesintetiza el nivel de subdesarrollo del medio ruralchiapaneco es la relación entre la cantidad de pobla-ción y el PIB que genera el sector primario. Se tratade valores muy bajos, que no llegan a los mil dólaresper cápita. Ligados a la baja productividad del traba-jo agrícola, se encuentran los bajísimos niveles deescolaridad de la población rural.

Otro elemento que caracteriza al sectoragropecuario es la estrechez del patrón productivo,lo cual lo hace más vulnerable. En efecto, el patrónproductivo está integrado por 12 cultivos2, sin em-bargo en términos de la ocupación del suelo, delempleo de mano de obra y del valor de la produc-ción, el maíz y el café, junto con la actividad ganade-ra, determinan la dinámica socioproductiva. Veamosalgunos indicadores:

El cultivo de maíz ocupa 66% de la superficietotal cosechada, un promedio de 910 000 hectáreas,y su producción significa 56% del volumen totalgenerado por el grupo de los 12 cultivos; el valorque aporta es el más alto del sector agrícola y es laactividad que absorbe mayor fuerza de trabajo. Enel marco de la producción nacional aún sigue ocu-

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pando el tercer lugar, alcanzado desde 1980. En laproducción de este grano están involucrados 290mil productores, es decir, casi 300 mil jefes de fami-lia que multiplicados por cinco miembros se obten-dría un millón y medio de personas que viven delcultivo. Además, la producción maicera genera másde 24 millones de jornales que impactan las econo-mías de las regiones productoras.

Se estima que 175 mil productores cultivan me-nos de cinco hectáreas, de los cuales 75 mil sonindígenas que en conjunto siembran 410 mil hectá-reas con una producción promedio de 1.2 toneladaspor hectárea. Aun cuando se calcula que el númerode productores que entra al circuito de la comer-cialización del grano es de 50 mil, con alrededor de600 000 toneladas.

El carácter dicotómico del cultivo de maíz, comogenerador de alimento y al mismo tiempo como ele-mento que perpetúa las condiciones de pobreza, lle-va a preguntar sobre los límites de su cultivo, en laperspectiva de avizorar mejores condiciones de vidapara los miles de productores que se dedican a estaactividad. Hay razones de peso para considerar la ne-cesidad de continuar con el cultivo, la seguridad ysoberanía alimentaria, es un motivo necesario perono suficiente para mantener el cultivo del maíz en lascondiciones en que se le ha fomentado. El programade subsidios directos al campo (PROCAMPO), acompa-ñado de otros subsidios como el de Kilo por Kilo,que consiste en proporcionar semillas mejoradas abajos precios, ha logrado aumentar la frontera maicera.A tal grado que la superficie sembrada en los últimoscinco años (1995-1999) ha pasado de 917 312 hectá-reas a 988 176 hectáreas, lo que representa un aumen-to de casi 71 000 hectáreas, es decir, 14 000 hectáreaspor año. Sin embargo, los rendimientos por hectáreahan mantenido un comportamiento errático: 1.87toneladas en 1995, 1.64 en 1997 y 2.15 en 1999.

En este contexto, las paradojas son evidentes:mientras los románticos y furibundos defensores delmedio ambiente y de los minifundistas reivindicanel sistema de producción tradicional de maíz3, lasorganizaciones campesinas que representan a milesde productores de maíz reclaman todos los añosque se mantenga el programa Kilo por Kilo, un pro-grama que consiste en la entrega de semillas a losproductores de maíz, semillas producidas por lasgrandes transnacionales que controlan el mercadomundial de semillas.4

El aumento de la frontera maicera ha tenidocostos ambientales de grandes dimensiones, aun-que todavía no existe ninguna evaluación oficial. Laapertura de tierras no aptas para el cultivo y las que-mas provocadas por reconversión de superficies ar-boladas, constituyen factores que deben agregarseal costo de producir maíz, además del rápido dete-rioro de las nuevas tierras abiertas al cultivo. Hay,sin embargo, quienes sostienen una visión ro-mántica y creen firmemente en que el maíz debeser la razón de la existencia de miles de campesi-nos: “El maíz no es sólo el cultivo más importante,la especie para la que se dispone más superficie, laactividad agrícola a la que la mayor parte de losagricultores se dedican. El maíz es y seguirá siendouno de nuestros pilares culturales que nos da iden-tidad como mexicanos. El maíz nos caracteriza comopueblo, el maíz es posiblemente el punto de uniónmás fuerte entre todos los mexicanos y entre todoslos chiapanecos” (Perales, 2000).

El cultivo de café es el segundo en importancia,con poco más de 280 mil hectáreas, que genera en-tre 27 y 37 millones de jornales promedio al añocon importantes flujos de fuerza de trabajo de ori-gen centroamericano (entre 70 y 90 mil trabajado-res anuales). La frontera cafetalera y el padrón deproductores se han venido ampliando desde los años

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ochenta mediante la incorporación de tierras ejidalesy comunales. Hoy, la producción del aromáticoinvolucra a cerca de 83 000 productores, de los cua-les 68 413 pertenecen al llamado sector social, estoes, comuneros y ejidatarios que representan 86.6%del total y que en conjunto cultivan una superficiede 164 529 hectáreas, 67.7% del área cultivada total.De éstos, 30 000 productores cultivan hasta 1.9 hec-táreas y el resto de 2 a 5 hectáreas.

Este fenómeno de minifundismo cafetalero se ob-serva también en el sector privado, en donde 5 600productores cultivan hasta 1.9 hectáreas y 6 787cultivan de 2 a 5 hectáreas. En este marco, 1 632productores del sector privado poseen en conjuntouna superficie de 18 275 hectáreas. Sin embargo,una fracción de 215 productores privados cultivapoco más de 36 mil hectáreas, y de éstas 31 mil soncultivadas por 103 productores, quienes ejercen unpeso significativo en la producción, en el procesode beneficiado y en la comercialización (Villafuerte,et. al., 1995).

Por otra parte, los productores de café todavíano terminaban de recuperarse de la crisis de 1989-1993 cuando el fantasma de una nueva crisis ame-nazó la supervivencia de miles de cafetaleros. Enlos ciclos cafetaleros 1998-1999 y 1999-2000 losprecios internacionales vinieron descendiendo a talgrado que ya se equiparaban al precio registradoen 1993, cuando se obtuvo en promedio 45 dóla-res por quintal; para el ciclo 2001-2002, se mantu-vo la tendencia a la baja, lo que puso en graveriesgo a la población que depende directamentedel cultivo y de los que están alrededor de éste.Esto plantea, de nueva cuenta, una revisión de laestructura productiva del campo chiapaneco, enespecial de los cultivos tradicionales que tienen unfuerte impacto en el empleo y en la economía delestado.

La lección de la crisis de 1989-1993 no fue asi-milada por los productores y tampoco el gobiernocomprendió la verdadera dimensión económica ysociopolítica de esta crisis. No se entendió o no sequiso entender que el café representa uno de lostalones de Aquiles de la economía chiapaneca. Lacurva de los precios internacionales del café repre-senta la línea vital de Chiapas y si ésta se muevepara abajo la salud del estado se deteriora a tal gra-do que, como sucedió en los años arriba señalados,puede catalizar un movimiento social de grandesproporciones como el ocurrido el 1 de enero de1994. Seguir ampliando la frontera cafetalera, comoseguramente ha venido ocurriendo en los últimosnueve años,5 significa mayor vulnerabilidad econó-mica para Chiapas y mayor pobreza para los pro-ductores. No hay que olvidar que el café constituyeel postre para la población de los países altamenteindustrializados y como tal puede ser prescindible,lo que mantiene a las regiones productoras en unacondición de subdesarrollo, Chiapas y Centroaméricason el ejemplo más claro de esta situación.

En lo que se refiere a la ganadería bovina, desdelos años cincuenta, ésta venía constituyéndose enuno de los pilares de la economía chiapaneca, alcan-zando para 1970, 1975 y 1980 una participación enel PIB sectorial de 32.4, 29.9 y 28.2% respectivamente.Entre 1970 y 1980 la ganadería pasó de 2 millones a2.9 millones de cabezas en una superficie de pocomás de 2.5 millones de hectáreas. A mediados delos ochenta, este subsector entró en crisis no sólopor el agotamiento del modelo extensivo que lo ca-racteriza, sino por la contracción de los recursoscrediticios. Asimismo, la apertura comercial propi-ció una reducción en los precios nacionales del ga-nado y sus productos (carne y leche), llevando aesta actividad a un proceso acelerado dedescapitalización y a una reorientación de la

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comercialización hacia los estados del norte, condestino final para su engorda en los Estados Unidos.

La actual dinámica ganadera es distinta a la queprevaleció hasta 1970, cuando emergió como unade las ramas económicas donde el sector privado,con grandes extensiones de tierra, era dominante.Hoy se hace evidente no sólo el agotamiento delsistema extensivo de su explotación y los bajos ren-dimientos respecto a la media nacional y losestándares norteamericanos, sino también un proce-so importante de reordenamiento espacial de la actividaddonde los ejidos han aumentado su participación(Villafuerte, et. al., 1997).

Después del levantamiento armado del 1 de enerode 1994, la ganadería bovina del sector privado su-frió un duro golpe que, aunado a la crisis que veníaarrastrando, hasta el momento no ha logrado repo-ner los inventarios alcanzados en los años ochenta.La región más afectada es la llamada zona de con-flicto, donde 60 000 hectáreas fueron sacadas de laactividad ganadera. En contrapartida, se observa unincremento de la actividad en el sector ejidal, inclu-so en la selva Lacandona.

La ganadería constituye uno de los problemasmás serios que tiene la economía agraria de Chiapas,pero paradójicamente es un tema que no se discute.La crisis de la ganadería bovina ha conducido a ladesganaderización6 del sector privado y a la ganaderizacióndel sector social; esta aparente paradoja tieneimplicaciones muy serias en un estado donde elsubempleo es uno de los problemas más críticos ydonde la población del llamado sector social no comecarne por constituir un artículo de lujo. En otraspalabras, el modelo de explotación ganadera nomejora el empleo ni contribuye a mejorar el estadonutricional de la mayoría de la población.

Sin extendernos hacia el resto de la estructuraproductiva agropecuaria, lo que observamos es que

durante las últimas tres décadas, la economía agra-ria ha venido sustentándose en la incorporacióncontinua de los productores del sector social al mer-cado de productos no sólo con destino al consumodirecto y a los mercados locales sino también conuna fuerte orientación hacia los mercados naciona-les e internacionales, el café y la ganadería bovinason los ejemplos más claros. Esto explicaría el porqué los impactos sectoriales de las políticas de ajus-te han sido tan dramáticos en el campo chiapaneco.Sobre todo porque cada vez tenemos más mercadoy menos Estado.

¿A qué conduce la situación de la economíaagropecuaria en un estado en subdesarrollo comoChiapas? Hoy, paradójicamente, bajo una nuevaadministración, que goza de legitimidad, los con-flictos comienzan a recrudecerse tanto en el campocomo en la ciudad, donde todos los actores econó-micos reclaman la protección y el apoyo del Estadonacional y local. Una de las características de la eco-nomía chiapaneca es que mantiene su anclaje enactividades primarias y terciarias. Esta situación estárelacionada con dos fenómenos principales, uno decarácter sociohistórico y otro estructural: en el pla-no sociohistórico, el predominio de la actividad agrí-cola se debe a una relación desigual con el centrodel país, orquestada bajo parámetros de coloniza-ción, por concepciones que vieron a Chiapas comouna gran despensa para surtirse de materias primasy alimentos, y luego como entidad aportadora deenergéticos.

En el plano estructural se observa que Chiapas sesigue viendo como digno productor de materias pri-mas, lo que nos lleva a considerar las tristes veleidadesde la industrialización. Incluso el Plan Puebla-Pana-má (PPP) sigue considerando a la región sureste, yChiapas en particular, como productor de materiasprimas. El café y el cacao, por ejemplo, son manu-

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facturados en Estados Unidos o en Europa, porempresas que bien pueden estar funcionando en laentidad. La política de sustitución de importacionesensayada en México en los años cincuenta, sesentay setenta no tuvo ningún efecto en Chiapas. El go-bierno local no se ocupó ni se preocupó por impulsarun proceso de desarrollo industrial que hiciera me-nos vulnerable a la economía; tampoco los empresa-rios se preocuparon por diversificar sus inversiones,hasta hoy día los empresarios cafetaleros siguen man-teniendo su “identidad” como cafetaleros a pesar delas grandes crisis de los últimos años.

Las consecuencias del esquema productivo nose hicieron esperar, al caer los precios mundiales delcafé, cacao y banano se produjo la catástrofe: de los200 millones de dólares que en promedio generabael café chiapaneco, se llegó a obtener sólo 100 mi-llones de dólares en el ciclo 2001-2002, lo que re-presentó una situación muy grave para la economíadel estado y de los productores. Lo mismo pasó conel cacao y el banano, así como con otros productoscomo la carne bovina y el aceite de palma africana,que sufrieron una baja considerable en los merca-dos internacionales.

Piam, refiriéndose al caso de África pero quebien puede aplicarse al caso de Chiapas, señala queesta situación hace que los ciudadanos se vuelvanexclusivistas y contribuye asimismo a disminuir sussentimientos cívicos. El despertar de tendenciascentrífugas, que se observan aquí y allá desde elajuste, expresa el hundimiento de los sistemas se-cundarios de solidaridad (relacionados con laredistribución del ingreso), por consiguiente, seentra en los sistemas de solidaridad primaria, cuyoprincipio de identificación se refiere no ya a lasociedad global (estatal), sino a particularismosregionales, incluso étnicos (1994:92).

El modelo neoliberal que ha impactado fuerte-mente en el gasto público hace que el Estado nacio-nal y el local no puedan responder a las demandasde la sociedad y de un proyecto económico capazde favorecer a los amplios sectores excluidos de lasociedad. De tal suerte que siendo el primer inver-sor, patrón y empleador social en otros tiempos, eladelgazamiento del Estado deja un vacío que losactores sociales y económicos no han podido llenar.Esta situación ha llevado, según Piam, a la miseriasocial con millones de ciudadanos sumidos en lamiseria más completa. Rencores y desórdenes con-tinúan acumulándose y sólo podrían ser reabsorbidossi el Estado volviera a participar sobre bases máspragmáticas y gerenciales. El autor señala que esnecesario canalizar la explosión social que cada vezse hace menos evitable: poderes en déficit crónicode legitimidad, economías parcial o totalmente a laderiva, sistemas de identificación y solidaridad enquiebra, crisis de los parámetros de referencia y delas representaciones sociales, cristalización de ten-dencias centrífugas (93-94).

El autor formula una pregunta fundamental, a laque debemos responder con todos los elementos quenos proporciona la teoría y los elementos empíricos¿Qué interés hay en discutir sobre la competitividadde la economía en estos estados –refiriéndose al Áfri-ca pero que bien puede aplicarse a Chiapas–, cuandoel problema esencial es saber cómo reunir las fuerzassociales en torno a un proyecto, cuya meta sería elsurgimiento de una verdadera trama económica quepudiera reactivar la dinámica del desarrollo?

Hoy se discute sobre las vastas riquezas deChiapas, particularmente en lo que respecta a labiodiversidad, pero se olvida que cotidianamente sedestruyen cientos de hectáreas y no precisamentepor empresas transnacionales, sino por los propioscampesinos que frente a la falta de opciones tienen

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que subsistir aun a costa de la destrucción de suentorno natural. Un ejemplo en este sentido resultaaltamente ilustrativo: sólo en los municipios de LasMargaritas, La Trinitaria, La Independencia yAltamirano la producción de madera alcanzó en1997 la cifra de 51 mil 86 m3, cifra que representa58% de la producción total del estado. Actualmen-te, en la región de Las Cañadas se registra más de 25aserraderos y, de acuerdo con Ramón Pinto More-no, director del departamento agropecuario de LasMargaritas, la explotación de madera en los últimosaños se ha dado sin control por parte de algunascomunidades, que en su mayoría tienen permisosanuales de aprovechamiento. Casi todos tienen unpermiso por uno o dos años, pero termina este per-miso y continúan talando clandestinamente sin nin-gún control, y este es el principal problema (CuartoPoder, 4 de junio de 2001). Otro ejemplo es el de lasinvasiones y desmontes en la selva Lacandona: unsobrevuelo de monitoreo realizado por la organiza-ción Conservación Internacional (CI), el día 11 dejunio de 2001, constató que al interior de la Reser-vas Montes Azules y Lacantún existen asentamientosy deforestación (Lacandonia, junio de 2001).

Para tener una idea más clara de lo que ocurreen Chiapas en el ámbito forestal es importante se-ñalar que la producción más elevada de madera enlos años recientes se registró en 1984, cuando elgeneral Absalón Castellanos Domínguez estaba alfrente del gobierno del estado, con 347 692 m3 ro-llo, y la producción más baja se obtuvo en los años1992 y 1993, en la administración de PatrocinioGonzález Garrido, quien impuso la veda forestal fren-te al acelerado proceso de deforestación, con 33 689y 23 232 m3 rollo, respectivamente.7 Sin embargo, apartir del levantamiento armado la producción fueincrementándose de tal manera que a finales de 1994la cifra era de 41 534 m3 rollo. De acuerdo con las

cifras oficiales más recientes, en 1999 se obtuvo unaproducción de 79 474 m3 rollo (SEMARNAP, 2000).Esto sin contar la cantidad de madera producidasin permiso y que se comercializa de manera clan-destina.

III. El problema agrario como expresión delos usos y costumbres de una sociedad rural

que se resiste a desaparecer

A pregunta expresa sobre el fin de la lucha agrariaen Chiapas, un alto dirigente de una organizacióncampesina nos dijo: “la lucha por la tierra no se va aagotar porque somos un estado rural”, aunque re-conoció que en la coyuntura de 1994 se cometieroninjusticias al invadir muchas pequeñas propiedades(entrevista a dirigente de la organización Solidari-dad Campesina-Magisterial, 7 de junio de 2001).

Si en los años sesenta y setenta el problema delcampo era el latifundio, en los ochenta y noventafue el minifundio, fenómeno que mantiene una ten-dencia creciente al comenzar el siglo XXI. La frag-mentación de la tierra como consecuencia del in-cremento de la población que vive en el campo y laausencia de opciones de empleo en otras activida-des económicas han convertido a la tierra en el prin-cipal elemento de conflicto. Muchas de las disputasque ahora se observan ya no son entre “terratenien-tes” y campesinos, sino entre campesinos.

A pesar de haber tocado fondo el reparto agrario,no sólo por la cancelación legal dictada por las refor-mas al artículo 27 Constitucional en 1992, sino tam-bién porque en realidad no existe la disponibilidad detierras como en décadas pasadas cuando abundabanlos terrenos nacionales y muchas propiedades reba-saban los límites que marcaba la ley agraria, ¿por quése vuelve una y otra vez al problema de la tierra?Ahora con el gobierno de Pablo Salazar, aun cuando

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la tierra no es la principal demanda, no deja de llamarla atención que todavía aparezca como uno de lospuntos de la larga lista de peticiones de las organiza-ciones campesinas. Esto tiene que ver con el proble-ma estructural que padece Chiapas y que hasta ahorano se ha podido resolver, es decir, la posibilidad dedesarrollar otros sectores de la economía con un pro-yecto de futuro, incluyente y democrático, en el quetodos los actores económicos participen con susmejores ideas y aporten recursos para avanzar en unsendero diferente. Si los funcionarios encargados deinstrumentar los programas no tienen idea de lo quehay que hacer y tampoco se tiene claro el orden deprioridades, mucho menos lo tendrán los empresa-rios chiapanecos, los grandes, medianos y pequeñosagricultores, los campesinos que siguen en la idea depedir. En este sentido, es interesante observar cómohasta ahora, en el nuevo gobierno, las organizacionescampesinas se han limitado a presentar su “pliegopetitorio” con la idea de que el gobierno resuelvacada una de sus peticiones, que al no encontrar res-puesta satisfactoria se lanzan a las calles y toman edi-ficios públicos.

En su informe de los primeros 100 días de go-bierno, Pablo Salazar fijó la postura oficial en tornoal problema agrario: “Hemos dicho que el gobiernogarantizará todas las formas de propiedad de la tie-rra: la ejidal, la comunal y la privada. Es un compro-miso que parte del respeto a la legalidad. En estesentido, instalamos el ‘Comité de Reacción Inmedia-ta contra las Invasiones’, integrada por la Secretaríade Gobierno, la Procuraduría General de Justicia, laSecretaría de Seguridad y la Secretaría de DesarrolloRural” (Cien días de gobierno, 21 de marzo de 2001).

Días después, el gobernador Pablo Salazar reco-noció, por primera vez, que el EZLN mantenía inva-didos 275 predios en los municipios de Ocosingo,Las Margaritas y Altamirano; también indicó que

669 grupos y organizaciones distintas al EZLN habíansolicitado la compra de 71 mil hectáreas, que corres-pondían a 276 predios, de los cuales 22% ya se en-cuentran invadidos. También aceptó que “diariamentellegan a la Secretaría de Desarrollo Rural nuevas so-licitudes de tierra” (La Jornada, 15 de abril de 2001).

El nuevo gobierno reconocío que en los prime-ros cuatro meses de gobierno se habían registradoinvasiones en los predios El Naranjo, El Limón yMoxviquil, ubicados en los municipios de Bochil,Salto de Agua y San Cristóbal de Las Casas. Tam-bién confirmó que Mario Álvarez Rodríguez, diri-gente estatal de la Central Unitaria de Trabajadores(CUT) y cofundador del Congreso Permanente deOrganizaciones Sociales y Económicas de Chiapas(CPOSECH), fue detenido y encarcelado el día 1 deabril de 2001 por el delito de despojo de 532 hectá-reas, ubicadas en el municipio de Palenque, que fue-ron entregadas a 50 familias campesinas. Asimismo,se indicó que la CPOSECH exigía la entrega de 250mil hectáreas, de las cuales 100 mil tenían invadidas(véase La Jornada, 15 de abril de 2001).

Pablo Salazar ha señalado que “no va a permitirmás invasiones. Con invasiones no se resuelven losproblemas de Chiapas”. Estas declaraciones fueronratificadas por Julio César Padilla, subprocuradorde justicia de la zona norte, al indicar: “aunque sedigan luchadores sociales o líderes que quieren apo-yar al campesino, la procuraduría de justicia no tole-rará más invasiones”. El propio Subsecretario deDesarrollo Agrario, Jorge Arturo Luna Lujano, hadeclarado que no se permitirán más invasiones enel campo chiapaneco, toda vez que va en contra delos intereses de los propios campesinos (gobiernodel estado de Chiapas, comunicado de prensa 728,abril 28 de 2001).

Los primeros saldos rojos en la administracióndel nuevo gobierno ocurrieron en la noche del 19 de

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abril de 2001: ocho campesinos afiliados a la organi-zación “Alianza San Bartolomé”, de la comunidadde Canalucum, perteneciente al poblado Paraíso delGrijalva, en el municipio de Venustiano Carranza,fueron asesinados en una emboscada. Este hecho,aunque fue calificado por las autoridades del gobier-no del estado como un conflicto intercomunitario, yque luego derivó en varias líneas de investigación, noresulta del todo claro. Por una parte, se da en uncontexto donde días anteriores la OCEZ, organiza-ción que simpatiza con los comuneros de la “Casadel Pueblo”, grupo contrario al que pertenecían loscampesinos asesinados, invadió 2 mil hectáreas. Porotra parte, el mismo 19 de abril, en un comunicadode prensa, se destaca que el gobernador Pablo Salazardesahogó una intensa agenda de trabajo con orga-nizaciones sociales donde, por separado, se reuniócon la CIOAC-Independiente, con la Aric-Unión deUniones, el grupo de Las Abejas y grupos de des-plazados de las zonas Altos y Norte. El comunica-do señala que el gobernador manifestó que la tierraes una demanda creciente, pero que ésta no puedeexpandirse; “la que existe está en manos de comune-ros, ejidatarios o propietarios privados, no hay más, yel gobierno respetará a todos, por lo que no existe nihabrá un programa gubernamental de adquisición de te-rrenos” (gobierno del estado de Chiapas, comuni-cado de prensa 635, 19 de abril de 2001).

En una larga entrevista realizada por Marco LaraKlahr, reportero de El Universal, Pablo Salazar se-ñaló: “La caracterización de los finqueros de los añoscincuenta, sesenta ya no es la misma. Más de 80%de la propiedad del estado es social. Desgraciadamen-te, la lucha por la tierra ha llegado a tal nivel de degradación,que hoy son grupos de campesinos invadiéndole a otro grupode campesinos; es una lucha de pobres contra pobres. En elcentro de todo está el crecimiento de la población,que es mayor que nuestra capacidad de respuesta y

que se traduce en una enorme presión sobre la tie-rra, lo cual ha costado muchos muertos. Debemoscrear alternativas laborales, porque ya no hay tierraque repartir. Si alguien me sostiene que hay latifun-dios, estoy dispuestos a verificarlo, a hacer un censoy a repartir la tierra” (véase Cuarto Poder, 7 de mayode 2001: 14, cursivas nuestras).

La participación de destacados miembros de laCIOAC en el gabinete del nuevo gobierno ha genera-do una serie de contradicciones al interior de lasfilas de este organismo. Pero no sólo al interior deesta central sino también del mismo Partido de laRevolución Democrática (PRD), cuyo punto más ál-gido se dio con la renuncia de Gilberto Gómez Maza,entonces dirigente estatal y líder moral de dichopartido, quien criticó duramente al gobierno de Pa-blo Salazar por la utilización que éste había hechodel partido, también arremetió contra el partido se-ñalando que se había convertido en un gran negociode grupúsculos.8 Hoy la dirigencia de la CIOAC plan-tea, a través de Víctor Manuel Pérez López, vocerooficial, establecer en sus estatutos una división entrelos funcionarios que surgieron de esa organización yque ocupan cargos en el nuevo gobierno, a fin de queéstos no tengan injerencia en los asuntos de esa cen-tral (véase Cuarto Poder, 10 de abril de 2001: 14).

Pero volviendo al problema de la tierra hay ele-mentos que todavía no están claros en la políticadel nuevo gobierno. Por una parte, éste creó el lla-mado “Comité de Reacción Inmediata contra lasInvasiones”, una especie de cuerpo consultivo poli-ciaco, extrañamente sin la participación de la Secre-taría de la Reforma Agraria, para intervenir en casode invasiones, pero por otro lado, no resuelve el pro-blema de los predios invadidos por bases de apoyodel EZLN y tampoco ha dado una solución a las 100mil hectáreas invadidas por grupos afiliados a laCPOSECH.

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Como hemos afirmado en otros escritos, el pro-blema de la tierra no tiene solución en sí mismo, esdecir, la solución de los problemas del campo co-rresponde a un nuevo planteamiento de proyectode desarrollo y para ello se necesita ir más allá de lasmedidas implementadas en gobiernos anteriores; esdecir, no continuar haciendo obras con un sentidopolítico, sin articulación a un proyecto de desarrollode largo aliento. Un mal presagio para el nuevo go-bierno fue que hasta el 12 de junio de 2001, luegode una fuerte confrontación con el poder ejecutivo,el congreso local aprobó el presupuesto de egresoscuando a más tardar debió estar en los primerosdías de enero; otro elemento adicional fue el largoretraso en la elaboración del Plan Estatal de Desa-rrollo que, de acuerdo con la Ley de Planeación delestado, debió estar aprobado por el congreso delestado el día 9 de marzo. Este plan debe condensarla visión global del nuevo gobierno, tomando encuenta las necesidades reales de la población, susdemandas y aspiraciones.

¿Por qué celebrar los primeros 100 días de go-bierno, como lo hizo Vicente Fox, cuando ni si-quiera se tenía el presupuesto aprobado por el con-greso y el mismo equipo todavía no tenía el sufi-ciente conocimiento sobre el terreno que estabapisando? No se puede construir una alternativa, ymucho menos cambiar la situación imperante, condiscursos. Se necesita una discusión muy seria contodos los actores económicos, sociales y políticossobre el rumbo que debe tomar la sociedadchiapaneca, valorar lo que representan los Acuer-dos de San Andrés para la población indígena y noindígena, someter a revisión las iniciativas federalescomo el PPP y el programa Marcha hacia el Sur.

Estos elementos constituyen, como se ha men-cionado en los círculos políticos gubernamentales,parte de la transición. Sin embargo, no puede darse

una transición tan caótica, llena de sobresaltos, por-que los costos políticos serán muy altos. Es muyprobable que a estas alturas (finales de junio de 2001),la aplicación de una encuesta a la poblaciónchiapaneca revele una baja importante en la popu-laridad del gobernador Pablo Salazar, lo cual seríafrancamente preocupante porque llevaría a perderlegitimidad y eficacia, elementos fundamentales parala gobernabilidad democrática.

Por otra parte, según Arturo Warman, en Chiapasya no existen latifundios, sin embargo reconoce quehay un problema agrario, que paradójicamente notiene solución agraria, y plantea la necesidad urgen-te de que se establezca un programa de desarrolloeconómico que genere empleo y oportunidades, quesustituya tecnologías que requieren de mucha tie-rra. Señala que –en el tiempo en que fue secretariode la Reforma Agraria– se pidió a todo mundo quese hicieran denuncias y no se recibió ninguna de-nuncia precisa y concreta respecto a la existencia delatifundios. En alusión al programa de compra detierras indica que de las propiedades que se com-praron –en total 260 mil hectáreas–, el promedio esinferior a las 70 hectáreas, y hay que recordar que enesas condiciones el límite de la pequeña propiedadganadera es de 500 hectáreas9. La fragmentación nose da sólo en la propiedad social, sino también en laprivada, y mucha gente, en efecto, fue despojada de20 hectáreas (Cuarto Poder 15 de abril de 2001: 38).

IV. Entre las recetas del Plan PueblaPanamá y la economía solidaria

Frente a los males que padece el sureste mexicano,Chiapas en particular, el gobierno federal ha lanza-do el Plan Puebla Panamá (PPP). Desde su anuncio,éste ha recibido fuertes críticas que han subido detono con el rechazo del EZLN a dicho proyecto. Las

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críticas más fuertes se ubican en los riesgos que,según los críticos, entraña la puesta en marcha deun proyecto empresarial sustentado en inversionesmultimillonarias de los hombres de negocios másimportantes del país, acompañado de la inversiónextranjera, fundamentalmente por la vía de lamaquila. La mayoría de las ONG que se han pronun-ciado en contra de este plan señalan que hay otrasvías para el desarrollo de estados como Chiapas, yhan puesto el énfasis en la llamada economía solidaria.¿Cuál es la garantía que ofrecen las vías del desarro-llo planteadas por ambas visiones, es decir, economíasolidaria versus PPP? Lo cierto es que no hay vías se-guras, desde hace algunas décadas hemos asistido alfin de las certidumbres (Prigogine, 1997). Esto lleva alcuestionamiento del determinismo, de la relacióndel presente y futuro, y del reconocimiento del pa-pel primordial de las fluctuaciones y la inestabilidaden la construcción del futuro.

Una primera lectura del documento base del PPP,capítulo México, no arroja mucha luz sobre lospropósitos ocultos de biopiratería y de convertir alos indios en mano de obra barata. El diagnósticoes de carácter descriptivo y poco analítico, en estoradica su mayor debilidad, lo cual no equivale adecir que sea incorrecto pues en las líneas másamplias señala aspectos que son parte de la realidadque viven los estados del sureste del país. Sin em-bargo, si consideramos que el diagnóstico juega unpapel fundamental en la formulación de políticasque permitan superar los problemas que padece laregión, podemos decir que hace falta un análisiscrítico y profundo sobre la situación estructural, elorigen de los problemas, la situación actual y losfactores que favorecen la reproducción del círculodel subdesarrollo.

Pero vayamos a la parte más sustantiva del PPP,a su visión para rescatar la macrorregión y a sus

pobladores de las condiciones de pobreza ymarginación:

Un esfuerzo conjunto entre Centroamérica yMéxico para el desarrollo de la macrorregióncomprendida entre el estado de Puebla de Méxicoy Panamá, en una marco respetuoso deconcertación, entendimientos y consensos y depleno respeto a la soberanía de los Estadoscomprendidos en ella, permite que dicha regiónhaga valer su potencialidad y características paraconvertirse en un polo de desarrollo de “clase mundial”en América Latina.

Los beneficios para la región Sur-Sureste de México yCentroamérica son sustanciales y les permiten superar elrezago existente, mejorando la calidad de vida de sushabitantes a través de una mayor y mejor educación, uncrecimiento económico sostenido y sustentable (con tasassuperiores a la media internacional y en actividadesde creciente valor agregado), la generación deempleos bien remunerados, la armonización deldesarrollo social y humano de la población conun aprovechamiento eficiente de los recursos yuna expansión e integración comercial (37,cursivas nuestras).

¿Cómo pasar de ser la región más atrasada ymarginada a convertirse en polo de desarrollo “cla-se mundial” en América Latina? ¿Cómo poner depie lo que está de cabeza? Los sueños y fantasías delPPP son verdaderamente sorprendentes. La situaciónestructural que padece la macrorregión se deriva deun abigarrado complejo de problemas relacionadoscon las políticas públicas que no pudieron o no qui-sieron compensar los efectos del capitalismo disfor-me que privó en México durante el siglo pasado;con la actuación de los grupos de poder y de losgobiernos locales que se conformaron con aplicarprogramas diseñados desde el centro del país, losproyectos de las grandes hidroeléctricas construidas

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en Chiapas y de los complejos petroleros en variosestados de la región constituyen ejemplos claros deesta política deliberada de extracción de rentas.

Lo que vemos en varios estados del sureste delpaís es una agricultura en crisis, que no sólo hadejado de generar excedentes para transferir al sec-tor industrial, como lo hizo durante el llamado“Milagro mexicano”, sino que tampoco generarecursos suficientes para incrementar su producti-vidad. El medio rural, por lo menos en el estadode Chiapas, acusa graves problemas socialesgestados a lo largo de varias décadas: miseria so-cial, intolerancia religiosa, disputas violentas portierras, minifundización, baja productividad, des-trucción del hábitat, etcétera.

El PPP reconoce, y esto no es nada nuevo en losdocumentos oficiales en los gobiernos preceden-tes, que:

La región es la principal generadora del país dediversos productos agrícolas, entre los quedestacan frutas, café y cacao. Su vocación inmediatadescansa en las actividades agropecuarias, las forestales,las piscícolas (pesca y acuacultura) y el turismo. Unaparte importante de la región (en particular enla Costa del Golfo de México) cuenta conimportantes yacimientos de hidrocarburos. No debendescartarse tampoco las actividades extractivasminerales (en particular las no metálicas). Existetambién en la región potencial para explotar suscondiciones ístmicas para convertirse en paso de cargaentre el Pacífico y el golfo de México. El desarrollo dela región se ha concentrado hasta ahora en lossectores tradicionales. Se requiere que el Planconsiga un desarrollo mejor balanceado; enparticular, sería deseable un mayor grado deindustrialización en ramos vinculados a las vocacionesde la región y un desarrollo industrial inducido enotros de mayor valor agregado (40, cursivasnuestras).

Este párrafo sintetiza, en buena medida, los ejessobre los cuales se montará el PPP: agricultura deplantaciones, recursos forestales, piscícolas y el tu-rismo; también en la explotación de hidrocarburosy las ventajas de localización que ofrece el istmo deMéxico para el transporte interoceánico.Adicionalmente, se menciona la necesidad de mayorindustrialización de acuerdo con las vocaciones de laregión, así como la inducción de procesos industria-les de mayor valor agregado. El gran reto consisteen cómo hacer que los recursos agrícolas y foresta-les –por cierto no menciona a la ganadería bovinaque es la que ocupa las mayores superficies, ya en1980 poco más de 8 millones de hectáreas de pastosse encontraban en los estados de Chiapas, Tabasco,Veracruz y Campeche– abonen al desarrollo de lamacrorregión porque justamente estas actividadeshan profundizado el subdesarrollo. Las frutas tro-picales y el café, que constituyen el postre para lospaíses desarrollados, han tenido a lo largo de su his-toria crisis recurrentes que han empobrecido aúnmás a los productores, sobre todo a los pequeños ymedianos. Los recursos forestales han sido prácti-camente devastados en los estados de Veracruz yTabasco, y los que aún quedan en Quintana Roo,Campeche y Chiapas están en un proceso aceleradode destrucción.

Frente a la oferta del gobierno federal, ¿existeun proyecto alternativo? El único visible hasta aho-ra es la economía solidaria. Se trata de una propuestaque lleva por lo menos 20 años de ejecución, encuyo centro está el sujeto consciente. Esta idea hasido puesta en práctica por algunas organizacionescampesinas que, alentadas sobre todo por la Iglesia,reivindican la solidaridad y el compromiso de undesarrollo de tipo comunitario con base en princi-pios morales que lleven al cambio social, sin perderde vista la dimensión humana. Esta propuesta des-

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cansa en tres aspectos: 1) capacitación administrati-va, 2) capacitación técnico-agrícola y 3) gestión derecursos financieros. En el primer aspecto se tomanen consideración las habilidades para fortalecer laorganización; el cálculo de los costos de produc-ción; la planeación estratégica para evitar el desabastoalimentario; el desarrollo de habilidades de liderazgo;la motivación para la capacidad negociadora de losparticipantes para reducir costos de producción eincrementar las ganancias, y la administración de laproducción para evitar la venta prematura de la co-secha (véase Salgado,1997). En el segundo aspectose buscan soluciones conjuntas con el propósito delograr mayor productividad agrícola en las comuni-dades, y en el tercer aspecto se recurre a organismosinternacionales como el PNUD, OXFAM, FraternidadSt. Paul, etcétera, para apoyar pequeñas unidadesproductivas con métodos de autogestión.

La economía solidaria hace hincapié en el desarrollode pequeños proyectos, y éste es un punto centraljunto con el papel del sujeto social, porque se partedel supuesto de que los proyectos grandes corren elriesgo de crear diferencias que llegan a generar gru-pos de poder y a estimular el egoísmo humano. Elrazonamiento es muy sencillo: “cuando hay dinero, lasolidaridad puede llegar a ser un valor secundario”(Salgado, 1997: 25).

Esta última idea lleva a preguntarnos sobre loslímites de las escalas de los proyectos y sobre la po-sibilidad de una salida al neoliberalismo y laglobalización con proyectos de mayor tamaño queahorren insumos, mano de obra, recursos financie-ros, costos de transacción, etcétera. Y es que hoy larealidad es muy distinta a la de hace 20 años por loque las estrategias para un nuevo estilo de desarrollobasado en la economía moral deben cambiar. Paraesto es necesario un amplio debate que conduzca aver las interacciones del conjunto de la economía

chiapaneca y de ésta con el resto del país. La pre-gunta central para comenzar este debate es la si-guiente: ¿en qué medida la economía solidaria puestaen práctica por algunas organizaciones de peque-ños productores ha llevado a un cambio en las con-diciones de vida de la población?

Frente a la propuesta del gobierno federal y lade la economía solidaria es necesario reconocer la rea-lidad regional, a partir de la cual confrontar las víasde desarrollo. Como hemos señalado anteriormen-te, la economía agraria chiapaneca ha transitado deuna estructura latifundista a un crecienteminifundismo, y en el ámbito urbano prácticamen-te no existe una industria manufacturera sólida. Fuerade la disminuida actividad petrolera y de la genera-ción de energía hidroeléctrica, la mediana y granempresa está ausente de Chiapas, es decir, existe unpredominio absoluto de lo que podríamos denomi-nar changarrerío industrial, y la industria maquiladora,después de muchos años de residencia en el país, nose conoce en la entidad, lo que evidencia la falta decondiciones para que este tipo de actividades sedesarrolle en el estado, y es en este sentido que elPPP tendrá un papel relevante al crear la infraestruc-tura necesaria.

De acuerdo con la información de INEGI, en 1993se contabilizaron 8 183 establecimientos manufac-tureros, de los cuales 2 865 (35%) pertenecían a larama de alimentos, bebidas y tabaco. El personalocupado en la industria fue de 27 246, de lo queresulta un promedio de 3.3 empleados por estable-cimiento. Por su parte, la rama de alimentos, bebi-das y tabaco absorbió 12 619 trabajadores (46.3%),es decir, un promedio de 4.4 obreros por estableci-miento. Dentro de esta rama, el mayor número deestablecimientos perteneció a las actividades demolienda de nixtamal y fabricación de tortillas: setrata de 1 275 establecimientos donde laboraban 3

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106 trabajadores, es decir, un promedio de 2.4 tra-bajadores por establecimiento. Le sigue en impor-tancia la rama de textiles y prendas de vestir, con 1851 establecimientos (22.6%) y 2 763 empleados(10.1%), esto es, un promedio de 1.49 trabajadorespor establecimiento. En orden descendente está larama de madera y productos derivados con 1 155establecimientos y 2 789 obreros, de lo que resulta unpromedio de 2.4 trabajadores por establecimiento.Finalmente, tenemos la rama de sustancias químicasy derivados del petróleo con 50 establecimientos y 2882 empleados, un promedio de 57.6 trabajadorespor establecimiento.

Respecto al comercio también se observa unaestructura muy parecida a la de la industria manu-facturera, pues en su mayoría son establecimientosmicro, que por su número alcanzan a emplear, enconjunto, una masa mayor de trabajadores, que enmuchos casos son miembros de la misma familia.Para el mismo año, 1993, el número de estableci-mientos registrados por el INEGI llegó a los 36 427 yel personal ocupado fue de 76 716, de lo que resultaun promedio de 2.1 trabajadores por establecimien-to. Si analizamos el número de establecimientos ypersonal ocupado por estratos podemos observar queel mayor número se concentró en el rango de 0 a 2personas, donde se registraron 32 302 establecimien-tos (88.7%), con 41 482 empleados (54.1%); el se-gundo rango, que va de 3 a 5 personas, sumó 2 882establecimientos (7.9%), con 10 013 empleados(13%). El porcentaje acumulado de ambos rangossuma 96.6% de los establecimientos y 67.1% delpersonal ocupado.

Además, la poca actividad manufacturera estáconcentrada en unos cuantos municipios, lo que traecomo consecuencia una serie de distorsiones eco-nómicas y de orden social, como la distribucióndesigual del ingreso, el bajo dinamismo en el merca-

do interno y las desigualdades sociales que se trans-forman en un exceso de demandas que rebasan lacapacidad de respuesta del gobierno estatal y fede-ral. Para dar una idea de este fenómeno en la activi-dad manufacturera, basta con revisar las cifras queofrecen los más recientes censos económicos: tene-mos que siete municipios10 concentraban 35.6% delos establecimientos; estos mismos centralizaban57.3% del personal ocupado y 73.3% de las remu-neraciones totales al personal ocupado, lo mismoocurre con el valor agregado censal cuya concentra-ción fue de 73.9%. Dentro de estos siete munici-pios, sobresalen tres de ellos: Reforma, Tapachula yTuxtla Gutiérrez, que presentaron niveles de con-centración muy altos: en lo que respecta al personalocupado fue de 43.4%, las remuneraciones al per-sonal ocupado de 64.6% y en cuanto al valor agre-gado censal de 62%.

El mismo patrón asimétrico se observa en elcomercio, donde pocos municipios11 tienen un pesoenorme en el subsector. A diferencia de la actividadmanufacturera, Tuxtla Gutiérrez genera el mayorvalor agregado, pues su condición de capital le con-fiere la posibilidad de una actividad mayor. Aquítienen asiento los establecimientos más grandes, te-niendo un gran peso los almacenes de autoserviciocomo Sam’s Club, Chedrahui, Aurrerá y Gigante. ATuxtla acude una gran cantidad de población deotros municipios de la región Centro del estado yde Los Altos, incluso de municipios más lejanoscomo Ocosingo y Comitán.

Frente a la estructura de la industria y del comer-cio, que no ha redundado en un proceso de desarro-llo vigoroso, capaz de ofrecer mayores y mejoresoportunidades para elevar la calidad de vida de loschiapanecos, por qué profundizar la changarrizaciónde Chiapas. Esta visión del gobierno federal, quizáinspirada en la proposición de Shumacher: Small is

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beatiful, lleva a más de lo mismo y es que, en el fon-do, no existe una política industrial que responda alas necesidades del país y se recurre al expediente delos changarros que, por lo demás, resulta una pro-puesta que tendrá escasos efectos no sólo por laescasez de recursos –200 millones de pesos para elaño 2001– sino por las elevadas tasas de interés.

Por otra parte, y como complemento de loschangarros, está el planteamiento de construir los co-rredores maquiladores que si bien generan empleosde calidad y remuneración muy cuestionables, noarrastran a otros sectores económicos dado que lasmaterias primas utilizadas son importadas. Sin em-bargo, no creemos que en el corto plazo –tres años–Chiapas se convierta en un estado maquilador yaque necesariamente tendrá que haber una etapa paracrear condiciones mínimas para que estas empresasoperen, en particular la infraestructura es un ele-mento clave. De ahí que la prioridad del PPP sea lacreación de los ejes carreteros costeros, el canal secointeroceánico del istmo de Tehuantepec, la rehabili-tación del ferrocarril Chiapas-Mayab y de PuertoMadero, por cierto muy cuestionable porque desdehace tiempo se viene invirtiendo sin resultados de-bido a su mala ubicación.

Lo que debemos tener claro, en principio, es queChiapas no puede ser analizado como un espacioaislado. Hoy más que nunca los factores exógenosjuegan un papel de primer orden en la dinámica dela entidad. Por principio de cuentas, no hay que ol-vidar que el territorio chiapaneco forma parte deuna entidad más amplia que es México, un país quetiene un gobierno central y se rige, por lo menos enteoría, bajo un pacto federal. Esta particularidad haceque el destino de los chiapanecos no sea definidoexclusivamente por ellos, las políticas públicas deorden federal imponen una forma, una orientaciónen el estilo de desarrollo, incluso el gasto público

que sustentan las acciones de política social y eco-nómica viene con el sello del gobierno central. Di-cho en otros términos, la autonomía de Chiapas,como Estado Libre y Soberano, es extremadamen-te acotada.

V. De la aldea global a la aldea local

Como señala Wallerstein (1998), nadie está en con-tra del desarrollo. Desde posiciones de izquierda,centro o derecha se reivindica el desarrollo. Pero elproblema consiste en cómo lograr esto que se llamadesarrollo, qué vía es la más adecuada para alcan-zarlo. La historia del siglo XX se caracterizó por elensayo de numerosas vías: socialismo real, capitalis-mo de estado, apertura comercial, “libre” mercado.Sin embargo, ninguna de estas vías ha logrado eldesarrollo sin consecuencias drásticas para impor-tantes sectores de la población mundial y sin la des-trucción de los recursos naturales, sobre todo de lospaíses subdesarrollados.

El desarrollo bajo sus distintas vertientes ha te-nido costos muy altos para la humanidad, pero hayquienes justifican los costos porque, según este ra-zonamiento, lo que se ha conseguido compensa lossaldos negativos. Al comenzar el siglo XXI, muchasde las metas del desarrollo que ya habían sido al-canzadas hace cuarenta o cincuenta años todavíano se han cumplido en muchos países de los conti-nentes africano y americano. Los organismos inter-nacionales como el Fondo Monetario Internacionaly el Banco Mundial han expresado preocupaciónpor el crecimiento del número de pobres en el mun-do y han lanzado iniciativas que pretenden mitigarlas desigualdades cuyas brechas se han ampliadoenormemente, no solamente entre pobres y ricos,sino al interior de estos dos sectores, situación queha elevado los niveles de tensión y conflictividad en

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todo el mundo. El Banco Mundial ha venido re-creando el discurso del desarrollo sostenible o sus-tentable, un discurso cuestionable en un contextode economía real donde el Estado ha dejado en ma-nos del mercado muchas de las funciones regulatoriasque antes tenía. Las falacias del desarrollo sustenta-ble se han convertido, de tanto repetirlo, en sloganpublicitario que sirve para obtener financiamientosinternacionales.

La globalización económica se ha venido expre-sando de distintas maneras en los países. Hay re-giones que ganan y hay regiones que pierden.Paradójicamente, las regiones excluidas de laglobalización han cargado con los efectos más ne-gativos de este proceso: destrucción de recursosnaturales, desempleo, desnutrición, enfermedadesrelacionadas con la pobreza, bajos niveles de ingreso,altos índices de analfabetismo, etcétera. Pero las re-giones globalizadas tampoco gozan de un desarrolloarmónico y generalizado. En Europa y Estados Uni-dos existen sectores sociales excluidos de los benefi-cios de la globalización, el número de desempleadosy pobres ha aumentado considerablemente. Estoshechos están cuestionando fuertemente el procesode globalización y el modelo económico neoliberalen el que se sustenta. Los movimientos globalifóbicosse han hecho cada vez más fuertes y mejorpertrechados, lo que ha llevado a los países másindustrializados del mundo, agrupados en el llamadoG-7, a plantear un “diálogo” con los representantesde las corrientes que encabezan las manifestaciones.

La economía mexicana es una de las más abier-tas del mundo. México es el país que ha firmadomás tratados comerciales y, sin embargo, los benefi-cios que supuestamente debían derivarse de estosacuerdos no han favorecido a la mayoría de su po-blación. El número de pobres ha crecido considera-blemente y la brecha de desigualdad entre regiones

ha aumentado. La región sur-sureste, que desde dé-cadas atrás acusa un rezago en relación con el cen-tro y norte, ha profundizado su atraso y con ello losconflictos sociopolíticos también han aumentado.En este contexto, el PPP es una respuesta guberna-mental que pretende atenuar los desfases del desa-rrollo entre las regiones del país y compensar, enalgún grado, las desigualdades económicas y so-ciales presentes.

En los últimos años, Chiapas ha pasado de seruna entidad relativamente cerrada a una entidadabierta, al grado que muchos de los problemas quehoy experimenta no pueden explicarse cabalmentesi no se toman en cuenta las condiciones de contex-to que de una u otra manera influyen en su situa-ción. Como parte de México, Chiapas no es ajeno alos efectos de la aplicación de políticas económicasorientadas a la apertura de fronteras y de la firma deacuerdos bilaterales y multilaterales en los últimosquince años. Éstos no se constriñen al ámbito de laeconomía y de las relaciones comerciales, de hechocruzan todas las esferas de la vida social, política ycultural: la garantía a los derechos humanos y elfortalecimiento de la democracia han sido elemen-tos que condicionaron la firma del Tratado de LibreComercio entre México y la Unión Europea (TLCUE);el convenio 169 de la ONU, que entró en vigor enseptiembre de 1990, ha sido uno de los asideros deldebate en torno a los Acuerdos de San Andrés; elConvenio de Biodiversidad con vigencia desde 1992,los tratados de libre comercio con América del Norte(TLCAN), con el G3, con Costa Rica, Nicaragua, conIsrael y más reciente con el Triángulo del Norte deCentroamérica, constituyen tan sólo algunos ejem-plos de la nueva realidad que vive nuestro país.

Los procesos de globalización económica hantraído como consecuencia la emergencia de nuevosretos y desafíos para todos los países y, en general,

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para las sociedades y grupos inmersos en ellos quelos obliga a actuar en forma deliberada para la de-fensa de sus intereses particulares. La globalizaciónestá representando para Chiapas la profundizaciónde las condiciones de subdesarrollo y de miseria degrandes sectores de población. Está significando elresquebrajamiento del precario equilibrio de los pro-ductores rurales, llegando a trastocar el tejido socialcomo consecuencia de los conflictos provocadospor la crisis económica y política.

Chiapas se encuentra al margen de los “benefi-cios” de la globalización en términos de la inver-sión nacional y extranjera: de las 32 entidades delpaís, la entidad ocupa el penúltimo lugar en mate-ria de inversión extranjera directa (IED) y el montototal de la inversión de este tipo representó, entreenero de 1994 y marzo del año 2000, 5.4 millonesde dólares. La IED está concentrada en 22 empre-sas, equivalente a 0.1% del total de las empresasen el país con IED, que suman 18 mil 809. Lasempresas con presencia en Chiapas se ubican enseis municipios: 12 en Tapachula, seis en TuxtlaGutiérrez, una en Comitán, una en Chiapa deCorzo, una en Ocosingo y una en Pijijiapan. Encuanto a su origen, siete provienen de EstadosUnidos, cinco de Guatemala (entre las que se en-cuentra Agroshule y Grupo Caribe), dos de CostaRica y dos de Suiza; Tailandia, España, Inglaterray Canadá participan con una empresa, respectiva-mente. La aportación de capital de estas empresasen ninguno de los casos es de 100%, la mayoría esmenor a 50%: 10 de éstas se ubican en actividadescomerciales; ocho en la industria manufacturera;dos se encuentran en el sector agropecuario; y lasdos restantes en la rama de servicios financieros.

A partir de que el subcomandante Marcos con-denó el PPP, en el contexto de la marcha zapatistaque se inició en La Realidad y culminó en el Dis-

trito Federal, algunas voces han advertido las con-secuencias negativas del PPP, particularmente paralas comunidades indígenas, las que se pretende in-corporar a la corriente del desarrollo impulsadapor el Plan. Dentro de las críticas más fuertes estáel señalamiento de que dicha iniciativa pretendeabrir las puertas al capital transnacional y al grancapital nacional, como el vilipendiado grupo Saviadel empresario regiomontano Alfonso Romo. Se-gún estas críticas, los empresarios explotarían losrecursos naturales y la biodiversidad, que se consi-dera patrimonio de las comunidades indígenas.También se ha dicho que la iniciativa pretendeconvertir el sureste mexicano en una regiónmaquiladora, aprovechando la mano de obra ba-rata que ofrecen los estados, con una poblaciónrural subempleada y empobrecida.

Secundando esta condena, algunos intelectualesy dirigentes políticos han manifestado su rechazo ala iniciativa PPP. Lo curioso del asunto es que enmuchos casos los argumentos tienen un sello deetnicidad. Un buen ejemplo de esto es la argumen-tación que presenta el senador Daniel López Nelio,que en un artículo publicado en la revista Memoriaseñala:

No pretendo que el plan deba ser juzgado yrechazado sin conocerlo. Pero precisamenteentre las razones que hacen que los pueblosindígenas puedan tener muchas dudas y hastauna primera reacción de rechazo hacia elmencionado plan se encuentra, precisamente,la escasa información que hasta el momento hanrecibido los mexicanos, y los pueblos indígenasen particular, acerca de lo que implica concretay precisamente ese proyecto presidencial.

En cualquier caso, ya hay un motivo para laalarma, puesto que el gobierno impulsor de tal

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plan no ha dado la menor muestra seria de tenerla intención de consultar a la población que seríainvolucrada, particularmente a la poblaciónindígena. Esto incluye, en primer lugar, el que seexponga claramente a los pueblos en quéconsiste el plan, cuáles son los términos de supuesta en práctica, qué implicaciones de todotipo (sociales, culturales, económicas, ecológicas,etcétera) tendrá para la gente y qué beneficiosse derivarán de su aplicación.

En suma, mientras no se hagan las aclaracionespertinentes sobre éstos y otros puntos básicos,los pueblos indígenas no estaremos confiados, nimucho menos. Estaremos vigilantes y, al mismotiempo, exigiendo y luchando porque se realiceuna condición fundamental: el reconocimientode nuestros derechos políticos, sociales, culturalesy económicos, es decir, el reconocimiento denuestra autonomía en tanto pueblos.

Esa es la condición y la base para que cualquierplan que afecte nuestros territorios se realice apartir de un diálogo equilibrado, de una nego-ciación justa y sobre cimientos que garanticen unverdadero desarrollo para nuestros pueblos y elmantenimiento y enriquecimiento de nuestrasculturas (López, 2001:30-31).

La iniciativa PPP constituye una evidencia de queel proceso de globalización seguirá su marcha. Lavertiente económica del PPP, en su capítulo México,que es el programa Marcha hacia el Sur, reafirmaesta apreciación. Sin embargo, el rechazo o la acep-tación condicionada de tal iniciativa tiene que vercon la idea de desarrollo que se tenga y la posibili-dad de ofrecer una alternativa convincente. En estasituación se encuentran algunos sectores políticoscomo el Partido de la Revolución Democrática (PRD),el que está considerando presentar al presidente

Vicente Fox una guía para que no cometa errores alejecutar el PPP y “no se le venga abajo”. Una partede la dirigencia de PRD está de acuerdo con que lainiciativa se lleve a cabo, siempre y cuando haya metasfijas en desarrollo rural, laboral, educación ysustentabilidad. Señalan que “el PPP debe garantizarla soberanía del país, considerar los derechos auto-nómicos de los pueblos con mecanismos de partici-pación social mucho más amplios que el ConsejoConsultivo...exigimos que el crecimiento de la regiónesté acompañado de un nivel de desarrollo humanoequiparable a lo que se pueda lograr con la aplica-ción correcta de políticas públicas que no sólo privi-legien la inversión, sino que exista un compromisosocial para las comunidades y pueblos indígenas aligual que un compromiso que asegure el equilibrioy preservación de medio ambiente” (Cuarto Poder, 4de junio de 2001: 42).

La situación creada por el conflicto que estalló el1 de enero de 1994 y la crisis de la economía mexica-na de 1995 se expresaron en un profundo deteriorode la actividad económica chiapaneca, cuyo PIB nosólo no creció sino que registró una tasa de -0.2% enel periodo 1994-1995. El descalabro de las finanzasmexicanas y el clima político-militar afectaron demanera particular al sector terciario, pues una de lasprincipales fuentes de ingreso, el turismo, sufrió elmayor impacto; fue la división de comercio, restau-rantes y hoteles la que experimentó el más fuerteretroceso al presentar una tasa de -10.9%.

Para frenar la crisis económica, el gobernadorinterino, Roberto Albores Guillén, propuso su mini“Plan Marshall” que, entre otras cosas, buscaba ge-nerar 300 mil empleos, 100 mil cada año. Para estepropósito, se invitó a los empresarios del centro y ala Corporación Financiera Internacional,12 filial delBanco Mundial, para integrar un proyecto que po-sibilitara el rescate de la economía chiapaneca y per-

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mitiera la generación de empleos. Sin embargo, lostimoratos empresarios no estaban dispuestos a po-ner en peligro sus capitales y arreglaron un progra-ma que les diera certidumbre, de tal forma que elgobierno del estado se constituyó en garante. Deesta manera surgió, en 1995, el fideicomiso llamado“Fondo Chiapas”, que luego se convertiría en So-ciedad de Inversión de Capitales (Sinca); se trata decapitales de riesgo que son compartidos por los go-biernos federal y del estado, con esquemas de inver-sión ventajosos para los inversionistas, en los que lacreación de infraestructura y los subsidios son partede la oferta que hace el gobierno para atraer capital,pero una vez que recuperan su inversión y obtienenlos beneficios esperados se retiran del negocio.

En los últimos años se ha venido señalando,con insistencia, los intereses empresariales sobreChiapas. Sin embargo, las evidencias demuestranque el capital no fluyó en las proporciones espera-das y en esto tienen que ver la lógica y la naturalezadel capital, el cual requiere de las condiciones ade-cuadas para que se reproduzca y obtenga el óptimode ganancias. Uno de los hombres de negociosmás señalados por los críticos es Alfonso Romo-Madero, y es que, según sus declaraciones, “PulsarInternacional llegó a Chiapas en 1992, desarro-llando proyectos agrícolas y muchas fuentes detrabajo. No importa el monto de inversión. Hemoscreado 15 mil empleos y 2 500 socios, eso es loimportante” (Vidal, 2001: 35).

La imagen de Alfonso Romo ha crecido en losúltimos años. Se ha mencionado que en 1996 habríadonado 10 millones de dólares a la organización Con-servación Internacional para la preservación de la selvaLacandona y en mayo de 1999 se anunciaba que elGrupo Pulsar invertiría 300 millones de dólares en eldesarrollo de plantaciones forestales. Por medio desu filial, Desarrollo Forestal, se tenía contemplado

plantar 300 mil hectáreas de nuevos bosques enTabasco y Chiapas, para generar una producción anualde ocho millones de toneladas al año, lo que equivalea la actual producción de madera del país (Vidal).

Pero más allá de la publicidad que adquirió elFondo Chiapas, en la práctica no logró atraer la in-versión de los grandes capitales. Para empezar, elmulticitado Alfonso Romo no invirtió en las pro-metidas plantaciones forestales y de los 40 millonesde dólares comprometidos para 1995, hasta princi-pios del año 2001 la inversión acumulada ascendíaa 300 millones de pesos,13 incluidos los 7.5 millonesde dólares del Parque Ecoturístico Cañón del Su-midero que se encuentra desfasado (alrededor de30 millones de dólares en seis años). El gran pro-yecto, que todavía no ha sido aprobado, es la cons-trucción del aeropuerto regional en el valle de Acala,con una inversión de 40 a 50 millones de dólares ycapacidad para operar 15 mil vuelos anuales. El fra-caso del Fondo Chiapas también se manifiesta enque no fue suficiente la presencia del Grupo Mode-lo, Maseca, Minsa, Grupo Mexicano de Desarrollo,Bital, Grupo Escorpión y Santander, que formabanel consejo de administración, para atraer los capita-les. Además de que no logró generar los empleosque la administración de Roberto Albores habíaanunciado como meta de gobierno.

Algunos de los creadores del Fondo Chiapas ca-yeron en desgracia, es el caso de Roberto Alcántara,quien perdió el control de Bancrecer, y de AdriánSada que le ocurrió lo mismo con banca Serfin. Losque se mantienen de manera firme son las empre-sas que después de la creación de este Fondo seincluyeron, tal es el caso de las empresas Minsa yMaseca, y aunque se sigue incluyendo a la empresaNestlé lo cierto es que ésta data de los años sesentay no es producto de la coyuntura de 1994. La quepuede considerarse nueva es la empresa estadunidese

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Genesse & Wyoming, que logró la concesión delFerrocarril Chiapas-Mayab.

En un nuevo intento por convencer a los due-ños del capital para invertir en la región sureste, es-pecialmente en Chiapas, el gobierno federal lanza lainiciativa PPP, mediante la cual se busca cumplir unade las condiciones para la inversión, la creación deinfraestructura. No es casual que en el arranquedel programa se tenga como prioridad la creacióny rehabilitación de las vías de comunicación aéreay terrestre. En este sentido, Florencio Salazar, coor-dinador del PPP, es claro al señalar que los primerosempresarios interesados en invertir son “Isaac Saba,Moisés Saba y Alfonso Romo, quien ya está invir-tiendo en la región, pero hemos tenido reunionescon empresarios muy destacados que quieren saberqué facilidades y estímulos fiscales se van a dar; otros pre-guntan de qué infraestructura se dispone y algunos pidenque les digamos de qué manera se pueden atraerinversiones (véase La Jornada, 16 de abril de 2001,cursivas nuestras).

La complejidad de la globalización, en su etapareciente,14 está teniendo efectos múltiples que seexpresan en el redimensionamiento y resignificaciónde viejos problemas que ya estaban presentes enChiapas: predominio absoluto de la población ruralsobre la urbana15; profundización de la crisis agríco-la; empleo no remunerado y pobreza estructural.Además, estamos en presencia de nuevos fenóme-nos como el crecimiento de la economía informal yla saturación de los espacios de intercambio; au-mento de la población urbana “sin urbanización”,provocado por el desplazamiento de miles de per-sonas que generan fuertes tensiones en localidadesurbanas como San Cristóbal de Las Casas, Comitán,Ocosingo y Palenque, entre otras, y que se expresancomo procesos de “indianización”. Como parte delos nuevos procesos que genera la globalización está

la formación de nuevos municipios y de munici-pios autónomos fundados por el EZLN.

Todo esto ha tenido efectos importantes en losámbitos del crecimiento y desarrollo económico, queno contribuyen a superar la endeble y deficiente es-tructura económica; asimismo, ha provocado unacelerado proceso de deterioro de los recursos na-turales, y en términos sociopolíticos se expresa enprácticas que han fortalecido el clientelismo y la re-cuperación de espacios perdidos por el Partido Re-volucionario Institucional (PRI). La fuerte presiónsobre el campo ha configurado un entorno de ma-yor pobreza de la población chiapaneca, pues lasexpectativas de vida de la mayoría de la poblaciónestán centradas en el campo. Los programas guber-namentales como el PROCAMPO y el programa deeducación, salud y alimentación (PROGRESA) han con-tribuido de manera decisiva a la configuración de larealidad que hoy vive la entidad.

Frente a los efectos negativos de la globalización,en Chiapas se mantiene la idea de defender la de-manda de hacer valer los Acuerdos de San Andrés y,en este contexto, la cuestión de la autonomía. Noobstante, en la “aldea local” las cosas no son comoparecen. Suponiendo que la autonomía fuese acepta-da por el Estado en los términos que lo propone elEZLN, existen dos problemas fundamentales que laautonomía no podrá resolver: el primero tiene quever con la concepción de comunidad y pueblo indí-gena, que denota la ausencia de tensiones, conflictos,diferenciación social, económica y religiosa. En unaproporción bastante significativa, en los municipiosy localidades donde habitan poblaciones indígenasexisten fuertes divisiones provocadas por disputasen torno a la tierra y por el control político y religio-so, los ejemplos más evidentes se pueden encontraren municipios como Chalchihuitán, Chamula,Chenalhó, San Andrés Larráinzar, Sabanilla,

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Tenejapa, Tila y Venustiano Carranza. El segundoproblema se refiere a la economía y a la base materialsobre la que se sustentan las actividades productivas;así, resulta muy difícil pensar en el concepto de desa-rrollo sustentable en un contexto de pobreza y mise-ria en que se encuentra el grueso de la poblaciónindígena y donde los recursos materiales no guardanproporción con las necesidades de crecimiento y de-sarrollo de la población: es decir, a la escasez de agua,tierras de cultivo y de bosques para la explotaciónmaderable se añade el deterioro que cada año sufrenéstos por la presión que ejerce la población y por losinadecuados métodos de manejo.

En el mejor de los casos, es posible que en losterritorios donde la dotación de recursos productivoses más abundante y la diferenciación económica ysociopolítica no tan pronunciada tenga viabilidad laautonomía. No obstante, se mantiene la interroganteen el sentido de su funcionamiento al margen de losmercados y de la política estatal y nacional. En estesentido, el problema va más allá en tanto que el en-torno obligará a cierta dinámica que rompería con laidea de la autodeterminación. El proceso de apropia-ción del excedente, por ejemplo, la acumulación mis-ma, la dependencia de la población del mercado detrabajo y de mercancías para satisfacer sus necesidades,obligarán a formas de producción no necesariamen-te bajo el principio de “sustentabilidad”.

Reflexión final: debate sobreChiapas-debate de las ideas

Chiapas transita por uno de los momentos más di-fíciles de su historia. Los problemas sobrepasan lascapacidades del gobierno y de los partidos políticos.En medio de las expectativas de sectores importan-tes de la sociedad local, que reclamaban un cambio,surge un candidato al gobierno del estado producto

de una alianza de cuatro partidos (PAN, PRD, PT yPVEM). Sin embargo, el día de la elección el nivel deabstención llegó a 50%, y el triunfo del candidatode la Alianza se logró por un margen relativamentepequeño al obtener 52.79% de los votos válidos,frente a 46.82% del PRI. A esto hay que agregar laexistencia de un congreso local de mayoría priista yun poder judicial favorable al otrora partido oficial.Así, Chiapas inicia el siglo XXI con un gobierno di-vidido y una sociedad en crisis, fragmentada hastaen sus componentes básicos.

El nuevo gobierno hereda un enorme conflictoeconómico y sociopolítico: el problema indígena yla persistencia del EZLN, los conflictos agrarios y elrecrudecimiento de la violencia derivada de dispu-tas territoriales y religiosas, la crisis rural, la crisisfiscal y una economía estancada. A esto se suma laenorme cantidad de peticiones de organizacionessociales y campesinas que apoyaron al candidato dela Alianza y ahora exigen al nuevo gobierno la solu-ción de viejas y nuevas demandas.

El conflicto entre el gobierno federal y el EZLN

mantiene una tensión en el estado e impacta ne-gativamente en varios puntos de la geografía. Alamparo de este conflicto se recrean viejas formasde hacer política y se recurre al expediente de lanegociación y la cooptación. Mientras tanto, semantienen los niveles de pobreza, particularmenteen el campo. De acuerdo con información del censogeneral de población y vivienda del año 2000 losniveles de pobreza se han profundizado: 75.87%de la población ocupada en el estado se situó en elrango de pobreza; y de éstos, 70.11% estaba en elrango de pobreza extrema. En el medio rural lasituación es aún más dramática pues, según estoscriterios, 84.85% de la PEA ocupada se encuentraen extrema pobreza debido a que sus ingresos noalcanzaron el salario mínimo.

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Este entorno debe llevarnos a una reflexión sobrelas posibilidades de construir, en el ámbitochiapaneco, un proyecto alternativo para salir de lacrisis y avanzar en un proceso de desarrolloautocentrado con el apoyo del gobierno federal.En este sentido, debemos preguntarnos cuál es lavía o las vías posibles para salir de la situación enque se encuentra el estado, tomando en considera-ción los contextos económico y sociopolítico queestán teniendo un peso importante en la configu-ración de la realidad chiapaneca. La construcciónde alternativas pasa, necesariamente, por uncuestionamiento de las tensiones y conflictos, loque conduce a encontrar explicaciones sobre elorigen y la reproducción de éstos. Un punto departida, como bien señala Wallerstein es “el reco-nocimiento de que los principales problemas queenfrenta una sociedad compleja no se pueden re-solver descomponiéndolos en pequeñas partes queparecen fáciles de manejar analíticamente, sino másbien abordando estos problemas, a los seres huma-nos y a la naturaleza, en toda su complejidad y ensus interrelaciones” (1996:87). Las consideracionessobre las dimensiones micro-macro resultan de vi-tal importancia para explicar los problemas y plan-tear opciones; en este sentido, uno de los peligrosque se observan en las valoraciones sobre Chiapases el sesgo hacia lo micro: lo étnico, el territorio,etcétera. En este sentido, la advertencia deWallerstein es pertinente cuando señala que “el én-fasis en la importancia de los espacios locales pue-de conducir al descuido de las interrelaciones másamplias del tejido histórico” (1996:73). Ésta ha sidouna de las características de la mayoría de las apre-ciaciones sobre el problema chiapaneco, en dondetampoco encontramos una jerarquía de los pro-blemas y consecuentemente de las prioridades paraavanzar en la solución de los mismos.

Hoy en Chiapas se lucha por la democracia y laigualdad, dos elementos fundamentales de la mo-dernidad pero, al mismo tiempo, se rechaza la otraparte de la modernidad: el mercado, la técnica, elmarketing. Pero, paradójicamente, Chiapas no es unaentidad moderna desde el punto de vista de su eco-nomía y quizá aquí radique uno de los problemasmás serios del problema de atraso que vive. La po-breza generada y reproducida hasta hoy día no sedebe a la modernidad en estricto sentido, el analfa-betismo tampoco es producto de la modernidad yla destrucción de los recursos naturales no es atri-buible tan fácilmente a la modernidad. Ciertamen-te, Chiapas ha entrado por la puerta trasera de lamodernidad, con todos sus efectos perniciosos: hoy,las comunidades indígenas más apartadas consu-men frituras, Coca Cola y cerveza, incluso estasbebidas son un distintivo de prestigio. Asimismo,encontramos en varios municipios de las regionesSierra y Altos una buena cantidad de teléfonos celu-lares, tecnología de primer mundo en una realidadlocal caracterizada por la pobreza de sus habitantes;sin embargo, ésta hace posible la comunicación con lafamilia que se encuentra en calidad de migrante en elnorte del país o en Estados Unidos.

Si bien, como dice Touraine, el siglo XX llama-do de progreso ha sido concebido, por lo menosen Europa, como un siglo de crisis y a menudo dedecadencia y de catástrofe (1999:101), los territo-rios del sur de México, particularmente en Chiapas,han pasado por un siglo de crisis pero no precisa-mente por el progreso derivado de la revoluciónindustrial, sino todo lo contrario, es la crisis de unsistema cuyo nivel de desarrollo no llegó, ni decerca, a una industrialización mediana como ocu-rrió en el resto de México. Chiapas no ha conocidoel mundo de las técnicas y sin embargo, de prontohace su aparición en la Internet; este artefacto, pro-

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ducto de la racionalidad instrumental, se constitu-ye en herramienta fundamental para apoyar unode los movimientos más significativos de fines delsiglo XX, el neozapatismo. Estamos, como bienseñala Carlos Portantiero (1980), en la lógica de lainclusión-exclusión.

Hoy se discute el significado del PPP y se conclu-ye que las consecuencias para los pueblos indiosserían desastrosas. En un análisis maduro, Arman-do Bartra señala alternativas que bien merecen unareflexión: “Pienso que la salida está en repensar laeconomía y su estatuto, para que, escapando de lapresunta dictadura del mercado, podamos hacer delfomento productivo no un fin en sí mismo sino unapalanca del desarrollo. Y para esto no hace falta ne-gar de manera voluntarista las ‘ventajas comparati-vas’. Las ‘señales del mercado’ son, sin duda, condi-ciones de toda política de fomento que se respete,premisas duras de cualquier estrategia de desarrollo,pero los valores y objetivos del proyecto deberán serde carácter social. La función del Estado no es sercroupier que sirve cartas marcadas a los tahúres delgran dinero y la política económica no está para ha-cerle los mandados al mercado. Necesitamos una eco-nomía del sujeto y no del objeto, una economía quese ocupe de las necesidades y potencialidades huma-nas no sólo de mercancías, una economía moral. Yesta economía ya existe, no en los megaproyectosgubernamentales, pero sí en la lógica de la produc-ción doméstica rural, en la vida comunitaria, en lasprácticas de algunas organizaciones campesinas”(Massiosare, 17 de junio de 2001).

La pregunta que surge de esta propuesta deBartra es si realmente existe la economía moral enla lógica de producción doméstica y en la vida co-munitaria. La crisis también ha llegado a la vidacomunitaria: la violencia y la confrontación pormotivos religiosos, los alarmantes niveles de po-

breza en las comunidades rurales, el éxodo de jó-venes y familias enteras hacia el norte del país y losEstados Unidos, así como las disputas por la tierraentre campesinos, entre otras cosas, son signoscontrarios a la economía moral y muestra una cru-da realidad del sálvese quien pueda.

El replanteamiento de la economía en una pers-pectiva ética, que lleve a la recuperación de la di-mensión de la “calidad de vida”, en los términosplanteados por Amartya Sen (1998), es un punto departida. Sin embargo, debemos preguntarnos quéhacer con el mercado cuando en el discurso actualse habla del mercado libre como uno de los cami-nos fundamentales para llegar a la modernizaciónde la sociedad y de su economía. Aquí resultan inte-resantes las apreciaciones de Kurnitzky cuando serefiere al mercado y señala: “no solamente nos referi-mos al mercado de tipo popular, al mercado cotidianoen las calles, sino que nos referimos también al merca-do mundial, al mercado informal, al mercado de lasdrogas y al mercado que conforma a las culturas, almercado de ideas, de las creencias, los sentimientos ylas expresiones culturales que se manifiestan en lascostumbres de los pueblos. Si lo entendemos así, vere-mos al mercado como una institución histórico-socialde mediación, que se presenta como una fuerza irre-nunciable para la edificación de todas las socieda-des, de todas las culturas mundiales hasta hoy endía” (1994:26).

Sin embargo, aclara, citando a Braudel, que “el freetrade sin límites destruye automáticamente la econo-mía social del mercado. Así como en el pasado eldesarrollo de una sociedad de clases hizo fracasar lautopía democrática, así hoy en día la sociedadconsumista de masas aparentemente neutraliza to-dos los conflictos y se fuga en un estado de ausenciadel sujeto, en una sociedad de objetos que no necesi-ta ni el mercado ni a la democracia” (28).

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Hoy más que nunca, economía y política estánestrechamente vinculadas, no puede haber un cam-bio económico sin la voluntad política para hacerlo,pero también se necesita un cambio fundamentalen la concepción de la economía, recuperar la éticaen la esfera económica para avanzar hacia un mo-delo más racional, que revierta, en la medida de loposible, el gran deterioro de los recursos naturales ydel nivel de vida de la población, donde ese granpotencial que se dice tiene Chiapas —y se siguemanejando como un slogan publicitario, porque cadadía la superficie de selvas y bosques decrece, y elproceso de erosión va en aumento—, pueda bene-ficiar a la población.

Si los actores económicos, sociales y políticos nologran ponerse de acuerdo sobre la necesidad deconstruir un proyecto incluyente, que beneficie atodos, que rompa con los esquemas actuales tantoen el discurso como en la práctica es imposible quela entidad pueda cambiar el rumbo de su historia.Por el contrario, los conflictos históricos, que en losúltimos ocho años se han agudizado, se manten-drán como una constante.

En esta perspectiva es fundamental la educación,punto medular para un cambio en la cultura políticay la ciudadanización, la madurez para criticar y liber-tad de elegir, como dicen los neoliberales. Sin embar-go los esquemas actuales de educación requieren serrevisados para adecuarlos a los requerimientos de unproyecto liberador, sin olvidar el rigor científico y deluso de las tecnologías de la modernidad, pero con unsentido profundamente humanista. Esto debe con-tribuir a la construcción de una sociedad plural en elsentido de Sartori (2001), es decir, sin poner en elcentro el multiculturalismo que hoy aparece en el dis-curso de moda como un valor supremo.

Notas1 En los últimos cinco años el nivel de vida de la poblaciónchiapaneca se ha deteriorado y la brecha entre los niveles deingreso se ha ampliado. En efecto, la comparación de las cifrasdel Conteo de Población y Vivienda 1995 y las del Censo Generalde Población y Vivienda 2000 permite observar un incrementoen los niveles de pobreza, particularmente en el sector depoblación en situación de pobreza extrema, así como unincremento de la población que obtuvo dos salarios mínimos yhasta cinco, lo mismo con el sector de más altos ingresos, queganó más de cinco salarios mínimos: en 1995, 19.24% de lapoblación ocupada no recibió ingresos; y para 2000, la cifra fuede 22.46%; en lo que respecta a la población que ingresó menosde un salario mínimo, para el primer año fue de 37.41% y parael segundo de 33.11%, lo que nos estaría indicando una levemejoría en este segmento; sin embargo, al sumar el primer grupode ingresos con el segundo, que podemos caracterizarlos comopobres extremos, se puede ver que la situación no cambiósustancialmente pues en el primer año la cifra fue de 76.71% yen el segundo de 75.88%. El segmento que recibió un salariomínimo y hasta dos, que podríamos considerarlo en el grupode pobres, no presentó modificación ya que en el primer añorepresentó 20.06% y en el segundo 20.31%. En cambio, lapoblación que recibió dos salarios mínimos y hasta cinco pasó de12.37% a 13.67%, lo mismo ocurrió con el grupo que obtuvomás de cinco salarios mínimos que en el primer año fue de 4.48%y en el segundo de 5.54%, lo que refleja una tendencia de deterioroen el sector de pobres extremos y de diferenciación social al crecerla población con ingresos superiores a los dos salarios mínimos.2 Dentro de este grupo se encuentran los siguientes productos:maíz, café, plátano, caña de azúcar, cacao, soya, mango,cacahuate, sorgo.3 En esta posición ubicamos a Ronald Nigh, quien plantea elretorno a la agricultura tradicional y la práctica de la agriculturaorgánica. Sin embargo, no es claro qué debemos entender portradicional pues pareciera que la “flecha del tiempo” no hapasado en Chiapas y se olvida de la irreversibilidad del tiempo(véase Ronald Nigh, 2001). Uno de los sustentos de la llamadaagricultura tradicional ha sido la práctica de la roza-tumba yquema, una práctica casi en extinción ante la reducción de tierrasdisponibles para estas prácticas, ya que implicaban períodos dedescanso de uno a cinco años.

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4 DuPont-PIONER es la multinacional más grande del mundoen el ámbito de la comercialización de semillas, con ventas por1 800 millones de dólares en 1997 (véase Villafuerte, 2002).5 No hay cifras recientes que indiquen con precisión cuánto hacrecido la superficie cafetalera. El último censo cafetalero llevadoa cabo por el Instituto Mexicano del Café (INMECAFÉ) data de1992. El nuevo gobierno de Chiapas está comenzando a levantarun censo en las zonas cafetaleras.6 Según declaraciones de Segio Zuarth, uno de los dirigentes delos ganaderos, el hato ganadero se redujo hasta 50 por ciento,esto ha traído como consecuencia que los rastros no tengandónde abastecerse. El rastro de Arriaga, uno de los másimportantes en producción durante más de 20 años, ahora seencuentra sacrificando caballos, los cuales son importados deGuatemala y comercializados en canal en Monterrey. Laganadería del municipio de Ocosingo se encuentra en la ruina yla carne que se consume en Tuxtla Gutiérrez, la capital deChiapas, es de importación (véase Cuarto Poder, 5 de julio de 2001:19).7 Véase Villafuerte, Daniel, 1998, Chiapas frente al Tratado deLibre Comercio México-Centroamérica, tesis doctoral, UAM-Xochimilco, México.8 En su carta-renuncia, fechada el día 12 de diciembre de 2000y dirigida al profesor Joel Hidalgo Martínez, con copia a AmaliaGarcía Medina y a los medios de comunicación, Gómez Mazaseñala: “las razones que me llevan a tomar esta decisión sonentre otras tantas la pérdida de la identidad del partido, de losfines y metas, de los modos y métodos, que han convertido a laorganización política en un gran negocio de grupúsculos ymafias, que prestos están a la venta de su primogenitura sintomar en cuenta la historia de construcción cimentada en lascentenas de sacrificados en la lucha por lograr la democracia ennuestra patria. Andulio Gálvez, Sebastián Pérez Núñez, RobertoHernández, Agustín Rubio, Roberto Mancilla, Golonchán,Pijijiapan, Acteal, El Bosque, Nicolás Ruiz, van quedando en elolvido. Otra razón más es la falta de institucionalidad de susdirigentes nacionales, estatales y municipales que hoy aprueban,mañana dicen ignorar lo que aprobaron y al siguiente día cambianel sentido de los acuerdos, como sucediera en los últimos dosplenos estatales en que se determina primeramente no aceptarpor parte del ejecutivo ningún cargo que no fuera de primernivel para el comité ejecutivo estatal y no avalar los de segundonivel, si no ocurriera lo anterior. Y en el siguiente pleno cambiande opinión por decisión ‘soberana’, y con este cambio de opiniónresulto ser el único que acatando dicho mandato una vez más,

quedo descalificado ante el ejecutivo estatal, la opinión públicay la militancia de base”.9 La ley marca como límite de la pequeña propiedad ganaderala extensión necesaria para mantener a 500 cabezas de ganado,de tal suerte que si la calidad de la tierra no es buena el límite dela pequeña propiedad ganadera aumentará.10 Arriaga, Comitán, Reforma, San Cristóbal de Las Casas,Tapachula, Tonalá y Tuxtla Gutiérrez.11 Arriaga, Comitán, San Cristóbal de Las Casas, Tapachula,Tonalá, Tuxtla Gutiérrez y Villaflores.12 En 1996 esta institución canalizó al Fondo Chiapas la cantidadde 5 millones de dólares.13 Las empresas promovidas hasta el momento son:Plantaciones de hule, con 66.3 millones de pesos; Promotoradel Marañón, con 8.3 millones; Capamex, con 5.8 millones;Promotora de Palma, con 47.7 millones; Parque Turístico, con73 millones; Engorda intensiva, con 12.7 millones.14 Si el debate sobre la globalización llegó 10 años más tarde avarios países de Europa (Beck, 1998), en el caso de los paísesde América Latina el retraso es aún mayor, y cuando pensamosen los espacios marginados como Chiapas, la situación estodavía más dramática. Es decir, estamos pensando elproblema 20 años después de la discusión que comenzó enInglaterra.15 En los últimos diez años el estatus de ruralidad no hacambiado sustancialmente para Chiapas: de acuerdo con loscensos de población y vivienda, en 1990, 76% de la poblaciónera rural –tomando como criterio a las localidades menoresde 15 habitantes– y para 2000 la cifra fue de 71.4%. Aun conel criterio más utilizado, que es de localidades menores a 2500 habitantes, la población mantiene su carácter rural alsituarse en 59.7% y 54.3%, respectivamente.

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