Castillos de Las Fronteras 21

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INTRODUCCIÓN Esta guía propone el recorrido por algunas de las fortalezas más emblemáticas del ámbito castellano y leonés, de manera especial aquéllas situadas en las fronteras del territorio. Las primeras fronteras que conocemos para nuestros castillos son las que van marcando el paso repoblador impulsado por la monarquía asturiana hasta que ya en el siglo X se llega al río Duero. Posteriormente serán ya el reino de León y el condado de Castilla los que construyan fuertes torres y amurallen villas para proteger ese terreno recién repoblado. El devenir de la historia hizo que surgieran otras rayas interiores, que separaban los reinos cristianos también en conflicto casi constante. Nace así la frontera entre León y una Castilla independiente, y la separación con Portugal, especialmente en la zona salmantina conocida como la Raya Seca. Las siguientes divisorias de las que tratamos, además de físicas son mentales, entre las gentes y sus estamentos. El ascenso de la nobleza hace que muchos señores construyan impresionantes castillos con los que demostrar su poder. Por último, hablaremos de una frontera del tiempo, que supone un cambio dentro de los mismos castillos para adaptarlos a las nuevas necesidades que supone la implantación de la artillería, cada vez más destructiva. 1

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INTRODUCCIÓN

Esta guía propone el recorrido por algunas de las fortalezas más emblemáticas del ámbito castellano y leonés, de manera especial aquéllas situadas en las fronteras del territorio.

Las primeras fronteras que conocemos para nuestros castillos son las que van marcando el paso repoblador impulsado por la monarquía asturiana hasta que ya en el siglo X se llega al río Duero. Posteriormente serán ya el reino de León y el condado de Castilla los que construyan fuertes torres y amurallen villas para proteger ese terreno recién repoblado.

El devenir de la historia hizo que surgieran otras rayas interiores, que separaban los reinos cristianos también en conflicto casi constante. Nace así la frontera entre León y una Castilla independiente, y la separación con Portugal, especialmente en la zona salmantina conocida como la Raya Seca.

Las siguientes divisorias de las que tratamos, además de físicas son mentales, entre las gentes y sus estamentos. El ascenso de la nobleza hace que muchos señores construyan impresionantes castillos con los que demostrar su poder.

Por último, hablaremos de una frontera del tiempo, que supone un cambio dentro de los mismos castillos para adaptarlos a las nuevas necesidades que supone la implantación de la artillería, cada vez más destructiva.

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LA FRONTERA DEL DUERO

La repoblación de los territorios de la meseta se efectuó de forma simultánea en las tierras leonesas y en las castellanas. En una primera etapa, durante los siglos IX y principios del X, se ocupó todo el territorio hasta el río Duero.

Las primeras fortificaciones son simples torres que no han llegado a nuestros días, aunque en el lugar de aquellas, aprovechando su posición estratégica, se levantaron algunos de los castillos bajomedievales más emblemáticos. Éstas surgieron en los siglos IX y X en torno a una línea defensiva creada por los cristianos frente al territorio dominado por los musulmanes, y con el Duero como referencia natural. Toda esta red de castillos resultó completamente desbaratada en el último cuarto del siglo X debido a las razias de Almanzor. La recuperación de los cristianos en el siglo XI permitió reconstruirlas.

Además, se fortifican con murallas las ciudades avanzadas de la repoblación, en la margen derecha del río: Simancas, Toro o Zamora.

Un siglo después, el avance repoblador hasta el sistema central y la debilidad de los reinos musulmanes, ahora divididos, supuso la desaparición definitiva de esta frontera.

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CASTILLO Y FORTIFICACIONES DE PEÑAFIEL

El castillo de Peñafiel está situado sobre la plataforma alargada de un cerro que domina las confluencias del río Duratón en el Duero.

Las primeras noticias de su existencia se remontan al siglo X, aunque su imagen actual responde a numerosas reformas y ampliaciones que parten del siglo XV, cuando eran señores de Peñafiel los Téllez Girón.

El lugar, atacado por Almanzor en el 983, fue tomado por el conde castellano Sancho García en el 1013, pasando así a formar parte del condado de Castilla.

No se conoce el emplazamiento exacto de aquellos primeros castillos, a pesar de los trabajos de excavación arqueológica realizados en la década de 1990.

En época del infante D. Juan Manuel, señor de Peñafiel, el estado de abandono del castillo le valió una severa reprimenda por parte del rey, su tío.

EL CASTILLO

El castillo de Peñafiel debe su fisonomía actual a las obras de restauración realizadas en el siglo XV por don Pedro de Girón, cuyo escudo de armas se puede ver en la torre del homenaje.

Este castillo se extiende sobre una plataforma rocosa en 210 metros de largo y 23 de ancho y está conformado por un recinto amurallado reforzado por torres semicirculares y dominado por una torre del homenaje que se levanta 34 metros. La torre permanecía aislada por la existencia de un foso interior. A ambos lados de la misma se sitúan los patios: el del norte albergaba los aljibes y almacenes, y el del sur, las caballerizas y guarniciones .

De ambos extremos del recinto descendían las murallas que rodeaban la villa, de unos 2.200 metros y abiertas en cinco puertas. A día de hoy se conservan retazos de aquellas así como cuatro cubos.

En la actualidad, el castillo de Peñafiel aloja el Museo del Vino de la provincia de Valladolid.

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CASTILLO DE SIMANCAS

El castillo de Simancas es el resultado de reconstrucciones, a lo largo de los siglos, sobre una plaza fortificada que protegía la línea del Duero y marcaba la frontera real entre el reino de León y el califato de Córdoba a comienzos del siglo X.

La fortificación actual fue erigida por la familia Enríquez, almirantes de Castilla y señores de Simancas, en el siglo XV. Poco después, los Reyes Católicos la reclamaron para la corona y la convirtieron en prisión del Estado, para después pasar a desempeñar la función de Archivo General del Reino, que mantiene en la actualidad.

EL CASTILLO

El castillo se protege con una barrera exterior de planta cuadrangular y un foso y fuerte talud en forma de alambor. La entrada se realiza a través de dos puentes situados en lugares diferentes.

La fortaleza interior se estructura en torno a un patio central, en cuyos extremos se alzan tres torres. El cuarto torreón posee una estructura de casamata.

Las transformaciones más importantes en su interior se llevaron a cabo a partir del siglo XVI, momento en que Felipe II ordenó los trabajos del patio, sala de lectura y terminación en punta de las torres con vistas a adecuar sus instalaciones como Archivo General del Reino. Es en este momento cuando se proyectó la linterna de la torre del Obispo con forma acampanada. Hubo más reformas en los siglos XVII y XVIII.

Desde entonces se han efectuado grandes e importantes obras para conservar el edificio como Archivo.

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CASTILLO Y FORTIFICACIONES DE PORTILLO

La existencia de un castillo en Portillo se remonta a inicios del siglo X. Así se cita el hisn Burtill´Assim, un pequeño castillo de origen bereber levantado en el conocido como El Pico del Calvario.

El castillo actual se levanta entre el siglo XIV y el XV en estilo gótico por la familia Sandoval. Tras varios propietarios, el rey Enrique IV se lo cedió a don Rodrigo Alfonso de Pimentel, en cuya familia se mantendría hasta el siglo XIX, en que pasa a la casa de Osuna.

La villa de Portillo se amuralla a comienzos del siglo XII con un perímetro de casi dos kilómetros. Conserva una puerta medieval, el arco Grande, de unos cuatro metros de altura y rematada en un matacán, así como una poterna, denominada postigo de Excuevas.

EL CASTILLO

El castillo se compone de dos recintos defensivos separados por un estrecho pasillo.

El recinto interior, el más antiguo y más alto, es de planta prácticamente cuadrada con cubos circulares en sus esquinas y con la torre situada en uno de los ángulos. En él se abre una puerta acodada que daba acceso al castillo desde el interior del recinto de la villa, completando su defensa mediante la colocación de un rastrillo.

Una vez traspasada esta puerta se accedía a un patio, con pavimento de cantos rodados del siglo XVI, rodeado de edificios de habitaciones y servicios: almacenes, cocinas, etc.

El castillo conserva otra puerta al norte y dos poternas de acceso al foso. La torre del homenaje, con sus 28 metros de altura fue levantada con muros de más de tres metros de espesor. En la zona inferior se planteó una estancia baja abovedada con arcos fajones ojivales, y el remate superior se realizó mediante bóveda de crucería.

El recinto exterior es una barrera artillera, construida a finales del siglo XV, de planta casi cuadrada flanqueado por gruesos torreones cilíndricos en sus esquinas y alguno intermedio. En tres lados de este recinto se abrían tres puertas defendidas por torres con matacanes.

En el centro del castillo hay un profundo pozo de 30 metros con una escalera circular de 123 peldaños que desemboca en varias cámaras situadas a diferentes niveles.

En 1945, el histólogo don Pío del Río Hortega, natural de Portillo, dona el castillo a la Universidad de Valladolid.

EL CASTILLO DE ÍSCAR

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La fortaleza se halla al norte de Íscar sobre un borde de páramo que facilitaba la defensa.

El castillo aparece mencionado por primera vez en el año 939 con ocasión del relato del itinerario que el ejército del califa Abderramán III realiza para llegar a la batalla de Simancas.

A comienzos del siglo XIV, el castillo de Íscar pertenecía a los reyes de Castilla y León, con alternancias de la casa de Lara y Haro. A partir de 1371 pasó a los Avellaneda y en el siglo XV, por casamiento de doña Aldonza con un Zúñiga, a estos últimos.

De hecho, el castillo actual se debe a don Pedro de Zúñiga, como lo atestiguan los escudos de armas que adornan la torre del homenaje.

LA FORTIFICACIÓN

La entrada se realiza a través de un foso por el que se accede a una puerta y de ahí a un patio hasta la barbacana que protege el acceso a la torre del homenaje. Esta torre de planta pentagonal o rematada en punta de proa, alberga en su interior varios niveles de ocupación con soluciones constructivas diversas (cámara abovedada y pilar central en la inferior, mientras la superior presenta plantas diáfanas con distintas alturas y escaleras en los muros). Muy curiosa es la garita tripartita de la zona alta.

Todo el conjunto se remata con un recinto amurallado varias veces rectificado. La introducción de la artillería supuso la modificación de las troneras originales por cañoneras de buzón.

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ALCÁZAR DE TORO

El alcázar se construyó en la margen derecha del Duero sobre la terraza que domina el río.

La edificación de las primeras murallas y del castillo se inicia bajo el reinado de Alfonso IX, y serían María de Molina y Enrique IV los encargados de llevar a cabo las diferentes reconstrucciones.

La lucha por los derechos sucesorios de Enrique IV llevaron a los portugueses, seguidores de la princesa Juana, a tomar el castillo, sitiado y conquistado posteriormente por los castellanos. Los Reyes Católicos se preocuparon de su restauración al final del conflicto.

En el siglo XIX se encontraba arruinado pero en la actualidad se han realizado numerosas obras de mejora.

EL CASTILLO

En la actualidad presenta planta romboidal, rodeada de un foso colmatado, con cubos circulares.

En el lado sur se halla la puerta de acceso, con portada del siglo XVIII, para cuya abertura se derribó la torre del homenaje.

A los lienzos del castillo, en la zona interna, se adosan habitaciones rectangulares que dejan un espacio abierto en el centro, a modo de patio.

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MURALLAS Y CASTILLO DE ZAMORA

Alfonso III construyó en el siglo IX el primero de los tres amurallamientos de la ciudad, ampliado dos siglos más tarde.

En la zona occidental del espigón fortificado en el que se ubica Zamora se levantó el castillo en el siglo XIII, aunque algunos autores proponen que en el XI ya debería haber contado con un elemento así al tratarse de una plaza fuerte de la reconquista.

LAS FORTIFICACIONES

En la actualidad se conservan unos tres kilómetros de muralla y tres puertas enteras en la parte del castillo y la catedral: la puerta de la Traición, por donde la tradición dice que entró Bellido Dolfos tras matar al rey Sancho II en 1072; la puerta Óptima y la puerta de doña Urraca. También se mantiene otra puerta en el castillo, cegada actualmente, la puerta de Santa Colomba.

El castillo actual se compone de varios recintos levantados con el propio material procedente de la excavación del foso.

En época medieval la fortaleza tenía una planta romboidal con ocho torres que defendía una puerta de acceso acodada. Estaba rodeado por un segundo recinto almenado, englobado a su vez por un tercer recinto con una torre circular albarrana.

En el siglo XVI, el castillo de Zamora tuvo que ser remodelado tras su participación en la guerra de Sucesión entre Alfonso de Portugal y Fernando el Católico.

En los siglos XVIII y XIX el castillo se convierte en una ciudadela artillera con garitas en el segundo recinto que también fueron levantadas en la muralla urbana. A estos momentos corresponde la desaparición de las almenas medievales y la construcción de una nueva fachada de arcadas en la crujía sur. Igualmente se derribaron cinco de las ocho torres medievales para rellenar la liza y permitir el acceso de la artillería hasta las troneras.

A finales del siglo XIX el castillo perdió su uso defensivo y se convirtió en cárcel y en el XX en centro docente, rellenándose además el espacio del parque.

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LA FRONTERA OCCIDENTAL

El siglo XI marca el inicio de la separación de Portugal del reino de León, primero con la condesa Teresa de Portugal frente a su hermanastra Urraca de León y luego con Alfonso Henriques, que es reconocido como rey de Portugal por Alfonso VII en 1143, aunque bajo su vasallaje.

Desde ese momento y hasta entrada la Edad Contemporánea, los dos reinos fueron construyendo su propia red de fortificaciones a ambos lados de la frontera. Tan sólo el periodo de la unión de ambas coronas entre 1580-1640 supuso la relajación de este afán defensivo.

De los primeros tiempos nos quedan restos de castillos y murallas, especialmente al oeste de la provincia de Salamanca. La frontera natural de las Arribes, difícil de traspasar, se transforma en un campo abierto y llano denominado Raya Seca. Este factor geográfico ha hecho de la zona un lugar de conflictos permanentes. Aquí se sitúan, entre otros, Ciudad Rodrigo, San Felices de los Gallegos, Castelo Mendo, Castelo Bom o Castelo Rodrigo, estos tres últimos portugueses pero cuyo origen se debe a los monarcas de León.

Mucho más al norte, Puebla de Sanabria también contó con murallas, castillo y mucho después un fuerte, enfrentados a los de la vecina Braganza. También el majestuoso Fuerte de la Concepción, terminado a finales del siglo XVIII, tiene como vecino/contrario el conjunto de impresionantes fortificaciones abaluartadas que defienden la ciudad de Almeida.

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MURALLAS Y CASTILLO DE CIUDAD RODRIGO

La posición estratégica de Ciudad Rodrigo en la línea fronteriza con Portugal ha condicionado su desarrollo histórico.

La repoblación de la villa fue realizada en el siglo XI por el conde Rodrigo González de Cisneros. Sin embargo, el florecimiento de la ciudad llegaría con Fernando II, quien la repobló con gentes de Ávila, Zamora, León y Salamanca, y reconstruyó las murallas.

En 1372 se iniciaron las obras de construcción de una fortaleza con el fin de controlar el puente y el paso de personas y mercancías por él.

Hasta el siglo XVI, la ciudad vive una época de esplendor durante la cual los grandes linajes se van haciendo fuertes y construyendo palacios y casas solariegas, muchas de las cuales aún se conservan.

Tras el breve espacio de tiempo en que Felipe II pasa a ser rey de Portugal en 1580 y con la independencia definitiva de este país, Ciudad Rodrigo se amuralla con un sistema en forma de estrella, con foso y contrafoso, diseñado para luchar contra la artillería.

Un hecho importante en su historia es su participación en la guerra de la Independencia. Durante los seis años que duró, sufrió dos fuertes asedios que destruyeron parcialmente sus defensas. El primero por las tropas francesas (1810) y cuando éstas ocupaban la ciudad, el del los aliados anglo-portugueses (1812), que la saquearon.

LAS FORTIFICACIONES

Las primeras murallas datan del siglo XII y su fábrica repite el modelo seguido en ese momento en el reino de León. Se conserva una buena parte del trazado de esta cerca, utilizada en los proyectos posteriores como la parte interna de las defensas.

Enrique II comenzó en 1372 la construcción de un castillo, que fue modificado en el siglo XV por Diego del Águila, alcaide de la ciudad. Se levantó la torre mayor y se reforzó la fortaleza por medio de almenas, así como la puerta principal y la de la torre del homenaje.

El alcázar se compone de una torre central con dos pisos abovedados con arcos ojivales, a los que se accede por una escalera adherida al muro. La torre central es de planta cuadrada y tiene una altura de 17 metros. Su cuerpo inferior está fabricado con sillerías en las esquinas y piedras de cantos rodados en el resto, terminando en almenado. En el centro se alza el cuerpo superior, más pequeño, con terraza que culmina a su vez en almenas. Alrededor de ella existe un doble recinto con torres cuadradas en las esquinas y semicirculares en las líneas medias de los lienzos. La entrada al recinto se realiza a través de una puerta situada en una de las torres cuadradas, por un acceso acodado en el que destaca un blasón de los reinos de Castilla y León.

A la muerte del alcaide, su hijo realizará importantes transformaciones y construirá la barrera con el objetivo de incrementar su defensa. Gracias a estas reformas, Diego de Águila consigue derrotar, en 1472, a los portugueses que habían sitiado Ciudad Rodrigo.

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Tras la guerra de Sucesión, Felipe V decide fortificar la villa creando una tenaza en la puerta del Sol, con cuerpos de guardia en las puertas del recinto amurallado. Además se acomodan las murallas con terraplenes y adarves, adaptados a la nueva artillería con la creación de cañoneras. Se construye entonces la fortificación en forma estrellada, que resultaría insuficiente en el momento de las guerras de la Independencia.

En la actualidad el castillo se dedica a Parador Nacional

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CASTILLO DE SAN FELICES DE LOS GALLEGOS

Este lugar fue repoblado por gentes procedentes de Galicia, que le dieron su nombre, y Fernando II lo anexionó definitivamente al reino de León, efectuando la primera obra amurallada de la villa.

Sancho IV la otorga al noble Martín Pérez de Puertocarrero, que conseguirá la denominación de villa y su derecho a celebrar mercado el lunes. Este linaje se encargó de reforzar las murallas.

Hasta el siglo XVIII, la villa se vio inmersa en diferentes luchas fronterizas que le llevaron de un lado a otro. En 1643, San Felices se convierte en puesto fronterizo con Portugal, y durante la guerra de Sucesión fue tomada por los portugueses, momento en que se construyeron baluartes. También se produjeron algunas modificaciones de sus defensas a lo largo del siglo XVIII.

LAS FORTIFICACIONES

Será Alfonso IX quien, para reforzar el entorno de Ciudad Rodrigo, creó pequeñas poblaciones fortificadas, entre ellas San Felices de los Gallegos, que había sido ya repoblada por Ramiro II.

La conquista por Fernando II supuso la construcción de una cerca que protegía el núcleo recién conquistado, realizada con medios locales y sin dirigentes expertos. Se trata de una muralla denominada «cerca vieja», con siete torres que tienden a ser cuadradas, realizado con grandes sillares graníticos blancos colocados a soga y tizón, que alternan con mampostería irregular y que protegían la primera torre-castillo. A este momento pertenecen también las dos puertas de acceso al recinto, la del Moro y la de la Torre.

Don Dionis edificó las torres albarranas de la muralla y adaptó el castillo para uso residencial. Con la construcción de las torres se buscaba reforzar el recinto murado precedente, guarneciendo los flancos que quedaron expuestos por su rápida y descuidada construcción anterior. Una de las torres acogía bajo ella el paso de la puerta principal de la Cerca Vieja.

En el siglo XV se llevó a cabo una intensa labor de edificación. En esta centuria se refuerza la muralla preexistente y se interviene también en el castillo. Se levantó así la torre del homenaje que ha subsistido hasta nuestros días, en cuyo cuerpo inferior se aprecian, por el cambio en el modelo constructivo, los restos de la primera torre.

Al siglo XVII pertenecen las fortificaciones en forma de estrella de mampostería así como obras de mampostería y ladrillo realizadas en las inmediaciones del castillo, atribuidas a los portugueses. Se considera desde entonces como una plaza de armas que forma una línea estratégica junto con Ciudad Rodrigo y el Fuerte de la Concepción. La fortaleza desempeñaría un importante papel en la guerra de la Independencia. Al finalizar dicha guerra sería convertida en hospital de inválidos.

CASTILLO Y MURALLAS DE CASTROTORAFE

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Situado estratégicamente en la provincia de Zamora, en un altozano escarpado en la margen derecha del río Esla, entre los reinos de León, Castilla, Galicia y Portugal, ha sido de importancia decisiva a lo largo de la historia.

En la actualidad es un despoblado del que únicamente quedan restos del castillo, de la ermita y de la muralla. Del puente se conservan únicamente los pilares, y sólo se pueden ver cuando descienden las aguas del pantano que hoy ocupa ese tramo del Esla.

Fue Fernando II quien repobló definitivamente el lugar en la segunda mitad del siglo XII. Este monarca lo donó en 1176 a la Orden de Santiago, a la que perteneció hasta 1493.

En el siglo XII se construyó el puente que cruza el río Esla y junto a él se levantó el castillo, dominando así el vado del río.

Tras la muerte de Alfonso IX se abre un pleito por el control de la villa entre la Orden de Santiago, la iglesia de Roma y el nuevo rey Fernando III. Fue la Orden de Santiago quien finalmente obtuvo su control, aunque no cesaron las luchas nobiliarias por controlarlo.

En el siglo XIV pasó a formar parte de las posesiones de Juan Alfonso de Alburquerque, valido del rey Pedro I, quien lo utilizó contra el propio rey en las luchas castellanas. Enrique II, en represalia por haber apoyado la villa a su hermano en dichas luchas, mandó destruir la fortaleza, que fue reparada después la Orden de Santiago.

En 1604 se sabe que se habían restaurado los corredores, los tejados y las cubiertas de madera de las torres, y faltaban por reparar la torre del homenaje, la bodega y el lagar. En 1688, después de las guerras por la independencia de Portugal, la situación de la villa y de las habitaciones del castillo era lamentable, con lo que parece que está arrasada. En 1712 ya se habla de la villa despoblada de Castrotorafe.

LA MURALLA Y EL CASTILLO

La primera cerca se construye antes del año 1140 bajo el reinado de Alfonso VII y es reforzada en la segunda mitad del siglo por Fernando II, quien reconstruye las cercas, que definen en conjunto un núcleo de forma ovalada de aproximadamente nueve hectáreas.

La planta tiene forma de trapecio irregular. El recinto interior, construido en los últimos años del siglo XIII y principios del XIV, presenta obra de sillarejo, con dos torres circulares en el lienzo sur y cuadradas en las esquinas. En la actualidad se encuentra prácticamente arruinado.

El castillo conserva restos de la obra de los siglos XII y XIII, la obra principal del siglo XIII y de principios del XIV, y la barrera artillera que se levantó en el siglo XV.

El recinto exterior se construye en el último tercio del siglo XV. La barrera exterior presenta muros de gran grosor y cubos circulares en las esquinas. Su fábrica es de mampostería y muestra una planta similar al recinto interior. En sus lienzos se abrían dos puertas, la

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occidental que daba acceso a la villa, y la oriental, de acceso al puente. Este recinto se conserva parcialmente en pie, aunque sus cubos están destruidos. Además rodeaba a esta barrera un foso.

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CASTILLO Y FORTIFICACIONES DE PUEBLA DE SANABRIA

El desarrollo de la villa medieval está marcado por las luchas señoriales por su control entre los Losada y el conde de Benavente. Esta dualidad se originó cuando, en 1447, los herederos de Martín Alfoz y Alvar Vázquez de Losada, a quienes Enrique II les había concedido la villa en 1371, vendieron la mitad de ésta a Alfonso Pimentel, conde de Benavente, dándose así una situación muy atípica, con dos linajes y dos castillos.

El cuarto conde de Benavente consiguió expulsar de la villa a la familia de los Losada en 1462, que sin embargo recuperaron su poder en Puebla gracias a la ayuda del conde de Lemos.

El castillo actual, que se asienta sobre las ruinas de la fortaleza plenomedieval, comenzó a construirse a mediados del siglo XV con el tercer conde de Benavente, Alonso Pimentel. Al cuarto conde se le atribuye la barrera que rodea el recinto. Las obras se concluyen en 1510, con el quinto.

La villa de Puebla de Sanabria jugó un papel muy importante en la guerra con Portugal, época en la que se construyó el fortín de San Carlos. Hacia 1647, el maestre de Campo habló de la fortaleza medieval como arruinada, y en esa época se reconstruyeron y levantaron de nuevo las murallas de la villa.

Tras la finalización de los enfrentamientos con Portugal y la vuelta de la villa a manos españolas en 1716, el estado de la muralla y del fuerte de San Carlos era bastante precario.

La guerra de Sucesión y las Carlistas, en el siglo XIX, terminan de dañar el recinto amurallado, que sólo se repara muy superficialmente. En el siglo XX el castillo sufre sus últimos daños con la construcción de un depósito de agua en uno de los cubos. Recientemente ha sido rehabilitado y consolidado.

LA FORTIFICACIÓN

En Puebla de Sanabria se conservan los restos del castillo, el recinto amurallado y el fuerte de San Carlos.

La fortaleza, del tipo castillo-palacio, responde al modelo propio de finales del siglo XV e inicios del XVI, con un cuerpo interior rodeado de una barrera. El recinto es de planta cuadrada protegido por cubos. En el patio destaca la torre conocida como El Macho, que presenta planta cuadrada con cuatro pisos cubiertos con bóveda de cañón. La fábrica es de buena sillería de granito. Se sitúa en posición centrada y exenta con respecto al recinto exterior. Se accede a ella por una escalera situada en un cubo semicircular, a la que se llega por un puente móvil.

Se rodea de barrera de planta cuadrangular con cinco torres en las esquinas y en los lienzos, que alternan las plantas circulares con las cuadradas. Destaca la entrada al castillo, que se realiza con una segunda puerta en codo. En los muros destacan las troneras como elemento artillero.

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En el lado sur, adosado al lienzo de la barrera, se desarrollan tres pisos con una galería dividida interiormente en dos amplias y largas habitaciones, como muestra de su uso residencial.

El recinto amurallado de la Puebla rodeaba la zona alta del espigón con planta ovalada. Una primera muralla, de origen medieval, recorría la zona más elevada, con planta ovalada, cubos semicirculares y dos puertas situadas enfrentadas al este y al oeste.

A principios del XVIII se realizaría la cerca del Arrabal, ampliando la zona amurallada. Contaba con tres puertas hoy desaparecidas, la de Galicia, la de Sanabria, que era la principal, y la de San Francisco. Del perímetro apenas quedan restos, restaurados recientemente.

El tercer elemento de la fortificación es el fuerte de San Carlos. Es un pequeño fortín abaluartado construido a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Se localiza al oeste de la villa y fuera del recinto amurallado, aunque se entiende como parte integrante de todo el sistema defensivo de la población. Presenta planta cuadrada con puntas de diamante y barrera exterior, también estrellada. Su pequeño tamaño y su ubicación hace pensar que no hicieron de él un punto elemental en la defensa de la villa.

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FUERTE DE LA CONCEPCIÓN

Se localiza en el este de la provincia de Salamanca, en la localidad de Aldea del Obispo, próximo a Ciudad Rodrigo.

La independencia de Portugal en 1640 determinó su construcción. La divisoria entre ambos reinos discurría por el río Coa en Portugal y el Águeda, en España. Portugal contaba con las fortificaciones de Castelo Rodrigo al norte, Almeida en el centro y Alfayate al sur, y España con San Felices de los Gallegos al norte y Ciudad Rodrigo al sur, con lo que quedaba un espacio amplio entre ellos. Para remediar este vacío, se proyectó la construcción de un fuerte frente a la localidad de Almeida, y se eligió un cerro con buenas comunicaciones y en posición muy avanzada.

Construido con poco acierto por el duque de Osuna en 1663, se demolió en 1664 por la debilidad de sus instalaciones

En el siglo XVIII se resolvió su reconstrucción y se inició un largo periodo de obras según los planos de Moreau. El proyecto seguido diseñaba un fuerte con cuatro baluartes y cuatro revellines, y un reducto que se situaba en posición avanzada sobre un teso que dominaba la fortaleza. Las obras terminaron en 1797 pero las críticas al constituir un fuerte de pequeñas dimensiones y pocas defensas hizo que fuera destruido en parte en 1810 por el general Crawford para impedir que sirviera al enemigo.

Así, la ruina que dejó Crawford, unida al deterioro por el paso del tiempo y su utilización como cantera, han provocado el estado del fuerte tal y como lo vemos. En la actualidad se han iniciado labores de restauración parcial.

LA FORTIFICACIÓN

El fuerte presenta una planta pentagonal que engloba el cuadrilátero de Osuna. Consta de tres partes que son: el reducto de San José, las caballerizas y el fuerte propiamente dicho. Ocupaba una extensión de unas doce hectáreas y tenía cabida para dos mil soldados, 200 caballos y víveres para resistir unos noventa días.

El fuerte es de planta cuadrada con un patio de armas central rodeado de cuarteles cuyas cubiertas abovedadas les protegían de los proyectiles, y constituían además, en su parte exterior, las corinas o lienzos de la muralla.

Delante de cada uno de los lienzos hay un revellín que refuerza la defensa, todo ello rodeado de un foso exterior. En total, la construcción contaba con 16 puntas.

El fuerte se comunicaba mediante un camino cubierto con el reducto de San José, estando a mitad de camino las caballerizas. Éstas, de las que sólo se conserva una, tenían planta pseudocircular. El reducto de San José era un fortín perfectamente fortificado.

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FUERTE DE CARBAJALES DE ALBA

Carbajales de Alba se encuentra en la provincia de Zamora, próxima a la actual frontera con Portugal. Esta localización determinará la construcción del fuerte de San Carlos como punto estratégico en las luchas con el país vecino del siglo XVII.

Su construcción se inicia a principios del siglo XVII y finaliza en 1702. Se levantó cercando la iglesia parroquial de San Pedro. Conocemos su planta por los planos que de él levantaron los ingenieros militares Robelín y Moreau en 1721 y 1739, respectivamente. En ellos se pueden leer los nombres de sus cuatro baluartes: San Amaro, Santa Engracia, Peñas Coronas y el de Portugal. Es en 1740 cuando se dice de él que se hallaba en mal estado y que se había fortificado sin inteligencia, con débiles defensas que impedían su uso en conflictos militares.

Se utilizó fundamentalmente en las guerras fronterizas, aunque también jugó un papel muy importante en la guerra de la Independencia. Sus instalaciones se mantuvieron hasta finales del siglo XIX. En la actualidad sólo quedan sus ruinas y están parcialmente colmatadas. El relieve de la tierra marca claramente su planta. Además, se han realizado algunas intervenciones arqueológicas encaminadas a su exhumación y así se ha vaciado parcialmente el foso y se han limpiado dos de los ángulos de sus baluartes.

LA FORTIFICACIÓN

Se trata de un fuerte abaluartado de planta rectangular con torreones en punta de diamante en las esquinas y foso, repitiendo el modelo clásico de esta arquitectura defensiva de frontera.

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