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El escritor costarricense Joaquín Gutiérrez pronto cumplirá 80 años
EDUARDO MUÑOZ La República
Aunque su espigada figura aún se mantiene firme, a ratos Joaquín Gutiérrez evidencia el cansancio de una vida llena de vivencias y sus casi 80 años de vida.
Nació un 30 de marzo de 1918, siendo testigo del acontecimiento el cielo limonense, provincia que el creador de Cocorí dice es su patria.
Joaquín Gutiérrez es un reconocido escritor, principalmente por "Cocorí", publicado decenas de veces en varios idiomas. Además de muchos premios, entre ellos el Magón, es miembro de la Galería del Deporte por sus hazañas como ajedrecista.
Fue un activo militante del Partido Comunista. Muy joven se nutrió de los pensamientos de Carmen Lyra, Carlos Luis Fallas, Luisa González, Manuel Mora y otros protagonistas de los cambios sociales de la década del 40.
Muchos años han pasado de sus andanzas y revueltas políticas. Ahora descansa en su casa en Sabanilla. La revista Galería lo visitó para saber qué está haciendo, mientras se prepara para entrar a la octava década de vida.
El color de los recuerdos
Después del desayuno don Joaquín nos llevó a una sala trasera, donde acostumbra conversar con sus amigos y disfrutar de la panorámica del patio, territorio de "Guapo", un enorme pastor alemán que rasga los ventanales para acercarse a su amo.
Con empatía Joaquín Gutié-
á de Cocorí
Marco Mongefla República
El 30 de marzo el escritor costarricense Joaquín Gutlérrez cumplirá 80 años de edad. En junio saldrán al mercado dos libros suyos, "Los azules días" y "Crónicas del otro mundo".
rrez comentó algunos de los aspectos más relevantes de los libros pendientes de publicación, que estarán en el mercado a mediados de años, adelantó Gilbert Carazo, de la Editorial de la Universidad de Costa Rica (EUCR).
"Los azules días" recopila las andanzas del incansable joven Joaquín hasta el año 1939, cuando llegó a Chile. Con la ayuda de Elena, su esposa, y su nieta, la actriz Ishtar Yasin, cada relato se grabó y se transcribió.
"Crónicas del otro mundo" es el otro libro que hace fila en la EUCR para llenar los estantes de las librerías. Es una recopila-
ción de sus relatos de la época que fungió como reportero en varios países asiáticos.
En ambos libros aparecerán las facetas en que Gutiérrez se caracterizó como el aventurero, el deportista, el reportero.
El trotamundos
Hijo de Francisco de Paula Gutiérrez, político vinculado al Partido Republicano, el joven Joaquín se negó a ser abogado o médico.
En el primer caso afirmó que la abogacía es la profesión
"más cochina, porque igual se tiene que defender a un inocente que a un delincuente".
Por eso su padre reconociendo en su hijo el deseo de viajar y conocer otras culturas lo envió a aprender inglés a Nueva York, porque según él ese sería el idioma del futuro, y no equivocó. Cuando su padre le comunicó, le dijo: "Usted va a rodar mundos".
Durante un año vivió en un apartamento de la Calle 192 en el Alto Manhattan. Lo menos que hizo fue estudiar y pasó la mayor parte de tiempo en un club de ajedrez. Tenía 18 años, era
1936.
De vuelta a Costa Rica
Regresó a Costa Rica y obtuvo trabajo como oficinista e intérprete en la compañía que construía la carretera Interamericana. Mientras su pasión por el ajedrez lo convirtió en campeón nacional en esa disciplina en 1938.
En su juventud no imaginó que en el futuro tomaría la pluma para crear literatura, la que transcendería su tierra y traducida a lenguas que él nunca habló.
Mientras don Joaquín recuerda las historias que se han fijado en su memoria se detiene para hacer un recorrido mental para ubicar fechas, nombres y lugares. Después del respiro continúa.
Son tantos momentos y tantos años han pasado que unos y otros se mezclan. Las anécdotas más viejas vienen fácilmente a la mente, pero las más recientes se disipan con facilidad de su acervo, aclaró el veterano cronista.
A los 20 años decidió ir a Buenos Aires para participar en un campeonato internacional de ajedrez, dijo al retomar el relato. "Yo tenía que pagar el boleto de ida y la organización me daba el de vuelta, pero yo les pedí que me dieran uno para ir a Francia porque ahí tenía familiares por parte de madre", acotó el laureado costarricense.
Gutiérrez quería ir a Europa en busca de nuevas experiencias, pero su segundo apellido es francés, Mangel, y de seguro que al poner un pie en tierra francófona tendría que ingresar al ejército.
Entonces "pedí el boleto para ir a Chile y el vuelto por la diferencia del tiquete por el viaje a
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Viene de la portada
Europa". De esta forma llegó a Chile con el ímpetu de la juventud "y algunos pesitos en la bolsa", apuntó.
En Chile se hospedó en una pensión y gracias al dominio del idioma inglés se colocó como traductor de cables en una agencia de noticias.
Se encontró en aquella nación con la más avanzada izquierda y un intenso movímiento cultural, los que fueron tiñendo su conciencia socialista.
Como corresponsal Gutiérrez conoció gran parte de la nación sureña. Ahí se encontró con Elena, su actual y única es-posa, con quien procreó a Elena y Alejandra.
Vol-vió a Costa Rica porque quería ofrecer una mejor vida a su familia, aquí contaría con el apoyo de su padre mientras él se colocaba. "No quería que pensaran que me casé con Elena por interés, porque ella venía de una familia acomodada", anotó el ganador del premio Magón en 1975.
Allen Campos/La República
Joaquín Gutiérrez fue un trotamundos por excelencia. Pasó cinco años en Asia como corresponsal de guerra.
Marco Monge/La República
Joaquín, el reportero Las aventuras como re
portero le llegaron a Joaquín Gutiérrez por azares del destino. Eran los inicios de la revolución china de Mao Tsé Tung y el nuevo gobierno estaba reclutando traductores para su agencia central de noticias.
Sabiendo esto, el ímpetu aventurero de Joaquín Gutiérrez lo hizo empacar y viajar con su familia a la tierra del Oriente.
Estando en China era cuestión de unas pocas horas de viaje para trasladarse a otros países del gran continente asiático. Mientras estaba ahí estalla la guerra en Vietnam y el reportero toma lápiz y libreta para viajar hasta allá.
Casi pierde la vida, pero durante un mes y medio recorrió ciudades y envió sus crónicas al mundo sobre lo sucedido, pero siempre eran revisadas por las altas autoridades militares, explicó Gutiérrez.
En total permaneció cinco años en Asia, apuntó Joaquín Gutiérrez, mientras intentaba calcular con precisión su periodo como cronista en esas latitudes.
Parte de esas aventuras puede leerse en su libro "Vietnam", editado por la Editorial de la Universidad de Costa Rica.
Una colección de crónicas inéditas, "bonito material fotográfico", acotó don Joaquín, es incluida en "Crónicas del otro mundo".
Y mientras otros viven una triste vejez, Joaquín Gutiérrez, el papá de Cocorí, externó sin dudas que "nunca le tuvo miedo a la vejez porque es muy saludable".
Habrá que esperar un poco más para que complete la historia de su vida, pero eso quedará pendiente para otro día.
La espíritu artístico de Joaquín Gutiérrez fue heredado a sus descendientes. Aquí aparece con su esposa Elena, su nieta lshtar Yasin y su biznieta Karina.
Después permaneció durante tres años en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), donde continuó con su tarea de plasmar en crónicas todo lo visto por su paso en esa vasta nación.
Así, después de dos horas de charla concluyó el encuentro con el risueño Joaquín, pero antes autografió un ejemplar de su novela "Murámonos Federico", donde me regaló una ola de Limón y un palo de guanábana, que se guardan en el corazón como testimonio del amor de este hombre por su tierra caribeña.