¡ Ay de nosotros, si no evangelizamos! -...

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16 4. ORACIÓN PLEGARIA DE LA MISIÓN CONTINENTAL Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos, aunque no siempre hayamos sabido reconocerte. Tú eres la Luz en nuestros corazones, y nos das tu ardor con la certeza de la Pascua. Tú nos confortas en la fracción del pan, para anunciar a nuestros hermanos que en verdad Tú has resucitado y nos has dado la misión de ser testigos de tu victoria. Quédate con nosotros, Señor, Tú eres la Verdad misma, eres el revelador del Padre, ilumina Tú nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la belleza de creer en ti. Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares para que caminen unidos, y en ellos nazca la vida humana generosamente; quédate, Jesús, con nuestros niños y convoca a nuestros jóvenes para construir contigo el mundo nuevo. Quédate, Señor, con aquellos a quienes en nuestras sociedades se les niega justicia y libertad; quédate con los pobres y humildes, con los ancianos y enfermos. Fortalece nuestra fe de discípulos siempre atentos a tu voz de Buen Pastor. Envíanos como tus alegres misioneros, para que nuestros pueblos, en ti adoren al Padre, por el Espíritu Santo. A María, tu Madre y nuestra Madre, Señora de Guadalupe, Mujer vestida de Sol, confiamos el Pueblo de Dios peregrino en este inicio del tercer milenio cristiano. Amén. (Tomado del magisterio de Benedicto XVI en Aparecida) 1 Un Pueblo, en estado permanente de misión Dimensión Misionera CUADERNILLO SINODAL 10 ¡ Ay de nosotros, si no evangelizamos! El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor Lc. 4, 18-19

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4. ORACIÓN

PLEGARIA DE LA MISIÓN CONTINENTAL

Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos, aunque no siempre

hayamos sabido reconocerte.

Tú eres la Luz en nuestros corazones, y nos das tu ardor con la certeza de la Pascua.

Tú nos confortas en la fracción del pan, para anunciar a nuestros hermanos que en verdad Tú has resucitado

y nos has dado la misión de ser testigos de tu victoria.

Quédate con nosotros, Señor,

Tú eres la Verdad misma,

eres el revelador del Padre, ilumina Tú nuestras mentes con tu Palabra;

ayúdanos a sentir la belleza de creer en ti.

Tú que eres la Vida,

quédate en nuestros hogares para que caminen unidos,

y en ellos nazca la vida humana generosamente;

quédate, Jesús, con nuestros niños y convoca a nuestros jóvenes

para construir contigo el mundo nuevo.

Quédate, Señor, con aquellos a quienes en nuestras sociedades se les niega justicia y libertad;

quédate con los pobres y humildes,

con los ancianos y enfermos.

Fortalece nuestra fe de discípulos siempre atentos a tu voz de Buen Pastor. Envíanos como tus alegres misioneros,

para que nuestros pueblos, en ti adoren al Padre, por el Espíritu Santo.

A María, tu Madre y nuestra Madre, Señora de Guadalupe, Mujer vestida de Sol,

confiamos el Pueblo de Dios peregrino en este inicio del tercer milenio cristiano.

Amén.

(Tomado del magisterio de Benedicto XVI en Aparecida)

1

Un Pueblo,

en estado permanente de misión Dimensión Misionera

CUADERNILLO SINODAL 10

¡ Ay de nosotros, si no evangelizamos!

El Espíritu del Señor está sobre mí,

porque me ha consagrado por la unción.

Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres,

a anunciar la liberación a los cautivos

y la vista a los ciegos,

a dar la libertad a los oprimidos

y proclamar un año de gracia del Señor Lc. 4, 18-19

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PRESENTACIÓN

Se acerca ya la fecha de nuestra Asamblea Sinodal. Hemos revi-

sado y hecho discernimiento sobre el ser discípulos; discípulos en

comunión que celebran con gozo los dones del Señor. Por eso,

nos sabemos enviados en misión para compartir la Buena Noticia,

para Evangelizar. En los tres cuadernillos próximos centraremos

nuestra atención sobre la misión; sobre las actitudes y medios del

evangelizador; sobre las tareas que más urgen en nuestra diócesis

en este momento.

Recordaremos la enseñanza del Concilio y la bella exhortación

Evangelii Nuntiandi: EN del Papa Pablo VI. Con el Directorio

General de la Catequesis recogeremos y sistematizaremos esas

enseñanzas y recordaremos cómo más recientemente nos las ac-

tualizan nuestros obispos en el Documento de Aparecida y en su

llamado a una Misión Continental.

Como Jesús, sabemos que el Espíritu está sobre nosotros y nos

envía para anunciar la Buena Nueva a los pobres e, inseparable-

mente, para anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los

ciegos, a dejar en libertad a los oprimidos. Por eso, los tres últi-

mos cuadernillos de nuestro proceso nos llevarán a revisar, a ur-

gir y profundizar la misión de quien nos envía a estar en medio

de los hombres como el que sirve.

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¿La utilización de los MCS en nuestra Diócesis es la adecuada? ¿La programación de las emisoras ayuda a acercar la Buena Noti-

cia a los que no la conocen o solo nos entretiene a los de dentro? ¿En qué dimensiones debe insistir esa programación?

¿Cómo incidir más a través de los nuevos medios?

Entre nosotros las expresiones de piedad popular están más

centradas en el uso de bendiciones y agua bendita, en visitas

a algunos templos e imágenes de santos, en rezos con oca-

sión de muertes ¿Cómo renovar esas expresiones de piedad

popular? ¿ Qué otras expresiones religiosas hemos de cui-

dar?

¿Cómo suscitar y preparar más misioneros en nuestra comunidad y en nuestra Diócesis?

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En los dos cuadernillos siguientes seguiremos reflexionando y haciendo propuestas sobre los retos que suponen las nuevas culturas y sobre có-

mo transmitir la Buena Noticia especialmente a los jóvenes.

Ahora, siguiendo el listado de medios de la EN, nos pregunta-

mos:

¿Qué hemos de testimoniar especialmente en nuestro Departamen-

to de Cortés, en nuestro municipio, en esta colonia? ¿Qué compor-

tamientos de los católicos resultan testimonio eficaz y qué otros

son anti-testimonio y deben cambiarse? ¿Cómo son nuestros contactos personales con quienes no experi-

mentan la salvación de Dios, que viven sin esperanza, que destru-

yen su vida y dañan a los hermanos? ¿Qué capacidad de acogida tiene nuestra comunidad eclesial, nuestro grupo? ¿Cómo podemos

mejorar? ¿En qué aspectos debe insistir la predicación entre nosotros? La

predicación de presbíteros, de Delegados de la Palabra ¿qué debe

de cuidar más? ¿Qué consideramos necesario para mejorar la pre-

dicación? ¿Necesitamos realizar más momentos de predicación

¿Con qué contenidos, con qué recursos? ¿Cómo integrar la predica-ción con todos los demás medios de evangelización?

Concretamente las homilías ¿actualizan para los presentes la Pala-

bra de Dios o son muy generales? ¿Su duración es adecuada? ¿Se

percibe con claridad lo que se anuncia? ¿Hay catequesis y catequistas para iniciar a niños, a jóvenes y a

adultos en la Buena Noticia? ¿Se cuida la catequesis ocasional con

motivo de fiestas familiares, de situaciones de duelo, de situaciones de enfermedad ? ¿Cómo convocar más catequistas en todos los

niveles y cuidar su preparación?

¿El modo de celebrar los sacramentos es evangelizador o rutinario? ¿Cómo cuidar las celebraciones especialmente cuando acuden per-

sonas no evangelizadas? ¿Cómo evitar que los sacramentos, espe-

cialmente la eucaristía, sean un puro rito social que se realiza en cualquier ambiente?

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1. ENCRUCIJADA

(Mirar la realidad)

1. En la reunión del grupo de confirmación estaban hablan-

do de la evangelización y surgió una discusión sobre

qué era la evangelización. Algunos decían que todas

las acciones de la Iglesia eran evangelizadoras; otros

que solo las acciones misioneras eran evangelizadoras.

El catequista no sabía muy bien cuál de las dos opcio-

nes era la correcta, así que quedó de hablarlo con el responsable de la ca-

tequesis de confirmación y en la próxima reunión solucionar la duda.

Intenten, en dialogo, aclarar las dudas de los jóvenes de confirmación

2. Betsy había regresado después de una experiencia misionera en otro país. Ella era enfermera de profesión y había juntado las vacaciones de dos

años para vivir esta experiencia misionera. Hablaba ahora con el sacerdote

de la parroquia y le manifestaba que estaba confundida y le solicitaba una

aclaración porque antes de esta experiencia pensaba que la labor de los

misioneros era sobre todo el anuncio de la Palabra y las celebraciones.

Ahora creía entender que esa labor implicaba muchas más cosas sin, por

supuesto, olvidarse de estas. ¿Cuáles creen que son las demás acciones

que implica la evangelización?

3. En la comunidad de aquella colonia, su consejo de pastoral local se había

propuesto realizar una acción misionera. Reunido el consejo para deter-minar cómo llevar a cabo esta acción misionera, surgieron algunas discu-

siones. Para algunos miembros del consejo la mejor acción misionera era

un mejor testimonio del diario vivir de la comunidad; según otros lo me-

jor era ir casa por casa anunciando el Evangelio. Algunos pensaban que

eran mejor actos multitudinarios; otros decían que era mucho mejor el

diálogo persona a persona. Según otros lo mejor era hacerse presente en

los medios de comunicación de la colonia; sin embargo otros opinaban

que era necesario tener medios de comunicación propios. Dialoguen para

intentar clarificar las dudas de el consejo de pastoral local de aquella

colonia

4. En la escuela de formación de la parroquia hablaron sobre el proceso evan-gelizador. El profesor Manuel explicó cómo este proceso se inicia con el

testimonio de vida, el diálogo y la acción caritativa que despierta interro-

gantes en los que no creen en Cristo. Si la persona tiene curiosidad por

saber quién es Jesucristo, comienza el primer anuncio con la consiguiente

llamada a la conversión. Cuando la persona manifiesta querer formar par-

te de la comunidad cristiana, esta se preocupa por ofrecerle un catecume-

nado que le prepare para recibir los sacramentos de iniciación cristiana.

Una vez recibidos los sacramentos de iniciación cristiana la persona parti-

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cipa en todas las acciones pastorales de la comunidad y recibe la forma-

ción permanente. Vean las diferencias y semejanzas del proceso evan-

gelizador que plantea el profesor de la escuela de formación parro-

quial con el que viven en su parroquia, colonia o aldea.

Dialoguemos sobre lo propuesto anteriormente.

2. BRÚJULA Y MAPA (Juzgar:

Conocer la enseñanza de la Iglesia)

1.- Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la

humanidad y no profetas de desventuras. DA 30

¿Y cuál es esa Buena Noticia? Con el mismo texto de Aparecida recor-

damos que el Evangelio es Cristo mismo y que por eso “anunciamos a

nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una ame-naza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador

de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesan-

temente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas”. Anuncia-mos al Señor Jesús Resucitado, felicitación de Dios que nos hace rena-

cer y recordamos a Jesús felicitando a pobres, hambrientos, constructo-

res de paz, mansos y humildes de corazón. A Él anunciamos y de Él aprendemos a anunciar la Buena Noticia.

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Por eso, el mismo Documento de Aparecida nos urge a “entrar decidi-damente, con todas las fuerzas, en los procesos constantes de renova-

ción misionera, y abandonar las estructuras caducas que ya no favo-

rezcan la transmisión de la fe; para someterlo todo al servicio de la

instauración del Reino de vida y a una renovación eclesial, que impli-ca reformas espirituales, pastorales y también institucionales” DA

367-368

Recordamos la lista de medios que recoge la EN que nos orientará

para concretar propuestas de evangelización que renueven nuestra vida

y misión:

El testimonio de vida. "El hombre contemporáneo escucha más a gus-

to a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los

que enseñan, es porque dan testimonio". Pablo VI

El contacto personal indispensable.

Una predicación viva.

La homilía.

La catequesis.

La vivencia de los sacramentos. Su preparación y celebración

La utilización de los medios de comunicación social, de Internet.

La piedad popular.

3. EN CAMINO

(Actuar: Nuestras Propuestas) Recordando todo lo trabajado en el tema, hacemos propuestas no para

hacer un “mercadeo religioso” más productivo sino para ser fieles al

envío de Jesús y a su misión; para llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro,

renovar a la misma humanidad; para, por la sola fuerza divina del

Mensaje, convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su

vida y ambiente concretos. EN 18

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7.4 Sin reducción ni ambigüedades

No puede reducirse a la simple y estrecha dimensión eco-

nómica, política, social o cultural, sino que debe abarcar al

hombre entero, en todas sus dimensiones, incluida su aper-

tura al Absoluto, que es Dios;

Está necesariamente unida a una cierta concepción del

hombre, a una antropología que no puede nunca sacrificar-

se a las exigencias de una estrategia cualquiera, de una pra-

xis o de un éxito a corto plazo

No se reduce al solo terreno religioso, desinteresándose de

los problemas temporales del hombre pero no identifica

nunca liberación humana y salvación en Jesucristo. Recha-

za la substitución del anuncio del Reino por la proclama-

ción de las liberaciones humanas, y proclama también que

su contribución a la liberación no sería completa si descui-

dara la primacía de anunciar la salvación en Jesucristo.

8. Medios de evangelización

Todo lo que hemos leído y meditado hasta ahora nos hace tomar con-ciencia de que somos discípulos si al mismo tiempo somos misioneros

y de que la misión no es hacer publicidad de la Iglesia ni, mucho me-

nos, de nuestro grupo, asociación o movimiento, sino ofrecer a todos el

don de la gracia y la misericordia de Dios que es Jesucristo. Esa finalidad de la misión, marca y orienta el estilo y los medios que

utilizamos como nos recuerda Aparecida:

La fuerza de este anuncio de vida será fecunda si lo hacemos con el

estilo adecuado, con las actitudes del Maestro, teniendo siempre a

la Eucaristía como fuente y cumbre de toda actividad misionera. Invocamos al Espíritu Santo para poder dar un testimonio de proxi-

midad que entraña cercanía afectuosa, escucha, humildad, solida-

ridad, compasión, diálogo, reconciliación, compromiso con la jus-

ticia social y capacidad de compartir, como Jesús lo hizo. Él sigue

convocando, sigue invitando, sigue ofreciendo incesantemente una

vida digna y plena para todos… DA 363

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2.- Jesús mismo, Evangelio de Dios, ha sido el primero y el más

grande evangelizador.

La Evangelli Nuntiandi (EN), reconoce que no es fácil expresar en una

síntesis completa el sentido, el contenido, las formas de evangelizar y la

práctica de Jesús pero recuerda algunos aspectos esenciales aunque nos advierte que nunca terminaremos de recoger toda la grandeza del Evan-

gelio de Dios y del Evangelizador Cristo Jesús.

¿Qué significado ha tenido la palabra Evangelizar para Cristo? Enume-

ramos con EN los aspectos esenciales y abreviamos sus explicacio-

nes:

a) El anuncio del reino de Dios. Cristo, en cuanto evangelizador,

anuncia ante todo un Reino, el Reino de Dios, tan importante

que, en relación a él, todo se convierte en "lo demás", que es dado por añadidura . Solamente el Reino es, pues, absoluto y

todo el resto es relativo…

b) El anuncio de la salvación liberadora. Como núcleo y centro

de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de

Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero

que es, sobre todo, liberación del pecado y del maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por Él, de

verlo, de entregarse a Él…Todo esto tiene su arranque durante

la vida de Cristo… y será plenamente realizado el día de la venida final del mismo Cristo, cosa que nadie sabe cuándo ten-

drá lugar, a excepción del Padre .

c) A costa de grandes sacrificios. Este Reino y esta salvación —

palabras clave en la evangelización de Jesucristo— pueden ser

recibidos por todo hombre, como gracia y misericordia; pero a

la vez cada uno… los consigue mediante un total cambio inte-rior, que el Evangelio designa con el nombre de metanoia, una

conversión radical, una transformación profunda de la mente y

del corazón.

d) Predicación infatigable. Cristo llevó a cabo esta proclamación

del Reino de Dios, mediante la predicación infatigable… Sus

palabras desvelan el secreto de Dios, su designio y su promesa, y por eso cambian el corazón del hombre y su destino.

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e) Signos evangélicos. Pero Él realiza también esta proclamación de

la salvación por medio de innumerables signos: enfermos cura-

dos, agua convertida en vino, pan multiplicado, muertos que

vuelven a la vida y, sobre todo, su propia Resurrección. Y al centro de todo, el signo al que Él atribuye una gran importancia:

los pequeños, los pobres, son evangelizados, se convierten en

discípulos suyos, se reúnen "en su nombre" en la gran comuni-dad de los que creen en El…Así termina la revelación, comple-

tándola y confirmándola, con la manifestación hecha de Sí mis-

mo, con palabras y obras, con señales y milagros, y de manera particular con su muerte, su resurrección y el envío del Espíritu

de Verdad .

3.- La evangelización, vocación propia de la

Iglesia

Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación pro-

pia de la Iglesia, su identidad más profunda. La Iglesia lo

sabe y, siguiendo a San Pablo, puede decir ahora como en

su origen:

"Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino

que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evange-

lizara!"

Entonces, ¿cómo podré merecer alguna recompensa? Dan-

do el Evangelio gratuitamente, y sin hacer valer mis dere-

chos de evangelizador. 1 Cor 9,16-18

Y la Iglesia sabe, también en nuestra Diócesis sabemos, que necesita-mos discernir siempre para Evangelizar auténticamente, es decir, anun-

ciar a Jesucristo, Evangelio de Dios y para hacerlo a su modo.

Especialmente en la Segunda Carta a los Corintios, San Pablo confronta los modos de hacer de los que con ironía y enojo llama “super-

apóstoles”. 2 Cor 11, 6. La lectura de toda la Carta resulta siempre útil

pero ahorita recordamos sólo unos pocos versículos que nos ayudan a orar y orientan nuestro discernimiento:

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7.2. Y además…

La evangelización incluye:

el anuncio profético de un más allá, vocación profunda y de-

finitiva del hombre;

el anuncio de la esperanza en las promesas hechas por Dios

mediante la Nueva Alianza en Jesucristo; el anuncio del amor de Dios para con nosotros y de nuestro

amor hacia Dios;

el anuncio del amor fraterno para con todos los hom-bres ,capacidad de donación y de perdón, de renuncia, de

ayuda al hermano que, por descender del amor de Dios, es el

núcleo del Evangelio; la predicación del misterio del mal y de la búsqueda activa

del bien;

la predicación , así mismo, de la búsqueda del mismo Dios a

través de la oración, sobre todo de la adoración y de acción de gracias;

la predicación de la comunión con ese signo visible del en-

cuentro con Dios que es la Iglesia de Jesucristo; comunión que, a su vez, se expresa mediante la participación en esos

otros signos de Cristo, viviente y operante en la Iglesia, que

son los sacramentos.

7.3. En conexión necesaria con la promoción humana

Entre evangelización y promoción humana, desarrollo y liberación,

existen lazos muy fuertes.

Porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abs-tracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económi-

cos.

Porque no se puede disociar el plan de la Creación del plan de la Redención que llega hasta situaciones muy concretas de

injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que

restaurar. Porque, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promo-

ver, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico

crecimiento del hombre?

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7.- Contenido de la evangelización

7.1 El contenido es Jesucristo

La evangelización, ya lo hemos visto, debe contener siempre una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto

y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la

gracia y de la misericordia de Dios. No una salvación puramente terre-na, a medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se

identifican totalmente con los deseos, las esperanzas, los asuntos y las

luchas temporales, sino una salvación que desborda todos estos límites

para realizarse en una comunión con el único Absoluto, Dios; salvación que comienza ciertamente en esta vida, pero que tiene su cumplimiento

en la eternidad.

LA ACCIÓN MISIONERA

Para los no creyentes y para

los que viven en la indiferen-

cia religiosa .

LA ACCIÓN CATEQUÉTI-

CA DE- INICIACIÓN

Para los que optan por el Evan-

gelio y para los que necesitan

completar o reestructurar su

iniciación

LA ACCIÓN PASTORAL

Para los fieles cristianos ya

maduros, en el seno de la

comunidad cristiana.

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No nos pregonamos a nosotros mismos, sino que procla-

mamos a Cristo Jesús como Señor; y nosotros somos servi-

dores de ustedes por Jesús 2 Cor 4, 5;

Con todo, llevamos este tesoro en vasos de barro, para

que esta fuerza soberana se vea como obra de Dios y no

nuestra. 4, 7;

El amor de Cristo nos urge, y afirmamos que si Él mu-

rió por todos, entonces todos han muerto. Él murió por

todos, para que los que viven no vivan ya para sí mismos,

sino para Él, que por ellos murió y resucitó.5,15

Nos dan por muertos, pero vivimos; se suceden los cas-

tigos, pero no somos ajusticiados; nos tocan mil penas, y

permanecemos alegres. Somos pobres, y enriquecemos a

muchos, no tenemos nada, y lo poseemos todo. 6,9-10

El Señor me dijo: «Te basta mi gracia; mi mayor fuerza

se manifiesta en la debilidad». Mejor, pues, me preciaré

de mis debilidades, para que me cubra la fuerza de Cris-

to. 10 Por eso acepto con gusto lo que me toca sufrir por

Cristo: enfermedades, humillaciones, necesidades, perse-

cuciones y angustias. Pues si me siento débil, entonces es

cuando soy fuerte. 12, 9-10

Hacemos una pausa y, quien lo desee, hace eco de uno u

otro de estos textos, repitiéndolo en voz alta , sin co-

mentarios.

4.- Y vocación propia de cada discípulo

Lo recordamos con Aparecida:

Todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión, al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo y her-

mano. De esta manera, como Él es testigo del misterio del Padre,

así los discípulos son testigos de la muerte y resurrección del Señor hasta que Él vuelva. Cumplir este encargo no es una tarea

opcional, sino parte integrante de la identidad cristiana, porque

es la extensión testimonial de la vocación misma. DA 144

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Cuando crece la conciencia de pertenencia a Cristo, en razón de la gratitud y alegría que produce, crece también el ímpetu de

comunicar a todos el don de ese encuentro. La misión no se li-

mita a un programa o proyecto, sino que es compartir la expe-

riencia del acontecimiento del encuentro con Cristo, testimoniar-lo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comuni-

dad, y de la Iglesia a todos los confines del mundo (cf. Hch 1,

8).DA 145

5.- Llamado al testimonio:

Recordemos un lindo texto de la Evangelii Nuntiandi:

La Buena Nueva debe ser proclamada en primer lugar, mediante

el testimonio. Supongamos un cristiano o un grupo de cristianos - supongamos

nuestro grupo sinodal; supongamos los dos mil quinientos grupos

sinodales de la Diócesis- que, dentro de la comunidad humana donde viven, manifiestan su capacidad de comprensión y de acep-

tación, su comunión de vida y de destino con los demás, su solida-

ridad en los esfuerzos de todos en cuanto existe de noble y bueno. Supongamos además que irradian de manera sencilla y espontá-

nea su fe en los valores que van más allá de los valores corrientes,

y su esperanza en algo que no se ve ni osarían soñar. A través de

este testimonio sin palabras, estos cristianos hacen plantearse, a quienes contemplan su vida, interrogantes irresistibles: ¿Por qué

son así? ¿Por qué viven de esa manera? ¿Qué es o quién es el que

los inspira? ¿Por qué están con nosotros? Pues bien, este testimo-nio constituye ya de por sí una proclamación silenciosa, pero tam-

bién muy clara y eficaz, de la Buena Nueva… Surgirán otros inte-

rrogantes, más profundos y más comprometedores, provocados por este testimonio que comporta presencia, participación, solida-

ridad y que es un elemento esencial, en general el primero absolu-

tamente en la evangelización. EN 21

Y, sin embargo, esto sigue siendo insuficiente porque :

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6.-No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el

nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino, el misterio

de Jesús de Nazaret ,Hijo de Dios.

La evangelización se realiza como un proceso, por el que la Iglesia, movida por el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mun-

do, de tal modo que cada cristiano y cada comunidad:

Da testimonio entre los pueblos de la nueva manera de ser y

de vivir que caracteriza a los cristianos;

y proclama explícitamente el Evangelio, mediante el “primer anuncio “, llamando a la conversión.

Inicia en la fe y vida cristiana, mediante la “ catequesis “ y

los “ sacramentos de iniciación”, a los que se convierten a Jesucristo, o a los que reemprenden el camino de su segui-

miento, incorporando a unos y reconduciendo a otros a la

comunidad cristiana.

Alimenta constantemente el don de la comunión en los fieles mediante la educación permanente de la fe: homilía, otras

formas del ministerio de la Palabra; los sacramentos y el

ejercicio de la caridad; Impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el or-

den temporal, asumiendo y renovando las culturas;

y suscita continuamente la misión al enviar a todos los discí-pulos de Cristo a anunciar el Evangelio, con palabras y

obras, por todo el mundo.

El proceso evangelizador, por consiguiente, está estructurado en

etapas o “momentos esenciales”:

1.- La acción misionera para los no creyentes y para los que viven

en la indiferencia religiosa;

2.- La acción de iniciación catequética para los que optan por el

Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar

su iniciación; y

3.- La acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el

seno de la comunidad cristiana.

Estos momentos, sin embargo, no son etapas cerradas: se reiteran siem-

pre que sea necesario, ya que tratan de dar el alimento evangélico más

adecuado al crecimiento espiritual de cada persona o de la misma co-munidad.