Post on 25-Mar-2020
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VIVIR EL PERDÓN
Tríptico de los Siete Sacramentos, de Van der
Weyden
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Cuando hemos cometido un Error...deseamos
Disculparnos, pero ¡No sabemos cómo
hacerlo!..Lee los siguientes pasos y lo
Lograrás... ¡OCHO PASOS PARA PEDIR
PERDÓN!
"Cuando hemos cometido un error lo único que
queda es disculparnos. Sí bien es cierto, no es
una tarea fácil, tomando en cuenta algunos
secretillos, las dificultades pueden reducirse
ostensiblemente".
“Amar es nunca tener que pedir perdón”, dice
en una de sus escenas un romántico filme
norteamericano de los años ochenta. Sin
embargo, la realidad es otra. Las parejas no
sólo discuten, sino que muchas veces son
"hirientes". Otras tantas cometen errores e
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incluso acciones de las que se arrepienten
profundamente.
¡Pedir perdón se torna necesario!, pero la
forma de hacerlo será definitoria en sí surte o
no efecto en el otro. Recordemos que, "Errar es
Humano, pero Perdonar es Divino". Y sí bien, lo
segundo cuesta más...¡No es imposible!.
A modo de ayuda, les ofrezco una guía paso a
paso de "Cómo retractarnos de un error
cometido".Vamos por partes:
1.-ARREPENTIMIENTO GENUINO...
Es básico que nos sintamos apesadumbradas
por lo cometido y que entendamos que
definitivamente fue un error, que afectó a una
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persona que de verdad amamos.
2.-ESCRIBE LO QUE SIENTES...
Sin duda anotar nuestro sentir y lo que
queremos decir será fundamental para
organizar de buena manera los pensamientos.
El objetivo es darnos a entender claramente y
sin rodeos.
3.-PRACTICA...
Tal vez frente a un espejo, la idea es que nos
sintamos cómodas con las palabras que
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estamos usando, de manera que sonemos
verdaderas en nuestro sentir.
4.-ACLARA EL POR QUÉ...
Pedir perdón es importante, pero lo es más que
el interlocutor sepa a qué te refieres, vale decir,
debemos expresar claramente a qué se debe
nuestra disculpa, es decir, que entendemos
cuál es el punto en cuestión.
5.-RECONOCE EL ERROR...
No entreguemos las razones, sólo
reconozcamos que nos equivocamos.
Justificarse puede ser muy perjudicial y en un
momento de enojo el otro lo tomará como que
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no estamos verdaderamente arrepentidas.
6.-DA A CONOCER LO QUE SIENTES...
En este punto evita culpar a otro o exagerar. La
idea es bajar el nivel de tensión en la
conversación y no incrementarlo.
7.-OTORGA TIEMPO AL OTRO PARA
HABLAR...
Al llegar a esta fase comienza a ser
fundamental que no interrumpamos. Saber
escuchar se convertirá en nuestro mejor aliado.
8.-ACTÚA...
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Una vez que te disculpe, retírate. Ya no hay
nada más que hacer. Sólo darle tiempo al
tiempo...
¡LO IMPORTANTE...!
Sí tenemos altas expectativas de lo que
ocurrirá luego de nuestra petición, podemos
desanimarnos mucho.
Por lo mismo, tengamos en cuenta una serie de
aspectos que nos harán poner los pies sobre la
tierra en cuanto a lo que debemos esperar tras
decir la palabra mágica: “Perdóname”...
1.- Nunca veas el pedir una disculpa como un
acto de debilidad, sino como una forma de
afianzar la relación.
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2.- Nunca esperes que la otra persona tome
una determinación de inmediato, ya que
necesita tiempo para clarificar sus
pensamientos y sensaciones.
3.- Siempre que realmente te sientas mal, las
palabras saldrán solas. No te esfuerces por que
el otro lo note, él se dará cuenta si te sientes
mal o no.
4.- Siempre mantén el contacto visual con la
persona con la que te disculpas.
5.- Nunca te rías ante esa situación.
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Con afecto, Felipe Santos, SDB
Málaga-4-noviembre-2007
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Dios perdona siempre. Otra cuestión es que
separamos perdonarnos a nosotros mismos y a los
demás. ESTE ES EL GRAN PROBLEMA
PEDIR PERDÓN A LOS DEMÁS
Sabemos que el primer mandamiento de Dios es el
del amor: « Amará al Señor tu Dios con todo el
corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas; y
a tu prójimo como a ti mismo . » Luc 10/27 . Pero
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esforzarnos y reconocer que no sabemos amar y que
muy a menudo ,hacemos mal a los demás ,incluso a
los que más amamos .¿Es preciso entonces
simplemente contentarse con deplorar esta
situación? O al contrario, es necesario intentar vivir
este amor concreto que nos pide Jesús.
¿Qué podemos pues hacer desde entonces para amar
si no es reparar esta ruptura en el amor yendo a pedir
perdón a la o al que hemos herido o a quien hemos
tenido prejuicios de una u otra manera? Es
verdadero que no siempre es posible pedir
verbalmente perdón, pues la confesión de la falta
haría más mal que bien; así cuando he maldecido a
Y , le ha llevado al prejuicio delante de los demás
pero Y no lo sabe ,lo que puedo hacer entonces es
reconocer mi error ante los oyentes de mi crítica:
« Olvidad lo que os he dicho sobre Y , me he
equivocado , os pido perdón de ello» y en relación
con Y , quizá podamos emplear un gesto de amor
concreto que le preste un servicio ...o hacerle un
regalo.
El amor es algo concreto, exigente , implica por
nuestra parte la verdad y la humildad . No se puede
amar a Cristo si no se ama a los demás , y no se ama
a los otros si no se vive concretamente este amor.
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PERDONAR A LOS OTROS Y PERDONARSE
A SÍ MISMO
Jesús no nos ha dicho « amadme y olvidaos de los
demás » . No , nos ha dicho: «Os doy un
mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros
como yo os he amado, amaos los unos a los otros ,
en esto reconocerán que sois mis discípulos si os
amáis los unos a los otros . » Juan 13/34.35 . ¿ Se
ha contentado Jesús con palabras? ¿Se ha
contentado con decirnos«Os amo »... O se ha
colocado en este amor?
La respuesta la conocéis... Nos ha mostrado el
camino; escuchó a la gente, recorrió muchos
caminos a pie para enseñarles , los curó, no se quejó
de su pena, ni de su fatiga y llegó hasta el fin, al
morir en la cruz por ellos ...y por nosotros. Si
decimos que amamos a Jesús, debemos entonces
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vivir como él y comprometernos con los demás
como él, y eso comienza por nuestro propio medio
ambiente. Todo el mundo puede amar, no hacen
falta diplomas para eso. Lo que nos hace falta
sencillamente es el valor de nuestra fe, es decir amar
al otro como Jesús lo ama, perdonándole todos sus
errores con nosotros, como el Señor nos perdona
todos nuestros errores ….
Y si perdonamos entonces por qué rechazar nuestra
ayuda, nuestro auxilio. ¡Cuántas veces no oímos
decirnos: « Yo, quiero perdonarle, pero francamente
exagera, se ha ido demasiado lejos. Es imperdonable
lo que ha hecho» o todavía: « Quiero perdonarle
pero una vez más hace falta que me dé pruebas que
ha cambiado. Que no lo rechace más » o: « Fiu
perdonarle. Recomienza sin cesar a pesar de sus
promesas de corregirse».
Honestamente, ¿es eso lo que el Señor nos enseña?
¿Se nos trata así a nosotros? ¿Ha puesto el Señor en
nosotros límites a su perdón? ¿Espera que seamos
“pequeños santos” para que nos conceda su perdón?
Y vamos a rechazar lo que el Señor nos da a los
otros? ¿Somos superiores a Dios para permitirnos
saber cuando es preciso perdonar y cuando no hace
falta? ... No. Seguir a Jesús, amar a Jesús es
perdonar a los demás como Jesús los perdona.
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Algunos dirán quizá « Oh querría poder perdonar lo
que un tal me ha hecho, pero está por encima de mis
fuerzas , no puedo , me siento demasiado mal.
Todavía estoy encolerizado».
Eso no os dispensa del esfuerzo que hay que hacer
para llegar al perdón. Es vivir el sacramento de la
reconciliación, diciéndole claramente al sacerdote
eso y pidiendo con él al Señor, que venga a curar tu
corazón y que te conceda la gracia de poder
perdonar. Pues el perdón es ante todo gracia de Dios,
no depende nuestras pobres fuerzas humanas,
necesitamos apoyarnos en la gracia de Dios.
Habiendo dado este paso en el sacramento de la
reconciliación, voy a poner en práctica mi fe en la
misericordia de Dios pidiendo cada día en mi
oración al Señor, que bendiga a esta persona que me
ha hecho tanto mal y voy a pedir por ella la gracia de
la conversión. Viviendo eso, no sólo curarás de tu
sufrimiento sino Dios que es siempre amor te
colmará mucho más de lo que le pides.
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Hay otro aspecto del perdón que es importante, es el
perdón de sí mismo. Sucede más menudo de lo que
se puede creer, que la gente vaya a confesarse de una
falta, reciben el perdón de Dios, … y continúa
sintiéndose culpable. Alguno ni siquiera irán a
comulgar, a pesar del sacramento del perdón.
Jesús te dice: « Amarás a Dios con todo el
corazón...y a tu prójimo como a ti mismo . » Dios te
ama, te ha dado su vida y te ha concedido el perdón
para que vivas en la paz y en la felicidad y tú, por
este sentimiento de culpabilidad que conservas en ti,
rechazas el regalo que te hace. No rechaces los
regalos de los demás, ni los encuentros con ellos, ni
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acogerlos. Es lo que haces cuando rehúsas recibir el
Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía .No
seas tan duro contigo mismo. Dios no es así contigo.
Hay que aprender a mirar el amor de Cristo por ti,
hay que aprender a dejarse amar por Cristo …
entonces sabrás responder a su amor.
Reparación del mal que he cometido ….e
indulgencia .
Hemos visto que el amor es exigente y cuando
hemos hecho el mal, tenemos que repararlo. Sin
embargo, hay que comprender bien que esta
reparación no es una pena jurídica, una sentencia de
tribunal, sino un acto de amor para reparar una
falta de amor.
Cada vez que pecamos, sea cual sea la falta, si
miramos bien, hay una falta de amor para Dios, los
demás y para contigo mismo. Es toda la Iglesia, es
decir el Cuerpo de Cristo, la que es afectada y es la
misma Iglesia la que nos pide reparar el mal
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cometido… si rehusamos, no podemos ser
perdonados, pues existe un rechazo de amar a Dios y
a su pueblo. Sin embargo, las reparaciones exigidas
eran duras y difíciles, son realmente pasos de
penitencia ( ayuno, peregrinación a pie, limosna,
incluso hasta la excomuniones …), hoy las
reparaciones son muy simbólicas y se traducen la
mayoría del tiempo por una oración . Pero lo
importante es que las hagamos con el sentido de ser
perdonados.
Como nuestro pecado es una falta de amor, nos
hace falta dar a Dios signos de amor para
manifestarle, no solamente nuestra alegría de estar
reconciliados con él, sino también nuestra firme
voluntad de ir con él.
Recuerda o lee la parábola del deudor despiadado en
Mateo 18, 2-.33. Observa: el sacramento de la
reconciliación debe desembocar en actos de
reconciliación, con reparaciones y decisiones
concretas que comprometan el futuro. Ir a confesarse
no es solamente curar el pasado, es también
levantarse para construir nuestro futuro con el Señor.
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Te digo aquí una palabras
sobre las Indulgencias.
El año jubilar no está tan lejos
en nuestros recuerdos y sin
duda hemos oído hablar de la
indulgencia; quizá nos hemos
beneficiado de ella. Pero quiero precisar este punto
para aquellos y aquellas que no lo supieran; hemos
dicho antes que las penitencias eran duras, y a veces
la Iglesia concedía indulgencias que reemplazaran a
penitencias demasiado duras.
La Iglesia mostraba así no sólo su misericordia sino
que privilegiaba también algunos actos de devoción.
Pablo VI y Juan Pablo II han desarrollado la
enseñanza sobre las indulgencias precisando bien
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que ninguna indulgencia puede obtenerse sin la
conversión del corazón . Nos recuerdan que es
necesario reparar los pecados, incluso cuando han
sido perdonados por el sacramento de la penitencia.
No solamente el mal hecho contra Dios sino
también el mal contra el prójimo; y la falta al amor
no puede ser reparado nada más que por un acto de
amor.
Y he aquí lo que nos decía monseñor Hubert
Coppenrath respecto a la indulgencia plenaria
con motivo del año jubilar. « La indulgencia
plenaria significa que se quitan todas las
penitencias impuestas por la Iglesia en reparación
de los pecados personales pero no nos dispensa
nunca de purificarnos de todas las consecuencias
del pecado y trabajar en la reparación del mal
cometido en el mundo. También hay que ver en las
indulgencias propuestas con ocasión del jubileo, el
momento de responder a la misericordia de Dios
convirtiéndonos en profundidad purificándonos y
purificando a la Iglesia de todo mal que se ha
acumulado por la infidelidad de los hombres . »
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Hoy, se ha pasado ya el año jubilar, pero no por eso
hay que dejarse o abandonarse. No , tenemos que
proseguir el camino de la conversión, el camino del
amor. Tenemos nuestro futuro por construir, y las
gracias del año jubilar que hemos recibido deben
llegar a ser el fermento de nuestra civilización de
mañana, es decir la civilización del amor, y más que
nunca debemos recurrir a la gracia de los
sacramentos y a la reparación del mal. Por otra parte,
cuanto más avanza un alma en la vida espiritual, es
decir en una relación de amor con Jesús, tanto más
ama y más quiere reparar, no solamente el mal que
ha cometido ella misma, sino también el mal
cometido por los demás. Quiere, no porque se siente
mejor o superior a los demás, sino porque se sabe
amada por un amor inconmensurable y quiere
responder a este amor de Dios para ella y para cada
uno de sus hijos.
Lleva tu vida por el sendero de la verdad, de la sana alegría y de la justicia.
VIVE, AMA Y PERDONA ¡YA!
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No sé si alguna vez has pensado en tu muerte cómo será, dónde
será... cuándo será. Si morirás ahogado, atropellado o de muerte natural. Ni tampoco sé si
en alguna ocasión te has preguntado qué cosa te hubiera gustado cambiar a lo largo de tu vida. Tal vez te hubiera gustado arreglar un mal negocio, pedirle perdón a alguna persona con la cual hayas discutido o quizá te gustaría haber recuperado alguna amistad perdida hace tiempo. No lo sé, seguramente tendrías tanto en qué pensar y tan poco tiempo para emprenderlo... pero lo cierto es que debes morir. Yo simplemente quisiera hacerte la reflexión ¿para qué esperar? Ahora tienes tiempo ¿por qué no hacer aquello que podrías haber anhelado a la hora de tu muerte? ¡ya! Dile hoy con tus obras y palabras a tu hijo que le amas. Sonríe y ama a todas las personas de tu trabajo, de tu entorno social, con las que tratas, disculpa sus errores y diles que no pasa
Vive, ama
y perdona
¡ya!
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nada; que son los mejores amigos del mundo. No le cierres la puerta al cartero sin haberle dicho ¡gracias! ni al lechero despidas sin un ¡ hasta pronto y muchas gracias! No guardes rencor a tus enemigos, adelántate y ve a conversar con ellos, agradéceles todo lo que hacen por ti y ofréceles en todo momento tu ayuda. Dedícale más tiempo a tu esposa, pregúntale cómo ha estado, interésate por sus cosas y, si tienes la posibilidad, regálale aquello que más le gusta. No dejes para después lo que puedas hacer hoy. Sé un hombre cabal, íntegro, alegre, optimista. Felicita por sus triunfos a los demás, escúchales y compréndeles. No te vayas a la cama sin haber revisado cómo ha estado tu día, y si encuentras algún error, no consientas el dormirte sin antes haberlo arreglado. Sé ¡ya! lo que te gustaría ser cuando la muerte te visite y cristalice tu vida. No omitas ninguna sonrisa que busque consolar al que sufre. Una sonrisa es algo tan pequeño, pero a la vez algo con lo que ganas tanto que nunca te arrepentirás de ella.
Lleva tu vida por el sendero de la verdad, de la sana alegría y de la justicia. No esperes al
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mañana que aún no llega y tal vez nunca llegará... tal vez sea demasiado tarde. Vive, ama y perdona ¡ya!
Mi agonía sin perdón
Buscaré tu perdón en todo
lugar del infinito,
en las alturas celestiales, en
las profundidades del
abismo.
Vagaré sin conciencia del
tiempo ni de nada,
por las más horribles
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sombras hasta conseguirlo.
Que los demonios me miren
y se burlen,
que la inocencia se escurra,
se trueque en sabiduría.
Que la oscuridad murmure mi
nombre y mi sentencia
que no tenga paz, sólo
agonía, sin tu perdón sólo
melancolía.
¿Agonía he dicho? Sin tu
perdón ya estoy muerta
Sin tu amor la hoja seca de
mi vida no tendrá donde caer
Por siempre se la llevará el
viento del horror y el desatino
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Sólo seré salvado por tu
perdón, el resto será delirio ( Gloria Inés)
Penitencia
Preguntas y respuestas sobre el Sacramento
de la Penitencia
1. ¿Qué es el sacramento de la Penitencia?
El sacramento de la Penitencia, o
Reconciliación, o Confesión, es el sacramento
instituido por Nuestro Señor Jesucristo para
borrar los pecados cometidos después del
Bautismo. Es, por consiguiente, el sacramento
de nuestra curación espiritual, llamado también
sacramento de la conversión, porque realiza
sacramentalmente nuestro retorno a los brazos
del padre después de que nos hemos alejado
con el pecado.
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2. ¿Es posible obtener el perdón de los
pecados mortales sin la confesión?
Después del Bautismo no es posible obtener el
perdón de los pecados mortales sin la
Confesión, aunque es posible anticipar el
perdón con la contrición perfecta acompañada
del propósito de confesarse.
3. ¿Y si después uno de hecho no se confiesa?
Quien se comporta de esta manera comete una
falta grave. Pues todos los pecados mortales
cometidos después del bautismo deben ser
acusados en la Confesión.
4. ¿Qué se requiere para hacer una buena
confesión?
Para hacer una buena confesión se necesita:
hacer un cuidadoso examen de conciencia,
tener dolos de los pecados cometidos y e3l
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firme propósito de no cometerlos más
(contrición o atrición), decir los otros pecados al
sacerdote (confesión), y cumplir la penitencia (
satisfacción).
5. ¿Qué es el examen de conciencia?
El examen de conciencia es la diligente
búsqueda de los pecados cometidos después
de la última Confesión bien hecha.
6. ¿En el examen de conciencia es necesario
buscar también el número de los pecados?
De los pecados graves o mortales se necesita
buscar también el número, porque cada pecado
mortal debe ser acusado en la confesión.
7. ¿Qué es el dolor de los pecados?
El dolor de los pecados es el sincero pesar y la
repulsa de los pecados cometidos.
8. ¿De cuántos tipos es el dolor?
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El dolor es de dos tipos: dolor perfecto (o
contrición) y dolor imperfecto (o atrición).
9. ¿Cuándo se tiene dolor perfecto o
contrición?
Se tiene el dolor perfecto o contrición cuando
se arrepiente de los propios pecados porque se
ha ofendido ha Dios, infinitamente bueno y
digno de ser amado: cuando el dolor nace del
amor desinteresado a Dios, es decir, de la
caridad.
10. ¿Cuándo se tiene el dolor imperfecto o
atrición?
Se tiene el dolor imperfecto o atrición cuando el
arrepentimiento, en cuanto inspirado por la fe,
tiene motivaciones menos nobles: por ejemplo,
cuando nace de la consideración del desorden
causado por el pecado, o por el temor de la
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condenación eterna (Infierno) y de las tras
penas que el pecador puede recibir.
11. ¿El dolor de los pecados obtiene de
inmediato el perdón?
El dolor perfecto unido al propósito de
confesarse obtiene inmediatamente el perdón;
el dolor imperfecto lo obtiene, por el contrario,
sólo en la confesión sacramental.
12. ¿Es necesario arrepentirse de todos los
pecados cometidos?
Para la validez de la confesión es suficiente
arrepentirse de todos los pecados mortales,
mas para el progreso espiritual es necesario
arrepentirse también de los pecados veniales.
13. ¿Un verdadero arrepentimiento requiere
también el propósito de abandonar el pecado?
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El arrepentimiento ciertamente mira hacia el
pasado, pero implica necesariamente un
empeño hacia el futuro con la firme voluntad de
no cometer jamás el pecado.
14. ¿Se puede tener un verdadero
arrepentimiento si uno prevé que antes o
después recaerá en el pecado?
La previsión del pecado futuro no impiden que
se tenga el propósito sincero de no cometerlo
más, porque el propósito depende sólo del
conocimiento que nosotros tenemos de nuestra
debilidad.
15. ¿Qué es la confesión?
La confesión es la manifestación humilde y
sincera de los propios pecados sal sacerdote
confesor.
16. ¿Qué pecados es obligatorio confesar?
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Estamos obligados a confesar todos y cada
uno de los pecados graves, o mortales,
cometidos después de la última confesión bien
hecha.
17. ¿Cuáles son los pecados mortales más
frecuentes?
Las faltas objetivamente mortales más
frecuentes son (siguiendo el orden de los
mandamientos): practicar de cualquier modo la
magia; blasfemar; perder la Misa los domingos
o en las fiestas de preceptos sin un grave
motivo; tratar mal de manera grave a los
propios padres o superiores; matar o herir
gravemente a una persona inocente; procurar
directamente el aborto; buscar el placer sexual
en solitario o con otras personas que no sean
el propio cónyuge; para los cónyuges impedir la
concepción en el acto conyugal; robar una
suma revelante, incluso sustrayéndose en el
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trabajo; murmurar gravemente del prójimo o
calumniarlo; cultivar voluntariamente
pensamientos o deseos impuros; faltar
gravemente el propio deber; acercarse a la
Sagrada Comunión en estado de pecado
mortal; callar voluntariamente un pecado grave
en la confesión.
18. ¿Si uno olvida un pecado mortal obtiene
igualmente el perdón en la confesión?
Si uno olvida un pecado mortal obtiene
igualmente el perdón, pero en la confesión
siguiente debe confesar el pecado olvidado.
19. ¿Si uno calla voluntariamente un pecado
mortal obtiene el perdón de los otros pecados?
Si uno, por vergüenza o por otros motivos, calla
un pecado mortal, no sólo no obtiene ningún
perdón, sino que comete un nuevo pecado de
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sacrilegio, el de profanación de una cosa
sagrada.
20. ¿Hay obligación de confesar los pecados
veniales?
La co9nfesión de los pecados veniales no es
necesaria, pero es muy útil para el progreso de
la vida cristiana.
21. ¿El confesor debe dar siempre la
absolución?
El confesor debe dar siempre la absolución si el
penitente está bien dispuesto, es decir, si está
sinceramente arrepentido de todos sus
pecados mortales. Si por el contrario, el
penitente no está bien dispuesto, no teniendo
el dolor o el propósito de enmienda, entonces
el confesor no puede y no debe dar la
absolución.
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22. ¿Qué debe hacer el penitente después de
la absolución?
El penitente después de la absolución debe
cumplir la penitencia que le ha sido impuesta y
reparar los daños que sus pecados hubiesen
eventualmente causado al prójimo /por
ejemplo, debe restituir lo robado).
23. ¿Cuáles son los efectos del sacramento de
la Penitencia?
Son la reconciliación con Dios y con la Iglesia,
la recuperación de la gracia santificante, el
aumento de las fuerzas espirituales para
caminar hacia la perfección, la paz y la
serenidad de la conciencia con una vivísima
consolación del espíritu.
24. ¿Cómo se puede superar la dificultad que
se siente para confesarse?
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El que tiene dificultades para confesarse debe
considerar que el sacramento de la Penitencia
es un don maravillosos que el Señor nos ha
dado. En el "tribunal" de la Penitencia el
culpable jamás es condenado, sino sólo
absuelto. Pues quien se confiesa no se
encuentra con un simple hombre, sino con
Jesús, el cual, presente en su ministro, como
hizo un tiempo con el leproso del Evangelio (Mc
1, 40ss.) también hoy nos toca u nos cura; y,
como hizo con la niña que yacía muerta nos
toma de la mano repitiendo aquellas palabras:
"¡Talita kumi, niña, a ti te digo, levántate!" (Mc
5, 41).
25. ¿La confesión nos ayuda también en el
camino de la virtud?
La confesión es un medio extraordinariamente
eficaz para progresar en el camino de la
perfección. En efecto, además de darnos la
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gracia "medicinal" propia del sacramento, nos
hace ejercitar las virtudes fundamentales de
nuestra vida cristiana. La humildad ante todo,
que es la base de todo el edificio espiritual,
después la fe en Jesús Salvador y en sus
méritos infinitos, la esperanza del perdón y de
la vida eterna, el amor hacia Dios y hacia el
prójimo, la apertura de nuestro corazón a la
reconciliación con quien nos ha ofendido. En
fin, la sinceridad, la separación del pecado y el
deseo sincero de progresar espiritualmente.