Post on 17-Jan-2020
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN AMBIENTAL
Y DESARROLLO REGIONAL
III MICROHISTORIA
3ER. SEMESTRE
Mtro. Raúl Romero Ramírez
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN AMBIENTAL
Y DESARROLLO REGIONAL
III MICROHISTORIA
La Práctica.
Mtro. Raúl Romero Ramírez
La Microhistoria.
A. Microhistoria Italiana:
Giovanni Levi, (una microhistoria social)
Carlo Ginzburg, (una microhistoria cultural)
Edoardo Grendi y Carlo María Cipolla, (microhistoria económica)
B. Microhistoria Mexicana:
Luis González y González, (una microhistoria local y sensible)
C. Estudios de microhistoria antropológica:
Clifford Geertz (una microhistoria de la continuidad)
D. Estudios de Vida Cotidiana con análisis microhistórico:
Georges Duby (una microhistoria cultural)
Emmanuel Le Roy Ladurie (una microhistoria cuantitativa),
Natalie Zemon Davis (una historia individual),
Robert Darnton (una historia local).
A. La Microhistoria Italiana.
Llevar a cabo un texto científico bajo los
métodos y técnicas que involucra la
Microhistoria Italiana requiere de estudiar «en»
un objeto lo “rescatable” y “reivindicativo” de la
riqueza cultural y social de los hechos, vistos
bajo la lupa y bajo el accionar de los individuos,
mediante un estudio más particular y localista,
desarrollando tanto el marxismo subjetivo,
como el estudio de mentalidades y vida
cotidiana.
De este modo se proponen estudiar «en» los
pueblos, pero también estudian «en» las obras
de arte, «en» las biografías de ciertos
individuos, «en» un sector de la clase obrera de
un pequeño poblado, «en» un periodo de
cincuenta años, etc.
Para realizar Microhistoria Italiana, primero se
debe identificar un proceso o hecho
macrohistórico (mundial o nacional), por el cual
da pie a hacer uso de una hipótesis
macrohistórica, con sus respectivos problemas
macrohistóricos, para luego descender al nivel
micro con el fin de que lo que se estudie «en» un
individuo, proceso u objeto, sea para someterlo a
prueba a las hipótesis macrohistóricas.
De este modo la Microhistoria Italiana pretende
confirmar las hipótesis macrohistóricas o bien
reformular hipótesis macrohistóricas más
sutilmente, incluyendo en ellas nuevos
elementos que las hacen más complejas, más
elaboradas y más capaces de dar cuanta de los
hechos y procesos reales que estudian; como
una microhistoria-serial.
La Microhistoria Italiana se vale de la localidad o región
sólo como espacio de experimentación, siendo las
situaciones locales y las situaciones personales el
reflejo del nivel macro, o “redescubriendo” una parte de
ese nivel; así, estos hechos pueden ser utilizados para
explicar con más detalle lo general o para servir de
ejemplos particulares.
De esta forma, afronta objetivamente el problema bajo
una dimensión adecuada para examinar los fenómenos
históricos, con una óptica micro de los individuos y sus
relaciones para ver como es que se comportan, y
enmendar o respaldar al detalle la macrohistoria.
Así, intenta buscar una descripción más realista del
comportamiento humano mediante su acción (actividad)
y su conflicto (problemática); considerándose que toda
acción social es resultado de una transacción constante
del individuo, de la manipulación, la elección y la
decisión frente a la realidad normativa.
La Microhistoria Italiana se concentra en las
contradicciones de los sistemas normativos y, por
tanto, en la fragmentación, contradicciones y
pluralidad de puntos de vista que se obtienen en la
operación micro.
Esto da como resultado múltiples significados en un
proceso a partir de estudiar “en” el objeto de estudio;
por ejemplo:
La pelea de gallos explica muchas cosas: falta de
economía doméstica tradicional; requerimiento de las
apuestas como relaciones de status; consideración
de poder público y fama en los propietarios de
gallos; etc.
Pero en el proceso general macro la pelea de gallos
parece sólo explicar una característica: el gusto
machista y una tradición propia del mexicano.
La Microhistoria Italiana se enfoca a la “lectura del contexto social
micro”, esto es:
1) Viendo el contexto como un lugar que atribuye significado a casos
particulares “extraños” o “anómalos”, revelando su significado oculto
y, consecuentemente “se debe hacer un ajuste al sistema social
macro”.
2) Descubriendo el contexto en el que un hecho aparentemente
anómalo o carente de significación cobra sentido, esto al revelarse las
incoherencias ocultas de un sistema social macro aparentemente
unificado y, consecuentemente, “se debe añadir este nuevo
descubrimiento al sistema social macro”.
La contextualización en la Microhistoria Italiana se
define primeramente por las actividades, formas de
comportamiento e instituciones que proporcionan el
marco en el que el lenguaje es utilizado por estos
grupos en su actividad concreta, sea para
organizarse y celebrar actividades tanto seculares
como religiosas, entendiéndose adecuadamente y
permitiendo un debate significativo de conceptos y
creencias.
También la contextualización microhistórica puede
situar formal y comparativamente un suceso, forma
de conducta o concepto en una serie de otros
similares, aunque puedan hallarse separados en el
tiempo y el espacio; es decir, comparar estructuras
formalizadas y explícitas hallando, además de sus
características, similitudes (analogías), que hagan de
ello una continuidad.
Las analogías que encuentren continuidad, resultan de sumo interés
para los microhistoriadores, puesto que como considera Edoardo
Grendi, se debe prestar suma atención a lo “excepcionalmente normal”.
Un tianguis prehispánico, otro virreinal y uno actual en la Cd. de México:
Una procesión católica de Cristo en Valladolid y otra en Guayaquil:
La Microhistoria Italiana se vale de la localidad o región
sólo como espacio en el cual se elabora la operación
micro.
Es decir, en la operación, mediante una reducción
espacial de la escala, los individuos actúan de acuerdo a
una dimensión propia que es ínfima, y ello conduce a
averiguar cuál es en realidad su condición, posición,
situación, conducta y comportamiento en el grupo,
institución, o sociedad en que habitan y se albergan, lo
que hace de mejor conocimiento quiénes son dichos
individuos y su relación con otros y los objetos de su
tiempo.
Así pues, al reducir la escala reducimos las variables
macro hasta hallar variables micro que pueden explicar
mucho mejor el proceso histórico a propósito de
situaciones micro.
En lo Macro
se halla el OE
como
Parte del
Proceso
En lo Micro
se halla el OE
como
Producto del
Proceso
La Microhistoria Italiana
puede estudiar “en” el
objeto de estudio (OE):
el carbón y los
carboneros,
para escudriñar sus
características a fin de
lograr reconocerlas en
sus diferentes
generalidades en
procesos o hechos
distintos.
En lo Macro
se halla el OE
como
Parte del
Proceso
En lo Micro
se halla el OE
como
Producto del
Proceso
La Microhistoria Italiana
puede estudiar “en” el
objeto de estudio (OE):
la pesca y los
pescadores,
para escudriñar sus
características a fin de
lograr reconocerlas en
sus diferentes
generalidades en
procesos o hechos
distintos.
B. La Microhistoria Mexicana.
Llevar a cabo un texto científico bajo los métodos
y técnicas que involucra la Microhistoria Mexicana
requiere de estudiar de manera profunda el
complejo de lo «local-novelado», esto es, una
historia, parcial o total, de lo local-arqueológico,
“con fedelidad y amor volviendo sus miradas al
solar natal; al terruño”.
Pero este terruño no es el patronímico varonil de la
“patria”, sino más bien la fecunda matriz femenil
de “matria” que alrededor de 1945 se cultivó en
México en contra de la Historia Oficial y los
Centros Urbanos que opacan la Provincia.
Luis González y González mencionó que “la microhistoria mexicana (…)
es la versión popular de la historia, (…) La mueve una intención piadosa:
salvar del olvido aquella parte del pasado propio que ya está fuera de
ejercicio (...) Es la historia que nos cuenta el pasado de nuestra propia
existencia, nuestra familia, nuestro terruño, de la pequeña comunidad”.
Es escrita por quien “(…) escribe habitualmente de lo que conoce por
experiencia propia; de lo que conoce y ama; tiene alma de anciano y
muy frecuentemente lo es. De hecho no podría ejercer la historia matria
antes de llegar a la edad madura”, mirando atrás, pasando revista,
haciendo un balance, buscando consuelo en los acaeceres de otras
épocas; evocar recuerdos.
La Microhistoria mexicana es una especie historiográfica que proyecta
sobre una región estrictamente delimitada, el entrecruzamiento de los
puntos de vista geográfico, económico, histórico-constitucional y
administrativo con los de la técnica, el arte, los usos y costumbres, los
hechos populares y las modalidades linguísticas (W. Bauer) y en
general, a decir de González, es vox pupoli de la vida local de forma
integral, recobrando la importancia, valor y significado de la familia, los
grupos, el lenguaje, la literatura, el arte, la ciencia, la religión, el
bienestar y malestar, el derecho, el poder, el folklore, y todos los
aspectos de la vida humana y natural (ambiental) del terruño.
En todo caso, esta microhistoria es resultado de la simbiosis entre tierra
y pueblo, que debiera conducir a la localidad a resultados distintos (W.
Bauer).
La Microhistoria mexicana no olvida entrelazar la geografía humana
con la física, apareciendo la cartografía del lo local, su relieve, clima,
suelo, hidrografía, recursos naturales (animales y vegetales), etc.
También se ocupa de desastres naturales y humanos, así como de
transformaciones hechas por la mano del hombre: sismos, sequías o
inundaciones, ciclones o tormentas, endemias y epidemias;
accidentes de cualquier tipo; instalación de represas o centros
eléctricos, bodegas o fábricas, centros habitacionales, caminos, vías
y carreteras, etc.
La Microhistoria se ocupa de crónicas locales en donde abundan
noticias económicas sobre maneras de trabajo libre, asalariado y
servil; formas forzadas de perder el tiempo en viajes obligados y
trámites oficinescos; estructuras agrarias y modos de apropiación de
la tierra; sistemas de cultivo y sus avances tecnológicos, quehaceres
artesanales; costumbres de compra y venta; formas de autoconsumo
y economía de mercado; migrantes; etc.
La Microhistoria mexicana se escribe a partir de un esquema o
bosquejo de cuestionario o preíndice en donde el investigador inicie
mediante una observación vívida de su contexto (preferentemente
como partícipe).
En ella debe organizarse a modo de lograr obtener e identificar
“testimonios” y “reliquias”, es decir, conseguir una serie de miradas
(opiniones y criterios) ajenas al propio, acerca del objeto de estudio y
hacer un registro y análisis de las reliquias, tanto religiosas como
seculares de la localidad.
Las reliquias son objetos que por haber sido importantes en una
época para una persona o para una localidad, es digno de veneración;
desde un punto extremo, son partes del cuerpo de una persona, o
todo él, venerado por algún motivo.
La Microhistoria mexicana concibe la
veneración como un elemento sustantivo de
unidad de la localidad, esto es, una actitud de
respeto o un sentimiento de amor profundo
hacia la reliquia, debido a su valor o virtud.
Tanto para obtener la información requerida del
“testimonio” de lo ocurrido, como para
identificar las “reliquias”, las corrientes
historiográficas que apoyan a la Microhistoria
Mexicana son invariablemente la Historia Oral,
fundamental en el rescate de esos testimonios
a través del uso de entrevistas formales e
informales; la Historia Cultural, fundamental
para establecer cuáles son y el valor material y
espiritual de esas reliquias; y la Historia de
Vida Cotidiana, fundamental para establecer las
relaciones establecidas entre objetos-
individuos de la localidad.
Y por lo que toca a las técnicas para recabar información sobre
“testimonios y reliquias”, se vale de: la participación en la vida del
grupo (observación participante); la realización de una serie de
análisis acerca de discusiones colectivas que se da en la localidad y
entre los miembros del objeto de estudio; la reunión de las historias
de vida de la mayoría o de los participantes más importantes del
grupo; y además, suele hacer una compilación o recuento de lo
vivido por él en un diario de campo o cuaderno de notas.
A todas estas técnicas se une quizá la más importante por ser ésta la
que extrae directamente de los informantes sus testimonios y la
explicación del porqué de las reliquias, la entrevista, que suele
realizarse de la siguiente forma:
1. Es óptimo que la entrevista se realice privadamente y reúna solo al
entrevistador y al entrevistado. La presencia de otras personas puede
distorsionar el relato.
2. Una entrevista no es un diálogo y las intervenciones propias deben
limitarse a conducir la narración. No se trata de mostrar los
conocimientos del investigador, sino de conseguir información.
3. Es mejor empezar con preguntas fáciles, que no planteen controversia y
den confianza al informante. Las cuestiones percibidas como
comprometidas deben formularse cuando se considere oportuno según
evolucione la entrevista.
4. Es aconsejable iniciarla con preguntas breves, una sola cada vez y evitar
las que pueden responderse con un sí o no.
5. No se debe interrumpir una buena historia para hacer otra pregunta
cuando la información sea valiosa y pertinente.
6. Si la persona entrevistada se desvía del tema y su relato pierde interés,
debemos intervenir para que vuelva al tema principal (“antes de
continuar, desearía saber...”).
7. Debemos establecer en qué aspectos la persona entrevistada fue
testimonio presencial (y, por tanto, su información es de primera mano) y
en qué otros habla de oídas.
8. No deben cuestionarse los detalles que nos proporcione aunque estos
no concuerden con nuestros datos. Si la versión obtenida es muy
diferente de la conocida, podemos intentar plantear este problema de
manera indirecta (“yo tenía entendido que...”), con el fin de aclarar las
contradicciones pero sin presionar.
9. La entrevista no debe prolongarse más allá de un tiempo razonable en
función de la empatía que tengamos con el interlocutor.
10. La información obtenida debe verificarse con otras fuentes. Hay que
decidir qué información adicional deseamos y concertar eventualmente
nuevas entrevistas. Generalmente, hay aspectos que requieren ser
abordados de nuevo, pues han quedado solo apuntados.
A todas estas técnicas se unen aquellas a manera de comparación, las
que tiene que ver con el análisis de documentos, esto es, comparar lo
que se dice con lo que esta escrito o registrado como un hecho y en
casos formales, “oficialmente registrado”.
Suele solicitársele a los involucrados todo aquello que tengan por
escrito y que facilite la comprensión de lo testimoniado y de fe o
autenticidad a ello, así como a las reliquias. Así, se piden para ser
analizados distintos documentos como los clásicos de Identificación
Oficial (Credenciales, Servicios, etc.), Actos de Fe (bautizo, comunión,
etc.), Actas Oficiales (de nacimiento, casamiento, divorcio, defunción;
de organización o asociación social; institucionales de acciones,
acuerdos; etc.), Informes (gubernamentales, de AA.CC., de colonos, u
otras organizaciones no registradas), Levantamientos (censos
demográficos o económicos, linderos y caminos, etc.), Cartas,
Mensajes, y Propaganda formales e informales tanto personales como
de las organizaciones, anuncios, etc.), Fotografías, video o multimedia
(imágenes, audio-video), etc.
De este modo, para finalizar, la microhistoria mexicana no carece de rigor
científico, pues todo microhistoriador busca afanosamente los datos más
certeros en sus informantes contrastados a los documentos que hallan en
múltiples fuentes como:
los archivos parroquiales,
los libros de notarios,
los censos,
los informes municipales y estatales,
los estatutos, reglamentos y leyes,
los periódicos locales,
las crónicas de viaje,
los vestigios arqueológicos,
los cementerios, etc.
C. Estudios de Microhistoria Antropológica.
.
Llevar a cabo un texto científico bajo los
métodos y técnicas que involucran los Estudios
de Microhistria Antropológica a la manera de
Clifford Geertz, requiere de una postura
microhistoria de la continuidad bajo una
“descripción densa” basada en una
antropología simbólica.
La Antropología Simbólica pone particular
atención al papel del imaginario (o 'símbolos')
que se hallan en la sociedad, siendo los
símbolos el marco de la actuación social.
Un símbolo es la representación perceptible de
una idea, con rasgos asociados por una
convención socialmente aceptada.
La cultura, según la define Geertz en su famoso
libro La interpretación de las culturas (1973), es
un "sistema de concepciones expresadas en
formas simbólicas por medio de las cuales la
gente se comunica, perpetúa y desarrolla su
conocimiento sobre las actitudes hacia la vida”.
Y considera que la función de la cultura es dotar
de sentido al mundo y hacerlo comprensible.
Por lo tanto el papel de los antropólogos, es
intentar interpretar los símbolos clave de cada
cultura, operación cognitiva que le llama
“descripción densa”.
Según Geertz explica que la tarea microhistórica de la
Antropología Simbólica basada en la etnografía, es descubrir las
estructuras conceptuales que informan los actos de nuestros
objeto de estudio (individuos), lo “dicho” en el discurso social, y
construir un sistema de análisis en función del cual lo genérico en
estas estructuras, destacará sobre el fondo de otros
determinantes de la conducta humana.
Fundamenta esto debido a su consideración acerca de que “para
formar nuestras mentes debemos saber qué sentimos de las
cosas; y para saber qué sentimos de las cosas necesitamos las
imágenes públicas del sentimiento que sólo el rito, el mito y el arte
pueden proporcionarnos”.
Geertz sostenía que para estudiar la
cultura desde un punto de vista
antropológico, es imposible aplicar una
ley o una teoría determinada, la única
manera de estudiar las conductas
humanas dentro del contexto cultural al
cual pertenecen, es a través de la
experiencia y de la observación del
investigador.
Se debe estudiar la sociedad, como al
suelo “capa por capa”, desde la más
externa, es decir desde aquella en
donde los símbolos culturales se
manifiestan de manera más clara, hasta
la capa más profunda, donde se
encuentra la matriz de estos símbolos a
los cuales hay que identificarles el
significado, dejando de lado los
aspectos ontológicos del mismo.
La visión etnográfica de Geertz hace que sea
necesario observar las prácticas culturales de
los grupos sociales y poder participar en ellos
para así poder contrastar lo que la gente dice y
lo que hace.
Descubrir cómo se organiza la sociedad en el
tiempo es fundamental y etnográficamente
puede ser utilizado el método al rastrear
quienes son los antepasados de quienes están
en la cima de la sociedad y mantienen el poder
gracias al apego a la tradición y manutención
de las reliquias.
De esta forma se puede averiguar y utilizar la
microhistoria, para concebir qué tipo de grupos
se superponen a otros en una continuidad
histórica como resultado de una cultura en
particular, suponiendo que estos grupos
prevalencen gracias al poder y al status social
que mantienen.
El hecho de esta continuidad histórica
presupone un acontecimiento local de mucha
mayor importancia que debe estar registrado
para comprender los símbolos que le son
propios a quienes mantienen el control,
poder de lo local; un verdadero saber
localista que los posiciona de manera por
encima de otros.
Entre las técnicas utilizadas por los
etnógrafos, microhistoriadores de la
Antropología Simbólica, están las notas de
campo.
Las notas de campo son en su mayoría
descriptivas, porque aunque la intención es
capturar los procesos y contextos
íntegramente, al final lo que se registra es lo
que es relevante para la investigación del
problema o al menos la prefiguración que
habremos hecho.
La mayoría de los investigadores que toman
notas de campo, señalan que lo ideal es
hacerlo lo antes posible tras la observación
participante, ya que dejarlo para más tarde
supone el peligro de que disminuya la calidad
del recuerdo.
Pero el problema es que no siempre es
posible hacerlo de este modo, por lo que es
recomendable organizar los periodos de
observación y anotación para evitar la
acumulación de trabajo, siendo lo más
conveniente tener actualizada la elaboración
de notas.
Respecto a la forma y contenido de las notas
de campo, se deben tener unos principios de
selección de acuerdo al objeto de estudio
que variaran con el tiempo.
Finalmente, tomar notas depende de lo observable, y lo mas
indicado es observar las siguientes acciones:
El Espacio (físico y espiritual),
el o los Actores (como individuos y sus imaginarios),
las Actividades (aquello que hacen),
el Objeto (herramienta, reliquia, etc.),
el Acto (tradición, costumbre, ritual, etc.),
el Acontecimiento (el hecho, su forma, método, etc.),
el Tiempo (contextual, transcurrido, etc.),
los Fines (motivos, propósitos, intereses, etc.),
los Sentimientos (de quienes participan).
D. Estudios de Vida Cotidiana con análisis microhistórico.
Llevar a cabo un texto científico bajo los métodos y técnicas que
involucran los Estudios de Vida Cotidiana con análisis microhistórico a la
manera de los anglosajones, franceses y españoles, es adentrarse en lo
que ellos consideran una Historia Local, muy estrechamente acotada por
lo Cultural, como es el caso de Georges Duby (El Domingo de Bouvines);
o Cuantitativa, como la obra de Emmanuel Le Roy Ladurie (Montaillou,
aldea occitana de 1294 a 1324); o muy individual, como la de Natalie
Zemon Davis (El regreso de Martin Guerre); o de mucha apropiación,
como la de Robert Darnton (La gran matanza de gatos y otros
episodios…); en las cuales se permita desentrañar la situación estudiada
desde un aspecto ínfimo, pero vinculado a los acontecimientos históricos
generales.
Esta Historia local nace mas bien como reacción, sin duda
conservadora, ante los cambios acelerados por la transición a una
sociedad capitalista e industrializada en los primeros años del siglo
XIX.
La defensa de los valores tradicionales en una Europa en
descomposición llevaría a una Historia local nostálgica de los grupos
sociales, eclesiásticos y nobles, arrasados por las revoluciones, y
desposeídos de sus antiguos privilegios. Estos serán, en principio,
sus cultivadores más entusiastas.
Poco a poco se va evidenciando el divorcio entre una Historia
desarrollada sobre nuevas propuestas metodológicas y una Historia
local, más identificada con la desaparecida sociedad del antiguo
régimen, más conservadora social y conceptualmente.
Toda esta Historia Local se hallaba rodeada de un aura romántica y
era, en casi toda la Europa burguesa del norte de Francia y España
(Cataluña, Valencia, país Vasco), una Historia escrita por médicos,
abogados, notarios, juristas, canónigos y nobles desclasados que,
según las zonas, podían quedar en el terreno cultural o acabar en
movimientos político-culturales de clara ideología conservadora.
En Francia el encuentro con lo local vendrá de la mano de la
etnografía sin por ello olvidar las mentalidades y los
comportamientos colectivos que han llegado a ser temas
prioritarios, pero siempre sobre la base de considerar los estudios
locales como una manera de confirmar o refutar las tendencias
generales.
La Historia Local es hoy un estudio integral de un territorio
determinado, y se elabora mediante la concentración, en trabajo de
equipo, centrados en el total de lo sucedido en la localidad, o bien, en
una parte de esa totalidad.
Si bien la cultura académica se ha identificado mayoritariamente por
esta forma de estudio de lo local, ello no implica dotar de personalidad
propia a los estudios locales, siempre entendidos como un
procedimiento más entre los muchos de la investigación historiográfica.
De acuerdo a esta percepción, los análisis locales permiten:
1.- Una aproximación a la materialidad espacial de las grandes
construcciones sociales y a su dinámica interna.
2.- Una profundización en la génesis de sus estructuras y en su
desenvolvimiento cotidiano.
3.- Una información particular sobre modelos generales.
El objetivo final de estos Estudios
acerca de la Historia Local es similar al
de la Microhistoria Italiana, con la
salvedad de su apego a las variables
de lo cultural-cuantitativo e individual-
propio, pues permite reafirmar la teoría
en la medida que la ejemplifica o la
comprueba localmente.
Los Estudios de Historia local, son
cada vez más frecuentes en
Hispanoamérica y hay encuentros
nacionales e internacionales que
explican detalladamente la forma de
hacer este tipo de Historia por los
Historiadores profesionales quienes
ahora desplazan en muchos casos a
los Cronistas.
La Historia Local puede abordar la historia de un poblado: un
barrio, una ciudad o un pueblo; de grupos de personas reunidas
por motivos tan diferentes como los de una elite, o un equipo de
trabajo obrero, o por hacer deporte; de una institución como la
familia, una asociación civil, o un organismo informal; de un
acontecimiento como una fiesta pública o un convite político; etc.,
implicando con ello gran complejidad.
Esto hace que el historiador local rastree y busque toda la
información posible, conduciéndolo a realizar entrevistas a los
protagonistas, busque documentación en archivos locales, libros
notariales, informes oficiales, censos, periódicos locales, así
como en otras fuentes.
Además, el historiador local debe advertir que el lugar
seleccionado para realizar el estudio no es lo mismo que el objeto
de estudio: podemos estudiar pueblos, barrios, ciudades o
localidades y en cada uno de esos ámbitos plantearnos el
conocimiento de diferentes cuestiones.
Por lo tanto, el primer aspecto a considerar es la selección de un
tema o problema factible de ser abordado en cuanto a que éste
esta vinculado a un proceso mayor que contempla la Historia
General.
Se podrían estudiar, por ejemplo, las causas del aumento o
disminución de la población local durante un momento histórico
determinado; el origen y desarrollo de las instituciones barriales
con respecto al proceso de urbanización; la distribución espacial
de la población y sus causas durante determinada etapa histórica,
el impacto local que provoca en una localidad la instalación de
una actividad productiva o de un servicio público determinado
frente al proceso de modernización.
Finalmente hay que hacer una advertencia importante.
Hay que destacar que un estudio de Historia Local que no contenga
las variables descritas (lo cultural-cuantitativo e individual-propio),
puede significar un empobrecimiento, mayormente porque tenderá a
limitase a una mera repetición de esquemas generales e
intercambiables en los que es fácil encajar las realidades locales.
La investigación que tenga como protagonista exclusivo el lugar,
alejada de otras coordenadas que acrediten las relaciones con el
exterior no deja de ser una mera recopilación de hechos y anécdotas
que pueden ser de indudable interés, pero que habrá que vincular a
la Historia General, porque de no hacerlo se corre el riesgo de que
sea una mera monografía exhaustiva de un territorio que se asocia
más a un recorrido acumulativo de datos recogidos por eruditos
aficionados.